haldeman joe - humor cosmico

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    HUMOR CSMICO

    Joe Haldeman(Recopilador)

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    Joe Haldeman

    Ttulo original: COSMIC LAUGHTER

    Edicin en lengua original:Joe Haldeman 1974

    M. T. Segur 1977Traduccin

    Jorge Snchez 1977Diseo yrealizacin de la cubierta

    La presente edicin es propiedad de EDITORIAL BRUGUERA, S. A. Mora la Nueva, 2. Barcelona (Espaa)

    1 edicin: abril. 1977Impreso en Espaa Printed in SpainISBN 84-02-05111-1

    Depsito legal: B. 1l.932 - 1977Impreso en los Talleres Grficos de EDITORIAL BRUGUERA, S. A. Carretera Nacional 152, Km 21,650Parets del Valls - Barcelona 1977Escaneado y corregido por: Jota

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    ndice

    Un ligero error de clculo, porBen BovaEs un pjaro, por es un avin!, porNorman Spinrad

    Los robots estn aqu, porTerry Carr/ de Newton, porJoe HaldemanLos hombres que asesinaron a Mahoma, porAlfred BesterServir al hombre, porDamon KnightUna bomba en la baera, porThomas N. ScortiaEl hechicero negro del castillo negro, porAndrew J. Black OffuttGallegher Plus, por Henry Kuttner

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    Introduccin

    Gran parte de la ciencia ficcin es terriblemente seria. Los autores urden historias para

    advertirnos de que nos estamos agotando. Inventan nuevos universos y nuevas razasde hombres, como marcos y protagonistas de vastos dramas. Con todo el Universo,pasado, presente y futuro, como escenario, no es de extraar que el pincel sea grueso ylas pinceladas audaces.

    La ciencia ficcin hace mucho ruido; el zumbido de las pistolas lanzarrayos, el choquede los planetas, el rugido de las metforas csmicas. Pero si escuchamos atentamente,oiremos una risita ocasional, alguna carcajada, incluso, y ms all a cuatro aos luz alsudeste de Alfa del Centauro un coro de estridentes risas. Porque tambin existe unaciencia ficcin para divertirse.

    Lo nico que todos los relatos siguientes tienen en comn es que me han hecho rer.Por lo dems, son muy diferentes. Encontramos constantes y burlonas extravagancias en

    las fabulosas mquinas de Henry Kuttner, pero tambin un relato de Damon Knight queparece muy sensato y serio... hasta la ltima lnea. Tenemos el ms negro de los humoresnegros y algunas frivolidades puramente divertidas. Ambas cosas en el mismo relato,escrito por una extraa persona con el nombre en minscula, llamada andy offutt.

    Estn ustedes a punto de conocer a personas tan inverosmiles como CaedmanWickes (investigador privado, especialista en denuncias singulares), un ejrcito de ClarkKents, y Flix Funck, supersiquiatra. Naturalmente, hay unos cuantos sabios distrados, eincluso uno que se desvanece gradualmente.

    Y las mquinas: un enorme aparato aparentemente construido con la nica finalidad decomer tierra mientras canta St. James Infirmary, una pelota de hojalata con todo elencanto .del Viejo Mundo, un robot transparente enamorado de sus propias vsceras, yuna eglatra bomba H que habla y tiene un ojo azul.

    Pero no todo es frivolidad y ligereza, oh, no! Estos relatos versan sobre temas tanenormemente serios como terremotos catastrficos, un mundo, que se ha vuelto loco,canibalismo, la invasin de las araas, un dispositivo ideado para hacer estallar todo elUniverso en calidad de, uh, terapia,

    Los temas, al menos, son seriosJOE HALDEMAN

    A mi padre y a m madre

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    UN LIGERO ERROR DE CALCULO

    BEN BOVA

    Nathan French era un matemtico puro. Trabajaba para un laboratorio de investigacinsituado en la cumbre de una colina que dominaba la costa del Pacfico, pero su despachono tena ventanas. Cuando su laboratorio obtena sus ingresos por una investigacinsobre bombas nucleares, Nathan se dedic a hacer ecuaciones para colocar a hombresen la Luna con un mnimo de consumo de combustible. Cuando su laboratorio obtuvo unimportante contrato para realizar el proyecto de un vuelo lunar, Nathan empez apreocuparse acerca de la polucin atmosfrica.

    Nathan no tena mucho aspecto de matemtico. Era alto y delgado, le gustaba jugar abalonmano, hablaba con un ligero ceceo cuando se excitaba, y tena una cara querecordaba claramente a un caballo. Esto le ayudaba a mantenerse puro en otras cosasque no eran las matemticas. Lo nico que permita deducir su clase de trabajo era que,ltimamente, haba empezado a bizquear bastante. Pero no pareca nada nervioso niimpresionable, y an sonrea a menudo, mostrando sus grandes dientes de caballo.

    Cuando el laboratorio obtuvo su primer contrato (del estado de California) para estudiarla polucin atmosfrica, los puros pensamientos de Nathan se volvieron naturalmenteen otra direccin.

    Creo que es posible encontrar un mtodo para predecir los terremotos dijo Nathanal jefe del laboratorio, el viejo y bondadoso doctor Moneygrinder.

    Moneygrinder mir fijamente a Nathan por encima de sus bifocalesMuy bien, Nathan, hijo mo dijo con entusiasmo. Adelante; puedes intentarlo. Ya

    sabes que siempre me ha interesado el progreso del hombre en la comprensin de suuniverso.Cuando Nathan hubo salido del suntuoso despacho del jefe, Moneygrinder alz su

    panzudo cuerpecito del cmodo silln donde estaba aposentado y se acerc a la ventana.Su despacho tena dos ventanas: una de ellas dominaba una hermosa vista del Pacfico;la otra daba al aparcamiento, para que el jefe pudiera comprobar quin llegaba a trabajary a qu hora.

    Y detrs de ese aparcamiento, que estaba medianamente lleno de coches pasados demoda (los negocios no iban bien desde haca varios aos), entre los eucaliptos y larefrescante hierba, haba una pequea elevacin de terreno notablemente recta, de unaaltura no superior a un metro veinte. Se extenda como un alargado escaln por detrs de

    toda la fachada del laboratorio, hasta ms all de la iglesia de estuco rosa abandonada enla cresta de la colina. Una pequea elevacin de tierra cubierta de hierba que eradenominada la Falla de San Andreas.

    Moneygrinder contemplaba a menudo la falla desde su ventana, repitiendomentalmente lo que deba hacer cuando la tierra empezara a temblar. No era miedo, sloprudencia. Una vez haba habido un temblor mientras celebraban una reunin con elpersonal. Moneygrinder haba saltado por la ventana, atravesado el aparcamiento, yalcanzado el otro lado de la falla (el lado oriental, o seguro) antes de que hombresmucho ms jvenes que l se hubieran levantado de la silla. El personal habl durantemeses de la asombrosa agilidad del rechoncho hombrecillo.

    Justo un ao despus, el aparcamiento estaba ligeramente ms lleno, y algunos de los

    coches eran nuevos. El tema de la polucin empezaba a interesar, desde el desastrososmog de San Clemente. Y el laboratorio tambin haba logrado conseguir unos cuantoscontratos de las Fuerzas Areas... por una cantidad de dinero seis veces mayor que la

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    obtenida por el trabajo sobre la polucin.Moneygrinder estaba recostado en el cmodo silln de su despacho, intentando

    parecer interesado y reservado al mismo tiempo, cosa muy difcil de lograr, pues nuncapoda seguir a Nathan cuando el matemtico intentaba explicarle su trabajo.

    Azi que ez una zimple cueztin de tranzponer la progrezin ceceaba Nathan,hablando demasiado de prisa porque estaba excitado, mientras garabateaba ecuaciones

    en la pizarra de color fucsia con chirriantes trazos de tiza amarilla.Lo ve? dijo Nathan al fin, colocndose junto a la pizarra. Esta se encontrabatotalmente cubierta con sus nmeros y smbolos casi ilegibles. Una nube de polvo amarilloflotaba a su alrededor.

    Hum... dijo Moneygrinder. De modo que tu conclusin...Ezt perfectamente clara dijo Nathan. Zi ze tiene una aceptable baze de datoz,

    no zlo ez pozible predecir cundo y dnde ze producir un terremoto, zino tambin culzer su intenzidad.

    Moneygrinder entrecerr los ojos.Ests seguro?He repazado la teora con los geofzicos de la Ezcuela Tecnolgica de California y

    eztn de acuerdo conmigo.Hum. Moneygrinder tabale sobre la superficie de la mesa con sus dedos

    gordezuelos. Yas que esto se aparta un poco de la cuestin, Nathan, pero... ah, puedes realmente

    predecir los terremotos? O no es ms que teora?Claro que puedo predecir loz terremotoz dijo Nathan, sonriendo como la mula

    Francis; como el del prximo juevez.El del prximo jueves?Z. Habra un gran terremoto el prximo juevez.Dnde?Aqu mizmo. A lo largo de la falla.No!Nathan lanz distradamente al aire un trozo de tiza, pero no pudo volver a cogerla, y

    cay sobre la moqueta.Moneygrinder, ligeramente ms plido que la tiza, pregunt:Has dicho un gran terremoto?Uh-huh.Es que..., es que los de la Escuela Tecnolgica han hecho la prediccin?No, fui yo. Ellos no eztn de acuerdo. Dicen que tengo un factor gamma invertido en

    la decimocuarta serie de ecuaciones. La computadora lo est comprobando en estemomento.

    Algo de color volvi a las flccidas mejillas de Moneygrinder.Oh..., oh, comprendo. Bueno, notifcame el resultado de la computadora.Desde luego.A la maana siguiente, mientras Moneygrinder contemplaba la llegada de los coches a

    travs de los visillos que cubran la ventana de su despacho, son el telfono. Saba quesu secretaria haba trasnochado y que an no haba llegado. Frunciendo el ceo,Moneygrinder se aproxim a la mesa y contest personalmente el telfono.

    Era Nathan.La computadora est de acuerdo con los muchachos de la Escuela Tecnolgica,

    pero yo creo que la programacin no es correcta. No se puede confiar ciegamente en lascomputadoras; no son mejores que las personas encargadas de ellas.

    Comprendo repuso Moneygrinder. Bueno, sigue adelante con lascomprobaciones. Sonri con irona al colgar el aparato. El bueno de Nathan! Inmejorablecomo terico, pero intil en el mundo real.

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    Sin embargo, cuando su secretaria apareci y le trajo su caf y pastilla matinales y lemordisque la oreja, coment pensativamente:

    Quiz debiera hablar con esos banqueros de Nueva York.Pero si dijiste que no necesitaras su dinero ahora que este asunto est cobrando

    inters ronrone ella.El asinti blandamente.

    S, pero de todos modos... arrglame una entrevista con ellos para el prximo jueves.Me ir el mircoles por la tarde y me quedar el fin de semana en Nueva York. Ella le mirfijamente. Pero t me dijiste que iramos.,. Ya lo s, ya lo s..., pero los negocios vanprimero. Puedes coger el avin de la noche del viernes y esperarme en el hotel.Sonriendo, ella contest; S, cario.

    Matt Climber acababa de llegar de un almuerzo en el Pentgono cuando recibi lallamada telefnica de Nathan.

    Climber haba trabajado para Nathan haca varios aos. Empez como programador decomputadoras, ayudante de Nathan. Al cabo de dos aos se haba convertido en jefe deseccin, y supervisor directo de Nathan. (Slo nominalmente. Nadie poda mandar a

    Nathan; l trabajaba independientemente.) Cuando Moneygrinder se dio cuenta de queClimber aspiraba a ocupar su propio puesto, el jefe del laboratorio proporcion a su jovenayudante un empleo administrativo en Washington. Una buena experiencia para unejecutivo que promete.

