harry houdini en el barrio - cuentos infantiles · 2020. 6. 12. · primos de la capital, y con...

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Harry Houdini en el barrio ____________________________ Sergio Gómez

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  • Harry Houdini en el barrio

    ____________________________ Sergio Gómez

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  • Cerca de mi casa vivía un ex mago, un exilusionistayescapistadefamamundialllamadoHarry Houdini. El gran Houdini. Ahora estabaretirado, viviendo tal vez sus últimos años.Nadiesabíaporqué llegóavivir justamenteanuestro barrio; en realidad, poco o nada sesabíadeél,sololosmásviejoscontabandesusaños activos comomago ilusionista, escapistadefamamundial.Paranosotroseraelhombreviejode lacasaviejaen lamitadde lacuadra.Lo veíamos salir de esa casa, caminar consombreroybastón,sinhablaromiraranadie.Cuando los niños lo veíamos en la calle nosapartábamos con respeto. El único que seatrevía ahablarle—bueno,es solouna formadedecirlo—eraPausa,quienleladraba.Pausaeraelperrodelbarrio,nopertenecíaanadieya todos a la vez. En esa época éramos muyamigos, éramos niños, y parecía que todos,excepto algunos, los menos, eran felices.Excepto míster Houdini, el escapista, quecaminaba muy serio, como si fuera a unvelorio.

  • SimísterHoudininosllamólaatenciónfueporunhechototalmenteinesperado.Unlunesporlamañana,enunodelosbancosenelextremodel barrio, tres hombres armados entraron aasaltarlo y llevarse el dinero. Para que losclientes del banco no molestaran mientrasrobaban, decidieron amarrarlos y encerrarlos.Entre ellos estaba el señor Houdini. Peroapenas los ladrones cerraron la puerta delbanco y huyeron, Houdini, en dos rápidosmovimientos, logró desamarrarse y ayudar alosdemás.Llamarona lapolicíayatraparonalos ladrones. La historia recorrió el barrio ymuchos incrédulos que no sabían que el granHarry Houdini estaba entre nosotroscomenzaron a creer y a contar sobre sushazañas del pasado en teatros de todo elmundo. Algunos, cuando se lo volvieron aencontrar en la calle, comenzaron a hacerlepequeñas reverencias o saludos, que el señorHoudini contestaba llevándose los dedos alsombrero.

  • Llegaron las vacaciones y como siempre losprimosde lacapital,yconello lasnovedades.Los primos siempre parecían más informadosquenosotros.Entreellos,Danteeraquienmásleía.Cuando lecontamosdeHarryHoudinienel barrio, él meditó, se llevó las manos almentónynoscontóalgunasdelashazañasdelescapista. En su mejor época Houdini teníadistintas pruebas. Se hacía colgar de cabeza auna altura de treintametros desde una grúa,amarrado con cadenas y candados. Pero enmenosde cincominutos, todavía colgandodela grúa, lograba sacudirse y quitarse lasamarras.Suprincipalnúmero,unoquerepitiócientos de veces en los teatros másimportantes del mundo, consistía también enamarrarloconcadenas,candadosysogas.Dosasistentes lo introducían adentro de un baúl,luegocerrabanelbaúlconungruesocandado.Su principal asistente, de nombre Bessie, queaños después se transformó en su mujer,cerraba unas cortinas por delante, pero solopor algunos minutos o segundos. Volvían aabrirlacortina,perolaasistentenoestaba,en

  • sulugaraparecíasaludandoelmismoHoudini,como si nada, sin cadenas, sin amarres, sinsogas.Paracomprobarquenoexistíaundoblede Houdini —asunto que siempre sesospechó—, abrían entonces con una llave elcandado del baúl, pero en su interiorencontraban,amarradaconsogasycadenas,aBessie,suasistente.

    Esos trucos de escapismo hicieron famoso aHarryHoudini.

    Después de escuchar lo que Dante, nuestroprimo, nos contó, nos quedamosimpresionados, francamente impresionadosporaquelviejitodelgadoqueveíamoscaminarporlacuadra.

