la fortaleza de amergo (marruecos) ¿otro ejemplo de influencia hispánica en el magreb?

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JUNTA DE ANDALUCÍA. CONSEJERÍA DE CULTURA Conjunto Arqueológico Madinat al-Zahra Cuadernos de Madinat al-Zahra es una publicación científica bianual editada por el Conjunto Arqueológico de Madinat al-Zahra, que inició su andadura en el año 1987. Recoge trabajos originales que aborden temáticas referentes a la historia y arqueología de al-Andalus y el mundo mediterráneo dentro del marco cronológico de la Edad Media. No obstante, los consejos de redacción y asesor podrán valorar positivamente la inclusión de estudios que den cabida a otros ámbitos y a una ampliación de los límites cronológicos especificados, siempre que contribuyan a la mejor comprensión del periodo. De igual modo, y de forma ocasional, podrán introducirse secciones monográficas o actas de jornadas o reuniones científicas. DIRECCIÓN ANTONIO VALLEJO TRIANO Conjunto Arqueológico de Madinat al-Zahra CONSEJO DE REDACCIÓN (Miembros de la Comisión Técnica de Madinat al-Zahra) Vocales: MANUEL ACIÉN ALMANSA Universidad de Málaga CARMEN BARCELÓ TORRES Universidad de Valencia EDUARDO MANZANO MORENO Profesor de investigación del CSIC RUBÍ SANZ GAMO Directora del Museo de Albacete JUAN SERRANO MUÑOZ Arquitecto CONSEJO ASESOR PATRICE CRESSIER CNRS, Lyon PIERRE GUICHARD Universidad de Lyon II ESTEBAN HERNÁNDEZ BERMEJO Universidad de Córdoba Mª ANTONIA MARTÍNEZ NÚÑEZ Universidad de Málaga ALASTAIR NORTHEDGE Universidad de Paris I VÍCTOR PÉREZ ESCOLANO Universidad de Sevilla Edita JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura © de la edición JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura Diseño y maquetación: Carmen Jiménez Diseño de portada: Zum Creativos Imprime: Tecnographic ISSN: 1139-9996 Depósito Legal: SE-8516/2010 Distribución nacional e internacional: 1000 ejemplares Publicación bianual Número 07 // 2010

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Autor: Manuel Pedro Acién Almansa. Cuadernos de Madinat al-Zahra [año 2010, Número 7]. Dedicado a: Miscelánea de historia y cultura material de al-Andalus: Homenaje a Maryelle Bertrand (textos reunidos por C. Cressier, I. Montilla, J. R. Sánchez y A. Vallejo). Revista de difusión científica del Conjunto Arqueológico Madinat al-Zahra

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Page 1: La fortaleza de Amergo (Marruecos) ¿Otro ejemplo de influencia hispánica en el Magreb?

JUNTA DE ANDALUCÍA. CONSEJERÍA DE CULTURA

Conjunto Arqueológico Madinat al-Zahra

Cuadernos de Madinat al-Zahra es una publicación científica bianual

editada por el Conjunto Arqueológico de Madinat al-Zahra, que inició su

andadura en el año 1987. Recoge trabajos originales que aborden

temáticas referentes a la historia y arqueología de al-Andalus y el mundo

mediterráneo dentro del marco cronológico de la Edad Media. No obstante,

los consejos de redacción y asesor podrán valorar positivamente la

inclusión de estudios que den cabida a otros ámbitos y a una ampliación de

los límites cronológicos especificados, siempre que contribuyan a la mejor

comprensión del periodo. De igual modo, y de forma ocasional, podrán

introducirse secciones monográficas o actas de jornadas o reuniones

científicas.

DDIIRREECCCCIIÓÓNN

AANNTTOONNIIOO VVAALLLLEEJJOO TTRRIIAANNOO

Conjunto Arqueológico de Madinat al-Zahra

CCOONNSSEEJJOO DDEE RREEDDAACCCCIIÓÓNN

(Miembros de la Comisión Técnica de Madinat al-Zahra)

VVooccaalleess:: MMAANNUUEELL AACCIIÉÉNN AALLMMAANNSSAA

Universidad de Málaga

CCAARRMMEENN BBAARRCCEELLÓÓ TTOORRRREESS

Universidad de Valencia

EEDDUUAARRDDOO MMAANNZZAANNOO MMOORREENNOO

Profesor de investigación del CSIC

RRUUBBÍÍ SSAANNZZ GGAAMMOO

Directora del Museo de Albacete

JJUUAANN SSEERRRRAANNOO MMUUÑÑOOZZ

Arquitecto

CCOONNSSEEJJOO AASSEESSOORR

PPAATTRRIICCEE CCRREESSSSIIEERR

CNRS, Lyon

PPIIEERRRREE GGUUIICCHHAARRDD

Universidad de Lyon II

EESSTTEEBBAANN HHEERRNNÁÁNNDDEEZZ BBEERRMMEEJJOO

Universidad de Córdoba

MMªª AANNTTOONNIIAA MMAARRTTÍÍNNEEZZ NNÚÚÑÑEEZZ

Universidad de Málaga

AALLAASSTTAAIIRR NNOORRTTHHEEDDGGEE

Universidad de Paris I

VVÍÍCCTTOORR PPÉÉRREEZZ EESSCCOOLLAANNOO

Universidad de Sevilla

Edita

JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura

© de la edición

JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura

Diseño y maquetación: Carmen Jiménez

Diseño de portada: Zum Creativos

Imprime: Tecnographic

ISSN: 1139-9996

Depósito Legal: SE-8516/2010

Distribución nacional e internacional: 1000 ejemplares

Publicación bianualNúmero 07 // 2010

Page 2: La fortaleza de Amergo (Marruecos) ¿Otro ejemplo de influencia hispánica en el Magreb?

05 PRESENTACIÓNPatrice Cressier, Irene Montilla Torres, José Ramón Sánchez Viciana y Antonio Vallejo Triano

06 MARYELLE BERTRAND06 Maryelle Bertrand (1948-2007)

Léon Pressouyre

08 Maryelle Bertrand. Bibliografía 1985-2008

10 LOS SEÑORES DE LA GUERRA13 Las primeras guerras internas de al-Andalus

Eduardo Manzano Moreno

27 Les seigneurs de la Marche (a bu al-ta ri) : les Ban cAmr s et les Ban ††††abri de HuescaPhilippe Sénac

43 Militares en iluminaciones y marfiles: una visión del ejercito califalJuan Zozaya Stabel-Hansen

64 LOS SOPORTES MATERIALES DEL DISCURSO IDEOLÓGICO67 Le chapiteau, acteur ou figurant du discours architectural califal ? Omeyyades d'al-Andalus

et Fatimides d’IfrààààqiyaPatrice Cressier

83 Estela funeraria de cronología califal aparecida en Mengíbar (Jaén)María Antonia Martínez Núñez

95 Nuevas evidencias de cecas africanas en época de al-ööööakam II: al-Man rah/al-Man riyya yal-Ba raAlberto Canto García

102 ESPACIOS DE VIDA105 Excavations in medieval settlements at Volubilis. 2000-2004

Elizabeth Fentress and Hassan Limane

123 Casas y cosas: espacios y funcionalidad en las viviendas emirales del Tolmo de Minateda(Hellín, Albacete)Sonia Gutiérrez Lloret y Víctor Cañavate Castejón

149 La vivienda tradicional en la cuenca del Mediterráneo: del iw n al qb ’, pasando por el bahwSakina Missoum

175 Habitat e utensílios na Mértola almóadaSusana Gómez, Lígia Rafael e Santiago Macias

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MISCELÁNEA DE HISTORIA Y CULTURA MATERIAL DE AL-ANDALUS.HOMENAJE A MARYELLE BERTRAND

(Textos reunidos por P. CRESSIER, I. MONTILLA TORRES, J. R. SÁNCHEZ VICIANA y A. VALLEJO TRIANO)

ÍNDICE

Publicación bianualNúmero 07 // 2010

Page 3: La fortaleza de Amergo (Marruecos) ¿Otro ejemplo de influencia hispánica en el Magreb?