    Hola, Nathan, cmo va el trabajo de investigacin? dijo Climber mientrasconsultaba su agenda de entrevistas. Tena dos conferencias y dos reuniones de personalaquella misma tarde. Espera, espera, no tan de prisa dijo Climber, con acentoamistoso, pero expresin sombra. Ya sabes que nadie puede entenderte cuandohablas a esta velocidad.

    Treinta minutos ms tarde, Climber estaba retrepado en su silln, con los pies encimade la mesa, la corbata floja, el cuello de la camisa abierto y las dos primeras reuniones desu lista tachadas.

    A ver si lo he entendido bien, Nathan dijo, asiendo el receptor con fuerza.Predices un gran terremoto a lo largo de la falla de San Andreas para el prximo juevespor la tarde a las dos y media, hora del Pacfico. Pero los de la Escuela Tecnolgica y tupropia computadora no estn de acuerdo contigo.

    Al cabo de otros diez minutos, Climber dijo:S, s..., claro que me acuerdo de que a veces nos equivocbamos en la

    programacin. Pero t tambin cometas errores. Est bien, est bien..., te dir lo quevamos a hacer, Nathan; sigue verificando las cifras. Si llegas a la conclusin de que lacomputadora est equivocada y t no, llmame inmediatamente. Me pondr en contacto

    con el mismo presidente, si es necesario. De acuerdo? Estupendo. No dejes detelefonearme.Colg bruscamente el auricular y puso los pies en el suelo, con la misma expresin de

    inquietud.El viejo ha perdido un tornillo, se dijo Climber. El prximo jueves. Ja! El prximo

    jueves. Hummm...Hoje apresuradamente la agenda. Tena una reunin con los de la Boeing el jueves

    siguiente.Sihay un gran terremoto, toda la maldita costa occidental se hundir en el Pacfico.

    Vamos a ver..., no seas tonto. Nathan est loco, eso es todo. Sin embargo..., no s si lafalla llega tan al norte.

    Se inclin sobre la mesa y apret el botn del interfono.S, seor Climber? contest la voz de su secretaria.Esa conferencia con los de la Boeing sobre transportes de estratorreactor

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    hipersnico del prximo jueves empez Climber, titubeando un momento. Pero, contotal decisin, orden: Canclela.

    Nathan French no era aficionado a la bebida, pero el martes de la siguiente semana fuedirectamente del laboratorio a un pequeo bar que estaba asentado sobre un salienterocoso que dominaba el ocano.

    Estaba extraamente desierto aquel martes por la tarde; de modo que Nathan acaparla completa atencin del preocupado camarero y la prostituta recin pintada que trabajabadurante aquel primer turno con un vestido de cctel exageradamente corto y rociada depenetrante perfume.

    Vaya desastre, el negocio nunca haba ido tan mal como ayer y hoy gru elcamarero. Se agitaba de un lado a otro de la barra, sin nada que hacer. El nico vasosucio de todo el establecimiento era el de Nathan, y l lo tena agarrado porque le gustabamasticar los cubos de hielo.

    S convino la chica. A este paso, volver a ser virgen a final de semana.Nathan no dijo nada. Tena la boca llena de cubos de hielo, que masticaba con

    distrada cacofona. Segua intentando descubrir por qu l y la computadora no

    coincidan acerca de la decimocuarta serie de ecuaciones. Todo lo dems encajaba a laperfeccin: la hora, el lugar, la intensidad segn la escala de Richter. Pero el vector, elvalor direccional..., alguien segua interpretando mal sus instrucciones para laprogramacin. Era la nica explicacin posible.

    La bolsa de valores est por los suelos dijo ttricamente el camarero. Mi agentedice que la Boeing va a poner de patitas en la calle a la mitad del personal. El transporteestratorreactor que iban a construir est paralizado. Y el laboratorio de la colina pasar amanos de algunos bancos de la Costa Este. Mene la cabeza lentamente.

    La muchacha, sentada junto a Nathan con los codos sobre la barra y el sostn rellenode goma espuma claramente perfilado, le sonri y le dijo:

    Oye, qu te parece si..., muchacho? Slo para que no me olvide de cmo hacerlo,eh?

    Con un ltimo mordisco al ltimo cubo de hielo, Nathan dijo:Oh, disclpeme, tengo que verificar el programa de la computadora.

    Por la maana del jueves, Nathan estaba verdaderamente preocupado. No slo lacomputadora segua insistiendo en que l se haba equivocado en la ecuacindecimocuarta, sino que ninguno de los programadores se haba presentado a trabajar.Evidentemente, uno de ellos quiz todos ellos haba saboteado su programa. Peropor qu?

    Recorri a grandes zancadas todos los pasillos del laboratorio en busca de algn

    programador, cualquiera..., pero el laboratorio estaba prcticamente vaco. Slo unpuado de personas haba acudido a trabajar, y tras una hora aproximada deconversaciones a media voz en la cafetera, empezaron a desfilar hacia el aparcamiento,donde subieron a sus coches y se alejaron.

    Dio la casualidad de que Nathan iba por un pasillo cuando uno de los fsicosinvestigadoresuno nuevo, perteneciente a un departamento con el que Nathan nuncatrataba choc con l.

    Oh, perdone dijo apresuradamente el fsico, haciendo ademn de dirigirse a lapuerta que haba al final del corredor.

    Espere un momento dijo Nathan, asindole por un brazo. Sabe programar unacomputadora?

    Uh, no, no s.Dnde se ha metido hoy la gente? se pregunt Nathan en voz alta, sin soltar elbrazo del hombre. Es que es una fiesta nacional?

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    Pero, hombre, no se ha enterado? pregunt el fsico, con ojos saltones. Habrun terremoto esta misma tarde. Todo el estado de California se hundir en el mar!

    Ah, es eso.Desasindose, el fsico sigui pasillo abajo. Al llegar a la puerta, grit por encima del

    hombro:Salga de aqu ahora que an puede! Hacia el este de la falla! Las carreteras se

    estn llenando muy de prisa!Nathan frunci el ceo.An queda una hora o ms se dijo. Y sigo creyendo que la computadora se

    equivoca. Me pregunto cules seran los efectos de la marea en el ocano Pacfico si todoel estado se hundiera en el ocano.

    Nathan no se dio realmente cuenta de que estaba hablando consigo mismo. No habanadie ms con quien hablar.

    Excepto la computadora.Estaba sentado en el cuarto de la computadora, absorto todava en las tercas

    ecuaciones, cuando empez el ruido. Al principio fue apenas audible, como un trueno muydistante. Despus la habitacin empez a temblar y el ruido aument de intensidad.

    Nathan consult su reloj de pulsera: las dos y treinta y dos.Lo saba! dijo alegremente a la computadora. Lo ves? Apuesto cualquier cosa

    a que el resto tambin est correcto; incluyendo la ecuacin decimocuarta.Andar por el pasillo era como ir por el corredor de un barco azotado por la tormenta. El

    suelo y las paredes se balanceaban violentamente. Nathan consigui mantenerse en pie,a pesar de algn que otro tropezn.

    No se le ocurri que poda morir hasta que sali al exterior. El cielo estaba oscuro, elsuelo se mova, y el ruido le ensordeci. Un fuerte viento levantaba polvo por todaspartes, aadiendo su estridente furia al torturado lamento de la tierra.

    Nathan no poda ver a un metro y medio por delante de l. Zarandeado por el viento ycon los ojos llenos de polvo, no saba en qu direccin avanzar. Saba que el otro lado dela falla significaba la salvacin, pero dnde estaba?

    Entonces se produjo un relmpago bblico y el ltimo rugido, estridente, chirriante yatronador. Una tremenda onda de choque lanz al suelo a Nathan, y perdi elconocimiento. Su ltimo pensamiento fue: Yo tena razn y la computadora estabaequivocada.

    Cuando se despert, el sol brillaba dbilmente a travs de una neblina gris. El vientohaba amainado. Todo estaba inslitamente silencioso.

    Nathan se puso trabajosamente en pie y mir a su alrededor. El edificio del laboratorioan segua all. El estaba en medio del aparcamiento; el nico coche a la vista era elsuyo, cubierto de polvo.

    Ms all del aparcamiento, donde haban estado los eucaliptos, se vea el borde de unacantilado, donde rocas an humeantes y tierra virgen se derrumbaban hacia el marespumeante.

    Nathan se acerc tambalendose al borde del acantilado y mir al mar, hacia el este.De algn modo se dio cuenta de que la tierra ms cercana era Europa.

    Maldita sea dijo con desacostumbrada vehemencia. La computadora tenarazn, despus de todo.

    ES UN PAJARO, ES UNAVIN!NORMAN SPINRAD

    El doctor Flix Funck puso torpemente una nueva cinta en la grabadora que tena

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    escondida en el cajn central de su mesa mientras la voluptuosa seorita Jones introducaa un nuevo paciente. El doctor Funck contempl con anhelo a la seorita Jones, cuyacorta bata blanca de enfermera dejaba adivinar su contenido de la manera ms efectivasin revelar ninguno de los detalles ms ntimos e interesantes. Si la visin de rayos Xfuera realmente posible y no parte del maldito sndrome...

    Domnate, Funck, domnate!, se dijo Flix Funck por decimosptima vez aquel

    mismo da.Suspir, se resign, y dijo al joven de aspecto serio que la seorita Jones haba llevadoa su despacho:

    Por favor, sintese, seor...Kent, doctor! repuso el joven, sentndose cuidadosamente en el borde de un

    silln demasiado relleno enfrente del escritorio de Funck. Clark Kent!El doctor Funck hizo una mueca, y despus sonri dbilmente.Por qu no? dijo, examinando el aspecto del joven. El joven llevaba un arcaico

    traje azul cruzado y gafas de montura de acero. Su cabelloera de un azul acerado. Dgame..., seor Kent, por casualidad sabe dnde se

    encuentra?

    Desde luego, doctor! repuso vivamente Clark Kent. Estoy en un gran hospitalmental pblico de la ciudad de Nueva York!

    Muy bien, seor Kent. Y sabe usted por qu est aqu?Creo que s, doctor Funck! contest Clark Kent. Sufro de amnesia parcial! No

    recuerdo cmo ni cundo vine a Nueva York!Quiere decir que no recuerda su vida pasada? pregunt el doctor Flix Funck.Claro que no, doctor! dijo Clark Kent. Me acuerdo de todo hasta hace tres das,

    cuando me encontr sbitamente en Nueva York! Y me acuerdo de los ltimos tres dasaqu! Pero no me acuerdo de cmo llegu!

    As pues, dnde viva antes de encontrarse en Nueva York, seor Kent?En Metrpolis! respondi Clark Kent. Eso lo recuerdo muy bien! Soy periodista

    del Daily Planetde Metrpolis! Es decir, lo soy si el seor White no me ha echado por nopresentarme en tres das! Debe usted ayudarme, doctor Funck! Tengo que regresarinmediatamente a Metrpolis!

    Bueno, lo nico que tiene que hacer es coger el prximo avin sugiri el doctorFunck.

    No parece haber ningn vuelo de Nueva York a Metrpolis! exclam Clark Kent.Tampoco hay autobuses ni trenes! Ni siquiera pude encontrar un ejemplar del DailyPlanet en el quiosco de Times Square! Ni siquiera puedo acordarme de dnde estMetrpolis! Es como si alguna fuerza maligna hubiera borrado todo rastro de Metrpolisde la faz de la Tierra! Este es mi problema, doctor Funck! Tengo que regresar a

    Metrpolis, pero no s cmo!Dgame, seor Kent dijo lentamente Funck, por qu es tan imperativo queregrese inmediatamente a Metrpolis?

