fábrica de coincidencias arte sonoro reciente en méxico

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Una fábrica de coincidencias: El arte sonoro reciente en México Menos mal que a los mosquitos no les ha dado por tocar el saxofón. Ramón Gómez de la Serna INTRODUCCIÓN El arte sonoro en México es una fábrica de coincidencias, espacio de confluencia donde ruidistas distópicos conviven con paisajistas sonoros. Los utopistas de la ne om achina tenaces tocan después de que el tránsfuga de artes plásticas ha propuesto un set donde la materia del sonido es el principal ingrediente, hasta el fondo, resucitan los radialistas fervorosos practicantes del Hörspiel. Todos conviven y convergen en este espacio sin disciplina. La fábrica monta y desmonta encuentros, produce milagros y fabrica eventos inimaginables. Es una máquina sónica en plena construcción, desestabilizada constantemente por sus componentes más vivos, incompleta, sistémica, asistemática, anti-sistema, creciendo y agotándose en su crecimiento todo el tiempo. 1 Es una fábrica viva, de la Vida queremos decir, dado que el sonido es signo de persistencia de lo existente, del respirar de organismos vivos. El murmullo de la naturaleza es un susurro resultante del mundo en movimiento. 1 Nuestra idea de máquina deja a un lado los componentes mecanicistas del siglo XIX, para abordar su figura como una imagen de la producción social de la subjetividad de nuestro tiempo. La máquina de la que hablamos en el arte sonoro está conformada por las características de la sociedad bajo el capitalismo. Es un sistema económicopolítico de producción, una máquina social. No es independiente ni ajena a nosotros. No hay una tecnología de dirección única y autónoma. Más bien, la tecnología es producida por la máquina social de la que forma parte.

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Fábrica de Coincidencias Arte Sonoro Reciente en México

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Una fábrica de coincidencias:

El arte sonoro reciente en México

Menos mal que a los mosquitos no les ha dado por tocar el saxofón.

Ramón Gómez de la Serna

INTRODUCCIÓN

El arte sonoro en México es una fábrica de coincidencias, espacio de

confluencia donde ruidistas distópicos conviven con paisajistas sonoros. Los

utopistas de la ne om achina tenaces tocan después de que el tránsfuga de

artes plásticas ha propuesto un set donde la materia del sonido es el principal

ingrediente, hasta el fondo, resucitan los radialistas fervorosos practicantes del

Hörspiel. Todos conviven y convergen en este espacio sin disciplina. La fábrica

monta y desmonta encuentros, produce milagros y fabrica eventos

inimaginables. Es una máquina sónica en plena construcción,  desestabilizada

constantemente por sus componentes más vivos, incompleta, sistémica,

asistemática, anti-sistema, creciendo y agotándose en su crecimiento todo el

tiempo.1 Es una fábrica viva, de la Vida queremos decir, dado que el sonido es

signo de persistencia de lo existente, del respirar de organismos vivos. El

murmullo de la naturaleza es un susurro resultante del mundo en movimiento.

                                                                                                                         1  Nuestra  idea  de  máquina  deja  a  un  lado  los  componentes  mecanicistas  del  siglo  XIX,  para  abordar  su  figura  como  una  imagen  de  la  producción  social  de  la  subjetividad  de  nuestro  tiempo.  La  máquina  de  la  que  hablamos  en  el  arte  sonoro  está  conformada  por  las  características  de  la  sociedad  bajo  el  capitalismo.  Es  un  sistema  económico-­‐político  de  producción,  una  máquina  social.  No  es  independiente  ni  ajena  a  nosotros.  No  hay  una  tecnología  de  dirección  única  y  autónoma.  Más  bien,  la  tecnología  es  producida  por  la  máquina  social  de  la  que  forma  parte.  

