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PALABRAS DEL PADRE STRADA EL AムO 2005, AL CUMPLIRSE 120 AムOS DE NACIMIENTO DEL PADRE JOSE KENTENICH Hace ciento veinte años sucedió en Gymnich un hecho muy común: el nacimiento de un niño. Ciento veinte años más tarde nos reunimos aquí, en un encuentro no del todo común, para conmemorar dicho acontecimiento. Y lo mismo está haciendo mucha gente en todos los continentes. ソQué aconteció hace ciento veinte años? Catalina, la más joven de los ocho hijos de la familia Kentenich, trabajaba por entonces como empleada doméstica en la finca Heuser, en Oberbohlheim. Allí conoció a Mattias Josef Koep, oriundo de Eggersheim, administrador del establecimiento. Catalina tenía 22 años y quedó encinta.

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PALABRAS DEL PADRE STRADA ELAÑO 2005, AL CUMPLIRSE 120 AÑOSDE NACIMIENTO DEL PADRE JOSEKENTENICH

Hace ciento veinte años sucedió en Gymnich un hecho muy común:el nacimiento de un niño. Ciento veinte años más tarde nos

reunimos aquí, en un encuentro no del todo común,para conmemorar dicho acontecimiento. Y lomismo está haciendo mucha gente en todos loscontinentes.

¿Qué aconteció hace ciento veinte años? Catalina,la más joven de los ocho hijos de la familiaKentenich, trabajaba por entonces como empleadadoméstica en la finca Heuser, en Oberbohlheim.Allí conoció a Mattias Josef Koep, oriundo deEggersheim, administrador del establecimiento.Catalina tenía 22 años y quedó encinta.

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No sabemos mucho sobre la relación de los dos. Mattias Koep ledobla en edad. No sabemos si esa fue la razón de por qué no aceptócasarse con ella y legitimar al niño, o quizás fuera la situaciónfamiliar y las necesidades que padecía la hermana menor deMattias. Sea como fuere, esa situación significó una pesada cruzpara Catalina y su hijo.

¿Qué más sabemos de la madre y del padre de ese niño? Se dice queCatalina Kentenich era muy laboriosa, servicial, ahorrativa,modesta, profundamente religiosa y muy amante de su familia. "Mimadre era una mujer muy fina y santa" expresó una vez el P.Kentenich en una conversación.

El padre gozaba de buena reputación. Se dedicaba al área de laagricultura y en su vejez tuvo un colmenar. Según testimonio de susconocidos, "llevaba una vida ordenada", era respetado, fue concejaldurante muchos años e iba a menudo a misa, incluso durante lasemana.

El niño fue bautizadoen la parroquia desan Cuniberto el 19de noviembre de1885, con el nombrede "Pedro José". Hacealgún tiempo laparroquia imprimióuna tarjeta postal enla que se veía lacopia de lacorrespondiente notadel libro debautismos. La iglesiaparroquial seconvirtió para JoséKentenich en el lugarde la celebración dela eucaristía, de laoración personal, delencuentro con los santos y los usos de la vida católica. Seguramenteal pequeño José le impresionó la venerable tradición de la"Cabalgata de Gymnich". Esta procesión de rogativa a caballo que sehace en la fiesta de la Ascensión de Nuestro Señor, está ligada a laquinta Cruzada, realizada a comienzos del s. XIII. En dicha cruzadael caballero Arnoldo I de Gymnich, hallándose en peligro de muerte,

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experimentó la especial protección de Dios. En gratitud por elauxilio divino prometió realizar anualmente una cabalgata. Se havenido cumpliendo fielmente con aquella promesa hasta nuestrosdías. La cabalgata se realizó incluso durante los años críticos de lasdos Guerras Mundiales. Solamente fue suspendida durante laGuerra de los Treinta Años y en 1666, año de la peste.

