la remoción del ser. la superación teológica de la metafísica

168
LA REMOCIÓN DEL SER

Upload: jaime-perez

Post on 01-Feb-2016

47 views

Category:

Documents


8 download

DESCRIPTION

Jean-Luc Marion

TRANSCRIPT

  • LA REMOCIN DEL SER

  • Carlos EnriquE rEstrEpo

    LA REMOCIN DEL SER

    La superacin teolgica de la metafsica

    Eplogo de Jean-Luc Marion

  • Ttulo ISBN La remocin del ser 978-958-715-773-4

    Autor 1a. edicin, 2012 Carlos Enrique Restrepo Queda hecho el depsito legal segn Ley 44 de 1993 y Decreto 460 de 1995

    San PabLo Carrera 46 no. 22a-90 Distribucin: Departamento de Ventas Tel.: 3682099 Fax: 2444383 Calle 17a no. 69-67 E-mail: [email protected] Tel.: 4114011 Fax: 4114000 www.sanpablo.co E-mail: [email protected]

    boGoT CoLoMbIa

  • 5A Germn Vargas Guilln amigo en la vida, en la filosofa.

  • 7INTRODUCCIN

    La formulacin de una tesis en filosofa pasa por mltiples estratos, cada uno de importancia relativa, pero ms o menos anloga desde el punto de vista de la composicin del texto ltimo mediante el cual es presentada a un pblico y sometida a discusin. De un lado, estn las dificultades artesanales de la escritu-ra, cuyo inters estriba en dotarla de una unidad argumentativa y de una mnima coherencia formal, tal como lo exigen el orden del discurso filosfico y el debi-do decoro en la disciplina. De otro lado, estn las dificultades propias del con-tenido, que implican disponerse a un largo proceso de gestacin, siguiendo con dedicacin las sinuosas intensidades del pensamiento, pero tambin sus ruptu-ras y virajes sbitos, que obligan al artfice a la vigilancia atenta de sus propios postulados sometidos as a un movimiento de autocorreccin y rectificacin per-manente. Ciertamente, se trata de una labor solitaria en la que por lo general son pocos los interlocutores, y muchas en cambio las tribulaciones que el autor le destina a la vida ms o menos asctica de la filosofa; y sin embargo, contra toda apariencia, se trata de una soledad inmensamente poblada: no de un soliloquio del alma consigo misma, sino de una polifona en la que mltiples voces se dis-putan el derecho a ser sostenidas y enunciadas, muchas de ellas provenientes de la tradicin, las cuales a la manera de una materia no formada o indiferenciada componen en su conjunto el universo problemtico sobre cuyo fondo se levanta toda tesis filosfica.

    Conforme a esta condicin polifnica, muy pocas cosas puede esgrimir un autor bajo la presuncin de originalidad. A lo sumo, estar en condiciones de delimitar un problema preciso y ofrecer de l una adecuada reconstruccin, reco-giendo el acervo histrico de la cuestin en una exposicin docta y sabiendo con-

  • 8Introduccin

    ducirla a travs de sus muchos epgonos hasta sus desarrollos ms actuales. En palabras de Jean-Luc Marion, la filosofa, al igual que la teologa, pero a diferen-cia de la literatura, no puede dar un solo paso adelante si no es de cara a la tradi-cin1. Su progreso le viene del arraigo que pueda tener sobre el suelo de su propio pasado, el cual resulta de este modo siempre recobrado, nunca agotado ni sus-ceptible de clausura definitiva. No se caer, empero, en el error de inferir de all que la filosofa quede predestinada a la mera repeticin de lo ya dicho o de lo ya pensado por otros. Un inexplicable prodigio quiere que sea justamente la tensin de este dilogo con lo ya pensado el que d la medida para lo que pueda haber de novedad en la filosofa.

    La recurrencia de lo histrico en filosofa va, pues, mucho ms lejos de la devocin erudita, pero tambin de la mera exigencia de fundamentacin. Es sobre el teln de lo histrico que cada nueva enunciacin filosfica puede intro-ducir puntos de torsin o de fuga que arrastran una comprensin indita de los problemas, pero tambin, al hacerlo, una idea renovada de la filosofa misma, la cual ha acaudalado su patrimonio haciendo acopio de sus reinvenciones y rede-finiciones siempre litigiosas y polmicas.

    No aspiramos a tanto en los modestos lmites de una obra universitaria, si bien la posibilidad de una reinvencin semejante quedar sugerida como una de sus consecuencias. En todo caso, semejante posibilidad no la inauguramos noso-tros en nuestra condicin de comentaristas ms bien marginales de la gran filo-sofa la que gravita en torno al centro que representan todava las fronteras de Europa, sino que la han inaugurado los propiamente reputados filsofos, y par-ticularmente, aquellos cuyos nombres algunos todava recientes entre noso-tros sideran el cielo francs de la fenomenologa.

    Nuestro libro se ocupa de un tema clsico, puesto eso s en la perspectiva de la filosofa contempornea: la superacin de la metafsica. Superaciones de este tipo las ha habido muchas, y se cuentan tantas, que bien puede ocurrir que la lgica misma de la historia de la filosofa no consista en otra cosa que en los rei-terados esfuerzos por superar la metafsica. As se desprende de esa cadena de sucesiones histricas que tiene su comienzo bajo la forma del parricidio, como el cometido por Platn contra las doctrinas de Parmnides, o como el cometido a su vez por Aristteles contra su maestro Platn. En la misma lgica, las conse-

    1 Marion, J.-L. El dolo y la distancia. Trad. Sebastin M. Pascual y Nadia Latrille. Sgueme, Salamanca, 1999, p. 13.

  • 9Introduccin

    cuencias metafsicas de la doctrina cartesiana posibilitaran una reformulacin de la concepcin general del conocimiento mediante la destitucin de la aristotlica por el Ego. Kant, por su parte, declara la ruina de esta metafsica bajo los embates de la Crtica. Hegel invierte el proyecto kantiano de la filosofa trascendental. Feuerbach remarca el uso materialista de la filosofa de lo abso-luto. Nietzsche proclama la muerte de Dios. Y Heidegger reformula la metafsi-ca moderna de la subjetividad poniendo en entredicho la instancia cognoscitiva del cogito (Descartes), pero tambin la nocin de sujeto trascendental (Husserl), mediante la comprensin del hombre como Dasein Son slo algunos ejemplos.

    Si Hegel tiene razn, el dinamismo histrico de la filosofa obedecera a esa cadena de relevos a la que l alude constantemente con la palabra alemana Aufhebung. sta encierra el sentido positivo de un eliminar que conserva lo supe-rado y que lo convierte en el patrimonio que da la pauta del progreso dialctico. Jacques Derrida ha propuesto, de hecho, la palabra francesa relve como equiva-lente de la Aufhebung hegeliana. Por el contrario, Heidegger ha practicado otro tipo de superacin (berwindung) cuyo sentido predominantemente negativo es el de una destruccin (Destruktion) y el de un acabamiento (Vollendung) de la tradi-cin, para una refundacin de la cuestin del Ser que aspira a no ser ms filosofa, sino un pensar inicial cuya dimensin del dilogo con la tradicin sera el salto (Sprung) fuera de ella en el sentido acrobtico de un paso atrs (Schritt zurck).

    Para catapultar este salto, Heidegger ha enjuiciado toda la historia de la meta-fsica imputndole la que l considera su estructura esencial: la onto-teologa. Como escribe Jean-Luc Marion, con este concepto Heidegger pone en marcha una nueva definicin de la esencia de la metafsica, pero instaurando a su vez una her-menutica de la historia de la filosofa cuya potencia slo es comparable a la des-plegada por Hegel2. La onto-teologa tiene por cometido asegurar que en todas partes la metafsica ha identificado el Ser con el concepto de Dios como mximo ente (summum ens). A raz de esta identificacin, el Ser como tal habra permane-cido desde siempre impensado, lo que justificar la gigantomaquia heideggeriana de refundar la Seinsfrage mediante el trnsito a ese pensar inicial que da el salto por fuera de la metafsica onto-teolgica.

    Pero la interpretacin heideggeriana de la metafsica ha despertado toda suerte de crticas. Las ms viscerales le han sido dirigidas por los ltimos repre-

    2 Marion, J.-L. Quelques rgles en lhistoire de la philosophie. Les tudes Philosophiques, 4, Paris, 1999, pp. 495-510.

  • 10

    Introduccin

    sentantes de la fenomenologa francesa (Emmanuel Lvinas, Jacques Derrida, Jean-Luc Marion, entre otros) para quienes la superacin de la metafsica no es posible mediante una vuelta en s misma metafsica de la cuestin del Ser, sino mediante un pensamiento al que los equvocos de la onto-teologa le autori-zan replantear a Dios como cuestin. Ttulos como los de Lvinas (De otro modo que ser) y Jean-Luc Marion (Dios sin el ser) dan cuenta de esta arremetida antiheidegge-riana en el contexto francs de la fenomenologa. sta se levanta a su vez como una superacin de la superacin heideggeriana de la metafsica, que nosotros presentamos como una remocin del pensamiento del Ser que libera a Dios de la onto-teologa, y que ha provocado el debate del llamado giro teolgico de la fenomenologa3.

    Dominique Janicaud ha acuado este ttulo para entrar en debate con los men-tados fenomenlogos, y especialmente, con Lvinas y Marion, quienes solapa-dos segn l en la ciencia estricta proyectada por Husserl habran provocado un inusitado retorno hacia conceptos y cuestiones de cuo teolgico, practican-do as una ampliacin abusiva del nombre de la fenomenologa. Las reaccio-nes de Janicaud apuntan a cuestionar el hecho de que esta nouvelle phnomnologie admita como fenmeno la Revelacin, postulado que Jean-Luc Marion justifica al introducir la nocin de fenmeno saturado. Por ste se entiende un tipo particu-lar de fenmeno que sobrepasa la objetividad de lo dado y que concede su dere-cho al acontecimiento de la trascendencia, para hacer de lo revelado un modo privilegiado de la manifestacin. La infinitud del rostro (Lvinas), pero tambin el don (Derrida), el icono (Marion), la carne (Henry), lo imposible y el llama-do (Chrtien) corresponden a esta clase de fenmenos. Su inteleccin exige la apertura a una relacin hasta ahora impracticada con el fenmeno, caracteriza-do ya no por su contenido de presencia, sino justamente por un exceso de donacin. Saturados, los fenmenos del rostro, el don, el icono, la carne, etc., dan ms de lo que salta simplemente a la presencia y de lo que asalta la mirada de quien los asiste en su aparecer. Aparecen como no visibles, y por tanto, invisibles, paradoja en la que justamente lo invisible inaugura un nuevo tipo de fenomenalidad. Por eso Jean-Luc Marion hablar en el mismo sentido de fenmenos paradjicos o satu-rados. Janicaud, en cambio, slo reconocer en ellos el abandono de los princi-pios de la ciencia fenomenolgica formulados por Husserl, y la seduccin de sus coterrneos ante lo que Heidegger, en su Seminario de Zhringen (1973), esbozaba

    3 JaniCaud, D. Le tournant thologique de la phnomnologie franaise. ditions de lclat, Paris, 1991.

  • 11

    Introduccin

    ya como una fenomenologa de lo inaparente4. La paradoja de un fenmeno inaparente equivaldra, segn Janicaud, a perder todo rigor para la fenomeno-loga. Para l, lo que entre los franceses pasa hoy por fenomenologa descono-ce el mbito de lo dado y desatiende las condiciones de la reduccin, de suerte que, para l, este retorno de la trascendencia describir tan slo un movimien-to retrgrado frente al proyecto de una filosofa trascendental, cuyos rditos ter-minan siendo entregados a una teologa que inesperadamente es restituida a su antiguo lugar de filosofa primera.

