giremos la rueda

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IMPRESIONES GIREMOS LA RUEDA NELSON FONSECA WWW.REVISTAIMPRESIONES.COM [email protected] NOVIEMBRE 09 NO.2 DIRECTOR GENERAL ¿No has sentido alguna vez el deseo de pegar un grito que se escuche hasta la Patagonia? Es tanta la frustración y el coraje que llevamos dentro que de momento necesitamos una zona de escape o si no explotamos. Recuerdo vagamente la película de hace muchos años, Network, donde este periodista ya casi jubilado y derrotado en una de sus intervenciones cansado y frustrado por todo los acontecimientos que estaban sucediéndose decide invitar a la audien- cia a gritar en forma de protesta. Para sorpresa de todos en la emisora la invita- ción llego a mucha gente y muchos lo acompañaron en ese grito, esa noche muchos encontraron su zona de escape. Sé que muchos de nosotros hoy senti- mos esa frustración, ese sentimiento de incompetencia, nos sentimos indefen- sos. No percibimos que el gobierno nos cuida o nos protege. No sentimos que nuestros líderes estén de nuestra parte, por supuesto están de una parte pero no parece ser de la nuestra. No pensamos que nuestro gobierno es guiado por la justicia y la equidad y que gobernará para todos. Sí gobierna, pero la pregun- ta es, para quien. En días recientes, cosa que últimamente no hago muy seguido para evitar la contaminación y no del ambiente si no de la frustración y la decepción, he escucha- do la radio. Ha sido muy curiosa la polémica que ha desatado el controverti- ble proyecto del .02 de nivel de alcohol en la sangre. Cuando empiezo a escuchar la polémi- ca causada por este proyecto de ley y acercándose el Día de Acción de Gracias me imaginé de momento montándome en un caballo o una lancha, un avión o mi carro y escapando lo más lejos que pudiera en busca de libertad. Quería llegar a una tierra que pudiera represen- tar los valores más puros de libertad. Entonces pensé que debería correr hacia la selva del Amazonas, El Polo Norte, alguna región en la Siberia o a lo más profundo del África. Pronto deberíamos permanecer en nuestras casas desde la medianoche hasta las seis de la mañana en días de trabajo y por supuesto debe- ríamos llevar un carnet visible que acreditara nuestra identidad. Esta polémica debe servirnos de reflexión a todos y la gran pregunta es, ¿por qué lo hemos permitido? ¿Por qué hemos permitido que el rol del Legislador se salga de contexto? Además de toda las cosas que a diario se dicen de nues- tros legisladores para mí la más impor- tante es, que ellos han olvidado que son nuestros representantes, se han olvida- do del principio más elemental, el por qué están ahí y el por qué los elegimos. Los elegimos para que nos representen. Ellos representan a sus electores, o sea, en principio no representan un partido, representan un grupo de ciudadanos de una demografía particular, por lo cual nunca deberían existir los famosos caucus. El voto del legislador debe representar el pensar y el sentir de la mayoría de su electorado, no otra cosa. En resumen, cada legislador debe estar permanentemente presente en su comu- nidad o área representativa, no en los almuerzos conspirando o maquinando oportunidades para ellos. Cada Legisla- dor está para velar por el bien común de sus electores, cada Legislador está para servir y no servirse. ¿Cuándo fue la última vez que viste a tu legislador en tu comunidad? ¿Cuándo fue la última vez que tú personalmente hablaste con él? ¿Cuándo fue la última vez que tu legislador se acercó a tu comunidad para buscar el sentir de ella en relación a algún proyecto? ¿Cuál fue la agenda de trabajo que presentó tu legislador en su campaña? El partido, tal vez debe ser el vehículo, pero el principio es que el Legislador es un servidor público y su patrono son sus electores. Cuando como electores nos separemos de los partidos y comence- mos a votar por el mejor candidato defini- tivamente cosas como el proyecto .02 no pasarían y otras de mayor trascendencia. Debería existir un mecanismo que abra una comunicación permanente entre el legislador y sus electores. Debería haber mecanismos que permitan al elector fiscalizar la labor de su legislador, en especial en el gasto público. Si pensa- mos en hace cincuenta años esto parece- ría casi imposible, pero hoy día cuando la tecnología está tan avanzada no debería haber ningún obstáculo que permita una comunicación rápida y efectiva. Nosotros debemos crear mecanismos que nos permitan unirnos como electores en una sola causa: el