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EL GENOCIDIO DE GUATEMALA EL GENOCIDIO DE GUATEMALA a la luz de la Sociología Militar a la luz de la Sociología Militar Prudencio García

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Prudencio GGarcía

Primera edición, mayo de 2005

Este libro no podrá ser reproducido, ni total ni parcialmente, sin elprevio permiso escrito del editor. Todos los derechos reservados.

© Prudencio García Diseño de cubierta: SEPHA Edición y Diseño, S. L.

© SEPHA Edición y Diseño, S. L. Luis de Salazar, 528002 Madridhttp://www.editorialsepha.com

ISBN: 84-933874-8-7Depósito legal:

Impresión: PublidisaImpreso en España - Printed in Spain

A la Asociación pro Derechos Humanosde España, a la Asociación Argentina proDerechos Humanos de Madrid, a laAsociación contra la Tortura, a RigobertaMenchú y a todas las demás personas einstituciones que, formando parte de laacusación popular y de las distintas acusa-ciones particulares, luchan desde añosatrás, en el marco de la justicia española yal amparo del principio de justicia uni-versal, contra la ominosa impunidad quesigue prevaleciendo sobre los horrores dela represión militar perpetrada enGuatemala en pasadas décadas, especial-mente entre 1978 y 1983

ÍNDICE DE MATERIAS

Prólogo de Charles Moskos .........….............….................. 21 Introducción .…………………………………................... 25

En cuanto a nuestro modelo analítico ..........….................... 33 Dilema previo: ¿omisión o descripción? .............…….......... 40 En cuanto al orden de presentación……………………….. 45 Respuesta anticipada a una posible objeción ……………... 48 ¿Por qué precisamente Guatemala como caso paradigmático? ………………………………………..........

50

Agradecimientos …………………………………………... 54 CAPÍTULO I Planteamiento del “modelo imperativo-moral” (I-M)...

57

1.1. Propósito de nuestro modelo analítico…………….... 59 1.2. Principios básicos de la Sociología Militar que

determinan los comportamientos de los Ejércitos en materia de derechos humanos y relaciones Ejército-Sociedad……………………………………………….

60 1.2.1. Principio de limitación imperativa………… …… 62 1.2.2. Principio de autolimitación moral……………… 63 1.2.3. Principio de concordancia imperativo-moral…… 64

1.3. Búsqueda de la concordancia imperativo-moral por todo tipo de regímenes, tanto democráticos como totalitarios…………………………………………….

65 1.3.1. Graves riesgos de la falta de concordancia

imperativo-moral………………………………….

66 1.3.2 Algunos ejemplos derivados de la falta de

concordancia imperativo-moral, registrados en las últimas décadas………………………………...

68

1.3.3. Respuesta actual a la antigua interrogante griega y romana sobre el control civil del aparato militar……………………………………………...

69 1.4. Factores morales endógenos: valores militares

internos, generados y asumidos por la propia institución, que configuran decisivamente su conciencia moral o inmoral…………………………...

71 Principios básicos de la moral militar democrática…. 71 1.4.1. El recto concepto de la disciplina militar………... 72

a) Versión aberrante de la disciplina: la llamada «obediencia debida» exigida para todo tipo de órdenes sin excepción, incluidas las de carácter criminal………

72 b) El recto concepto de «disciplina estricta»: obediencia

dentro de la legalidad, pero nunca fuera de la Ley. Desobediencia legítima frente a las órdenes de evidente criminalidad…………………………………..

73 c) Otra degradación de la disciplina: La “negación de

responsabilidad” por parte del jefe, alegando desconocimiento y descontrol sobre los crímenes cometidos por sus subordinados………………………..

76 1.4.1.1. Repercusión del modelo de disciplina en el

respeto o violación de los derechos humanos…..

78 a) El nocivo concepto de obediencia debida……………... 78 b) El correcto concepto de disciplina estricta dentro de la

ley………………………………………………………..

79 1.4.2. El recto concepto del honor militar……………… 80

a) Ejemplo de un nocivo concepto del honor, todavía vigente en ciertos Ejércitos de hoy……………………..

81

b) Los Derechos Humanos, núcleo básico de un recto concepto del honor militar……………………………..

83

1.4.3. El recto concepto del espíritu de cuerpo………… 84 a) Dos modelos genéricos de entender el corporativismo

militar……………………………………………………

85 b) Consecuencias de cada uno de estas dos formas de

entender el espíritu de cuerpo…………………………

87

1.5. Factores condicionantes exógenos: decisivas influencias de procedencia externa a la institución: el vector social y el vector internacional………………..

89 1.5.1. El vector social. Impacto positivo o negativo de

este vector sobre la limitación imperativa, la autolimitación moral y, en consecuencia, sobre la concordancia imperativo-moral…………………..

90 a) Dos destacados ejemplos, trágicos y extremos, de

vector social registrados en el siglo XX: el nazismo en Alemania y los jemeres rojos en Camboya……………..

91 b) Otros factores más frecuentes, capaces de configurar

un negativo y peligroso vector social…………………..

92 1.5.2. El vector internacional. Sus principales

ingredientes en las últimas décadas y su impacto sobre los comportamientos militares……………..

94 1.5.2.1. Otros factores del vector internacional,

propiciadores de la impunidad, y su negativa influencia sobre los comportamientos militares..

97 a) La posición negacionista frente a los grandes crímenes

colectivos históricamente registrados………………….

97 b) El rechazo del principio de Justicia Universal,

invocando el llamado “respeto a la peculiaridad cultural”…………………………………………………

98 c) Los necesarios límites de la ‘peculiaridad’.

Reafirmación de la Justicia Universal…………………..

101 d) Última barrera frente a la barbarie. Necesidad

ineludible de un núcleo mínimo de valores esenciales de validez universal por encima de razas, culturas, fronteras y regímenes…………………………………...

103 Esquema sinóptico del modelo Imperativo-Moral (I-M)... 108

CAPÍTULO II Violaciones de derechos humanos en un marco de conflicto interior. Ejemplo paradigmático: la indescriptible tragedia de Guatemala (1962-1996), especialmente durante el ‘quinquenio negro’ (1978-1983)…………………………………………………….

111 2.1. La represión militar en el ámbito político y social.

Algunos casos de especial significación………………

115 a) Asesinatos de los políticos Alberto Fuentes Mohr y

Manuel Colom Argueta (1979)…………………………

115 b) Asesinato de la antropóloga Myrna Mack (1990)…….. 117 c) Asesinato del político, candidato presidencial y

periodista Jorge Carpio Nicolle (1993)…………………

126 2.2. La represión militar en el ámbito rural. Inaudita

acumulación de casos de tortura y otros tratos crueles, inhumanos y degradantes……………………

148 a) El fuego como instrumento de tortura y de ejecución

extrajudicial……………………………………………..

151 b) El colgamiento y las distintas formas de asfixia………. 157 c) Las mutilaciones, como formas atroces de tortura y de

ejecución………………………………………………...

160 d) Empalamientos y crucifixiones ……………………….. 169 e) Civiles forzados a matar a sus vecinos y allegados……. 172 f) Otras formas de tortura de gran crueldad y larga

duración: hoyos, pozos, fosas fecales, reclusión con cadáveres descompuestos…………………………….…

178 g) Las masacres. Matanzas colectivas y exterminio de

comunidades…………………………………………….

183 h) Violencia desatada contra la niñez……………………. 188 i) Violencia sexual contra la mujer………………………. 197 j) Falsa atribución a la guerrilla de crímenes perpetrados

por fuerzas militares…………………………………….

213 k) Otros excesos. Casos de antropofagia y coprofagia en

el marco de la represión militar………………………...

227 2.3. Causa esencial de estos excesos: un modelo

degradante de formación militar……………………...

242

2.4. Primeras conclusiones cualitativas y cuantitativas sobre estos comportamientos aberrantes……………..

248

2.5. Principales conclusiones de la Comisión de Esclarecimiento Histórico (CEH) de la ONU sobre la represión militar en Guatemala………………………

250 2.6. Precario intento de respuesta documental por parte

del Ejército…………………………………………….

256 CAPÍTULO III Los grandes crímenes de Estado de la década de los 90. Juicios y sentencias. Balance general de las relaciones Ejército-Sociedad en la Guatemala de finales del siglo XX y principios del XXI………………………………...

263 3.1. Asesinato del obispo Juan Gerardi (1998)…………… 265

a) Alteración del escenario del crimen. Sucesivas versiones falsas y calumniosas…………………………

266

b) Primeras denuncias de participación militar en el crimen. Amenazas y hostigamientos. Avances nulos de la investigación oficial…………………………………..

268 c) Resultado de las indagaciones de la Misión de la ONU

en su tarea de verificación sobre el caso Gerardi……...

274 d) Testimonios sobre el asesinato del obispo. Nuevas

amenazas. Revelación por MINUGUA del modelo de actuación militar clandestina para este tipo de crímenes…………………………………………………

276 e) Detención de los presuntos culpables. Captura,

liberación y nueva captura del presunto autor material del crimen……………………………………………….

281 f) Acusación formal contra los militares imputados.

Nuevos hostigamientos y amenazas a jueces, fiscales y testigos…………………………………………………...

284 g) Apertura del juicio oral. Nuevos obstáculos y

entorpecimientos………………………………………..

287 h) Celebración del juicio oral. Sentencia condenatoria,

tan justa como inesperada………………………………

291

i) Nuevo triunfo de la impunidad: revocación de la sentencia condenatoria en el caso Gerardi. Posterior anulación judicial de esta revocación. Nuevos asesinatos de testigos……………………………………

294 j) Publicación de un libro al servicio de la impunidad.

‘Segunda muerte’ de monseñor Gerardi………………..

298 3.2. Caso Mack: nuevo y escandaloso éxito de la

impunidad……………………………………………..

304 a) Primera sentencia: prisión para los jefes imputados

(un general y dos coroneles)……………………………

310 b) Patético retroceso de la justicia: anulación de la

sentencia y liberación inmediata de los tres jefes procesados, incluido el condenado por asesinato……...

312 c) Sentencia de la Corte Interamericana de Derechos

Humanos………………………………………………...

315 d) Sentencia final de la Corte Suprema de Guatemala…... 317 e) Ceremonia de reparación moral. Reconocimiento

público por el Estado de Guatemala de su responsabilidad institucional en el asesinato de Myrna Mack……………………………………………………..

320 3.3. El caso Carpio, otro notable crimen de Estado,

perpetrado en defensa de la impunidad militar……...

321 3.4. Retención por el Ejército de grandes espacios

sociales que no le corresponden………………………

323 3.5. Patética falta de voluntad política en defensa de los

derechos humanos y los valores democráticos. Ejemplo ilustrativo de esta actitud……………………

326 3.6. Desolador resultado del referéndum constitucional

de 1999………………………………………………...

332 3.7. Factores para una cierta esperanza, en materia de

relaciones Ejército-Sociedad, en la frontera del nuevo siglo…………………………………………….

324 a) Caso Noack: reconocimiento público por un coronel

guatemalteco en activo de los excesos cometidos en Guatemala por la institución militar…………………...

324

b) De la admisión de errores al reconocimiento de horrores………………………………………………….

346

c) Afirmación del ex presidente Vinicio Cerezo: “Evolución claramente positiva”……………………….

348

d) Sorprendente pronunciamiento de la más alta autoridad militar profesional de Guatemala…………...

349

e) Otros indicios de la existencia de algún sector militar opuesto a la línea represiva y al mantenimiento de la impunidad……………………………………………….

351 f) Sentencias judiciales emitidas entre 2001 y 2004. Apa-

rición de fisuras en el fuerte muro de la impunidad…..

352 g) Anuncio oficial de reducción de los efectivos del

Ejército. Aprobación de la nueva Doctrina del Ejército de Guatemala……………………………………………

355 h) Consideración final sobre estos factores de esperanza.. 357

3.8. Factores negativos todavía subsistentes, pese a los positivos elementos ya registrados……………………

357

a) Prolongada e injustificable resistencia a la renovación del obsoleto Código Militar de 1878……………………

357

b) La impunidad militar, aunque algo erosionada, se resiste violentamente a desaparecer……………………

359

c) Grandes similitudes entre los casos Mack y Gerardi en cuanto a los contumaces mecanismos de la impunidad.

