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Just Friends Eran las diez en punto, ya era hora de que ordenase los útiles escolares en el morral y me acostara a dormir. Solía ser muy quejumbrosa en las mañanas, por lo que últimamente estaba acostándome temprano. Bien, mis deberes estaban hechos, mis cuadernos ya estaban en la mochila y yo ya estaba vestida con mi pijama rosada a rayas lista para irme a la cama deseando tener dulces sueños. Me metí entre las suaves sábanas y apagué la pequeña lámpara posada en la mesita de noche. Recosté mi cabeza en la almohada y cerré mis ojos. A los pocos minutos después de intentar caer en sueño profundo, mi teléfono en forma de hamburguesa, comenzó a sonar. Sin ánimos tiré las sábanas hacia atrás y caminé hacia el aparato que no dejaba de emitir una escalofriante melodía de felicidad… Era EXTREMA felicidad. — ¿Si? —Bostecé y caminé con el teléfono en mano hasta mi cama. —Hola… —Saludó con voz apagada. El hecho de escuchar su voz me producía nervios, aún más cuando llamaba a las diez con… quince minutos. — ¡Justin! —Sonreí por inercia y me acomodé en el acolchado volviendo a cubrir mi cuerpo con las sábanas— No esperaba a que llamaras. — ¿Te desperté? Lo siento… olvidaba tu intento por amanecer de buen humor — Emitió una corta risa contagiosa. —Descuida, aún estaba despierta, no acostumbro dormirme temprano, estoy en proceso —Carcajeé. —Y no ayudo mucho a que te acostumbres ¿Verdad?

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Just Friends

Eran las diez en punto, ya era hora de que ordenase los útiles escolares en el morral y

me acostara a dormir. Solía ser muy quejumbrosa en las mañanas, por lo que

últimamente estaba acostándome temprano.

Bien, mis deberes estaban hechos, mis cuadernos ya estaban en la mochila y yo ya

estaba vestida con mi pijama rosada a rayas lista para irme a la cama deseando tener

dulces sueños.

Me metí entre las suaves sábanas y apagué la pequeña lámpara posada en la mesita de

noche.

Recosté mi cabeza en la almohada y cerré mis ojos. A los pocos minutos después de

intentar caer en sueño profundo, mi teléfono en forma de hamburguesa, comenzó a

sonar.

Sin ánimos tiré las sábanas hacia atrás y caminé hacia el aparato que no dejaba de

emitir una escalofriante melodía de felicidad… Era EXTREMA felicidad.

— ¿Si? —Bostecé y caminé con el teléfono en mano hasta mi cama.

—Hola… —Saludó con voz apagada.

El hecho de escuchar su voz me producía nervios, aún más cuando llamaba a las diez

con… quince minutos.

— ¡Justin! —Sonreí por inercia y me acomodé en el acolchado volviendo a cubrir mi

cuerpo con las sábanas— No esperaba a que llamaras.

— ¿Te desperté? Lo siento… olvidaba tu intento por amanecer de buen humor —

Emitió una corta risa contagiosa.

—Descuida, aún estaba despierta, no acostumbro dormirme temprano, estoy en

proceso —Carcajeé.

—Y no ayudo mucho a que te acostumbres ¿Verdad?

—No, claro que no —Reí distraída y él solo me acompañó con la suya.

Nos quedamos en silencio, por mi cuenta psicópata; supuse que fueron 6 segundos.

—_____, la verdad… necesitaba hablar con alguien —Su tono alegre y vivo,

desvaneció.

— ¿Sucedió algo? —Pregunté con curiosidad y me volteé hasta quedar completamente

estirada, mirando las estrellas y lunas luminosas pegadas en el techo de mi habitación.

—Es… Caitlin —Guardó silencio.

¡Y aquí vamos de nuevo! ¿Cuándo será el día en el que entienda de una vez que detesto

a esa chica, ¡Que odio hablar de ella!? Al parecer nunca ¿Y por qué? Porque piensa que

estoy completamente feliz sobre su relación con ella.

— ¿Pelearon? —Murmuré sin interés. Siempre era lo mismo, peleaban una noche por

teléfono, luego era yo su consejera y al día siguiente volvían a ser la parejita feliz.

—Más que eso —Susurró con amargura.

— ¿Qué me dices con eso? —Me acomodé algo sorprendida. Por fin algo que tenía que

ver con… “Esa cosa” me interesaba.

—Acabo de hablar con ella. ¡No la entiendo! ¿Sabes? Primero es dulce y luego de unos

segundos, cuando no te das cuenta, está diciéndote cosas que duelen. Me acaba de

decir que no le doy cariño ¡Há! —Farfulló— Creo que las cosas llegaron hasta aquí.

¿Escuché bien? No, no. Estaba tan empeñada en escucharlo decir algún día que había

terminado su relación con Caitlin, que ya hasta se materializaba.

— ¿Qué es lo que significa eso? —Tenía que asegurarme, por lo tanto una pregunta que

para él sonaría preocupada, me daría la respuesta que quería.

— ¿Estás poniendo atención? —Sonó molesto.

—Lo siento, yo… Solo quiero saber bien las cosas, así después no te doy un mal

consejo, lamento si te molestó —Me disculpé con nervios, él solo buscaba que lo

escucharan.

—No. Mira… Perdóname, estoy molesto y no tienes que ser con quien me desquite,

para eso está Ryan —Carcajeó despacio— y… —Suspiró— digo que las cosas entre

Caitlin y yo, terminaron.

Mi corazón se detuvo en seco. Había esperado tanto tiempo para escucharlo decir

eso... aunque debía tener en mente que sus ojos tampoco se fijarían en mí, pero me

sobraba con que ya no tuviera a la rubia engreída colgada a su cuello.

—Y… ¿Algún consejo? —Interrumpió el silencio que había dejado para irme a una nube

de felicidad.

— ¡Oh! Estem, ¡Claro que si! —Respiré profundo para decir algo que era muy opuesto a

lo que yo quería— Quédate tranquilo, de seguro las cosas se arreglarán, es lo usual

¿No?

—No lo sé, lo siento diferente. Nunca habíamos peleado fuerte, vivíamos peleando,

pero no como ahora. Usó el término terminar ¿Entiendes? —Estaba frustrado.

—Es mejor que lo hablen personalmente ¿No crees? —Fruncí el ceño entre la oscuridad

de mi habitación. ¿Por qué había dicho eso? Quería que nunca más volvieran a mirarse y

lo apoyaba para que hablase con ella.

—Puede ser —Susurró— Lo pensaré mientras trate de dormir. No quiero robarte más

minutos, no quiero a una amiga de mal humor mañana por la mañana —Carcajeó

simpático.

—No te preocupes —Entoné con voz débil, detestaba que me llamase todo el tiempo

amiga.

—Hablo enserio —Rió nuevamente— nos vemos mañana, que tengas dulces sueños —

Comenzó a despedirse.

—Igual tú —Suspiré lo más bajo posible, mi intención no era que escuchara y corté la

llamada sin esperar más.

Día lunes, como los detestaba, te despiertas con sueño, sin ánimos y con ganas de

matar a la primera persona que se te cruza… aún así, este lunes, era especial.

Salté de mi cama con ánimos y con una sonrisa de oreja a oreja, debí suponer de qué se

trataba y hacía que me sintiera una persona sin sentimientos. Sabía que no lo era, pero

toda chica desea ver a su enamorado sin su novia. Suena triste y me hace sentir

patética.

Era un día especial, por lo que tenía que lucir especial. Busqué las mejores prendas de

vestir: Una falda blanca plisada, una polera blanca deportiva, encima un chaleco rosado

sin mangas a rombos y mis converse rosadas… ¡Perfecto!

Nada de maquillaje, aunque Caitlin parecía usar mucho ¡Yo ni muerta! Un suave brillo en

los labios bastaba, encrespar pestañas, alisar mi cabello oscuro y más que preparada.

Bajé con mi morral colgado al hombro y me senté en la mesa donde llamé la atención

de toda mi familia.

—Falda corta, labios brillantes, pelo lacio, me parece que un chico de por aquí cerca

terminó con su novia —Dijo con burla mi hermana mayor mientras inundaba su tostada

con mermelada.

¡¿Cómo es que siempre se da cuenta de lo que pasa en mi vida?! A veces desearía ser

hija única.

—Oh, creo que te has levantado con un grandioso sentido de humor —Sonreí con

sarcasmo y tomé una tostada.

—Parece que es cierto Daphne, hablé con Pattie y me comentó sobre una pelea de

Justin con su novia… —Comentó mamá sirviendo un poco de leche en mi tazón.

Quedé con la boca abierta, se suponía que debía apoyarme… ¡No ayudar a mi hermana

a seguir con su burla!

Papá bajó el diario que sostenía en las manos y me miró con una sonrisa traviesa… ¿Es

que acaso todos estaban en mi contra?

— ¿Saben? ¡Yo me largo de aquí! —Me puse de pie y tomé mi morral colgando del

respaldo de mi silla— ¿Cómo pueden molestarme de esa manera? Saben que Justin y yo

somos amigos desde… Prácticamente desde que nacimos. ¿Y quieren saber algo? Si me

gusta un chico y su nombre es… es… —Todos me miraron sorprendidos, creo que no

era lo mejor que podía hacer— ¡Stephen! —Exclamé y me crucé de brazos.

— ¿El de la serie aburrida que ves? —Comentó mi hermana con su típica expresión

burlona.

— ¡Si! Ese mismo —Me mordí la lengua, ¿Qué se suponía que era lo que hacía? —Estoy

¡MUY! Enamorada de ese muchacho ¿Y quieren saber algo más? Un día nos casaremos y

tendremos 4 hijos. Ahora con permiso ¡Adiós! —Antes de marcharme me acerqué a mi

hermanito menor y besé su frente— Eres el único coherente en esta familia —Me di

media vuelta y corrí hacia la puerta principal.

Al cerrar la puerta del departamento, aún con la mano en la perilla, suspiré apoyando

mi frente en la puerta, detestaba que todos estuviesen pendientes de mi vida… Tienen

la suya, que se preocupen de ella.

—Parece que fue mala idea llamarte ayer por la noche —Escuché una voz calma detrás

de mí.

Me quedé estática y sentí mi corazón bombear la sangre a más velocidad. Era él

Me volteé y ahí estaba, perfectamente arreglado, con esa conocida sonrisa suya.

—Hola —Saludó acercándose para besar mi mejilla… cielos, su perfume era delicioso.

—Hola —Sonreí dejando que los nervios desaparecieran de mi cuerpo.

Comenzamos a caminar, solíamos bajar piso por piso en vez de ocupar el elevador,

siempre dijo que así pasábamos más tiempo juntos y yo nunca me negué.

—Y… ¿Pasó algo? Te noté salir enojada —Sonrió sin dejar de mirar hacia el frente.

—No… —Suspiré molesta— Nada importante, mi familia sigue siendo inmadura —Me

crucé de brazos y miré el suelo.

—Adoro a tu familia, son espontáneos, divertidos, alegres…

—Y muy fastidiosos —Lo interrumpí antes de que siguiera adulando a mi familia y

haciéndome sentir que yo era la amargada— Comenzaron a molestarme con un chico

del curso y terminé diciendo que me casaría con el conductor cómico de ese programa

aburrido que suelo ver —Sonreí, era divertido saber que él no tenía la más mínima idea

de que hablaba de él.

—Vamos, todas las familias son iguales. Imagínate, a mí me molestan contigo, eso si

que es… —Guardó silencio y parpadeó rápido buscando algún tipo de palabra que

sonara adecuada, mientras yo solo trataba de no abrir mucho los ojos y sonreír

creyendo que lo que él decía era absurdo— extraño. Creen que la amistad entre chicos

y chicas no existen, además… te conozco hace tanto tiempo que creen que estoy

completamente enamorado de ti —Carcajeó saltando el último escalón que nos

quedaba.

Apreté los ojos y sentí a mi pequeño corazón romperse en trocitos... nunca seríamos

más que amigos.

—Si, suena… tonto —Sonreí para él y nuevamente miré el suelo.

Caminamos hasta la cochera y nos subimos a su auto.

—Nos vemos en clases de matemáticas —Pronunció con una sonrisa apenas entramos

al edificio del colegio y desapareció por el gentío de los pasillos.

Hablando de clases de matemáticas, creo que no era buena idea que estuviéramos

juntos. Detestaba la materia y por más que intentara descifrar lo que hablaba el

profesor, seguía creyendo que el idioma que usaba era griego… ¡Menos me

concentraría se tenía a Justin sentado al lado mío! Y debo decir que era muy

vergonzoso cuando entregaban el resultado de las pruebas, él siempre sacaba

excelentes calificaciones, mientras yo era la nota más baja del curso.

Caminé sin ánimos hasta mi casillero y al abrirlo me observé en el espejo, me arreglé

absolutamente para nada, ni si quiera se había dado cuenta de lo que llevaba puesto.

Para mi suerte el primer bloque de clases correspondía a artes visuales, lo que ayudaría

a relajarme y desconectarme de todo el mundo, ser solo yo.

—Pueden traerlos listo la próxima clases, por ahora será mejor que comiencen a

ordenar, pronto sonará la campana —Indicó la profesora con su bolso ya en la mano.

Sin ganas de marcharme del taller, guardé mis útiles, limpié mis manos, me decide el

delantal manchado por todos lados con acrílicos y esperé a que el timbre sonara. En

menos de un minuto ya me encontraba guardando mis cosas en el casillero.

—Míralos —Escuché su voz aparecer de un punto inexistente. Cerré la puerta del

casillero y ahí se encontraba, mirando sobre mi hombro con recelo— Ella y ese

perdedor… —Apretó los dientes.

Me giré y observé a la muchacha castaña con una gran sonrisa en el rostro,

seguramente coqueteando con un muchacho.

—Oye, ese… ¿Es Daniel? —Volví mi mirada hacia Justin y arqueé una ceja.

—Aham, así es —Pronunció sin mirarme.

— ¿Qué rayos le sucede? Siempre odio a esa chica —Suspiré y tomé mi bolso tirado en

el suelo.

—Sabes que no es verdad —Suspiró molesto y apoyó su cabeza en el frío metal.

—Entonces… ¿Por qué no hablas con ella? —Miré hacia un lado, solía decirle cosas que

no eran de mi acomodo.

Me miró pensativo y volvió a dirigir su mirada a la chica más tonta del colegio.

¿Cómo podía estar tan enamorado de alguien tan superficial, de la chica más

egocéntrica y de quien piensa que un noviazgo es solo por aburrimiento? Nunca

lograría entenderlo, soy la persona que haría todo para que fuese feliz, de hecho, lo

hago, pero él ni si quiera lo nota.

—No, pensaré en algo mejor —Sonrió desanimado— será mejor que nos fuéramos al

salón, es que tu odias la materia y yo te la enseño con dibujos —Carcajeó y me tomó de

un brazo arrastrándome a caminar junto a él.

No había nada mejor que observar a Justin mirar apresurado la pizarra y luego anotar la

materia en su cuaderno. Detestaba que su perfil fuera tan perfecto, sus labios tan bien

delineados y sus ojos hechos de manera perfecta.

—Anota —Pronunció con una risita en la voz.

Yo solo pegué un salto y dirigí enseguida mi mirada al cuaderno más que sonrojada.

Que horrendo, en una de esas se dio cuenta de que lo observaba con sumo detalle,

quizás se dio cuenta de lo que sentía.

— ¿Entiendes algo de funciones? —Miró mi cuaderno con mis apuntes que para él eran

solo garabatos.

Negué con la cabeza sin dejar de mirar la mesa.

—Sabes que hay prueba esta semana ¿Verdad? —Me miró serio. Aunque yo creyera

que le importaba un rábano, solía ser muy preocupado por mí.

—Oye —Suspiré y lo miré— Sabes que aunque estudiase por mil horas, aunque le

prestase atención al profesor… nunca voy a saber que es la matemática ni sus

contenidos.

—Y es esa la actitud que no tienes que tener, así que de castigo estudiaremos en tu

casa —Sonrió y volvió a anotar los problemas escritos en la pizarra.

Creo que ese tipo de castigos no me vendrían mal… solo lo escucharía balbucear

palabras griegas y me concentraría en ver el tierno y torpe intento que hacía por

enseñarme.

Dos bloques más de clases y sin más esperar, nos marchamos a casa. Temía que cuando

entrase, Daphne estuviese preparada para comenzar a burlarse y molestarme

dejándome en ridículo frente a Justin, así que no me quedó mejor opción que rezar a

cada santo por mi casa vacía.

— ¡Mamá! —Exclamé apenas entré al departamento— Espérame aquí.

Corrí a la habitación de mis padres: Vacía. A la habitación de Daphne: Vacía. ¡No había

nadie!

—Parece que todos decidieron salir hoy —Dije apareciendo por el living esperando a

que Justin estuviese esperándome, cosa que no fue así.

Caminé hasta mi habitación y ahí se encontraba mirando por la ventana.

—Adelante, pasa —Carcajeé dejando mi morral en el sillón.

Se volteó y me sonrió perverso… ¿Okay? ¿Eso era normal?

— ¿Qué? —Arqueé una ceja y me sentí completamente indefensa bajo su mirada

traviesa.

—Tengo el plan perfecto —Esbozó una sonrisa llena de malicia.

— ¿Qué rayos se te pasa por la mente? —Tragué saliva nerviosa, sabía que fuese lo que

pensara, me involucraba— No, ni lo pienses, no me metas en tus problemas —Farfullé

molesta y comencé a sacar los cuadernos con los que supuestamente estudiaríamos.

—Por favor, por favor, por favor —Suplicó tirándose de rodillas al piso y abrazando mis

piernas descubiertas.

— ¡No! Y no me convencerás con tus arrebatos de un niño de tres años —Sacudí mis

piernas con dificultad, su abrazo mantenía mis pies pegados al piso y mis rodillas

estáticas.

—Ni siquiera sabes lo que pienso —Objetó con seriedad.

—Si, si lo se. Planeas que hable con la chica y que le diga ¡Lo devastado que estas y tan

necesitado Drew! —Exclamé furiosa, el solo hecho de saber que tendría que ayudarlo

con esa muchacha me revolvía el estómago.

— ¿Y quien dijo que es eso? —Soltó su amarre a mis piernas y se puso de pie para

mirarme con picardía.

Saber que no era eso lo que él planeaba, mas esa penetrante mirada… mezclada de

entusiasmo, picardía y felicidad, me daba escalofríos.

—Y… ¿q-que es… l-lo que piensas? —Tartamudeé como tonta al verlo tan cerca.

Sonrió, tomó de mi mano y se arrodilló frente a mí. ¡¿Qué rayos hacía?!

—Tu, _______________________ ¿Quisieras ser mi novia? —Guiñó un ojo.

¡¿Qué?! ¡¿Escuché bien?! Dios, no, esto no podía ser verdad… Justin, nunca me pediría

algo así. Vamos, debía de hacer algo para saber que era lo que pasaba.

— ¿Ha? —Atiné a pronunciar. Supongo que mi expresión no era la mejor, ni la más

bonita, puesto que Justin se dejó caer en el suelo y comenzó a reír como desquiciado.

Miré hacia un lado nerviosa, la verdad es que el jugaba con eso creyendo que a mí no

me afectaba en lo más mínimo.

—Okay, ya, ya basta de risas —Traté de sonreír y me senté en el suelo.

Luego de ciertos minutos esperando a que dejara de llorar de risa… se acomodó frente

a mí y suspiró recuperando la voz.

—Es el plan —Carcajeó y me miró expectante.

— ¿Qué plan? —Musité desconcentrada.

—Dah —Se burló— El plan, en el cual no querías estar involucrada —Sonrió.

Me quedé en silencio… ¡¿Acaso ese era su plan?!¿Que yo fuera su novia?

—Sucede que Caitlin toda la vida te ha tenido celos, por lo que si se enterara y nos viera

de novios… ¡Estaría loca! Y recibiría su merecido —Sonrió victorioso, como si eso

sonara estupendo para mí.

— ¿Y que se supone que haga? ¿Hacerme pasar por tu novia? —Pregunté nerviosa.

—Exacto, quizás Caitlin recapacite y vuelva conmigo ¿No crees? —Suspiró satisfecho.

Lo miré desconectándome de la conversación. ¿Qué esperaba que respondiera? Que si

y que fingiéramos todo el tiempo una relación. ¡El estará fingiendo sentimientos! ¡No

yo! Tarde o temprano saldré afectada de este plan y tendré que guardar silencio como

la buena mejor amiga que era.

—Y… ¿Qué me dices? —Me miró suplicante.

—No lo sé Justin —Mordí mi labio inferior— Es complicado.

— ¿Complicado? ¿Por qué tendría que ser complicado? Serán tan solo unas semanas, ni

si quiera lo notarás.

Miré hacia mis alrededores como si en algún sitio estuviera escrita la respuesta

indicada, pero no, cada rincón me llevaba directo a sus ojos llenos de esperanza por un

si.