Si vamos a plantear un comienzo que marque una posible genealogía que nos

conecte al estado presente del arte sonoro en México, más valdría referirnos a

Carlos Chávez que a los Estridentistas, como suele hacerse. Su lugar

privilegiado en el nacimiento de esta estirpe que está por narrarse, se debe al

informe redactado y publicado en tres entregas en el periódico El Universal

durante el año de 1932. A resultas de su estancia de investigación entre

febrero y abril de ese mismo año en la RCA y en los laboratorios Bell

Telephone en Nueva York, se reunió con directivos, ingenieros y técnicos

informándose acerca de las peculiaridades técnicas de las máquinas de

grabación y emisión de sonido.2 Es en este reporte sobre los desarrollos de las

tecnologías de fijación, reproducción y transmisión del sonido, donde estudia

las posibilidades estéticas y acústicas -no sólo musicales-, concentrándose en

los posibles desarrollos del sonido independiente de toda fuente musical. Sus

observaciones en torno al cinematógrafo, el fonógrafo y la radio, nos muestran

a un Chávez genuinamente interesado y curioso ante estos inventos

novedosos. Caso inédito en el ámbito nacional, ningún otro mexicano volverá a

escribir con tal interés sobre el evento sonoro más allá del ámbito musical

salvo, tal vez, en algunos pasajes de la literatura mexicana. Es en estos

artículos donde debemos buscar los antecedentes de la amplia gama de

prácticas artísticas que, en torno al sonido se dieron a la largo del siglo XX

mexicano y lo que va del presente siglo XXI.

El arte sonoro surge como resultado de varias circunstancias sociales y

problemas estéticos planteados con el nacimiento del siglo XX. La música es

crecientemente colonizada por el ruido que se va incorporando mediante la

aceptación de formas composicionales de tipo microtonal o pos-tonales. En el

caso de las vanguardias artísticas, el ámbito sónico de la nueva ciudad, de la

metrópolis y la explosión urbana, es celebrado a través de sus sonidos más

discordantes, que con el paso del tiempo son plenamente aceptados e

incorporados al canon del establishment musical. Por otro lado tenemos la

crisis de las artes plásticas, esta quizás más grave, se trata de la crisis del                                                                                                                          2  Carlos  Chávez  publica  tres  artículos  (Música  y  física,  22  de  julio,  Producción  y  reproducción  musical,  4  de  agosto  y  Los  instrumentos  eléctricos  de  reproducción  musical,    16  de  agosto),  en  los  cuales  expone  sus  primeras  impresiones  del  viaje.  Años  después  en  1937  se  publicará  en  inglés  una  versión  ampliada  en  forma  de  libro  titulado  Towards  a  new  Music:  Music  and  Electricity,  publicándose  la  primera  edición  en  español  en  México  hasta  1992.  

paradigma moderno de representación y sus consecuencias en las artes

visuales, por la cual escuchamos un lento corrimiento hacia el sonido como

materia dispuesta a ser elaborada, transformada y condensada por los artistas.

El sonido no musical, es una especie de no-lugar de las artes, eso permite su

libre recorrido más allá del campo disciplinario. Consideremos los paisajes

sonoros de Dziga Vertov grabados en 1915, una simple intención de

documentar el ruido de un aserradero abrió las posibilidades de escuchar al

mundo de otra manera y descubrir la singularidad sónica del espacio, del

ambiente. El sonido será el primero en beneficiarse de la ruptura con la

escritura musical, la partitura es el mundo y la creación no tiene un compositor,

sólo momentos de escucha sin fin.

Otro elemento constitutivo del arte sonoro es la manera en que la escucha

gana presencia en el campo de la producción artística. La composición del

mundo sonoro no es algo que sucede sólo en la cabeza del compositor ni en su

escritura musical, también se encuentra en la reconstrucción de un ambiente

sónico. Los sonidos no se nos presentan en su mismidad sino como

confluencia de la reproducción sónica y la escucha que ensambla el viaje aural.

El ambiente compartido socialmente por los escuchas de la pieza, es

modificado por la relación de recepción y disfrute estético abierta por la

contingencia social y la continua negociación del presente en que es emitido el

sonido. El sonido musical es un presente diferido en el tiempo, actualiza el

presente desde su interpretación aural. La escucha de la duración en cambio,

se expande en el tiempo más allá de la música, imperfecta, sin medida, plena.