    Quisimos averiguar algo más y nospresentamosensucasa.Nosrecibió laseñoraNena,quienlecocinabaylebarríalacasa.Nosdijo,sinmuybuenacara,queestabaocupado.Le insistimos que nos contara algo del granHoudini. Ella dijo que no sabía nada del granHoudinisinodedonHarry,elqueleparecíaunhombreextremadamentecomún,quehablaba

  • poco, más bien casi nada, y que usabacalcetines negros y camisas blancas todo eltiempo.Soloalfinal,desdelapuertadelacasaen la mitad de la cuadra, nos contó algocurioso. Un día, cuando ambos llegaron dehacercompras,descubrieronquelallavedelacasa se les había quedado adentro. La señoraNena se lamentó y pidió disculpas. MísterHoudiniledijoquenosepreocupara,ycondosmovimientosabriólapuertasinlallave.

    Cada vez que Houdini aparecía por la vereda,los niños nos echábamos hacia atrás, erarespeto mezclado con temor. No faltóentoncesquiendijoqueteníaunpactosecretoconeldiablo,quesinosmirabafijamentealosojospodíahechizarnosoalgoasí,por lotantonadie lomiraba.Elúnicoqueseencargabadeél era Pausa, le ladraba y lo seguía toda lacuadra,hastaqueseaburría,volvíacontentoycansado, moviendo la cola para queaprobáramossuesfuerzo.Porsupuesto,Pausaera incapaz de morder a míster Houdini o a

  • cualquiera porque era unperro tranquilo, poresolellamabanPausa.

    Como suele suceder, los rumores del señorHoudini se hicieron algo fantasiosos. No meconsta, esto me lo contó Guille, el de losdiarios, aél se lo contó la señora AuroraPalacio que es la que vende joyas y hacealmuerzos.PeroquienrealmenteparticipófuePitica, la secretaria del contador, el señorArena.Piticacontóque,comotodoslosdíasala horadel almuerzo, bajó del edificioconsistorial donde trabajaba elcontadorArena, pensaba comer algo rápidoporqueteníatrabajoatrasado.Elascensorquebajabadelséptimopisoveníarepletodegente,entre ellosel señor Houdini, que, justamente,acababa de reunirse con el contadorArenapara que le ayudara en un trámite con susahorros. Pitica tambiénera del barrio, muyamigadelaseñoraAurora,queluegolecontóestoa Guille y de ahí lo supo todo el barrio.Mientras descendían, entre elpiso cuarto y elquinto, el ascensor se detuvo y quedó

  • completamente aoscuras. La gente que ibaadentro comenzó a gritar de pánico.Algunosrezabanypedíanperdónporsusfaltasy juraban que nunca más loharían. Otrosgritaban “mamá”, aunque tuvieran más decincuenta añosde edad. Otros gritabangroserías en contra de los administradoresdeledificio por el ascensor en malascondiciones. Quince minutos despuéslasituaciónestabaunpocomás calmada, y solollorabaunaseñoragordaqueprometióquenovolvería a comer en exceso si se salvaba.Finalmente los bajaron. Cuando llegaron alprimerpisoyabrieronlapuerta,ademásdeverluz,Piticavioafueradelascensor,unpocomásallá, a míster Houdini, paseándose por lagalería como si nada. Se acercó y le preguntócómo lo había hecho si ella lo había vistoadentro del ascensor, él sonrió, se llevó undedoasusobreroyconesesaludosedespidió.

    Entoncesocurrióunhechoincreíble,nadatuvoqueverconmagia,escapes,oilusionismos.Lopresenciamos todos y quedamos atónitos. Y

  • otra vez participó el señor Houdini. Unamañana lo vimos salir de la casa con susombrero, su ropa antigua y su bastón. Pausase sintióobligadoa ladrarle a ciertadistancia,tal vez solo para no perder la costumbre yporquetodoslosniñosestábamosmirando.Enesemomento,desdeunacamionetamunicipalbajaron tres hombres con un largo listón queen el extremo llevaba un alambre con el queatraparonporel cuelloaPausa. Leamarraronlas patas con dos sogas de plástico. Y asíquedó,hechounovillo,concaradesorpresaymiedo por lo que vendría a continuación. Losmunicipales se reían, le decían que se lollevarían a la perrera y con seguridad en unasemanamás leenterraríanuna inyecciónparamandarlo al otro lado. Con “el otro lado” sereferíanaquehastaahínomásllegabaPausa.Oparadecirlo apoyándonosen sunombre: lapausadePausaseríaparasiempre.