196 CASTILLOS Y PALACIOS199 La fortaleza de Amergo (Marruecos) ¿Otro ejemplo de influencia hispánica en Marruecos?

Manuel Acién Almansa

219 Los baños de la tropa de la Alcazaba de Almería: resultados preliminares de la intervenciónarqueológicaSophie Gilotte, Ángela Suárez Márquez, Francisca Alcalá Lirio y Francisco Arias de Haro

239 El asentamiento islámico de Giribaile (Jaén). De asentamiento de altura a castillo almohadeJuan Carlos Castillo Armenteros, Luis María Gutiérrez Soler y María Victoria Gutiérrez Calderón

263 Los palacios islámicos de Jaén. El palacio de Santo Domingo y los jardines de los UribeVicente Salvatierra Cuenca, Mercedes Navarro Pérez y Ángela Esteban Marfil

293 Notes sur les forteresses de la ca de Bentomíz (Vélez Málaga)Marie-Christine Delaigue

308 CUEVAS NATURALES, CUEVAS ARTIFICIALES Y OTROS SUBTERRÁNEOS311 La caverne, refuge de « l'ami de Dieu » : une forme particulière de l'érémitisme au temps

des Almoravides et des Almohades (Maghreb extrême, XIe-XIIIe siècles)Jean-Pierre Van Staëvel

327 Le vocabulaire des grottes et des cavernes dans le Maghreb médiéval à la lumière des sourcesarabesMohamed Meouak

343 Las cuevas de Benaxuay. Un grupo de cuevas-ventana andalusíes en el río Chelva (Valencia)Agustí Ribera

369 Antiguos depósitos de agua en la ciudad de Palma: un patrimonio ocultoMaria Antònia Carbonero Gamundí

382 INTERCAMBIOS, HOMBRES Y NATURALEZA385 Contribución a la historia ambiental de la cuenca del Guadiana Menor (Sureste ibérico):

avances y propuestas de investigación desde la arqueologíaJosé Antonio Garrido García

405 Una aproximación a las canteras de piedra calcarenita de Madàààànat al-Zahr ’Antonio Vallejo Triano y Ramón Fernández Barba

421 Comercio mudo / Silent Trade en el IslamPedro Chalmeta Gendrón

429 1287: onomástica femenina en Menorca islámicaGuillem Rosselló Bordoy y Mª Magdalena Riera Frau

434 CRÓNICA DEL CONJUNTO ARQUEOLÓGICO

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5// Nº 07. 2010. P. 5. ISSN: 1139-9996CUADERNOS DE MADINAT AL-ZAHRA’

En noviembre de 2007, la noticia del fallecimiento de Maryelle Bertrand nos dejó, a todos susamigos, golpeados y desamparados. Para la mayoría, además, la sorpresa era brutal: con su habitualpudor, Maryelle había callado, durante aquellos fatídicos meses, la gravedad de su enfermedad. Derepente, se hacía un inmenso vacío. Todos vivimos entonces un sentimiento de amistad irremedia-blemente truncada y nos enfrentamos a la añoranza de la complicidad que nos había unido.

El vacío no era solo personal, íntimo, sino que era también colectivo y científico. Maryelle había lle-vado una carrera en cierta forma atípica, parcialmente al margen de las instituciones, pero había par-ticipado de pleno en la reflexión que, por aquellos momentos, centraba la atención de loshistoriadores, en torno a la percepción y a la definición misma de al-Andalus. Estaba presente tam-bién en los debates de los primeros años ochenta, en los que se intentaba establecer las reglas de unanueva arqueología que fuera a la vez mejor articulada con el cuestionamiento histórico y más acordecon las necesidades de nuestra sociedad. El tiempo ha mostrado la parte de ilusión que conllevabantales proyectos, y como se erosionaron frente a la práctica cotidiana que se fue imponiendo.

Todavía bajo la emoción causada por su desaparición, y quizá tanto para ayudarnos en nuestroduelo como para recuperar parte de la ilusión pasada, a un grupo de sus amigos nos pareció queconvenía rendir un justo tributo a la aportación científica y a la calidez humana de Maryelle.

Vicente Salvatierra nos permitió reaccionar en el acto y acogió enseguida una breve semblanza dela vida de Maryelle y su bibliografía completa en la revista Arqueología y territorio medieval1. A máslargo plazo, concebimos el proyecto de un homenaje de carácter académico y científico que reu-niese contribuciones de los historiadores y arqueólogos de al-Andalus que habían sido los más pró-ximos a Maryelle. Desde el principio, Antonio Vallejo propuso a los Cuadernos de Madànat

al-ZahrÄ’ como soporte editorial de este segundo acto.

El lector tiene entre las manos el resultado de esta empresa colectiva, asumida por todos con tena-cidad y entusiasmo, y a la que –más allá de la diversidad cronológica y de los intereses de cada uno–se ha intentado dar la mayor coherencia temática posible.

D. Léon Pressouyre, catedrático emérito de historia del arte medieval de la universidad de Paris 1– Panthéon Sorbonne, quien dirigió la monumental tesis doctoral de Maryelle y le brindó unapoyo continuado a lo largo de los años, nos aportó, desinteresadamente, su visión personal de latrayectoria profesional y vital de nuestra amiga. Lamentablemente, L. Pressouyre falleció en agostode 2009, antes de que este homenaje a Maryelle Bertrand haya tomado su forma definitiva2. Ambos,profesor y discípula, quedarán asociados en nuestra memoria. A continuación, las distintas contri-buciones vienen agrupadas en apartados sucesivos y complementarios (Los señores de la guerra; Lossoportes materiales del discurso ideológico; Espacios de vida; Castillos y palacios; Cuevas naturales,cuevas artificiales y otros subterráneos; Intercambios, hombres y naturaleza).

Patrice Cressier, Irene Montilla Torres, José Ramón Sánchez Viciana y Antonio Vallejo Triano

1 “In Memoriam. Maryelle Bertrand (1948-2007)”, Arqueología y territorio medieval, 15, 2008, pp. 9-12.2 Véase una breve nota necrológica en Bulletin monumental, 2010 (II), pp. 131-132.

PRESENTACIÓN

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Manuel Acién Almansa

Universidad de Málaga. [ [email protected] ]

LA FORTALEZA DE AMERGO (MARRUECOS)¿OTRO EJEMPLO DE INFLUENCIA HISPÁNICAEN EL MAGREB?

Resumen

La fortaleza de Amergo es una de las más divulgadas del actual Marruecos, a la que se le ha otorgadouna cronología de época almorávide. En el presente artículo se discute esa cronología a partir de losdatos textuales y de la comparación con otras fortalezas almorávides. Se rechaza la pretendidainfluencia de la España cristiana, se sitúa en una tradición anterior con ejemplos en el Mediterráneooriental y en el Magreb, y se sugiere una fecha más temprana, de época idrisí o fatimí.

