kreimer zabala

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NÓMADAS 110 NO. 27. OCTUBRE 2007. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIA Producción de conocimientos científicos y problemas sociales en países en desarrollo* Pablo Kreimer** y Juan Zabala*** En este trabajo se analizan las posibilidades y limitaciones del conocimiento científico para ser un instrumento de modificación de la realidad social. Para ello, se analiza la forma en que la enfermedad de Chagas formó parte de una política pública de producción de conocimientos a partir de la década de 1970, teniendo en cuenta la dinámica de producción de conocimientos científicos sobre el tema así como la intervención sobre el problema social. Palabras clave: conocimiento científico, problemas sociales, enfermedad de Chagas, políticas públicas. Neste trabalho são analisadas as possibilidades e limitações do conhecimento científico para ser um instrumento de modificação da realidade social. Para isto, analisa-se a forma na qual a doença de Chagas formou parte de uma política pública de produção de conhecimentos a partir da década de 1970, considerando a dinâmica de produção de conhecimentos científicos sobre o tema bem como a intervenção sobre o problema social. Palavras-chaves: conhecimento científico, problemas sociais, doença de Chagas, políticas públicas. In this article the possibilities and limitations of scientific knowledge for being an instrument to modify the social reality are analyzed. To do so, we analyze the way the Chagas disease was part of a public policy about knowledge production since the 70’s, taking into account the dynamic of scientific knowledge production on that topic as well as the intervention on the social problem. Key words: scientific knowledge, social problems, Chagas disease, public policies. * Esta investigación recibió ayuda financiera del Programa Especial para la Investigación y Entrenamiento en Enfermedades Tropicales, TDR-UNICEF/UNDP/World Bank/WHO, 2004-2006. ** Sociólogo, Doctor en CTS (CNAM, París), Investigador Conicet, Profesor Ordinario Universidad Nacional de Quilmes, Argentina. E-mail: [email protected] * * * Sociológo, Doctor en Ciencias Sociales (Flacso Argentina / Universite Paris 1 Pantheon Sorbone). Investigador Conicet. E-mail: [email protected] ORIGINAL RECIBIDO: 22-IX-07 – ACEPTADO: 19-X-07 [email protected] PÁGS.: 110-122 Laureano Gómez (1889-1965) por RENDÓN

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Producción de conocimientos cientificos y problemas sociales en países en desarrollo.

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En este trabajo se analizan las posibilidades y limitaciones del conocimiento científico para ser un instrumento demodificación de la realidad social. Para ello, se analiza la forma en que la enfermedad de Chagas formó parte de unapolítica pública de producción de conocimientos a partir de la década de 1970, teniendo en cuenta la dinámica deproducción de conocimientos científicos sobre el tema así como la intervención sobre el problema social.

Palabras clave: conocimiento científico, problemas sociales, enfermedad de Chagas, políticas públicas.

Neste trabalho são analisadas as possibilidades e limitações do conhecimento científico para ser um instrumento demodificação da realidade social. Para isto, analisa-se a forma na qual a doença de Chagas formou parte de uma políticapública de produção de conhecimentos a partir da década de 1970, considerando a dinâmica de produção de conhecimentoscientíficos sobre o tema bem como a intervenção sobre o problema social.

Palavras-chaves: conhecimento científico, problemas sociais, doença de Chagas, políticas públicas.

In this article the possibilities and limitations of scientific knowledge for being an instrument to modify the socialreality are analyzed. To do so, we analyze the way the Chagas disease was part of a public policy about knowledgeproduction since the 70’s, taking into account the dynamic of scientific knowledge production on that topic as well as theintervention on the social problem.

Key words: scientific knowledge, social problems, Chagas disease, public policies.

* Esta investigación recibió ayuda financiera del Programa Especial para la Investigacióny Entrenamiento en Enfermedades Tropicales, TDR-UNICEF/UNDP/World Bank/WHO,2004-2006.

** Sociólogo, Doctor en CTS (CNAM, París), Investigador Conicet, Profesor OrdinarioUniversidad Nacional de Quilmes, Argentina. E-mail: [email protected]

* * * Sociológo, Doctor en Ciencias Sociales (Flacso Argentina / Universite Paris 1 PantheonSorbone). Investigador Conicet. E-mail: [email protected]

ORIGINAL RECIBIDO: 22-IX-07 – ACEPTADO: 19-X-07

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La producción de conocimien-to científico ha sido reconocida (esdecir, “construida”), por parte dediferentes actores vinculados conla promoción, producción, circu-lación y difusión del conocimien-to científico, como una estrategiade intervención legítima sobre losproblemas sociales: los poderespúblicos, las comunidades académi-cas, los organismos internacionales,los medios de comunicación, entreotros, han instalado la creencia deque el desarrollo de conocimien-tos científicos es un método legí-timo y eficaz para superar losproblemas sociales a los que se en-cuentra sometida la población deAmérica Latina, tales como defi-cientes condiciones de vivienda,de salud, ambientales, de acce-so a bienes simbólicos, etc.

Ahora bien, cuando se haintentado llevar estas ideas ala práctica –con la dificul-tad que esto supone ennuestra región–, las rela-ciones entre ciencia y so-ciedad han mostrado sermás complejas de lo quesugiere la imagen del pro-greso unívoco. En este trabajo pre-tendemos profundizar en estacomplejidad, analizando las dimen-siones claves que condicionan lasposibilidades y limitaciones del co-nocimiento científico para ser uninstrumento de modificación de larealidad social. Para ilustrarlo, ana-lizamos la forma en que la enferme-dad de Chagas hizo parte de unapolítica pública de producción deconocimientos a partir de la déca-da del setenta, considerando unconjunto de acciones (y de relacio-nes entre actores) cruciales para

comprender tanto la dinámica queadquiere la producción de conoci-miento como la intervención sobreun problema social.