—Lo pensaré —Musité pareciendo estar tranquila, mientras que por dentro estaba

gritando.

—Está bien, soy capaz de esperar —Sonrió y se estiró por completo en el suelo.

Muy bien, parece que esta vez se tomaría las cosas con calma, nada de estrés para mí.

Apoyé mi cabeza en la pared y miré el techo, que era lo que iba a hacer.

— ¡Listo! —Se sentó nuevamente frente a mí y me miró como un niño desesperado por

un regalo sorpresa— Ya tuviste tiempo suficiente ¿Y que me dices?

Entrecerré los ojos y bufé.

—Dije que lo pensaría —Puse los ojos en blanco.

—Y te di tiempo, ahora respuesta. Sabes que soy capaz de quedarme en tu habitación

toda la noche para no dejarte dormir y obtener mi respuesta —Estaba serio, y sí, si era

capaz de hacerlo.

—Pero Justin… —Me quejé.

—_____ , no tienes idea de lo cuanto te necesito en estos momentos — ¡Bien! ¡Eso si

que arruina mi conciencia! Ya no tenía mas remedio.

Me quedé en silencio. No había nada más que hablar, terminaría diciendo que si, como

siempre cuando me pide un favor o ayuda.

—Y… ¿Qué me dices? —Me miró suplicante.

—No lo sé Justin —Mordí mi labio inferior— Es complicado.

— ¿Complicado? ¿Por qué tendría que ser complicado? Serán tan solo unas semanas, ni

si quiera lo notarás.

Miré hacia mis alrededores como si en algún sitio estuviera escrita la respuesta

indicada, pero no, cada rincón me llevaba directo a sus ojos llenos de esperanza por un

si.

—Lo pensaré —Musité pareciendo estar tranquila, mientras que por dentro estaba

gritando.

—Está bien, soy capaz de esperar —Sonrió y se estiró por completo en el suelo.

Muy bien, parece que esta vez se tomaría las cosas con calma, nada de estrés para mí.

Apoyé mi cabeza en la pared y miré el techo, que era lo que iba a hacer.

— ¡Listo! —Se sentó nuevamente frente a mí y me miró como un niño desesperado por

un regalo sorpresa— Ya tuviste tiempo suficiente ¿Y que me dices?

Entrecerré los ojos y bufé.

—Dije que lo pensaría —Puse los ojos en blanco.

—Y te di tiempo, ahora respuesta. Sabes que soy capaz de quedarme en tu habitación

toda la noche para no dejarte dormir y obtener mi respuesta —Estaba serio, y sí, si era

capaz de hacerlo.

—Pero Justin… —Me quejé.

—_____ , no tienes idea de lo cuanto te necesito en estos momentos — ¡Bien! ¡Eso si

que arruina mi conciencia! Ya no tenía mas remedio.

Me quedé en silencio. No había nada más que hablar, terminaría diciendo que si, como

siempre cuando me pide un favor o ayuda.

6.

Volvió a mirarme y me congelé, mi corazón comenzó a bombear sangre a más

velocidad y corrió una cosquilla por todo mi cuerpo.

Miré hacia un lado queriendo escapar de ese incómodo momento, pero me sentía

obligada a mirarlo y a preguntar de curiosidad.

—Y… y… ¿A que… a que te referías? —Oculté el nerviosismo bajo una simple y

tranquila sonrisa.

—Mañana llegaremos como novios al colegio y estaba pensando en que… no será real

si cuando te bese te muestres sorprendida —Me estaba mirando directo a los ojos y

con el simple hecho de escuchar la palabra “Beso”, me erizaba la piel.

—Supongo que esa será… mi reacción ¿No? —Miré hacia un lado y arrugué nerviosa la

almohada.

—Por eso mismo, no valdrá si todos ven eso, sabrán que es mentira —Sonó

suplicante… ¿Pero de qué?

Nos quedamos en silencio. ¿Qué esperaba que hiciera? Tenía muchas cosas en la mente,

pero ni una opción podría ser lo que él pensaba.

—Entonces… ¿Qué es lo que planeas? —Musité incómoda.

—Que… que, que nos besemos —Me miró serio.

Sabía que muy en el fondo, estaba nervioso al igual que yo. Después de todo… nunca

nos habíamos besado y todo era más extraño cuando sabíamos que al día siguiente

tendríamos que hacerlo seguido.

—Prometo no sorprenderme cuando lo haga mañana —Sonreí.

— ¿Qué? —Sonrió— ¿Te da miedo besar a tu mejor amigo?

¡¿Qué?! No era exactamente eso lo que sentía… ¿O si? Toda mi vida soñé con el poder

sentir sus labios sobre los míos y ahora era una obligación, debía estar emocionada,

pero no. Era solo actuación en el fondo.

—No… claro que no, pff… ¿Por qué sentiría miedo? —Musité con obviedad.

—Porque al igual que yo… debes sentirte incómoda —Sonrió dulce agachando su

cabeza. ¿Es que acaso no podía ser más tierno?

—Somos solo mejores amigos, no pasará nada —Hice un esfuerzo por no hacerlo

sentir nervios, cosa que él debería estar haciendo conmigo.

—Tienes razón —Suspiró y se acomodó para mirarme— entonces… ¿Estás lista?

Tragué todos los gritos nerviosos que ahogaban en mi garganta y asentí con la cabeza.

—Bien… —Susurró.

Creía que en cualquier momento mi corazón saltaría de mi pecho y saldría corriendo,

aún más cuando sentí su mano colarse por mi cuello y enredar sus dedos en el cabello

de mi nuca.

Trataba de mantenerme calmada para que no hubiera indicios de lo que sentía, pero

cada vez era más difícil.

Pronto comenzó con un acercamiento torturador y por inercia mordí mi labio inferior,

él solo sonrió y cerró sus ojos. ¿Por qué hacía de todo esto tan real? Era solo un beso y

ya, no tenía el derecho a quitarme la vida de esta manera.

Al igual que él, cerré mis ojos y esperé a que en cualquier momento sus labios tocaran

los míos. Sentía su respiración chocando con ternura y delicadeza sobre mi rostro y

luego de tantos años esperarlo… sentí por fin el beso que me robaría el aliento.

Pensaba que se alejaría al instante, que sería menos de un segundo, pero aún lo sentía

capturando mis labios.

Me besaba con lentitud y de a poco iba aumentando, sin notarlo, la velocidad. Sentí a

su cuerpo acercarse al mío, por lo que enseguida supe que no se detendría. Mordió mi

labio inferior con sensualidad y yo me ahogué queriendo ser de él.

Siempre soñé con mi primer beso de su parte, pensaba en que sería lleno de amor,

ternura y un millón de sentimientos que de seguro nos entregaríamos… ¿Quién iba a

pensar que sería tan solo por hacer un favor? Aún así… lo sentía tan real, tan lleno de

emociones, de seguro era solo mi imaginación y aún así disfrutaba el momento como

nunca había hecho antes.

Comenzaba a detenerse y pronto se alejó tan solo centímetros de mí, abrió sus ojos e

inhaló profundo para recuperar la respiración.

—Wow… —Susurró— besas… muy… besas muy bien —Mordió su labio inferior.

7.

Me quedé estática… ¿Qué era lo que había dicho? Enseguida me alejé de él y miré

desesperada hacia un lado, sentía mi rostro más tibio de lo normal, supuse lo roja que

estaba.

—Debo… ¿Decir lo mismo? —Levanté la vista y lo miré tratando de no temblar.

—Gracias —Rió y se separó que lo que yo necesitaba para poder respirar otra vez.

Me encogí de hombros y sonreí.

—Así que debo suponer que ya estas preparada para interpretar a mi novia ¿Verdad? —

Sonrió y de un salto estaba de pie al otro lado de la habitación.

—Bu-bueno… eso supongo —Balbuceé con una sonrisa vaga en los labios.

Día martes. Caminé hasta la puerta de mi casa y suspiré dejando que un poco del

nerviosismo se alejara de mi cuerpo, como si eso fuese posible.

Abrí la puerta y sentí el corazón detenerse en seco cuando me encontré con Justin,

brazo en alto y puño cerrado; apunto de tocar la puerta.

—Ahí estas, novia mía —Dejó a la vista esos pequeños y perfectos dientes brillantes.

—Hola —Saludé común y corriente, relajada, calmada, tranquila solo estás haciendo un

favor que tarde o temprano te romperá el corazón, nada más.

—Recuerda, apenas pisemos los pasillos del colegio tomarás de mi mano y sonreirás

como si esta relación fuese lo que más has querido en toda tu vida, lo más maravilloso

que te ha pasado, lo más… — ¡Ya basta!

—Está bien —Sonreí interrumpiendo las reglas que estaba poniéndome en frente—

Actuaré como se me plazca, por si no lo recuerdas me tienes obligada a esto — ¡Al fin!

Había estado esperando hace un largo tiempo a que mi personalidad apareciera.

No me di cuenta cuando Justin ya estaba estacionado su gran vehículo a las afueras de

la preparatoria.

— ¿Lista? —Sonrió con malicia antes de salir del auto.

—Eso creo —Tomé aire profundamente y luego suspiré.

—Aquí vamos —Cantó seductor y se bajó del auto para correr rápidamente hacia mi

puerta y abrirla como todo un caballero. Debería hacerlo más seguido ¿No? Okay, no

todos los días soy su novia.

Sentí la piel de su mano chocar con suavidad en uno de mis hombros descubiertos y

deslizarse hasta mi mano para así entrelazar sus dedos con los míos. ¡Genial! ¿Acaso no

tenía mejor manera de erizar mi piel?

—Te vestiste perfecta para la ocasión ¿Sabías? —Susurró en mi oído derecho.

¿Desde cuando hacía un comentario al respecto de lo que traía puesto? La verdad es

que nunca había opinado sobre mi forma de vestir, lo que a veces me llevaba a pensar

que no tenía gusto para vestirme.

—La verdad que esa falda y esa polera sin hombros… te queda… fabulosa —Me

observó de pies a cabeza y mordió su labio inferior.

—No es necesario que también actúes tus comentarios sobre mi ropa ¿Si? Es mucho

con que ahora tengamos que fingir ser novios —Musité sin expresión alguna.

— ¿Y alguien a dicho que estoy actuando? —Me sonrió con picardía y luego volvió a

mirar hacia el frente.

Los primeros pasos en los pasillos y ya éramos el centro de atención, creo que nadie se

esperaría que un día llegaría tomada de la mano con Justin ¿O si?

A lo lejos del pasillo pude ver a una cabellera castaña… era Caitlin.

8.

Sentí la presión en mi mano ejercida por la de Justin, de seguro estaba nervioso, yo solo

sonreía para mis adentros, me sentía mala y eso me producía una gran atracción,

después de todas formas... Justin de alguna u otra manera… era mío.

Al pasar a su lado, la muchacha abrió unos grandes ojos y le sonreí con la mejor cara, no

sabía cuales eran mis movimientos, solo sabía que mi corazón estaba como una fría

roca frente a ella. Después de todo la odiaba.

— ¡Wow! —Exclamó Justin cuando ingresamos al salón de clases— Eres mejor actriz de

lo que esperaba, te felicito —Me alabó con una gran sonrisa en el rostro.

—No tienes idea de lo buena que puedo llegar a ser —Musité sin prestarle atención

mientras sacaba mis libros.

—Oh, entonces perfecto, porque en el descanso si que tendrás que actuar —Me

golpeó suavemente con el codo y yo solo cubrí mi hipocresía bajo una sonrisa.

A pesar del misterio que Justin escondió bajo la frase “…en el descanso si tendrás que

actuar” me causó una gran desconcentración durante toda la hora de clases, a pesar de

que fuese mi materia favorita.

La campana sonó, lo que fue un aviso a mi corazón, ahora podía acelerarse más de lo

normal, provocando que los doctores detectaran que la arritmia en mi sistema había

aumentado.

—Ven —Dijo apresurado y me tomó de la mano para arrastrarme por los pasillos hacia

el patio trasero.

— ¿Por qué venimos aquí? —Pregunté con tono indefenso… no había nadie.

—Caitlin acostumbra a venir aquí ¡Todos los días! Es perfecto ¿No? —Articuló

emocionado.

—Y si, tienes razón… justo ahí… —No alcancé a emitir ninguna otra palabra cuando

tomó de mis brazos, me empujó contra un árbol, presionó mi cuerpo y capturó mis

labios llenándome de sentimientos nuevos.

Tomó mis extremidades y las condujo hasta su cuello. El simple hecho de sus labios se

expandieran cada vez más me dejaba helada, pero tranquila, solo tenía que seguirle el

juego.

Mordió mi labio inferior, ladeo la cabeza y dio acceso a su mentolada lengua a mi

cavidad bucal para iniciar con un placentero recorrido turístico.

A pesar de que el árbol no fuese la mejor pared, me sentía más cómoda que nunca, su

cuerpo estaba tan acoplado al mío que solo podía sentir mis manos en libertad, y eso…

estaban muy entretenidas enredándose en el suave cabello de Justin.

Depositó pequeños besos fugaces y se alejó de mi para mirar con disimulo a los lados,

ahora estábamos solos.

Cuando decidí volver del paraíso a la tierra, pude percibir que nos encontrábamos en un

patio vacío, nadie estaba allí para presenciar nuestra romántica escena, nadie. Estaba

muy segura de que apenas los verdes ojos de Caitlin se fijaron en mi figura sumada a la

de Justin, había desaparecido de inmediato, los celos corrían por su cuerpo y de eso no

cabía duda, muy bien, así Justin cantaba victoria.

—Felicitaciones Drew, hiciste que una pobre chica se sintiera desgraciada —Musité de

lo más normal, la verdad es que el estado de la chica no me importaba en lo más

mínimo.

—Y eso es justo lo que me traigo entre manos. Pensarás que tengo el corazón de

piedra, pero tu sabes, solo quiero que ella vuelva conmigo —Me sonrió con dulzura y

besó mi frente en un gesto de agradecimiento por mi ayuda

9.

Ya era hora de que dejara de repetir todo el tiempo que quería volver a estar junto a su

esquelética noviecita, me hacía sentir fracasada. Me sentía absurda, patética sintiendo

cosas en lo que solo eran por actuación.

Inquirimos que no hacíamos nada más que ocupar espacio bajo un árbol del colegio,

estábamos solos y parte del teatro había finalizado… por ahora.

El transcurso del día fue siempre lo mismo: besos, besos y más besos eufóricos que

hacían de Caitlin la chica más infeliz de la preparatoria, a Justin; el chico más victorioso

y ganador… y a mí, la chica más feliz y complacida del universo.

Pobre, Justin nunca se enteraría de las mil y un cosas que me hacía sentir cuando me

tomaba de los brazos, acercaba pacíficamente su rostro al mío y por fin capturaba mis

labios entre los suyos.

10

Llegamos a casa a eso de las cinco con veinte y cinco minutos, la hora perfecta para

charlar cómodamente en mi departamento, pues no había nadie que se atreviese a

emitir algún comentario burlesco acerca nuestra relación y no me refiero solo a

Daphne, sino a toda mi familia en general, al parecer todos estaban en mi contra .

— ¿Quieres entrar? Tengo la clase de comida que te gusta —Sonreí simpática.

—Bien. Mientras más me retrases para llegar a casa, me haces otro gran favor —

Carcajeó, lo que fueron molestas y cosquillosas mariposas revoloteando por mi

estómago.

Adoraba mi casa en silencio, era la hora en que era solamente habitaba Justin y yo, mi

espacio de tiempo favorito.

Como era ya de costumbre, Justin corrió hacia mi habitación para acomodarse frente a

la televisión, buscar uno de esos programas tontos que a la vez solían ser los más

cómicos, quitarse los zapatos, tirarlos por algún lugar y esperar a que yo apareciera con

comida chatarra y algo de beber.

Preparé comida rápida. Solía haber en cantidad en la casa, a mamá le recordaba a mi

hermano, es una lástima que su novia lo amarrara hasta Australia… ¡Que va! Eso no es

una lástima, aunque alguna de esas veces lo extrañaba… disfrutaba como nunca su

ausencia, nada más de apodos vergonzosos e hirientes, nada más de ropas asquerosas

esparcidas por todas partes, nada más de desorden.

Preparé de esas papas fritas que en un par de minutos se encuentran ricas y crujientes

en el plato, dos hamburguesas y dos vasos llenos de ese líquido dulce adictivo: Coca –

cola.

La bandeja era enorme y pesaba más de lo normal, sabía que se veía asqueroso en una

chica, que comiera tanto, pero ¿Y qué? Estaba más que acostumbrada a comer como

hambrienta frente a Justin.

— ¡_____! —Exclamó al verme aparecer por la puesta de mi habitación, por sus ojos

brillantes, por su sonrisa tan expandida, supuse que no anhelaba más que devorar los

alimentos que había preparado— ¡Por Dios! ¡Eres el ángel de la comida asquerosa! —

¿Eso era… un cumplido o se suponía que debía ofenderme?

Enarqué una ceja, Justin despejó el velador que luego se vio ocupado por la bandeja.

— ¿Tratas de decir que mi comida es horrenda? —Pregunté ofendida.

—No —Negaba con la cabeza al mismo tiempo que miraba el plato de comida como si

fuese la última que probaría en su vida— Con comida horrible me refiero a que no es el

tipo de comida que deberíamos ingerir a diario, últimamente todas las semanas este es

nuestro plato principal.

— ¿Y que tiene de malo? ¿Qué sucede si mañana me sucede algo? ¿O si a ti te llegara a

pasar algo? Disfruta de lo que tienes en el presente, no pienses en consecuencias

tontas como esas —Bufé molesta, detestaba que las personas siempre anduviesen

pensando en… “Pero si seguimos así vamos a…” ¡No! Solo háganlo y luego no miren

hacia atrás, se que mi forma de pensar no estaba del todo bien, pero en algunos

casos… no estaba mal.

Me senté a su lado y comenzamos a compartir la exquisita comida. En un momento casi

pierdo la vida cuando bebí coca cola y Justin explotó en risas producto al cómico

programa de televisión.

11.

—Tranquila, respira, respira —Me decía aún contagiado por el chiste, mientras daba

pequeños golpes en mi espalda.

Ni si quiera estaba preocupada, mas bien era él, el que de a poco iba volviéndose serio

ante mi deplorable estado, yo aún seguía con los ojos llorosos producto a la risa

provocada por la suya.

—Oye, ya es demasiado —Noté el tono de su voz con un serio dejo de preocupación,

tomó de mis brazos y los levantó como si yo fuera una niña indefensa de 5 años.

Luego de segundos mi respiración había vuelto a la normalidad y Justin soltó un largo

suspiro relajado.

Solté una leve carcajada al ver su antes afligido rostro pasar a uno calmado y aflojado.

—En serio me preocupaste —Musitó sin cambiar su seria expresión del rostro.

—Ya estoy bien, puedes tranquilizarte —Sonreí.

—Ya era hora ¿No? —Volvió a sonreír y dejó la bandeja con los platos vacíos en el suelo.

Me acomodé en mi acolchado no esperando más que seguir espectando el programa,

estaba muy bueno y para ver la repetición tendría que esperar una eternidad.

—_____—La melodiosa voz que tenía se escuchó en un susurro por toda la habitación.

— ¿Si? —Giré mi rostro y lo encontré con una mirada ida. Sus ojos brillaban más de lo

normal y los músculos relajados de su rostro me llenaron de confianza y pasibilidad.

— ¿Me permitirías hacer algo? —Habló sin quitar su penetrante mirada de mí, lo que de

a poco comenzaba a surtir efecto.

— ¿De que se trata? —Sonreí inocente, aunque por dentro los nervios comenzaran a

aparecer, me sentía de alguna extraña manera… tranquila, sabía que cualquier cosa

que pidiera… sería algo simple y nada complicado.

Sonrío y se acomodó a una corta distancia de mí. Algo no andaba bien ¿O si? Parece que

tendría que buscar en el mas mínimo rincón alguna respuesta sobre lo que Justin

trataba de hacer.

12.

Sabía que alguna parte de su ser estaba queriendo desatar lo más oculto que tenía, la

locura y las ganas de atacar a su víctima de una manera enloquecida, eufórica, la más

violenta, pero a la vez la más sensual y la más placentera que llevara dentro de sí, solo

que aún no se percataba de sus actos y trataba de alguna manera manejar la situación

para no perder el control.

Mi cuerpo se hundió más de lo normal en el colchón de plumas y un tibio calor se

apropió de mi cuerpo, Justin estaba sobre mí. En ni un momento sentí de su parte el

querer abandonar mis labios, es más, parecía que cada segundo transcurrido, fueran

convirtiéndose en el vicio más adictivo que pudiera existir en su mundo. Ni hablar de

mí, podía sentir mis pulmones en busca de oxígeno, a mi corazón palpitar a mayor

velocidad, a la sangre correr a una fuerza incontrolable por mis venas… y nada de eso

parecía preocuparme más que saber que en cualquier momento el maravilloso

momento que ahora estaba viviendo… se acabaría.

