la otra modernidad

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Publicación sobre Rafael Aburto

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  • Rafael Aburto, arquitecto La otra modernidad

    I A K I B E R G E R A

  • Iaki Bergera

    Nace en 1972. Arquitecto por la Escuela Tcnica Superior de Arquitectura de la Universidad de Navarra (ETSAUN) en 1997. Becado por la Fundacin la Caixa, en 2002 se gradu con premio extraordinario en el Master in Design Studies de la Gradate School o Design de la Universidad de Harvard (GSD). Ha sido Profesor Visitante en la Architectural Association de Londres (2000), as como Crtico Invitado del Departamento de Planeamiento Urbano (2001) y Profesor Asistente del Departamento de Arquitectura (2002) en el GSD de la Universidad de Harvard.

    Especializado en arquitectura espaola contempornea, ha publicado artculos en revis-tas, catlogos y prensa, ha impartido seminarios y conferencias y ledo comunicaciones en congresos nacionales e internacionales, participando igualmente en diversas investi-gaciones colectivas. Actualmente es Profesor de Proyectos Arquitectnicos en la ETSAUN y compatibiliza la investigacin terica con el trabajo en su despacho de arquitectura.

    La tesis doctoral Rafael Aburto, Arquitecto. Un personaje entre sus obras, dirigida por Miguel A. Alonso del Val, fue leda en la ETSAUN en 2002 ante un tribunal formado por Rafael Moneo, Ma Teresa Muoz, Juan M. Otxotorena, Mariano Gonzlez Presencio y Ma

    Antonia Fras y obtuvo una mencin en el Cuarto Concurso de Tesis de la Fundacin Caja de Arquitectos.

  • Rafael Aburto, arquitecto La otra modernidad

    I A K I B E R G E R A

  • Coleccin Arquthes is nm. 18

    Rafael Aburtof arquitecto La otra modernidad

    I A K I B E R G E R A

    Q fundacin caja de arquitectos

  • Rafael Aburto, arquitecto La otra m o d e r n i d a d

    IAKI BERGERA

    Coleccin Arquthesis, nm. 18

    DIRECCTOR DE LA COLECCIN Carlos Mart Ars

    EDICIN FUNDACIN CAJA DE ARQUITECTOS Ares, 1, 08002 Barcelona Fax: 93 482 68 01 [email protected]

    COORDINACIN Marta Rojals

    DISEO GRFICO Estudi Coma

    IMPRESIN Grup 3

    FOTOMECNICA Sean Gou

    ASESORAMIENTO LINGSTICO Joaquina Bailarn

    D.L.: B 6.292-05 I.S.B.N.: 84-933701-6-9

    de esta edicin, Fundacin Caja de Arquitectos, 2005 del texto y las imgenes indicadas, Iaki Bergera de las reproducciones autorizadas, VEGAP, 2005

    Portada: Rafael Aburto dibujando el convento de las Comendadoras, Madrid, 1934.

    Contraportada: Alzado lateral del proyecto de Rafael Aburto para el concurso de la pera de Madrid, 1963.

    PATRONATO FUNDACIN CAJA DE ARQUITECTOS

    PRESIDENTE Javier Navarro Martnez

    VICEPRESIDENTE 1o

    Gerardo Garca-Ventosa Lpez

    VICEPRESIDENTE 2o

    Santiago de la Fuente Viqueira

    SECRETARIO Antonio Ortiz Leyba

    PATRONOS Jos lvarez Guerra Javier Daz-Llanos La Roche Marta Cervell Casanova Covadonga Alonso Landeta Sol Candela Alcover Federico Orellana Ortega Carlos Gmez Agust Jos Argudn Gonzlez Alberto Alonso Saezmiera Manuel Ramrez Navarro Antonio Ferrer Vega

    DIRECTORA Queralt Garriga Gimeno

    Este libro se ha compuesto con tipos Berthold Garamond y Frutiger. Se ha usado papel estucado mate de 135 g. para el interior y cartulina de 300 g. plastificada mate para la cubierta. La tirada ha sido de 1500 ejemplares.

    La edicin de este libro ha sido posible gracias a la financiacin obtenida del Fondo de Educacin y Promocin de la Caja de Arquitectos.

    La Tesis Doctoral Rafael Aburto, Arquitecto. Un personaje entre sus obras, dirigida por Miguel A. Alonso del Val, fue leda en octubre de 2002 en la Etsa de la Universidad de Navarra ante un tribunal formado por Rafael Moneo, Mara Teresa Muoz, Juan Miguel Otxotorena, Mariano Gonzlez Presencio y Mara Antonia Fras y obtuvo una mencin en el Cuarto Concurso de Tesis de Arquitectura de la Fundacin Caja de Arquitectos en 2003.

  • NDICE

    7 Agradecimientos

    9 Prefacio, Miguel A. Alonso del Val

    15 Introduccin

    Rafael A b u r t o y o t ros in te r rogantes

    23 Quin

    43 Cundo

    59 Cmo

    Desde d n d e y hacia d n d e

    83 La otra Casa Sindical

    103 Aprendiendo de la Alhambra

    117 Asimilando la modernidad

    133 Funcionalismo, empirismo y otros

    Const ruyendo el presente

    147 Arquitectura de oficio

    173 Monumento, arte y expresin

    199 Aburto en el Pas de las Maravillas

    La o t ra m o d e r n i d a d

    223 La afirmacin de un lenguaje

    247 Pintar la arquitectura y otras inconclusiones

    275 Bibliografa

    277 Crditos de las ilustraciones

  • Estando este texto en imprenta nos sorprende la triste noticia del fallecimiento de Francisco Cabrero (26-2-2005). Quisiera con esta publicacin rendir tambin un homenaje a esta figura trascendental de la historia de la arquitectura espaola del siglo XX, tan estrechamente unida a la trayectoria de Rafael Aburto.

    Iaki Bergera

  • AGRADECIMIENTOS

    Mi primer y principal agradecimiento es para Rafael Aburto. Al final, nuestra amistad es probablemente el mejor

    fruto de estos aos de intenso trabajo. Gracias tambin a su esposa Mara Baselga y a su hijo Rafael, quien cola-

    bor pacientemente en la labor inicial de clasificar el material del archivo. Y a toda la familia, por acogerme con

    los brazos abiertos.

    Quiero agradecer la labor del director de la tesis y autor del prefacio, Miguel A. Alonso del Val, quien

    supo orientar, impulsar y, en ocasiones, sosegar los mpetus del autor. Inicialmente, el trabajo cont tambin

    con la colaboracin de los profesores Mariano Gonzlez Presencio y Luis Tena, a quienes hago extensible el

    agradecimiento. En la recta final, surgi la valiosa aportacin y orientacin de Rafael Moneo, quien generosa-

    mente dedic tiempo a este menester durante sus estancias en la Universidad de Harvard en la primavera de

    2002. Quiero agradecerle tambin su presencia en el tribunal de la tesis, as como a los profesores Maite Muoz,

    Juan M. Otxotorena y M 1 Antonia Fras.

    Agradezco la ayuda de quienes me dieron a conocer sus impresiones y recuerdos sobre Aburto: Francisco

    Cabrero y su hijo Santiago, Miguel Fisac, Flix Iiguez de Onzoo , Javier Carvajal, Gabriel Ruiz-Cabrero,

    Alberto Campo Baeza, Alfonso Casares y Manuel de las Casas. Igualmente valiosos fueron los consejos y la

    orientacin historiogrfica, metodolgica y crtica que recib de Antn Capitel, Luis Fernndez-Galiano, Carlos

    Sambricio, Elias Torres, Alberto Grijalba, Joaqun Lorda y Jorge Latorre. Mi agradecimiento tambin a aquellas

    personas que facilitaron documentos y datos importantes para el contenido del trabajo: los Franciscanos de

    Arnzazu, Guillermo de Osma, Antonio Pizza, Caries Fochs, ngel Isac y Miguel Carrera.

    Gracias a la Universidad de Navarra por todos estos aos de intensa formacin y por financiar la inves-

    tigacin y a la Fundacin "la Caixa" por concederme una beca para realizar estudios de posgrado en Estados

    Unidos. Agradezco tambin a la Gradate School of Design de la Universidad de Harvard - e n especial a Jorge

    Silvetti, Rodolfo Machado, Michael Hays, Eve Blau, Wilfried Wang, Sarah Whiting, Hashim Sarkis, Sibel

    Bozdogan, Ins Zalduendo y Mary Daniels- el haberme facilitado de una manera u otra un intenso aprendiza-

    je que sirvi para completar y dar mayor amplitud al alcance terico e interpretativo de mi investigacin.

    Y por supuesto, gracias a mi familia y a tantos amigos, colegas y alumnos que supieron con su apoyo,

    nimo y comprensin hacer posible la realizacin de la tesis. A todos, muchas gracias.

  • P R E F A C I O

    TEXTURAS EN TRES DIMENSIONES

    El Movimiento Moderno estableci las condiciones para que cada obra de arquitectura se considerase un invento tecnolgico y social en el que cada autor pudiera plasmar como solucin universal su propio esquema de funcionamiento de la sociedad. La matemtica econmica tratar cada objeto urbano como una variable y la mejor solucin a cualquier problema ser individualizar las incgnitas y resolverlas mediante una yuxtaposicin de formas en la trama definida por la tensin de los distintos elementos urbanos.

    Dentro de este proceso de desintegracin del fenmeno ciudadano que ha poten-ciado cualquier componente analtico no jerarquizado, la arquitectura ha ido asumiendo un papel de objeto funcionalmente bello y, en todo caso, audazmente tecnolgico, que se ubicar en un paisaje de circulaciones y ejes comerciales. Este largo proceso de ensi-mismamiento, que se inici con la arquitectura del iluminismo y prosigui con la acad-mica y la cientfica, sigue apoyado en la valoracin de las necesidades internas de las artes, en sus propios mtodos y en su aislamiento de lo real.

    Enfrentado a ese panorama temporal, hoy como ayer, el legado arquitectnico de Rafael Aburto no es solamente el resultado de la accin creativa de un personaje encerra-do en un mundo personal que trata de establecer una sntesis de elementos contrarios, a veces tericamente irreconciliables: sus aspiraciones de racionalidad moderna y la volun-tad de expresin intemporal, sino la muestra vital de una actitud arquitectnica alternati-va que se fundamenta en el seguimiento de una tradicin hecha realidad que siempre ha buscado una arquitectura de agregacin; agregacin entendida como la capacidad estructu-ral de una arquitectura para irse sumando a otras preexistentes, al mismo tiempo que se constituye en parte orgnica del nuevo conjunto as formado, a pesar de que las aporta-ciones estilsticas sean incluso antagnicas.

    nicamente es posible esta idea de agregacin cuando la arquitectura que se pro-pone no es una arquitectura de composicin cerrada o de objeto sin sujeto, sino un orga-nismo dialogal de estructura abierta que se permite unos ciertos grados de libertad, o de indeterminacin, para conseguir una suma coherente de elementos heterogneos. Este concepto no slo se refiere a la implantacin de objetos urbanos, sino que puede ser apli-cado igualmente al problema de los materiales y de las fachadas.

  • La obra arquitectnica moderna suele generarse en un proceso de acumulacin para-lela de diseos funcionales, constructivos y econmicos que van imponiendo sus propias condiciones restrictivas y que, en definitiva, impiden que la obra establezca una relacin coherente con su entorno. La localizacin propia primar sobre la integracin del con-junto, en una arquitectura cuya imagen exterior deba optar necesariamente por la expre-sin de sus condiciones interiores, lo que ha dificultado siempre la agregacin de tipolo-gas diversas, por esto se procur crear una trama urbana sectorizada e indiferenciada al mismo tiempo.

