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no se había formado como biólogo ni lo había pretendido. De ahí, quizá, que su rechazo a ciertas concepciones holistas lo sea más bien a sus componentes organismicistas. Villar no veía las agrupa- ciones vegetales como organismos al modo de Clements, ni las consideraba clasificables según una taxonomía de molde linneano tal como hacía Braun-Blanquet. Y, al igual que no se interesa por la fisiología de las plantas individuales tampoco lo hace por la de las colectividades vegetales entendidas como los superorganismos predicados por Clements. Estos aspectos, junto con los de tipo histórico y evolutivo son los menos tratados por Villar. La dualidad entre el procedimiento analítico y empiricista y la aspiración a la síntesis teórica, todo ello sujeto al afán lógico y sistemático de Villar, no deja de producir una cierta tensión en la exposición, tensión a la que son achacables los defectos de exce- siva rigidez, ambigtiedad o complicación formal que se han impu- tado al texto. Como él mismo explica, las síntesis generales corren el riesgo "de forzar la realidad para acomodarla a un for- mulismo sencillo" (Huguet del Villar, 1929, p. 207). No es extraño por tanto que la Geobotánica caiga a veces en este error, por ejemplo cuando al intentar sistematizar los biotipos se mez- clan criterios sucesionales y ambientales con los propiamente morfológicos, contraviniendo sus propias normas, o cuando pro- pone una confusa escala de categorías sistemáticas para la clasifi- cación de las sinecias sin explicar el método concreto para su aplicación. No obstante, la crítica o, más frecuentemente, la igno- rancia que ha merecido en España la obra geobotánica de Villar tiene más que ver con la marginación sufrida por el autor debida a factores sociopolíticos y profesionales que con su propio conte- nido, cuya originalidad intelectual es de una brillantez pocas veces alcanzada en la historia de las ciencias naturales de la España contemporánea. JOSE CUATRECASAS Y LA ECOLOGIA COMO PARTE DE LA MODERNIZACION DE LA BOTANICA José Cuatrecasas representa en la botánica a la generación de naturalistas nacidos en torno al cambio de siglo que, como José 339

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no se había formado como biólogo ni lo había pretendido. De ahí,quizá, que su rechazo a ciertas concepciones holistas lo sea másbien a sus componentes organismicistas. Villar no veía las agrupa-ciones vegetales como organismos al modo de Clements, ni lasconsideraba clasificables según una taxonomía de molde linneanotal como hacía Braun-Blanquet. Y, al igual que no se interesa porla fisiología de las plantas individuales tampoco lo hace por la delas colectividades vegetales entendidas como los superorganismospredicados por Clements. Estos aspectos, junto con los de tipohistórico y evolutivo son los menos tratados por Villar.

La dualidad entre el procedimiento analítico y empiricista y laaspiración a la síntesis teórica, todo ello sujeto al afán lógico ysistemático de Villar, no deja de producir una cierta tensión en laexposición, tensión a la que son achacables los defectos de exce-siva rigidez, ambigtiedad o complicación formal que se han impu-tado al texto. Como él mismo explica, las síntesis generalescorren el riesgo "de forzar la realidad para acomodarla a un for-mulismo sencillo" (Huguet del Villar, 1929, p. 207). No esextraño por tanto que la Geobotánica caiga a veces en este error,por ejemplo cuando al intentar sistematizar los biotipos se mez-clan criterios sucesionales y ambientales con los propiamentemorfológicos, contraviniendo sus propias normas, o cuando pro-pone una confusa escala de categorías sistemáticas para la clasifi-cación de las sinecias sin explicar el método concreto para suaplicación. No obstante, la crítica o, más frecuentemente, la igno-rancia que ha merecido en España la obra geobotánica de Villartiene más que ver con la marginación sufrida por el autor debidaa factores sociopolíticos y profesionales que con su propio conte-nido, cuya originalidad intelectual es de una brillantez pocasveces alcanzada en la historia de las ciencias naturales de laEspaña contemporánea.