El arte sonoro, está constituido por las posibilidades abiertas en esos callejones

sin salida y sus fugas. No se trata, por tanto, solamente del predecible discurso

en torno a la inter-trans- multi- disciplinariedad, conceptos provenientes

después de todo de las ciencias sociales, sino de un espacio que surge de un

planteamiento problemático para el arte moderno: la centralidad de la mirada,

de lo visible ahora puesto en cuestión. La respuesta a esta crisis será

desarrollada mediante la práctica y ejecución de los problemas estéticos

definidos por el deambular poético de los artistas, nada qué ver con su apego o

desapego a las disciplinas artísticas o epistemológicas. De esta manera el uso

de cualquier medio (fotografía, escultura, literatura, performance, el punto y la

línea) que incluya al sonido en sus reflexiones podría ser considerado como

parte del universo temático de las artes sonoras.

Nuestra visión amplía el campo reservado a las artes escénicas y lo lleva

incluso a las prácticas sociales como podría ser la comunicación radiofónica (y

no sólo el radio arte). De ahí que la gama de artistas mencionados en este

ensayo sea tan diversa y amplia que incluya a Taniel Morales y la miríada

anónima que alimenta a las radios libres y comunitarias de México en los

últimos años.   Esta visión ampliada del arte sonoro nos permite escuchar el

caso de Ocupación e I-machinarius de Marcela Armas, sus incursiones en este

ámbito, precedidas por su reflexión en torno al estatuto que la tecnología tiene

en el plano social y político de nuestro país.    También mencionamos a Israel

Martínez, músico autodidacta proveniente de las subculturas del rock y la

música electrónica, quien ha sabido incursionar en la composición

electroacústica logrando resultados venerables para el arte sonoro mexicano.

Finalmente, compositores como Rogelio Sosa, músico de formación rigurosa

que recorre el sentido contrario al de la composición contemporánea para

revisitar los territorios de la performance ruidista, o Juanjosé Rivas quien junto

con Mario de Vega, efectúan una clara migración creativa desde las artes

plásticas y la escenografía respectivamente.

Una cuestión que no quisiéramos dejar de lado es el aspecto vital y necesario

de estos encuentros, de estas coincidencias, casi todos los mencionados han

incursionado en la improvisación libre. Esta funciona cada vez más como

espacio de libertad y juego entre los artistas. Les permite reflexionar el papel

del sonido fuera de sus investigaciones personales o dado el caso,

incorporarlas como tema de conversación y confrontación in situ mientras la

improvisación tiene lugar. Por lo tanto no es sólo la innovación consciente o

inconsciente lo que se pone en juego de manera constante en la improvisación,

sino su papel como acción fundante que crea alrededor de los encuentros entre

distintos artistas y disciplinas.3

                                                                                                                         3  “(Improvisar)  …  implica  una  disposición  a  la  atención,  uno    se  encuentra  en  estado  de  alerta,  a  la  expectativa  de  lo  que  está  por    suceder  […]  uno  espera  para  actuar,  para  dar  el  salto  e  incorporarse  al  

Es importante darnos cuenta que el sonido desvinculado de su forma musical

puede ser abordado desde un sinfín de prácticas y saberes: literatura,

escultura, arquitectura, historia, etcétera. La mayoría de los trabajos sónicos

contemporáneos exige una suerte de observación fenomenológica que atienda

a la reconstrucción de toda una gramática ecológica del arte sonoro: donde lo

social y el ambiente cultural son parte determinante del sentido configurado en

el acto del crujido, los chasquidos, el rasgado, los golpes secos y discontinuos.

Todos estos elementos que constituyen el evento sónico necesitan ser

descritos en tanto elementos constitutivos de un ambiente más amplio que

incluye a la cultura como el espacio de acción y a las distintas poéticas como

las herramientas a las que recurre el artista.

Resulta curioso constatar la forma en que las tecnologías de fono fijación y

reproducción son utilizadas como amplificadores de un sonido que solía

resguardarse desde siempre en la oscuridad de lo ínfimo. El resultado es

siempre sorprendente, frecuencias inaudibles amplificadas adquieren presencia

en nuestro mundo. Son fantasmas y presencias reales hasta hace poco

inadvertidas: con el arte sonoro nos encontramos ante la novedad de escuchar

por primera vez un mundo no sólo quedo e inaudito sino invisible también.