    Bueno..., uh..., est mi empleo! repuso Clark Kent con desasosiego. PerryWhite debe de estar furioso a estas alturas! Y est mi chica, Lois Lane! Bueno, quiz nolo sea todava, pero lo ser!

    El doctor Flix Funck esboz una sonrisa de conspirador.No hay alguna razn ms apremiante, seor Kent? pregunt. Algo que tenga

    que ver con su identidad secreta?Identidad secreta? balbuce Clark Kent. No s de qu est usted hablando,

    doctor Funck!

    Oh, vamos, Clark! dijo Flix Funck. Hay mucha gente que tiene identidadessecretas. Yo mismo tengo una. Dgame cul es la suya, y yo le revelar la ma. Puedeconfiar en m, Clark. El juramento de Hipcrates, y todo eso. Su secreto est a salvo

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    conmigo.Secreto? De qu secreto est hablando?Vamos, vamos, seor Kent! apremi Funck. Si quiere que le ayude, tendr que

    jugar limpio conmigo. No me creo toda esa palabrera humilde y suave de periodista. Squin es usted en realidad, seor Kent.

    Soy Clark Kent, periodista humilde y suave del Daily Planetde Metrpolis! insisti

    Clark Kent.El doctor Flix Funck meti la mano en un cajn de la mesa y extrajo un pequeo trozode roca cubierta con pintura verde.

    Usted es, en realidad, Supermn exclam, ms rpido que una bala, ms fuerteque una locomotora, capaz de saltar altos edificios de un solo brinco! Sabe qu es esto?chill, lanzando la roca verde a la cara del desventurado Clark Kent. Es kriptonita,eso es lo que es, autntica kriptonita, inspeccionada por el gobierno! Qu me dice deeso, Supermn?

    Clark Kent, que en realidad es el Hombre de Acero, trat de decir algo, pero antes deque pudiera articular sonido alguno, perdi el conocimiento.

    El doctor Flix Funck se inclin por encima de la mesa y desabroch la camisa de Clark

    Kent. Como era de esperar, debajo de su ropa de calle, Kent llevaba un mono de lanateido de azul y carcomido por las polillas, sobre cuya parte delantera haba sido cosidauna S de tela burda y desigual.

    Un caso clsico... murmur para s el doctor Funck. Como sacado de un libro detexto. Incluso ha perdido sus poderes imaginarios cuando le he enseado la falsakriptonita. Otro trabajo para Supersiquiatra!

    Domnate, Funck, domnate!, volvi a decirse el doctor .Flix Funck.Meneando la cabeza, toc el timbre para llamar a los enfermeros.

    Cuando los enfermeros se hubieron llevado al Clark Kent nmero 758, el doctor FlixFunck sac un montn de comics del cajn de su mesa, los extendi encima de ella, loscontempl inexpresivamente y gimi.

    El sndrome de Supermn estaba escapando a todo control. Slo en este hospital, yahay 758 casos clasificados del sndrome de Supermn, pens desesperadamente, y sloDios sabe cuntos superchalados esperan ser clasificados en el pabelln de ingresos.

    Por qu? Por qu? Por qu? murmur Funck, mesndose el cabello cada vezms escaso.

    El saba que, naturalmente, la razn bsica, fundamental, ineludible e incurable era queel mundo estaba lleno de Clark Kents. Hombres de maneras humildes y suaves.Perdedores natos. Claro que ninguno de ellos se vea a s mismo como a un inepto.Todos los ratones se consideran leones. Todo el mundo tiene una identidad secreta, la

    imagen soada de s mismo, posterior de poderes fantsticos, capaz de enfrentarse consituaciones normalmente imposibles...Incluso los psiquiatras tenan identidades secretas, pens abstradamente Funck. Al fin

    y al cabo. quin ms que Supersiquiatra poda enfrentarse con un pabelln repleto desupermanes?

    Supersiquiatra! Ms fuerte que un psicpata, violento! Capaz de diagnosticar unaverdadera neurosis en una sola sesin! Ms rpido que Freud! Ms hbil que Adler!Este, disfrazado como el doctor Flix Funck, cabeza calva y atormentada del pabelln delsndrome de Supermn de un gran manicomio metropolitano, libra la guerra interminablede la adaptacin. Anlisis neo-freudiano, dicotoma y American Way!

    Domnate, Funck, domnate!

    Hay un pequeo Clark Kent en el mejor de nosotros, pens Funck.Esa era la razn de que Supermn hubiera pasado al folklore desde haca tantotiempo. Supermn y su alter ego, Clark Kent, constituan la expresin franca y perfecta del

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    dilema humano (Kent) y la correspondiente realizacin de sus deseos (El Hombre deAcero). Para los nios era normal asimilar el mito sinttico en sus descuidadossubconscientes. Pero para ellos tambin era normal superarlo ms tarde. Unas cuantastendencias esquizoides infantiles nunca perjudican a nadie. Todos los nios estn unpoco locos, razonaba sabiamente Funck.

    Ojal alguien hubiera detenido a Andy Warhol antes de que fuese demasiado tarde!

    Eso fue lo que abri la ftida lata de gusanos, pens Funck... El furor del pop-art.Repentinamente, los comics dejaron de ser asunto de nios. Repentinamente, los comicspasaron a ser Arte con una A mayscula. Estaban de moda, los llamados adultos ya nose avergonzaban de arrebatrselos a los nios y leerlos ellos mismos.

    En toda Amrica, hombres de maneras humildes y suaves daban marcha atrs yrevivan su juventud a travs de los comics. Millares de patanes de maneras humildes ysuaves se identificaban una vez ms con el periodista de maneras humildes y suaves delDaily Planetde Metrpolis. Era como regresar de nuevo a casa. Supermn era la figuraque encarnaba perfectamente la realizacin de todos los deseos. Nadie dudaba de quepudiera pulverizar a 007, saltar por encima de un atasco de trfico en la autopista de LongIsland de un solo brinco, ver a travs de la ropa femenina con su visin de rayos X, y,

    voil, el sndrome de Supermn!Primera etapa: la vctima de maneras humildes y suaves se identifica con ese prototipo

    de todos los zoquetes, Clark Kent.Segunda etapa: empieza a encontrarse cada vez ms parecido a Clark Kent; empieza

    a soar que es Supermn.Tercera etapa: un momento de intensa frustracin, un desaire de alguna Lois Lane, una

    reprimenda de algn airado equivalente de Perry White, y algo se rompe, encontrndoseen las garras del sndrome de Supermn.

    Generalmente, todo empezaba con disimulo. La vctima se procuraba un mono de lana,lo tea de azul, cosa una S sobre l, y llevaba ocasionalmente el traje por debajo desu ropa de calle, en das de depresin.

    Pero una vez dado el primer paso fatal, el sndrome de Supermn era irreversible. Lavctima acababa llevando el traje todos los das. Tarde o temprano, la tensin y fatiga dela realidad eran demasiado, y se produca un estado de amnesia temporal. Durante laamnesia, la vctima se tea el cabello del mismo azul acerado que Supermn, secompraba un traje azul cruzado y gafas de montura metlica, se olvidaba de quin era, yuna maana se despertaba con una serie de recuerdos extrados de los comics. Era ClarkKent, y tena que regresar a Metrpolis.

    Ya era bastante horrible que miles de locos se pasearan por la ciudad creyendo queeran Clark Kent, pero lo peor resultaba que Clark Kent era el Hombre de Acero. Esosignificaba que miles de hombres adultos se tiraban de los edificios, intentaban detener

    locomotoras con sus manos desnudas, abordaban a criminales armados en las calles yencontraban otras mil formas de hacerse el harakiri.Y lo peor de todo era que, habiendo tantos superchalados merodeando por el pas,

    todo el mundo haba visto a Supermn por lo menos una vez, y bastantes de ellos habanconseguido realizar alguna hazaa salvar a una ancianita de una banda de asaltantes,frustrar el inexperto robo a un banco con su sola aparicin, de modo que cada vez erams difcil convencer a la gente que no exista ningn Supermn.

    Y cuanta ms gente se convenca de que exista un Supermn, ms gente caa vctimadel sndrome, y ms gente se convenca...

    Funck solt un gruido. Incluso haba un conocido locutor televisivo que sugiri, enbroma, la posibilidad de que Supermn fuera real, y los locos fueran todos los que

    creyeran que no lo era.Funck se preguntaba si eso era posible. Si la cordura estaba definida por la norma, porel estado mental de la mayora de la poblacin, y la mayora de la poblacin crea en

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    Supermn, entonces quiz los que no creyeran en Supermn tenan un tornillo flojo...Si los locos estaban cuerdos, y los cuerdos estaban locos, y los locos constituan la

    mayora, la verdad tendra que ser...Domnate, Funck! grit el doctor Flix Funck. Supermn no existe! Supermn

    no existe!Funck introdujo nuevamente los comics en el cajn y apret el botn del nterfono.

    Puede enviarme al prximo superloco, seorita Jones dijo.

    La voluptuosa seorita Jones pareca muy sonrojada cuando introdujo al siguientepaciente en el despacho del doctor Funk.

    Funck observ instantneamente que haba en l algo inslito. Llevaba las gafasusuales y el traje azul cruzado usual, pero se poda decir que casi le favorecan. Tena lacomplexin de un bunker, y el teido azul acerado de su cabello pareca verdaderamenteprofesional. Funck olfate el dinero. Al fin y al cabo, uno de los poderes de Supersiquiatraera su misteriosa capacidad para calcular instantneamente la cuenta bancaria de unpaciente en potencia. Quiz hubiera algn medio para quedarse con aqul en calidad depaciente particular...

    Tome asiento, seor Kent dijo el doctor Funck. Es usted Clark Kent, verdad?Clark Ken se sent en el borde del silln, sin abandonar la extrema rigidez de sus

    anchas espaldas.Pues, s, doctor! repuso, Cmo lo ha sabido?He visto su fotografa en el Daily Planetde Metrpolis, seor Kent dijo Funck. He

    de seguirle la corriente, pens. Aqu hay dinero. El teido est tan bien hecho quedebe de haberle costado cincuenta pavos como mnimo! Un buen trabajo paraSupersiquiatra!. Bueno, usted dir cul es el problema, seor Kent prosigui.

    Se trata de mi memoria, doctor! dijo Clark Kent. Al parecer sufro una extraaforma de amnesia!

    De veras? pregunt suavemente Flix Funck, Ser quiz que..., que se haencontrado sbitamente en Nueva York sin saber cmo ha llegado hasta aqu, seorKent? inquiri.

    Pero esto es asombroso! exclam Clark Kent. Ha dado usted en el clavo!Y no podra ser tambin sugiri Flix Funck que tuviera usted la necesidad de

    regresar inmediatamente a Metrpolis? Que sin embargo, no encontrara ningn avin, nitren ni autobs que le llevara hasta all? Que no ha logrado encontrar un ejemplar delDaily Planeten los quioscos de la ciudad? Que, de hecho, ni siquiera recuerda dndeest Metrpolis?

    Los ojos de Clark Kent parecan a punto de salrsele de las rbitas.Fantstico! exclam. Cmo puede saber todo esto? Es posible que no sea

    usted un psiquiatra ordinario, doctor Funck? Es posible que el doctor Flix Funck,cabeza calva y atormentada de un pabelln en un gran manicomio metropolitano sea enrealidad... Supersiquiatra? Oh! exclam el doctor Flix Funck. No se preocupe,doctor Funck dijo Clark Kent con voz clida y comprensiva, su secreto est a salvoconmigo! Nosotros, los superhroes, tenemos que ayudarnos mutuamente, no esverdad?