Sus manos que permanecían meciéndose con calma en mi cintura, se decidieron

temblorosas a bajar por mi cadera y proseguir el mismo recorrido en línea recta hacia

abajo. Atraparon mis muslos y luego de una serie de caricias nerviosas, se apoderaron

completamente de ellos, para separarlos con sumo cuidado y acomodarse a gusto

entre mis piernas.

La presión que iba ejerciendo sobre mi cuerpo cada vez más iba volviéndose mayor y

no podía evitar ahogar leves gemidos entre los besos más pasionales que alguna vez

podría lograr dar.

Percibí como trataba con dificultad dejar de besarme para poder proseguir con su tarea

sobre la piel de mi mejilla, bajar por mi mentón y como destino final: mi cuello. En aquel

momento no podía reaccionar, no podía actuar, no podía pensar, no más que en el gran

disfrute que Justin estaba entregándome, por lo que en el momento menos esperado,

percibí una suave brisa de viento por mi vientre y me di cuenta de que mi polera iba

ascendiendo cada vez más.

Por primera vez sentí a los nervios circular por mi mente, el temor de que Justin me

viera semidesnuda me hacía estremecer, ¡Nunca habíamos cometido un acto como

este!

Temblorosa elevé mis manos y él acató enseguida a retirar mi linda polera de la escena.

¿Qué era lo que nos sucedía? Esto ya era una exageración del teatro que Justin había

comentado, era más que eso, estábamos expresando cosas y haciendo del juego, el

más emocionante de mi vida.

Arrastró sus manos con cautela en dirección hacia lo alto y me ahogué cuando sentí sus

manos apropiarse de mis pechos sobre la blanca tela de mi brasier.

Moría por experimentar el calor se su piel sobre la mía, que quemara sobre la mía, pero

debía resistir, debía sobrevivir ante sus caricias, aunque dudo que salga de todo este

placentero juego como la vencedora por controlar sus acciones.

Aún no razonaba del todo lo que estaba por hacer, pero estaba dispuesta a seguir con

el plan. Llevé mis dudosas manos hasta el inicio se su camisa negra para ir

desabotonando botón por botón, al estar preparada para retirar, colé mis

extremidades en sus hombros y la fui deslizando con sumo cuidado hacia atrás. Él no

emitió ni una sola palabra, no se quejó en lo absoluto, lo que me dio la confianza para

proseguir sin dudar más de mis actos.

13.

Por primera vez, por primera vez en la vida sentí su suave piel sobre la mía y debo

admitir que no había sensación mas maravillosa que esa junto a sus torturadoras

caricias por todo mi cuerpo.

Sentía mis labios arder, ya los sentía hinchados de tanto devorar los de Justin y de

tanto morderlos cada vez que él se decidía por bajar hasta la loma de mis pechos y

comenzar con una cadena de besossensuales y placenteros.

Estaba tan concentrada en besarlo y dar lo mejor de mí, que con suerte sabía que

estaba en mi casa, en mi cuarto, en mi cama con… Justin, pero gracias al cielo, volví a

pisar tierra firme cuando escuché la puerta cerrarse y enseguida el grito de mi hermana.

Justin saltó de la cama y sin mirarme buscó su prenda de vestir en el suelo, corrió al

baño y se encerró en este mientras que yo temblaba recién reaccionando a lo que

estaba haciendo con mi mejor amigo y con el chico de quien estuve enamorada por casi

toda mi vida.

Mi polera se encontraba arrugada en el suelo, la tomé y volví a su lugar. Caminé con las

piernas aún dormidas hasta la puerta y la abrí para que mi hermana no tuviera

sospechas, después de todo, mis padres siempre me enseñaron a mantener la puerta

abierta cada vez que un chico era mi acompañante.

Corrí hacia la cama con dificultad y fingí estar riendo mientras mis ojos trataban de

descifrar que era lo que sucedía en el programa.

Daphne hizo su aparición.

14.

—Hola —Saludó Daph apoyándose en el umbral de mi pieza y con las manos

escondidas en los bolsillos.

—Hola —Carcajeé llevando mi mirada hacia ella, luego hacia la televisión y nuevamente

hacia ella.

Noté que se preparaba a disparar alguna palabra, cuando Justin salió del baño con una

sonrisa de oreja a oreja y luciendo ordenado, nadie notaría lo recién sucedido.

— ¡Oh! Hola Daph —Sonrío pareciendo sorprendido por la presencia de mi hermana y

se acercó hasta ella para saludarla de beso en la mejilla.

—Hola, Bieber —Sonrió mirándome mientras le daba un fuerte abrazo.

A pesar de los 21 años de mi hermana, siempre fue muy inmadura y se dedicaba la

mayor parte del tiempo ha atormentar mi feliz vida.

— ¿Y que tanto hacían? —Genial, ahora tendría que cargarla durante algunos minutos

en la habitación, no se iría hasta lograr dejarme nerviosa.

Respiré profundo y estabilicé mis emociones, aún no podía describir que era lo que

había pasado hace un rato.

Canalicé un punto en todos mis sentidos en que me sentía en completa paz y no notaba

en lo absoluto la presencia de Daphne, perfecto, al notar que no estaba interesada, ni

tampoco me molestaban sus absurdas bromas, saldría frustrada de la habitación a

lamentar el porqué sus chistes de mal gusto ya no surtían efecto en mí.

Escuché algo de quejas y luego silencio completo. Desvié mi vista de Family Guy hasta la

puerta, Daphne había desaparecido, tal como lo predije.

Miré a Justin quien no emitía ni una sola palabra y mantenía su vista ocupada en un

punto muerto del colchón.

— ¿Dijo algo importante mi hermana? Sabes que suelo ignorarla —Musité como si todo

siguiese su curso normal, como si nada hubiese pasado.

—Tengo que irme —Articuló sin sentido y se puso de pie— Lo siento, yo… tengo que

estudiar —Caminó hasta su mochila, la cargó al hombro, se acercó hacia mí, besó mi

frente y salió del lugar.

Ni si quiera me había dejado decir adiós

15

Miércoles. Otro día más cual pasaría la mayoría del tiempo con mis dedos entrelazados

a los de Justin. Me vestí normal, no quería llamar más la atención de lo que ya hacia

cuando me colgaba del cuello de mi mejor amigo.

Jugué un par de minutos con mi cabello decidiendo cual sería el peinado ideal para el

día, maquillé, siempre muy suave, mi rostro, pestañas encrespadas a la perfección,

brillo labial rosado y estaba más que lista.

Tomé desayuno liviano, dedicar tanto tiempo a mi imagen hizo que el tiempo

transcurriera más rápido que nunca y los minutos se agotarían si ingería la gran

cantidad de alimentos que mamá había preparado esa mañana, además, ya comenzaba

a sentir mi cuerpo más pesado de lo normal y eso no era nada agradable para la

estética de una chica, nada. Más me Baliña dejar de almorzar puras porquerías con

Justin.

—Que tengas un buen día —Deseó mi padre depositando un beso en mi frente.

—Igual —Sonreí y agité a mi mano para no despedirme persona por persona, ya se me

había hecho tarde.

Abrí la puerta y sonreí esperando encontrarme con Justin, impaciente por mi demora,

pero no, no encontré más que el vestíbulo de paredes blancas relaciones vacío.

Posiblemente Justin estaba retrasado al igual que yo, así que cerré la puerta del

departamento y me apoyé en esta para esperar a que la del frente se abriera.

Cinco minutos y aún no salía… 10 minutos y nada. Bufé molesta y me aproximé hasta la

puerta, me incomodaba tocar sabiendo que cualquiera podría abrir la puerta, no era

que me molestase que Pattie, Jeremy, Jaxon o Jazmyn me atiendan, sino: Ryan, su

mejor amigo desde la primaria, sus penetrantes ojos cafés solían contemplarme en su

totalidad y debo decir que no era ni una sensación muy gustosa.

Dos suaves toques bastaron para que alguien abriera la puerta. Suspiré tranquila al

encontrarme con esos lindos ojos marron, Jaxon.

— ¡Oh! ______… ¿Qué te trae…? —Levantó su muñeca y observó su reloj— ¿A las ocho

con quince minutos a la puerta del departamento Bieber? —Sonrió evidente, por la

hora había deducido que estaba atrasada.

—Hola —Sonreí— me preguntaba si Justin se dignará a ir a clases o preferirá quedarse

en casa con la falsa excusa de que esta “resfriado” —Carcajeé y volví a colocar en su

lugar a mi mochila que comenzaba a resbalarse por uno de mis hombros.

— ¿Qué? —Arqueó una ceja y me miró con asombro— Justin se marchó a clases como

hace… 25 minutos, por lo que pude notar estaba apresurado. ¿No pasó por ti?

Me quedé en silencio, mirándolo incrédula, no podía creer lo que me estaba diciendo.

— ¿Qué? —Pregunté incoherente, sabía de que me estaba hablando.

—Emm, si, ya… debe de estar en clases —Me miró incómodo, debió de adivinar el

hecho de que su amigo ni si quiera fue capaz de avisarme—Oh, que… que tonta —Miré

hacia un lado— Bueno, ya me tengo que ir —Sonreí con falsedad, la verdad era que

estaba muy desconcertada con lo que acaba de pasar.

Me volteé con la frente en alto y una cínica sonrisa ida en el rostro, apenas escuché el

suave choque de la puerta contra el umbral el nudo en la garganta apareció. Se que

posiblemente sonara patético, o que estaba exagerando las cosas cuando Justin solo

necesitaba arreglar un par de cosas de la prepa, no lo sé, pero contando la inesperada

huída de casa el día anterior, podía deducir una sola cosa: Algo estaba ocurriendo y

Justin trataba de esquivarme por ello.

Estaba molesta y sentía que habían pasado a llevar mi orgullo, siempre nos poníamos

de acuerdo de como nos vendríamos al colegio. Cuando él aún no obtenía su licencia

para conducir, solíamos caminar alrededor de 7 interminables cuadras, la misma

cantidad de cuadras que tendría que tomar para llegar a clases.

Como era de esperarlo tuve que pedir un papel firmado por la inspectoría para poder

ingresar sin ni un problema.

Entré a la sala y caminé decidida al puesto desocupado al lado de Justin.

—Gracias ¿Eh? En serio, Gracias —Articulé más que molesta mirando como escribía

concentrado en su cuaderno ¿Qué? ¿Acaso tampoco saludaría? — Oye, aquí estoy ¿No

ves? Caminé siete mal.ditas cuadras gracias a ti.

— ¿No tomaste un taxi? —Preguntó sin mayor interés a mi problema y sin ni siquiera

mirarme, seguía escribiendo apuntes.

—Tenía el dinero justo para el almuerzo —Debatí y comencé a sacar mis cuadernos

cuando observé al maestro de Química mirarme con disgusto.

—Oh… entonces lo lamento —Musitó aún sin interés.

Me quedé en silencio, ¿Por qué se comportaba así? Me hacía sentir incómoda y a la vez

tonta.

Luego de varios minutos decidí a hablar una vez más a ver si lograba sacar algo de su

callada y seria persona.

— ¿Te da igual? ¿No te importa? Por lo menos hubieses avisado, sabes que no me

molesta —Musité sin mirarlo, se mostraba tan indiferente y frío cosa que… me llenaba

de angustia al no poder lograr sacar algo de su boca.

—Ya te dije, lo lamento —Pronunció con frialdad.

Mordí mi lengua antes de decir algo, era mejor quedarme callada por el resto de la clase

o todo el día si seguía con esa extraña actitud… ¿Qué fue lo que hice para que me

tratara tan indiferente? Nada que recuerde, no más que besarnos como si no hubiese

un mañana, dejar que tocara mi piel... La simple idea de recordar aquel momento

erizaba mi piel, había sido uno de los momentos más felices en mi vida.

La campana anunciando un corto descanso sonó y me quedé sentada, esperando a que

Justin reaccionara diciéndome algo, pidiendo aunque sea un pequeño perdón, pero no,

guardó sus cuadernos, se levantó de la silla, la corrió en su lugar y salió con la mochila

colgada al hombro de la sala.

Me quedé mirando como se alejaba dejándome petrificada en mi banco, si no estaba

segura de que algo estaba pasando, ahora ya estaba absolutamente convencida.

—Hola —Apareció enfrente de mi una voz tímida, Christian.

—Hola —Imité una sonrisa, no podía andar antipática por problemas de Justin que

terminaban afectándome.

—Así que de novia con Bieber ¿No? —Se acomodó en la silla del frente y me miró

expectante.

—Si, eso creo —Pronuncié con un dejo de soledad y aproveché de guardar mis

cuadernos en el morral.

—Lo vi hablando esta mañana, antes de que sonara la campana, con Caitlin, ¿No te

molesta que hable con su ex? —Preguntó mirándome pensativo.

¿Qué? ¿Por qué diablos Justin hablaba con Caitlin? No lo haría hasta que nuestro plan

funcionase... ¡Maldición! ¡Lo había arruinado!

— ¿En serio? —Volví a fingir una sonrisa, esta vez más cínica que nunca, comenzaba a

dejar mi falsedad atrás— No ¿Sabes? No me molesta en lo absoluto, no me molesta

nada de lo que Justin haga, es su vida, que haga lo que quiera con ella, ahora con

permiso tengo que ir a comer algo antes de que vomite —Dije tras una seria mirada, de

verdad me había molestado… no se si fue la desatinada pregunta de Christian o si no el

hecho de que Justin estuviese hablando con la chica a quien más odiaba… eso estaba

seguro.

Salí de la sala a grandes pasos, estaba frustrada, enojada, molesta y muy, muy al fondo

tenía un cierto dejo de tristeza.

Iba directamente a mi casillero, necesitaba hablar con alguien y sabía que me

encontraría con una de mis amigas… ¿Dónde estaban cuando las necesitaba? Oh claro,

lo olvidada… celosas por mi relación con Justin.

Al doblar la esquina del pasillo que me llevaba a mi casillero, no pude encontrarme con

mejor escena que a una castaña chica apoyada en los fríos estantes de metal y a un

chico de rostro bastante familiar presionado sus labios con los de ella. Justin y Caitlin.

Justin y Caitlin.

En menos de segundos mis ojos ya estaban inundados en lágrimas. Mi cuerpo completo

tembló y pensaba que en cualquier momento mi corazón dejaría de latir.

Si antes me angustiaba ver un beso entre Justin y Caitlin, esta vez me había provocado

más que eso. Me sentía destrozada e incluso muerta en vida.

Mis pies se movieron solos y emprendieron paso decidido al lugar donde Justin y la

chica plástica no dejaban de babearse la cara.

—Justin… ¿Qué diablos estás haciendo? —Musité con la voz quebrada cuando toque

palpe la espalda de Justin.

Ambos se detuvieron enseguida y mi mejor amigo se volteó para darme la cara.

Su mirada estaba seria, más que nada… desinteresada. La muchacha al notar mis ojos

vidriosos sonrió y me lanzó una mirada acusadora.

—Ya puedes dejar de actuar —Sonrió mientras abrazaba a Justin por el cuello.

Agité torpemente la cabeza y miré a Justin confundida. ¿Acaso le había contado todo?

—Caitlin tiene razón, puedes dejar de actuar, ya lo sabe todo —Murmuró con frialdad.

Me quedé en silencio tratando de analizar con profundidad lo que Justin planeaba

hacer, tratando de inferir porqué le había dicho todo, quería llegar a saber cual era su

plan

Lo peor de todo era que… yo no estaba actuando, yo estaba demostrando mis

sentimientos que estaban escondidos detrás de la mentira que Justin había creado.

Ahora… ahora si debía actuar y hacer creer al resto de que estaba feliz por ver la

reconciliación de mi mejor amigo y su novia.

—Oh… —Sonreí con cinismo— Entonces ya sabes todo…. Hmm… — ¿Qué se suponía

que debía decir? ¿Felicitarlos acaso? — ¡Felicitaciones entonces! Ya era hora de que

volvieran a estar juntos —Carcajeé, lo que por dentro era un llanto desconsolador.

Ambos me miraban serios… ¡¿Qué era lo que esperaban?! La chica cambió enseguida la

expresión, supuse que esperaba que mi boca atravesara el suelo y que comenzara a

llorar, pero no. No le daría el gusto.

—Gracias —Musitó aún serio, Justin.

—Si, eso…. Gracias —Articuló sin mucho interés y alejó su mirada para llevar sus rojos

labios al cuello de mi mejor amigo y depositar cortos, pero infinitos besos.

Suspiré y sin decir más me alejé de tal cuadro, figuré que solo estaba sobrando.

Salí 20 minutos de clases para llegar a la hora correcta a casa, quería estar lo antes

posible en mi hogar para encerrarme en mi cuarto y lamentarme por haber dejado que

Justin hubiese jugado de esa manera tan cruel conmigo… ¿Cómo podía? Se que solo

estaba actuando, pero… podía jurar que hace un día atrás me había besado con deseo,

que había un sentimiento involucrado… que me había estado entregando algo especial

en cada beso.

Llegué a la puerta de mi departamento con las manos temblorosas y con los ojos

rebalsados en lágrimas de tanto pensar en la fría actitud que Justin había tenido

conmigo, en el perfecto beso que se daba con Caitlin. Trataba de meter la llave correcta

en la cerradura, pero ni si quiera en eso podía concentrarme.

— ¿Por qué no me esperaste? —Escuché una serena, pero seria voz a la vez detrás de

mí.

Me quedé de frente a la puerta, no quería mirarlo a los ojos, ni si quiera quería verlo.

¿Acaso aguardaba a que lo hubiese estado esperando luego de que ni si quiera me

prestó atención? ¿Después de que se marchó a clases sin siquiera avisarme? ¿Acaso

piensa?

—No pensé que me traerías después de que me dejaste plantada esta mañana —

Susurré aún sin girar, quería entrar luego a casa.

—Tenía que hacer cosas, lamento no habértelo comentado —Lo escuché susurrar, aún

sin mayor interés.

—No te preocupes, de todas maneras… pensé que te quedarías mas tiempo con tu

novia, por cierto… me alegra que hayan vuelto… —Musité con la voz apagada, no

tenía que haberlo dicho, hice que el nudo en mi garganta me ahogase.

— ¿Puedo pasar? —Preguntó con la misma frialdad. ¿Para que quería tener su

compañía cuando me trataba de esa manera?

—No, hmm, quiero estar sola —Musité y por fin una de las llaves entró a la perfección

en la cerradura.

Sin dedicarle una muerta mirada, sin siquiera sonreírle, sin quiera decirle adiós abrí la

puerta y me escabullí dentro de mi hogar

Me sentía humillada, me sentía usada y lo peor de todo me sentía infeliz, cuando

siempre acababa mis problemas con tan solo una sonrisa en el rostro, un pensamiento

positivo y un buen recuerdo, ahora que necesitaba uno… mi mente se encontraba en

blanco.

Tiré mi mochila a lo lejos y corrí hacia mi cama para dejar caer mi cuerpo sobre esta.

Tomé uno de los cojines y lo apreté con fuerzas presionándolo contra mi pecho, eso

ayudaba a nada más que la fuerza se desprendiera de mi cuerpo y mis ojos se cerraran

vencidos de cansancio.

—Cariño, despierta —Escuché una suave y lejana voz.

Abrí mis ojos con cuidado y la luz artificial me cegó ¿Ya era de noche?

Pude notar que mi madre estaba sentada en mi cama y sacudía suavemente mi

hombro.

— ¿Qué hora es? —Susurré y bostecé tratando de sentarme en el colchón.

—Las siete con cuarenta y cinco minutos, Dios, estás helada, te quedaste dormida

sobre las frazadas, ahora lo más probable es que te resfríes —Me miró de mal gusto y

se acercó para besar mi frente.

Me había quedado dormida hace prácticamente 4 horas y mamá tenía razón, estaba

propensa a un resfrío.

Aún estaba un tanto dormida por lo que volví a recostarme en la cama y cerré los ojos.

—Ya, levántate —Sonrió— La familia Bieber nos invitó a cenar, Daphne ya está allá con

tu hermano.

¡¿Qué?! No, por favor, esto debía ser una broma. Primer día de mi vida en que no quería

verle la cara a Justin y estoy invitada a cenar a su casa.

—Mamá —Me quejé— estoy cansada.

—Vamos, no seas aguafiestas, además la familia se ve entusiasmada, creo que debes

saber que Justin volvió con su novia, también esta invitada —Sonrió con ánimos…

¡¿Qué?! Otra vez… ¡No, no y no! Ahora si que me niego.

— ¿Sabes? Tienes razón, si voy a resfriarme, así que me quedaré acostada para evitarlo

—Sonreí y corrí las sábanas de mi cama para tapar mi helado cuerpo bajo ellas.

—No me hagas enojar y ahora levántate —Corrió las sábanas hacia atrás— hace

tiempo que no cenábamos todos juntos, no planeo que estés ausente _________, hasta

tu padre está entusiasmado —Me reprochó con autoridad.