360

d) Otro nuevo instrumento al servicio de la impunidad… 362 e) Balance general: considerable resistencia al cambio

profundo, todavía evidente en áreas de gran importancia nueve años después de los Acuerdos de Paz……………………………………………………….

363 CAPÍTULO IV Análisis de las actuaciones represivas del Ejército de Guatemala a la luz del modelo Imperativo-Moral. Conclusiones sobre los más destacados factores generadores de la violencia militar en aquel país y sus necesarias vías de corrección…………………………...

367 4.1. En cuanto al concepto de disciplina…………………. 369

a) Obediencia ilimitada incluso a las órdenes más criminales………………………………………………..

370

b) Atrocidades añadidas por los ejecutores, al amparo de la impunidad general……………………………………

371

c) Incapacidad de los altos mandos para el control disciplinario de sus mandos subalternos y de las tropas a su cargo………………………………………………..

373 d) Valoración general en materia de disciplina militar…. 375

4.2. En cuanto al concepto del honor militar……………. 376 4.3. En cuanto al espíritu corporativo y la impunidad…... 378 4.4. En cuanto al principio de limitación imperativa……. 383 4.5. En cuanto al principio de autolimitación moral…….. 385 4.6. En cuanto a la concordancia imperativo-moral…….. 389 4.7. En cuanto al vector social actuante sobre el Ejército

de Guatemala………………………………………….

391 a) Derrocamiento en 1954 del presidente Jacobo Arbenz. 391 b) Tensiones internas en el Ejército. Levantamiento

militar de 1960…………………………………………

392 c) El factor étnico, determinante de comportamientos

racistas en la represión………………………………….

394 4.8. En cuanto al vector internacional actuante sobre el

Ejército de Guatemala…………………………………

395 4.8.1. Siniestra aportación exterior en materia de moral

militar: la Doctrina de Seguridad Nacional (DSN) aplicada en su máximo grado conocido de dureza, extensión y crueldad………………………………

396

a) El concepto de «enemigo interior», elemento central de la Doctrina de Seguridad Nacional………………….

397

b) Enorme volumen de la acción represiva. Excepcionales niveles de crueldad……………………..

399

c) Extensa aplicación de la táctica de “tierra arrasada”. Reconocimiento de excesos en documentación interna del propio Ejército………………………………………

401 d) Sistemática eliminación de prisioneros 403

e) Eliminación de defensores de los derechos humanos y de un gran número de opositores civiles no violentos, como fruto directo de la Doctrina de Seguridad Nacional…………………………………………………

405 f) Estrecha vinculación entre los ‘escuadrones de la

muerte’ y los servicios de ‘inteligencia militar’, factor procedente del exterior en cuanto a tecnología y metodología operativa…………………………………..

407 g) Trágico resultado del conjunto de factores anteriores,

derivados de la Doctrina de Seguridad Nacional. Extensa aplicación por los militares guatemaltecos de las enseñanzas recibidas en Panamá (Escuela de las Américas) y en otros centros norteamericanos y guatemaltecos……………………………………….......

410 4.8.2. “Efecto pantalla” producido por las dictaduras del

Cono Sur sobre las gravísimas violaciones de derechos humanos cometidas en Guatemala…….

411 4.8.3. Ingredientes positivos del vector internacional,

contrapuestos a los anteriores: Convenios y Tratados de Derecho Humanitario Internacional ratificados por Guatemala, y presión de los organismos internacionales a favor de su cumplimiento……………………………………..

412 a) Valoración de las actuaciones represivas aquí

referidas, a la luz del Derecho Humanitario Internacional……………………………………………

413 b) Presiones de los organismos internacionales

defensores de los derechos humanos, positivo pero muy insuficiente factor de influencia exterior. Desastroso balance total del vector internacional en su conjunto…………………………………………………

416 4.9. Valoración en cuanto a la práctica del mando en el

Ejército de Guatemala durante el conflicto interno, a la luz del concepto de disciplina estricta dentro de la ley. Doble fallo de la cadena del mando militar……...

417 a) En el mando de las unidades operativas……………… 418 b) En el alto mando (cúpula militar)…………………….. 419

c) Falaz argumento exculpatorio. Requisitos del mando, gravemente incumplidos……………………………….

419

4.10. Valoración de la Justicia Militar en Guatemala durante el conflicto, a la luz de los principios de limitación imperativa y de autolimitación moral. Patética inoperancia frente a la generalización de los delitos perpetrados en un marco de plena impunidad…………………………………………...

421 4.11. La represión militar en Guatemala a la luz de la

“peculiaridad cultural”………………………………

427 4.12. Factores diferenciales del caso de Guatemala

respecto a otras represiones militares desarrolladas en la Región…………………………………………

430 4.13. Valoración de la nueva Doctrina del Ejército de

Guatemala, como decisivo factor de una nueva autolimitación moral………………………………..

431 a) Intento previo y frustrado: el proyecto de nueva

Doctrina, presentado en diciembre de 1999…………...

432 b) Presentación oficial, en 2004, de una nueva Doctrina

del Ejército de Guatemala………………………………

434 c) Valoración de esta nueva Doctrina en cuanto al

concepto de disciplina…………………………………..

434 d) Valoración en cuanto a los conceptos de honor y

espíritu de cuerpo……………………………………….

436 e) Valoración en cuanto a la presencia de los derechos

humanos en la moral militar……………………………

437 f) Valoración en cuanto a la democracia y el respeto a la

soberanía popular……………………………………….

438 g) Valoración de este cuerpo doctrinal en cuanto a la

educación militar,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,

439 h) Valoración de la nueva Doctrina de 2004 en cuanto al

futuro del Ejército de Guatemala y sus comportamientos con la sociedad civil………………...

440 4.14. Urgente necesidad de un nuevo Código Militar.

Aguda incompatibilidad del arcaico Código de 1878 con la nueva Doctrina de 2004……………….

442

4.15. ¿Puede Guatemala esperar algo de la justicia internacional?............................................................

443

4.16. Escandalosa persistencia de la impunidad, con su dañino efecto sobre la autolimitación moral y sobre las relaciones Ejército-Sociedad en la Guatemala del presente y del futuro……………………………

446 4.17. Conclusiones finales sobre los comportamientos

represivos del Ejército de Guatemala a la luz del modelo imperativo-moral. Nocivo elemento predominante………………………………………..

448 4.18. Consideraciones personales de un militar

profesional español para un compañero guatemalteco………………………………………...

454 APÉNDICE Recomendaciones para las Fuerzas Armadas de Guatemala y sus comportamientos con la sociedad civil (Documento presentado por el autor en la Comisión de Esclarecimiento Histórico de la ONU sobre Guatemala, en agosto de 1998)………………….

467 1. Sobre reformas constitucionales……………………….. 468

a) Justificación jurídica y sociológica…………………….. 468 b) Recomendaciones al respecto………………………… 469

2. Sobre reformas legales…………………………………. 470 2.1. Reforma de la Ley Constitutiva del Ejército………. 470

a) Justificación jurídica y sociológica……………………. 470 b) Recomendaciones al respecto…………………………. 472

2.2. Reformas en el Código Militar……………………... 472 a) Justificación jurídica y sociológica…………………….. 472 b) Recomendaciones al respecto…………………………. 474

2.3. Nueva legislación sobre los organismos de Inteligencia del Estado……………………………

477

a) Justificación jurídica y sociológica…………………….. 477 b) Recomendaciones al respecto…………………………. 478

3. Nueva Doctrina Militar………………………………… 480 a) Justificación sociológica y moral………………………. 480 b) Recomendaciones al respecto…………………………. 483

4. Reforma de la Educación Militar……………………… 485 a) Justificación sociológica y moral……………………… 485 b) Recomendación al respecto…………………………… 486

5. Otras recomendaciones referentes al Ejército de Guatemala………………………………………………..

491

5.1. Servicio cívico (militar y social) y reducción presupuestaria……………………………………..

491

a) Justificación…………………………………………….. 491 b) Recomendaciones al respecto…………………………. 491

5.2. Sustitución de la Escuela Kaibil…………………… 492 a) Justificación sociológica y moral………………………. 492 b) Recomendaciones al respecto…………………………. 495

6. Reconocimiento por el Ejército de sus excesos y responsabilidades antela sociedad civil…………………

496

a) Justificación sociológica y moral………………………. 496 b) Recomendación final…………………………………... 499

Notas bibliográficas…………………………………….. 501

PRÓLOGO

Nada podría ser más oportuno en estos momentos que una pers-pectiva sobre las atrocidades cometidas por militares y el papel deéstos a la hora de propiciar o de impedir tales actos inhumanos. Apesar de la creciente atención internacional a las violaciones de dere-chos humanos, el material de investigación sobre este tema tanactual es relativamente limitado. Aún más infrecuente resulta laconceptualización de las violaciones de derechos humanos en térmi-nos de sociología científica. Pues bien, esta brillante conceptua-lización es precisamente el logro de la presente obra “El genocidiode Guatemala a la luz de la Sociología Militar”.

El formato del libro del profesor Prudencio García lo hace fácil-mente accesible a un amplio sector más allá del ámbito académico:entre otros, políticos y líderes civiles, organizaciones de derechoshumanos, defensores y críticos de la institución militar. Porque, dehecho, las violaciones de derechos humanos requieren también laatención de los no académicos. Este libro formula el problema de lasatrocidades militares, y después muestra cómo superar este proble-ma en una forma claramente inteligible. La institución militar esuna compleja organización, que puede ser usada tanto para biencomo para mal. Y, lo que es más importante, esta obra nos muestracómo podemos maximizar el buen uso de dicha institución.

En un plano, el libro del profesor García proporciona al lectordetallados hechos empíricos, muchos de ellos horribles, de abusosmilitares. En otro plano, presenta un paradigma conceptual, a travésdel cual podemos comprender estos fenómenos. Este paradigma es elmodelo Imperativo-Moral, o modelo I-M. Basado sobre estudios decasos particulares en muy diversos Ejércitos, aunque esta obra se

centre en el caso guatemalteco, el modelo I-M tiene amplia aplica-bilidad a todo el universo de los crímenes de origen militar.Estableciendo e identificando las variables del modelo I-M, el pro-fesor García especifica claramente tanto los factores internoscomo externos que afectan al rol de los militares en materia de dere-chos humanos. De esta manera, dirige el código general de ética ymoralidad tanto hacia la cultura militar como también hacia la cul-tura social, de mayor amplitud. El tema trasciende a la ley penal,puesto que implica a las normas, tanto formales (códigos militares)como informales (honor y espíritu de cuerpo).

Un sentido inicial del propósito del libro puede ser ya captadopor los títulos de sus capítulos y por la parte final del propio títulode la obra: “a la luz de la Sociología Militar”. El Capítulo I presenta elmodelo I-M. Éste es el núcleo conceptual y la más original contribu-ción del profesor García. El autor plantea el modelo I-M en térmi-nos de derechos humanos, de moral militar, y de los factores queafectan a los valores militares, enumerando también los factoresprocedentes de fuera de la organización militar, incluso de más allá delas fronteras propias, que influencian los comportamientos militaresen materia de derechos humanos.

El Capítulo II constituye un detallado examen de las violacionesde derechos humanos registradas en el conflicto interno deGuatemala (1962-1996), documentando muy numerosos casos de larepresión militar en aquel país, especialmente referentes al terriblequinquenio 1978-1983, que en su práctica totalidad permanecenimpunes hasta hoy. El Capítulo III profundiza en los más graves crí-menes de Estado perpetrados en la década de los 90, y desarrolla unperspicaz tratamiento de las relaciones Ejército-Sociedad en laGuatemala de finales del siglo XX y comienzos del XXI.

El Capítulo IV presenta un análisis de las citadas acciones repre-sivas a la luz del modelo I-M. El comportamiento de los militaresguatemaltecos, bajo la perspectiva de dicho modelo analítico, resul-ta de lo más revelador. El profesor García concluye este capítulo conun examen de los principales factores que han generado la violenciamilitar en Guatemala. Un Apéndice final incluye las recomendacio-nes para las Fuerzas Armadas de Guatemala presentadas por el autor

22 Charles Moskos

en la Comisión de Esclarecimiento Histórico de la ONU (de la queformó parte como consultor internacional).