Palabras clave: Amergo, almorávides, fortificación Magreb, castillo.

Abstract

Amergo is one of the most publicized fortresses in present day Morocco. It has been usually dated inthe Almoravid period. In this paper this chronology is contested on the basis of textual data andcomparison with other Almoravid fortresses. A supposed influence from Christian Spain is alsorejected, as this fortresses is linked to a previous tradition with parallels in the Eastern Mediterraneanand the Maghrib. Therefore, an earlier chronology is suggested, probably Idrisid or Fatimid.

Keywords: Amargo, Almoradvids, Fortification, Maghrib, Fortress.

// 07. 2010. PP. 199-217. ISSN: 1139-9996 // CASTILLOS Y PALACIOSCUADERNOS DE MADINAT AL-ZAHRA’

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200 // 07. 2010. PP. 199-217. ISSN: 1139-9996 // CASTILLOS Y PALACIOS

La fortaleza de Amergo es conocida desde antiguo,y ha recibido calificaciones elogiosas, quizás comoninguna otra del actual Marruecos; para H.Terrasse, “es sin ninguna duda la más célebre de lasfortalezas levantadas en Marruecos por los almorávi-des: es mencionada, más aún que TÄsgàmët, por loscronistas árabes”, y más adelante lo define como “elmás importante de todos los (castillos) que los ãinhÄíavelados edificaron en Marruecos para asegurar ydefender su dominio”1. Dichos elogios lo llevaron aser incluido en los manuales y síntesis de Historiadel Arte2, y se siguen repitiendo en la actualidad,como se puede ver en la última revisión del tema,realizada por S. Martínez Lillo3, si bien este autorañade que se trata de “un castillo todavía enigmáti-co”4 y sugiere que la influencia cristiana propuestapor H. Terrasse es un aspecto “a revisar” y que“debe ser estudiado con más profundidad”5.

Comparto las observaciones de S. Martínez Lillo,pues yo mismo califiqué como “contradictorias”las informaciones que poseemos sobre él, si bien depasada y en un artículo de carácter general6, perotampoco ahora puedo exponer el deseado estudio“en profundidad”, sino tan sólo una primera apro-ximación, sobre la que más adelante habrá quevolver.

En principio se ha de observar que, pese a su fama,la bibliografía no es tan abundante, pues ésta sereduce a sendos artículos publicados a principiosdel siglo pasado, los de H. Saladin7 y É. Lévi-Provençal8, y el hasta ahora casi definitivo trabajode H. Terrasse de 1953, pues sus conclusiones sehan venido citando, además de por los historiado-res del arte aludidos, por historiadores del movi-miento almorávide9, por arqueólogos10 y enartículos de enciclopedias11.

En el trabajo de H. Saladin se ofrece un primeresquema de la fortificación12 y se da una cronologíavaga, pues tan sólo se apunta que al ser la planta deAmergo más sabia que la de Fès el-Bali, en conse-cuencia, debe ser de una fecha más próxima queésta, de la que afirma que ya existía en el s. IX13; esde destacar que se rechaza la antigua adscripciónromana14 y que la vaguedad cronológica se ofrecepese a conocer la cita del KitÄb al-IstibãÄr, que atri-

buye la construcción tanto de Banë TÄwdÄ (Fès el-Bali) como de Amergo a los almorávides15.

Por su parte, É. Lévi-Provençal además de publicarotro esquema de la fortaleza y de rebatir con másargumentos la adscripción romana16, acepta la tradi-ción oral que los relaciona con los Lamtëna y elpasaje del KitÄb al-IstibãÄr ya citado por H. Saladin17,por lo cual, y una vez admitidos los mismos mate-riales y modo de construcción entre Fès el-Bali yAmergo, llega a una “constatación irrevocable: data-ción de la misma época”, es decir, almorávide18.

Esa datación es la que se ha mantenido hasta hoy,si bien con alguna matización, ya que É. Lévi-Provençal situaba las construcciones a raíz de laconquista por Yësuf b. TÄåufàn de la zona delOuargha, o sea, en la segunda mitad del siglo XI,tras 1066. La matización lógicamente proviene deH. Terrasse19, el cual pudo contar con un textonuevo, las Memorias de al-BayÇaq, editado por elmismo É. Lévi-Provençal diez años después de suaportación al tema de Amergo. Y pese a que endicho texto sólo se cita con ocasión del enfrenta-miento entre almorávides y almohades en el reina-do de TÄåufàn b. cAlà, sin embargo, opina que sedebió erigir “sin duda bajo el reinado de cAlà b.

Yësuf, después que las oposiciones un instante aplaca-das por las rudas campañas de Yësuf b. TÄåufàn semanifestaron, (y) construyeron todo un sistema forti-ficado”, y continúa, “la pieza maestra de ello era laciudad de Bani Taouda”20. Desde entonces, la asigna-ción de Amergo al gobierno de cAlà b. Yësuf se havenido repitiendo por los diversos autores, o, almenos, no ha sido cuestionada.

Sin embargo, el panorama que presentan las fuen-tes escritas resulta algo más complejo, como se veráen la siguiente exposición, que se me permitiráordenarla, no por la secuencia cronológica de losautores o de los hechos que narran, sino por el deluso que se ha hecho de ellas.

Así, en el artículo de H. Saladin se trae a colaciónen primer lugar a León el Africano y Luis deMármol, con una información bastante pareja,pues para ambos Banë TÄwdÄ fue una ciudad cons-truida por los antiguos africanos, y destruida por

MANUEL ACIÉN ALMANSA

CUADERNOS DE MADINAT AL-ZAHRA’

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los Pontífices de QayrawÄn según León elAfricano21, lo que precisa Mármol como el califacismático Caim en la guerra que tuvo con losIdrisíes, mientras que para ambos Amergo es otraciudad, pero edificada por los romanos, en la quese ven inscripciones latinas, y Mármol añade quefue la antigua Tocolosia y que fue arruinada por elmismo califa que arruinó todas las de alrededor,aunque los muros continúan en pie22. Se cita tam-bién el KitÄb al-IstibãÄr con la afirmación ya dichade que ambos lugares, Banë TÄwdÄ y la fortaleza del¶abal Amergo fueron edificadas por los mulaèèimën

para controlar la montaña de los GumÄra. Otrafuente que se denomina en el artículo K.-el-Istiqçar,es decir, el KitÄb al-IstiqsÄ’ de al-NÄãirà, tiene escasovalor para nuestro propósito, puesto que la informa-ción que aporta, que Amergo es el lugar de sepultu-ra del åayj conocido como Abou-ech-Cheta, comose aclara en el mismo trabajo, no se trata de la forta-leza, sino de la aldea próxima Moulay-bou-Cheta23.Finalmente, se presenta un autor, transcrito comoIbn-Kordabdah, con una noticia original: “Amargo,fortín arruinado sobre una colina a un día de Fez,último refugio de los cristianos en el interior del país;su muerte fue amarga (amère), de donde el nombre deAmarkou (amertume)”24. No he conseguido saber dequé autor se trata, puesto que la cita no aparece ni enel oriental Ibn JurdÄÇbih, con cuyo texto parecíaconcordar el tipo de descripción ofrecida, ni en elKitÄb al-IktifÄ’ de Ibn al-Kardabës, las dos identifica-ciones más plausibles.

