filosofía de la liberación

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Filosofía de la liberación: El ser humano como problema En el proceso de recuperación del pasado iberoamericano, Zea reafirma la percepción que los líderes de la independencia política habían ya expresado a comienzos del siglo XIX. Europa, España, para imponer y mantener su dominación colonial había impuesto un orden político, un orden social y un orden mental, que conformaba a la población en las colonias con los deseos de la metrópoli. Pero al problematizar las estructuras que hicieron posible el orden colonial, Zea encuentra otras expresiones de dominación que poco a poco colocan en su centro al ser humano como problema. Zea coincide con los intelectuales de la independencia en que antes de poder transformar el orden político o social, es necesario "transformar a sus hombres"; pero Zea, y en esto su partir radical y la proyección fecunda que impone su pensamiento, no nos habla sólo del "hombre iberoamericano," sino también —y especialmente— de la expresión de humanidad que hacía posible al colonizador. Zea confronta desde estos presupuestos el pensamiento europeo en El Occidente y la conciencia de México (1953). El libro está dedicado a Arnold Toynbee y se inicia con un extenso epígrafe de su obra clave (Estudio de la historia, 1934-1954). La cita de Toynbee, de un europeo, resume con precisión la problemática que Zea había ya identificado; el texto de Toynbee comienza con las siguientes palabras: "Cuando nosotros los occidentales llamamos a ciertas gentes ‘indígenas’ borramos implícitamente el color cultural de nuestras percepciones de ellos. Son para nosotros algo así como árboles que caminan, o como animales selváticos que infestaran el país en el que

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Filosofa de la liberacin:El ser humano como problemaEn el proceso de recuperacin del pasado iberoamericano, Zea reafirma la percepcin que los lderes de la independencia poltica haban ya expresado a comienzos del siglo XIX. Europa, Espaa, para imponer y mantener su dominacin colonial haba impuesto un orden poltico, un orden social y un orden mental, que conformaba a la poblacin en las colonias con los deseos de la metrpoli. Pero al problematizar las estructuras que hicieron posible el orden colonial, Zea encuentra otras expresiones de dominacin que poco a poco colocan en su centro al ser humano como problema. Zea coincide con los intelectuales de la independencia en que antes de poder transformar el orden poltico o social, es necesario "transformar a sus hombres"; pero Zea, y en esto su partir radical y la proyeccin fecunda que impone su pensamiento, no nos habla slo del "hombre iberoamericano," sino tambin y especialmente de la expresin de humanidad que haca posible al colonizador.Zea confronta desde estos presupuestos el pensamiento europeo enEl Occidente y la conciencia de Mxico(1953). El libro est dedicado a Arnold Toynbee y se inicia con un extenso epgrafe de su obra clave (Estudio de la historia, 1934-1954). La cita de Toynbee, de un europeo, resume con precisin la problemtica que Zea haba ya identificado; el texto de Toynbee comienza con las siguientes palabras: "Cuando nosotros los occidentales llamamos a ciertas gentes indgenas borramos implcitamente el color cultural de nuestras percepciones de ellos. Son para nosotros algo as como rboles que caminan, o como animales selvticos que infestaran el pas en el que nos ha tocado toparnos con ellos. De hecho los vemos como parte de la flora y fauna local, y no como hombres con pasiones parejas a las nuestras." El discurso filosfico de Zea surge, pues, paralelo y en dilogo con la deconstruccin que el europeo empieza a hacer de su propio pasado. Zea confronta el modelo de humanidad que acompaa el desarrollo de Occidente, y en ello fundamenta su filosofa de la liberacin.1. Una libertad cimentada en la dominacinDe acuerdo con sus principios epistemolgicos, Zea se aproxima al concepto de humanidad profundizando en su contexto mexicano e iberoamericano. Pero se mantiene, como hemos ya dicho, dentro del marco referencial occidental. Y en la polmica Seplveda/Las Casas, encuentra la primera formulacin de la problemtica en el contexto iberoamericano. Mas lo que en la Espaa del siglo XVI se formula dentro del orbe cristiano, se transforma pronto, nos dice Zea, en una discriminacin planetaria (Texto 23). Tal es la apora que presenta el pensamiento occidental: ha sido una filosofa de la liberacin, pero que ha necesitado para exteriorizarse una cultura de la dominacin (Texto 24).La problemtica, pues, surge del contexto iberoamericano, pero una vez identificada, problematiza igualmente la legitimidad del mismo discurso occidental que la hace posible. Zea descubre adems que del mismo modo que la crisis europea de los aos cuarenta propici la interiorizacin en lo iberoamericano, tambin motivo la autoreflexin en el europeo. En Toynbee, en Sartre, entre otros filsofos europeos, encuentra un pensamiento afn. El hombre de occidente, nos dice ahora Zea, toma igualmente conciencia de las limitaciones de sus puntos de vista, y se ve en la necesidad, por primera vez en su historia, de justificarse: "La filosofa occidental tropieza con el hombre, y al reconocerlo reconoce tambin su humanidad" (La filosofa americana como filosofa sin ms, p. 115).Se experimenta ahora, cree Zea, una subversin. La problemtica del "otro," del no occidental, se impone desde la postguerra con fuerza dominante: el occidental ya no puede pronunciar la humanidad encerrado en su imagen, tiene que contar con la dimensin de humanidad que aportan los pueblos hasta entonces marginados. Pero para ello se hace primero necesario problematizar el modelo que se haba seguido: haba que superar el concepto de libertad que se cimentaba en la dominacin (Texto 25).2. Libertad y justiciaEl ser humano como problema surge, pues, como preocupacin dominante en el discurso filosfico de Zea. Y con ello articulaba lo que en 1942 era slo un proyecto: estaba formulando un pensamiento iberoamericanista con repercusin global. La originalidad de su pensamiento provena y se mantena por surgir enraizado en la circunstancia iberoamericana, por permanecer en constante dilogo con un referente humano concreto, por preferir, en fin, la contextualizacin intercultural a la abstraccin terica. Es as como puede problematizar el antagonismo con que se proyectaban las propuestas de libertad y justicia a partir de la dcada de los cuarenta. Tanto en la dimensin poltica como en la socio-econmica y cultural, se peda entonces a los pueblos del mundo escoger entre una u otra forma de estructurar su quehacer. En ambos bandos, sealar Zea ya en 1952 enLa filosofa como compromiso, se olvida al ser humano concreto a cambio de valores que se mantienen "en el campo puro de la abstraccin mientras se realizan" (Texto 26). Precisamente desde los pueblos que haban sido considerados subdesarrollados, perifricos, surge una conciencia, nos dice Zea, de que "la libertad sin igualdad es imposible, que ningn hombre o pueblo es libre si antes no es reconocido como igual a otros hombres y pueblos" (Texto 27). La cada del bloque comunista no aporta, insiste Zea, el triunfo de una de las opciones, nicamente coloca una nota de apremio a la necesidad de asumir ambas para superarlas en un proceso dialctico. Y en su libro de 1988,Discurso desde la marginacin y la barbarie, establece un marco para una teora de la comunicacin dentro del proceso dialgico de un discurso antrpico.3. Transcendencia global de la problemtica iberoamericanaZea coloca el contexto iberoamericano en posicin pivotal. De una problemtica particular, cmo ordenar la convivencia del iberoamericano, puede surgir al resolverse, nos dice, una "solucin parcialmente generalizada a toda la Humanidad" ("Autopercepcin intelectual de un proceso histrico," p. 21). El iberoamericano, de puertas para afuera, se encuentra en una situacin de dependencia donde las deudas externas de los pases se acumulan y pasan de generacin en generacin, de modo semejante a como suceda en la estructura latifundista a travs de la "tienda de raya," donde el terrateniente controlaba los productos y los precios, y las deudas pasaban de padres a hijos.La estructura interna iberoamericana, denunciaba Zea en 1952 enLa filosofa como compromiso, sigue igualmente estructuras de opresin que necesitan ser confrontadas: "Aun tenemos el problema indgena y con l un tipo de explotacin primitivo en comparacin con el realizado por la burguesa sobre el proletariado [. . .] Al lado de los grandes capitanes de empresa del imperialismo mundial y los pequeos de nuestras burguesas coloniales, se encuentran nuestros tpicos dictadores: caudillos, caciques y hombres fuertes" (p. 35).Este dar y negar humanidad que marca tambin la estructura interna iberoamericana pone igualmente en entredicho su propia humanidad. Y esta es la posicin pivotal a que nos referamos antes y que Zea confronta y asume: "En Latinoamrica se plantea no slo la relacin que en esa historia guarda con el mundo occidental, sino tambin la relacin que guarda consigo misma. En algunos lugares del continente el criollismo guarda una relacin [. . .] que se asemeja a la del hombre occidental con el no occidental. La relacin que guarda el criollo, el que se siente heredero del metropolitano, con el indgena" (La filosofa americana como filosofa sin ms, p. 115). Al confrontar la problemtica iberoamericana a travs de un discurso liberador, Zea, como Gustavo Gutirrez en el discurso teolgico y Paulo Freire en el pedaggico, transciende su circunstancia y repercute en el proceso problematizador del discurso occidental.4. Conciencia de la humanidad: reconocer y exigir reconocimientoLa afiliacin occidental de Zea es fundamental para comprender la aplicacin de su filosofa de la historia a la recuperacin del pasado iberoamericano. La aproximacin historicista de Zea parte de una realidad presente en la que interesa muy poco lo que Iberoamricahubiera podido ser. El pasado importa, como sealamos al comienzo, no como pasado sino como factor en el presente. Y para Zea es un hecho que los valores de la cultura occidental se proyectan globalmente en el siglo XX. Amrica fue la primera en confrontar y asumir dichos valores, y lo hizo de tal modo, que en el ltimo tercio del siglo XX es la expresin estadounidense la que con ms vigor se impone en el mundo. No son pues los valores occidentales los que problematiza Zea, sino la apropiacin de los mismos que asume Europa y hoy da tambin Estados Unidos. El discurso iberoamericanista de Zea coincide ahora y de ah su repercusin global con la aceptacin de los valores occidentales en las otras partes marginadas del mundo; pero igualmente coincide con la toma de conciencia de la estructura opresora con que occidente enarbola y niega a la vez sus valores (Texto 28yTexto 29). Es decir, Zea plantea su problematizacin de la cultura occidental en la forma de una lucha dialctica entre el reconocer y exigir reconocimiento.5. Filosofa de la liberacinUna vez que se ha identificado el crculo opresor que se constitua al basar la liberacin en nuevas formas de dominacin, Zea puede ahora articular los objetivos de un discurso liberador. El primer paso es el de superar el modelo de trascendencia tradicional de la filosofa. La universalizacin no se va a conseguir en el discurso liberador a travs de la imposicin del propio centro; se universaliza al hacer del referente humano