JOSE CUATRECASAS Y LA ECOLOGIA COMO PARTEDE LA MODERNIZACION DE LA BOTANICA

José Cuatrecasas representa en la botánica a la generación denaturalistas nacidos en torno al cambio de siglo que, como José

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Royo en geología o Cándido Bolívar en zoología, ejercieron unpapel renovador de la historia natural en España. Sobre las basesde recuperación científica sentadas por sus mayores, y apoyadospor estos desde los puestos clave que ocupaban en la Junta y suentorno institucional, estos investigadores abordaron una moder-nización de contenidos y métodos científicos, teniendo comohorizonte no tanto la superación del retraso acumulado al que sehabían enfrentado generaciones anteriores como el desarrollo deprogramas de investigación homologables internacionalmente,aunque fuera en campos concretos. A ello contribuyó sin duda laampliación de estudios en el extranjero promovida por la Junta,de cuyas pensiones se beneficiaron en muchos casos.

Nacido en 1903 en Camprodon, en la comarca gerundense delRipollés, José Cuatrecasas Arumí siguió los pasos de su padre,boticario de profesión, y cursó los estudios de Farmacia en laUniversidad de Barcelona, donde tuvo como profesor a PiusFont i Quer, en contacto con el cual se forjó su dedicación a labotánica. Terminada su licenciatura en 1923, desempeñó desde elaño siguiente el puesto de Profesor Auxiliar en la Cátedra deBotánica Descriptiva de la Facultad de Farmacia. Al frente deesa Cátedra había estado interinamente Font, pero en esemomento la ocupaba Cayetano Cortés, que la había ganado en lapolémica oposición que Villar criticó. A pesar de ello, Cuatreca-sas colaboró de buen grado con Cortés, a quien llegó a estimarcomo persona y como botánico, pero, en cuanto a investigación,siguió trabajando bajo la dirección de Font en la Sección Botá-nica del Museo de Ciencias Naturales de Barcelona. Esta y otrasapreciaciones sobre su carrera las debo al testimonio directo deCuatrecasas, con el que he tenido la fortuna de contar parareconstruir su trayectoria científica (José Cuatrecasas, comunica-ción personal, 1992). Sus primeras investigaciones fueron de tipoflorístico y taxonómico, en parte dedicadas a hongos, y marcan elincio de una prolongadísima carrera que permite considerar aCuatrecasas como uno de los botánicos españoles más importan-tes de este siglo (Bueno, 1983, Casado, 1993). Sin embargo, elhecho de que su labor se desarrollase desde 1939 en el exilio haimpedido un adecuado conocimiento de su figura en España.

En el verano de 1923, como continuación de una excursión

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destinada a herborizar las sierras de Alcaraz y Riópar (Cuatreca-sas, 1926), en la provincia de Albacete, Cuatrecasas se dirigió aSierra Nevada para reunirse con Font, que estaba allí de cam-paña botánica. Divisando desde una de las cumbres la silueta dela sierra de Mágina, en la vecina provincia de Jaén, se decidió aestudiar la flora de esta sierra, apenas explorada botánicamente,y, al comentárselo a Font, este le propuso que lo tomara comotema para su tesis doctoral. En tres excursiones suce ŝivas, en elverano y otoño de 1925 y en el verano de 1926, Cuatrecasas reco-rrió extensamente el área montañosa de Mágina, realizando unacompleta herborización. Contó con la ayuda de Pau para ladeterminación de las numerosas formas que habían de constituirel catálogo florístico, objetivo fundamental del estudio. Pero laaparición del Avance de Villar y las conclusiones que allí seextraían del estudio ecológico de la vegetación le impresionaronhasta el punto de decidir incluir en su trabajo el estudio de lavegetación, siguiendo el marco conceptual y metodológico deVillar. Cuatrecasas pasó así, por iniciativa personal, a contar conVillar como uno de sus maestros, poniéndose directamente encontacto con él para recabar "sus consejos en las cuestiones geo-botánicas y sociológicas" (Cuatrecasas, 1929). El resultado fue unestudio no sólo florístico sino también ecológico, tal como reflejael título que dio finalmente a su tesis doctoral, Estudios sobre la

flora y la vegetación del Macizo de Mágina, que presentó en 1928.A1 año siguiente apareció publicada por el Museo de CienciasNaturales de Barcelona (Cuatrecasas, 1929), constituyendo elprimer trabajo geobotánico importante debido a un autor dis-tinto de Villar. El estudio de la vegetación ocupa más de 150páginas en la primera parte la monografía, precedido de una des-cripción física del territorio, que no es decorativa como en otroscasos sino que sirve de referencia para la interpretación de lavegetación, de la cual trata de caracterizar tanto su composicióncomo su estructura en las diferentes agrupaciones.

