jorge juan santacilia. sÍntesis de una vida … · marinas (2) y comenzó su carrera en la armada...

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L matemático Benito Bails inicia su Elogio de D. Jorge Juan, que publicaría tres años después de la muerte del sabio marino, manifestando su intención de comenzarlo no por el momento de su nacimien- to y años de infancia —una «menudencia» que deja a los «investigadores de fechas»—, sino allá «donde él empezó a obrar; las obras son las que hacen señalados a los hombres, con ellas arrancan aplausos a sus coetáneos, consiguen lugar en el templo de la fama, y dejan a la equitativa posteri- dad que agradecer y admirar» (1). No está mal como declaración de intenciones, aunque con ella Bails se ahorró únicamente las dos o tres líneas que habría necesitado para referir el nacimiento de Jorge Juan, el 5 de enero de 1713, en una hacienda familiar situada en Novelda y su bautizo cuatro días después, en la parroquia de la vecina localidad de Monforte. Pero lo que el matemático tuvo buen cuidado de remarcar, eso sí, fue el ilustre abolengo de la familia Juan, así como el ingreso en la Orden de Malta de un Jorge Juan tan niño aún JORGE JUAN SANTACILIA. SÍNTESIS DE UNA VIDA AL SERVICIO DEL ESTADO 2013] 229 Rosario DIE MACULET Armando ALBEROLA ROMÁ Universidad de Alicante El amor de la patria me llena de deseos de ser útil y, mucho más, las evidentes demostraciones de las ruinas que nos espera. (Jorge Juan a Miguel Múzquiz, agosto de 1766). (1) BAILS, Benito: «Elogio de D. Jorge Juan y Santacilia»; prólogo a su obra Principios de matemáticas, donde se enseña la especulativa con su aplicación a la dinámica, hidrodinámica, óptica, astronomía, geografía, gnómica, arquitectura... Madrid, Joachim Ibarra, 1776, vol. I, pp. 11-30.

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L matemático Benito Bails inicia su Elogio de D.Jorge Juan, que publicaría tres años después de lamuerte del sabio marino, manifestando su intenciónde comenzarlo no por el momento de su nacimien-to y años de infancia —una «menudencia» que dejaa los «investigadores de fechas»—, sino allá«donde él empezó a obrar; las obras son las quehacen señalados a los hombres, con ellas arrancanaplausos a sus coetáneos, consiguen lugar en eltemplo de la fama, y dejan a la equitativa posteri-dad que agradecer y admirar» (1).

No está mal como declaración de intenciones,aunque con ella Bails se ahorró únicamente las dos o tres líneas que habríanecesitado para referir el nacimiento de Jorge Juan, el 5 de enero de 1713, enuna hacienda familiar situada en Novelda y su bautizo cuatro días después, enla parroquia de la vecina localidad de Monforte. Pero lo que el matemáticotuvo buen cuidado de remarcar, eso sí, fue el ilustre abolengo de la familiaJuan, así como el ingreso en la Orden de Malta de un Jorge Juan tan niño aún

JORGE JUAN SANTACILIA.SÍNTESIS DE UNA VIDA

AL SERVICIO DEL ESTADO

2013] 229

Rosario DIE MACULETArmando ALBEROLA ROMÁ

Universidad de Alicante

El amor de la patria me llena de deseos de ser útil y,mucho más, las evidentes demostraciones de las ruinasque nos espera.

(Jorge Juan a Miguel Múzquiz, agosto de 1766).

(1) BAILS, Benito: «Elogio de D. Jorge Juan y Santacilia»; prólogo a su obra Principios dematemáticas, donde se enseña la especulativa con su aplicación a la dinámica, hidrodinámica,óptica, astronomía, geografía, gnómica, arquitectura... Madrid, Joachim Ibarra, 1776, vol. I,pp. 11-30.

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que apenas había cum-plido los 12 años cuan-do su tío y tutor, Cipria-no Juan, le embarcórumbo a aquella isla trashaber sido aceptadocomo paje del granmaestre de la Orden. EnMalta pasaría cerca decuatro años y fue allí,en el desempeño de lasobligatorias campañasnavales llamadas «cara-banas», donde entró encontacto con el mar y lanavegación, adquirien-do la experiencia military los conocimientosnáuticos que le movie-ron a regresar a Españaen 1729 y solicitar suingreso en la Compañíade Guardias Marinas deCádiz.

Bails nos indica tam-bién las razones quellevaron al joven a

retornar a su tierra: «tenía una patria, tenía un soberano, lo sabía; sabía queprimero que religioso era vasallo... Salió de Malta para España con voluntadresuelta de servir a Su Majestad en la Marina». Así pues, Jorge Juan mostrabaya desde bien joven una firme voluntad de servicio y quizás también —aunqueeso no lo dijo Bails— más atracción por la vida militar que por la religiosa,pese a que milicia y religión eran los pilares sobre los que se sustentaba laorden sanjuanista. Con todo, la etapa maltesa de Jorge Juan continúa siendo laparte más desconocida de su biografía y la que requiere un estudio másprofundo que el que el presente trabajo nos permite.

De modo que a los 17 años el joven ingresó en la Compañía de GuardiasMarinas (2) y comenzó su carrera en la Armada siendo ya caballero de Malta

(2) Se le formó asiento en la Real Compañía de Guardias Marinas de Cádiz el 10 de marzode 1730. Archivo General de Marina «Álvaro de Bazán» (El Viso del Marqués), Cuerpo Gene-ral, leg. 620 (592), expediente personal.

António Manoel de Vilhena, gran maestre de la Ordende Malta, 1722-1736.

y recibiendo del gran maestre, algunos meses después, la Encomienda Magis-tral de Aliaga (3). Durante cuatro años compaginó los estudios en la academiagaditana con diferentes campañas navales por el Mediterráneo, período deaprendizaje que él mismo resumió en 1752 del siguiente modo:

«Desde junio hasta octubre del año de 30 en el navío la Santa Ana, delmando del señor conde de Clavijo y D. Luis de Arias. Desde diciembre delaño de 30 hasta febrero de 32 en la Fama Volante, del mando de D. FélixCeldrán. Desde mayo hasta septiembre de 32 en la Castilla, del mando delseñor D. Juan Navarro. Desde octubre de 32 hasta febrero de 34 en el León,del mando de D. Gaspar La Roux y D. Nicolás Geraldin» (4).

Entre esas rutinarias frases se ocultaban señalados acontecimientos comola expedición que en 1731 trasladó a Nápoles al futuro rey Carlos III, la que alaño siguiente reconquistaría la plaza norteafricana de Orán —perdida en1708— y alguna otra peripecia en la que, según su secretario y biógrafoMiguel Sanz, el arrojo de Jorge Juan había permitido salvar del naufragio a unbarco en apuros o sofocar un peligroso incendio que se había declarado en elsuyo. Durante el último de sus destinos, patrullando durante meses el golfo deTúnez, una epidemia de tifus que diezmó a toda la escuadra estuvo a punto deacabar con su vida (5).