Pero no deja de ser significativo que en el posteriortrabajo de É. Lévi-Provençal no se aluda en absolu-to a tan enigmático autor, pese a que se utilizan lasrestantes fuentes empleadas por H. Saladin, a lasque sólo se añade una cita de Ibn Abà Zarc en la quese explícita tan sólo que un rebelde de época almo-hade se refugió por poco tiempo en Banë TÄwdÄ25,sin ofrecer nada nuevo, por tanto, sobre el origende ésta, ni hacer ninguna alusión a Amergo. Comoha quedado dicho, fue la coincidencia entre la tra-dición oral y el KitÄb al-IstibãÄr lo que llevó a É.Lévi-Provençal a aceptar dicha información y pro-poner la nueva datación de época almorávide.

Pero la fuente que más información va a proporcio-nar sobre la fortificación almorávide, y que será

utilizada casi con exclusividad por H. Terrasse ensu trabajo sobre Amergo, es la conocida comoMemorias de al-BayÇaq, a partir de la edición y tra-ducción de É. Lévi-Provençal26, por lo que merecela pena entresacar esas noticias, distinguiendo entrelas de carácter general y las más concretas sobreAmergo.

Las primeras se concentran en el capítulo dedicadoa enumerar las fortalezas conquistadas por losalmohades, y dice así:

“Fortalezas construidas por los almorávides parasituar en ellas su caballería y su infantería y man-tenerse sólidamente, pero sin ninguna eficacia, gra-cias a los designios de AllÄh.

Los almorávides escogieron los emplazamientos delas fortalezas y las edificaron en lugares rodeados demontañas por todos lados, a fin de defenderse enellas de los almohades –¡AllÄh los ilustre!– ¡peroAllÄh los privó de su asistencia!

La primera fue la de TÄsgàmët: fue construida porMaymën b. YÄsàn. Abë Bakr b. al-Laméà tenía laguarnición con doscientos caballeros y quinientosinfantes; desde ahí vigilaba el país de losHazrÄía”27. Para a continuación exponer la cono-cida relación de las veintidós fortalezas restantes.

De todas ellas, como ha advertido P. Cressier28, sólose han estudiado TÄsgàmët y TënaékÄyÄn, mientrasque otras seis tan sólo se han localizado de formaaproximada, y del resto no sabemos nada. Pero dela misma relación se puede inferir que quizás nohaya que tomar al pie de la letra la afirmación deal-BayÇaq sobre que todas fueron construidas porlos almorávides, o al menos que lo fueron ex novo,pues aparecen algunas designaciones sospechosas,como la nº 17, öiãn al-Qalca, o algunas otras en queal nombre de la fortaleza sigue un gentilicio. Entreestas últimas resulta significativa la nº 23,TÄzagdarÄ de los LuíÄya29, pues además de la posi-bilidad de que se trate de una fortificación previa dedicho grupo tribal, desmiente también que la rela-ción de al-BayÇaq sea exclusivamente un frenteantialmohade. Pues si bien sabemos que dichofrente existió, y que cAlà b. Yësuf encargó al aventu-

LA FORTALEZA DE AMERGO (MARRUECOS)

CUADERNOS DE MADINAT AL-ZAHRA’

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rero andalusí al-FallÄkà organizar la defensa contralos almohades, ésta se limitó a los contrafuertes delAtlas, según al-öulal al-Mawåiya, y los LuíÄya eraun grupo de Yebala, sometido por únÄlë desdeBanë TÄwdÄ30. Finalmente, se ha de advertir que enla relación no aparece Amergo, como tampoconada identificable con Zagora o Banë TÄwdÄ; laausencia de estos últimos quizás sea explicablepuesto que no son Üuãën31, a diferencia de la totali-dad de los que aparecen en la relación; pero, indu-dablemente, ése no es el caso de Amergo.

Con respecto a éste, el texto de al-BayÇaq se refie-re a él tan sólo en dos ocasiones. Una primera escon motivo de las luchas entre el califa almohadecAbd al-Mu'min y el almorávide TÄåufàn b. cAlà conReverter, en el año 1142, donde se dice: “Nos diri-gimos (los almohades) hacia Audër y acampamos enel lugar llamado TÄgzët-an-ànfaèèÄt. Reverter, quenos seguía, se detuvo en territorio de los BanëMazgalda. Estabamos separados por la montaña deAmergo de Ibn úgassÄs”32, según É. Lévi-Provençal,que traduce el siguiente texto: wa-kÄna bayna-nÄ

wa-bayna-hu al-íabal matÄc (sic) îmargë, matÄc

Ibn úgassÄs (“estaba entre nosotros y él la montaña deAmergo, posesión de Ibn úgassÄs”)33.

La segunda referencia es de cuatro años más tarde,con motivo de la toma de Fez por los almohades yla huida de varios dirigentes almorávides de laciudad: “Al-üaÜrÄwà salió huyendo hacia el Sabë,acompañado de cUmar b. YàntÄn, de YaÜyà b. Sàr, deGudÄl b. Mësà y de los åayj/s de los Laméa. Siguieronel curso del río hasta la altura de la ciudad de losBanë TÄwdÄ, entraron en (la fortaleza) de îmargë yse fortificaron allí. Pero al-üaÜrÄwà rehusó de refu-giarse por temor de los almohades -¡AllÄh los ilustre!-y continuó huyendo hasta el país de al-Andalus. Losotros nombrados arriba, quedaron en îmargë. PeroAbë YaÜyà b. al-¶abr, con los almohades, hizo suspreparativos de partida, marchó contra ellos y losllevó a todos a Fez”34. En el texto árabe no aparece lapalabra “fortaleza”, que el traductor pone entrecorchetes, sino solamente: wa-dajalë îmargë wa-

taÜaããanë fà-hi (“entraron en Amergo y se fortifica-ron en él”)35.

Creo que las conclusiones que se pueden extraer de

esos dos textos es que, efectivamente, existía unafortificación, porque en el de 1146 el términodajalë indica “entrar en un espacio delimitado” y seusa con frecuencia con el sentido de “ocupar unafortaleza”, pero el de 1142 parece indicar que lamontaña de Amergo estaba desocupada, pues si yaresulta extraño que no fuera utilizada por Reverter,más lo es aún que el ejército almohade se asiente enuna de sus laderas. Pero también se nos dice que al-íabal îmargë matÄc Ibn úgassÄs, y ese Ibn úgassÄs

no es otro sino el hijo de un åayj de los GumÄra,ejecutado por únÄlë en tiempos de cAlà b. Yësuf:“únÄlë era entonces “sultán” del Garb: estaba en BanëTÄwdÄ [...] partió al país de los GumÄra, que intenta-ron escapar a su autoridad, y mató a tres de sus åayj/s:úgassÄs, öayyÄn y SaÜnën”36. Parece ser, por tanto,que el íabal îmargë, posiblemente con su fortale-za, había pertenecido a un grupo de los GumÄra

encabezado por el åayj, o bien que dicho åayj habíaejercido de qÄ'id en la fortaleza, situación que lógi-camente finalizó con la conquista almorávide; peronada nos dice que fue ocupada por éstos, pues,como se repite, únÄlë, el gobernador almorávide,estaba en Banë TÄwdÄ. En consecuencia, la opi-nión expresada por É. Lévi-Provençal de queAmergo defendía Banë TÄwdÄ37, es gratuita, y lo esmás la de J. Bosch Vilá, quien parafraseando alanterior, deja entender que únÄlë estaba enAmergo, cuando escribe: “TÄåufàn y Reverter se reti-raron a la ciudad de los Banë TÄwdÄ, situada sobre laorilla izquierda del wÄdà Warga y defendida por lafortaleza de Amergo, donde residía únÄlë”38, máximecuando sabemos de la existencia de una qaãaba cen-tral en Banë TÄwdÄ desde la publicación de H.Saladin39, y ahora por P. Cressier40.