En su condición de madre que debía educar sola a su hijo, le dedicóa éste todas sus fuerzas y cariño. Sus cartas dan testimonio de lacariñosa relación con José y de su profunda religiosidad. En unacarta del 28 de septiembre de 1917 (¡el P. Kentenich tenía ya 31años!) escribe lo siguiente: "Mi querido niño: ambos queremosobsequiarle a Dios nuestra vida. Le agradezco a Dios tener un hijotan bueno. Eso me hace muy feliz. Más feliz que si se me regalaratodo el mundo. Así pues, querido hijo, te deseo renovadas fuerzas ysalud... Si tienes algún deseo, por favor, comunícamelo. Sabes que yoestoy siempre para ti. Con un saludo cordial, tu madre que te quieremucho."

La escuela primaria, bajo la dirección de José Zimmermann, y mástarde de Augusto Klinkhammer, tiene 355 alumnos. José es un buenalumno, pero no se puede decir que iba con gusto a la escuela. Laescuela apuntaba mucho a la disciplina y a la repetición; y él, a lalibertad y a la actividad propia. Los compañeros de clase de Josérelatan que los maestros eran muy severos y propensos a tomar lavara para castigar. De 8.00 a 11.00 hs., y de 13.00 a 15.00 hs., JoséKentenich aprendía a leer, escribir, historias de la Biblia,matemática, geografía, dibujo, canto, trabajo manual...

Mientras que la escuela no lo entusiasmaba demasiado, la "vida enel campo" era una verdadera alegría para él. El foso del castilloservía en verano para pescar, y en invierno para patinar; losbosques, para jugar al escondite. Naturalmente las manzanasrobadas eran muy sabrosas, ¡más sabrosas que las del huertopropio! A los diecinueve años José escribe durante sus vacacionesen Gymnich: "Estoy mejor de salud. En cuanto respiré los aires delpueblo... todo volvió a estar en orden. Se vive a gusto entre loscampesinos."

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Cuando José tenía ocho años,su madre se ve forzada aaceptar un trabajo de tiempocompleto, en Colonia, comococinera de la familia vonGuillaume. Su confesor, el P.Augusto Savels, párroco deSantos Apóstoles, en Colonia,le aconseja llevar a su hijo alorfanato de Oberhausen. El P.Savels había fundado dichoestablecimiento. La madresigue el consejo a pesar de lapena de su corazón. Para latoma de esta decisióndesempeñaron un papel lasituación económica, lamuerte del abuelo - ocurridacinco años antes -, laavanzada edad de la abuela,así como también las buenas

posibilidades de educación en Oberhausen. José y su madre sedespiden de Gymnich. Con una interrupción de ocho meses enEstrasburgo, José Kentenich pasó los primeros ocho años de su vidaen Gymnich. La psicología nos señala que las primeras vivencias deun niño marcan huellas fundamentales.

El 12 de abril de 1894 José Kentenich ingresa al Orfanato SanVicente. La despedida es dura para el niño y para la madre. Añosmás tarde, el P. Kentenich relata que su madre lo consagró y confióa la Madre de Dios en la capilla del orfanato, delante de una estatuade la Virgen: "¿Qué hizo ella en medio de tal angustia ypreocupación? Tomó su único recuerdo valioso de su propiainfancia, el recuerdo de la primera comunión, lo colocó alrededordel cuello de la estatua y oró con fervor: Educa tú a mi hijo, sé unamadre cabal para él. Cumple por mí los deberes de madre".

En el orfanato viven, en situación muy modesta y pobre, alrededorde doscientos niños. Allí José toma la primera comunión el domingode Cuasimodo de 1897. Ese día le comunica a su madre el deseo deser sacerdote. Su deseo se cumplirá. En septiembre de 1899 el P.Savels lo acompaña a Ehrenbreitstein, Coblenza, para ingresar alSeminario Menor de los Padres Palotinos.

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El lugar de nacimiento es más que un mero dato personal deldocumento de identidad. El ambiente familiar y el entorno sondecisivos para toda la vida. "Yo soy yo y mi circunstancia" decía elfilósofo español Ortega y Gasset. Estamos acostumbrados a ligar anuestros santos con su lugar de nacimiento: Francisco de Asís,Teresa de Ávila, Ignacio de Loyola. Francisco, Teresa e Ignacioestuvieron marcados por tales lugares concretos, y estos, a su vez,les deben su significado y jerarquía históricos. Por último hablamosde Jesús de Nazaret. El principio encarnatorio de nuestra fe exigeesa localización en el espacio y el tiempo.