Dado que el estudio ecológico de Mágina fue incorporadosobre un plan florístico previo, no siguió un plan sistemático, sinoque más bien se basó en observaciones cualitativas realizadasdurante las herborizaciones. Hay no obstante una voluntad explí-cita de obtener algunas estimaciones cuantitativas o"estadísti-

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cas", hechas "teniendo en cuenta la vegetación contenida enunos cincuenta metros de superficie, repetidas varias veces en lasinecia" (Cuatrecasas, 1929, p. 18). A falta de datos completos,renuncia a dar índices numéricos, pero emplea en ocasiones "losíndices correspondientes a la nomenclatura de E. H. DEt, Vi[,r..aR,basada en la de CLENtEt^r'rs", de la cual usa además muchos otrostérminos, aunque "sin desechar la terminología de Ra,urrxiEtt"cuando "es de uso ya corriente" (Cuatrecasas, 1929, p. 18). Engeneral, se aplica el modelo de descripción e interpretación suce-sional propuesto en el Avance por Villar, pero se muestra tam-bién una incipiente madurez al incorporar con independencia decriterio elementos de otros autores, de los que se cita en labibliografía a Braun-Blanquet, Drude, Gaussen y Maire. Por suparte Villar, que conoció el trabajo antes de su publicación, localificó de "excelente" (Huguet del Villar, 1929, p. 287). Lanomenclatura introducida por Villar, "sinecia", "clímax","facies", "et^pa serial", "preclímax", etcétera, se va desgranandoen el detallado cuadro que hace Cuatrecasas de la vegetación deMágina, estructurado en unidades con sentido sucesional ybasado en inventarios concretos para cada unidad. Tambiénsigue a Villar en su discusión del concepto de estepa, que aplicaal tratar los espartales y las áreas salinas (Cuatrecasas, 1929, pp.105-115). Dedica igualmente un apartado a la "Cliserie" altitudi-nal de pisos de vegetación (Cuatrecasas, 1929, pp. 191-193),siguiendo en este caso el trabajo sobre la sierra de Guadarrama(Villar, 1927). Los datos y análisis edafológicos, tan importantespara Villar, no aparecen todavía aquí, debido tan sólo a que Cua-trecasas no había podido asimilar ni aplicar la metodologíacorrespondiente, pero formarán parte de posteriores trabajos.

Mientras tanto, la formación de Cuatrecasas se habíaampliado en La Linna'a, el laboratorio alpino que dirigía RobertChodat cerca de Ginebra. Allí acudió junto con Cayetano Cor-tés, pensionados por la Facultad de Farmacia, para seguir conChodat un curso de geobotánica en el verano de 1927. De Cho-dat toma precisamente algunas de las ideas sobre la biogeografíade la flora ibérica que discute en su estudio sobre Mágina (Cua-trecasas, 1929, p. 203). Su posición profesional se consolida tam-bién rápidamente. En 1928 toma parte junto con Font y Pau en la

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creación de la primera revista botánica que se publicó en España,Cavanillesia, de la que Cuatrecasas será Secretario de Redacción.En 1931 gana la Cátedra de Botánica Descriptiva de la Facultadde Farmacia de la Universidad Central, en Madrid. Con ello seconfirma el liderazgo de la botánica catalana en España y serepara en cierto modo el agravio que había supuesto para estegrupo el que Font no obtuviera su Cátedra en Barcelona. La Ile-gada de Cuatrecasas a Madrid significa también la conexión efec-tiva de la botánica catalana con la actividad de promoción cientí-fica que llevaba a cabo la Junta, con Bolívar como cabeza visibleen lo que se refería a las disciplinas historiconaturales. Bolívarapoyó activamente a Cuatrecasas en la nueva línea de investiga-ción que abordó en esos años, los estudios de flora tropical,apoyo que se plasmó a finales de 1932 en la creación de una Sec-ción de Flora Tropical en el Jardín Botánico de Madrid a cargode Cuatrecasas.