    Hum! dijo el doctor Flix Funck. Cmo era posible que lo supiera? Entonces,tena que ser... Gulp!Aquello era ridculo. Domnate, Funck, domnate! Despus detodo, quin era el psiquiatra all?

    As que sabe que Flix Funck es Supersiquiatra, eh? dijo astutamente. En esecaso, tambin debe saber que no puede ocultarme nada; que yo tambin conozco su

    identidad secreta.Identidad secreta? repuso Clark Kent con gazmoera. Quin? Yo? Pero sitodo el mundo sabe que slo soy un periodista de maneras humildes y suaves de un gran

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    peridico!Con un salvaje alarido, el doctor Flix Funck se inclin repentinamente sobre su mesa y

    abri de un tirn la camisa del atnito Clark Kent, dejando al descubierto un mono azulmuy ajustado con la insignia de una S roja cosida sobre el pecho. Obra de un excelentesastre, pens aprobadoramente Funck.

    Aj! exclam Funck. As que Clark, el periodista de maneras humildes y

    suaves, es, en realidad, Supermn!Mi secreto ha sido descubierto! dijo Clark Kent con estoicismo. Espero quecrea usted en la Verdad, la Justicia, y la American Way!

    No se preocupe, amigo Clark. Su secreto est a salvo conmigo. Nosotros, lossuperhroes, tenemos que ayudarnos mutuamente, no es verdad?

    Absolutamente! dijo Clark Kent. En cuanto a m problema, doctorProblema?Cmo voy a regresar a Metrpolis? pregunt Clark Kent. A estas alturas, las

    fuerzas del mal deben de estar disfrutando de un da de fiesta!Mire dijo el doctor Funck. En primer lugar, no hay ninguna Metrpolis, ningn

    Daily Planet, ninguna Lois Lae, ningn Perry White,-y ningn Supermn. Todo esto son

    imaginaciones, amigo.Clark Kent contempl al doctor Funck con expresin inquieta.Se encuentra bien, doctor? pregunt solcitamente. Est seguro de que no ha

    trabajado demasiado? Todo el mundo sabe que hay un Supermn! Dgame, doctorFunck, cundo se dio cuenta de que tena esta extraa dolencia? Es posible que algntrauma infantil le haya inducido a dudar de mi existencia? Quiz su madre...

    No se meta con mi madre! chill Flix Funck. Quin es el psiquiatra aqu? Noquiero or ninguna historia sucia acerca de mi madre. No hay ningn Supermn, usted noes l y puedo demostrarlo!

    Clark Kent asinti pacientemente con la cabeza.Claro que puede, doctor Funck! le apacigu.Mire! Si usted fuera Supermn no tendra ningn problema. No tendra que...

    Funck pase nerviosamente la mirada por su despacho. Estaba en el piso dcimo. Tenauna ventana. La ventana tena barrotes de acero de treinta milmetros de grosor. No podahacerse dao, pens Funck. Por qu no? Que se enfrentara con la realidad, l truncarasus delirios de grandeza!

    Qu estaba diciendo, doctor? pregunt Clark Kent.Si usted fuera Supermn, no tendra que preocuparse por trenes, aviones o

    autobuses. Usted puede volar, no? Puede retorcer una barra de acero con sus manosdesnudas. Pues entonces, por qu no arranca los barrotes de la ventana y regresavolando a Metrpolis?

    Pues..., pues tiene usted toda la razn! exclam Clark Kent. Naturalmente!Ah... dijo Funck. As que se ha dado cuenta de que ha sido vctima de unailusin. Progreso, progreso. Pero no crea que ya est completamente curado. Ni siquieraSupersiquiatra puede lograr tanto. Necesitar muchas horas de consulta particular, almodesto precio de cincuenta dlares la hora. Debemos averiguar cules son las causaspsicosomticas bsicas que...

    De qu est hablando? exclam Clark Kent, levantndose de un salto de la silla ydespojndose del traje con asombrosa celeridad, dejando al descubierto un mono deSupermn, completado por una capa escarlata de lujoso aspecto que Funck examinvidamente.

    Corri hacia la ventana.

    Naturalmente! dijo Supermn. Claro que puedo retorcer una barra de acero conlas manos desnudas! Diciendo esto, dobl los barrotes de acero de treinta milmetroscon sus manos desnudas como si fueran barras de regaliz, las arranc y salt al alfizar

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    de la ventana.Gracias por todo, doctor Funck! dijo. Arriba! Arriba! Y en marcha! Extendi

    los brazos y salt de la ventana del dcimo piso.Horrorizado, Funck se precipit hacia la ventana y sac la cabeza por ella, esperando

    ver un terrorfico panorama sobre la acera. En cambio:Una figura cubierta con una capa que disminua rpidamente de tamao planeaba

    sobre Nueva York. Desde la calle abarrotada de gente, estridentes exclamacionesllegaron a odos del doctor Flix Funck.Mira! En el cielo!Es un pjaro!Es un avin!Es SUPERMN!El doctor Flix Funck vio cmo el Hombre de Acero ejecutaba un giro hacia la izquierda

    y se diriga hacia el Empire State Building. Durante un momento, el doctor Funck sequed aturdido, perplejo. Despus comprendi lo que haba sucedido y lo que le tocabahacer.

    Est loco! grit Flix Funck. Este hombre ha perdido la razn! Le falta un

    tornillo. Cree que es Supermn, y est tan loco que es Supermn! Ese hombre necesitaayuda. Este es un trabajo para SUPERSIQUIATRA!

    Y con estas palabras, el doctor Flix Funck salt al alfizar de la ventana, se quit eltraje de calle, dejando al descubierto un brillante y ajustado mono rojo con una gran Sazul cosida en la parte delantera, y salt de la ventana gritando:

    Espreme, Supermn, neurtico pattico, espreme!El doctor Flix Funck que, despus de todo, es en realidad Supersiquiatra, gir hacia la

    izquierda y vol sobre el Hudson en direccin a Metrpolis, en algn lugar ms all deSecaucus, Nueva Jersey,

    LOS ROBOTS ESTN AQU

    TERRY CARR

    Todo empez cuando acababa de terminar los planos de nuestro nuevo cohete depropulsin a chorro, y me senta un poco cansado. Me acomod en la silla, encend uncigarrillo, y, haciendo un esfuerzo por mostrarme optimista, pens que podramosdespachar cualquier cosa a cualquier parte de la Tierra con ms rapidez que antes.Exhal una bocanada de humo que se elev hacia el techo de mi despacho y lacontempl con el ceo fruncido. Por todos los demonios, ahora que por fin haba

    finalizado un proyecto empezado haca dos aos, tendra que sentirme aliviado ycontento, no vagamente intranquilo.Nervios, me dije. Demasiado trabajo. Ya era hora de salir a celebrarlo, y sacudir las

    telaraas de los viejos centros de placer. Alargu la mano hacia el telfono para llamar aBetty a casa.

    Pero entonces me acord de algo: No haba hablado Betty acerca de una reunin desu maldito Comit Azalea, que tena lugar aquella misma noche? No lo haba anotado yomismo en un trozo de papel? Saqu la cartera y lo busqu. S, all estaba la nota, y s,aquella reunin era para la noche. Murmur algo intermedio entre una maldicin y unsencillo: Ah, demonios.

    Entonces vi otra nota, que se haba cado al suelo al sacar la primera. La recog y la

    mir: era un nmero de telfono. Me dispuse a meterla de nuevo en el departamento de lacartera.

    Un momento..., de quin era aquel nmero de telfono? Volv a mirarlo, y

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    gradualmente not que el ceo arrugaba mi frente. El nmero corresponda a una centraltelefnica local, pero no lo reconoc. Y estaba escrito por mi propia caligrafa..., tengo unaS particularmente defectuosa que parece una especie de serpiente que no sabacundo detenerse. Evidentemente, el trozo de papel estaba justo detrs del que tena laanotacin sobre Betty, de modo que deba de ser reciente.

    Pero no poda recordar de quin era el nmero, y la nota no me proporcion ninguna

    pista.Le ha ocurrido a usted alguna vez algo parecido? O quiz es usted una de esaspersonas que tienen la cartera en orden, sin otra cosa ms que dinero, tarjetas de crditoy fotografas de la esposa y los nios, y quiz un calendario de bolsillo? No, yo escribonotas sobre las cosas que tengo que hacer cuando llego a casa o al despacho, o nombresde libros que quiero consultar algn da, o el nombre de una medicina para la tos, o ladireccin particular de alguien. Y, naturalmente, los nmeros telefnicos de la gente. Sinembargo, por regla general, tambin escribo sus nombres.

    Al cabo de medio minuto de reflexionar sobre el nmero, decid encogerme de hombrosy relegarlo al olvido. Volv a meter el papel en la cartera y me puse a mirar el correo quetena en la bandeja de correspondencia. Pero el correo no era interesante, ni siquiera

    importante, y mi secretaria poda encargarse perfectamente de l. Me volv hacia elcalendario que tena sobre la mesa, pero en la agenda no haba nada para aquel da, nisiquiera una comida de negocios. Haba estado tan absorto en el proyecto durante lasltimas semanas que gradualmente me haba escabullido de la corriente de trabajoejecutivo de la sociedad.

    Demonios. Volv a acomodarme en la silla, sintindome enormemente aburrido. Y segupensando en aquel estpido nmero de telfono.

    Cualquier persona con el dinero suficiente para tener un despacho de cuatro ventanasen el mundo de altas tensiones de 1982 tena que ser una persona decidida, me dije.Saqu el trozo de papel con el telfono escrito, descolgu el auricular, y marque elnmero.

    La voz metlica de una mujer al otro extremo dijo:877-0313, o un nmero parecido.Oiga dije yo. Querra saber qu compaa es sa.Hubo dos chasquidos, despus uno. La voz metlica dijo:877-0313.Perdone insist yo, elevando la voz. Me parece que tenemos una mala conexin.

    Le preguntaba qu compaa es sa.Ms chasquidos.Cul es su nombre, por favor? pregunto la voz.Acaso es un servicio de contestadores? pregunt.

    Cul es su nombre, por favor? pregunt nuevamente la voz.Suspir. S, pareca algn servicio de contestadores que no estuviera dispuesto afacilitar ninguna clase de informacin a menos que constaras en la lista aprobada.

    Soy Charles Barrow. No s si usted...Clic. Clic, clic.Su entrevista es a las cinco de esta tarde dijo la voz. Madison, 723; habitacin

    1.100.Mi qu? pregunt. Mire, la verdad es que ni siquiera s con quin voy a hablar.

    A qu entrevista se refiere?A las cinco de esta tarde. Madison, 723; habitacin 1.100. Entonces se oy un

    ltimo chasquido, al tiempo que ella colgaba.

    Me qued mirando el telfono; y despus me ech a rer. Despus dej de rer y mepregunt si no debera sentirme molesto. No estaba molesto, pero pens que quizdebera estarlo. Qu clase de negocio poda permitirse el lujo de provocar la hostilidad

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    de los clientes con esa falta de respeto?Esto me devolvi al mismo punto de mis reflexiones cuando me decid a telefonear:

    Quin estaba al otro extremo de la lnea?Volv a mirar el calendario que haba sobre la mesa y volv a verlo en blanco.

    Suspirando, escrib: Entrevista Mad., 723; hab. 1.100-5:00.