Hubo muchos otros como él que, habiendo seguido la misma trayectoria ytomado parte en acontecimientos parecidos, no han dejado memoria digna deser recordada. Podría haberle sucedido lo mismo a Jorge Juan, pero su notableadelantamiento en los estudios de matemáticas y astronomía, así como suexperiencia y capacitación, le hicieron destacar bien pronto sobre sus compa-ñeros, brindándole la oportunidad de ser elegido a los 21 años, junto con eltambién guardia marina Antonio de Ulloa, para tomar parte en la más impor-tante empresa científica en la que se involucró España en la primera mitad delsiglo XVIII.

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(3) La bula de concesión de dicha encomienda está fechada en Malta el 6 de septiembre de1730. Archivo Histórico Nacional, Órdenes Militares-San Juan, carp. 624, núm. 148.

(4) Relación de servicios del capitán de navío D. Jorge Juan. Museo Naval de Madrid (enadelante MN), ms. 0812, doc. núm. 6, f. 36.

(5) El único autor que recoge dichos sucesos es su secretario SANZ, M.: Breve Noticia de lavida del Excmo. Sr. D. Jorge Juan y Santacilia, estudio preliminar, transcripción, edición ynotas de ALBEROLA ROMÁ, A., y DIE MACULET, R. Publicaciones de la Universidad de Alicante,Alicante, 2013, pp. 122-124.

La expedición al Perú

La expedición geodésica franco-española que se encargó en tiempos deFelipe V de medir un grado de meridiano por debajo del Ecuador, en el Virrei-nato peruano, es el periplo más conocido de Jorge Juan y el que le reportaríafama en Europa antes de que sus conocimientos matemáticos y su dominio dela mecánica de fluidos aplicados al arte de construir navíos le consagraran —enpalabras del también marino y científico Gabriel Císcar— como «el marinomás sabio de toda la Europa y el geómetra más sublime que ha producidohasta ahora nuestra patria» (6).

La Académie Royale des Sciences de París, impulsora de la expedición,movilizó a sus más prestigiosos miembros para llevar a cabo tan importantecometido, por lo que la decisión de la Corona española de designar a dossimples guardias marinas, que fueron ascendidos a tenientes de navío paraintentar equiparar su categoría con la de los comisionados franceses, no dejóde causar sorpresa en el país vecino. «El Consejo de España ha nombrado aalgunos pequeños filósofos españoles para aprender el oficio con los nues-tros», escribiría desdeñosamente Voltaire (7). Y a ello se dedicarían con ahín-co Jorge Juan y Ulloa durante los once años que pasaron empleados en estacomisión. Junto a las actividades puramente científicas, que fueron tan diver-sas como el levantamiento de planos, observaciones astronómicas, medicionesgeodésicas y cálculos matemáticos, se ocuparon de recoger una infinidad dedatos sobre sociedad, geografía, historia y situación militar y política de aque-llos territorios. Ambos marinos vieron obstaculizada su tarea por las continuasdisputas surgidas entre los académicos franceses, que terminaron divididos endos grupos, a causa de los recelos que su trabajo despertaba entre la poblaciónindígena, así como por la animadversión de las autoridades locales y las delVirreinato, a las que debieron enfrentarse en ocasiones por los impedimentosque les ponían para realizar su cometido. Debido a todo ello, se vieron involu-crados asimismo en gravísimos altercados públicos, como el que les enfrentócon el presidente de la Audiencia de Quito, José de Araujo y Río, o el que lecostó la vida al cirujano de la expedición, el francés Jean Seniergues, linchadopor una turba enfurecida en la plaza de toros de Cuenca (8). Además, a partir

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(6) CÍSCAR Y CÍSCAR, G.: Discurso que en los certámenes públicos de los oficiales que hanconcluido el curso de Estudios Mayores en el Departamento de Cartagena leyó el teniente deNavío, director de la Academia de Guardias Marinas don ——- el día 11 de febrero de 1789,Murcia. Vda. de Felipe Teruel, 1789, 28 páginas.

(7) «Voltaire a Jean Batiste Nicolas Formont, París 17 de abril de 1735», cit. en LAFUENTE,A., y MAZUECOS, A.: Los caballeros del punto fijo. Ciencia, política y aventura en la expedi-ción geodésica hispanofrancesa al virreinato del Perú en el siglo xVIII. Ed. del Serbal-CSIC,Barcelona, 1987, p. 66.

(8) GUILLÉN TATO, J.: Los Tenientes de Navío Jorge Juan y Santacilia y Antonio de Ulloa yde la Torre Guiral y la medición del Meridiano. Madrid, 1936.

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de 1740 y tras la declaración de guerra entre España e Inglaterra, tanto JorgeJuan como Ulloa se vieron obligados a interrumpir frecuentemente sus traba-jos científicos al ser requeridos por el virrey para llevar a cabo acciones mili-tares de fortificación de poblaciones, fundamentalmente Lima y Guayaquil,formación y entrenamiento de destacamentos militares, así como acondiciona-miento, armamento y dirección de dos fragatas con las que patrullaron durantemeses las desprotegidas costas de Chile y las islas de Juan Fernández en unintento de interceptar a la escuadra del almirante inglés Anson que las hostiga-ba. Ambos marinos aprovecharon esta circunstancia para anotar rumbos,derrotas, corrientes, vientos, realizar observaciones astronómicas, barométri-cas, de latitud y del péndulo, así como para levantar planos de las costas, ba-hías y ciudades por las que pasaban.

Con todos esos incidentes, no es extraño que tardaran casi diez años encompletar su tarea científica, una labor que los dos españoles finalizaronconcienzudamente y ya en solitario, pues los expedicionarios franceses, con

Mapa de Ecuador, con la línea medida por Jorge Juan.

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sus miembros enfrentados entre sí y divididos en dos grupos casi desde elinicio de los trabajos, se habían disuelto algunos años atrás conforme dabanpor terminadas sus mediciones. Así pues, a finales de 1744 Jorge Juan yUlloa embarcaron por separado rumbo a Europa en una travesía que seríamuy accidentada para Ulloa, cuya embarcación fue apresada por los inglesesy él hecho prisionero. La fragata francesa Liz, en la que viajaba Jorge Juan,logró un tornaviaje también largo, aunque mucho menos complicado,dándose la circunstancia de que en ella Jorge Juan tuvo por compañeros detravesía a tres marinos ingleses antiguos componentes de la escuadra delalmirante Anson y cuya embarcación, la fragata Wager, había naufragado en1741 frente a las costas del sur de Chile. Todos ellos habían padecido gran-des penurias y cerca de tres años de cautiverio a manos de los españoles,hasta que fueron liberados y pudieron embarcar en la Liz rumbo a Europa.Se trataba del capitán David Cheap, el oficial Hamilton y el joven guardiamarina John Byron quien, años después, publicaría un relato de dicho episo-dio en el que hacía una breve pero elogiosa referencia a su encuentro conJorge Juan:

«Hacia el 20 de diciembre de 1744 nos embarcamos a bordo de la fragataLys, de Saint-Malo. Era un buque de cuatrocientas veinte toneladas, dieciséiscañones y sesenta hombres. Llevaba varios pasajeros a bordo, y entre ellos donJorge Juan, hombre de superior talento (y desde entonces bien conocido enInglaterra) que había pasado varios años en el Perú con don Antonio de Ulloa,ocupado en medir algunos grados del meridiano cerca del Ecuador» (9).