“El genocidio de Guatemala a la luz de la Sociología Militar” esuna obra extraordinariamente oportuna en el momento actual. Lasconclusiones del profesor García son de aplicación mucho másamplia que la correspondiente al trágico caso de Guatemala.Proporciona evidencias y convincentes argumentos al respecto.Incluso podrían señalarse ciertos paralelismos con, digamos, el“estado de conciencia” de un militar norteamericano que tiene a sucargo prisioneros de la guerra de Afganistán, y que recibe órdenesque contravienen tanto la Constitución de los Estados Unidos comola Tercera Convención de Ginebra sobre prisioneros de guerra.

Este libro es, también, digno de ser notablemente valorado enotra dimensión. Cuando pensamos en ejemplos más allá de aquéllosespecíficamente señalados por el profesor García, nos vemos aboca-dos a rechazar las posiciones de extremo relativismo cultural. Másallá de las atrocidades cometidas directamente por personal militar,el paradigma del profesor García nos lleva a las cuestiones centralesde la filosofía política y moral. Incluso fuera del ámbito militar estu-diado en esta obra, la lapidación de mujeres acusadas de adulterio, ola amputación de miembros a delincuentes de bajo nivel de crimi-nalidad, constituyen atrocidades, aunque tales crímenes sean confrecuencia legitimados como actos de justicia en ciertos ámbitos islá-micos legales y culturales. Los extremistas del relativismo culturalno consideran la muerte por lapidación ni las amputaciones comocrímenes, instándonos a asumir que tales acciones deben ser evalua-das con arreglo a los valores culturales de aquella civilización de laque surgen. Ésta es una tentación que el profesor García resiste, yaque el propio concepto de ética quedaría destruido por esta conce-sión.

A medida que la metodología de las ciencias sociales ha ido avan-zando a lo largo del último medio siglo, se ha ido produciendo unretroceso de los elementos de juicio que inspiraron la ciencia socialen sus orígenes. La humanidad afronta un desafío de gran magnitud.Debe resolver un dilema que muchos intelectuales no están dispues-tos a afrontar. Si todas las culturas son moralmente equiparables,

23Prólogo

entonces todos los seres humanos no están investidos de los mismosderechos humanos, porque algunas culturas otorgan a algunos hom-bres más derechos humanos que los asignados a otros hombres ymujeres. Por otra parte, si todos los hombres y mujeres están dota-dos con los mismos derechos humanos básicos, entonces todas lasculturas no son moralmente equiparables.

Algunos intelectuales contemporáneos prefieren optar por la víafácil, afirmando al mismo tiempo que todos nosotros tenemos losmismos derechos humanos y que todas las culturas son equiparables.Sin embargo, tal como el profesor García evidencia, estas dos afir-maciones son contradictorias. Luchando frontalmente contra estaparadoja, proclama que existen derechos humanos de valor univer-sal, y que las culturas no resultan moralmente equiparables entre sí.Ésta es la última e importante lección del modelo I-M. En definiti-va, este modelo se convierte en un nuevo elemento clave para unamás amplia literatura de las ciencias sociales y la filosofía moral.

Es digno de señalar que esta perspectiva –primera en ser formu-lada a la vez en términos teóricos y empíricos– sobre los derechoshumanos y los comportamientos militares, es ahora publicada en len-gua española. Cuanto más pronto este libro –significativo en gradomáximo– sea traducido a otros idiomas, más pronto los ciudadanosdel mundo se beneficiarán de él.

Charles CC. MMoskosNorthwestern University

Evanston, Chicago, IllinoisEnero, 2005

24 Charles Moskos

INTRODUCCIÓN

Entre los temas de estudio e investigación más apasionantes –ytambién más dramáticos– para el sociólogo de hoy, para el penalistao para el estudioso del derecho internacional –pero también, en otroplano, para el ciudadano común–, destaca de forma persistente unomuy concreto, de hondas raíces sociológicas y morales: el de las gra-ves violaciones de los derechos humanos perpetradas por muydiversos Ejércitos del mundo, incurriendo en crímenes dirigidos ennumerosos casos contra su propia sociedad civil.

De tales crímenes se derivan después, durante largo tiempo, unaamplia serie de trágicas consecuencias en lo humano y lo social, segui-das de muy complejos problemas jurídicos en cuanto a impunidad,inmunidad, justicia territorial o justicia universal, así como de gravessecuelas físicas y psíquicas para las víctimas y sus familias, acompaña-das de profundos odios y divisiones que hieren por largo tiempo alconjunto del cuerpo social. Obviamente, esta dramática faceta delcomportamiento de los Ejércitos importa y motiva en grado sumo alsociólogo militar, forzándole a penetrar, muy especialmente, en elarduo campo de la moral castrense, cuyo colapso, entre otros facto-res, determina los trágicos comportamientos que nos ocupan.

Mentiríamos, sin embargo, o simplificaríamos en exceso, si dijéra-mos que sólo el especialista o el investigador se ven afectados poreste fenómeno. Muchos miles de ciudadanos comunes, muy ajenosen lo profesional al campo del derecho, de la sociología y de los dere-chos humanos, se sienten interesados por esta problemática: leen enla prensa las noticias más directamente referentes a ella, ven losreportajes televisivos que se emiten sobre el tema, acuden a las pelí-culas –no demasiadas, a decir verdad– que se atreven a penetrar en

esta tenebrosa realidad. Son muchos, en efecto, los ciudadanos nor-males, de muchos países, que se sienten implicados en el terreno delos derechos humanos y sus violaciones más flagrantes, y ello poruna doble motivación: unos, porque en su día se vieron afectados ensus propias carnes, o en las de sus allegados, por los excesos cometi-dos por un determinado Ejército en un determinado tiempo y lugar;otros, porque se dan cuenta de que ellos mismos, como miembros deuna sociedad civil, pudieron verse personalmente alcanzados encaso de haberse hallado en ciertas fechas en otro determinado país,o en caso de que hubiera triunfado en su propia tierra un determi-nado golpe de Estado, o en caso de haber fracasado una determina-da transición. O incluso por la proyección futura –el futuro siempresuspende un inmenso interrogante sobre nuestras cabezas–, que noshace pensar en las desgracias que podrían caernos encima, a nos-otros o a nuestros seres más queridos, en el caso indeseable de ver-nos un día en situaciones similares a las que otras sociedades, en tiem-pos bien recientes, han tenido que padecer.

Por todo ello, entre las muchas áreas, tan variadas y multifacéti-cas, que nos ofrece la actual realidad en el campo de las relacionesEjército-Sociedad, nuestra investigación de largos años –cuyosresultados aquí se resumen y concretan– se ha centrado precisamen-te en dos de los aspectos más ineludibles –y más inseparables– dedicha realidad social: por una parte, las causas sociológico-militaresde las violaciones de derechos humanos cometidas por los Ejércitos(que pueden darse en todos sus grados y niveles, según el tipo y for-mación de cada Ejército: desde leves y prácticamente inexistenteshasta masivas y de lesa humanidad). Y, por otra parte, la llamadareconversión militar, es decir, la necesidad unánimemente recono-cida en numerosos países –salvo por los inevitables sectores militaresy oligárquicos más recalcitrantes– de un proceso de cambio, no pre-cisamente fácil pero en todo caso ineludible, en el ámbito de loscomportamientos militares y de las relaciones entre los Ejércitos y lasociedad civil.

Necesidad que aparece como exigencia insoslayable a la luz de lasterribles actuaciones protagonizadas por ciertos Ejércitos en las últi-mas décadas, y muy especialmente durante los años 70 y 80.

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Actuaciones pasadas pero históricamente recientes, cuyos efectos,heridas y cicatrices todavía duelen y supuran en el cuerpo social, ycuyos orígenes, efectos y soluciones resulta imprescindible investi-gar, analizar, interpretar y corregir, contribuyendo así a dotar aaquellos Ejércitos de un adecuado bagaje mental, social, moral, edu-cativo y doctrinal, en el marco de los procesos de paz y relativaconsolidación democrática que se vienen desarrollando en la actua-lidad.

En efecto, entre los problemas sociales de mayor dramatismoregistrados en los últimos tiempos se incluye este trágico fenómenoque tan repetidas veces ha sacudido a la opinión pública mundial ya la propia conciencia de la humanidad: de pronto, un determinadoEjército, en determinada situación de crisis, se lanza a una masivaviolación de derechos humanos, ya sea en un ámbito de conflictointerno o de guerra internacional. En el caso concreto de AméricaLatina1, estas situaciones se produjeron en las décadas de los 60, 70y 80, en medio de la llamada Guerra Fría entre los dos bloques anta-gónicos de la época y en un marco de enfrentamientos internosEjército-Guerrilla, de variable magnitud y duración. En ese contex-to, y en muy numerosos países, se registraron actuaciones militaresdesmesuradamente represivas no sólo contra las organizacionesalzadas en armas sino también contra amplios sectores no violentosde la población civil, incluida la oposición política de carácterdemocrático.

Esta trágica realidad –la masiva violación de derechos humanospor las instituciones militares en muy diversos países–, fenómenocapaz por su gravedad intrínseca de atraer la atención de cualquierinvestigador en Ciencias Sociales, no puede por menos de despertaren grado máximo el interés de quienes –como nosotros– llevamoslargos años dedicados a la investigación en el campo de la SociologíaMilitar y las relaciones Ejército-Sociedad, particularmente en el áreade los derechos humanos y su directa relación con los distintos tiposde moral militar.

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1La costumbre largamente arraigada por este autor en sus sucesivos trabajospara Naciones Unidas, en cuyos documentos se usa sistemáticamente la deno-minación de Latinoamérica o América Latina, hace que en todas sus obras, ytambién en la presente, utilice esta última denominación.

Pero antes de entrar en este intrincado terreno, resulta necesarioseñalar un importante factor sociológico, que incide de lleno en elestamento militar español actual. Aquella generación de profesionalesde las armas que, en la lejana década de los años 50, ingresábamos enlas Academias Militares españolas hemos tenido ocasión de presen-ciar, ya en la última etapa de nuestra vida profesional una especta-cular apertura de horizontes que ha alterado profundamente –yensanchado drásticamente– los esquemas de aquella primera forma-ción, recibida tantos años atrás.

Cuando, en aquellos primeros años, en las aulas de la AcademiaGeneral Militar de Zaragoza aprendíamos de memoria el Decálogodel Cadete y las Ordenanzas de Carlos III, y una y otra vez recorrí-amos hasta la extenuación, en los ejercicios tácticos, las ásperaslomas y vaguadas del campo de San Gregorio, nuestras mentes senutrían de unos conocimientos y conceptos determinados.Conceptos y conocimientos que entonces correspondían –como nopodía ser de otra forma– a lo que, en aquellos tiempos, se esperabade nosotros. En consecuencia, conceptos tales como ‘derechoshumanos’, ‘misiones internacionales de paz’, ‘moral militar demo-crática’, etcétera, brillaban por su absoluta ausencia de nuestrasenseñanzas, mentes y conciencias, y, de hecho, no llegarían a hacer suaparición hasta muchos años después.

Más aún: algunos de tales conceptos, como las misiones de paz deNaciones Unidas, hubieran aparecido entonces como puraselucubraciones extraterráqueas –pues España ni siquiera había sidoadmitida todavía como miembro de la ONU en aquella primeramitad de los años 50–, mientras que cualquier alusión a la defensa delos derechos humanos o de cualquier valor democrático –caso de sermencionados esos conceptos en el ámbito militar español de aque-llos años– hubiera provocado reacciones absolutamente hostiles, alser considerados tales valores no ya como simples engendros extra-galácticos sino como conceptos radicalmente subversivos, según elbaremo de valores vigentes en aquel Ejército y en aquella sociedad.