Tras las citas de al-BayÇaq, H. Terrasse apuntó queya no aparece en las fuentes de época almohade ymeriní, y que posiblemente nunca más fue ocupa-do41. Y, efectivamente, como tal fortaleza no vuelvea aparecer, pero no por ello se termina la problemá-tica de las fuentes, pues no deja de ser significativoque al-Idràsà no aluda a ella y, sin embargo, sí expli-cite las consecuencias de la conquista almohade deBanë TÄwdÄ, de la que fue contemporáneo, y sobrela cual afirma: “Banë TÄwdÄ, madàna fundada porun príncipe, por cuenta de los mulaèèan (sic). Ha sidola primera ciudad del Magreb en sufrir las exacciones

MANUEL ACIÉN ALMANSA

CUADERNOS DE MADINAT AL-ZAHRA’

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de los Maãmëda... y la han reducido a ruinas despuésde haber desmantelado sus murallas y transformadosus habitaciones en tierras vagas, de manera que noqueda nada más que el emplazamiento”42.

Por su parte, Ibn Jaldën se refiere a “los territoriosde Warga y de Amergo” en sus días, “donde seencuentran algunas tribus ãinhÄía establecidas en lascolinas, en los valles y en las llanuras”43, que son losque él llama “ãinhÄía de la tercera raza”, es decir,posteriores a los almorávides. Pero todavía hayotra cita, esta vez de Ibn Abà Zarc, que la sitúa en elreinado del sultán meriní AbëYësuf Yacqëb, y dicelo siguiente: “Cuando el emir de los musulmaneshizo proclamar heredero a su hijo Abë MÄlik enRabat al-Fath en la fiesta del sacrificio del 669 (20 dejulio de 1271) lo llevaron a mal varios de los hijos decAbd al-öaqq y se fueron aquella misma noche a lamontaña de îmargë, donde se rebelaron; eranMuÜammad b. Idràs b. cAbd al-öaqq y Mësà b. RaÜëb. cAbd al-öaqq con todos sus hijos, excepto las muje-res. El emir de los musulmanes hizo salir en su perse-cución a su hijo Abë Yacqëb con 5000 caballos y lossitió en esa montaña; al día siguiente de su llegada, sele reunió su hermano Abë MÄlik con otros 5000 caba-llos; iniciaron el ataque y al tercer día los reforzó elemir de los musulmanes con todo su ejército; los sitiódos días y se sometieron, pidieron el amÄn, que lesconcedió y los perdonó con tal que se fuesen aTremecén, como lo hicieron, y de allí se pasaron aal-Andalus”44. No obstante, se puede pensar en unerror de Ibn Abà Zarc, o en la transmisión del texto,pues el mismo hecho Ibn Jaldën lo sitúa encAludÄn45, y curiosamente ambos autores coincidenen que fue la fortaleza de ‘AludÄn la ocupada porotro meriní, cUèmÄn b. Abà-l-cUlà, cuando se rebelóen Ceuta el año 130846. Dicha fortaleza de cAludÄnestaba junto a la ciudad de Dimna, en territorio deTánger, y curiosamente también se trata de unafortificación antigua, pues fue tomada por Yësuf b.TÄåufàn en 1072-107347.

En definitiva, de este repaso a las fuentes escritascreo que se pueden extraer dos conclusiones decarácter distinto; por una parte, la famosa relaciónde al-BayÇaq no es el pretendido frente antialmo-hade establecido por los “velados”, sino la enume-ración de las fortalezas conquistadas militarmente

a estos últimos por los “unitarios”, en un territorioque sobrepasa las estribaciones del Atlas, y que,por tanto, no se limitan a impedir la bajada al llanode los almohades. Esto explicaría el que Amergono aparezca en la relación, pues aunque los almo-hades indudablemente redujeron allí a los dirigen-tes almorávides huidos cuando la toma de Fez, y esla única ocasión en que se nos dice que se utilizócomo fortaleza, a los ojos de la cúspide almohadese trataría sólo de la captura de unos fugitivos, y node una conquista militar, posiblemente porque losalmorávides no la utilizaron como tal, siendo dedestacar en este sentido que al-BayÇaq, en su rela-ción, da siempre el nombre del dirigente almorávi-de que gobernaba cada fortaleza.

Por otra parte, y pese a la muy probable no ocupa-ción a partir de ese hecho, el recuerdo de la mon-taña de Amergo, en cuya cima se situaba lafortaleza, no desapareció a lo largo de los siglos,pues será citada por al-NÄãirà, Luis de Mármol,Juan León el Africano, el posible error de Ibn Abà

Zarc, e Ibn Jaldën. Significativamente, no es citadapor al-Idràsà, quien apuntó la construcción almorá-vide de Banë TÄwdÄ, y en la recopilación posteriordel KitÄb al-IstibãÄr, esa autoría se extiende a la for-tificación de Amergo, lo que será mantenido por latradición oral. Sobre esto no deja de ser curiosoque H. Terrasse hiciera caso omiso de esta últimafuente, quizás por la data tardía de su manuscrito,de la segunda mitad del s. XVII, y la posible conta-minación de la tradición oral, cuando nada dijeronal respecto el más próximo al-Idràsà y el partícipede los hechos al-BayÇaq.

Pero, si a partir de las fuentes escritas resulta pro-blemática la adscripción a época almorávide, esaadscripción se vuelve más dificultosa a partir de losdatos arqueológicos. La fortaleza (fig. 1) ha sidodescrita por los diferentes autores citados, por loque me limitaré a resumir sus características másnotables, así como a advertir de las contradiccionesy algún error que se ha deslizado.

Los materiales utilizados son la piedra, casi en latotalidad de la fábrica, en una mampostería muyregular, dispuesta en hiladas que guardan sistemáti-camente la horizontalidad; el ladrillo se emplea

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muy raramente, en las jambas y arcos de los esca-sos vanos principales (lám. 1), así como marcandouna sola hilada horizontal entre la mampostería dealgunas de las torres; y se ha de añadir, para finali-zar con los materiales, que dicha fábrica debióestar revestida de un estucado, del que quedanreducidas muestras en algún paramento (lám. 2).

La planta es irregular, adaptada a la cima de lamontaña, dividida claramente en tres espacios porla presencia de un reducto central de trazado rec-tangular48; este reducto central comparte el lienzosur del recinto general, pero al norte se cierra elrectángulo dejando un estrecho pasillo entre éste yel lienzo exterior (lám. 3). En el ángulo noreste, yal exterior del perímetro, dos torres próximas hansido interpretadas como un pequeño recinto adosa-

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Lám. 1. Fortaleza de îmargë.

Lám. 2. Fortaleza de îmargë. Aparejo de mampostería con enlucidoinciso.

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do por H. Saladin49, o, exageradamente, como unabarbacana50 (lám. 4).

Los diversos autores ofrecen cifras muy disparessobre su extensión, pero la única medición es laaportada por H. Terrasse, quien da como medi-das máximas 225 x 62 m, por lo que considerauna superficie reducida51. En el interior apenashay vestigios de construcción, salvo un depósitoimpermeabilizado excavado en el centro del espa-cio oriental (lám. 5), y en el reducto central loque ha sido considerado como ruinas de habita-ciones por H. Saladin52 y H. Terrasse53, pero quees más justo interpretarlo con É. Lévi-Provençal,como almacenes o depósitos (magasins) en el sub-suelo54 (lám. 6).