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Un primer punto de nuestro ar-gumento acerca de la complejidad

de las relaciones entre“producción

de cono-cimiento-resoluciónde problemas sociales” pasapor el cuestionamiento de la con-cepción objetiva de los problemassociales que permea al espacio delas políticas públicas. En efecto,los procesos de toma de decisio-nes políticas se fundamentan enuna serie de abstracciones acercade lo que es un “problema social”.Estas abstracciones constituyen unrelato “oficial” acerca de las ca-racterísticas principales del pro-

blema, de las circunstancias quele dan origen y de las formas legí-timas de intervenir sobre él. Así,mediante intrincados procesossociales de negociación simbóli-ca y material, ciertas concepcio-nes e intereses se objetivan en unconjunto de “hechos” que apare-cen como indiscutibles, reafirman-do la objetividad del problema.

En el caso de la enfermedadde Chagas, el “relato oficial” acer-ca del problema incluye diversos

elementos: a) es reconoci-da como la principalendemia de América

Latina, ya que afecta al-rededor de dieciocho mi-

llones de personas en laregión (OMS, 2000); b) es

causada por un parásito, elTrypanosoma cruzi, que pro-

voca serias lesiones internasen el corazón, el aparato di-

gestivo y/o el sistema nerviosoque reducen la esperanza de

vida de los infectados (Perletth,1996; Delaporte, 1999); y c) se

trata, esencialmente, de una “en-fermedad de la pobreza” (Briceño,1990), ya que su principal formade contagio es a través de un in-secto que anida en las viviendasrurales, siendo este tipo de pobla-ción la más afectada1. Además,por diferentes circunstancias, laenfermedad se encuentra dentrode la categoría de “enfermedad ig-norada” (OMS, 2000; DNDI,2003)2. Entre las principales cau-sas de dicho desconocimiento, seencuentra la baja condición so-cial de la mayor parte de la po-blación, y asociado con ello, ladiscriminación que sufren en elplano laboral (Storino y Milei,1994), la poca participación delos actores involucrados (Segura,

Andrés de Santa María (1860-1945). Autorretrato, 1942.

Óleo sobre tela 71,5 x 54 cm

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2002), y el desinterés de loslaboratorios privados por desarro-llar tratamientos de mayor efica-cia (nuevas drogas o vacunas)(DNDI, 2003).

Sin duda, la importancia deestas circunstancias para los sec-tores sociales que padecen el malde Chagas es innegable, así comola legitimidad del tema para suabordaje a partir de diferentes ins-tancias de intervención sobre “lacosa pública” con elobjetivo de solucio-nar la problemática.Sin embargo, ello noinvalida que este rela-to (y toda cuestiónconsiderada un pro-blema social) no cons-tituya una “meradescripción de hechosobjetivos”, sino el re-sultado de procesos enlos que diferentes ac-tores escogen ciertoshechos, discuten sussignificados, y propo-nen prácticas de in-tervención sobre elproblema. De manera que la tra-ducción de “la enfermedad” en losdispositivos institucionales que lahan abordado a lo largo de la his-toria (programas de control delvector de la enfermedad, planesde atención a enfermos, creaciónde institutos, planes de apoyo adeterminadas líneas de investiga-ción), esconde un conjunto deprocesos sociales que es con-veniente hacer evidentes, paracomprender mejor el papel quedesempeñan los conocimientosproducidos y los posibles usos quese le atribuyen.

En síntesis sostenemos que:

a) No es posible considerarninguna situación socialcomo intrínsecamente pro-blemática si no es en rela-ción con los actores que laconstruyen como tal, en si-tuaciones históricamentecontingentes.

b ) La producción de conoci-miento no es solamenteun recurso orientado a laresolución de problemas

sociales, sino que cumpleun papel en los procesosde construcción de esosproblemas.

c) El conocimiento en sí mis-mo es el producto de cons-trucciones sociales. Por ello,tanto su papel social comosu contenido cognitivo sonel resultado de diversas in-tervenciones –en particularpor parte de los científicos,pero también de otros agen-tes– tanto dentro del cam-po científico como en otroscampos de producción sim-bólica y material.

Los hechos cuestionados

Para mostrar el carácter rela-tivo de los problemas sociales, esútil confrontarlos con otras inter-pretaciones posibles: mientras queel relato oficial sobre la enferme-dad de Chagas se presenta en for-ma lineal y sin grietas aparentes(Law, 2004)3, otros actores –conotras categorías de análisis de larealidad– cuestionan su validez.Al hacer esta operación, intenta-

mos poner de mani-fiesto los procesossociales que están de-trás de la aceptacióne imposición de losdistintos argumentos,y la traducción de laenfermedad como unproblema “público”:

a) La cifra de enfermos.Uno de los aspectos“objetivos” más con-trovertidos es la in-certidumbre en torno ala cifra de infectadoscon la enfermedad: sibien se calcula que en

Argentina son entre 2,5 y3 millones, los últimos da-tos fueron recogidos en1993 (Segura, 2002)4. Así,los datos disponibles soncuestionados por epide-miólogos (Zaindenberg etal., 2004), en la medida enque no dan cuenta de loscambios luego de la pro-funda crisis económica ysocial que estalló en 2002en Argentina, y que sumer-gió a más de la mitad de lapoblación bajo la “línea depobreza” (INDEC, s/f). Elasunto es importante, en lamedida en que se conside-

Quintín Lame, en el centro, con los pies amarrados y desfigurado por los golpes, 1917

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ra la enfermedad de Cha-gas altamente sensible a lasvariaciones socio-económi-cas (Briceño, 1990).

b) La incidencia del mal de Chagassobre la esperanza de vida. Elplanteamiento es de caráctermédico-sanitario. Como mues-tran las estadísticas, las pobla-ciones de las zonas afectadastienen menor esperanza devida5. Ahora bien, ¿es realmen-te el parásito el causante de estadiferencia? Algu-nos trabajos hanmostrado (Sto-rino et al., 1998)que el peso de lascondiciones devida de las pobla-ciones que habi-tan en el mediorural (bajo nivelde acceso a aguapotable, uso decloacas, deficien-cias nutricionales,etc.) es funda-mental para ex-plicar el desarrollo de la etapacrónica de la enfermedad.

c) La especificidad de la enferme-dad. La manifestación másfrecuente de la enfermedadde Chagas es la miocar-diopatía (llamada cardiopa-tía chagásica). Sin embargo,los cardiólogos que con-sultamos no perciben quese trate de una dolenciaespecífica6, sino de una va-riedad de trastorno cardio-lógico, más allá de cuál seala etiología de la dolencia(es decir, que no existe unavinculación necesaria causa-efecto-tratamiento).

d) La percepción de los propiosafectados. Si nos atenemosal plano cultural, un estu-dio (Sanmartino y Crocco,2000) muestra cómo laspropias personas de las zo-nas endémicas tienden a“naturalizar” la existenciade la enfermedad y a mini-mizar su importancia en susdiscursos, incorporando laenfermedad de Chagas co-mo algo “propio” de suscondiciones de vida.