    Sin embargo, la enseanza aprendida en la contemplacin no retrica ni ideolgica de la herencia del pasado permiti que arquitectos como Aburto elaboraran soluciones contemporneas, donde los conceptos de fachada y decoracin, tomados de la arquitec-tura hispana y despojados de viejas retricas, sirven de elementos ordenadores e integra-dores del edificio en la trama urbana sin una excesiva preocupacin por la claridad de la volumetra resultante, poniendo una vez ms en valor la diferencia entre una geometra formal, que potencia la yuxtaposicin de objetos aislados, y una geometra espacial, que potencia la agregacin temporal de conjuntos arquitectnicos.

    Esta voluntad de arquitectura al servicio de un organismo espacial, traducido en volumetra, se refiere a un concepto de arquitectura tridimensional que se contrapone tanto a la sucesin de superficies planas basada en la perspectiva frontal y la composicin aca-dmica, en que cada plano limitante era un cuadro que el artista deba componer, como a la tendencia plasticista de la descomposicin moderna en superficies limitantes autno-mas o la fragmentacin posmoderna en imgenes fijas dispuestas para el montaje con-ceptual. En contraste con el frontalismo del pasado clasicista y la reduccin de la realidad a iconos publicitarios de arquitectura en pantalla plana, vulgarizados por la reduccin est-tica y comercial de la vida contempornea, la nueva arquitectura ofreci una riqueza pls-tica de efectos espaciales y temporales mltiples. Una visin compartida con aquellos que, desde los aos veinte, crean en el valor de lo esencial frente a los discursos retri-cos como un medio para redefinir la arquitectura gracias al rescate del volumen median-te citas poticas de clara referencia platnica como: "La arquitectura es el juego sabio y magnfico de los volmenes bajo la luz".

    Esta expresin de Le Corbusier iba a adquirir toda su significacin en las colinas de Granada. All donde la relacin de la arquitectura con el lugar se impone de tal modo que las superficies no se aislan, sino que se supeditan a la afirmacin del volumen. All donde se difumina el referente acadmico y, gracias al carcter contrapuesto de la decoracin, el volumen queda potenciado por la afirmacin de unos trazados que, en palabras del pro-pio Aburto, "recuerdan las formas orgnicas; esto es, si objetivamente son geometras, subjetivamente son naturales..., una ley geomtrica que los liga y relaciona, que no se ve, pero s se percibe".

  • Igualmente caracterstico es el valor de refugio interior que adquiere una arquitec-tura tan cbica pero tan adaptada que, tal vez inconscientemente, se liga a una perma-nente posicin de frontera entre interior y exterior y a una tradicional pobreza de medios. Una imagen tipificada que hunde sus races en la mirada histrica y que ofrece la pre-sencia de un conjunto volumtrico y articulado, segn directrices difcilmente percepti-bles y en general quebradas. Una realidad percibida por Aburto como un encuentro de intereses histricos, puesto que "la arquitectura moderna da ms nfasis al volumen y al espacio limitado por superficies planas conjugadas que a la masa y al espacio sentido como un vaco entre realidades plsticas, que es lo que se acusa en el pasado clsico rena-centista. En la Alhambra, de la misma manera, no existe la masa como factor esttico, sino el volumen".

    Aquella bsqueda de lo elemental dirigida a valorar, tanto en sus formas como en su decoracin y por encima de otras, las caractersticas volumtricas de la nueva arqui-tectura bajo el lema de que "las formas primarias son las formas bellas" conect as con una tradicin que presta originalidad a la arquitectura espaola de los aos cincuenta y en la que se insert la obra de Aburto, a pesar del tpico de un barroquismo que en ningn caso debe entenderse como actitud rococ, cuyo resultado fue una arquitectura sobria y compacta en la que los elementos constructivos y decorativos sirvieron para realzar la geo-metra que los soportaba, sin contradiccin entre una afirmacin volumtrica y una orna-mentacin integral, total, de la forma. Esta posicin diferenciada respecto de otras que se apoyaron en la idea de molduracin es tambin distante de la actual transformacin de la herencia constructiva de la estratificacin moderna en un puro juego de peletera deci-monnica, en el que el ornamento es un valor en s mismo.

    La falta de molduracin, que conectara, segn los autores de aquel Manifiesto, la arquitectura hispanorabe con la moderna, permite que las superficies no se superpongan a los volmenes y se despeguen de ellos, puesto que se trata de una decoracin extraordina-riamente respetuosa con la arquitectura, subordinada a ella. Este componente tradicional se afirma mediante unos muros cuya sobriedad de concepcin est contrastada por la profusa decoracin de los elementos singulares. Una decoracin slo perceptible desde una visin cercana, mientras que en la lejana lo que predomina es la vibracin del volumen, y cuya ley Aburto respet tanto en sus trabajos de interiores comerciales para Gastn y Daniela como en las viviendas de Ergoyen o en la extraordinaria propuesta de fachada para el con-curso de la Opera de Madrid. La ornamentacin, que Aburto utiliza como textura y no como moldura, produce una relacin peculiar de tendencias entre aquel presente moderni-zador y el pasado revisado que buscaba, no slo en la arquitectura, sino tambin en la pin-tura, valores de calidad independientes del asunto, de la forma e incluso del color.

    Tiene sentido citar aqu la frase de Perret: "La arquitectura debe ser decorativa a la manera de un rbol. Deseara que los que tienen sed de abstraccin hiciesen arquitectu-

  • ra", porque ofrece una ltima conexin, a travs de las obras de Aburto, entre las arqui-tecturas del presente y el pasado que est basada en el modo de utilizar el polmico con-cepto de ornato y que se manifiesta en el rechazo simultneo de la confusin entre estruc-tura y decoracin, una contradiccin presente en las propuestas eclcticas y modernistas, y del deseo moderno de una clara diferencia entre lo arquitectnico, lo esencialmente puro y lo decorativo.

    Frente a la negacin purista del ornamento, en la arquitectura de Aburto encontra-mos desde proyectos tan figurativos como el Monumento a la Contrarreforma a pro-puestas tan abstractas como las del Ayuntamiento de Toronto, siempre gracias a la abs-traccin figurativa de sus elementos grficos, a su voluntad de separarse de los volmenes portantes y a la contencin de lo decorativo a unos determinados lugares en los cuales s puede permitirse un derroche de color y un contraste de formas muchas veces violento; en todos ellos aparece una cierta condicin textil que, lejos de debilitar su obra, se muestra como una textura que supera lo superficial, lo que no llega a ser arquitectura, para dotar-se de un sentido organizador y orgnico en el que "la decoracin es siempre lo que es, y la arquitectura queda en un plano superior, respetada".

    Quiz este pequeo apunte sobre la realidad de mbitos cruzados en que se mueve la potente arquitectura de Rafael Aburto contribuya a entender mejor, a la vista de las ricas sugerencias propiciadas por la concienzuda revisin de una obra injustamente olvidada, que lo aparentemente singular y novedoso de las propuestas de arquitectura de la genera-cin de los aos cincuenta, presencias que este libro har evidentes merced al cuidadoso y profndo trabajo de Iaki Bergera, provienen de la manera natural y apasionada con que personajes como Rafael Aburto supieron compaginar la fidelidad a un momento que se vinculaba necesariamente con una nueva tradicin de lo moderno, con la fidelidad a un lugar que se asienta, inevitablemente, en una vieja tradicin de arquitectura.

    Miguel A. Alonso del Val Agosto de 2004

  • A mis padres

  • INTRODUCCIN

    Cmo sabr lo que pienso hasta que no lea lo que he escrito?1

    Tener que reducir a una tercera parte el contenido de la tesis sobre Rafael Aburto para adaptarla a los criterios editoriales me ha permit ido despojarla de aquellas apoyaturas que inicialmente sirvieron para estructurarla y, sobre todo, para justificar los descubrimientos que iba haciendo al estudiar la obra de este enigmtico arquitecto. Felizmente liberada del andamiaje acadmico, la investigacin y sus conclusiones se presentan ahora de forma ms directa. Este libro pretende mostrar y destapar las esencias de este arquitecto y de su arquitectura. El pun to de partida, sin embargo, fue bien distinto. O hablar de Aburto por primera vez en el o too de 1997. Confo rme fui recopilando y conociendo sus textos, pro-yectos y escasas revisiones crticas, supe que estaba frente a un sorprendente y descono-cido caudal de arquitectura que deba ser explorado. U n ao ms tarde y despus de unos meses de trabajo en el archivo de su estudio del madri leo paseo de la Habana, lleg el m o m e n t o de conocer personalmente al arquitecto. Efectivamente, Aburto estaba vivo. Desaparecido para la arquitectura desde haca veinte aos, mi comparecencia sacudi su letargo y le llev a desempolvar casi cinco dcadas de ejercicio profesional. El siguiente paso tena que ver con la formulacin de las preguntas fundamentales: por qu Aburto ha pasado tan desapercibido para la historiografa?, qu hay que descubrir en Aburto?, cul es el alcance real de su arquitectura?, qu temas propios de la obra de Aburto seran apor-taciones vlidas para el con jun to de la arquitectura espaola?, etctera. Las respuestas, mis respuestas ahora tamizadas, las encontrar el lector en estas pginas.

    Del mismo m o d o que Zevi, Giedion o Pevsner trazaron en su m o m e n t o las claves interpretativas del Movimiento Moderno, en el panorama de la arquitectura espaola contempornea la historia se ha construido sobre una serie de textos cannicos promulga-dos por un nmero reducido de crticos e historiadores. La relativa cercana de los hechos, los protagonistas y sus arquitecturas hacen que cada vez sea ms sugerente y urgente vol-ver a recorrer esta historia, no tanto sobre la base trazada por sus primeros intrpretes sino a travs de los espacios en los mrgenes que dicha formulacin de la modernidad fue asi-mismo generando. Se trata de esa arquitectura annima o de personajes de segunda fila L Cyri, C o n n o | l y : mni ]Ke lg rave Londres, x h e C u r w e n que por diversas circunstancias no asumieron el carcter paradigmtico que adorn a Press, 1944.

  • otras arquitecturas. Es decir, que si bien es obligada una primera exposicin heroica del relato y de la definicin de los conceptos moralistas que lo sustentan, existe igualmente un recorrido de segunda velocidad, protagonizado por aquellos arquitectos y por aque-llos hechos que no constituyeron la punta de lanza de la modernidad. Sera tambin un error plantear que esos actores secundarios del reparto pudieran terminar constituyendo una vanguardia alternativa, sustituyendo de esta manera un relato por otro y cayendo posiblemente en un nuevo dogmatismo.

    Aburto es quiz una gloria olvidada; mejor an, dira que nunca lleg a estar encum-brado y, por tanto, tampoco es un personaje a quien se eche de menos. No tendra senti-do levantarse en armas para rescatar a Aburto de las cenizas de su propio olvido como si se tratara de un ave fnix. Aburto no es Sota, de la misma manera que Sota no es Mies. El esfuerzo -menos agradecido y ms laborioso- se debe dirigir a intentar poner de forma rigurosa a cada cual frente a su perfil ms ajustado. El objetivo de mi investigacin sobre Rafael Aburto fue, desde el principio, relatar una historia documentada de un personaje y de sus estrategias arquitectnicas para extraer de ella sus posibles aportaciones -grandes o pequeas- al conjunto de la arquitectura espaola de la modernidad.