Pero, indudablemente, lo que más ha llamado laatención de esta fortaleza son las torres, todas deplanta redonda y de diversos diámetros, hasta untotal de dieciséis, de las que doce pertenecen al

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Lám. 3. Fortaleza de îmargë. Espacio entre la muralla y el reducto central. Lám. 4. Fortaleza de îmargë. Torre de planta circular del antemuro.

Lám. 5. Fortaleza de îmargë. Interior del recinto.

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recinto general (lám. 7), dos son interiores en losángulos de la cara norte del reducto central, más lasdos exteriores ya aludidas.

En cuanto a los vanos, difieren también los autoresen el posible número de portillos, pero lo que hoyes claramente visible son los dos huecos en elcentro de los lienzos menores del reducto central(lám. 8), un portillo en el extremo norte del recin-to (lám. 1), y la única puerta exterior en el ángulosuroeste (lám. 9), aunque lógicamente debió existirtambién un postigo de comunicación con las torresexteriores. La única puerta exterior se abre en elmismo lienzo, es de acceso directo, y mediante unpasillo abovedado se salva el adarve (lám. 10). Alexterior se observan las jambas y un arco de ladri-llo, hoy incompleto, con las dovelas orientadas a lalínea de impostas (lám. 11).

La unidad de la fábrica obliga a considerar la forta-leza como erigida, en su totalidad, en un únicomomento, y en cuanto a su disposición de conjun-to, se puede entender como tres patios sucesivos,tal y como hizo É. Lévi-Provençal55, o bien, dandola primacía al reducto rectangular central, cuya

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Lám. 6. Fortaleza de îmargë. Interior del reducto central y posiblesalmacenes.

Lám. 7. Fortaleza de îmargë. Interior de la muralla y torre de plantacircular.

Lám. 8. Fortaleza de îmargë. Reducto central visto desde el noroeste.

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defensa se extiende a todo el perímetro de la cima,y en el exterior del ángulo noreste se refuerza conun antemuro flanqueado por dos torres, cuyarazón habría que estudiar.

No cabe duda de que esta fortaleza resulta originalen lo que hoy conocemos de la arquitectura militardel Occidente musulmán, y es esa originalidad laque pretendió explicar H. Terrasse, con unos argu-mentos que hasta hoy no se han discutido. Comoes sabido, H. Terrasse es uno de los máximosdefensores del sentido unilineal de la influenciaandalusí en el Magreb, pero en esta ocasión llegaaún más lejos, pues lo que defiende es la influenciade la España cristiana, y lo hace con total rotundi-dad, afirmando que “es en los castillos de la Europacristiana en lo que hace pensar inevitablemente por suimplantación y su plástica”56, y que “todos los trazosque, en Amergo, escapan a la tradición musulmana,se encuentran en los castillos cristianos del norte de la

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Lám. 9. Fortaleza de îmargë. Muralla y puerta principal vista desde el oeste.

Lám. 10. Fortaleza de îmargë. Puerta principal.

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Península Ibérica”57. Esa defensa le lleva a deformar,incluso, la descripción, pues el reducto central pasaa ser un donjon, y el pequeño antemuro del exte-rior noreste, una barbacana58, como se ha señalado,cuyas torres serían un precedente de las albarranas,y, lógicamente, “la barbacana, como el reducto(donjon) y la torre redonda, son de origen cristiano”59.

Se explica así también que difiera de la cronologíaque propuso É. Lévi-Provençal, y la retrase al reina-do de cAlà b. Yësuf, el principal responsable de lasinfluencias andalusíes, pero ahora precisando que“Amergo ha sido sin duda construido bajo la direcciónde algún jefe de la guarnición cristiana”, entre los queseñala al catalán Reverter, y concluye: “Pero esosmilicianos al servicio de los emires y de los califasmarroquíes de la Edad Media, parecían no haberdejado su huella nada más que en las crónicas de laépoca. En la cima del Jbel Amergo su marca es aún visi-ble: su ciencia y su gusto han contribuido a edificar lamás bella fortaleza musulmana de Marruecos”60.

Sin embargo, pese a la rotundidad de sus afirmacio-nes, los argumentos no son tan convincentes, pueslos ejemplos de la arquitectura militar cristiana sereducen a dos, los castillos de Loarre y deSalvatierra de Barros, de los que dice: “al menos sustorres redondas parecen remontar, en su mayor parte,al s. XII”61. Parece claro que el primer ejemploestuvo bien buscado, pues Loarre posiblemente seael castillo más conocido entre los feudales de laPenínsula Ibérica, y cuya antigüedad viene garanti-zada por el único documento original que se haconservado de la cancillería de Sancho el Mayor deNavarra, con fecha del 14 de abril de 103562, peroen cuanto al extremeño de Salvatierra de Barros, suelección resulta más aleatoria, y podía ser sustitui-do por varias decenas con semejante morfología.Pero el problema reside en que las torres redondasdel enclave de Loarre no se corresponden con laprimitiva edificación, sino con la muralla de la villaque se le adosa, y que, según Durán Gudiol, selevantaron entre 1287 y los últimos años del s. XIII63, mientras que el de Salvatierra de Barros fue,en su versión original, construcción de Alfonso IXde León, a finales del s. XII64.

En descargo de H. Terrasse se ha de decir que elconocimiento que tenemos hoy sobre la fortifica-ción feudal es muy distinto del que se poseía en losaños cincuenta, por lo que sus impresiones no secorresponden con la realidad, pues incluso en loscastillos más innovadores de los cruzados sonpoquísimas las torres redondas en el s. XII, discu-tiéndose el posible origen bizantino de las deSaône65, mientras que las grandes torres circularesde las conocidas fortalezas hospitalarias de Margaty el Crac des Chevaliers datan de principios del s. XIII66. Lógicamente, tampoco se da nada semejan-te en las fortificaciones feudales de la Península,como se puede deducir del estudio de J. A.Gutiérrez sobre el reino de León67, ni en laCataluña originaria de Reverter, donde en esemomento se está dando el paso del castillo delprimer románico, constituido por una torre resi-dencial rodeada de una muralla más o menos elíp-tica y una capilla central, al del segundo románico,cuadrangular con una gran torre del homenaje y unpatio reducido rodeado de edificaciones secunda-rias, como el excavado de Mataplana68.

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Lám. 11. Fortaleza de îmargë. Puerta principal. Detalle de la fábrica deladrillos y mampuestos

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En estas rápidas notas sobre la construcción feudalme he limitado al tema de la torre circular, pues sirechazamos la interpretación inaceptable delreducto central como donjon, ese tipo de torre es elprincipal argumento en que se basa la pretendidainfluencia cristiana, ya que el mismo H. Terrasseaceptaba que la distribución espacial de la fortalezano tenía ninguna relación con las fortificacionesfeudales, sino que se incardinaba en la tradiciónandalusí69. Pero en esa misma tradición andalusí lapresencia de la torre de planta circular es bastantemás frecuente de lo que quiso ver el historiador delarte francés, el cual llegó a poner en duda –endefensa de sus propósitos– las de la Aljafería deZaragoza, y sólo reconocía las de la muralla zàrà deGranada70. Hoy sabemos que se dieron durante elcalifato, en Talavera como componente de una for-taleza mayor71, y aislada o como elemento funda-mental de un pequeño puesto en las atalayas de lasierra madrileña72, las citadas de época taifa, y algu-nas almohades, como las del ribÄé de Tàé, estudiadopor el propio H. Terrasse73, y volverán a surgir,como torres de flanqueo, hacia la mitad del reinonazarí74. Por consiguiente, ni los ejemplos cristia-nos son válidos, ni la torre circular está ausente dela arquitectura andalusí.