    Por supuesto, los niños del barrio corrimos aayudaranuestroperro,elquenoteníadueño,pero que en realidad no necesitaba tener

  • ninguno.Perosesabequelosniñosnuncahanganadounadiscusiónconmunicipales,asíqueno hubo modo de convencerlos de que loliberaran. En ese momento vimos un bastónque detenía la mano del empleadomunicipalque recogía a Pausa. El bastón de HarryHoudini. El municipal se echó para atrás conmiedo y explicó, casi temblando, que pordecreto municipal todos los perros vagosdebían llegar a la perrera, por órdenes delalcalde.ElseñorHoudinientoncesdijo—yfuelaprimeravezqueloescuchamoshablar—queesonoeranecesario,queporahoraPausanoiría a ningún lado sino a su casa, que enrealidad era el barrio entero, y que él sesentiría muy mal si al día siguiente, cuandoprocedieraadarsupaseooadirigirseahacertrámites, no le ladrara el perro. Tampoco losmunicipales alcanzaron a replicar. El señorHoudini, como en sus mejores tiempos deartista del escapismo, movió los amarres queaprisionaban a Pausa y lo liberó con unarapidezasombrosa.Nuestroperro, con lacolaentre las patas, se retiró sin dar las gracias,

  • llorandocomolohacenlosperros.SoloGuille,elde losdiarios,mástardeconsiguiócalmarlounpocoregalándolepartedelsancochadoquepreparabaparaalmorzarensuquiosco.

    Los municipales se fueron furiosos diciendoque volverían. Desde ese día redoblamos elcuidado de Pausa. Por supuesto, en los díassiguientes,cuandoelperroveíasalirdesucasaamísterHoudini, volvíaa ladrarle,peroahoraesos ladridos los interpretábamosnocomodeamenaza sino de agradecimiento. El señorHoudini, como si no se diera por enterado,seguía su camino moviendo su bastón yllevandodosdedosalaladesusombrerocomosaludo.

    Cuandoacabóelveranolosprimosvolvieronala capital, contentos de las vacaciones, de lascaminatas al cerro, de bañarnos en el río, dejugarfútbolenlascanchadelBajo,y,deloquefue nuestra principal ocupación esatemporada:tratardehacer lostrucosquenoscontarondelseñorHoudini.Porsupuesto,casininguno nos dio resultado. Incluso en una

  • ocasióntuvimosqueirdeemergenciaabuscaralseñorEstuardo,queeracerrajeroygásfiter,para que sacara de un baúl a Luisito, uno denosotros,quellevabadoshorassinpodersalirprobandoun truco de escapismonunca antesvisto.Cuandoporfinsalióestabaempapadodetraspiración. Si no es por un pequeño orificioen la parte superior del baúl se nos hubieraahogado. El señor Estuardo y Guille, el deldiario, nos advirtieron que si seguíamostratando de imitar al señor Houdini podríaocurrirnosunaccidente.

    Enotoñodecidimosquenopodíamosesperarmás,debíamoshablarconHarryHoudiniensucasita de madera en mitad de la cuadra. Laseñora Nena nos dijo que era difícil, remoto,casi imposiblequeélnos recibiera.Alparecernoqueríahablar,noqueríarecordarsusviejostiempos cuando era un famoso ilusionista.Cuando le preguntamos una razón, la señoraNena nos dio una respuestamisteriosa: “DonHoudininoquieresabernadadeilusiones”.

  • La oportunidad de hablar con Houdini en elbarrio llegó finalmente en el invierno de eseaño,hacemuchotiempoahoraque lopienso,casi como un sueño, bueno, como son todoslosrecuerdos,distantes,perdidos,lejanos.

    Guillenosavisó.LaverdadfuequeSantis,eldela carnicería, ledijo a Yolanda García de lasastrería, quien le contó a don Ismael,elbombero,estecorriódoscuadrasycasisufreunataque cardíacoantesde contarle aGuille,el del diario, quien nos contó a nosotros.Habíallovido intensamente durante la noche,elríosedesbordóypartedelbarrioamanecióinundado. Los de la municipalidadaprovecharon la confusión, recorrieron calle acallerecogiendoa losperrosvagos.Alfinaldela recogida la camioneta no logró salir delbarrioporqueel ríocortóelpasoporelúnicopuente que unía al resto de la ciudad. Y allíestaba, lo comprobamos cuando vimos lacamionetadetenidaconsucarrocería llenadeperros vagos, incluidoelPausa. Teníamosqueactuar con rapidez. Alguien sugirió asaltar la

  • camioneta, pero los dos empleados en lacabinanoparecíandispuestosaentregarnosanuestro perro y al resto de los prófugos.Mientras tanto, llovíadeuna formabestial. Elrío seguíapoderoso y rugiente. Cuántas veceslohabíamosvisto igualen invierno, violentoypeligroso, tan distinto a cuando nosbañábamosenélduranteelverano.