el centro de la reflexin: "No podemos ya hablar de una filosofa americana a la manera como ayer los filsofos europeos hablaban de una filosofa universal... francesa, inglesa o alemana. Esto es, no se trata ya de formar nuevos estancos con la doble pretensin de originalidad y universalidad. No se trata de hacer otra filosofa que, al igual que otras en el pasado, haga de sus problemas y soluciones los nicos problemas y soluciones del hombre, de todos los hombres. Esto es, no se trata de elevar al hombre de Amrica y sus experiencias a la categora de paradigma de lo humano" (La esencia de lo americano, p. 52).Precisamente el discurso liberador parte de la toma de conciencia de que no puede ser ni dominador ni dominado. Se necesita, nos dice Zea, partir de un principio dialgico que se reconozca en la diferencia. Es decir, ante la diferencia no se sigue la negacin punto de arranque distintivo de la filosofa tradicional, sino un concepto de lo humano que reconoce lo diferente como la esencialidad misma de lo humano (Texto 30). La posicin de Zea es radical al establecer la igualdad en la diferencia. Es tambin una superacin del dilema posmoderno que al descubrir la diferencia se pierde en ella incapaz de articular un discurso dialgico. Zea hace de la diferencia el punto de partida que le permite identificarse como ser humano: "Ningn hombre es igual a otro y este ser distinto es precisamente lo que lo hace igual a otro, ya que como l posee su propia e indiscutible personalidad" ("Autopercepcin intelectual de un proceso histrico," p. 19).La filosofa iberoamericana como filosofa sin msZea problematiza el concepto de "original" en filosofa, y establece un deslinde entre la "problemtica" que se considera y el "instrumental" que se utiliza; ello le sirve de primer paso para asentar los parmetros de una reflexin iberoamericanista. Pero en su formulacin programtica inicial, Zea no considera la interdependencia que existe entre el instrumental, presupuestos epistemolgicos, y la problemtica para la cual se ha concebido. Con ello, al comienzo, se dificult el dilogo al orientarse la reflexin en torno a posiciones controvertibles, muchas de las cuales se formularon, como veremos luego, con el objetivo explcito de articularse a travs de un discurso polmico. En cualquier caso, la pregunta misma se instala como un tema ya iberoamericano que, nos dice Zea, "preocupa no slo a unos cuantos hombres de nuestro Continente, sino al hombre americano en general. Este tema es el de la posibilidad o imposibilidad de una Cultura Americana, y como aspecto parcial del mismo, el de la posibilidad o imposibilidad de una filosofa Americana" (Texto 4).Zea confronta lo que l denomina la "Amrica europea" que mantiene oculta a la "Amrica real." Y es precisamente la Amrica europea la que causa el desajuste y cuya realidad debe ser problematizada para poder ser asumida y, con ello, superada. Amrica, afirmar Zea, "fue presentada como Idea de lo que Europa deba de ser. Amrica fue la Utopa de Europa. El mundo ideal conforme al cual deba rehacerse el viejo mundo de Occidente" (1942, p. 40). Luego, cuando la realidad no da la medida del ideal, surge el concepto de inferioridad. La problematizacin que propone Zea apunta en dos direcciones complementarias: a) una, mediante un proceso de negacin, deconstruir el concepto de Amrica que ha forjado el europeo, para que reconozca a la Amrica real como entidad diferente a Europa; y b) otra, a travs de un camino asuntivo de la Amrica europea, para superar su conceptuacin y afirmar la realidad de una Amrica hasta entonces ignorada por no haberse querido reconocer su discurso.La reflexin que inicia Zea en su ensayo programtico de 1942, "En torno a una filosofa americana," ser el germen de los libros claves que jalonan esta primera etapa de su pensamiento Conciencia y posibilidad del mexicano(1952),Amrica como conciencia(1953),Amrica Latina y el mundo(1960),La filosofa americana como filosofa sin ms(1969), en ellos se encuentra tambin el desarrollo del pensamiento filosfico que caracterizar a la generacin iberoamericana que emerge a principios de la dcada de los aos cuarenta.1. Un concepto de filosofaZea parte, pues, del historicismo para lanzar su interrogante sobre la existencia de una cultura, un pensamiento, una filosofa iberoamericana (Texto 2). Se aproxima a los pensadores iberoamericanos a travs de presupuestos historicistas y comienza a recuperar reflexiones originales donde antes pareca que slo imitaban. El pensamiento de Zea se inscribe, en este sentido, dentro de la tradicin occidental; y su pregunta, que coincide con las primeras formulaciones de un pensamiento feminista (Simone de Beauvoir,El segundo sexo, 1949), anticipa y en cierto modo provoca el proceso deconstructivo que a partir de la dcada de los sesenta va a caracterizar el pensamiento posmoderno. Zea parte de que "la experiencia de lo humano no puede quedar agotada en las experiencias del hombre europeo. Existen otras experiencias y otros puntos de partida para llegar al hombre. Existen otras formas de captacin de lo humano" (Conciencia y posibilidad del mexicano, p. 22).Su planteamiento era radical. Zea postula la filosofa como verdad histrica. Problematiza y contextualiza as la pretensin de la filosofa europea de expresar un discursoMagistral; es decir, de ser el modelo del discurso filosfico. El ser humano es ante todo para Zea un ente histrico; su esencia est en el cambio; y la filosofa, como producto humano de reflexin y dilogo, participa igualmente en esta caracterstica esencial de lo humano.En su comienzo muy prximo al pensamiento de Gaos, Zea ve la relacin de la filosofa con la historia ntimamente ligada al problema de la verdad. Segn sea el concepto que se tenga de la verdad, as ser tambin la relacin que se establezca entre la filosofa y la historia. Si la verdad se concibe como algo intemporal y transcendente, su relacin con la historia ser, nos dice Zea, puramente accidental. Se tratar, entonces, de imponer la "verdad" de la filosofa con independencia de cualquier realidad histrica. Por el contrario, aade Zea, "si la idea que se tiene sobre la verdad es la de que sta es de carcter circunstancial, las verdades de la filosofa estarn ligadas entonces a un determinado espacio y tiempo. Las verdades sern circunstanciales" (El positivismo en Mxico, p. 22). Siguiendo este proceso, Zea liga el nivel abstracto de las ideas con la concrecin histrica, es decir, con las dems expresiones de la cultura en que han surgido. El pensamiento de Zea emerge, pues, desde sus primeros escritos en dimensin interdisciplinaria.Formulado de este modo el concepto de la verdad, el pensamiento de Zea va ms all de la legitimacin de un proceso de reflexin. Zea acenta la ineludible necesidad de contextualizar el discurso filosfico. Si se quiere entender una filosofa, nos dice en 1942 enEl positivismo en Mxico, es necesario preguntarse por ese fondo del cual es expresin conceptual; pues lo que importa no son las concepciones filosficas, sino el porqu de stas. Y este "porqu," nos dice Zea, se encuentra en la historia. En consonancia con dicho concepto de filosofa, Zea dedica, como sealamos ya, dos volmenes al estudio de la expresin mexicana del positivismo. Lo que en definitiva le interesa a Zea no son las ideas, los filosofemas, sino los seres humanos autores de dichas ideas; pues, para Zea, "la interpretacin de las ideas filosficas es la va de acceso para interpretar al hombre" (El positivismo, p. 24). Asienta as las bases de una recuperacin del pasado que al mismo tiempo va a descubrir una problemtica propiamente iberoamericana, que a su vez, en la dcada de los sesenta, dar lugar a lo que hoy conocemos como filosofa de la liberacin.En una expresin primera, afirma Zea, el preocuparse por la obra de los pensadores iberoamericanos es ya hacer filosofa iberoamericana, pues las ideas no se encuentran al margen de los hechos: son su ms legtima expresin (Texto 8). Ante todo, reitera Zea con frecuencia en sus escritos de las dcadas de los cuarenta y de los cincuenta, el filsofo iberoamericano no debe preocuparse por la universalidad o limitacin de sus soluciones, tampoco por la eternidad o temporalidad de las mismas. Debe preocuparse porque sus soluciones sean autnticas soluciones. En el concepto de filosofa de Zea la universalidad esta en relacin directa con su autenticidad. En trminos esquemticos se podra decir que al revaluar lo propio, se recupera y se asume un pasado, y ms importante todava, se toma conciencia de una problemtica; dicha problemtica, a su vez, se impone como objeto legtimo de una reflexin filosfica autntica cuyo referente es doble: por una parte el ser del iberoamericano, por otra parte, una expresin concreta del ser humano. Precisamente desde este ltimo presupuesto, el iberoamericano va a formular, a partir de la dcada de los sesenta un discurso filosfico que deconstruye y problematiza el discurso filosfico europeo.La obra de Zea ejemplifica su concepto de filosofa, pues se formula en ntimo dilogo con su circunstancia y siempre de acuerdo a dos notas distintivas: su carcter dialgico y su constante problematizar los presupuestos de todo discurso opresor. Rechaza por ello tanto el discurso que se formula como filosofa del "subdesarrollo," como el discurso "Magistral" que se erige como centro. Ambos discursos se presentan como modelos (Texto 9). Y Zea rechaza toda imposicin "logocentrista" cualquiera que sea el ndice de sta (Texto 10). Zea, por supuesto, no rechaza la posibilidad de implicaciones universales del pensamiento. Al contrario, ve en el proceso de globalizacin actual la necesidad de un discurso filosfico con validez igualmente global. Segn se globaliza la problemtica, las soluciones que se encuentren a dicha problemtica sern tambin soluciones de repercusin global. Pero sern soluciones enraizadas en una toma de conciencia de la ineludible interculturalidad de las relaciones humanas y, por tanto, fundamentadas en la necesidad de substituir las relaciones verticales de opresin por otras horizontales de dilogo, de colaboracin (Texto 11).2. Una filosofa de las circunstanciasConviene reiterar de nuevo que el discurso filosfico de Zea busca transcender su circunstancia profundizando en sus ltimas consecuencias. Sigue, por tanto, un camino inverso al que nos tena acostumbrados el pensamiento europeo. Desde sus orgenes griegos, el pensamiento occidental ha buscado con predileccin un significar universal eliminando la referencia explcita a la problemtica circunstancial que en un principio lo haca posible. Dentro de este contexto filosfico europeo, la historia iberoamericana se presentaba como la historia de fracasados intentos de solucionar sus problemas con las mismas reflexiones filosficas con las que el europeo solucionaba los suyos. Se haba llegado as a creer en la incapacidad del iberoamericano y a afirmar, como lo hace el venezolano Carlos Rangel, todava en 1976, que "lo ms certero, veraz y general que se pueda decir sobre Latinoamrica es quehasta hoy ha sido un fracaso" (Del buen salvaje al buen revolucionario, p. 21). Esto da lugar a hablar del "pecado original de Amrica" (H. A. Murena, 1965), o sea, del americano como un ser expulsado de una tierra espiritualizada que es Europa; o a afirmar que el iberoamericano es un "reiteradono-ser-siempre-todava" (E. Mayz Vallenilla, 1969). El pensamiento de Zea dialoga con este contexto, que l interpreta desde una perspectiva iberoamericana. Su posicin puede