Pero, desde mi punto de vista, el obstáculo mayora la datación propuesta se deriva de la comparacióncon las restantes fortalezas almorávides conocidas.De éstas el número de las identificadas es muchomenor que el que proporcionaban las fuentes escri-tas, por lo que me limitaré a los dos casos mejorestudiados, los de TÄsgàmët y Zagora.

Sobre TÄsgàmët contamos con una primera apro-ximación por parte de H. Basset y H. Terrassede 192775, un segundo estudio más minucioso deCh. Allain y J. Meunié publicado en 195176, y lareciente interpretación debida a P. Cressier y L.Erbati77, a los que seguiremos, no sin antes advertirque con los dos primeros autores quedaron estable-cidas las fechas de construcción en 1125 y de laconquista almohade en 1132, de acuerdo con lasfuentes escritas, y que la relacionaron con Amergopor su ubicación en una montaña inaccesible y sufunción de vigilancia, refugio y base de operacio-nes, relación para la que no fue óbice la descripción

que hicieron de la fábrica de la puerta conocidacomo Mohaddin, fábrica de mampostería, concadenas más regulares en las esquinas, pero que enlos paramentos no se respetó la horizontalidad delos lechos y los mampuestos estaban apenas desbas-tados, por lo que concluyen resaltando la mediocri-dad del aparejo78.

Por su parte, Ch. Allain y J. Meunié precisan lasmedidas, un recinto de unos 3,5 km de perímetrocon unos ejes máximos de 1380 por 600 m, lo queda una extensión enorme, que sería la causa de sucaída79. Dicha extensión, en contraste conAmergo, se mantiene en la qaãaba central, de laque se conserva un muro de 200 m80. La diferenciatambién se da en los materiales, pues aquí seemplean la piedra y el tapial, bien separadamente,bien superpuestos, como en la qaãaba y en los bas-tiones81, así como en la forma y estructura de éstos,todos cuadrangulares, y pudiendo observarse enalguno dos cámaras superpuestas82 (fig. 2). Quizásla única semejanza que se pueda establecer es elacceso directo de la única puerta del recinto, la bÄbMohaddin, pero aquí formando un pasillo derechode 3,70 m. de ancho, y flanqueado por dos torres,donde se ubican unos nichos ciegos que se relacio-nan, adecuadamente, con las edificaciones de laQalca de los Banë öammÄd83 (fig. 3); puerta monu-mental, también entre dos torres, es la que daacceso a la qaãaba central, en contraste con lospequeños huecos del recinto central de Amergo(fig. 4). Ante tales diferencias, lógicamente, no sor-prende que los autores no hagan ninguna referen-cia a esa otra fortaleza.

Los mismos Ch. Allain y J. Meunié son los respon-sables del estudio de Zagora84, que adjudican aépoca almorávide precisamente por las semejanzascon TÄsgàmët, si bien la consideran como anteriora ésta y a las restantes citadas por al-BayÇaq, delinicio de la conquista del Magreb, o sea, del tercercuarto del s. XI85. En efecto, como TÄsgàmët, se tratade un gran recinto irregular de 1350 m de períme-tro, que abarcaría una decena de hectáreas; la mura-lla es de mampostería con asientos irregulares, y losbastiones cuadrangulares pero ahora macizos, sor-prendiendo entre ellos una sola torre de planta cir-cular, que la entienden como signo de arcaísmo86.

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En todo el recinto no se cuentan nada más que dospuertas, la que consideran principal, que se vecomo de acceso directo entre dos torres, aunquesospechan que pudiera ser una entrada en codo, yuna segunda, abierta en un bastión y a la que seaccede mediante un doble codo; en ésta unosnichos en los muros se relacionan con los de laúnica puerta de TÄsgàmët (fig. 5), y, al igual que enel caso anterior, los autores no mencionan paranada a Amergo.

Recientemente, P. Cressier ha observado que lo queJ. Meunié y Ch. Allain denominan fortaleza deZagora, con la función de defensa de fronteras inte-riores, sería más bien un sitio urbano87, pero ello noobsta para que sus elementos defensivos concuerdencon la cronología propuesta. Por lo demás, porencima de ésta se encuentra lo que los autores llaman“ciudadela”, con una extensión mayor, 21 ha88, yaunque permanece sin estudiar, por sus dimensionesy ubicación se aproxima más a TÄsgàmët.

Pero lo que resulta indudable es que las diferenciasentre TÄsgàmët y Amergo son abismales y, en conse-cuencia, resulta muy forzado mantener la mismacronología, máxime si rechazamos las pretendidasinfluencias feudales que singularizaban a esta última.

Por consiguiente, se impone pensar en una tradicióndistinta, es decir, en una tradición de fortalezas sindonjon y en las que se empleen preferentementetorres de planta circular. En el mismo Magrebtenemos claros ejemplos de esto, como son losarchiconocidos ribÄé/s aglabíes, pero éstos, como essabido, se insertan en la tradición de las edificacionesde los Omeyas en Oriente, las cuales, a su vez,comparten rasgos comunes con la fortificaciónbizantina. Indudablemente, no se trata de proponerninguna filiación directa, sino de resaltar laexistencia de unos recursos conocidos, que seaplicarán a fines tan distintos como los fortinesbizantinos, los palacios, ciudades y caravanserrallosomeyas en Siria, o los ribÄé /s de Ifràqiyya.

Dicha tradición sabemos que va a continuar en elMediterráneo oriental, al menos hasta la apariciónde los cruzados, y así las fortificaciones con torresredondas y sin donjon es lo tópico de las

construcciones armenias en Anatolia89; el castrumbizantino, rectangular y con torres en las esquinas,todavía se construirá en tiempos de Juan Tsimiscés,en Bourzey (Siria)90, y una edificación bizantina, lade la ciudadela de Ankara, reconstruida en el s. IX, yconsiderado como uno de los ejemplos mejorconservados de la fortificación bizantina medieval,es lo que más se asemeja a Amergo, de acuerdo conla siguiente descripción: “corona una aguda cresta enla que se desarrolla el cerrado asentamiento medieval yestá compuesta de un bailey (patio) más alto y otro bajoseparados por un muro común. No hay donjon pero elhecho defensivo más notorio son las frecuentes ymasivas torres que se proyectan audazmente desde losmuros. Varias de éstas están construidas con materialesantiguos reutilizados y se hacen en diferentes tipos, lamayoría cuadradas, pero las hay también redondas yejemplos en forma de proa”91. Y entre las rarasfortificaciones fatimíes de los s. X y XI, tenemos la deQalcat al-Mina, en Palestina, donde se continúa conel recinto rectangular, de 60 por 45 m, defendidopor una combinación de torres cuadradas yredondas, macizas92.

Pues bien, en el Mediterráneo occidental tambiéntenemos restos de esa tradición ya que, además delos conocidos ribÄé/s aglabíes, nos queda la mura-lla de la ciudad idràsà de al-Baãra, con baluartessemicirculares y macizos. Finalmente, en el mismoMarruecos, la qaãaba de la ciudad de Dimna, enterritorio de Tánger, es un rectángulo flanqueadopor torres de planta circular, y dicha fortaleza yaexistía antes de los almorávides, pues fue conquis-tada por Yësuf b. TÄåufàn en 1072-1073, junto conla citada montaña de cAludÄn93.