Ya en 1930, cuando todavía estaba en la Facultad de Farma-cia de Barcelona y con pensión de esta, Cuatrecasas acudió alBotanischen Garten de Dahlem, en Berlín, para iniciarse en elconocimiento de la flora tropical, pensando en abordar el estudiobotánico de la Guinea española. Con otra pensión, esta vez de laJunta, volvió a Berlín a principios de 1931 y permaneció allí hasta

el mes de septiembre (Cuatrecasas, 1931a, 1931c), cuandoregresa a España para concurrir a las oposiciones de la Facultadde Farmacia, de las que salió como Catedrático de la misma. En1932, aprovechando la celebración en Colombia del bicentenariode Mutis, Bolívar consiguió que se enviase a Cuatrecasas, junto aFrancisco Barras de Aragón, como representante oficial delGobierno español en tales actos. La asistencia de Barras de Ara-gón estaba justificada por los estudios que había dedicado a lahistoria de las expediciones científicas hispanas en América, peroen el caso de Cuatrecasas el propósito principal era aprovechar laoportunidad para que, con la formación adquirida en flora tropi-cal, iniciase algunos estudios botánicos en Colombia, renovandode alguna manera la vocación trasatlántica de los naturalistasespañoles. Su aprovechamiento del viaje fue excelente y marcó elinicio de una relación científica con la flora colombiana que yano iba a abandonar. La creación de un departamento específico

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para estudios tropicales en el Botánico se produce precisamentea su vuelta de Colombia y supone un claro reconocimiento de lalabor realizada por Cuatrecasas. Tras una serie de trámites admi-nistrativos (Museo Nacional de Ciencias Naturales, 1932), unaOrden Ministerial de 9 de marzo de 1933 le nombra oficialmenteJefe de una nueva Sección de Flora Tropical en el Jardín Botá-nico de Madrid. Comienza entonces el estudio de las recoleccio-nes efectuadas y de los herbarios americanos históricos del Jar-dín. Para ello cuenta con una nueva pensión de la Junta paratrabajar en los jardines botánicos de Berlín y Ginebra, pensiónque hizo efectiva durante el final de 1934 y principios de 1935(Cuatrecasas, 1934a, 1935), y en la que aprovechó para iniciar elestudio de las plantas americanas de la Comisión Científica delPacífico, que permanecían ignoradas desde que llegaran al Jardína mediados del siglo anterior. A principios de 1936 solicitó unanueva pensión de la Junta para volver a Berlín (Cuatrecasas,1936), solicitud que fue aprobada y hecha oficial por OrdenMinisterial del 17 de julio de 1936. A1 día siguiente estallaba laguerra, cuyo resultado iba a llevar al exilio a Cuatrecasas, fiel algobierno republicano, para el que desempeñó cargos de respon-sabilidad durante la contienda.

Durante estos años, en los que su dedicación como botánicose orienta decididamente hacia la flora tropical, y por tanto haciala taxonomía, Cuatrecasas no abandona sin embargo su interéspor la geobotánica, que cultiva de forma paralela y que lleva asus estudios en Colombia. Sus observaciones ecológicas aparecenen nuevos trabajos sobre Mágina, los pinsapares andaluces, lavegetación pirenaica, la distribución del haya y la violeta deCazorla (Cuatrecasas, 1930a, 1930b, 1931b, 1932, Melchior yCuatrecasas, 1935). Un trabajo de más alcance, pero que quedóinédito, fue su estudio de la comarca catalana de El Garraf (Cua-trecasas, 1931d), que mereció el Premio Agell de la Académia deCiéncies i Arts de Barcelona. Titulado La fitosociología en lascostas del Garraf, consistía, según testimonio de su autor, en unestudio de las asociaciones vegetales realizado a partir de inven-tarios y estimaciones cuantitativas detalladas, pero, tras diversasincidencias que impidieron su publicación, este trabajo acabóextraviado. Cuando viaja a Colombia en 1932 y recorre varias