    No pretendemos otra cosa que haber desbrozado el camino que ha conducido a este debate. Al hacerlo, postulamos las prerrogativas de una filosofa que puede al fin considerarse liberada de la pregunta por el Ser tras remover los cimientos en los que ha descansado todo proyecto de una ontologa fundamental, para abrir un campo terico ms amplio en el que son restablecidas antiguas filiacio-nes del pensamiento occidental, cuyas herencias, lejos de ser dogmticamente reprochadas, resultan promisorias. La teologa, en este caso, permite practicar un pensamiento que, habiendo renunciado a la vanagloria de las empresas filo-sficas sistemticas, hace posible superar la metafsica all donde sta ha hecho en s misma la prueba de la ilusin trascendental consistente en procurar un pensamiento de Dios. La teologa se acredita en dicho campo un derecho indis-cutiblemente mayor que la filosofa al movilizar otro tipo de , aquel que los textos de la tradicin judeo-cristiana han erigido en abierta contraposicin frente a la sabidura mundana de los griegos. La historia reiteradamente cruza-da de ambas herencias, filosfica y teolgica, hace cuestionable la pretensin de demarcar entre ellas una frontera precisa, como si bastara con adoptar una posi-cin sobreentendida, prejuiciosa y fcil en un litigio que puede contar dos mil aos de discusin. Nada ms infructuoso que empearse en abanderar lo litigio-so del asunto, cuando la ms somera mirada retrospectiva dirigida a la coexisten-cia histrica entre ambas basta para encontrar sus muchos momentos de cruce en los que comparten categoras y procedimientos nacidos de su hibridacin, y hasta podra decirse que un tronco comn, sin desconocer empero sus distancias crticas y sus eventuales recriminaciones recprocas.

    De nuestra parte, celebramos el reencuentro de estas dos herencias de pen-samiento igualmente profundas, la filosofa y la teologa, en funcin de la supe-

    4 HEidEggEr, M. Seminario de Zhringen (1973). Trad. Oscar Lorca. En: A Parte Rei. No. 37, Santiago de Chile, 2005, p. 17 (versin electrnica).

  • 12

    Introduccin

    racin teolgica de la metafsica, pero tambin atendiendo a los muchos frutos que ambas puedan tener gracias a esa zona de distencin que les posibilita hoy por hoy la fenomenologa. Hemos querido contribuir a este propsito con muchos otros ensayos preparatorios y coetneos sobre la cuestin, pero tambin al ver-ter al castellano algunos de los textos que podran considerarse imprescindi-bles para su abordaje. Especialmente destacamos nuestra traduccin del libro de Jean-Luc Marion Dios sin el ser, publicado recientemente en Espaa (Ediciones Ellago, Vilaboa-Pontevedra, 2010), cuyo estudio y lectura ha acompaado perma-nentemente la composicin de nuestro escrito. Ha sido esta nuestra tentativa de una contribucin tercermundana a una filosofa que de ordinario se sacraliza (o se idolatra) por su influencia directa en la historia filosfica universal, en tiem-pos en los que el panorama intelectual global desdibuja lentamente las fronteras y desplaza los ejes de rotacin, y en los que el pensamiento puede al fin despren-derse de la caduca ilusin de una patria (Grecia o Alemania) para devenir desde cualquier punto del orbe un pensamiento cosmopolita. La clausura de la marca onto-teo-logo-euro-fono-falogocntrica de la metafsica es en ese sentido corre-lativa de una libertad para el pensamiento, amenazada solamente all donde per-sistan filosofas convertidas en sistemas de dogmas, viejas formas doctrinales y prcticas sectarias, ya sean discursivas o nacionales.

    Debo agradecer, en primer lugar, a la Universidad de Antioquia por brindar-me las condiciones materiales para llevar a cabo esta labor, al concederme las descargas acadmicas necesarias sin las cuales no habra podido cumplir los compromisos de formacin adquiridos desde mi vinculacin como profesor del Instituto de Filosofa. Agradezco tambin a todos mis colegas del Instituto, en especial a los profesores Luz Gloria Crdenas, Ivn Daro Arango, Jorge Antonio Meja, Carlos Vsquez, Eufrasio Guzmn y Jairo Alarcn, por depositar en m su confianza desde el inicio de este trabajo hasta su culminacin. Mi mayor gesto de gratitud se lo debo al profesor Germn Vargas Guilln (Universidad Pedaggica Nacional, Bogot) por su acompaamiento y apoyo incondicional durante mis aos de investigacin. Tambin expreso mi alegra por haber contado con ini-gualables interlocutores en el estudio del complejo panorama de la fenome-nologa francesa actual, como Javier Bassas Vila (Universidad de Barcelona), Daniel Barreto Gonzlez (Instituto Superior de Teologa, Islas Canarias), Carlos Arboleda Mora (Universidad Pontificia Bolivariana, Medelln), Roberto J. Walton (Academia Nacional de Ciencias, Buenos Aires), Ricardo Dez (Academia Nacional de Ciencias, Buenos Aires), Lida Esperanza Villa (Universidad Javeriana, Bogot)

  • 13

    Introduccin

    y Mario Madroero (Universidad de Nario, San Juan de Pasto). El impulso teri-co fundamental se lo debo por entero al encuentro con el pensamiento de Jean-Luc Marion (Acadmie Franaise), cuya presencia constante en este libro quedar sobradamente justificada a medida que el lector progrese en la penetracin de nuestros desarrollos. Finalmente, los aciertos que pueda haber en la lectura de los textos griegos le sean reconocidos al consejo paciente y meticuloso del profe-sor Luis Alonso Gmez, debiendo en cambio abonarse exclusivamente a mi cuen-ta las deficiencias.

    Para la mejor inteleccin de nuestro tema habra sido deseable haber encara-do tambin otros frentes, por ejemplo, ofreciendo la reconstruccin de los alcan-ces actuales de la superacin de la metafsica llevada a cabo por la filosofa crtica de Kant y su recepcin en el Idealismo alemn, o la necesaria toma de posicin frente a los positivistas como Rudolf Carnap, quien desde 1931 propusiera con-tra la filosofa de Heidegger la superacin de dicha metafsica mediante el an-lisis lgico del lenguaje. Pero uno no escribe lo que quiere, sino lo que puede. Por eso sta, como toda obra en filosofa, es hasta cierto punto inconclusa. Su aspi-racin no es otra que la de internarse en algunas vertientes de la filosofa con-tempornea que, pese a su irrecusable actualidad, permanecen en nuestro medio como caminos no hollados. En eso, tal vez, el autor habr sido capaz de llevar a cuestas la responsabilidad que entraa la filosofa: la de replantear algunos pro-blemas y conceptos destinndolos a nuevos usos, y con este fin, dotarlos de un orden sintagmtico interno hasta liberarlos de cualquier referencia dominante o derivada, para hacerlos consistentes en s mismos y establecer entre ellos rela-ciones de plurivocidad. Esperamos haberlo logrado en los lmites de lo que se denomina una interpretacin. Sea de paso esta limitacin la que nos exima de ofrecer al lector desprevenido ms de lo que se puede dar, y la que nos guarde de ese riesgo siempre latente cuando se retoman algunos conceptos para darles lustre: el de incurrir, de manera inadvertida cuando no soslayada, en una nueva forma de idolatra.

    Medelln, agosto 17 de 2011

  • iLA SUPERACIN DE LA METAFSICA

    La prxima confrontacin, tan slo gracias a la cual la filosofa podr comenzar de nuevo como filosofa, es la confrontacin con la metafsica en su historia como tal; ello quiere decir: las posiciones metafsicas fundamentales tienen que ser reliberadas tan slo y al mismo tiempo en la singularidad de su preguntar y poner su futuridad en juego, pues su futuridad se esencia respectivamente segn la resonancia de la verdad del Ser.

    M. HEidEggEr. Meditacin, p. 78.

  • 17

    La superacin de la metafsica

    En buena medida, el filosofar de Heidegger es susceptible de ser interpretado por sus distintas tomas de posicin dismiles y contradictorias respecto a la nocin de metafsica y a la identificacin de la filosofa con la metafsica. Para el preguntar intentado por Ser y tiempo (1927) y en cuya lnea se mantiene la conferen-cia Qu es metafsica? (1929), por metafsica habra que comprender, efectivamen-te, el mbito de la pregunta por el Ser en cuanto pregunta conductora (Leitfrage) de la filosofa, pero tambin en cuanto pregunta que pone en juego la realizacin de la esencia del Dasein, en el sentido de que con ella al Dasein le va de modo mani-fiesto su ser-en-el-mundo de manera original y como asunto de una investigacin expresa. La metafsica, en su acepcin dominante de pregunta por el Ser, apa-rece de este modo como la tarea inherente al hombre, quien por medio de ella se sita ms all de los entes trascendiendo el dominio de la existencia en gene-ral, para ponerse en camino de su esencia: El ir ms all de lo ente ocurre en la esencia del Dasein. Pero es que este ir ms all es la propia metafsica. Es eso lo que explica y determina que la metafsica forme parte de la naturaleza del hom-bre. No es ni una disciplina de la filosofa acadmica ni el mbito de ocurren-cias arbitrarias. La metafsica es el acontecimiento fundamental del Dasein. Es el Dasein mismo1.

    La metafsica aparece, de este modo, como el correlato de la trascenden-cia del Dasein2. Trascendencia significa aqu la constitucin esencial segn la cual el Dasein se procura una genuina comprensin del Ser (ms all del trmi-no medio y de la cada cotidiana) en la que resida el fundamento de su existen-cia. Llevada por la intencin de una pregunta por el sentido del Ser, o bien, por el Ser en general, la metafsica correspondera de esta suerte al proyecto de una ontologa fundamental. En la lnea del preguntar que mantuvo en vilo el filosofar de la Antigedad3, y concretamente, el filosofar de Platn y Aristteles, dicha onto-loga se anotara como un progreso volver a afirmar la metafsica4, no sin antes

    1 HEidEggEr, M. Qu es metafsica? En: Hitos. Trad. Helena Corts y Arturo Leyte. Alianza Editorial, Madrid, 2001, p. 107. Cf. tambin Kant y el problema de la metafsica. Trad. Gred Ibscher Roth. F.C.E., Mxico, 1996, Introduccin, pp. 11-12.

    2 Esta trascendencia hay que entenderla como ser-en-el-mundo; es un a priori que Heidegger entiende como el irle al Dasein el Ser mismo en su ser de manera anticipada. Por eso la trascendencia es algo que tiene que corresponderle al Dasein humano. Cf. HEidEggEr, M. De la esencia del fundamento. En: Hitos, Op. cit., p. 122.

    3 HEidEggEr, M. Ser y tiempo. Trad. Jos Gaos. F.C.E., Mxico, 2002, p. 11.4 dem.

  • 18

    Captulo I

    pasar por la empresa de una destruccin (Destruktion)5 de lo ya pensado como medida del dilogo con la tradicin, necesaria para liberar la pregunta del olvido en el que habra cado al convertirse en una cosa comprensible de suyo, plausi-ble de ser formulada slo bajo la sospecha de incurrir en un error metdico6.

    Pese a su carcter preliminar, y salvo por algunas vaporosas alusiones a Surez, a Descartes, a Kant y a Hegel, la necesidad de esta destruccin del con-tenido tradicional de la ontologa7 no es nunca suficientemente esclarecida en Ser y tiempo, como tampoco el modo en que la propia filosofa habra provocado el denominado olvido del Ser (Seinsvergessenheit). El desarrollo de estas cuestiones est ms bien supeditado a la transformacin que Heidegger mismo localiza a partir de 1930 bajo el intento repetidamente emprendido de someter el comienzo de la pregunta [por el Ser] en Ser y tiempo a una crtica inmanente8. Configurar de manera ms originaria la pregunta significa desde entonces que su planteamien-to ya no puede ser objeto de ninguna ontologa. Esto porque de manera radical el olvido del Ser se torna para Heidegger la marca definitiva de la filosofa en su conjunto, es decir, de la metafsica, lo cual incluye, por supuesto, toda ontologa posible. La metafsica deja de ser entonces la tarea esencial del Dasein, para con-vertirse en la anttesis misma del proyecto de un pensar inicial que de manera fundante y ms original se pregunta, ya no por el Ser (Seinsfrage), sino por la ver-dad del Ser (Wahrheit des Seyns)9.

