hacía una estrategía de investigación pluridimensional

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HACÍA UNA ESTRATEGÍA DE INVESTIGACIÓN PLURIDIMENSIONAL « Una investigación que no dejará de ser buscadora. » Edgar Morin Si el acta de la complejidad tiene antecedentes antiguos, tales Blaise Pascal en su intuición del razonamiento dialógico 1 , o Leonardo Da Vinci con ésta formidable apertura pluridisciplinar suya; su toma en cuenta por la ciencia surgió más recientemente, a lo largo del siglo XX, a partir de los fracasos repetidos del modelo científico dominante para explicar y comprender una realidad cambiante. En nuestro mundo globalizado, en particular, las dinámicas socio-culturales, económicas, tecnológicas y políticas se aceleraron como nunca antes, exigiendo de manera urgente nuevas aptitudes de comprensión, más globales, más integradoras, para poder enfrentar estos retos inéditos de manera eficiente y sostenible. De la misma manera en las ciencias naturales, los trabajos de Henri Poincaré (geometría fractal), Ilya Prigogine (teoría de las estructuras disipativas) o Henri Atlan (estudio de una relación dialógica orden- desorden-organización en el mundo físico, biológico y humano) contribuyeron a marcar una ruptura fundamental con el ideal moderno de una ciencia cartesiano-positivista, introduciendo por primera vez las nociones complejas de desorden y de auto-organización. En este sentido, la tentación por hablar de método complejo es doble: Primero por continuidad semántica con los seis tomos de la obra del mismo nombre de Edgar Morin. Segundo por convergencia amplia de aspiraciones científicas y ciudadanas acerca de una institucionalización del pensamiento complejo como contrato epistemológico y social alternativo. En este caso, el impulso viene tanto del mundo científico como de la sociedad civil, en la medida en la cual plantearse la cuestión del estatuto, de los métodos y del valor del conocimiento científico actualmente, no es sólo una exigencia cognoscitiva, sino también un desafío social que consiste en la definición del saber legítimo, o sea del conocimiento legítimamente enseñanable en los distintos estratos del sistema educativo. Cómo lo recuerda oportunamente Jean-Louis Le Moigne, presidente de la Asociación Europea para la Modelización del Pensamiento Complejo, vivimos en efecto un tiempo paradójico en que cohabitan a la vez un nivel impresionante de incultura epistemológica por parte de los investigadores científicos, y un nivel inigualado de control técnico sobre los seres y la naturaleza, haciendo urgente una superación de la dicotomía tradicional entre expertos y profanas. Es en esta perspectiva que hablaremos, en las huellas de Le Moigne, de “contrato epistemológico Y social” 2 . La hexalogía de Edgar Morin contempla esta segunda dimensión de la operacionalización científica, y presenta una serie de indicaciones al respecto (la com-prensión del investigador en su investigación, del terreno en su contexto a la vez local y global) pero reconsiderando paralelamente la noción misma de método y las condiciones de posibilidad del conocimiento pertinente. Hablar entonces de un método complejo de investigación, así como lo reivindicamos en la presente reflexión, no se puede limitar a la perspectiva cartesiana de un “Discurso sobre el Método”, sino implica una verdadera búsqueda de segundo orden, acerca de las modalidades y criterios de un conocimiento del conocimiento. 1 B. Pascal (1670): Les Pensées, Paris, Edit. Seuil, 1963, p. 527: « Entiendo que es imposible conocer las partes sin conocer el todo, como lo es el conocer el todo sin conocer las partes. » 2 J-L. Le Moigne (1995): Les Epistémologies Constructivistes, Paris, QSJ. Nicolas Malinowski 1

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estrategia de la complejidad

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Page 1: HacíA Una EstrategíA De InvestigacióN Pluridimensional

HACÍA UNA ESTRATEGÍA DE INVESTIGACIÓN PLURIDIMENSIONAL

« Una investigación que no dejará de ser buscadora. »

Edgar Morin

Si el acta de la complejidad tiene antecedentes antiguos, tales Blaise Pascal en su intuición del razonamiento dialógico1, o Leonardo Da Vinci con ésta formidable apertura pluridisciplinar suya; su toma en cuenta por la ciencia surgió más recientemente, a lo largo del siglo XX, a partir de los fracasos repetidos del modelo científico dominante para explicar y comprender una realidad cambiante. En nuestro mundo globalizado, en particular, las dinámicas socio-culturales, económicas, tecnológicas y políticas se aceleraron como nunca antes, exigiendo de manera urgente nuevas aptitudes de comprensión, más globales, más integradoras, para poder enfrentar estos retos inéditos de manera eficiente y sostenible. De la misma manera en las ciencias naturales, los trabajos de Henri Poincaré (geometría fractal), Ilya Prigogine (teoría de las estructuras disipativas) o Henri Atlan (estudio de una relación dialógica orden-desorden-organización en el mundo físico, biológico y humano) contribuyeron a marcar una ruptura fundamental con el ideal moderno de una ciencia cartesiano-positivista, introduciendo por primera vez las nociones complejas de desorden y de auto-organización.

En este sentido, la tentación por hablar de método complejo es doble: Primero por continuidad semántica con los seis tomos de la obra del mismo nombre de Edgar Morin. Segundo por convergencia amplia de aspiraciones científicas y ciudadanas acerca de una institucionalización del pensamiento complejo como contrato epistemológico y social alternativo. En este caso, el impulso viene tanto del mundo científico como de la sociedad civil, en la medida en la cual plantearse la cuestión del estatuto, de los métodos y del valor del conocimiento científico actualmente, no es sólo una exigencia cognoscitiva, sino también un desafío social que consiste en la definición del saber legítimo, o sea del conocimiento legítimamente enseñanable en los distintos estratos del sistema educativo. Cómo lo recuerda oportunamente Jean-Louis Le Moigne, presidente de la Asociación Europea para la Modelización del Pensamiento Complejo, vivimos en efecto un tiempo paradójico en que cohabitan a la vez un nivel impresionante de incultura epistemológica por parte de los investigadores científicos, y un nivel inigualado de control técnico sobre los seres y la naturaleza, haciendo urgente una superación de la dicotomía tradicional entre expertos y profanas. Es en esta perspectiva que hablaremos, en las huellas de Le Moigne, de “contrato epistemológico Y social”2.

La hexalogía de Edgar Morin contempla esta segunda dimensión de la operacionalización científica, y presenta una serie de indicaciones al respecto (la com-prensión del investigador en su investigación, del terreno en su contexto a la vez local y global) pero reconsiderando paralelamente la noción misma de método y las condiciones de posibilidad del conocimiento pertinente. Hablar entonces de un método complejo de investigación, así como lo reivindicamos en la presente reflexión, no se puede limitar a la perspectiva cartesiana de un “Discurso sobre el Método”, sino implica una verdadera búsqueda de segundo orden, acerca de las modalidades y criterios de un conocimiento del conocimiento.

1 B. Pascal (1670): Les Pensées, Paris, Edit. Seuil, 1963, p. 527: « Entiendo que es imposible conocer las partes sin conocer el todo, como lo es el conocer el todo sin conocer las partes. »2 J-L. Le Moigne (1995): Les Epistémologies Constructivistes, Paris, QSJ.

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En el sentido clásico de la palabra, “método” (del griego Méta-Odos) es un dispositivo previo de organización, elaborado por el sujeto en base a criterios de lógica formal, para investigar un objeto, lo cual está pensado como externo a la vez al sujeto investigador y a las herramientas movilizadas para estructurar su experiencia.Encontramos sin ambigüedad esta concepción en la definición del proyecto cartesiano a establecer conocimientos fondados en razón para llegar a ser como “dueños y propietarios de la naturaleza”3. Pero aparece la duda en cuanto a la oportunidad de usar la palabra misma de método para calificar la obra morineana: No que pretendamos negárselo obviamente -y su autor así lo reivindica- sino porque surge rápidamente a su lectura la tentación de agregarle un prefijo para mejor marcar la distancia con la definición clásica antes mencionada. Sí, se trata de un método. Pero al mismo tiempo es algo más.

¿Podemos así hablar de un Anti / Multi / A /Contra - método para calificar nuestra búsqueda de una estrategia de investigación pluridimensional?

Esta pregunta orientará profundamente la conducción del presente capítulo, ya que la respuesta aportada no puede ser neutral en cuanto al valor y a la naturaleza del conocimiento científico que se tratará de producir. Si el método se concibe fundamentalmente como herramienta, elaborada por el sujeto pensante en su relación a los objetos externos en el sentido de una optimización racional [Primera Parte], el conocimiento producido puede entonces aspirar a ser éticamente virgen, totalmente separado de las consideraciones políticas y ideológicas que se manifiestan ex-ante (En la elección misma del objeto de estudio) o ex-post (En las aplicaciones potenciales del saber científico). Pero si, al revés, tratamos de concebir esta relación objeto/sujeto de forma dialógica, reconsiderando la intencionalidad misma de ese sujeto que construye del mundo percibido una inteligibilidad siempre contextualizada, los estatutos del saber así como del científico dentro de la sociedad se modifican considerablemente. [Segunda Parte]Paralelamente, la respuesta aportada sobre la naturaleza de un método complejo de investigación, determinará en cierta forma las propias dinámicas de su operacionalización y de su transmisión a las generaciones sucesivas de investigadores-ciudadanos. Hablar en efecto de la indagación como serie de preceptos discriminando lo científico de lo no-científico, se revela bastante congruente con una concepción tradicional de la enseñanza universitaria y de su segmentación disciplinaria; mientras considerarlo como tarea esencialmente creativa y, por lo tanto, estratégica, nos invitará a revisar el modo de traducción de este método científico en reglas operativas. [Tercera Parte]

3 R. Descartes (1637): Discurso del Método, Barcelona, Editorial Fama, 1953, p 152.

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I) Volver al Origen: Acerca de la noción misma de método

« La ciencia no piensa. » Martin Heidegger

En esta primera parte, cuestionaremos la noción de método a la luz de las orientaciones distintas que se pueden evidenciar entre una perspectiva cartesiana y un enfoque de tipo complejo: Nuestro propósito consiste en sugerir que, cuando un René Descartes habla de Método científico de investigación, está contemplando una autopista en el desierto, o sea la definición rígida y unilateral de un planteamiento discriminatorio. Más allá de ese tranzón de carretera está el peligro y la perdición misma del espíritu científico. La noción de Método, desde un enfoque complejo, implica más bien -como un sendero en la selva- la idea de modelo flexible y adaptativo, de un horizonte cambiante que se pueda alcanzar desde diferentes caminos.

1) El Proyecto Cartesiano:

Pocas aventuras cognoscitivas pueden felicitarse de una amplitud y ambición comparable con la del Discurso del Método de René Descartes.Contemporáneo de Galileo, aprueba su intento de dar cuenta de la naturaleza en lenguaje matemático4, pero denunciando al mismo tiempo lo que considera como falta de rigor, de orden, de unidad… de método en fin de cuenta. Es esta insatisfacción, acerca de los conocimientos no fundados en razón y, consecuentemente, de la imposible cumulatividad del pensamiento científico, que conduce Descartes a la formulación de la famosa tabula rasa, entendida como aplicación de una duda metodológica radical sobre todos aquellos conocimientos establecidos “en la arena y el lodo” (Primera Parte del Discurso).El Método se define pues como un conjunto de reglas, a la vez técnicas, lógicas y deontológicas, susceptibles de garantizar el valor de un planteamiento científico así como la certeza de sus resultados:

- « El primero de estos preceptos, consistía en no recibir como verdadero lo que con toda evidencia no reconociese como tal, evitando cuidadosamente la precipitación y los prejuicios, y no aceptando como cierto sino lo presente a mi espíritu de manera tan clara y distinta que acerca de su certeza no pudiera caber la menor duda. »

- « El segundo era la división de cada una de las dificultades con que tropieza la inteligencia al investigar la verdad, en tantas partes como fuera necesario para resolverlas. »

- « El tercero, ordenar los conocimientos, empezando siempre por los más sencillos, elevándome por grados hasta llegar a los más compuestos, y suponiendo un orden en aquellos que no lo tenían por naturaleza. »

- « Y el último, consistía en hacer enumeraciones tan completas y generales, que me dieran le seguridad de no haber incurrido en ninguna omisión. »

Se trata de un sistema organizado, en la medida en la cual dichos preceptos comunican entre ellos, se implican mutuamente sobre la base de una misma convergencia hacía la hipótesis de un mundo concebido como fundamentalmente separado de su observador (perspectiva ontológica). Considerando en efecto la necesidad de establecer “principios para bien conducir su razón e investigar la verdad en las ciencias”5, el Método cartesiano postula implícitamente la

4 Galileo (1620): L'Essayeur, Paris, Edit. Les Belles Lettres, 1980, p 141: « La filosofía se escribe en este inmenso libro que se tiene siempre abierto ante nuestros ojos, quiero decir el universo, pero no se puede comprenderlo si no se aplica en primer lugar a comprender la lengua y a conocer los caracteres con los cuales se escribe. Se escribe en la lengua matemática y sus caracteres son triángulos, círculos y otras figuras geométricas, sin el medio de los cuales es humanamente imposible incluir una palabra. Sin ellos, es un vagabundeo en un laberinto oscuro. »5 R. Descartes (1637): Discurso del Método, Barcelona, Editorial Fama, 1953.