bien común. Debemos encontrar todo aquello que nos une, no lo que nos separa. Piensa por un momen- to hacia atrás en los últimos treinta años, y pregúntate: ¿Hemos tenido legislado- res de la talla de un Luis Muñoz Rivera, Gilberto Concepción de Gracia, Samuel R. Quiñones, Ernesto Ramos Antonini, Miguel García Méndez y tantos otros. ¿Cómo puedes pensar que un país como el nuestro que todavía no puede hacer a esta altura una carretera bien hecha pueda resolver aquellos proble- mas que requieren voluntad, coraje e in- telecto? No te engañes, no tenemos esa capacidad. No tenemos la capacidad porque por años los partidos nos mani- pulan y no nos permiten ser objetivos ni en las causas ni en los conflictos. Los partidos amarran nuestras conciencias y nuestra voluntad. Seguimos detrás de nuestros líderes como dice el dicho, “como ovejas al matadero”. Cuántas veces has tratado seriamente de hacer un planteamiento objetivo y te has dado contra la pared con personas que real- mente no pueden entender; pero no pueden entender no porque no puedan, sino porque han perdido la perspectiva, han perdido la capacidad de discernir, han perdido la capacidad de buscar y encontrar la verdad. Puede haber una esperanza de cambio, pero depende de cada uno de nosotros. Esta esperanza depende de la acción individual que tomemos en relación a la postura y acciones que asumen nuestros líderes. Te invito a que reflexiones, sé que no será fácil. Pero desde hoy procu- ra de una manera profunda y comprome- tida tratar de encontrar la verdad donde esté, tal vez no esté de tu lado pero será la verdad. Quizás está en el otro lado, entonces abrázala. Si te preguntas por qué llegamos a donde estamos, la respuesta es: porque nosotros lo permitimos, nosotros lo provocamos. Nosotros somos la causa directa de lo que esta ocurriendo, no miremos para el lado, toda la responsabi- lidad es solo nuestra. Somos la conse- cuencia de todas nuestras acciones y de todas aquellas decisiones que fueron tomadas día a día unas menos importan- tes otras más importantes pero todas a la larga se fueron sumando y hoy tenemos el producto de ellas. ¿Te acuerdas cuando emitiste tu voto; cuando no diste lo mejor de ti en tu trabajo; cuando miras- te para el lado y no denunciaste una situación de injusticia y por ende te hiciste cómplice; cuando no diste el mejor ejemplo; qué hiciste con tu educa- ción, cómo es la relación con tu vecino, qué aportas en tu comunidad? Hay tantas y tantas interrogantes que debe- mos contestarnos. Es tan cierto el axioma que dice, “la suma de las partes es el todo.” Estamos aquí por todas esas pequeñas y grandes decisiones y acciones que hemos ejecu- tados por tanto tiempo. El cambio nunca ocurrirá desde arriba, los grandes cambios comienzan desde abajo y deben comenzar en cada uno de noso- tros porque cada uno somos una parte de ese todo. Sé que el momento es difícil; yo personal- mente lo vivo todos los días. Sé que este tiempo traerá muchos cambios para cada uno de nosotros en todos los aspectos, en nuestras relaciones personales, en nues- tras expectativas; tal vez perdamos cosas materiales, pero no podemos perdernos a nosotros mismos. Debemos encontrarnos, tienes que levantarte y dar lo mejor de ti, tenemos que aprender la lección, tenemos que proponernos que esto no volverá ocurrir. Te exhorto a que busques una mano amiga, créeme, siempre la hay; de lo contrario tú puedes ser esa mano amiga que se extiende. Sé que hemos aprendido muchas lecciones durante este tiempo, pero la más importante debe ser el valorar- nos, entender que tú eres tu mayor bien. No podemos pedir grandes cambios si nosotros no estamos dispuestos a cambiar, no podremos ser una mejor sociedad, más equitativa y justa, si noso- tros no estamos dispuestos a hacerlo. Llegó el momento, no tenemos otro, tenemos que aceitar nuestras concien- cias, nuestra voluntad. Desde hoy tenemos que ser agentes de cambio en cada rol que nos desempeñemos. Los padres y madres tendrán que ser mejo- res padres y madres, los estudiantes tendrán que ser mejores, los patronos tendrán que ser mejores y mostrar siem- pre sensibildad, no importa la labor que desempeñe, hazla con orgullo. Quiero que mires hacia los lados y te preguntes por qué llegamos a este punto, quiero que te de coraje y te prometas que nunca volverá a pasar. No tenemos otro tiempo, tenemos que decidir hacia donde giramos la rueda. “No sentimos que nuestros líderes estén de nuestra parte, por supuesto están de una parte pero no parece ser de la nuestra.”

