«la nardo» (novela publicada en 1930). segunda novela ... › 2019 › 09 › ...magnetismo...

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  • «LaNardo»(Novelapublicadaen1930).Segundanovela«madrileña»de RamónGómez de la Serna. Su protagonista es una bella jovencriadaenelRastroyarrastradaaunavidadifícil.AmbientadaenunMadrid luminoso y estival, en una de cuyas noches se espera lacolisióndeuncometa.

    Aestanovelaseunenestoscuatrorelatos:

    «La hiperestésica» (publicado en 1928), «Las consignatarias»(publicadoen1932),«Sepresentóelhígado» (publicadoen1937)y«Pueblodemorenas»(publicadoen1937).

    Son relatos costumbristas donde Ramón alterna el humor con eldrama, describiendo magistralmente ambientes y personajes de laépoca.

  • RamónGómezdelaSerna

    LaNardoyotrosrelatosePubr1.0

    Titivillus25.04.17

  • RamónGómezdelaSerna,1930

    Retoquedecubierta:Titivillus

    Editordigital:Titivillus

    ePubbaser1.2

  • LaNardo

  • 1

    Teníaunpuestodeporcelanas,muebles,cacharrosyropasenlaRiberadeCurtidores.

    Aquelpuestoeradesupadre,perocuandomurió,alcasarsesumadreconelcarpinteroAtanasio,sequedóellaalfrentedesuscachivachesmientrassumadrecuidabaelnuevohogar.

    Subellezahabíacrecidocomoabonadaportodoaquelconjuntodecosas,adunadasenelhondóndelaRibera.

    Había en su gesto de hembra siempre en pie, un aire desafiador ydespavorido, algo que sobrepujaba la timidez de los usuales rostros de lamujer.

    Susojoserancolornicotina,comosicontuviesenlanicotinadetodoslosabuelos, pero nicotina venenosa y ácida convertida en pasional mirada demujer.

    SublancuraespecialeralaquelehabíaconseguidoelsobrenombredeLaNardo, con que la llamaban sus convecinas postergando su nombre deAurelia,unpocoantipáticoycomoindebidoparasubellezablanca,morenayverdadera.

    Era una blancura mate, sana y olorosa la suya, verdadera blancura denardo, bordeada de esos ladillos oscuros y sonrosados que dan al nardo unnimbo carnal y que en ella eran como corteza quemada que daba la mássabrosa blancura a la franqueza de su rostro, al centro de su descote, elantebrazodesusbrazos.

    Guardiana del puesto veía llegar a todos, sin arredrarle ningún tipo, sinquitar los ojos de lasmalasmiradas, aceptándolo todo como no queriendoengañarseconnada.

    Loscuriosos la repasabancomoa losobjetosque la rodeabany seveía

  • quepensabanmirándola:«esachucheríasíquemelallevabayo».

    Siempre estaba leyendo novelones, impresos en letra muy grande, enpapeldeperiódico,yquerepartidosenpedazos,tomabantipodedesgarronesdeasignatura,pliegosarrancadosaltextodelaVida.

    Sudestinopodíasercualquiera,pueserabellezaqueenlarepugnanciadeestarlovendiendotodonosequeríavender.Teníalaenterezadelevantarseenaquellariberadeheroicidad,dondetodosemenospreciayserecoge.

    Habíaqueservalienteparasabersepararfrenteaaquellamujer.Tenerelatrevimiento de citarla en alguna parte. Excitar una de aquellas armas quevendía y que según los chamarileros siempre están envenenadas por «losindígenas».

    Selaveíadispuestaalaalegríadeparlamentarconelhombreysintemeralaluchaencarnizadadelamor.

    Desdelamañanaseestabadefendiendodelasgarrasquetieneelhombreparalamujerseductora.

    Todaslasmanosteníanquebuscarla,queriendoatraparla.«¡Tíocochino!»—gritabaella,acadapaso,dedicandoa losbarrigonesy loscamándulasun«¡Tíopreñado!»,queteníagranéxitoenlacomadrería.

    Un purgatorio de manos de deseo salía de todos lados buscando subelleza.

    HabíaadquiridoallíenelRastrounacosadenodarvaloranada,queeraloqueledabaaquelencantosibilescoydesdeñosoquehabíacazadohastaaaquelviudodeojosdeloco,quenopodíayaconsudesvergüenza.

    Ofrecíadurezasdemagnoliaaúnarropadaporelapretadocorsédetodassusblusas,difícilesdeentreabrirdespuésdehabersidosiempretanhonestas.

    «Estáloca»—decíanloscompadresdelosotrospuestos,comentandolasideaslibres,queexponíadesdesuhonestidad,peroselesveíasatisfechosdesuvecindadenelpuesto,viéndoladespertarmiradas,quebuscabanelrincónoscuroenquesecolocabaaleeryobservar.

    Había tardes en que parecía una muñeca de cera espantada de ver elmundo,yhasta losque ibanmásdistraídosparabanmientesenaquel rostrocomosihubieseenélcremadeluzdeacetileno.

    Teníaelarrojoquehabíaquetenerenaquellamanigualibre.

  • Esta tarde no lee el novelón, sino el periódico, pues vienen nuevasreferenciasdelposibleencuentrodeAsorconlaTierra.

    Losastrónomossehabíanpuestodeacuerdoconlosgitanosparapredecirqueunanochedelmesdeagosto,laTierra,comobalóndefútbol,ibaarecibirunpuntapiédeuncometallamadoAsorporquehabíasidodescubiertoporelastrónomoasíllamadoyquesepaseabaporlosmaleconesdelaastronomíacuandoalcometaledioporasomarse,entreabriendolacortinaazul.

    Eraeldiezyochodeagostoeldíaseñaladopara lacatástrofey todoelmundo quitaba las hojas del almanaque conmenos indiferencia que nunca,como si fuesen declarando sus últimas voluntades a cada nueva hojaarrancada.

    Elalmanaquecontraugurabaconsubuenapanzadehojasintactas,quenohabía que apurarse porque a todas las fechas posteriores al diez y ocho deagostolesllegaríasudíanormalenquelaspersonashumanaslasleeríanhastallegaralevantarlahojadeltreintayunodediciembreconlagravemanoqueselevantaesedía,queesnadamenosqueelaldabóndelañosiguiente.

    QuizáporlaproximidaddelchoqueentreelcometaAsorylaTierratodalachiquilleríaestabasobreexcitadaaquellatardecalurosadejulio.

    Enaquellosniñosyniñas,casiencueros,losomoplatos,heríanelaireconpuntiagudezofensiva,haciendoelgestoquesuelenhacer losomoplatosquelosdescoyuntadosdeCircosonsacancondificultad.

    Unadeaquellastíasseburlódeloqueenseñabaunachica.

    —¡Comotienetanbuenaescultura,esperaquelaveaalgúnpintor!

    —¡Va a haber que darle choricito de perro para que se engorde!—dijootra.

    —¡Gilipollas!—gritabaunrapaz, llamandoaotroparaqueleayudaseadesviarconbarroelitinerariodelaguaderiegoquebajabaporelbordedelaacera.

    Un crío lloraba en el fondo de un cuchitril como agarrándose con lasmanoslargasdesusllorosalarejadelaventana.

    —¡Hijo!—gritabaunaviejadentro—;nollorestanto,queparecequetematan.

    Unaniñaqueseasomóalaverjadelaventanabajera,dijopordecir:

  • —¡Animalito,pobrecito!

    Laabuelaentoncesseindignó.

    —¡Niña,veteallamaranimalesatushermanitos!

    Sobre la madre de la niña, que cosía frente al portal, cayeron aquellaspalabrasyentoncessevolvióhacialavieja.

    —Valientecencerroeseltalniño.

    —El cencerro al cuello de su marido—dijo, airada, la vieja, desde elfondodelloquerorevueltoqueibatomandolahabitaciónenverjada.

    —¿Sabeustedloqueledigo?¡Quemetoquelospimientos!

    Larefriegaquedócortadaporesaúltimafraseambigua,quenosesabíaloquequeríadecir.

    Porhablardeotracosapreguntólaporteraaldelpuestodeenfrente:

    —¿DóndevalaMaría?

    —VatodaslastardesaSanJuandeDios,averaunaparienta,alaquelehansalidounosgranosconagüinche.

    Loshombresdesusproximidades,donDamiánydonPedro,hablabandetoros.

    LaseñoraCarlota,ladelpuestodeplumerosyhules,dijo:

    —Esunafarsa…Todoshuyendelpeligro.

    —¿Quétorerohamuertoenauto,señoraCarlota?—preguntóentonceslaportera.

    —Frascuelo,hija,Frascuelo—dijoCarlota.

    —Vamos,guasona—repusolaportera.

    Enotrocorroysinsaberporqué,seoyóesasalidadetonodelrefrán:

    —¡Quenohayamocosdondenohaypañuelo!

    Tiposcamastronesy lentospasaban llevandoelbastóncomoromanadesubrazo.

    Otros tipos, cuyos rostros aparecían apagados de intenciones y como sisóloestuviesencubiertosdecenizas,erancomoloslilasdelacontemplación.

    Una mujer, con el morado de la locura religiosa en el rostro, pasó

  • gritando:

    —¡Lasnovelas, lasnovelassonlasquetienenperdidoelmundo!¡Leed,leednovelasyyaveréisdóndevais!

    Subía la cuestaunchico, condos latasdeados litros, llenasdeaguaycolgadascomoplatillosdebalanzaalosextremosdeunpalo,artilugioqueleconvertíaenniñochinoporlasveredasdelaChina.

    —¿Peroseráverdad lodelcometa?—preguntabadevezencuandounavoznueva.

    —Yovoyagastarmeunosdurosquetengoahorradosparaquenomepillelacatástrofeconesoguardado.

    LaNardointervino,levantandolacabezadelperiódico:

    —Todo esto de las órbitas es un lío… Prefiero esperar sentada a quellegueesanoche.

    Y comenzó a recoger una a una todas las cosas que había de colgar ydescolgartodoslosdías.

  • 2

    LaplazadelProgresoestabaenvueltaenesanubedepolvoblancoqueseaglomeraallísiempre.

    Todoestabametidoenunanubedecalormezcladoconpolvosdearroz,nubealegre,jacarandosaysiempreconciertacoqueteríadebarrio.

    Unos misteriosos vendedores de relojes ofrecían aquellos cronómetrosque andan sólo mientras los chalanes los prorratean, pues inmediatamentedespués,dejandefuncionar.

    —Yo creo —decía uno de los escarmentados— que andan pormagnetismo personal como esos relojes de cristal de los prestidigitadores,que,sinningunamaquinaria,marcanlashorasquequiereelpúblico.

    Relojesdeundoradonideoronideoralina, el que losvende los frotacontrasuamericana,comosiasílesinfundieranuevavida.

    En aquel rincón las piedras para los mecheros eran falsas, granitos deplomosólo,ylosdécimosteníanlafechaenmendada.

    Pasaban esos vendedores inefables de la modestia madrileña, como lavendedoradeabanicosparaniños.

    Unascomadreshablabandeaquellapobremuchacha,a laqueacababandehacersufrireltimodelabata.Aúnllorabaenungrupoladespojada.

    —¿Atiquétedijoesamalamujer?

    —Que era de mi pueblo… Después me preguntó si tenía dinero paracomprarme una bata negra…Esome puso a temblar…Yo le dije que porDiosmedijeraquésucedía,sieramipadre…Ellamedijo…«Dameeldineroy vamos a comprar la bata…». Yo le di todo lo que tenía… Entramos acomprarlabatanegrayentonceselladesapareciódelatienda.

    —Por lomenos—dijo una comadre sensata— es robo con consuelo…Mejor es que te hayan robado que no que fuese verdad que se te hubiese

  • muertotupadre.

    «La cantaritos», célebre mujer de la calle, vestida de percal y reciénbañadaenlasfuentes—quedepasoretiñenelpelo—eradelomáslimpiodelmundo.

    Vieja,arrastrada,sinnadaparacomer,eraunejemplode«desgracia»queeraconvenientequepasasefrenteafuturasdescarriadas.

    —¡Yfueunacelebridaddebellezaensutiempo!—decíaRicardo.

    LaOdalisca,lacélebretiendadecorsés,lucia,ensuscuerposdeampliascaderas,corsésparamorenasquesecombeanysevuelvenmássuntuosasencuantosequedansinellosyquenopodránservirdeningúnmodoparaesassílfidesquecuandosequitanlafajasequedanmásflacas.

    Enlacerveceríadelmediodelaplazasesentarondosjóvenes,huéspedesde una hospedería de la calle de Carretas y que vagabundeaban desde tantemprano. El uno era un tal Samuel Barros que había venido de Toledo aestudiarAduanashacíacincoañosyelotroeraunpobrecitoquehabíavenidodeAsturiasaestudiarparaCorreos.

    —Las popas deben ser redondas —insistía Samuel—. Estrechas,significan mala constitución, o sensualidad de serpientes o tornadizasensualidaddegalgas…HayquedesconfiardetodamujerenlaquenoseleredondeenbienlascaderasysupopanotomelapompaqueDiosledio.