Y José Kentenich está localizado en el espacio y el tiempo deGymnich, el Gymnich de fines del s. XIX, el Gymnich cercano aColonia. Nada menos que el Papa Benedicto XVI nos ayuda adescubrir los rasgos centrales de la cultura y tradición cristianas deColonia y sus alrededores: "Aquí se respira la gran historia, y lacorriente del río invita a abrirse al mundo. Es un lugar deencuentro, de cultura. Siempre he amado el espíritu, el humorismo,

la alegría y la inteligenciade sus habitantes. Además,debo decir, he amado lacatolicidad que loshabitantes de Colonia llevanen su sangre, pues aquí haycristianos casi desde hacedos mil años y así lacatolicidad ha penetrado enel carácter de sushabitantes, en el sentido deuna religiosidad gozosa"(Benedicto XVI, Alocuciónen la catedral de Colonia el18 de agosto de 2005, en: OR,26 de agosto de 2005, n. 34).

En el aeropuerto de Colonia,luego de su arribo, el Papadijo:

"En particular, la diócesis y la región de Colonia conservan lamemoria viva de grandes testigos que, por decirlo así, estánpresentes en la peregrinación iniciada por los tres Magos. Pienso ensan Bonifacio, en santa Úrsula, en san Alberto Magno y, en tiemposmás recientes, en santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edit Stein) y elbeato Adolfo Kolping. Estos ilustres hermanos nuestros en la fe, que

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han mantenido en alto la antorcha de la santidad a lo largo de lossiglos, son personas que han visto la estrella y la han mostrado a losdemás." (Benedicto XVI, Alocución en el aeropuerto internacionalColonia/Bonn, el 18 de agosto de 2005, en: OR, 19 de agosto de 2005,n. 33)

Esa antorcha de la santidad brilló en la vida del P. Kentenich. Suproceso de canonización se inició el 10 de febrero de 1975 enTréveris. Luego de algunas pausas, de un intenso trabajo con lavoluminosa documentación y numerosa toma de declaración detestigos, esperamos en el próximo tiempo la conclusión de la etapadiocesana del proceso. La fama de santidad está muy difundida.Miles de personas de ochenta y siete países atestiguan que el P.Kentenich es para ellos un modelo de vida, que se inspiran en él

para vivir su fe, yque se confían a suintercesión anteDios. Estánconvencidos deque es un santo.

El fuego de estaantorcha no quedóaislado. Seexpandió, regalóluz y calor. En elardor por losmismos ideales esefuego encendió enAlemania la vidadel dirigentejuvenil yseminarista CarlosLeisner -beatificado por elpapa Juan Pablo IIhace nueve años -,la del joven

seminarista José Engling, la de Gertraud von Bouillon y de la Hna.Emilia Engel; en el sur de Brasil, la del padre de familia ycomerciante Joao Pozzobon; en Santiago de Chile, la del ingeniero yprofesor universitario Mario Hiriart. Sus procesos de canonizaciónestán en curso en Roma o en las respectivas diócesis.

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Humorismo y alegría caracterizan a los hombres de esta región, asílo acabamos de escuchar de parte de Benedicto XVI. Y ese fue elcaso del P. Kentenich. "El hombre sobrenatural debe ser a la vez elmás natural", esa era su consigna. Se cuenta que en los duros añosdel exilio en Milwaukee, EE.UU., fue visitado por una monja. Estahabía escuchado de una Hermana de María que el P. Kentenich eraun hombre sabio, un sacerdote bondadoso y paternal, un santo.Llevada por su entusiasmo, luego de saludar al P. Kentenich le dijo:"Padre, en realidad yo no quiero nada de Ud. Sólo contemplarlo,porque esa Hermana dice que Ud. es un santo." Rápidamente el P.Kentenich le respondió riéndose: "Eso cuesta cinco dólares" (cf.Peter Locher, Con corazón y humor. Relatos de la vida del P.Kentenich, Vallendar - Schoenstatt, 1981, pág. 134).