Ninguno de nosotros podía, en aquellas fechas, imaginar nadaremotamente parecido a la realidad actual. Así, a lo largo de la últi-ma década del siglo XX, una nueva generación de militares españoles

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–mandada paradójicamente por miembros de aquella misma genera-ción antes aludida, ya en la fase final de su carrera– han estado actuan-do en los más insospechados parajes del mundo, a miles de kilóme-tros de nuestras fronteras: desde las heladas montañas del Kurdistáno los martirizados paisajes urbanos de Bosnia, hasta los cálidos pai-sajes subtropicales de Centroamérica, sin excluir otras zonas aúnmás tórridas como Angola y Mozambique, asumiendo unas funcio-nes y responsabilidades harto diferentes de aquéllas para las quefuimos formados treinta o cuarenta años atrás.

Así, numerosos militares españoles nos hemos visto abocados adesempeñar diferentes funciones de paz, de concordia y de coopera-ción, unas veces en misiones de interposición neutral entre fuerzasenfrentadas, o de ayuda humanitaria a poblaciones civiles duramen-te castigadas por sangrientos conflictos, todo ello bajo banderas deorganizaciones internacionales y al lado de contingentes militaresde otros países, empeñados en idénticas tareas de paz. Otras veces,en funciones de apoyo y asesoramiento a otros Ejércitos y a otrasautoridades militares o civiles, en difíciles situaciones de recupera-ción de la paz y establecimiento de nuevas formas de convivenciademocrática, a veces con complejas implicaciones en las relacionesEjército-Sociedad. Problemas que, en tales casos, resulta precisoanalizar, encauzar y resolver, y todo ello en ámbitos geográficos,culturales y sociales muy diferentes de los nuestros, y con implica-ciones que desbordan ampliamente el ámbito de lo militar.

Ello ha arrojado sobre los hombros de algunos de nosotros, y enmuy distintos escenarios del mundo, importantes responsabilidades,bastante alejadas de las que caracterizan a la vida militar propiamen-te dicha. Como valiosa contrapartida, esta experiencia así acumula-da nos ha permitido a algunos –a aquéllos de nosotros impulsadospor una vocación investigadora desde largo tiempo atrás– entrar afondo en algunas crudas realidades del mundo actual. Problemáticasrealidades de profunda implicación militar y social que, sin salir denuestras fronteras, difícilmente hubiéramos podido conocer de for-ma suficiente ni colaborar a su solución.

Creemos, en definitiva, que quienes hemos tenido el privilegio depenetrar en ciertas áreas de los comportamientos militares en deter-

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minados contextos humanos, políticos y sociales –a veces dra-máticos, pero en todo caso reales e ineludibles– estamos obligados adar a conocer las experiencias y conocimientos adquiridos y extraerde ellos las conclusiones pertinentes. Máxime por quienes –comonosotros– hemos añadido, por vocación propia, una larga e intensatarea de investigación, anterior, simultánea y posterior a dichasexperiencias en el ámbito internacional.

Por ejemplo, y ciñéndonos ahora a una de nuestras áreas demayor trabajo y conocimiento –Centroamérica–, fueron militaresespañoles los que, recién llegados a aquellos países –algunos directa-mente procedentes de gélidos ambientes europeos– fueron situadosen plena zona selvática, entre las fuerzas del Ejército y las de la gue-rrilla, para dar cumplimiento a los Acuerdos de Paz, que exigían,entre otras cosas, el desarme y disolución de las fuerzas guerrilleras,como medida paralela a la drástica reducción de los efectivos delEjército. Militares españoles –con contingentes menores de otrospaíses– organizaron la concentración de las fuerzas guerrilleras enlos puntos acordados, así como el control de la entrega e inutiliza-ción de sus armas. Militares españoles, conocedores de los negrosantecedentes de aquellos Ejércitos en materia de derechos humanos,supervisaron estrechamente la elaboración de una nueva doctrinapara las Fuerzas Armadas –impuesta por los Acuerdos de Paz en elcaso concreto de El Salvador–, revisando críticamente su redacciónhasta lograr un texto plenamente garantizador de los derechoshumanos y de la subordinación militar al poder democrático civil.Fueron militares españoles quienes insistieron, venciendo más de unaresistencia, en que dicha doctrina –según exigían los propios Acuerdos–fuera dada a conocer a la sociedad civil, mediante su publicación enmedios impresos de difusión nacional, como así se hizo finalmente,rompiendo con ello los viejos esquemas de ancestral recelo mayorita-rio de las sociedades civiles en toda América Latina, que –máximedurante los tiempos de la mal llamada "Doctrina de la SeguridadNacional", de siniestro recuerdo– siempre consideraron cualquierdoctrina militar como algo secreto, impenetrable y en todo casoamenazador para la población civil.

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Fuimos precisamente nosotros –en este punto concreto noscorrespondió hacerlo personalmente– quienes impartimos en loscentros de enseñanza militar, en este caso salvadoreños, tanto a loscadetes de su Escuela Militar como a los cuadros profesionales de lasprincipales unidades del Ejército de El Salvador, los conocimientosbásicos de la Sociología Militar actual, el respeto a los derechoshumanos dentro de la moral militar democrática, y la obligada sub-ordinación militar al poder civil emanado de las urnas. Tarea quenos hizo recorrer en helicóptero aquellos territorios, impartiendocursos a los jefes y oficiales con mando en las unidades operativas, eincluyendo, como materia central, los adecuados conceptos dedisciplina, honor militar y espíritu de cuerpo compatibles con el res-peto a los derechos humanos y con la correcta inserción del Ejércitoen una sociedad democrática. Enseñanzas que, paralelamente,incluían el obligado rechazo de estos mismos conceptos en sus ver-siones más degeneradas: obediencia ciega a las órdenes criminales,falso honor militar basado en el desprecio de los derechos humanos,y cerrado corporativismo conducente a la impunidad total.

Aberraciones, todas ellas, de la moral militar que –como veremosen los resultados y conclusiones reiteradamente constatadas por nues-tra investigación– tanto daño hicieron hasta fechas todavía recientesa las sociedades de América Latina en general, y de Centroaméricaen particular. Enseñanzas especialmente necesarias para unasinstituciones armadas con un historial tan trágico en cuanto a viola-ción de derechos humanos como el que históricamente caracterizóa determinados Ejércitos centroamericanos sobradamente cono-cidos, hasta la llegada de los procesos de paz auspiciados porNaciones Unidas en aquella Región.

* * * * *

En nuestro caso personal se unen dos factores concretos y concu-rrentes: por una parte, el hecho –primero en lo cronológico– de con-tar con un intenso y extenso curriculum académico y profesional,dentro y fuera del Ejército, incluyendo más de treinta años de tra-bajo en el campo de la investigación sociológico-militar. Inves-

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tigación dirigida a un área preferente: la de los comportamientosviolatorios de los derechos humanos y los factores que más pertur-ban las relaciones civiles-militares en muy diferentes sociedades,incluidos los complejos procesos de transición o consolidacióndemocrática que numerosos países siguen viviendo en la actualidad.

Por otra parte, y como segundo factor, está el ya citado privilegiode encontrarnos entre aquellos militares españoles que hemos teni-do la oportunidad de participar a fondo en alguna de las citadasMisiones Internacionales de Paz, y con una tarea, por añadidura,dirigida en nuestro caso a una doble área: al ámbito académico mili-tar, y a la valoración de los comportamientos militares en materia dederechos humanos, dentro de la relación Ejército-Sociedad. Tareaen la que vimos enriquecida y sólidamente ratificada la experienciade nuestra prolongada investigación anterior.

Pues bien, dadas estas circunstancias personales, y después deesas tres décadas de investigación y estudio de las relaciones civiles-militares en muy distintos países y situaciones, creemos llegado elmomento de exponer el fruto de ese esfuerzo investigador. En otraspalabras: ha llegado el momento de definir y desarrollar, de formaconcreta y sistematizada, el bloque de conceptos básicos que, deforma fragmentaria, hemos venido exponiendo en tantos organis-mos, universidades y centros civiles y militares del Este y del Oeste–hasta el momento en más de veinte países–, pero siempre con laslimitaciones propias de las exposiciones orales y de los ‘papers’ delimitada extensión, difundidos en publicaciones especializadas. Hallegado, en definitiva, la hora de concentrar, en forma de libro, laexposición articulada y coherente de aquellos factores más decisivosque –en materia de derechos humanos– rigen tanto los valores internosde las Fuerzas Armadas como las relaciones de éstas con la sociedadcivil en el plano moral, político y social. Todo ello examinado desdeuna perspectiva lo más científica posible –la de la Sociología Militaractual–, y materializado en un modelo analítico de nuestra propia con-cepción: el "modelo Imperativo-Moral". Se trata de un modelosociológico-militar de análisis e interpretación, que hemos venidodesarrollando desde bastantes años atrás, y que ahora consideramosllegado el momento de difundir, ya no en forma fragmentaria como

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hasta hoy, sino en su totalidad, acompañándolo de una casuísticareal y rigurosamente documentada, que será expuesta, primero, y anali-zada después a la luz del modelo propuesto.

Estamos convencidos de que, si para algo ha de servir la investi-gación sociológico-militar, ha de ser precisamente para dar cumpli-miento a un propósito como el nuestro en este trabajo: es decir, paraelaborar un cuerpo de doctrina –militar, moral y democrática– no yarelacionado sino directamente derivado de aquellas realidades, pormuy duras que sean, en las que ha profundizado nuestra investiga-ción. Sólo así las conclusiones obtenidas podrán ser válidas para losmilitares de nuestro tiempo y de un futuro previsible a plazo medioy medio-largo, pues el plazo demasiado largo –en este terreno comoen casi todos– escapa a cualquier intento de investigación.

En ccuanto aa nnuestro mmodelo aanalítico

Ya en nuestra obra anterior “El drama de la autonomía militar”dedicamos un capítulo a la serie de modelos teóricos que, a lo largode los últimos 50 ó 60 años, han pretendido explicar las relacionesEjército-Sociedad bajo diferentes hipótesis de interpretación. Allíanalizamos, a la luz de algunos de tales modelos, las relaciones –dra-máticas– del Ejército con la sociedad civil en un caso muy concreto:el de la República Argentina, especialmente bajo la dictadura de lasJuntas Militares (1976-1983).

Ello nos obligó a recordar modelos teóricos tales como el “EstadoMilitar”, de Harold Lasswell, el “Estado de Seguridad Nacional” deDaniel Yergin, el modelo de “dictadura dual” de Samuel Finer, sinolvidar el “Estado burocrático-autoritario” de Guillermo O’Donnell,los modelos “totalitario” y “autoritario” de Juan J. Linz, y el “Estadoantipopular” de Alain Touraine. Especial atención y extensión tuvimosque dedicar –como era inevitable– a los modelos “pretorianos” deSamuel Huntington y Amos Perlmutter, de cuya tipología los militaresargentinos brindaron al mundo una minuciosa exhibición. Despuésde los modelos “profesionales” de Huntington y Morris Janowitz,llegábamos al modelo “Institucional-Ocupacional” (I-O) de Charles

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Moskos, especialmente válido para el análisis de las tendencias ycomportamientos profesionales en los Ejércitos de naciones social-mente avanzadas y de democracias consolidadas, como es el caso delas naciones anglosajonas y de otros países europeos.

Ahora nuestro propósito es más ambicioso que el que nos anima-ba en nuestro libro antes citado: ahora se trata de presentar nuestropropio modelo de análisis, elaborado y contrastado desde largos añosatrás. ¿Qué ocurre cada vez que un investigador internacional plan-tea y difunde un nuevo modelo analítico? Lo más normal en talescasos es que leamos, principalmente en la revista “Armed Forces andSociety”, los requisitos que su autor considera que debe cumplirtodo buen modelo analítico de las relaciones Ejército-Sociedad.Requisitos que, por supuesto, son cumplidos por su propio modelo,y no tanto por los demás. Si hemos de ser sinceros, y sin incurrir enla menor falta de respeto hacia nuestros colegas investigadores, cuyodesideratum personal –tan distinto en cada caso– hemos leído tan-tas veces, consideramos que sus planteamientos revelan, de formaprobablemente inevitable, un cierto grado de voluntarismo y de unsubjetivismo difícil de soslayar. Resulta lógico, por otra parte, yhasta inevitable, que cada investigador, al proponer su propio mode-lo, ponga un especial énfasis en aquellos elementos, cualidades oexigencias específicas que distinguen su modelo teórico de los otros,mejorándolos –a su juicio– al introducir exigencias mayores o alcubrir unas áreas no cubiertas debidamente por los demás.