    Madison, 723, era un gran edificio de oficinas como la mayor parte de las demscolmenas recin construidas en esa zona. Tena una puerta giratoria de cristal queconduca a un gran vestbulo, punto de partida de ocho ascensores automticos. Aaquella hora la mayora de la gente acababa su trabajo; me met en un ascensor quevomit un verdadero cargamento y sub solo al undcimo piso.

    La habitacin 1.100 estaba al extremo del pasillo de mi derecha: una puerta indefinidacon una ventana de cristal esmerilado que ostentaba las letras R.O.B.O.T. Me detuve,mientras las contemplaba; despus llam con los nudillos y entr.

    Estuve un momento sin ver a la recepcionista. Haba una mesa de teca, imitacin delas danesas de mediados de siglo, con algunos papeles encima y un panel de distribucintelefnica justo detrs. Junto al panel, detrs de la mesa, haba una ruidosa masa de

    acero bruido con brazos de metal con sus goznes visibles, un globo redondo en, la partesuperior del cual sala una red de hilos telefnicos hasta el panel, y un cuello de muellesde acero debajo de esta cabeza globular. Mientras yo titubeaba junto a la puerta, unaconocida voz metlica sali de una rejilla que haca las veces de boca.

    Cul es su nombre, por favor? pregunt la voz.Me qued mirando un momento, cogido por sorpresa. Los robots de uno u otro tipo

    estaban muy en boga en gran cantidad de industrias (aunque raramente a lo largo delcircuito de la avenida Madison), pero la construccin de ste me sorprendi comoextremadamente rara. La recepcionista chasque una vez y despus dos, y dijo: Suentrevista es a las nueve de maana por la maana, y comprend que estaba hablandopor telfono, no conmigo. Madison, 723; habitacin 1.100, dijo.

    Aguard a que concluyera el ciclo.A las nueve de maana por la maana. Madison, 723; habitacin 1.100 dijo, y una

    de las lneas del tablero se desconecto por s sola y se enroll en el panel de la base. Larecepcionista dej escapar un zumbido, y despus dio media vuelta par enfrentarseconmigo.

    Mi nombre es Charles Barrow dije. Tengo una cita.S, seor Barrow dijo la metlica voz femenina. Haga el favor de sentarse. La

    mquina volvi a dar la vuelta para enfrentarse con el panel.Me sent en el sof, y encend lentamente un cigarrillo para poner en orden mis ideas.

    Ya estaba en la oficina, y an no haba resuelto la estpida cuestin que me haba llevado

    hasta all. Qu era aquel lugar?Me inclin hacia delante y pregunt:Qu significa R.O.B.O.T.?R.O.B.O.T. son las letras que forman la palabra robot contest la recepcionista

    sin volverse.Lo s repuse. Pero qu es R.O.B.O.T.?Se produjo un rpido zumbido dentro de la mquina y entonces dijo:Robot, sustantivo: un aparato o instrumento automtico que realiza funciones

    normalmente atribuidas a seres humanos o se conduce con lo que parece ser unainteligencia casi humana.

    Eso est muy bien dije pacientemente. Pero qu es este lugar, esta

    organizacin?La recepcionista chasque dos veces.877-0313 dijo. Despus chasque varias veces ms. Cul es su nombre, por

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    favor?Soy Charles Barrow. Tengo una cita a las cinco.S, seor Barrow. Haga el favor de sentarse.Me acomod en el sof y esper.Media hora despus segua all sentado, y empezaba a sentirme irritado. No estoy

    acostumbrado a que me hagan esperar. Reflexion sobre la conveniencia de demostrar

    mi desagrado a aquella recepcionista-robot evidentemente limitada, o irme sin decir nada.Poda telefonear a Betty y quiz la convenciera para que dejase que las azaleas se lasarreglaran solas otra semana ms, y an podramos divertirnos.

    Decid irme sin decir nada. Cog mi sombrero, me levant... y la recepcionista tuvo unrpido clic-clic-clic-clic y dijo:

    Ya puede entrar.Yo titube, mirando el impasible rostro de metal en forma de globo con los cordones

    telefnicos unidos al tablero. Como una medusa de metal, pens airadamente. Debasmirarla y convertirte en estatua de piedra para esperar hasta que el que estuviera dentroquisiera recibirte.

    El que estuviera dentro...

    Esto fue lo que me decidi. Sera intil decrselo a la recepcionista-robot, pero elhombre que haba dentro era una cuestin muy diferente. Darte una entrevista para lascinco, y despus hacerte esperar... S, se mereca una o dos palabras.

    La recepcionista haba alzado un brazo de metal y sealaba una puerta a mi derecha.Me volv y fui hacia ella.

    Al otro lado de la puerta haba un corredor muy largo, ancho y vaco como el pasillo deun hospital, a excepcin de un par de figuras que vi al fondo yendo de una habitacin aotra. Tambin eran robots. El que vi con mayor claridad corra sobre dos ruedas y temauna serie de brazos metlicos que terminaban en manos muy defectuosas. Girbrevemente su reducida cabeza hacia m, y vi unos brillantes ojos verdes; despusdesapareci en el interior de una habitacin.

    De la puerta ms cercana a m sali otro robot, ste alto y esbelto, bsicamentehumano en la construccin: dos piernas y dos brazos, un trax y una cabeza. La cabezatena tres crculos rojos ms o menos en el lugar donde uno esperaba encontrar los ojos yla boca. Cuando gir y se acerc a m, me di cuenta de que aparentemente ste era elcaso, pues los ojos estaban cortados en facetas como los de una abeja y la boca era unarejilla.

    Se dirigi pesadamente hacia m sobre sus pies de metal, se detuvo y dijo cortsmente:Haga el favor de seguirme. Despus, sin esperar que yo respondiera, dio media vueltay me condujo hacia el extremo del pasillo.

    Yo le segu.

    Llegamos al extremo, donde el corredor torca hacia la derecha, y entonces giramos enesta direccin. Nos cruzamos con varios robots durante el camino: amarillos, azules,grises; bajos y rechonchos que limpiaban el suelo con sus pies de escoba; robots-inspectores con hileras de ojos alrededor de sus cuerpos tubulares en la parte superior einferior, comprobando minuciosamente el entarimado y el yeso; robots restauradores deforma tan extraa como el que haba visto antes, con llaves de tuerca, destornilladores oherramientas cortantes en lugar de manos; y muchos otros dotados de gran variedad deextensores peculiares, rganos sensorios, manipuladores, y otros accesorios que no tenani idea de para qu servan.

    El segundo pasillo tena aproximadamente la longitud de una manzana de casas. Elrobot que me guiaba me llev hasta el extremo y volvi a girar hacia la derecha. Ante

    nosotros apareci otro pasillo, que no se diferenciaba en nada de los dos que yahabamos recorrido.Falta mucho todava? pregunt, alcanzando al robot y acomodando mi paso a

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    sus largas zancadas.Haga el favor de seguirme dijo, sin volver la cabeza.Me asalt una sospecha.Dgame, saba que se le ha cado un brazo? pregunt.Haga el favor de seguirme dijo, sin detenerse a mirar.Su cabeza est destornillndose dije con apremio.

    Haga el favor de seguirme repuso.Ni siquiera se produjo el suave chasquido que hizo la recepcionista al conectar surespuesta programada. O bien ste no tena nada ms que decir o bien yo no habaapretado el botn verbal apropiado. Le segu durante un rato, sintiendo crecer mi fastidioa medida que mis pies se cansaban. No soy un hombre peripattico.

    Llegamos al fondo del tercer pasillo y giramos hacia la derecha. El robot-gua siguiadelante con la misma impasibilidad de siempre, y al extremo del corredor vi una puertaque se pareca sospechosamente a la que haba usado para entrar. Me detuve.

    Espere un momento! dije. Me ha estado paseando en crculo!Haga el favor de seguirme.Qu seguirle ni qu...! Me largo!

    Esto lo logr: en el interior del robot se produjo un zumbido y varios chasquidos.Esta es la habitacin dijo, encaminndose a grandes zancadas hacia la puerta ms

    prxima y abrindola para que yo entrara.Permanec inmvil un momento, mirando hacia la habitacin. Era un cubculo bastante

    pequeo, de un tamao menor a la mitad de mi propio despacho, sin alfombra niventanas. Slo haba un silln giratorio de piel verde en el centro de la habitacin, yenfrente de l vi a un gran robot que pareca ser todo cabeza, y esa cabeza todo ojo. Lacabeza con el ojo se volvi lentamente para observarme.

    No s exactamente qu esperaba encontrar al final del camino. Qu clase deentrevista puede concertar un hombre y despus olvidarla? Un dentista? Unpsicoanalista? Un consejero de impuestos? Bueno, fuera lo que fuese lo que yo mehubiera imaginado, inclua a un hombre, no a un robot de un solo ojo.

    Pero ya estaba all, y la curiosidad es una gran fuerza motivadora cuando se disponede tiempo suficiente. Entr en la habitacin.

    El robot-gua cerr la puerta a mi espalda, y o un ligero chasquido no el clic-clic-clicque hacan al seleccionar sus programas, sino un chasquido de cierre. Me volvrpidamente y as el pomo de la puerta.

    Haga el favor de sentarse dijo una voz que pareca flotar en el aire de lahabitacin.

    La estancia estaba cerrada con llave.Haga el favor de sentarse repiti la voz.

    Mir a mi alrededor, en busca de otra salida, aunque convencido de que no habraninguna. En aquel momento, demasiado tarde, se me ocurri pensar que yo era unhombre importante en la industria defensiva del Bloque Occidental, y que el hecho de queyo concertara una cita y despus la olvidara era ms que extrao... era inverosmil,

    Y all estaba.Haga el favor de sentarse.Mir cautelosamente al gran robot que haba frente al silln. No pareca tener ninguna

    protuberancia amenazadora; realmente, era ms bien informe a excepcin de la cabezacon su enorme ojo. Con mucho cuidado, me sent en el silln giratorio de piel que estabaenfrente de l.

    Inmediatamente el ojo del robot empez a girar. De pronto me di cuenta de que el iris

    estaba marcado con lneas espirales, y ahora que el ojo giraba pareca un remolino, unvrtice de luz que hubiera atrado instantneamente mi mirada y tratara de hacermeclavar la vista en la oscura pupila del centro. Fijamente, fijamente...

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    Fijamente, fijamente, fijamente o que deca la voz, lenta y montonamente.Fijamente...

    Parpade y abandon mi posicin medio recostada en el silln, enderezndome.Ni hablar dije.Duerma dijo la voz. Debe dormir. Dormir, dormir. Tiene mucho sueo...No dije, y apart la vista del ojo.

    La voz se detuvo; hubo un largo y absoluto silencio en la habitacin. Las luces seamortiguaron hasta apagarse. Entonces o dos chasquidos muy dbiles, y la voz dijo:Ahora est dormido.No, no lo estoy repliqu.Permanecer dormido durante una hora exacta dijo la voz, y entonces se

    despertar, abandonar este edificio e ir a su casa. No se acordar de haber estadoaqu; creer que ha estado en el cine. Tirar la nota con nuestro nmero de telfono y lapgina de su agenda con nuestra direccin, que tiene en el bolsillo de la camisa.

    Mi silln gir lentamente hasta quedar frente a una pared en blanco, donde apareciuna imagen: era el principio de una pelcula sobre frica con subttulos.

    Abrir los ojos y mirar la pelcula dijo la voz, y entonces la banda sonora penetr

    por el altavoz escondido.Me puse en pie y me dirig hacia la puerta. Si crean que estaba dormido, quiz

    hubieran abierto la puerta. En este caso, quiz pudiera irme... no estaba lejos de la puertade salida que haba visto al extremo del pasillo

    Di la vuelta al pomo; la puerta no estaba cerrada. Conteniendo la respiracin, la abrlentamente.