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Una vez reconocido el carácter“construido” de los problemas so-ciales, intentamos analizar el papelde los espacios, actores e institucio-nes de producción de conocimien-tos científicos en estos procesos. Enla actualidad, el papel de la cien-cia en la articulación pública deproblemas sociales es cada vez másevidente, sobre todo en temas vin-culados con el medio ambiente, ocon la actual controversia sobre losOGM (organismos genéticamentemodificados). Sin embargo, la in-

tervención de la ciencia en estosprocesos no es algo novedoso en eldesarrollo de las sociedades moder-nas, tal como lo muestran distintosestudios. En particular, discutire-mos brevemente los trabajos deLatour (1983 y 1989) sobre las trans-formaciones de la sociedad francesaque produjeron los trabajos dePasteur7, las reflexiones de Bourdieu(1997 y 2001) sobre el papel de lasdemandas sociales y el libro deGusfield (1981) sobre la relación en-tre la ingesta de alcohol y el manejo

de automóviles en tér-minos de la construc-ción de un “problemapúblico”.

Redes y actores

Bruno Latour hamostrado cómo losprocesos de produc-ción de conocimientocientífico participanen la definición de lassociedades. Para ello,ha propuesto el mo-delo de “traducción”,

que explica el modo en el que lasinvestigaciones en microbiologíade Louis Pasteur modificaron la so-ciedad francesa a partir del sigloXIX (Latour, 1983: 141-170). Esteproceso ha sido, para este autor, elresultado de interacciones entre ac-tores, y plantea –sintéticamente–que Pasteur, para demostrar la exis-tencia de los microbios (en particu-lar del bacilo del ántrax), articulólos intereses y perspectivas de losdistintos actores implicados en la en-fermedad: los granjeros, los encarga-dos de la política sanitaria, loshigienistas y los médicos militares.

A través de distintos movimien-tos (en un sentido analítico y es-

Casa de Quintín Lame (1880-1967), Pichinguará, construida por Mariano Lame

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pacial), Pasteur logró, segúnLatour, “traducir” los intereses delos distintos actores implicados enfavor de su concepción. Es a par-tir de los operativos de traducciónque un actor pone a jugar los inte-reses de los otros en la direcciónde imponer su propio sentido aaquello que “está en juego”. Sinembargo,

la traducción que permite aPasteur transferir la enferme-dad del ántrax a su laboratorioen París no es literal, palabra apalabra. Solamente lleva unelemento con él, el microorga-nismo, y no la granja entera, elolor, las vacas, los sauces querodean el estanque o la hermo-sa hija del granjero. Con el mi-crobio, sin embargo, tambiénarrastra a las sociedades agrí-colas, que ahora se interesanpor lo que hace. ¿Por qué? Por-que al haber designado al mi-croorganismo como la causaviva y pertinente, puede refor-mular los intereses de los gran-jeros de una forma distinta: siquieren resolver su problemadel ántrax, tendrán que pasarantes por mi laboratorio (La-tour, 1983: 151).

La conclusión del análisis deLatour es que las dimensiones “cien-tífica” y “social” no son más que unadiferencia analítica que no tienesentido en las prácticas concretas.Así, asume que

no hay una distinción [entreciencia y sociedad], porque sóloexisten cadenas heterogéneas deasociaciones que, de un momen-to a otro, crean los puntos depasaje obligado. Vayamos máslejos, la creencia en la existen-

cia de una sociedad separada dela ciencia y de la técnica es elproducto del modelo de difusión (…)¡De este modo se llega a suponerque hay tres esferas, la ciencia,la tecnología y la sociedad, queobligan a estudiar el impacto decada una de ellas sobre las otras!(Latour, 1989: 346).

Autonomía y falsa demandasocial

La traducción de un conoci-miento científico en una prácticaconcreta de intervención (y reso-lución) de un problema, es muchasveces más compleja de lo que plan-tea Latour para el caso de Pasteur.Por un lado, los científicos no sue-len comportarse como Pasteur, dis-puestos a trasladarse y acomodarsus conocimientos a las expectati-vas de los otros actores. Antes bien,lo que suele observarse es que és-tos se desenvuelven dentro del es-pacio social delimitado por laactividad científica, con su propiadinámica y patrones de reproduc-ción. Por otro lado, muchos de losconocimientos producidos no pue-den transformarse directamente enuna práctica concreta de interven-ción sobre el problema.

De esta forma, existen siempreen estos procesos determinacionesestructurales (institucionales, pro-fesionales, e incluso técnicas) queescapan a las estrategias de los ac-tores sociales. Algunos de estos as-pectos han sido abordados porBourdieu, cuando discute el proble-ma de la “demanda social” de co-nocimientos. En cierto sentido, suposición es terminante y cercana alas ideas más constructivistas. ParaBourdieu, de hecho, la pretensiónde demanda no es más que un eu-

femismo que esconde intereses con-cretos que, casi por definición, es-tán lejos de atender las verdaderasnecesidades de los agentes socialesque de veras las padecen. En parti-cular, “todo lleva a pensar que laspresiones de la economía son cadavez más abrumadoras, en especialen aquellos ámbitos donde los re-sultados de la investigación sonaltamente rentables, como la me-dicina, la biotecnología, y, de ma-nera general, la genética, por nohablar de la investigación militar”(Bourdieu, 2001: 8).

