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Geografías electorales: cambio y participación en el voto de diputados federales de 1988 y 1991 Borís Graizbord 1 Antecedentes EL 18 DE AGOSTO DE 1991 se celebraron en nuestro país elecciones fe- derales intennedias. Estaban en juego las 300 diputaciones de mayoría relativa y 200 de representación proporcional, 32 senadurías (la mitad del total), siete gubernaturas, 209 presidencias municipales, 62 diputa- ciones locales y, en el D.F., 40 escaños de mayoría relativa y 26 propor- cionales para la Asamblea de Representantes. En términos generales, en la votación para diputados de mayoría relativa de 1991 destacan dos hechos: 1) el Partido Revolucionario Institucional (PRI) obtuvo 61.5% del total de 22.9 millones de votos 2 contra sólo 50.4% en las elecciones federales de 1988, lo que para este partido significó en números absolutos casi cinco millones de nuevos votos y 2) el abstencionismo fue realmente "derrotado" al reducirse a 39% (contra cerca de 50% en 1988) de un total de 36.4 millones de electores 3 que aparecieron finalmente en la lista de empadronados, 4 lo cual benefició más a unos partidos que a otros. 1 Agradezco al dictaminador anónimo sus observaciones y su exigencia de mayor srecisión en la comparación de resultados. El intento por responder a ellas me permitió •evisar los cálculos y reflexionar sobre la pertinencia de los datos. Ofrezco aquí sólo una nterpretación de los mismos. Quedo en deuda con el maestro Alejandro Mina por su /abosa ayuda en el manejo de la información. 2 Se trata de votos válidos pues el total de votos emitidos fue de 23 969 773. 3 El censo de población de 1990 señala 45.8 millones de mexicanos mayores de 18 iños y el Registro Federal de Electores inscribió a 43.5 millones de ciudadanos de los cuales 39 millones quedaron incluidos en las listas nominales, para finalmente recibir Tedencial (y aparecer en listas definitivas) 36.4 millones de personas (contra 38 millo- íes de empadronados en 1988). 4 Estas cifras reducidas se han utilizado para señalar el control manipulador por >arte del organismo electoral en favor del PRI argumentos, como otros relacionados 497

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Geografías electorales: cambio y participación en el voto de diputados federales de 1988 y 1991

Borís Graizbord1

Antecedentes

EL 18 DE AGOSTO DE 1991 se celebraron en nuestro país elecciones fe­derales intennedias. Estaban en juego las 300 diputaciones de mayoría relativa y 200 de representación proporcional, 32 senadurías (la mitad del total), siete gubernaturas, 209 presidencias municipales, 62 diputa­ciones locales y, en el D.F., 40 escaños de mayoría relativa y 26 propor­cionales para la Asamblea de Representantes.

En términos generales, en la votación para diputados de mayoría relativa de 1991 destacan dos hechos: 1) el Partido Revolucionario Institucional (PRI) obtuvo 61.5% del total de 22.9 millones de votos2

contra sólo 50.4% en las elecciones federales de 1988, lo que para este partido significó en números absolutos casi cinco millones de nuevos votos y 2) el abstencionismo fue realmente "derrotado" al reducirse a 39% (contra cerca de 50% en 1988) de un total de 36.4 millones de electores3 que aparecieron finalmente en la lista de empadronados,4 lo cual benefició más a unos partidos que a otros.

1 Agradezco al dictaminador anónimo sus observaciones y su exigencia de mayor srecisión en la comparación de resultados. El intento por responder a ellas me permitió •evisar los cálculos y reflexionar sobre la pertinencia de los datos. Ofrezco aquí sólo una nterpretación de los mismos. Quedo en deuda con el maestro Alejandro Mina por su /abosa ayuda en el manejo de la información.

2 Se trata de votos válidos pues el total de votos emitidos fue de 23 969 773. 3 El censo de población de 1990 señala 45.8 millones de mexicanos mayores de 18

iños y el Registro Federal de Electores inscribió a 43.5 millones de ciudadanos de los cuales 39 millones quedaron incluidos en las listas nominales, para finalmente recibir Tedencial (y aparecer en listas definitivas) 36.4 millones de personas (contra 38 millo-íes de empadronados en 1988).