    5 Cf. Ser y tiempo, Op. cit., 6, pp. 30-37. La publicacin pstuma del Natorp-Bericht permite constatar que esta destruccin comanda desde 1922, en su acepcin inicialmente hermenutica, el entero proyecto heidegge-riano: La hermenutica, pues, cumple su tarea slo a travs de la destruccin (cf. HEidEggEr, M. Interpretaciones fenomenolgicas sobre Aristteles. Trad. Jess Adrin Escudero. Trotta, Madrid, 2002, p. 51).

    6 Ser y tiempo, Op. cit., p. 11.7 Ibd., p. 33. Heidegger, como se sabe, no realiza esta destruccin en Ser y tiempo. Al respecto, Jean Grondin

    recuerda que la destruccin de la historia de la ontologa constitua para el proyecto inicial de dicha obra la segunda de sus dos grandes tareas, precedida por la analtica ontolgica del Dasein. Este programa no fue lle-vado a trmino: La obra publicada en 1927 no comprenda ms que dos tercios de la primera parte, mientras que la destinada a la destruccin que la analtica deba preparar nunca fue publicada (cf. grondin, J. Heidegger et le Problme de la Mtaphysique. En: DIOTI, No. VI. Montreal, 1999, pp. 163-204; cf. tambin el estudio de Von HErrMann, F.-W. La segunda mitad de Ser y tiempo. Trotta, Madrid, 1997).

    8 HEidEggEr, M. El final de la filosofa y la tarea del pensar. En: Tiempo y ser. Trad. Manuel Garrido, Jos Luis Molinuevo y Flix Duque. Tecnos, Madrid, 2001, p. 77.

    9 La pregunta por el ser (Seinsfrage) deviene ahora pregunta por la verdad del Ser (Wahrheit des Seyns). O tambin: La filosofa en el otro comienzo pregunta en el modo del indagar la verdad del Ser (HEidEggEr, M. Aportes a la filosofa. Acerca del evento. Trad. Dina V. Picotti. Biblos/Almagesto, Buenos Aires, 2003, pp. 342 y 347 respectivamente).

  • 19

    La superacin de la metafsica

    Son sobradamente conocidas las razones por las cuales Heidegger identifica el olvido del Ser con la metafsica. Fundamentalmente cabe destacar el argumen-to segn el cual la metafsica se ha restringido a la pregunta por el Ser en cuanto ser del ente, dejando al Ser mismo impensado (Ungedachten)10, o en otros trmi-nos, que la metafsica, aun cuando desde sus inicios se mueve ya en el terreno de la diferencia ontolgica (el Ser no es ningn ente), pierde de vista propiamente la cuestin del Ser para hundirse en el olvido de la diferencia11. En ese sentido, y de manera concluyente, la verdad del Ser permanece oculta para la metafsica12, argumento que Heidegger no duda en esgrimir, de un lado, para revaluar el punto de vista desarrollado en Ser y tiempo, y de otro, para descalificar lo que otrora le reconociera al filosofar de los antiguos, y de paso, veinticinco siglos de filosofa. En efecto, la pregunta por el Ser sigue siendo siempre la pregunta por lo ente13, o bien, desde Anaximandro hasta Nietzsche, a la metafsica le permanece oculta la verdad del Ser14. An ms decididamente, a la metafsica ni siquiera le ha sido lcita la tentativa de este preguntar ms original, pues si considera la diferencia ontolgica es slo desde el punto de vista de una permanente e insuperable con-

    10 Al respecto, y en razn de la reiterativa aparicin de esta idea en los textos de Heidegger, baste citar algunos pasajes: 1) Ciertamente, la metafsica representa a lo ente en su ser y, por ende, tambin piensa el ser de lo ente. Pero no piensa el Ser como tal, no piensa la diferencia entre ambos [...]. La metafsica no pre-gunta por la verdad del Ser mismo. Por tanto, tampoco pregunta nunca de qu modo la esencia del hom-bre pertenece a la verdad del Ser. Pero no se trata slo de que la metafsica no haya planteado nunca hasta ahora esa pregunta, sino de que dicha pregunta es inaccesible para la metafsica en cuanto metafsica. El Ser todava est aguardando el momento en que l mismo llegue a ser digno de ser pensado por el hombre (cf. HEidEggEr, M. Carta sobre el Humanismo. En: Hitos, Op. cit., p. 266); 2) Segn la tradicin, la filosofa entiende por cuestin del Ser la pregunta por lo ente en cuanto ente. sa es la pregunta y la cuestin de la Metafsica (cf. HEidEggEr, M. En torno a la cuestin del Ser. En: Hitos, Op. cit., p. 313). 3) En toda la historia de la metafsica, es decir, en general en el pensar vigente, el ser es concebido siempre como entidad del ente y as como ste mismo (Aportes a la filosofa, Op. cit., p. 218).

    11 HEidEggEr, M. La constitucin onto-teolgica de la metafsica. En: Identidad y diferencia. Trad. Helena Corts y Arturo Leyte. Anthropos, Barcelona, 1988, p. 115; cf. HEidEggEr, M. La sentencia de Anaximandro. En: Caminos de bosque. Trad. Helena Corts y Arturo Leyte. Alianza Editorial, Madrid, 2003, p. 271: El olvido del ser es el olvido de la diferencia entre el ser y lo ente (Cursiva en el original). Sobre la diferencia ontolgica, desde la perspectiva de la destruccin de la ontologa y la superacin de la metafsica, cf. Marion, J.-L. Question de ltre ou diffrence ontologique. En: Rduction et donation. Recherches sur Husserl, Heidegger et la phnomnologie. P.U.F., Paris, 1989, pp. 163-210.

    12 Carta sobre el Humanismo. En: Hitos, Op. cit., p. 273.13 Ibd., p. 272.14 HEidEggEr, M. Introduccin a Qu es metafsica?. En: Hitos, Op. cit., p. 302. Cf. Aportes a la filosofa, Op. cit., p.

    339: El preguntar por el ser es en primer lugar y a travs de la larga historia entre Anaximandro y Nietzsche slo la pregunta por el ser del ente. Vase tambin Ibd., pp. 76, 192.

  • 20

    Captulo I

    fusin: Alude al ente en su totalidad y habla del Ser. Nombra al Ser y alude a lo ente en cuanto ente15.

    Restringida de este modo al ente y atrapada en su propia confusin, la meta-fsica, en lugar de proporcionar un camino a la pregunta por la verdad del Ser, se convierte en el mayor obstculo para su formulacin. Una vez ms en palabras de Heidegger, la metafsica no slo no abre la pregunta por la verdad del Ser, sino que la cierra desde el momento en que se empea en seguir anclada en el olvi-do del Ser16. Contra toda apariencia, este anclaje no depende de una intencin deliberada de los filsofos inscritos en la tradicin metafsica. Tampoco alude a una omisin o inadvertencia psicolgica, debida a cierta negligencia humana17. En lugar de ello, el olvido le concierne a la metafsica como su destino peculiar, por cuanto encierra una extraa copertenencia con el Ser mismo18. Es el propio Heidegger quien establece esta relacin cuando piensa el Ser como retraimiento y sustraccin (Entzug), y desde sta, el destino (Geschick) que gobierna la metafsica. Baste por el momento sealar que lo que l denomina historia del Ser (Geschichte des Seins) no es otra cosa que el creciente despliegue de este olvido, en la sucesin de las etapas filosficas. Si Hegel consider la historia en general y en particu-lar, la de la filosofa como un progreso en el que el espritu devena cada vez ms autoconsciente hasta alcanzar efectivamente su autoesclarecimiento en el saber absoluto, para Heidegger, por el contrario, la metafsica no puede pretender ningn progreso, por cuanto su desarrollo slo ofrece las mltiples destinacio-nes que encubren el olvido del Ser desde los ms remotos inicios de su pregun-tar: La historia del Ser comienza, y adems necesariamente, con el olvido del Ser19.

    15 Introduccin a Qu es metafsica?. En: Hitos, Op. cit., p. 301.16 Carta sobre el Humanismo. En: Hitos, Op. cit., p. 283. Cf. Introduccin a Qu es Metafsica?. En: Hitos, Op. cit., p.

    303: Casi parece como si, por el modo en que piensa el Ser, la metafsica estuviera destinada sin ella saber-lo a ser la barrera que impide la referencia inicial del Ser a la esencia del hombre.

    17 Cf. La constitucin onto-teolgica de la metafsica. En: Identidad y diferencia, Op. cit., p. 115: No es que el olvido slo afecte la diferencia por lo olvidadizo del pensar humano. Cf. tambin La frase de Nietzsche Dios ha muerto. En: Caminos de bosque, Op. cit., p. 196: La propia metafsica no sera una mera omisin de una pregunta que an queda por pensar. No sera un error. En cuanto historia de la verdad de lo ente como tal, la metafsica habra acontecido a partir del destino del propio ser. Cf. tambin Carta sobre el Humanismo. En: Hitos, Op. cit., p. 270-271: Podemos suponer que este destino [el olvido del ser] no reside en un mero descuido del pensar humano.

    18 El olvido del Ser, que constituye la esencia de la metafsica y que fue el impulso de Ser y tiempo, perte-nece a la esencia del Ser mismo (Protocolo de un seminario de la conferencia Tiempo y ser. En: Tiempo y ser, Op. cit., p. 49). Cf. La frase de Nietzsche Dios ha muerto. En: Caminos de bosque, Op. cit., p. 196: La metafsica sera en su esen-cia el misterio impensado porque guardado del propio ser.

    19 La frase de Nietzsche Dios ha muerto. En: Caminos de bosque, Op. cit., p. 195. Cf. tambin La sentencia de Anaximandro. En: Caminos de bosque, Op. cit., p. 271.

  • 21

    La superacin de la metafsica

    Llevados a este punto, las aspiraciones metafsicas de Ser y tiempo sencillamente se invierten. El imperativo para Heidegger es desde ahora reformular el horizonte de comprensin de la Seinsfrage, allende los lmites de una ontologa del Dasein, y en abierta confrontacin con la metafsica20. La tentativa de un pensar inicial recoge el alcance de dicha transformacin. Siguiendo un sinuoso camino, para nada exen-to de ambigedades, esta tentativa ocupa la totalidad de los sucesivos escritos de Heidegger, sin que adquiera nunca su configuracin plena. Evidentemente, dicho pen-sar no se orienta a un preguntar de tipo ontolgico; su posibilidad estriba ms bien en pensar lo impensado, en rebasar la pregunta conductora por el ser del ente, y en recuperar as la pregunta por el Ser mismo.

    La Kehre de 1930 apunta en esa direccin; Heidegger la identifica entonces con el explcito propsito de una superacin de la metafsica que seala el camino inaugu-rado por su pensamiento y el efectivo viraje de sus concepciones fundamenta-les21. La posicin de Heidegger frente a la tradicin se torna con ello ms radical. A diferencia de la destruccin de la ontologa que, a la manera de una Aufhebung hegeliana, pretenda para la metafsica su restitucin, siendo su funcin negativa indirecta y tcita22, se trata ahora de una superacin (berwindung) en el sentido de una resuelta negacin del filosofar hasta ahora intentado como nico cami-no para arrancar la cuestin del Ser del olvido que la encubre y hacerla as ms originaria.