    Fue entonces cuando empec a construir el discurso que, por lgica y reconoci-miento, arranc desde la valoracin que Juan Daniel Fullaondo haba hecho en 1974 de la figura del arquitecto bilbano. Aquel discurso acoga, sin lugar a duda, los trazos gene-rales sobre los que cimentar el anlisis. En ella, Fullaondo destacaba las seas del carcter de Aburto que de manera irremediable deban acompaar cualquier intento de situar cr-ticamente su obra. Ciertamente, la primaca caractereolgica del personaje hara imposible una aproximacin asptica a su arquitectura, ajena a la crtica psicologista. Me pareci importante empezar presentando al protagonista y profundizar en sus rasgos, en un inten-to de justificar este incontrovertible enfoque. Trat de avanzar desde el personaje, un per-sonaje polidrico y polifactico, pero en posesin de un argumento nico. Como conse-cuencia del trato directo con el arquitecto, pude suscribir muchas de las aseveraciones de Fullaondo, mientras que otras han sido matizadas o corregidas. En cualquier caso y a pesar de haber estado atento para no extraer consecuencias radicales a partir de sucesos azarosos -distinguiendo asimismo entre datos e interpretaciones-, quisiera alertar sobre un posible deslumbramiento propiciado por el carcter novelesco de esta figura apasio-nante. Hubo y hay pasin, que duda cabe, surgida del paulatino embelesamiento ante el personaje, pero creo que no tanta como para cegar la crtica y la valoracin justas y obje-tivas. Transcurrido el tiempo y tras un cautelar distanciamiento, he procurado en esta edi-cin de la tesis abandonar en la medida de lo posible el lastre de la lnea crtica cultura-lista y familiar de Fullaondo.

    La personalidad, la biografa y la obra de Aburto eran mayoritariamente desconoci-das y demandaban una presentacin profunda y rigurosa. Por ello, la tesis mostraba de

  • manera independiente el conjunto documental de la produccin arquitectnica y su ex-gesis analtica y crtica. Con ello persegua que la mera presentacin documental de la obra adquiriese un valor autnomo, capaz de justificar por s mismo el esfuerzo realizado. De esta manera, mi argumentacin crtica de ese legado arquitectnico tendra la vala de su amplitud y rigor documental -propio de toda investigacin cientfica-, pero en ningn caso quera que se viese como un estudio conclusivo que cerrara las puertas a las inter-pretaciones del lector. Esta publicacin recoge la parte analtica de la tesis, mientras que la parte documental se publicar en la correspondiente obra completa. No obstante, este texto est acompaado de una selecta documentacin grfica que garantiza el correcto seguimiento documental del anlisis arquitectnico.

    Deca Kahn que todo maestro tiene una personalidad, una profesionalidad y, por ltimo, una inspiracin o legado. Esta triple dimensin es la que me sirvi y sirve ahora de soporte bsico para plantear los contenidos de la investigacin. Como digo, el traba-jo arranca con la presentacin del personaje y un primer encuadre biogrfico y tempera-mental. Sigue el anlisis de su trayectoria profesional y termina -apoyndome en sus obras paradigmticas- en la formulacin sinttica de su legado. Llegando al final, por tanto, y sin referencias ajenas a la produccin del arquitecto, intento que el lector -presu-miblemente captado por la personalidad de nuestro protagonista- paladee con hondura las seas de identidad de su arquitectura. He desligado el anlisis de su intensa produccin arquitectnica -dilatada en el tiempo, no en cantidad- de una lectura cronolgica; la pre-sento agrupada en torno a distintos contenidos temticos. La composicin y sustancia de las unidades argumntales constituyen un primer posicionamiento frente a la interpreta-cin de la arquitectura de Aburto. Los proyectos son el vehculo para exponer y mostrar las seas de identidad de su legado. Aunque inevitablemente volvern a aparecer referen-cias a la personalidad del autor, una vez presentado y situado el personaje - tambin en el contexto de la historiografa y de su fortuna crtica-, los captulos intermedios del libro muestran desapasionadamente su obra, apoyndose para ello en valores objetivos, persi-guiendo en ltimo caso una lectura ajustadamente arquitectnica - tan plausible como cr-tica- del conjunto de su trayectoria. Pretendo ir de lo concreto a lo general: a partir de un anlisis jerarquizado de la obra procuro extraer consecuencias que justifiquen la vali-dez de las pretensiones del arquitecto.

    La presencia y el protagonismo de Aburto en el panorama arquitectnico de los pri-meros aos de la posguerra espaola obligaban a un repaso de muchos episodios ya cono-cidos. Procuro arrojar nuevas luces sobre ellos, leyndolos desde la posicin de Aburto. As, por ejemplo, el anlisis de su corpus arquitectnico comienza con una relectura del edificio de Sindicatos, no porque ste sea una pieza fundamental del mismo -s lo es el anejo del diario Pueblo- sino porque en su participacin en este proyecto radica gran parte de la fortuna crtica de Rafael Aburto. Sin pretender en ningn momento transgredir el

  • innegable protagonismo de Cabrero, intento explicar cul fue la contribucin de Aburto a este proyecto tan singular de la historia arquitectnica espaola y, en ltimo trmino, cul es la aportacin de Aburto a la colaboracin con su compaero Ass Cabrero. Aparece tambin el Manifiesto de la Albambra con el fin no tanto de establecer su valor his-toriogrfico sino ms bien de explorar a travs de l los conflictos que la arquitectura de Aburto plantea con la forja de la modernidad hispana, sus races con la tradicin y, en cualquier caso, su propia intemporalidad. Sucesivamente, se observa a Aburto a travs de las distintas facetas programticas de su arquitectura. Su participacin en el debate de la vivienda social en el seno de la Obra Sindical del Hogar cobra un protagonismo singular por ser el ms prolongado en el tiempo, pero igualmente sugestivos son sus proyectos de edificios oficiales, escolares, religiosos, hospitalarios, etctera. La sorprendente caracteriza-cin de los espacios interiores, la monumentalidad, el expresionismo o la representatividad son algunos de los temas confrontados en la obra del arquitecto bilbano. La dimen-sin artstica del perfil del arquitecto ejerce tambin un papel fundamental en este empe-o, a la vez que permite aflorar nuevamente lo ms apasionado e intimista del texto. Por ltimo, formulo el legado de Aburto -las conclusiones- sobre la base de los cuatro pro-yectos ms sintticos de contenido y de brillante factura. Pretendo dar respuesta a aque-llas preguntas formuladas inicialmente sobre el alcance crtico e historiogrfico de la figu-ra y la obra de Aburto. En ltimo trmino, me gustara que la publicacin de este texto pudiera enriquecer el estudio de la arquitectura espaola reciente mediante la valoracin de una arquitectura intemporal, no cannica, pero cuyo lenguaje inequvocamente abs-tracto -racional y expresivo al mismo t iempo- resalta el asombroso talante artstico y cre-ativo de Rafael Aburto.

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  • RAFAEL ABURTO Y OTROS INTERROGANTES

  • QUIN

    Aburto, Rafael

    Llegaramos a una cierta vertiente "metafsica" y a un sentido chiriquiano que matizara deci-sivamente el eco surrealista. Esto explica, en parte, el silenciamiento sobre su obra, la falta de entendimiento en profundidad. Rafael Aburto es un arquitecto bastante misterioso, hermti-co, casi con una trayectoria secreta, muy personal, de muy poca obra y en muchos momen-tos altsimamente cualificada. En el fondo quiz sea el ms italiano de todos nuestros gran-des nombres. Hemos hablado muchas veces a lo largo de estas conversaciones de "el enigma de...". Hay muchos enigmas. Rafael Aburto es, insisto, un personaje, un gran personaje, apo-teosis de los enigmas, como lo es De Chirico. Un arquitecto enigmtico. As es muy difcil hacerse or.'

    2 Portada del nmero de Nueva Forma (abril 1974) dedicado a Rafael Aburto. Fullaondo eligi un cuadro de Aburto para ilustrarla.

    Preguntarse por el quin, en el caso del arquitecto Rafael Aburto Renobales, supone abrir las puertas al mundo veladamente misterioso que envuelve la figura y la obra de uno de los protagonistas ms desconocidos de la historia de la arquitectura espaola de la moder-nidad. Se debe empezar presentando las escasas coordenadas sobre las que hasta ahora ha sido valorado. Cules son, de forma sumaria, las aproximaciones a partir de las que ha discurrido su fortuna crtica? Una primera enumeracin debera incluir: la etapa autr-quica de la posguerra y su primera generacin de arquitectos delineada por Carlos Flores,2

    la monumentalidad, Cabrero y la Casa Sindical, las Sesiones de Crtica de la Revista Nacional de Arquitectura, la vivienda social y la Obra Sindical del Hogar, el diario Pueblo y especialmente el nombre de Juan Daniel Fullaondo y su interpretacin de la persona y la obra de Aburto. Si toda la labor crtica llevada a cabo en las pginas de la revista Nueva Forma est impregnada de su singular personalidad e inconfundible talante reivindicati-vo, Fullaondo encuentra en su paisano Aburto una perfecta sntesis de esa otra moderni-dad oculta en los sustratos de la primera arquitectura autrquica espaola, as como del fundamento artstico inherente a los protagonistas de cualquier proceso vanguardista. Sin que Aburto ocupe, ni mucho menos, un puesto preponderante en el conjunto de la pro-duccin de Nueva Forma, aquella solitaria aventura emprendida por Fullaondo parece proyectarse felizmente en la persona de Aburto.

    1. Juan Daniel Fullaondo y M a Teresa Muoz: Historia de la arquitectura contempornea espaola. Y Orfeo desciende, t. 3, Madrid, Molly Editorial, 1997, pg. 192. 2. Carlos Flores, en su libro de 1961 Arquitectura Espaola Contempornea, incluye a Aburto en la denominada "pri-mera generacin de posguerra", integrada por los arquitec-tos titulados entre 1941 y 1944: Cabrero, Valls, Aburto, Coderch, Fisac, De la Sota, Moragas, Fernndez del A m o y Sostres.

  • Frente al panorama que ofrecan las publicaciones de arquitectura de los aos sesenta y setenta, Fullaondo se detiene y retrocede para presentar de manera inventarial un elenco monogrfico, menos suculento pero sin duda necesario y hasta entonces inexistente o excesi-vamente fragmentado: desde los primeros Sota, Fisac, Coderch, Aburto, Cabrero, Cano Lasso, Corrales y Molezn, etctera, y aquellos que recogen su testigo -Carvajal, Iiguez de Onzoo y Vzquez de Castro o Bohigas- hasta las figuras entonces emergentes, como Higueras y Mir, Moneo, Fernndez Alba, Pea Ganchegui, etctera. A esta tarea se aadan igualmente las refe-rencias al debate terico internacional -Krier, Parent, Venturi, etctera- y, singularmente, una constante narracin de las distintas corrientes artsticas y de sus protagonistas.