Sin embargo, la forma en queestos condicionamientos atraviesanlos espacios de producción de co-nocimiento (tanto en la orientaciónde las investigaciones como en suutilización concreta) está siempremediada por la estructura del cam-po científico. Y en particular, porla tensión que siempre existe entrela autonomía y la capacidad de res-puesta a las demandas sociales.Bourdieu es enfático en este pun-to, y al ser consultado sobre cuáldebería ser la reacción de los cien-tíficos frente a las demandas socia-les, responde que, para él, loscientíficos “deberían empezar por afir-mar su autonomía, por defender susintereses específicos, es decir, en elcaso de los científicos, las condicio-nes de la cientificidad, etc., y a par-tir de allí, intervenir en nombre delos principios universales de su exis-tencia y de las conquistas de sutrabajo” (Bourdieu, 1997: 130, cur-sivas nuestras).

La consideración que Bourdieuhace de los aspectos más “estruc-turantes” de la actividad científi-ca, balancea el excesivo énfasispuesto por Latour en las estrate-gias individuales. Sin embargo, su

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análisis tiene un inconvenientepara comprender los procesos con-cretos de uso de los conocimien-tos, ya que no analiza las distanciasque existen entre la producción deconocimiento científico y su posi-bilidad de aplicación concreta. Eneste sentido, un conocimiento nun-ca puede ser utilizado por un ac-tor “otro” que el productor deconocimiento mismo (nadie secura, se alimenta o pro-duce más con un papercientífico), sino es a tra-vés de un complejo pro-ceso de transformación,de resignificación de unconocimiento. Para sim-plificar, podemos llamara este proceso industriali-zación de un conocimien-to, en donde intervienenal mismo tiempo usuariosfinales y usuarios interme-dios que son, precisamen-te, aquellos que están encondiciones de industria-lizar el conocimiento.

Más allá de los debatesacerca de quién ejerce elcontrol social de estas ac-tividades, negar la impor-tancia de estas instanciassignifica ignorar los proce-sos reales de producción y de uso so-cial de los conocimientos.

La naturaleza del problema social

Tanto el abordaje de Latourcomo el de Bourdieu alumbran al-gunos aspectos de nuestra preocu-pación, pero presentan algunaslimitaciones para examinar casosconcretos. Por ello, consideramosnecesario un enfoque más próximoal de Gusfield (1981), quien anali-za el papel del conocimiento cien-

tífico en el proceso de construcciónde un hecho social: manejar alco-holizado como un problema públi-co. Gusfield estudia, desde unaperspectiva afín al interaccionismosimbólico, los argumentos, actores,e instituciones que participaron enla estabilización del problema enuna forma determinada (como unproblema del conductor, y no como

un problema de transporte, porejemplo).

Según Gusfield, es posible dis-tinguir dos dimensiones en estosrelatos. Por un lado, una dimen-sión “cultural”, que refiere a los sig-nificados que adquiere el problemaen el plano simbólico. Esta dimen-sión alude a los argumentos o me-táforas que se esgrimen para darcuenta de las causas y posibles so-luciones al problema. Por otrolado, la dimensión de la organiza-

ción social, es decir, del “patrón deactividades a través del cual el fe-nómeno se vuelve accesible y essistematizado en teoría y datos”(Gusfield, 1981: 32). Mientras quela primera de estas dimensioneshace referencia a la forma en queel problema es pensado, la segun-da nos muestra cuáles son las ac-ciones concretas mediante lascuales determinados actores re-

colectan, procesan ytransforman determina-dos hechos en accionesde política pública. Enotras palabras, ¿quién oqué institución tiene o sele ha dado la responsabi-lidad de ‘hacer algo’ acer-ca de la cuestión? Si losfenómenos están abiertosa diversos modos de con-ceptualizarlos como pro-blemas, entonces tambiénsu carácter público estaabierto a diferentes for-mas de concebir su reso-lución8.

Para Gusfield, “laciencia, los pronuncia-mientos científicos, losprogramas técnicos y lastecnologías aparecen co-mo apoyo a la autoridad

o a la contra-autoridad, dándole aun programa o política el moldepara validar su naturaleza, basadoen un proceso neutral por un mé-todo que asegura tanto certezacomo precisión” (1981: 28). No setrata del uso “natural” que los ac-tores hacen del conocimiento rele-vante producido por dispositivoscientíficos y técnicos, sino de queciertos actores hacen un uso especí-fico y deliberado del conocimientocientífico como un modo de terciaren las controversias públicas acer-

Quintín Lame detenido con algunos de sus hombres. Cauca, c. 1930 (tomado de laRevista Gaceta, Bogotá, 1984)

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ca de un problema que, precisa-mente con estos medios, se tornapúblico. Dicho de otro modo, no setrata ya de “la ciencia”, sino delpapel que la retórica científica des-empeña en la construcción de pro-blemas públicos.

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Aplicando un análisis análogoal que propone Gusfield, examina-remos el modo en el que la en-fermedad de Chagas se erigiósimultáneamente, a partir de la dé-cada del setenta, en un importanteproblema social y en un tema denotable importancia para la comu-nidad científica nacional y regional.De hecho, este período se caracte-riza por una importante producciónde conocimiento científico en re-lación con la enfermedad, asocia-da con la irrupción de la biologíamolecular y la promesa de desarro-llo de una vacuna.

A través del análisis de la pro-ducción de conocimiento, y de de-terminadas políticas destinadas a supromoción, es posible observarcómo la definición de las prácticaslegítimas (y, por lo tanto, estimula-das) para actuar contra la enferme-dad, se encuentra estrechamenterelacionada con los diferentes acto-res sociales que participan en esosprocesos. De esta manera, se haceevidente que la relación entre la pro-moción de conocimiento científicoy la resolución de problemas socialesadquiere, al menos en sociedades endesarrollo, un carácter complejo, queno puede reducirse a la sola promo-ción de la actividad científica.