Durante los diez meses de viaje que la fragata tardó en arribar a Europa,Jorge Juan se ocupó de poner en orden sus notas, verificar numerosas obser-vaciones, realizar otras nuevas y establecer lazos de amistad con el ya citadocapitán Cheap; una relación que le sería muy útil algunos años después,durante su misión de espionaje en Inglaterra (10). Los largos meses de trave-sía junto a este capitán inglés le brindaron la oportunidad de practicar yperfeccionar el idioma, conocer de primera mano la vida y costumbres británi-cas, así como obtener provechosas noticias geográficas y náuticas de las deso-ladas e inexploradas costas donde aquel había naufragado. Todos estos datos

(9) BYRON, J.: The narrative of the honourable John Byron (commodore in a late expedi-tion round the World) containing an account of the great distresses suffered by himself and hiscompanions on the coast of Patagonia, from the year 1740, till their arrival in England, 1746.Written by himself, and now first published, London (…) MDCCLXVIII, pp. 236-237 (traduc-ción nuestra).

(10) Jorge Juan visitó en compañía de Cheap los muelles y astilleros londinenses y asíconsta en algunas de sus cartas a Ensenada. Archivo General de Simancas (en adelante AGS),Secretaría de Marina, leg. 233.

quedaron reflejados en la Carta del Pacífico o Mar del Sur, donde en unaextensa nota Jorge Juan dejaba constancia de su procedencia (11).

Tras desembarcar en Brest, a finales de octubre de 1745, se dirigió a París,donde la Académie Royale des Sciences le nombró socio correspondiente.Cuando finalmente llegó a España, a comienzos de 1746, tenía 33 años. Pocosmeses después lo hacía también Antonio de Ulloa, libre al fin de un cautiverioque, tras algún episodio desagradable, le había llevado a Londres. Allí pudodemostrar su condición de científico y entró en contacto con miembros de laRoyal Society quienes, al tener noticia de sus trabajos en la expedición para lamedida del meridiano, le admitieron en el seno de la misma.

Así pues, aquellos «pequeños filósofos españoles», a los que tan despecti-vamente se había referido Voltaire, regresaban once años después convertidosen magníficos científicos y en miembros, respectivamente, de dos de las más

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(11) La Carta de la Mar del Sur, redactada en 1744, apareció publicada en JUAN, J., yULLOA, A.: Relación Histórica del viage a la America Meridional, hecho de orden de S. M.para medir algunos grados de meridiano terrestre, y venir por ellos en conocimiento de laverdadera figura y magnitud de la Tierra, con otras varias Observaciones Astronomicas yPhisicas, por D.—— (…) y D. —— (…), impreso de orden del rey nuestro señor, en Madrid porAntonio Marín, año de MDCCXLVIII, vol. IV, entre las pp. 484 y 485. En la mencionada nota,

Carta del Mar del Sur. Museo Naval de Madrid.

prestigiosas instituciones europeas. Pero la larga aventura americana les habíacurtido en muchos otros aspectos y en los años subsiguientes iban a tener laocasión de demostrarlo.

El «hombre para todo» del ministerio de Ensenada

Para poder acceder a presencia del marqués de la Ensenada, ministro a lasazón de Hacienda, Guerra, Marina e Indias, fue necesaria la intermediaciónde otro caballero sanjuanista, el teniente general José Pizarro, con quien JorgeJuan y Ulloa habían coincidido en América y a cuyas órdenes habían estadoen el transcurso de sus actividades navales patrullando las costas del Pacífico.Ensenada supo apreciar el inmenso valor científico, político y militar de lalabor realizada por ambos jóvenes en el desempeño de su comisión y elimportante papel que podían jugar en el vasto programa de reformas que esta-ba decidido a acometer para situar a España en la senda del progreso. Amediados de julio de 1746 eran ascendidos a capitanes de fragata y se acorda-ba la impresión de los resultados del viaje con cargo al real erario.

Así vieron la luz en 1748 las dos obras con las que Jorge Juan y Ulloacomenzarían a cimentar su reputación de grandes científicos en toda Europa:la Relación Histórica del Viage hecho de orden de S. Mag. a la AméricaMeridional y las Observaciones Astronomicas y Phisicas, hechas de orden deS. Mag. en los reynos del Perú, firmadas conjuntamente por ambos marinos,aunque la redacción de la primera corrió a cargo de Ulloa, mientras que lasegunda fue escrita por Jorge Juan. Ambas obras constituyeron el espectacularinstrumento con el que la España del momento dio a conocer a la comunidadcientífica, antes que los académicos franceses y pese a los obstáculos inter-puestos por la Inquisición, las conclusiones científicas del viaje. Junto conellas aparecieron los diferentes planos y dibujos realizados, el mapa de lameridiana medida en Quito y la carta de la Mar del Sur antes citada. Aúnhabría más resultados, pues en 1749 los dos marinos publicaron la Disserta-ción Historica y Geographica sobre el Meridiano de Demarcación entre losDominios de España y Portugal, obra que tuvo en su momento una marcadafinalidad política al ser utilizada en las negociaciones que darían lugar alTratado de Límites signado por ambas naciones en 1750. Y redactaron,además, el Discurso y Reflexiones políticas sobre el estado presente de losReinos del Perú, un demoledor informe de carácter estrictamente político, quese reservó para uso exclusivo del Gobierno y en el que denunciaban la defi-

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Jorge Juan señala la posible existencia de un archipiélago de islas desconocidas de las que «amás de las noticias que dan los indios de Chiloé que las han visto, las asegura el capitán DavidCheap, que lo era de una de las fragatas de la escuadra del almirante Anson, el cual se perdió enellas…».

ciente defensa de lospuertos y plazas de lacosta del Pacífico, asícomo la situación so-cial, eclesiástica, econó-mica y administrativadel imperio colonialespañol en América ylos desmanes cometidospor la Administración yla Iglesia en aquellosterritorios; informe quequedó sepultado en losestantes de las secreta-rías de Marina e Indiashasta que, ya en el sigloXIX, fue sacado deEspaña de manerasubrepticia por DavidBarry y publicado en1826 en Londres con elsugerente título de Noti-cias Secretas de Amé-rica.

Desde su primerencuentro, la sintoníaentre el marqués de laEnsenada y Jorge Juanfue total. Muchas debie-ron ser las conversacio-nes en las que el mi-nistro expondría a laconsideración del mari-no sus proyectos y abuen seguro que este no dejó pasar la oportunidad de dar su opinión y aconse-jar los mejores medios para desarrollarlos. La prioridad de Ensenada era lareconstrucción de la Marina española, elemento vital para el mantenimiento ydefensa de las posesiones y el comercio ultramarino, así como la revitaliza-ción del sector industrial; y para todo ello era absolutamente necesario conocerlos adelantos científicos y técnicos que poseían las potencias europeas eimplantarlos en España. A mediados de julio de 1748 el marqués de la Ense-nada resumía alguna de sus ideas a su amigo el duque de Huéscar, a la sazónembajador en París:

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Zenón Somodevilla. (M. Salvador Carmona).