    La figura histrica de Aburto se poda haber dado por amortizada en su inmediato con-texto generacional y, de no haber sido por la labor de Fullaondo, su circunstancial papel secundario poda probablemente haber quedado esculpido en la frialdad de los manuales. En realidad, la comparecencia de Aburto en Nueva Forma se justifica por su destacado pro-tagonismo en varios de los objetivos temticos rastreados por el crtico bilbano: la denomi-nada revisin nacional, la singladura arquitectnica de su Bilbao natal y, en ltimo trmino, la operacin rescate del racionalismo frente a la incidencia de la potica orgnica. As, en la tercera entrega de los trabajos dedicados a su ciudad, Fullaondo presenta a Aburto como uno de los ilustres intrpretes de la tercera generacin de arquitectos bilbanos. El comienzo de la panegrica semblanza de Aburto en el mencionado artculo de Nueva Forma no puede ser ms preclaro: "En 1943 termina la carrera Rafael Aburto Renobales, acaso el ms grande arquitecto bilbano de los ltimos treinta aos. Si tuviramos que elegir un representante de la 3a generacin, con nomenclatura de Giedion, se sera sin duda Rafael Aburto". La snte-sis all expuesta puede servir ahora para presentar, en clave fullaondiana, las coordenadas de su personalidad y el alcance de su valoracin:

    t * ^ r . M* ^ - r i f i i t f < :

    X N V

    4 Viviendas en Neguri, grupo Ergoyen, 1966-1969.

    Aburto es un temperamento extrao, de muy difcil encasillamiento. El monumentalismo de juventud, el funcionalismo, la experiencia orgnica, quedan en l siempre aureolados de un extra-o lenguaje brusco, inmediato, directo, ausente, de resonancias caligrficas... La maestra de Aburto es una maestra ntima, singular, denunciadora de un poderoso y aislado sentimiento artstico. Porque, al final, incluso en la ms restringida programtica social, en Aburto siempre emerge el artista extrao, solitario, inmune, en general, a la lexicografa ocasional. Artista a travs de la deliberada rigidez, de la deliberada torpeza; artista que parece recrearse en la indagacin per-sonal, extraa; artista que desdea las sucesivas y cmodas destrezas lapage. Tan extraos como su lenguaje resultarn sus objetos, el carcter experimental de su indagacin; Aburto no es hom-bre revolucionario, agitador del panorama, en grandiosas hiptesis. Sus objetivos son siempre ntimos, entraables, extraos y sutiles [...] Lo repetimos, no es Rafael Aburto hombre en el que se imponga una definitiva trascendencia de los contenidos culturales y sociales. Su testimonio es ntimo, independiente, solitario, dentro de cualesquiera de las programticas manejadas, admi-nistrativas, residenciales, sociales, etctera. Pero aun dentro de esta limitacin, de esta predomi-nancia de la valoracin lingstica, Aburto ocupa el primer lugar dentro de la moderna arquitec-tura bilbana. Y desde luego, uno de los primeros en el ntegro panorama nacional.3

    3. Juan Danie l Ful laondo: "Bilbao 3", Nueva Forma, n m . 36 (enero 1969), pg. 25.

  • * * *

    Atencin no jugar sobre la hierba recin pintada *%*

    Vicente Huidobro, 1920

    ESTO N1I, 1972

    5 y 6 Nueva Forma, nm. 99 (abri l 1974).

  • El texto revela las sinergias latentes entre Aburto y Fullaondo; su aventura en Nueva Forma coincide con muchos de los aspectos que l mismo destaca en Aburto. Las vivien-das de Ergoyen se convierten, tambin para Fullaondo, en el mejor fetiche de su paisano. Si toda la trayectoria de Aburto es polmica y contradictoria, este proyecto muestra inme-diatamente ese punto de provocacin mal entendida, fruto de la agresiva ruptura de las coordenadas sintcticas de su entorno inmediato. Este hecho, por el contrario, provoca la incondicional admiracin de Fullaondo. Si con el t iempo nadie pone en duda la labor realizada a travs de las pginas de Nueva Forma, su discurso incmodo y enmascarado no fue entendido en ocasiones. Consciente de la dificultad de la empresa, Fullaondo no renunci a presentar a Aburto - y a otros-, a pesar de la mala prensa y aun a sabiendas de que no iba a ser correctamente valorado.

    Qu ms problemas? Historiogrficamente quiz el de la claridad, un poco inoportuna a veces. Dentro de la mafia internacional de la crtica, podra decirse que cualquier institucin funciona mejor si ninguno de los internados dice la verdad. La claridad suscita contiendas, abre interrogantes... Por poner un ejemplo, yo puedo decir que el edificio ms importante construido en Vizcaya en los ltimos treinta aos es la casa de colores de Rafael Aburto, pero, inevitablemente, la gente, cogida a contrapi -Aburto no tiene buena prensa-, monta en cle-ra, Gregotti -segn me dijo Oriol- se muere de risa, etc., etc. Lo curioso es que luego los mis-mos que se enfurecen, se extasan ante una obra conectada con esta misma y claramente infe-rior, la de Josefina Baker de Adolf Loos... El papanatismo y el mal gusto son las cosas ms contagiosas del mundo... Con Fisac, con Ass Cabrero, con Sota, nos ha ocurrido algo pare-cido. O con Jorge Oteiza, algo positivamente increble. No tenemos remedio. Podramos decir, en este sentido, que al son de trompetas y tambores hemos ido de derrota en derrota.4

    7 Primera tarjeta profesional del arquitecto.

    8 Firma de Rafael Aburto.

    Fullaondo prepar un nmero monogrfico sobre Aburto para el mes de abril de 1974, bajo el pretexto de la existencia de ciertas conexiones antelitteram entre algunas figu-ras de la arquitectura espaola de los aos cuarenta y la Tendenza italiana. Con ocasin de la Trienal de Miln de 1973, se haba suscitado cierta polmica acerca de la elaboracin de las bases tericas de la arquitectura racional de la Tendenza, con una serie de textos cru-zados entre personajes de la crtica italiana. "Desde el punto de vista espaol -explica Fullaondo-, las imgenes de la Trienal significaban una suerte de reivindicacin de una serie de arquitectos: Rafael Aburto, Francisco Cabrero, el primer Fisac, ciertos aspectos de Sota.. . bastante marginados por nuestra historiografa". Por ello Fullaondo decide pre-sentar "la trayectoria de Rafael Aburto, paralelo, a treinta aos vista de algunas de las posi-ciones ahora colocadas en el centro de la controversia europea".5

    El intento de Fullaondo de situar a Aburto en unas posiciones crticas ms acordes con su trayectoria refleja, en palabras de Bohigas, esa "capacidad casi indiscriminada de meterlo todo en un mismo saco crtico y polmico".' El de Aburto viene a ser uno de los ltimos intentos de remover las cenizas interpretativas de la generacin de la autarqua, antes de que stas ondearan libremente en la palestra crtica del advenimiento democr-

    4. "Entrevista a Fullaondo", Nueva Forma, nm. 110 (abril-mayo 1975). 5. Juan Daniel Fullaondo: "Notas de sociedad", Nueva Forma, nm. 99 (abril 1974), pg. 3. 6. Oriol Bohigas: "Tres revistas", Arquitecturas Bis, nm. 24 (julio-septiembre 1978).

  • Madrid, Plazas y Plazuelas

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    9 Dedicatoria de Carlos de Miguel con ocasin de la cola-boracin de Aburto en el libro Madrid, plazas y plazuelas.

    7. Alimentando el mito de individuo extrao, Bonet Correa, por ejemplo, califica a Aburto de onrico e inquisitorial por su monumen to a la Contrarreforma. Cfr. AA. VV.: Arte del

    franquismo, Madrid, Cuadernos Arte Ctedra, 1981, pg. 31. 8. Por ejemplo, ocupar varias pginas en libros como El Madrid no construido (cfr. AA. VV: Madrid no construido, Madrid, C O A M , 1986) o Madrid arquitecturas perdidas (cfr. AA. VV.: Madrid. Arquitecturas perdidas, 1927-1986, Madrid, Pronaos, 1995). 9. Juan Ramrez Lucas: "La pintura del arquitecto Rafael Aburto o cuando el arte es pasin, no oficio", Arquitectura, nm. 133 (enero 1970), pgs. 63-66. 10. "Consideraciones sobre una Plaza-Museo de Escultura Abstracta", AA. VV.: Madrid, Plazas y Plazuelas, Madrid, Grficas Lorca, 1976 y "Concurso de opiniones sobre el con-curso", Arquitecturas Bis, nm. 17-18 (julio-septiembre 1977). 11. Antn Capitel: "Rafael de Aburto, un creador desper-diciado", en AA. W : "Viviendas en Neguri", Arquitecturas Contemporneas, nm. 5, Pamplona, T6 Ediciones, 2002, pg. 5.

    tico. En su particular rastreo inventarial, Fullaondo se manifiesta abiertamente sorprendi-do. Este hallazgo le conduce muy probablemente a la pretensin de saldar la deuda con esa permanente indescifrabilidad de la trayectoria del arquitecto de Neguri y, por exten-sin, de todos los protagonistas de su particular territorio camp.

    En el caso de Aburto, esta apasionada tarea de Fullaondo apenas tuvo proyeccin posterior. Con el paso del tiempo, no obstante, se puede afirmar que muchas de las cone-xiones planteadas por Fullaondo en su intento de actualizar y releer la figura de Aburto en clave neodisciplinar no estaban mal planteadas. Con la desaparicin de Nueva Forma, aquellas apologas quedaron en punto muerto y a la deriva. El nombre de Aburto conti-nuar apareciendo con cierta frecuencia en las obras revisionistas que sobre los aos de la posguerra irn surgiendo a partir del final de la dictadura franquista. Ms an, Aburto se mostrar frecuentemente como uno de los preclaros representantes de esa etapa oscura de la reciente historia espaola.7 Ocup un lugar destacado en la exposicin Arquitectura para despus de una Guerra, celebrada en Barcelona en 1977, y se vio envuelto, como parte impli-cada, en la afamada perorata de Arquitecturas Bis sobre la ruptura o continuidad de la arquitectura autrquica con respecto a las posiciones modernas directamente anteriores a la Guerra Civil. La desventura de Aburto, fiel a la imagen que de s mismo se haba crea-do, parece inscribirse con naturalidad y sin fricciones en las pginas menos brillantes de la historiografa, en los relatos de los fracasos o de los despropsitos.8

    La aparicin del mencionado texto de Fullaondo coincide con la etapa crtica de la bio-grafa de Aburto. Concluida su ltima y definitiva obra -las viviendas en Neguri-, el arqui-tecto se haba retirado del escenario pblico. Con anterioridad al nmero de Nueva Forma, haba aparecido en la revista Arquitectura la valoracin crtica correspondiente a la otra face-ta a la que haba derivado la actividad del arquitecto con ocasin de su primera exposicin pictrica en 1969.' Si en la dcada de los cincuenta haba desarrollado una dilatada actividad crtica y literaria en las pginas de la revista dirigida por Carlos de Miguel, en estos mismos aos vern la luz sus ltimas reflexiones tericas.10 sta es, en sntesis, la presencia de Rafael Aburto en el panorama historiogrfico de la arquitectura contempornea. La siguiente con-sideracin tendr que ver con una primera valoracin del papel que se le ha asignado en ese panorama. Y as ser posible resituarlo donde le corresponde pues, como seala Antn Capitel, su fortuna crtica se antoja de mayor o, al menos, de diferente alcance.

    Probablemente sea Rafael de Aburto y Renobales el arquitecto ms desperdiciado de entre aquellos que acabaron la carrera en los primeros aos cuarenta y que constituyeron el segun-do despertar moderno de la arquitectura espaola. Esto es, aquel cuyo talento podemos com-probar a travs de algunas de sus producciones, pero que intuimos superior a ellas, y cuyo examen nos deja un regusto algo amargo de insatisfaccin, como si adivinramos que un potentsimo creador estuviera escondido tras sus producciones profesionales, sin sacar a la luz, al menos del todo, la intensidad que algunos rasgos son capaces de denunciar."

