hora santa misericordia 2016

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Hora Santa Año de la Misericordia 8 de diciembre, 2015—20 de noviembre, 2016

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Page 1: Hora Santa Misericordia 2016

Hora Santa Año de la Misericordia

8 de diciembre, 2015—20 de noviembre, 2016

Page 2: Hora Santa Misericordia 2016

Se escogen cantos apropiados para cada parte de la Hora Santa

Canto [Exposición del Santísimo Sacramento durante el canto] Sentados por favor

Reflexión I (del anuncio del Papa Francisco acerca del Jubileo Extraordinario de la Misercordia 1, 2) Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre. El misterio de la fe cristiana parece encontrar su síntesis en esta palabra. Ella se ha vuelto viva, visible y ha alcanzado su culmen en Jesús de Nazaret…su palabra, sus gestos y toda su persona revela la misericordia de Dios. Siempre tenemos necesidad de contemplar el misterio de la misericordia. Es fuente de alegría, de serenidad y de paz. Es condición para nuestra salvación. Misericordia: es la palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad. Misericordia: es el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro. Misericordia: es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida. Misericordia: es la vía que une Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados para siempre no obstante el límite de nuestro pecado.

Lectura I: Lucas 10:30-34, 36-37 Jesús empezó a decir: “Bajaba un hombre por el camino de Jerusalén a Jérico y cayó en manos de unos bandidos, que lo despojaron hasta de sus ropas, lo golpearon y se marcharon dejándolo medio muerto. Por casualidad bajaba por ese camino un sacerdote; lo vio, dio un rodeo y pasó de largo. Lo mismo hizo un levita que llegó a ese lugar; lo vio, dio un rodeo y pasó de largo. Un samaritano también pasó por aquel camino y lo vio, pero éste se compadeció de él. Se acercó, curó sus heridas con aceite y vino y se las vendó; después lo montó sobre el animal que traía, lo condujo a una posada y se encargó de cuidarlo.” “Según tu parecer, ¿cual de estos tres fue el prójimo del hombre que cayó en manos de los salteadores?” El maestro de la Ley contestó: “El que se mostró compasivo con él.” Jesús le dijo: “Vete y haz tú lo mismo.”

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Antífona: Señor, acuérdate de su misericordia. Salmo 25:4-10, 20-21 Haz, Señor, que conozca tus caminos, muéstrame tus senderos. En tu verdad guía mis pasos, instrúyeme, tú que eres mi Dios y mi Salvador. Te estuve esperando todo el día, sé bueno conmigo. Acuérdate que has sido compasivo y generoso desde toda la eternidad. No recuerdes las faltas ni los extravíos de mi juventud; pero acuérdate de mí según tu amor. El Señor es bueno y recto; por eso muestra el camino a los que han pecado. Dirije los pasos de los humildes y muestra a los sencillos el camino.

Amor y lealtad son todos sus caminos, para el que guarda su alianza y sus mandatos. El secreto del Señor es para quien lo teme, le da el conocimiento de su alianza. Defiende mi vida, líbrame; no quede confundido por haber confiado en ti. Integridad y rectitud me guardarán; en ti, Señor, he puesto mi confianza. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona: Señor, acuérdate de su misericordia.

Antífona: Oh Dios, habla de la paz a tu pueblo. Salmo 85 Señor, has sido bueno con tu tierra: Hiciste volver a los cautivos de Jacob. Suprimiste la deuda de tu pueblo, perdonaste totalmente su pecado. Depusiste todo tu furor, y volviste del ardor de tu cólera. Restablécenos, Dios, salvador nuestro, por fin a tu resentimiento con nosotros. ¿Estarás siempre irritado con nosotros, de edad en edad proseguirá tu cólera? ¿No volverás, acaso, a darnos vida para que tu pueblo en ti se regocije? ¡Haz, Señor, que veamos tu bondad y danos tu salvación!

Quiero escuchar lo que dice el Señor, pues Dios habla de paz a su pueblo y a sus servidores, con tal que en su locura no recaigan. Cerca está su salvación de los que le temen y habitará su Gloria en nuestra tierra. La Gracia y la Verdad se han encontrado, la Justicia y la Paz se han abrazado; de la tierra está brotando la verdad, y del cielo se asoma la justicia. El Señor mismo dará la felicidad, y dará sus frutos nuestra tierra. La rectitude andará delante de él, la paz irá siguiendo sus pisadas. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona: Oh Dios, habla de la paz a tu pueblo.

Pausa

Señor, Señor, Señor, Señor, déjanos ver tu bondad y déjanos ver tu bondad y déjanos ver tu bondad y déjanos ver tu bondad y danos tu salvación.danos tu salvación.danos tu salvación.danos tu salvación.