4 Estas cifras reducidas se han utilizado para señalar el control manipulador por >arte del organismo electoral en favor del PRI —argumentos, como otros relacionados

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Para el PRI la nutrida votación a su favor significó recuperar algunas diputaciones federales de mayoría relativa hasta conquistar 290 y obte­ner 64% de los 500 escaños de la Cámara de Diputados en el Congreso de la Unión (contra 264 y 52% en 1988). En cambio, los otros partidos perdieron sus diputaciones de mayoría relativa, salvo el Partido Acción Nacional (PAN) que con 17.7% de la votación total ganó 10 de éstas y 79 de representación proporcional, para llegar a un porcentaje equivalente al de sus votos en la conformación de la Cámara, 5 aunque con una pérdi­da neta de 12 diputaciones: 89 diputados de los 101 que logró en 1988.6

A pesar de este revés, el PAN ha logrado una cierta estabilidad en el número y proporción de votos que obtiene. Representa un fenómeno político que responde a una población más o menos educada, de clase media, que ha vivido en la ciudad por un tiempo considerable y habita en áreas cubiertas por servicios públicos urbanos (Graizbord y Sobrino, 1990). De hecho, 32 de sus 38 diputaciones fueron ganadas en 1988 en las principales concentraciones urbanas del país; y lo mismo ocurrió en los municipios conurbados con la ciudad de México. No por nada el PAN logró retener en 1991 el distrito XVII I , Naucalpan, que desde 1982 no ha perdido. Para los otros partidos, las elecciones de 1991 resultaron un desastre.

Son varios los argumentos que diversos autores presentan para ex­plicar estos resultados, no del todo previstos. Cornelius (1991), destaca la figura presidencial como principal razón del triunfo de los candidatos del PRI. Se trata, dice, de un jefe del Ejecutivo que se percibe fuerte, activo y eficaz; su política económica está funcionando y alimenta espe­ranzas de una mejoría a corto plazo en el nivel de vida; su política so­cial con el Programa Nacional de Solidaridad (Pronasol) es muy visible y parece haber resuelto las necesidades básicas de un número impor­tante de votantes potenciales de bajos ingresos, además de darles, al parecer, una sensación de fortaleza (lo cual resulta ser el mensaje sublimi-nal de Pronasol). No habría que descartar, sin embargo, la labor de la "militancia priísta" convenciendo a las bases en el seccional y casi cuadra por cuadra, con lo que este partido no sólo rescató votos de ciu-

con las irregularidades denunciadas, demasiado endebles, que intentan ocultar los pro­blemas internos de los partidos (PAN, PRD), reconocidos por ellos mismos, o su incapaci­dad para llegar geográfica y socialmente al grueso del electorado nacional (Garavito, 1991); en pocas palabras, "eluden responsabilidades y concentran la atención en el ene­migo" más que en el electorado, como bien lo señalaba Sánchez Susarrey (1991).

5 Para un análisis cuantitativo de la eficiencia de los partidos y la eficacia del voto (el significado de la representación proporcional) véase Graizbord (1991).

6 £ 1 PAN logró la senaduría enjuego en Baja California, lo que significó su primer senador en la historia.

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dadanos que de otra forma se hubieran abstenido sino que logró atraer a los nuevos votantes, como podrá apreciarse en la estimación que hacemos más adelante de las transferencias del voto en el estado de México.

Otros comentaristas políticos, como Sánchez Susarrey (1991), lo atri­buyen a la "debilidad de la oposición política". El PAN, se argumenta, tiene muy concentrados sus votos;7 lo aqueja internamente una confron­tación no resuelta aún —a pesar de las deserciones de fechas recientes— entre su presidente y los integrantes del Foro Doctrinario, o bien, resulta ser un partido excluyente que no parece interesarse ni tener capacidad para atraer un amplio electorado, según declaraciones de algunos de sus dirigentes (Carrillo, 1991). El Partido de la Revolución Democrática (PRD), tercera fuerza política del país, no logra, salvo cuando forma coaliciones, obtener porcentajes elevados del voto y eso sólo en dos o tres entidades federativas centrales, incluyendo a Michoacán. En estas elecciones logró del D.F. 20.8% de su total, 16.32% del estado de Méxi­co y 15.5% de Michoacán. Los demás estados le aportaron 6.4 y 5.6 (Guerrero y Veracruz) y 3% o menos el resto; su estrategia parece estar basada en una sistemática denuncia del PRI-gobierno y rechaza, por prin­cipio, toda negociación política —no obstante los últimos acontecimien­tos en Michoacán que lo han acercado a la negociación con el PRI y la Secretaría de Gobernación—, además de que "espera tiempos propicios para dar batallas definitivas" (Moguel, 1991). No ha hecho explícita tam­poco su posición en el espectro ideológico y más que un partido de la izquierda parece ser "el partido de Cuauhtémoc" (Garavito, 1991). En otras palabras, no está definida su identidad política ni está clara su es­trategia frente a la evolución ciudadana y al deseo mayoritario —inclu­yendo al parecer el del Estado— por mantener y consolidar la vía electo­ral como forma posible de transferir poder y elegir gobiernos en nuestro país.

De los demás partidos sólo el Frente Cardenista (PFCRN), el Auténti­co de la Revolución (PARM) y el Popular Socialista (PPS) lograron en 1991 mantener su registro al obtener más de 1.5% del total de votos. En resumen, el PRI obtuvo 61.5%, PAN 17.6% y los otros, incluyendo al PRD que obtuvo 8.3%, alcanzaron 20.8% del total de votos para diputados en estas elecciones intermedias celebradas en agosto de 1991.