  • Buenos y malos

    A primera vista, la valoracin historiogrfica realizada por Fullaondo coloca a Aburto en una posicin privilegiada. En realidad, la diferencia entre sta y la que luego ha trascen-dido pudiera suscitar ciertos interrogantes. Los reivindicativos textos de Fullaondo son historias de grandes olvidados, de buenos y malos. Partiendo del carcter intersubjetivo de la historia, se ha de buscar la interpretacin frente a la explicacin. Fullaondo plante ciertas hiptesis de partida. De alguna manera, todo conocimiento es hipottico y mien-tras que al cientfico no le interesan las excepciones, la historiografa se interesa por lo que hace excepcional un determinado acontecimiento, precisamente porque aporta un valor o un principio cuantitativo. Si Aburto no ha ocupado unas posiciones ms punte-ras en el relato de la modernidad arquitectnica espaola es, sin lugar a duda, debido a l mismo. Es significativo, en este sentido, el absoluto desinters que el arquitecto muestra por su propia obra y no nicamente en atencin a su valoracin sino, en un nivel ms bsico, en lo referente a la conservacin y documentacin.12

    En cualquier caso, surgen pronto las preguntas fundamentales. Quin es Aburto? Qu hay detrs de este singular personaje? Cules han sido sus aportaciones? Dnde encaja en los apriorismos crticos? Es realmente Aburto una figura fundamental para la historia de la arquitectura espaola? Es un maestro indiscutible? Es un gran arquitecto? Son sus obras -al menos algunas de ellas- verdaderos paladines de la modernidad? Por qu ha permanecido en el ostracismo? Cules seran las claves de su hermetismo? Si par-timos de la primera homologacin de Aburto en clave de Tendenza italiana, cul sera hoy la clave para entender su arquitectura? Vale la pena revisar ahora aquellos aspectos estric-tamente historiogrficos que aporten nuevas luces a su fortuna crtica, sin olvidar que las valoraciones sern ms vlidas en la medida en que se apoyen en los hechos - la arquitec-tura- y, en definitiva, en el talento. Al mismo tiempo, se ha de tener especial cuidado a la hora de hacer afirmaciones categricas del tipo "Aburto es el mejor..., el arquitecto ms...", como aquella que mencionaba Fullaondo en palabras de Oiza:

    10 Viv iendas exper imentales en Villaverde, 1954. Rafael Abur to . Se observa en primer t rmino el acceso a las viviendas por un semistano.

    Las primeras referencias, digamos, interpretativas de la obra de Aburto se las escuch, hace ya casi veinte aos, a Senz de Oiza. Eran curiosamente "entusistico-agresivas", como ya es habitual en la connatural ambivalencia de aquel arquitecto. Aburto era un creador "genial", fundamentalmente por la solucin dada a la entrada de los bloques de Villaverde. Slo haba -deca- un creador en Espaa comparable en dimensin a Rafael Aburto: Luis Moya. 1 3

    Es notorio el creciente inters por recuperar a estos arquitectos situados a una cier-ta distancia de las primeras posiciones del frente moderno, o que quiz no supieron o no pudieron mantenerse en ellas con la suficiente intensidad. Si se tratara de un personaje aislado, se podra dudar de la legitimidad de reclamar un puesto para Aburto frente a su

    12. "No he cuidado nunca mi archivo. Cabrero, por ejem-plo, tena todo perfectamente ordenado y catalogado. Yo no. Si el edificio est construido, es obra pasada y la docu-mentacin es papel muerto: sobra. Muchas de mis pintu-ras estn hechas sobre tableros de proyectos anteriores." Iaki Bergera: Conversaciones con Rafael Aburto (documento indito), Madrid, 1998-2001.

    13. Juan Daniel Fullaondo: "Notas de sociedad", Nueva Forma, nm. 99, art. cit., pg. 3.

  • 11 Miguel Fisac, 1999.

    olvido. Jos Bar Boo, Jos Luis Romany, Jos Soteras, Francisco Mitjans, Jaime Ruiz o Luis Laorga, entre otros, reclaman igualmente un merecido reconocimiento. Tngase en cuen-ta que Aburto, como stos y otros arquitectos, es un profesional no comercial, sin grandes contrastes y sin golpes de gracia. Deca Tafuri que "no se trata de buscar hroes sino de encontrar contradicciones". En este sentido, la discordancia de Aburto le debera aupar hasta puestos ms sobresalientes. Fullaondo vea en Aburto - r ecordando el ttulo de la novela de Robert Musi l - uno de esos "hombres sin atributos" o un "Moiss indefinible". Apoyndose en la figura de Grassi, Linazasoro estableci las coordenadas interpretativas de ciertos "arquitectos inopor tunos" o de "personajes incmodos". Si bien es cierto que Aburto no participa generacionalmente de las mismas premisas crticas, s que puede ser-vir para mostrar posiciones paralelas. La aventura moderna de Aburto queda relegada del relato oficial, en parte, porque siendo un arquitecto indiscutiblemente formalista empea-do en la conquista de un lenguaje, ste aparecera contaminado, exento de los rasgos que dicho relato oficial definira como prototpicos de la vanguardia arquitectnica. De ah la importancia que la revisin de la modernidad concede a esas otras lecturas laterales y apro-ximaciones no lineales pero igualmente vlidas desde el p u n t o de vista propositivo:

    Pero frente a estas posiciones, que demuestran tener ese "fondo comn" del que participar-an las Vanguardias en su contenido eminentemente figurativo y "parlante" al precio de aban-donar, incluso, un lenguaje propio, en cuanto expresin de los valores arquitectnicos y en aras de una expresividad del progreso, del "mundo renovado", lo que caracteriza a los "arqui-tectos inoportunos" es una actitud distinta, aunque no antagnica, en cuanto respuesta direc-ta a la Vanguardia: no tratarn de adoptar posturas reaccionarias, a la "contra", sino de pre-sentar otra "lista de problemas" diferente pero ms especfica del hecho arquitectnico.1''

    14. Jos Ignacio Linazasoro: "La crtica del silencio: Giorgio Grassi y los arqui tectos inopor tunos" , en el p r logo de Giorg io Grassi: La arquitectura como oficio y otros escritos, Barcelona, Gus tavo Gili, 1980, pg. 8.

    15. Iaki Bergera: Conversaciones con Miguel Fisac (docu-m e n t o indito), Madr id , 1999. A b u r t o t amb in lo cor robo-ra: "[Entre Madr id y Barcelona] n o t en amos apenas rela-c in , lo cual en n i n g n caso s u p o n e q u e hubie ra pugna . El gran nexo era C o d e r c h , que es tuvo m u c h o t i e m p o en Madrid" . I dem: Conversaciones con Rafael Aburto, cit.

    16. Cfr . J u a n Danie l F u l l a o n d o : "En t o r n o a Ju l io C a n o Lasso", Nueva Forma, n m . 72-73 (enero- febrero 1972), pg. 8.

    De entre todos los hombres del territorio camp ful laondiano, Abur to ha sido pro-bablemente el arquitecto menos agraciado por parte de la crtica. Se debe partir de situa-ciones compartidas desde el p u n t o de vista generacional, a saber, el autodidactismo, el individualismo, etctera. Fisac lo dice expresamente: "Sota, Cabrero, Fernndez del Amo, Aburto, Coderch.. . , ramos pocos a los que nos interesaba la arquitectura pero n o tena-mos absolutamente ninguna unidad".15 N o exista aparentemente una voluntad de grupo, un espritu c o m n que les empujara a afrontar con jun tamente los problemas. Al final, los diferentes caminos recorridos por unos y otros sern deudores de su respuesta personal ante las diferentes solicitaciones del aparato crtico que conforma la historia de la arqui-tectura. Esto no significa que Abur to no ocupase, especialmente durante sus m o m e n t o s ms lcidos y febriles de los aos cincuenta, un lugar destacado en la esfera pblica. En este orden de cosas, C a n o Lasso poda constituir - c o m o seala nuevamente Fullaondo-1 6

    un caso similar al de Aburto, mientras que Fisac y en menor medida Coderch represen-tan una postura antagnica.

  • Hay que valorar, sin embargo, la actividad de Coderch como promotor y embajador de la arquitectura espaola en el extranjero. El protagonismo internacional del arquitecto cataln arranca, como es sabido, de la V Asamblea Nacional de Arquitectura celebrada en Barcelona en 1949 y del consiguiente apadrinamiento ejercido por parte de Alberto Sartoris y Gio Ponti. Esta conexin meditica no hubiera producido todo su influjo de no haberse hecho realidad en la persona de Coderch. En este sentido, no existi, al margen de la actividad divulgativa desarrollada por Carlos de Miguel, una situacin similar en Madrid. Fue precisamente Carlos de Miguel quien trat de hilvanar con la capital la aven-tajada posicin de Coderch con respecto a los crticos europeos. La prolifica correspon-dencia epistolar mantenida por Coderch sirve para mostrar el inequvoco protagonismo de Aburto durante la dcada de los cincuenta. Un protagonismo que l no quiso o no supo aprovechar o del que -como relata Fisac- no eran del todo conscientes.

    En realidad nos hemos encontrado ms o menos satisfechos, aunque nuestra actividad no fuera especialmente seguida. No hemos tenido el respaldo del acompaamiento pblico. Aun as, muchas de las iglesias que yo he hecho han tenido un xito popular. En cualquier caso no sentamos un especial papel de protagonismo. Eso, quiz, se d ms hoy en da, donde fruto de la especulacin artstica, seores que se estaban muriendo de hambre pasan de la noche a la maana a ser millonarios. La primera fila de la vanguardia se muere de hambre. A la segunda se le respeta y la tercera se enriquece.17

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  • 13 Fotografa de Gastn y Daniela (Rafael Aburto, 1953) publicada en el nm. 318 de la revista Domus.

    21. Rafael Aburto: "A Madrid", Domus, nm. 318 (1956). 22. "Querido Jos Antonio: Ya te dije que tu amigo Giovani era bastante duro de pelar. Pasa el t iempo y nada. Lo que ms siento es que a estas alturas es que de repente nos hemos hecho violencia a lo peor, te he importunado, te he envuelto en un asunto aburrido y enojoso y que te puede hacer perder la calma y el tiempo. Perdname". Carta de R. Aburto a J. A. Coderch, Madrid, 8-11-1954. Antes de que le llegara esta carta, escriba Coderch: "Querido Rafael: He recibido carta de Ponti contestando a la ma cuya copia te envi. Hoy te mando tambin copia de la carta. Ya reci-birs noticias de l". Carta de J. A. Coderch a R. Aburto, Barcelona, 11-11-1954. Y un da ms tarde, volva a escri-bir: "Querido Rafael: No estoy de acuerdo con lo que me dices de Giovani. Ayer te mand una carta ma junto con la copia de la Lisa Ponti, cuando la leas vers que se ocupa de lo tuyo y de lo mo, si tardan en publicarlo es porque dan preferencia a la Tennale que les ocupa todas las pgi-nas. No me has importunado en absoluto, desde luego va pasando el tiempo y nos encontramos ya viejos, pero aun-que as sea siempre da gusto servir de algo a los buenos amigos. Te abraza". Carta de J. A. Coderch a R. Aburto, Barcelona, 12-11-1954, Archivo Coderch, ETSA del Valles.

    23. Carta de A. Sartoris a R. Aburto (traduccin del origi-nal francs), Lutry, 19-1-1955, Archivo Aburto, ETSAN. 24. Alberto Sartoris: Encyclopdie de l'Arcbitecture Nouvee, Miln, Ulnco Hoepli diteur, 1957.