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regiones haciendo estudios botánicos Cuatrecasas no olvida tam-poco sus intereses ecológicos, que le llevan a efectuar unasObservaciones geobotánicas en Colombia (Cuatrecasas, 1934b),su obra más importante en este periodo. Además de un notablecaudal de información empúica, Cuatrecasas, confrontado a nue-vos tipos de vegetación, con una extremada riqueza de formas,aporta innovaciones originales tanto desde el punto de vista con-ceptual como metodológico. Partiendo nuevamente de las basespropuestas por Villar, muestra su madurez científica en el campogeobotánico introduciendo estas novedades. En las Observacio-nes propone, en primer lugar, nuevos biotipos para designar for-mas de crecimiento especiales que no puede adscribir a los tiposconvencionales, basados en las plantas de las regiones templadas.Crea así el "Caulirossuletum", para designar a las compuestas delgénero Espeletia que viven en los altos páramos andinos y queadoptan la forma de una roseta de hojas en el extremo de un altoy grueso tallo, y el "Cryptolignuletum", para las formas leñosasque crecen a gran altitud pegadas al suelo y manteniendo la parteleñosa oculta o subterránea ( Cuatrecasas, 1934b, pp. 12-13).Ambos se muestran en una ilustración que se reproduce en lafigura 6. La atención a los biotipos y a los rasgos morfológicos engeneral es la clave de las innovaciones de Cuatrecasas en estetrabajo, y en ellos se basa para caracterizar las unidades de vege-tación, ya que en los "inventarios sineciales" tiene en cuenta,junto a la "sociabilidad" y la "cantidad", los caracteres morfoló-gicos "de importancia ecológica". De este modo, cada inventariolleva asociado lo que llama "esquema biotipológico", un cuadrocon el análisis estadístico de la abundancia relativa de los dife-rentes biotipos en el conjunto y la presencia de los caracteresmorfológicos importantes en cada uno de los biotipos. Con ellopretende representar la composición cualitativa y cuantitativa dela vegetación desde el punto de vista de su "estructura simorfial".

Es interesante, precisamente por el carácter innovador de estetrabajo, que Cuatrecasas considere expresamente la existencia deuna escuela en torno a los postulados de Villar. "En el estudio einterpretación de las sinecias sigo el criterio sucesionista cristali-zado en España en la escuela de Huguet del Villar, de quien usoel método en la exposición y terminología", dice en la introduc-

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Fig. ^.-Formas de Cr•iftoligrrdrwr: t, El fruticeto se achaparrs y lasramas leŝosas eotrdasadas quedan protegidas por vaioas y residuos(oliares enlre su trama. a. Las ramas se entierran parcialmente, siendola psrte aérea más reducida, también cubierta, termioando en peoachoso en rosetas de hojas. 3. Exageración del caso anterior, que conduce alnúmero ^, de planta t(picamente arroaetada. 5. Deaarrollo aEreo e:cep-cional del tallo en la planta arrosetada, origioando el CaY/iroirvletura.

Figura 6. Representación de los nuevos biotipos propuestos por Cuatrecasas apartir de sus estudios sobre la vegetación colombiana, tal como aparecieron enuna ilustración de sus Observaciones geobotánicas en Colombia de 1934.

ción de las Observaciones (Cuatrecasas, 1934, p. 9). En una sínte-sis final procura además articular su "clasificación ecológica de las

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sinecias", basada en la que había propuesto Villar en su Geobotá-nica, con las propuestas de otros autores de la geobotánica inter-nacional, concretamente las clasificaciones morfoecológicas deDiels y de Riibel, y con una clasificación morfológica ideada porél mismo (Cuatrecasas, 1934, pp. 134-135).

La aportación de Cuatrecasas al desarrollo de los estudiosgeobotánicos en España tiene una doble vertiente, basada por unlado en el prestigio científico que le reportó la calidad de sus pro-pias investigaciones, y por otro en su posición institucional, quepronto fue de considerable influencia en la botánica académicadel momento. Desde sus puestos en la Universidad Central y elJardín Botánico de Madrid, y actuando en la esfera organizativade la Junta, contribuyó activamente para que otros investigado-res se introdujeran en este campo. En este punto es precisorecordar su convicción personal en cuanto a la validez de lo queél mismo había llamado "escuela de Huguet del Villar". Es conesa premisa cómo debe interpretarse la colaboración de Cuatre-casas en la difusión en España de la escuela sociológica sigma-tista liderada por Braun-Blanquet. Podría incluso considerarse aVillar como el primer agente difusor de las propuestas de Braun-Blanquet en España, donde fue el primero en estudiar a fondosus obras y métodos. Villar era crítico con el modelo de estudiode la vegetación propugnado por Braun-Blanquet (Martí Henne-berg, 1984b), pero no dejó de tomar elementos del mismo yadesde el Avance.