    En su sentido ms general, la superacin de la metafsica no indica otra cosa que la necesidad de exceder por completo la interpretacin del Ser a la luz del ente reiterada en cada poca de la metafsica; pero si esta superacin resulta posible es en razn de que el curso de esta historia destinal, vista en conjunto, ha llegado al lmite de su agotamiento a partir del cual la metafsica se torna imprac-ticable. La superacin de la metafsica da por sentado dicho acabamiento. Ella no consiste en un cuestionamiento que pretenda deslegitimar la metafsica median-

    20 Para la comprensin de la ontologa proyectada en Ser y tiempo vase el excelente estudio citado de grondin, J. Heidegger et le Problme de la Mtaphysique, Op. cit., pp. 163-204.

    21 Cf. HEidEggEr, M. Superacin de la metafsica. En: Conferencias y artculos. Trad. Eustaquio Barjau. Ediciones del Serbal, Madrid, 1994, pp. 63-90. Respecto a la Kehre, cf. grondin, J. Le tournant dans la pense de Martin Heidegger. P.U.F., Paris, 1987.

    22 Ser y tiempo, Op. cit., p. 33. Algunos intrpretes, caso de Jean-Franois Courtine, defendern, sin embar-go, una continuidad entre el Heidegger de la Kehre y la ontologa fundamental de Ser y tiempo. Cf. CourtinE, J.-F. Les traces et le passage du Dieu dans les Beitrge zur Philosophie de Martin Heidegger. En: Archivio di Filosofia, No. 1-3, 1994, pp. 519-538. Cf. tambin Marion, J.-L. La fin de la fin de la mtaphysique. En: Laval thologique et philosophique, 42, fvrier 1986, pp. 23-33.

  • 22

    Captulo I

    te los artilugios de la crtica, sino en proyectar el pensar inicial constatando que la metafsica, habiendo recorrido el crculo de las posibilidades que le estaban sealadas de antemano23, por s misma ha llegado a su fin.

    El ttulo superacin proclama de entrada este final (Ende) de la metafsica. Para el pensar segn la historia del Ser, esto significa que, retenida en el ente y privndose con ello de su posibilidad esencial, la metafsica alcanza su esta-dio final en el cual no se divisan ya otras posibilidades para ella24. Este fin, sin embargo, no obedece a una presunta decadencia o incapacidad; el acabamiento (Vollendung) de la metafsica alude a su consumacin entendida como la realiza-cin de su sealado destino: el olvido del Ser por el ente, que tendra en los pen-sadores modernos su cumplimiento perfecto.

    Hegel y Nietzsche representan para Heidegger esta consumacin. Consideradas bajo el principio moderno de la subjetividad del cual son epocalmente indisocia-bles, sus doctrinas culminan un largo proceso en el que, ordenada a establecer el fundamento del ente, la metafsica adquiere la forma del clculo y del pensar representativo. La metafsica de la subjetividad es para Heidegger la metafsica consumada. Su doble finalizacin tiene lugar, por un lado, en la forma del concepto al que Hegel sabe llevar el conjunto de la historia de la metafsica bajo la ptica del espritu absoluto, y por otro lado, en el despliegue de la voluntad atestiguado hoy bajo el modo de la tcnica planetaria que es gracias a una singular inter-pretacin de Nietzsche la entronizacin de la nocin moderna de subjetividad en cuanto figura ltima de la voluntad de poder25.

    La superacin propuesta por Heidegger se mide a partir de esta toma de posicin frente a los modernos, y particularmente, segn la interpretacin de Nietzsche como el pensador que funda esta ltima poca de la metafsica. Su cometido estriba en sealar que, una vez realizado el inventario de sus posibilida-des, la metafsica arriba a su lmite terminal en el cual, lograda, se niega al mismo tiempo a s misma. La superacin es entonces provocada por la propia metafsi-ca, una vez alcanzado este lmite. El nihilismo en cuanto poca del extremo olvi-

    23 Cf. Superacin de la metafsica. En: Conferencias y artculos, Op. cit., p. 74.24 La frase de Nietzsche Dios ha muerto. En: Caminos de bosque, Op. cit., p. 157. Cf. La determinacin del nihilismo segn

    la historia del Ser. En: HEidEggEr, M. Nietzsche II. Trad. Juan Luis Vermal. Destino, Barcelona, 2000, p. 165, pp. 271-323. Cf. El final de la filosofa y la tarea del pensar. En: Tiempo y ser, Op. cit., p. 79. Cf. tambin Superacin de la metafsi-ca. En: Conferencias y artculos, Op. cit., XI, p. 72-73.

    25 Para la interpretacin heideggeriana de Hegel y Nietzsche, cf. especialmente Superacin de la metafsica, VI, VII, XI, y La frase de Nietzsche Dios ha muerto.

  • 23

    La superacin de la metafsica

    do del Ser, y an la tcnica en cuanto olvido de este olvido, son ya el principio de una superacin nacida, no de una carencia, sino de un exceso, de la sobre-plenitud de la propia metafsica en la coronacin de su figura destinal que entra-a en la misma medida su agotamiento. Desde entonces, segn Heidegger, a la metafsica slo le queda pervertirse y desnaturalizarse26; su consumacin abre el camino de su desaparicin para un pensar que, dando la metafsica por supera-da y pretendiendo abandonarla a su suerte27, se propone inaugurar para la ver-dad del Ser su genuino comienzo.

    Ahora bien, no es slo la metafsica entendida como una disciplina filos-fica entre otras la que ha llegado a su fin. Para Heidegger, la superacin com-prende todo pensar que se mantenga regionalmente en el dominio de la verdad del ente28, y por tanto, compromete la filosofa occidental tomada en conjun-to y desde sus orgenes. La superacin de la metafsica cobra, as, el alcance de un final de la filosofa. Su radicalidad sirve de medida al pensar intentado por Heidegger el cual, identificando la filosofa con la metafsica, no entiende por ella otra cosa que el ocaso de la verdad del ente en la probada impotencia frente al Ser, siempre impreguntado (Ungefragte) por ella. Con la metafsica, es la filosofa misma la que es superada. La genuina tarea del pensar, a saber, el correspon-der meditativo y en cuanto tal rememorante a la verdad del Ser, slo es puesta en libertad a condicin de que la superacin arrastre consigo la filosofa, la cual es metafsica en su esencia. Desde la Carta sobre el Humanismo de 1946, conoce-mos este veredicto de Heidegger contra la filosofa. En ella escribe:

    Ya es hora de desacostumbrarse a sobreestimar la filosofa y pedirle ms de lo que puede dar. En la actual precariedad del mundo es necesaria menos filosofa, pero una atencin mucho mayor al pensar, menos literatura, pero mucho mayor cuidado de la letra. El pensar futuro ya no es filosofa (Das knftige Denken ist nicht mehr Philosophie),

    26 La frase de Nietzsche Dios ha muerto. En: Caminos de bosque, Op. cit., p. 157.27 Pensar el ser sin lo ente quiere decir: pensar el ser sin referencia a la metafsica. Pero una tal referen-

    cia contina siendo tambin dominante en la intencin de superar la metafsica. De ah que convenga desis-tir de ese superar y abandonar la metafsica a s misma. Tiempo y ser, Op. cit., p. 44.

    28 Ante todo, superacin no quiere decir el arrumbamiento que saca a una disciplina del horizonte de intereses de la cultura filosfica. La palabra Metafsica est pensada ya como sino de la verdad del ente, es decir, de la condicin de ente, entendida en cuanto acaecer propio todava oculto pero sobresaliente, a saber, del olvido del ser. Superacin de la metafsica. En: Conferencias y artculos, Op. cit., p. 63.

  • 24

    Captulo I

    porque piensa de modo ms originario que la metafsica (weil es ursprnglicher denkt als die Metaphysik), cuyo nombre dice la misma cosa (welcher Name das gleiche sagt)29.

    Lo que la filosofa estara en condiciones de dar ha sido ya logrado y allanado en el paulatino despliegue de la metafsica, con el cual entra en su finalizacin. Su realizacin en la figura de la metafsica consumada, clausura su curso histo-rial, al tiempo que prepara en su forma no-filosfica el pensar venidero (knfti-ge Denken). La superacin de la metafsica revela con ello su verdadera dimensin; ella posibilita el trnsito (bergang)30 de la filosofa al pensar que reasume la fun-dacin de la cuestin del Ser (desde ahora Seyn), ya no pensado en su acepcin metafsica como ser del ente, sino ms originariamente en la perspectiva del evento (Ereignis).

    Los Beitrge zur Philosophie, cuya publicacin pstuma ha obligado a revaluar en muchos aspectos la interpretacin de la obra de Heidegger, se despliegan de prin-cipio a fin en orden a esta dimensin del trnsito del cual depende que la meta-fsica quede superada. En rigor, estos Aportes consuman dicha superacin en la medida en que, al romper con todo el filosofar anterior y al relegarlo al lugar de lo que all es pensado como el primer comienzo, postulan este otro pensar del Ser como Ereignis, por primera vez formulado e inaccesible a la metafsica en cuanto metafsica31. La superacin de la metafsica adquiere el carcter de trnsito en razn de esta distincin entre un primer comienzo (erster Anfang) de la cuestin del Ser y la reformulacin a partir de la cual sta gana su otro comienzo (anderer Anfang). El trnsito de uno a otro es el abandono de la que Ser y tiempo denomina-ba pregunta conductora (Leitfrage), desde ahora slo imputable a la metafsica (qu es el ente), rectificndola por la que los Beitrge distinguen y asumen como pre-gunta fundamental (Grundfrage): qu es la verdad del Ser32.

    Mientras el primer comienzo comprende segn esto toda la historia de la metafsica clausurada y llegada a su fin, el segundo se atiene a la rectificacin de

    29 Carta sobre el Humanismo. En: Hitos, Op. cit., p. 297. Cf. La frase de Nietzsche Dios ha muerto. En: Caminos de bosque, Op. cit., p. 190-191: Se puede suponer que en cuanto teora y construccin cultural la filosofa desapa-recer y tambin puede desaparecer en su forma actual. Cf. tambin El final de la filosofa y la tarea del pensar. En: Tiempo y ser, Op. cit., p. 80-81: Todava le queda reservada secretamente al pensar una tarea desde el principio hasta el final en la Historia de la Filosofa; tarea no accesible a la Filosofa en cuanto metafsica, ni menos todava a las ciencias que provienen de ella.

    30 Aportes a la filosofa, Op. cit., p. 21.31 Carta sobre el Humanismo. En: Hitos, Op. cit., 260.32 Aportes a la filosofa, Op. cit., p. 147.

  • 25

    La superacin de la metafsica

    la pregunta fundamental por el Ser mismo33. En ello estriba el carcter inicial del pensar y el sentido esencial del trnsito, el cual se cumple para los Beitrge como el salto transformador del Ser (Seyn) a su verdad ms originaria34. La transfor-macin inherente al trnsito, y con l, a la tarea de someter la metafsica a su supe-racin, la evidencia esta operacin del salto (Sprung) con el cual, una vez ms, el pensamiento del Ser excede los lmites de la filosofa. En otras palabras, la supe-racin de la metafsica adquiere en su momento culmen la forma de un salto por fuera de ella. La operacin del salto se torna, por tanto, el medio efectivo a tra-vs del cual, contra la metafsica, Heidegger acomete dicha superacin. La larga meditacin de Heidegger que apunta a un segundo comienzo de la cuestin del Ser (Seyn) se resume y se juega enteramente en la posibilidad de consumar este salto, en la regin de lo que podra llamarse una filosofa del trnsito35. Si la necesidad del trnsito estriba en que la filosofa no ha estado nunca a la altu-ra de la cosa (Sache) del pensamiento36, al salto corresponde inaugurar el mbito del otro comienzo en el que no rigen ya ontologa ni metafsica alguna37. Pero la naturaleza y el alcance de este mbito permanecen, sin embargo, indetermina-dos. Heidegger lo restringe siempre a un pensar preparatorio y provisional, defi-nido tambin por su carcter precursor(Vorlaufigkeit)38, el cual se resiste a ser llevado a la forma de un sistema perteneciente, en cuanto tal, al tiempo ya pasa-do de la metafsica39, y cuyo destino no parece ser otro que el de ser esencial-mente proyecto40. El desde dnde y el hacia dnde del trnsito suscitan esta indeterminacin. El Protocolo a la conferencia Tiempo y ser se la imputa a la cosa

    33 Aportes a la filosofa, Op. cit., p. 149: La historia del primer comienzo es la historia de la metafsica. Cf. piCotti, D. La Transformacin del Pensar en el Trnsito hacia el Otro Comienzo en el Planteo de M. Heidegger. En: Cardona, L. F. (ed.). Heidegger. El testimonio del pensar. Pontificia Universidad Javeriana, Bogot, 2007, p. 182.