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posibilidad misma de esta verdad y la de poder alcanzarla a partir de un esfuerzo de objetivación y rigor analítico. Por lo tanto, el universo, la naturaleza, la vida… todo lo que se trata de conocer -reduciéndolo a parcelas elementales- resulta conocible en su esencia y de manera acumulativa6.

En este sentido y desde inmediato al colocar el Método del lado del ser pensante, considerado como “dueño y poseedor de la naturaleza”, el proyecto cartesiano revela un potencial operativo absolutamente considerable. Contemplando el acceso al conocimiento como proceso lineal -la epistemología7 sólo constituyendo una palanca que ya no es necesario discutir una vez establecida de manera “clara y distinta”- el esfuerzo científico se puede entonces concebir como edificio en extensión permanente, al cual cada científico aportar la piedrita de su plus-valía personal.

El filósofo cubano Carlos Delgado escribe al respecto -acerca de este modelo tradicional del pensamiento humano que estaría viviendo una “revolución inadvertida” por los múltiples cambios científicos y tecnológicos surgidos en la segunda mitad del siglo XX- que « el desarrollo de la investigación científica desde la modernidad, y la instrumentación práctica acelerada del conocimiento en las tecnologías desde los inicios de la era industrial, lo han colocado [el hombre] en una posición privilegiada como poseedor de conocimientos y modos de hacer que modifican el mundo. Hoy, el desarrollo de la investigación científica ha dotado al hombre de conocimientos que le garantizan una capacidad transformadora de la naturaleza a escala planetaria, lo que apenas cien años atrás parecía un sueño mítico.»8 No obstante, el acta no viene aquí como reconocimiento triunfalista por parte del saber científico, sino precisamente para mejor poner de relieve el impacto de aquellos nuevos problemas (la bioética en particular) que, hoy, « escapan a su racionalidad instrumental subyacente »9 e invitan a reconsiderar las hipótesis profundas del quehacer científico.

Éste se concibe, clásicamente, como proceso bastante rígido y excluyente, que caracterizaremos a través de dos dimensiones cardinales:

Se trata primero del carácter impersonal de la investigación que -independientemente del campo disciplinario concebido- requiere como condición de validez que los resultados producidos no sean tributarios de las características personales del observador. En efecto, la verdad siendo única, cualquier otro investigador, en las mismas condiciones y a partir del respeto de las mismas recomendaciones metodológicas, debe llegar a producir el mismo análisis. El observador se revela por lo tanto completamente intercambiable, y sólo vale en este caso como representante universal de una razón de la cual depende la validez de sus enunciados.Dicha característica se funda sobre una ambición valorable de objetividad científica, imponiendo el dominio de las reglas formales sobre la iniciativa individual, la creatividad y la intuición, con el propósito de liberar la ciencia de los prejuicios y de las contingencias geográfico-históricas. En cierta forma, el investigador se tiene, metodológicamente, que separar de su propio arraigamiento nacional y socio-cultural para asegurar la formulación de enunciados unánimemente aceptables en virtud de su descontextualización.

La segunda característica de este método clásico se puede resumir por una inclinación inherente a la industrialización-racionalización de las técnicas, como proceso de sofisticación creciente de las herramientas de observación y clasificación. Los avances

6 N. Malinowski (2007): « Una Contribución del Pensamiento Complejo a la Reforma de la Inteligencia Humana », Ethos Pedagógico, Nº 40, Morelia, México, p. 34: “Si el mundo existe de manera objetiva e independientemente de quién lo observa, resulta posible valorarlo de manera analítica y recortarlo en campos de investigaciones distintos, dedicando a cada uno una disciplina propia de la investigación científica. Esto explica la fuerte tendencia a la especialización científica a lo largo del siglo XX y el carácter relevante de las barreras disciplinarias, en el marco de una concepción economista que legitima la aplicación a las ciencias de los principios de la división del trabajo.”7 Entendida como “el estudio de la constitución de los conocimientos validos” (In J. Piaget (1967): Lógica y Conocimiento Científico, Paris, Edit. Encyclopédie La Pléiade, p 6).8 C-J. Delgado (2007): Hacia un Nuevo Saber. La Bioética en la Revolución Contemporánea del Saber, Ediciones Acuario, Centro Félix Varela, La Habana, p 13.9 Ibid, p 17.

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tecnológicos del periodo moderno lo parecen confirmar, pero nuestro propósito se pretende más amplio que la mera constatación de una tendencia actual, avanzando la hipótesis de una consubstancialidad entre el método científico moderno y la búsqueda permanente de indicadores cuantificables más avanzados. Esta inclinación general permite, en particular, entender la propensión fuerte de las ciencias humanas y sociales -aunque están expresando sus proposiciones sobre el mundo empírico desde un espacio asertótico no popperiano, y no se someten por lo tanto a los mismos criterios de cientificidad que las ciencias naturales- en amarrar su propia legitimidad cognoscitiva sobre el mismo rigor matemático de las ciencias duras10. El sociólogo norteamericano de origen ruso, Pitirim Sorokin, habla en este sentido de « cuantofrenía », definida como una utilización abusiva o mal hecha de una medida cuantitativa, o también como « la ilusión de creer que la realidad no puede ser comprendida y dominada sino a condición de poder medirla ».11

En las ciencias naturales, por otra parte, aquella inclinación a la industrialización de las técnicas se revela igualmente convergente con el segundo criterio del Método cartesiano, que impactó tanto a los biólogos y físicos en los dos últimos siglos a través de su búsqueda frenética de la molécula, del átomo, del componente elemental que permita reconstruir analíticamente la totalidad de los objetos del mundo físico.

Calificamos este Método de “cartesiano” en homenaje al pensador francés que lo formuló e impactó de manera tan profunda la trayectoria del pensamiento científico moderno. Pero, de la misma forma, hubiéramos podido usar los adjetivos de método “newtoniano”, “positivo”, “mecanista” o “realista”, debido a la amplitud de pensadores, investigadores y epistemólogos que -a veces sin saberlo- se reivindican de los preceptos ante mencionados. Desde más de trescientos años, en efecto, este método adquirió el estatuto de modelo dominante para la definición del conocimiento legítimo: Cuando un cirujano realiza a una intervención medical, cuando un climatólogo procede una experiencia sobre la presión atmosférica, ambos adhieren y vehiculan de manera implícita los preceptos metodológicos del proyecto cartesiano.De hecho su influencia sobre la comunidad científica es tan profunda que el respeto de sus reglas e hipótesis fundadoras se hace ahora sin conciencia verdadera de esta herencia epistemológica. Incluso, se transmiten esas reglas en la enseñanza universitaria como si fueran evidencias inamovibles y criterios supremos de aprobación para los exámenes y trabajos de tesis.Heidegger lo había notado al declarar que “la ciencia no piensa”. Careciendo de reflexividad, los investigadores hiper-especializados pueden caer en la auto-suficiencia, mientras el conocimiento se revela incapaz de cuestionar sus propios fundamentos, considerándolos estables cuando más se debilitan en el periodo actual frente al surgimiento de nuevos retos cognoscitivos. Para enfrentarlos, el pensamiento complejo -que adquiere su significación científica actual a partir de la publicación de La Naturaleza de la Naturaleza por Edgar Morin en 1977- propone un corpus alternativo de hipótesis acerca de la noción misma de método de investigación, trazando el marco de lo que estudiaremos en un segundo tiempo como contra-método.

2) Flexibilidad, Empatía, Creatividad: La elaboración progresiva de un contra- método

10 J-C. Passeron (1991): Le Raisonnement Sociologique. L’Espace non Poppérien du Raisonnement Naturel, Paris, Collection Essais & Recherches, Nathan, (Avant-Propos): « ¿Y si relevaba de otra forma de organización del espíritu científico que la que ilustran las ciencias de la naturaleza, la sociología se encontraría, sola de su especia, sentada en su banco de excepción? Sería rápidamente un banco de infamia dónde vendrían a sumarse todas las ciencias históricas que sólo pueden engendrar sus generalidades por lo que se debe llamar un razonamiento sociológico. »11 V. de Gaulejac (2005): La Société Malade de la Gestion : Idéologie Gestionnaire, Pouvoir Managérial et Harcèlement Social, Paris, Seuil, p 71.

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Suponer la construcción de un contra-método no es tarea inmediata, y sería ilusorio pensar que surgió ex nihilo, en 1977, de una sola obra fecunda. En la trayectoria intelectual del profesor Morin, es el fruto de una larga maduración empírica y conceptual, que estudiaremos a través de la investigación colectiva y pluridimensional llevada en el municipio de Plozévet a principios de los años 196012.

En 1961, La Delegación General a la Investigación Científica y Técnica (DGRST) de Francia aceptó financiar la organización de una amplia encuesta interdisciplinaria en una zona relativamente aislada del país, con el propósito de facilitar ahí la convergencia y sinergia de distintos enfoques expertos respecto a la problemática compleja del mundo rural frente a la modernidad.

Este municipio de Plozévet fue elegido por varias razones: • Relativo aislamiento geográfico a la extremidad de la

península bretón. • Archivos locales bien entretenidos.• Interés de la municipalidad para el programa considerado.• Acta de una sociedad en movimiento, marcada por las

reivindicaciones de un mundo rural en ebullición.

Edgar Morin llega en Plozévet el 14 de marzo de 1965 con la misión de organizar un estudio complementario sobre las transformaciones sociales perceptibles en el municipio y los impactos de la modernización sobre una micro-sociedad con cimientos rurales trastornados. Las conclusiones de aquella investigación serán publicadas en 1967 bajo el título Municipios en Francia. Las Metamorfosis de Plozévet.

En este trabajo pionero realizado por Edgar Morin, nos interesaremos en particular a la descripción de un método alternativo de investigación, que parece alejarse bastante del modelo tradicional antes definido. La distancia se revela sensible desde la elección del grupo de investigadores encargados de llevar a cabo esta investigación colectiva: Más que los títulos académicos, o la misma experiencia de campo, Morin hace hincapié aquí en el valor de las cualidades humanas de empatía y de flexibilidad, de curiosidad e iniciativa13. De cierta forma, y paradójicamente, la propia formación de los científicos a la investigación, en vez de ser condición de legitimidad y palanca de su quehacer profesional, aparece como obstáculo del mismo, todo pasando como si el respeto formal de las reglas -compulsivo diríamos, en referencia a la descripción efectuada

12 E. Morin (1967): Communes en France. Les Métamorphoses de Plozévet, Paris, Edit. Fayard.13 E. Morin (1994): « El Empeño Multidimensional », Sociología, México, Anthropos Editorial, 2003, p 200: « Las encuestas estándar multiplican las precauciones técnicas sobre la obtención de datos, olvidando que depende también de quién los obtiene. Nosotros fuimos más sensibles a la calidad personal que a la cualificación técnica de los investigadores que reclutamos. El método multidimensional exige, de entrada, una curiosidad abierta a todas las dimensiones del fenómeno humano, y exige el pleno empleo de diversas aptitudes. »

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Plozévet, pequeño municipio de menos de 4.000 habitantes, situado en el cantón de Plogastel-Saint-Germain (Sud-Finistère, Bretagne, France) fue así colocado, durante cuatro años, bajo la mirada de una centena de investigadores provenientes de todos los horizontes de las ciencias humanas y sociales (sociología, historia, geografía, economía, antropología, psicología social.) Una gigantesca cantidad de informaciones fue compilada, dando particularmente la luz a más de 40 informes y artículos.

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por el sociólogo Emile Durkheim acerca de aquellos comportamientos patológicos que se mantienen en el tiempo por mera costumbre y perdiendo así toda sustancia o significación14- fuera finalmente contraproducente en relación con los propósitos originales del Método que los formuló.

Para ilustrar esta hipótesis, presentaré a continuación una experiencia realizada en la universidad de Nancy en el campo de las ciencias biológicas: Reflexionando sobre el proceso de formación del cerebro en los gatos, los fisiólogos Singer, Freeman y Rauschecker deciden reunir un grupo de gatitos recién nacidos, y colocarlos en un espacio cerrado, con las paredes empapeladas de líneas horizontales. Estas líneas, en particular, indicaban la ubicación de pequeñas aperturas por las cuales podían pasar los gatitos para acceder a pequeños distribuidores de agua y comida.Después de algunas semanas pasadas así (o sea después de la edad de formación de cerebro del animal), los científicos sacaron los gatos de este espacio para colocarlos ahora en otro, absolutamente idéntico en sus dimensiones y sistema de trampillas para acceder a la comida, menos el único cambio de líneas verticales como leitmotiv visual en las paredes internas de la caja. ¿Cuál fue el resultado de esta experiencia?... Todos los gatitos fallecieron sin poder encontrar esas aperturas por las cuales se habían alimentado durante su infancia. Su cerebro había sido preparado para percibir una realidad, y el cambio de un elemento fundamental de la información visual constitutiva de aquella realidad, hizo imposible la orientación. La imposibilidad de crear un nuevo paradigma mental acerca de la realidad impidió el desenvolvimiento de la actividad vital.15

Sin formalizar obviamente la comparación, nos parece heurística en su descripción de un proceso de acondicionamiento cerebral del cual resulta, a continuación, muy difícil liberarse. Precisamente, Morin habla en términos parecidos del malestar experimentado por los investigadores que se encuentran confrontados a nuevas reglas, en contrapié de la formación previa que recibieron. Ellos, en particular, conciben la investigación científica como una serie de pasos obligatorios, y ven cada desviación como elemento de falla metodológica. Por ejemplo en las ciencias humanas y sociales como en las ciencias naturales, el canon implica así, clásicamente, que las fases de elaboración de hipótesis y de exploración estén claramente separadas lógica y cronológicamente. Lógicamente, esta separación se puede operar entre los investigadores mismos y como parte de un proceso de racionalización del quehacer científico por división de las tareas (Adam Smith, Max Weber). Cada uno va en este sentido especializándose en una etapa determinada del proceso investigativo completo, enfocando su atención sobre una dimensión particular antes de socializar su micro-aportación. Pero en una perspectiva morineana, al contrario, tal disociación se revela imposible porque condenaría de entrada al autismo intelectual acerca de la naturaleza compleja de los fenómenos estudiados, y Edgar Morin invita por este motivo a que “cada investigador [sea] polivalente en tanto que debe practicar la observación, la entrevista y la acción de grupo, al mismo tiempo que debe estar semi-especializado en el sector que le interese”16.