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Columna de Nelson Fonseca como parte de la Revista impresiones

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IMPRESIONESGIREMOS LA RUEDA

NELSON FONSECA

W W W. R E V I S TA I M P R E S I O N E S . C O M E D I T O R @ R E V I S TA I M P R E S I O N E S . C O M N O V I E M B R E 0 9NO.2

DIRECTOR GENERAL

¿No has sentido alguna vez el deseo de pegar un grito que se escuche hasta la Patagonia? Es tanta la frustración y el coraje que llevamos dentro que de momento necesitamos una zona de escape o si no explotamos. Recuerdo vagamente la película de hace muchos años, Network, donde este periodista ya casi jubilado y derrotado en una de sus intervenciones cansado y frustrado por todo los acontecimientos que estaban sucediéndose decide invitar a la audien-cia a gritar en forma de protesta. Para sorpresa de todos en la emisora la invita-ción llego a mucha gente y muchos lo acompañaron en ese grito, esa noche muchos encontraron su zona de escape.

Sé que muchos de nosotros hoy senti-mos esa frustración, ese sentimiento de incompetencia, nos sentimos indefen-sos. No percibimos que el gobierno nos cuida o nos protege. No sentimos que nuestros líderes estén de nuestra parte, por supuesto están de una parte pero no parece ser de la nuestra. No pensamos que nuestro gobierno es guiado por la justicia y la equidad y que gobernará para todos. Sí gobierna, pero la pregun-ta es, para quien.

En días recientes, cosa que últimamente no hago muy seguido para evitar la contaminación y no del ambiente si no de la frustración y la decepción, he escucha-do la radio. Ha sido muy curiosa la polémica que ha desatado el controverti-ble proyecto del .02 de nivel de alcohol en la sangre.

Cuando empiezo a escuchar la polémi-ca causada por este proyecto de ley y acercándose el Día de Acción de Gracias me imaginé de momento montándome en un caballo o una lancha, un avión o mi carro y escapando lo más lejos que pudiera en busca de libertad. Quería llegar a una tierra que pudiera represen-tar los valores más puros de libertad. Entonces pensé que debería correr hacia la selva del Amazonas, El Polo Norte, alguna región en la Siberia o a lo más profundo del África. Pronto deberíamos permanecer en nuestras casas desde la medianoche hasta las seis de la mañana en días de trabajo y por supuesto debe-ríamos llevar un carnet visible que acreditara nuestra identidad.

Esta polémica debe servirnos de reflexión a todos y la gran pregunta es, ¿por qué lo hemos permitido? ¿Por qué hemos permitido que el rol del Legislador se salga de contexto? Además de toda las cosas que a diario se dicen de nues-tros legisladores para mí la más impor-tante es, que ellos han olvidado que son nuestros representantes, se han olvida-do del principio más elemental, el por qué están ahí y el por qué los elegimos. Los elegimos para que nos representen.

Ellos representan a sus electores, o sea, en principio no representan un partido, representan un grupo de ciudadanos de una demografía particular, por lo cual nunca deberían existir los famosos caucus. El voto del legislador debe representar el pensar y el sentir de la mayoría de su electorado, no otra cosa. En resumen, cada legislador debe estar permanentemente presente en su comu-nidad o área representativa, no en los almuerzos conspirando o maquinando oportunidades para ellos. Cada Legisla-dor está para velar por el bien común de sus electores, cada Legislador está para servir y no servirse.

¿Cuándo fue la última vez que viste a tu legislador en tu comunidad? ¿Cuándo

fue la última vez que tú personalmente hablaste con él? ¿Cuándo fue la última vez que tu legislador se acercó a tu comunidad para buscar el sentir de ella en relación a algún proyecto? ¿Cuál fue la agenda de trabajo que presentó tu legislador en su campaña?

El partido, tal vez debe ser el vehículo, pero el principio es que el Legislador es un servidor público y su patrono son sus electores. Cuando como electores nos separemos de los partidos y comence-mos a votar por el mejor candidato defini-tivamente cosas como el proyecto .02 no pasarían y otras de mayor trascendencia. Debería existir un mecanismo que abra una comunicación permanente entre el legislador y sus electores. Debería haber mecanismos que permitan al elector fiscalizar la labor de su legislador, en especial en el gasto público. Si pensa-mos en hace cincuenta años esto parece-ría casi imposible, pero hoy día cuando la tecnología está tan avanzada no debería haber ningún obstáculo que permita una comunicación rápida y efectiva. Nosotros debemos crear mecanismos que nos permitan unirnos como electores en una sola causa: el bien común. Debemos encontrar todo aquello que nos une, no

lo que nos separa. Piensa por un momen-to hacia atrás en los últimos treinta años, y pregúntate: ¿Hemos tenido legislado-res de la talla de un Luis Muñoz Rivera, Gilberto Concepción de Gracia, Samuel R. Quiñones, Ernesto Ramos Antonini, Miguel García Méndez y tantos otros.