Si hay algo que logra condensar la imagen del arte sonoro en México es la

figura cultural de la máquina. En ella se dispone y concentra la ideología de

todo antagonismo, esperanza y relación social del mundo capitalista. La historia

reciente del arte sonoro fue posibilitada por el espacio abierto dentro de los

festivales del así llamado arte electrónico o medial, por consiguiente el tema -

aunque varía según la singularidad de cada artista sonoro- resulta

omnipresente. Por momentos aparece la aceptación acrítica del sentido

acentuado por el mismo medio de búsqueda y expresión: el sonido como

manifestación material del mundo quedo es posibilitado por la técnica y ésta

determina una manera de abordar y conocer el mundo. Son pocos los que se

preguntan por el estatuto ontológico del sonido generado, de su fuente, de la

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                     ahora  constante  del  presente.  Es  pues,  un  salto  al  aquí    del  ahora  (por  algo  será  que  los  japoneses  llaman  a  la  improvisación    sokkyo,  es  decir  “dejar  que  surja  el  aquí  y  ahora”),  a  la  acción,  al    acontecimiento,  al  evento  imponderable  de  la  acción,  momento  de    inscripción  de  la  historia  de  la  humanidad”.  Meza  V,I.  (2011).  Improvisación.  El  mundo  de  la  vida,  Folios,  publicación  de  Discusión  y  Análisis,  Año  IV,  Núm.  23.  pp72-­‐77.  

técnica como medio de transustanciación del sonido amplificado. De alguna

manera, adoptan el discurso espectacular del científico-artista, es decir, la

ideología de la tecnociencia y la infosfera. 4

De esta manera, la práctica del arte se concibe como un “laboratorio” donde la

“investigación” produce una labor de “conocimiento” específico deudor por

entero de la episteme digital. Son muchos los que comparten un vocabulario

donde el “tiempo real” y la reproducción del mundo en su manifestación

“directa” e inmediata constituyen un universo programado desde el paradigma

epistémico de la información. El mundo, la realidad y la comunicación son un

interminable flujo de datos claramente capturados por la fijación y control de los

bits de información. El resultado varía entre lo ingenuo y lo desastroso: los usos

novedosos de la técnica o la implementación innovadora de la tecnología

pueden permitir nuevas formas de escucha ¡sin duda! Pero definitivamente no

las inaugura con su sola presencia o actividad, hace falta la creación

continuada de un ambiente donde las relaciones de producción del sentido de

los sonidos vayan más allá de su condición de objetos sonoros de la técnica.

Se extraña la ausencia del elemento crítico en el discurso del arte sonoro

contemporáneo en México; sólo unos cuantos son los que realmente exploran

el mundo contemporáneo a partir de sus premisas sónicas y sus

consecuencias más allá del ruido producido por las máquinas sociales del

capitalismo.

Resulta curioso ver cómo el papel del futuro en el arte sonoro se ha ido

transformando en los últimos quince años. Si en un primer momento el sonido

correspondía a la exploración de los mundos futuros ya aquí en nuestro

presente, el pathos historicista del arte sonoro se ha ido decantando hacia una

nostalgia acrítica por la obsolescencia fallida. Nuestra condición dependiente

en el capitalismo globalizado nos lleva a escuchar con desencanto aquello que                                                                                                                          4  Por  tecnociencia  entendemos  la  confluencia  cada  vez  mayor  entre  capital  e  investigación,  los  desarrolladores  y  la  innovación  técnica.  La  demanda  tecno-­‐militar  siempre  ha  impuesto  el  paso  a  la  invención,  hoy  en  día  el  proceso  se  ha  acelerado  gracias  a  los  impresionantes  desarrollos  de  la  informática  y  la  telemática.  En  el  caso  de  la  infosfera  la  comprendemos  a  partir  de  una  lectura  ligeramente  modificada  que  realizan  Franco  Berardi  Bifo  y  Christian  Marazzi  de  Jean  Baudrillard.  Lejos  de  acentuar  la  simple  relación  entre  medios  de  información  y  la  mente  receptora,  comprendemos  la  infosfera  como  la  creciente  integración  de  la  economía  y  la  semiótica,  es  decir;  la  remodelación  del  campo  de  la  comunicación  y  el  campo  productivo  para  la  construcción  de  un  nuevo  paradigma  producto  de  la  ratio  digital:  la  información.  