7 El 86.8% del total de sus votaciones —no así de sus votos— lo acapararon cinco entidades federativas: D.F., Jalisco, estado de México, Guanajuato y Chihuahua. La pri­mera y tercera con un electorado metropolitano y la segunda y cuarta por su tradicional conservadurismo. La última, quizá, por el arraigo que parece tener el PAN en la población femenina de clase media cada vez más participad va en la política.

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La geografía electoral nacional

En el marco del apabullante triunfo del PRI en las elecciones intermedias de 1991 y de la espectacular recuperación de votos, que en 1988 favore­cieron a los partidos de oposición, subyace en estos resultados una ten­dencia contraria a la global. Cabe decir que ha pasado casi desapercibida para los analistas y por ahora es difícil prever sus posibles implicaciones políticas. Aquí sólo adelanto preguntas que quizá abran una línea de análisis electoral para evaluar la política social y el enorme gasto que a través del Pronasol el gobierno federal ha realizado entre los dos mo­mentos electorales: julio de 1988 y agosto de 1991.

Los resultados de 1991 vistos con el lente de 1988 fueron, en efecto, abrumadoramente exitosos para el PRI, pues logró aumentar en casi 4.5 millones su caudal de votos.8 Esta cantidad representa un incremento de 46.62%9 con respecto a 1988 y es la diferencia de poco más de 14.1 millones de votos a favor de los candidatos del PRI en 1991 contra 9.6 millones en 1988, con los que este partido logró obtener 61.5% contra 50.7% del total, respectivamente, en estas dos elecciones.

El panorama triunfal se vio perturbado, sin embargo, por algunos nubarrones. En efecto, en 69 de los 300 distritos electorales el PRI obtu­vo un porcentaje menor a 50% (es decir, menos de la "mayoría absolu­ta") del total de votos distritales. A pesar de que de estos 69 distritos sólo perdió 10, los resultados indican que los electores no se dejaron "llevar por la corriente". En algunas entidades tales resultados son ver­daderamente significativos: en Baja California sucedió en sus cinco dis­tritos; en el D.F. en 35 de un total de 40; en 19 de los 34 del estado de México; en cuatro de 13 en Guanajuato; en Michoacán en dos de 13 y en Chihuahua, Tamaulipas, San Luis Potosí y Yucatán en uno de los, res­pectivamente, diez, nueve, siete y cuatro distritos en que se dividen elec-toralmente esas entidades.

También detrás del aplastante triunfo hay otra nota discordante y contraria a la tendencia electoral de 1991: en varios distritos y entidades del país el PRI perdió votos, es decir, sus candidatos obtuvieron menos votos en 1991 que en 1988. Esto, a pesar de que aumentó en algunas partes el número de empadronados y el índice de abstenciones en gene­ral se contrajo (es decir, hubo en casi todos los casos un mayor número

8 Me refiero a votos obtenidos en la elección de diputados de mayoría relativa, pero para el caso es lo mismo si se tratara de votos para senadores.

9 Estos datos se tomaron de los resultados por distrito electoral para diputados de mayoría relativa publicados en Nexos 166, oct. 1991.

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de votantes). Estos hechos no ocurrieron precisamente en los mismos distritos o entidades que mencioné en el párrafo anterior y tienen otras implicaciones. La pregunta que surge de inmediato es ¿coinciden estas pérdidas con las zonas relativamente desatendidas por el Pronasol? Cabe señalar que estas pérdidas las sufrió el PRI en 47 distritos electorales de 17 entidades y, por estado, en Durango, Guerrero, Puebla y Nuevo León. En este último obtuvo 2 1 % menos de votos que en 1988; en Durango 11% menos y en los otros dos 1% menos.

Vale, por último, la pregunta recíproca de la anterior: ¿el inesperado vuelco de los electores en favor del PRI se debió a importantes inversio­nes del Pronasol? Ciertamente hay numerosos ejemplos donde las ga­nancias y la recuperación del PRI son notables: Michoacán, estado de México, Morelos, Distrito Federal, Guanajuato, Tlaxcala, Chiapas, Campeche y Aguascalientes, en ese orden. En todas estas entidades ob­tuvo incrementos porcentuales muy superiores a 46.6% que logró en el total nacional. En este contexto, las anteriores preguntas exigen respues­tas basadas en un conocimiento empírico y no sería ocioso trabajar en ellas. Por lo pronto sólo se formulan con el ánimo de suscitar el interés tanto de los académicos como de los políticos.

En la siguiente sección de este trabajo presento un análisis más de­tallado de los resultados electorales en el estado de México, una de las entidades que el PRI "recuperó" en 1991.