«La Marina se ha perfeccionado en Inglaterra y así es aquel el único parajeque nos puede proveer de artífices... Uno de mis proyectos es enviar fuera,con particularidad a Londres de cuya Sociedad es don Juan [sic] de Ulloa, aéste y a su compañero (con edecanes) don Jorge Juan, caballeros muy conoci-dos que estuvieron en el Perú con los matemáticos franceses para que, con lateórica y experiencia de Marina que tienen, se instruyan más y más y contri-buyan a su vuelta, dejando los edecanes y enviando otros a éstos, a que abra-mos los ojos pues hemos menester creer que los tenemos cerrados en todo loque es mecánica y que ésta facilita las cosas grandes en los reinos. Los france-ses nos instan para que fomentemos la Marina y yo... nada tengo tan en micorazón como esta importancia» (12).

En su respuesta, Huéscar se mostraba de acuerdo en líneas generales conlos planes del marqués, pero subrayaba además la conveniencia de acometerotra empresa de la máxima urgencia para el país, como era el levantamientodel mapa de España, sugiriendo asimismo que fueran Jorge Juan y Ulloa quie-nes lo llevaran a cabo (13). Era esta una aspiración que compartía Ensenada yque, como veremos, intentaría acometer durante su ministerio, pero el devenirpolítico frustraría su proyecto, que no llegaría a materializarse hasta más deun siglo después.

Finalmente, la misión que Ensenada encomendó a Jorge Juan fue muchomás compleja que el mero envío a Inglaterra de estudiantes en viaje de forma-ción para ampliar sus conocimientos matemáticos. Se trató de una completamisión de espionaje naval e industrial que se llevó a cabo entre marzo de 1749y abril de 1750. Durante su estancia en Londres, el marino frecuentó elambiente científico e intelectual londinense, siendo admitido como fellow dela Royal Society pero, paralelamente, desarrolló una intensa y arriesgada acti-vidad que se dirigió, primordialmente, a la captación y contratación de cons-tructores de barcos, maestros de jarcias y lonas y fabricantes de pertrechosnavales, a quienes trasladó a España junto con sus familias. Obtuvo, además,abundante información sobre la organización y actividad de los arsenalesingleses: progresos experimentados en el diseño y construcción de barcos,métodos de fabricación de velas, jarcias y toda clase de suministros; logróplanos de barcos y máquinas y compró libros e instrumentos científicos. Unamisión de espionaje, en plena vorágine renovadora y reconstructora de la

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(12) «Ensenada al duque de Huéscar, Buen Retiro 19 de julio de 1748», en OZANAM, D., yTÉLLEZ ALARCIA, D. (eds.): Misión en París. Correspondencia particular entre el marqués dela Ensenada y el duque de Huéscar [1746-1749]. Instituto de Estudios Riojanos, Logroño,2010, pp. 468-469. La sociedad a la que hace referencia el marqués es la Royal Society, de laque era miembro Antonio de Ulloa, a quien Ensenada equivocadamente llama Juan de Ulloa.

(13) «El duque de Huéscar a Ensenada (Compiègne), 27 de julio de 1748», ibídem, p. 474.

Armada, que se saldó con éxito, aunque fueron muchos los riesgos que afron-taron tanto Jorge Juan como sus dos acompañantes, los brigadieres de guar-dias marinas José de Solano y Pedro de Mora. Todos ellos hubieron de huirprecipitadamente desde Inglaterra hasta Francia para evitar ser detenidos.Antes de regresar a España, se dirigieron a París donde adquirieron libros einstrumentos científicos para la Academia de Guardias Marinas (14).

A su vuelta, a comienzos de julio de 1750 y durante los cuatro años quetodavía permanecería Ensenada en el poder, Jorge Juan se convertiría en unafigura clave para llevar a buen puerto el ambicioso plan de renovación tecno-lógica con el que el marqués de la Ensenada pretendía incrementar el poderíonaval español. El marino vería aumentar de una forma progresiva y constantesus ocupaciones y sus responsabilidades al quedar encargado del fomento ymodernización de la construcción naval, así como de la dirección de las obrasde los astilleros y arsenales de Cádiz, Cartagena y Ferrol, en los que introduci-ría los últimos avances tecnológicos y, entre ellos, la construcción de losdiques secos de carena, siendo los de Cartagena los primeros que se lograronen el Mediterráneo.

Comenzó su comisión por esta ciudad donde, además de supervisar lasobras del arsenal cartagenero, inspeccionó también las fábricas de cáñamo allíestablecidas y efectuó numerosos experimentos en los que aplicó las técnicasque había aprendido en Inglaterra, logrando en pocos meses mejorar la calidady el método utilizado en la fabricación de jarcias y lonas, recogiendo todo elloen unas instrucciones que fueron aprobadas en diciembre de ese año (15). Amediados de 1751 pasó a Ferrol para dirigir los trabajos del nuevo astilleroque se estaba construyendo en la falda del monte Esteiro donde, entre 1749 y1753, quedó completado el mayor de Europa, con doce gradas en las que severificó la puesta de quilla simultánea de doce navíos de línea, que fueronconocidos popularmente como los «Doce Apóstoles». También aquí diseñólos dos diques secos de carena, y años después, en 1762, supervisó la puestaen funcionamiento del primero de ellos y desplazó a Ferrol las fábricas dejarcias y lonas de Sada.

En septiembre de 1751, hallándose todavía en Ferrol, se le confirió lacomandancia de la Compañía de Guardias Marinas de Cádiz, así como ladirección de su Academia, pero antes de incorporarse a su destino reunió en

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(14) Sobre la misión en Londres, ver MORALES HERNÁNDEZ, J. L.: «Jorge Juan enLondres», en REVISTA GENERAL DE MARINA, núm. 184 (1973), pp. 663-670; y LAFUENTE, A., yPESET, J. L.: «Política científica y espionaje industrial en los viajes de Jorge Juan y Antonio deUlloa (1748-1751)», en Mélanges de la Casa de Velázquez, XVII (1981), pp. 233-261.

(15) Las Reglas que se deben seguir en la construcción de la jarcia, redactadas por JorgeJuan, se encuentran en AGS: Marina, leg. 318. Su estudio en DÍAZ ORDÓÑEZ, M.: «La fabri-cación de jarcia en España. El reglamento de Jorge Juan, 1750», en MARTÍNEZ SHAW, C. (ed.):El derecho y el mar en la España moderna. Universidad de Granada, 1995, pp. 395-426.

Madrid a todos los técnicos venidos de Inglaterra y, durante los nueve prime-ros meses de 1752, diseñó y trazó los planos para toda clase de buques y susdiferentes piezas, estableciendo un nuevo método de construcción naval basa-do en el inglés, que superaba el tradicional sistema español de Gaztañeta,mejorando asimismo los defectos que había observado en la técnica inglesa.Creó, pues, un sistema propio de arquitectura de buques en el que aplicó susconocimientos de mecánica, hidráulica y cálculo diferencial e integral; inno-vaciones que no se limitaron a la carpintería del buque, sino que abarcarontambién todo lo relativo al aparejo y disposición de la jarcia en el navío (16).Una vez aprobado, fue el que se implantó en todos los astilleros y estuvovigente hasta que, a partir de 1765, se sustituyó por el método francés traído aEspaña por el ingeniero Francisco Gautier.