resumirse con las siguientes palabras deAmrica como conciencia(1953): "El origen de nuestros males est en el hecho de querer ignorar nuestras circunstancias, nuestro ser americanos. Nos hemos empeado, errneamente, en ser europeos cien por ciento. Nuestro fracaso nos ha hecho sentirnos inferiores, despreciando lo nuestro por considerarlo causa del fracaso" (p. 60).Zea propone que el iberoamericano deje de ejercer la filosofa como oficio el filosofar como fin; filosofar sobre las reflexiones europeas, para enfocar el filosofar como tarea buscar soluciones a la problemtica que su circunstancia le impone. Desde su estudio programtico de 1942, "En torno a una filosofa americana," Zea seala que "nuestra posible filosofa debe tratar de resolver los problemas que nuestra circunstancia nos plantea" (p. 44). Parte de la circunstancia americana es su pasado, pues la historia configura y perfila al ser humano. Su recuperacin ser ya en s misma parte de un discurso filosfico iberoamericano. Zea evoca a Gaos cuando afirma categricamente enLa filosofa en Mxico(1955), que "americana ser la filosofa que americanos, es decir, hombres en medio de la circunstancia americana, arraigados en ella, hagan sobre su circunstancia, hagan sobre Amrica" (p. 205).En 1952, enConciencia y posibilidad del mexicano, Zea elabora ms este proceso de buscar la universalidad a travs de la propia circunstancia. Los mexicanos, nos dice, "nos sabemos, como todos los pueblos de esta Amrica, poseedores de una serie de experiencias humanas originales cuyo anlisis podra ir formando los perfiles de un aspecto de lo humano que, posiblemente, no ha sido todava captado por filosofa alguna" (p. 22). Lo mexicano surge as no como una meta, sino como un medio para captar al ser humano. El discurso filosfico de Zea sobre lo mexicano, contaba adems con un precedente notorio. Me refiero a la pintura muralista, que a travs de Rivera, Orozco y Siqueros, principalmente, haba articulado ya un discurso mexicano que transcenda por primera vez sus fronteras geogrficas. La pintura muralista, como propone ahora Zea para el discurso filosfico, se articula en dilogo con su circunstancia, y la transciende profundizando en ella. En la circunstancia mexicana precolombina y colonial no busca el pintor muralista lo folclrico sino el referente humano. Al recuperar el pasado, recupera la dignidad humana, y al plasmarlo en el contexto de su presente, articula tambin una dimensin, como dira luego Zea, indita del ser humano, que como tal transciende en sentido universal.La misma circunstancia establece ahora la "tarea" del filsofo iberoamericano. Los iberoamericanos, seala Zea en 1953, enAmrica como conciencia, "debemos empearnos en dar soluciones anuestrosproblemas en forma semejante a como los filsofos clsicos se ha empeado en dar solucin a los problemas que su mundo les fue planteando" (p. 15). Gran parte de la obra de Zea durante las dcadas de los cuarenta y cincuenta, as como sus trabajos de coordinacin y difusin estn encaminados a la recuperacin iberoamericana de su circunstancia (Texto 12). Zea haca depender de esta recuperacin, con acierto segn result despus, la identificacin y toma de conciencia de una problemtica propia.La filosofa de las circunstancias que propone Zea en esta primera etapa es, por tanto, un modo original de aproximarse al referente humano; las circunstancias no importan tanto en cuanto americanas, sino en cuanto comprometen a un ser humano viviendo en Amrica (Texto 13). Zea insiste que el hombre se encuentra siempre situado en una determinada circunstancia y que sta se presenta igualmente como problema; en ltimo trmino, el discurso filosfico trata de resolver los problemas de "la circunstancia llamada humanidad." As, en 1953, con una reflexin que definir despus a la filosofa de la liberacin, Zea seala enAmrica como conciencia, que "la filosofa no se justifica por lo local de sus resultados, sino por la amplitud de sus anhelos. [Y] una filosofa americana no se justificar como tal por lo americano, sino por la amplitud del intento de sus soluciones" (p. 45).Zea no desliga completamente la circunstancia iberoamericana de la europea; al contrario, siente a Iberoamrica como extensin de la cultura occidental y en este sentido con un papel pivotal en una proyeccin global de la cultura occidental. Por otra parte, la crisis de los valores europeos, que pareca culminar en el conflicto blico de la Segunda Guerra Mundial, no se deba, segn Zea, a los valores mismos, sino al modo como stos se articulaban. El occidental pareca basar su liberacin en la opresin de los dems pueblos. Y sta es precisamente, como veremos ms adelante, la problemtica fundamental que surge de la recuperacin del pasado iberoamericano: desde su primer contacto con el europeo, el americano tuvo que justificar su humanidad la polmica Las Casas-Seplveda; y de esta toma de conciencia surge igualmente una primera problematizacin del discurso filosfico occidental (Texto 14).La formulacin inicial de Zea de un discurso filosfico iberoamericanista, adquiere precisin y madurez, sobre todo a partir de la dcada de los cincuenta, a travs de una prolongada polmica de dimensin continental (en ella participaron tanto filsofos estadounidenses como iberoamericanos). Pero antes de continuar con el curso y repercusin de la polmica, conviene puntualizar aqu, en breves apartados, el sentido del pensamiento antropolgico de Zea y su concepto de una filosofa de la historia.3. Nueva dimensin del pensamiento antropolgicoEl discurso filosfico de Zea es esencialmente un discurso antropolgico: El hombre como preocupacin. Y su reflexin, al igual que el ttulo de una de sus obras ms recientes, es unFilosofar a la altura del hombre(1993). No vamos, por tanto, a exponer aqu la gnesis de su pensamiento antropolgico, pues se es, en definitiva, el propsito global de este libro, baste slo con precisar el sentido de su aproximacin antropolgica. Su pensamiento asume la filosofa antropolgica, especialmente de Max Scheler, pero a Zea no le interesa el hombre como individuo, sino el hombre como ser social en un contexto ineludiblemente histrico. Si desde una perspectiva terica Nietzsche parte de que el hombre es algo que debe ser superado, Zea , desde la praxis histrica, propone que el hombre sea asumido. El hombre nuevo de Zea no se plantea el dilema de destruir para crear, sino que parte de un dilogo antrpico: problematizar para asumir. Por ello, como hemos ya apuntado y desarrollaremos en los captulos siguientes, el discurso antropolgico de Zea es inseparable del axiolgico: ve al hombre contextualizado en un proceso insoslayablemente intercultural. De ah su constante problematizar la praxis que el europeo hace de su discurso terico antropolgico; as la deconstruccin que Zea elabora del concepto de "humanidad" que el europeo tiene de s mismo, para sealar cmo en la praxis se fundamenta en la discriminacin de otros pueblos.4. Una filosofa de la historiaLa filosofa antropolgica de Zea se fundamenta en una filosofa de la historia que supera los debates acadmicos entre las denominadas filosofas de la historia formales (Rickert, Collingwood) y las filosofas de la historia materiales (Hegel, Spengler, Toynbee). Zea considera ambas expresiones como partes inseparables de un mismo proceso. As, cuando Collingwood habla de la reactualizacin del pasado como nico modo de entenderlo, Zea propone que se haga a travs de un mtodo asuntivo, que al mismo tiempo que lo reactualiza lo asume y por tanto lo supera. Se trata, en la obra de Zea, de una recuperacin histrica en cuanto proyeccin al futuro a travs de una toma de conciencia del presente. El sentido de unidad de las expresiones formales y materiales de la filosofa de la historia que le da Zea, surge de la misma contextualizacin iberoamericana que descubre que los filosofemas, cuyo origen es invariablemente europeo, no importan tanto como el porqu de su adopcin y adaptacin.Zea deconstruye las pretensiones de transcendencia universal que caracterizan las historias de la filosofa europeas Hegel, Marx, etc. para desenmascarar su provincialismo eurocentrista. Es decir, los acontecimientos histricos adquieren significado en cuanto pensamiento en un contexto historicista; de ah el nfasis de Zea en la Historia de las Ideas y el rechazo de la simplificacin arqueolgica a que puede llevar la "reactualizacin del pasado" o la imposicin de un factor como substrato que permita pronunciar, con implicaciones universales, el sentido del proceso histrico.A travs de su aproximacin problematizadora, Zea descubre una diferencia fundamental entre el desarrollo europeo y el iberoamericano: el europeo sigue un proceso dialctico que hace del pasado instrumento del presente y del futuro, mientras Iberoamrica parece hecha de yuxtaposiciones. En el contexto iberoamericano, seala Zea, se presenta "el sujeto abstrayndose de una realidad que no quiere aceptar como propia, y el objeto, la propia realidad, como si fuera algo ajeno al sujeto que en ella est inserto" (Filosofa de la historia americana, 19). Precisamente, contina Zea, "la conciencia de esta doble expresin de la filosofa de la historia, la propia y la europea u occidental, ha dado origen a lo que puede ser el trmino de esta yuxtaposicin y a la posibilidad de una filosofa de la historia que haga posible elAufhebung[el proceso asuntivo]" (pp. 19-20). Surgen as los conceptos de "centro" y "periferia" y la vivencia de la marginalidad, que fundamentan luego la filosofa de la historia de Zea y que implica una superacin, tanto de la filosofa de la historia iberoamericana construida de yuxtaposiciones, como de la pretensin trascendente de la europea: se construye a partir de una conciencia de la marginalidad, que impone el dilogo como nota distintiva del mtodo asuntivo a seguir.Zea es preciso en el momento de anotar el compromiso que acarrea cualquier filosofa de la historia: "Toda filosofa de la historia, por supuesto, implica un proyecto. Es decir, algo que trasciende el conocimiento de los hechos histricos, lo que da sentido a este conocimiento" (Filosofa de la historia americana, 25). Implica igualmente un "no atenerse a los hechos," en el sentido de asumirlos para trascenderlos, pues, contina Zea, "atenerse simplemente a los hechos sera slo aceptarlos. Conocerlos para cambiarlos es, por el contrario, la preocupacin central de esta filosofa de la historia" (p. 25).5. La madurez de una polmicaLa pregunta sobre la posibilidad de una filosofa iberoamericana, renovada como proyecto filosfico a principios de la dcada de los cuarenta, era en extremo radical, aun cuando estuviera por entonces avalada por la crisis de los valores europeos que proyectaba la Segunda Guerra Mundial. Lo "atrevido" de la pregunta en el medio acadmico y el profundo desarrollo programtico con que la formula Zea en su ya citado ensayo de 1942, "En torno a una filosofa americana," suscit pronto una polmica de amplitud continental que se prolong hasta finales de la dcada de los sesenta (Cf. Gmez-Martnez, "La crtica ante la obra de Leopoldo Zea"). El mismo Zea dedic a la polmica dos libros claves que adems jalonan su proceso:Amrica como conciencia(1953) yLa filosofa americana como filosofa sin ms(1969). Se debate sobre el posible contenido de un filosofar iberoamericano, sobre la originalidad, sobre el concepto de lo universal, sobre la autenticidad en el quehacer filosfico; se cuestiona el propio pensar y se pasa luego a deconstruir el pensar europeo; se defienden, en