Bufé molesta… ¿Por qué todas las cosas salían en mi contra? Ahora pensaba que ese

golpe de suerte que tuve el día en que Justin me rogó ser su novia de mentira, no era

suerte, sino lo contrario.

— ¿A que hora tengo que estar lista? —Musité seria sin dejar de mirar el techo.

—A las 9:30, así que apresúrate, yo me iré ahora, sino llegas después tendrás que

aguantar a tu padre de mal humor durante una semana — ¿Acaso mi madre estaba

amenazándome?

—Está bien, está bien, si voy… solo… deja bañarme —Murmuré sentándome a los pies

en mi cama

Mamá salió de la habitación y yo comencé a caminar de un lado hacia otro esperando a

que el tiempo pasara, la hora ideal para bañarse serían las… 9:20.

Estaba en el baño a la hora que me lo propuse y largué el agua caliente esperando a

que el baño quedase completamente evaporado.

Quité mis pantalones y lo tiré lejos en un rincón del baño, me acerqué a la ducha y

comencé a regular el agua.

Todos mis sentidos, que se encontraban tan relajados, fueron interrumpidos cuando

sintieron unas fuertes y cálidas manos en mi cadera.

— ¿Acaso no piensas ir? —Preguntó con inocencia esa tan conocida voz.

Estaba paralizada y más aún cuando sus labios tocaron con delicadeza la piel de mi

cuello.

¿Qué se suponía que era lo que estaba haciendo? ¿No se suponía que ese tipo de cosas

estaban prohibidas entre mejores amigos? Si, y lo peor de todo es que no tenía ni un

poco de voluntad para separarlo de mí.

—Yo… yo… si iba a ir, solo… tenía…. Tengo… que bañarme —Oh perfecto, aparte de

interpretar a una momia, resulta que también era tartamuda, algo que jugaba en mi

contra, eso le hacía notar a él lo débil que era.

Me giró y en un dos por tres estaba siendo acorralada entre la espada y su anatomía.

—Justin ¿Qué es lo que haces? —Pregunté afligida mientras escabullía mi mirada de la

suya.

—Nada —Susurró sobre mis labios.

Me quede quieta, si algo estaba por suceder no sería yo quién iniciara, era él quién haría

el primer movimiento. Y así fue, sus labios de una manera increíble atraparon a los

inmóviles, que eran los míos.

¿Cómo hacía para que lo sintiera tan cerca de mí cuando se suponía que no estaba

entregando absolutamente nada? Se podía decir que era algo mágico y más que eso.

Su cuerpo estaba totalmente acoplado al mío y debo decir que no era ni una sensación

incómoda, al contrario, era un lujo y placer tenerlo tan cerca de mi anatomía.

Sus manos estaban inquietas, presentía que necesitaba más de dos para acariciar mi

cuerpo por completo y solo sonreí complacida en medio del eufórico beso que estaba

creando.

Me sentía torpe, lenta al no poder llevar el mismo ritmo. Justin estaba impaciente y

pretendía hacer muchas cosas a la vez, lo peor de todo era que lo estaba logrando y

comenzaba a causar cosas que jamás había pensado experimentar.

Mientras que con las mis dedos temblorosos desordenaba su cabellera, el tomaba una

de mis piernas desnudas y la acomodaba alrededor de su cintura para poder

acariciarme en su totalidad.

Aún alguna parte de mi cuerpo seguía paralizado ante la reacción de Justin, por lo que

temblaba sin explicación alguna y con los nervios de punta tomé el borde de su remera

blanca ajustada para alzarla de una vez y tener su torso desnudo a mi merced.

Deslizó su labio inferior por mi garganta hasta el lado izquierdo de mi cuello y depositó

un beso húmedo para luego volver a besar mis labios con la misma intensidad que lo

hizo a un principio.

Sentía que me estaba ahogando, como podía lograr tanto haciendo tan poco, era algo

increíble y difícil de comprender.

Sus caricias se iban volviendo cada vez más apasionadas, sensuales y lujuriosas, pero

pude notar que trataba de hacer las cosas con delicadeza, le costaba trabajo, pero de

todas maneras… quería tratarme como una verdadera muñeca de porcelana, con

cuidado, con respeto.

Mi polera comenzaba a subir y no emití ni una queja al respecto, ansiaba más que anda

en estos momentos volver a sentir su piel.

Tomé su rostro entre mis manos, sentía que en cualquier momento se alejaría de mi

para aclarar que las cosas no estaban bien, que se había descontrolado y solo había

sido un error. No. Lo quería y necesitaba sentir ese extraño sentimiento que me

entregaba en cada beso. No se con exactitud si era amor, cariño, amistad… (no eso

jamás) o algo más, eran una infinidad de cosas mezcladas que me hacían sentir

especial, de él.

Su lengua mentolada recorría con cuidado toda mi cavidad bucal, parecía estar

analizando cada parte para así recordarme una vez que se distanciara. A pesar de que

estuviese conmocionado y que pareciera querer hacer las cosas con rapidez, mordía mi

labio lento, pero sensual y con un dejo de timidez succionaba suavemente mi labio

inferior.

Ya no pensaba, ya no asimilaba las cosas que estaban ocurriendo y solo quería llegar a

más.

Luego de acariciar su torso unas mil veces más, conduje mis manos hasta su cinturón y

con una facilidad increíble lo quité. Una vez que comencé a bajar el cierre del pantalón,

Justin guió sus rojos e hinchados labios hasta mi clavícula y repartía húmedos besos por

toda la piel desnuda de mis hombros.

El pantalón había caído al suelo y para no incomodarlo, Justin lo alejó de sus pies.

Nuestros cuerpos estaban húmedos y no es que fuese el sudor, el baño estaba

evaporado producto al agua caliento saliendo con fuerza de la ducha.

Justin se alejó de mí y me miró directo a los ojos. Era el fin, supuse, Justin se había

percatado de lo que estaba sucediendo.

—Lo lamento —Susurró acariciando mi mejilla.

¿Qué? No eran exactamente esas palabras las que estaba esperando. ¿De que se

lamentaba cuando estaba haciendo uno de los momentos más maravillosos de mi vida?

— ¿Qué lamentas? —Seguí el tono de su voz, agitado y bajo.

—No… no medí las cosas, no debo someterte a algo así —Se refugió en mi cuello e

inhaló fuertemente mi perfume.

Acaricié su espalda desnuda. Si él supiera que no estaba haciendo nada malo.

—Justin… —Lo alejé de mí y lo miré a los ojos— yo… no me estoy negando a ti —

Susurré y sonreí sin energías.

Me miró directo a los ojos, con los suyos brillantes, debí suponer que nunca esperó a

que con una frase salida de mis labios supiera que estaba entregándome por completo

a él

Delicadamente presionó mi cuerpo contra la pared y gemí suavemente sobre sus rojos

e hinchados labios, que por cierto, gracias al estado, se notaban mucho más tentadores

que de lo normal.

Estábamos casi desnudos, nada más que ropa interior cubría nuestros cuerpos y a

pesar de eso, más mi espalda chocando con la fría cerámica de la pared, el calor que

hacía era ahogador. El vapor.

Nos miramos a los ojos tratando de descifrar el acertijo, ni uno de los dos tenía la

menor idea de porqué sucedían este tipo de cosas entre los dos… menos yo, sabía que

amaba a Justin, que me gustaba y que me atraía hacia un montón de años atrás, pero

me confundía. Se suponía que él no sentía absolutamente nada por mí, no más que una

amistad de hermanos.

Cerré mis ojos y suspiré. Una de sus calientes manos se poso en mi cintura desnuda y

comenzó con una infinidad de caricias apacibles. Ahí estábamos los dos,

demostrándonos… ¿Amor? No se describir con palabras lo que era exactamente, solo

sabía que algo estaba pasando y que no eran más que caricias, contacto visual y

pausados besos.

Comenzaba a impacientarme, codiciaba tener sus labios sobre los míos, sus manos

acariciando mi anatomía por su totalidad y que me demostrara algún tipo de locura,

pero nada.

En el momento en que menos lo esperaba, cuando estaba entrando en un punto lleno

de paz y tranquilidad, sintiéndome acogida en sus brazos, ladeo su rostro y capturó mi

labio superior de tal manera que me sentí en la nube más alta.

Era tan delicado y calmado, pero a la vez iba dejando esa cálida sensualidad en cada

beso que me daba.

Deslizó con lentitud sus manos por mi cintura, cadera, hasta mis piernas e hizo que

diera un pequeño salto, solo para quedar acomodada a la perfección rodeando su

cintura con mis piernas.

Mi espalda se despegó de la pared, por lo que pude apreciar que comenzaba a caminar

conmigo a cuestas.

De pronto, todo mi cuerpo se estremeció al sentir el chorro de agua caliente recorrer

mi piel. Estábamos dentro de la ducha y una vez más, yo estaba siendo presionada

contra su cuerpo… y la pared.

El agua corría desesperada por su toda su piel y yo moría a la hora de acariciar su

espalda, sus hombros, su pecho, su abdomen, sus fuertes e incomparables piernas.

De a poco iba incrementando la presión en mis entre mis piernas, y creía desfallecer en

sus brazos en cada segundo que pasaba.

Volvió a dejarme de pies en el suelo y sus manos se trasladaron con timidez a mis

pechos, apoderándose de ellos y proporcionando placenteros masajes.

Pronto sus manos se encontraban en una ardua labor. Sus manos eran torpes en

cuanto desabrochar mi brazier, hasta que llegó el momento en que la prenda se dio por

vencida y Justin resultaba ser el ganador. Antes de quitarlo sus extremidades se

hundieron por debajo de la tela y sintiendo que aún no estaba decidido, las condujo

hasta mis pechos desnudos. Mi cuerpo entero de estremeció. En segundos la prenda

yacía tirada en el suelo mojado.

Primera vez en mi vida que llegaba a tal punto con un chico y al estar a ese punto de

desnudez, debía sentirme incómoda y desprotegida, mas no en los brazos de Justin.

Me sentía completamente a gusto y no había indicios de que fuese lo contrario. Estaba

segura junto a él… y nadie podría hacerme experimentar un momento tan mágico e

intenso como él lo estaba haciendo, era incomparable.

Enredó sus dedos en mi cabello completamente mojado y deslizó sus labios por mi

mandíbula, cuello y hombro… para quedarse ahí por unos segundos y darme los más

placenteros besos.

Temblé y me llené de nervios cuando sus húmedos y apasionados besos, comenzaban a

descender unos centímetros más… hasta llegar a la loma de mis pechos y arrastrar su

lengua con suavidad, sin descontrol. Estaba lleno de ternura… y lo adoraba.

Cerré mis ojos y mordí mi labio inferior cuando la situación comenzó a tornarse más

intensa.

Me di el lujo de acariciar todo su pecho, sus brazos, incluso su rostro… disfrutaba tanto

su piel y sentir sus suaves expresiones en cada beso.

Mis manos vagaron por todo su cuerpo hasta frenar en la única prenda que cubría su

cuerpo.

Estaba entusiasmado besando mi cuello, sacándome de todos los pensamientos

presentes en mi mente, solo éramos él y yo. Tomé disimuladamente el elástico de su

bóxer y comencé a jugar con inocencia. Sin darme cuenta mis dedos comenzaban a

tirar de la prenda y viendo que Justin no se quejaba, proseguí hasta que mis brazos no

dieron más y mis pies continuaron la tarea.

No se preocupaba por nada, nada más que hincar mis labios y gemir con delicadeza

sobre mi piel cuando acariciaba su cuerpo.

Se separó centímetros y abrió los ojos para mirar directamente a los míos. Sus labios

entreabiertos, más rojos e hinchados que nunca, tentadores, sus ojos apenas estaban

abiertos… y su respiración agitada, no dejaban duda de que estaba disfrutando de la

situación tanto como yo lo estaba haciendo.

Sonreí con dificultad y timidez cuando analizó con la mirada mi cuerpo semidesnudo.

Besó mi frente y luego volvió a mirar directamente a mis ojos para comenzar a deslizar

la única prenda que cubría mi anatomía.

Nada, nada que impidiese llegar más allá. El agua corría por toda su piel y hacia de su

imagen un verdadero retrato.

Besó mi cuello por última vez y se sujetó de mi cintura. Estaba nerviosa, las

palpitaciones de mi corazón agitado podían escucharse a lo lejos… pero aún así, estaba

preparada.

De un momento, en el que podía apreciar las cosas con claridad, pasé a otro en que

solo veía machas y un espantoso dolor crecía dentro de mí. Gemí sobre sus labios

enterrando mis uñas en la suave piel de su espalda… no sentía mis piernas, estaban

completamente dormidas y creía que en cualquier momento caería al suelo.

Me tomé de sus brazos, apretándolos con fuerza y hundí mi rostro en su cuello.

Apretaba mis ojos con fuerza sintiendo como se rebalsaban en lágrimas, como si eso

disminuyera el intenso dolor.

Notaba como trataba de ser delicado, no quería hacerme daño… era lento y cuidadoso,

y volví a sus labios para besarlos con dificultad.

— ¿Estas bien? —Preguntó agitado mirándome a los ojos.

Solo asentí y ahogué un gemido en sus labios.

Luego de no pensar en nada más que fuese el dolor, sentí como pronto de disipaba y

comenzaba a sentir una ola de calor por todo mi cuerpo.

Gimió suavemente sobre mi oído izquierdo y solo logró que me descontrolara por

completo. Sus movimientos dentro de mí de a poco iban volviéndose apresurados… no

violentos, ni bruscos, sino llenos de pasión, sensualidad y placer

Nos besábamos con descontrol, como si nuestras vidas dependieran de aquello y las

caricias no cesaban, ni parecían acabar en algún momento.

Nuestros cuerpos de apoco se iban agotando y la resistencia iba desapareciendo. Gemí

delicadamente sobre sus labios cuando lo sentí llegar dentro de mí. Fue aminorando su

actuar y cuando menos lo esperé me abrazó con fuerzas, refugiándome en sus fuertes

y protectores brazos.

Sentía su corazón casi tan agitado como el mío, sentía como respiraba con dificultad y

trataba de recuperar el ritmo. No estaba en diferentes condiciones que yo.

—Ahora… ahora… ¿Cómo piensas que llegue así a la cena? —Preguntó con la voz aún

agitada y solo sonreí ante la pregunta.

Salimos rápido de la ducha, después de todo teníamos que apresurarnos, la familia

entera, más la cosa a quien Justin le llama novia, debían de estar esperándonos.

—¿Como luzco? —Apareció por la puerta del baño con el cabello arreglado y haciendo

lucir que nada había pasado.

—Como si nunca hubieras hecho el amor con tu mejor amiga —Musité como si esas

fueran las palabras más normales, mientras maquillaba levemente mi rostro frente al

espejo. No lo escuché decir nada, seguramente no era la frase que esperaba escuchar.

Sentí sus manos en mis hombros y luego encogió su estatura. Apegó su rostro al mío y

me miró a través del vidrio reflector.

—Deberías omitir esa clase de comentarios —Sonrió.

—Lo lamento —Carcajeé— Es mejor que vuelvas a casa, solo diles que estaré en un par

de minutos y que… no se preocupen, no les fallaré.

—Está bien, nos vemos en unos minutos —Dio un fugaz beso en mi cien y salió de la

habitación, dejándome acompañada del vapor que aún salía del baño. Apenas escuché

el sonido de la puerta chocar con su umbral, suspiré sonoramente.

Aún no podía creer que era lo que había ocurrido hacia un par de minutos dentro del

baño de mi casa, de mi habitación.

Había estado con Justin, algo que ni en mis más oscuros pensamientos se encontraba.

A pesar de que mis piernas aún temblaban, me puse de pie y con dificultad caminé al

armario para sacar alguna prenda que me hiciera lucir mucho más bella que… Caitlin,

después de lo que había ocurrido, debía prepararme para entrar en juego.

—Lamento haber demorado —Sonreí con inocencia apenas entré en la sala de los

Bieber.

— ¡Al fin! —Exclamó Jaxon con la expresión más infantil que podía haber visto— Estoy

muriendo de hambre y mamá no quería servir la cena hasta que todos estuviesen

presentes —Corrió hacia mí, me tomó en sus brazos y me estrujó en ellos— Mamá

¿Ahora podemos cenar? —Miró a su progenitora con los ojos brillantes.

—De verdad, lo siento —Me disculpé con Jaxon, la verdad era que su mirada, sus

palabras ahogadas me hacían sentir culpable.

Finalmente terminamos todos sentados en la mesa disfrutando de la maravillosa cena

que había preparado Pattie.

—Yo ayudo —Dije sonriéndole a Pattie que se paraba de la mesa para retirar los platos.

— ¡Oh! no querida, quédate con los chicos —Sonrió amistosa.

—Si. ________, no te preocupes, yo ayudo a Pattie —Me excusó mi madre. Puse los

ojos en blanco y negué repetidas veces con la cabeza.

—No se nieguen, ya lo tengo decidido —Hablé con la voz firme y comencé a retirar los

platos junto a mi madre y Pattie.

Hacíamos un buen equipo en cuánto a lavar, secar y guardar, mientras que los hombres

veían el fútbol y los chicos… vayan a saber que hacían… ¡Ok! Confesaré, que mi

repentina voluntariedad era solo para esquivar a Justin y su novia, me molestaba verlos

juntos y lavar los platos más escuchar las graciosas historias que comentaban Pattie y

mi madre, era un plan mucho mejor.

—Ya está todo perfecto, puedes ir con los chicos —Suspiró Pattie sentándose en una

de las sillas— Gracias por la ayuda.

Solo sonreí, no me daba cuenta que ser amable, simpática, cooperadora, con los padres

de Justin, me daba puntos y Caitlin… solo obtenía un rotundo y gran cero.

Salí de la cocina y sin ánimos caminé hacia la habitación de donde provenían las risas y

gritos de los chicos. Estaba a tan solo pasos de entrar, cuando una mano me jaló sin

delicadeza dentro de un cuarto, el baño.

— ¿Qué crees que haces? —Me miró desafiante a los ojos.

Ahí estaba Caitlin, con una fría y espantosa expresión en el rostro, sus brazos se

encontraban cruzados. Era una señal de que estaba acusándome por alguna razón.

Sonreí sin entender.

— ¿Perdón? —Arqueé una ceja.

—Por favor, no te hagas la mosquita muerta, hace mucho tiempo que lo vienes

haciendo. Quizás hagas tonto a mi novio, a sus hermanos y a sus padres, pero no a mí

—Bufó.

— ¡Dios! —Carcajeé— Ahora si que enloqueciste… ¿De que rayos estás hablando? —

Musité con tranquilidad.

— ¿Por qué MI novio demoró tanto en tu apartamento? ¿Ah? —Me miró expectante,

como si supiese lo que en realidad había sucedido.

—No quería venir, le tomó tiempo convencerme. —Suspiré con obviedad y apoyé mi

espalda en la puerta.

— ¿Ah si? ¿Por qué su cabello estaba húmedo? ¿Crees que no lo noté? —Sonrió

creyéndose un detective que había acorralado al criminal. Que estú.pida.

— Que se yo, se habrá bañado antes supongo —Sonreí inocente, pero más que eso…

estaba recordando muy nítidamente lo que había sucedido— Oye, ¿podrías dejar este

estúpido cuestionario? no tengo idea a qué es lo que quieres llegar, de verdad, no te lo

tomes a mal, pero pareces una demente…. Y ahora con permiso, me voy a ver a TU

novio —Sonreí una vez más y salí del cuarto con aire a vencedora.

—No se queda, así, ya verás —Me amenazó cuando estaba dándole la espalda y

preparada para retirarme con mi dignidad en alto.

—Como quieras —Musité sin interés. ¡Dios! Nunca había pensado en que podría algún

día responderle de esa manera, que bien se sentía, la verdad era que yo tenía mas

razones, más excusas y ella solo sentía suposiciones.

—Hola —Me atrapó en el pasillo. Ryan.

—Hola —Expresé una sonrisa falsa, lo esquivé y seguí mi camino, pero no, su fuerte

mano en mi brazo me detuvo.

— ¿Por qué siempre me evitas? —Susurró detrás de mí, aún no me volteaba y tampoco

quería hacerlo.

—No estoy evitándote —Susurré y me giré para enfrentarlo, tampoco me correspondía

ser maleducada.

—Claro que si, lo haces todo el tiempo —Argumentó con aspecto molesto.

—Que no nos veamos no significa que te esté evadiendo, solo… es una mala

coincidencia —Comienza a sorprenderme la habilidad de responder con firmeza, suelo

quedarme callada o tartamudear sin saber que decir. Solían siempre dejarme con las

palabras ahogadas en la boca.

— ¿Mala coincidencia? No lo creo —Bufó con ironía— Ahora mismo, con suerte me

miraste y seguiste tu camino.

— ¿Y que quieres que haga? Iba con los chicos —Me crucen de brazos, me molestaba

hablar con él, después de la última vez… las cosas habían cambiado.