Concluidos los trabajos de la Junta de Construcción que le retenían enMadrid, marchó a Cádiz, donde reactivó las obras de infraestructura del arse-nal de La Carraca y puso en práctica un proyecto de reorganización de laCompañía de Guardias Marinas que contemplaba asimismo la reforma de lasenseñanzas impartidas en su Academia (17). Las propuestas de Jorge Juanserían respaldadas por Ensenada mediante una Instrucción por la que se leconcedían plenos poderes para introducir todos los cambios que juzgara nece-sarios (18). El marino consideraba fundamental mejorar la preparación de losalumnos mediante una sólida formación teórica de carácter científico paraconseguir una oficialidad instruida en las ciencias náuticas y matemáticas y, atal fin, modificó los planes de estudio, aumentó el número de alumnos, requi-sito necesario para conseguir formar a los oficiales suficientes para todos losbuques que se pensaban construir, y reclutó como maestros de la Academia deGuardias Marinas a aquellos individuos que por sus conocimientos matemáti-cos juzgaba más idóneos para cumplir su cometido, no dudando en despedir alos antiguos profesores que, a su juicio, carecían de la preparación adecuada.Como director de la Academia se nombró a su antiguo compañero de expedi-ción, el científico francés Luis Godin, con quien fundaría en Cádiz, en 1753,el primer Observatorio Astronómico de España, dotado de libros e instrumen-tos adquiridos en Londres y que se concibió como institución aneja a laAcademia y complementaria a la enseñanza de los cadetes.

Además de todo lo anterior, durante el período 1750-1754 el marinodesempeñó diferentes comisiones en campos tan diversos como la cartografía,

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(16) Ver al respecto el excelente estudio de RIVERA VAQUERO, I. J.: «Aproximación alsistema de Jorge Juan referido al aparejo de los navíos españoles, 1753», en Revista de HistoriaNaval, núm. 112, suplemento núm. 14 (2011), 41 pp.

(17) La labor desplegada por Jorge Juan al frente de la Compañía de Guardias Marinas y suAcademia en LAFUENTE, A. y SELLÉS, M.: El Observatorio de Cádiz (1753-1831). Instituto deHistoria y Cultura Naval, Madrid, 1988, pp. 83 y ss.

(18) AGS, Marina, leg. 130, Instrucción de 2-10-1752.

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la minería, la hidráulica o la siderurgia, que le obligarían a desplazarse conti-nuamente de un extremo a otro del país. Entre ellas se encuentran, el viaje a lasierra de Alcaraz a finales de 1750 para estudiar la viabilidad de un canal queposibilitara el riego de las tierras de Lorca y Totana con las aguas de los ríosCastril y Guardal; las visitas a las minas de mercurio de Almadén en los años1751 y 1752, en que ideó un sistema de ventilación de las galerías; la inspec-ción que en mayo de 1754 giró al astillero de Guarnizo para verificar la cons-trucción de varios navíos, y al complejo siderúrgico santanderino de La Cava-da, donde llevó a cabo tareas de reconocimiento de la fábrica de cañones allíinstalada; o su nombramiento ese mismo año como ministro de la Junta Gene-ral de Comercio y Moneda con el encargo verbal, según nos informa Sanz, deestudiar y mejorar el peso, la liga y la afinación de los metales para la fabrica-ción de monedas (19).

Entre 1750 y 1751 redactó, junto con Antonio de Ulloa, unas Instruccionesde lo que se ha de observar por las compañías de geógrafos, hidrógrafos yastrónomos en la formación de los mapas generales de España (20), así comoun Método seguido de unas Reflexiones (21). Se ponía con ello la primerapiedra del proyecto de Ensenada dirigido al levantamiento del mapa de Espa-ña basado en observaciones geodésicas y astronómicas al que antes hemoshecho referencia. Pese a las varias tentativas efectuadas desde tiempos deFelipe II, España carecía de un mapa científico de todo su territorio, y era esteuno de los objetivos prioritarios de Ensenada. Durante su estancia en Londres,el marqués encargó a Jorge Juan la adquisición de diversos instrumentos desti-nados al pequeño observatorio que los jesuitas tenían en el Colegio Imperialde Madrid y al futuro Observatorio Astronómico que habría de crearse enCádiz y en el cual habían de recogerse datos necesarios para levantar la cartade España. Como acción complementaria, y por sugerencia de Jorge Juan yUlloa, fueron enviados a París cuatro jóvenes pensionados para que aprendie-ran el arte del grabado y pudieran así abrir los mapas una vez levantados. Uno

(19) SANZ, M.: Breve Noticia..., pp. 63-64.(20) El manuscrito se conserva en la Real Academia de la Historia, vol. C 25, sin fecha ni

firma, aunque se considera obra de Jorge Juan y, posiblemente, de Antonio de Ulloa. Ver, entreotros, REGUERA RODRÍGUEZ, A.: «Las Reglas o Instrucciones de Jorge Juan y Antonio de Ulloapara la formación de los mapas generales de España», en Llull, vol. XXIII, Zaragoza, 2000, pp.473-498.

(21) El «Método de levantar y dirigir el mapa o plano general de España con reflexiones alas dificultades que pueden ofrecerse; por D. Jorge Juan, capitán de Navío de la Real Armada»se conserva en el Museo Naval y fue publicado en ESPINOSA Y TELLO, J.: Memorias sobre lasobservaciones astronómicas hechas por los navegantes españoles en distintos lugares delglobo, Madrid, 1809. Tomo I, apéndice de la 1.ª Memoria del Depósito Hidrográfico, pp. 143-155. Ver además RUIZ MORALES, M., y RUIZ BUSTOS, M.: Jorge Juan y sus proyectos para unmapa de España, Univ. de Granada-Fundación «Jorge Juan», 2005; Mas GALVAÑ, C.: «Losproyectos cartográficos: el mapa de España», en Canelobre, núm. 51 (2006), pp. 214-238.

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de ellos era Tomás Ló-pez, quien nos ha deja-do testimonio de la ac-tividad cartográficadesarrollada por JorgeJuan en esta época pues,según hizo constar en susolicitud de ingreso enla Real Academia de laHistoria, «asistió en1752 con el Sr. D. JorgeJuan y D. Antonio deUlloa seis meses conti-nuos a la medición ylevantamiento de unplano topográfico delReal Bosque de Viñue-las» (22).

La declaración deLópez nos da idea de laintensa actividad delmarino, pues duranteese mismo año de 1752,además de atender a suprincipal tarea al frentede la Junta de Construc-tores, elaboró los estatu-tos para una SociedadReal de Ciencias deMadrid, cuyo objetivohabía de ser la enseñan-za y difusión de las

ciencias físicas y matemáticas (23). Tanto esta iniciativa como la del mapa deEspaña quedarían inconclusas tras el vuelco político que se produjo con lacaída y posterior destierro del marqués de la Ensenada a mediados de julio de1754.

