la dificultad de creer hoy
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7/24/2019 La Dificultad de Creer Hoy
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Sobre la Dificultad de Creer Hoy
Josef Pieper
Lo complicado de toda discusin sobre argumentos y contraargumentos en el
terreno de la fe se explica porque la fe, estrictamente considerada, no se apoya en
argumentos, al menos en formulables argumentos objetivos, ni tampoco, por
consiguiente, puede ser inquietada por tales argumentos. Naturalmente es ste un
modo un tanto equvoco de expresarse! pero la cuestin es, precisamente,complicada en grado extremo. "e una parte, la fe no acontece, cuando versa
sobre correcto objeto, as porque si# eso es evidente. "e otra parte decidirse a
creer no es simplemente consecuencia de una argumentacin. Jam$s se ve uno
for%ado a creer algo as como en ra%n de las leyes de la lgica. "ada su
naturale%a, la fe no es justamente competente consecuencia de premisas. &i yo
'ago una cuenta, no puedo 'acer otra cosa, de buenas a primeras, que reconocer
el resultado! sencillamente, ni puedo, ni me sale oponer resistencia al
conocimiento verdadero que all se me muestra. Pero al creyente no se le muestra
precisamente el 'ec'o aceptado al creer! no est$ for%ado en modo alguno por la
verdad. (ll se da m$s bien la credibilidad de otro# precisamente de aquel que measegura 'aberse producido lo que l dice. )s cierto que esa credibilidad puede
comprobarse 'asta cierto punto. "e todas formas, pueden darse tantas ra%ones en
favor de la credibilidad de un testigo que sera imprudente y, por lo dem$s, qui%$
incluso incorrecto no creerle. * sin embargo, no 'e de 'acer eso, no 'e de creerle
slo por eso. )ntre la clara y consecuente intuicin de la credibilidad de un
'ombre, de una parte, y la confian%a y fe que realmente le muestro, de otra, se da
un acto voluntario, totalmente libre, al que nada ni nadie me pueden for%ar, como
tampoco se me puede imponer el que ame a una persona, por muy convincente y
concluyentemente que se me 'aya puesto ante los ojos la conveniencia de amarla.
&e puede admitir +de mala gana que algo es as o 'a ocurrido as, pero ni sepuede amar de mala gana ni tampoco creer. )sto se encuentra ya en &an (gustn
en su comentario al )vangelio de &an Juan# nemo credit nisi volens, nadie cree
sino voluntariamente. "ado, por tanto, que la fe, por naturale%a, reposa en la
libertad y surge de la libertad, es como por lo dem$s lo es tambin el, nada
religioso, dar crdito a otro en la ordinaria convivencia un fenmeno
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indescifrable en un sentido especfico, algo emparentado y vecino al menos del
misterio.
Justamente eso 'ace comprensible, o al menos m$s comprensible, por qu se
presenta una dificultad especial al 'ablar de motivos, de argumentos en relacin a
creer, como tambin en relacin a no creer. )n toda creencia lo decisivo no es el'ec'o, que se deja admitir e incluso rec'a%ar m$s o menos convincentemente! lo
decisivo es lo personal, el encuentro se dice entre la persona de un testigo que
garanti%a la verdad de un 'ec'o con la persona del creyente, que, al aceptar el
'ec'o, confa en la persona del garante. )so no tiene nada que ver, en modo
alguno, con +irracionalismo. &e trata en verdad de que una persona y sus
cualidades -su credibilidad son accesibles y captables por nuestro
entendimiento de un modo diverso a como lo es, por ejemplo, un 'ec'o natural
exactamente medible.
&crates dijo una ve% de s mismo ser capa% de reconocer inequvocamente quinle amaba. )n qu se puede reconocer esto/ Nadie, ni siquiera &crates, 'a sido
capa% de dar a esa cuestin una respuesta resultante de una demostracin
racional. *, sin embargo &crates mantendra que no se trata en modo alguno de
un sentimiento meramente subjetivo, de una impresin irracional, sino de un
conocimiento objetivamente verdadero, logrado en el encuentro con la realidad.
0mo se pueden aducir ra%ones, o atenerse a ra%ones que pueden aparecer
plausibles a otro o incluso a cualquiera/ 1uy presumiblemente, al producirse el
acto de fe -la fe es ante todo, tanto como creer a alguien-, puede 'aber muc'os
modos imprevisibles de cerciorarse que significan algo para ese determinado
individuo, pero que no dicen nada a un tercero. Por eso es totalmente
comprensible, aunque se olvide continuamente, que la decisin de creer se
locali%a naturalmente en la 'istoria personal del mismo creyente. ( uno, mientras
contempla la catedral de 2ouen, se le depara de pronto la certe%a de que la
+plenitud tiene que ser el signo de la revelacin de "ios, mientras que a otra
persona, como &imone 3eil relata de s misma, acepta la verdad de 0risto al ver
resplandecer, conmovida, la proximidad de 0risto en el rostro de un comulgante.