Por nuestra parte, al presentar nuestro propio modelo, no preten-demos excluirnos de esa limitación, ni quedar libres de esa cuota desubjetivismo inevitable, que probablemente constituye una servi-dumbre general. Y ello con independencia de que todos los que tra-bajamos en este terreno nos consideremos a nosotros mismos comocientíficos, afirmando que nuestros modelos teóricos también loson.

Incluso hay quien afirma que todo aquél que presenta un nuevomodelo teórico debe demostrar que el suyo es mejor que los ante-riormente vigentes. Por nuestra parte, nos permitimos discrepar deesta apreciación. Primero, porque un investigador puede –e inclusodebe, si lo tiene– proponer su propio modelo analítico, sometiéndolo

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a la consideración de la comunidad científica, pero sin que sea for-zoso el pretender sustituir con él a ningún otro modelo precedente,limitándose a añadir un instrumento analítico más a los ya existen-tes con anterioridad (salvo que se trate de sustituir ineludiblementea otro determinado modelo, demostrando con todo rigor su caráctererróneo, lo cual ya sería otra cuestión). Y segundo, porque muchasveces ni siquiera tiene sentido alguno el pretender determinar si unmodelo es mejor que otro, cuando cada uno de ellos ha sido conce-bido para ser utilizado en unas áreas del comportamiento muy dis-tintas entre sí.

¿Qué sentido tendría, por ejemplo, comparar el valioso modelo I-O de Charles Moskos (concebido para estudiar e interpretar un fenó-meno social tan notable, y al mismo tiempo tan pacífico, como eldesplazamiento institucional-ocupacional2 de los Ejércitos, princi-palmente en las democracias consolidadas) con un modelo comonuestro I-M, concebido para interpretar un fenómeno tan trágico ytan brutal como la violación masiva de derechos humanos por cier-tos Ejércitos, en unas sociedades inmaduras que todavía pugnan, enmedio de grandes dificultades, por alcanzar su plena consolidacióndemocrática?

Por otra parte, cada investigador que propone un modelo teóricopone el énfasis en un determinado concepto, que considera centralen su planteamiento general. Así fue con los grandes padres de lasociología militar de los años 50 y 60 del siglo pasado (SamuelHuntington, Morris Janowitz, Samuel Finer) que centraron susmodelos en el concepto básico de profesionalismo o profesionalidad.

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2 I-O es la designación abreviada del modelo Institucional-Ocupacional delprofesor Charles Moskos, que estudia un importante fenómeno observado enlos ejércitos de las sociedades más avanzadas y democráticas. Se trata del des-plazamiento desde el concepto tradicional de lo militar basado en los valoresllamados institucionales (vocación, patria, servicio, entrega a unos compromi-sos considerados de orden superior) hacia el predominio aparente de otrosvalores, los denominados ocupacionales (el ejército considerado como unaocupación más, similar a las ocupaciones profesionales del ámbito empresarialcivil, que dan primacía a valores tales como el rendimiento individual porencima de la antigüedad, creciente aplicación de técnicas de gestión, relacióncoste-eficacia, derechos laborales, compromiso contractual más que vocacio-nal, etc.).

Concepto que se vio ampliado por investigadores como el propioMoskos, que incluyó en su modelo la influencia de otro elemento (lavertiente empresarial y laboral en términos contractuales y de mer-cado, y su notable impacto sobre las instituciones militares modernas).Igualmente, y salvando las distancias cronológicas y conceptuales,otros investigadores como Douglas Bland, Peter Feaver, HenningSorensen, Rebecca Schiff, entre otros, han desarrollado y propuestoen estos últimos años modelos que tratan de trascender el conceptode profesionalidad, llegando más allá de éste para incorporar algúnotro factor que consideran primordial.

Así sucede también en nuestro caso: nuestro modelo analíticotrasciende lo profesional, para incorporar otro factor fundamental.Y ese factor central para nosotros, a la hora de penetrar en la valo-ración sociológica de las conductas militares, es precisamente elconcepto dual e inseparable de ddeereecchos hhumanos yy mmoral mmilitar..

Creemos, eso sí, que –de forma general– cada investigador quepresenta su propio modelo teórico debe esforzarse por señalar lo queéste pretende y en qué áreas resulta –a su juicio– especialmentepotente y eficaz. En concreto, nuestro modelo Imperativo-Moral (I-M)está concebido como un instrumento especialmente adecuado parapenetrar en profundidad en una amplia gama de comportamientosmilitares y civiles-militares en nuestra área fundamental deinvestigación. Área sin duda ardua y compleja, pero para nosotrosprioritaria en importancia y necesidad de estudio y esclarecimiento,que no es otra que ésta: la trágica violación de derechos humanospor las Fuerzas Armadas de numerosos países, de distintas caracte-rísticas y diverso grado de desarrollo social.

Se trata de situaciones dramáticas que pueden producirse en dis-tintos escenarios, desde países con apreciables niveles de desarrolloy cultura, como por ejemplo Argentina, Chile y Uruguay, con socie-dades dotadas de unas clases medias bastante amplias y no precisa-mente incultas, hasta otros de muy inferior desarrollo económico,social y cultural, como Guatemala y El Salvador, con clases mediasde muy reducida dimensión, oligarquías tan privilegiadas y reacias alos cambios como escasamente democráticas, y grandes masas ensituación de lacerante pobreza y subdesarrollo social.

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Nuestra investigación pretende averiguar las causas profundas deese trágico fenómeno –las grandes y masivas violaciones de derechoshumanos– desde la perspectiva sociológico-militar, incluyendo facto-res como los siguientes: el funcionamiento correcto o deficiente delos mecanismos que rigen las relaciones Ejército-Sociedad; los facto-res que hacen o propician que los Ejércitos actúen sin el debidosometimiento a la autoridad civil, protagonizando todo tipo de exce-sos al margen de cualquier control democrático; las desviaciones odegeneraciones morales y profesionales que, afectando de lleno a losvalores militares (disciplina, honor, etc.), determinan en losEjércitos actuaciones gravemente antidemocráticas, desde el golpis-mo y las dictaduras hasta el aniquilamiento masivo de los derechoshumanos; los valores militares adecuados para frenar y prevenir tan-tos sangrientos cataclismos sociales (pues no de otra forma pueden cali-ficarse los terribles procesos represivos con miles de personas asesina-das, torturadas y desaparecidas); la manera de evitar tales hecatom-bes sociales mediante los necesarios cambios en los ámbitos military civil-militar.

Igualmente, dentro de nuestro ámbito de investigación se inclu-ye de lleno otro campo directamente derivado del anterior: la nece-sidad de estudiar y registrar con precisión el desarrollo, articulacióny características de los procceesos ddee ttransicción que han de permitir aesas sociedades dejar atrás para siempre aquellas dramáticas expe-riencias, superando sus insuficiencias democráticas y los excesos desus Ejércitos, hasta llegar a consolidar definitivamente la democra-cia, con unos militares nutridos ya de unos principios y valores res-petuosos de los derechos humanos y del poder civil.

Nuestra línea de investigación, a la luz de nuestro modelo I-M,pretende también profundizar en los comportamientos de los Ejér-citos en caso de conflicto interno o internacional, en lo referente aderechos humanos y respeto al derecho humanitario bélico; trato alos prisioneros y a la población civil implicada en el conflicto; exce-sos cometidos en estos terrenos por los Ejércitos; sus causas, efectosy vías efectivas de corrección. Formación militar capaz de poner lími-tes, lo más estrictos posible, a los sufrimientos derivados de la guerra;es decir, limitando los horrores bélicos a aquellos sufrimientos

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inevitables, ya terribles de por sí, asumidos como inherentes a todoconflicto armado, sea interno o internacional. Pero suprimiendo, encambio, aquellas atrocidades adicionales, fruto de factores talescomo una deficiente moral militar, un degenerado concepto de dis-ciplina robotizada, un degradado concepto del honor, un infamecorporativismo basado en la impunidad absoluta, así como de lasdoctrinas aberrantes basadas en el delirio ideológico, el fanatismo ola “limpieza étnica”.

En definitiva, nuestro ‘modelo Imperativo-Moral’ resulta espe-cialmente válido, ampliamente explicativo y eficaz instrumentoanalítico para aquellas situaciones, por desgracia padecidas ennumerosos países, en las cuales la violación de derechos humanosconstituye –o ha constituido hasta épocas recientes– el elementocentral de la relación Ejército-Sociedad. Pero no sólo resulta válidopara situaciones propiamente dictatoriales y directamente lesivas delos derechos humanos, sino también para una amplia gama de situa-ciones y comportamientos, abarcando todos los grados de implanta-ción democrática, desde la absoluta ausencia de democracia hasta sumayor grado de consolidación. De hecho, el modelo I-M puede sereficazmente aplicado a las situaciones siguientes:

Sociedades y Ejércitos en trance de conflicto armado, ya sea inter-no o internacional. Comportamientos militares en cuanto a derechoshumanos en este marco bélico, sangriento y dramático de por sí.

Sociedades bajo duros regímenes dictatoriales, con sus Ejércitossometidos a un poder totalitario –civil o militar– que los utiliza paramantener un pleno control de la sociedad, con altos niveles derepresión y grave quebranto de los derechos humanos.

Sociedades con un bajo nivel de consolidación democrática,todavía sometidas a un alto grado de intervencionismo militar sobrela sociedad civil y abundantes violaciones de los derechos humanosimputables a sus Fuerzas Armadas.

Sociedades en proceso de transición a la democracia.Democracias todavía débiles e inestables con Ejércitos todavíademasiado dominantes, con un trágico y reciente historial en dere-chos humanos que todavía pesa gravemente sobre la sociedad.

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En mucho menor grado, sociedades de régimen democrático yaconsolidado y estable, con sus Ejércitos correctamente subordinadosal poder civil y básicamente respetuosos de los derechos humanos.Aunque el uso del modelo sea menos aplicable para este tipo decasos –pues ha sido expresamente concebido para los anteriores y nopara éste–, aun así, también puede resultar eficazmente explicativopara ciertos fenómenos, cambios y procesos producidos dentro deeste marco –mucho más apacible y mucho menos dramático– de lasrelaciones Ejército-Sociedad.

Observaremos que este bloque articulado de conceptos que aquívamos a exponer, como fruto directo de nuestra investigación, no esuno de tantos esquemas teóricos que pueden elaborarse para el estu-dio de cualquier disciplina más o menos especulativa. Es, por el con-trario, un escueto marco de conceptos directamente impuestos porla realidad. Un marco conceptual que, pese a su aparente simplici-dad, incluye, refleja y explica, con insoslayable fidelidad, algunas delas más sangrientas realidades de la vida de los pueblos: golpes deEstado, dictaduras militares, guerras, violaciones masivas de derechoshumanos, atrocidades de todo género, duras resistencias a los proce-sos de democratización, intentos de retroceso a situaciones antide-mocráticas, práctica imposibilidad de castigar a los culpables de losmás terribles crímenes –incluso cuando los procesos de paz parecenya consolidados–, etcétera. Duras y flagrantes realidades, cuyamayor o menor gravedad, cuya mayor o menor crueldad nos vienedada inexorablemente por el mayor o menor grado de desajuste oincumplimiento de ese conjunto de valores y principios básicos,cuyo núcleo central aquí vamos a desarrollar.

En definitiva, nuestro modelo I-M se nutre hasta el tuétano de lasrealidades fácticas de las que ha nacido. No se trata, pues, de encajarpor la fuerza una serie de realidades en un modelo predeterminado.Se trata exactamente de lo contrario: unas determinadas realidadessociales, tan trágicas como reiteradas en numerosos Ejércitos, hanengendrado un determinado modelo analítico, hijo directo de esacruda realidad. Modelo que, como tal, constituye un instrumentoque consideramos especialmente válido para el análisis e interpre-tación de una serie de comportamientos militares: precisamente

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aquéllos que se registran en las situaciones más problemáticas yconflictivas que pueden darse –y de hecho se dan– en las relacionesEjército-Sociedad.

Dilema pprevio: ¿¿omisión oo ddescripción?