Cronológicamente, se supone en general una anterioridad de la fase de elaboración de hipótesis sobre la de observación, lo cual presenta igualmente un grave riesgo que consiste en predeterminar la investigación a las condiciones iniciales de su planteamiento, limitando de entrada el terreno a sólo servir de justificación formal en un proceso de aplicación de las teorías elaboradas. Ha sido señalado por el sociólogo norteamericano Anselm Strauss lo subraya

14 E. Durkheim (1897): Le Suicide, Paris, Edit. PUF, 2nda edición, 1967.15 W. Singer, B. Freeman & J. Rauschecker (1981): “Restriction of Visual Experience to a Single Orientation Affects the Organization of Orientation Columns in Cat Visual Cortex”, Expe. Brain Res. No 41, p 199-215.16 E. Morin (1994): « El Empeño Multidimensional », Sociología, México, Anthropos Editorial, 2003, p 200.

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particularmente cuando, presentando la tesis de una “Grounded Theory” en contra de los enfoques de tipo hipotético-deductivo, insiste en la contingencia de los descubrimientos empíricos que, de cierta forma, se imponen al investigador17. Independientemente del carácter a priori exhaustivo de sus anticipaciones, el científico se encuentra permanentemente amenazado por la posibilidad de surgimiento de lo nuevo, de lo imprevisto, de lo improbable en sus observaciones de campo o experimentales. Tiene que ser siempre flexible al respecto, y la aplicación sistemática de un protocolo previo y codificado aparece imposible.La virtud del científico ya no se concentraría entonces en su aptitud a encarnar un parangón de la racionalidad universal, y a aplicar mecánicamente un programa de acción que le precede y le sobrevivirá; sino al revés en esta capacidad -irreducible a toda definición de una guía previa- a apropiarse dichas acciones para ordenarlas de manera pertinente. Paradójicamente pues, el científico se encuentra frente a la exigencia doble de tener que aprender una serie de reglas durante su trayectoria estudiantil, aplicándolas en sus reflexiones de tesis como condiciones aprobatorias de las mismas, mientras la realidad de su quehacer profesional le obligará a distanciarse de éstas18.

Pensar el método de investigación desde una perspectiva alternativa nos invita así, en las huellas de una comunidad amplia de epistemólogos, biólogos, historiadores, sociólogos y físicos que se reivindican del pensamiento complejo, a considerar el impulso científico como dinámica asintótica que nunca “dejará de ser buscadora”. La creatividad, en tanto como aptitud a encontrar soluciones nuevas relacionando datos conocidos, se revela una cualidad esencial, pero tanto más ambigua como atributo científico cuanto que escapa justamente a sus intentos de racionalización y sistematización. Más que un contra-método verdadero -que implicaría la formulación simétrica de un corpus de reglas opuestas al cartesianismo en sus contenidos, pero convergentes con éste en su carácter intrínsecamente prescriptivo- la complejidad parece más bien invitar a repensar la noción misma de prescripción metodológica, a replantear nuestra propia confianza en el ideal de certeza y a concebir el planteamiento científico como aventura fundamentalmente no lineal.El poeta español Antonio Machado lo expresa de manera inimitable con estos famosos versos, en los que se han identificado muchos pensadores de la complejidad:

« Caminante, son tus huellas el camino, y nada mas; caminante, no hay camino, se hace camino al andar.

Al andar se hace camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar.

Caminante, no hay camino, sino estrellas en el mar ».19

3) La Complejidad ¿Un Anti-Método?:

Si el Método complejo de investigación se puede justamente concebir como vagabundeo intelectual, la tentación se vuelve fuerte de atribuirle el prefijo de “anti”-método; entendido como rechazo de la noción misma de reglas en el quehacer científico. El punto de partida, en efecto, de la hexalogía de Morin es una crítica de la construcción moderna del saber:

17 A. Strauss (1992): La Trama de la Negociación. Sociología Cualitativa e Interaccionismo, Paris, L´Harmattan.18 E. Morin (1994): « El Empeño Multidimensional », Sociología, México, Anthropos Editorial, 2003, p 193: « la indagación debe estar ligada al desarrollo y a las ramificaciones del cuerpo de hipótesis y de instrumentos de investigación. La prospección y la reflexión no pueden ir disjuntas en tiempos separados. El cuerpo de hipótesis no puede establecerse una vez por todas, en un momento anterior a la exploración. […] Esto equivale a decir que el método utilizado en las encuestas estándar no es sólo insuficiente sino mutilador. »19 A. Machado (1917): “Poema XXIX Proverbios y Cantares”, Campos de Castilla, Alianza Editorial S.A, 2006.

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« Debemos partir de la extinción de las falsas claridades. No de lo claro y distinto [...]. Es cierto, para empezar carecemos de método; por lo menos podemos disponer de un anti-método, dónde ignorancia, incertidumbre, confusión se vuelven virtudes ».20 La complejidad presenta en este sentido un aspecto radicalmente a-metódico, no-metódico, siempre inacabado. Mientras, cómo lo vimos, una forma clásica de concebir la labor científica es la comparación con el edificio en construcción, Morin a cambio le prefiere una metáfora de tipo musical, en la cual los aportes respectivos se transforman dinámicamente como proceso en constante evolución. El pensamiento complejo se extendería más bien en forma de espiral, cuya terminación -como propio punto de partida- viene perderse en una tensión de tipo asintótico21.

En el mismo orden de idea, el filósofo austriaco Paul Feyerabend rechaza toda forma de linealidad en el desarrollo de las ciencias y, paralelamente, condena la noción de una racionalidad científica general que pueda valer en todas las circunstancias.22 Según Feyerabend, pensar que un método fijo pueda abarcar un en momento dado toda la riqueza empírica, la opacidad e impredecibilidad del mundo físico y social, es una ilusión profunda, fundada sobre una confianza excesiva ante el hombre y el valor de su razón triunfante. Pero el conocimiento humano siempre es susceptible de errores, de accidentes; lo que no negaría seguramente Edgar Morin cuando subrayaba en el capítulo titulado “Las cegueras del conocimiento: el error y la ilusión” de Los Siete Saberes Necesarios para la Educación del Futuro, que los dispositivos humanos de conexión y apertura al mundo exterior solo representan un 2% del aparato biológico humano23, convirtiendo este héroe cartesiano de la racionalidad clásica, en fin de cuenta, en verdadero autista cognoscitivo.La ambición de fundar apodícticamente el conocimiento científico se revela a la vez imposible e ilusoria. Más bien, son los mismos objetos de estudio que imponen al científico cuál es el marco de pertinencia para estudiarlos, o sea el método correcto que conviene usar, caso por caso y de forma evolutiva. Para decirlo en las palabras de su autor, considerado como fundador de una perspectiva anarquista en la epistemología, « todas las metodologías […] tienen sus límites, y la única “regla” que sobrevive es: “Todo se vale” (Everything goes) »24.

Esta famosa frase, al romper con el carácter discriminante de las reglas en ciencia, viene destruyendo la noción misma de método, y de una manera que aparece parecida con las indicaciones que presenta Morin acerca de su investigación de Plozévet. De ahí, probablemente, surge el carácter vertiginoso, ansiogéno, psicológicamente costoso del proyecto morineano, por su invitación subyacente a abandonar las grandes certezas y el confort mental de la simplificación25. Para muchos, esta dificultad inherente al acta de la complejidad, y la frustración resultante de una tarea que parece nunca acabarse, incita al abandono puro y sencillo del esfuerzo de conocimiento, o a denunciar aquellas búsquedas de un método alternativo como brujería de filósofo sin potencial de operacionalización. Pero los aportes epistemológicos de la segunda mitad del siglo XX no se pueden negar tampoco, ni siquiera en nombre de nuestra auto-satisfacción mental. El carácter ansiogéno del conocimiento humano frente a la constatación de su propia imposibilidad, se puede en efecto experimentar como obstáculo insuperable; pero tal orientación es una ilusión en si misma que se

20 E. Morin (1977): El Método, Tomo 1. La Naturaleza de la Naturaleza, Paris, Seuil, col. Points, p 16.21 Colectivo Internacional (2006): Modelo Educativo de la Universidad Edgar Morin, Una Aproximación Axiológica de Transdisciplina y Pensamiento Complejo, Hermosillo, Ediciones MMREM, p 13: « La espiral simbólica indica inacabamiento y búsqueda en toda dirección; plural de pensamientos, enfoques y futuros, en un dinamismo autocorrector de ascensos integradores en amplificación creciente, que sólo avanza si profundiza y sólo conoce si se arroja en la promesa de una ignorancia ilustrada por la propia conciencia de sus límites y aventuras en desborde permanente. »22 Pensaremos también en esta famosa frase, atribuida a Pöpper como introducción a sus clases: « Soy profesor de método científico, pero tengo un problema: el método científico no existe. »23 E. Morin (1999): Los Siete Saberes Necesarios a la Educación del Futuro, Paris, UNESCO, p 14.24 P. Feyerabend (1975): Contra el Método, London, Verso, p 32.25 E. Morin (1973): El Paradigma Perdido, Paris, Le Point, p 233: « La plena conciencia de la incertidumbre, del riesgo, de la tragedia en todas cosas humanas no me condujo a la desesperación. Al contrario, es tónico cambiar la seguridad mental para el riesgo. »

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origina en los planteamientos fundadores de la ciencia moderna26, y que se puede igualmente revertir y transformar en motivo de estimulo intelectual:

« Se dice cada vez más a menudo "eso es complejo" para no tener que explicar. Aquí es necesario hacer una verdadera inversión y poner de manifiesto que la complejidad es un reto que el espíritu debe y puede conquistar »27.

Surge no obstante una gran dificultad: Si el método científico es, en sí mismo, una “absurdez”, ¿Qué valor tiene el conocimiento experto a comparación del saber producido por personas que no forman parte del campo de la ciencia?El sociólogo británico Brian Wynne aporta en esta perspectiva reflexiones heurísticas que presentaremos a continuación.

Wynne considera como punto de partida el estudio de dos investigaciones que se llevaron respectivamente en Escocía, en torno a los efectos de la nube radioactiva de Tchernobyl, y en Perú acerca del cultivo de las papas28. En ambos casos, y más allá de las conclusiones puntuales de estas investigaciones, el propósito de Wynne consiste en reflexionar sobre casos concretos de oposición entre saberes expertos y profanos, para tratar de entender sus relaciones y aportes respectivos.En la primera investigación que realizó Wynne en la provincia de Cumbria, analiza en particular el comportamiento de los expertos (sociólogos, biólogos, físicos nucleares, medio ambientalistas…) que llegaron después de la catástrofe para investigar sus impactos potenciales. En este caso, los científicos se fundaron sobre lo que consideraban como parámetros técnicos universales en cuanto a los efectos de la radioactividad sobre los seres y los suelos, e invitaron el gobierno a una serie de medidas sanitarias sobre esta base. Sin embargo, sus conclusiones se revelaron equivocadas respecto a la duración de la contaminación, más larga de lo previsto, mientras los campesinos de esta provincia rural, quienes se fundaron únicamente sobre una experiencia no formalizada, llegaron a producir enunciados de mayor pertinencia empírica.En la segunda investigación mencionada por Wynne -en la cual hace referencia a una investigación del sociólogo Van der Ploeg publicada en el artículo “Potatoes and Knowledge”- la oposición entre saberes expertos y profanas se manifiesta respecto al cultivo de un producto determinado, la papa, en el contexto geográfico de Perú: Preocupada por racionalizar y optimizar el sistema agrícola de Perú, considerado como arcaico por la persistencia de un nivel elevado de pluri-cultivo familiar, una parte de su elite política y científica lanzó en los años 80 un amplio programa de reorganización agrícola. No obstante, las condiciones que erigieron como necesarias para satisfacer a una productividad optima provocaron una importante reorganización por parte de los agricultores andinos, en el sentido de una estandardización de las prácticas, y se revelaron en fin de cuenta contraproducentes a comparación de las costumbres locales de cultivo.

