hoja_29_05_2011
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Hoja Parroquial DomingoTRANSCRIPT
Q U É D A T E Quédate, Señor, que se hace ya tarde, que el camino es largo y el cansancio grande. Quédate a decirnos tus vivas palabras
que aquietan la mente y encienden el alma.
Mantén en ascuas nuestro corazón torpe, disipa nuestras dudas y temores. Míranos con tus ojos de luz y vida,
devuélvenos la ilusión perdida.
Lava las heridas de estos pies cansados;
despiértanos vida con gestos humanos. Quédate y límpianos rostro y entrañas;
quema esta tristeza, danos esperanza. Quédate, Señor, comparte nuestras viandas
y muéstranos, paciente, tus enseñanzas.
Pártenos el pan de tu compañía;
ábrenos los ojos de la fe dormida. De tus palabras cuelga lo que buscamos, lo hemos visto caminando a tu lado.
Quédate y renueva valores y sueños;
danos tu alegría y tu paz de nuevo.
Condúcenos siempre al mundo, a la vida, para ver tu rostro en rostros cada día.
Quédate, Señor, que se hace ya tarde, que el camino es largo y el cansancio grande.
Florentino Ulibarri
PROMESA DEL Espíritu santo
“Mi paz os dejo”
¡Paz, paz, paz. Paz luminosa!
Una vida de armonía
sobre una tierra dichosa."
"Paz sin fin, paz verdadera.
Paz que al alba se levante
y a la noche no se muera."
Rafael Alberti
AVISOS: - Lunes 30, martes 31 y miércoles 1 Inscripción para los dos turnos del
campamento de Valdepiélago. El 1er turno (3º y 4º primaria) será del 18 al 26 de julio y el 2º turno (5º y 6º primaria) del 26 julio al 3 de agosto. - El día 30, lunes, es el Funeral Comunitario a las 19:30h - El viernes día 3 de junio charla para la Sta. unción a las 17:30h, y el sábado 4 en la misa de las 5, imposición de la Sta. Unción.
No, no será una fórmula lo que nos salve, pero sí una Persona y la certeza que ella nos infunde: ¡Yo estoy con vosotros! Es necesario un cristianismo que se distinga ante todo en el arte de la
oración.
En la causa del Reino no hay tiempo para mirar para
atrás, y menos para dejarse llevar por la pereza. Es
mucho lo que nos espera.
Ateniéndonos a las indiscutibles palabras del
Evangelio, en la persona de los pobres hay una
presencia especial suya, que impone a la Iglesia una
opción preferencial por ellos. Mediante esta opción,
se testimonia el estilo del amor de Dios, su
providencia, su misericordia.
¿Podemos quedar al margen ante las perspectivas
de un desequilibrio ecológico, que hace inhabitables
y enemigas del hombre vastas áreas del planeta? ¿O ante los problemas
de la paz, amenazada a menudo con la pesadilla de guerras catastróficas?
¿O frente al vilipendio de los derechos humanos fundamentales de tantas
personas, especialmente de los niños? Muchas son las urgencias ante las
cuales el espíritu cristiano no puede permanecer insensible.
No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino
por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un
nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva.
El amor —caritas— siempre será necesario, incluso en la sociedad más
justa. No hay orden estatal, por justo que sea, que haga superfluo el
servicio del amor. Quien intenta desentenderse del amor se dispone a
desentenderse del hombre en cuanto hombre. Siempre habrá sufrimiento
que necesite consuelo y ayuda. Siempre habrá soledad. Siempre se darán
también situaciones de necesidad material en las que es indispensable
una ayuda que muestre un amor concreto al prójimo.
El evangelio de hoy contiene una fantástica
promesa, una propuesta retadora y una oferta
seductora.
La promesa: “le pediré al Padre que os dé
otro abogado, el Espíritu de la verdad”.
Existe un miedo generalizado a la verdad.
Preferimos sestear en nuestras medias verdades
o en nuestras calculadas y razonadas mentiras.
La promesa del Espíritu nos convoca a montar
nuestra vida sobre este principio inaplazable:
“amaos como yo os he amado” Es lo primero.
No se trata sólo de tener unas creencias, sino de
vivir AMANDO. Y el amor al que somos convocados es el del mismo Jesús: amor
total, amor incondicional, amor a los más castigados por la vida. En una
palabra, el Espíritu de Jesús nos llama a un posicionamiento vital frente al tú
del prójimo.
Una propuesta retadora: «Permaneced en mi amor 15,9». Damos
impresión de ser huérfanos. Nos falta la experiencia del amor de ese Padre-
Madre Dios que llena de gozo y de confianza la vida de sus hijos. Más aún, nos
falta la experiencia del Espíritu llamado PARÁCLITO” con toda esa riquísima
carga de contenido que la palabra encierra: defensor, intercesor, protector,
maestro, procurador, abogado y, sobre todo, animador de la fe de la
comunidad cristiana. Pero, a fuer de sinceros, los cristianos creemos poco en
este Espíritu. Nos buscamos otras seguridades: la ley, el poder, la costumbre,
la autoridad, lo que hace todo el mundo… El efecto es palpable: el miedo a ser
libres, a dejarnos llevar por una luz que nos ciega al salir de nuestras
oscuridades y a dejarnos transformar interiormente por su fuerza.
Esto nos lleva a cerrar las puertas a Dios y a adoptar una fe calculadora, la fe
del “regateo”, como si fuera una baratija. Y, como consecuencia, nuestra vida
cristiana carece de aventura, de sorpresa, de novedad… (“padre, ya sabe Vd. lo
de siempre”). Así sucede que nuestro cristianismo es un ir tirando, en una
tediosa costumbre que no nos atrevemos a romper por lo que pueda pasar. Y
mientras el Espíritu prometido por Jesús nos sigue retando a recorrer nuevos
caminos, a dejar la inercia, a explorar nuevas áreas de su presencia.