    EnesopasóLaNardoyAdolfoinsinuóaSamuel:

    —Ahítienesunadelasquetegustan.Peroésanoesparati.

    —¿Queno?Pagatú,queyatelodaréyoalanoche—dijoSamuel,quesaliócorriendotrasLaNardo.

    LaNardo,quesesentíaaquellamañanaflojaycomoindefensaanteaquelsaldo que imponía a la vida el anuncio del cometa Asor, desgarrando elterráqueo,oyóqueunavozcontonodedesvergüenzaledecía:

    —¿Selapuedeacompañarparasaberdequécolortienelavoz…?

    LaNardo,queotrodíahubieraseguidosucaminosinvolverlacabeza,sevolvióconunasonrisadecorazónabiertodeparenparycontestó:

    —Hastaahoranohabíaoídoquelasvocestuviesencolor.

    —Pueslo tieneny lasuyaes«modoré»:negrillaydorada,connegrurasdepasiónylucesdealegría…

  • La Nardo sintió que así es cómo ella había soñado que le hablase unmozo, con esas incongruencias y medios tonos que sólo se oyen en lasnovelas.

    Samuel se dio cuenta de que había «fijao» el torito y se pusocompletamenteasulado,singuardaresemediopasohaciaatrásquerevelaelcomedimientodelosenamoradosreciénadmitidos.

    Conesa sensaciónde apariciónconque elhombreque lamujer cree el«elegido», se presenta a ella, Aurelia vio en Samuel al hombre que haapresurado el pasoprecisamente para que ella no se quedara sin amor si elmundoseextinguíaeldiezyochodeagosto.

    Sedijeronsusnombres,ellalemostródesdelacabeceradelRastroelsitioenquehacíacentinelayélleconfesó,paraengañarlamás,quelahabíavistomuchasvecesallíyqueporesoestabatanenamoradodesusojos.

    Semostróellamiedosadesumadre,puessupadrastrolateníasincuidadoyporesolerogóquelaesperasealanochecer,aesodelassieteymedia,enlarinconadadelaplazadelHumilladero.

    La detuvo Samuel un largo rato más después de conseguida la cita.Conocíamuchascitasirrealizadasynoqueríaqueaquéllapudiesefallar:

    —¿Muchosnovios?

    —Ninguno…Hearañadohastahoy.

    —¿Peromeesperabaamí?

    —Mentiría si le dijese que no… Quería ver aparecer un chico con lalenguatansueltacomoustedyquenosentendiésemosmuydeprisitaentodoloquedijésemos.¡Hanpasadopormiveratantostrastosviejosynuevos!

    —Aurelia…

    —No, no repita tanto ese nombre, que no es el que me gusta que medigan.

    —¿Puesnomehadichoustedqueeraelsuyo?

    —Sí, al principio… Pero es que, de hace un rato a ahora, ha pasadomuchotiempo…Yporesolevoyadecirquequieroquemellamecomomellamanlosmíos:LaNardo.

    —¿La Nardo? ¿Y por qué? Un olorcillo a una flor muy buena habíasentidoyoyaasuvera,peronohabíacalculadoquefuesenardo.

  • —Puesnoesporeso…Esporeltonodemicolor.

    —¡Esverdad!Ensufrenteabombadaygraciosaestáelmejorcapullodelavara…Yqueesustedcomoesasvarasbuenasenque todos loscapullosestáncerradosyseestánabriendotodalavida…

    —Notantaszalameríasyhastaluego…EnlaesquinadelHumilladero.

    —Adiós,miNardo.

    —Adiós,Samuel…

    Samuelséquedóunratoviéndolaponer taconesdecabramontesaeneldespeñadero de la Cuesta del Rastro, apresurada, volviendo la cabeza,pareciendo ir a doblarse en un tropezón sobre aquellas piedras toscas de labajada, precipicio de los andurriales madrileños, pero sus garbosas piernashacíanun arcoy colocaba el firme tacón en el escalóndel irse a caerynocaerse.

    Samuel,por fin,diomediavuelta, riéndosepordentroestrepitosamente,comosisehubiesetragadolapianoladeunbar,viendoenaquellasuertetaninesperaday tan rápidaun comienzode felicidady elmotivoque esperabapara gastarse la hijuela de sumadre, breve pero suficiente para rematar unnegocioalegre.AquellolopresentíacomopreparadoporlaProvidencia,quees la que escribe el nombre del premiado a estos regalos de mujeres yhombres.

  • 3

    Día trasdía sehabíanvistoyahacía casi unmes en aquel recodode laPlazadelHumilladerohechoparanoviosquenoquierenmoversemuchoyquieren ese abandono que hay en los sitios en que se han almacenado lospapelestirados.

    Avecesdabanunavueltaporlosalrededores.

    A él le gustaba gritar en los portales porque en todos sonaba la voz dedistintamanera.

    —Miraéste—dijoenunaocasiónfrenteaunportalatrasmanodetodoslosportales—esaquelenqueCristodiolastresvoces.

    Aveceseraatrevidoensuscomparanzasparaqueseasustaseella.

    —Mira—decíafrentealamujerquedabademamaraunrorro—leestádandotetausada…Miraquecolorcillotiene.

    Éllamentíamuchoyellalesolíadecir:«SabesmásqueLepe,Lepijoysuhijo».

    La dominaba. Ella quería comprar aceitunas al aceitunero, pero él ledemostraba que estaban envenenadas, que de ningúnmodo debían comerseaquellasaceitunasremojadasenaguadearrabales.

    Abusabadequeunadelasdulzurasmayoresquesepuedencometerconlamujerchulonaesquitarlelaspeinetaschicasypeinarseconellas.

    —¡Trae,trae!—gritabaellacomosilahubiesedejadosinsusagallas,sinalgosinloquenopodíavivir.

    Ningúnpeinetanvoluptuoso,tanceñidoalasguedejas,suaveyprendidocomoelpeinecillominúsculodelascastizas.

    Losgritosdelospescaderos,elegidosporsuvozdetenores,dabanvueloalospescadosenaquellascallesdesusidilios.Eltemordelapescaderíaera

  • eldequedarseconmuchoparamañana,pueselhielonobasta,parasalvardelacorrupción,nicinceladoporlosartistasdelmartillodemadera.

    Erabonitoeltalarrebatodesusbarriospopularesquedistraedelconflictoque la mujer llevaba en sus entrañas. Los barrios silenciosos y ricos paraquienestenganmenosconflictosredañeros.

    Seveíanlosletrerospobresde«¡YABAJÓELACEITE!».«¡ELVALDEPEÑASDEVALDE!».

    Pasaban mujeres jóvenes y bellas que iban pegando y despegando delsuelosusmediassuelasnuevas.

    Separabanantelosescaparatesdeconfeccionesparamujeresyniños.

    —Mira—decíaella—ungorrodedormilona.

    —No,esungorrodeparida.

    —¡Calla,hablador!

    Anteunescaparateconlamesapuesta,conmuchacristalería,dijoella:

    —Nosesperan…¿Llegaremostarde?

    Samueldijo:

    —Noesparanosotros…Esoesparalosquesecomenlaherenciadelqueacabademorir…Tienenmuymalapatatodasesascopasconelbordenegro.

    Ella,enaqueldicharacheoperpetuoenqueSamuellaempujabacontralasparedes,seponíadeprontomuytristeparaqueélnocreyesequepodíaabusardeella.

    Queríadecir:«Teadoro,puedesabusardemí,perofíjatecuánta tristezadejaríaenmítuabuso».

    Lo usual en ella era estar alegre, pero a veces, como no queriendo queolvidase él quepodía estar triste y se contuviese enponerla así, tomabaunterribleaspectotrágico.

    Elmarrullerolacontabamuchashistoriasdelossitiospordondepasaban.

    —Tequieromásporquesabeslahistoriadetodo—ledecíaella.

    Sesentabanenlasmesitasde«ElParnaso»,eltupidelaPlazaMayor.

    La tarde de provincia estaba caída dentro de la Plaza, agarrada a losbalcones,uniendotodoslostiempos.

  • El reloj hacía con susmanillas el punto grueso de la red de horas paracontenerlahistoria.

    Muchachasde lavidadudosahacíanqueesperaban juntoa laparadadetranvías y los cobradores que las conocían las comprometían, diciéndolesadiósconsobreentendidogesto.

    Mujeresdesastre—cosedoras,paridoras,cavilosas—seasomabanalosbalcones.

    De los barrios fuertes venían los hombres conmandilón largo que hantajadolaviandacrudadelaciudad,loquequedabadetrásdeelloscolgandoentiendasydespensas.

    —¿Yaquíquemaronamuchagente,segúndicen?—preguntóella.

    —Aquínoquemaronanadie.AquílostraíanparasentenciafirmeydesdeaquíeranconducidosalosquemaderosdelaPuertadeAlcaláydelaPuertadeFuencarral.¡Lapesteacarnequemadanolahubieranpodidoaguantarnireyesnivalidos!

    LaNardo,queleoíaengañada,respondióasuspalabras:

    —Puesdejamuy sosa laplaza el queaquíno sehubiesencumplido lassentencias.

    —Las de sangre y degüello se cumplieron… Allí en aquel rincón, esdondeseempleabalacuchillaquesufriódonRodrigodeCalderón.

    Elairede laplazaeraaire troveroparaapalabrarseallíymarcharseporcualquieradesusdesembocadurasasitioderecato,aporteríadealcoba.

    El Madrid veraniego tenía ese tono de incendiado bajo rescoldo deestrellas,cayendoalgunascomotizoescapadoalamaquinariadelmundo.

    Aureliaqueríaquetodollegaseaquellasnoches,hastalaconsumacióndeldestino.

    Pasar por entre las verjas de los jardines y reposar sobre la hierbaconvidadora.

    Las fuentes refrescaban la noche y se sentía su surtidor como un juegoinútil,comounartificiodeverbenaparapunteríasperdidas.

    Acababanenunportalsinporteríaquehabíacercadesucasa.

    Samuellohabíaelegidoparalasdespedidas,porqueamabalasmáximas

  • verdadesdelavidayporesopracticabaladeque«dondemejorsabeelamoresenlosportales».

    Laacosabaenaquelportalenquehabíaahogodecapillaporelolorquedespedía el pelo de ella, lleno de brillantina, y cuando ya ardían comodosincendiadossedespedíanhastamañana.

    Ella se ibaponiendo laspeinetasenmejor sitio, recogiendogreñas,yélvolvíaasucentromatemáticolacorbataladeada.

  • 4

    Por aquellos días le planteó sumadre la cuestión del viudo, aquel donPedroquevivíaenelmismocorredor.

    DonPedroerauntipodehombremaduroteñidoconelnegrodelasbotasyporentrecuyasnegrurasleasomabancalvasblancasyfatales,chichonesdeldestino,comosilehubierendadoenlacabezaconlosgrandesmartillosquesirven paramarcar la fuerza en las verbenas. Parecía llevar en la cabeza elrecordatoriodesumujer.

    —¡Noquierounviudo!—gritóAureliaasumadre.

    —Perochica,¿quétieneunviudo?

    —Puesviudez…Hedichoquenoquiero.

    —¿Asísehabla…?Hayquerazonar.¿Quéleencuentrastú?

    —Puesairedemesilladenochemuyusada…

    —¡Vayaunmododehablar!¡Conlobuenoquees!

    —Bondaddehipócrita,deachantadordemujeres.¡Viudo!

    —Mira que quiere casarse en seguida y tiene tierras y una herenciaposible…

    —¡Vamos, que lodel cometa le hahecho adelantar los asuntos…!Puesporlamismarazónyoheadelantadolosmíos.

    —¿Ysepuedesabercuálessonlostuyos?

    —Derechosdelamor,madre…Yotambiénteníaquequereraalguien…

    Quedó largo rato pendiente del aire aquella pregunta tan natural queparecía hacer que las novias se echasen a cuestas a su novio, como si leayudasenavadearelidilio.

    —¿Yquiénesél?¿Unvendedordebidonesusadosydebotellasviejas?

  • —Nadadeeso…Unchicodecentequepodráhacer loquequieraen lavidayquemesacarádevendedoradepobrezas.

    —Quéjateencima…Sóloconesepuestotendríasunarentaparavivirencasodemoriryo…¿Creestúquemehubierayocasadocontupadrastrosinohubieras quedado independiente gracias a ese cebo de pobrezas? En esepuestodeporqueríassepodráquedarloquequieras,lomejordeloquebajeolopeor, loqueteconvenga…Peroesosí,sinomeconvieneelyernonoletraspasoelpuestonilahija,máxime,siendocomoeres,menordeedad…

    Dicho eso, la madre se retiró a dar coba a la artesa y Aurelia salió aescape,buscandoenlacalleyenelnovioconsueloaaquellasintransigenciasdequienlaparió.

    AhorasecitabanenelPaseodelasAcacias.

    Se citaban junto a un poste de madera agrietado como si le hubiesesentadomalelclimaysehubieseresquebrajado.