Producción de una vacuna, o laconstrucción de ficcionessurgidas del laboratorio

Tras largos años de controver-sias acerca de su naturaleza y de suextensión en el territorio, la enfer-medad de Chagas alcanzó un plenoreconocimiento como “problemasocial nacional” hacia finales de ladécada del cuarenta (Kreimer yZabala, 2006), lo que se materializóen la puesta en marcha de diferen-tes iniciativas que desembocaronen la creación de un Programa Na-cional de Lucha contra el Mal deChagas, básicamente destinado a lafumigación de las viviendas ruralesde las zonas endémicas, con el ob-jetivo de erradicar el insecto vector(Segura, 2002; Zabala, 2007). Elreconocimiento de la importanciade la enfermedad por parte de lossucesivos gobiernos se mantuvodurante las siguientes décadas, enlas que la enfermedad recibió laatención del aparato estatal, y a sualrededor se crearon un conjuntode instituciones destinadas a darcuenta de su incidencia epide-miológica, a la realización de aná-lisis en forma extendida, y a laevaluación de ciertos tratamientos(Zabala, 2007). Hacia finales de ladécada del sesenta, a estas iniciati-vas se sumó un incipiente interésde la comunidad científica, a partirdel cual la enfermedad se transfor-mó en un estandarte de la “cienciaal servicio de los problemas loca-les” (Rotunno et al., 2003).

Este interés de parte de la co-munidad científico-médica por laenfermedad, tuvo su epicentro enalgunos de los grupos pertenecien-tes a la influyente tradición deinvestigación biomédica, particu-larmente en los liderados por Ar-

mando Parodi y Andrés Stoppani,quienes lograron transformar estasiniciativas grupales en manifesta-ciones institucionales, tal como sedesprende de la creación, en 1965,de la Comisión de InvestigacionesCientíficas sobre Chagas de la Uni-versidad de Buenos Aires, que arti-culó investigaciones en bioquímica,microbiología y clínica médica9. Enlos años siguientes, el apoyo institu-cional a estas investigaciones au-mentó considerablemente a partirdel Programa Nacional de Investi-gaciones sobre Enfermedades Endé-micas, creado en 1973 por laSecretaría de Ciencia y Tecnologíade la Nación10, con un papel cen-tral de Stoppani y de los discípulosde Parodi. A su vez, estas iniciati-vas tuvieron un decisivo correlatoen el plano internacional, a partirde la creación, en 1975, del Pro-grama Especial de Investigación yEntrenamiento de EnfermedadesTropicales (TDR) de la Organiza-ción Mundial de la Salud, en la queestos investigadores tuvieron un pa-pel central en la definición de te-mas prioritarios de investigación11.En la medida en que aseguraron uncontinuo flujo de recursos, estas ins-tituciones significaron un apoyo fun-damental para la consolidación delas investigaciones académicas sobrela enfermedad de Chagas.

El apoyo creciente a la investi-gación en el plano político estuvoacompañado por un desplaza-miento en el plano cognitivo fun-damental: desde los enfermos y lascondiciones de transmisión hacia elparásito, el Trypanosoma cruzi. Dehecho, por esos años, desde el co-razón de la tradición bioquímica, esdecir, desde la entonces FundaciónCampomar (hoy Instituto Leloir),así como desde otros laboratorios

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públicos (Instituto Fatala Chabén),se comenzaron a investigar enprofundidad múltiples aspectos re-lacionados con la fisiología y el me-tabolismo del parásito, tanto comola interacción entre el parásito y suhuésped. El objetivo era doble: porun lado, encontrar un blanco endonde atacar el parásito, asociadocon la producción de un medica-mento tripanocida eficaz; por otro,el estudio de los mecanismosinmunológicos que el parásito dis-paraba en el organismo humano,con el objetivo de desarrollar unavacuna. Esta última vía fue parti-cularmente importante, pues pare-cía ofrecer una “solución radical”al problema social: en la medida enque se pudiera obtener una vacunacontra la enfermedad de Chagas, losotros aspectos de las políticas pú-blicas (como la fumigación sistemá-tica de los ranchos) podrían ocuparun lugar secundario.

El desarrollo del conocimientobásico sobre el parásito, necesariopara alcanzar ambos objetivos po-lítico-cognitivos, tuvo un impulsofundamental con la emergencia deun nuevo campo disciplinario: labiología molecular. Esta disciplina,que había tenido una fugaz emer-gencia hacia finales de los años cin-cuenta en el Instituto Malbrán,comenzó su etapa de institucio-nalización plena hacia mediados delos años setenta, en espacios liga-dos a la tradición de investigaciónbiomédica proveniente de Bernar-do Houssay y Luis Federico Leloir(Kreimer, 2007; Kreimer y Lugones,2002).

A partir de los años ochenta, lasinvestigaciones en biología molecu-lar fueron reposicionando la enfer-medad de Chagas en dos sentidos

diferentes: por un lado, como unaestrategia legítima para conocer losmecanismos “básicos” del parásitoy de sus interacciones con anima-les y humanos, lo que operó comoel fundamento de una política delargo plazo basada en un conoci-miento científico “de excelencia”en la lucha contra la enfermedad.Por otro lado, reposicionó el malde Chagas –y en particular el pará-sito– como un objeto de estudio deuna importancia central dentro dela investigación biomédica enArgentina.

Como consecuencia de estosprocesos, y de las políticas de pro-moción de conocimiento científi-co vinculadas a la enfermedad, esposible verificar, en los últimos diezaños, una significativa producciónde trabajos científicos en este cam-po12. El conocimiento experto ge-nerado cumple, en un primeracercamiento, con los requisitos de“relevancia” (tal como surge de latemática abordada) y de “calidad”(si nos remitimos a los medios enlos que ha sido publicado, y, porende, las pautas de evaluación aca-démica que ha superado) que es-peraban los planes de políticapromotores de su producción.

La organización temática de lasinvestigaciones producidas duran-

te estos años resulta sumamentereveladora, como se puede obser-var en el cuadro 1. Para ello, he-mos establecido una clasificación delas investigaciones sobre Chagassegún los principales objetos de re-ferencia cognitiva: los enfermos, elparásito (agente causal), el vector(la vinchuca/Triatoma infestans), ylos aspectos epidemiológicos.