Las geografías electorales del estado de México

Los resultados electorales son aleccionadores. No sólo indican al go­bierno en turno la forma en que se evalúa su desempeño por parte de la ciudadanía, sino que sirven a todos los partidos políticos para ajustar cuentas internas y modificar o mejorar su plataforma política en las si­guientes elecciones. Hacen posible, por supuesto, analizar tendencias y cambios bruscos del electorado.

Un análisis ex-post como el que aquí presento, permite ver intere­santes movimientos del voto entre los partidos y la forma en que sus "clientes" se comportaron: algunos se mantienen leales y sus votos se­guros, otros se muestran más o menos volátiles. De ahí que indagar un poco para conocer el comportamiento del electorado de una elección a otra parecería oportuno, si tomamos en cuenta que en 1994 habrá elec­ciones federales.

En esta parte del trabajo se comparan los resultados de las recientes elecciones federales intermedias del 18 de agosto de 1991 con las de jul io de 1988 en el estado de México para diputados de mayoría relativa.

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Se divide su presentación en dos partes. En la primera, se muestran los cambios en el voto y la participación de los partidos políticos por zona geográfica en 1988 y 1991, lo cual permite conocer su peso relativo y cual fue el incremento porcentual en sus votos entre 1988 y 1991 (cua­dros 1 al 3). En la segunda, se presenta el resultado de un ejercicio cuan­titativo sobre transferencias netas de votos para diputados federales en­tre 1988 y 1991. Se obtienen para el Estado y por zona geográfica estimaciones del total de electores que cambiaron su voto de un partido a otro o que se abstuvieron de votar, de votos emitidos por nuevos empa­dronados y de aquellos que habiéndose abstenido en las elecciones de 1988 esta vez sí votaron y en favor de qué partidos.

a) Cambio y participación en la distribución del voto 1988-1991

En las elecciones federales de 1988 los candidatos del PRI a diputados obtuvieron en el estado de México sólo 31.42% de los 2 208 666 votos totales, los del PAN 17.05% y los de otros partidos (principalmente las coaliciones alrededor del Frente Democrático Nacional (FDN), ahora, parcialmente, PRD, el 51.53%. En 1991 se dio un cambio radical a favor del PRI. Este partido y sus candidatos obtuvieron 53.4% del total que llegó a 3 014 288 de votos contra 29.75% de los otros partidos y 16.85% del PAN (véanse cuadros 1 y 2). Esto le significó al PAN mantener su mayoría en un distrito y al PRI ganar 33 de los 34 distritos electorales en el Estado. Así, el PRI aumentó su participación 21.98 puntos porcentua­les en la distribución del voto en 1991 al obtener una ganancia absoluta de 132% con respecto a 1988, mientras que el PAN redujo su participa­ción 0.20 de punto a pesar de que aumentó sus votos 38.5%. Los otros partidos disminuyeron su participación 21.77 puntos en el total de vo­tos, resultado de un decremento porcentual de 21.2% en el número de votos a su favor entre 1988 y 1991 (véase cuadro 3).

Estos cambios se dieron en el marco de un incremento de 7.8% en el padrón electoral de la entidad (324 mil nuevos electores) y una re­ducción muy significativa del abstencionismo. En efecto, la tasa de participación pasó de 52.6 a 66.9% del total de empadronados entre 1988 y 1991, respectivamente, lo cual equivale a un decremento porcentual de 24.8% en el número de abstenciones de un año al otro. Esto no sucedió con el mismo signo y magnitud en todo el territorio estatal, como podrá apreciarse por las a veces increíbles diferencias entre las zonas en que hemos dividido al estado de México. Estas zonas geográfi­cas resultan de una agregación de distritos electorales y corresponden también a subregiones relativamente homogéneas , cuyos atributos

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socioeconómicos y funcionales permiten distinguirlas claramente (Graizbord y Sobrino, 1990). Veamos a continuación cuál fue la dinámi­ca que transformó la geografía electoral del estado de México de 1988 en la de 1991.

Por zonas, el PRI recuperó en el Valle de Chalco 29.8 puntos y el PAN 2.8, mientras que los otros partidos disminuyeron su participación del total en 32.7 puntos. Esto significó para los otros un decremento de 8.45% en el total de sus votos de 1988 a 1991. Para el PRI un incremento de 289% y para el PAN de 167.5%. De hecho, los otros partidos perdie­ron puntos en todas las zonas, aunque en ninguna tanto como en el Valle de Chalco. Por su parte, el PAN ganó puntos en la zona poniente (1.05) y la oriente (1.03) con respecto a 1988, aunque perdió en los municipios conurbados (-0.87) en donde también los otros partidos sufrieron una reducción de casi 20 puntos porcentuales como resultado de una pérdida de 17.3% respecto al total de votos que obtuvieron en 1988.