fin, las ms extremas posiciones, pero de ellas se va perfilando poco a poco un concepto de filosofa (Texto 15).La pregunta misma sobre la existencia de una filosofa iberoamericana empieza a descubrir procesos de recepcin e imitacin de los movimientos filosficos europeos, cierto sentimiento de incapacidad, de "no-ser-siempre-todava." Pero estos temas y la pregunta misma sobre la posibilidad, se convierten en objetos de una reflexin filosfica. Zea apunta que con ello la pregunta se est contestando de modo afirmativo; se est iniciando ya un discurso filosfico sobre una problemtica iberoamericana. Zea ve igualmente en este proceso el comienzo de un filosofar iberoamericano autntico y original.El primer paso hacia una independencia intelectual lo consigue Zea a travs de la historia de las ideas, primero como tema de debate, luego como una filosofa de la historia y como una prctica filosfica (Texto 16). Con presupuestos historicistas el proceso dinmico entre las ideas y creencias orteguianas y la filosofa de la historia de Gaos, Zea rompe, en su recuperacin del pasado, con la estructura rgida que mantena separadas las diversas disciplinas del quehacer intelectual. Con una aproximacin semejante a lo que hoy da se conoce como "estudios culturales," tanto la dimensin histrica como la sociolgica, la poltica, la antropolgica, la econmica, etc., pasan ahora a ser campos legtimos y necesarios en el discurso filosfico. Su problematizacin de la modernidad occidental se adelantaba, en efecto, a su poca y, por ello, su propuesta interdisciplinaria origina un debate fecundo.Zea reconoce, como ya hemos indicado, su afiliacin occidental, pero reclama un papel activo, busca protagonizar su discurso filosfico. Al problematizar la reconstruccin del pasado iberoamericano que Europa le entrega, Zea encuentra las primeras referencias que vendrn a fundamentar lo legtimo de su quehacer filosfico, y que aaden una nueva perspectiva a la polmica sobre la originalidad y autenticidad que reclamaba para s el nuevo filosofar. Amrica, nos dice Zea, nace a la conciencia europea como parte de un debate, en el que se ventila nada menos que su humanidad, pero en el cual el iberoamericano no participa con voz propia (Texto 17). Esta primera polmica, que con diversas formas todava contina y cuya repercusin desarrollaremos ms adelante, debe ser de nuevo replanteada; pero ahora, propone Zea, ser el iberoamericano quien participar con voz propia.Con todo, el tema sobre originalidad y autenticidad es el que ms se debate; y con frecuencia se manifiesta en posiciones extremas, unas que niegan originalidad y autenticidad a cualquier intento de filosofar que no sea el europeo, otras que pretenden que el esfuerzo filosfico en Iberoamrica debe proponerse como objetivo final formular una filosofaiberoamericana. Zea rechaza ambas posiciones y seala que el propsito no debe ser buscar una filosofa peculiar, sino reflexionar sobre lo peculiar de los problemas iberoamericanos. De ah el ttulo de su libro,La filosofa americana como filosofa sin ms, con que Zea cierra en 1969 esta etapa del pensamiento iberoamericano.Los temas de originalidad y autenticidad se desarrollaron a travs de una problematizacin del adjetivoiberoamericano. Para unos, acentuariberoamericanoimplicaba disminuir su valor como filosofa. Contra esta posicin, Zea sostiene que slo a travs de loiberoamericanopodrn llegar a originar un discurso propiamente filosfico. En realidad, el debate se originaba en dos concepciones de la filosofa que se presentaban como opuestas: 1. la filosofa como un conjunto de proposiciones y 2. la filosofa como un quehacer de nuestra existencia. La primera imputaba la abstraccin como dimensin universal. Zea, desde una filosofa antropolgica, afirma que lo universal viene del referente humano y no de la abstraccin que lo olvida. Para Zea la filosofa iberoamericana es una "filosofaiberoamericana"; es decir, reflexin filosfica que se consigue a travs de un referente situado y concreto.Sin necesidad de entrar aqu en una exposicin ms detallada de los temas y de las diversas perspectivas tratadas en la polmica, s parece pertinente, por la profundidad del anlisis y la repercusin que tuvo, exponer brevemente un aspecto de la participacin de Salazar Bondy en el debate, segn se formula en su obraExiste una filosofa de nuestra Amrica?(1968).Tanto Salazar Bondy como Zea parten de la conviccin de que la filosofa "no puede concebirse sino como el efecto de una reflexin autntica, de un pensar que sea filosofa simple y llanamente, pues lo hispanoamericano vendr por aadidura" (Salazar, 102). Pero a partir de este postulado comn, el proceso que ambos siguen es radicalmente distinto. Zea va en busca del ser humano concreto, de aqul que surge de la misma circunstancia de la que l forma parte; trata de identificar sus problemas y establece una reflexin filosfica en un intento de comprender tales problemas y de iniciar la bsqueda de soluciones. Del ser humano mexicano, por afinidad de circunstancias, se eleva al iberoamericano. Arranca, pues, de lo concreto, pero segn profundiza en la problemtica original, desenmascara una comunidad de problemas basados precisamente en el referente humano de su temtica. Descubre as una constante en el enjuiciamiento de lo americano que enlaza a Seplveda con Salazar Bondy: antes se le negaba alma al americano, hoy, su humanidad, o las manifestaciones propias de sta, su filosofa (Texto 14yTexto 17). Seala Zea: "Nuestro filosofar empieza as con una polmica sobre la esencia de lo humano y la relacin que pudiera tener esta esencia con los raros habitantes del continente descubierto, conquistado y colonizado. En la polmica de Las Casas con Seplveda se inicia esa extraa filosofa que en el siglo XX se preguntar sobre si posee o no una filosofa" (La filosofa americana como filosofa sin ms, 13).Salazar Bondy, por el contrario, busca al ser humano "universal," pero que l identificar con la abstraccin del hombre, tambin concreto, europeo-estadounidense; aunque luego, por desconocer su circunstancia, slo podr identificar aquellos problemas ya reconocidos como tales en sus centros de origen. Surge as la importacin de las interrogantes que la ciencia y la tcnica imponen a los centros industriales y, al igual que en ellos, propondr "una filosofa de cepa analtica" (Salazar 72), profesional, cientfica, hecha "con rigor y seriedad, de acuerdo a las tcnicas ms depuradas y seguras" (Salazar 107). Es por ello por lo que partiendo de una formulacin comn y de unos deseos compartidos de autenticidad, Zea y Salazar Bondy llegarn a conclusiones contrarias. Para el filsofo peruano "la inautenticidad se enraza en nuestra condicin histrica de pases subdesarrollados y dominados. La superacin de la filosofa est, as, ntimamente ligada a la superacin del subdesarrollo y la dominacin, de tal manera que si puede haber una filosofa autntica ella ha de ser fruto de este cambio histrico trascendental" (Salazar 125).Salazar Bondy cree, pues, que la condicin deprimida de la economa iberoamericana disminuye el dinamismo y fuerza necesarios para una creacin original. Con ello, responder Zea, "volvemos a caer en la utopa. A la filosofa [...] como una esperanza ms, como posibilidad que depender de cambios estructurales que an no han sido realizados. Esto es, vuelta a la nada" (Dependencia y liberacin en la cultura latinoamericana, 41). Aos antes haba ya afirmado, igualmente en polmica con Salazar Bondy, que "la autenticidad de nuestra filosofa no podr provenir de nuestro supuesto desarrollo [...]. Esta vendr de nuestra capacidad para enfrentarnos a los problemas que se nos plantean hasta sus ltimas races, tratando de dar a los mismos la solucin que se acerque ms a la posibilidad de la realizacin del nuevo hombre" (La filosofa americana como filosofa sin ms,153). Profundizando en esta lnea de pensamiento indicar en 1976 que "no seremos libres por haber cancelado el subdesarrollo; ms bien habremos cancelado el subdesarrollo por sabernos hombres libres" (Dialctica de la conciencia americana, 225). En realidad, las conclusiones de Salazar Bondy slo pueden explicarse partiendo de una posicin de desarraigo frente a la realidad iberoamericana de su tiempo. La opresin o el subdesarrollo no eran, en efecto, impedimento para la creacin en otros campos: la calidad y repercusin internacional de las artes plsticas y de la literatura iberoamericana constituan un poderoso testimonio de ello.De la polmica surge, en fin, un discurso filosfico iberoamericano: a) como forma teortica de filosofar; b) como reflexin sobre una realidad histrica peculiar iberoamericana; c) como contribucin iberoamericana al pensamiento occidental al problematizarlo y posibilitar que pueda transcender dialgicamente su logocentrismo. Se filosofa igualmente con conciencia: a) de formar parte de Occidente y del proceso de occidentalizacin global de nuestros das, y b) de la necesidad de asumir la cultura occidental como experiencia y como instrumental para enfrentar la propia realidad y problematizar el proceso mismo de occidentalizacin de nuestro mundo.Leopoldo Zea(1912)Dentro del pensamiento de identidad cultural latinoamericana,Leopoldo Zeadestaca como una de las figuras seeras del siglo XX. Desde su ensayo seminal,En torno a la filosofa americana(1942), su obra ejemplifica y marca las etapas que ha seguido el pensamiento latinoamericano, desde los intentos de recuperacin del patrimonio cultural hasta la formulacin, a partir de la dcada de los sesenta, del discurso de la liberacin. Por la distribucin geogrfica de sus ensayos, por el contenido y, sobre todo, por la repercusin e influencia de sus ideas, Zea es un filsofo continental. Autor prolfico, ha publicado ms de cincuenta libros de ensayos, en su labor intelectual destaca igualmente como lder del movimiento latinoamericanista y como incansable motivador y organizador l mismo de encuentros de intelectuales en los distintos pases latinoamericanos. Sus ensayos son difciles de clasificar; pertenecen a lo que a partir de la dcada de los ochenta se viene denominando Estudios Culturales. Su preocupacin, sin embargo, se ha mantenido constante: son reflexiones sobre el problema de la identidad, sobre las estructuras que gobiernan la ineludible interculturalidad de los pueblos latinoamericanos. El contexto de su obra es, pues, Latinoamrica, pero su vocacin nacional (Mxico), su vocacin regional (Latinoamrica), se desarrolla en el contexto de la cultura occidental y con proyeccin explcita a una dimensin incluyente que busca la liberacin del ser humano.Leopoldo Zea y Aguilar nace en la Ciudad de Mxico el 30 de junio de 1912. Su inquietud intelectual le llev de muy joven, en 1929, a participar en el proceso de la candidatura presidencial de Jos Vasconcelos; en la dcada de los aos 30 colabor en el diarioEl Hombre Libre; en 1939 inicia, como becado del Colegio de Mxico, estudios de filosofa bajo la direccin de Jos Gaos; y en 1944 sustituye a Antonio Caso en la Ctedra de Historia de la Filosofa en la UNAM. Sus obras han sido traducidas a los idiomas ms difundidos (ingls, alemn, francs, ruso, italiano, entre otros).En sus inicios en la dcada de los cuarenta, Zea da a conocer su labor filosfica principalmente a travs de dos revistas mexicanas de dimensin continental:Cuadernos AmericanosyFilosofa y Letras. En la primera, que destaca por la prosa ensaystica de sus pginas, difunde su pensamiento ms influyente; en la segunda, ms tcnica, se acredita ante la