¿Cómo puedes pensar que un país como el nuestro que todavía no puede hacer a esta altura una carretera bien hecha pueda resolver aquellos proble-mas que requieren voluntad, coraje e in-telecto? No te engañes, no tenemos esa capacidad. No tenemos la capacidad porque por años los partidos nos mani-pulan y no nos permiten ser objetivos ni en las causas ni en los conflictos. Los partidos amarran nuestras conciencias y

nuestra voluntad. Seguimos detrás de nuestros líderes como dice el dicho, “como ovejas al matadero”. Cuántas veces has tratado seriamente de hacer un planteamiento objetivo y te has dado contra la pared con personas que real-mente no pueden entender; pero no pueden entender no porque no puedan, sino porque han perdido la perspectiva, han perdido la capacidad de discernir, han perdido la capacidad de buscar y encontrar la verdad.

Puede haber una esperanza de cambio, pero depende de cada uno de nosotros. Esta esperanza depende de la acción individual que tomemos en relación a la postura y acciones que asumen nuestros líderes. Te invito a que reflexiones, sé que no será fácil. Pero desde hoy procu-ra de una manera profunda y comprome-tida tratar de encontrar la verdad donde esté, tal vez no esté de tu lado pero será la verdad. Quizás está en el otro lado, entonces abrázala.

Si te preguntas por qué llegamos a donde estamos, la respuesta es: porque nosotros lo permitimos, nosotros lo provocamos. Nosotros somos la causa directa de lo que esta ocurriendo, no miremos para el lado, toda la responsabi-

lidad es solo nuestra. Somos la conse-cuencia de todas nuestras acciones y de todas aquellas decisiones que fueron tomadas día a día unas menos importan-tes otras más importantes pero todas a la larga se fueron sumando y hoy tenemos el producto de ellas. ¿Te acuerdas cuando emitiste tu voto; cuando no diste lo mejor de ti en tu trabajo; cuando miras-te para el lado y no denunciaste una situación de injusticia y por ende te hiciste cómplice; cuando no diste el mejor ejemplo; qué hiciste con tu educa-ción, cómo es la relación con tu vecino, qué aportas en tu comunidad? Hay tantas y tantas interrogantes que debe-mos contestarnos.

Es tan cierto el axioma que dice, “la suma de las partes es el todo.” Estamos aquí por todas esas pequeñas y grandes decisiones y acciones que hemos ejecu-tados por tanto tiempo. El cambio nunca ocurrirá desde arriba, los grandes cambios comienzan desde abajo y deben comenzar en cada uno de noso-tros porque cada uno somos una parte de ese todo.

Sé que el momento es difícil; yo personal-mente lo vivo todos los días. Sé que este tiempo traerá muchos cambios para cada uno de nosotros en todos los aspectos, en nuestras relaciones personales, en nues-tras expectativas; tal vez perdamos cosas materiales, pero no podemos perdernos a nosotros mismos. Debemos encontrarnos, tienes que levantarte y dar lo mejor de ti, tenemos que aprender la lección, tenemos que proponernos que esto no volverá ocurrir. Te exhorto a que busques una mano amiga, créeme, siempre la hay; de lo contrario tú puedes ser esa mano amiga que se extiende. Sé que hemos aprendido muchas lecciones durante este tiempo, pero la más importante debe ser el valorar-nos, entender que tú eres tu mayor bien.

No podemos pedir grandes cambios si nosotros no estamos dispuestos a cambiar, no podremos ser una mejor sociedad, más equitativa y justa, si noso-tros no estamos dispuestos a hacerlo.

Llegó el momento, no tenemos otro, tenemos que aceitar nuestras concien-cias, nuestra voluntad. Desde hoy tenemos que ser agentes de cambio en cada rol que nos desempeñemos. Los padres y madres tendrán que ser mejo-res padres y madres, los estudiantes tendrán que ser mejores, los patronos tendrán que ser mejores y mostrar siem-pre sensibildad, no importa la labor que desempeñe, hazla con orgullo. Quiero que mires hacia los lados y te preguntes por qué llegamos a este punto, quiero que te de coraje y te prometas que nunca volverá a pasar.

No tenemos otro tiempo, tenemos que decidir hacia donde giramos la rueda.

“No sentimos que nuestros líderes estén de nuestra parte, por supuesto están de una parte pero no parece ser de la nuestra.”