Al exponer los espeluznantes casos de violación de derechos huma-nos que vamos a examinar en esta obra, hemos tenido que afrontarun problema no precisamente fácil: el decidir hasta qué punto debía-mos ser explícitos y hasta qué punto convenía optar por la omisiónde los aspectos demasiado terribles. Este problema adquirió paranosotros la máxima crudeza precisamente por tratarse del caso deGuatemala.

En efecto, cualquiera que intente transmitir o dar a conocer loocurrido en Guatemala durante su largo conflicto interno, y muyespecialmente en el terrible quinquenio 1978-83, tropieza y trope-zará siempre con una extraordinaria dificultad: aquélla que alguiendenominó "Hacer creíble lo inverosímil, dado el carácter increíblede lo que realmente sucedió". Recuérdese, salvando las debidas dis-tancias, que algunos supervivientes del holocausto judío –como, porejemplo, la admirable y ya desparecida Violeta Friedmann– jurarondedicar el resto de sus vidas a dar a conocer al mundo una tragediaque, por su increíble magnitud, y también por sus caracteres cuali-tativos, resultaba imposible de creer. En tales casos, el gran proble-ma consiste en conseguir simplemente –nada más, pero tambiénnada menos– que la opinión publica llegue a asumir como ciertosunos hechos absolutamente verídicos que, en principio, resultandisparatadamente ajenos a cualquier realidad imaginable. Casosradicalmente imposibles de aceptar como ciertos, y más aun de dige-rirlos como tales. Recuérdese igualmente que alguno de los grandescriminales nazis, cuando ya se vislumbraba la derrota y, con ella, laposibilidad de tener que rendir cuentas, animaba a sus secuaces amantener, e incluso a incrementar, el volumen de atrocidadescometidas, con el siguiente argumento: Cuanto más al extremo lle-vemos lo que estamos haciendo, menos podrá ser creído el día de

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mañana. Aumentémoslo hasta extremos tan inauditos que mañananadie los pueda creer. Hagamos lo increíble, más aun, lo inverosí-mil, pues mañana esa inverosimilitud nos beneficiará, convirtiéndo-se en incredulidad general.

Pues bien; esa dificultad de creer algo que es muy cierto, pero almismo tiempo demasiado inverosímil, surge una y otra vez ante loocurrido en ciertas áreas de Guatemala entre 1978 y 1983. La atro-cidad de lo sucedido difícilmente podría ser asimilada, más aun, aduras penas podría ser creída, si no estuviera sobradamente docu-mentada por la ONU, por la Iglesia (Oficina de Derechos Humanosdel Arzobispado de Guatemala) y por otros organismos competen-tes: personas quemadas vivas, empalamientos, terribles mutilacio-nes, casos de antropofagia, mujeres embarazadas abiertas en canal,criaturas de pocos meses o días con la cabeza reventada contra elsuelo, y otra serie de atrocidades de difícil pero necesaria descrip-ción. ¿Por qué necesaria? Porque si nos evadiéramos con la cómodacoartada de decir: "Se cometieron atrocidades que resisten toda des-cripción", entonces, al asumir tales atrocidades como indescrip-tibles, nadie se tomaría el esfuerzo –duro e incómodo como pocos–de describirlas para conocimiento general, con lo cual todo elmundo seguiría sin saber lo que ocurrió. Excepto los propios super-vivientes del horror, los cuales se llevarían a la tumba en solitariosus terribles recuerdos, por ser éstos un secreto intransferible, quenadie más podría conocer, al asumir que éste ni se puede describirni se debe transmitir. Esta actitud nos dejaría al resto de los morta-les ignorantes de una gravísima amenaza que puede volver a mate-rializarse sobre otros seres humanos con todo su horror, precisa-mente por dejar a la sociedad desprevenida sobre tal riesgo, conven-cida –harto equivocadamente– de que en nuestros días, y en socie-dades civilizadas, tales horrores nunca podrían llegar a suceder.

Si nos limitásemos a decir que "en tales años, tal o cual Ejércitocometió atrocidades que más vale no mencionar", y el estudioso o elinvestigador de los comportamientos militares se detuviera en eselímite sin atreverse a traspasarlo, entonces, al omitir toda precisiónsobre tales comportamientos, o al aludir a ellos en esos términos tanevasivos, todo el mundo seguiría desconociendo lo que ocurrió,

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cómo ocurrió, y, sobre todo, por qué ocurrió. De hecho, las reaccio-nes de alteración que suscita la descripción de ciertos horrores, pre-cisamente en quienes afirman que tal descripción no resulta necesa-ria, constituyen la prueba irrefutable de que tales personas son inca-paces de imaginarse esos mismos horrores hasta que tropiezan consu descripción. Si esas personas hubieran sido capaces de imaginar loque realmente pasó, su descripción no les produciría un impacto taninsufrible; y si esos horrores fueran fáciles de imaginar, el testimo-nio de ellos, sea escrito o audiovisual, sería siempre innecesario,pues al acuñar la frase "barbaridades indescriptibles" todos las habrí-amos imaginado ya en todo su horror.

Pues bien, nada más falso. Lo cierto es que nadie se las imagina,ni siquiera por aproximación. El impacto producido por tales des-cripciones, cuando se hacen públicas, ratifica que nadie las habíapodido imaginar hasta que las vio filmadas o las leyó debidamentetestificadas y redactadas. El holocausto nazi no hubiera podido serimaginado por nadie, de no ser por los testimonios transmitidos porsus testigos supervivientes o, parcialmente, por las viejas fotografíasy las escasas filmaciones que se pudieron obtener y conservar. Perosiempre, muy principalmente, por los testimonios orales y escritosde los testigos. Realidades tales como las formas de captura y detransporte brutal a los campos de exterminio, las condiciones devida y de muerte, el trabajo esclavo, los atroces experimentos médi-cos, los castigos aplicados, las cámaras de gas, los crematorios –“Hoyentráis por esta puerta, mañana saldréis por aquella chimenea”–,etcétera, las formas diarias y continuas del aniquilamiento de la dig-nidad humana, nada de esto se hubiera llegado a saber si hubieraprevalecido la consabida alegación de “Se cometieron crueldadesindescriptibles, y punto. Pero, puesto que fueron indescriptibles,que a nadie se le ocurra incomodarnos con su descripción”.

Pese a los pudibundos defensores de esta postura, la humanidadnecesitaba saber lo realmente ocurrido bajo el nazismo, especial-mente en países como Alemania y Austria. Precisamente, por cier-to, las tierras de Mozart y Beethoven, de Goethe y de Kant, deHölderlin y de Rilke. Pero también las de Hitler y Himmler, deEichmann y Mengele, en rotunda demostración de que incluso las

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sociedades más cultas y creativas, capaces de aportar a la humanidadlos grandes genios de la poesía, la filosofía y la música, son tambiéncapaces de engendrar a los mayores monstruos, capaces de cometerlos más abyectos y repugnantes crímenes conocidos en la historia dela humanidad. Y aquellos supervivientes del holocausto, al ser losúnicos que podían dar testimonio de aquel horror, tenían la obliga-ción de informar detalladamente a la humanidad de lo que ocurrió.O, lo que es lo mismo, de lo que puede llegar a ocurrir incluso en lospaíses más avanzados del mundo si se despeñan por los abismos deciertas teorías, mortales de necesidad. Tenían que dar ese testimo-nio, y tenían que darlo aunque alguien se molestara por relatos tanpoco gratos, y aunque ellos mismos tuvieran que cargar con tanpesada y desagradable responsabilidad. Gracias a ellos, hoy conoce-mos lo que pueden dar de sí ciertas teorías de la sociedad, de lapatria, de la raza y de la propia humanidad.

De ahí el valor impagable de los detallados testimonios de las víc-timas de los campos de exterminio nazis. De ahí igualmente, porejemplo –y salvando todas las distancias correspondientes–, el valordel informe de la CONADEP (Comisión Nacional sobreDesaparición de Personas) sobre la barbarie producida por la repre-sión militar en Argentina, es decir, en uno de los países más cultosde América Latina. Y de ahí también, el enorme mérito de los infor-mes del REMHI (Recuperación de la Memoria Histórica, de laOficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala) y dela CEH (Comisión de Esclarecimiento Histórico de la ONU), ambossobre los crímenes masivos cometidos durante el conflicto internode Guatemala. Y todo ello en el último cuarto del siglo XX. Nadiepodría creer la magnitud de tales crímenes, si no fuera por los milesde testimonios registrados por las dos citadas comisiones de inves-tigación sobre Guatemala. Y nos hemos referido al enorme méritode los declarantes con plena justificación, porque, a diferencia deaquellos supervivientes del holocausto, que dieron testimonio de loperpetrado por el nazismo cuando éste ya había sido aplastado, lossupervivientes de las masacres de Guatemala, por el contrario,tuvieron que vencer el miedo que les paralizó durante 15 ó 20 años desilencio, dando su testimonio sobre lo perpetrado por un tipo de

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fuerzas que no habían sido derrotadas en absoluto, y que, a lo largode los años han mantenido y demostrado –como veremos en loscasos Gerardi y Mack– su mortal capacidad de amenaza y su letalpeligrosidad.

“Lo que pasó, pasó, y ya no es cuestión de volver a hurgar enello”, nos decía un conocido coronel guatemalteco. Algo así como sinos dijeran que lo feo no es cometer esos terribles crímenes, sinohablar de ellos. Según esta postura, lo hecho, hecho está, y punto. Lointolerable es investigarlo, averiguarlo a fondo, y sobre todo, descri-birlo. Que nadie sepa lo que pasó; y si alguien lo sabe, que lo olvide;y si no lo olvida, que lo calle por la cuenta que le tiene. Quienescometieron esas atrocidades, y sobre todo quienes las ordenaroncometer, desean siempre a posteriori que nadie se atreva a investi-garlas, que nadie las explique, que nadie las describa, que nadie lasmencione, que nadie se atreva a remover algo tan profundamentedesagradable. Que nadie vuelva sobre ellas, que todos corran untupido velo de olvido y, a ser posible, de temor. Pues el temor garan-tiza el silencio más y mejor que el simple olvido, que nunca llega aser total.

Por fortuna, contra esta lamentable postura tendente a la omisión–que se traduce en pura ocultación–, se ha abierto paso la búsquedade la verdad, y ahí están los miles de testimonios del REMHI y de laCEH. Miles de declaraciones de testigos y supervivientes del horror,que recuerdan y recordarán mientras vivan la forma como vieronquemar a sus padres, mutilar a sus hijos, violar y matar a sus madres,hijas o hermanas. De todas ellas, alguna declaración determinadapodrá estar equivocada, o exagerada por la memoria, o dictada pormotivaciones ajenas a la verdad. Pero el abrumador conjunto esta-dístico, la inmensa masa testifical, el aplastante conjunto de miles ymiles de declaraciones coincidentes, constituye la más ciclópeaprueba de una de las verdades históricas más sólidas que puedanestablecerse sobre la América del siglo XX. Verdad histórica ya, aun-que los hechos hayan acontecido sólo dos décadas atrás.

En consecuencia, nuestra opción entre omisión y descripción,para esta obra, no podía ni debía ser otra que la descripción. La des-cripción de la barbarie tal como se produjo, en los términos literales

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recogidos por los numerosos y contundentes testimonios registra-dos. Sólo así, con el conocimiento de lo que realmente ocurrió,podrá el lector captar las simas de miseria e indignidad en las quepuede hundirse el comportamiento militar cuando fallan determi-nados valores morales. A partir de ese conocimiento de una durarealidad y de aquellos factores que la engendran, se percibirán connítida claridad algunos de los principales conceptos que deben sermodificados, y en qué sentido. Y al mismo tiempo, el conocimientode los horrores perpetrados por ciertos Ejércitos, y de los ipsoresdirectamente conducentes a ellos, permitirá igualmente al lectorcomprender la justificación, necesidad y pleno sentido del modeloanalítico que proponemos.

En ccuanto aal oorden dde ppresentación

Una vez asumida la necesidad de la descripción de los hechos,aparecía otro problema, otra opción, quizá de menor entidad, perono precisamente fácil ni despreciable, pues nos ha obligado a priorizarunas exigencias sobre otras, cosa siempre problemática y que impli-ca un cierto riesgo. Nos referimos a la decisión sobre el orden depresentación de los ingredientes inevitables de la obra.