Como se observa, la mitad delas publicaciones reseñadas se refie-ren al parásito (Trypanosoma cruzi),lo que se explica por la fuerte con-centración de investigaciones enbiología molecular y bioquímicaque lo han tomado como objeto deinvestigación. Es significativo, parael análisis de la utilidad de estosconocimientos, que muchos de es-tos grupos de investigación mani-fiesten que sus investigacionestienen por objetivo la producciónde conocimiento necesario para eldesarrollo de nuevas drogas (enparticular, la búsqueda de “blancos”por donde atacar el parásito). Sinembargo, en los hechos, el desa-rrollo de estas nuevas drogas ten-dría que estar a cargo de otrosactores sociales (en particular, delaboratorios farmacéuticos) quie-nes no manifiestan ningún interéspor el tema (entre otras cosas, portratarse una enfermedad de la po-breza). Por lo tanto, la utilidad

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Cuadro 1. Distribución de publicaciones indexadas en el SCI, realizadas por científi-cos argentinos en el período 1995-2005, según orientación temática

Fuente: elaboración propia con base en el Science Citation Index

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Repatriación de los restos de Porfirio Barba-Jacob, en el Cementerio Universal de Medellín.Gobernador de Antioquia, familiares del escritor y Germán Arciniegas. Casa de Poesía Silva

manifiesta de estas investigacio-nes se reduce a una construcciónretórica, en la medida en que laescasez de vínculos entre los gru-pos de investigación analizados ylos productores de medicamentosimpide que esos conocimientoscientíficos producidos en el país pue-dan tener una utilidad efectiva.

Algo similar ocurre con las inves-tigaciones que se orientan al estudiode los enfermos, que significan unacuarta parte de la producción. Nue-vamente, hemos encontrado que es-tas investigaciones no setraducen en prácticasde atención a los en-fermos sino que, tam-bién dentro de estaorientación temática,predomina el estudiode aspectos básicos dela enfermedad. La in-vestigación clínica,por su lado, que po-dría suponer un mayoracercamiento a lasprácticas concretas deatención de pacientesy, por lo tanto, a la po-sibilidad de ser incorpo-rada a las prácticas de atención, ocupauna parte muy poco significativa yse lleva a cabo en inferiores condi-ciones institucionales (tanto definanciamiento como de reconoci-miento profesional).

En definitiva, más allá de la va-riedad de temas de las investiga-ciones sobre la enfermedad deChagas, el análisis cuantitativonos muestra un elemento común:el fuerte predominio de la investi-gación básica o académica en todoslos campos de conocimiento, conlo cual, el principal producto deestas investigaciones lo constitu-

yen los papers científicos, la ma-yor parte de ellos publicados en re-vistas internacionales. A su vez, elprincipal (casi exclusivo) ámbitode circulación y difusión de estasinvestigaciones es el campo de laacademia. Esto implica una limi-tación en la capacidad de difusiónde estos conocimientos, que ad-quiere un carácter endogámico, enla medida en que su comprensiónrequiere de una alta especializa-ción en la temática que sólo po-seen los propios investigadorescientíficos.

La estructura de la comunidadcientífica local, tanto en el planocognitivo como en el social, escrucial para comprender la traduc-ción de un problema social comoun objeto de investigación cientí-fica, y su resignificación de acuer-do con los intereses, prácticas yposibilidades de los actores. En elplano cognitivo, es central la im-portancia de las investigacionescientíficas en el campo de la biolo-gía y, sobre todo, en el de la biolo-gía molecular. Este hecho implicó,desde los años ochenta, un despla-zamiento cognitivo fundamental,mediante el cual el Trypanosoma

cruzi se transformó en un modelo bio-lógico importante para el desarrollosocio-cognitivo de los grupos de ex-pertos, debido a la posibilidad deestudiar allí procesos biológicos ori-ginales no necesariamente vincula-dos con la enfermedad de Chagas.

En el plano de la organizaciónsocial, es fundamental atender laimportancia de los grupos involu-crados, y en particular, su grado deinternacionalización e integraciónen redes globales de producción deconocimientos13 (Kreimer, 2007).

De hecho, el creci-miento en la produc-ción de conocimientofue liderado por losgrupos ya menciona-dos, inscriptos en latradición biomédicaheredera de los pre-mios nobel Houssay(en 1947) y Leloir (en1970), que lograronuna fuerte (y en esesentido “exitosa”) co-nexión con la comu-nidad internacional,expresada en la for-mación de los investi-

gadores en el extranjero y enpublicaciones en las revistas inter-nacionales. El prestigio les permi-tió a los investigadores contar, enel plano material, con fuentes derecursos estables, tanto de agenciasnacionales como internacionales14.

Por cierto, la diferenciaciónentre los planos “cognitivo” y “orga-nizacional” es meramente analítica,ya que ambos se encuentran rela-cionados en la producción de co-nocimientos: la mayor parte de lasagendas de investigación de los gru-pos locales se formulan en tensióncon las redes internacionales de las

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que los investigadores locales par-ticipan. Es ello, precisamente, loque les otorgó visibilidad internacio-nal a quienes trabajaron sobre di-versos aspectos de la enfermedad,y quienes invirtieron posteriormen-te esa visibilidad en términos deconstrucción de su legitimidad local.

De esta forma, es posible en-contrar diferencias importantes en-tre la retórica sobre la utilidad dela ciencia y los procesos concretosde producción de conocimientos,es decir, su uso en la intervenciónefectiva sobre los afectados. En estesentido, resulta interesante consta-tar que los relatos acerca de laenfermedad se basan, en buenamedida, en la construcción de “fic-ciones” (Gusfield, 1981) queadquieren luego, en el espacio pú-blico, un valor de verdad que noestaba estabilizado de antemano:los biólogos moleculares lograronestablecer la ficción según la cualuna investigación científica “deexcelencia”, evaluada e integradaa los cánones de la “ciencia global”,era un requisito importante en lalucha contra la enfermedad. Por lotanto, el conocimiento íntimo deun conjunto de problemas asocia-dos con la genética del parásito sepresentó como el determinantecognitivo para contar con una solu-ción efectiva en dicha lucha: laproducción de una vacuna o el de-sarrollo de una nueva droga de-pendían, en efecto, de dichosconocimientos.

