jueves 23

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Jueves 23"Este jueves, cuando reciba el informe sobre la probidad, ser la ltima oportunidad de la Presidenta para pronunciarse sobre los actos de sus familiares. Es el destino del poltico: escoger entre sus lealtades y sus deberes..." Carlos PeaEsta semana, y a propsito de los casos Caval, Penta y Soquimich -el primero involucra a la familia de la Presidenta y los otros a polticos de todos los sectores- se han esgrimido dos falacias. Y la Presidenta debiera estar alerta para evitarlas en el discurso que pronuncie este jueves 23, cuando reciba el que ser -sin pizca de duda- un esplndido y bien pensado informe de la comisin sobre la probidad.Cules son esas falacias?La primera es jurdica.Quien la formul de manera ms clara fue Hernn Larran, presidente de la UDI; aunque ms tarde, y por error, la endos tambin la propia Presidenta. Enterada que el ministro Peailillo emiti boletas a una empresa que recaudaba fondos de Ponce Lerou, dijo solemne:"No hay nadie que est invalidado porque no hay nadie que est condenado -dijo. (...) No convirtamos una informacin en un juicio definitivo. Creemos -concluy- en la presuncin de inocencia".La segunda alude a la estructura.Esta consiste en sostener que el problema es sistmico. Habra una estructura institucional defectuosa, un entorno de incentivos mal diseado, que indujo a quienes hicieron de la poltica su profesin a pagar sus gastos recurriendo, con argucias diversas, a un puado de empresas.Ambas tienen por objeto eludir la toma de posicin frente al problema.Desde luego, la presuncin de inocencia no es una regla que obligue a los ciudadanos, a la prensa, a la Presidenta o al resto de los polticos, a suspender el juicio crtico. Y ello porque la presuncin de inocencia es un mandato dirigido a los jueces, que tiene por objeto limitar el poder coactivo del Estado y distribuir la prueba en el litigio judicial, pero no una regla que tenga por objeto limitar el escrutinio o el debate pblico frente a este tipo de temas. Se trata de una regla dirigida al poder del Estado y atingente a la responsabilidad jurdica, no de una regla dirigida a todos y relativa a cualquier tipo de responsabilidad. Jovino Novoa, Wagner, Dvalos y el ministro Peailillo tienen derecho a que se presuma en los tribunales su inocencia en la comisin de delitos; pero no tienen ninguno para exigir que, en la esfera pblica, los ciudadanos o la prensa callen u omitan emitir juicios respecto de su comportamiento poltico o tico.La presuncin de inocencia esgrimida por el senador Larran y por la Presidenta Bachelet para no emitir juicios respecto de todos quienes se han visto involucrados en la relacin promiscua entre el dinero y la poltica es simplemente una falacia. Tanto el senador como la Presidenta pueden guardar silencio acerca de la responsabilidad legal de Sebastin Dvalos o de Jovino Novoa, respectivamente, pero tienen el deber -s, eso, el deber- de emitir un juicio evaluativo o crtico acerca de la conducta de uno y de otro. O acaso no tienen ninguno?La segunda falacia -todos estn involucrados porque atendida la estructura no exista otra forma de financiar la poltica- es una versin vulgar de la parbola evanglica. En ella, como todos son pecadores, nadie puede lanzar la primera piedra. Aqu, como todos infringieron la ley o usaron formas torcidas para pagar sus gastos, ninguno podra reprochar nada a nadie. En la noche del financiamiento de la poltica, todos los polticos seran pardos. La coartada es demasiado obvia y tiene por objeto exculparlos a todos por la va paradjica y sorprendente de decir que todos son culpables. Como escribi alguna vez Simone de Beauvoir: nadie es un monstruo si lo somos todos.Es urgente rechazar ambas falacias.La Presidenta tiene la ltima oportunidad de hacerlo este jueves 23, cuando reciba el informe de la comisin asesora en estos temas.All la Presidenta deber reprochar a su propia familia por el caso Caval. Cuando lo haga, nadie pensar que la creacin de esa comisin tuvo por objeto camuflar el caso en que se vio envuelto su hijo, y nadie tendr, nunca ms, pretextos jurdicos o de otra ndole para eludir un juicio crtico respecto de los actos propios o los ajenos.La Presidenta mostrar as, con el ejemplo de su palabra, que la esfera pblica no es un litigio en el que haya que suspender el juicio en espera de la sentencia judicial; ni una comunidad evanglica en la que la mancha del pecado original paraliza, ni una familia en la que el cario obligue a enmudecer.