En consecuencia, creo que la fortaleza de Amergose aviene mejor con esta tradición, y no con impo-sibles influencias feudales, dejando así de existir lascontradicciones que el mismo H. Terrasse hubo deadvertir, y que solventó con arcaísmos, o “con lagran libertad con que trataron los temas clásicos de lapuerta”94. Sin embargo, la adscripción concreta,anterior a lo almorávide, es más difícil de determi-nar, pudiendo sugerir la época idràsà, cuando seconstruyen también al-Baãra y Aãàla95, pero es algoque requiere un estudio más pormenorizado que elde esta primera aproximación.

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Fig. 1. Planta de la fortaleza de îmargë (según TERRASSE 1953).

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Fig. 2. Fortaleza almorávide del TÄsgàmët. Estructura de una de las torres (según ALLAIN y MEUNIÉ 1951).

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Fig. 3. Fortaleza almorávide del TÄsgàmët. Puerta principal (según ALLAIN y MEUNIÉ 1951).

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Fig. 4. Fortaleza almorávide del TÄsgàmët. Puerta de la qaãaba interior (según ALLAIN y MEUNIÉ 1951).

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Fig. 5. Fortaleza de Zagora. Planta de la puerta principal (según MEUNIÉ y ALLAIN 1956).

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Notas

1 TERRASSE 1953, p. 389; ID., p. 390. En otro artículo(TERRASSE 1955, p. 30), lo llama “pieza maestra de toda unaorganización fortificada”.

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217// 07. 2010. PP. 199-217. ISSN: 1139-9996 // CASTILLOS Y PALACIOS

LA FORTALEZA DE AMERGO (MARRUECOS)

2 Por el mismo H. TERRASSE (1932, p. 250); por L. TORRES

BALBÁS (1955); y por G. MARÇAIS (1962, p. 91).

3 MARTÍNEZ LILLO 1995. 4 ID., p. 149.5 ID., p. 161.6 ACIÉN ALMANSA 1995, p. 28. 7 SALADIN 1916.8 LÉVI [PROVENÇAL] 1918. 9 Como J. BOSCH VILÁ (1990, pp. 230 y 250); curiosamentedichas conclusiones no son recogidas por V. LAGARDÈRE

(1989), si bien en la p. 186 incluye la siguiente cita: “En el¶abal GumÄra implantaron una gran fortaleza, llamadaAmríuwa, que fue construida en piedra y cal, nos precisa al-Idràsà”, sin ningún tipo de anotación. No he encontrado la citaen la reciente edición de M. HADJ-SADOK (1983).10 MARTÍNEZ LILLO 1995, pp. 149-151, con las observacionesindicadas; y CRESSIER 1995, p. 176.11 CAMPS 1987. 12 SALADIN 1916, p. 126.13 ID., p. 122.14 ID.: “Sin apariencia de construcción romana” (p. 125); “sistema de construcción más próximo a la arquitectura árabe” (p. 126).15 ID.: “El-Meltsimin” en el texto (p. 122).16 LÉVI [PROVENÇAL] 1918, p. 197, n. 1.17 ID., p. 196.18 ID., p. 198.19 TERRASSE 1953, p. 391.20 ID., p. 390.21 SALADIN 1916, pp. 118-119 y 124; J.-L. L'AFRICAIN 1981, t. I, p. 256.22 SALADIN 1916, p. 122.23 ID., p. 125.24 Ibidem.25 LÉVI [PROVENÇAL] 1918, p. 199.26 LÉVI-PROVENÇAL 1928, pp. 75-224 trad.; 50-133 texto árabe.27 ID., p. 218.28 CRESSIER 1995, p. 176, n. 1.29 LÉVI-PROVENÇAL 1928, p. 221.30 ID., p. 102, n. 1.31 CRESSIER 1995, p. 177, sobre Zagora.32 LÉVI-PROVENÇAL 1928, p. 149.33 ID., p. 92.34 ID., pp. 166-167 de la traducción.35 ID., p. 101.36 ID., pp. 101-102 trad.; p. 65 texto árabe.37 ID., p. 101, n. 2, donde remite a su artículo de 1918.38 BOSCH VILÁ, p. 230.39 SALADIN 1916, p. 119.40 CRESSIER 1995, p. 174.41 TERRASSE 1953, p. 392; seguido por S. MARTÍNEZ LILLO

(1995, p. 150).42 HADJ-SADOK 1983, p. 93 trad.; p. 101 texto árabe.43 IBN JALDπN 1978, t. II, p. 123.44 IBN AB∞ ZARC 1964, vol. II, p. 584.

45 IBN JALDπN 1978, t. IV, p. 57.46 IBN JALDπN 1978, t. IV, p. 178; IBN AB∞ ZARC 1964, p. 714.47 IBN AB∞ ZARC 1964, p. 274.48 LÉVI [PROVENÇAL] 1918, p. 198, n. 1.49 SALADIN 1916, p. 125, fig. 2.50 CAMPS 1987, p. 590; TERRASSE 1953, p. 398.51 TERRASSE 1953, pp. 393-394.52 SALADIN 1916, p. 125, fig. 2.53 TERRASSE 1953, p. 396.54 LÉVI [PROVENÇAL] 1918, p. 195.55 Ibidem.56 TERRASSE 1953, p. 397.57 ID., p. 399.58 ID., pp. 398-399.59 ID., p. 399.60 ID., pp. 399-400.61 ID., p. 399.62 DURÁN GUDIOL 1981, p. 12.63 ID., p. 74.64 LOZANO TEJADA 1988, p. 185.65 KENNEDY 1994, p. 95.66 ID., p. 115.67 GUTIÉRREZ GONZÁLEZ 1995.68 RIU 1994.69 TERRASSE 1953, p. 395.70 ID., p. 399.71 MARTÍNEZ LILLO 1987.72 CABALLERO ZOREDA, MATEO SAGASTA 1990; a las que hayque añadir la publicada por I. LOZANO (1991).73 Junto con H. Basset : BASSET, TERRASSE 1927.74 ACIÉN ALMANSA 1999.75 Cf. nota 72.76 ALLAIN, MEUNIÉ 1951.77 CRESSIER, ERBATI 1999.78 BASSET, TERRASSE 1927, pp. 164-165.79 ALLAIN, MEUNIÉ 1951,p. 384.80 ID., p. 396.81 ID., p. 385.82 ID., p. 386.83 ID., p. 393. Nichos ciegos semejantes se encuentran tam-bién en la puerta sur de la qaãaba de Yësuf b. TÄåufàn enMarrakesh, como se puede ver en TERRASSE 1955, pl. 1.84 MEUNIÉ, ALLAIN 1956, pp. 322-323.85 ID., p. 311 y 313.86 ID., p. 313.87 CRESSIER 1995, p. 173.88 MEUNIÉ, ALLAIN 1956, p. 307, fig. 1.89 KENNEDY 1994, p. 17.90 ID., p. 82.91 FOSS, WINFIELD 1986, pp. 13-15.92 KENNEDY 1994, p. 19.93 IBN AB∞ZARC 1964, p. 274.94 TERRASSE 1953, p. 396.95 EUSTACHE 1955, p. 231.

CUADERNOS DE MADINAT AL-ZAHRA’