    34 Aportes a la filosofa, Op. cit., p. 155.35 Cf. MsMEla, C. Todo, Sistema y Fuga en las Contribuciones a la filosofa. En: Cardona, L. F. (ed.). Heidegger.

    El testimonio del pensar, Op. cit., p. 199. MsMEla, C. Martin Heidegger: El tiempo del Ser. Trotta, Madrid, 2000, p. 155.36 El final de la filosofa y la tarea del pensar. En: Tiempo y ser, Op. cit., p. 81.37 Cf. En el mbito del otro comienzo no rige ni ontologa, ni en general metafsica. Aportes a la filosofa,

    Op. cit., p. 63.38 Cf. Protocolo de un seminario de la conferencia Tiempo y ser, y El final de la filosofa y la tarea del pensar. En: Tiempo

    y ser, Op. cit., respectivamente p. 55, pp. 81-82. Tambin La frase de Nietzsche Dios ha muerto. En: Caminos de bosque, Op. cit., p. 158: El pensar esencial, siempre y desde cualquier punto de vista, es preparatorio [] La prepara-cin es la esencia de tal pensar.

    39 Cf. Aportes a la filosofa, Op. cit., p. 22: El tiempo de los sistemas ha pasado; Ibd., p. 86: Cuando se da la decisin contra el sistema, entonces es el trnsito de la modernidad al otro comienzo.

    40 Ibd., p. 60.

  • 26

    Captulo I

    misma en la medida en que el advenir de la verdad del Ser como Ereignis tiene primeramente el modo del ocultamiento41. Lo que se abre para este pensar en el movimiento de dejar la metafsica tras de s es, en consecuencia, un camino en el que todo paso adelante es necesariamente vacilante y no exento de ambigedad. Los pensadores transitorios escribe Heidegger son en esencia ambiguos42. El propio Heidegger se debate ante esta dificultad, pues si el hacia dnde del trnsito no se deja establecer fijamente43, mientras no se tenga a la vista hacia dnde se va, el pensar de este modo intentado carece de direccin. Preguntamos entonces: cul es el sentido general del salto?

    El alcance de esta cuestin compromete el entero camino del pensar de Heidegger, el cual pasa por los equvocos y malentendidos originados en Ser y tiempo bajo el ttulo de ontologa fundamental. Admitiendo la inherente con-notacin metafsica de este proyecto inicial y en la lnea de su rectificacin, los Beitrge zur Philosophie exigen autocrticamente que dicho proyecto tenga que ser reexaminado a fondo, cuando no abandonado de raz44. En esta mirada retros-pectiva (Vorblick) que recae sobre Ser y tiempo, el salto revela una vez ms su carcter transformador. Frente a aquel preguntar ontolgico que prefiguraba un discurso metafsico abocado necesariamente al fracaso, el salto, en la dimensin del trnsito,

    41 Protocolo de un seminario de la conferencia Tiempo y ser. En: Tiempo y ser, Op. cit., p. 61. Cf. dem: El ocultamien-to, que pertenece como lmite a la metafsica, tiene que ser propio del Ereignis mismo. La indeterminacin del Ereignis permitir cuando mucho un modo de exposicin negativa: se lo caracterizar a lo sumo por su singularidad (Einzigkeit), irrepresentabilidad (Unvorstellbarkeit), inobjetivabilidad, como la mxima extraeza (Befremdlichkeit), y el esencial ocultarse (Sichverbergen). Cf. solari, E. Aproximacin al problema de Dios en el pensamiento de Heidegger. Universidad Centroamericana Jos Simen Caas, San Salvador, 2005, p. 37 (versin electrnica). Particularmente en su Parmnides, Heidegger aborda esta ocultacin (verborgenheit) de cara a su respecti-vo movimiento de desocultacin (Unverborgenheit), esto es, segn el juego de la . Cf. HEidEggEr, M. Parmnides. Trad. Carlos Msmela. Akal, Madrid, 2005.

    42 Aportes a la filosofa, Op. cit., p. 346.43 Protocolo de un seminario de la conferencia Tiempo y ser. En: Tiempo y ser, Op. cit., p. 50.44 Aportes a la filosofa, Op. cit., p. 171. Cf. Protocolo de un seminario de la conferencia Tiempo y ser. En: Tiempo y ser,

    Op. cit., p. 50: El ttulo ontologa fundamental usado para caracterizar el propsito y la marcha de Ser y tiem-po [] pronto y para salir al paso de este malentendido fue abandonado.

  • 27

    La superacin de la metafsica

    procura y es seal de ruptura45. Tampoco el lenguaje de Heidegger escapa a la exi-gencia de esta transformacin. Pensar el Ser (Seyn) en la perspectiva del Ereignis desencadena el recurso a un lenguaje decididamente crptico, cuyo cometido no podr ser otro que el de escapar al discurso predicativo o categorial propio de la metafsica46. En todos estos aspectos la operacin del salto entraa, contra la metafsica, la posibilidad de un pensar presumiblemente autntico. Lejos de que-rer sumar un episodio ms a la historia de las determinaciones del Ser que es la metafsica superada, el salto comporta el peso de todo lo que deja tras de s con el propsito de fundar un lugar desde el cual proyectar el pensar venidero.

    Hecho este ligero balance del itinerario heideggeriano, intentamos elucidar la operacin del salto en su sentido general. El salto (Sprung) se orienta desde lo ya pensado (el olvido del Ser en el ente) hacia lo impensado (la verdad del Ser como Ereignis). El olvido, por tanto, determina su direccin. El salto se dirige al Ser a fin de sustraerlo del olvido en el que se lo mantiene bajo la forma de lo ya pensado, recuperarlo en su carcter de impensado y hacer de l, de este modo, lo por pensar cuya tarea funda por contraposicin al decir categorial del ser del ente un decir ms originario (Ur-sprung)47. El pensar (Denken) as funda-

    45 La Carta sobre el Humanismo reconoce abiertamente este fracaso, el cual implica por lo menos tres aspectos: la reivindicacin del ttulo de ontologa para enmarcar el proyecto de la obra; el hecho de confiar la cuestin del Ser al mtodo fenomenolgico; y finalmente, el haber sostenido un lenguaje que perteneca al modo propio de la metafsica. La Carta dice: Entretanto he aprendido a darme cuenta de que precisamente esos trminos tenan que conducir irremediable y directamente al error (Op. cit., p. 291). Muy a regaadien-tes, la Carta reconoce tambin la opinin general segn la cual el ensayo llevado a cabo en Ser y tiempo ha desembocado en un callejn sin salida (Ibd., p. 282). Con todo, en sus ltimos seminarios, Heidegger insis-tir extraamente en el mtodo fenomenolgico, reivindicando la que l denomina una fenomenologa de lo inaparente (Seminario de Zhringen (1973). En: A Parte Rei, Op. cit., p. 17). Para Jean Grondin, el fracaso de Ser y tiempo es, sin embargo, un fracaso meramente literario [] pues el abandono del proyecto trascendental que caracterizara la tercera parte de Ser y tiempo ha ayudado a Heidegger a formular mejor su asunto mismo. Es as como este fracaso ha hecho ciertamente posible el giro (Kehre) del segundo Heidegger Cf. grondin, J. Heidegger et le Problme de la Mtaphysique, Op. cit., 2: La primaut de la question de ltre et son rapport la temporalit du Dasein. Cf. tambin MsMEla, C. Martin Heidegger. El tiempo del ser, Op. cit., p. 111.

    46 La pregunta por la esencia del ser se apaga y extingue si no abandona el lenguaje de la metafsica, porque el represen-tar metafsico impide pensar la pregunta por la esencia del ser. Cf. En torno a la cuestin del ser. En: Hitos, Op. cit., p. 329 (Cursiva en el original). En cambio, incomparable y nunca captable en conceptos y modos de pensar metaf-sicos es el proyecto del Ser (Seyn) como acaecimiento. Aportes a la filosofa, Op. cit., p. 378.

    47 Para Heidegger, el salto (Sprung) porta en s su encaminarse al origen (Ursprung). El juego Ur-sprung guar-da este sentido de salto originario. As escribe Heidegger: La palabra origen (Ur-sprung) significa hacer sur-gir algo por medio de un salto (erspringen), llevar al ser a partir de la procedencia de la esencia por medio de un salto fundador (stiftenden Sprung). Cf. El origen de la obra de arte. En: Caminos de bosque, Op. cit., p. 56.

  • 28

    Captulo I

    do tiene el carcter de la remoracin (Andenken)48. Se trata de un pensar que se comprende en la lnea de lo cargado de recuerdo49. Su sentido no es, por tanto, el de un ir hacia adelante, sino por el contrario el de un retroceso, vale decir, el de un movimiento regresivo (Rckgang)50. En lugar de proseguir el curso unitario de una interpretacin tradicional del Ser cuya clausura tuvo ya lugar en la meta-fsica consumada, el salto pone al descubierto la paradoja de la meta del cami-no hacia atrs, y con esta meta, la apertura abismal de lo que hay que pensar51. De ah la designacin que Heidegger le otorga en textos contemporneos y pos-teriores a los Beitrge, a saber, la exigencia de pensar el salto en su sentido propio como paso atrs (Schritt zurck).

    Exceder el mbito del pensar metafsico y con l el olvido reinante sobre la ver-dad del Ser cobra con ello la forma del paso atrs. Esta nocin, todava ausente en el conjunto de los Beitrge, es incorporada al vocabulario de Heidegger en los aos 1946/48 si nos atenemos a su nica mencin en la Carta sobre el Humanismo y a uno de los escritos sobre Nietzsche de este perodo52, para reaparecer en contad-simos y escuetos desarrollos de otros textos: el Protocolo a la conferencia Tiempo y ser, y la segunda parte de Identidad y diferencia titulada La constitucin onto-teolgica de la metafsica. En este ltimo texto se la expone del modo que sigue:

    El paso atrs dirige hacia ese mbito que se haba pasado por alto hasta ahora y que es el primero desde el que merece ser pensada la esencia de la verdad []. Esta deno-minacin da lugar a mltiples malentendidos. Paso atrs no significa un paso aislado

    48 este pensar consiste en rememorar al ser, y nada ms (Dieses Denken ist, insofern es ist, das Andenken an das Sein und nichts auerdem) (Carta sobre el Humanismo, Op. cit., p. 292). As las cosas, si a la hora de desarrollar la pregunta por la verdad del Ser se habla de una superacin de la metafsica, esto quiere decir: rememorar (Andenken) al propio Ser (Introduccin a Qu es metafsica?. En: Hitos, Op. cit., p. 301, ligeramente modificada).