— ¿Hablar conmigo quizá? Y creo que chicos suena a manada, odias a Caitlin y no es

que quieras pasar tiempo con Jaxon… —Guardó silencio, parecía que mordía su

lengua, que se ahorraba palabras.

— ¿Qué? —Enarqué una ceja.

—Nada —Agachó el rostro y miró hacia un lado.

— ¿No querías hablar? Dime —Apoyé mi costado derecho en una de las paredes y lo

alenté a seguir.

Levantó vagamente tu rostro para clavar sus ojos marrones, fríos y entristecidos en los

míos. ¿Por qué cultivaba tal expresión en su rostro? De alguna u otra manera, me hacía

sentir mal, aunque no tuviera ni la más mínima idea de que era lo que ocurría dentro de

su mente.

—Es Justin… ¿Verdad? —Y luego de esa pregunta… su rostro marcó más las señales

dibujadas, diciéndome lo mal que le hacía.

Tragué saliva nerviosa, no era igual ocultarle la verdad a él que a Caitlin. Con Ryan me

conocía la misma cantidad de tiempo que lo hacía con Justin. Me conocía, sabía lo que

pensaba, como actuaba y reaccionaba, incluso lo que sentía.

— ¿Justin? —Carcajeé pretendiendo hacerme la desentendida— ¿Por qué Justin?

—Vamos, sabes de lo que estoy hablando —Suspiró cansado al respecto— Tu forma de

mirarlo, de hablarle, de reír… cuando estás con él… es muy diferente a la cuando estás

conmigo: eres fría e incluso hasta me ignoras. —Musitó mirándome directo a los ojos.

Me quedé estática, sin palabras, ni si quiera pestañear podía. Sus simples palabras me

habían llegado, quizás si actuaba de diferente forma cuando estaba con Justin, peor,

nunca me percaté de cómo era ante Ryan… tenía claro que no quería hablar con él,

pero no debía ser tan… diferente.

Miré hacia un lado buscando algún tipo de respuesta, de verdad me había dejado

helada.

—No es verdad Ryan —Musité incomoda, aún mirando un punto infinito, cualquier

lugar que no me guiara a los ojos de Ryan.

—Claro que si… entonces… ¿Por qué ahora mismo no me estas mirando a los ojos? No

te sigas engañando —Sentí su tibia y suave mano sobre mi rostro helado, lentamente

giró mi rostro y me hizo mirar directo a sus ojos brillantes.

—Es que… tú no tienes idea —Susurré con la voz quebrada. Sentía que pronto iba a

llorar, pero debía ser fuerte. Como detestaba ser tan… demostrativa con mis

sentimientos.

— ¿De que hablas? —Enarcó una ceja con ternura, quería comprenderme y sabía que si

le contaba el me apoyaría, pero era tan difícil confesar lo que sentía.

—Hay razones por las cuales… no he querido hablar contigo. —Seguía hablando entre

susurros y eso hacía peor la situación.

— ¿Significa que si las hay? —Alejó su mano de mi rostro, se lo había estado ocultando

hace tanto tiempo. Él siempre trato de sacar alguna explicación, pero yo solía negarlo

en cada momento.

Asentí con el rostro y volví a girar mi rostro, era cuando comenzaba a darme vergüenza

mirarlo.

—Entonces… dime, ya no quiero seguir esperando por ello —Sentí su voz tan fría

como una piedra, de seguro estaba molesto conmigo y era de saberlo, en su posición…

yo igual lo estaría.

—Es desde esa vez que me invitaste a cenar —Comencé con la cabeza aún agachada.

— ¡Lo sabía! —Exclamó— ¡Soy un completo inútil! —Dijo frustrado. Levemente lo miré

y escondía su rostro entre las manos.

—Ryan, de verdad, no pienses que no… que no disfruté la cena, de hecho la pasé

genial… es solo que… —Ahogó mis palabras.

—Lo se, lo se —Alejó sus extremidades de la cara y me miró con una sonrisa apenada—

pensaba que… —Miró hacia el techo y tomó aire— Pensé que te gustaba y… e hice

mal las cosas, no sabes como me arrepiento. Traté de besarte… y cuando me

alejaste… creí que no eras de las chicas que besaban en la primera cita… ya que me

sonreíste y continuaste el resto de la cena como si anda hubiese sucedido… entonces

desde ahí que… trato de buscarte… —Apretó los ojos.

—He tratado de hacerte entender que solo… te quiero, pero nada más que como a un

amigo, más que nada… como un hermano —Suspiré.

—Lo entiendo… —Volvió a mirarme con los ojos tristes— de verdad lo lamento, no fue

mi intención incomodarte, de verdad —Me hablaba con la voz suplicante.

—No te preocupes —Sonreí sin ánimos— tampoco fue mi intención… hacerte creer

que te ignoraba —De alguna manera… se sentía bien confesar las cosas, así se

arreglaban y no habían malentendidos.

Sonrió con ternura y con ese frío dejo de tristeza, preferí evitar mirarlo… me hacía

sentir mal. Nos quedamos en un incómodo silencio, ni uno de los dos tenía más que

decir… y ni uno de los dos reaccionaba a dejarnos.

—_________ —Susurró.

— ¿Si? —Lo miré.

—Tu me gustas… —Suspiró en entre medio del susurro mientras no desviaba sus

penetrantes y sinceros ojos de los míos.

— ¡________! ¡¿Vas a venir o no?! —Escuché a esa llamativa voz exclamar detrás de mí.

Justin estaba ahí.

— ¡________! ¡¿Vas a venir o no?! —Escuché a esa llamativa voz exclamar detrás de mí.

Justin.

Ryan me sonrió sin ánimos.

—Anda —Musitó sin despegar la sonrisa entristecida de sus labios.

Sonreí incómoda y di media vuelta para ir con Justin.

— ¿De que tanto hablabas con Ryan? —Preguntó en seco y sin mirarme cuando

escuchamos la puerta de la habitación de su casi hermano cerrarse.

—De nada importante… ¿Por? —Susurré aún con las últimas palabras de Ryan vagando

por mi cabeza.

—Hace rato que los vi en medio del pasillo, estaba tan serio… ¿Acaso no vas a

contarme? —Averiguó con seriedad.

—Ah, ahora debo contarte todo ¿Desde cuando? —Carcajeé, ¿Por qué le interesaba

tanto saber?

—No lo sé, es que… no me gusta que pases mucho tiempo con él… es que… le gustas.

—Me miró con una expresión burlona.

¡¿El lo sabía?! ¡¿Cómo diablos no me había contado?!

— ¡¿Qué?! —Exclamé, no por la sorpresa sino porque me lo había ocultado— Quiero

decir —Bajé el volumen de voz y lo miré con una sonrisa, quería describir porqué su

interés— ¿A Ryan le gusto? ¿En serio? —Sonreí nuevamente.

—Ehh… he… si —Tartamudeó visiblemente nervioso—Dia.blos, no debía habértelo

dicho.

— ¡No! No, no… Eso… es, lindo de su parte, no lo sabía ¿Crees que haríamos linda

pareja? Ryan y yo… —Musité tranquila. Estaba dando resultado… Las expresiones de

Justin cada vez se iban volviendo más serias y molestas.

— ¿Tu y mi mejor amigo? —Arqueó una ceja con desagrado— No, no… horrible, mas le

vale que se aleje de ti —Me miró serio a los ojos.

— ¿Y por qué? Tu tienes tu novia… ¿No debería yo tener un chico? —Susurré.

—Llega a tocarte tan solo un pelo y está muerto —Me miró directamente a los ojos.

Veamos si entendía: Con todas esas señales que Justin dio a conocer… ¿Acaso estaba

celoso?

—Eso me suena a celos señor Bieber —Sonreí buscando su mirada, que en algún

momento se me había escapado.

Enseguida me miró con seriedad, pero luego de segundos, estaba sonriendo con

cinismo.

— ¡Pff! —Agitó su mano— ¿Yo celoso? ¿De Ryan y tú? ¿Yo celoso? —Decía con una risa

nerviosa y aún así no respondía a sus propias preguntas.

—Si, tu celoso… —Sonreí.

Nos quedamos en silencio con las miradas fijas. Yo no podía hacer más que sonreír

traviesa ante esos serios ojos, que no me entregaban más que una dulce ternura.

Me dio un fuerte empujón, cosa que al principio tomé como una ofensa, pero luego

reaccioné, me había empujado al interior de una habitación; La suya, para luego cerrar

la puerta y presionar mi cuerpo contra esta misma y su anatomía.

—No me… No me provoques —Susurró con sensualidad sobre mis labios.

Sentía las aceleradas palpitaciones de mi corazón, los pelos se me ponían de punta y no

sabía que hacer o decir. Hace cinco segundos era yo quien estaba jugando con él, ahora

era su turno y lo estaba haciendo más difícil de lo que creía.

Tenía a mis labios dibujados en sus ojos como punto fijo y entreabría los suyos desando

capturar a los míos, ¡Como disfrutaba torturarme de esta manera! Llegaba a ser cruel y

no me quejo, lo estaba disfrutando, quizás con impaciencia, pero en el fondo si lo

disfrutaba.

Mordí deseosa mi labio inferior, ¿Por qué no me besaba y ya? Sabía que la tortura

también le jugaba en contra.

—Caitlin… Caitlin esta en la casa —Susurré ahogando lo agitada que me sentía en esos

momentos.

—No lo arruines —Susurró otra vez y mi cuerpo tembló por completo al sentir la

vibración de sus labios sobre los míos.

De una buena sola vez tomó mi rostro entre sus manos y con euforia besó mis labios.

Su carnosa y exquisita lengua no dio tiempo a esperar para adentrarse sin cuidado,

pero con sensualidad y placer en mi boca. Esta vez, sintiéndome más entregada a él y

sin la timidez que alguna vez hubo, tomé sin temor ni mayor temblor sus manos para

arrastraras por mi cuello, pechos, vientre hasta llegar al inicio de mi remera y pronto

hundirlas bajo ella. Sus grandes y calientes manos daban los más deleitables masajes en

mi piel y a pesar de que cada vez se iban volviendo más profundos y serios, no dejaban

ese suave cariño y ternura… No tenía idea de cómo lo lograba, pero era magnifico y

nada podría compararse con aquello que me entregaba.

— ¡Justin! ¡¿Estás ahí dentro?! —Y todo ese mágico, placentero y exquisito momento,

desapareció con la chillona voz de su muñeca cuando apareció al otro lado de la puerta,

dando suaves golpes que temblaban en mi espalda.

—Dios… —Susurré sin evitar una terrible expresión de miedo ¡Estábamos encerrados!

¡Atrapados!

Justin aún mantenía sus ojos bien abiertos, ni uno de los dos sabía que hacer,

estábamos estáticos.

—Eh… ¡Linda! ¡Voy enseguida, estoy cambiándome de ropa! —Exclamó luego de

alejarse ciertos pasos de la puerta.

Tomó de mi mano y comenzó a girar desesperado buscando el lugar que me escondiera

a la perfección.

—Perfecto —Lo escuché susurrar.

Abrió un closet, sacó algo de ropa y la dejó caer sobre su cama.

—No hagas ruido, prometo sacarte lo antes posible de aquí —Sonrió dejándome en

una posición no muy cómoda dentro del gran mueble.

Solo asentí, no había ni otra opción.

— ¡Justin! Demoraste bastante… ¡Y andas con la misma ropa! —La escuché ingresar a

la habitación.

—Estem… ¡Si! ¿Ves toda esa ropa tirada en la cama? Bueno, pensaba ponerme algo de

eso, pero no encontré nada mejor, así que… opté por lo que…

La habitación quedó en silencio de un momento a otro, ¡detestaba que hubiera silencio!

Pasaban miles de imágenes por mi cabeza. Siendo cuidadosa entreabrí unos pocos

centímetros la puerta del closet y me preparé para observar sea lo que sucediera.

Era de esperarlo, no me encontré con mejor escena que a la barbie sobre Justin, ¡Dios!

¿Estaba desesperada o qué? Se que Justin desencadena un montón de cosas

inexplicables y uno no sabe como actuar, que hacer, pero por lo menos se que tenía

algo de dignidad y delicadeza para hacer las cosas…. Caitlin parecía ser totalmente lo

contrario; Tiraba de la remera de Justin de una manera impresionante, mientras que él

estaba quieto devolviendo el beso sin problema alguno, pero aún así… había algo que

no lo comparaba a como tocaba mis labios, quizás era idea mía o por el simple hecho

de que Justin tuviese presente de que estaba en el interior de la habitación y

posiblemente como espectadora.

—Caitlin… Caitlin —Lo escuché pronunciar con dificultad en medio del eufórico beso

que la muchacha proporcionaba.

— ¿Qué sucede? —Pronunció ella alejándose centímetros para poder mirarlo a su

comodidad.

—Es que… —Balbuceó.

— ¿Dónde esta _______? — ¿Yo? ¿Por qué preguntaba por mí?

—En… en… se fue a su casa —Musitó visiblemente nervioso.

—Entonces… no hay de que preocuparse… —La escuché con dificultad, estaba

susurrando— ¿Justin?

— ¿Si?

—Hazme tuya esta noche —Se quejó sensual. ¡QUE ZO.RRA!

Inevitablemente los celos se apoderaron de cada esquina de mi cuerpo, como deseaba

salir del escondite y arrojarme encima de ella para destrozarle su perfecto rostro.

Estaba a punto de farfullar en su contra, como la detestaba… pero debía mantenerme

calmada y en silencio, por lo que no pudo ayudar de mejor manera que mi mano

derecha tapando mis labios, en una de esas se me salía alguna que otra frase

amenazadora… pero pondría en riesgo mi vida y al mismo tiempo la de Justin.

Suavemente se besaban y ella misma tomaba la iniciativa de sacar un poco de ropa. Se

sentó en la cintura de Justin y tomó en inicio de su polera para quitarla y dejarla caer en

un costado del acolchado.

Maldición, era de esperar que fuese perfecta y me frustraba pensar que Justin la

prefiera a ella solamente por su estado físico.

Sentía el nudo en mi garganta… estaba jurando no enfrentarlo nunca más, ni darle la

cara si llegaban a hacer el amor en frente de mí… claro, no en mi cara, pero… aún así

estaba escondida y Justin… tenía claro que yo sabía a la perfección que era lo que

sucedía.

La chica volvería atacar los labios de su novio, pero él, la frenó antes de que pasara.

— ¿Qué sucede? —Preguntó ella, era obvio que estaba desconcertada.

—Caitlin… Caitlin no creo estar preparado para dar este paso —Sonaba tan serio como

sincero… y eso no hacía más que mi corazón bailara de felicidad.

Alto, alto… ¿Dijo… que no estaba preparado? ¿Significaba que nunca… había estado

con ella? ¿Acaso significaba que fui su primera chica? ¡Okay! Era oficial, si era la mujer

más feliz del mundo.

— ¿Qué? ¡Dios, Justin! Estoy semidesnuda frente a ti ¿Y tú me rechazas? —Sonó

ofendida. Pobre, ese es el resultado por ser tan… tan… ¡Estú.pida! Si eso.

—Lo lamento… yo… —Musitó con la voz baja y la alejó de su cuerpo— De verdad lo

siento, pero no creo… que estemos listos… yo no estoy listo Caitlin —Suspiró y le

entregó la polera a su chica.

Ella sin decir nada más, volvió a la prenda a su lugar y le dio la espalda a Justin para

tomar su rostro entre las manos. Debió sentirse humillada, Justin la había negado.

—Linda… no… no tienes porqué ponerte así —La tomó de los hombros y ella con

brusquedad se alejó.

—Ya no importa, me voy —Tomó su bolso tirado en la cama y sin más esperar,

abandonó el cuarto.

Lo que más me impactaba de la escena era que Justin no la hubiese seguido, es decir,

ahora tenía tiempo para correr hacia ella y decirle un par de cosas que de seguro

arreglaría la situación. Por alguna extraña razón me sentía enfadada, Justin aún no me

habría y comenzaba a creer que él lo había olvidado por completo.

Empujé la puerta y salí de una vez.

—Gracias ¡¿Eh?! —Dije de mala gana y comencé a caminar para dejarlo abandonado en

su cuarto.

— ¿Qué? Alto… Alto ¿Qué? —Sonó incrédulo, tomó uno de mis brazos e impidió mi

paso.

—Creí que te habías olvidado de que me encontraba escondida, muy incómoda por

cierto, dentro de tu armario —Dije un tanto frustrada, ofendida.

—Vamos ¿Cómo podría olvidarlo? —Sonrió a lo que solo correspondí con correrle la

vista, no estaba de humor.

— ¿Escuchaste todo? —De expresiones alegres y desentendidas, pasó a una seria,

incómoda y nerviosa.

— ¿Si a caso escuché? ¡Dios! —Exclamé molesta— Lo vi todo. ¿Quieres saber algo? Tu

novia es una zo.rra —Musité cruzándome de brazos y mirando hacia un lado, no quería

enfrentarlo.

Se suponía que mis ánimos debían de estar por las nubes, Justin le había negado y no

había salido corriendo, rogándole perdón o tan solo ir por una disculpa, pero no, ahí

estaba yo, enojada por alguna equis razón.

Me miraba serio, quizás molesto, después de todo estaba insultando a su pareja… ¡La

gran cosa! No me importaba en lo absoluto que opinara respecto a mi comentario.

—________ —Había dicho mi nombre completo, si estaba molesto.

Ni si quiera contesté, estaba empeñada en irme.

—A ver si entiendo —Tomó mi rostro con una mano y me hizo mirar directamente a

sus hermosos ojos almendrados. Estaba sonriendo ¡¿Quién lo entiende?! — ¿Estás tu

celosa cariño? —Sonrió con crueldad.

Dios, que linda era la palabra saliendo de sus perfectos labios, más cuando era a mí a

quien se refería.

— ¡Pff! —Exclamé riendo, una gran y falsa carcajada no estaba demás— ¿De esa cosa?

Si claro, como si pudiera compararse conmigo —Volví a reír y sin despegar mis ojos de

los suyos, había resultado mucho mejor actriz que él.

En ese corto tiempo, antes de que Justin contestara algo a su favor, pensé: Era razón,

no estaba enojada por haberme dejado en el armario durante… 5 minutos, si lo

analizaba, no había sido un tiempo amplio, estaba enfadada por ella… era tan perfecta

físicamente y se entregaba con tanta facilidad, que ya entendía porqué Justin la tenía

como novia.

—Entonces… ¿Por qué dia.blos estás enojada? No te dejé encerrada en el armario

durante mucho tiempo ¡No tiene sentido! —Comenzaba a molestarse… y de hecho no

me importaba en lo absoluto.

—Porqué pudiste haber hecho un mejor trabajo, ahora me duelen… las piernas —

Mentiras.

—Vamos _______ —Suspiró— De verdad lo siento y si viste todo lo que ocurrió, debes

saber cuales fueron las razones —Tenía razón, en poder de otro chico… me hubiera

sacado del armario luego haber concretado.

—Como digas, me quiero ir de aquí —Traté de imitar un suspiro parecido al que él

había largado hace un rato: Cansado y vago.

— ¿Te irás así como así? ¿Enojada aún conmigo? —Volvió a detenerme con una de sus

fuertes manos apretando mi brazo sin presión dañina.

Debo confesar que el torpe enojo había abandonado hace minutos mi cabeza y ahora

solo quería que Justin me insistiese por el resto de la vida para no quedar mal, a parte

de hacerme sentir importante, me daba cuenta que si le importaba.

Estando de espaldas a él, sonreí y volví a concentrarme en mi actuación.

— ¿Es que acaso te importa? No lo creo —Susurré girándome para poder enfrentarlo

una vez más.

Era lindo ver como sus ojos me suplicaban que lo perdonase, nunca se había visto más

tierno y dulce.

—Pero _______ —Se quejó con una pataleta, era tan parecido a un niño de 5 años—

¡Tuve a Caitlin semidesnuda en mi cama y no hice nada por ti! Estaba nervioso y

sudando —Se quejó una vez más y esta… dolió.

Lo quedé mirando en medio de un doloroso silencio, era increíble como hasta podía oír

a mi corazón hacerse pedazos. ¡Hacia unas horas atrás, más o menos, había estado

conmigo! ¿Ya ahora me decía en la cara que había dejado a Caitlin por mí culpa? Bueno,

para que tuvieran una idea de cómo me sentía, era algo parecido a esto: Una basura, un

estropajo. Me habían pasado a llevar, y había sido él.

Sin decirle nada, corrí mi rostro para que no notara lo llorosos que estaban. Solté mi

brazo de su agarre y salí de ahí sin decir más.

— ¡________! —Lo escuché exclamar y al igual que no corrió tras Caitlin, menos lo haría

por mí.

Siendo torpe y sin darme cuanta por donde era es que mis pies pisaban, tropecé con

una de las mesitas decorativas de los pasillos, pero en microsegundos una fuerte mano

me sostuvo para no caer al suelo y evitar el más que un seguro golpe en mi cabeza.