4uin quiere ponerse a ju%gar el peso, la valide% de tales ra%ones/ )sto, pienso,
'a de ponerse en claro antes de pasar a 'ablar por lo dem$s, a'ora mismo de
argumentos formulables, lo que naturalmente es ra%onablemente posible, o, como
aqu va a ser m$s bien el caso, de contraargumentos de objeciones, de
dificultades.
)l denominador com5n de todo un gnero de dificultades contra la fe me parece
ser una determinada concepcin del +pensamiento critico o m$s bien la
conciencia de la obligacin de tener que ser +crtico en un sentido muy
determinado, si no quiere 'acerse uno culpable de falta de 'onrade% o de poca
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limpie%a intelectuales. +&er crtico significa aqu, esto es para un pensamiento
orientado por el ideal cientfico, tanto como no dar por bueno, no admitir como
verdadero y real nada que no se pueda demostrar con exactitud. )sa concepcin
normativa se 'a 'ec'o tan evidente para la mentalidad com5n, que me puedo
imaginar que alguien que oiga esto preguntar$ asombrado cmo un pensador
moderno pueda 'oy estar dispensado de esta exigencia. 4u, pues, se le podrarecomendar o imponer como actitud/ ( esta cuestin respondera yo as en la
medida en que uno, en cuanto cientfico, cuestiona e investiga, esto es, en la
medida en que investiga una parcela de realidad claramente delimitada en
funcin de un especial aspecto particular 6por ejemplo, al intentar dar con la
causa de una determinada infeccin o al pretender constatar qu ocurre en detalle
propiamente, desde un punto de vista fisiolgico, cuando una persona muere7, en
esa misma medida est$ de 'ec'o obligado a esa concepcin normativa del
pensamiento crtico. ( no ser que quiera 'acer algo cientficamente irresponsable,
no 'a de dar nada por v$lido que no se pueda probar mediante una comprobacin
positiva. Pero, en la misma medida en que no puede prescindirse de este modo
cientfico de proceder, en esa misma medida tampoco es ste suficiente para
explicar la total existencia espiritual del 'ombre. )l 'ombre, que existe a partir
del pleno impulso vital del espritu, pregunta insaciablemente por la totalidad de
la realidad y por el conjunto del mundo. 8ncluso cuando tiene que vrselas con un
fenmeno o acontecimiento especialsimo o muy concreto, quiere saber cmo
aparece en 5ltima instancia bajo todos los aspectos imaginables. No le basta
experimentar, por ejemplo, qu ocurre fisiolgicamente en la muerte. 4uiere, en
la medida de lo posible, conocer el +'ec'o completo, t'e complete fact, como
formul el filsofo de 9arvard, (lfred Nort' 3'ite'ead. * si +ser crtico
significa tanto como +preocuparse de que no ocurra algo determinado, esa
preocupacin se dirige precisamente a que no se tape, pase por alto, olvide o
sustraiga ning5n elemento de la realidad, lo que tambin puede ocurrir mediante
la autolimitacin del espritu a lo que puede comprobarse con exactitud. (qu,
por tanto, se presenta otra forma de actitud crtica para la que +ser crtico
significa no desaprovec'ar elemento alguno de la totalidad de la verdad y, por
ello, tener m$s bien en cuenta algo de lo que podemos cerciorarnos slo de
manera limitada que una posible prdida de contacto con la realidad.
:al apertura a la totalidad es, sin embargo, un asunto ambicioso y difcil dereali%ar, no porque para ello 'ayan de satisfacerse especiales exigencias de
formacin intelectual, sino porque para ello se presupone una sencille% de alma
que cala m$s profundamente que la llamada objetividad cientfica. Necesario es
abrirse a la m$s secreta capacidad de respuesta del alma, sobre la que qui%$ ya no
dispone en modo alguno nuestra voluntad consciente. )l nombre m$s atinado que
'ay para esta actitud es posiblemente la palabra bblica simplicitas &; sencille%
del ojo, mediante la que acontece que todo nuestro cuerpo se ilumina.
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&e comprende obviamente que tal actitud no tiene nada que ver con una
determinada actitud de neutral pasividad. Por el contrario, para reali%arse se exige
una energa incontenida de vitalidad espiritual y, al mismo tiempo, una extrema
sensibilidad sismogr$fica y vigilancia a del cora%n. Pues 'ay infinitas
posibilidades ocultas, a menudo apenas perceptibles, de encerrarse en s mismo.