En efecto, este libro admitía dos formas, a priori igualmente razo-nables, de organizar su orden secuencial. Una de ellas consistía enoptar por la siguiente secuencia:

- Primero: Planteamiento de nuestro modelo analítico. - Segundo: Descripción de los trágicos hechos que pretendemos

analizar.- Tercero: Análisis sociológico de estos hechos, a la luz del

modelo previamente descrito.La segunda ordenación posible era esta otra, intercambiando el

orden de los dos primeros temas y manteniendo en todo caso, comoes obvio, el tercero:

- Primero: Descripción previa de los hechos.- Segundo: Planteamiento del modelo analítico.- Tercero: Análisis sociológico del fenómeno estudiado, a la luzdel modelo.

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La primera opción significaba, en definitiva, proporcionar prime-ro el bagaje conceptual, y una vez dotado el lector de tal bagaje,pasar al conocimiento de los hechos. Es decir, de las atrocidades quelos Ejércitos –en este caso uno de ellos, elegido aquí entre otros quetambién hemos estudiado– pueden cometer, y de hecho cometen,cuando su formación moral y doctrinal adolece de graves deficien-cias, cuyas consecuencias se traducen en comportamientos delamentable criminalidad.

La segunda opción, en cambio, consistiría en entrar directamenteen el conocimiento de tales realidades, pretendiendo dar una visiónprevia del tipo de fenómeno que nos ocupa, es decir, del tipo deterribles hechos a los que genéricamente va a referirse todo nuestroestudio, todo nuestro análisis, y en el que se centra todo nuestro tra-bajo investigador. Después, dotados ya de ese conocimiento de loshechos, se introduciría el bagaje conceptual (el modelo analítico), loque nos permitiría pasar después al análisis final de los hechos estu-diados.

Después de considerar las ventajas e inconvenientes de ambassecuencias posibles, hemos optado por la primera. Es decir, hemosdecidido que valía la pena proporcionar, ya desde el principio, losconceptos básicos que vamos a definir y utilizar (perfectamente ase-quibles para el lector normal, aunque no proceda del campo de lasociología ni del derecho). En otras palabras, vamos a empezar porla presentación de la herramienta analítica que vamos a manejar.Instrumento que luego nos permitirá comprender, explicar, e inclu-so prevenir y corregir para el futuro ciertos comportamientos mili-tares execrables, que surgen como consecuencia de determinadosfactores y desviaciones previas, precisando qué factores son ésos quees preciso suprimir o modificar, y qué desviaciones morales es pre-ciso evitar o corregir.

Así, ya en el Capítulo I, el lector se enfrentará a las únicas pági-nas de definición sociológica, no muchas, pero, en todo caso,imprescindibles, y, en todo caso, perfectamente accesibles al lectorcomún. En ellas expondremos nuestro modelo analítico ya citado.Para ello estableceremos los principios básicos –pocos, claros, ysólidamente articulados entre sí– de cuyo cumplimiento o incumpli-

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miento se deriva directamente la buena o mala –a veces difícil, eincluso dramática– relación entre civiles y militares en distintassituaciones de conflicto, así como el carácter –correcto, incorrecto,delictivo o incluso netamente criminal– de los comportamientosmilitares que habremos de analizar y valorar.

Como piezas fundamentales de ese bloque de conceptos, nuestromodelo explicará el conjunto de valores que configuran el núcleobásico del comportamiento castrense en el plano de las normas (loimperativo) y las convicciones (lo moral). Fundamentalmente, enfo-caremos los tres valores militares más decisivos en cuanto a las con-ductas sociológicas de los Ejércitos: disciplina, honor y espíritu decuerpo, analizando qué tipo específico de disciplina, qué clase dehonor militar y qué concepto del espíritu corporativo resultan com-patibles con –y favorecedores de– el respeto a los derechos humanosy la consolidación de un régimen democrático de sólida base civil.Igualmente, de forma análoga y paralela observaremos, por el con-trario, cuáles otros conceptos erróneos y degradados de disciplina,desviado honor y degenerado corporativismo –por desgracia vigen-tes aún en numerosos Ejércitos– resultan incompatibles con unEstado de Derecho, vulnerando gravemente los derechos humanosy haciendo imposible la instauración de un sistema de libertades, debase democrática y respetuosa del poder civil.

Ese primer Capítulo consistirá, por tanto, en la exposición de eseconjunto de conceptos y principios básicos que configuran nuestromodelo I-M. Asumimos, por tanto, que el lector asimilará sin nin-guna dificultad los conceptos de nuestro modelo analítico (explica-do en las páginas de ese Capítulo I). A continuación, contando yacon ese conocimiento previo, pasará a los hechos descritos y docu-mentados en los Caps. 2 y 3 (especialmente las atrocidades del geno-cidio maya, recogidas en el 2). Hechos cuyo análisis posterior (Cap.4 y último) resultará perfectamente comprensible para ese mismo lec-tor, pues entrará en ese análisis disponiendo ya de todos los elemen-tos –teóricos y fácticos– necesarios para ello.

En otras palabras, el ciudadano común, más bien desconocedorde lo ocurrido en Guatemala y más bien ajeno también al campo dela Sociología, cuando entre de lleno en contacto con el aspecto pura-

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mente humano –e inhumano– de la cuestión, lo hará después dehaberse dotado de la herramienta teórica, con la que le resultará másfácil sumergirse en la realidad fáctica. En la dureza, en la crueldad,en la brutalidad, pero también en la verdad de lo fáctico, en el dra-matismo de los hechos registrados. Finalmente, una vez conocida yasumida esa terrible realidad impuesta por los hechos, el lector esta-rá en condiciones óptimas para entrar en el capítulo final, que cons-tituye la meta de nuestra obra: los análisis, valoraciones y conclusio-nes finales de nuestro examen sobre los hechos registrados.

Respuesta aanticipada aa uuna pposible oobjeción

Nos importa anticiparnos a una posible objeción. Tal vez aalguien se le ocurra objetar que hemos desarrollado nuestro modeloanalítico sobre un caso único, el de Guatemala, poniendo en duda,con ese pretexto, la validez de nuestras conclusiones para otraamplia generalidad de casos. Tal objeción, caso de producirse, care-cería de fundamento, y ello por el doble motivo que señalamos acontinuación.

Primero, porque no es cierto en absoluto que el caso deGuatemala sea el único que hemos investigado. De hecho, en lasúltimas décadas hemos tenido ocasión de estudiar los comporta-mientos militares en otra serie de conflictos, cuya descripción, aná-lisis y conclusiones quedan para obras posteriores, pues hubieranalargado exageradamente este libro en caso de incluirlos en él.Podemos anticipar, sin embargo, que las conclusiones aquí extraí-das, y nuestro modelo analítico aquí desarrollado, no proceden úni-camente del caso de Guatemala, sino que se ven fuertemente respal-dados por la casuística de otra serie de conflictos que también hansido objeto de nuestra investigación, y cuyos análisis quedan paraposterior publicación.

En segundo lugar, y principal en importancia, la objeción seríainfundada por olvidar un punto fundamental: el hecho de que,desde el punto de vista científico, existen dos vías de acceso al cono-cimiento que resultan igualmente válidas. La metodología científica,

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como es sabido, ofrece, entre otras, dos vías de averiguación, lainductiva y la deductiva. La vía inductiva, es decir, la captación deunos hechos reales rigurosamente constatados, registrados ydocumentados, y, a partir de ellos, la extracción –igualmente rigu-rosa– de conclusiones generales válidas no sólo para esos casos con-cretos, sino para muchos otros hechos similares en muchos otroslugares (es decir, el paso de lo particular a lo general) constituye unade las vías de conocimiento que ha permitido el progreso de las cien-cias, tanto puras como sociales. A su vez, la vía deductiva, es decir,el enunciado de una determinada ley o principio básico, formadopor un conjunto de relaciones lógicas de validez general, y, a partirde esa ley o principio, deducir lo que ocurrirá en muchos otros casosparticulares (paso de lo general a lo particular), es otra de las víasque nos permite conocer y prever innumerables comportamientosconcretos. Vía igualmente utilizada, de forma masiva, en el ámbitode las ciencias.

En nuestro caso, las diversas comisiones de investigación –lasdenominadas genéricamente “Comisiones de la Verdad”–, como lasde Argentina (1984), Chile (una en 1990 y otra en 2004), El Salvador(1993), Guatemala (una en 1998 y otra en 1999) y Perú (2003), nosrevelan una avalancha de hechos reales absolutamente verídicos(hechos particulares pero muy numerosos, pues se trata de muchosmiles de casos registrados y testificados), que, junto con otra serie dedatos reales aportados por otros organismos de absoluta seriedad(Amnistía Internacional y otras organizaciones defensoras de losderechos humanos), nos permiten extraer, de ese gran volumen deevidencias fácticas, una serie de conclusiones ineludibles, configu-rando con ellas un modelo de gran validez general (en nuestro caso,el modelo I-M). Ese modelo analítico, una vez elaborado, nos per-mitirá a su vez examinar, valorar, e incluso prever y poder modifi-car a priori un gran número de casos futuros, que se desarrollarán asu manera, para bien o para mal, dependiendo en gran medida deque se actúe de uno u otro modo, según los módulos positivos onegativos establecidos y previstos por ese “conjunto de relacioneslógicas de validez general” (como antes hemos llamado a esa ‘ley’, o‘principio’, o ‘modelo analítico’ de aplicación).

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¿Por qqué pprecisamente GGuatemala ccomo ccaso pparadigmático?

Incluso asumiendo la amplia generalidad del modelo, lo que síresulta razonable es preguntarse por qué, habiendo estudiado unaserie de conflictos, elegimos para este libro el caso de Guatemala yno otro de los –por desgracia abundantes– casos posibles. La res-puesta está clara. En primer lugar, porque dentro de los conflictosque en las últimas décadas han afectado a Ejércitos occidentales, elcaso de Guatemala, con sus ingredientes específicos, nos proporcio-na una nutrida casuística, es decir, una larga serie de ejemplos abso-lutamente descriptivos del tipo de comportamientos militares quequeremos estudiar y de las situaciones, excesos y defectos que aquípretendemos examinar y valorar.

En segundo lugar, porque –sorprendentemente– el caso deGuatemala, pese a su enorme importancia cualitativa y cuantitativa,permanece en gran medida desconocido para la opinión pública, o,como mínimo, incomparablemente menos conocido que –por ejem-plo– los casos de Chile y Argentina, cuya repercusión mediática enmateria de derechos humanos ha sido siempre mucho mayor, tantodurante sus respectivas dictaduras como en sus secuelas posterioreshasta el momento actual.

Pero volviendo al primero de los factores señalados, el caso deGuatemala resulta especialmente válido para la aplicación prácticade nuestro modelo de análisis, por la inmensa acumulación de ‘casosparticulares’ registrados, convergentes y coincidentes en señalar,con obstinada persistencia, una determinada realidad. Una realidadsuficientemente clara, constatada, comprobada y reconfirmadacomo para acabar configurando, a partir de ella, un sólido modelo degran validez general. Es decir, un fenómeno especialmente propiciopara pasar, en su estudio riguroso, de lo particular (inmensa profu-sión de casos particulares) a lo general (formulación de un modelode muy amplia generalidad, que en trabajos posteriores utilizaremosa fondo para analizar otros escenarios).

En efecto, dentro de la exposición de los hechos, el lector encon-trará en el Capítulo II la presentación casuística de los terribles dramas

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humanos y los atroces crímenes que se derivan de determinadoscomportamientos militares, tomando en esta ocasión como ejemploespecialmente descriptivo el de ese concreto país, Guatemala, cuyareciente historia nos permite ilustrar este tipo de comportamientoscon especial claridad. Para ello tomaremos y entraremos a fondo enel análisis de ese caso histórico, el guatemalteco, tan reciente comoparadigmático. A tal efecto, y disponiendo de un ingente soportedocumental, estudiaremos las actuaciones militares y las relacionesEjército-Sociedad en el largo conflicto interno padecido por lasociedad guatemalteca durante el período 1962-1996, y muyespecialmente durante el quinquenio negro de 1978-1983. De todasformas, inevitablemente, nuestro examen se referirá en algúnmomento a fechas anteriores a 1962, y también a fechas posterioresal acuerdo de paz de 1996, llegando ya en el Capítulo III hasta acon-tecimientos de los primeros años del siglo XXI (especialmente sobrelos juicios de los casos Gerardi y Mack).