    Peroaquellatardenopudoesperarellaallí,porquehabíaungatomuertojuntoalposte.

    Al llegar Samuel echó tal mirada de desesperación, que comprendióAurelia que aquel hombre la adoraba. No iba a ser aquel amor un amorcualquiera. Aquel hombre iba a ser el Salvador. Le llamó desde la otraesquina.

    —Samuel…Aquí…¡Queahíhayuncadáver!

    Leexplicótodolodelamadreyélrespondiósólo:

    —Si no estallamos todos el día diez y ocho, ya pensaremos en lo quetengamosquehacer…Ahoraaamarnossinpensarenmás…Dameelbrazo.

    Y siguió con ella del bracete, entregados a unos largos silencios demerodeo.

    Buscaban el caminode las vacadas que iban a encerrar en elmatadero,caminooscuroquesellenabademiedosypolvoespeso,denubesdeganadosdeovejasqueponíanenelsueloeseentrecomilladoquehacealoscaminoscaminosbíblicos,parecíanaborregadasnubesquehubiesencaídoenelsuelo.

    A él le parecía aquel espectáculo estimulante del amor y de susensimismamientos.

    Losnovillos saltabansobre lasvacasveloces,peropronto seescurrirían

  • en la carrera, como encuclillados y torcidos, cual si se derrumbasen de suquimera de deseo, como si supiesen que por última vez podían gozar a lahembrayseempeñasenenconseguirlo.

    Denuevo,comoengavilándosesobreelcielo,volvíanacabalgaralavacaen despropósito de formas, en cubrimiento torpe, soltados otra vez por elescapedelganado,llevadocomoaladerivadeunariada.

    En la carrera los toros eran zancones y sus cuernos resultaban perchasdesgualdrajadas.

    Sólo adquirían de nuevo apostura descomunal cuando el semental,encabritándosesobrelosdemás,volvíaaserfantasmamonstruosodelahoradelaspesadillas.Empinadoteníaalgodeárbolaplastanteyrijoso.

    Despuéssubíanpor lacalledeToledodespacioyella se ibasolapor lacallede laRuda,comosihubiesedescubiertoque teníaunabellezadistintaparacadadía,orgullosacomosifuesevestidacondiferentedisfrazqueeldíaanterior.

  • 5

    Nadie repetía la predicción; pero se filtraba en las almas como esoslíquidosquesecuelanconunpaño.

    Lasombramáspesadaeslasombradelasnubes,quegravitaconpesodecielosobre lasespaldasde losquesehacen losperdidosy losdistraídosenmedio del paisaje, pero aún es más pesada la sombra del presagio de uncometa, porque la derrumbación tendrá empuje que extravasará el enormecántarodeloépico.

    Todalatotalidadpesasobreesecometayestáagarradaaél.Alaluzdeesas estrellas amenazadoras se fabrica, comobajo el golpe delmás potentemagnesio,elúltimoretratodelahumanidadysefijanunosretratosdebodaquesólohainspiradoelterroralastro.

    EldíadeAsor iba llegando.Loqueapenas secreía sevacreyendo.Laverbenafatalcuelgasusfarolillosenlanoche.Asorvaaincendiarelmundoconloscohetesdesuinfluencia,yalpasarenplenafiestajuntoaéllovaaabordar sólo con remover con su enorme proporción las aguas de sualrededor,losespaciosalteradosporlasmáspotentesruedasdelatempestad.El gran barco de la Mala Real Sidérea irá embriagado por uno de esoscotillonesdelCarnavalextrañosasufecha,queseimprovisanenlosbarcos.

    En las noches, todoMadrid se asomaba a las ventanas, viendo cómo elcáncerdelcieloprosperabayresultabainconfundibleconlasdemásestrellas,hastaconesecélebregallodelcieloqueesJúpiter.

    Asorsehinchaba.Estabamásbelloquenunca.Seveíasuventanalabiertodeparenpar.Tocabalosgramófonosinmensosdesussalonesyesplendentedecinematógrafosatraíacomolaluzdeunagranlámparaalosmariposonesperdidos.Eracomolaverbenadeunaestrella.

    SehablabadeAsordebalcónabalcónyseveíacómoreposabaelenormebotijosobreelaltobalaustraldeloscielos.

  • Losenamoradosestabanprontosaencargarselaalianzaurgenteenlaqueestuviesegrabadalafechaenquetemíanelnaufragiofinal.

    ElcometaAsordabauninsomnioinolvidablealosmásapasionados,enlos que el miedo insuperable se mezclaba a la pasión. Velatorio medio deviajepormar,mediodeviajepor tierra,mediodeviajeaéreo, ibaaseresevelatoriodelanocheenqueelcometaenconadoytemiblepasaríajuntoalapuertadetodosyharíavibrarlosvasosdelasalacenas.

    Alumbrados en el agachamiento de la vida por la lámpara envuelta enpapeles y tocas del enfermo, todos sentían cómo el mundo pasaba por unseptenariofatal.

    Lasúltimascenasdelamedianochesedespachabanenesacontemplacióndeldesalojamientodelmundoyeranmásapetitosasquenuncayeljamóneramáscuradoyserrano,conungustoexquisitodeúltimojamóndelmundo.

    El nuevo temor sideral hacía que esperasen muchas almas ese suicidiocolectivoquesupondríaesacaramboladetresmundos,pueslabolarojaquees Asor tocaría a la bola pintada que es la Tierra, y ésta, a su vez,entrechocaríaconlabolablanca,queeslaLuna,lapobreLuna,quejuegauntercerpapelinevitableenloquelesucedealterráqueo.

    LaTierraconservabasuimpasibilidad;perocuandoseapagabanlaslucesdelascasas,lasgentesseasomabanparadirigirlaoraciónindecibleaAsor,quizásolímpicoydespectivo,quizásaviesoysolapado.

    Esedíadegranverbenadelamuertequeseprepara,esediezyochodeagosto, adornado con farolillos de miedo y pasión, gravitaba sobre losalmanaques como hoja fatal, la hoja en que pueden quedarse parados parasiempre.

    Porsíoporno,lasrisaslocaseranmáslocasylavoluptuosidaddevivirseespesabamás.

    Samuel,envísperadeldiezyocho,sepreparabaporsiacasounanochefeliz antes de esa madrugada en que estaba anunciado el terribleacontecimiento.

    Desdeluego,empeñócuantascosasdepocousotenía,porqueleparecíaunagranujadaúltimaeimportantísimaengañaralosprestamistasycorrerlapostrimerajuergadelmundocondineroqueyanopodríanrecuperarmás.

    Samuelrebañótodassuscosas.Hastalacajadecompasesfuealacasade

  • préstamos,porquecomoélpensó«suprimidoelmundo,¿quiénvaaaprenderGeometría?».

    LaúltimadudaquelequedabaenaquelapresuramientoaSamueleraquesinosehundíaelmundo,¿conquéibaaseguirviviendoyestudiando?

    Todoestabajugadoaaquellamismacartaysobreellahabíaamontonadotodasucredulidad.Siperdíairíamejorquesiganabay,sinembargo,queríaganar.

    Todaslascartasqueteníaqueescribirlasdejóparadespuésdeldíadiezyocho,porquecomosedecía:«¿ysinolastengoquecontestaryadeningúnmodo?,meahorrolossellos».

    Nisecosíaunbotón,niapenassecepillaba,porque todo lodejabaparadespuésdeldiezyocho«sivivoparaentonces».

    Todo loveíadiferido,nadadolorosonihalagüeñoenelporvenirporquetodoquedaríaconmutadoeldiezyochodeagosto.Desde luego,apartirdeesta fecha, todoensuvidaresultaríaunpococuradoensaludde lamuerte.Veía vencidas las asechanzas del porvenir. Ya podía ser fuerte ante losacontecimientos,puessehabríadespedidounavezdefinitivamentede todaslascosas.

    Comoesequeatodoloquepiensasedice:«cuandometoquelalotería,—élsedecía—:cuandopaseeldiezyocho».

    Samuel se quedaba soñando sobre los libros que abría para tomar elaspectodelquearapormediodellibroenelsurcoquesevuelveacerrarenelcentrodecadapáginaquesepasa.

    Toda necesidad, todo proyecto quedaba devuelto a su incipiencia hastadespuésdeldiezyocho.

    Las hojas del almanaque disimulaban una serenidad que no tenían. Sequemaban más con aquel sol de agosto y tenían una cosa de vividas quecontrastabaconlasposibleshojasinéditasenblanco.

    Primero un poco de mentira, pero ya completamente de veras, ibadejándolotodoparadespués.

    Le salió enelperiódicounanuncioqueauguraba lamejor existencia alque comprara lamágica bola de cristal y también lo dejó para después.Enaquelmomentohastaelselloquepedíaneraungastoinútil.

    Asíamanecióeldíadiezyocho.

  • Madridalborabaconcúpulasylucesdepandorado.

    Unolorabuenasuerteseesparcíaporlaatmósfera.

    —Huele a que nos va a tocar la lotería—dijo el compadre de alcoba aSamuel.

    —¿Sesorteatambiénhoy?

    —Hoynossorteamostodos.

    Unairedevidabienconservadasedesplegabaenaquellamañana,comosisaliesedeunaantiguacasadeempeño.

    La trasilueta amarillenta de todos los remates de las casas era como denatillasdebuendía.

    Samuel se lanzó a la calledesdemuy temprano, remachandoel plandeultimátumquepreparaba.

    «MispalabrasdehoyconAureliatienenquesermuysintéticas—sedecía—.Unamásqueledigaynoserámía».

    Teníavagardecriminalantesdecometerelcrimen.

    Estabaalegredeverundíaasíypidióenuncaféunabuenapaella,peroqueestuviese«muyamarilla».

    Suplanibahacialamediatarde,pueshabíaquedadoconAureliaqueellacerraríamuytempranoelpuestorastrero.

    Entre sedes y cansancios llegó a la hora de la cita. La Nardo se habíaadelantadoyyaleesperabacuandoélllegó.

    —Tienecaradeúltimodíadelmundo…Esbuenoelbochornoquehace.

    —Porsersuúltimoazul,elcielohasacadolacolchadecuandosecasóconlaTierra.

    —Los periódicos aseguran que va a ser verdad…Un sacerdote predicaestanocheenLondreselsermóndelasúltimaspalabras.

    —Estamadrugada,alascinco,todasnuestrasilusionesmuertas.

    —¿Ysilasrealizásemosantes?

    Samuelhabíalanzadolapreguntasinpreámbulo;deunmodoindubitable,atravesandoconsuaceroelalmaatemorizadadeAurelia.

    LaNardosequedópensativa.

  • Samuelnoquisodejarqueserehicieseycontinuósumurmujo:

    —¿Esquesiendotanposiblequenonosvolvamosavervasapasarestamadrugada en tu casa?Bienmerece que no vuelvas esta noche, paramorirjuntossilacosaescierta,yparavolvermañana,losdosjuntos,siresucitamosdeestamuertequenosauguran.

    —¡Suelensertanfalsasestaspredicciones!

    —Pero ésta tiene más verosimilitud… El director del Observatorio deAuverniahaconfirmadorotundamentequeelcometachocaráconlaTierra…Estaremos en vela toda la noche, divirtiéndonos muy juntitos por últimavez… Iremos a la corrida nocturna, después a la verbena, después a veramanecerporúltimaoporprimeravez…Porprimera,porquenuestrauniónva a afirmar el mundo esta noche… Sólo por piedad de nuestros besoscontinuarálaTierraenelespacio,siesquecontinúa.

    LaNardoopusoalgunosreparos,peronopodíadejardeagradecerleaélquepasaseconella aquellaúltimanochede suvida, enque los juramentoscaerían tan en lo hondo de ellos mismos que no podrían dejar de serverdaderos.

    —Peronicontigonisinti,podréyavolveramicasa…

    —Eso ya lo veremos mañana… Ahora a pasar la noche más feliz denuestravida…Túcogestumantoncitodeflecosyloquequierasconservardejoyasodeahorrillos…Yoaprepararunaúltimanochedealegríaydeamor.

    LaNardosedejóacariciarmásquenuncaycaminaronhastaelsitiodelasdespedidasenunsilencioespesodedulzor,comosipreparasenafuegolentoelpostredelanochedelaugurio.

  • 6

    Saliódespuésde cenar a esa hora enque solía dar unasvueltas con lasamigasyseagregóaSamuelquelaesperabaconunosojosmásdegatoquedecostumbre.

    Elapretóndemanosfueeldelacomplicidadsumaytomaroncaminodelacorrida.

    —Notraigomásqueloquehepodidoecharmealbolsillo…Noibaasalirconuncajón.Enelbesoquemehadadomimadrehenotadoquesospechabaalgo.

    —No, mujer, es que por si acaso te ha despedido en última noche delmundo…Noolvidesloquepuedeserestanocheyapriétatemuchoamícadavezquelosientas.

    Entraronenlaveredadelosqueibanalacorrida.TodoelMadriddeesanocheteníaungestoespecialdefrenesícontenido.