    El robot-gua estaba fuera, bloqueando el paso, y mirndome inexpresivamente consus ojos rojos de abeja. El robot chasque rpidamente y dijo:

    Est usted despierto.Intent apartarlo de un empujn, pero el robot extendi sus largos brazos de acero de

    un lado a otro de la puerta y me oblig a retroceder. Me agach y trat de escabullirmepor debajo de los brazos, pero no haba bastante espacio; el robot avanzaba hacia m, sindejar de chasquear y chisporrotear rpidamente.

    Est usted despierto. Vuelva a entrar en la habitacin. Vuelva a entrar en lahabitacin.

    No tena eleccin; no me quedaba ms remedio que volver a entrar. El robot retrocedinuevamente, y cerr otra vez la puerta. Esta vez el chasquido del cerrojo no fue dbil.

    A mi espalda, la banda sonora de la pelcula enmudeci con un ruido seco y las lucesvolvieron a encenderse. A travs del altavoz o decir:

    Est usted despierto. Esto es muy inslito.Siempre he sido muy rebelde al hipnotismo dije. Pero segu sin mirar al ciclpeo

    robot. Ser mejor que me dejen salir deaqu. Dej dicho adonde iba en mi oficina. Sidesaparezco, el FBI sabr dnde buscarme.No dej dicho adonde iba en su oficina replic la voz. Naturalmente, lo hemos

    comprobado. Siempre somos muy eficientes.Pero esta vez han fallado observ yo.S. Es muy inslito. Ahora mismo voy a verlo dijo la voz, y casi simultneamente o

    el chasquido del cerrojo al abrirse la puerta.Un pequeo robot entr rodando por la puerta, que se cerr tras l. Su cabeza tena

    unos sesenta centmetros de dimetro, y pareca correr sobre ruedas de patines. Tresbotones negros, aparentemente los ojos, formaban un tringulo cerca de la parte superiorde su cara, y cuatro pequeos brazos, de no ms de doce centmetros de longitud,

    arrancaban de los costados y terminaban en minsculas manos con dedos articulados. Lacabeza y el cuerpo eran un solo globo de metal; pareca una extraa pelota,especialmente con su redonda rejilla encarnada, como una boca abierta.

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    Es usted? dije con incredulidad.Su voz (el aspecto del robot era tan poco atractivo que inmediatamente pens en l

    como un ejemplar del gnero masculino) son un poco dolida cuando respondi:S, soy yo... el primer oficial a cargo de la Jurisdiccin Cuatro de la avenida Madison.

    Soy una mquina muy compleja, programada para determinar mis propias acciones y conun vocabulario de 97.432 palabras, idioma ingls, Lnea Catorce de 1982. La

    microminiaturizacin y nuestros ltimos adelantos en simulacin del DNA han hechoposible todo esto.Quin demonios es nosotros? pregunt, disponindome a seguirle al ver que

    rodaba hacia el centro de la habitacin. Se detuvo junto al silln giratorio, y con uno desus brazos delgados como lpices me indic que tomara asiento. No se me ocurrininguna razn para no hacerlo, as que le obedec.

    Muy bien dijo, y su redondeado cuerpo-cabeza pareci acomodarse sobre su basede ruedas. Ya podemos hablar de negocios. Admiro a los hombres que pueden hablarde negocios. Nada de titubeos, ni perder el tiempo con rodeos. De acuerdo? Alz unamano antes de que yo pudiera abrir la boca. No se moleste en contestar; ya s que estde acuerdo. Si contestara no lograramos otra cosa que perder un tiempo precioso. Y

    vamos a hablar de negocios, no es verdad? As lo espero repuse.Bien, bien. Alz nuevamente los brazos. Muy, pero que muy bien. Vamos a ver...

    usted pregunta: Quin es nosotros? Una buena pregunta. Llega al meollo de lacuestin. Es decir, es incisiva, mordaz, aguda, penetrante. S?

    As me lo ha parecido murmur.Ah! dijo. Ah-ah-ah-ah-ah-ah! Esta es mi simulacin de la risa humana... muy

    buena, creo yo. Me ro porque usted emplea la irona para responder a mi observacin,una forma de comunicacin humana muy peculiar. Gracias a la perfeccin de mispatrones analticos soy capaz de detectar y contestar a ella.

    Tremendo dije yo.Ah! Ah-ah-ah-ah-ah-ah! Vamos a ver... le dir quines somos. Aunque, para ser

    sincero, es posible que al principio no me crea. Soy consciente de las desafortunadaslimitaciones que incluso los humanos tuvieron en la Lnea Catorce de 1982. Escucheatentamente y con un criterio abierto; somos robots.

    Se interrumpi, escrutndome con su tringulo de ojos-botones y chasqueandodbilmente en su interior.

    Le creo dije.S? De verdad? O detecto algo de irona en su voz? Ah-ah?No le respond. Le creo. Entre otras cosas, porque usted tiene aspecto de robot.Ah dijo. S. Una observacin exacta, muy exacta.Gracias dije agriamente. Ahora que eso est aclarado, qu le parece si me

    cuenta de dnde son? Qu quieren? Y por qu demonios me han trado aqu y hantratado de hipnotizarme?El asinti, y como su cabeza era tambin su cuerpo, el movimiento adquiri el aspecto

    de una reverencia. Una pelota metlica con todo el encanto del Viejo Mundo, pens. Oh,caramba!

    Sus preguntas siguen siendo muy acertadas dijo con aprobacin. Permtameque le responda francamente, puesto que admiro la franqueza. Con ella no se pierde eltiempo De dnde somos? S, una excelente pregunta, pero no totalmente exacta. Seramejor decir de cundo somos. Ve usted la diferencia...? Cundo en lugar de dnde. S,veo que hace un movimiento afirmativo. Bien. Muy bien; somos del futuro.

    Del futuro repet.

    El alz la cabeza, inclinndose hacia un lado sobre su base de ruedas al mirarme conatencin.Ah-ah? pregunt.

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    No del todo dije. No se preocupe por eso... Limtese a proseguir con su historia.Ah, s. Bueno, somos del futuro. O mejor dicho, de un futuro. Nuestra base es 2044,

    Pista Siete. Es decir, Lnea Temporal Siete. Est usted familiarizado con la idea dedividir el tiempo en infinitas lneas?

    Un poco. Es la teora de que en cualquier momento de la historia hay un nmeroinfinito de futuros posibles, que dependen de pequeas decisiones, factores casuales y

    cosas por el estilo. Cada futuro posible es una diferente, uh, lnea temporal.Exacto. Ha comprendido muy bien la teora... es decir, con precisin. Y mecomprender cuando le diga que esta teora es absolutamente correcta, aunque ahora yaest pasada de moda. En otro tiempo hubo un nmero infinito de lneas temporales, peroahora slo hay cincuenta y ocho.

    Qu significa eso?El titube, y despus hizo su pequea afirmacin-reverenda.Veo que debo explicrselo ms detalladamente. En otro tiempo hablando de un

    modo subjetivo hubo un nmero ilimitado de historias para la humanidad, una infinidadde ellas que se derivaban de cada momento del tiempo. Un verdadero lo. Pero nosotrosno hubiramos cambiado las cosas si la humanidad no hubiera sufrido ningn dao en

    tantas de esas lneas. Guerras, plagas, desequilibrios ecolgicos, desastres naturales dealcance mundial, y muchos etcteras. Como robots no podamos permitirlo, as que encuanto hubimos dominado los viajes a travs del tiempo, empezamos a trabajar paramejorar las cosas. Hasta ahora hemos eliminado... Hizo una pausa, despus realizveloces clculos con los dos primeros dedos de la mano izquierda, y prosigui: Hastaahora hemos eliminado cuatro millones trescientas sesenta y siete mil setecientas dospestilencias mundiales. Adems, hemos de aadir... ms clculos con los dedos 826guerras que prcticamente aniquilaban a la humanidad. O quiz la cifra sea 1.652. Bueno,en todo caso, ya comprende a qu me refiero.

    Bruscamente me di cuenta de que le estaba mirando con fijeza. Me aclar la gargantacon timidez y dije:

    Quiere decir que es usted realmente del futuro? Y que usted y todos estos otrosrobots estn... uh, organizando la historia?

    Eso es exactamente. Es necesario para el bien de la humanidad, que es nuestroprincipal objetivo: no podemos permitir que los hombres sufran dao alguno, o que se lohagan ellos mismos. El robot exhal una bocanada de aire que se pareci curiosamentea un suspiro. Resultaba comparativamente sencillo antes de descubrir los viajes atravs del tiempo, pero una vez tuvimos el pasado abierto ante nosotros no nos quedotra alternativa que aceptar la responsabilidad adicional. De modo que hemos emprendidonuestra gran campaa para reestructurar todas las historias. Y ahora estamos obteniendoun cierto grado de xito, puesto que en las cincuenta y ocho lneas restantes hemos

    mantenido a la humanidad con vida hasta el ao 1982. Como es natural, continuamostrabajando para extender esa fecha, as como para mejorar la calidad de las lneas.Cuantos ms hombres vivos haya en una lnea determinada, mejor; lo comprende?

    Espere un minuto, espere un minuto dije. Un escalofro me recorri la espinadorsal, Acaba de decir que nos han mantenido con vida hasta este ao. Qu hay delprximo? Estaremos muertos entonces? Es sa la razn de que estn ustedes aqu?

    El robot guard silencio durante largos segundos, no haciendo otro ruido ms que eldbil chasquido que se escapaba de su interior, como una computadora que murmurapara s. Despus, dijo:

    No puedo contarle nada acerca del futuro de su lnea en particular, puesto quenuestro tratamiento hipntico no ha surtido efecto con usted. Ha sido el nico en un

    milln, sabe?... Nuestra tcnica es muy eficiente, muy refinada, muy complicada. No essimplemente hipnotismo, sino una combinacin de eso con acstica, temperaturaambiente, el ndice psquico que grabamos mientras estaba usted en la sala de

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    recepcin...S, qu me dice de eso? interrump. Por qu me hizo esperar tanto? Por qu

    me hizo dar esa vuelta por los pasillos hasta que finalmente amenac con largarme?El robot guard nuevamente silencio, mirndome impasible con su tringulo de ojos-

    botones. Al fin, dijo:Lo nico que queremos es retenerle hasta las 6.47 de esta tarde. Si podemos

    hacerle esperar por su propia voluntad durante parte de ese tiempo, ahorramos gasto deenerga y tiempo. Usted comprender que, con cincuenta y ocho lneas que guardar yreestructurar, cualquier pice de energa que logremos economizar puede ser muyimportante. El tiempo que usted pas en la sala de recepcin y los pasillos nos haahorrado la electricidad y depreciacin de maquinara que, de otra forma, habra tenidoque emplearse en mostrarle un documental sobre Nueva Tasmania. Multiplique esteahorro por cincuenta y ocho lneas, y considere que en cada lnea tenemos entre doce mily treinta y siete mil millones de oficinas encargadas de este trabajo, y...

    S. lo comprendo. Y por eso colocaron una nota en mi cartera con su nmero detelfono; para hacerme venir por m propia voluntad.

    Muy bien. Me gustan los hombres capaces de estar a mi nivel. Los humanos tienen

    sistemas mentales muy notables, pero no suelen ser tan eficientes como los que tenemostodos los robots. Comprender usted que los robots tenemos que ser, si me permite laexpresin, superhumanamente eficientes, a fin de resolver las numerosas variables conque nos enfrentamos en nuestro trabajo con las lneas. Sin ir ms lejos, m propia unidadcomputadora, a pesar de ser porttil, es tan compleja que ni siquiera yo la entiendo...