La ficción así construida tuvo –tiene– diversos supuestos implícitos(ocultos): en primer lugar, que el pro-ceso de producción de conocimien-tos conforma una promesa suficientepara el desarrollo de una estrategiabasada en ellos, con independencia

de otras dimensiones sociales, cultu-rales, simbólicas o institucionales. Ensegundo lugar, el desarrollo de inves-tigaciones “aplicadas” omite, o igno-ra deliberadamente, los procesos deindustrialización del conocimientonecesarios para “salir de los labo-ratorios” y llegar a los ranchos (vi-viendas rurales predominantes dondese alojan los insectos vectores de laenfermedad).

En tercer lugar, aspecto impor-tante de nuestro trabajo, se produceuna operación de purificación (Knorr-Cetina, 2005; Gusfield, 1981) me-diante la cual, los parásitos, comoobjetos de conocimiento, son despo-jados de todo decorado social, de losranchos, las vinchucas y los enfer-mos, para ser convertidos en se-cuencias de genes, en bibliotecasde splicing, de proteínas o en dispo-sitivos para la construcción deanalogías con otros mecanismosbiológicos. En realidad, lo que nosestá mostrando este proceso es laforma como el Chagas, como ob-jeto, ha sido resignificado por unconjunto de actores que lograronimponer públicamente un nuevosentido, al tiempo que redefinieronlos ámbitos de intervención: el pro-blema, formulado en términos delos enfermos (o los pobres, lamarginalidad social, las condicionesde vivienda, etc.) y de los modosde identificarlos y curarlos, se fuedesplazando –redefiniendo– haciaun problema expresado en térmi-nos de la identificación y el cono-cimiento fisiológico y genético delparásito, con la “promesa” de pro-ducción de una nueva droga o va-cuna. Ello está acompañado delfuerte prestigio social que tienenlos biólogos moleculares dentro dela comunidad científica, frente ala relativa decadencia de los car-

diólogos especializados en Chagas,incluso y muy particularmente,dentro de la propia comunidadmédica.

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Hemos partido de una concep-ción de los “problemas sociales”como entidades cuyo contenido seredefine en cada momento de lahistoria. Sobre ellas se produce unconjunto de acciones destinadas a laintervención de acuerdo con las ca-tegorías aceptadas como legítimas.- Estas decisiones son configuradas,en cada caso, por un conjunto deactores e instituciones que dancuenta de la traducción que tieneel problema en el plano de la orga-nización social: médicos en elcomienzo del siglo XX, luego epi-demiólogos, entomólogos y el Es-tado con un papel protagónico. Mástarde, ingresan los bioquímicos y losbiólogos moleculares, mientras queen el seno del Estado se agrega a ladefinición de las políticas de salud,la política de ciencia y tecnología,orientada a la promoción del co-nocimiento. Y hemos intentadomostrar cómo, en estos procesos, larelación entre decisiones en el nivelde las políticas públicas y la pro-ducción de conocimientos científi-cos es siempre compleja, tanto porlas definiciones en torno a la enfer-medad, como por los supuestos quequedan ocultos en las diversas po-siciones. Dentro de estas últimas,la más evidente es la que ocultalos procesos de industrializacióndel conocimiento que serían nece-sarios para pasar de un conoci-miento sobre la genética delparásito hacia la obtención de unadroga o vacuna. En este sentido,las empresas farmacéuticas, que

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deberían ocuparse de las fases co-nocidas como Investigación y De-sarrollo industrial, aparecen –enparticular a lo largo del períodomás reciente– como una suertede “actor ausente” que deberíaparticipar una vez que la oferta delos conocimientos fuera sufi-cientemente eficaz como para serindustrializada.

En particular, nos hemos con-centrado en lo sucedido con lainvestigación vinculada a la en-fermedad de Chagas en las úl-timas décadas, intentando darcuenta de la complejidad quesupone la utilización de losconocimientos científicos en laresolución de problemas socia-les. Específicamente, intenta-mos mostrar cómo la “historiaoficial” de la enfermedad vaestableciendo mojones que, le-jos de ser “naturales”, van res-pondiendo a los modos deintervención de los diferentesactores en cada período espe-cífico, articulando un conjun-to de dispositivos culturalesque, al ser interesados, cons-truyen y desvanecen los tópi-cos, las modalidades y, aun,configuran la existencia mismade una cuestión en la esferapública. Dentro del desarrollode los dispositivos, los científicos noson meros receptores de las accio-nes de los otros actores, sino queson activos productores de sentidoy, además, van generando los dis-cursos que serán posteriormente ar-ticulados en relaciones sociales máscomplejas, como consecuencia deluso retórico que otros actores ha-rán de ellos. Se genera, así, una “pu-rificación de segundo orden” quepuede resumirse en la secuenciasiguiente:

a) los médicos postulan la exis-tencia de la enfermedad ⇒b) lapoblación es informada de que esportadora de entidades patógenas⇒c) los médicos e investigadoresproducen un discurso público acer-ca de las dimensiones del Chagascomo problema social ⇒d) las au-toridades resignifican ese discurso,instituyendo un problema que era,hasta entonces, privado, como pú-blico ⇒e) en función de esos dis-

cursos, las instituciones generanmecanismos de intervención sobrelas relaciones parásito-vinchuca-humanos ⇒f) los bioquímicos y losbiólogos moleculares instalan eldiscurso acerca de la necesidad deconocer la fisiología y la genéticadel parásito ⇒g) las institucionesde ciencia y tecnología van gene-rando la relación entre investiga-ción molecular y posibilidad dedesarrollo de vacunas y medica-mentos ⇒h) los parásitos son “pu-

rificados” en los laboratorios, libresde toda contaminación contextual⇒i) los investigadores negociancon las redes internacionales másprestigiosas de producción de co-nocimiento, la oferta de un “mo-delo biológico interesante” acambio de recursos y visibilidad⇒j) las autoridades plantean, enla arena pública, la importancia delos hallazgos que producen loscientíficos locales en relación con

la enfermedad de Chagas, enreferencia al reconocimientointernacional.