    Serna, Luis Fernndez del Amo, Francisco Mitjans Mir, Antonio de Moragas Galliss, J. A. Ferrater Ducay, Joaqun Gili Moros, Jos Pratmars y Jos Ma Sostres Maluquer. Aburto debe agradecer a Coderch la nica insercin de un proyecto suyo en una publica-cin internacional. A partir de 1950 Coderch haba aceptado la invitacin de Gio Ponti a ser el corresponsal en Espaa de la revista Domus. Gracias a esta corresponsala de Coderch, durante los aos cincuenta concurren en la revista italiana, adems de numerosas obras del arquitecto cataln, diversos artculos y referencias a la arquitectura espaola. En el caso de Aburto, se publica en 1956 su primera tienda para Gastn y Daniela, encargada por el empresario bilbano y amigo suyo, Guillermo Wakonigg.21 La correspondencia mantenida entre Aburto y Coderch con este motivo muestra la enorme amistad que exis-ta entre ambos arquitectos. Da la impresin de que, al menos por esta vez, Aburto esta-ba realmente interesado en la difusin de su trabajo.22 Esta propensin contrasta con la gran oportunidad de darse a conocer que Aburto haba desaprovechado un ao antes, de la mano de Alberto Sartoris.

    Mi querido amigo: Le informo de que prximamente va a aparecer la segunda edicin del tomo primero de mi Enciclopedia de la nueva arquitectura. Gustosamente publicara algunas de sus obras y me permito recordarle que me haba prometido, en su momento, fotografas y planos. Si atiende rpidamente a mi peticin, le ruego me indique la fecha del proyecto y de la eventual realizacin de la obra. As pues, le agradezco y le envo, mi querido amigo, mis saludos ms afectuosos.23

    Aburto no contest, respondiendo as a esta mxima que Sartoris escribira preci-samente en las pginas de ese mismo libro: "Nadie puede ser un verdadero artista, si no consigue en un determinado momento liberarse de la mediocridad ambiental, de los entusiasmos a bajo precio, de las sugerencias maliciosas y de todos los aduladores influ-jos de la vanidad y de la ambicin".24 Quienes s contestaron fueron, entre otros, De la Hoz y Garca Paredes, De Miguel, Coderch, Bohigas y Martorell, De Ribot, Masramn, Moragas, Sostres, Pratmars, Baldrich, Cabrero, Bass y Gili, Soteras y Perpi. La enci-clopedia en cuestin es en realidad la segunda edicin de una recopilacin masiva de im-genes y planos de arquitectura europea. Llama la atencin la escasa presencia de arqui-tectos madrileos, as como cierta falta de criterio en la seleccin de las obras.

    Sartoris -ms que Ponti seguramente- haba extendido su inters por la arquitectu-ra que se estaba produciendo en Espaa. Al trmino de la famosa asamblea de arquitec-tura, Carlos de Miguel corresponda a la predileccin del arquitecto italiano con una publicacin en las pginas de la Revista Nacional de Arquitectura, para lo que requiere la mencionada colaboracin de Coderch, pues ste ofreca generosamente plataformas de difusin a aquellos otros arquitectos que l consideraba dignos de ello. La tarea no era fcil porque, a pesar de que la arquitectura espaola estaba empezando a despuntar a prin-

  • cipios de los aos c incuenta , el ve rdade ro r e c o n o c i m i e n t o llegara a part i r de la segunda mi t ad de la dcada. Eu ropa ta rd en dar su asenso a la a rqui tec tura espaola , qu iz fcil-m e n t e denigrada b a j o el cors de u n rg imen pol t ico dictatorial . Prueba de t o d o ello es una carta de 1952 en la que el cor responsa l de HArcbitecture d'Aujourd'hui en Espaa , Geni l loud Martinrey, le escribe a Code rch en los siguientes t rminos : "Ya supone Vd. lo dif-cil q u e es para m , h o y en da, encon t r a r en la pen nsu la i n f o r m a c i n ' ap ta ' para UArchitecture d'Aujourd'hui, y lo m o l e s t o que resulta el ver que lo p o c o q u e hay se escapa p o r o t ro conducto" . 2 5

    Al margen de la t roncal valoracin de Ful laondo, la pregunta sobre qu in es A b u r t o arroja interesantes respuestas po r parte de aquellos que , antes o despus y en mayor o m e n o r medida , le t ra taron persona lmente . A los ojos de sus c o m p a e r o s generacionales - aque l lo s que s h a n ten ido luego u n reconoc imien to c o m o Fisac o Carva ja l - o de aquel los que lle-garon ms tarde - M o n e o o Casares- , A b u r t o vuelve a colocarse de la m a n o de alguna de sus mejores arquitecturas en una pos ic in privilegiada que ayuda precisamente a corrobo-rar su innegable p ro tagon i smo en la aventura m o d e r n a de la arquitectura espaola.

    Su arquitectura tiene un gran valor. Yo he sido muy amigo suyo. Siempre nos hemos tenido afecto y hemos coincidido en muchos criterios arquitectnicos. [...] El era uno de los seis u ocho a los que nos interesaba la arquitectura, que tenamos inters. Y creo que seis u ocho es poner bastantes. A los otros ms que interesarles la arquitectura, les interesaba hacer obra para ganar dinero. Las cosas como son. Interesarse por la arquitectura nos hemos interesado cuatro de los diez de mi curso, dos del anterior y otros dos del posterior y para de contar.26

    1L1EBT0 S 1 H T 0 1 I ! A R C H I T E C T E - U R B A N I S T E

    KY [V.ud), Gmnd'Rue 4 "T" ' 1 * 19 Janvier 1955

    Rafael de Aburto , arquitecto , M a d r i d .

    Mon cher ami , Je voua informe que tris prochainement

    va paratre la seconde dition du tome 1er de mon "Encyclopdie de l'architecture nouvelle" . Je serai trs dsireux d'y publier quelques-unes de vos oeu-vres et Je me permets de voue rappeler que vous m'a-viez promis , en son temps , des photos et des plans

    Si vous aoodez rapidement ma requte , Je vous prie de bien volCLolr indiquer la date du pro-jet et de la ralisation ventuelle de l'oeuvre

    Dans cette attente , Je voua remercie et vous adresse , mon cher ami , mes plus affectueuses salutations .

    I Alberto Sartorls ) r

    14 Carta de Alberto Sartoris a Rafael Aburto, 1955.

    Aburto era un hombre con una gran creatividad, era un hombre muy inteligente, quiz algo tosco debido a su forma de ser pero sin duda alguna un gran arquitecto. [...] Aburto es uno de esos arquitectos que han pasado a la sombra de otros y que por tanto no ha tenido el reco-nocimiento que se merece. Creo que es un gran arquitecto. Un hombre muy serio, muy cons-ciente de lo que haca.27

    Entablamos una amistad que la distancia de nuestras respectivas residencias no contribuy a mantenerla viva. Siempre he conservado mi admiracin hacia l, tanto como profesional como por su talante personal, enormemente atractivo y cordial. Como mi contacto personal y profesional se limit a esta obra, poco puedo contribuir a enriquecer el estudio sobre esta figura tan relevante de la arquitectura espaola, que espero y deseo sirva para enaltecer su memoria, lo cual me alegra extraordinariamente.28

    Aburto es un arquitecto interesante y un poquito ignorado. Quiz no ignorado pero s que ha sido siempre un arquitecto de compaa, con Cabrero, etctera. Tengo una visin muy positiva de la obra de Aburto. Es uno de esos arquitectos en los que la visin ms personali-zada no los hace disminuir. Lo ms importante es ese carcter tan propio de este hombre que es distinto de lo que sea Sota, Fisac, Coderch, etctera. Me parece que hay mucha grandeza en Aburto y al mismo tiempo mucha finura. Aburto es un arquitecto importante y ambicio-

    25. C a r t a de F. G e n i l l o u d M a r t i n r e y a J . A. C o d e r c h , 15-3-1952, Archivo Coderch , ETSA del Valles. Code rch era ese " c o n d u c t o " al que se refiere el corresponsal de la revista francesa. 26. Iaki Bergera: Conversaciones con Miguel Fisac, cit. 27. Idem: Conversacin con Javier Carvajal ( d o c u m e n t o in-dito), Madr id , 18-1-1999. 28. Car ta de F. I iguez de O n z o o a I. Bergera, Bi lbao, 20-11-1998.

  • 15 Rafael Aburto, Miguel Fisac y Rafael Moneo, Madrid, 24-4-1970.

  • so en sus propuestas, se construyeran o no. [...] Las cuatro o cinco obras importantes de Aburto justifican la vida de un arquitecto. Su contribucin a Sindicatos, las tiendas, la casa de Bilbao, el proyecto de Tarragona, la pera, Toronto o la sede del diario Pueblo dan razn ms que suficiente para hacer un estudio.29

    El edificio de Sindicatos me parece fantstico. Lo conozco mucho porque he tenido que ir muchas veces desde el Insalud, antes y ahora, y es un edificio de una vez. Un mdico puede decir que operar es fcil, pero operar un ojo por la parte izquierda y poner unos puntos aqui y all... La msica hecha para los msicos no es la msica hecha para la gente y la arquitec-tura hecha para los arquitectos, para los que manejamos la operacin... En definitiva, hay que tener las cosas muy claras y tener una enorme entidad para hacer esos huecos, poner aque-llos ladrillos, etctera. Y con Pueblo pasa exactamente lo mismo. Es una pena que Pueblo haya desaparecido. Era un edificio precioso. Probablemente hoy sera otro Gimnasio Maravillas. Los edificios de la Glorieta Elptica a m siempre me han parecido de una limpieza nrdica excepcional, al modo de Markelius y eso, para el que opera... [...] El haba sido una persona muy importante en este pas y que no se haba sabido valorar. Desde luego, est muy por encima de mucha gente que luego ha pasado por tener lneas de trabajo mucho ms recono-cidas. Y a gran distancia."

    Nombres y apellidos

    Contemporaneidad? No me considero un arquitecto contemporneo. A lo mejor lo soy a la fuerza. Acaso no quera hacer arquitectura moderna f En absoluto. Me gustaba la nueva forma, pero nada ms que por eso. La modernidad es lo que pasa de moda. iNo me dir que el diario Pueblo no es un edificio moderno ? Eso es parte y consecuencia del programa de necesidades. Se estudian las cosas y todo sale de ah. Si hubiera construido ese edificio en 1940, estoy seguro de que no hubiera tenido el mismo aspecto... Tendra otro programa."

    La re ivindicacin de A b u r t o en clave Tendenza p l an t eada p o r Fu l l aondo hace necesar io u n p r imer p o s i c i o n a m i e n t o acerca de su relacin, p o r u n lado, c o n los estilos, c o n los movi -mien tos , c o n las t endenc ias y, po r o t ro , c o n aquel los q u e f u e r o n sus pro tagonis tas y, en consecuenc ia , c o n su posible adhes in a los d is t in tos episodios de la m o d e r n i d a d . Su arqui tec tura es d i f c i lmente clasificable. A b u r t o es u n p rofes iona l y u n artista q u e practi-ca la arqui tec tura . Su m o d e r n i d a d y c o n t e m p o r a n e i d a d se anc lan en la raz de u n n t i m o p roceso creativo y n o t a n t o en u n i n t e n t o de h o m o l o g a c i n b a s a d o en la c o m p a r a c i n inmed ia ta de sus ms directas mani fes tac iones . Sus coque t eos con la m o d e r n i d a d se des-

    29. Iaki Bergera: Conversaciones con Rafael Moneo (docu-mento indito), Cambridge, Mass., enero 2002. 30. dem: Conversacin con Alfonso Casares (documento in-dito), Madrid, 3-4-2001. 31. Iaki Bergera: Conversaciones con Rafael Aburto, cit.

  • pachan con letra pequea y en la periferia de la excepcin, inconscientemente, as pro-duce unas obras de una diversidad tan rica y vlida como la de las piezas ms cannicas y relevantes. El anacronismo voluntario tendr que ver con su poso barroco y una pro-pensin surrealista. Aburto dice no haber aportado nada a la arquitectura espaola e incluso anatematiza la modernidad entendida desde lo ms banal. Finalmente, su moder-nidad aportar desde la autenticidad de la ausencia de lo programtico.