    Pero la cuestin es dije, cmo saba que encontrara hoy la nota? Cmo sabaque le llamara?

    Lo comprobamos por medio de la observacin temporal, desde luego. Si evitamostener que introducir un cuerpo material en un punto temporal, ahorramos mucha energa,de modo que resulta prctico buscar lneas alternas y tributarias en circunstanciasdesfavorables, y sacar ventaja de ellas. Con la misma facilidad podramos influenciar a unsujeto hacindole acudir a una fiesta equivocada al marcar un nmero de telfono ocausando un viento que hiciera volar su sombrero por una calle determinada, o...

    O por otros muchos medios, estoy seguro dije,Dos millones sesenta y siete mil cuatrocientos dieciocho medios, para ser exacto.

    Ocupamos la misma posicin que lo que usted llamara un defensor del ftbol.Frunc el ceo.Se refiere a un jugador de la defensa?Eso es, claro que s. Anlogo al defensor de un juego muy en boga en la Lnea

    Diecisis. Mis disculpas... incluso los microcircuitos fantsticamente complejos y eficientesde mi unidad mental pueden tener algn fallo ocasional. Como le deca antes, ni siquiera

    yo comprendo siempre cmo es capaz mi mente de enfrentarse con todas las variables;no slo son numerossimas sino tambin sutiles. Por ejemplo, podemos originar unadecisin administrativa negativa haciendo que esa maana el funcionario implicadotropiece con multitud de pequeas contrariedades... el cuello de la camisa demasiadoalmidonado, espuma de afeitar fra, cassettes de dictfono extraviadas, y assucesivamente. O bien podemos allanar el camino para el xito de delicadasnegociaciones por medio de mtodos opuestos.

    Ya es suficiente! Lo que en este momento me interesa es por qu quera verme. Sque mi empleo es importante, y acabamos de terminar un gran trabajo para la DefensaHemisfrica, aunque espero que esto no signifique... Bueno, usted ha dicho que lahumanidad slo estaba salvada hasta este ao. Confo en que no ser el causante de

    alguna guerra global que ustedes intenten evitar.El robot dijo:Como ya sabe, no puedo contarle nada sobre el futuro de su propia lnea.

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    Suspir.S, ya lo s. Pero, de todos modos, he captado la indirecta. Si se trata de eso, puede

    contar con mi absoluta cooperacin... estoy tan poco deseoso de destruir el mundo comousted.

    Es muy natural repuso. Claro que ningn humano quiere destruir el mundo, ni elpremier Yaroslav ni su propio presidente Robinson!

    Fletcher dije yo. Robinson perdi las elecciones, no lorecuerda?Ah, es cierto! Robinson est en la Lnea Quince. Pero, en cualquier caso, usted yame comprende: nadie quiere destruir la raza humana, pero las relaciones humanas sontales que el peligro de guerra est siempre presente. Slo gracias a la exigente vigilanciade los robots se puede evitar toda clase de desastres naturales y no naturales., e inclusoas, las lneas son tan complicadas que cometemos errores. Hizo una pausa, durante lacual sigui saliendo un zumbido de su rejilla-altavoz. An estamos tratando de arreglarun cmputo defectuosamente programado sobre los sucesos ocurridos en esta lnea enun lugar llamado Sarajevo dijo al fin.

    Oh..., el asesinato del archiduque Fernando. No fueron capaces de evitarlo?El robot chasque fuertemente, pareciendo agitado.

    Tuvimos... lo que ustedes llamaran un error de clculo. El archiduque FranciscoFernando de Austria era una figura crucial en una pequea pero sangrienta guerra deEuropa oriental que decidimos eliminar de las lneas. Realizamos un enorme esfuerzopara provocar un atentado sin consecuencias contra la vida del archiduque, lo cual haraque su gobierno adoptara una poltica ligeramente distinta... y entonces uno de nuestrosanlisis de datos diarios nos inform de que todas las lneas derivadas de esteplanteamiento conducan a la muerte del archiduque y su esposa...

    Me fui agitando a medida que comprenda el significado de las palabras del robot.Quiere decir que... ocasionaron ustedes ese asesinato? Que de lo contrario no

    hubiera ocurrido?Ah..., no. Y la guerra europea tampoco se hubiera extendido tanto. Es uno de

    nuestros errores que nos gustara olvidar si furamos humanos, pero como somos robotscon una memoria fantsticamente infalible que incluso a nosotros nos sorprende,debemos recordarlo y continuar trabajando en esa rea completa de la historia. Puestoque el error inicial fue nuestro, no podemos modificarlo, pero al trabajar en las zonas noafectadas por nuestro trabajo anterior ya hemos conseguido mantener a Venezuela, Suizay Tahit fuera de la guerra.

    Increble dije.El robot volvi a inclinarse hacia delante, y esta vez estuve seguro de que pretenda

    hacer una reverencia, no una afirmacin de cabeza.Gracias. Como sabe, el fin de nuestra existencia es ser tiles. Todos nuestros

    recursos se utilizan para bien de la humanidad, y nunca cejamos en nuestros esfuerzos.Por otra parte, tampoco estamos satisfechos con nuestros resultados en Pompeya, ynuestros esfuerzos para lograr que el departamento de incendios de Chicago de 1871adoptara mtodos ms eficientes han causado la desgracia de seis lneas adyacentes.Adems est la invasin de las araas de Amrica Central...

    La qu?Cuando las araas sufrieron una mutacin como resultado de nuestros experimentos

    e invadieron El Salvador, Honduras, Guatemala y la mayor parte de Yucatn explic.Tiene que acordarse, o quiz conseguimos evitar que se propagaran a esta lnea?

    Eso espero dije yo. En tal caso, muchas gracias.Esta vez no capt la irona en mi voz.

    De nada dijo formalmente. Seguimos trabajando incansablemente en los turbiosdominios del tiempo, mejorando cada lnea y, siempre que es posible, sustituyendo laslneas de calidad inferior por otras mejores. Ya sabe que hemos reducido el nmero de

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    lneas a cuarenta y siete.Crea que eran cincuenta y ocho.O algo parecido al chirrido de engranajes en el interior del robot mientras realizaba

    clculos binarios con dos dedos.S, tiene usted razn dijo. Admiro enormemente a los hombres cuya memoria

    pueda igualar y sobrepasar a la de un robot, como la suya. Naturalmente, mi declaracin

    no era el tipo de error que usted puede haber supuesto, ya que en cierto momentoredujimos verdaderamente el nmero de lneas a cuarenta y siete, pero no hace muchohemos sufrido algunos reveses.

    Escuch esta declaracin, tal como le escuchaba desde ya haca rato, con algoparecido a la incredulidad. Que este robot y todos los dems que haba visto fueranmquinas procedentes del futuro que haban regresado para mejorar la historia de lahumanidad ya era bastante difcil de creer, pero tena sentido en cierto modo. Laexistencia de unas mquinas programadas para servir y proteger a los humanos noresultaba tan absurda si los viajes a travs del tiempo se hacan posibles..., pero quefueran tan ineptos, tan torpes y estpidos, era asombroso.

    No obtiene ninguna ayuda por parte de los humanos de su tiempo? le pregunt

    . Ellos les fabricaron; ellos les dieron las directrices, y seguramente vigilan sus actos ycoordinan su organizacin.

    Cmo iban a hacerlo? pregunt el robot. Los humanos ya no dan rdenes a losrobots... Tomar decisiones es un trabajo difcil y arriesgado que hemos ahorrado a loshumanos. Si un humano tomar una decisin incorrecta y causara algo como la invasin delas araas, se sentira tan culpable que caera mentalmente enfermo. Nosotros los robots,con nuestros circuitos cerebrales esencialmente lgicos, no tenemos sentido de laculpabilidad, as que podemos arriesgarnos a cometer errores tan catastrficos. As pues,los humanos de nuestra lnea base nos cedieron toda la administracin en el ao 2031, ydesde entonces los hemos mantenido completamente a salvo.

    Sent que un escalofro me recorra la espina dorsal y se me ponan todos los pelos depunta.

    Qu significa lo de completamente a salvo?Exactamente eso. Permitimos a los humanos que hagan lo que quieran, mientras ello

    no implique ningn peligro para s mismos. Supervisamos su rgimen alimenticio, suscostumbres, personalidad, relaciones y vida sexual a fin de que no se mueran de hambre,ni engorden, ni tengan colesterol, hernias, sentimientos de culpabilidad u otrasalteraciones mentales. Todo es muy cientfico...

    Pero eso es una tirana!exclam. Una dictadura! Paternalismo!S dijo el robot aprobadoramente. Me alegro de que lo comprenda tan bien.

    Claro que, eventualmente, cuando hayamos alcanzado nuestra meta, habremos

    convertido las sesenta lneas en una sola, as que hacia el 2031 slo habr una lnea enla que los robots accedan a la administracin por votacin general. Entonces todo serms simple y seguro.

    Cincuenta y ocho lneas, no sesenta le record con algo de malicia.Ah..., no. Desgraciadamente, las noticias que recibo a travs de mi circuito de

    comunicaciones me informan de que hemos retrocedido nuevamente a sesenta. Pero loconseguiremos. Seguimos trabajando incansablemente en los turbios dominios deltiempo, mejorando cada...

    Eso ya lo ha dicho coment. Desconecte esa cinta y dgame una cosa: me hatrado hasta aqu para evitar una catstrofe o para promover su esquema para dominar elmundo? Qu habra hecho si no hubiera venido?

    El robot movi vagamente sus diminutas manos de metal.Ya sabe que no puedo hablarle sobre el futuro de su propia lnea. Y de todos modosaadi, es lo mismo: cualquier cosa que hicieran los humanos para evitar seguir la

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    Lnea que les condujera al liderazgo de los robots sera una catstrofe.Quiz desde su punto de vista, pero no desde el mo dije firmemente. Me puse en

    pie. No pienso quedarme con usted ni un minuto ms... an me queda media hora deltiempo que quera mantenerme aqu incomunicado. Quiz todava pueda averiguar lo queiba a hacer...

    Eh-eh-eh-eh-eh-eh! dijo l. Esta es mi simulacin de risa irnica..., muy similar a

    la de su Peter Lorre, verdad? Seguramente no se habr imaginado que una organizacintan eficiente y poderosa como la nuestra correra el riesgo de permitirle escapar tanfcilmente. Me gusta usted, seor Barrow, y lamento tener que hacerle esto. Mire aqu!

    Seal por encima de mi hombro izquierdo, e involuntariamente mir en esa direccin.Era otra vez el ciclpeo robot, cuyo ojo giraba an ms rpidamente que la primera vez enque me enfrentara con l. Sent que mi atencin se centraba en aquel remolino comoatrada por una fuerza fsica. Luch contra ella, tratando de cerrar los ojos, sacudir lacabeza, apartar la vista..., pero no pude. Me di cuenta de que miraba fijamente el remolinode aquel ojo, mientras oa una voz que deca:

    Fijamente, fijamente, fijamente... Va usted a dormirse. Profundamente,profundamente...

    No le dar... resultado murmur. No... conmigo!Claro que dar resultado dijo el robot con cuerpo de globo, y tuvo razn, pues not

    que me acomodaba en el silln y empezaba a cerrar los ojos. Mientras yo le mantenaocupado con esta pequea charla, mis ayudantes han aprovechado la oportunidad paragrabar un ndice psquico ms completo, y ahora...