9ay, por ejemplo, una falta de apertura que, sin que ocurra un gesto de desaireexpreso o de rec'a%o, no es en el fondo sencillamente sino inadvertencia.
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tanto, 'emos de +creer si queremos participar en ellas/ >bviamente, a estas
preguntas slo se puede responder si se 'abla al mismo tiempo de la esencia del
'ombre y de su verdadera situacin en el todo de la realidad. &i es asi el 'ombre
se encuentra por naturale%a en un campo de fuer%as de una realidad sencillamente
supra'umana y desde ella se le suministra orientacin e informacin, si esto es
asi, puede afirmarse sin contradiccin que el 'ombre vive de una ve% por todasen su cerrado mundo/ "ic'o de otra forma# si el 'ombre es por naturale%a un ser
de fronteras abiertas y si "ios es un ser personal capa% de 'ablar, ser$ propio de
la situacin fundamental del 'ombre natural el que "ios pueda dirigirse a l y
'ablarle. Pero esto, reali%ado de verdad, es una idea que c'oca a ese 'ombre
natural. No deja de ser tremendo, dice en una ocasin 0. &. Le?is en su libro
sobre el milagro, dar con algo vivo all donde creamos estar completamente
solos. @0aramba, exclamamos, a' 'ay algo vivo; +An "ios impersonal# dmoslo
por bueno. An "ios de lo verdadero, lo bello y lo bueno, situado tras su frente#
eso est$ muc'o mejor. Ana informe fuer%a vital, de la que nos mantenemos# eso
es lo mejor de todo. Pero "ios mismo, el "ios vivo, que tira del otro extremo del
cordel, que viene 'acia nosotros qui%$ a tremenda velocidad, el ca%ador, el rey, el
esposo# eso ya es otra cosa. Llega un momento en que 'ombres que 'an 'ec'o
c'apu%as con la =religin= y 'an =buscado= a "ios retroceden de repente
aterrados# y si le 'ubiramos encontrado/ >, lo que es peor# y si nos 'ubiera
encontrado/ )so es una especie de 2ubicn. Ano lo pasa! otro, no. Pero si se
pasa, ya no 'ay garanta alguna frente al milagro. 9asta aqu 0. &. Le?is. No
tengo sino aBadir una consideracin# si "ios es verdaderamente entendido como
un +quin y no como un +qu, esto es, como alguien que puede 'ablar, ya no
'ay +garanta alguna frente a la revelacin. 1as la 5nica respuesta sensata del
'ombre a la revelacin es fe.
&in duda que uno puede tener como algo +en s posible la revelacin divina, sin
que tenga que ser de la opinin de que la 'a encontrado realmente. Pero la fe slo
tiene sentido si "ios 'a 'ablado realmente y, por cierto, de un modo atendible por
el 'ombre. &in embargo, de qu forma 'a de acontecer una comunicacin
divina/ +Cino del cielo una vo%# sa era todava para los contempor$neos de
"ante una forma gr$fica de 'ablar que podra expresarse sin rplica. Pero esa
carencia de rplica se 'a 'ec'o inadmisible a los contempor$neos de )instein.
1$s todava# ni siquiera les resulta permitido aceptar esto. Les parece inclusom$s difcil que caer en el error de considerar a "ios como un ser inmanente al
mundo que, por decirlo as, vive +en el cuarto de al lado o qui%$ sobre las
nubes. Drente al 'ombre medieval tenemos una alta posibilidad de 'acernos una
idea m$s adecuada de la verdadera trascendencia de "ios, lo que, sin embargo,
no tiene nada que ver con afirmarlo como +extraBo al mundoEE, aun cuando se
pueda entender una y mil veces como atesmo la perplejidad por la llamada
=ausencia de "ios.
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(un dando esto por bueno, 'ay todava posibilidad de considerar eso reali%ado
en un 'ec'o acontecido aqu y a'ora, concreto, de 'ablar de una palabra de "ios
dirigida al 'ombre, es decir, de la revelacin/ :om$s de (quino, el 5ltimo
maestro de una cristiandad todava no escindida, 'a descrito el 'ec'o de la
revelacin de una forma que, me parece, puede muy bien superar los cambios de
concepciones del mundo. )n cualquier caso, no es en su formulacin nada+medieval. 2evelacin es, dice, la participacin de una lu% interior por la que el
conocimiento 'umano es elevado a recibir algo que no le seria descubrible por su
propia lu%. )sa imagen, aun siendo clara, da a entender, sin embargo, a la ve% que
el momento supremo de esa participacin escapa a toda imagen y a todo
concepto, y eso 'a de ser as, adem$s, necesariamente. )l primer resplandor
fulminante, que llamamos +inspiracin! la primersima entrada de la piedra en la
superficie a5n tersa del agua, ese n5cleo de la revelacin queda fuera de nuestra
capacidad de captacin. )so es casi una exigencia del mismo concepto de
revelacin. Pero una participacin, una notificacin, no concluye por el 'ec'o de
decirse algo. Lo dic'o 'a de ser, adem$s, escuc'ado y aceptado por aquel a quien
se dirige. Pero la revelacin se dirige +al 'ombre, es decir, a todo 'ombre. * esa
radicacin, esa transmisin del 'ec'o de la revelacin, tal como lo entiende el
cristianismo, se lleva a cabo ante el mundo del modo m$s plausible, es decir, del
mismo modo como 'oy la 'umanidad se apropia de verdades nuevas 'asta
entonces desconocidas. &iempre ocurre que uno, el pensador o descubridor genial
o afortunado, transmite a los dem$s el conocimiento del que acaba de ser
partcipe# comunic$ndolo, public$ndolo, enseB$ndolo, transmitindolo, etctera.