En ambos casos, el fracaso del análisis experto parece derivar, según Brian Wynne, del uso de categorías generales y descontextualizadas que pierden todo sentido en cuanto se aplican de manera global en terrenos múltiples. En particular, la posición de los científicos se caracteriza por una forma marcada de auto-suficiencia que les conduce a denigrar los puntos de vista profanos, concebidos como irracionales e ignorantes. Pero precisamente, estos saberes se revelan no sólo legítimos y válidos sino también complementarios del mismo producto científico: Cuando los científicos analizan una explotación agrícola, lo caracterizan en función de indicadores estructurales, tales como la superficie o el nivel de producción, sin tomar en cuenta los acontecimientos familiares o culturales que representan igualmente palancas poderosas de inteligibilidad. Pero esta situación se revela tanto más preocupante, a través del

26 A. Camus (1942): El Mito de Sísifo, Paris, Idée n°1, p 44: « Este mundo en sí mismo no es racional, es lo único que podemos decir. Pero lo que es absurdo, es la confrontación de esta irracionalidad y de este deseo perdido de claridad cuya llamada resuena en lo más profundo del hombre. »27 E. Morin (2003): Educar Para la Era Planetaria, Paris, Balland, p. 12.28 B. Wynne (1999): « Une Approche Réflexive du Partage entre Savoir Expert et Savoir Profane », Les Cahiers de la Sécurité Intérieure, No 38, Vol 4.

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estudio llevado por Brian Wynne, cuanto que este rechazo por el saber profano está compartido por los mismos poderes públicos dentro de una perspectiva tecnócrata de su quehacer político.Al revés la propuesta compleja, humildemente pero con resolución, invita a una reintegración de aquellas tres dimensiones consubstanciales de la vida humana en su globalidad -ciudadano, individuo, científico- y concebir, como alternativa al pensamiento lineal, la perspectiva de una democracia cognitiva, en forma de amplio foro trans-disciplinario, trans-generacional y trans-categorial que permita el encuentro regular de perspectivas múltiples acerca de un mismo problema colectivamente definido: « La llamada para la democracia cognitiva no es solamente la llamada a clases nocturnas, escuelas de verano, Universidades populares. Es la llamada para una democracia donde el debate de los problemas fundamentales ya no sería el monopolio de los solos expertos y sería llevado a los ciudadanos ».29

La complejidad, por lo tanto, no es en ninguna forma de abandono de la ambición científica ni invitación a la procrastinación intelectual. Si la podemos identificar como anti-método por su reconocimiento de vacuidad de los grandes razonamientos abstractos, es importante precisar que pensamiento complejo no supone planteamiento confuso, y no significa tampoco abandono de la búsqueda misma de este método, incluso bajo el modo de la aventura permanente30. “Ayúdate, el método te ayudará” dice Edgar Morin… Cita a veces mal entendida, como forma de esoterismo de su parte, pero muy aguda si consideramos, cómo intentaremos hacerlo en una segunda parte, la necesaria apropiación o personalización de este método científico por el sujeto siempre singular que lo opera.

II) El Estatuto del Investigador y de su Terreno: La doble contextualización

« Es más difícil destruir un prejuicio que un átomo. »

Albert Einstein

29 E. Morin (1999): La Cabeza Bien Puesta, Paris, Edit. Seuil, p. 125.30 E. Morin (1977): El Método, Tomo 1. La Naturaleza de la Naturaleza, Paris, Seuil, p 386: « El verdadero problema ahora es transformar el descubrimiento de la complejidad en método de la complejidad. »

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Al lo largo del siglo XX, los trabajos de cibernéticos (Norbert Wiener, John Von Neumann), epistemólogos (Thomas Nagel, Gaston Bachelard, Thomas Kuhn) y sistémicos (Jean-Louis Le Moigne, Yves Barel) contribuyeron a poner profundamente en tela de juicio el doble postulado ontológico-determinista que sostiene, desde un nivel meta-paradigmático, todo el edificio del Método cartesiano. Sobre esta base y la aportación heurística de la trinidad conceptual auto-organización-recursividad-hologramía, el pensamiento complejo va elaborando una propuesta integradora que reconoce, amplía y cuestiona los planteamientos de la ciencia tradicional.En la perspectiva de Morin, no se trata -cómo para un Descartes- de deducir el método de una serie de principios epistemológicos generales, sino de volver a la búsqueda misma de las condiciones de posibilidad y pertinencia de una estrategia de investigación científica.

1) La Estrategia Meta-Paradigmática:

Los desarrollos actuales del pensamiento complejo encuentran una herencia natural en los trabajos fundadores del historiador de las ciencias Thomas Samuel Kuhn. En su obra mayor, La Estructura de las Revoluciones Científicas, defiende la tesis de una ciencia evolucionando radicalmente por saltos, o rupturas, que corresponden a una sucesión histórica de “paradigmas científicos”.31 El concepto de “paradigma”, así como lo concibe Kuhn, viene de la palabra griega antigua παράδειγμα / paradeigma que significa “modelo” o “ejemplo”. Un paradigma corresponde en este sentido a una representación mental del mundo, una forma de interpretarlo y conferirle inteligibilidad, y supone en la perspectiva de Kuhn la existencia de una comunidad de científicos que concuerdan sobre un corpus de problemáticas, postulados y observaciones. No se trata pues de un fenómeno exclusivamente racional, sino también un producto social, tributario de relaciones de fuerzas que se expresan con toda la variedad de la propia psyché humana: Un paradigma dominará así el panorama científico-social tanto tiempo cómo logrará a mantener una aptitud a dar cuenta de la realidad de su tiempo. Pero, frente al surgimiento de nuevas observaciones, nuevas herramientas más precisas, nuevos retos cognoscitivos, las fallas repetidas del modelo dominante conducirán a una proporción creciente de científicos a formular un corpus distinto de hipótesis, métodos y criterios de evaluación, y así establecer progresivamente las bases de un paradigma alternativo. Cómo lo describe Kuhn, este paradigma nuevo entrará entonces en oposición con las estructuras anteriores, hasta que uno de los dos saliera vencedor y se lleve la adhesión -siempre provisional- de una mayoría de la comunidad científica.Es bajo este esquema cómo Kuhn propone estudiar, por ejemplo, el paso histórico de un paradigma newtoniano de tipo mecanista a un paradigma einsteniano de tipo relativista en el cual el tiempo y el espacio ya no pueden ser considerados como categorías absolutas. La tentación sería fuerte de considerar ahora la formalización del pensamiento complejo en la segunda mitad del siglo XX como otra manifestación de este ciclo ininterrumpido descrito por Kuhn, y como forma actualizada del nuevo consenso científico que se está construyendo progresivamente.

Pero sería quedarnos todavía en la parte visible del iceberg, y el segundo tiempo de nuestra argumentación consistirá justamente en un matiz aportado acerca del alcance e impacto real de estas “revoluciones científicas” que nos parecen disimular, bajo el velo de diferencias coyunturales, muchos elementos cardinales de continuidad intelectual: En efecto las rupturas paradigmáticas que surgieron desde más de tres siglos en el campo de la epistemología (Condorcet, A. Comte, Cl. Bernard, B. Russel, R. Carnap, C. Hempel, K. Popper, T-S. Kuhn, J. Monod, R. Thom), constituyen sin duda avances cognoscitivos pertinentes, no obstante se auto-limitan a ser innovaciones “superficiales” por no reflexionar sobre su propia estructura mental subyacente. Más allá de las distinciones formales, en efecto, aquellos planteamientos epistemológicos siguen considerando implícitamente como adquirido e irrefutable un mismo 31 T-S. Kuhn (1962): The Structure of Scientific Revolutions, Chicago, University of Chicago Press.

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sistema de hipótesis que acondicionan la propia definición del conocimiento científico así como la percepción social de su pertinencia. J-L. Le Moigne subraya así que cada sociedad funda, históricamente, el estatuto del conocimiento legítimo -o sea que se puede transmitir en los sistemas de enseñanza- a partir de una respuesta supuesta a tres grandes cuestiones epistemológicas32:

• La cuestión gnoseológica (¿cuál es el conocimiento?)• La cuestión metodológica (¿cómo está producido?)• La cuestión axiológica (¿cuál es su valor?)

Estas tres preguntas están en estrecha interrelación, en la medida en la cual la orientación de la respuesta aportada a una delimitará de inmediato el horizonte de respuestas posibles para las otras dos preguntas. Tomadas simultáneamente sus respuestas definen, en las palabras de Le Moigne, un “contrato epistemológico y social” (CES), o sea el zócalo mismo de todo enunciado paradigmático ulterior. En el mundo occidental, precisamente, el CES dominante en el periodo moderno es, como lo vimos, de tipo cartesiano-positivista y se caracteriza por un sistema determinado de respuesta a las tres grandes interrogaciones de la meditación epistemológica:

a) ¿Cuál es el conocimiento?: Para el CES cartesiano-positivista, la ciencia busca la comprensión de una realidad considerada como independiente del sujeto que la está observando (Hipótesis ontológica), y obedece a un causalismo racionalmente identificable (Hipótesis determinista). Por lo tanto el acto en sí de indagación no modifica la realidad que se trata de comprender, y la verdad -entendida como adecuación entre un fenómeno y el espíritu que lo piensa- se convierte en horizonte palpable de la labor científica.

b) ¿Cómo está producido?: La realidad siendo un dato objetivable, aplicarle el principio de descomposición analítica se revela entonces no sólo posible sino también óptimo en tanto como programa de elucidación creciente, justificando así paralelamente la tendencia moderna a la especialización disciplinaria.

c) ¿Cuál es su valor?: En base a este planteamiento analítico, aplicado a un mundo existiendo en su esencia, el conocimiento aparece pues neutral a nivel ético y político (hipótesis positivista), así como lo resumía el microbiólogo Louis Pasteur afirmando « dejar [su] ropa de ciudadano al entrar en [su] laboratorio ».

De forma meta-cognitiva, son aquellas fundaciones mismas de los métodos científicos que el pensamiento complejo invita justamente a revisar de manera radical. El método moriniano “no cancela en nada los métodos científicos, sino al contrario los admite y reconoce, pero cuestiona, crítica, controla y a veces supera los métodos científicos por su voluntad de reflexividad, dado que la carencia fundamental de la actividad científica, no es la falta de pensamiento, sino la falta de pensamiento sobre sí mismo”33. Y es en este sentido que hablaremos, por adelante para calificar el proyecto morineano, de un Meta-Método, o igualmente de una reflexión de segundo orden sobre las bases cognoscitivas de la noción misma de método.De entrada, este paso conceptual se revela fuerte de significaciones:

Confirma principalmente la necesidad de superar los esquemas de tipo programático y concebir la labor investigativa como tarea fundamentalmente estratégica, así como propone definirlo la socióloga brasileña María Da Conceiçao de Almeida. («El programa es construido por una secuencia preestablecida de acciones encadenadas y accionadas por un signo o señal. La estrategia se produce durante la acción, modificando, conforme al surgimiento de los

32 J-L. Le Moigne (1995): Les Épistémologies Constructivistes, Paris, Edit. QSJ.33 E. Morin (1990): Argumentos para un Método, Seminario de Cerisy (Francia) Sobre la Obra de Morin, Edit. Seuil, p 257.

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acontecimientos o a la recepción de la información, la conducta deseada »34.) El Meta-Método complejo no plantea reglas, sino un cuestionamiento sobre estas reglas; no define una trayectoria de éxito, sino cuestiona la posibilidad de esta trayectoria; no descarta los saberes que aparecen fuera del campo de la ciencia, sino se interroga sobre su propia pertenencia a este campo35. Cuestionando pues de forma reflexiva sus propias bases, nuestra búsqueda de una estrategia de investigación pluridimensional, desde la perspectiva de un meta-paradigma complejo, invita así a un esfuerzo nuevo por parte del investigador para tratar de aprender-desaprendiendo este quehacer doblemente contextualizado. Se trata en primer lugar se re-aprender la propia implicación individual en el acto cognoscitivo, lo cual, lejos de ser un acto universalizable en virtud de los principios compartidos de la racionalidad clásica, se revela profundamente tributario del contexto de su enunciación36. En este primer tiempo de la contextualización compleja, nuestro propósito consistirá en tratar de reintroducir el investigador dentro de su indagación, convirtiendo la intersubjetividad en criterio esencial para la evaluación de la pertinencia de los conocimientos científicos. En un segundo tiempo, nos interesaremos esencialmente en la necesidad de re-aprender a contextualizar el objeto estudiado como entidad polifónica, radicalmente singular, justificando el paso de un planteamiento analítico a un planteamiento sistémico que sea capaz de identificar no sólo las partes del fenómeno, sino también sus interrelaciones dinámicas.

Si Descartes percibía pues el método como técnica o procedimiento estandardizado, Morin parece más bien concebirlo como un hic et nunc (en latín “aquí y ahora”) que no podemos separar de las condiciones necesariamente singulares de su desarrollo. De hecho, esta exigencia compleja de doble contextualización que enmarca la labor investigativa, la convierte en cierta forma en un verdadero acto artístico, en el sentido en el cual, por definición, no es reproducible.37

En esta perspectiva, el método que buscamos no puede ser tanto un conocimiento explícito, que transmitiríamos en los libros o en el aula, sino también y esencialmente un saber implícito, un saber-hacer que se adquiere desaprendiendo con la práctica y la experiencia, o sea de manera siempre contextualizada.A continuación, nos enfocaremos en esta doble invitación del pensamiento complejo a la contextualización del sujeto pensante y de su objeto estudiado. En particular, nos esforzaremos de mostrar el carácter dialógico de esta relación, el terreno como el investigador siendo al mismo tiempo objetos y sujetos que se influyan recíprocamente.