La escuela de Josias Braun-Blanquet se desarrolló a partir dela década de 1920 bajo la dirección de este botánico de origensuizo, y tuvo en la ciudad francesa de Montpellier el centro de sudifusión internacional. Se trata de una sociología vegetal o fitoso-ciología basada en la caracterización de asociaciones vegetales enfunción de su composición florística. Su origen se inserta en unatradición más amplia, conocida como de Zurich y Montpellier enreferencia a las localidades donde trabajaron respectivamente losbotánicos Carl Schróter y Charles Flahault. Con ambos trabajóBraun-Blanquet, primero en Montpellier con Flahault y luego enZurich con Schróter. En Montpellier encontró un eficaz colabo-rador en el botánico francés Jules Pavillard. Braun-Blanquet ela-boró una metodología muy definida para el reconocimiento de

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las asociaciones, y un sistema propio para la clasificación taxonó-mica de cada asociación en un cuadro general similar a la taxono-mía linneana de las especies. Se han alegado diversas razones,científicas y socioprofesionales (Nicolson, 1989), para explicar eléxito del método fitosociológico de Braun-Blanquet, pero, fuerapor unos u otros motivos, lo cierto es que fue adoptado pormuchos estudiosos de la vegetación, especialmente del centro y

sur de Europa.En 1930 Braun-Blanquet fundó en Montpellier la Station

Internationale de Géobotanique Méditerranéenne et Alpine,más conocida por sus siglas Sigma, de donde viene el hablar deescuela sigmatista. A la Sigma acudieron a formarse botánicos detodo el mundo, y desde allí se organizaron excursiones interna-cionales, como medio de difusión de sus métodos. La vecindadde la península Ibérica y las buenas relaciones con los botánicoscatalanes, y con Font en particular, facilitaron la organización deuna de tales excursiones internacionales en Cataluña, que, enca-bezada por Braun-Blanquet, e integrada por importantes fitoso-ciólogos y botánicos de varios países, tuvo lugar en la primaverade 1934 (Camarasa, 1984, 1989b, pp. 194-195). Los anfitrionesfueron Font y Cuatrecasas, que prepararon el itinerario pordiversas comarcas catalanas, y, junto al alemán establecido enCataluña Karl Faust, actuaron luego como guías. Los resultadosde la excursión fueron publicados simultáneamente en Montpe-

llier y en Barcelona, en la revista Cavanillesia. A1 mismo tiempo,desde Madrid, a través de la Junta para Ampliación de Estudiose Investigaciones Científicas, se habían establecido también rela-ciones con la Sigma, y nuevamente aparece Cuatrecasas comoactor principal. La Junta contó con su asesoría para concederpensiones de ampliación de estudios a jóvenes botánicos españo-les que en 1934 viajaron a Montpellier para formarse en losmétodos fitosociológicos de la Sigma. Concretamente influyó enla concesión de pensiones a José González Albo y Miguel Martí-nez (José Cuatrecasas, comunicación personal, 1992), ambos vin-culados al Jardín Botánico de Madrid. Un tercer español, el Inge-niero de Montes Manuel Martín Bolaños, fue a Montpellier con

el patrocinio de la Junta.El primero fue Miguel Martínez, farmaceútico de formación

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que había trabajado hasta entonces en temas taxonómicos y far-macológicos. Martínez había solicitado y obtenido una mesa detrabajo en la Sigma para los meses de mayo y junio de 1934, y sedirigió a la Junta pidiendo una pensión para realizar este viaje yprolongarlo luego a Ginebra, donde pensaba consultar herbarios.La pensión le fue concedida, y el 15 de mayo comenzó su dis-frute, que prolongó durante dos meses, realizando "frecuentesexcursiones, estudiando diversas asociaciones vegetales medite-rráneas, asi como la ecología de las mismas", bajo la dirección deBraun-Blanquet, y trabajando también en los herbarios y labiblioteca del instituto botánico que dirigía Pavillard (MartínezMartínez, 1934).