—Dios, ese hubiera sido una fea caída —Suspiró con el mismo alivio que yo sentía por

no haber caído al suelo. Ryan.

—Muchas gracias —Susurré haciendo un gran esfuerzo para que mi voz no delatara mi

pena, pero resultó ser peor, estaba quebrada.

—_______… ¿Estás bien? —Buscó mi mirada escondida bajo algunos mechones de mi

cabello. Entre el tropiezo y la carrera a casa, había quedado lo suficientemente

desordenada como para que mi cabello cubriese la mitad de mi rostro.

Asentí con la cabeza, pero ya era tarde, las lágrimas comenzaba a parecer y a Ryan, era

imposible negarle más de una vez en cuanto a los sentimientos, sabía a la perfección

cuando estaba bien o cuando simplemente no lo estaba.

—Dios… —Susurró— Ven aquí.

Tomó de mi mano y me guió como una muñeca de trapo por el pasillo directo a su

habitación.

Me dejó sentada en su cama y se dedicó a prender varias luces con un delicado

resplandor, que decoraban a la perfección el cuarto.

—¿Que rayos hizo Justin ahora? —Susurró molesto, sentándose a mi lado, siempre

había ignorado su preocupación por mí, y ahora, luego de su confesión, era difícil no

notarlo.

—Nada, es solo… una estupidez mía —Traté de sonreír y pegué los ojos en mis pies

colgando en el costado de la cama.

—Se lo inútil que es Justin, así que no te creo —Dulce Ryan, hasta en los peores

momentos solía sacarme una sonrisa.

Me veía tan obligada a contarle lo que había sucedido, pero era tan incómodo teniendo

presentes sus sentimientos hacia mí.

—Dijo algo que… no debí haberlo tomado a mal, pero sabes lo sensible que soy, era de

esperar que sucediera algo así —Y de alguna forma me las ingenié para no contarle lo

que sucedía, ya no podía decírselo todo.

—Entonces debe tener mas cuidado, es increíble que se conozcan hace tanto tiempo y

no sepa como dirigirse hacia ti —Sonrió con los ojos brillantes.

Sabía porqué lo decía, el siempre me trató con respeto, cariño y sabía muy bien las

palabras adecuadas al dirigirse a mí, se podía decir que era la persona que nunca en la

vida me había hecho algún tipo de daño y estaba seguro que nunca lo haría.

—Es que tu si sabes como tratar a las personas —Sonreí y por primera vez miré a los

ojos sin tener alguna sensación incómoda.

—Y por eso creo que debería enseñarle un poco a Justin —Carcajeó dulce.

—No estaría mal —Acompañé su risa y con suavidad empujé uno de sus costados.

—Oye, no debes sentirte mal por aquello, tarde o temprano Justin irá de rodillas

pidiendo una disculpa, tu solo hace como si no te importara —Y estaba en lo correcto,

era tal cual como debía ser.

—Creo… que ese es el mejor consejo —Sonreí.

—Hamm… y oye, se que quizás lo de hace un rato fue incómodo, te debo una disculpa,

creo que está bien que seamos solo…

—Amigos —Interrumpí con una mirada y sonrisa comprensiva.

El sonrió y extendió los brazos, nada en estos momentos podía ser mejor que recibir un

abrazo de su parte, acogedores y protectores, nada mejor.

Me quedaría siglos estando ahí, una amistad como la que ofrecía Ryan era imposible de

rechazar.

— ¡Ahá! ¡Con que ahora corres a sus brazos! ¿NO? ¡PERFECTO! —Su molesta, enojada y

furiosa voz apareció en un instante en la habitación.

Deshice el abrazo que sosteníamos y miramos en dirección a la puerta, era obvio,

Justin.

Ryan deshizo el abrazo enseguida, mientras que yo lo solté sin ánimos, desearía estar

entre sus brazos comprensivos todo el tiempo que fuese posible, era una sensación tan

cálida que era imposible que otras personas pudieran igualarlo.

Miré vagamente a Justin que se encontraba de brazos cruzados, y los pies pegados al

piso, junto a la puerta. Legué a sorprenderme con sus expresiones tan frías, molestas…

serias.

—Creo que Justin está empeñado en seguir discutiendo, será mejor que me marche ya

—Musité con la voz calma, desviando mis ojos a Ryan.

Solo sonrió desanimado y asintió con la cabeza. Besé su frente, me puse de pie y

cuando me vi dispuesta a continuar, Justin habló con el tono de voz alto.

— ¿Así que te vas? ¿Así como así? Me huele a cobardía —Moduló con exageración y al

mismo tiempo hacía gestos con la nariz.

—No es cobardía, se llama ignorar —Musité con una irónica sonrisa y volví a dar unos

cortos pasos.

—Claro, claro… es que ahora prefieres ir en busca de consuelo con el chico que está

¡Tan enamorado! De ti —Sonrió victorioso, como si se tratara de un juego, de una

competencia por quien daba la mejor argumentación.

¡Eso había sido un golpe bajo! Y no para mí, para Ryan. Todo nuestro alrededor se tornó

incómodo y me sentí mal por aquello. Me volteé para mirar a Ryan, no hacía más que

mantener su rostro agachado y si no me equivocaba, su rostro podría ser el más

nervioso y apagado que pude haber visto hasta el momento.

—Que estúpido eres —Susurré mirándolo directo a los ojos y apretando mis dientes,

sus palabras habían sido la gota que derramó el vaso.

Había sido totalmente desconsiderado, si solo estuviese en los zapatos de Ryan sabría

lo que se sentía estar enamorado de alguien que nunca será correspondido, yo lo

entendía… pero últimamente estaba tan confundida con ése alguien.

Me miró cabizbajo, quizás si había entendido lo feo que había hecho sentir a Ryan.

Sin pensarlo dos veces, me acerqué, tomé su brazo apoyado en el umbral de la puerta y

sin brusquedad lo retiré para irme a casa

Apenas pasé por el living pude escuchar la risa de los adultos, no se irían hasta que se

les hiciera tarde, igual que mi hermana y hermano. Era la mejor excusa para Daph y

Jaxon… y mi hermano menor era lo que faltaba para que con Jazmyn fueran un real

torbellino.

Al ingresar a mi apartamento, suspiré y analicé en cinco segundos la situación; Debía

hacer como había dicho Ryan, mientras menos importancia pareciera darle al asunto,

Justin iría enloqueciendo de a poco y tarde o temprano, volvería con la disculpa más

sincera y podría aceptarla sin mayor problema.

Caminé hacia la cocina, examiné el interior del refrigerador y tomé un vaso de de leche,

un poco de café, azúcar y todo perfecto.

—Ahora… ¿Vas a explicarme que hacías tan acarameladamente abrazada de mi mejor

amigo? —Y nuevamente, ahí estaba su voz, detrás de mí y con la misma autorización de

hace un rato.

— ¿Qué no vas a dejarme tranquila? —Expresé volteándome casi como si estuviéramos

en cámara lenta o algo parecido, ya estaba cansada de debatir.

— ¿Y tu vas a quedarte sin hablarme por toda la vida? —Me enfrentó sin dejar de

perseguirme con la mirada.

Prefería eso a que siguiera dañándome por siempre.

—Acaso ahora serás la pareja de Ryan? —Y seguía, y seguía.

— ¡¿Y que?! ¿Qué es lo que tanto te importa? ¿Cuál es el problema? Soy libre puedo

hacer lo que se me de la gana, no tiene porque… —Hubiera seguido con mi gran

discurso, si él no se me hubiese acercado en el momento menos esperado, si él no

hubiese tomado mi rostro entre sus manos y si no hubiese acoplado sus dulces labios

sobre los míos.

Volvía a llenarme de esa interminable sensación de bienestar, era exquisito sentir como

sus labios guiaban a los míos en un delicioso compás.

En ese momento que se separó de mis labios, inhalé profundo, me había dejado

sorprendida.

—Dime Justin, dime que es lo que tanto te molesta? —No importaba si se molestaba,

solo quería que me digiera de una sola vez que era lo que sucedía dentro de su

cabeza— y dímelo mirándome a los ojos.

—Porque simplemente siento algo asqueroso cada vez que te toca —Musitó con

firmeza sobre mis labios, sin quitar sus bellos ojos almendrados de los míos.

Mi corazón estaba paralizado, más de repente comenzó a latir con tal intensidad que

parecía querer escaparse.

Sonreí y llevé mis manos hasta el inicio de su cabellera café para poder hundir mis

dedos bajo esta.

—A eso que sientes se les hacen llamar celos —Musité mirando sus ojos.

—Ni lo creas —Sonrió.

Tomó de mi cintura y en un instante me elevó para dejarme sentada a la perfección

sobre un mueble de la cocina.

Volvió a juntar sus labios con los míos, sin entregarme más que delicadeza y ternura. Se

dedicó un buen tiempo a acariciar mis piernas y subir hasta el borde de mi polera para

hundir sus cálidas manos y hacerme estremecer al sentirlo tocar mi piel.

Adoraba recorrer su rostro con la yema de mis dedos, sus facciones tan bien marcadas

en cada beso podían transmitirme una gran cantidad de felicidad, era un momento

lleno de paz y de cariño, algo irremplazable.

Era increíble pensar que todas nuestras vidas habían sido la de dos mejores amigos,

todo cambia cuando involucras “amor” aunque sea por actuación. Podía estar segura

de que Justin si me quería, que sí estaba celoso y que no podía remediar lo que tarde o

temprano aceptaría… pero era demasiado testarudo y teniendo a Caitlin al lado, le

sería fácil excusarse.

Se alejó centímetros y abrió los ojos para dedicarme una tierna sonrisa. Jugó con la

punta de su nariz, haciéndola chocar suavemente con la mía de lado a lado; no podía

ser más dulce.

Besó mi frente y se separó un poco más para hablar con mayor comodidad, pero aún

sin despegar sus manos de mi piel debajo de la remera.

—Habrá una fiesta este fin de semana ¿Quieres venir? —Sonrió, había olvidado por

completo el tema anterior y prefería que fuese así.

— ¿De quien es? —Acaricié sus brazos por encima del suéter verde agua.

—De Amy y Chase, celebran un año de novios —Carcajeó y para mis oídos era música.

—Pero no estoy invitada… Sería desubicado llegar así… de la nada —Me encantaría ir

con Justin a una fiesta, hemos ido a muchas juntos, pero siempre terminaba con mi

grupo de amigas, él solo se preocupaba de su chica.

—Podía invitar a quien quisiera y no estoy interesado mucho en Caitlin, digo, es mi

novia, pero está… histérica últimamente — ¿Escuché bien? ¡Me prefería a mí! Nada

podía ser mejor.

—Entonces… seguro —Sonreí y besé sus labios de improviso, ya se me hacía natural.

Las horas pasaron volando y no me había dado cuenta cuando ya amanecía un nublado

y frío día sábado.

El reloj marcaba las siete con cuarenta y cinco minutos, me quedaba un poco de tiempo

para analizar mi vestimenta, asegurarme de que estaba conforme con ella y terminar

los últimos retoques que en una chica es esencial.

Una polera sin diseño, con el ajuste perfecto a mi medida azul oscuro, Jeans ajustados y

pitillos, convers azules y por última para abrigarme una chaqueta muy parecida a la tela

de mis jeans, obviamente casi del mismo color claro.

Un poco de maquillaje, casi la nada misma. Mis pestañas debían de estar encrespadas a

la perfección y por último el infaltable suave brillo labial rosa sabor a frutilla. Luego de

jugar casi una hora completa con mi cabello, decidí por dejarlo caer con unas suaves

ondas. Era extraño en mí, ya que solía llevar a diario mi pelo lo más liso que se pudiera.

Suspiré no muy convencida y me acerqué al gran espejo que cubría una de las paredes

de mi closet.

¡Dios! No solía decirme todos los días frente al espejo lo linda que me veía, pero debía

admitir que estaba brillando.

El timbre sonó, lo que no fue más que un llamado a mi corazón, estaba preparado para

echar una carrera contra si mismo.

— ¡_______! ¡Tu novio! — ¡Maldición! ¿Por qué es ella la que siempre atiende cuando es

Justin? Como si lo supiera, bruja

De todas formas, sonreír frente al espejo reflector, como me gustaría que fuese cierto.

Corrí hacia mi celular, lo tiré dentro de mi bolso y salí de mi habitación. Mis ojos se

abrieron cuando pude escasear sin detención alguna cada detalle en él, era como si nos

hubiésemos puesto de acuerdo para combinar cada vestimenta.

Sus ojos aún no se fijaban en mí, estaba muy entretenido discutiendo amistoso con mi

hermana, ambos reían y nadie notaba mi presencia.

—Lista —Interrumpí su conversación y lancé una mirada que de seguro había captado

enseguida, mi venganza pronto llegaría.

Apenas Justin notó mi voz, desvió sus ojos de Daphne, para poder acoplarlos con los

míos, suavemente sentía esa suave sensación de que era elevada, de que giraba y

sentía esas interminables cosquillas por casi todo mi cuerpo.

—Okay, Ok, ya entendí, los dejo —Carcajeó, dio pequeños golpes en la espalda de

Justin y salió saltando directo a su habitación.

Apenas desapareció de escena, Justin tomó de mi mano y me acercó de un solo tirón

para que sus labios alcanzaran mi mejilla derecha.

—Luces… muy bien ¿Sabías? — ¿Era idea mía o había hecho un comentario sobre mi

vestimenta? Creo haber mencionado que nunca lo hacía, era… una señal.

—Gracias —Sonreí escondiendo mis mejillas sonrosadas— Puedo decir lo mismo,

bueno… es igual, siempre —Carcajeé.

Solo rió conmigo y cruzó un brazo por detrás de mi cuello para así salir del

departamento.

Hacía frío, pero como siempre he dicho “Ante todo; digna” Detestaba parecer un

esquimal, miles y miles de chalecos, bufandas y guantes… no era nada de mi estilo y

sabía lo mal que lucía cuando mi madre exageraba sobre el clima. Gracias al cielo, esa

noche había decidido ir a cenar a solas con papá.

Subimos a su auto y nos pusimos en marcha. Destino: La gran y hermosa casa de Amy.

—Dios, hace frío, debería abrigarte —Me comunicó mirando mi vestimenta en uno de

los semáforos en rojo.

Me gustaba que se fijara, pero no en extremo.

— ¿Ahora eres mamá? —Reí rodando los ojos.

—Lo digo porque pareciera estar a punto de llover y tu andas vestida como si fuese un

caluroso día de verano —Rió sin dejar de mirar hacia el frente, era adorable verlo

manejar con tanta profesionalidad.

Finalmente llegamos a la gran casa pintada de blanco, era hermosa, imaginaba como

sería de lujosa por dentro si por fuera parecía de estas típicas casas de revista.

Estaba lleno de autos, por lo que nos costó encontrar lugar y Justin acabó

estacionando su gran vehículo a casi una cuadra de la “Mansión”

Comenzamos a caminar por la vereda congelada, entregando nuestros cuerpos al aire

frío y no me importaba en lo más mínimo pegarme un resfriado si sabía lo fabulosa que

vestía, sabía que era un pensamiento bastante hueco, pero vamos, había logrado que

Justin por fin se diera cuenta y no usando cosas vulgares ni llamativas, solo era yo.

Desde lo lejos se podía escuchar la música y ya se encontraba un gran grupo de

adolescentes charlando de mal modo en las puertas.

—Así que… con _______ ¿Eh? —Dijo un muchacho de rostro conocido apenas nos vio

aparecer cerca.

Justin solo sonrió, era mejor evitar discusiones con esa clase de persona, muy a la

defensiva y si algo le parecía ofenderle, pobre el chico que lo haya hecho enfadar.

Mis oídos se taparon con música reventada apenas entramos, las luces de colores

instaladas, eran tan profesionales que podía pasar por un verdadero boliche. La

multitud bailaba alocada en medio de la sala y las hormonas estaban más que

revolucionadas en todas las parejas presentes.

Nos quedamos parados mirando a nuestros alrededores, supongo que ambos

buscando amigos.

— ¡Stacy! —Exclamé

— ¡_______! ¡Dios! ¿Qué rayos haces aquí? No pensé que vendrías, preferí no decirte

nada, se suponía que no te agradaban mucho las fiestas locas —Rió dejando su vaso

de… “Bebida” En un mueble cercano.

—Justin me convenció —Sonreí emocionada, era increíble lo que hasta su nombre

provocaba.

Ya que Justin no estaba atento y conversaba tan animado como yo, con uno de sus

amigos, Stacy aprovechó de mirarme con picardía.

— ¿Cuando diablos se supone que le dirás? —Me preguntó con un cierto dejo de

cansancio, siendo mi mejor amiga, le lastimaba de cierta manera verme tan

entusiasmada con un chico quien supuestamente nunca fijaría los ojos en mí.

—Tranquila, ya lo haré, solo tengo que esperar un momento adecuado —Musité con

seguridad, de verdad quería decírselo y esperaba a que fuese esta misma noche.

Me quedó mirando seria, no espera esa clase de respuesta.

—Así se habla, te aseguro que no te arrepentirás —Y ojalá así fuera— Ahora, disfruta la

fiesta, Amy despareció así que no pierdas tu tiempo en buscarla. Me voy, Criss debe

estar buscándome, tu sabes —Guiñó un ojo, tomó su vaso de bebida y salió sin esperar

algún tipo de respuesta.

Solo sonreí y me encontré con Justin detrás de mí y dos vasos en sus manos.

—Busqué uno para ti, Coca – cola ¿Verdad? —Sonrió entregándome el vaso en las

manos.

Era Justin, estaba muy enamorada de él, pero después de todo era un chico… y quien

sabe si podía hacer un tipo de locura.

Miré el vaso con desconfianza.

— ¿Crees que le echaría droga para aprovecharme de ti? —Me miró serio, molesto por

mi desconfianza.

—No es eso, solo es… —Musité mirando el suelo, no habían excusas.

—Nunca te haría daño _______, y pobre de si lo hacen —Sonrió dejando a exhibición

sus hermosos, pequeños y perfectos dientes.}

Sonreí y bebí del acaramelado líquido, ahora podía estar segura de que nunca me haría

algo parecido.

Era entretenido observar a cada persona bailar, algunos mareados, otros

enloquecidos… ruego a Dios nunca caer en un tipo de estado alcohólico, era lo más

denigrante para una mujer.

De la nada, sentí un gran golpe en mi hombro y luego en mi nariz. Dolía, ardía y sentía

marearme.

— ¡HEY! ¡Ten más cuidado imbécil! ¡Largarte de aquí! —Escuché a Justin exclamar con

la voz furiosa y vi con poca nitidez como empujaba a unos chicos lejos de nosotros—

Dios… ¿Estás bien? —Se acercó hacia mí y tomó mi rostro para analizar mi nariz—

Maldición, estás sangrando… —Estaba molesto y yo aún no podía analizar bien lo que

acababa de ocurrir— Ven.

Tomó de mi mano y me guió hasta el segundo piso… caminamos por los pasillos,

indagando por cada habitación, mejor ni contar lo que observábamos al abrir cada

puerta.

Terminó por abrir una de las últimas y suspiré aliviada al notar que era el baño, mas

Justin no se movió y me dejó detrás de él, estaba paralizado.

Levanté un poco la cabeza y bastó para que mis ojos se abrieran como platos y mi

mandíbula atravesara el suelo. No podía creer que lo que estaba viendo.

— ¡Justin! —Exclamó la chica visiblemente desesperada, nerviosa. Era su fin.

Su estado iba empeorando de a poco, ni siquiera atinaba a moverse, aún seguía sobre

el regazo de un muchacho, quien no traía remera puesta, al igual que ella. Siempre lo

dije, zorra, zorra.

—Dios —Susurró alejándose del chico y tomando su ajustada prenda tirada en el

suelo— Justin, de verdad puedo… yo puedo… —Su voz temblaba y se acercó a Justin

para tomar de sus brazos, más el solo se alejó de la puerta dándole espacio para salir.

—Es urgente, debo entrar —Susurró sin la voz quebrada ni nada, tenía una gran fuerza

para no perder el control, llegaba a asombrarme.

La chica miraba a Justin directo a los ojos, sin entender su extraña reacción, no

esperaba a que estuviese tan apacible luego de presenciar tal escena.

—Pero Justin, debemos hablar… de verdad, tengo razones —Pataleó y el chico de

cabellera negra la miró de la mala gana, sabiendo que ya no hacía más, salió del baño y

desapareció por los pasillos.

—No Caitlin, ahora… lamento haber interrumpido, solo necesito un poco de agua,

pueden volver más tarde —Sonrió, tomó de mi mano y se incorporó en la habitación de

blancos azulejos relucientes.

Caitlin al parecer no había notado mi presencia, por lo que apenas sus furiosos ojos

verdes se fijaron en mí explotó en ira… yo sería su simple excusa.