    Samuellamirócomoapancomido,conmiradadeavidezsuprema,confaucesdedragón.

    Ella iba más color nardo que nunca, nardo que va a estar en segundasazón, contrastado con el blanco de su rostro el color sangre del pañueloceñidoalagargantayatadoconunfuertenudo.Eraunacostumbredelbarrioyde la chuleríade lasmocitas, aquelladeponerseunpañuelopormiedoaquelaguillotinadeltiempolasatacaseelcuello.

    —Estanochetequitasesepañuelo—pidióSamuelconintransigenciadeamante.

    Ella, ya sinmiedo a las terribles anginas deMadrid, dejó como reciénestrenadalablancuradeaqueldescote.

    Llevabaun traje llenode trencillasyflecosquese ibanentreabriendoalandarcomounacortinapeluquera.

  • Teníaalgodeheroínadelafiesta,siendosusflecoscomolasnumerosasbanderillasqueoscilansobreloslomosdeltoroyalgotambiéndelasangrequechorreaencintillasyflecosdesutestuz.

    Mujeres jóvenes, guapas, con blusas flojas en que se movían conlanguidez sus senos enlechecidos, llevan sus criaturitas en brazos. Es a lostoros el único espectáculo al que puede ir una criatura que llore sin que elespectáculoseinterrumpa.

    Más que siempre, la ida a los toros nocturnos tenía algo de huida deMadrid,porqueibaasucedereltemblordetierra.

    Muchedumbredefuegosartificiales,muchedumbrequevaavereleclipsetotaldelunasehacíamáscompactayenelcaminosemioscurodelanoche,brillaban losmantonesde crespóny seveían lasbotasnegrashinchadasdepez,deoscuridadydeltintodelanoche.

    Teníaunaspectodeperegrinaciónapie,quesecomienzadenocheparaestarenelpuntodedestinocuandoaprieteelsol.¿EranperegrinosquevanalaermitadelCristodelosSuplicios?PorqueparaelCerrodelosÁngelesnoeséseelcamino.

    Seoíanlosgritosdeloscocheroslanzandosus«¡Aoe!»insistentes.

    Alentrarenelcoso,sedetuvoSamuelparacontemplarelfenómenodelanoche y vio sobre el alto pozal de la plaza una aureola de luz craterosa ybullente.

    Lapuertaenarcodelalargaviseraquedaaltendido,eracomounapuertaabiertaenungruesomurodemuralla,quedieseaundíadegranluna,aunqueunalunadeluzdensa,lacteada,llenacomodepolvosdeluz.

    Porfinentraronenelcosoiluminadocomoungrancineoungrancirco.Todoqueríaaparentarenaquellosalrededoresquesetratabadeunacorridadetarde, y los vendedores vendían las mismas futesillas y las aguadorasdespachaban agua para la sed de la noche, y hasta las abaniqueras queríanvenderabanicosparaelsoldelanoche.

    FiestadeGranCircoesestafiesta,aunqueenvezdesereltoroeseperrotraviesovestidodetorodelascorridasdecirco,fueseuntorodeverdad,pueshacíaelefectodeesenúmeroenquelosdospayasosdecejasaltassacanelbaúldemimbreanteelqueelpúblicoaplaudeporquesabequeallíestánlascapasylosarreosdetorero.

  • —ComonosvamosairalaLuna,despuésdelpuntapiéquenosvaadarAsor —dijo Samuel— allí seguiremos viendo corridas, pues estos huecosredondosquesevenenlaLunasonplazasdetorosquehayporallá.

    —Mira,pareceunpúblicoquehavenidoadespedirsedelavida.Parecenabrazadosunosaotros.

    EldespejedelacuadrillaconCharlot,LlapiseraysuBotonesalfrentedesuspeoneseratragicómico.Teníaunaspectodetropaseriaenquelospobrestoreros son unos desgraciados vestidos gravemente con su traje de luces,andandoconsu flamenquismo jacarandoso,dispuestosaseryseguir siendotorerosyalucirsecomotoreros.¡Quégrancontradicciónentreunosyotros!

    La salida del toro en la noche iluminadapor los arcos voltaicos era tanfieracomoeneldía llenode sol.Nomiró siquiera las luces;nodistrajo suimpulso; tenía el mismo arranque retador y valiente de por las tardes; lacabezaerguida,comoladelostorosdignosquenotienenmiedodenadie.

    Erannovillos,peronomuyesmirriados,y,sobretodo,suscuernosteníanlapuntiagudaformadetodosloscuernos.

    —¡Ypensarquelovanamatardeverasenbroma!—dijoAurelia.

    —¡Gran juerga para después de cenar una cena opípara de conejo contomateyrociadaconbuenvino!—dijoSamuelexagerandosuoptimismo.

    Lasbromaseranincesantes;perosólounascuantasmerecíanlahilaridad,puestodaslassuerteserancomograndesverónicasdeguasa,comohermososfarolesdechistosidad,comocoleosderetruécano,comosaltosalagarrochasingarrocha,sólosobrelapértigadelchiste.

    Parecíaquejugabanenlaplazapúblicaatorearaungolfillocualquiera,puessesorbíanelmiedo,ytodassusexpresioneseranalegres,aúndespuésdelosagudosydolorosospuntapiésquelesdabaelcuerno.

    Lospicadoresnoeranpicadoresdementira,sinopicadoresdeverdad,queclavabansulanzaconpuntadeabrelatas,yqueperdíanelcaballodestripadoenmediodelabroma.¡Grannavajadaenla tripadelmediadorcomoenlasriñasdelosborrachos!

    La Nardo había aprovechado aquellas axilas de oscuridad que seformaban en los tendidos para estar muy junto a él, temblando conexageración como si cada viaje de los cuernos de los toretes fuese unainyecciónquelapusieran.

  • Así como en las plazas de la tarde lasmujeres están lejanas, aunque avecessepongandepieenel tendidocomoorgullosasDoñasTancredasquedesafiasen a lamultitud, en las de la noche, la celestinesca luzde la nochehacedelassuyasylagransensualidadserepliegaalrededordelasmujeres.

    Se veía que era un afán monstruoso el de utilizar la noche para unespectáculo que necesita inimitable luz de sol. Primero debieron pensar enacercar laLuna, tirándoladelcordónque launea laTierrayacercarlaa laplaza.

    —¿Noseaplacaráelcielo—dijoLaNardoconescalofrío—alveratodaestahumanidadquesediviertetancrédulamente?

    —Sicometiesenunactomenoscruelseaplacaría,perosilonota,loquepasaráesqueprecipitaráelgolpazo.

    —Esverdad,unacornadaeslaquevaarecibirlaTierraestanoche.

    —«¡TomaToreo!»,diráAsor.

    —PeroelrestodelmundonotienelaculpadelaaficióndeEspaña.

    —Entodasparteshayunadiversiónigualmentecruel.

    El torogritaba, conesosberreantesgritosdemujerquehaperdidoa suhijo, al sentir los agudospinchazosde lapica, que lehapicadodondemásdueleyalponerlelosarponesdelasbanderillas,cuyosanzuelosletirandelacarnevivaatrozmenteyledanunpellizcointeriordegarabatillo.

    LlapiserayCharlot’s reíande sus arrebatos comosino les importase lasangre, y los caballosmuertos les pareciesen de esos con haldas en que semeteelpicadordecirco,soltandounaslargastripasdetrapoenlahoradelafalsacornada.

    Sobre todo, las muertes con vómito de sangre de los toros hacían másinjustaaúnlamuertedeltoroporqueeracomomatarelcorderitoconelqueacababadejugarelniño.

    Aurelianopodíamásydijo:

    —Vamosalaverbena,aquíestamosperdiendolanoche.

    Salierondandopisotonesatodaunafiladepies.

    Alapuertatomaronunsimón.

    ASamuellehacíagraciaeltrotedesupenco.

  • Loscaballosdesimón,sobretodo,tienenunfalsotrote,conelqueimitanque corren, cuando en realidad apenas se mueven y lo que más hacen esbailotearsobreelempedrado.

    Eseengañodeloscaballosmadrileños,granujasyperezosos,sedebíaalanecesidaddeengañaralcocheroyalcasualinquilino.

    Sólosielmoradordelcochecerraselosojoscreeríaqueestransportadovertiginosamente; pero si se fija en las tiendas frente a las que pasa,comprobarácómoseproyectaunlargoratosobretaltiendadeultramarinosoenlosnumerososescaparatesdeuncafé.

    Samuel,quenocerraba losojosatentosóloa las languidecesdeaquellamujer,comorefresquecidaporsumantóndecrespón,dijo:

    —Aurelia,hayquecontarlosminutosquenosquedan,conmayorilusiónquenunca…Tienesqueponertucorazónamásmarcha.

    —Tócameaquíparaqueveasquécarreralleva…Llevaunpasoloco—yofreció el lado izquierdo a la mano de Samuel, sin pensar que sobre elcorazónhabíaunsenotentador,descuidodemujercuandoofrecesualma.

    —¡Quenosven!—dijoLaNardoponiendofinalaauscultación.

    —¡Másquieroyoquelata!—dijoSamuel,queriendoborrarconesedeseoapasionadoelarrebatodesumano.

    Eseairedenochede iluminacionesque toma labuenanochedeveranoestaba exacerbado. Alrededor de las luces había la aureola polvorienta ydensadelverano.

    Los relojes públicos señalaban horas alegres, verbeneras, las horastostadas y acarameladas de la noche de verano; las noches con fuegosartificiales.

    Lasacaciasconsuramajeinquietoyalegrehacíancosquillasenlaorejaalosfaroles.

    Losmartillazosdelosaparatosmedidoresdelafuerza,queresonabanenlaverbenapróxima, clavabana lanocheen su sitio, lahacíandefinitiva, laincrustabanenelterráqueo.

    Losconductoresdetranvías,alsentir laalegríadelanoche,bailabanunzapateadosobreeltimbre,queporesotocabaeltangoveraniego.

    Lospitidosdelostreneshacíanpropagandadelosviajesalasplayas.

  • Llegaronalosrealesdelaverbena.

    Dejaronelsimón.

    Ellaenpieseaderezóparaelpaseo.

    La caía elmantón en unas caídas largas como si bajasen del cielo a latierra,comosifueseninundanteslluviasdegraciadesdeloaltodeunafiguraágil.

    —¡Québienestás!Enestanochequenoséporquéesalegre,siendotanseria, parece que te has bajado del coche para bendecir la verbena, paraayudaramoriratodosdejándotever.

    Samuellapiropeabaseparadodeella,enactituddetorerosaliendodeloschicoleos,ceñido,perosinrozarla.

    —¡Quemevasaazarar!—dijoellaofreciéndoleelbrazo.

    Lagranverbenaeralafiestaindicadaparaunanochedefinaldemundo,puescalmabalamultitud,ladesfogaba,lasaciabadesuseddeviajegraciasalos «carruseles»; de su sed de vino, gracias a los porrones libres «por diezcéntimostodoloqueseaguantesininterrumpirelsorbo»ydesuseddedaruna patada a los balones de los partidos de fútbol, ofreciendo a todos lospuntapiéslapelotaparael«goal»conpremiodeunpitillo.

    Todo lo fracasado en las multitudes se consolaba en aquella últimaverbena.

    ¿Quehabíaalgúnhombredesesperadodenohabersidotorero?Puesallíestabaese toroenquemeter laespadapordiezcéntimos.¿Quehabíaquientieneelpalpitantedeseodeusarelvolanteautomovilístico?Puesahíteníaunacoleccióndevolantesverdaderosconlosquesevaestableciendocontactoenpequeños automóviles que han de pasar por arcos de triunfo. ¿Que hay unflacoquedeseasergordo?Puesahíestabanlasfotografíasgrotescasenquebastameterlacabezaenelpatróndecorpulenciaquesedesee,oretratarsedegeneralsiesoeslofallidoenalgúnalmadesoldado.

    Todaseranrealizacionesfácilesdeansiasinsatisfechasylosenamoradossesubíanaloscanjilonesdelagranruedacomosideseasenfugarseenloquedefalsoavióntieneelalegreaparato,ylaquejugabaalarifadelosbebéseraqueteníaeldeseoirrealizadodeunhijo.

    —Mira…Todos se creen que van a vivir siempre y puedenmorir estanoche.

  • —Quizásestoaplaquealcielo…Todosparecenhaberseechadoalacalle.

    —Eslaúnicamaneradeconseguiralgo…Paralosqueestánresguardadosensucasasonciegaslasestrellas.

    —Hay una ahogada emoción en la gente… Yo siento que estoyconmovidapormuchoscorazones,noporelmíosólo.

    Cadavezmásmetidosenlacorrientedelododelamuchedumbre,Samueldijo:

    —Sinohubiesecoincididoconlaverbena,laúltimanochedelaciudadlahubierasaqueadoyvioladoelpueblo.

    La verbena tenía esa ofuscación de las ferias de pasar de unamúsica aotra,oyéndoselosrabosdemúsicaslejanas.

    Relucía la noche en los faroles a los que había tocado ser faroles deverbena.