* no 'ay nada asombroso en que ese modo de proceder y esa estructura nos salga
al paso igualmente all donde una santa tradicin pretenda conservar y ofrecer
una embajada divina. No poda esperarse otra cosa.&igue, sin embargo, sin
responder a la cuestin m$s difcil# cmo y por qu medio puede probarse la
pretensin de que estamos realmente ante la revelacin divina, esto es, ante la
palabra de "ios/ )n qu se reconoce que algo, que se nos ofrece con la
pretensin de ser revelacin autntica, tiene realmente origen divino/ &i no es
posible responder a esto suficientemente, no puede esperarse fe, que es tanto
como tener por verdadera la palabra de "ios! incluso ni la fe podra justificarse.
4uisiera, para terminar, enumerar algunas condiciones y elementos situacionales
a tener en cuenta de antemano, si no se quiere que el intento de respuesta a esa
pregunta no sea, por principio, una empresa balda.
Punto uno# )s sin duda imprescindible ocuparse de los llamados argumentos
cl$sicos 6milagro, profeca, autenticidad del testimonio bblico, la 8glesia como
fenmeno 'istrico7. Pero sin olvidar que ese ocuparse no llevar$ seguramente a
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nada si no tiene lugar sobre la base de una meditacin, vivamente reali%ada, sobre
la situacin del 'ombre en la realidad total.
Punto dos# &e debe tener en cuenta que la sencille% y apertura aqu exigidas, y de
las que ya 'emos 'ablado, no se producen en modo alguno por s mismas, y que,
muy presumiblemente, pueden estar continuamente amena%adas por los interesesde un sujeto preocupado por su autonoma.
Punto tres# )s m$s que inverosmil que los medios de conocimiento del 'ombre
empla%ado en solitario, aislado, puedan ser suficientes para alcan%ar
consistentemente ese fruto. &e trata aqu, como por lo dem$s en los grandes
objetos del conocimiento, de una tarea que 'a de asumirse solidariamente, para la
que 'an de utili%arse y 'an de ponerse en servicio la totalidad de las formas y
'alla%gos de la divisin del conocimiento en las que se 'a empeBado el 'ombre#
no slo, por supuesto, la fuer%a del progreso y del descubrimiento, sino tambin
la del recuerdo.
:odava una palabra sobre la situacin interna del +sabedor, del instruido, del
intelectual, que desea al mismo tiempo seguir siendo creyente. 4uien 'a
alcan%ado un determinado grado de conciencia critica no puede dispensarse de
reflexionar sobre los contraargumentos. )l 'a de enfrentarse con ellos. Por eso,
en la gran teologa se le 'a comparado a l que, a un tiempo, piensa y cree a un
m$rtir que, firmemente, resiste y no desprecia la verdad de la fe a pesar de los
+contraargumentos que quieren for%arla. 0aracteri%a la situacin interna del
creyente el que la verdad de fe no puede probarse positivamente por ning5n
argumento de ra%n# slo puede defenderse. 0ontra ciertas argumentaciones no'ay en 5ltima instancia otra posibilidad de resistir, a no ser la de defensa, no, por
tanto, la del ataque, sino la de mantenerse en su puesto. * puede incluso muy
bien pensarse si no puede tal ve% ocurrir que en alguna ocasin resulte inevitable
que esa resistencia, como en el caso del m$rtir, presente la forma de indefensin
silenciosa! por supuesto, no en ra%n de una terquedad +llena de car$cter, ni de
un +'erosmo, sino para que no perdamos ni omitamos lo que en la revelacin
se nos da y se obtiene slo en forma de fe# la participacin no slo en el saber de
"ios, sino en su misma vida.
)xtrado de P8)P)2, J.! =La fe ante el reto de la cultura contempor$nea=!1adrid, 2ialp, FGHI! pp.FK.
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