El partido oficial y sus candidatos obtuvieron incrementos porcen­tuales en todas partes así como ganancias en su participación del total de votos no sólo en el Valle de Chalco sino en los municipios conurba­dos, en la zona metropolitana de Toluca, en el oriente del estado (todas ellas de electores urbanos) y en la zona poniente donde este partido siem­pre ha controlado el voto de electores rurales o étnicos incluso en 1988 (mapa 1).

b) Transferencias netas de votos entre 1988-1991

En nuestro modelo, el que un partido obtenga más votos a su favor de una elección a otra se explica por: la decisión de cambiar de partido de aquellos electores que anteriormente habían preferido a otro; la de­cisión de votar de aquellos que se abstuvieron antes, y por los nuevos votos de ciudadanos que no se habían empadronado antes por cual­quier razón, incluyendo el no haber cumplido la edad requerida. Así, tenemos electores desertores (de un partido a otro o hacia el abstencionis­mo), electores recuperados (de otro partido o del abstencionismo) y elec­tores nuevos (que por primera vez adquieren o tienen derecho a votar y lo hacen).

Para cuantificar las transferencias netas de votos (y votantes) entre partidos de una elección a otra se procedió a calcular, con el padrón electoral de 1988, el número de votos que corresponderían en 1991 a cada partido y a este resultado le llamamos crecimiento hipotético neto ( S U M 9 1 ) . Esto se hizo para el total estatal y para subtotales por zonas geográficas. De esta manera se pudo conocer (estimar):

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a) el número de electores que habiendo votado por un partido en las elecciones anteriores esta vez se abstuvo o lo hizo por otro; 1 0

b) el beneficio en votos que obtuvo cada partido del aumento de participación del electorado en la última elección. En otras palabras, cuán­tos de los que se abstuvieron antes decidieron votar ahora y en favor de qué partido;

c) hacia cuál de los partidos se orientaron los votos de los nuevos electores que registró el último padrón. Esto equivale a la diferencia cuantitativa entre el número de empadronados para cada elección. 1 1

El cálculo que realizamos para estimar las preferencias del electora­do en los términos expuestos se hizo para el estado de México y para cinco zonas en que se dividió a la entidad; es decir, representa la suma total de todos los distritos, en el primer caso, y las sumas parciales de aquellos distritos que corresponden a cada una de las cinco zonas, en el segundo.

En primer lugar, cabe señalar que si bien el padrón definitivo se amplió en el estado de México en 7.8%, no en todas las zonas sucedió igual. En la conurbada disminuyó 0.27%, equivalente a 6 124 ciudada­nos menos, mientras en el Valle de Chalco se incrementó 58.68%, es decir, 104 059 nuevos electores. También en la zona oriente hubo un incremento considerable de 21.07%, que significó 124 833 nuevos elec­tores. Por otra parte, en la zona metropolitana de Toluca y en la zona poniente los incrementos del padrón parecen más cercanos a la dinámica demográfica: 12.28% y 6.99% de incremento, lo que equivalió a 45 270 personas en la primera y a 46 089 en la segunda. Asimismo, la participa­ción de los partidos en el total de votos varió de una a otra elección, como vimos en la sección anterior.

Con la distribución porcentual de 1991 se calculó el número hipoté­tico de votos que hubiera obtenido cada partido (PAN, PRí, OTROS/PRD) en 1991, de no haberse modificado el padrón anterior. A partir de este resultado se estimó el número de votos netos con los que cada partido incrementó o redujo su votación en las últimas elecciones. Además, la diferencia entre el total de 1991 (SUM91) y estas estimaciones hipotéti-

1 0 Suponemos que las transferencias de votos se dan sólo desde/hacia el partido más "próximo" en el espectro político. Aquí manejamos OTROS/PRD, PRI y PAN como izquier­da, centro y derecha, respectivamente.

1 1 En rigor sólo conocemos el número de votos y no sabemos si un voto contabili­zado a favor de un partido en 1991 fue emitido por el mismo elector en 1988. En otras palabras, obtenemos saldos netos y por lo mismo hacemos caso omiso de las diferencias estructurales que pudieran haber entre el conjunto de electores o de ciudadanos regístra­los en uno y otro padrón.

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Mapa 1

Zonas de recuperación del voto PRI entre elecciones para diputados federales de 1988 y 1991

Municipios

1 Acambay 32 Dónalo Guerra 63 Ocuilan 94 Tepctlixpa 2 Acolman 33 Ecatepec 64 El Oro 95 Tepotzotlán 3 Acúleo 34 Ecatzingo 65 Otumba 96 Tequixquiac 4 Almoloya de Alquisiras 35 Huehuetoca 66 Otzoloapan 97 Texcaltitlán 5 Almoloya de Juárez 36 Hueypoxtla 67 Otzolotepcc 98 Texcalyacac 6 Almoloya del Río 37 Huíxquilucan 68 Ozumba 99 Texcoco 7 Amanalco 38 Isidro Fahela 69 Papaloila lOOTezoyuca 8 Amalcpec 39 Ixtapaluca 70 La Paz 101 Tianguistenco