comunidad acadmica por la profundidad de sus ideas. Pero en ambas revistas deja plasmada una de las notas distintivas de su estilo ensaystico: la profundidad del tema no debe afectar la claridad de la exposicin. Zea escribe, es verdad, para un pblico culto, pero sin el vocabulario tcnico del especialista. Su primer libro de repercusin continental,El positivismo en Mxico(1943), es un ejemplo temprano de su afiliacin a lo que ahora denominamos Estudios Culturales; se trata de una obra interdisciplinaria escrita con la profundidad del especialista, con la preocupacin estilstica del artista y, ante todo, con el espritu reflexivo del ensayista que busca primordialmente el dilogo. Leopoldo Zea cuestiona, problematiza, las proyecciones logocentristas, especialmente las que han pretendido imponer las perspectivas europeas que, en Latinoamrica, parecan perpetuar una situacin de coloniaje cultural.En sus ideas, la obra de Zea surge en dilogo con la de Ortega y Gasset primero y la de Heidegger y Hegel despus, pero ante todo enraizada en la tradicin filosfica latinoamericana: Bolvar, Bello, Alberdi y sobre todo Jos Mart, forman parte ntima de su contexto intelectual. Aun cuando no podemos hablar de etapas, en el sentido de rupturas, en la obra filosfica de Zea, s que podemos referir sus obras al proceso mismo que ha seguido el pensamiento latinoamericano durante la segunda mitad del siglo XX. Zea subscribe la afirmacin de Jos Mart de que Trincheras de ideas valen ms que trincheras de piedras (Nuestra Amrica). Por ello, en sus primeros libros, como el citadoPositivismo en Mxico(1943) y enDos etapas del pensamiento en Hispanoamrica(1949), Zea se ocupa en recuperar el legado intelectual latinoamericano. Descubre as las dimensiones de la realidad colonial de Latinoamrica e inicia un proceso de toma de conciencia, de problematizar los diversos esquemas coloniales, a travs de ensayos recogidos luego en obras seminales comoConciencia y posibilidad del mexicano(1952),Amrica como conciencia(1953),Amrica Latina y el mundo(1960). El proceso de globalizacin poltica, econmica y cultural que tiene lugar en los sesenta, le hace reflexionar sobre los esquemas de dilogo intercultural que parecen estratificar a nivel global las relaciones entre los hombres: los trminos de primer y tercer mundo, de pueblos desarrollados y subdesarrollados, de centro y periferia, tienen como resultado, segn Zea, una divisin en los seres humanos en hombres y subhombres. Zea reconoce en estas estructuras culturales renovadas formas de colonialismo que l se compromete desenmascarar. Publica por estos aos reflexiones que daran lugar a la formulacin de un pensamiento de la liberacin y que Zea formula en obras comoLa filosofa americana como filosofa sin ms(1969),La esencia de lo americano(1971),Dependencia y liberacin de la cultura americana(1974),Dialctica de la conciencia americana(1976). Este periodo coincide con fuertes movimientos culturales latinoamericanos de repercusin global. As la apertura que supone la novela latinoamericana al reintegrar a las letras europeas a su contexto regional y dar entrada dentro del mundo occidental a las letras de otras regiones --frica, Asia-- que hasta entonces haban permanecido marginadas. As tambin la repercusin de la Teologa de la Liberacin al contextualizar la misin de las instituciones religiosas a las necesidades regionales. En este contexto, los ensayos de Leopoldo Zea, recogidos en libros comoDiscurso desde la marginacin y la barbarie(1988) yFilosofar a la altura del hombre(1993), cuestionan la pretensin de universalidad de la reflexin filosfica europea para problematizar su discurso excluyente. Zea encuentra que en el saberse igual por ser distinto est, precisamente, el meollo de la relacin social entre individuos y pueblos [... y lo que] permite que un hombre, o un pueblo, se reconozca en otro como su semejante y, por ello, como su igual (Filosofar a la altura del hombre).1. Proceso asuntivo de un legado filosficoA principios de la dcada de los aos cuarenta, Latinoamrica cuenta ya con centros filosficos universitarios bien establecidos. En Mxico, dos generaciones de filsofos (Caso, Ramos, Reyes, OGorman) y un selecto grupo de espaoles exiliados (Gaos, Xirau, Nicol, entre otros), dan consistencia al foco filosfico mexicano. Zea se forma bajo este ncleo de pensadores, y en la misma dcada de los cuarenta comienza a dar estructura al primer movimiento filosfico latinoamericanista propiamente dicho.La primera nota distintiva que marca el pensamiento de Zea es su insistencia en seguir un proceso asuntivo; esto es, su pensamiento surge en dilogo con su circunstancia. La investigacin sobre el pasado mexicano, latinoamericano, le descubre, en efecto, la existencia de un legado filosfico americano; pero se trata de pensadores aislados, que en cada caso parecen partir de cero y cuyas intuiciones no son despus continuadas: existan filsofos latinoamericanos, pero no se haba llegado a formular un discurso filosfico latinoamericanista. El mexicano, el latinoamericano, negaba su pasado y en ello resida su aislamiento y la persistencia de una mentalidad colonial. Zea cree que slo los pueblos que no han asimilado su historia pueden sentirse amenazados por su pasado: es necesario asumirlo para superarlo. Pues, nos afirma Zea, la historia no la componen los puros hechos, sino la conciencia que se tenga de ellos (Dos etapas, 29). Se carece de una filosofa latinoamericana, cree Zea, por no haber querido tomar conciencia de la propia situacin.Zea inicia sus trabajos filosficos asumiendo, es decir, problematizando y haciendo a la vez suyo, el discurso filosfico de los pensadores latinoamericanos ms destacados de su momento: con Gaos aprende a dialogar con la obra de Ortega y Gasset y aborda la problematizacin del sentido exclusivista del discurso filosfico eurocentrista; de Samuel Ramos recoge el estmulo que supona haber hecho de la cultura mexicana motivo de reflexin filosfica; con Francisco Romero cree que Latinoamrica ha entrado en unaetapa de normalidad filosficay de que existe un clima filosfico, o sea, una opinin pblica que demanda ahora la reflexin filosfica sobre los problemas que la agitan.La contienda blica de la Segunda Guerra Mundial se ve desde Latinoamrica como crisis cultural, como el derrumbe de unos valores europeos que hasta entonces haban sido proyectados como universales. Zea, y con l los intelectuales latinoamericanos ms destacados de su momento, se ve forzado a confrontar su posicin ante la crisis europea y, al aceptar el reto que ello representa, lo hace ya con la coherencia de una respuesta generacional. Se trata de un despertar ante una realidad propia que Zea formula en 1942 en trminos simples: Lo que nos inclina hacia Europa y al mismo tiempo se resiste a ser Europa, es lo propiamente nuestro, lo americano (En torno a una filosofa americana, p. 38). En este contexto los aos 1945-1946 son claves en la formacin, como equipo de trabajo, de un grupo generacional latinoamericano. Con el apoyo de Gaos, Zea consigue una beca para investigar el pensamiento latinoamericano de los siglos XIX y XX. Francisco Romero se adhiere al proyecto y Zea emprende un prolongado viaje por los distintos pases latinoamericanos. Establece entonces contacto con un grupo selecto de jvenes intelectuales con preocupaciones semejantes Arturo Ardao del Uruguay, Joo Cruz Costa del Brasil, Francisco Mir Quesada del Per, Jos Luis Romero de la Argentina, Guillermo Francovich de Bolivia, y con ellos inicia un proyecto de recuperacin del pasado cultural. El proyecto adquiere dimensin continental y pronto se unen a l Ernesto Mayz Vallenilla de Venezuela, Angel y Carlos Rama de Uruguay, Flix Schwarzman de Chile, Jos Antonio Portuondo y Roberto Fernndez Retamar de Cuba, Darcy Ribeiro de Brasil, entre otros muchos. El resultado de esta conciencia generacional y de los primeros trabajos de investigacin fue doble. Como fruto inmediato, se inici la recuperacin del pasado cultural con la publicacin de historias nacionales del pensamiento sobre todo en la Editorial Losada y en el Fondo de Cultura Econmica. Pero ms importante, se empez a descubrir hasta que punto el concepto de dependencia defina lo latinoamericano.2. La filosofa latinoamericana como filosofa sin msLa reflexin que inicia Zea en su ensayo programtico de 1942, En torno a una filosofa americana, ser el germen de los libros claves que jalonan esta primera etapa de su pensamiento Conciencia y posibilidad del mexicano(1952),Amrica como conciencia(1953),Amrica Latina y el mundo(1960),La filosofa americana como filosofa sin ms(1969), en ellos se encuentra tambin el desarrollo del pensamiento filosfico que caracterizar a la generacin latinoamericana que emerge a principios de la dcada de los aos cuarenta. Su planteamiento era radical. Zea postula la filosofa como verdad histrica. Problematiza y contextualiza as la pretensin de la filosofa europea de expresar un discursoMagistral; es decir, de ser el modelo del discurso filosfico. El ser humano es ante todo para Zea un ente histrico; su esencia est en el cambio; y la filosofa, como producto humano de reflexin y dilogo, participa igualmente en esta caracterstica esencial de lo humano. El pensamiento de Zea se inscribe, en este sentido, dentro de la tradicin occidental; y su pregunta, que coincide con las primeras formulaciones de un pensamiento feminista (Simone de Beauvoir,El segundo sexo, 1949), anticipa y en cierto modo provoca el proceso deconstructivo que a partir de la dcada de los sesenta va a caracterizar el pensamiento posmoderno. Zea parte de que la experiencia de lo humano no puede quedar agotada en las experiencias del hombre europeo. Existen otras experiencias y otros puntos de partida para llegar al hombre. Existen otras formas de captacin de lo humano (Conciencia y posibilidad del mexicano, p. 22).La obra de Zea ejemplifica su concepto de filosofa, pues se formula en ntimo dilogo con su circunstancia y siempre de acuerdo a dos notas distintivas: su carcter dialgico y su constante problematizar los presupuestos de todo discurso opresor. Rechaza por ello tanto el discurso que se formula como filosofa del subdesarrollo, como el discurso Magistral que se erige como centro. Ambos discursos se presentan como modelos. Y Zea rechaza toda imposicin logocentrista cualquiera que sea el ndice de sta. Zea, por supuesto, no rechaza la posibilidad de implicaciones universales del pensamiento. Al contrario, ve en el proceso de globalizacin actual la necesidad de un discurso filosfico con validez igualmente global. Segn se globaliza la problemtica, las soluciones que se encuentren a dicha problemtica sern tambin soluciones de repercusin global. Pero sern soluciones enraizadas en una toma de conciencia de la ineludible interculturalidad de las relaciones humanas y, por tanto, fundamentadas en la necesidad de substituir las relaciones verticales de opresin por otras horizontales de dilogo, de colaboracin.El discurso filosfico de Zea es esencialmente un discurso antropolgico: El hombre como preocupacin. Y su reflexin, al igual que el ttulo de una de sus obras ms recientes, es unFilosofar a la altura del hombre(1993). Su pensamiento asume la filosofa antropolgica, especialmente de Max Scheler, pero a Zea no le interesa el hombre como individuo, sino el hombre como ser social en un contexto ineludiblemente histrico. Si desde una perspectiva terica Nietzsche parte de que el hombre es algo que debe ser superado, Zea , desde la praxis histrica, propone que el hombre sea asumido. El hombre nuevo de Zea no se plantea el dilema de destruir para crear, sino que parte de un dilogo antrpico: problematizar para asumir. Por ello, el discurso antropolgico de Zea es inseparable del axiolgico: ve al hombre contextualizado en un proceso insoslayablemente intercultural. De ah su constante problematizar la praxis que el europeo hace de su discurso terico antropolgico; as la deconstruccin que Zea elabora del concepto de humanidad que el europeo tiene de s mismo, para sealar cmo en la praxis se fundamenta en la discriminacin de otros pueblos.A travs de su aproximacin problematizadora, Zea descubre una diferencia fundamental entre el desarrollo europeo y el latinoamericano: el europeo sigue un proceso dialctico que hace del pasado instrumento del presente y del futuro, mientras Latinoamrica parece hecha de yuxtaposiciones. En el contexto latinoamericano, seala Zea, se presenta el sujeto abstrayndose de una realidad que no quiere aceptar como propia, y el objeto, la propia realidad, como si fuera algo ajeno al sujeto que en ella est inserto (Filosofa de la historia americana, 19). Precisamente, contina Zea, la conciencia de esta doble expresin de la filosofa de la historia, la propia y la europea u occidental, ha dado origen a lo que puede ser el trmino de esta yuxtaposicin y a la posibilidad de una filosofa de la historia que haga posible elAufhebung[el proceso asuntivo] (pp. 19-20).3. Filosofa de la liberacin: El ser humano como problemaEn el proceso de recuperacin del pasado latinoamericano, Zea reafirma la percepcin que los lderes de la independencia poltica haban ya expresado a comienzos del siglo XIX. Europa, Espaa, para imponer y mantener su dominacin colonial haba impuesto un orden poltico, un orden social y un orden mental, que conformaba a la poblacin en las colonias con los deseos de la metrpoli. Pero al problematizar las estructuras que hicieron posible el orden colonial, Zea encuentra otras expresiones de dominacin que poco a poco colocan en su centro al ser humano como problema. Zea coincide con los intelectuales de la independencia en que antes de poder transformar el orden poltico o social, es necesario transformar a sus hombres; pero Zea, y en esto su partir radical y la proyeccin fecunda que impone su pensamiento, no nos habla slo del hombre latinoamericano, sino tambin y especialmente de la expresin de humanidad que haca posible al colonizador.Zea confronta desde estos presupuestos el pensamiento europeo enEl Occidente y la conciencia de Mxico(1953). El libro est dedicado a Arnold Toynbee y se inicia con un extenso epgrafe de su obra clave (Estudio de la historia, 1934-1954). La cita de Toynbee, de un europeo, resume con precisin la problemtica que Zea haba ya identificado; el texto de Toynbee comienza con las siguientes palabras: Cuando nosotros los occidentales llamamos a ciertas gentes indgenas borramos implcitamente el color cultural de nuestras percepciones de ellos. Son para nosotros algo as como rboles que caminan, o como animales selvticos que infestaran el pas en el que nos ha tocado toparnos con ellos. De hecho los vemos como parte de la flora y fauna local, y no como hombres con pasiones parejas a las nuestras. El discurso filosfico de Zea surge, pues, paralelo y en dilogo con la deconstruccin que el europeo empieza a hacer de su propio pasado. Zea confronta el modelo de humanidad que acompaa el desarrollo de Occidente, y en ello fundamenta su filosofa de la liberacin.[Para unacronologadeLeopoldo Zea, as como un estudio ms profundo de su obra en el contexto iberoamericano, vase la entrada que se incluye en elRepertorio. All se encontrarn tambin bibliografas de su obra y sobre su obra. En el Proyecto Ensayo Hispnico se encuentra tambin eltexto completode algunas de sus obras.]Karlos Navarro Pginas Verdes

EL PENSAMIENTO LATINOAMERICANO: SU HISTORIA Y PESRPECTIVASLa filosofa latinoamericana ha tenido un extrao camino.Se inici con una polmica sobre la esencia de lo humano y la relacin que pudiera tener sta con los indgenas del continente americano.Esta polmica comenz cuando los conquistadores negaron el estatus antropolgico de los indgenas en nombre del cristianismo basndose en tres planteamientos fundamentales:-La "inferioridad natural" de los indgenas, lo que daba derecho a una Sociedad Superior sobre una inferior, segn la tesis aristotlica-Partiendo de la base de la primera tesis, los espaoles argumentaban que los indgenas eran incapaces de organizar la vida social segn los modelos europeos, por lo tanto el Estado Espaol deba de ayudarles a construir nuevas instituciones segn el modelo de Estado Espaol.-Por ltimo los indgenas cometan pecados contra la religin catlica ya que practicaban la idolatra, la sodoma y la barbarie.Sin embargo a pesar de estos argumentos ideolgicos el principal problema que tuvieron los espaoles fue de orden teolgico. Decidir si los indgenas nativos eran parte de la especie humana - y si deberan de ser tratados como sbditos del rey de Espaa - o si slo eran una "subespecie", que no tenan por que ser tratada como igual ni en tiempo de paz ni en tiempo de guerra.Estos planteamientos desataron un debate que se conoce en la historiografa como la disputa de Valladolid, entre Bartolom de las Casas y Juan Gins de Seplveda. La sustentacin de ambas tesis se basaron en el libro Historia General y Natural de las Indias del cronista Gnzalo Fernando de Oviedo.Seplvedas argumentaba que la guerra en contra de los indgenas era permitida porque todos los indgenas eran brbaros, carente de educacin e inteligencia.Cometan pecados contra la naturaleza ya que Dios mismo orden segn el Viejo Testamento la expulsin de los brbaros de la Tierra Prometida.La ley Divina y natural, fundamentada en Santo Toms de Aquino, consista en llevar a los brbaros a la fe sin excluir los medios no-pacficos.Por eso, si los indios no obedecan a los espaoles en aceptar la fe y su dominio, haba que obligarlos por la fuerza.Bartolom de las Casas, contrario a la tesis de Seplveda le da otra interpretacin al evangelio y a las teora de San Agustn.Llega a la conclusin que solamente despus de la conversin voluntaria al cristianismo de los indgenas, se puede decir que la conquista y la subordinacin es legtima.En la obra Apologtica Historia, Bartolom de las Casas resume sus argumentos de la siguiente manera:1- El hombre moderno es el resultado de un proceso de desarrollo histrico y cada pueblo, en los orgenes de su existencia, se encontraba en el estado primitivo, igual como los pueblos indios de Amrica.2- Subraya que los indios tienen una cantidad de virtudes que surgen de su ambiente natural y sobresalen respecto a los europeos y algunos pueblos antiguos.3-Concluye Las Casas que los indios ni son inferiores, ni brbaros, sino que poseen las mismas condiciones para superar su estado como los pueblos antiguos de Europa.El debate entre Seplvedas y Las Casas tuvo un alcance mucho ms all del tema americano.En el fondo la discusin contribuy al cambio radical de los conceptos vigentes hasta aquel entonces sobre el universo y la historia de la humanidad.Este cambio puso en duda la visin del mundo como una unidad cultural con respecto al sistema poltico-espacial, tambin supuso un cambio respeto a la visin de la conquista y puso los fundamentosjurdico-polticos de la sociedad europea de aquella poca.Cuatro siglos ms tarde, precisamente en el ao de 1968,se va a dar una polmica entre Leopoldo Zea y Augusto Salazar Bondy sobre la autenticidad, la originalidad y la posibilidad de una filosofa (pensamiento) latinoamericano.El punto de partida fue el librito Existe una filosofa denuestra Amrica ?.En l Salazar Bondy revela la necesidad imperante de la sociedad latinoamericana de tener una filosofa autntica capaz de servir a la inteleccin de la realidad, a la bsqueda de vas de desarrollo independiente y de la solucin de problemas cardinales de nuestras sociedades.No obstante, al analizar la situacin filosfica en Latinoamericana, Bondy constata que sta no ha sido todava un pensamiento genuino y original, sino inautntico e imitativo, por que la vida social alienada produce un pensamiento alienado y adems alienante en su funcin encubridora de la realidad.Salazar Bondy llega a la conclusin que la existencia de una autntica filosofa nacional latinoamericana esta en estrecha relacin con el estado socioeconmico de la sociedad.Leopoldo Zeacontesta la tesis de Salazar Bondy con su texto La filosofa americana como filosofa sin ms, en donde se opone a la visin estereotipada de la filosofa que exige correspondencia con los sistemas de corte europeo.Zea, est en contra de quienes niegan la existencia o posibilidad de una filosofa en Amrica Latina por la no existencia de sistemas y la aparente incapacidad de los latinoamericanos para crear sistemas.El indica que histricamente existan varias forma de filosofar, que lo mismo se expresan en un sistema ordenado que en una mxima, un poema, un ensayo, en una pieza teatral o en una novela. En el origen de la historia de la filosofa europea se encuentran no slo los sistemas de Platn y Aristteles, sino tambin poemas como el de Parmnides, mximas como las de Marco Aurelio, pensamientos como los de Epicreo, Pascal, etc.De esta manera la filosofa latinoamericana puede desarrollarse con sus propias formas, pero eso no significa el olvido del rigor y el nivel terico necesario.Segn Zea, hay que hacer pura y simplemente filosofa, "filosofa sin ms": lo americano se dar por aadidura.Para Zea una filosofa es original no por producir sistemas exticos, sino porque trata de dar respuesta a los problemas que una determinada realidad, y en determinado tiempo. Tal filosofa debe partir del hombre latinoamericano, proyectarse a la universalidad y ofrecer soluciones a los problemas tanto del latinoamericano, como de los dems pueblos.Estas caractersticas apuntadas por Leopoldo Zea har que nuestra filosofa se elabore con instrumentos que brinde la realidad histrica, y esta realidad dialcticamente configurar un sentido especfico de originalidad y autenticidad en el pensar.Originalidad que se expresa en la no repeticin de problemas ajenos y autenticidad como expresin de lo especfico, de lo nacional.A la posicin universalista de Salazar Bondy y a la postura culturalista de Zea se suma postura critica surgida en los anos sesenta. El argumento principal de los que adoptan esta tesises que rechazan la existencia de una filosofa latinoamericana porque hasta ahora la filosofa en Amrica Latina ha sido ideolgica y no una empresa libre. La filosofa se ha usado y se usa en la Amrica Latina, segn los partidarios de este punto de vista, para sustentar ciertas ideas que permitan la continuacin del statu quo y el beneficio de ciertas clases sociales. Los promotores de esta postura senalan, por ejemplo, el caso de la escolstica y del positivismo.Despus de esta polmica, bajo el empuje de Leopoldo Zea el inters por investigar la historia de la ideas en Latinoamrica, ha ido aumentando cada da, a tal punto que el da de hoy se publican revistas, libros, existen Institutos especializados de investigacin, se dan congresos, conferencias y desde hace casi cincuenta aos se instalo el Comit de historia de las ideas cuyo mayor logro ha sido la publicacin de una serie de estudios sobre la historia del pensamiento latinoamericano por pases.Incluso en los Estados Unidos, Italia, Alemania, Espaa y en otros pases existen centros