2) En Búsqueda de Auto-Conocimiento: Un método de los meta-puntos de vista.

A las hipótesis ontológica y determinista que caracterizan la respuesta del CES cartesiano-positivista a la cuestión de la naturaleza de los conocimientos, el pensamiento complejo privilegia otra vía de reflexión y avanza un binomio de hipótesis alternativas: La hipótesis fenomenológica y la hipótesis teleológica.

34 M. Da Conceiçao de Almeida (2006): Para Comprender la Complejidad, México, GRECOM/UFRN, p. 1835 E. Morin (1994): « El Empeño Multidimensional », Sociología, México, Anthropos Editorial, 2003, p 193: “Se trata, en pocas palabras, de encontrar el rigor, no la rigidez, pero dentro de una estrategia de permanente adaptación.”36 Clásicamente, se define la racionalidad mediante de tres criterios:

* Capacidad sinóptica de tratamiento de la información* Acceso libre a esta información* Sistema de preferencias estable y claramente conocido

Es decir que, frente a cualquier situación, el ser humano aparece capaz de enumerar todas las soluciones posibles para finalmente elegir -como conclusión de un proceso sinóptico inmediato- la solución óptima. Las contribuciones de Simon como de March, Olson y Cohen, convergen hacía una crítica de estos tres postulados para identificar, más bien, la racionalidad como limitada, es decir como proceso iterativo de búsqueda de lo satisfactorio más que de lo óptimo. (El espíritu no sabe todo, no puede tratar toda la información, y la suma de las preferencias individuales conduce a preferencias agregadas paradójicas.)37 E. Morin (1986): El Método, Tomo 3. El Conocimiento del Conocimiento, Paris, Seuil, col. Points, p 258: « La estrategia siempre es un arte, y el arte comporta este no sé que de individual irreducible. »

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• La hipótesis fenomenológica rompe con la idea -profundamente arraigada en el mundo occidental- de una separación radical entre el observador y su observación, afirmando al revés que no podemos acceder al mundo en su esencia, sino únicamente a través de nuestras propias representaciones. Se funda sobre los aportes cruzados de distinguidos pensadores (Hegel, Leibniz, Korzybski) desde horizontes disciplinarios distintos, y en particular sobre los trabajos del filósofo y psicólogo Jean Piaget acerca de la formación de la inteligencia en los niños pre-escolares. Como lo dice, resumiendo de forma muy fina esta inseparabilidad entre conocimiento de un objeto dado y conocimiento de sí mismo, « la inteligencia (y pues la capacidad de conocer) no inicia ni por el conocimiento de sí-mismo, ni de las cosas como tales, sino por el conocimiento de su interacción; es orientándose simultáneamente hacia ambos polos de esta interacción que ella organiza el mundo organizándose ».38 No se trata de postular, de forma idealista, una dilución del mundo exterior en las representaciones del sujeto pensante, sino de poner hincapié en el valor de la experiencia singular y activa como condición simultánea de conocimiento de primer orden (la inteligencia organiza el mundo…) y de conocimiento de segundo orden (…organizándose al mismo tiempo)

• La hipótesis teleológica asume, en continuidad directa con lo anterior, que todo acto de conocimiento supone la definición subyacente de un proyecto, una intencionalidad por parte del sujeto que lo conduce. Si, en efecto, atribuimos a la experiencia singular un papel determinante en la construcción del conocimiento, eso implica una toma en cuenta de la voluntad o finalidad que sostiene esta tensión del sujeto hacía el conocimiento de una realidad fenomenológica. En este sentido, la publicación en 1934 del Nuevo Espíritu Científico por Gaston Bachelard (1884-1962), constituye una verdadera revolución epistemológica por su formulación tan impactante de la relación teleológica: « En el pensamiento científico, la mediación del objeto por el sujeto toma siempre la forma del proyecto »39. El ser humano dispone pues de la aptitud para auto-finalizarse, o sea definir de forma endógena las finalidades a las cuales pretende. Por lo tanto, la elección de un objeto de estudio por el científico nunca es neutral, sino orientado ex-ante por una curiosidad (del latín curiosus: “que se interesa”…) que atesta de los centros de interés personales del investigador, a la vez como individuo singular y miembro de una sociedad determinada40.

Así formulado, este binomio de hipótesis constituye la respuesta del CES complejo a la cuestión gnoseológica acerca de la naturaleza de los conocimientos. Más allá del planteamiento de una alternativa puntual, se trata verdaderamente de una refundación amplia de los pilares cognoscitivos de la ciencia tradicional, que invita a reconsiderar por completo el valor del auto-conocimiento, tan descriado hasta ahora por las epistemologías clásicas como relevando del marco exclusivo de la filosofía.

La asociación de las hipótesis fenomenológica y teleológica provoca en primer lugar una automática rehabilitación del "yo" en el seno del discurso científico. En efecto todo conocimiento, por definición, sólo puede ser la expresión de un punto de vista necesariamente relativo a las condiciones múltiples de su enunciación. Por ende, y como lo sugiere con razón el filósofo norteamericano Thomas Nagel, la ciencia moderna se funda sobre la ilusión de que

38 J. Piaget (1937): La Construction du Réel Chez l´Enfant, Paris, Edit. Delachaux & Niestle, 6ta edición 1990, p. 311.39 G. Bachelard (1934): Le Nouvel Esprit Scientifique, Paris, Edit. PUF, 2003, p. 15.40 G. Bachelard (1937): La Formation de l´Esprit Scientifique, Paris, Edit. Vrin, 2000, p. 14: « Ante todo, es necesario saber plantear problemas [... ] Para un espíritu científico, toda respuesta es respuesta a una cuestión. Si no hay cuestión, no hay conocimiento científico. No es evidente nada. No se da nada. Todo se construye. »

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sería posible alcanzar un “punto de vista de ningún lugar”41, o sea la elevación racional suficiente para poder emitir un enunciado científico completamente independiente del lugar, de la época y del contexto social que lo originaron. Pero la construcción antitética (Punto de vista / de ningún lugar) empleada por Nagel consiste precisamente en apuntar hacía la vacuidad de dicha ambición, todo punto de vista siendo, necesariamente y por definición, contextualizado. Lo es por definición en la medida en la cual hablar de punto de vista supone a la vez una posición y un panorama de observación. Y sobre todo lo es en la medida en la cual todo conocimiento se mueve en los márgenes de un lenguaje -social por su anterioridad al individuo, pero también individual por la apropiación dinámica que ejerce el sujeto singular- que acondiciona la formulación y transmisión de ideas al mismo tiempo que la forma de pensarlas. No puede existir en este sentido conocimiento por encima del lenguaje o, como lo dice el filósofo Wittgenstein: “Los límites de mi lenguaje son al mismo tiempo los límites de mi mundo”. El uso de la primera persona del singular es aquí revelador de esta indisociabilidad entre conocimiento y auto-conocimiento. No puede existir conocimiento sin lenguaje42, ni tampoco enunciados que puedan liberarse de un conjunto de raíces definidas en un contexto particular.Trataremos de ilustrarlo haciendo referencia al lenguaje matemático e intentando mostrar cómo -más allá de su afirmación implícita de neutralidad y universalidad- se revela precisamente encajado en una conjunto de significaciones subyacentes. Estudiando la dinámica de construcción estadística de las cifras de la inserción estudiantil en las universidades de Francia, los sociólogos Geoffrey Carrère y Nicolas Malinowski se interesaron a las jerarquías establecidas a nivel nacional por el Ministerio francés de la Educación entre las diferentes universidades del país, sobre la base de comparaciones estadísticas supuestamente indiscutibles, ya que objetivas. Tomando el contrapié de esta afirmación centralizadora, los autores se enfocaron en las dinámicas locales de construcción de aquellas cifras de la inserción estudiantil por parte de los observatorios internos a cada institución universitaria, para sugerir una serie de precauciones metodológicas relativas a la contextualización -o al “encajamiento territorial”- de estas cifras como condiciones de pertinencia de un proyecto comparativo:

« Hablar de “embeddness” territorial de las normas estadísticas puede parecer paradójico. En cualquier provincia francesa que sea, una tasa de inserción se calculará siempre de la misma manera, como una relación entre el número de estudiantes que encontraron un empleo en el transcurso de los 5 años después de su salida del sistema universitario, y el número total de estudiantes saliendo durante este mismo periodo. Desde esta perspectiva los datos estadísticos, cifrados, valen a menudo caución de objetividad, o hasta de argumento de autoridad para quién los usa.Pero, los indicadores estadísticos, en tanto como esfuerzo de construcción de una inteligibilidad de lo real, nunca son su exacta y exhaustiva retranscripción. Así, dos tasas de desempleo relativas a dos países distintos, permiten sin duda dar cuenta con imparcialidad de coyunturas económicas diferentes, pero sólo adquieren valor comparativo insertos en los substratos sociales e institucionales que les confieren sus significaciones relativas »43.

En este sentido, las hipótesis fenomenológica y teleológica nos conducen a un abandono del concepto de objetividad como horizonte alcanzable, y a preferirle los valores de humildad y honradez intelectual como ideales directivos del quehacer científico. Defenderemos a continuación la idea según la cual estos dos valores -inherentes a la perspectiva de un conocimiento de primer orden que sea al mismo tiempo conocimiento del conocimiento- son

41 T. Nagel (1986): The View From Nowhere, New York: Oxford University Press, Inc.42 O, por decirlo en las bellas palabras del lingüista Maurice Merleau-Ponty: “La vida interior es crujiente de palabras” (In M. Merleau-Ponty (1945): Phénoménologie de la Perception, Paris, Edit. Gallimard, p. 213.)43 G. Carrère & N. Malinowski (2008): « Observatoires de la Vie Étudiante des Universités Contre Portail Étudiant du Ministère : Un Conflit Statistique, Territorial ou Organisationnel », NPSS, Vol 3, No 2, Sudbury, Éditions Prise de Parole, p 74.

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transversales en nuestra búsqueda de una estrategia de investigación pluridimensional, y constituyen un zócalo metodológico-deontológico de la praxis investigativa. La humildad consiste en el acta de que uno no puede acceder a la verdad absoluta, sino únicamente a representaciones siempre contextualizadas, o puntos de vista. Supone que el investigador, de manera reflexiva, tome conciencia de los límites insuperables de su conocimiento y renuncie a considerar la evolución de la ciencia como proceso fundamentalmente lineal.La honradez intelectual consiste, de forma complementaria, en la aceptación de la intersubjetividad como criterio de pertinencia de los conocimientos producidos. Dónde el cartesianismo afirmaba pues la existencia de la verdad, y dónde el nihilismo condenaba a la imposibilidad del conocimiento, el pensamiento complejo viene proponiendo la existencia del conocimiento en una dinámica de construcción interrelacional. Desde entonces, dice el economista y psicólogo norteamericano Herbert Alexander Simon44, un prolegómeno fundamental a cualquier empresa científica consiste en un esfuerzo de modelización del investigador en su propia indagación; o sea finalmente a un trabajo de honradez en cuanto a los determinantes de su contexto singular que pasa en particular por el hecho de explicitar la intencionalidad misma que sostiene, en virtud de la hipótesis teleológica del CES complejo, el proyecto considerado de conocimiento.

La complejidad, entendida como búsqueda meta-paradigmática de una estrategia de investigación pluridimensional, atribuye entonces al ser pensante un papel decisivo en la construcción del conocimiento, pero este papel será más bien en este caso un acto de responsabilidad, un compromiso de humildad y honradez intelectual, que una consecración del poder supremo de la razón, como lo es en una perspectiva clásica. En esto, invita a romper la separación fuerte que, derivando de la partición misma entre sujeto y objeto, se manifiesta en el pensamiento occidental moderno entre filosofía y ciencia. Así como lo precisa Delgado, « la dicotomía [entre el objeto y el sujeto] afectó profundamente los modos de concebir el espacio de la moralidad y su relación con la ciencia, pues la separación entre sujeto y objeto se expresó también como oposición de dos realidades: la naturaleza y la naturaleza humana »45. La filosofía se vio atribuir históricamente la problemática del auto-conocimiento -“Conócete a ti mismo” decía el frontispicio del templo de Delfos- mientras le tocó a la ciencia el peritaje de las realidades externas.Al revés, y volviendo a las propias palabras de Morin, el Método complejo « es un viaje al interfaz de la ciencia y de la filosofía, con el objetivo de una ínter-fecundación de una por la otra. Es el viaje a la búsqueda de un modo de pensamiento que respectaría la multidimensionalidad de los fenómenos, la riqueza, el misterio de lo real, y sabría que las determinaciones cerebrales, culturales, sociales, históricas que sufre todo pensamiento co-determina siempre el objeto del conocimiento »46.