• 9 Amccameca 40 Ixtapan de la Sal 71 Polotillán 102Timilpan 10 Apaxco 41 Ixtapan del Oro 72 Rayón 103 Tlalmanalco 11 Ateneo 42 Ixtlahuaca 73 San Antonio la Isla 104 Tlalnepantla 12 Alizapán 43 Jalallaco 74 San Feli'pe del Progreso 105Tlallaya 13 Alizapán de Zaragoza 44 Jaltcnco 75 San Martín de las Pirámides l06Toluca 14 Allaeomulco 45 Jilolcpec 76 San Mateo Ateneo 107 Tonal ico 15 Ailauíla 46 Jilolzingo 77 San Simón de Guerrero 108 Tultepec 16 Axapuseo 47 Jiquipilco 78 Santo Tomás 109Tullillán 17 Ayapango 48 Jocotitlán 79 Soyaniquilpan de Juárez 110 Valle de Bravo 18 Calimaya 49 Joquicingo 80 Sultcpec 111 Villa de Allende 19Capull>uac 50 Juchitcpec 81 Tecámac 112 Villa del Carbón 20 Coacalco 51 Lerma 82 Tejupilco 113 Villa Guerrero 21 Coatcpcc Marinas 52 Malinalco 83 Temamatla 114 Villa Victoria 22 Cocotiilán 53 Melchor Ocampo 84 Temascalapa 115 Xonacallán 23 Coyolcpcc 54 Melcpcc 85 Temascalcingo 116 Zacazonapan 24 Cuauíiilán 55 Mexicaltzingo 86 Temascaltepec H7Zacualpan 25 Chalco 56 Morclos 87 Temoaya 118 Zinacanlcpcc 26 Chapa de Mola 57 Naucalpan de Juárez 88 Tcnancingo 1 19 Zumpahuacán 27 Chapullcpcc 58 Nczahualeóyotl 89 Tenango del Aiie 120Zumpango 28Chiaulla 59 Nexilalpan de Juárez 90 Tenango del Valle 121 Cuauíiilán l/calli 29 Chicoloapan 60 Nicolás Romero 91 Teoloyucan 30 Chiconcuac 61 Nopaltepcc 92 Teotihuaean 31 Chimalhuacán 62 Ocoyoacac 93 Tepetlaoxtoc

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cas (SUM9I') representa el número de "votos nuevos" (NVOS) totales y para cada partido.

En el plano estatal los candidatos del PRI tuvieron un incremento real de 915 515 votos en 1991. De éstos, 493 924 votos se debieron al aumento en la participación del electorado (reducción del abstencionismo) y 305 774 de electores que votaron por "otros" partidos en 1988. La diferencia entre el incremento real, 915 515 votos, y el neto, 799 698, es decir 115 817 votos, los obtuvo el PRI de "nuevos" electores que, ya sea por su edad o porque no se habían empadronado o no aparecieron en el padrón, no votaron en 1988 y en 1991 lo hicieron por este partido. Los 305 774 votos representan la pérdida neta que los otros partidos sufrie­ron en 1991 con respecto a 1988, aunque hubo 64 537 votos de nuevos electores a su favor. Por su parte, el PAN tuvo un incremento neto positi­vo de 104 738 votos provenientes de electores que en 1988 se abstuvie­ron. La diferencia entre el incremento real de votos y el neto, es decir, 36 546, representaron para el PAN el número de votos de electores nue­vos que le favorecieron en 1991.

Los municipios conurbados y aquellos que pertenecen al área de influencia de la Ciudad de México siguen siendo un bastión importante de la oposición y de la crítica política contra el gobierno. A pesar de las victorias del PRI, principalmente en el Valle de Chalco, el PAN logró en todas las zonas urbanas y metropolitanas incrementar significativamente los votos a su favor en 1991, comparados con 1988. Veamos: el incre­mento real del PRI en 1991 en los municipios conurbados fue de 441 262 votos, de los cuales 113 694 provienen de los electores que habían vota­do por otros partidos y 329 623 del aumento en la participación electoral de los que en 1988 se abstuvieron de votar. Sin embargo, dado que el abstencionismo aumentó en esta zona, la diferencia entre la ganancia real y la neta resulta negativa para el PRI en 2 055 votos. En otras pala­bras, pareciera que este partido no sólo no logró atraer votos nuevos sino que perdió algunos que tenía a su favor, a pesar de haber captado votos opositores y de aquellos electores que se abstuvieron en 1988. El PAN por su parte tuvo un incremento neto de 62 765 votos de aquellos electo­res que se abstuvieron en 1988, aunque perdió 812 que presumiblemen­te votaron por sus candidatos en 1988. Los otros partidos captaron 1 451 votos de abstencionistas de 1988 que en nuestro cálculo indirecto vota­ron en 1991 si bien perdieron, por efectos de la disminución del padrón, ú mismo número de votos.