de estudios y ctedras especializadas en donde se estudia nuestro pensamiento. Prximamente bajo la direccin de los profesores Guillermo A. Lousteau y Salvador Mara Losada se publicar una ambiciosa serie de veintids volmenes para cubrir el pensamiento de Espaa y de Amrica Latina.Nicaragua y su reflexin filosficaEn Nicaragua si realizamos un pequeo esquema de la trayectoria del pensamiento nicaragense, podemos constatar que adems de ser pocos los intelectuales que se han abocados a la tarea del pensar son escasas las investigaciones serias que se han realizado en torno a nuestro pensamiento.Constantin Lascaris en su libro Historia de las ideas en Centroamericana escribe sobre los pensadores nicaragenses y menciona en esta galera de ilustres a Toms Ruiz, Rafael Osejo, Jos Toribio Argello y Mximo Jerez.A finales del siglo XIX encontramos un fascinante artculo de Rubn Daro sobre Nietzche y el libro Divino Platn del poeta Santiago Argello.En la primera mitad del siglo XX encontramos dos obras que van a tener una gran influencia en el pensamiento nicaragense:Las reflexiones sobre la historia de Nicaragua de Jos Coronel Urtecho y el Nicaragense de Pablo Antonio Cuadra, quienes de manera separada se preguntan:qu somos?, quienes somos? cul es nuestra identidad? y cul es nuestro destino como nacin? . De la primera obra partir la vertiente filosfica-histrica queser cultivadas de una manera sistemtica, a travs de mltiples ensayos, por Alejandro Serrano Caldera. El segundo libro incitar a pensar sobre la naturaleza de nuestra cultura. Esta pregunta va a preocupar a varios autores, pero sobre todo al poeta Alvaro Urtecho, quin en diversos ensayos tratar de dar respuesta a estas preguntas.Los libros La Cultura hispnica y la crisis de Occidente de Julio Ycaza Tijerino, Introduccin a la filosofa y tica marxista de Santiago Anuita y la Filosofa del Hombre de Juan Bautista Arrien van a constituirimportantes aportes a la reflexin de nuestro pas, desde diferentes corrientes filosficas, en la segunda mitad del siglo XX.Un importante perodo de debate y reflexin filosfica sern los aos de 1975 a 1980, ya que por medio del suplemento cultural La prensa Literaria se publican interesantes artculos de Carlos Miranda Penuria del pensamiento y Consideraciones sobre la filosofa en Nicaragua en donde afirma que "el pensamiento que existe en Nicaragua es casi exclusivamente un pensamiento aplicado, modelos importados sin propuesta a nuestra realidad, sin haber pasado por el tamiz de la reflexin crtica. Una de las misiones del nicaragense es pensar.En caso contrario, nuestras imitaciones seguirn ofreciendo el sello de lo mediocre y de lo inautntico.En un pas econmica, social y culturalmente subdesarrollado, como el nicaragense, predomina un pensamiento acrtico, receptivo e inconstante".Para Carlos Miranda en Nicaragua se da una mentalidad prelgica, un pensar acrtico; y en este caso el pensarrepresenta un camino necesario hacia una cultura nuestra.Otra reflexin importante sobre la filosofa nicaragense la realiza Jos Emilio Balladares Cuadra en su ensayo La filosofa en Nicaragua, en donde expresa que la "filosofa en Nicaragua ms que una ocupacin es una pre-ocupacin. Otros ensayos filosficos importantes sern los del Dr. Camilo Vigil Tardn y de Fernando Benavente.En ese perodo tambin son escritas interesantes monografas (tesis de grado para obtener el grado de Licenciatura ) sobre El superhombre de Federico Nietzsche de Jilma Varela S de Salcedo, El Hombre en Xavier Zubiri de Juan Bautista Ramn Sanherrelando, La Praxis Marxista de Julin Mendieta Barrondoy El pensamiento religioso de los nicaraos de Antonio Esgueva.Ha comienzo de los aos noventa en varias universidad de Nicaragua se ha instituido la ctedra del pensamiento latinoamericano e incluso se publico el libro antolgico Razn e historia del pensamiento latinoamericano recopilado por Erwin Silva y Karlos Navarro, en donde a la parte de los clsicos pensadores como Leopoldo Zea, Augusto Salazar Bondy, Ricaurte Soler,.Miro Quezada, Arturo Andres Roig, Risieri Frondizi, Miguel Len Portilla, Flix Schwartzmann,se inclua a intelectuales nicaragenses, con la finalidad de que sean estudiados por los estudiantes a travs de seminarios y ctedras magistrales.En esos mismo aos en la Universidad Centroamericana de El Salvador y Nicaragua, se forma el seminario Zubiri-Ellacuria y publican los libros Voluntad de Vida y Voluntad de Arraigo en donde se recopilan artculos de algunos pensadores centroamericanos.En la actualidad uno de los retos que tenemos -y es la propuesta que hemos realizado con insistencia al Ministerio de Educacin- es que se estudie a nuestros pensadores en las escuelas de secundarias: para este fin, hemos iniciado un proceso de divulgacin en los medios de comunicacinsobre la importancia que tiene el pensamiento latinoamericano para el fortalecimiento de la identidad nacional.Sin embargo, a pesar de los esfuerzos que se han realizado en la mayora de las universidades de centroamericanas, la filosofa se sigue estudiado en base a los esquemas europeos y no se le ha prestado ladebida atencin y apoyo a la investigacin, divulgacin y promocin del pensamiento latinoamericano. De esta manera la filosofa que se estudia en las mayoras de las universidades ha sido eurocentrista: es decir, el pensamientoproducido en algunos pases europeos(particularmente Francia, Alemania, Italia e Inglaterra) y ha prevalecido desde la colonia una actitud de menosprecio a nuestras propias reflexiones. Esta disposicin de desprecio hacia lo propio ha dado lugar a un aislamiento de la universidad respecto a la sociedad y una falta de inters por la investigacin lo que se refleja en la escasa publicacin de libros, artculos y revistas sobre este tema.Si tomamos en cuenta estos aspectos podemos aseverar que la funcin social de la filosofa y del pensamiento en la universidad ha sido poca, debido entre otras cosas a que se reduce a la repeticin memorsticas de esquemas programticos y no la reflexin autntica y original

"En torno a una filosofa americana"1Hace algunos aos un joven maestro mexicano lanzaba al pblico un libro que caus expectacin. Este joven maestro es Samuel Ramos y el libro esEl perfil del hombre y la cultura en Mxico. En este libro se haca un primer ensayo de interpretacin de la cultura en Mxico. La cultura mexicana era motivo de una interpretacin filosfica. La filosofa descenda del mundo de los entes ideales hacia un mundo de entes concretos como lo es Mxico, smbolo de hombres que viven y mueren en sus ciudades y sus campos. Esta osada fue calificada despectivamente de literatura. La filosofa no poda ser otra cosa que un ingenioso juego de palabras tomadas de una cultura ajena, a las que por supuesto faltaba un sentido, el sentido que tenan para dicha cultura.Aos ms tarde otro maestro, esta vez un argentino, Francisco Romero, haca hincapi en la necesidad de que Iberoamrica se empezase a preocupar por los temas que le son propios, por la necesidad de ir a la historia de su cultura y sacar de ella los temas de una nueva preocupacin filosfica. Slo que esta vez su exhortacin se apoyaba en una serie de fenmenos culturales que seala en un artculo titulado "Sobre la filosofa en Iberoamrica." En este artculo nos muestra cmo el inters por los temas filosficos en Iberoamrica ha ido creciendo da a da. El gran pblico sigue y solicita con inters los trabajos de tipo o ndole filosfica, de donde han surgido numerosas publicaciones: libros, revistas, artculos de peridico, etc.; as como la formacin de institutos o centros de estudios filosficos donde se practica tal actividad. Este inters por la filosofa aparece en contraste con otras pocas en las cuales dicha actividad era labor de unos cuantos e incomprendidos hombres. Labor que no trascenda el cenculo o la ctedra. Ahora se ha llegado a lo que Romero llama una "etapa de normalidad filosfica", es decir, a una etapa en que el ejercicio de la filosofa es visto como funcin ordinaria de la cultura al igual que otras actividades de ndole cultural. El filsofo deja de ser un extravagante que nadie pretende entender para convertirse en un miembro de la cultura de su pas. Se establece una especie de "clima filosfico", es decir, una opinin pblica que juzga sobre la creacin filosfica, obligando a sta a preocuparse por los temas que agitan a quienes forman la llamada "opinin pblica".Ahora bien, hay un tema que preocupa no slo a unos cuantos hombres de nuestro Continente, sino al hombre americano en general. Este tema es el de la posibilidad o imposibilidad de una Cultura Americana, y como aspect o parcial del mismo, el de la posibilidad o imposibilidad de una Filosofa Americana. Podr existir una Filosofa Americana si existe una Cultura Americana de la cual dicha filosofa tome sus temas. De que exista o no una Cultura Americana, depende el que exista o no una Filosofa Americana. Pero el plantearse y tratar de resolver tal tema, independientemente de que la respuesta sea afirmativa o negativa, es ya hacer filosofa americana puesto que trata de contestar en forma afirmativa o negativa una cuestin americana. De donde trabajos como el de Ramos, Romero y otros que sobre tal tema se hagan, cualesquiera que sean sus conclusiones, son ya filosofa americana.El tema de la posibilidad de una Cultura Americana, es un tema impuesto por nuestro tiempo, por la circunstancia histrica en que nos encontramos. Antes de ahora el hombre americano no se haba hecho cuestin de tal tema porque no le preocupaba. Una Cultura Americana, una cultura propia del hombre americano era un tema intranscendente, Amrica viva cmodamente a la sombra de la Cultura Europea. Sin embargo, esta cultura se estremece en nuestros das, parece haber desaparecido en todo el Continente Europeo. El hombre americano que tan confiado haba vivido se encuentra con que la cultura en la cual se apoyaba le falla, se encuentra con un futuro vaco; las ideas a las cuales haba prestado su fe se transforman en artefactos intiles, sin sentido, carentes de valor para los autores de las mismas. Quien tan confiado haba vivido a la sombra de un rbol que no haba plantado, se encuentra en la intemperie cuando el plantador lo corta y echa al fuego por intil. Ahora tiene que plantar su propio rbol cultural, hacer sus propias ideas; pero una cultura no surge de milagro, la semilla de tal cultura debe tomarse de alguna parte, debe ser de alguien. Ahora bieny ste es el tema que preocupa al hombre americanode dnde va a tomar esta semilla? Es decir, qu ideas va a desarrollar? a qu ideas va a prestar su fe? Continuar prestando su fe y desarrollando las ideas heredadas de Europa? o existe un conjunto de ideas y temas a desarrollar propios de la circunstancia americana? O bien, habr que inventar estas ideas? En una palabra, se plantea el problema de la existencia o inexistencia de ideas propias de Amrica, as como el de la aceptacin o no de las ideas de la Cultura Europea ahora en crisis. Ms concretamente, el problema de las relaciones de Amrica con la Cultura Europea, y el de la posibilidad de una ideologa propiamente americana.2Por lo anterior queda visto que uno de los primeros temas para una filosofa americana es el de las relaciones de Amrica con la Cultura Europea. Ahora bien, lo primero que cabe preguntarse es el tipo de relacin que tiene Amrica respecto a dicha cultura. No ha faltado quien compare esta relacin a la que tiene el Asia frente a la misma Cultura Europea. Se considera que Amrica, como Asia, no ha asimilado