    La actitud de Aburto no fue nunca propagandista ni panfletaria, ni siquiera cuando durante la dcada de los cincuenta denunciaba con fuerza la incoherencia de algunos pro-yectos en las Sesiones Crticas de Arquitectura. Levanta la voz en algunas ocasiones pero su ademn no es combativo, especialmente segn avanza su carrera profesional. Mantuvo una actitud intermedia entre el "resistid malditos" de Campo Baeza y aquel exabrupto de Oteiza, "slvese el que pueda; aqu, de m mismo hasta la misma coronilla". Aburto es un arquitecto con sentido comn, aunque en ocasiones el suyo no coincida con el de la mayo-ra. Su trayectoria fue un lento avance hacia la modernidad, siempre desde una segunda lnea, evitando esa "modernidad que pasa de moda" a la que l se refera. Funcionalismo, organicismo, racionalismo y tantos otros trminos se pasean indiferentes ante los ojos de Aburto, aunque evidentemente eso no significa que su arquitectura no sea deudora de muchas de las premisas en ellos formuladas. "l era una persona que tena mucho talen-to arquitectnico -dice Fisac-. Talento arquitectnico en el sentido de que las cosas que haca eran muy correctas y de que no haca ninguna tontera, pero que al mismo tiempo no tena espontaneidad ninguna. Era un hombre muy introvertido que no haca estridencias".32

    No es fcil etiquetar a Aburto con un sambenito estilstico, en el sentido ms peyora-tivo del trmino. Cincuenta aos de ejercicio profesional son muchos, al igual que muchos son los apellidos arquitectnicos de las tendencias que se fueron sucediendo durante esas cinco dcadas, desde los endmicos historicismos de la primera posguerra hasta el demo-crtico posmoderno. Es difcil sealar y delimitar cronolgicamente esos movimientos arquitectnicos considerados en s mismos; ms difcil resulta an encasillar o identificar a sus protagonistas con dichos convencionalismos acuados por la historiografa, la his-toria de las historias.

    El funcionalismo de Aburto nunca se muestra blanco y desnudo sino que, ya desde sus primeros ejercicios de los aos cincuenta, aparece dotado - en gran medida por la influencia del Manifiesto de la Alhambra, los textos sobre la abstraccin arquitectnica y su componente expresionista- de una carga ornamental abstracta y pictrica. El empeo de Aburto por definir un lenguaje y un sistema abstracto evidencia la voluntad de pasar de la ancdota a la categora. Salvo excepciones, la arquitectura de Aburto es rotunda y no se deja ablandar fcilmente por su implantacin en el lugar. Tampoco se doblegar ante el

    32. iaki Bergera: Conversaciones con MiguelF,sac, cit. funcionalismo: "La palabra funcional no funciona. Todo ha sido funcional: no es sa la

  • definicin correcta. La funcionalidad de la arquitectura ha sido siempre la misma, segn las pocas, los caracteres, las razas o los pueblos".33

    Aburto protagonizar ms tarde algunos episodios brutalistas, no ligados tanto a la expresividad del hormign o a los alardes tecnolgicos del protohightech britnico, sino ms bien a un expresionismo y a una monumentalidad en que la medida de la arquitec-tura se ve acompaada por una valoracin a gran escala de su imagen exterior. Pero el brutalismo de Aburto es tambin contradictorio al albergar ciertas manifestaciones manieristas, cuestin sta que el brutalismo vena a denunciar. Por eso, como se revelaba en el Manifiesto de la Albambra, su decoracin ocupar toda la fachada: la lnea y la geo-metra del neoplasticismo impulsado por los artistas y arquitectos de la Bauhaus.

    Con relacin precisamente al plano internacional, la generacin de Aburto se equipa-rara cronolgicamente a la tercera generacin moderna, la de aquellos arquitectos -Smithson, Bakema, Van Eyck, etctera- que plantearon, a partir del final de los CIAM, un rechazo radical del Movimiento Moderno y, ms concretamente, de la arquitectura descontextua-lizada del Estilo Internacional. Se trataba de volver a los padres sin pasar por los herma-nos mayores. Si Aalto ya haba formulado una primera crtica al Movimiento Moderno desde la naturaleza y Kahn desde la historia, ahora se reclama un lugar para la multicul-turalidad, para la incorporacin a la tradicin europea en general y a la formulacin arqui-tectnica en particular de las culturas no europeas. As, por ejemplo, Scarpa retoma el problema de la ornamentacin -cuestin que conecta directamente con lo tratado por Aburto en el Manifiesto de la Albambra y que estar presente de alguna manera en todo su discurso arquitectnico-, Saarinen explora las riquezas formales del Movimiento Moderno y el Team X reelabora el discurso miesiano del IIT, as como de otros modelos de la arquitectura popular, ntimamente ligada tambin a la gestacin de la moderna arquitectura espaola.

    Se reclama, por tanto, la arquitectura sin arquitectos, que bien podra identificarse con ese "no ser moderno" al que el propio Aburto haca alusin. Mies trabajaba el acero y el metal como un cantero. Es un arquitecto lineal que tiene un enorme respeto por las normas tradicionales de la construccin, y, en ese sentido, no sera estrictamente un van-guardista. Qu es entonces arquitectura moderna y qu arquitectura tradicional? Se trata de un debate viciado. No hay que hacer esfuerzos para ser moderno. Es un equilibrio entre lo recibido y lo que se da. Por eso hay que saber buscar correctamente en la tradicin, un soporte que no tiene que hacerse evidente. La modernidad es un camino que no prefi-gura el resultado. La arquitectura moderna no es un problema de estilo, sino un nuevo modo de mirar las cosas. De esta manera, la modernidad se incorpor al legado de la arquitectura y abri una enorme variedad de caminos. Caminos que parten de los mis-mos principios y que, siendo vlidos, son desconocidos.

    Una primera mirada a la arquitectura construida y proyectada por Aburto muestra cierta dureza en la composicin y una latente racionalidad debida a la abstraccin. Se

    16 Stand p a r a O f i c i n a A g r c o l a , S.L. e n la III Fer ia

    I n t e r n a c i o n a l de l C a m p o , M a d r i d , 1956 . Ra f ae l A b u r t o .

    3 3 I a k i B e r g e r a : Conversaciones con Rafael Aburto, cit.

  • 17 Ilustracin del libro Estado actual de la arquitectura, de Hans Schoszberger, publicado por el CSIC en 1952.

    M E C A N I S M O STI LO T>>

    NCO-CUBISMO NEO-EMPIRISMO PLAZA DE LA

    DIVISION ; S T I 1 0 PATR IOT ICO frC

    NU6VA CORDIALIDAD FORMALISMO

    ESTILO AERODINAMICO

    N-EO- CLASICISMO

    Freyssinet: Hangar Orly. Pablo Picasso. Oleo la Estu-diante. W . Gropius. Fbrica de la Expo-sicin de Colonia, 1914. Le Corbusier y Pierre Jeanneret. Villa Savoie Poissy. F. L. Wright La Cascade USA. A. Aalto, Sanaiorio Paimo, Fin-landia. F. Albini, Viviendas en Mailand. W . lescaze, Radio Studio, Los Angeles. A. Vilar y C.'Vilar. Hospital Chu-rruca, Buenos Aires. J . Hovlicek y K. Honzik. Pensin en Praga Myron Hunt, Biblioteca en San Marino, USA. , P. Cret, Biblioteca, Washington. M. Piacentini, Universidad Roma Iluminacin inglesa 1949. Palacio Real de Tehern A. Susini, casa de pisos en Roma. O u d o k , Ayuntamiento, Hilver-sum. Le Corbusier, Viviendas, Mar-sella. Tecton, Viviendas, Londres.

    PLAZA DE LA

    FUNCION

    |

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  • observan al mismo tiempo unas grandes dosis de sensibilidad, fruto sin duda de un minu-cioso y elaborado ejercicio proyectual. Hay una paradoja entre la dureza con que se exhi-ben el racionalismo y el funcionalismo y la sensibilidad que muchas de esas arquitectu-ras esconden. Esta actitud vendra a explicar el desajuste que muchas veces se manifiesta, en el campo de la crtica, entre los buenos y los famosos , entre un Jacobsen y un Aalto, por ejemplo. Aburto, c o m o lo hicieran a su manera Le Corbusier o Mies, necesit sobre-ponerse a s mismo para sobrevivir. As, por ejemplo, la euforia que estos maestros de la modernidad desplegaron durante los aos veinte y treinta es sometida a una autocrtica ms realista en los aos posteriores a la Segunda Guerra Mundial . Una revisin que tiene que ver con el volumen y la intensidad de las obras, por un lado, y con la propia natura-leza de las mismas, por otro. Viendo las trayectorias arquitectnicas en su conjunto, se es capaz de distinguir la existencia o no de un camino claro y de una lnea propositiva deter-minada y de las rectificaciones a largo plazo a que stas se someten por parte de sus impul-sores. En el caso de Rafael Aburto, esta rectificacin parece coexistir con la propia pro-puesta. Q u i z por eso su camino sea tan personal, tan lento y reservado en algunos epi-sodios, pero tan preclaro en su conjunto. N o obstante, qu opina Aburto de Mies, Le Corbusier, Aalto, etctera? Fullaondo explica as su postura ante los maestros:

    Es muy difcil hablar con l de arquitectos concretos. Por un lado, su evolucin personal es muy autnoma, personal, desconectada en general de los "cambios de terreno" a que antes aludamos... Esta autonoma, este derecho a la soledad, a la evolucin personal, le distancia de las pticas coyunturales, de las admiraciones encendidas, de la sabidura de reportaje. Apenas habla de sus precedentes... Algo de Le Corbusier y de su desenfado en la presenta-cin de croquis, del clasicismo miesiano y muy poco ms. Con Wright -era lgico, con esos presupuestos- no quiere saber absolutamente nada. Pero todo esto surge en la conversacin de manera muy forzada... No le interesa nada de esta dimensin historiogrfica inmediata, ni fundar, ni adherirse a ningn ismo o grupo (que no sea el suyo propio), ni hablar de s mismo, recordar, intervenir en la polmica cotidiana...34

    18 Planta furicionalista de la propuesta de Aburto para el concurso de Institutos Laborales, premiada con un accsit (1954).

    Este invernculo personal es corroborado nuevamente por el propio Aburto: " M i arquitectura ha sido una cosa ma y nada ms, unas ideas sin trascendencia, pura inma-nencia. Evidentemente hay un cierto gusto que me llevaba a procurar hacer las cosas bien, a exigirme".35 Recuerdan estas palabras aquellas otras de Mies, quien no quera ser intere-sante sino bueno. Este desinters real no significa sin embargo desconocimiento. A pesar del supuesto aislamiento cultural que padecieron los arquitectos de la generacin de Aburto y de que en la Escuela de Arquitectura no se les hubiera dado a conocer la vanguardia europea, "las ideas de fuera -expl ica A b u r t o - acababan siempre por llegar. A m me bastaba una foto para enterarme perfectamente de lo que estaba ocurriendo fuera. Y las fotos s que venan".36 Su conocimiento es pausado y censor; y no terico sino emprico. Aburto observa y retiene para quedarse con lo que, a su juicio, es importante. "Los maes-

    34. Juan Daniel Fullaondo: "Notas de sociedad", Nueva Forma, nm. 99, art. cit., pgs. 11-12. 35. Iaki Bergera: Conversaciones con Rafael Aburto, cit. 36. Idem: Conversaciones con Rafael Aburto, cit. Se refiere Aburto a la librera Inchausti, situada en el nmero 61 de la calle de Alcal y que nutra de referencias a los ms inte-resados arquitectos del Madrid de la posguerra. Inchausti en Madrid y Bosch en Barcelona seran, por tanto, las fuentes de informacin de que disponan los arquitectos de la "rabiosa experimentacin". C o n referencia a las revis-tas internacionales, dice Aburto: "Las hojeaba. Era una poca en la que no haba otra manera de acceder a ellas. En Inchausti comprbamos nmeros sueltos, sobre todo de arquitectura italiana". Ibidem.