El cálculo permitió estimar transferencias del voto que para el caso del Valle de Chalco resultan interesantes. En esta zona el PRI consiguió un triunfo espectacular que se vio acompañado del éxito logrado por el gobierno en la campaña para elevar en casi 60% el número de empadro-

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nados en esta zona.12 Sin embargo, el número de electores empadrona­dos que se abstuvieron en 1991 aumentó en 13 738. En esta zona el PRI obtuvo un incremento real de 82 412 votos provenientes 18 750 de los otros partidos, 22 639 de abstencionistas en 1988 y 44 022 votos de electores nuevos. El PAN obtuvo 5 514 votos de electores que se habían presumiblemente abstenido en la elección anterior y 7 435 votos de elec­tores nuevos. Por su parte, los otros partidos sufrieron pérdidas ante el PRI, pero también frente al abstencionismo. En efecto, 4 680 electores que en 1988 votaron por los otros partidos decidieron abstenerse an­tes que transferir sus votos al partido ganador (PRI).

En las demás zonas el movimiento fue más sencillo. En la metropo­litana de Toluca 52 989 votos perdidos por los otros partidos fueron al PRI. A este partido se sumaron además 41 968 votos de electores que antes se habían abstenido y 22 086 votos de electores nuevos. El PAN tuvo un incremento neto de 17 063 votos atribuibles a previos abstencio­nistas y 5 386 de nuevos votantes para un incremento real de 22 450 votos en 1991 con respecto a 1988.

En la zona poniente los otros partidos perdieron 40 394 votos mis­mos que transfirieron al PRI, el cual obtuvo además 7 884 votos de aque­llos electores que en 1988 se abstuvieron y 18 131 de los que votaron por primera vez. En esta zona el PAN captó 11 881 votos de electores que ahora sí participaron y 2 915 votos de los que en 1991 suponemos engro­saron el padrón. Esta ganancia del PAN no puede dejar de destacarse dado el carácter rural y étnico de esta zona que tradicionalmente ha sido controlada por el PRI.

Por último, la zona oriente fue también escenario de grandes derro­tas para los candidatos de los otros partidos. En efecto, 67 237 de los votos que obtuvieron en 1988 se transfirieron al PRI en 1991. Este último partido captó además 37 833 votos que correspondieron al incremento de la participación electoral y 43 316 de electores recién empadronados. Para el PAN 13 156 votos procedieron del aumento en la participación electoral y 15 527 de nuevos electores.

Estos incrementos a favor del PAN, cuando se toma en cuenta el carácter indirecto de la estimación, permiten, sin embargo, afirmar que este partido ha comenzado a competir con los demás por electores nue­vos. Estos son jóvenes o que se han empadronado por primera vez, que residen en la zona de transición urbana y metropolitana (como es el caso de los municipios del oriente del estado de México no incluidos entre los conurbados ni entre los del Valle de Chalco). Se trata de ciudadanos que

1 2 Véase Graizbord (1990) para una discusión sobre el carácter político-electoral del Pronasol.

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han entrado a formar parte del ámbito metropolitano de la capital del país, tanto por su lugar de residencia como por su reciente inserción en ramas de actividad económica y ocupaciones urbanas del sector tercia­rio metropolitano por definición. Ambos atributos seguramente influirán cada vez más en su posición política y en su comportamiento electoral. Este contingente constituye, sin duda, un electorado potencial por el cual los partidos habrán de competir en futuras elecciones, no sólo en la capi­tal sino en las demás grandes zonas metropolitanas del país.

Conclusiones

La comparación temporal de resultados electorales, con base en estima­ciones cuantitativas de las diferencias, no está exenta de problemas metodológicos. En rigor los padrones no son estrictamente comparables, pues los electores empadronados no son necesariamente los mismos. Esto se debe, entre otras causas, a los cambios en la estructura demográ­fica del área en cuestión. Así, por ejemplo, la población residente que en el año base tenía entre 15 y menos de 18 años, que se quedó ahí hasta el año final, pudo o no haberse empadronado toda, pero debió aumentar el padrón. A esta cohorte habría que agregar los inmigrantes así como res­tar la que salió o murió en el periodo. Simultáneamente, la población de 18 años o más que debió constituir el padrón en el año inicial (en este caso, 1988) no necesariamente se quedó pero pudo haber crecido social-mente con inmigración. Como puede verse esta dinámica incide de algu­na manera en la base demográfica del padrón, independientemente de 1) los manejos "políticos" indebidos que puedan afectarlo o 2) los cam­bios en la geografía distrital, llamados gerrymandering por los geógra­fos anglosajones, que en este caso no se dieron. En este ejercicio no estaba contemplado considerar la dinámica demográfica rigurosamente —cosa que puede y debe hacerse—, por lo que se reconoce que no puede haber una comparación estricta entre el padrón de 1988 y el de 1991 en lo que respecta a las bases socio-demográficas de referencia. Sin embargo, hay que reconocer que la población de 15 a 18 años del estado de México representaba un porcentaje importante de la población total en 1991 y que este grupo es uno de los que, en términos relativos, arrojaría menor mortalidad. Asimismo, en términos de la dinámica migratoria, si bien los saldos netos para este grupo en condiciones estables deberían ser cerca­nos a cero en el caso específico de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM) no lo son y favorecen totalmente al estado de México.