de Europa ms que la tcnica. Pero de ser as cul sera lo propio de la Cultura Americana? Para el asitico lo que de la Cultura Europea ha adoptado es considerado como algo superpuesto, que ha tenido necesariamente que adoptar debido a la alteracin de su circunstancia al intervenir en ella el europeo. Pero lo que de la Cultura Europea ha adoptado no es propiamente la cultura, es decir, un modo de vivir, una concepcin del mundo, sino nicamente sus instrumentos, su tcnica. El asitico se sabe heredero de una cultura milenaria que ha ido pasando de padres a hijos, de donde se sabe dueo de una cultura propia. Su concepcin del mundo es prcticamente opuesta a la del europeo. Del europeo no ha adoptado sino su tcnica, y esto, obligado por el mismo europeo al intervenir con su tcnica en lo que era circunstancia propiamente asitica. Nuestros das estn mostrando lo que puede hacer un asitico con una concepcin del mundo propia sirvindose de una tcnica europea. A tal hombre le tiene muy sin cuidado el porvenir de la Cultura Europea y s tratar de destruirla si se interpone o sigue interviniendo en lo que considera su propia cultura.Ahora bien, podemos pensar nosotros los americanos; lo mismo respecto a la Cultura Europea? Pensar tal cosa es considerar que somos poseedores de una cultura que nos es propia y que acaso no ha alcanzado expresin porque Europa nos ha estorbado. Entonces s, cabra pensar que ste es el momento oportuno para liberarnos culturalmente. De ser as la crisis de la Cultura Europea nos tendra sin cuidado. En vez de que tal crisis se nos presentase como problema se presentara como solucin. Pero no es as, la crisis de la Cultura Europea nos preocupa hondamente, la sentimos como crisis propia.Y es que el tipo de relacin que como americanos tenemos con la Cultura Europea es distinto del que tiene el asitico con la misma. Nosotros no nos sentimos, como el asitico, herederos de una cultura propia autctona. Existi, s, una cultura indgenaazteca, maya, inca, etc., pero esta cultura no representa para nosotros, americanos actuales, lo que representa la antigua Cultura Oriental para los actuales asiticos. Mientras el asitico contina sintiendo el mundo como lo sintieron sus antepasados, nosotros, americanos, no sentimos el mundo como lo sinti un azteca o un maya. De ser as, sentiramos por las divinidades y templos de la cultura precolombina la misma devocin que siente el oriental por sus antiqusimos dioses y templos. Un templo maya nos es tan ajeno y sin sentido como un templo hind.Lo nuestro, lo propiamente americano, no est en la cultura precolombina. Estar en lo europeo? Ahora bien, frente a la Cultura Europea nos sucede algo raro, nos servimos de ella pero no la consideramos nuestra, nos sentimosimitadores de ella. Nuestro modo de pensar, nuestra concepcin del mundo, son semejantes a los del europeo. La Cultura Europea tiene para nosotros el sentido de que carece la cultura precolombina. Y sin embargo, no la sentimos nuestra. Nos sentimos como bastardos que usufructan bienes a los que no tienen derecho. Nos sentimos igual al que se pone un traje que no es suyo, lo sentimos grande. Adaptamos sus ideas, pero no podemos adaptarnos a ellas. Sentimos que debamos realizar los ideales de la Cultura Europea, pero nos sentimos incapaces de tal tarea, nos basta admirarlos pensando que no estn hechos para nosotros. En esto est el nudo de nuestro problema: no nos sentimos herederos de una cultura autctona, esta carece de sentido para nosotros; y la que como la europea tiene para nosotros sentido, no la sentimos nuestra. Hay algo que nos inclina hacia la Cultura Europea, pero que al mismo tiempo se resiste a hacer parte de esta cultura. Nuestra concepcin del mundo es europea, pero las realizaciones de esta cultura las sentimos ajenas, y al intentar realizar lo mismo en Amrica nos sentimos imitadores.Lo que nos inclina hacia Europa y al mismo tiempo se resiste a ser Europa, es lo propiamente nuestro, lo americano. Amrica se siente inclinada hacia Europa como el hijo hacia el padre; pero al mismo tiempo se resiste a ser su propio padre. Esta resistencia se nota en que a pesar de que se siente inclinada hacia la Cultura Europea al realizar lo que ella realiza se siente imitadora, no siente que realice lo que le es propio, sino lo que slo puede realizar Europa. De aqu este sentirnos cohibidos, inferiores al europeo. El mal est en que sentimos lo americano, lo propio como algo inferior. La resistencia de lo americano hacia lo europeo es sentido como incapacidad. Pensamos como europeos, pero no nos basta esto, queremos adems realizar lo mismo que realiza Europa. El mal est en que queremos adaptar la circunstancia americana a una concepcin del mundo que heredamos de Europa, y no adaptar esta concepcin del mundo a la circunstancia americana. De aqu que nunca se adapten las ideas y la realidad. Necesitamos de las ideas de la Cultura Europea pero cuando las ponemos en nuestra circunstancia las sentimos grandes porque no nos atrevemos a adaptarlas a esta circunstancia. Las sentimos grandes y no nos atrevemos a recortarlas, preferimos el ridculo de quien se pone un traje que no le acomoda. Y es que hasta hace muy poco el americano quera olvidar que lo era para sentirse un europeo ms. Lo que equivale a que un hijo olvidase que es hijo y quisiese ser su propio padre, el resultado tena que ser una burda imitacin. Y esto es lo que siente el americano, que ha tratado de imitar y no de realizar su personalidad.Alfonso Reyes nos dibuja con mucha gracia esta resistencia del americano a ser americano. El americano senta "encima de las desgracias de ser humano y ser moderno, la muy especfica de ser americano; es decir, nacido y arraigado en un suelo que no era el foco actual de la civilizacin, sino una sucursal del mundo" (Alfonso Reyes: "Notas sobre la inteligencia americana. RevistaSur. Nm. 24. Septiembre de 1936. Buenos Aires). Ser americano haba sido hasta ayer una gran desgracia, porque no nos permita ser europeos. Ahora es todo lo contrario, el no haber podido ser europeos a pesar de nuestro gran empeo, permite que ahora tengamos una personalidad; permite que en este momento de crisis de la Cultura Europea sepamos que existe algo que nos es propio, y que por lo tanto puede servirnos de apoyo en esta hora de crisis. Qu sea este algo, es uno de los temas que debe plantearse una filosofa americana.3Amrica es hija de la Cultura Europea, surge en una de sus grandes crisis. Su descubrimiento no es un simple azar, sino el resultado de una necesidad. Europa necesitaba de Amrica; en la cabeza de todo europeo estaba la Idea de Amrica, la idea de una tierra de promisin. Una tierra en la cual el hombre europeo pudiese colocar sus ideales, una vez que no poda seguir colocndolos en lo alto. Ya no poda colocarlos en el cielo. Gracias a la nueva fsica, el cielo dejaba de ser alojamiento de ideales para convertirse en algo ilimitado, en un infinito mecnico y por lo tanto muerto. La idea de un mundo ideal descendi del cielo y se coloc en Amrica. De aqu que el hombre europeo saliese en busca de la tierra ideal y la encontrase.El europeo necesitaba desembarazarse de una concepcin de la vida de la cual se senta harto, necesitaba desembarazarse de su pasado, iniciar una vida nueva. Hacer una nueva historia, bien planeada y calculada, en la que nada faltase ni sobrase. Lo que el europeo no se atreva a proponer abiertamente en su tierra, lo daba por hecho en esta tierra nueva llamada Amrica. Amrica era el pretexto para criticar a Europa. Lo que se quera que fuera Europa fue realizado imaginariamente en Amrica. En estas tierras fueron imaginadas fantsticas ciudades y gobiernos que correspondan al ideal del hombre moderno. Amrica fue presentada como la Idea de lo que Europa deba de ser. Amrica fue la Utopa de Europa. El mundo ideal conforme al cual deba rehacerse el viejo mundo de Occidente. En una palabra: Amrica fue la creacin ideal de Europa.Amrica surge a la historia como una tierra de proyectos, como una tierra del futuro, pero de unos proyectos que no le son propios, y de un futuro que tampoco es suyo. Estos proyectos y este futuro son de Europa. El hombre europeo que puso sus pies en esta Amricaconfundindose con la circunstancia americana y dando lugar al hombre americanono supo ver lo propio de Amrica, slo tuvo ojos para lo que Europa haba querido que fuera. Al no encontrar lo que la fantasa europea haba puesto en el Continente Americano, se sinti decepcionado; dando esto lugar al desarraigo del hombre americano frente a su circunstancia. El americano se siente europeo por su origen, pero inferior a ste por su circunstancia. Se transforma en un inadaptado, se considera superior a su circunstancia e inferior a la cultura de la cual es origen. Siente desprecio por lo americano y resentimiento contra lo europeo.El americano, en vez de tratar de realizar lo propio de Amrica se ha empeado en realizar la Utopa europea, tropezando como es de suponer con la realidad americana que se resiste a ser otra cosa que lo que es, Amrica. Esto ha dado lugar al sentimiento de inferioridad del que ya hemos hablado. La realidad circundante es considerada por el americano como algo inferior a lo que cree su destino. Este sentimiento se ha mostrado en la Amrica Sajona como un afn por realizar en grande lo que Europa ha proyectado para satisfacer necesidades que le son propias. Norte-Amrica se ha empeado en ser una segunda Europa, una copia en grande. No importa la creacin propia, lo que importa es realizar los modelos europeos en grande y con la mxima perfeccin. Todo se reduce a nmeros: tantos dlares o tantos metros. En el fondo lo nico que se quiere hacer con esto es ocultar un sentimiento de inferioridad. El norteamericano trata de demostrar que tiene tanta capacidad como el europeo, y la forma de demostrarlo es haciendo, en grande y con mayor perfeccin tcnica, lo mimo que ha hecho el europeo. Pero con esto no ha demostrado capacidad cultural, sino simplemente tcnica; puesto que la capacidad cultural se demuestra en la solucin que se da a los problemas que se plantean al hombre en su existencia, y no en la imitacin mecnica de soluciones que otros hombres se han dado a s mismos en problemas que les son propios.En cuanto al hispanoamericano, se ha conformado con sentirse inferior no slo al europeo, sino tambin al norte americano. No slo no trata de ocultar su sentimiento de inferioridad, sino que lo exhibe autodenigrndose. Lo nico que ha tratado hasta hoy ha sido vivir lo ms cmodamente a la sombra de ideas que sabe que no le son propias. Lo que ha importado no han sido las ideas sino la forma como vivir de ellas. De aqu que nuestra poltica se haya transformado en burocracia. La poltica deja de ser un fin y se convierte en un instrumento para alcanzar un determinado puesto burocrtico. No importan la banderas ni los ideales, lo que importa es que estas banderas o ideales permitan alcanzar un determinado puesto. De aqu esos milagrosos y rpidos cambios de bandera y de ideales; de aqu tambin ese estar siempre proyectando, planeando, sin alcanzar nunca resultados definitivos. Continuamente se est ensayando y proyectando de acuerdo con ideologas siempre cambiantes. No hay un plan a realizar por todos los nacionales porque no hay sentido de Nacin. Y no hay sentido de Nacin por la misma razn por la cual no ha habido sentido de lo americano. Quien se siente inferior como americano se siente tambin inferior como nacional, como miembro de una