Los sucesivos procesos depurificación operan como unvelo que dificulta observar elnivel de la organización social(de las acciones y prácticasconcretas). En el escenariopúblico, los problemas yaemergen como naturalizados,o problematizados, por los ac-tores que los formulan, quie-nes tienden a estabilizarlossegún la posición que ocupan,las relaciones y los vínculosque establecen, etc. Sin em-bargo, la formulación de unautilidad de los conocimientoscientíficos, es decir, su aplica-ción para la resolución de losproblemas en cuestión, nopuede separarse, analítica-

mente, del vínculo que deben ge-nerar las intervenciones que seproponen en el campo científicocon una organización social capazde llevarlas a cabo: ningún conoci-miento podría ser re-apropiado porotros actores sino a través de proce-sos de mediación social. Por ejem-plo, un proceso de fumigaciónrequiere de agentes que produzcanno sólo su contenido técnico, sinotambién formas de administrarloperiódicamente, recursos para pro-

José Félix Fuenmayor (1885-1966), autor de La Muerte en lacalle, Barranquilla 1967

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ducirlo masivamente, sujetos quelo internalicen como parte de unaestrategia para la erradicación delos vectores, capacidad de vincu-lar dicho proceso con los riesgosde contraer la enfermedad, etc. Unnuevo medicamento, por su par-te, está también en dependenciade una red socio-cognitiva, com-puesta por investigadores queenuncian los blancos molecularesposibles, pero también por labo-ratorios farmacéuticos que buscan–y encuentran– una molécula, porepidemiólogos que identifican lascaracterísticas de las cepas en cues-tión, por organismos públicos queregulan las pruebas clínicas, porbioquímicos que estudian la farma-cocinética, por recursos que seorientan a la viabilidad técnica yfinanciera de un nuevo producto,por médicos que articulan su ad-ministración, por sujetos que seapropian del nuevo artefacto y desus sentidos en la lucha o preven-ción de la enfermedad, etc.

Los problemas planteados deeste modo pierden, sin duda, elromanticismo de los discursospurificados, el heroísmo de losbuscadores de pociones mágicas,la abnegación de las personalida-des públicas capaces de empren-der –y hacerse cargo– de losproblemas sociales, el apostoladode los profesionales de la saludque se preocupan por sus pacien-tes, la dedicación de las empresasque buscan satisfacer necesidadessociales, etc. Pero, al mismotiempo, se pueden desarmar lasficciones que, con la ayuda de losdiscursos científicos, generanpanoramas “modernos” de mag-níficos conocimientos cuya uti-lidad es, en el mejor de los casos,abstracta.

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1 Según el Instituto Nacional de Para-sitología, en Argentina hay aproxima-damente 2.500.000 personas (7.2% dela población) infectadas, con un por-centaje de mortalidad que varía entre el1% y el 5%.

2 Una enfermedad ignorada es usualmen-te definida como aquella para la cual nose dispone de tratamientos efectivos, ycontra la cual los laboratorios farmacéu-ticos industriales no desarrollan nuevasdrogas (I+D), por falta de un mercadorentable.

3 John Law (2004) llama la atención acer-ca de cómo cada uno de los actores uti-liza categorías que son consistentes concada una de las narraciones –incluidala de los sociólogos– que aparecen comorelatos “naturales” de los sucesos encuestión. Propone, en cambio, con-frontar/contrastar las diversas narracio-nes que se expresan, para poner en evi-dencia las categorías que están implíci-tas en cada una de ellas (y que susten-tan la narración).

4 Este es el último dato disponible, regis-trado en el ingreso al Servicio MilitarObligatorio. Al ser abolido este servicioal año siguiente, durante la presidenciade Carlos Menem, no existen desde en-tonces mediciones sistemáticas.

5 Mientras que la esperanza de vida al na-cer para una mujer en la Ciudad de Bue-nos Aires era, en el año 2001, de 79,39disponible en años, en el Chaco era de66,95 años, es decir, casi trece años me-nos. Las cifras son del INDEC, para elaño 2001. Disponible en: <http//:www.indec.mecon.ar>, último acceso: 10/20/2006.

6 Este dato surge de entrevistas realizadaspor los autores a diversos médicos car-diólogos de la ciudad de Buenos Airesdurante el año 2005.

7 Sobre este tema, pero desde una pers-pectiva históricamente más rigurosa, véa-se Salomon-Bayet (1986).

8 Oszlak y O’Donnell (1995 [1981]) for-mularon cuestiones parecidas en la mis-ma época.

9 Para un análisis del papel de ArmandoParodi y de Andrés Stoppani en lainstitucionalización de las investigacio-nes sobre la enfermedad de Chagas, véa-se Zabala (2007).

10 El objetivo del Programa fue el subsidiode proyectos de investigación sobre laFiebre Hemorrágica Argentina y la en-fermedad de Chagas, aunque en los he-chos se concentró casi exclusivamentesobre esta última (Stoppani, 2002: 3).

11 De hecho, el propio Stoppani formabaparte del Comité para el Desarrollo deQuimioterapia y Stella González Cappa,discípula de Parodi, del Comité deInmunología.

12 Sólo en el Science Citation Index se en-cuentran 830 registros de publicaciones vin-culadas a la enfermedad entre 1995 y 2005.

13 La mayoría de los grupos de investiga-ción mantiene buenos vínculos con lacomunidad internacional, sobre todo deEstados Unidos y Europa, y ha sido fi-nanciada por agencias como NIH, OMS,Howard Hughes y Unión Europea.

14 De hecho, uno de los primeros centrosde investigación sobre Trypanosoma cruzifue la Fundación Campomar, fundadapor Leloir, de donde surgieron los gruposde biología molecular más activos hastala actualidad.

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César Uribe Piedrahíta (1897-1951),autor de Toá y Mancha de aceite.

Dibujo de Ricardo Rendón

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