(22) La solicitud de Tomás López, fechada en Madrid el 21 de noviembre de 1776, seconserva en la Real Academia de la Historia y se halla transcrita en LÓPEZ GÓMEZ, A., y MANSOPORTO, C.: Cartografía del siglo xVIII: Tomás López en la Real Academia de la Historia, RealAcademia de la Historia, Madrid, 2006, p. 253.

(23) En este proyecto Jorge Juan contó con la ayuda de Luis Godín y del maestro delenguas José Carbonel, tal y como se desprende de la anotación manuscrita que figura en el

Jorge Juan. (British Museum).

De la gran Marina soñada por Ensenada a la Marina dormida de Arriaga

La persona que sustituyó a Ensenada en las secretarías de Marina e Indiasfue el bailío Julián de Arriaga, caballero de la Orden de San Juan, «un figuróninmóvil y somnoliento» —en palabras de Rafael Olaechea (24)— que inspira-ba a los políticos y embajadores extranjeros un unánime sentimiento debondad y honradez, pero también de ineptitud e indolencia. El diplomáticoinglés conde de Bristol y el ministro napolitano Tanucci consideraban queArriaga estaba manejado por los jesuitas; para el embajador austríaco, condede Rosemberg, el bailío había encontrado el secreto de travailler toujourssans jamais rien faire (25), mientras que su sucesor, Colloredo, describía albailío como «algo mayor y débil y al parecer siempre ha tenido un espíritudemasiado adormilado» (26). Arriaga tampoco concitó grandes simpatíasentre sus compatriotas. El marqués de la Victoria, que le aborrecía, le denomi-na en sus cartas «santurrón fingido», considerándole «encogido de genio y decorazón helado» (27). Para el intendente y visitador general de Nueva España,Francisco Anselmo de Armona y Murga, «el bailío era siempre el más mode-rado de los ministros pero siempre tímido e irresoluto en su sistema» (28); y

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encabezamiento de dichos estatutos: «Ordenanzas de S. M. para la Sociedad Real de Ciencias».Al margen se hace constar que había sido «proyectada en 1752 por D. Jorge Juan y D. LuisGodin, y en cuyo plan trabajó también D. Joseph Carbonel y Fogassa, a quien se destinaba laSecretaría». Por su parte, la cubierta exterior lleva como título: «Plan de 50 Ordenanzas para laSociedad Real de Ciencias de Madrid, por los Sres. D. Jorge Juan, D. Luis Godin y D. JosephCarbonel y Fogasa. En Cádiz, año de 1753». Cfr. en ROCA LÓPEZ, P.: «Orígenes de la RealAcademia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (Historia científica del primer gobierno deFernando VI)», en Homenaje a Menéndez y Pelayo en el año vigésimo de su profesorado. Estu-dios de erudición española con un prólogo de D. Juan Valera. Madrid, 1899, tomo II, pp. 845-940. La cita, en p. 874. El texto íntegro de las referidas Ordenanzas en pp. 903-913.

(24) OLAECHEA, R.: «Contribución al estudio del motín contra Esquilache» (1766), enTiempos Modernos, 8, 2003, p. 6.

(25) La opinión de Tanucci en carta a Yacci de 1 de marzo de 1760 en FERRER DEL RÍO, A.:Historia del reinado de Carlos III en España, Madrid, 1856, tomo I, p. 250. El comentario delconde de Bristol a William Pitt en carta de 31 de agosto de 1761, y el de Rosemberg a Kaunitz,de 24 enero 1764, en GALLEGO, J. A.: El motín de Esquilache, América y Europa, CSIC,Madrid, 2003, p. 297.

(26) Carta de Colloredo a Kaunitz, 7 de junio de 1768, en BAUDOT MONROY, M.: «Laimagen de Julián de Arriaga como secretario de Marina. Algunos testimonios», en MartíNEZ-SHAW, C., y ALFONSO MOLA, M. (coords.): España en el comercio marítimo internacional(siglos xVII-xIx). Quince estudios. UNED, Madrid, 2009, pp. 249-287. La tesis doctoral de estaautora sobre Arriaga ofrece un exhaustivo e interesante planteamiento revisionista de su figura.Ver BAUDOT MONROY, M.: Julián de Arriaga y Rivera. Una vida al servicio de la Marina(1700-1776). UNED, Madrid, 2004, 563 pp.

(27) Así aparece en la correspondencia del citado Juan José Navarro con Nicolás de Carva-jal y Lancaster, marqués de Sarriá, escrita entre 1748-1760, que se conserva en MN, Ms. 2462.

(28) El testimonio de Francisco Anselmo, realizado en agosto de 1764, lo recoge su herma-

también Jorge Juan, como veremos, padeció en sus carnes el genio delicadode Arriaga, así como «sus lentitudes y menos ánimos», de todo lo cual dejóabundantes testimonios en su correspondencia (29).

No resulta extraño, por ello, que los rumores sobre la inminente destituciónde Arriaga fueran recurrentes durante todo su ministerio y que el nombre másrepetido de entre los posibles candidatos a reemplazarle fuera siempre el delmarino de Novelda: «D. Jorge Juan dicen viene a servir de ministro de Marinay Campomanes de Indias», anunciaba en 1767 el canónigo Juan BautistaHermán al erudito olivense Gregorio Mayans (30); y al año siguiente era eldiplomático austriaco Colloredo quien, describiendo al débil y adormiladoArriaga, exponía:

«Con frecuencia se buscó su sustitución, sobre todo por parte de la Cortefrancesa, pero el Rey nunca dio su consentimiento. Se cree que un jefe deescuadra, de nombre D. Jorge Juan, será con toda seguridad su sucesor» (31).

Pero, contra todo pronóstico Arriaga permanecería al frente de ambos minis-terios cerca de veintidós años, hasta su muerte en enero de 1776. Fue el suyo unlargo mandato que careció del vigoroso impulso y de la ingente financiacióncon los que Ensenada había mantenido engrasada la maquinaria para lograr elincremento y la reforma de su soñada Marina. Arriaga, por el contrario, juzgabaque España no podía permitirse una flota de tal envergadura; de ahí que suactuación política se dirigiera a frenar la actividad constructora intentandoadecuar la Armada a los cada vez más escasos recursos y paralizando las inicia-tivas y proyectos de su antecesor. La Marina, sumida en el letargo que le impu-so su máximo responsable, inició un lento pero imparable declive (32).

También comenzó la paulatina pérdida de influencia de Jorge Juan, quiense vio relegado del círculo de toma de decisiones. El marino continuó al fren-

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no José Antonio en ARMONA Y MURGA, J. A.: Noticias privadas de casa útiles para mis hijos,edición, introducción y notas de ÁLVAREZ BARRIENTOS, J., IMÍZCOZ, J. M. y ARANBURUZABALA, Y.,Instituto Feijoo de Estudios del Siglo XVIII. Gijón, 2012, p. 154.