  • 19 Autgrafo de Alvar Aalto para ta esposa de Rafael Aburto, Madrid, 1952.

    tros del M o v i m i e n t o M o d e r n o m e i n f l u y e r o n p o c o . S in e m b a r g o - p r o s i g u e A b u r t o - , el

    i n v e n t o en arquitectura n o existe. N o s i n f l u e n c i a m o s u n o s a otros sin darnos cuenta." 3 7

    N o obstante , se ha p o d i d o c o m p r o b a r - c o m o se muestra a c o n t i n u a c i n - el d e s p e g o

    real q u e A b u r t o muestra ante la t rayector ia de los maest ros - M i e s , W r i g h t , A a l t o , Le

    C o r b u s i e r - , hacia el l egado racionalista anterior a la Guerra C i v i l y, en general , ante el

    encorsetamiento estilstico y tendencioso . Esta fidelidad y coherencia de A b u r t o y de otros

    de sus colegas generacionales es la que aval el reconoc imiento de aquel los otros que toma-

    ran el re levo en la dcada posterior.

    Mies van der Rohe era muy conocido y famoso. Nos gustaba a todos. Seguramente era el arquitecto ms admirado por todos en general. Adems pareca un hombre que nunca fue caprichoso, que haca todo racionalmente. Wright era sin embargo... cmo lo dira? Ms americano. Y Mies ms europeo. Conocamos la obra de Mies en Europa y en Amrica, pero nada ms.

    Aalto y Le Corbusier. Para qu sirve la capilla de Ronchamp? Est llena de contradicciones y de esfuerzos por hacer cosas raras. Le Corbusier se propuso darse a conocer al mundo ente-ro y toda su trayectoria estuvo rodeada de cierto escndalo. Todo parece estudiado concien-zudamente: aun habiendo nacido en Suiza adquiri la nacionalidad francesa, cambi su nombre por Le Corbusier y este tipo de cosas. Es todo cuestin de nombres. Y adems cada nombre tiene muchas interpretaciones. Y la poca. Vara todo con el tiempo. Cul es la lti-ma arquitectura? Y cul es la anterior y cul es la clsica? Adems, para cada uso y necesi-dad surge algo distinto. Los materiales influyen muchsimo. El clima, el lugar..., todo cambia y la arquitectura con ello. No hay ideal. Yo creo que no hay estilo. Hay cosas buenas y cosas malas.

    Era todo muy de revista. Ah valan las primicias, los originales. Lo que se haca en Espaa eran copias, versiones. Garca Mercadal era ms intelectual que arquitecto. Del G A T E P A C simple-mente sabamos que eran unos seores de Barcelona y que se denominaban as. Nosotros empezamos de cero.

    Cuando ramos estudiantes no pensbamos ni en construir. Estbamos a bastante distancia del hecho arquitectnico. Era una diversin como otra cualquiera. No nos lo tombamos en serio. Tenamos una cierta curiosidad ante lo nuevo pero nada ms. C o m o lo que deca antes de Sert y el GATEPAC. Lo importante son las vivencias, lo que hemos vivido. sa es la ver-dad. La verdad de uno mismo. La verdad de los dems no se sabe. Yo slo te puedo hablar de esa verdad, en distintos casos. La verdad de los dems no te puedo decir en qu consiste y nunca me ha interesado.

    Yo no me apunto a nada. De modo que no tengo ningn calificativo nominal, ni he creado escuela ni nada. Entonces eran cosas de poca. Se influenciaban, se apoyaban... , como la

    37. laki Bergera: Conversaciones con Rafael Aburto, cit. masonera. Y dio sus frutos. Pero todo eso pas. Creo que pas. En este momento, fjate, todo

  • es post. El arte actual n o t iene n o m b r e n i n g u n o . Se hace de t odo . Desde la poca griega hasta lo ms abstracto. D e todas maneras esta vo lun t ad de n o inscr ipcin a los n o m b r e s es algo q u e n o se piensa. Te sale de ti. Ellos s q u e lo pensa ron y aquel lo d io sus frutos.38

    En torno a 1970, Aburto desarrolla su labor docente en la Escuela de Madrid. Una ancdota, relatada por el entonces alumno suyo Javier Climent, explica ese valor ntimo y potico que s es capaz de despertar el inters de Aburto. El personaje que se ir cono-ciendo en las siguientes pginas, as como su arquitectura, trasciende los apriorismos con-vencionales. Conforme se indaga ms en su personalidad se van encontrando los funda-mentos capaces de dar razn de su trayectoria.

    U n da apareci en clase alguien c o n u n l ibro de arqui tec tura c o n t e m p o r n e a . Al darse cuen-ta de su presencia sobre el tablero, r p i d a m e n t e lo asi. H o j e p a r s i m o n i o s a m e n t e las pgi-nas en busca de imgenes de su inters. Segua sin decir nada . Las fo tos de la a rqui tec tura de los grandes maest ros n o le hac an salir de su si lencio. Sb i t amen te , en u n a p e q u e a fo to , apa-reci la capilla del I IT de Mies. Se e n f r e n t a ella. Aque l lo pareca q u e se a n i m a b a . M e s la pg ina c o n cierto a r robo . La imagen del edif ic io y su a t enc in a ella se convi r t i en l nea de c o m u n i c a c i n c o n los que all e s tbamos . N o s m i r u n p o c o c i rcunspec to y l e n t a m e n t e exc lam: qu elegante! Su voz cavernosa y el s en t im ien to de su c o m e n t a r i o n o s p r o d u j o u n a fel icidad m o m e n t n e a . Algo ms d i jo sobre Mies. Se c o m p r e n d a de i n m e d i a t o la admi rac in q u e p ro fesaba hacia las obras del a rqu i tec to a l emn . Aque l breve ins tan te f u e m u y in t enso para los q u e all es tbamos . C r e o q u e e n t o n c e s t o d o s e m p e z a m o s a e n t e n d e r m u c h o de lo q u e hab a ocu r r ido en aquel la aula.39

    38. Iaki Bergera: Conversaciones con Rafael Aburto, cit. 39. Javier Climent Ortiz: "Un aula inolvidable", Planos (ETSAM), nm. 5 Gunio 1995).

  • i&g

  • CUNDO

    Castillos en la arena

    La biografa de Rafael Aburto Renobales comienza en Neguri el 2 de noviembre de 1913, da de difuntos. Rafael es el penltimo de los nueve hijos del matrimonio formado por Eduardo Aburto y Mara Renobales, una familia acomodada perteneciente a la clase alta de la sociedad vizcana. Rafael naci en la antigua casa de Ergoyen, nombre con el que el patriarca bautiz la finca y que significa "ah arriba". La familia se acababa de trasladar a esta finca desde Las Arenas. Cinco dcadas ms tarde, el arquitecto edificar sobre esos mismos terrenos uno de sus mejores proyectos. Eduardo Aburto, cabeza de familia e inge-niero industrial de profesin, haba desempeado un papel de cierta relevancia en la for-macin del tejido industrial del Gran Bilbao en el cambio de siglo, sobre todo, a partir de las relaciones con su cuado -casado con Catalina Aburto-, el naviero e industrial Ramn de la Sota. Unas relaciones que tambin vincularan su nombre a los primeros pasos del nacionalismo vasco y que acabaran resultando cruciales para la suerte de la familia al tr-mino de la Guerra Civil.

    Ramn de la Sota fue uno de los prohombres que de manera ms decisiva contri-buyeron al desarrollo industrial del Bilbao del cambio de siglo. Instigador de la tradicin filobritnica bilbana, sus estrechos lazos y mltiples negocios con Inglaterra llegaron a trascender lo meramente comercial para llevarle a prestar sus barcos a la marina britnica durante la Primera Guerra Mundial, lo que le vali el ttulo de Sir. Tambin fue, a partir de 1898, uno de los apoyos financieros del por entonces naciente Partido Nacionalista Vasco de Sabino Arana Goiri. Sin embargo, mantuvo divergencias con el fundador del partido sobre el carcter confesional de la nueva formacin poltica. De la Sota, mucho ms pragmtico y moderno, trabajaba por un partido laico pero tropez con los aires de campanario que caracterizaron al primer nacionalismo.

    Rafael Aburto se educ en esta cultura propia de la alta burguesa industrial y finan-ciera: una aristocracia nostlgica del Antiguo Rgimen, ms prxima a lo monrquico que

    20 La familia Aburto Renobales al completo en el jardn de Ergoyen, ca. 1915. Rafael est sentado en el centro con su hermana mayor.

  • 21 "Rafa tambin quera disfrazarse de lo que fuera y se disfraz de indio."

    1. El padre, Eduardo Abur to , fue fervoroso be lmont is ta pri-mero y manolet is ta despus. La madre , Mara Renobales, admiraba a Joselito, el legendario Gallito. El abue lo m a t e r n o fue u n o de los p r o m o t o r e s de la cons t rucc in de la plaza de toros de Vista Alegre, inaugurada en 1882. Su t o J o a q u n U n g e n era u n o de los vocales de la jun ta de adminis t rac in de dicha plaza y h a b i t u a l m e n t e llevaba a sus sobr inos al apar tado. Lagarti jo le regal a su abue lo pa t e rno - g r a n a d m i r a d o r del t o r e r o - la camisa que ste haba ves t ido en su corrida de despedida de la plaza de toros de Bi lbao en 1893. La ancdo ta n o t e rmina ah, pues-to que la reliquia desapareci c u a n d o u n o de sus hijos se la p u s o para torear en una becerrada en la q u e recibi u n o s cuan tos revolcones .

    2. Iaki Bergera: Conversaciones con Rafael Aburto, cit. 3. I dem: Conversacin con Dolores Aburto, cit. 4. I dem: Conversaciones con Rafael Aburto, cit.

    a los liberalismos individualistas. Al igual que el resto de sus hermanos, estudi el bachi-llerato en el colegio que los Jesutas tenan en Bilbao. Es importante detenerse -al hilo de sus recuerdos- en los episodios de la infancia, puesto que es en ella donde se forjaron las seas de su singular carcter. Durante el bachillerato empez a interesarse por determi-nados aspectos del conocimiento, manifestndose igualmente las primeras inclinaciones artsticas, sobre todo por la poesa, pero tambin el dibujo y la pintura, inclinaciones que compaginaba con una abundante prctica deportiva, propia de ese mismo ambiente filo-britnico. De la misma forma que su aficin por la pintura se mantendra de por vida, el tipo de formacin recibida en su juventud le dara ese aire caracterstico que Fullaondo defini como de caballero antiguo.

    El joven Aburto empezaba a desarrollar entonces una fina capacidad de observacin sobre ciertos aspectos estticos y formales, especialmente de las personas con las que se relacionaba, pero que rpidamente derivara, mediante la irona, hacia una manifiesta crti-ca de la incoherencia y de la falsedad de las relaciones pblicas, etctera. Es precisamente en el entramado de las relaciones sociales donde Aburto empezaba a sentirse incmodo. Su talante era diametralmente opuesto al de su hermano Manolo -conocido como Pinocho-, quien simbolizaba precisamente todo aquello que para l era inalcanzable. Figura pblica de la vida bilbana primero y madrilea ms tarde, Pinocho era todo un personaje, bromis-ta, divertido y continuad