ya se fue y que por sorprendente que parezca sigue entre nosotros: la

esperanza de un mundo distinto posibilitado por una tecnología que jamás

cumplió su promesa de hacer un mundo mejor a partir de un changarro, un

vocho y una computadora. Se extraña la reflexión crítica en torno al universo

del detritus sónico abandonado por el circuito de obsolescencia capitalista,

revisando la historia de las prácticas ruidistas en México encontraríamos todo

un pathos, toda una exploración en torno al futuro anterior fenecido del que

sólo podemos escuchar sus ruinas.

ELECTROACÚSTICA: VACÍO HISTORICO

Dentro del conjunto de prácticas heterogéneas que configuran el arte sonoro en

México y que revelan una dinámica abierta a la incorporación de nuevos

actores, cruces disciplinarios, espacios de convivencia y lecturas de la

tecnología, es importante considerar cuál ha sido la dinámica de delimitación

del arte sonoro frente a otras prácticas de exploración del sonido.

Una delimitación importante es la que se ha construido frente a la música

electroacústica, fue precisamente en este ámbito donde ocurrieron las primeras

aproximaciones a las tecnologías de edición y procesamiento de sonido en

México, así como las primeras colaboraciones entre músicos e ingenieros (un

caso paradigmático es la relación del ingeniero Raúl Pavón con los músicos y

compositores de las décadas sesenta y setenta). No obstante, son poco

conocidas las referencias históricas de músicos que exploraron el sonido desde

el medio electrónico y propusieron décadas atrás un trabajo interdisciplinario

con la electroacústica (como Jiménez Mabarak, el grupo Quanta de Mario

Lavista, el mismo ingeniero Raúl Pavón o Antonio Russek).5

                                                                                                                         5  El  término  debe  entenderse  dentro  del  contexto  de  los  años  sesenta,  periodo  en  el  que  surge  un  desarrollo  artístico  referente  a  esa  ‘localización’  entre  medios  o  disciplinas,  en  la  cual  se  desenvolvían  las  formas  innovadoras  del  arte  contemporáneo.  Un  término  empleado  para  referirse  a  aquellas  obras  artísticas  que  resistían  a  una  compartimentación  pura  entre  música,  literatura,  artes  visuales,  etc.,  fusionando  dos  o  más  formas  artísticas.  Podemos  considerar  las  acepciones  dadas  entonces  por  el  artista  integrante  de  Fluxus,  Dick  Higgins,  quien  relacionaba  el  ready-­‐made  a  un  punto  ‘intermedio’  de  integración  entre  ‘los  medios  del  arte’  [art  media]  y  los  ‘medios  de  la  vida’  [life  media].  Un  referente  básico  es  el  desarrollo  del  artista  Allan  Kaprow  de  esa  nueva  forma  intermedia  surgida  entre  los  años  cincuenta  y  sesenta  llamada  ‘happening’,  un  collage  compuesto  de  ‘actividades’  muy  diversas,  de  música,  teatro,  etc.  

La toma de distancia frente a la electroacústica es más evidente cuando se

trata de definir lo que hacen la música experimental y la Improvisación libre,

son prácticas de tránsito y movilidad entre quienes han incursionado

previamente en el arte sonoro y las artes electrónicas, estableciéndose así un

circuito de paso continuo entre ellas.