    Entre todos los botijos lucía el de gallo, gran botijo con espolones, quetieneunacosaalegreycacareanteensufigura.Eselgallofresco,quesesalvay se redime del calor de los corrales y que al llenarle echaba el chorrosobranteporlabocacomosicantaseunverdadero«cocoriko»espléndido.

    Se veían borrachos de columpio, porque así como hay los que seemborrachandechampagnehay losque seemborrachanconelmoverseenlasbarcasdeloscolumpios.

    AureliallamólaatencióndeSamuelsobreunamujerqueibavestidaconunatelaquelehacíaunacruzenlaespalda.Tipodemuertadepueblo.

    Estabasobreexcitada,frenéticaytodoslosbalinesdeflechaquesepusoadispararSamuelenuntiroalblanco,sentíaqueseleclavabanenelcorazón.

    Tiródelbrazodeélparaquenodisparasemás.

    Pocodespuésseenfurruñóporqueélmiróaunaseñoritadelargossenos,conlosqueacornabatodalaverbenacomountorosueltoenunaferia.

    —Nocreasquemeimportanadaeseprimerpremiodetetasapie—dijoél.

    Samuel,quellevabaenlacarteraelretratodeAurelia,loprestóparaqueelminiaturistabaratoloconvirtieseenplásticaminiatura,enalgoasícomoenretratoconsenos.

  • EcharonennumerosasmáquinasdelasuerteparapoderelegirentretodoselpapelitoenquelaFortunadijesecosasmejores.Arrancabantodaslashojasdel almanaque de la suerte y tocaron todos los timbres y manivelas de laFortuna.Aunque,aveces,lesalíaaéldestinodemujeryaelladehombre.

    Sehicieronvariosretratosentrelossúbitosresplandoresdelunaconquefotografíanenlasbarracasdeltransformismo,mientrasofrecíansucabezaenlaguillotinadelosbastidores.

    Subieronal«carrusel»enquelosniñosseconvertíanenniñosantiguosyalqueerasólounantiguotranvíaalrededordelaPuertadelSolyalqueeraberbiqueadordeloscielosconsusberbiquíesdoradosyencuyascarrozassevaalpaísdelashadas.

    Loagotabantodo,lalocuradeldescarrilamientoydejugaralesconditedelas montañas rusas, los grandes relojes sin compás de los columpios, lascorbatasdechurrosreciénhechos,losorganillosquetocanloscojos—porlogeneral ayudantes de oficio en las verbenas—, todo movido en girogeocéntricoalespectador,poniendoflautasatodalaverbenaelórganodeunprimitivo«cine».

    —Estoymareadadeamorydecolumpios—dijoAureliamáspálidaquenunca,condosgrandeszarcillosporojeras.

    —Puesestanochehayquemarearsehastaeldelirio,parapasarbiendeunmundoaotro…Tenemosqueencaramarnosentodoslosestradosdelaferiaparadespedirnosbiendelavida.

    —¿Sabesloquequisierayoparaquenossalvásemos?

    —¿Qué?

    —Subir a un aeroplano… Los que esta noche estén en un avión sesalvarán.

    —No,tonta…SelostragaráelremolinoquehagalaTierraalhundirseenel vacío… Como les sucede a los botes de salvamento que están junto albuquequesehunde.

    Elalgodónhidrófilodeladulceríaentrabaacurarelardordeestómagodelos golosos, y relucían como bombones las cápsulas de las botellas queesperabanpremiaralquelograseponercollarasugollete.

    Lasbarracasdesiempremostrabandetrásde lacolchadesuentrada losmismosengañosdetiempodelosromanos.Enlostirosalblanco,elhuevode

  • alasmisteriosas es el que se ofrecía comomayor tentación al chispazo delfranco tirador, aunque la novedad fuese el tiro al blanco que operabaautomáticamente sobre el que da en su punto central, encendiéndose unvolcándelucesyverificándoselainstantánea.

    —Así—dijoSamuel—yanohabráesodeengañaralosdemáscontandofantásticoshechosdearmas.Ahoraopresentalafotografíadelbuentiradorotodospodrándudardequehayahechoblanco.

    Subieronal«carrusel»sidéreo,ySamuelledijo:

    —Mira,parecequehemosentradoenunalámparadecomedorquediesevueltas.

    Algodemariposapilladaenunartilugiodeestalactitasyestalagmitasdecristal,teníanlosdosjinetesdeltirodeldoradotrineo.

    El«carrusel»delafantasíaestabaadornadoconcarillones,contaparrabosde resplandeciente gimnasta de los circos, con cruces de primera clase,entorchados,concairelesytodaslasbrillantescharreterasquesobrarondesdeque losejércitosdejarondeusaraquellasdoradascascadasde loshombros,engatusandoconsujuegodeespejosexpresivosydelirantes.

    Samuel,subidoensucaballonegrojuntoalayeguablancadeLaNardosesentíatransportadoporlosespacios,huyendodelmundoparasalvarsedesucatástrofepróxima.

    Entraronen labarracadeGranero, el toreromuerto con la cornadamásterribleenelojoizquierdo,comotirodeprimerpremiodesuicidas.

    —Yoyalohevisto,peroquieroverloentusojos—dijoSamuel.

    —Poco verás en ellos… Cuando entro en una barraca siento que sequedan oscuros y con un largo pasillo en su oscuridad, como si entrase enunascatacumbas.

    —Túfigúrate—dijoSamuelenredándolaenelbrazocomoaunacapadepaseo—queyosoyesehombreheridoydestrozadoporeltoro.

    —¡Quéhorror!¿Yporqué?

    —Porqueasípuedesucederestanoche. ¡CómonolehubieraqueridosuhembraaGraneromomentosantesdelsuceso!¡Québesoúltimonolehubieradado! Pues fíjate que en este instante estamos los dos en el mismo caso.Tenemosquequerernosmuchoantesdecaerdesnucadosenelabismo.

  • En un interior oscuro estaban los bustos medio presumidos, mediopenitentes y trágicos de los toreros: Granero con su calañés claro con altoluto; «Gallito» con la cosa un poco estrábica de su mirada, dirigida a la«cruz»quetienecadacosaenlacocorota;«Valerito»,másrústicoycontipodetorerodesgraciado.Juntoatodos,enunestilodecuadrodecatedral«conindulgencia para las ánimas benditas» estaba la esquela de defunción deltoreroyelrecuerdodeltoroasesinoquefuebautizadoparaunatardealegre,pues el que mató a Granero, se llamaba «Pocapena» y el que mató a«Joselito»sellamaba«Bailaor».

    En el ruedo de la barraca, y detrás de una barrera para que se puedanasomarhastalosniños,seveíandetamañonatural,dentrodetresburladerosobiombosquecomunicanconlamismaplazailuminada,lostresmomentosdelacogidaquecostólavidaaGranero.

    El acto de acercarse a aquello era emocionante y la mayor parte delpúblicosentíaesapalpitaciónapresuradaygustosa,enqueelcorazónsebañacon más gusto en su sangre, durante la tarde con «hule». Todos habíanentradoenlabarraca,porquehabíanvistoenlasesquinasunprogramaenqueseanunciaba lacogidaymuertedeGraneroconseguridad.Enelprogramatodo tenía estilo de verdadera corrida: «Toros auténticos del Excmo. señorDuquedeVeragua,—yenunanota—:EstaEmpresaydirecciónartísticahantenidoespecialinterésenreproducirfielmenteycontodaclasededetallesladesgraciadamuertedeltorerovalenciano».

    Enelprimermomentoyajugabaeltoroconeltorero,enesaemocionanteescaramuzaquenosesabesiserásólounvolteoosiserámuerte.El toreroestádentrodeesaolatrágicaquepuedesersólounsustooquepuedeserelnaufragio.

    Enel segundomomentoyaestabael toreroenplenopánico,demasiadovoltijeado,comosielpresagiodemuertesefuesearealizar,manchadayaunadesusmediascolorrosaconlasangrecrespadeltoro.

    En el tercer momento el cuerno del toro alcanza al torero en el ojoizquierdo,yahíacababael lancefatal.Enese tercermomentoseobservabamejoraltoreroyaltoro.Eltoreroteníasutrajedelucesauténtico;supeloseenmarañaba sobre la arena; su coleta se enguizcaba; susmanos de cera seposabanenlaarenacondemasiadocuidado,comotemiendoromperse.

    Eltoroeraverdaderoyteníaelpelodeladehesamanchadoconlasangrebrillante,azabachada,delatardetaurina,yhastaconespumarajosenlaboca,

  • imitadosconalgodónenrama.

    Elespectáculode«lamásaltaemociónartístico-taurina»,comodecíaelprograma,conseguíaelengañocinematográfico,yaunqueerantrestoroslosqueseveíanytreslostoreros,elúltimotoroyelúltimotoreroconseguíanlahipótesisdelostresmomentos.

    Elpúblicopintadoenel telónde fondoeranumeroso,elde lasgrandescorridas, todoelabonocompleto;pero,aunqueestababiendeconfusión,desombreros de paja, de impresionismo, «estaba sentado», no tenía elaspavientoylaemociónenpiequeinspiratodacogida,pornosabersenuncasiserásóloaparatosaodecornada«jonda».

    Juntoalruedoescucharonaunamadrequedecíaasuhijo,niñodepelopeinadoconfiligranasdeviejo:

    —Mira, hijo, para que le cuentes a papá lo que has visto y deje de sertorero.

    Otroscomentabanelsuceso.

    —EltoroeselquematóaGranero;peroGraneroesdecera.

    —¿Esquequeríasquefuesedisecado?—lecontestabaotro.

    Lasmagníficasprostitutas,alasquenosacandelascasasempersianadasmásquelosmásopulentosprotectores,seasomabanalaplazaconcuriosidaddehembrasquequierenveragonizaralavíctima.

    Ponían más oscuro el recinto con sus trajes de seda negra y dabanescalofríoblancoconsus rasgadosdescotesy susbrazosqueasomabanporentrelasmangashechastrizasconpicardíademodistería.

    Un borracho frente a una cabeza de toro de las que colgaban disecadasexclamó:

    —¡Yasevequépaíseséste…!Eltoroesloúnicoquequeda,loúnicoquese «desea» para la posteridad, en vez de poner a Ramón y Cajal y aBenavente…

    Parecía querer ver las cabezas de todos los grandes hombres disecadassobrelaspanopliasnegrasenqueseempotranlascabezasdetoro.

    Todo era sabroso y castizo en la oscura nave de las evocaciones; perocuandoseproducíaunserioconflictoeracuandoelpúblicoteníaquecruzarpor la enfermería. Entonces había señoras que temían desmayarse y no

  • querían pasar por esa puerta, por la que no había más remedio que salir.Algunassetapabanlosojosyotrassecompungíancomoanteloirremediable.

    Graneroestabaacostadoen lacamadeoperacionesdebrazosdeníquel,muerto,desnudo,conlaheridaenlasienyelojotuerto,destacándosemuchoel horroroso zurcido, que ya no cicatrizará nunca; el «siete» mortal, querecordaríansiemprelosquehabíanentradoenlabarraca,sobretodoAurelia,quesesentíallenadeagonías.

    Del cadáver se escapaba ese olor a muerto, que tiene la cera, un olorlúgubre.Elmozoquevelabaalmuerto,leoseabalasmoscasconunplumero.

    Enlaenfermeríasepararonlas«Furciales»yconlacabezametidaentrelossenosalagacharseparavermejor,dijeronensondeapuesta:«¿Aquenolotienetodo?».«¿Aqueno?»,yunadeellas,nicortaniperezosa,tiródelasábanaquecubríaaltoreroysevioque,comociertoCristosevillano,lotenía«todo»conlapelambrefrescadecéspedesespesos.

    Elmozosorprendidoseindignó.Unaseñoracasadaqueibaconsumaridoseaspaventóyelmaridosevolvióairadocontralasdosdesgarradasgritando:«¡Quéprofanación!¡Aunmuerto!».

    —¡Vámonos! ¡Vámonos! —dijo trémula y más ardiente que nuncaAurelia.

    Samuel pensó, mirándola con arrobo y tropezando con sus senos, queestaba en sazón, que ya estaba bregada, cansada, vencida y que aquel tiróntrágicoysensualdelasábana,lahabíaacabadodedisponerparaelsacrificio.

    Entonceséllepropuso:

    —Tengoganasderespirarsololasestrellas.Vámonosenunautomóvilalasafueras…

    —Vamos—contestóellaansiosadelairedelacarrera.

    —Paseo del Canal —dijo Samuel al chófer; y bajaron las cuestastremulantes,enqueella,mondadadesuropa,leofrecíatersurasdemarfil.

    Alllegaralpromediobajarondelautomóvilyseembriagarondebesosydeestrellas.

    —Nosquedandoshoras…Sonlastres…

    —¿Quieresquenossentemosenalgúnsitioynospreparenunacenita…?Quenossuenenlascincobrindandoconchampán.

  • —Vamos —dijo ella que quería quitarse los zapatos en el sofá deldescanso.