(29) Las referencias de Jorge Juan al carácter del bailío se encuentran en sus cartas a JoséRomero Landa, cuya copia se conserva en MN, ms. 1883; y en su correspondencia con MiguelMúzquiz que se custodia en AGS, Secretaría y Superintendencia de Hacienda, leg. 50.

(30) «Carta de Hermán a Mayans, 22 de septiembre de 1767», en MAYANS I SISCAR, G.:Epistolario xVIII. Correspondencia de los hermanos Mayans con el canónigo Juan BautistaHermán, 1, Estudio preliminar, transcripción y notas por Vicente León Navarro, Valencia,2001, pp. 408-409.

(31) Colloredo a Kaunitz, 7 de junio de 1768, cit. en BAUDOT MONROY, M.: La imagen deJulián de Arriaga…, p. 254, n. 7.

(32) MERINO NAVARRO, J. P.: «La Armada en el siglo xviii», en HERNÁNDEZ SÁNCHEZ-BARBA, M., y ALONSO BAQUER, M. (dir.): Historia social de las fuerzas armadas españolas.Revolución nacional e Independencia, vol. II. Ed. Alhambra, Madrid, 1986, p. 118.

te de la Compañía deGuardias Marinas pero,llevado de sus inquie-tudes, a principios de1755 constituyó en Cá-diz una tertulia denomi-nada Asamblea Amis-tosa Literaria, quecontaba entre sus inte-grantes con profesoresde la Academia deGuardias Marinas y delColegio de Cirugía deCádiz, y en cuyas sesio-nes se exponían memo-rias y comunicacionescientíficas elaboradaspor sus miembros, queeran sometidas a discu-sión, llevando el secre-tario de la misma unminucioso libro deregistro con los porme-nores de cada trabajo.El propio Jorge Juandefendió diez sobreastronomía y navega-ción (33). Además, du-rante estos años de rela-tiva tranquilidad, pudodedicarse con más sosiego a diversos estudios y experimentos científicos quequedarían plasmados en su libro Compendio de Navegación para el uso de losCaballeros Guardias Marinas, publicado en 1757. Concebido como libro detexto para la Academia, con él se renovarían los estudios náuticos en España,

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Compendio de Navegación.

(33) Sobre la creación y actividades de la Asamblea, así como un esbozo biográfico de susmiembros, ver PANDO VILLARROYA, J. L.: Asamblea Amistosa Literaria, Madrid, 1984; FRANCORUBIO, G.: «Militares ilustrados y prácticas de sociabilidad», en Revista de Historia Moderna,núm. 22 (2004), pp. 403-430; GONZÁLEZ DE POSADA, F.: «La Asamblea Amistosa Literaria[Jorge Juan, Cádiz, 1755]: academia científica española con alto contenido médico», en Analesde la Real Academia Nacional de Medicina, 2005, tomo CXXII, pp. 27-42; y DIE, R., y ALBE-ROLA, A.: «José Carbonel Fougasse (1707-1801). El rastro de un erudito en la España ilustra-da», en Revista de Historia Moderna, núm. 28 (2010), pp. 11-50.

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pues revisaba todo lo relacionado con la navegación: el rumbo, la distancia yla posición, además del método y los instrumentos necesarios para su determi-nación.

Pero aunque la influencia de Jorge Juan en los asuntos de Marina habíadisminuido y se abandonó su método de construcción naval sustituyéndolopor el francés importado por Francisco Gautier, su gran valía y capacitacióndeterminaron que Arriaga continuara encargándole la elaboración de informessobre temas de marina, territorios americanos y cuestiones técnicas o científi-cas, requiriendo su dictamen o su presencia allí donde surgieran problemas dedifícil solución, bien fuera para reparar un dique, juzgar la conveniencia depermitir o no una expedición, apagar un incendio en las minas de Almadén,inspeccionar las de plomo de Linares, reconstruir la muralla de Cartagena deIndias o idear el modo de sacar tres barcos echados a pique en el puerto de LaHabana (34). Aunque tras la caída de Ensenada dichos encargos y comisionesdisminuyeron algo, después fueron aumentando de modo paulatino, obligán-dole a viajar continuamente e impidiéndole profundizar en estudios que reque-rían permanencia y sosiego, tal y como en 1765 exponía en carta al secretariode la Academia de Ciencias de Bolonia, Sebastián de Canterzani:

«Mis ocupaciones en el servicio del Rey de algunos años a esta parte mehan dado poco lugar para practicar la Astronomía. Esta ciencia pide sumatranquilidad y yo no he podido menos de transportarme de un arsenal a otrosegún las urgencias» (35).

De hecho, a partir de 1757, sus estancias en Cádiz se fueron espaciando,hasta el punto de que llegó a estar ausente de la ciudad y alejado por tanto dela Compañía de Guardias Marinas, de la que era su comandante, durante másde siete años, entre abril de 1759 y noviembre de 1766. Precisamente, amediados de este último año fue requerido por el recién nombrado secretariodel Despacho de Hacienda, Miguel Múzquiz, para colaborar en la construc-ción de unos navíos en Génova, proyecto que debía desarrollarse por ordendel Rey a espaldas del bailío Arriaga. Como ya hemos adelantado, en la corres-pondencia que mantuvo con Múzquiz por este motivo encontramos algunoscomentarios del marino que coinciden con los efectuados por los embaja-dores extranjeros, y reflejan el pobre concepto que a Jorge Juan le inspiraba

(34) Muchos de estos informes están transcritos y estudiados en MARTÍNEZ ALMIRA, M.:Jorge Juan y las Ciencias bajo el signo de la monarquía ilustrada. Alicante, 2002, 215 pp.

(35) «Carta de D. Jorge Juan a D. Sebastián Canterzani sobre la observación del paso deVenus por el disco del Sol en 1761, Madrid, julio de 1765», en ESPINOSA Y TELLO, J.: Memoriassobre las observaciones astronómicas hechas por los navegantes españoles en distintos lugaresdel globo. Madrid, 1809, tomo I, apéndice de la 1.ª Memoria del Depósito Hidrográfico, pp.160-163.

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el bailío, de quien «pocos sucesos espero por sus lentitudes y menos ánimos»,así como el desaliento y la frustración que le provocaba la actitud de Arriagahacia su persona, pues «es verdad que me pide dictamen en muchas cosas,pero son terminadas. En no dando lugar para producir, como Vm. hace, nadase adelanta, se reduce sólo a la rutina vieja y no más». Sin embargo, la posibi-lidad de poder colaborar de nuevo en el incremento de la Marina le infundiríanuevos ánimos y le haría exclamar entusiasmado: «Aunque he estadodurmiendo años ha, he despertado con los ánimos de Vm.» (36).