De hecho, a pesar de que en el plano nacional "desaparecieron" en 1990 casi 7% de los que estaban empadronados en 1988 (no necesaria-

5 1 2 ESTUDIOS SOCIOLÓGICOS X I : 3 2 , 1 9 9 3

mente de manera proporcional en todos los 3 0 0 distritos electorales), en el estado de México el padrón de 1991 registró 3 1 4 mil personas más que en 1988 . Cabe reiterar que a pesar de este incremento en el padrón estatal, se registró una ligera disminución del número de empadronados en los municipios conurbados (que por cierto se manifestaron en 1988 en contra del PRI) y un aumento relativo considerable en el Valle de Chalco (que se vio favorecido excepcionalmente con acciones del Pronasol); pero con todo se redujo de manera importante el abstencionismo en los primeros y aumentó en esta última en números absolutos de 8 6 mil a casi 1 0 0 mil , aunque no en términos relativos pues de 4 8 . 4 % en 1988 bajó a 3 5 . 4 % en 1 9 9 1 .

La confiabilidad del padrón o de los padrones resulta ser tema de debate político. Cabe aclarar que por el interés que despertaron los re­sultados electorales de 1988 , adversos al partido oficial, el gobierno y los partidos insistieron en depurar el padrón y pusieron mayor cuidado en su integración subsecuente. Así, las cuestiones de transparencia y credibilidad de los procesos electorales (incluido el padrón) más que la consolidación del sistema de partidos o las fórmulas de representatividad política de la ciudadanía, resultan ser las que motivaron la intensa activi­dad legislativa a partir de 1988 (el propio dirigente máximo del PRI seña­ló, en un seminario realizado en la UNAM sobre "Las perspectivas de la reforma política a partir de las elecciones de 1991" , que el problema de su partido no era de legitimidad sino de credibilidad). En todo caso, a pesar de reconocer que no todo se ha implementado, considero, al igual que la mayoría de los analistas, que medidas como las de actualizar anual­mente el padrón, exhibir públicamente las listas correspondientes, entre­garlas a los partidos para su revisión y la eventual credencial del elector con fotografía permitirán obtener un padrón confiable y más fácil de vigilar por parte de todos los interesados.

Por lo mencionado anteriormente acerca de las diferencias en la base demográfica del área considerada en este análisis, habría quizá que cas­tigar las estimaciones de nuevos electores con un factor de 0 .95 que incorporara el incremento de 5 % de población joven que seguramente ingresó al padrón de 1 9 9 1 . Esto permitiría ponderar —sin que se modifi­quen los resultados finales— el muy elevado porcentaje de participación del electorado en 1 9 9 1 , especialmente en los municipios conurbados y en la Zona Metropolitana de Toluca donde el abstencionismo se redujo 3 7 % y 19%, respectivamente, con respecto a las elecciones de 1988 .

Es indudable que en 1 9 9 1 hubo ciertamente una respuesta positiva de la ciudadanía a la exhortación del gobierno para votar. Que se hayan frustrado las expectativas de cambio creadas en algunos electores y par­tidos a raíz de los resultados de 1988 no invalida el éxito obtenido contra

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el abstencionismo, en términos de la elevada participación, si considera­mos que se trataba de elecciones intermedias.

Como se observa en las más recientes elecciones estatales y loca­les, abatir el abstencionismo depende mucho del carisma del o de los candidatos, de la credibilidad del proceso y de la capacidad de los parti­dos políticos para organizarse y movilizar efectiva y limpiamente a los electores con sus propuestas sobre los puntos específicos que pueden interesar a la población en general y a los votantes en particular. Que se logre sostener el interés y que el pueblo reconozca que a través de su voto hay posibilidades de transformación social y cambio de poder polí­tico —como hemos sido testigos en el caso de varios municipios y de tres entidades federativas— se verá en las elecciones presidenciales de 1994, pero también en las estatales que aún están pendientes hasta ssa fecha.

Recibido en febrero de 1992 Revisado en agosto de 1992

Correspondencia: El Colegio de México, A.C./Centro de Estudios Demográfi­cos y de Desarrollo Urbano/Camino al Ajusco núm. 20/Col. Pedregal de Sta. feresa/C.P. 10740 México, D.F.

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