    —Poraquíhayuntaberneromuyobsequiosoquenostratarábien.

    Samuel fuecontandoaAurelia lahistoriadel tabernero,porqueconocíaeseúltimoplantedelamujerantelaspuertasdelaseducción,yconlahistoriaprocurabadistraerla.

    Aaqueltabernerolellamaban«tíocoronas»porlas«coronas»quedejabaalllenarlosvasos,anchasdiademasquehacendeunacopasólomediacopa.

    Deallísalían losborrachosdeorillade loscementeriosqueson losquepasan más miedo y llegan a su casa gritando que llevan un faccioso o unmagistradodentro.Parecíaquelosmuertosaprovechabanlaborracheraparapenetrarenaquellasalmasdepuertasdescuidadas.

    Al pobre tabernero se le habíamuerto una chica igual queAurelia, unabellajovenalaquedieronunpocodericinosiendopropensaalaapendicitisymurió esperando la hora de lamuerte en plena vida, sin veladuras y sinremedio.

    Vendiendocalcetinespor lascalles—fueel inventordeesaventaenlasafueras—habíahechounpocodedineroparaestablecerse.

    Dababuenaschuletasdecordero,porque«teníaganadoencasa»,yaquetodoslosdíasadquiríaunpardecorderosdeaquellasmajadasquefilmabanelcamino.

    Comonocheentre finalonofinaldelmundo, la tabernaestaba llenadegente.

    La mujer del tabernero lucía un pelo muy tirante sobre un cráneocavernario.

    SamuelcogióunosbocadillosylediounoaAurelia.

    —¡Buenprovechito!—dijounhombreoptimistadeblusaazul,quebebíaenaquelrecododelmostrador.

    El dueño de la taberna al ver a don Samuel les dio albergue en uncomedorintimoenqueloprimeroquesintieronesqueyasehabíanvistootravezsusalmasentretransmigraciónytransmigración.

    Elcanesúverdedelalámparaleshizoungestodemalicia.

    Un almanaque colgado en un rincón les dio una punzada de frío e

  • indiferencia.

    Eldivánlessonriócomounapeanaamable.

    Se acercaron al balcón de rodillas sobre el diván, como atisbando loscielos.

    Élsacóelreloj.

    —Yavanaserlascuatro—dijo.

    Ellatemblabayseoíaelmenudienteruidodesutiritar.

    —¡El amor puede con la muerte! —dijo él, que sabía que lo quenecesitabaenaquelmomentoeraunagranfrase.

    Ellasedejóabrazarcomonosehabíadejadoabrazarnunca.¡Yestabasuvida tanapretada, tanceñiday tanestallanteensusbrazosdesnudosqueseoíasucederenuncrujimientodelicioso!

    Lalunaaparecióconunaligeranubedelanteyelladesconfiódeaquellamanchacomosifuesealgograve.

    —¡Mira,mira!—dijomedrosa.

    Samuel aprovechó aquella mancha en el rostro carrilludo de la luna yprecipitóelamarsecomoendelirioinextremis.

    Volvía a ser la ciudad el puebloprimitivo, porquenohayningún temormásclásicoquetemeralcielo.

    SamuelibasabiendotodosloscaminosdeAurelia.

    El amante es el médico que reconoce a la mujer sobre aprensiones demuerte,puessiellanofuesemortalnoseríatanadorable.¡Conunsermenosperecederoelvicioseríatedioso!

    A través del traje levantado en el pliegue del abrazo reconoció aquellacarnetostada.

    «Va a ser la muerta de esta noche» —se dijo él, y la encontró másamarillentayatractivaparaelamor.

    Se agolpó a su curiosidad la profunda caricia anatómica que tiene eldeseo, caricia de autopsia amable, de palpar los macizos de los órganos,encontrandoeltiestodelosriñones,elsitiodelhígado,elxilofónnerviosodelascostillas.

    —¡Qué maravilloso capullo eres! —dijo él sin poderse contener, con

  • emocióndequiensabíaquedespuésdeaquelinstantenopodíayaserellaladelinstanteanterior.

    ¡Porque era tan grave capullo sería por lo que había de ser tan grandesgarrada!

    Eralamujerdadivosaquenorecurriríadespuésalaestafadelamor.Noibaaserusuraria.Queélhicieseloquequisiera.

    —Tienesnalgasdenácar—dijoél,porúltimo,yapagólaluz,quedandoluciendo en la oscuridad el piropo lunar, mientras esperaban en agonía lamuertesúbitadelmundo.

  • 7

    CantabanyalospajarillospiadoresdeMadridquemadruganmucho,tantocomolosdeprovincias,sinqueselespeguenlassábanasdelosaleros.

    Yahabíapasadoelpuentedeundíaaotro,esepuentetanlargodepasarenplenavigiliaytanfácilaladerivadelossueños.

    Elpiarponíavelodevidaalamañanaylarejuvenecía.

    Erauncielodeviajeaquelcielo,uncielodeotrapartedelmundoalaquecorrespondieseuncielotropical.

    Pasabanlasalpargatasdelosobrerosqueerancomolasratasblancasdelacalle.

    Pasabaesamuchacha,muymujer,quevasolayquetieneeltipodeuna«caída»,aunquetambiénpodríasucederquenolofuese.

    Pasabanlasviejasdebolsillonegro,bolsadelosahorrosqueaprietanconambición,aunquesólollevenenellalasllavesdelasalacenasvacías.

    Comosiempredespuésdeesasfechasenqueseamenazaalmundoconlamuertecolectivayladesaparicióndetodorecuerdopostumal,parecíapintarseenlosrostrosladesilusióndequenohubierasidoverdadyqueAsororzaseconsupremomandocuandomáscercadelaTierrahabíaestado.

    No habría habido nada que resolviese mejor todos los problemas,complicacionesydespedidasdelmorirqueesarápidacaídadetodalaTierraporlosbalconesdelcielo.

    Los dos se habían incorporado sobre el diván para ver aquel mundoredivivoypesadoderesponsabilidad.

    Lapersianaverdevestía dehoja deparra toda la habitacióny resultababello y huidizo estar allí y pegársela al mundo viéndole por entre aquelenvarilladodepalmeramanufacturada.

  • Enlacarreteraelfúlgidosoldelveranorevelabasusplacasdevitalidadyabismabaelcamino,queeracomounespejomañanero.

    Allí,nosepodíanretrasar.Lesconveníasaliralamañana.

    —¡A lo hecho, pecho! —dijo él—. Si hubiéramos muerto hubiéramoscerradolosojosenplenafelicidad…Peroyaquevivimoshayqueafrontarlascosasparaqueseamásduraderanuestradicha…¡Piensaqueahorahayquerepartirlaentremuchosdías!

    —Yomeencargarédequellegueparamilaños—dijoellalanzándoseasucuelloydandoasussenosairedealas.

    Sepeinaronconlaspeinetaschicasdeellaysalieronalacalle.

    Se la veía un poco ajada, aunque se notaba que aún flotaba su bellezasobreladelasotrasmujeres.

    Desayunaronenunadelasmesasredondasdelasafuerasdelataberna.

    Lavidaapresurada,enquecadacualibahaciasutrabajo,lesdabaánimo.

    Eltabernerollenabadeairelasbotasdevinocomosiquisieraconvertirlasenglobos.Elfuelleespecialparallenardeairelospellejos—conaspectodeuna máquina extraña, montada sobre un atril de hierro—, parecía querervolvera lavidaaaquelloscorambres,propinándoles la respiraciónartificialconquesesalvaalosahogados.

    Yahabíaalineadoscincojuntoalapared,peroseveíaquesupesadezlesprohibíaremontarseysóloteníanunaspectohidrópico,comohinchadosporlamuerte.

    Loscolchonessacadosalapuertadelatabernaconlasropasdelacamaen medio tenían un aspecto de colchones de enfermo o de muerto,conservandoesacosadebrazadagrandeconquesearramblaconlasropasdemuertoarrancándolasalfondolóbregodelaalcobaparapurificarlasalsol.

    Nohabíamuertonienfermodentro,sinolainerciadelashabitacionessinluz y el ir viendo con sorpresa cómo se van pasando los días y sobre laespesuradecadanochecaeladisolventeclaridaddecadamañana.

    Selevantaronycomenzaronunpaseodenuevosrumbos.

    Pasaron por el depósito de coches fúnebres, que los palafreneros deentierrobaldeabancomoparaquitarleslamuertedeayer.Loscaballosqueseveíanenelfondodelacuadra,teníanairedecaballosdelamuerte,aunconla

  • fuerzadevidaquehabíaensuspatadasnerviosascontraelsuelo.

    Habíacomounremolinodevientodemuertosenlasplazaspróximasyseoíanllegaralavisadorlostimbrazosdeteléfonodelassucursalesdelcentro.

    Algunos obreros rezagados lanzaban monedas de plomo a la ranadesquijaradasobreelmuebleclasificadordeljuego.

    Seveíaunacalderatumbadacontrauncostado.Eracomolarepresentantedelfracasodelamásgrandefábrica.

    —¿Yaquiénhabrápertenecidoeso?—preguntóAurelia.

    —Veteasaber,probablementeaunchurreroquequeríahacerunmillóndechurrosaldía.

    —¡Exagerado!

    Pasaronjuntoaesasmujeresquellevanaúnenelrostroelrecuerdodelascariciasdelanocheyvansonriendoalaindiferenciamañanera.

    Ellaqueríaaprenderánimo.

    —¿Yporquénovasaveramipadrastroyamimadreyse locuentastodo?—dijoAureliaalcabodelaveredadeunlargosilencio.

    —PorquedeprontolesdaporlatremendaytemetenenlasArrepentidas.

    —Quizánohicieranesositúprometescasarte.

    —Yo,paracasarme,necesitountrajenegroytresmilpesetas…Esoyaloharemos más adelante…Ahora tenemos que establecernos por aquí abajo,juntoaloscementerios.

    —¡Chico!

    —¿Nonosjuntamosparamorir?¡Puesquémásdarondarlastapiasdelosmuertos!Esdondehaycasasmásbaratas…

    Preguntaban en todos aquellos pisos bajeros, y por fin, encontraronunoreciénblanqueado,contreshabitacionesylacocina,quelesconvino.

    El sentirse con casa les hizo olvidar todos los problemas, y en aquelvolver a nacer no tuvieron la decepción del no saber dónde comenzar aprohijarsupropiavida.

    —¡Yocreoquelavidarespetaránuestrafelicidad!—dijoella,optimista.

    Él,yarozagante,respondió:

  • —Tantas felicidades hubo en elmundo que no fueron respetadas por lavida,que¿cómovamosaesperarquerespetelanuestra?Sinuestrafelicidadfuese la única, la Providencia haría una excepción… ¡Pero ya nosprocuraremosdefendernosotros!

    Elrestodeldíaestuvierondecompras.

  • 8

    En la Ribera todas las lenguas eran triquitraques hablando de ladesaparecida.

    Había consternación general, como si hubiesen arrancado la rama delperfumealbotellónviejo.

    Lamadrehabíaentreabiertoelpuesto.Esdecir,habíacolgadosólounascuantas cosas de las alcayatas que eran percha de los objetos viejos ydesastrados.

    Llorabaalasvecinas:

    —¡Con los tomos de novelas que había leído! ¿Qué le faltaba? ¡Sedesayunabatodaslasmañanasuntazóndecaféconlechedeltamañodeesajarra!

    YlaLorenzaseñalabaunenormecacharro.

    —Mimaridoaprovechalaocasiónparadecirquenoquieresabernadadeella…

    —Ytienerazón—dijounacomadre—;ledeshonraynoessuhija.

    —Déjela,quelavidaledarásuslecciones—dijootra.

    —Oalomejorvavientoenpopa—dijolademásallá.

    LaLorenzaseguíallorandoensilencio.

    Unospasosmáslejos,ensilenciosogruposehablabadelsuceso,peroconreservasenconadas.

    —Pordejaraesachicasolaenelpuestofrentea tantacosarepodría—decíalaqueadivinaloquedemásdifícilalientadentrodeloquesucede.

    —Laculpalatienenlostantosespejos—dijola«remolachera»,llamadaasíporsumanchavioletajuntoalanariz.

  • —Ustedespensaránloquequierandemí—dijoelsumosacerdote—peroenconciencia, lavidadeabandonoque llevabaAurelianopintabienaunamujer.

    Aquel hombre decía como encabezamiento de toda cuestión: «enconciencia», como si tuviera una conciencia enorme, monstruosa, como elquetieneelbazohinchado.

    —DebesllevarlaalasArrepentidas—opinólavendedoradehules.

    —¿Para qué? ¿Para que después salga peor y haya perdido losmejoresaños de su vida? Eso sería un crimen —dijo el que vendía escopetas ypantalones.

    La «remolachera» quitaba de su marco el cartón de un gran retrato deampliaciónysalíadelosentresijosunpolvodeaños,algocomolascenizasdetodaunavida.

    —Alomejor—dijoenarbolandoelretrato—llegaaserunaseñoracomoésta…Hayquedejaracadacualquelleguedondepueda.