— ¡TÚ! —Me apuntó con un dedo acusador— ¡Tú eres la culpable de que estas cosas

pasen entre él y yo! ¡Eres una maldita desgraciada! ¡Arruinaste mi relación! ¡Nada de

esto hubiese ocurrido si no te hubieses interpuesto entre los dos! ¡Puedes irte al de…

— ¡Ya basta! —Exclamé furiosa, nadie tenía el derecho de humillarme, menos alguien

como ella— ¡Todo lo que ocurre entre Justin y tú es por tu propia culpa! ¿Cómo diablos

es que no te das cuenta? ¡Y no vengas a meterme en tu problema! Con solo mirarte se

puede adivinar el tipo de chica que eres y no quieres una relación, sino a cualquier chico

que esté dispuesto a acostarse contigo —Fuertes y crueles palabras, y que no decían

más que la verdad.

Me quedó mirando con los ojos en llamas, estaba dispuesta a seguir debatiendo, pero

sus argumentos se habían agotado y yo era la ganadora.

Estaba orgullosa, ahora jamás me buscaría para decirme algo, más no tiene nada que

decir. Entre el tenso momento, mi cabeza parecía dar vueltas y sentí mi cuerpo más

liviano que nunca.

— ¡Dios! —Exclamó Justin sujetándome en sus asustados brazos— ¿Quieres irte? Por

favor —Musitó dirigiéndose a Caitlin.

Con mi vista borrosa y desviada, pude apreciar con dificultad como Caitlin se alejaba…

que humillación, ¡Sin dignidad!

Justin cerró la puerta con seguro, me sentó en el borde de la tina, tomó de mi rostro y

desde lo alto analizó mi nariz.

— ¿Duele? —Preguntó calmado, mirándome con los ojos preocupados.

—No, no… está bien, solo sangró un poco, nada más —Sonreí poniéndome de pie y

caminé hacia el lavamanos para humedecer mi rostro.

—Te mareaste —Agregó mirándome a través del espejo.

—Es normal —Dije mojando mi nariz— Supongo que los golpes en la nariz suelen

dejarte así ¿No? —Cerré la llave del agua y me giré para mirar a Justin.

—Entonces… bien —Suspiró y sonrió— No tendré que llevarte a urgencias —Carcajeó.

—Siempre exageras las cosas —Reí.

En un corto instante de silencio, analicé por completo a Justin, no se notaba apenado…

no había ni un indicio de tristeza, es más, estaba mucho más interesado en mi estado.

—_______ ¿De verdad no te duele nada? —Se acercó y tomó mi rostro entre sus cálidas

manos para confirmar por si mismo si era verdad que estaba en buenas condiciones.

Rodé los ojos y sonreí.

— ¿Cuántas veces tengo que decírtelo? —Carcajeé mirando con detención sus

perfectos ojos.

Sonrió y besó mi frente. Entrelazó sus dedos con los míos y así salimos del baño

—Rayos, esta casa de un verdadero laberinto —Rió caminando de un lado a otro.

Maldita escalera, se había escondido o nosotros teníamos pésimo sentido de

orientación.

Logramos dar con una escalera, pero no era la que buscábamos, esta subía y siendo

larga y angostaba… daba un aspecto escalofriante.

— ¿El entretecho? —Preguntó pisando el primer escalón.

Sujeté con fuerza su mano e hice que mis pies se apegaran al suelo, no era el mejor plan

subir, era muy miedosa y con todas esas películas de terror, mi imaginación volaba alto.

— ¿Qué? —Preguntó volteándose a verme, yo solo sonreí nerviosa— ¡Oh! Ya veo,

tienes miedo —Me miró con los ojos traviesos… se burlaba.

—No. Te desafío a que subas, cobarde —Rió y se apegó a la pared, seguramente

dándome espacio.

Entrecerré a mis ojos, detestaba que hiciera eso.

— ¿Y que es lo que gano? —Me crucé de brazos, tenía que haber algún tipo de

recompensa, o si no… no.

—A ver… Te llevo al cine por tres fines de semanas seguidos, yo invito — ¡Oh! Que

tramposo era, sabía que el cine era una de mis debilidades— Más chocolate por una

semana —Rió.

— ¡Perfecto! —Reí y comencé a correr escaleras arriba con los ojos fijos en los

escalones, la luz no estaba prendida y debía tener cuidado.

Sentía los pasos de Justin atrás y como carcajeaba viendo mi intento, por primera vez

desafiaba al miedo, era una ganadora y todo por películas y chocolate.

Llegué a la puerta y la abrí sin pensarlo, tenía que vencer.

Apenas di tres pasos y me apoyé en mis piernas para recuperar el aire… ¡Cuantos

escalones!

Justin reía detrás de mí y yo rogaba para que prendiera la luz, ya no aguantaba tanta

oscuridad, menos si estábamos donde era típico un asesinato en las películas, donde

aparecían fantasmas y se escondían los cadáveres. Gracias al cielo, terminó

prendiéndola en segundos.

—No sabía que eras tan valiente —Carcajeó acercándose y antes de mirarlo observé

todo mi alrededor, habían cajas, sillones viejos y todo tipo de artefactos llenos de

polvo.

—No… tienes… idea que es… lo que puedo hacer… por chocolate… y películas —Reí

jadeante.

Él seguía riendo y descubriendo cosas en la habitación.

Mientras parecía un niño pequeño explorando un salón de juegos, me dediqué a

observarlo, maldición, el no merecía que una chica le hiciera tal daño como Caitlin lo

había hecho.

—Justin —Musité sin acercarme a él.

— ¿Si? —Se volteó para mirarme con los ojos calmos.

—Lamento lo de hace un rato, yo… tenía que defenderme —Me excusé, quizás el aún

sentía algo por ella.

—No te preocupes —Sonrió y se acercó— Las cosas hace tiempo iban mal, y no dejes

que te lleguen sus palabras… sabes que siempre te tuvo celos y… estaba en lo

correcto, eres mucho mejor que ella —Volvió a exhibir su hermosa dentadura y

extendió los brazos para darme un caluroso abrazo.

No lo podía creer, mi corazón saltaba de felicidad y todo mi cuerpo parecía impulsarme

a bailar, estaba siendo la chica más feliz del universo y todo gracias a unas simples

palabras.

Me alejó de su pecho y acercó su rostro para chocar su frente con la mía. Sus manos me

sujetaban sin presión de los brazos, por alguna razón sentía que no me dejaría huir más,

que me quería así de cerca… y yo no emitiría queja alguna.

Sus labios entre abiertos dejaban que su aliento dulzón me atrapara por completo y

comenzaba a sentir ese torturador acercamiento.

Suspiré apaciblemente sobre sus dulces labios rojos y en segundos me inundó en el

jugo más delicioso y placentero que en toda la vida pudiese probar. Nos besábamos

una vez más al maravilloso compás creado por cada uno, era tranquilo, repleto de

ternura y si no me equivocaba, había un sentimiento muy importante involucrado, era

grande pero lograba pasar por desapercibido, más no esta vez, llegaba a sentir temor

de decirlo, pero había que confesarlo de una vez: Amor.

Estaba dispuesta a decirle todo lo que lo amaba, todo lo que sentía y con el solo hecho

de pensarlo mis ojos se cubrían de lágrimas bajo mis parpados. Nunca había pensado

en sentir algo parecido, y de hecho, no tenía ni la menor idea de que existiera algo tan

maravilloso como lo era este sentimiento tan grande.

Sus manos se alejaron de mis brazos y en un rápido movimiento me tomó en brazos.

Solo sonreía sin dejar de mirarlo, ¿Por qué no nos atrevíamos a decirnos de una vez a la

cara que era lo que ocurría? ¿Tanto era el miedo?

Caminando conmigo a cuestas, hundió su rostro en mi cuello e hizo con sus labios

suaves caricias que no tenían otra finalidad que hacerme cosquillas.

Era una escena conmovedora, como me hubiese gustado apreciarlo desde lejos, sabía

que era un cuadro pintado con infinita ternura.

Me recostó sobre una superficie acolchada, parecía una cama, un sillón en realidad,

convertido en un lecho.

Se recostó sobre mí y antes de volver a besarme, llevó sus dedos a mi rostro.

— ¿Qué haces? —Reí al notarlo tan concentrado.

—Me gusta recordar cada una de tus facciones —Sonrió y besó mi frente.

Mordí mi labio inferior, nada podía ser más perfecto.

Sus labios no se despegaron de mi frente y comenzaron un camino por mi cien, mejilla y

finalmente mis labios. Era dulce como la miel y sus caricias no eran más que delicados

masajes.

El tiempo volaba y nada nos interesaba, podría seguir el resto de mi vida, sin cansancio

alguno, devorando sus labios y enredando mis dedos en su cabellera miel para que

nunca pudiese alejarse.

Me levantó sosteniendo sus manos en mi espalda y con dificultad retiró la chaqueta de

mezclilla.

Mi cuerpo se estremeció por completo al sentir la temperatura, hacía frío y yo solo lucía

con una polera de mangas cortas. Para quedar a mano, colé mis extremidades por sus

hombros, bajo la chaqueta y la fui deslizando hasta que el mismo terminó por quitarla y

dejarla caer a la misma distancia que la mía había quedado.

Acariciaba mis brazos como si tratara de evitar que me congelara… y era obvio que lo

hiciera, mi cuerpo estaba temblando.

Ladeaba lentamente, pero constantemente la cabeza para darle un mejor y mayor

acceso a su mentolada lengua, que junto a la mía iniciaban una batalla a muerte. Sus

labios eran un verdadero placer, tan adictivos como el café y tan dulces como el mismo

chocolate.

De a poco llegaba el momento en que comenzaba a impacientarme, disfrutaba tanto su

ternura, pero comenzaba a pedir a gritos su desesperación, que se descontrolara… y

para ello debía hacer algo.

Con una fuerza inexplicable en mí, terminé quedando sentada en su cintura y teniendo

una perfecta vista.

Tomé el borde de su remera y la fui levantando mientras sus ojos no se despegaban de

los míos y una leve sonrisa traviesa se iba dibujando en sus labios. Una vez fuera

acaricie deseosa su pecho en su totalidad y me acerqué, sin hacer contacto con mi

cuerpo y el suyo, hasta su cuello. Empecé por pequeños e inocentes besos, que

terminaron siendo lujuriosos y sensuales.

Cuantas cosas pasaban por mi cabeza, tenía una lista repleta de acciones con las que

podía hacerlo enloquecer, pero con los besos, las interminables caricias en su pecho y

bajo vientre… habían sido lo suficiente para lograr despertar todos sus sentidos.

Una vez más era yo quien se encontraba siendo presionada contra el acolchado, y debo

admitir que estaba contenta por ello. Decidido y algo agitado besó mis labios con

euforia, su lengua recorría con descontrol toda mi cavidad bucal y se enredaba con la

mía una y otra vez. Al mismo tiempo, sus manos estaban jugando con impaciencia en el

broche de mi pantalón y gracias a su gran entusiasmo, en segundos bajaba la prenda

ajustada y terminaba arrugada en el suelo.

Deslizó suavemente la punta de su lengua por mis labios y se separó para tomar de mis

manos y posicionarlas a cada lado de mi rostro. Con tan solo mirarlo directo a sus ojos

desesperados, me dejó claro que dejara mis manos tal donde él lo había hecho.

Apreté mis ojos apaciguando el inmenso placer que estaba experimentando con el solo

hecho de sentir su respiración agitada sobre mi bajo vientre. Sus labios por fin hicieron

contacto con mi piel y mi hermosa polera comenzó a subir a medida que él repartía una

infinidad de húmedos besos sensuales por mi bajo vientre, ombligo y así en ascensión.

La remera desapareció de escena y él seguía repartiendo besos en la loma de mis

pechos, atiné a llevar mis manos hasta su sedoso cabello y hundir mis dedos en este

para que no se alejara por un instante. La sensación de calor que sentía a medida que

rozaba su lengua con mi piel me estaba volviendo loca.

Con una sensualidad increíble deslizó de labio inferior por mi piel hasta atacar mis

labios una vez más.

Y otra vez yo me encontraba sobre él y esta vez para quitar el cinturón, desabrochar el

pantalón y tomar el borde de este para poder deslizarlo hacia abajo, mientras

aprovechaba de acariciar sus bien formadas piernas.

Al deshacerme de la prenda, giré mi rostro con velocidad, solo para correr el cabello de

este, y miré a Justin con una sonrisa en el rostro. Él solo me miraba serio y mordía

cruelmente su labio inferior. Sus manos subieron por mis pechos hasta mis hombros y

deslizaron los breteles hacia los lados, lo que hacía de mi posición más sensual y

atractiva para sus ojos.

—Ayúdame —Susurró sensual.

Y no me quedó opción que acatar a lo que él pedía. Llevé mis manos hasta mi espalda y

sin dificultad desabroché la prenda, estando lista para retirar, Justin llevó sus manos a

los breteles y comenzó a bajarla dejando a su exhibición mi torso desnudo.

No sentía nervios, ni si quiera cuando sus ojos recorrían mi pecho con detención y

luego… sentí en mi entrepierna el efecto que causaba en él.

Susurró algo y no pude descifrar qué, más cuando iba a preguntar, tomó de mi cintura y

nuevamente estaba sobre mí.

Su anatomía ya estaba húmeda producto al calor que emanaba la situación y no había

dudas que mi piel debía estar en el mismo estado.

Mientras besaba mis labios, acariciaba mis piernas con lentitud y de a poco las iba

separando para acomodarse a la perfección y comenzar con torturadores movimientos

sobre mí.

Mientras besaba mis labios, acariciaba mis piernas con lentitud y de a poco las iba

separando para acomodarse a la perfección y comenzar con torturadores movimientos

sobre mí.

Gemí suavemente sus labios al sentir que la presión que hacía iba siendo cada vez

mayor. Sus manos ya habían tomado la decisión y me despojaban de la única prenda

que cubría mi cuerpo y al tenerme completamente desnuda, las guió hasta mis pechos

para masajearlos con lentitud y pronto, sus labios se encontraban besando la parte más

delicada de ellos. Solo podía gemir ante todas las maravillas que lograba hacerme

sentir, su lengua se desplazaba de un lado a otro y comenzaba a desesperarme, lo

necesitaba dentro de mí, llenándome de placer, cariño, amor.

Mientras se encontraba concentrado en esa parte de mi anatomía, tomé el elástico de

su bóxer negro y lo deslicé todo lo que mis brazos me lo permitieran, para luego dejarle

la misma tarea a mis pies.

Capturó mi boca completa y jugó apenas pocos segundos con mi lengua. Se separó y

respiró jadeante sobre mis labios. Me miró a los ojos y sonrió con ternura.

Iba a decírselo, iba a decirle por fin que lo amaba, pero todas mis palabras se ahogaron

en un largo gemido al sentir como hacía presión en mí entre piernas y se movía

delicadamente apaciguando la suave puntada.

La ola de calor iba creciendo a medida que me embestía una y otra vez. Trataba de ser

cuidado y lento, pero estaba viéndose obligado a comenzar con una serie de

movimientos más rápidos.

Gemía sin cuidado sobre mis labios y no hacía más que incentivarme a seguir. Arañaba

su espalda y mordía uno de sus hombros tratando de contener el placer, pero cada vez

era más difícil.

Ni uno de los cuerpos se agotaba, al contrarío, pedían agritos más.

Giramos en la cama y solté un grito ahogado al sentir como me penetraba con mayor

fuerza al estar yo sobre él. Me sujetaba de la cintura para ir guiando cada movimiento.

Soltó un gran gemido y caí rendida en su pecho.

Su corazón latía más fuerte de lo normal… por la luz que entraba con poca intensidad

por una de las ventanas… podía apreciar como nuestros cuerpos brillaban a la luz de la

luna.

Aún ahogado, tratando de recuperar el aire, acariciaba mi espalda y mi cabello de forma

vertical. Suspiraba de forma continua y yo no sabía como comenzar a decirle todo lo

que sentía.

Como estábamos en el entretecho, la música de la fiesta se escuchaba con poca

intensidad, por lo que el silencio abundaba y dejó que escucháramos con claridad un

ruidoso trueno y luego la lluvia. Las gotas golpeaban con fuerzas la ventana y parecían

querer romper el tejado para inundarnos. El viento, la lluvia, relámpagos y truenos, no

me hacían sentir más que protegida entre los brazos de Justin. Aún seguíamos

desnudos, tapados solamente por una frazada y sentía a mi cuerpo más tibio que

nunca, no habitaba el frío.

Suspiré suavemente y levanté mi rostro para poder mirar a Justin directo a los ojos.

Sonrió con ternura y acarició mi majilla con su mano derecha.

Era el momento, era el instante perfecto para decirle a Justin la palabra más

importante que podría decir, esa palabra tan corta, pero tan grande a la vez, la que deja

una marca en la vida.

—Justin —Susurré con el nerviosismo presente en la voz.

— ¿Si? —Volvió a sonreír al notar que algo trataba de decirle, más no me sentía

preparada.

—Hay algo que debes saber —Musité con una leve sonrisa en los labios, tenía tanto

miedo, tanto miedo a ser rechazada.

—Esa voz de misterio —Carcajeó mirándome con una divertida expresión— Dime.

—Yo… —Mis ojos por última vez vagaron tranquilos por toda la habitación,

preparándome para mi misión— Justin… —Y ahí me encontré con sus hermosos ojos

almendrados— Justin… yo te amo —Susurré. Sentí mi cuerpo más liviano y mi

conciencia más limpia que nunca, por fin había tenido el valor para decirlo y era una

sensación enormemente satisfactoria, pero al cabo de unos segundos, cada espacio

dejado en libertad en mi cuerpo, se fue rellenando de nervios interminables.

Creía morir con el paso de los segundos. Miraba concentrada el rostro de Justin,

buscando expresiones, algo que me diera un indicio de qué era lo que sentía, pero él

decidió quedarse con los ojos idos, inexpresivo total. Parecía que sus oídos se hubiesen

estado tapados y no hubiese alcanzado a escuchar mi declaración, era como si aún

esperara a que le dijera algo.

—Justin… —Volví a susurrar y esta vez mi voz sonó mas temblorosa que veces

anteriores, pero necesitaba saber de una sola vez si él sentía lo mismo.

—_______ —Por fin sus labios se movieron y me indicaron que ya había escapado de su

transe.

Me miraba con los ojos tristes y apagados, desesperados y asustados… no era una

buena señal.

El silencio volvía reinar en el cuarto y de a poco fui sintiendo como un gran nudo

comenzaba a nacer en mi garganta.

—_______ —Musitó con voz fúnebre, me tomó con cuidado y se sentó para volver a

enfrentarme con mayor comodidad y hacerme saber lo delicado que podía ser el

tema— Sabes que te quiero, que te adoro ¿Verdad? —Dejó ver sus pequeños dientes

en una leve sonrisa, la cual al segundo, ya había desaparecido.

Asentí con un dejo de esperanza e iluminación en mi corazón, quizá no sería tan malo.

Apoyó sus manos en mis hombros, las deslizó hacia arriba, por mi cuello hasta llegar a

tomar de mis mejillas y sonrió al mirar mis ojos brillantes.

—… Pero amar… es un sentimiento muy grande —Susurró con la voz firme. Estaba

siendo sincero.

Sentí como el aire brillaba por su ausencia en mis pulmones y como mi corazón

comenzaba a desvanecerse. ¡¿Cómo diablos pude haber sido tan estúpida?! ¡Nunca debí

de haberle dicho! ¡Estúpida niña con ilusiones! Debí de haber guardado silencio.

Mis ojos se cubrieron de lágrimas y agaché el rostro humillado, ¿Cómo se suponía que

lo miraría a los ojos desde ahora en adelante?

—_______… Por favor, no me mal interpretes, lo que sientes es hermoso, pero se

supone que solo es… lo mismo que siento yo ¿no? No me ves con otros ojos ¿Verdad?

—Y ya lo había entendido. ¡Se había dado cuenta! Su voz cantaba con desesperación y

yo no hice más que tirar la sábana hacia atrás y salir del acolchado para tomar toda mi

ropa y poner en su lugar a cada prenda— ¡No! No, no, no… oye ¿Qué sucede? ¡_______!

—Salió exaltado de la cama y con rapidez llegó hasta a mí para tomarme de un brazo y

no dejarme escapar.

Con el corazón quebrado y herido, humillada y molesta quité su brazo de encima, ni

que me tocara quería.

Mientras me vestía, sentía como las lágrimas, que inundaban en su totalidad a mis ojos,

comenzaron a correr cargadas de odio por mis mejillas.

Estaba lista y tomé mi chaqueta apresurada para salir del cuarto, pero nada iba a ser

tan fácil, Justin había tomado mucho menos tiempo que yo y ya se encontraba vestido

impidiéndome el paso.

—Vamos, tenemos que hablar —Ni su voz desesperada me haría mirarlo a los ojos, me

sentía tan usada. Ahora era cuando entendía porqué Justin siempre prefería la clase de

chica: Caitlin.