"Aquí se respira la gran historia, y la corriente del río invita aabrirse al mundo", dice el Papa refiriéndose a Colonia. La granhistoria con sus numerosos aspectos luminosos y oscuros fue parael P. Kentenich muy importante. Él define su actitud fundamentalde la siguiente manera: "La mano en el pulso del tiempo y el oído enel corazón de Dios". En su pasión por Dios busca al Dios de losaltares, al Dios de las Sagradas Escrituras, pero sobre todo al Diosde la historia. Porque Dios revela sus deseos en los acontecimientosdel mundo. Tema de su primera conferencia para jóvenesestudiantes, en 1912, fue el veloz progreso de la técnica y de laciencia, y el peligro de descuidar el mundo interior del ser humano.Sus cursos y jornadas tratan sobre la cuestión social, la nueva

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situación de la mujer, la nueva visión de la sexualidad y del amor, lafamilia y la sociedad, la autoridad y la libertad, los nuevos desafíosen la pedagogía. Percibió con agudeza los procesos que seproducían en la Iglesia católica antes del Concilio; una Iglesia quetenía dificultades sobre todo en su relación con el mundo moderno.Analizó esos procesos y tomó una clara posición respecto de ellos.En los años treinta una tercera parte del clero alemán asistió a suscursos, hallando en ellos orientación y renovado aliento. "¿Hasescuchado ya al P. Kentenich?" se decía entre los sacerdotes quebuscaban respuesta a nuevas y urgentes cuestiones. Y el P.Kentenich se alegró y se sintió confirmado cuando el papa JuanXXIII convocó el Concilio Vaticano II para que la Iglesia ofreciera almundo su mensaje con puertas y ventanas abiertas.

No se da por satisfecho con un diagnóstico certero y conferenciaseruditas. El Dios de la historia busca colaboradores, confía tareas.De nada sirve el pasivismo ni tampoco el ciego activismo; lo quehace falta es compartir la responsabilidad por la causa de Cristo.Una corresponsabilidad audaz y sustentada en la fe en la DivinaProvidencia. "El río nos abre al mundo" no sólo en el anchohorizonte de la reflexión sino también en el compromiso misioneroactivo. Sólo siete años después de la fundación de la comunidad, elP. Kentenich envió las primeras Hermanas de María a Sudáfrica;dos años después, a Brasil, Chile, Argentina y Uruguay. Los tresaños y ocho meses de destierro en el campo de concentración deDachau le ofrecieron la posibilidad de tomar contacto consacerdotes y laicos de Polonia, Francia, Italia y otras naciones. Enese lugar de muerte y odio fundó la Internacional del Movimientode Schoenstatt. "En su corazón hay un fuego" es el título de una de

sus biografías escritas en alemán. Luego de suliberación del campo de concentración deDachau, ese fuego lo impulsó, contando ya 61años de edad, a emprender viajes a Sudáfrica,Latinoamérica y los EE.UU. Siguió conatención el proceso de deseuropeización de laIglesia católica y la incipiente globalizacióndel mundo. Todas las naciones, todas lasrazas, todas las culturas tienen un lugar en lacatolicidad de la Iglesia y deben brindar sucontribución para un mundo más digno delser humano, un mundo de paz y libertad.María, madre de todos los hombres y ejemplo

de mujer solidaria, quiere y debe ayudar a imprimir los rasgos deCristo en las culturas de los pueblos. Es una convicción creyenteque comparte con el Papa Juan Pablo II. Más de ciento ochentaSantuarios de Schoenstatt en todos los continentes enriquecen hoyla "geografía de la fe".

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Para el P. Kentenich no sólo era muy importante la gran historiauniversal sino también la pequeña historia de cada persona con suoriginalidad y dignidad propias. Se puso totalmente al servicio delas personas concretas. Su divisa fue: "Servir desinteresadamente ala vida". Así pues se convirtió en Padre espiritual y buenacompañante de miles de personas. "Todo un Padre" se llama una desus biografías escritas en español. El P. Kentenich decía: "Alcomienzo de mi vida sacerdotal leía muchos libros, más tarde leía enlas almas". En todo destino humano buscaba las huellas de Dios. Enla celebración de sus bodas sacerdotales de plata, en agosto de 1935,agradeció con cálidas palabras que muchas personas le hubieranbrindado su confianza, abierto sus corazones y que, de ese modo,hubiera surgido una profunda comunidad de corazones en la cual elcamino de peregrinación a Dios se hacía más claro. Siempredeclaraba que el Movimientointernacional de Schoenstatt era unaobra hecha en común.