    —Mira tú—dijo laDolores, quevendíamartillos, clavosy candados—esoyasesabe…Aquíhadellegaralfinyalcabo.

    AquellaúltimaconsolaciónfuelaqueatajóelllantodelaLorenza,quesesonólágrimasymocosensugranpañuelodeyerbas.

    —Yladescaradasehallevadomimantón—dijopocodespuéslamadre,respirandoyaconindiferencia,graciasalarencilladelpequeñorobo.

    —Debesalegrarte…Maloestenerunahijastrabellaencasa…Undíasetehubierallevadoal«pariente».

    —Unamujerguapanaceencualquierparte,perosudestinoesirseporelmundo en cuanto pueda, bailar o vivir en otros escenarios… Tiene otrosderechosqueunamujervulgar…Lasmujeresguapasnosondesuspadresnidenadie.

    —Perolabellezasepierde.

    —Sí,perotardamuchoenperderse…Loqueyoquierodeciresquenosepuedeguardar…Albigardoqueselahallevadolecostarátrabajoquenoselevayatambién…Aurelianohaescapadosinoparahuirdeunamadre,peroyahuirádelnovio.

    Seibahumanizandolacuestiónytodosibanviendoloquedeviajetiene

  • unahuidayloquedepuertotieneunacambalachería.

    —¿Tiene una besuguera? —preguntó una mujer con tipo de rica depueblo.

    —No —contestó Lorenza, y aquel «no» se debió completamente a lanaturalidaddevivir.

    La tarde«rastreña»deveranodabaa losobjetosviejosproporcionesdeídolos,algodepiedrasemergentesenuntomillar.

    Se presenciaba el desahucio de la ciudad y se comprendían todos loscrímenesytodaslasseducciones.

    Quizás aquella chica se había ido al mundo para complicarlo, paradesesperarlo, para cumplir su misión de renovar los dolores y lasenfermedades. No sólo muebles debían salir del Rastro, sino tambiénpersonas,serespasionales,conunaoscuramisiónensusentrañas.

    En aquelmomento se comprendíaqueAurelia había estado abonándoseentrelascosas,sorbiendosussaviasdedistintopadreymadre,cuajandounabelleza blanca y reverenda bajo la suciedad quemada de su rostro y sudescote,comomacetadeclavelesenunacaceroladesportillada.

    La vida de la ciudad que mantenía el Rastro necesitaba también demujeres que metiesen pasión en sus calles anodinas, reales hembras quediesenempujonesalavida,seresvalientesquelacontagiasendeesefermentosinceroquealentabaensusriberas.

    La Nardo se había estado acicalando como entre bastidores de la vida,paraoponersupechodelagartahijadelsolydelsuburbioalapacatafiestadelosdetentadoresdelavida.

    La Lorenza, mientras destripaba una butaca para sacarle los muelles,pensabaquenadapodíaretenerlaallí.

    Que todos los destinos tenían el derecho de poner su dedo y señalar lacosa o las vidas quemás les conviniesen entre todo lo arrumbado en aquelmercado de detritus. Así un día, la muerte se llevó a su marido y lacombinacióndelospasosdelazarletrajoelnuevoesposo.

    Elfatalismoquesesientepesarsobreesassiestaslargasqueduranhastael atardecido, vino a acallar las habladurías y todos se sintieron caravanaacampada en el lugar de las desapariciones, donde hay que soportar lasorpresadenoencontraraalgunodelafamiliacuandoalahoradelacenase

  • haceelrecuentodelosquelaintegran.

  • 9

    Elhombre cree seducir a lamujer, pero ella se reserva, se retrepa en símisma, espera sus revanchas y sus pasiones, junto al que actuó dedespertador.

    La Nardo era mucho más mujer de lo que Samuel había creído y leanonadaba con el aspecto de su mujeronío, con la manera que tenía dedesalojar la vida con elmovimiento de sus caderas, creandoun oleaje a sualrededorquehacíavacilaralosquepasabanporsulado.

    Llenabade tentaciones lasespesasafueras,densasdepolvoblancoydeluzdesol,consóloelcontagiodesucalidaddehembra.

    Por aquella carretera, a la quedaba suvivienda, pasaba el carrodel solllenodecalviva.

    LaNardo lavabaenelgran lebrillodemaderaun traje rosa,quebajoelaguasepusotanrosa,queparecíaqueibaadarleunacongestión.

    —Chica,parececomoloscangrejoscuandoselescuece—dijoSamuelalverlesubirtantodetono.

    —Haymuchastelasquedanunsustoatroz…Yotuveuntrajeazul,que,cuandololavaba,seponíaverde.

    Vivían,sindramanicomplicación, lassaturacionesqueserespirabanenaqueldespeñadero.Estabanenplenapausadelvivirenelerialarrabalero.

    Casitodoslosterrenoseranescombreras,terrenosfalsos,deflojafondura,sobrelosquequedaráladeadotodoloqueseconstruya.

    Loschicossetirabanporaquellosdesmontescomoporuntobogán.

    Lamadredeunodeelloscomenzóacachetesconélyseoyóun llantocopioso,queregabacomounconsuelolaresecacióndelbarrancoderipioycascote.

  • Lacantidaddelatasaplastadasquellenabanaquelloscamposparecíaquelos hacía estériles por más que de vez en cuando vomitasen lo que teníantragado.

    Pasaban los gitanos envueltos en sartenes como los guerreros de labuhonería.

    Losviejosvendedoresdenada,quesólovanporlavidadisculpándosedevivir,ibancargadosdecordonesrojosparalasmechasdelosencendedoresdepedernal.

    —Calla,hijomío—decíaunaviejaaunllorónquemamaballantosenelairecaliginoso—.¡Pobrecito,quelehandespertadoloslocosdelaguardilla!

    Ladróunodeesosperrosbroncosquetienenalgodeleones.

    Unasmujeres que venían de la fuente hablaban del pretendiente de unavecina:

    —Yaveusted,esuncarreterodevolquetes.

    —El que lleva lo peor de la ciudad a los vertederos, un enterrador decascajo.

    —Viveahí,arrimadoalosAlmacenesdelaAntracita.¿NoestánporahílacalledelPeñónydelCerrillo?

    —LaLuisamehadadoquelelleveestaamericanaquehuelepeorqueunmuerto.

    —Noselalleve,tíaCarlota.

    —¿PorquéllamastíaadoñaCarlota?

    —Siyono la llamo tía…Yo llamo tía a doñaSoledad, perono adoñaCarlota…Meheequivocado.

    Pasóelvendedordezorros,plumerosyesponjas.

    —¡Todabaratalazorrería!—clamabaconpicardía.

    —Elzorroloseráusted—legritólapupiladedoñaSoledad,asomandolacabezaporlaventana.

    —Quiensepica,ajoscome—dijoelvendedor.

    —¿Dauntragodeagua?—demandóelzorreroalamujerquellevabaelanchocántaro,remetidodebajodelbrazocomochicoquepatalease.

  • Labuenamujercolocóelcántarosobreunadelasmesasdelmercadoyelaprovechadobebiómásdeloconsentido.

    Otrasdoscomadreshablabandelquerindongodeotra:

    —LohaconocidoenelBarCascorro…Esuntíoconjipiyguerrera.

    —Vamos,unodeesosquesacanunrelojdelbolsilloyquierencambiarlo.

    —Peor…Unodeesosquenosabenescribirysinembargosiempreestánvendiendoplumasestilográficas.

    Pasaba un carro con la pala sobresaliendo como un remo para sunavegaciónyelcarreterosequedómirandoalasdosmujeresconlaironíadequienmiraadosmurmuradoras.

    Lastormentaslejanashacíanremolinosdepolvo.

    Cantabanlostejosenlasranas.

    —Fíjate—dijoSamuelaAurelia—,parecequelasranasvanasaltaryatirarseaunabalsapróxima.

    Estaban fuera de sí los chicos que saben dar la pedrada certera en eltendóndeAquilesdelasbocasderiego—tandifícilcomoherirauntoroenlacruz—mientrasgritan:«¡ElVesubio!».

    YallevabanestalladascuatrobocasderiegoquesehabíanpuestogalasdeaguacomolosdelaEscoltaRealeldíadelsantodelareina.

    Laciudadsesentíarefrescadaensusentresijosgraciasaesafechoríadelosgolfillos,queera lavenganzacontra la rigurosaconsignaque llevan losmanguerosdenogastaragua.

    Deárbolaárbol,habíagrandessábanastendidas.

    —¡Nieves!¡Nieves!

    —Mevanadesgastarelnombre—dijolainterpelada.

    Elcaloragradecíatambiénaquelnombretangritado.

    Pasóuncamióndecarbóncomounaideanegra.

    La«comadrona»teníallenosdetoallaslosbalcones.

    Loschicossetirabanconlospatinesporlacuesta.Bajabanencómodoyrápidoviaje,perootravezteníanquesubirpenosamenteparacolocarseenlaaltura.

  • —Sois unos estúpidos—les dijo unamujer que bajaba embanastada enlechugas—.Siporlomenospudieseisvolverasubir.

    Secomenzóaoírunorganillo,comohundidoenelrío.

    —Lasnotas del organillo salen yametidas en la cabeza—dijoSamuel,porentrelasrendijasdesuinsomniodelamediatarde.

    —¿Quéquieresdecirconeso?—preguntólabisoja.

    —Loquedigodigo,yelquenoloentiendaquesecompreuncaletre—agregóSamuel,queestabaviviendodemiraryoírmásquedehablar.

    Unsacabuchejugabaentrelosniños,luciendosuinfanciaabandonadadechicoquenoquiereiralcolegioytieneelrabomásinquietodelosanimalesrabudos,unrabomatamoscasdeprimera.

    Comenzaron a pasar losmatarifes con sus blusas endurecidas, como situviesenaprestodesangre.

    Dos comadres disputaban. La más andaluza de las dos lanzaba suspalabrasafiladascomoraspadores.

    —Lojuropormishijos,quevalenmuchomásquelostuyos.

    Aquel juramento sin concesiones, clavaba laverdad, con suenvenenadaofensa,alaquehabíadudadodealgo.

    EldelcuartodealladodeSamuelyAurelia,queeraunpobreampliadorderetratosquesepasabaeldíabuscandoparecidos,salióconsusdoscuadroscolgados,alpechoyalaespalda.

    Losvecinoslerezabanmotes:

    «Tienereversoyanversocomounamedalla».

    «Llevaaldesconsoladoviudoyasuseñoraesposa».

    La mujer del ampliador se asomó a verle partir y todos volvieron lacabezaa laventana,condesdénporqueerauna«cuatrocaminera»,esdecir,delbarriomásproletarioymenosquerido.

    Aparecieronlosguardiascivilesdeacaballo,salpicandoelcaminoconelfilodesussables.

    Sin saber por qué, los chiquillos comenzaron a gritar: «¡Quevienen losguardias!».

    Perolaparejatorcióhaciaelcaminoaltodeloscementerios.

  • —¿Haoídousted,Rosario?DansesentapesetasporlimpiarelCascorro.

    Enaquellosandurriales,enlosquelaciudadsederrumbabaenelrío, laplazadeCascorroteníaunagranimportanciaymuchasvecesseñalabanensudirección,diciendo:«Allídondeestáelcachodehéroe».

    —A ese señor no hace falta que le limpien… Ya le limpiará elAyuntamiento.

    —No,señora…Esquepaganalaquesesubaylolimpiemejor.

    Niceta,lapensionista,aparecióreciénlevantadadelasiesta.Lacomadrebisojaledijo:

    —¿Aquenosabescuántoscarrosdemeloneshanpasado?

    —¡Cincuenta!

    Un carrero, sobre su volquete, pasó azotando los árboles con su látigo,sacudiéndolestúrgidasdehojas,verdaderosramitosmuertos.

    Llegabade lejosun fuerteolordechurrosydegallinejas, larvadurasdelosanimales,elverdaderocuajaróndelcuajo.

    Unamujerquepasaba,llevandoconayudadeotraungrancántaro,gritó:

    —¡Gilipollas,tencuidadoconelchico!

    Niñasconunacoqueteríanacienteycon suciedadesdecuzcurrodepaneransobrelaszapatillaslasbailarinasdelescenariodelasacacias.

    Doscarrosregimentalespasaronenretiradademaniobras.

    Unamujeribadiciendo:

    —Nopuedousar tacones…Desdequeme tuvieronquesacarapedazosunaniña,estoymalde lamatrizyencuantomepongotaconesmeduele lamedula.

    Pasaron, como señal de más atardecido, los carros tétricos que hacensuponerelnúmeroincalculabledelasvíctimasquehahabidoenelmatadero,puesvancargadossólodepezuñas,decuernosoderabos.

    En la primera oscuridad se deslizaban los miserables que vienen depueblos lejanos y que, por primera vez son apuntados en el libro de lospersonajes fracasados y ultramundanos de la ciudad que hay en losAsilos,todosconcabezasdeorientalesyconuncolordebolinchedecobreviejo.