En contraposición, el interés central de la electroacústica por el sonido, las

técnicas de procesamiento y las relaciones formales que de ahí derivan para

construir una obra acabada, restringe la participación a quienes no sólo aspiran

a especializarse en el dominio técnico y teórico necesarios, sino también en las

especificidades estéticas del sonido generado a partir de esos medios. Rocha

menciona incluso una falta de exploración profunda del lenguaje

electroacústico hasta antes de los años ochenta. La ausencia de un interés

sistemático de los compositores muestra el escaso número de obra publicada,

conciertos y festivales conocidos y documentados. Esto impide a las artes

mediales y sonoras, construir referencias de la electroacústica como campo

germinal de la exploración entre sonido y tecnología en México.6 Pero, ¿se

habría establecido un vínculo de haberse desarrollado más? La perspectiva

formalista centrada en descomponer y componer sonido, entra en contradicción

con la aproximación relacional del sonido con otras artes, con el receptor y su

posibilidad de participación, con situaciones que desbordan el medio sonoro, y

que han buscado explorar precisamente el arte sonoro y la música

experimental. Rogelio Sosa menciona la falta de interés del público por el arte

sonoro y la música electroacústica, debido a “las constricciones que ambos

mundos conllevan: la electroacústica aferrándose al discurso musical

académico y a formatos de presentación ortodoxos, y el arte sonoro, quizás en

menor medida, al limitarse a las imposiciones inherentes al complejo mundo del

arte”7 (Sosa, 2010, p. 19). En contraposición, Sosa argumenta que el valor de

la música experimental

                                                                                                                         6  En  este  sentido,  hace  falta  la  sistematización  de  un  archivo  en  torno  a  las  prácticas  de  la  electroacústica  por  esos  años.  Hay  un  sinnúmero  de  lugares  por  dónde  comenzar:  el  archivo  de  la  revista  Heterofonía  del  CENIDIM,  la  biblioteca  de  la  ENM,  la  Fonoteca  Nacional  y,  más  importante  aún,  los  compositores  aún  vivos.  7Aquí  Sosa  parece  entender  al  arte  sonoro  como  un  campo  cerrado  a  ciertos  actores  y  líneas  discursivas,  regulado  por  los  intereses  del  mercado  del  arte  más  institucionalizado.  Una  perspectiva  que  dista  de  la  visión  expandida  de  arte  sonoro  que  hemos  decidido  adoptar  aquí,  como  confluencia  de  prácticas  

[Por lo general] no se sustenta en la legitimación o la

pertenencia sino en el nivel de la propuesta. Las músicas

experimentales actuales son el producto de creadores sonoros

que se han alejado de su círculo de seguridad artística para

adentrarse en las profundidades de un universo en constante

transformación que les permite dar rienda suelta a su potencial

creativo sin importar su proveniencia, formación o interés

estético. (Ibíd)

Existe sin embargo, un tema de debate que influye en el tipo de agrupamientos

que se dan en el circuito de música experimental. ¿Cómo construye una

posición de autoridad quien decida usar cualquier tipo de soporte sonoro – una

lata, una laptop o un complejo sistema electromecánico– y determinar que lo

que hace sigue siendo ‘experimental’? Ello está determinado por los marcos de

valoración del desempeño de una performance particular durante un concierto.

También por la jerarquía que la dimensión performática, visual, tecnológica y el

dominio técnico (o su ausencia) en la manipulación del sonido, ocupan en ésta.

La distinción opera de acuerdo con la trayectoria, formación, discurso

conceptual y orígenes del performer, si su trabajo está más ligado a la

exploración de ciertos géneros musicales, la poesía sonora y/o la

improvisación, o al arte conceptual y la invención electrónica. Lo que influye

entonces en las dinámicas de agrupamiento y en los marcos de valoración de

los actores partícipes del circuito experimental, tiene qué ver con la pregunta de

qué es lo que se está planteando como ‘experimental’: ¿Son los dispositivos

que median la producción sonora y su resultado? ¿Es el sonido? ¿Qué tipos de

sonido? ¿Es el proceso de elaboración y modificación de tecnologías que

ocurre previamente al performance? ¿O se trata de una posición de vida y un

modo de tomar decisiones ante el entorno, que desborda el interés por el

hallazgo poético, estético, vinculado al sonido?