3) Del Análisis a la Modelización: Una comprensión de los objetos como sistemas

El punto de partida de la reflexión metodológica morineana acerca de los modos de producción del conocimiento es el acta de ausencia de un planteamiento científico capaz de concebir los fenómenos como sistemas. En 1666, el matemático y filósofo alemán Gottfried Wilhem von Leibniz define por primera vez el sistema como “totalidad de elementos”. Más generalmente, un sistema puede pensarse como conjunto de elementos en interacción (intercambio de información, energía, materia), cuya asociación implica propiedades desconocidas al nivel de las partes concebidas separadamente. El cerebro por ejemplo, visto como sistema, no es reducible a sus componentes (las neuronas) y sus propiedades emergentes, (la inteligencia) aparecerían incomprensibles a partir de un estudio de tipo analítico.

44 H-A. Simon (1969): The Sciences of the Artificial, Paris, Edit. Dunot, 1990.45 C-J. Delgado (2007): Hacia un Nuevo Saber. La Bioética en la Revolución Contemporánea del Saber, Ediciones Acuario, Centro Félix Varela, La Habana, p 33.46 E. Morin (1980): El Método, Tomo 2. La Vida de la Vida, Paris, Seuil, col. Points.

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Tal carencia deriva en particular de la relevancia de las barreras disciplinarias en el mundo científico occidental que, dificultando la posibilidad de ínter-fecundación entre las distintas cátedras, conduce a producir conocimientos autistas entre ellos. Así, en la descendencia de un Auguste Comte, cada disciplina científica se caracteriza por un objeto de estudio específico así como por un método de investigación apropiado47. En el mapa sinóptico de las ciencias positivas que elabora en esta perspectiva en 1828, su propósito consiste en establecer un modelo estándar de jerarquización de las disciplinas según un orden decreciente de cientificidad. El mapa, pues, se presenta según una metáfora naturalista como árbol cuyas raíces serían las matemáticas, cuyo tronco sería la física, y cuyas ramas, de las más centrales a las más periféricas, serían respectivamente la economía, la historia y por fin la sociología, como ciencia menos “pura” de todas.Una misma jerarquía se encuentra luego a nivel de las proposiciones respectivas de cada ciencia presentada en el árbol. En efecto, según Comte, las afirmaciones científicas que se encuentran válidas a nivel del tronco o de la raíz se imponen lógicamente a las ramas, lo que no funciona en el sentido contrario. Por ejemplo, las propiedades matemáticas de la trigonometría se pueden aplicar simétricamente en todas sus ciencias subordinadas, como la física o la sociología48, mientras las leyes de las ciencias “inferiores” no se pueden inferir a las matemáticas.

Dentro de este cuadro mental, la realidad puede llegar a concebirse como sistema, o conjunto de elementos en comunicación, pero no podrá ser más que un rompecabezas de sistemas cerrados (el sistema productivo, el sistema escolar, el sistema familiar…) sin posibilidad de pensar sus interrelaciones recíprocas. Al revés, la cibernética -precisamente definida por el matemático norteamericano Norbert Wiener como ciencia de los sistemas vivientes o no vivientes- parte de la idea fundamental de que nuestro mundo está constituido de sistemas abiertos o semi-abiertos en interdependencia dinámica (las células, las sociedades, las estrellas) y que intercambian información, materia o energía. En particular, una ruptura esencial del pensamiento cibernético consiste en subrayar el carácter recíproco de estas interrelaciones, en la medida en la cual toda acción de un elemento sobre otro provocará una retroacción, o feedback, en el sentido inverso que ajustará consecuentemente su acción o su estado. Sobre este piso conceptual y a partir de las aportaciones decisivas de Maturana y Varela acerca del concepto de “autopoiésis”, Edgar Morin desarrollará en la hexalogía del Método la noción compleja de “auto-eco-re-organización”. Se trata de una propiedad constitutiva de los sistemas biológicos y sociales a instituirse, evolucionar y adquirir en su entorno los inputs que pueda necesitar, dentro de una relación dialógica de autonomía y dependencia. Sin pretender a la disyunción, trataremos a continuación de aclarar cada uno de estos tres tiempos conceptuales, para mejor poner de relieve el impacto de la noción de auto-eco-re-organización sobre la conducta de una estrategia de investigación aspirando a la multidimensionalidad:

• La Auto-Organización define en particular la capacidad recursiva de un sistema a finalizarse en el tiempo, produciendo sus propios principios de estructuración y funcionamiento.

• La Eco-Organización, a cambio, establece la idea de una dependencia necesaria de este sistema respecto a su entorno para alimentarse y regenerarse.

• La Re-Organización se caracteriza como el proceso de regeneración a partir del cual el sistema logra mantenerse en el tiempo modificándose. (Edgar Morin: “Lo que no se regenera degenera.”)

Esta disociación sólo es una construcción heurística que no debe ocultar el carácter intrínsecamente dinámico de esta trilogía. Especialmente, en nuestra problemática, el concepto de auto-eco-re-organización constituye una llave poderosa de inteligibilidad para pensar el nodo

47 A. Comte (1828): Discours sur l´Esprit Positif, Paris, Edit. PUF, p. 12: “Una disciplina se define totalmente por su objeto positivo y su método de investigación.”.48 Pensaremos para ilustrar al trabajo de un Paul-Felix Lazarsfeld en Estados Unidos, que contribuyo a extender sensiblemente el uso de las herramientas estadísticas y matemáticas dentro del trabajo sociológico.

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gordiano mental de la relación entre el sistema y su entorno ecológico-físico-socio-cultural49. En biología por ejemplo, Franz Saber y Stephen Emlen muestran cómo las currucas en Egipto organizan su vuelo de forma auto-eco-re-organizadora en función de criterios de su medio ambiente como la posición de las estrellas50. En las ciencias humanas y sociales, de la misma forma, el concepto de auto-eco-re-organización invita a pensar una tercera vía en la dicotomía tradicional entre individualismo metodológico (la sociedad es el producto de las acciones individuales) y holismo (las acciones individuales son acondicionadas por las estructuras sociales), y permite considerar el individuo, de forma holográmica, como producto y productor al mismo tiempo de la totalidad a la cual pertenece.

Tratando de operacionalizar este afán por entender los objetos científicos como sistemas auto-eco-re-organizadores, Morin inicia su reflexión en el municipio de Plozévet subrayando en qué medida esta área es un objeto complejo y multidimensional, marcado por una contextualización a la vez histórica, geográfica y política (Unitas Múltiplex). Se trata, dice, de un “territorio trabajado por la historia”, de una “sociedad tributaria del espacio”, de un “organismo disponiendo de una politeia, es decir de instituciones y de una vida política”… “Clases sociales […] energías sociales […] se enraízan, actúan y se desarrollan ahí”51. Asume consecuentemente la necesidad de un planteamiento de indagación que permita estudiar los « caracteres singulares de la micro sociedad comunal » ampliándose a « la inteligencia de la macro sociedad », y define tres preocupaciones centrales que orientaron la conducción de su trabajo en el pueblo de Plozévet:

1 - Con-prender las realidades a partir de sus múltiples dimensiones.2 - Revelar las características individualizadas del terreno.

3 - Reconocer los rasgos originales del fenómeno estudiado en base a su doble naturaleza singular y microcósmica.

Estas tres preocupaciones coinciden en el sentido de una redefinición del concepto transversal de “territorio”, entendido no únicamente como porción del espacio físico dónde se juegan los fenómenos del mundo percibido, sino como construcción hologramática al mismo tiempo contextualizada y contextualizadora.Según Michel Roux, fundador de la cátedra de geografía compleja en el seno de la asociación europea para la modelización de la complejidad (MCX-APC), el análisis geográfico tradicional -del cual derivan las políticas de ordenación del territorio, la instalación urbana e industrial, la organización de las vías de comunicación- se funda en una concepción ontológica de las realidades espaciales. El territorio siendo un fragmento físico del espacio, definido por una serie de características objetivables, resulta posible aprehenderlo sobre la base de un peritaje experto. Contextualizar un territorio se resumiría entonces a analizarlo a partir de tres etapas de reflexión52:

• Descomposición del territorio en superficies de distribución, construidas con ayuda de grandes indicadores estadísticos (densidad, esperanza de vida, PIB per habitante).

• Superposición de esas superficies.

49 N. Malinowski (2007): « Una Contribución del Pensamiento Complejo a la Reforma de la Inteligencia Humana », Ethos Pedagógico, Nº 40, Morelia, México, p. 39: « La noción de auto-eco-re-organización muestra que el conocimiento debe concebirse en una perspectiva global, tomando en cuenta a la vez el fenómeno, el contexto, la temporalidad social, la aproximación clínica y finalmente el terreno presente; lo que hace legítimo y necesario el paso de un planteamiento analítico a un planteamiento sistémico, capaz de considerar los elementos en su conjunto incluyendo al mismo tiempo el modelizador en su modelización. »50 E-F. Sauer & S-T. Emlen (1971): « Celestial Rotation and Stellar Orientation in Migratory Warblers », Science, Vol 173, No 3995, p 459-461.51 E. Morin (1994): « El Empeño Multidimensional », Sociología, México, Anthropos Editorial, 2003, p 192.

52 M. Roux (2002): Inventer un Nouvel Art d´Habiter, Paris, Edit. L’Harmattan, p 12: « Las dificultades que encuentran los que están a cargo de nuestros espacios... vienen seguramente de su certeza de que los territorios son realidades en sí, objetos cuyo uso no se puede comprender sino recortándolos. »

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• Establecimiento de una lectura cruzada de las estructuras recurrentes, movilizando modelos explicativos, legitimados por leyes de engendramiento, importadas de matemáticas o de la física.

De forma innovadora, Roux propone de enfocar el interés científico en los procesos mediante los cuales los individuos se identifican a un territorio y se los apropian de forma simbólica. El concepto de okeiosis, en su perspectiva, constituye esta manera primordial que tenemos de conferir significación íntima a los espacios a todos niveles (forma de actuar, de ver, de relacionarse…) y de hacerlos existir más allá de la experiencia empírica. Importa tanto para el investigador pluridimensional, argumenta Michel Roux, que el desierto de Sahara esté compuesto de rocas al 90%, o que sea percibido en las mentes colectivas como océano de arena, en la medida en la cual ambas verdades -aunque contradictorias a priori- aparecen igualmente constitutivas de esta realidad singular y polifónica que se propone estudiar un sujeto dado. O, para decirlo con las palabras sensuales del escritor St-Exupéry, « aprehender el desierto, no es visitar el oasis. Es hacer nuestra religión de una fuente »53.

El método de investigación, desde una perspectiva compleja, tiende a definirse como Meta-Método en la medida en el cual se concibe intrínsecamente como proyecto estratégico, reflexivo, es decir una tensión de segundo orden hacía la búsqueda de sus propias condiciones de posibilidad y pertinencia. Rompiendo con la ruptura antigua entre filosofía y ciencia, al mismo tiempo que entre conocimiento científico y saberes profanos, la complejidad invita a reconsiderar el ser pensante como nuevo objeto del conocimiento y, recursivamente, el terreno científico como nuevo productor de sentido. Las recomendaciones puntuales que presentaremos en una tercera parte, estructurándolas en dos ejes complementarios, tomarán así acta de este carácter fundamentalmente indicativo del método complejo -por oposición con el aspecto prescriptivo del método estándar- y derivando de su necesaria contextualización.

III) Entre Stendhalismo y Balzaquismo: El planteamiento de un proceso evolutivo

« Los métodos vienen al final. » Friedrich Nietzsche

Metafóricamente, lo anterior nos recuerda que el acceso al conocimiento nunca procede de manera lineal, sino, al revés, toma la forma de un proceso en constante evolución, de una odisea intelectual que se preocupa más por las peregrinaciones del camino que por el hecho de llegar a destino. Ahogada en el medio de este “océano de incertidumbres”, la esperanza humana al conocimiento podría parecer condenada. Sin embargo no es vana y “archipiélagos” pueden manifestarse para quien sabe considerar la amplitud oceánica que los rodea54.

53 A. de St Exupéry (1963): Terre des Hommes, Paris, Edit. Livres de Poche, p 98.

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1) Hacía una Operacionalización del Meta-Método Complejo:

La operacionalización consiste en esta dinámica de paso entre un edificio metodológico general y su traducción efectiva en un proyecto determinado de investigación. Si, en una continuidad cartesiano-positivista, el proceso de operacionalización consiste -como lo vimos- en un proceso discriminatorio (en la medida en la cual el no respeto de las reglas definidas por el Método provocan de jure una exclusión del investigador y de su investigación del campo de la cientificidad), resultará a cambio integrador en la perspectiva de un Meta-Método complejo. No se tratará pues de DEDUCIR un conjunto de reglas concretas del zócalo epistemológico que los precede, sino de INSPIRARSE más generalmente del “yoga mental” que representa, según las palabras de Edgar Morin, el método complejo.

El propósito transversal de una investigación pluridimensional se puede resumir a una tensión entre la doble necesidad de cubrir el fenómeno estudiado en su totalidad, integrando al mismo tiempo el observador en su observación. En Plozévet, Morin elabora así una estrategia que permita alcanzar -o por lo menos acercarse a este doble horizonte- operacionalizando las propias intuiciones que desarrollará en los seis tomos de su obra mayor. En otra publicación suya titulada Sociología, vuelve sobre esta experiencia de indagación con cerca de treinta años de distancia retrospectiva, y presenta un recapitulativo abierto de las principales preocupaciones que lo animaron a lo largo de este trabajo de operacionalización.Durante el momento de la observación -la cual, lo sabemos, no se puede distinguir de la fase de elaboración y actualización de las hipótesis, sino sólo discursivamente por efecto de comprensión- Morin plantea en particular la oportunidad de ampliar el campo sensible del sociólogo, tradicionalmente restringido por la confianza excesiva de los investigadores en la neutralidad e infalibilidad de sus herramientas de medida y clasificación:

« El sentido perceptivo está […] atrofiado, entre los sociólogos que se fían del cuestionario, del magnetófono o, por el contrario, de la pura especulación, puesto que hay que aprender a percibir las caras los gestos, las vestimentas, los objetos, paisajes, casas, caminos… Nosotros creemos en la necesidad de un balzaquismo y de un stendhalismo sociológicos. El balzaquismo sería el sentido de la descripción enciclopédica, y el stendhalismo sería el sentido del detalle significativo »55.