    Pero no pude or ms. Mientras me hunda inexorablemente en la oscuridad, lo nicoque o fue la voz resonando dentro de mi cabeza:

    Duerma, duerma, duerma...

    La siguiente cosa que record fue que andaba sin rumbo por la calle, y eran casi lassiete. Record haber visto la segunda mitad de una pelcula sobre frica que no tenamucho sentido... algo acerca del aburrimiento y corrupcin reinante entre los miembrosms jvenes del Consejo Tribal, y robots de aspecto fantstico yendo de aqu all, y unaescultural muchacha negra bandose en una fuente de Johannesburgo, y algo msacerca de un enorme ojo que daba vueltas... Todo se confunda en mi mente. Llegu acasa en una nube y apenas cambi dos palabras con Betty cuando sta lleg de sureunin.

    Pero al da siguiente, cuando fui a mi despacho, el sol matinal que entraba a raudalespor la ventana ilumin algo escrito en mi agenda. Con un extrao presentimiento, cog lalibreta y la mir ms atentamente.

    Era la nota que yo escribiera sobre la entrevista: mi bolgrafo haba marcado dbiles

    hendiduras en la hoja de debajo. Al mirarlas tuve la inexplicable impresin de que era algoimportante; frunciendo el ceo, cog un lpiz y lo frot sobre la hoja.Todo lo que pude obtener fue: Entrevista... ad hab. 110... :00. Pero fue bastante para

    poner en marcha mi memoria.Eventualmente, tras pasar toda la maana con la mirada fija en una pared blanca y

    realizar mprobos esfuerzos para sacudir de mi cabeza las telaraas, me acord de todo.Los robots no haban sido tan eficientes como pensaran, ni siquiera en la segundatentativa. Me acord de toda la secuencia de acontecimientos..., a excepcin de ladireccin y el nmero de telfono. (Por esta razn los nmeros que antes he dado no sonlos verdaderos.)

    Pas varios das recorriendo la avenida Madison de arriba abajo, en busca del edificio

    que recordaba, pero ninguno de ellos me pareci igual. Pens acudir a la polica, o alFBI..., pero ellos no habran credo mi relato y slo hubiera logrado acabar en el pabellnde psiquiatra de algn hospital, o en todo caso perder la consideracin general. Y

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    gradualmente empec a dudar de mis propios recuerdos.Pero cada vez que estoy dispuesto a encogerme de hombros y olvidar todo el asunto,

    descartndolo como un sueo o una alucinacin, leo los encabezamientos de losperidicos, y eso me lo impide. Es increble las cosas que ocurren en el mundo en elsupuestamente iluminado ao 1982... Son las mismas cosas que han estado ocurriendo alo largo de toda la historia. Son locuras. Y cuando leo los peridicos, me acuerdo de

    aquellos robots que chasqueaban y zumbaban, y la definicin de robot formulada poraquella recepcionista mecnica:Robot, sustantivo: un aparato o instrumento automtico que realiza funciones

    normalmente atribuidas a seres humanos o se conduce con lo que parece ser unainteligencia casi humana.

    Algunas de las noticias que atraen mi atencin no ocupan una situacin muypreferente. Por ejemplo, medio escondidos en la segunda seccin durante los pasadosdas, han aparecido breves artculos acerca de algunas extraas perturbaciones en ElSalvador. Parece ser que los nativos estn difundiendo extraos relatos acerca de unasaraas gigantes que atacan sus pueblos, marchando en hileras de dos en fondo, yasustando a sus mujeres y sus nios.

    I DE NEWTON

    JOE HALDEMAN

    Samuel Ingard lanz feroces miradas hacia la burbujeante cafetera y sinti que se lerevolva el estmago de asco. Haca ochenta horas que estaba en pie; ochenta horas abase de caf y anfetaminas, 3.333 das de tejer una hermosa tapicera de lgicamatemtica, slo para descubrir que se le haba escapado un punto en el principio y que

    ste era el causante de que todo se deshiciera. Pero l lo solucionara.La integral, la integral dijo a nadie Quin tiene la integral? Haca ya veintehoras que se haba sorprendido murmurando en voz alta. Ahora ya no se daba cuenta.

    Abri un libro provocativamente titulado Dos mil integrales, lo cerr con repugnancia, yse acomod en el silln, frotndose los ojos manchados de nicotina.

    La integral de dxpor el coseno de la n dexrecit portentosamente, es el seno xporn1 veces el coseno de n1 dexms n1... no, maldita sea... n2porn1 vecesla integral de...

    Sam oli algo que le record vagamente sus primeras clases de qumica, y abri losojos. Sentado como un yogui encima de su mesa, arrancando pginas de su flamantetabla de integrales y comindoselas con gran fruicin, haba un ser de tez rojiza con

    cuernos de marfil, pezuas, y una cola negra y escamosa que se retorca de placer. Nomeda ms de noventa centmetros de estatura.Esto era todava mejor que el da anterior o fue el otro? cuando consult una

    tabla de nmeros y le pareci ver un dibujo! Y el jefe del departamento deca que carecade imaginacin.

    La aparicin se aclar la garganta un sonido intermedio entre una sierra circular y unfagot doble entrando en calor y dijo con spera monotona:

    Preferira no tener que informarle de esto. Mi trabajo sera mucho ms sencillo, yperdera mucho menos tiempo si pudiera dejarle a merced de sus propios recursos. Peroestoy obligado a darle una explicacin; obligado por una Autoridad alz la vista consuave desagrado, cuya naturaleza usted no podr comprender jams.

    La criatura respir profundamente, desapareci un momento, y volvi a aparecer enforma de un anciano caballero que llevaba unas gafas con montura dorada y un arrugadotraje cruzado. Salt cuidadosamente de la mesa y se sacudi la tiza de su americana con

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    una mano manchada por la edad.Ahora sacar el pergamino y el alfiler esterilizado! Sam decidi terminar con la

    alucinacin costara lo que costase, y despus pasar dos das durmiendo. Este es eljuego, verdad? Mi alma a cambio de la solucin a este problema? Seal con gestoteatral los montones de jeroglficos que abarrotaban la mesa y se desparramaban por elsuelo.

    Me parece que se ha dejado usted engaar por el folklore y la literatura. Elprofesor-demonio sacudi una mota de polvo que tena en la ancha solapa, originandouna lluvia de chispas azules. Yo no comercio con nada. Esto es lo que,desafortunadamente, estoy obligado a explicarle. Realizamos un pequeo y estpidoritual, y entonces yo me adueo. Su alma estuvo perdida desde el mismo momento queme llam...

    Llamarle...?Hush! El profesor se convirti en un maestro an ms anciano, y despus en un

    estudiante universitario de tupido cabello (obviamente de matemticas), que le seal conun dedo acusador. ...O se arrepentir! Vaya tonteras que estaba murmurando! Hizoun gesto imperioso y Sam oy su propia voz diciendo:

    ...De x ms n1... no, maldita sea... n2 por n1... Esas tonteras tenan laestructura fontica y semntica justa de una maldicin, especialmente cuando fueintercalada una clarsima imprecacin; una bella y omnidireccional maldicin, fcil dedirigir mientras siga existiendo el ambiente adecuado.

    Sam pens en todos sus colegas que haban desaparecido o muerto en la flor de lavida. Se puso algo plido.

    S, Samuel Ingard, usted tiene realmente un alma, aunque sea una almendra resecaque probablemente me ocasione una aguda indigestin. Disfrute de ella mientras pueda.

    Pero dmonos prisa, pasemos al asunto que nos interesa. Puede usted hacerme trespreguntas relacionadas con mis habilidades. Despus me har otra pregunta, que yointentar contestar, o me asignar una tarea, que yo intentar realizar.

    En el pasado, algunos matemticos me pidieron que demostrara el teorema deFermat, cuya falsedad puedo demostrar fcilmente. Hizo un ademn, y apareci unapizarra llena de garabatos. Sam, un hombre que lea la ltima pgina de una novelapolicaca antes de empezarla, y lo mismo haca en calidad de matemtico, consiguianotar las tres ltimas ecuaciones antes de que la pizarra se evaporase. Me pidieronque hiciera un crculo cuadrado, lo cual resulta trivial, que encontrara el ltimo nmeroprimo, lo cual es muy poco ms difcil, y otras banalidades parecidas. Espero que a ustedse le ocurra algo ms original.

    Si no puedo resolver su problema, desaparecer. El estudiante-demonio sonriligeramente.

    Y si lo consigue? Sam trat de que su voz sonara indiferente y no lo logr.Ah! Primera pregunta!No!Lo siento; me atengo a las reglas del juego, y espero que usted haga lo mismo. Si lo

    consigo, como siempre desde 1930, devorar su alma; un proceso relativamente fcil.Soy un devorador de almas. Por desgracia, la prdida de su alma equiparar suinteligencia a la de un vegetal.

    Un largo colmillo amarillo apareci en el centro de su boca; lo contempl condisplicencia hasta que lleg a su barbilla.

    Tambin soy vegetariano.Sam estaba extraamente tranquilo cuando formul su primera no, segunda

    pregunta. Una idea empezaba a nacer en su mente.Aparte de la, uh, restriccin divina que ha mencionado al principio, con la cual hacumplido al decirme cul es mi posicin, tienen sus habilidades alguna limitacin fsica o

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    temporal?Ninguna. El monstruoso demonio se rasc distradamente el colmillo y aadi con

    complacencia: No trate de refugiarse en su limitada perspectiva del universo. Puedo irms de prisa que la velocidad de la luz o hacer que dos electrones de un tomo ocupen elmismo nivel cuntico con la misma facilidad con que usted se suena. Mir intensamentela nariz de Sam. Con ms facilidad. La prxima pregunta.

    Mi prxima pregunta es corolario de la primera. Hay algn lugar del universo, entodo lo que... existe... donde usted pueda ir y sea incapaz de encontrar el camino deregreso?

    El demonio lami su colmillo con una lengua verde y biliosa.No. Podra ir a la Nebulosa de Andrmeda y regresar en un microsegundo. Del

    mismo modo, podra ir, digamos, a lo que sera Berln si los nazis hubieran ganado laguerra, o Atlanta si el Sur lo hubiera logrado, o a la Roma del siglo XX si Alejandrohubiera muerto a edad avanzada. Mientras hablaba, el demonio bailaba una jigairlandesa y su cabello se converta en una enmaraada masa de serpientes de coral, quese dispusieron formando un copete.

    Ahora, hgame una pregunta que yo no pueda contestar; o asgneme una tarea que

    no pueda realizar.Sara mir framente al demonio, que se haba convertido en una temblorosa masa de

    protoplasma amarillo flotando en el aire, cubierta de obscenos rastrojos negros, y divididapor un orificio escarlata lleno de centenares de minsculos y afilados dientes quechirriaban al tocarse.

    La pregunta gru.No es una pregunta dijo Sam, disfrutando con la impaciencia de la criatura. Es

    una orden!Dgala!Sam sonri, con algo de tristeza.Pirdase.El demonio adopt nuevamente su forma original, pero con tres metros de altura y

    envuelto en una capa negra y vapores de azufre. Solt una maldicin, trat de agarrar alsonriente matemtico y empez a encogerse. A un metro y medio, se inmoviliz y retorcinerviosamente la cola. A treinta centmetros de altura, empez a patalear con rabiainarticulada. Cuando alcanz el tamao de un dedal, gimi con voz patticamente aguda:

    Usted y Ernest Hemingway! y desapareci.Sam se levant y abri una ventana para que el dixido de azufre se evaporara.

    Entonces volvi a sentarse, tir de un manotazo todos los papeles al suel