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Se escoge canto apropiado

Sentados por favor

Lectura II: Mateo 18:21-35 Entonces Pedro se acercó con esta pregunta: “Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas de mi hermano? ¿Hasta siete veces?” Jesús le contestó: “No te digo siete veces, sino setenta y siete veces.” “Aprendan algo sobre el Reino de los Cielos. Un rey había decidido arreglar cuentas con sus empleados, y para empezar, le trajeron a uno que le debía diez mil monedas de oro. Como el hombre no tenía con qué pagar, el rey ordenó que fuera vendido como esclavo, junto con su mujer, sus hijos y todo cuanto poseía, para así recobrar algo. El empleado, pues, se arrojó a los pies del rey, suplicándole: “Dame un poco de tiempo, y yo te lo pagaré todo.” El rey se compadeció y lo dejó libre; mas todavía, le perdonó la deuda. Pero apenas salió el empleado de la presencia del rey, se encontró con uno de sus compañeros que le debía cien monedas. Lo agarró del cuello y casi lo ahogaba, gritándole: “Págame lo que me debes.” El compañero se echó a sus pies y le rogaba: “Dame un poco de tiempo, y yo te lo pagaré todo.” Pero el otro no aceptó, sino que lo mandó a la cárcel hasta que le pagara toda la deuda. Los compañeros, testigos de esta escena, quedaron muy molestos y fueron a contárselo a su se-ñor. Entonces el señor lo hizo llamar y le dijo: “Siervo miserable, yo te perdoné toda la deuda cuando me lo suplicaste. ¿No debías también tú tener compasión de tu compañero como yo tuve compasión de ti?” Y tanto se enojó el señor, que lo puso en manos de los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Y Jesús añadió: “Lo mismo hará mi Padre Celestial con ustedes, a no ser que cada uno perdone de corazón a su hermano.”

Practica lPractica lPractica lPractica la justicia,a justicia,a justicia,a justicia, ama ama ama ama la misericordia la misericordia la misericordia la misericordia y y y y camina humildemente camina humildemente camina humildemente camina humildemente

con tu Dios.con tu Dios.con tu Dios.con tu Dios.

Miqueas 6:8

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Reflexión II (del anuncio del Papa Francisco acerca del Jubileo Extraordinario de la Misercordia 9)

En la parábola del “sirviente sin misericordia,” Jesús afirma que la misericordia no es solo el obrar del Padre, sino que ella se convierte en el criterio para saber quiénes son realmente sus verdaderos hijos. Así entonces, estamos llamados a vivir de misericordia, porque a no-sotros en primer lugar se nos ha aplicado misericordia. El perdón de las ofensas deviene la expresión más evidente del amor misericordioso y para nosotros cristianos es un imperativo del que no podemos prescindir. ¡Cómo es difícil muchas veces perdonar! Y, sin embargo, el perdón es el instrumento puesto en nuestras frágiles manos para alcanzar la serenidad del corazón. … Y sobre todo escuchemos la palabra de Jesús que ha señalado la misericordia como ideal de vida y como criterio de credibilidad de nuestra fe: “Dichosos los misericordiosos, porque encontrarán misericordia” (Mateo 5,7) es la bienaventuranza en la que hay que inspirarse durante este Año Santo.

Antífona: El Señor es ternura y compasión. Salmo 103:1-8, 10, 17-18 Bendice al Señor, alma mía, alabe todo mi ser su santo Nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no te olvides ninguno de sus beneficios. El perdona todas tus ofensas y cura de todas tus dolencias. El rescata tu vida de la tumba, te corona de amor y de ternura. El Señor obra en justicia y a los oprimidos les da lo que es debido. Reveló sus caminos a Moisés y a los hijos de Israel sus proezas.

El Señor es ternura y compasión, lento a la cólera y lleno de amor; si se querella, no es para siempre, si guarda rencor, es sólo por un rato. Pero el amor del Señor con los que le temen es desde siempre y para siempre; defenderá a los hijos de sus hijos, de aquellos que guardan su alianza y se acuerdan de cumplir sus ordenanzas. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona: El Señor es ternura y compasión.

¡EL SEÑOR ES TERNURA Y COMPASIÓN!

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Antífona: Cuando lo hicieron con algunos de los más pequeños de estos mis hermanos, me lo hicieron a mí.

Mateo 25:34-40 Entonces el Rey dirá a los que están a su derecha: “Vengan, benditos de mi Padre. Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed y ustedes me dieron de beber. “Fui forastero y ustedes me recibieron en su casa. Anduve sin ropas y me vistieron. Estuve enfermo y fueron a visitarme. Estuve en la cárcel y me fueron a ver.” Entonces los justos dirán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, o sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero y te recibimos, o sin ropa y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?”