    Nosésiamísemeocurrió,detodasmaneraslamayoríaestuvodeacuerdo:elúnicoquenospodría ayudar para salvar a Pausa era místerHoudini, elmago, ilusionista, escapista, amigolejano de Pausa. Si una vez se enfrentó a losmunicipales podría hacerlo de nuevo,pensamos. Yo fui el encargado de correr a lacasa de lamitad de la cuadra para avisarle loque ocurría. Esta vez nome recibió la señoraNena,talvezporqueesedíanolecorrespondíalimpieza, sino el mismo Houdini, vestido decamisaypantalones.Nuncaanteslohabíamosvistoasí,sinsusombreronisubastóndepuntaextraña. Entonces, en medio de la lluvia,mojado,casi llorando, lecontéloquesucedía.

  • Él pareció no entender y pensamos que noscerraría la puerta. Movió la cabeza, suspiró ysiguiómoviendolacabezaysuspirando.Sinsutraje, sin su sombrero, se notaba delgado yviejo.Entoncespreguntó:

    —¿Porquévienesadondemí?

    Enesemomentonopenséen la respuesta, ledije lo primero que se me ocurrió.Objetivamentefueunapésimarespuestaperoasímesalió:

    —Porqueustedesmago,donHoudini—esoledije.

    Ni siquiera tomó su sombrero, tampoco suvestónviejo,ymenoselbastónolas llavesdesucasa,aunqueestoúltimopocoimportabasipodía abrir lo que quisiera. Caminamos loscinco niños, míster Houdini, Guille el de losdiarios, la señora Aurora, el señor Santis y elbombero Ismael,esdecir,unabuenacantidaddevecinos.Nosdirigimosalpuente,dondelosmunicipalesesperabanqueseabrieraelpaso.

  • En ese momento el río creció de pronto,arrastrandobarroypiedras,ycomosidieraunmordiscoaunatortadecumpleaños,derribóladefensa de tierra del camino que llegaba alpuente.Entonceslasdosruedastraserasdelacamioneta comenzaron a deslizarse hacia elrío, muy lentamente. Los empleados en lacabina tuvieron tiempo para bajar. Lacamioneta se inclinó y comenzó a caer encámara lenta. Al principio flotó como si fueraun barco. Giró y semovió hacia el centro delcauce.Entoncescomenzóahundirse.

    Los que veíamos esa escena no lo podíamoscreer. Escuchamos los ladridos desesperadosde los perros en el interior de la camioneta.Eran ladridos de miedo por lo que ocurría.Algunosdelosniñossecubrieronlacara,otroslloraban.

    Entonces vimos al viejo Houdini correr por laorilla del río. Se quitólos zapatos. Estiró lasmanos al cielo como si fuera uno de susactosde escapismo visto por miles depersonas.Seechóairea lospulmones.Realizó

  • dos flexionesderodillas.Ysearrojóal río.Unmomentodespués lo vimos aparecer adelantede la camioneta, justo cuandose hundíacompletamente echando humo. Los ladridosde los perros desaparecieron de pronto.TambiénHoudini se sumergió.Noquedónadasobre la superficie del río. Pero solo fue unminuto o tal vez menos. Enseguidacomenzamosaveraparecerlascabezasdelosperros, uno tras otro, hasta que aparecióPausa.Alfinal,cuandolosvecinoscomenzarona lamentarse de que el míster se habíaahogado, también apareció la cabeza deHoudiniechandounchorrodeagua.

    Fuesuúltimoactodeescapismo,unoquenosimpresionóyquenuncaolvidamosenelbarrio.Los municipales se paseaban sorprendidosdiciendo que era imposible que abriera lacarrocería de la camioneta porque solo ellosteníanlallave.Porsupuesto,sabíanmuypocodequiéneraHarryHoudini.

    Unasemanadespuésmimamámeentregóunfrasco de mermelada que ella preparaba.