En referencia a dos famosos escritores franceses del siglo XIX, va así definiendo dos modalidades complementarias de la observación sociológica; las cuales legitimarán a continuación el uso para el investigador de tal o tal instrumento determinado (sondeo, entrevista, observación participante...). Estos instrumentos, o técnicas, no surgen entonces en el proceso investigativo como cauciones de cientificidad, como es el caso frecuentemente en las ciencias humanas y sociales por deseo de matematización; sino traducciones locales y evolutivas de una estrategia cuya pertinencia será la que definirá el propio valor de la indagación.Sin pretender a la exhaustividad, pero con el cuidado permanente de un planteamiento ordenado, nuestro propósito consistirá, en esta tercera parte, a volver sobre las definiciones respectivas del stendhalismo y del balzaquismo para estudiar su potencial de ampliación y operacionalización como preocupaciones indisolubles del quehacer investigativo: De entrada topamos contra un obstáculo, consubstancial del mismo carácter meta-paradigmático de la complejidad, o sea la necesaria contextualización de todo enunciado científico. En efecto, ambas preocupaciones del balzaquismo y del stendhalismo han sido definidas por Morin en el caso singular de su investigación en Plozévet y como indicaciones a destinación del sociólogo.

54 E. Morin (1999): Los Siete Saberes Necesarios a la Educación del Futuro, Paris, UNESCO, p 94: « El conocimiento es una navegación en un océano de incertidumbres a través de archipiélagos de certezas »55 E. Morin (1994): « El Empeño Multidimensional », Sociología, México, Anthropos Editorial, 2003, p 194.

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¿En virtud de qué podemos pretender a extender la pertinencia de estas dos preocupaciones más allá del campo de la observación en ciencias sociales?

La tesis que desarrollaremos a continuación consiste en argumentar de la legitimidad y pertinencia de esta ampliación debido a la coherencia sistémica de aquellas dos preocupaciones con, por una parte, los valores cardinales de humildad y honradez que sostienen la intención de acceso al conocimiento y, por otra parte, la doble precaución de una contextualización recursiva del sujeto-objeto de la investigación. A priori sin embargo, stendhalismo y balzaquismo pueden aparecer como orientaciones opuestas, hasta irreconciliables. Sabemos en efecto, gracias a las nociones de sistema y de auto-eco-re-organización, que la observación enciclopédica -entendida como la más completa, detallada, exhaustiva posible- es una añagaza56; no por flojera del investigador frente a la amplitud de la tarea, sino realmente por imposibilidad cognoscitiva, los sistemas abiertos se caracterizando precisamente por esta aptitud permanente de surgimiento de lo nuevo, de lo imprevisto. Paralelamente, suponer una atención minuciosa por los “detalles” considerados como “significativos” parece implicar un cuidado especial y puntualizado difícilmente compatible con el carácter sinóptico de la observación balzaciana.

Pero esta dicotomía sólo es aparente, en la medida en la cual no se expresa como tensión entre dos imperativos formales, sino expresión de dos facetas inseparables del mismo proyecto científico, entendido como aspiración al conocimiento pertinente. La humildad en efecto, a través de su puesta en tela de juicio de la noción de verdad objetiva y como valor cardenal del quehacer científico, invita a considerar el balzaquismo bajo el modo de una incompletad en movimiento; llamando así a la exploración del “detalle significativo” como alternativa procedural a la ambición enciclopédica, la cual, recursivamente, requiere honradez por parte del investigador en la explicitación de las intencionalidades subyacentes a esta búsqueda personal (¿Cómo se define un dato significativo?, ¿Un detalle “significativo” sigue siendo detalle?).Paralelamente, la primera definición que propone Morin del balzaquismo y del stendhalismo parece coincidir con esa identificación previa de un mismo leitmotiv de contextualización a lo largo del quehacer investigativo, y respecto al cual ambas preocupaciones constituyen modalidades poderosas de operacionalización, independientemente del objeto considerado o del corpus disciplinario movilizado.

Aquel binomio, en este sentido, no es monopolio de ningún objeto específico ni campo disciplinario definido y consideraremos que el sociólogo, como el físico o el historiador se pueden igualmente reconocer en esta fuente de inspiración transversal.

2) El Stendhalismo:

La noción de “stendhalismo”, aplicada en las ciencias, se inspira directamente de la obra del escritor francés Stendhal (1783-1842). Entre sus producciones literarias más destacadas se encuentran, entre otras, la Cartuja de Parma (1839) o también el Rojo y Negro (1839). En esta última obra, en particular, el primer capítulo titulado “Una pequeña ciudad” da la luz a una descripción tan precisa, fina y detallada del pueblo de “Verrières” que, aunque ficticio, muchos de sus lectores salieron convencidos de la existencia concreta de este municipio. Este primer capítulo, sin embargo, no se extiende sobre más de cuatro cuartillas y no funda el juego de la ilusión narrativa bajo una avalancha pletórica de detalles, sino precisamente eligiendo algunos datos considerados como significativos (el color de los techos, el dinamismo de la industria local, la personalidad del alcalde…) para esbozar un panorama coherente.

56 En la novela del escritor Italo Calvino, el personaje de Palomar, llegando a la ciudad de Roma, debe rendirse a la evidencia de que una descripción exhaustiva del mundo es ilusoria.

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Pero si en literatura nadie contestará el valor de esta técnica, entendido que el acto artístico no tiene otra finalidad que la de su propio cumplimiento, surge a cambio una dificultad en cuanto se trata de pretender a extenderla al campo de la ciencia. El adjetivo “significativo” que usa Morin para calificar el stendhalismo necesita en efecto una aclaración: ¿Cómo fundar esta distinción necesariamente simplificadora entre lo significativo y lo no significativo?, ¿Cómo justificar que este punto de vista pueda ser compartido a otros sujetos?Por definición en nuestra reflexión, ningún criterio de significatividad se puede postular a priori, es decir antes de un estudio detallado del sistema considerado en toda su amplitud. Tratemos ahora de ejemplificar esta consideración a partir del caso concreto de una investigación famosa llevada en los campos de la sociología organizacional y psicología social:

A finales de los años 1950, Michel Crozier inicia una investigación en la empresa CEITA, la cual se encuentra entonces en situación de monopolio nacional sobre la producción de tabaco para el territorio francés57. Su propósito inicial consiste en estudiar el fenómeno de cultura laboral. Sin embargo y después de una primera serie de entrevistas, logra identificar una paradoja, un detalle significativo que no había sido anticipado en la fase previa de elaboración de las hipótesis. Formalmente los talleres se organizan entre los obreros de producción, los jefes de taller y los obreros de reparación de las máquinas. Según la jerarquía oficial, el poder de dirección pertenece a los jefes de taller, mientras en la práctica Crozier constata que son los obreros de reparación que manifiestan la libertad de palabra más elevada. (Se permiten hablar con términos muy despreciativos de los otros miembros del taller, y al revés los otros obreros así como los jefes de talleres parecen evitar en sus conversaciones el tema de los obreros de reparación) Frente a esta paradoja entre, por una parte, el modelo teórico de la organización burocrática y, por otra parte, la constatación concreta del dominio informal de los obreros de reparación de las maquinas, Crozier decide modificar su perspectiva inicial para interesarse más bien a la problemática del poder dentro de la organización. Una segunda fase de entrevistas se organiza así a partir de otro corpus de hipótesis. En el caso de la empresa CEITA, observa en particular que los obreros de reparación hicieron desaparecer las hojas técnicas de las maquinas, afirmándose así como el único grupo dentro del taller capaz de diagnosticar y reparar una falla. Esta constatación, totalmente periférica en la definición inicial de los objetivos de la indagación, se revela aquí particularmente reveladora y consiste la piedra angular de una teoría que Crozier desarrollará a continuación en compañía de Erhard Friedberg bajo la denominación de la sociología de la acción organizada: El poder, dentro de una organización, se define por la aptitud a modificar el comportamiento de los otros actores -el poder no es entonces una característica absoluta, sino relativa a un contexto dado. Aprovechando de ciertas “zonas de incertidumbres” (aquí el hecho de monopolizar la información pertinente acerca del funcionamiento de las máquinas) como fuentes de poder organizacional, los actores escapan siempre por parte a las voluntades de control de la jerarquía central, definiendo un bucle dinámico entre “las reglas del juego” y “el juego con las reglas”.

Más allá de los resultados formales de este caso conocido, lo que nos interesará en especial será el proceso mismo a través del cual el investigador llegó a la identificación de un dato no sólo significativo en su punto de vista, sino también potencialmente significativo para la totalidad de la comunidad científica.Distinguiremos en este sentido tres aspectos principales:

Primero lo “significativo” no surge ex nihilo sino, como bien lo comentaba Bachelard, de un cuestionamiento previo tomando generalmente la forma de una observación que aparece en contradicción con el estado vigente de los conocimientos socialmente aceptados. Es así como, por ejemplo, Torricelli logró formular por primera vez la hipótesis de la presión atmosférica, constatando trivialmente que el agua, en las fuentes de la ciudad italiana de Florencia, no sube en las tuberías arriba de cierta elevación, lo cual entraba entonces en contradicción con la teoría aristotélica dominante afirmando que “la naturaleza odia lo vacío” (horror vacui).

57 M. Crozier (1963): El Fenómeno Burocrático, Paris, Edit. Le Seuil.

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Se trata luego de la constatación -intuitiva diríamos, pero fundamental para prever el riesgo, siempre presente, de una confusión totalitaria entre complicación y complejidad- de que no todo es complejo y requiere la operacionalización de una estrategia ad hoc. Estudiar el sistema de electricidad de una habitación, por ejemplo, no necesita más que un análisis de tipo cartesiano, lo cual funcionará aquí de maravilla para prender la luz o usar los distintos aparatos del hogar. El objetivo consiste a poder identificar, en el planteamiento de un proyecto de indagación determinado, los aspectos cuya complejidad aparente sólo es el velo de una complicación que se pueda resolver mediante el uso de esquemas pre-concebidos, permitiendo así liberar las energías individuales hacía las aspectos complejos de la realidad contemplada, dónde se concentra la mayor potencialidad de surgimiento de lo significativo.

Pero esta complejidad -entendida pues como imposibilidad de ser reducida a una ecuación matemática- puede surgir precisamente de elementos inicialmente considerados como simples, pero que dejan de serlo en cuanto se encuentran en situación de interacción dinámica dentro de un sistema abierto. Más que sobre la naturaleza de las partes, es sobre la naturaleza de estas relaciones que se deberá enfocar nuestra búsqueda de lo significativo.

El filósofo Jacques Bouveresse invita al respecto a un cuidado particular en cuanto a esta apreciación necesariamente subjetiva de las relaciones consideradas como significativas. En su obra de 1999, Prodigios y Vértigos de la Analogía, contesta implícitamente a la polémica lanzada por Alan Sokal desde Estados Unidos tres años antes: En forma de broma, el físico norteamericano Sokal había publicado así en 1996 un artículo científico titulado -muy sobriamente- “Infringir las Fronteras: Hacia una Hermenéutica Transformativa de la Gravitación Cuántica”. En realidad ese título, así como la totalidad del contenido de este artículo, era una novatada y sólo un pretexto, por parte de Sokal, a una crítica las “imposturas intelectuales” (título de una obra publicada el año siguiente en compañía de Jean Bricmont)58 de numerosos investigadores, europeos en particular, disimulando la vacuidad de sus aportaciones bajo una retórica excesivamente abundante. El artículo se presentó ante una revista distinguida y fue aprobado para publicación, lo cual pareció confirmar la tesis de Sokal y la idea de que cualquier insipidez se puede presentar como científica por poco que tome la precaución de vestirse de forma sabia.Mientras la crítica de Sokal y Bricmont recibió en Europa un verdadero levantamiento de barricadas por parte del mundo intelectual, denunciando a través de este acontecimiento una tentativa más general de imperialismo intelectual norteamericano; Bouveresse prefiere -con la sutileza que lo caracteriza- volver al origen de esta acusación. En particular, Bouveresse se interesa a los mecanismos de la analogía y de la metáfora así como su uso en el seno del mundo científico59. Éste tiende a generalizarse en el periodo actual como forma aceptada de argumentación y aunque el “literalismo” que sostiene las analogías sea el único criterio formal de pertinencia cognoscitiva.

La prudencia a la cual invita Bouveresse en este sentido nos parece absolutamente legítima, y además en total adecuación con el valor de honradez intelectual que sugerimos anteriormente. Si la investigación, en su búsqueda de lo significativo, supone de forma sine qua non el propio genio de un acto creativo; requiere de la misma manera un esfuerzo de transparencia en la trascripción de esta significatividad, tanto -como lo sugiere Bouveresse- por necesidad de pertinencia intelectual, como por exigencia de cumulatividad científica.