Mario de Vega articula una posición de este último tipo en torno a la música

experimental, estableciendo igualmente una distinción frente a la música

electroacústica, que encuentra “vincula[da] principalmente a normas

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                     heterogéneas  que  van  del  arte  electrónico  y  la  música  experimental  al  radio  arte,  a  las  radios  comunitarias,  como  veremos  más  adelante.  

académicas, estructuras y sectores herméticos”, centrada en “la producción de

abstracciones y resultados formales”. A partir de ello, ofrece una lectura de la

música experimental en función de su línea conceptual:

En contraposición [con la música electroacústica], la

producción experimental se genera por factores sociales con

una carga política implícita, tiene que ver con una condición

mucho más estructurada. Es decir, ¿cuál es mi actitud en

términos de vida en función de lo que veo en el entorno?

Buscar forma y contenido. [...] La música electroacústica omite

eso. [...] busca crear una ficción o un ‘mundo’ como tal, motivo

principal por el cual mi trabajo se deslinda de ese terreno. Mi

interés no es proponer un mundo propio y compartirlo, mi

interés es investigar cómo manipular información a través de

herramientas, dispositivos, situaciones, acciones, instructivos,

eventos. Parte de la disposición que tengas del escucha. (de

Vega, entrevista con Prieto, 2013, pp. 263, 276-277)

REFERENTES DE LA MÚSICA EXPERIMENTAL EN MÉXICO

Si existe una desvinculación de la electroacústica que parece hacer

insustancial la conexión histórica en los modos en que electroacústicos y

músicos experimentales abordan la tecnología, la electricidad y el sonido en

sus prácticas, ¿de qué referentes proviene este auge aparentemente

“repentino” de actividad sonora experimental que comienza al final de los años

noventa? Manuel Rocha vincula el desarrollo de la experimentación en México

no a la electroacústica, gracias al “atraso académico que sufrimos”, sino al free

jazz, a “bandas ochenteras como Banda elástica y particularmente al “pop

experimental”.8 (Rocha, 2007 y 2012, pp. 225-226) ¿Pero qué confluencias

                                                                                                                         8El  énfasis  que  observa  Rocha  en  la  influencia  del  pop  electrónico  en  la  configuración  de  la  música  experimental  en  México,  se  ve  correspondido  en  las  compilaciones  realizadas  por  el  Ex-­‐Teresa  Arte  Actual  a  principios  de  la  década,  que  comprenden  la  antología  XTAA  1993-­‐  2003,  y  el  disco  Sampler  del  2001.  Podemos  igualmente  mencionar  las  10  compilaciones  de  música  electrónica  editadas  entre  2002  y  2004  por  Discos  Konfort,  tituladas  Mínimas  texturas  y  Máximas  texturas;  Música  Folk  Anti  pop,  A  mexicompilation  of  independent  &  Underground  artists.  Genital  Productions,  1996.  Igloo  Music,  Antología  2001-­‐2003.  

existen entre la música experimental y el movimiento de rock en oposición,

psicodelia y rock progresivo, hardcore punk y metal? ¿En qué circunstancias se

da el salto a la ‘música experimental’?9

Para encontrar respuesta a estas preguntas debemos revisar documentos

dispersos de la cultura de la segunda mitad del siglo XX. Seguramente es en el

teatro, el rock y la literatura donde encontraremos algunos datos. Se podría

comenzar a finales de los años sesenta con la agrupación Damas Chinas

dirigida por Alejandro Jodorowsky –activo participante de los primeros

happenings en México–, que musicalizó piezas de teatro (Zarathustra, 1968) y

películas (El Topo, 1970, La Montaña Sagrada, 1973). También contribuyó a la

escena experimental replicando a Fluxus con el sacrificio de varios pianos rotos

incendiados. Tiempo después en 1970, Juan José Gurrola, miembro de la

troupe de Jodorowsky, decide incursionar también con un ensamble musical y

grabar improvisación y composiciones cercanas al free jazz. El resultado fue En

busca del silencio –Escorpión en ascendente; el disco está lleno de soluciones

humorísticas y destellos de genialidad idiota.