Todo esto no habría sido posible si elP. Kentenich en su peregrinar, tanlargo y a menudo tan duro, no hubieraseguido una estrella. Y como en lahistoria de los Tres Magos, él hallótambién "al niño y a María, su madre"."A ella le debo todo"; "ella ha sido lagran maestra de mi vida interior yexterior"; "es el alma de mi alma" sonexpresiones de su profundo y fervienteamor a la Sma. Virgen. Ese amor esmás que un sentimiento piadoso yromántico. Con todas sus energías sepuso al servicio de la misión de laSma. Virgen para la modelación actual y futura de la Iglesia y delmundo. "Un profeta de María" es el título de una biografía suyapublicada en español. Y María lo condujo hacia un encuentro vivo ypersonal con el Dios de Jesucristo, el Padre rico en misericordia. Ensu vida se hace visible aquello a lo que se refiere el papa Benedictocon las palabras "religiosidad gozosa" de los habitantes de Colonia.Su nacimiento como hijo natural, el orfanato, las dos GuerrasMundiales, Dachau, los catorce años de separación de su obra y laincomprensión de parte de la Iglesia no fueron capaces de hacervacilar ni de destruir su fe y su confianza en un Dios que ama y quees persona. He ahí la fuente de su serenidad, de su calma interior,de su bondad. Porque no se puede creer en un Padre del Cielobueno y en una madre fiel y amorosa y a la vez llevar una vida

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triste, angustiada o aburrida. Seguramente no es casualidad queprecisamente en el Santuario de Colonia, en 1966, el P. Kentenichsellara una Alianza de Amor con Dios Padre. Siendo un jovennovicio, escribió en su diario: "Dios es mi origen; Dios es mi meta – éltiene también que ser la estrella orientadora de mi vida, el eje detodos mis ideales". Y permaneció fiel hasta el fin de su vida, hastaque Dios lo llamó el 15 de septiembre de 1968, inmediatamentedespués de la celebración de la eucaristía en la iglesia de laAdoración, en Schoenstatt.

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El P. Kentenich no es propiedad privada del Movimiento deSchoenstatt. Nos pertenece a todos, pertenece a la Iglesia,pertenece a la humanidad. El fallecido papa Juan Pablo II exhortó alos schoenstattianos a no guardar para sí la preciosa herencia de lapersona y del mensaje del P. Kentenich sino brindarla a los demás.En su alocución al Movimiento internacional de Schoenstatt, haceveinte años, dijo el Papa: "Ustedes están llamados a participar de lagracia que recibió su fundador, y ofrecerla a toda la Iglesia. Porqueel carisma del fundador se revela como una experiencia obrada porel espíritu, la cual es transmitida a los discípulos para que estosvivan de acuerdo a ella, la custodien, profundicen y desarrollencontinuamente, y precisamente en comunión con toda la Iglesia ypara el bien de toda la Iglesia" (Juan Pablo II, Alocución a laFamilia internacional de Schoenstatt, Roma, 20 de septiembre de1985).

Seguramente es muy importante corregir el gran déficit en elpresupuesto de una nación. Seguramente es importante remediarfalencias en la educación o la salud. ¿Pero acaso no es másimportante subsanar un déficit mayor como es la falta depersonalidades creíbles, de ejemplos auténticos de vidasverdaderamente humanas y cristianas? La Iglesia siempre serádeficitaria si se contenta con proclamar verdades y no muestra larealización cabal de esas verdades en la vida de mujeres y hombresque siguieron incondicionalmente al Señor. Por eso es importanterecordar al P. Kentenich. Por eso es importante que alabemos aDios por su persona y por su mensaje.

Les agradezco cordialmente la atención que me han dispensado.