No nos parece anecdótico, desde entonces, que Edgar Morin pueda insistir en su balance de la investigación llevada en Plozévet, sobre la importancia estratégica de esta herramienta que constituye la bitácora de investigación. Como tal, consiste en una toma de notas regular sobre las observaciones de su trabajo de campo. Compilando diariamente sus dudas, sus cuestionamientos, sus observaciones, el investigador facilita de esta forma una toma de distancia reflexiva sobre su propio trabajo y el proceso de maduración que se está realizando. Como guía al auto-análisis retrospectivo, la bitácora permite sobre todo de evidenciar la

58 A. Sokal & J. Bricmont (1997): Imposturas Intelectuales, Paris, Edit. Odile Jacob, 1999.59 J. Bouveresse (1999): Prodiges et Vertiges de l'Analogie. De l'Abus des Belles-Lettres dans la Pensée, Paris, Edit. Liber-Raisons d'Agir.

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evolución en el tiempo de sus hipótesis y prejuicios, así como la evolución misma que resultará en su definición de lo significativo en su observación de la realidad.

3) El Balzaquismo:

De forma paralela, la noción de “balzaquismo” viene del escritor Honoré de Balzac (1799-1850). Su abundante producción literaria -137 obras- ha sido organizada en una amplia compilación, la « Comedia Humana », que impresiona por su sistematización y su voluntad de retranscribir la totalidad de la sociedad de su época. De hecho, muchos sociólogos consideran a Balzac como un fundador directo de su disciplina, reprochándole al mismo tiempo su falta de método. El balzaquismo, por analogía, sería entonces un cuidado especial aportado en la observación e interpretación de la realidad en sus múltiples dimensiones, con el fin de producir un panorama tan detallado como posible.Pero esta realidad no es uniforme, ya por el mero hecho de que cada punto de vista singular le confiere significado especial, y en el sentido de que rechazaremos la noción de una naturalidad de las barreras disciplinarias. En el mapa sinóptico de las ciencias positivas de Auguste Comte, en efecto, cada enfoque disciplinario se define por un objeto determinado que le confiere a la vez su razón de ser y su identidad propia respecto a las otras ciencias.

De manera innovadora y alternativa, Jean-Louis Le Moigne propone una metáfora rizomática del conocimiento como isla volcánica60: En la teoría filosófica de Gilles Deleuze y Félix Guattari, un rizoma es un modelo de organización (del conocimiento, de una empresa…) en lo cual los distintos elementos, entendidos como fragmentos semi-autónomos, no respetan entre ellos líneas de subordinación jerárquica61. Sobre esta base conceptual, el punto de partida de Le Moigne consiste en considerar la organización de los conocimientos a partir de la metáfora de una isla volcánica, cuyas playas representarían las diferentes perspectivas disciplinarias de la ciencia. Esta isla se encuentra en el medio del “mar de lo empírico” que borda las playas con un movimiento de ida y vuelta permanente. En esa metáfora, las playas del norte representan las ciencias de la materia (química, astrofísica, física quántica, paleontología…); las del sur las ciencias de la vida (zoología, bioquímica, etnología…); las playas del oeste serían las ciencias del movimiento (mecánica, termodinámica, fisiología, ciencias de la evolución…); y las playas del este encarnarían las ciencias de la ingeniería (noología, electrónica, ciencias de la información y de la comunicación, ciencias de la cognición, arquitectura, lingüística…) Al centro, el volcán en actividad reversa, de manera permanente sobre todas las playas y al mismo tiempo, flujos de magma proveniente de su “cráter de la Epistémé”. Esta lava simbolizaría aquí, en términos morineanos, el “conocimiento del conocimiento”, o mejor dicho los planteamientos de segundo orden que, a la medida de las erupciones históricas se solidificaron y constituyen ahora el fundamento terrestre de las playas de arena. Esa arena es esencialmente la misma en todas las playas, y ninguna frontera tangible permite distinguir la zona exacta de paso de una disciplina a otra. El investigador que emprende así la exploración de esta isla pasará sucesivamente por distintos horizontes, que contribuirá a fertilizar por su camino personal, moviendo granos de arena a cada uno de sus pasos.Este modelo tiene en efecto un centro geográfico (el cráter) pero no ejerce una función jerárquica sobre los otros elementos del modelo, con los cuales se encuentra interrelacionado al mismo grado de dependencia morfogenética. Mientras en el mapa contiano, una rama se podría hasta cortar sin dañar estructuralmente las raíces o el tronco, en la metáfora de Le Moigne se revelaría imposible separar una playa de la isla sin quitarle todo sentido al conjunto.

Dentro de esta concepción metafórica, evidenciaremos de entrada que la observación científica -y a fortiori la ambición de una observación enciclopédica- no se puede disociar de 60 J-L. Le Moigne (1995): Les Epistémologies Constructivistes, Paris, Edit. QSJ, p 99-104.61 G. Deleuze & F. Guattari (1980): Capitalisme et Schizophrénie 2. Mille Plateaux, Paris, Edit. Minuit.

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una apertura cognoscitiva a la noción de transdisciplinariedad. A partir del árbol contiano, en efecto, la identificación de un objeto formal de indagación abre la puerta, ipso facto, a una posibilidad del análisis exhaustivo sin necesidad de intrusión en los campos respectivos de otras disciplinas. Al revés, tal segmentación formal pierde toda sentido en una perspectiva rizomática, e invita a reconsiderar la conciencia transdisciplinaria no como pérdida de sustancia científica sino al contrario exigencia de inter-fecundación de los saberes humanos.

Sin embargo, y de la misma manera que no podemos definir lo “significativo” a priori, no resulta posible tampoco definir abstractamente las posibles fuentes legítimas de una investigación, o sea las dimensiones de este cuadro panorámico que se trata de elaborar por preocupación de balzaquismo.

¿El suicidio de Emma Bovary, en la novela epónima de Gustave Flaubert, es una fuente legítima del sociólogo para estudiar el fenómeno del suicido?

¿Los textos religiosos aportan algo de conocimiento al astro-físico estudiando el Big-Bang?

El sociólogo Thierry Verstraete, en su artículo “Autopoiesis y Ciencias de la Gestión, un Exceso de Eclectismo?” aporta reflexiones estimulantes En este texto Verstraete, se enfoca en lo que analiza como abusos de una aspiración no justificada a la transdisciplinaridad en las ciencias; todo pasando como si una perspectiva transdisciplinaria de superficie fuera criterio de la moda actual para evaluar el valor de una producción científica. Estudiando el mecanismo de adopción, en las ciencias sociales, de los modelos organistas de la biología, Verstraete sugiere en particular la idea de un uso torpe e innecesario del concepto de autopoiesis62.

La autopoiesis, del griego autos (= sí) y poien (= producir) es un concepto elaborado por Maturana y Varela para tratar de aclarar la problemática del origen del pensamiento y del conocimiento. En 1970, ambos publican "La Auto-Organización, Computación y Cognitivismo", dónde introducen por primera vez el concepto de autopoiesis. Para Varela y Mataruna, la autopoiesis es la autonomía mínima que existe a nivel celular, esta forma básica de auto-organización que permite la creación de las células, de la vida y de la inteligencia a partir de moléculas efímeras y frágiles de proteina.Thierry Verstrate no critica la pertinencia del concepto de autopoiesis, sino su aplicación abusiva en el terreno de las ciencias sociales. En su artículo, plantea el problema del campo de validez de los conceptos en función del contexto científico que los originó. En efecto el concepto de autopoiesis es fundamental aquí. Lo que está en juego no es negarle su valor en biología, sino plantear la cuestión de su aplicabilidad en las ciencias sociales. En este caso y según Thierry Verstraete, otros conceptos como él de “cierre organizacional” parecen responder con mayor grado de significatividad a las problemáticas estudiadas en las ciencias de gestión que el concepto de “autopoiesis” actualmente usado.

Si el balzaquismo, o preocupación del científico por el carácter enciclopédico de su observación, se puede pensar sistémicamente como invitación a una apertura transdisciplinaria de las ciencias, también y al mismo tiempo se revela ser -por exigencia propia de honradez intelectual- una búsqueda de lo significativo en la identificación de los diferentes niveles de realidad atravesando el objeto de la indagación. Las indicaciones provenientes del Meta-Método hacía la búsqueda de un conocimiento pluridimensional forman, en nuestra opinión, un sistema coherente de enunciados que se implican mutuamente, bajo el modo de la guía o del “yoga” intelectual. Si algunas metodologías se pueden definir puntualmente, éstas llegarán entonces, como lo sugería Nietzsche, “al final” de un proceso largo de cuestionamiento reflexivo que tratamos de discernir en la presente reflexión.

62 T. Verstraete (1999): « Autopoièse et Sciences de Gestion: Un Excès d´Eclectisme? », Cahiers de recherche du CLAREE.

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« La conclusión de una obra compleja no debe disimular su incompletad sino al contrario revelarla. »

Edgar Morin

A partir de un quiasma63, E. Morin expresa la tensión, inherente a todo trabajo de escritura, entre la necesidad de concluirlo y el inevitable acta de su inacabamiento. De manera similar, el proceso de acceso al conocimiento se revela caótico y vibrante cuando más aspiramos a la serenidad de lo aprobado. Igualmente, no pretenderemos “cerrar” el presente capítulo con la afirmación de un planteamiento exhaustivo sino, compartiendo la frustración de la incompletad, tratamos de sugerir el carácter urgente de una complejificación de nuestras costumbres de investigación, bajo el modo de un aprendizaje meta-cognitivo que permita reintegrar la doble singularidad del objeto estudiado y del sujeto pensante que conduce la indagación como intencionalidad siempre contextualizada.

63 E. Morin (2003): Educar en la Era Planetaria, Paris, Edit. Balland, p. 52.

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Paralelamente, tratamos de subrayar la propia dimensión compleja de nuestra problemática estructurante acerca de un método pluridimensional de investigación, en la medida en la cual no sostiene sólo la legitimidad del quehacer científico, sino también las modalidades de la enseñanza y de la toma de decisión política. El planteamiento adoptado se esforzó así en dar cuenta de las preocupaciones de balzaquismo y stendhalismo, destacando la aportación de un razonamiento ecléctico que pueda referirse a fuentes múltiples y pluridimensionales.

Partiendo del acta que todo proyecto de conocimiento debe ser al mismo tiempo proyecto de conocimiento del conocimiento, la complejidad va así definiendo una serie de indicaciones meta-paradigmáticas destinadas a orientar el investigador y conferir marcos al planteamiento de una estrategia personal. Tratemos ahora de resumir estas aportaciones de forma gráfica, con el propósito de un recapitulativo coherente: Si la representación gráfica del Método cartesiano podría verse como un segmento con punto de partida y punto de llegada, el Meta-Método morineano sugiere más bien la idea de un bucle. En particular, nuestra tesis consistió en destacar el valor metodológico de una trinidad compleja integrando a la vez virtudes indispensables del quehacer científico, sensibilidades fundadoras y modalidades transversales de operacionalización. Las tres están en estrecha interrelación sistémica, y se implican mutuamente, pero no de forma mecánica sino evolutiva, el núcleo de esta asociación siendo precisamente el planteamiento de un margen de maniobra que permita la plena expresión de la creatividad humana. Los polos de esta trinidad podrían ser considerados como fragmentos de programación y, sobre esta base, ser rechazados como obstáculo a la pulsión magmática de conocimiento. Pero sería equivocarnos sobre su naturaleza y coherencia sistémica, olvidando que se tratan ante todo de palancas para facilitar la estrategia, y no de reglas para ahogarla.

Así concebida, esta trinidad plantea una paradoja esencial de la labor investigativa -y del hacer humano en general- en la medida en la cual resulta ser a la vez indisociable del sujeto singular que la conduce, y escapa al mismo tiempo a sus intenciones personales por el control que ejerce el terreno sobre los planteamientos iniciales. Aquí interviene la noción de ecología de la acción, que se opone a la hipótesis tradicional del positivismo en las ciencias y según la cual una misma separación existiría entre el investigador y el ciudadano como entre el sujeto y su objeto de investigación. En nuestra concepción, al revés, todo conocimiento resulta accionable, ecológico, ético, y por lo tanto insoluble dentro de un debate meramente técnico. El mundo de la acción no es patio trasero del pensamiento simplificador, mientras la complejidad se limitaría a especular estérilmente sobre ideales abstractos. El campo, que sea de la investigación o de cualquier acción humana, encarna al contrario esta zona de batalla dónde se materializa, se concretiza y se enfrenta la complejidad. Las estrategias de investigación pluridimensional que pudimos identificar no son así monopolio del científico sino herramientas abiertas al uso de quien se sienta la necesidad de ampliar las modalidades de su presencia al mundo.

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2 PreocupacionesStendhalismo & Balzaquismo

1 Doble-Precaución RecursivaContextualización del objeto-sujeto

de la investigación

2 Valores CardinalesHumildad & Honradez Intelectual

Operacionalización

Invitan a Legítima

Traducen Convergen hacía

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« No es una norma arrogante ni un evangelio melodioso. Se trata de enfrentar la dificultad de pensar y de vivir »64.

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