    49 Tal es el sentido en que se comprende el salto en la versin propedutica expuesta en Qu significa pensar? Trad. Ral Gabas. Trotta, Madrid, 2005 (2 Parte, Leccin 3), pp. 128-133, siempre de la mano de una meditacin relativa al poetizar de Hlderlin. Se notar que, en este contexto, el pensar adquiere el carc-ter de un poetizar (2 Parte, Leccin 2, p. 123). Para el salto en su uso propedutico, vase tambin 1 Parte, Lecciones I y IV, con su respectivo Hilo Conductor.

    50 El pensar tiene el carcter de retroceso. Este es el paso atrs. (Protocolo de un seminario de la conferencia Tiempo y ser. En: Tiempo y ser, Op. cit., p. 47).

    51 MsMEla, C. Martin Heidegger. El tiempo del ser, Op. cit., p. 137. En este mismo sentido, y en un pasaje escla-recedor, Msmela escribe: El acercamiento al primer principio y el desprendimiento de l abren al pensar la posibilidad del salto al nuevo principio. El salto indica que el trnsito entre ellos no se da de manera progre-siva y lineal. El trnsito no es un paso continuo de uno al otro principio. El salto en el trnsito expresa ms bien la ruptura, hendidura (Zerklftung) o fisura abismal de la verdad del Ser en su retirada definitiva del ente y en su viraje radical hacia el acontecimiento-apropiador (Ibd., p. 158).

    52 HEidEggEr, M. La determinacin del nihilismo segn la historia del Ser. En: Nietzsche II, Op. cit., pp. 299, 301.

  • 29

    La superacin de la metafsica

    del pensar, sino el modo de movimiento del pensar y un largo camino. En la medida en que el paso atrs determina el carcter de nuestro dilogo con la historia del pen-sar occidental, conduce en cierto modo al pensar fuera de lo que hasta ahora ha sido pensado en la filosofa. El pensar retrocede ante su asunto, el Ser, y con ello, lleva lo pensado a una posicin contraria que nos permite contemplar el conjunto de esta his-toria al prepararle el mbito que va a ocupar, y en concreto, desde la perspectiva de lo que se constituye en fuente de todo ese pensar [...]. El paso atrs va desde lo impen-sado, desde la diferencia en cuanto tal, hasta lo por pensar: el olvido de la diferencia53.

    El paso atrs brinda al pensar la medida del dilogo con la tradicin metaf-sica y la pauta de su superacin. De un lado, es un remontarse a sus orgenes como quien desanda el camino del olvido destinal del Ser en el ente; de otro, es un tomar distancia, un retroceder del pensar ante su asunto que deja en liber-tad lo que ha de advenir: la verdad del Ser como Ereignis. Este retroceder le pre-para al Ereignis el mbito que va a ocupar. Es en esa medida un alejamiento de la comprensin corriente del Ser en la metafsica, y con ello, la disposicin para la libre donacin de lo que hay que pensar54. Al propsito de esclarecer el trnsi-to del pensar al otro comienzo a partir del salto en su sentido de paso atrs, resul-ta dominante su primera significacin. El paso atrs desanda el camino del olvido del Ser que es propiamente la metafsica, para recuperarlo como lo que hay que pensar. Superar la metafsica significa consumar este paso hacia atrs slo a par-tir del cual se libera al Ser de la confusin con el ente que Heidegger califica de olvido de la diferencia ontolgica.

    Pero, como advierte Heidegger, tambin en este punto hay que salvar toda suerte de malinterpretaciones, y en primer lugar, justo aquella que se ha vuelto habitual, a saber: que en la medida en que pretende remontarse a los orgenes de lo que la metafsica ha pasado bajo silencio en la forma del olvido del Ser, el paso atrs consistira en una vuelta histrica a los pensadores ms tempranos de la filosofa occidental55. Tambin aqu es el propio Heidegger quien suscita una distorsin de su pensamiento cuando, en incontables escritos, y contra la filoso-fa sistemtica de los griegos (Platn y Aristteles), ha hecho valer una insistente lectura de los presocrticos (Herclito, Parmnides y Anaximandro) como pen-

    53 Cf. La constitucin onto-teolgica de la metafsica. En: Identidad y diferencia, Op. cit., pp. 113-115.54 Protocolo de un seminario de la conferencia Tiempo y ser. En: Tiempo y ser, Op. cit., p. 49.55 La constitucin onto-teolgica de la metafsica. En: Identidad y diferencia, Op. cit., p. 117.

  • 30

    Captulo I

    sadores iniciales56. Que no se trata de un llano retorno a los pensadores ms tempranos es algo de lo que estamos sobradamente advertidos, y sin embargo, en muchos aspectos el otro comienzo parece no ir ms all de una nostalgia de lo griego. Para el pensar en trnsito, slo con el despuntar del pensamien-to griego habra acontecido lo inicial inmediatamente echado al olvido por la metafsica; pero esto inicial, a saber, lo verdadero en su esencia, es lo ltimo en llegar en la historia esencial57 y a cuya restitucin aspira, en su camino regresivo, el paso atrs. Dejamos sin resolver esta dificultad. Otro escollo no menos impor-tante es la naturaleza del decir que Heidegger le imputa a ese pensar del otro inicio, y que igualmente tendra su arraigo inicial en los griegos: el hecho de tra-tarse de un pensar y esto sin duda contra Hegel ms riguroso que el con-ceptual el cual, en lugar de principios, conceptos y categoras, tendra la forma del poetizar58. En los griegos del inicio, sobre todo en Parmnides y tambin en Empdocles, el pensar es ya un poetizar. Este poetizar es, sin embargo, un decir pensante, y en la misma medida, de cara a lo que all acontece como inicio, un pensar esencial59. El mismo camino ha querido ser indicado por Heidegger a la luz de los poetas del tiempo de penuria, caso de Rilke, Trakl, Stefan George, y

    56 Para el escrito Quest-ce que la philosophie?, Herclito y Parmnides son los ms grandes pensadores porque se mantuvieron en correspondencia con lo inicial. Esta correspondencia se pierde, segn Heidegger, cuando el pensar deviene filosofa. Cf. Qu es la filosofa? Trad. Jess Adrin Escudero. Herder, Barcelona, 2004, pp. 45 ss. Para esta valoracin de los presocrticos, vase tambin las lecciones de Heidegger: Parmnides (1942-1943), Herclito (1943, 1966-1967), y el escrito La sentencia de Anaximandro (1946).

    57 HEidEggEr, M. Parmnides, Op. cit., p. 6. Tambin en 1967, en su conferencia en Atenas titulada La proceden-cia del arte y el destino del pensar, Heidegger, refrendando este carcter inicial de lo griego, dirige hacia el mundo griego la operacin del paso atrs: Es necesario dar el paso atrs. Hacia dnde? Hacia atrs, hacia el comien-zo que se nos anunciaba cuando nos referimos a la diosa Atenea. Pero este paso atrs no quiere decir que haya que revivir de algn modo el mundo de la Grecia antigua ni que el pensamiento deba encontrar refugio en los filsofos presocrticos. Paso atrs quiere decir que el pensar se retrotraiga ante la civilizacin mundial y, tomando sus distancias frente a ella, no negndola, se introduzca en lo que debe permanecer an impen-sado al comienzo del pensar occidental, pero que ya est nombrado, y de este modo, dicho de antemano a nuestro pensar. Cf. HEidEggEr, M. La provenance de lart et la destination de la pense (1967). Trad. J.-L. Chrtien y M. Reinfenrath. En: Martin Heidegger. LHerne, Paris, 1983, p. 90, tambin p. 84.

    58 Carta sobre el Humanismo. En: Hitos, Op. cit., p. 291. Cf. La sentencia de Anaximandro. En: Caminos de bosque, Op. cit., p. 244: El pensar del Ser es el modo originario del decir potico [...]. La esencia potica del pensar guar-da el reino de la verdad del Ser; tambin p. 277: el pensar tendr que hablar poticamente desde el enigma del Ser. Para la comprensin del poetizar en relacin con el acontecer de la verdad del Ser, y an para la com-prensin del arte segn el Ereignis, cf. El origen de la obra de arte. En: Caminos de bosque, Op. cit., pp. 52 ss., pp. 61-62.

    59 Cf. Parmnides, Op. cit., respectivamente pp. 7, 101. En su comn naturaleza con el decir esencial de la poesa, el pensar esencial debe siempre decir slo lo mismo, lo antiguo, lo ms antiguo, lo inicial (Ibd., 101). Este inicio ms original slo puede ser un acontecimiento-propicio como primer inicio en un pueblo histrico occidental de poetas y pensadores (Ibd., p. 100). Respecto a la relacin del pensar y el poetizar, vase tam-bin Eplogo o Qu es metafsica?. En: Hitos, Op. cit., pp. 256-258.

  • 31

    La superacin de la metafsica

    de manera privilegiada, Hlderlin60. Imposible establecer de momento hasta qu punto es comn a unos y otros, griegos y modernos, la esencia de su decir poti-co. Una sospecha, en cambio, resulta lcita: el giro de Heidegger hacia el poetizar moderno, alcanza a ser algo ms que un refugio para un pensar que, permane-ciendo en la forma del proyecto y limitndose a afirmar un pensamiento del Ser que queda indeterminado, no llega a adquirir nunca su plena configuracin?61

    Como quiera que sea, el trnsito a un pensar no metafsico del Ser queda suje-to al xito o fracaso de esta acrobacia del pensamiento que es el salto entendi-do como paso atrs. Si tal operacin se cumple exitosamente o no es una cuestin indecidible, y si tiene sentido plantearla es a la luz de una evaluacin de conjun-to de una obra que se resiste a toda valoracin unvoca. No queda a este respec-to ms que atenerse a lo dicho en la Carta sobre el Humanismo, en la que, para Heidegger, queda al juicio de cada uno determinar si el mbito de la verdad del Ser es un callejn sin salida (Sackgasse) o el libre elemento en el que el pensar conserva su esencia62. Pero lo que s resulta evidente es que la superacin de la metafsica no se basta a s misma en la pretensin de un paso atrs por fuera de ella. No basta con que, procediendo desde el olvido del Ser en cuanto olvido de la diferencia ontolgica, dicho paso conduzca sin ms a otro pensar suficiente de por s para salvar la confusin de Ser y ente que atraviesa inadvertidamente la his-toria acontecida de la metafsica. Una vez ms la Carta sobre el Humanismo resulta demasiado grandilocuente y aseverativa:

    Como en el pensar se trata de pensar algo simple, por eso le resulta tan difcil al modo de representar que tradicionalmente conocemos como filosofa. Lo que ocu-rre es que la dificultad no consiste en tener que encontrar un sentido especialmen-te profundo o en tener que construir conceptos intrincados, sino que se esconde en ese paso atrs que introduce al pensar en un preguntar que es capaz de experimentar, renunciando al opinar habitual de la filosofa63.

    60 Cf. Y para qu poetas? En: Caminos de bosque, Op. cit., p. 199-238; Aclaraciones a la poesa de Hlderlin. Trad. Helena Corts y Arturo Leyte. Alianza Editorial, Madrid, 2005; De camino al habla. Trad. Yves Zimmermann. Ediciones del Serbal, Barcelona, 1987.

    61 En la Carta sobre el Humanismo aparece ya una reaccin contra esta sospecha. All el poetizar no es nin-gn adorno de un pensar que se salva de la ciencia refugindose en la poesa (cf. Hitos, Op. cit., p. 292).