    Elniñodelaherniajugabaconelniñodelcorsémetálico,quesujetabasu

  • cabezacomotrípodedefotógrafo.

    Era la hora de los ganados que han de ser mártires de las corraladasestrechas, porque ya llegaban tarde al matadero y sólo por eso iban aconseguirvidahastaeldíasiguiente.

    El árbol hueco, sufría un quiste de ladrillos, pues se los habíanmetidoargamasados, para que los chicos no se estuviesen desgarrando los trajes,metiéndoseporelanchoboquetedesutronco.

    Unos granujas, para dar antorcha a la noche, prendieron fuego a unaescoba,quearmóunhumopavoroso.

    Alapuertadeunacasabajahabíaunamadretroglodítica,queteníaensuregazolacabezadelniño,cocientedebichejosenfiebredenuevavida.

    Otrosrapacesmovíanlosárbolesdetalmodo,quesequedabantemblandounlargoratocomocabeceandobajoelimperiodeunvientofuerte.

    Pasó laborrachadeembarazos, siempreconunabuena jumeradeniñospróximosanacer.

    Ya el andurrial se metió en oscuridad y Samuel dio por acabado elespectáculodeunatardemásdepausaenelatolladerodelsuburbio.

    —Dejaloquetefalteparamañana—dijoaAurelia.

    —Bueno—contestóella,yconlaroparetorcidaenformadeturbantes,enelfondodelbarreño,semetióenlacasa,mientrasSamuel,comofeligrésdelavidacontemplativa,entrabadetrásdeellaconsusillaacuestas.

  • 10

    Después del interregno de las largas tardes, en que los dos estuvierondandotreguaaldestino,SamuelcomenzóapasearaLaNardoporlaciudad,parameterlabienenlosojosdelosotros,ansiosodeespecularconsubelleza.Pensaba que la tentadora podía ser para él un origen de cuentas corrientes,caballoblancodesusuerte.

    Dejarondecenarencasa.

    Comían en la taberna de los azulejos, que parecían haber sido pintadosconValdepeñas.Él,cansadodesuvagardegolfodurantetodoeldía,apoyabala cabeza en un azulejo y se ponía una coronilla de frío que acababa porrefrescarle.

    Comíancualquiercosayellapedíadepostresuplátano.

    —Yasabesqueéseeselgustoquemequedadecuandoéramosnovios—decía,parahacerqueaccedieseasupetición.

    Éllallevabaalosfuegosartificialesyveíacómoibanacercándoseaella,porentrelamultitud,loshombresdebigote,comofocasdeldeseo.

    Se iba cerciorando de que era la mujer que despierta los deseos másvoraces,graciasasusojosgachones,manchadosdenicotina,yasublancuradesorbedora.

    Los cohetes silbaban losmalos pensamientos de los congregados en lasplazaspúblicas.

    Lagrancatedraldelanochequedabaencendidadearañasmomentáneasyalgunos grupos de fuegos en guirnaldas la ofrecían collares que la dejabanirritadadedeseoporlobrevequeeran,yaque,cuandoibaaecharlesmano,sefundíancomopompasdeluz.

    —Losglobulillosmorados,sonlosquemásmegustan—dijoella.

    Yestababiendicho.Aquellaslucesmoradasteníanunaluzfeliz,demejor

  • clasequelasotrasluces.

    Quedaba lanochevestidadecupletistayseencabritabamás,comosi lahubiesenpuestobanderillasdefuego.

    Elcieloquedaba sembradodecohetes,quenoestallaríannuncaoquizácuandomenosseesperaseenlosojosdeloslunáticos.

    Habían aprovechado los pirotécnicos las lecciones de los cohetes queiluminaronelcampodebatallaenlagranguerra,yqueahora,convertidosencohetesdelapaz,iluminabanlasmultitudesquesóloestabaninteresadasporelamorquebramabaentrelasparejas.

    Enelsilenciohipócritadelaoscuridadqueespera,élibaobservandolaspasiones que encendía, y cuando se apagaba la traca final, dejando unrescoldo de fuego que se ha extinguido, les seguían tres o cuatro hombreshaciéndose los disimulados, con las manos en los bolsillos del pantalón,tropezandocomoborrachosconlosfaroles.

    Él la apretaba del brazo, pensando «esta mujer es una fortuna», y lerechinaban los dientes entre celoso y feliz, pensando en las otras aventurasrefinadasycalculadasenquepodíahacerlaentrar.

    Lasentíaleonadelanocheysedabacuentaquepaseándolaporenmediode las calles de losbarriosdesesperadosde amor, se volvíamás leona, conmásfierezadepasiones.

    Lahubieradejadoenlasesquinasparaversufuerzadeimánsobrelosquepasabanyseceñíaaellacomoimitandoaotroenamoradozalamero,dándolaempujonescontralapared,comoensúbitoencuentroconlamujernogozada.

    La hacía brava en aquellos paseos nocturnos, como untándola de latensión de la noche. En aquel relente azulado y bajo aquel escaparate dependientesdelanochemadrileña,decielobajoporqueelpedestalestámuyalto,sentíaSamuelcomoinstintochuloqueAureliasepervertíadedeseos…

    Lehacíapreguntasquelahiciesenambicionar.

    —Ytú,¿quéquerríasser?

    —¿Yo?Reinadelabelleza.

    —Esoyaloeres.

    —Peronovoyenlacarrozailuminadaenquevalareinadelabelleza…Quisieranoirhundidaenestasombradelanoche.

  • —¿Quémantóntegustaríallevar?—Unmantónblancoconfloresrojas.

    —¿Cómo tegustaríadivertirteen lanochedeverano,cuandoyasehanacabado todos los espectáculos y se oye correr el agua de las alcantarillas,comoregandolaciudadigualqueunamaceta?

    —Despertandoalosqueestándormidos,haciendocosquillasenlasorejasalosquesehanolvidadoquelacalleestátanbonita,gritandounacoplamalcantadabajounfarolyqueseacercasenamílostranseúntes,comosicantasebien.

    Samuellaempujabaasalirsedesuscasillasylabesabaenmediodelascallesalavistadelosserenos.

    Lallevabaporlosvericuetosenquehaysombrasesquinerasylaimponíael temblordepiernasdever lacontratacióngalante,el relevosecretode lasqueesperan,laconfidenciaenqueelhombreseengancha.

    Queríaqueellapensaseenalgomásqueenestarinactiva,pegadasóloaél, sin un porvenir. La educaba en las sombras reticentes del veranomadrileño,llenodeesperanzasdeamor,ilusionadodeaventuras,comollenodecaminosdehallazgoscomplacientes.

    Lesconvidabanahacerlasparadasdelcalvariodelavuelta, lospuestosdehorchata,encuyosvasossetallabalanoche.

    —¿Quieres que nos sentemos un rato en este puesto? —la solía decirSamuelcuandoveíaquesusednopodíamás.

    Ella estaba deseando sorber por la paja sorprendente toda la falsalechosidaddelahorchata,mirandoyaconmiradadeperrilloquepidetreguahastaqueacabe,odemujerqueacudeatodoconpuraresignación.

    Despuésseiban,Cavaabajo,caminodelpuente.

  • 11

    Sinounamigoparaella,lehabíaencontradoSamuelunabellísimaamigaquelesacompañabayqueestimulabamáslasmiradasdeloshombres.

    Iba con las dos a la kermesse adornada de cadenetas de papel, comorecordando las esclavitudes fáciles de romper, del amor fácil, del amor deverano.

    Elclaropatiodelakermesseteníaairedelechodetodos,lechodepavés,sobreelquebailasenlasparejas.

    Yahabíaasiduosquedabanvueltasporlaplayaencajonada,esperándolasveraparecer.

    Samuelestabaenacechodelpezgordo,deaquelganaderoquelarondabasinmiedo,perdidoslosestribos.

    Paratentarmásalquesedecidieseporellahacíaquebailasenjuntaslasdosamigas.

    Aquéleraelescándalodelbaile,loquemásdesesperabaalosflamencos.

    Habíaun rezongoen losmásbravucones.—¡Nosepodíaconsentirquedosmozascomoaquéllasbailasensolas!

    Pero las dos hermosas, La Nardo y Concepción, pasaban desafiadoras,enardeciendoatodos,consuflema,alabrazarseenelchotis.

    Parejasdeamigosqueseprestabanvalentíaparasepararalasdosamigas,sedecidíanaavanzarhaciaellaspara intentarlo,peroSamuel,queestabaalpairo, si veía que no eran tipos de consideración aparecía en el intento ycuestionabaunmomentoconellos.

    —Esmimujerypuedebailarconquienquiera.

    Unas veces, los que no habían podido contenerse más, se perdían,callados, entre las parejas, pero en otras ocasiones la discusión hubiera

  • degeneradoenescándalosinohubieseaparecidoelbastonero.

    El trucode lasdosmujeresbailando juntasdababuen resultadoalgunasnochesyConcepciónencontrabaunhombrequenohubierapodidopillarsinla colaboración de LaNardo, y LaNardo iba calando y conociendo a unaseriedetipos,entrelosqueSamuelintentabaelegir.

    Alasalidade lakermesse,cuandodejabanaConcepciónen lacalledelFarol,Samuelindagabaquiéneseranaquelloshombresylasacabacosasquelehabíandicho.

    Después, en una brusca transición de hombre celoso se revolvía contraella y encontraba motivo para insultarla. Así se la adjudicaba de nuevo yprocurabadepurarladeloquepodíahaberentradoporsusoídosdeseductorypecaminoso.

    Con una bravata final, la recalcaba para sí y la volvía a hacer sentir eldominio.Enlasegundapartedesujuegodetirayafloja,laenchulabacomoquería.

    Siempre encontraba motivo para la disputa final, una larga cuestaempedradademalaspalabras.

    Ellaleconfesaba:

    —Heperdidounaliga.

    Élseagarrabaalincidente.

    —¡Una liga!¿Y lohabrávisto todoelmundo? ¡Quévergüenza!Undíavasaperderlacamisaytodoslamiraráncomositehubiesestiradodesnudaenmediodelarroyo.

    La Nardo bajaba la cabeza como si hubiese visto la inmensidad de supecado.

    SeacordabadecuandoenlacalledelaRudalehabíanofrecidoaquellasligas.

    «Laculpalatengoyo,porllevarligasparacuandomesueltoelcorsé».

    Habíandejadolacoronadelaalegríadeaquellanochenosabíandónde.

    Él insistíaenquealguiendebía tenersuligay laabroncabacomoaunamalamujer.

    —Quizáyomemerecíaalguienmejorquetú.

  • Elrepuso,sarcástico.

    —Comoquetumadreteguardaríaparaalgúnsalchichero.

    LaNardoseindignóconaquellodesalchichero.

    —Oye,¿yporquéibaaserunsalchichero?

    —Puesporlomismoquepodíahabersidootrotruchimánporelestilo.

    LaNardo,querecelabadeaquellaspalabrasrarasquesoltabaavecessunovio,serevolviócontralodetruchimán.

    —Mira que yo a ti no te paso contrabando.No sé por qué iba a ser unsalchicheroountruchimánelhombrequemetuvieradestinadomimadre,alomejoribaaserunhombremáscabalquetú.

    La Nardo, con sus palabras sencillas y bien puestas hacía estallar aSamuelcomoaunneumáticopinchadoconunclavo.

    Empujadosporlafuerzadesusdisputas,tapándolelabocaparaquenolaoyeranlosvecinos,entrabanenlacasuchayallíSamuelencontrabalamanerade hacer las paces y de buscar los encantos de su querida, que estabaverdaderamentehermosaenaquellavueltaalnidoconlapeinetadebrillantestendida, como si se hubiera alicaído entre los brazos que despeinan en laconfusióndelosbailesúltimos.

  • 12

    DespuésdelganaderoqueseasustóantelasexigenciasdeSamuel,quenocesabadepresentarle letrassólocon lapretensióndequeél lasavalase,LaNardosequedósabiadeinfidelidadesantelavida.

    Yallevabaellalainiciativaybuscabaporsucuenta.

    —¿Quiénesesepollo?

    —Unempresariodecine…Dicequesoyfotogénicayqueharémifortunaconelcinehablado.

    AdolfoCabrejosabíaponertentaciónenlosoídosfemeninosyestafarelamorcomopodía.Solía tomar taxisconfidenciales,caminode lasempresasque ofrecía a cada mujer y se aprovechaba de ellas en el largo caminopreparatoriodelempleoqueleshabíaofrecido.

    Miraba aLaNardo comodiciendo en sumuda admiración: «¡Qué granartista va a tener el mundo!» y mezclando su osadía a la contemplaciónrevisabalaplásticadelamujeridolatrada.

    LaNardooíalaspromesasdelengaño:«Veintedurosdiarioshastaqueelnombreseaunpococonocido»yledejabacomprobarsusbellezas.

    LavidaenterasereíadeaquelengañoqueeralarepresaliadelArteantelamujerquenoesartista,quenotienealmaparaserartistayquenollegandoalasuperaciónintentaserloquenopuedeser.

    Era unpaseo incesante por