José González Albo y Campillo, que ya se citó antes como elalumno de Caballero que se había interesado por los métodos deVillar, solicitó igualmente una mesa de trabajo en la Sigma, eneste caso para los meses de septiembre y octubre, y, una vez con-seguida esta, la correspondiente pensión de la Junta para cubrirlos gastos (González Albo y Campillo, 1934b). Nuevamente lapensión fue concedida,)e igualmente la prórroga por dos mesesmás que solicitó al término del plazo inicial, contando con elinforme favorable del "Sr. Cuatrecasas, de acuerdo con el Sr.Bolívar", según consta anotado en la solicitud (González-Albo yCampillo, 1934c). La disposición de la Junta a apoyar esta líneaes manifiesta, por cuanto dos años después, en 1936, GonzálezAlbo volvió a solicitar con éxito una pensión para trabajar en laSigma durante cuatro meses (González-Albo y Campillo, 1936),que no pudo hacer efectiva por el estallido de la guerra. Segura-mente debe considerarse a González Albo como el primer fitoso-ciólogo sigmatista en España. Su paso por la Sigma no sóloamplió su formación en botánica y ecología sino que le convencióde la ^bondad del método de Braun-Blanquet. "He comenzado aescribir una memoria sobre la escuela y metodo de la escuela deZurich-Montpellier", anunciaba en uno de los informes queenvió a la Junta, "memoria que revisara M. Braun y que podraservir para dar a conocer en España la metodologia geobotánicade la escuela anteriormente citada cosa que creo tiene bastanteinteres en nuestro pais por no ser aun conocido y seguirse sinembargo en numerosos centros científicos de Europa y en gene-

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ral del mundo" (González-Albo y Campillo, 1934a). Esta memo-ria se corresponde a no dudar con el artículo que publicó a suregreso la Sociedad Española de Historia Natural, Introducciónal estudio de la sociología vegetal según el método de Braun-Blan-quet (González-Albo, 1934d). Estaba concebido como un resu-men didáctico, ilustrado con casos prácticos, que permitiese atodo naturalista interesado asimilar sus fundamentos elementalesy poder aplicarlos. Además en una sesión de la Sociedad hizouna presentación destinada a dar a conocer qué era y qué activi-dades desarrollaba la Sigma (González Albo, 1935b), y completósu labor de difusión reseñando actividades y publicaciones de laescuela sigmatista que consideraba de interés para los botánicosespañoles (González Albo, 1935a, 1935c).

En cuanto a Manuel Martín Bolaños, el colaborador de Ceba-llos en estudios de geobotánica forestal, se diría, por los términosen que está redactada su instancia (Martín Bolaños, 1934), que setrató de una iniciativa independiente de las anteriores. Estabapreparando una monografía sobre la vegetación forestal de Sevi-lla, continuación de la serie emprendida con Ceballos, y conside-raba que a tal obra podría incorporar "la mayor parte de lasenseñanzas que recogiera" en la Sigma. En todo caso la pensiónfue también concedida y hecha efectiva en junio y julio de 1934.

La atención suscitada en los años inmediatamente anterioresa la guerra por la obra de Braun-Blanquet alcanzó practicamentea todos los naturalistas españoles que se habían interesado por elestudio ecológico de la vegetación. En el caso de Luis Crespí,aunque no viajó a la Sigma, esa atención se pone de manifiestoen la reseña que hizo de un manual francés dedicado a la divulga-ción de la fitosociología sigmatista (Créspí, 1936).

A la vista de estos datos cabe preguntarse si, antes de que laguerra interrumpiera el normal desenvolvimiento de la actividadcientífica, se estaba produciendo un declive de la influencia deVillar en favor de los métodos de Braun-Blanquet. El problemano estaba en las preferencias teóricas de quienes en aquelmomento trataban de incorporar los enfoques ecológicos a lamodernización de la botánica en España. Era más bien una cues-tión institucional. Villar no podía ejercer un magisterio directo 0una labor organizadora efectiva de esa escuela española de geo-