  • Lleguéatocarlapuertaenmitaddelacuadra.Me recibió la señora Nena, que me mirólevantando las cejas. Le expliqué que venía aagradecerle en nombre de los demás,especialmente en nombre de Pausa, quien nopodía hablar, por eso le traía un frasco demermeladacasera.LaseñoraNenanomedejódecirnadamás.Entróensilencióconelfrascoenlasmanosmientrasyomequedéafuera.Unrato después regreso con el siguiente recado:“Don Houdini dice que gracias, y que leencantalamermeladadealbaricoques”.

    Enesemomentonosupequémásdecirlea laseñoraNena,hastaqueellamepreguntó:

    —¿Algomás?

    Movílacabezaymedivuelta,entoncessemeocurrió lo que consideré una idea genial. Ledijea laseñoraNenaqueenrealidad loúnicoquedeseabaeraconoceralgunosdelostrucoso secretos del señor Houdini, que nada lecostaba contármelos sobre todo ahora que élnolosutilizaba.LaseñoraNenaotravezmoviólacabezaydijo:

  • —Espera.

    Sedemoróunpocomás tiempo,peroregresóconlarespuesta.

    Entonces, a través de la señora Nena, conocíalgunosdelostrucosdeHoudini,almenosdoso tres, los que ahora no le servían de nadaporque estaba retirado de la profesión demago, escapista, e ilusionista. Después decontármelo agregó algo más la señora Nena,más bien era un consejo que me enviaba elmíster si es que yo pretendía convertirme enunmago,ilusionistaoescapista,yesteeraqueno podía revelar a nadie esos trucos, eso eraunaleyentremagos.Yesporesoque,aunqueno me faltan las ganas de hacerlo, no puedoahoradecirnadaalrespecto.

    Pocos años después de aquel inviernoabandoné el barrio, y abandoné la ciudad deprovinciadondenací.Amipapálotrasladaronal norte a trabajar. En esa nueva ciudadrápidamente hice amigos, algunos incluso setransformaronenesosamigosdetodalavida.Crecíymeconvertíenadulto.Nuncaabandoné

  • lamagia, yel ilusionismo lopracticabaenmistiemposlibres,cuandonoestabaestudiandolaprofesiónquefinalmenteelegíparaganarmelavida.Era,porasídecirlo,ylosoyhastahoy,unmagoaficionado.Avecesrealizabatrucosamishijos y a sus amigos, también algunos deescapismo, pero no demasiado de estosúltimos porque en esa área nunca fui muybueno.

    Yundía regreséamiantiguaciudad,despuésde muchos años de ingratitud. El río seguíadesbordándose en invierno en el barrio, y enverano,encambio,erasosegadoyamistoso.

    Elbarriocambiócompletamente.Noencontréa ninguno de mis antiguos amigos porque,como yo, también salieron de allí.Me enteréde algunos vecinos fallecidos. También HarryHoudini llevaba varios añosmuerto. Entoncessemeocurrió,antesderegresaradondevivía,iravisitarsutumba.

    Metomóundíaaveriguarenlaadministracióndel cementerio dónde estaba enterrado.

  • Finalmente me llamaron por teléfono paraconfirmarlo.

    En laentradadel cementeriomeesperabaunviejo sepulturero, que me guió sin decir unapalabra. Cuando llegamos al lugar soloencontramos un gran hoyo abierto y nadaadentro. Traté de hablar pero no me salió lavoz.Elsepultureroentoncesdijo:

    —Loves,yaseescapóotravezdonHoudini.

    Después de un rato que no paraba de reír, elsepulturero me dijo que solo bromeaba,estabancambiandodelugaresatumbayotrasdelsector.Alparecerelríosocavaenesapartedel cementerio y tenían miedo de que lastumbas se las llevaran las aguas. No era laprimeravez.Cadavezquelohacíancoincidíancon que alguien preguntaba por Houdini,entonces el sepulturero disfrutaba con lamismabroma.

    Cuando estuve frente a la nueva tumba delseñorHoudini,mepaséunbuenratosindecirnada, pensando en otras cosas, problemas ydesafíos futuros. Finalmente me levanté y le

  • dejéunasflores.Antesdeirmemeacerquéalalápida, entonces le susurré bajito que habíacumplido mi promesa, que nunca revelé sussecretos, y que tampoco pensaba hacerloahoraqueescribíasobreél,elGranHoudini.

    FIN

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