Pero ni este proyecto saldría adelante ni lograría siquiera poder residir deasiento en Cádiz, donde se encontraban sus libros y papeles, pues a finalesde ese mismo año 1766 fue designado embajador plenipotenciario del rey deEspaña ante la corte de Marruecos para la firma de un Tratado de Paz yComercio, nombramiento que echaría por tierra todos sus planes. Tres mesesmás tarde, encabezando una amplia comitiva, partía desde Cádiz hacia el paísvecino, donde a finales de mayo de 1767 alcanzaba la firma de un ventajosoconvenio, el primero que la Corona española establecía con un país musul-mán, en el que se recogía una serie de acuerdos muy favorables para los inte-reses españoles: paz perpetua entre ambos reinos en mar y tierra; el monopo-lio de la pesca en las aguas marroquíes; libertad de navegación, garantizándoseel tráfico de los navíos que estuvieran en posesión de los correspondientespasaportes; uso de los puertos marroquíes para naves españolas; reconocimien-to expreso de todas las plazas y presidios que tenía España en las costas deMarruecos y establecimiento de consulados en aquellos territorios (37).

En mayo de 1770, Jorge Juan asumió el último gran encargo que el Reyconfió a su cuidado: la dirección del Seminario de Nobles, institución que seorientaba a la formación de las futuras clases dirigentes dentro de la carreramilitar y de la Administración del Estado. Jorge Juan llevó a cabo unacompleta reforma administrativa y docente del Seminario, consiguiendo enpoco tiempo revitalizar la institución (38). Logró sanear las finanzas alaumentar el número de alumnos, que había disminuido bastante desde laexpulsión de los jesuitas. También reformó el plan de estudios y modificó el

(36) AGS, Secretaría y Superintendencia de Hacienda, leg. 50, Año de 1766. «Variascartas que tratan de un navío que se intentó hacer en Génova y no tuvo efecto. D. Jorge Juantuvo esta comisión», en BAUDOT MONROY, M.: La imagen de Julián de Arriaga…

(37) Su articulado se recoge en CANTILLO, A.: Tratados, Convenios y Declaraciones dePaz y Comercio que han hecho con las potencias extranjeras los monarcas españoles de lacasa de Borbón desde el año de 1700 hasta el día. Madrid, 1843, pp. 505-507.

(38) Sobre el Seminario de Nobles, ver SIMÓN DÍAZ, J.: Historia del Colegio Imperial deMadrid. Madrid, 1992, pp. 237-239; PESET, J. L.: «Ciencia, nobleza y ejército en el Seminariode Nobles de Madrid (1770-1788)», en Mayans y la Ilustración. Simposio Internacional en elBicentenario de la muerte de Gregorio Mayans. Valencia, 1981, pp. 519-535; y ANDúJARCASTILLO, F.: «El Seminario de Nobles de Madrid en el siglo XVIII. Un estudio social», enCuadernos de Historia Moderna. Anejos, núm. 3 (2004), pp. 201-225.

cuadro de profesores,despidiendo a los inne-cesarios o incompeten-tes y contratando a otrosaltamente cualificados.Fue además, durante suetapa al frente del Semi-nario cuando pudoconcluir su obra cumbre,el Examen Marítimo,que aparecería publica-da en 1771 y sería con-siderada en la Europadel siglo XVIII como unode los principales librosde marina por sus apor-taciones a la ingenieríanaval y a la mecánicade fluidos.

Pero el intenso ritmode trabajo que el marinosoportaba desde hacíaaños terminó afectandoa su salud. En el últimotercio de su vida había

padecido frecuentes «cólicos convulsivos de nervios», en realidad ataquesepilépticos, que le dejaron como secuela cierta invalidez en las manos y leobligaron en numerosas ocasiones a interrumpir sus tareas para tomar losbaños salutíferos de Trillo, aguas de Busot o Sacedón. En junio de 1772acudió a este último lugar buscando alivio a sus achaques, pero la mejoría queexperimentó fue tan breve que apenas regresado empeoró nuevamente, por loque hubo de marchar a Alicante para reponerse, dejando inacabadas las dosmáquinas de vapor que había diseñado para evacuar el agua de los diques deCartagena y que se fabricaban bajo su dirección en los talleres del Seminariode Nobles (39).

A principios de junio de 1773, ligeramente restablecido de sus dolencias,regresó a Madrid y se reincorporó a sus tareas como director del Seminario.Pese a su delicado estado físico, aún tuvo fuerzas para desplazarse hasta Aran-juez, lugar donde se encontraba la Corte, y presentarse ante el bailío Arriaga,

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Grabado del Exámen Marítimo Theorico Práctico, de JorgeJuan Santacilia, 1771.

(39) Tras la muerte de Jorge Juan, sería el ingeniero Julián Sánchez Bort quien las termina-ría y se encargaría de su instalación.

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quien no dudó en asig-narle un nuevo cometi-do: informar sobre cier-tos asentamientos rusosen territorios norteame-ricanos y el medio deprecaver los inconve-nientes que podríanderivarse de todo ello(40). Pero Jorge Juannunca llegaría a escribirsu informe, pues lanoche del 14 de junio,recién llegado a Madridde su estancia en Aran-juez, la enfermedadvolvió a postrarle en ellecho de donde ya no selevantaría. El 21 dejunio de 1773, tras unasemana de agonía, falle-cía en su casa de lamadrileña Plazuela deAfligidos (41).

La importancia de laobra de Juan, su abne-gada y valiosa contribu-ción al desarrollo deEspaña y la inmensapérdida que su muertesupuso para la Ciencia y para el Estado serían inmediatamente resaltadas porel profesor de la Academia de Guardias Marinas, Francisco Xavier Rovira, enla dedicatoria de su Tratado de Artillería, obra que apareció publicada esemismo año y que su autor consagró a la inmortal memoria del sabio fallecido:

«El amor que desde sus primeros años profesó a las Ciencias el Excmo. Sr.D. Jorge Juan y el celo con que, promoviéndolas en todos tiempos, procuró el

Dedicatoria del Tratado de Artillería, de F. J. Rovira, 1773.

(40) Arriaga a Jorge Juan, Aranjuez 14 de junio de 1773, en Archivo General de Indias,Estado, leg. 20, doc. 1 (7).

(41) Los últimos días de Jorge Juan, en DIE MACULET, R. y Alberola ROMÁ, A.: La heren-cia de Jorge Juan. Muerte, disputas sucesorias y legado intelectual, Universidad de Alicante-Fundación «Jorge Juan», 2002, 281 pp., fundamentalmente el cap. 3.

bien del Estado y la gloria de la Nación, lo acreditan las Observaciones Físi-cas y Matemáticas hechas por orden de S. M. en el reino del Perú; el Compen-dio de Navegación, para el uso de esta Academia; y, más que todo, el ExamenMarítimo Teórico Práctico; obras todas de la mayor utilidad, que dio S. E. aluz a expensas de su misma apreciable vida y en medio de otras muchas comi-siones importantes al servicio de la Corona... Con su muerte perdí yo unmecenas tan poderoso y perdió España toda uno de los primeros matemáticosde Europa y de los más elevados ingenios de este siglo, cuyas utilísimasproducciones tanto podían ilustrar a la nación y, con particularidad, a la Mari-na» (42).

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(42) ROVIRA, F. J.: Tratado de Artillería para el uso de los Cavalleros Guardias-Marinasen su Academia, por D.———-, […]. Dedicado a la inmortal memoria del Excmo. Sr. D. JorgeJuan, tomo primero. En la imprenta de la misma Academia. Año de 1773, pp. 2-2v.