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botánica que él mismo y otros aspiraban a formar, y además susinvestigaciones habían ido derivando en esos años hacia la edafo-logía. De ahí que sus seguidores, y muy especialmente Cuatreca-sas, implicado en el proceso de renovación de la botánicaemprendido por la Junta, se volviesen hacia la Sigma, que pro-porcionaba un ŝentro de formación y un método de crecienteimplantación internacional, que además era bastante asequiblepara los botánicos por sus fundamentos más florísticos que ecoló-gicos. EI interés por la obra de Villar y el interés por la escuelade Braun-Blanquet no se oponen. Son más bien parte• relaciona-das de un mismo proceso de difusión de la geobotánica o ecolo-gía vegetal en España. Esta situación de complementariedad serefleja en las palabras con que González Albo introduce su tra-bajo divulgativo sobre la fitosociología de Braun-Blanquet. "Estemovimiento ha sido dado a conocer en nuestro país por el Sr. H.del Villar, en su obra Geobotánica, conocida por todos los que seinteresan en España de estas cuestiones", afirma, y a la obra deVillar remite "al lector si quiere documentarse sobre las diversasescuelas, así como si desea conocer el método del propio autor"(González-Albo, 1934d). Evidentemente, el carácter internacio-nal de la escuela sigmatista hubiera favorecido la consolidacióndel incipiente núcleo de seguidores entre los botánicos españoles,mientras que el programa ecológico de Villar no había llegado aaglutinar a un grupo mínimamente numeroso de investigadoresque pudiera considerarse propiamente una escuela, ni en térmi-nos de contenidos científicos ni en términos de relaciones socio-profesionales. Sin embargo, hay que considerar el valor especí-fico que tenía la referencia de Villar por su carácter autóctono,español, y la actitud positiva que ello había generado en los botá-nicos que habían visto la posibilidad de tener una escuela espa-ñola en este campo. Es el caso de Caballero cuando habla, untanto prematuramente, de "la escuela, que ya podemos Ilamarespañola, del eminente geobotánico Huguet del Villar" (Caba-11ero,1935a).

Esa valoración positiva de Villar como iniciador de una doc-trina propia, que se basaba en un marco teórico y una metodolo-gía originales, era seguramente lo que más había contribuido a laincipiente dinámica de formación de una escuela en el sentido

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socioprofesional. Y todo ello sugiere que pudo darse una interac-ción entre la influencia de Villar y la difusión de la fitosociologíasigmatista en un proceso de consolidación de la geobotánicacomo campo científico en España que, de no haber sido inte-rrumpido por la guerra, hubiera dado seguramente resultadosoriginales. Pero, tras el fin de la contienda, en el trastocado pano-rama científico de la posguerra, la vigencia de esta posible geo-botánica española se perdió junto con sus principales protagonis-tas, forzados al exilio.

Uno de los exiliados fue Cuatrecasas, que marchó a Colom-bia. Durante la guerra había asumido la dirección del JardínBotánico de Madrid, al quedar Antonio García Varela, que erasu titular, en territorio controlado por las tropas de Franco. Mili-tante de Izquierda Republicana, ejerció también diversos puestosde responsabilidad en la administración relacionados con temassahitarios, dada su condición de farmaceútico. En julio de 1938viajó a Colombia en misión oficial (Cuatrecasas, 1938b) y nopudo ya regresar. Permaneció en Colombia trabajando comobotánico hasta 1947. Se trasladó entonces a Estados Unidos,donde continuó sus investigaciones adscrito al Chicago NaturalHistory Museum y luego a la Smithsonian Institution, en Was-hington DC. Durante todo este tiempo ha desempeñado unpapel de gran trascendencia en la moderna botánica colombiana(Díaz-Piedrahita, 1989). Sus intereses ecológicos hubieron dedejar paso en este periodo a la absorbente labor taxonómica exi-gida por sus estudios de la rica flora neotropical, quedandopatentes no obstante en algún trabajo sintético sobre la vegeta-ción de Colombia que, al igual que sus Observaciones de 1934, haejercido una considerable influencia en los autores que han estu-diado posteriormente esta región (Cuatrecasas, 1958). José Cua-trecasas ha fallecido en Washington DC el 24 de mayo de 1996,cuando se ultimaba la preparación de estas páginas. Aunqueimprevisto, y desde luego insuficiente, me gustaría que este librofuese considerado también un homenaje a su memoria.

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