Seguía en silencio, tratando de no romper en llanto, tarea cual ya comenzaba a

tornarse dificultosa.

—Mírame —Susurró tomando mi rostro entre sus confusas manos y me obligó, con

delicadeza, a mirarlo a los ojos

— _______… ¿Estás llorando? —Cada vez iba sorprendiéndose más, eran muchas las

sorpresas y aún no acababan— ¿Qué tratas de decir con todo esto? —Su voz estaba

ahoga y yo no podía creer como diablos no comprendía que era lo que sucedía—

¡Háblame! ¡¿Acaso estás enamorada de mí?! —Exclamó furioso al no obtener ni una

respuesta de mi persona.

Y otro puñetazo a mi corazón, ¿El no estaba enamorado de mí? ¿Él no sentía lo mismo?

Empiezo a maldecirme por ser tan ingenua.

— ¡_______! —Gritó en medio de una pataleta.

— ¡Déjame! —Devolví el grito y el mío lo superaba— ¿Qué si acaso estoy enamorada de

ti? ¿Eso me estás preguntando? ¡Maldita sea, Justin! —BOOM. Había explotado el

llanto, ya no lo resistiría ni un segundo más— ¡Estoy enamorada de ti desde los siete

años! ¡DESDE LOS SIETE! ¡JODER! ¡¿COMO ES QUE NUNCA TE DISTE CUENTA?! —Grité a

toda voz, sin importarme que sus ojos reflejaran confusión y estupefacción

Luego de haberme desahogado con unos cortos gritos, me quedé con los ojos pegados

en él, no se atrevía a mirarme. Era uno de los momentos más incómodos en mi vida,

pero por fin podía decirle todo de una vez.

—Hiciste el amor conmigo… ¿Sabes lo que significa Justin Bieber? —Sollocé

recordando ambos momentos, cada beso, cada caricia.

Tragó saliva y me miró sin palabras en la boca.

—Pensé que… pensé que lo hacías por… por amor —Y nuevamente lloraba sin

consolación alguna.

—No estoy enamorado de ti _______ —Susurró posando sus manos en mis brazos y

haciéndome entender con la mirada que toda amistad, toda relación entre los dos,

había llegado a su fin.

Mis ojos debieron haber estado más rojos de lo normal cuando lo escuché prenunciar

con desprecio y sin interés esas crudas palabras.

Me solté de él y lo miré con ahogo en los ojos. Sin esperar más salí corriendo, quería

estar lo más lejos posible de él, si era necesario, no verlo más nunca.

Sentí sus gritos llamándome detrás, sus grandes pasos al correr, pero gracias a la

multitud logré distraerlo y salir de la casa sin dificultad alguna.

Corría en la oscura noche bajo la lluvia, sin dirección alguna y sin protección, estaba

sola, tan sola como me quedaría el resto de mi vida por haber confesado el secreto más

grande. Era una gran lección; Hay secretos que eran mejor guardarlos para siempre.

Ni la lluvia lograba cubrir el llanto y al girar mi rostro, me vi parada en medio de una

calle vacía, oscura y el miedo comenzaba a inundar mi cuerpo.

Entre el llanto, la desesperación, la angustia y la tenebrosa sensación de peligro, tomé

mi teléfono celular y llamé a mi hermana con urgencia, atendió enseguida, quien al

escuchar mi voz quebrada y al notar lo cual destrozaba estaba, no tardó en aparecer en

la calle.

—Dios, Con que papá y mamá se enteran de esto, te matan ¿Sabes? Y pierdes para

siempre la oportunidad de salir a fiestas locas —Dijo divertida. Tenía dos opciones;

Una: No se había percatado de mi deplorable estado y Dos: No sería entrometida por

primera vez en la vida— ¿Vas a decirme que es lo que sucedió? ¿No creas que soy

inocente y no me doy cuenta de lo que te sucede? —Ahám, como lo pensé.

—No quiero hablar —Expresé mas seria que nunca y hasta me asusté cuando vi mi

rostro de un verdadero cadáver en el reflejo del vidrio.

Apenas entré a casa, corrí a mi cuarto, cerré la puerta y dejé que el llanto me absorbiera

una vez más, ¿Cómo pude haber sido tan inútil? ¡Lo había perdido todo! ¡A mi mejor

amigo y a la persona a quien más amaba!

Las fotos pegadas en uno de mis muebles no ayudaban nada, caras divertidas de Justin

y mías, cumpleaños, cenas familiares, paseos al campo… una infinidad de actividades

cual no serían las mismas con la ausencia de uno.

Mis parpados comenzaban a caerse producto al cansancio, las lágrimas me habían

vencido, cuando mi no muy moderno celular comenzó a sonar con imprudencia. Debía

de ser Justin y para asegurarme, estiré el brazo y agarré el aparato entre mis manos

indecisas.

Stacy.

—Hola —Musité con la voz más apagada que nunca. ¿Por qué diablos había

contestado? No deseaba hablar con nadie.

— ¡_______! —Exclamó en un doloroso sollozar.

— ¡Dios! Stacy ¿Qué es lo que sucede? —Me senté en la cama, los presentimientos iban

y volvían… y cada vez eran más desagradables.

—_______… Justin… Justin… — ¿Justin? ¿Stacy llorando? ¡¿Qué diablos estaba

pasando?! No me agrada como escuchaba y todo empeoró cuando pronunció su

nombre.

— ¡Stacy! ¡Dime ahora mismo que diablos es lo que sucede! —Exigí con autoridad,

tanto merodeo me hacía sufrir y otro nudo comenzaba a crecer intencionalmente

cuando no sabía que era lo que ocurría y tenía a mi mejor amiga llorando en el teléfono.

— ¡Se acaban de llevar a Justin de urgencias al hospital! ¡Tuvo un grave accidente en el

auto! —Y nuevamente se ahogaba en llanto.

El teléfono cayó al suelo y la batería de este salió disparada en una dirección que no

presté atención.

Mis sentidos estaban paralizados y mis manos comenzaban a temblar sin control. Aún

sin poder asimilar que era lo que estaba ocurriendo, con dificultad llevé una de mis

manos a la boca y grité desesperada.

— ¡______! —Exclamó mi hermana apareciendo en el cuarto con el rostro

transformado de preocupación— ¡Dios! ¿Qué diablos es lo que ocurre? —Me tomó de

los brazos y buscó mi mirada con desesperación— Estás temblando… Vamos _______,

dime que es lo que sucede —Nunca la había visto tan preocupada.

—Justin… Se llevaron a Justin al hospital, Daphne —Y nuevamente las lágrimas en mis

mejillas resbalan con peso.

Desesperada, asustada… avisamos a la familia y localizamos a alguien que tuviera idea

de cual era el hospital al cual lo habían trasladado.

Apenas el motor del vehículo de mi hermana se apagó, tiré de la puerta y salí corriendo

hacia el interior del gran edificio.

No fue difícil encontrar la habitación, afuera de aquella estaba lleno de jóvenes.

—_______ —Sollozó Stacy al verme llegar.

— ¿Dónde está? —Ni si quiera me fijé en sus ojos, no hacía más que mirar a los

alrededores y poder entrar a ver su rostro de una sola vez.

—No puedes entrar amiga, está en urgencias —Me abrazó y yo la separé enseguida.

— ¡NO! ¡Maldita sea! ¡Tengo que entrar ahora! —Grité furiosa.

—_______, tranquila… Saldrá bien ¿Si? —Me sonrió levemente, trataba de calmar mis

nervios, mi miedo y mi pena, pero después de todo sería en vano.

—Quiero verlo —Sollocé arrojándome en sus brazos y sin esperar un segundo más,

nuevamente estaba llorando.

Una hora transcurrida y nada… la gente comenzaba a abandonar el lugar y solo

quedábamos la familia, mi hermana, mis padres, Stacy y yo.

Una hora más y… nada.

Dos horas más… y seguíamos sin noticias.

—Amiga, ya tengo que irme —Me susurró con la voz seca.

—Está bien, descuida —Sonreí sin ánimos y volví a mirar el suelo.

Sentí sus brazos rodear mi cuerpo, entregándome cariño y confianza, y no era la

suficiente.

La vi alejarse y me quedé sentada sola en una fila de bancas, no quería estar con nadie,

solo quería estar en silencio, pensar en él y rezar a dios para que le diera fuerzas y

pudiera continuar conmigo, a mi lado.

Un hombre de delantal blanco se acercaba por el pasillo y todos nos pusimos de pie.

— ¿Cómo está? —Fui la primera en preguntar, al estar mas cerca.

Solo me miró con frialdad y se acercó a los padres.

— ¿Cómo está mi hijo? —Preguntó enseguida Pattie y mi dolor aumentaba al verla a los

ojos rojos y cansados.

—Me tome informales que no se encuentra en buenas condiciones —Musitó sin

expresión alguna— Tratamos se estabilizarlo y haremos lo que se pueda.

— ¿Podemos verlo? —Rogué con la voz quebrada.

—Está en coma —Agregó mirándome serio.

—Solo queremos verlo —Pidió Pattie con la voz ahogada.

El hombre de aspecto duro y frío agachó el rostro y suspiró.

—Que sean solo unos segundos. Síganme —Todos comenzaron a caminar, menos yo,

quien me quedé estática en el pasillo. Lo quería solo para mí.

Todos entraron y Ryan se quedó atrás para esperarme.

— ¿No vienes? —Me miró con los ojos llorosos.

Solo negué con la cabeza.

—Luego voy yo, sola —Susurré.

Y entró en la sala. Me quedé sola y esperé impaciente caminando con las piernas

temblorosas de un lado a otro.

—Saldrá bien, saldrá bien —Escuché a lo lejos la voz del padre. Ya salían.

Todos salieron y se fueron sin importar mi presencia a la cafetería de la clínica. La

mayoría se encontraban agotados, soñolientos, pero se quedarían todo el tiempo que

fuese necesario.

Ryan se acercó con las manos escondidas en los bolsillos y besó mi frente para dejarme

frente a la puerta de la habitación.

Tomé aire y empujé la puerta para entrar en un cálido cuarto… y ahí estaba él, estirado

en la cama de sábanas blancas y limpias. Me acerqué con cuidado y las lágrimas

hicieron su aparición en el momento en que lo vi conectado a un respirador artificial.

Aún así, con vendas, parches por todo su rostro y los labios tajados… sus ojos cerrados

hacían verlo calmado y tranquilo.

Acaricié uno de sus brazos desnudos y sonreí levemente entre tanto llanto… ¿Acaso

era mi culpa? ¿Su desesperación al seguirme lo había llevado a esto? Y no había duda.

—Justin… —Sollocé agachándome y apoyando mi cabeza en su pecho. Ahí estaba su

corazón, latiendo lentamente, pero dándome esperanzas y haciéndome saber que él

aún seguía conmigo— No me dejes sola, por favor —Las lágrimas rodaban y rodaban

por mis mejillas.

Era increíble como hasta podía sentir una de sus frágiles acariciando mi cabello en un

lento movimiento. Me separé con cuidado y mi corazón se petrificó al ver sus ojos

débilmente abiertos… no había sido solo mi imaginación.

—Justin —Dije en un sollozo interminable, con una leve sonrisa sorpresiva y alegre

dibujada en mi húmedo rostro.

Solo sonrió con debilidad y noté como sus ojos de a poco se iban inundando en

lágrimas.

—_______… —Musitó con los labios cansados, débiles y dolorosos.

—Shh, no, no hables —Sonreí y acaricié su tibio rostro— no hagas ni un tipo de

esfuerzo, está bien ¿Si? ¿Tranquilo? —Sonreí conmocionada.

—No —Susurró— Tienes que escucharme —Sollozó.

Movió dificultosamente la mano y atrapó la mía apoyada en el suave acolchado.

—No siento mis piernas… y con suerte logro mover mis manos. Mi cuerpo está débil y

mi corazón casi ya no palpita —Susurró cerrando los ojos y una lágrima corrió por su

cien.

—Pero es temporal, verás que luego de días… volverás a estar en pie, seguramente

quejándote de la rutina —Carcajeé con la voz quebrada y disfrazando molestia, no era

un buen momento para andar con los pensamientos negativos.

—Tengo que decirte algo —Y nuevamente los dos ojos iluminados en su rostro se

acoplaron a los míos.

Sentí una puntada en el corazón y me preparé psicológicamente para escuchar fuese lo

que fuese.

—Yo… Yo si te amo, _______ —Sollozó apretando mi mano derecha con las pocas

fuerzas que recorrían su cuerpo.

Sentía que el aire me faltaba, que mi mundo se detenía y no había más música que un

te amo de corazón, saliendo de sus cálidos labios. Volvía a derramar lágrimas.

—Te amo y no se como pude ocultarlo y negarlo tantas veces, me siento un completo

inútil… y ahora… ya es tiempo de que lo sepas, que siempre y para siempre te amaré.

Estoy enamorado de ti _______ —Me miraba con los ojos hundidos en lágrimas y más

sinceros y profundos que nunca— Lamento haberte hecho sufrir amor, de verdad que

no quería, sentía que no era indicado, pero es que ya no puedo resistir más… Te amo y

ahora que lo se y lo confieso, no se como podré dejarte aquí —Sollozó elevando una

mano para alcanzar mi mejilla y acariciarla con ternura— Pero… volveremos a vernos y

estaremos juntos —Sonrió entristecido y las lágrimas no paraban de brotar y caer.

— ¿Dejarme aquí? —Sollocé con la voz desentendida, aunque en el fondo… sabía muy

bien que era lo que estaba diciendo y no quería reconocerlo... y era de esperarse que

nunca lo haría.

Solo sonrió con debilidad, pero aún así dulce y cariñoso. Con su temblorosa extremidad

sujetando mi rostro… me fue acercando pacíficamente, sin apresuro, a su rostro.

—Te amo —Susurró sobre mis labios y mi cuerpo se estremeció enseguida. Las

mariposas iban y volvían, los nervios no parecían querer desaparecer y con su mano

sujeta a la mía, parecía volar al país de nunca jamás.

Sus labios volvían a capturar a los míos, con esa exquisita sensación de amor y me

sentía orgullosa y enormemente feliz al poder afirmarlo sin temor alguno. Suave,

exquisito, delicioso y placentero jugaba con mis labios, a pesar de ser uno de los

momentos más dolorosos, era el más dulce y sincero, era el beso que sellaba nuestro

amor.

Su mano que apretaba intensamente a la mía, sin dolor alguno, dejó de hacer presión y

me alejé para verlo una vez más a los ojos, más él ya los había cerrado.

—Justin —Susurré agitando suavemente uno de sus hombros.

La máquina que marcaba el pulso de su corazón dejaba de sonar entrecortado y un

largo e insoportable pitido dio un brusco y doloroso golpe a mi corazón.

—Justin —Sollocé una vez más y lo agité inútilmente.

—Justin —Susurré agitando suavemente uno de sus hombros.

La máquina que marcaba el pulso de su corazón dejaba de sonar entrecortado y un

largo e insoportable pitido dio un brusco y doloroso golpe a mi corazón.

—Justin —Sollocé una vez más y lo agité inútilmente.

Era en vano… pero aún así no quería admitirlo.

— ¡Justin! —Exclamé desesperada— ¡No, Por favor, no! ¡No me dejes! ¡JUSTIN! —Grité

cayendo en su pecho— Por favor —Rogaba llorando sin sentido— Por favor Justin, no

me dejes aquí… no —Abrazé su cuerpo inmóvil.

Cuando ya me sentía parte de él, entraron con apuro, médicos y enfermeras.

— ¡Despejen el área! —Exclamó uno y una señorita me tomó de los brazos.

—Vamos, tiene que salir de aquí —Me dijo con la voz entristecida, quizás me entendía.

— ¡NO! ¡NO! —Grité ahogada en llanto mientras me sacaban a tirones de la habitación.

Entre gritos desesperados, vi como su cuerpo indefenso y tranquilo se desvanecía de

mi vista, mientras era rodeado de doctores y comprendía… que ese sería el último

recuerdo que tendría de su hermosa imagen

Un mes después.

Estirada en mi acolchado, suspirando una y otra vez sin remedio alguno. Las imágenes

pegadas en mi mueble me ayudaban a sonreír de vez en cuando. Sus sonrisas, y

expresiones divertidas nunca podrían irse de mi cabeza y lo más importante era que me

había amado… y lo haríamos por siempre.

—Te tengo algo —Apareció la voz de Ryan por algún rincón de mi habitación.

Me senté en la cama y le sonreí.

— ¿Qué es? —Pregunté con curiosidad al verlo jugar con un papel en las manos.

Se sentó a mi lado y me entregó la hoja.

—Lo encontré en su habitación ¿Recuerdas que para tu cumpleaños todos escribimos

algo para ti y Justin rasgó la esquina donde el había escrito? —Sonrió emocionado.

Solo asentí y desdoblé la hoja de papel.

“No me agrada que crezcas, te vuelvas más madura y yo sigo siendo un niño de cinco

años, pero no puedo hacer nada, aunque… con los años te vuelves más linda. Ya tienes

17… y no hallo el momento en el que me vea todo un adulto, con mi propia casa, mis

hijos… y tú como la madre de ellos ¿Te imaginas? Que divertido sería, así que no te

sorprendas si un día de estos te pido matrimonio.

Gracias por ser la mejor _______ y de verdad lamento todos esos momentos en los que

te hice enfadar, pero debes saber que me agrada verte enojada, no lo sé, solo me

divierte. Espero que siempre estés ahí, no tienes la idea que me haces falta día tras

día… se podría decir que te amo, tu comprendes.

Sigue siendo por siempre la graciosa, simpática, tierna, dulce, gruñona e insoportable

que eres.

_______ y JB por siempre”

El nudo ya hacía presencia en mi garganta y no pude evitar desatarlo apenas terminé de

leer.

—Esto… esto… parece más una carta para una novia… —Reí con tristeza y a la vez

emoción.

—Es que él siempre te amó ¿Verdad? —Sonrió con un dejo nostalgia y me refugió en

sus brazos.

Últimamente, después de… desde que ocurrió todo, Ryan había sido el que estaba ahí

de apoyo, siempre con la palabra justa, como de costumbre y era lo que de verdad me

hacía falta en el presente y de seguro para el futuro.

— ¿Quieres algo de beber? —Susurré y me puse de pie, más ni si quiera alancé a

escuchar su respuesta cuando todo mi alrededor comenzó a girar a gran velocidad y

pronto… mi vista se nubló.

—_______ —Se escuchaba un gran eco en una inmensa oscuridad ¿Qué rayos?

Era una sensación totalmente desesperante, mis ojos pedían a gritos abrirse y el

intento por hacerlo resultaba en vano, mi cuerpo parecía estar congelado y la voz de

poca intensidad llamándome me obligaba a moverme, sintiéndome frustrada al no

obtener ni un resultado.

—_______ —Y ahora era mucho más clara, nítida.

Por fin volví a respirar, luego de haberme sentido perdida en un agujero negro.

—Dios… ¿Estás bien? Me diste un buen susto —Suspiró aliviado.

— ¿Qué pasó? —Inhalé y exhalé confundida.

—Te desmayaste —Susurró con los ojos fijos en los míos.

Me quedé en silencio, había olvidado… o mejor dicho, ocultado decirle a los de mí

alrededor que traía mareos hace varios días seguidos.

—_______… —El tono de su voz, serio y parecido al de un padre, me hacía sentir en

aprietos— Necesito que me digas algo, y no me ocultes la verdad —Se puso se pie, y se

hincó delante de mí para poder mirarme a los ojos y asegurarse con ello si estaba

mintiendo o no— ¿Tuviste relaciones con Justin? — OKAY, no esperaba ESE tipo de

preguntas, había sido muy directo y eso me hacía sentir incómoda. ¿Cómo diablos

espera a que le responda algo así?

Lo miré con grandes ojos y el carcajeó. Mis mejillas ardían y supuse lo roja que debía de

estar.

— ¡Ryan! —Exclamé nerviosa— ¡Ja! Como se te ocurre, yo y Justin… en eso, tienes un

¡GRAN SENTIDO DEL ...! —Y guardé silencio cuando me atacó con su mirada perversa y

traviesa, ¿Era tan obvia? Rodé mis ojos y suspiré— Está bien, si, si pasó —Musité

totalmente incómoda y ocultando mi mirada en el suelo.

—Era de suponerlo —Carcajeó— Ven, vamos.

Me tomó de una mano y salimos en dirección a una farmacia, ya veía lo que se me venía

encima.

Me tomó de una mano y salimos en dirección a una farmacia, ya veía lo que se me venía

encima.

Salí del baño con el corazón en la boca y le entregué la pequeña barra a Ryan.

—Solo dilo —Musité visiblemente nerviosa y cerré mis ojos esperando un “Positivo” o

“Negativo”

Luego de un gran momento de silencio, en el que los tambores de fondo, no eran más

que el sonido desesperado de mi corazón Ryan movió lentamente sus labios.

—Felicidades —Sonrió y volteo a verme— Serás madre.

FIN