Reflexión III (del anuncio del Papa Francisco acerca del Jubileo Extraordinario de la Misercordia 15) En este Año Santo, podremos realizar la experiencia de abrir el corazón a cuantos viven en las más contradictorias periferias existenciales, que con frecuencia el mundo moderno dramáticamente crea. ¡Cuántas situaciones de precariedad y sufrimiento existen en el mundo hoy! Cuántas heridas sellan la carne de muchos que no tienen voz porque su grito se ha debilitado y silenciado a causa de la indiferencia de los pueblos ricos. En este Jubileo la Iglesia será llamada a curar aún más estas heridas, a aliviarlas con el óleo de la consolación, a vendarlas con la misericordia y a curarlas con la solidaridad y la debida atención. No caigamos en la indiferencia que humilla, en la habitualidad que anestesia el ánimo e impide descubrir la novedad, en el cinismo que destruye. Abramos nuestros ojos para mirar las miserias del mundo, las heridas de tantos hermanos y hermanas privados de la dignidad, y sintámonos provocados a escuchar su grito de auxilio.

El Rey responderá: “En verdad les dijo que, cuando lo hicieron con alguno de los más pequeños de estos mis hermanos, me lo hicieron a mí.” Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona: Cuando lo hicieron con algunos de los más pequeños de estos mis hermanos, me lo hicieron a mí.

De pie y canten un canto apropiado

Sentados por favor

cárcel

comida

ropa

hambriento

Benditos de mi Padre

Me recibieron en su casa

dar

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Antífona: El Señor está cerca del corazón deshecho. Salmo 34:2-3, 6-7, 17-18, 19, 23 Bendeciré al Señor en todo tiempo, no cesará mi boca de alabarlo. Mi alma se gloría en el Señor: que lo oigan los humildes y se alegren. Mírenlo a él y serán iluminados y no tendrán más cara de frustrados. Este pobre gritó y el Señor lo escuchó, y lo salvo de todas sus angustias. El Señor aparta su cara de los malos y borra de la tierra su recuerdo. Pero tiene puestos sus ojos en los justos y su oídos pendientes de sus clamores. El Señor está cerca del corazón deshecho y salva a los de espíritu abatido. Pero el Señor libra el alma de sus siervos, el que se ampara en él no tendrá que pagar. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona: El Señor está cerca del corazón deshecho.

Lectura III: Marcos 10:46-52

Pausa

Llegan a Jericó. Y cuando salía de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran muchedumbre, Bartimeo, el hijo de Timeo, un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino. Al enterarse de que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: “¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!” Muchos le increpaban para que se callara. Pero él gritaba mucho más: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!” Jesús se detuvo y dijo: “Llamadle.” Llaman al ciego, diciéndole: “¡Animo, levántate! Te llama.” Y él, arrojando su manto, dio un brinco y vino donde Jesús.

Jesús, dirigiéndose a él, le dijo: “¿Qué quieres que te haga?” El ciego le dijo: “Rabbuní, ¡que vea!” Jesús le dijo: “Vete, tu fe te ha salvado.” Y al instante, recobró la vista y le seguía por el camino.

El Señor está cerca del corazón deshecho.

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Antífona: El amor de Dios perdura para siempre. Salmo 136: 1, 3, 16, 21-23, 24-26 Den gracias al Señor, porque él es bueno, porque su amor perdura para siempre. Den gracias al que es Dios de los dioses, porque su amor perdura para siempre. Al que guió a su pueblo en el desierto, porque su amor perdura para siempre. Y traspasó sus tierras como herencia, porque su amor perdura para siempre. Como herencia a Israel, su servidor, porque su amor perdura para siempre. Se acordó de nosotros en nuestro abatimiento, porque su amor perdura para siempre.

De pie y canten alguna version del Magnificat

El Cántico de María: el Magnificat

Y nos libró de nuestros opresores, porque su amor perdura para siempre. El da su pan a todo ser carnal, porque su amor perdura para siempre. Den gracias al que es Dios de los cielos, porque su amor perdura para siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona: El amor de Dios perdura para siempre.

Intercesiones Por los que tienen hambre, que reconozcamos y respondamos a tantos hambres de nuestro mun- do, oremos...Dios misericordioso, escucha nuestra oración. Por los que tienen sed, que reconozcamos y respondamos a la necesidad de agua limpia y saludable en todas partes del mundo, oremos...Dios misericordioso, escucha nuestra oración. Por los que no tienen ropa, que reconozcamos y respondamos con compasión a todas formas en que a personas se les roba su dignidad, oremos… Dios misericordioso, escucha nuestra oración. Por los peregrinos, que reconozcamos y les demos la bienvenida a todas personas buscando pertenecer a una familia o a una comunidad, oremos… Dios misericordioso, escucha nuestra oración. Por los enfermos, que reconozcamos y estemos presentes a personas que sufren de cuerpo y de alma, oremos… Dios misericordioso, escucha nuestra oración. Por los encarcelados, que reconozcamos y visitemos a personas que les falta su libertad, oremos… Dios misericordioso, escucha nuestra oración. Por los que han muerto, que reconozcamos y consolemos a los que lloran por la pérdida de un ser querido, oremos...Dios misericordioso, escucha nuestra oración. El Padre Nuestro

Proclama mi alma

la grandeza del Señor

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Bendición y Reposición del Santísimo Sacramento Señal de la Paz

Oración del Papa Francisco para el Jubileo

Señor Jesucristo, tú nos has enseñado a ser misericordiosos como el Padre del cielo, y nos has dicho que quien te ve, lo ve también a Él. Muéstranos tu rostro y seremos salvados.

Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación. Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo y a Mateo de la esclavitud del dinero; a la adúltera y a la Magdalena de buscar la felicidad solamente en una criatura; hizo llorar a Pedro luego de la traición, y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido. Muéstranos tu rostro y seremos salvados. Haz que cada uno de nosotros escuche como propia la palabra que dijiste a la samaritana: ¡Si conocieras el don de Dios! Tú eres el rostro visible del Padre invisible, del Dios que manifiesta su omnipotencia sobre todo con el perdón y la misericordia: haz que, en el mundo, la Iglesia sea el rostro visible de Ti, su Señor, resucitado y glorioso. Muéstranos tu rostro y seremos salvados. Tú has querido que también tus ministros fueran revestidos de debilidad para que sientan sincera compasión por los que se encuentran en la ignorancia o en el error: haz que quien se acerque a uno de ellos se sienta esperado, amado y perdonado por Dios. Muéstranos tu rostro y seremos salvados. Manda tu Espíritu y conságranos a todos con su unción para que el Jubileo de la Misericordia sea un año de gracia del Señor y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo, llevar la Buena Nueva a los pobres proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos y restituir la vista a los ciegos. Muéstranos tu rostro y seremos salvados. Te lo pedimos por intercesión de María, Madre de la Misericordia, a ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

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El Logo y el Lema

El lema “Miser icordioso como el Padre” (tomado del Evangelio de Lucas, 6:36) sirve co-mo una invitación a seguir el ejemplo misericordioso del Padre que nos pide no juzgar o con-denar sino que nos pide perdonar y dar amor y perdón sin medida (Lucas 6:37-38). El logo presenta el tema de la miser icordia: el Hijo carga en sus hombros el alma pérdida. El logo ha sido diseñado de tal manera que exprese el profundo modo en el cual el Buen Pastor toca la carne de la humanidad y lo hace con un amor y con el poder de cambiar vidas. Un aspecto en particular que merece examinarse es que mientras el Buen Pastor, en su inmensa misericordia, toma la humanidad para sí mismo, sus ojos se juntan con los del hombre. Cristo ve con los ojos de Adán, y Adán ve con los ojos de Cristo. Cada persona descubre en Cristo, el nuevo Adán, su propia humanidad y el futuro que es por venir, contemplando, en su mirada, el amor del Padre. La escena es capturada dentro una almendra. Llama a la atención las dos naturalezas de Cristo, divina y humana. Los tres óvalos concéntricos, con colores progresivamente más claros mien-tras nos movemos hacia fuera, sugieren el movimiento de Cristo que carga a la humanidad fuera de la noche del pecado y de la muerte. Al contrario, la profundidad del color más oscuro sugiere el poder de penetrar del amor del Padre que lo perdona todo.

El Santo Padre Francisco ha nombrado el 8 de diciembre de 2015 hasta el 20 de noviembre del 2016 ser un año apartado donde enfocamos nuestra atención en la infinita mis-ericordia de Dios. En verdad, cada día tenemos acceso a la misericordia del Padre por nuestro Señor Jesús; sin embargo, en nombrar un Año Santo de la Misericordia, el Papa Francisco ha determinado que hay un tiempo especial de gracia para la Iglesia y para el mundo. Quiere celebraciones de este Año Santo que sean una medida por la cual podemos decir si estamos viviendo como los discípulos de Cristo. Las obras corporales de misericordia son las maneras en que vivimos la caridad al responder a las necesidades físicas de nuestro prójimo. Las obras espirituales de misercordia son las maneras en que cuidamos por las necesidades espirituales de nuestro prójimo. Las Obras Corporales de Misericordia: � Dar de comer al hambriento � Dar de beber al sediento � Vestir al desnudo � Dar posada el peregrino � Visitar al enfermo � Visitar a presos � Enterrar a los muertos. Las Obras Espirituales de Misericordia: � Enseñar al que no sabe � Dar buen consejo al que lo necesita � Corregir al que yerra � Perdonar las injurias � Consolar al triste � Sufrir con paciencia los defectos de los demás � Rogar a Dios por vivos y difuntos.