En definitiva, la lectura de esos dos Capítulos II y III nos haráentrar crudamente, ineludiblemente, en la parte más dura de laobra: la presentación del genocidio perpetrado contra las poblacio-nes mayas, tan significativo como terrible. Caso que, aunque noshorrorizará en más de una ocasión, también nos permitirá dos cosas.Primera, abrirá los ojos de muchos a una gran verdad que todo elmundo debería conocer: las simas en las que pueden hundirse aque-llos ejércitos deficientemente formados en lo moral. Y segunda: nospermitirá después aplicar analíticamente cada uno de los principiosy conceptos básicos que integran nuestro modelo I-M, enfocados aunas realidades históricas y sociales tan concretas como crueles,pero situadas de lleno dentro de nuestro campo de investigación.

En definitiva, y con las salvedades que oportunamente señalare-mos (que hacen del conflicto de Guatemala un caso relativamenteespecial en algún aspecto, con algún ingrediente que no se da enotros lugares con la misma intensidad), las actuaciones de aquelEjército resultan, en muchos aspectos –profesionales, morales, doc-trinales, sociales e incluso internacionales, como veremos–, muyrepresentativas de no pocas conductas militares latinoamericanas de

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las últimas décadas. Todo ello, repetimos, sin perjuicio de reconocery señalar las diferencias específicas que resulte obligado registrar.

En cualquier caso, el estudio del conflicto guatemalteco, con suspropias circunstancias y factores concurrentes, examinado a la luzde los conceptos analíticos de nuestro modelo imperativo-moral,permitirá al lector comprender qué procesos degenerativos de lamoral militar están –o han estado– vigentes en no pocos Ejércitos denuestro tiempo –el de Guatemala no es en absoluto un caso único,aunque sí destacado–, y qué tipo de atrocidades pueden llegar acometerse cuando tales valores militares se deterioran hasta alcan-zar ciertas formas de degradación moral y profesional.

Queda, pues, para posteriores obras la publicación del estudio–que ya hemos efectuado– de otros dramáticos conflictos, geográfi-camente tan distantes entre sí como los de El Salvador y Bosnia, yde dictaduras tan contiguas en el tiempo y el espacio como las deChile y Argentina. Su temática y su gran interés reclamaban suinclusión en esta misma obra, pero su extensión lo ha hecho impo-sible, por lo que –como ya hemos dicho– quedan comprometidaspara posterior ocasión.

Finalmente, al examinar los hechos y comportamientos históri-cos aquí registrados, analizandolos a luz de nuestro modelo propues-to, ese análisis nos permitirá extraer una serie de conclusiones,incluyendo las referentes a la necesidad y a la forma concreta deintroducir profundos cambios en las mentes y conciencias de losmilitares profesionales, en aquellos Ejércitos caracterizados –comoes el caso de Guatemala– por un trágico historial en materia de dere-chos humanos y moral militar.

Dichos cambios necesarios quedarán particularmente explícitosen el Apéndice final, en el que reproducimos nuestro documento deRecomendaciones redactado en la CEH (Comisión deEsclarecimiento Histórico de la ONU sobre Guatemala), uno de losdocumentos que en su momento (agosto de 1998) redactamos perso-nalmente, dentro de nuestro trabajo en dicha Comisión. Dichodocumento enumera los cambios que, antes o después, tropezandocon más o menos resistencias, habrán de ser finalmente introduci-dos por la doble vía legislativa y educativa. Dos vías insoslayables,

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pero de diferente dificultad. La primera (renovación de leyes y códi-gos), que teóricamente resultaría factible en un período más bienbreve; y la segunda (renovación de las conciencias a través de su for-mación moral) que, incluso si fuera emprendida con decisión yfirme voluntad por las autoridades civiles y militares guatemaltecas,resultaría incomparablemente más larga, problemática y difícil decumplir que la anterior. No es ningún secreto que cambiar las con-ciencias resulta, siempre y en cualquier parte, mucho más difícil quemodificar las leyes.

En este punto, Guatemala tropieza con el mismo obstáculo–particularmente grave, en su caso– que ya hemos conocido en otrasserie de países, en el transcurso de los procesos de transición yconsolidación democrática que no pocas sociedades han de atrave-sar, y que, en muchos casos, están atravesando desde años atrás. Setrata del factor entorpecedor derivado de los propios excesos come-tidos, excesos que, a posteriori, motivan en los militares que partici-paron en ellos una actitud fuertemente reacia a los cambios, queellos perciben como claramente amenazadores para su posición. Deahí sus esfuerzos inmovilistas, tendentes a mantener intacto –entreotras cosas– el blindaje de su impunidad frente a toda posibilidad dejuicio y castigo por dichos excesos anteriores. Excesos, como vere-mos, derivados de una deficiente formación moral y de un agudoproceso degenerativo, ambos en ese campo decisivo que es la moralmilitar, en su vertiente humana, profesional y social.

Consideramos, en definitiva, que el proceso vivido porGuatemala en las últimas décadas en cuanto a relaciones civiles-militares –prácticamente en el último medio siglo, desde el golpe deEstado de 1954–, resulta especialmente ilustrativo, pese a algunas desus peculiaridades, del tipo de procesos sociológicos y morales quevan a ocuparnos en esta y otras obras, y que nuestro modelo I-Mpermite estudiar con el debido rigor.

En cuanto a los cambios propuestos, éstos siguen resultandoineludibles, con toda independencia de su mayor o menor dificultad,y del mayor o menor tiempo que se necesite para su implantación. Setrata de cambios imprescindibles en el campo de los valores milita-res fundamentales y de la formación castrense recibida, a la luz de los

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principios básicos de una moderna moral militar, que tiene en losderechos humanos y en el derecho internacional humanitario bélicola base fundamental de aquellos límites que el militar nunca deberebasar. Principios apoyados en la cruda evidencia de la investiga-ción empírica, en los datos históricos acumulados en las últimas déca-das en diversos países y Ejércitos, y en las valiosas aportaciones de lamoderna Sociología Militar.

Se trata, en definitiva, de establecer unos valores y principioscuyo objetivo no es otro que la formación de unos militares dotadosde una suficiente solidez moral, humana y profesional. Solidez moralque, incluso dentro de la inevitable y terrible crueldad de la guerra,haga imposible que determinados horrores, irrefutablemente consta-tados en numerosos conflictos –y de forma especial en Guatemala–,lleguen a ser perpetrados por unos militares profesionales eficaz-mente vacunados contra esas conductas criminales, por haber incor-porado firmemente a sus convicciones este conjunto de principios,de carácter fundamentalmente moral y social.

Y, en el peor de los casos –habida cuenta de las flaquezas de la con-dición humana–, si a pesar de todo llegaran a producirse excesos, unaformación militar sólidamente basada en estos principios podrá conse-guir, en la inmensa mayoría de los casos, que tales excesos rebajen superfil y queden reducidos a su mínima expresión posible, evitando almenos los crímenes de más abominable y abyecta gravedad.

Agradecimientos

A la Comisión de Esclarecimiento Histórico de la ONU sobreGuatemala, a la que nos honramos en pertenecer como consultor in-ternacional durante cuatro meses inolvidables, y en la que tuvimosconocimiento y plena evidencia de los más atroces hechos violatoriosde derechos humanos jamás conocidos en Guatemala y en AméricaLatina en su totalidad.

A la División de Derechos Humanos de ONUSAL (Misión de laONU en El Salvador), en la que también tuvimos el honor de trabajardurante veinte meses como responsable del área militar de dicha

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División, en la que obtuvimos impagables conocimientos sobre loscomportamientos militares en Centroamérica.

Nuestro reconocimiento, igualmente, al Alto Comisionado deNaciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) deGinebra, por contar en su día con nuestra doble aportación comoasesor y como profesor para sus cursos dirigidos a militarescentroamericanos, encomendándonos en ellos la materia "LosDerechos Humanos en la Moral Militar actual", tan similar al temacentral de la presente obra. Experiencia siempre enriquecedora, porrealizarse, una vez más, en directo contacto con los protagonistas delfenómeno que se trata de estudiar y corregir.

A la ODHAG (Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado deGuatemala), por su admirable, valeroso e incontestable informeREMHI (Proyecto para la Recuperación de la Memoria Histórica),impulsado y dirigido por el obispo monseñor Juan Gerardi, asesina-do dos días después de presentar el informe en cuestión. Gratitudobligada a quien, al frente de sus equipos de investigadores, fuecapaz de conseguir el milagro de que miles de testigos y supervi-vientes de las masacres perpetradas contra la población civil guate-malteca, que durante tantos años permanecieron enmudecidos yparalizados por el terror, asumieran el riesgo de hablar de lo que vie-ron y sufrieron bajo aquella implacable represión. Quede, pues, enestas páginas obligada constancia de nuestro agradecimiento haciauna personalidad que, al margen de su jerarquía eclesiástica, y aun-que sólo fuera en su calidad de investigador e indomable defensor delos derechos humanos (lo que le valió en su día persecución y exilio,y finalmente la muerte), se hizo acreedor de nuestro respeto yreconocimiento, y a quien, por encima de las bajezas y calumniasque le han perseguido incluso después de su desaparición, rendimosel homenaje de afecto y admiración que en justicia le corresponde,como uno de los más heroicos defensores de la verdad y de los dere-chos humanos que América Latina ha aportado a la humanidad.Homenaje que unimos al merecido por la figura de monseñor OscarArnulfo Romero, arzobispo de El Salvador, igualmente asesinado en1980 por su defensa de la misma causa: la de los más débiles y opri-midos por las injustas estructuras sociales de América Central.

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En el campo académico, nuestro agradecimiento a aquéllos que,además de favorecernos con su amistad personal, nos enriquecieroncon sus conocimientos a través de sus escritos, sus desarrollos teóri-cos y su propia investigación. Entre ellos, los profesores CharlesMoskos (Northwestern University de Chicago), Juan J. Linz (YaleUniversity), Richard Millet (Southern Illinois University), StephenCimbala (Pennsylvania State University), Jorge Tapia Valdés(Universidad de Chile), Ernesto López Meyer (UniversidadNacional de Quilmes-Buenos Aires), José Enrique Miguens(Universidad de Buenos Aires) y Edelberto Torres-Rivas (FacultadLatinoamericana de Ciencias Sociales, en Costa Rica). A otros inves-tigadores a quienes nunca conocimos personalmente, como SidneyAxinn (Philadelphia Univ.), Herbert Kelman (Harvard Univ.) y LeeHamilton (Maryland Univ.), por haber profundizado en sus obras,con admirable honestidad, en el arduo terreno de la obedienciadebida e indebida, dentro de los ámbitos más complejos de la moralmilitar y policial.

Y, terminando por nuestro ámbito profesional, nuestra especialgratitud a aquellos militares españoles de la generación que nos pre-cedió –pocos y concretos– que no sólo fueron nuestros jefes sino,mucho más aún, nuestros maestros en materia de moral militardemocrática: Juan Cano Hevia, Miguel Iñiguez, y los recientementedesaparecidos José Gabeiras y Luis Pinilla. Así como, en lugar desta-cado, aquél que cargó sobre sus hombros las más pesadas, difíciles ymuchas veces amargas responsabilidades militares en nuestra tran-sición: el ya fallecido pero inolvidable capitán general ManuelGutiérrez Mellado. Ejemplar jefe y maestro intachable, con el que lademocracia española tiene contraída una inmensa deuda de grati-tud, que las generaciones más jóvenes difícilmente pueden hoyconocer y valorar. Inevitablemente, siempre son pocas las personasa las que, dentro del propio ámbito estamental, podemos reconoceresa categoría de maestros, mucho más alta que la de jefes. Nuestroafecto y gratitud a aquéllos a quienes debemos buena parte de lo quesomos.

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