    62 Carta sobre el Humanismo. En: Hitos, Op. cit., p. 282.63 Ibd., p. 281.

  • 32

    Captulo I

    Tambin la decisin final de Tiempo y ser de abandonar la metafsica a s misma y confiarla a su suerte suena a este respecto demasiado pretenciosa y vaga. Ms moderada y consecuente es la posicin de los Beitrge segn la cual para el pen-sar en trnsito no se trata de una llana oposicin a la metafsica [], sino de una superacin de la metafsica desde su fundamento64. La superacin que abre de manera ms originaria la pregunta por la verdad del Ser (Ereignis) depender por tanto de una apropiacin ms esencial de la historia de la metafsica65. La posi-bilidad del paso atrs tiene por condicin necesaria proporcionar, en su dinmi-ca retrospectiva, dicha apropiacin. En ese sentido, el paso atrs no es un dejar atrs la metafsica al que le sea lcito pasar sin ms a otra cosa. Ms bien, y tal es el cometido que le asigna Heidegger, dicho paso va desde la metafsica hasta la esencia de la metafsica66. En lo que sigue, nos ocupamos con Heidegger de establecer para la metafsica su mencionada esencia. En alguna medida, eso es casi tanto como intentar consumar el paso atrs. Con todo, la esencia de la meta-fsica ha sido ya parcialmente indicada en el olvido del Ser que seala el ente-ro curso destinal de su historia. Pero establecerla propiamente significa postular una decisin (Entscheidung) sobre esta esencia misma que, en lo sucesivo, valga para la metafsica como su definicin. Dicha esencia se determina por la confusin de Ser y ente en la que se pierde de vista la diferencia ontolgica. A ella Heidegger le reserva, de modo estructural, el ttulo de constitucin onto-teolgica de la metafsica, nica que sirve de medida a la acrobacia del salto en su acepcin de paso atrs, y slo en relacin con la cual tienen sentido tanto el veredicto que quiere someter la metafsica a su superacin, como la legalidad de una verdad del Ser en cuyo trnsito despuntara el alba de un nuevo pensamiento.

    64 Aportes a la filosofa, Op. cit., p. 148.65 Aportes a la filosofa, Op. cit., pp. 370-371.66 La constitucin onto-teolgica de la metafsica. En: Identidad y diferencia, Op. cit., p. 115.

  • ii

    LA MARCA ONTO-TEOLGICA DE LA METAFSICA

    Hoy en da, el que por medio de una larga tradicin haya conocido directamente tanto la teologa de la fe cristiana como la de la filosofa, prefiere callarse cuando entra en el terreno del pensar que concierne a Dios. Pues el carcter onto-teolgico de la metafsi-ca se ha tornado cuestionable para el pensar, y no debido a algn tipo de atesmo, sino debido a la experiencia de un pensar al que se le ha manifestado en la onto-teologa la unidad an impensada de la esencia de la metafsica. Con todo, esta esencia de la meta-fsica contina siendo para el pensar lo ms digno de ser pensado, siempre que el dilo-go con la tradicin no se interrumpa arbitraria y con ello inoportunamente.

    M. HEidEggEr. Identidad y diferencia, p. 121.

  • 35

    La marca onto-teolgica de la metafsica

    1. El Dios Onto-teolgico

    La exigencia de llevar la metafsica al punto lmite de su superacin implica, pues, que el pensar en trnsito est en condiciones de aclarar primero la esen-cia de la metafsica1. Esta aclaracin se abre paso para Heidegger por la fuerza de una decisin historial (geschichtliche Entscheidung)2 inherente a la ruptura del paso atrs, y segn la cual la metafsica se define por el olvido del Ser en el ente que orienta la cuestionada pregunta conductora. La fuerza de esta decisin recae en un fallo bastante simple y recurrente en Heidegger, del cual habr que exigir su debida constatacin: En toda la historia de la metafsica, es decir, en general en el pensar vigente, el ser es concebido siempre como entidad del ente y as como ste mismo3. Siendo as, la metafsica revela su abierto antagonismo y esencial insuficiencia frente al pensar inicial, el cual no incurrira en la arbitra-riedad de dicha identificacin. Lo que aquella perdera de vista identificando en todas partes Ser y ente, el pensar lo afirmara como diferente y sabra mantenerlo en su diferencia bajo la rbrica de la diferencia ontolgica. La filosofa, es decir, la metafsica, sera en cambio incapaz de tal distincin. El olvido que Heidegger le atribuye no sealara otra cosa que su continua huida e inconfesada perplejidad respecto al Ser4, o lo que es lo mismo, su repetido mantenerse a resguardo en el ente, en el que presuntamente se ampara desde sus inicios.

    Hemos de conceder un supuesto semejante? En la medida en que el paso atrs se dirige a lo ya pensado, l mismo debe poder ofrecer esta constatacin. Heidegger encara esta exigencia cuando hace depender de dicho paso la entera decisin sobre la esencia de la metafsica. Dnde buscar la equiparacin de Ser y ente? Dnde localizar esa prdida esencial que, bajo la forma del olvido, deter-mina para la metafsica la totalidad de su historia? Heidegger responde a tales cuestiones con una designacin que, en lo sucesivo, servir para la metafsica como su marca de origen: el olvido del Ser, encubierto histricamente por la con-fusin de Ser y ente, es debido a una estructura dominante, tambin ella impen-sada, a partir de la cual todo preguntar metafsico recibe el sello de su esencia. Planteada en la dimensin del paso atrs, dicha estructura es lo que hay que inte-

    1 Cf. En torno a la cuestin del Ser. En: Hitos, Op. cit., p. 337.2 La expresin fin de la metafsica es de seguro una decisin historial (geschichtliche Entscheidung). Cf.

    Nietzsche II, Op. cit., pp. 164-165.3 Aportes a la filosofa, Op. cit., p. 218.4 Ibd., pp. 338-339.

  • 36

    Captulo II

    rrogar. Heidegger la denomina, segn advertamos, constitucin onto-teolgica de la metafsica.

    La utilizacin inicial de este ttulo por parte de Heidegger se remonta al curso del semestre de invierno de 1930/31, dedicado a la Fenomenologa del espritu de Hegel5, y a los aos 1936/38, si se considera su espordica y tal vez nica apa-ricin en los Beitrge zur Philosophie. Desde entonces, reaparece de manera igual-mente eventual y con un uso todava impreciso en los textos destinados a la pregunta que Heidegger no ha dejado de formular desde 1929: la pregunta Qu es metafsica?6. En el marco de los Beitrge, el trmino parece indicar una espe-cie de programa cuya intencin sera la de ofrecer una evaluacin de conjunto de la metafsica, asociada a la necesidad de rebatir autocrticamente la vinculacin de la cuestin del Ser a un proyecto ontolgico. En esta incipiente aparicin, la onto-teologa tiene ya en el olvido del Ser su motivo fundamental: [Queda] Por mostrar cmo a travs de la conformacin de la ontologa en onto-teologa se sella el definitivo apartamiento de la pregunta fundamental y de su necesidad7.

    En otros escritos de comienzos de los aos 40 y en apariciones igualmente escasas, esta nocin ha servido de motivo a Heidegger para formular su debate con la metafsica moderna, y una vez ms, en el contexto de exposiciones crti-cas no del todo fidedignas del pensamiento de Hegel8. Todava en 1956, ao en que Heidegger le consagra al fin el escrito que compone la segunda parte de Identidad y diferencia, la onto-teologa pretende abarcar la filosofa de Hegel impu-tndole la subordinacin de la cuestin del Ser a la investigacin de la naturaleza

    5 Cf. HEidEggEr, M. La fenomenologa del espritu de Hegel. Trad. Manuel E. Vzquez y Klaus Wrehde. Alianza Editorial, Madrid, 2006, pp.140 ss. Para un cuidadoso seguimiento de la cuestin, vase el excelente estu-dio de Jaran, F. Lonto-thologie dans luvre de Martin Heidegger. Rcit dune confrontation avec la pense occidentale. En: Philosophie, No. 91. Les ditions de Minuit, Paris, 2006, pp. 37-62, el cual contiene un anexo con las ocurrencias del trmino en la obra de Heidegger. Vase tambin grondin, J. Heidegger et le Problme de la Mtaphysique, Op. cit., nota 66.

    6 Al respecto, hay que seguir el hilo conductor de los textos Qu es metafsica (1929), con su respecti-vo Eplogo (1943) y su tarda Introduccin (1949), as como los cursos Los conceptos fundamentales de la metafsica (1929/30) e Introduccin a la metafsica (1935/36).

    7 Aportes a la filosofa, Op. cit., p. 172.8 Cf. Dilucidacin de la Introduccin a la Fenomenologa del espritu de Hegel (1942) y El concepto de experiencia de

    Hegel (1942/43). Para las ediciones castellanas de estos textos, vase respectivamente HEidEggEr, M. Hegel. Trad. Dina V. Picotti. Prometeo Libros/Almagesto, Biblioteca Internacional Martin Heidegger, Buenos Aires, 2000; y Caminos de bosque, Op. cit., pp. 91-156.

  • 37

    La marca onto-teolgica de la metafsica

    divina, con lo cual el sistema del Idealismo absoluto sera su plena exposicin9. No es del caso darse a la tarea de ilustrar las ligerezas que Heidegger, so pretex-to de un par de pasajes de la Wissenchaft der Logik, se permite en su interpretacin de Hegel para hacer de l la figura acabada de la onto-teologa; otros han sabido exponer en detalle las generalizaciones y vacos de dicha interpretacin, la cual en ltimo trmino obedece a una lectura en la que Hegel es obligado a seguir la empresa de la verdad del Ser tal y como Heidegger la postula para su propio pensamiento10. En lugar de ello, ms apremiante es seguir la onto-teologa en lo que pretende ser, a saber, la marca de origen de la metafsica para un pensar que ha osado dar el paso atrs.

    No queda, por tanto, ms que seguir el camino intentado por Heidegger, y considerar ahora la procedencia de la esencia de la estructura onto-teolgica de toda metafsica, dando ese paso11. Esclarecer el sealamiento y la decisin sobre dicha esencia desde el mbito del paso atrs es el presupuesto necesario para dimensionar plenamente la arremetida heideggeriana contra la metafsica y la tentativa del pensar inicial, nico a partir del cual aqulla puede ser supe-rada. La caracterizacin de la metafsica por sus rasgos distintivos: el olvido del Ser en el ente, y con l, la distorsin de la pregunta fundamental, est garanti-zada desde el momento en que la onto-teologa se establece como la estructu-ra fundante de toda metafsica. Brevemente descrita, esta estructura delata la superposicin de dos horizontes: onto-loga y teo-loga, en virtud de un movimiento por el cual, al postular el Ser como fundamento del ente, y al someterlo con ello a la funcin del principio de causalidad, la metafsica lo hara coincidir con el pen-samiento de Dios, confundindolo as con el Ente supremo (summum ens). Si la metafsica deja el Ser impensado, si donde piensa el Ser hace de l un ente, ello se debe a esta confusin de horizontes que Heidegger postula como el error de origen que determina para la metafsica la constitucin de su esencia, as como el curso total de su historia.

    9 Heidegger se apoya al respecto en la Introduccin al Libro I de la Wissenschaft der Logik, Cul debe ser el comienzo de la ciencia?, donde Hegel postula que la filosofa especulativa tendra en Dios su comienzo absoluto: y sera Dios el que tendra el ms indiscutible derecho a que se comenzase por l (cf. Identidad y diferencia, Op. cit., p. 119; HEgEl, G.W.F., Ciencia de la lgica. Trad. Augusta y Rodolfo Mondolfo. Solar/Hachette, Buenos Aires, 1968, p. 72).

    10 Cf. de manera notable el trabajo de FranCk, D. LOmbre de Dieu. En: Philosophie, No. 42. Les ditions de Minuit, Paris, 1994, pp. 69-96.

    11 La constitucin onto-teolgica de la metafsica. En: Identidad y diferencia, Op. cit., p. 123.

  • 38

    Captulo II

    Dicho en otros trminos, el postulado de la onto-teologa como marca de la metafsica asegura que toda pregunta por el Ser en los lmites de la ontologa est viciada deliberadamente o no por una connotacin teolgica que des-encamina la pregunta fundamental. De acuerdo con esto, el olvido en el que se hunde la cuestin del Ser se supedita a su interpretacin como causa eficien-te y primera, en la cual se le asigna la funcin de la Causa sui que es el concep-to metafsico de Dios12. La torsin de la cuestin del Ser, pensado como lo ms ente del ente (ens entium), se origina en esta identificacin con Dios en cuanto Ente supremo (summum ens). Segn Heidegger, toda la historia de la metafsica, desde los griegos hasta los modernos, se levanta sobre la base de esta errnea identificacin. El final de la filosofa proclamado por Heidegger designa ms propia-mente el acabamiento de un filosofar que habra llevado a su trmino esta esen-cia onto-teolgica de la metafsica. Si ella se torna de este modo impracticable para un pensar que, mediante el recurso del paso atrs, aspira a restituir la cuestin del Ser mismo, es porque, en razn de esta distorsin sobre la cual se desarro-lla histricamente, la metafsica se origina y permanece retenida en la duplicidad (Zwiefltige) de dos lgicas que progresan conjuntamente: una que pregunta por el Ser como lo general ( ) o el fundamento de los entes, y otra que lo piensa como el Ente supremo13.

    Sin embargo, sostiene Heidegger, a la onto-teologa no pertenece simplemente la reunin de dos disciplinas de la metafsica que existan por separado14. Ella se define por la impensada unidad (Einheit) de su asunto, el cual entraa esta natu-raleza doble. La metafsica, cuando piensa el Ser, lo hace siempre en vistas al ente como tal en cuanto lo general y primero; pero, al mismo tiempo, piensa esta generalidad de los entes en la perspectiva de su fundamento, esto es, en el sen-tido de lo supremo y lo ltimo15. La onto-teologa surge all donde la metafsica mantiene unidos estos dos modos de consideracin. Ambos coexisten necesaria-mente siempre que la cuestin del Ser tenga que ser planteada en la regin de los entes, y donde quiera que el Ser slo sea llamado a componer con los entes un conjunto de relaciones de fundamentacin. En dicho juego, asegura Heidegger, lo aunado es de tal carcter que lo ltimo fundamenta a su manera a lo primero

    12 Ibd., p. 131.13 Ibd., p. 133.14 dem.15 dem.

  • 39

    La marca onto-teolgica de la metafsica

    y lo primero fundamenta a la suya a lo ltimo16; o lo que es lo mismo, es por-que el ser aparece como fundamento, por lo que lo ente es lo fundado, mientras que el ente supremo es lo que fundamenta en el sentido de la causa primera17. La metafsica no consistira en otra cosa que en esta singular unidad. Al pensar el Ser como fundamento, la metafsica suscita en s misma la distorsin teol-gica de la que se originan la constitucin y la ambigedad (Zweideutigkeit) de su esencia. De esta manera, y segn una mirada de conjunto que recae sobre la tra-dicin metafsica, la ontologa es en ella misma teologa; no es slo lo uno y adicional-mente lo otro, sino que la metafsica es teo-lgica porque es onto-lgica: es esto porque es aquello18. Heidegger sintetiza del modo que sigue la coexistencia de ambas lgicas:

    Cuando la metafsica piensa lo ente desde la perspectiva de su fundamento, que es comn a todo ente en cuanto tal, entonces es lgica en cuanto onto-lgica. Pero cuan-do la metafsica piensa lo ente como tal en su conjunto, esto es, desde la perspectiva del ente supremo que todo lo fundamenta, entonces es lgica en cuanto teo-lgica19.

    En otro pasaje encontramos esta misma derivacin, en una exposicin tal vez ms radical:

    [En la metafsica] el ser se manifiesta en el modo esencial del fundamento. Segn esto, el asunto del pensar, el ser en cuanto fundamento, slo es pensado a fondo cuando el fundamento es representado como el primer fundamento, . El asunto originario del pensar se presenta como la cosa originaria (Ur-sache), como la causa prima, que corresponde al retorno fundamentador a la ultima ratio, a la ltima cuenta que hay que rendir. El ser de lo ente slo se representa a fondo, en el sentido del fundamento, como Causa sui. Con ello, ha quedado nombrado el concepto metaf-sico de Dios. La metafsica debe pensar ms all hasta llegar a Dios, porque el asunto del pensar es el ser, pero ste se manifiesta de mltiples maneras en tanto que funda-mento: como , como , como substancia y como sujeto20.

    La enumeracin de estos mltiples modos griegos y modernos de pensar el Ser como fundamento equivale, como es habitual en Heidegger, a una rpida

    16 dem.17 Ibd., p. 151.18 Ibd., p. 131.19 Ibd., p. 151.20 Ibd., p. 131.

  • 40

    Captulo II

    evaluacin histrica de la metafsica. A ella Heidegger agrega, ms adelante, otras nociones (, , , , , sustancialidad, objetividad, subjeti-vidad, voluntad, voluntad de poder) que tambin representan el Ser, cada una a su modo, como el fundamento general que corresponde a cada ente21. Con estas enumeraciones Heidegger quiere indicar que todas las destinaciones del Ser engendradas en cada poca de la metafsica quedan retenidas en esta comn esencia onto-teolgica. Para el pensar inicial, dicha esencia es lo que hay que cuestionar, y esto de un doble modo: de un lado, sustrayendo el Ser del mbito de la ontologa en el que se lo piensa en el sentido del fundamento; de otro, con-trovirtiendo su identificacin con el ente en la que incurre la teologa en la onto-teologa, y particularmente bajo el modo del Ente supremo.

    La pregunta por la onto-teologa se vuelca, as, en esta otra: Cmo entra el Dios, y de acuerdo con l, la teologa, y junto con ella, la caracterstica fundamen-tal onto-teo-lgica, dentro de la metafsica?22. En el escrito La constitucin onto-teo-lgica de la metafsica Heidegger pretexta esta pregunta, segn sealamos, en una abierta confrontacin con el pensamiento de Hegel. Pero, por otra parte, a la luz de la superacin de la metafsica y planteada en la dimensin del paso atrs, ella pregunta de modo histrico, y concretamente, de cara al surgimiento de la meta-fsica en la poca del filosofar sistemtico de los griegos. Este segundo aspecto resulta aqu ms esencial. Sin esta penetracin histrica, enjuiciar de tal manera la metafsica no pasa de ser una mera generalizacin. En razn de esta necesidad, reiteramos que el paso atrs se revela como una operacin histrica. Acometerlo en este sentido es, sin duda, difcil pero tambin ineludible, debido al alcance de lo que pone en juego: el veredicto del final de la filosofa fundado en la entera deci-sin sobre la esencia de la metafsica. En lo que sigue, intentamos esta penetra-cin histrica. El propio Heidegger la autoriza desde el momento en que reconoce en todas las determinaciones griegas del Ser, a las que sera comn postularlo como , una metafsica que se determina ya por la constitucin onto-teolgica. Evaluamos hasta qu punto resulta legtima la tentativa de Heidegger; aspiramos con ello a la suficiente amplitud que posibilite una mirada crtica de sus posiciones fundamentales.

    21 Ibd., p. 143.22 Ibd., p. 123.

  • 41

    La marca onto-teolgica de la metafsica

    En muchos otros escritos, Heidegger ha sostenido una y otra vez la proceden-cia griega de la onto-teologa23. Segn l, sta rige ya en la duplicidad (Zwiefltige) de la metafsica griega que pregunta por el a la vez que pregunta por el . Indudablemente, en el pensamiento griego asistimos a la fundacin del filosofar que la tradicin designa con el nombre de metafsica. Que la utilizacin de este nombre sea ajena a los mismos filsofos griegos importa menos que el hecho de que, en ellos, estn dadas las condiciones por las cuales todo el pen-sar occidental recibe la determinacin de su esencia. Pero decidirla bajo lo marca de la onto-teologa es otra cuestin; lo que Heidegger asegura es que donde la metafsica griega admite la pregunta por el se experimenta la torsin de la cuestin del Ser, de la que proviene la constitucin onto-teolgica. Hasta qu punto resulta vlido este sealamiento es lo que hay que considerar. En algn sentido, esto es tanto como replantear el estatuto mismo de la filosofa en su ori-gen griego y, con ello, la definicin de su objeto. En su escrito de los aos 1931/32, La doctrina platnica de la verdad, reelaborado en 1940, Heidegger procede hacia esta reconsideracin. Si bien all la nocin de onto-teologa est ausente, ya Heidegger apunta hacia ella por tratarse de un texto cuyo motivo no es otro que establecer igualmente la esencia de la metafsica.

    En ese escrito, la pregunta por la esencia de la metafsica se dirige al primer comienzo de la filosofa, y por tanto, al pensamiento de Platn. Hay que decir por tanto en conformidad con la lectura heideggeriana de los pensadores iniciales tradicionalmente llamados presocrticos en la que, an si se presume que el adjetivo s surge con Herclito24, no por ello puede decirse que tales pensadores dispusieran de una filosofa, entendiendo por sta un pensar que se mueve ya en la interrogada esencia de la metafsica. Tampoco el hecho de que el ttulo metafsica aparezca tardamente con ocasin de la clasificacin del cor-pus aristotelicum y, segn un hecho admitido, no antes de la primera mitad del siglo I d.C.25, contradice que la filosofa, que comienza slo a partir de Platn, tiene

    23 Adems de los que hemos venido citando, destacamos particularmente Introduccin a Qu es metafsica?. Cf. Hitos, Op. cit., pp. 309-310; El final de la filosofa y la tarea del pensar. En: Tiempo y ser, Op. cit., pp. 77, 89; Nietzsche II, Op. cit., p. 283 ss; El concepto de experiencia de Hegel. En: Caminos de bosque, Op. cit., p. 146.

    24 Cf. HEidEggEr, M. Qu es la filosofa?, Op. cit., p. 42: La palabra griega se remonta a la palabra [] acuada presumiblemente por Herclito. Esto significa que, para Herclito, todava no hay .

    25 Pierre Aubenque le atribuye la inaugural utilizacin de este ttulo a Nicols de Damasco (cf. aubEnquE, P. Le problme de ltre chez Aristote. P.U.F., Paris, 1962, p. 28 ss; versin castellana: El problema del ser en Aristteles. Trad. Vidal Pea. Taurus, Madrid, 1987, p. 32).

  • 42

    Captulo II

    desde ese momento el carcter de lo que ms tarde se llamar metafsica26. Heidegger sustenta esta tesis en una lectura griega del texto de la Repblica cono-cido como el smil de la caverna (Rep. VII, 514a2-517a7).

    El aludido pasaje de la Repblica, que aqu seguimos slo sumariamente, es, segn Heidegger, una caracterizacin plstica de la metafsica27. El pasaje habla de la mediante el recurso figurativo de la caverna, a partir del cual se la describe como el camino ascensional desde la apariencia sensible, representa-da por la alegora de las sombras ( ), hacia el conocimiento de las ideas. El motivo figural del relato es harto conocido: ilustra el saber inicial de unos pri-sioneros formado a partir de meras sombras de objetos proyectados en el fondo de la caverna, y otro saber de las cosas mismas ( ) en la experiencia solar de la verdad en su sentido esencial de desocultamiento (). En el primer caso, sostiene Heidegger, la no alude a un cuerpo doctrinal de saber equi-parable a la forma de la ciencia o a un sistema; su sentido lato es el de estar familiarizado con algo28, como es el caso de los prisioneros con las sombras pro-yectadas en la caverna. Sin embargo, habra que reconocer un segundo sentido de la asociado a la experiencia de la e ilustrado en el relato por aqul que ha salido de ese mundo de sombras. Se trata de una que no se funda ya en el reflejo () de los objetos proyectados ( , las cosas), sino de una