Tendríamos que hacer mención de las decenas de bandas (muy desiguales en

su calidad) de rock progresivo durante los años setenta, las cuales solían

incorporar en su repertorio en vivo alguna sesión de improvisación musical;

resaltamos a Decibel, quien grabó Poeta del ruido (1978), disco muy influido

por el movimiento de rock en oposición con largas “ambientaciones” y

composiciones deudoras del free jazz de la AACM. Cabe mencionar a Como

México no hay dos, ensamble que compartía varios miembros de la escena del

progresivo de la época: Walter Schmidt, Carlos Robledo, Capitán Pijama, Dr

Fanatik et al., mantuvieron durante varios años una reunión anual cada 16 de

septiembre para armar una bacanal de improvisación del tipo vale todo. Aristeo,

de Nogales, Sonora, componía largos pasajes meditativos a la Klaus Schulze;

                                                                                                                         9  Existe  el  texto  clásico  de  David  Cortés  El  Otro  Rock  Mexicano,  escrito  hace  ya  poco  más  de  una  década  (1999)    y  Los  pasos  de  la  vanguardia  (1993),  breve  plaqueta  con  cuatro  artículos  donde  revisita  a  Henry  Cow,  Fred  Frith,  Oxomaxoma  y  John  Zorn.  También  se  puede  consultar  Rock  Progresivo  de  Roberto  Vazquez  Mamys  escrito  en  1978  y  reeditado  en  el  2000.  Ambos  libros  se  concentran  en  la  tradición  que  proviene  del  progresivo  y  el  rock  en  oposición,  sin  tomar  en  cuenta  la  tradición  más  reciente  que  proviene  del  post-­‐punk.  Habría  que  mencionar  las  decenas  de  fanzines  publicados  sobre  música  experimental  que  surgieron  durante  los  setenta  y  ochenta  en  todo  el  país,  que  aun  aguardan  su  inventario.  

el uso de sintetizadores le permitía producir sonidos con cierta ajenidad y

candor melódico. Vino a tocar una vez a la ciudad de México y le abrió nada

menos que al Tri, eso en 1982. Hay que mencionar como parte constitutiva del

proceso de música experimental, la fundación del taller de jazz en 1973 de

Francisco Téllez en la Escuela Superior de Música, donde participaron músicos

ahora reconocidos del free jazz mexicano como Remi Álvarez, Germán

Bringas, Sósimo Hernández, entre muchos otros. Finalmente, podemos

considerar el caso de Henry West y su gran promoción del free jazz en México.

Ya en los años ochenta surgen varios grupos de corte pop experimental, Las

Animas del cuarto oscuro de Toño Sánchez, Oxomaxoma -los más aventureros

sin duda-, MCC, etc. En la segunda mitad de los ochenta aparece Música de

Cámara a cargo de Juan José infante, Arturo Márquez y Ángel Cosmos,

interesante pieza de música concreta generada a partir de los accionadores de

cámaras. En esta época surge el boom del hardcore punk mexicano y una

cantidad de subgéneros nacidos del metal: black, death, grind core, los gritos,

los aullidos, las guitarras con pedales de efectos overdrive, las velocidades

vertiginosas; todos comparten la consciente vocación destructiva contra el

canon impuesto por el programa de televisión Siempre en Domingo. Finalmente

quisiéramos mencionar que desde los años setenta comienza a consolidarse

toda una ecología de la música experimental donde los fanzines, la distribución

de vinilos y casetes así como la creciente publicación de información

provenientes de las subculturas más radicales (la cassette culture, los ruidistas,

el punk, el metal, etc.) dotarán de mayor consistencia las distintas propuestas

musicales hasta nuestros días.

Habría que continuar revisando de manera más profunda qué referencias

articulan la aún incipiente escena de experimentación sonora en México,

siguiendo la trayectoria de actores específicos. Particularmente, ¿qué prácticas

musicales, contextos y lugares de encuentro han hecho posible la agrupación

de actores de orígenes diversos con ciertas lecturas en torno a la tecnología, el

sonido y la electricidad? ¿Qué poéticas comunes hay entre distintos actores de

la música experimental?

Esta serie de interrogantes nos han sugerido pautas de aproximación al trabajo

que realizan desde hace varios años Mario de Vega, Israel Martínez, Juan

Pablo Villegas, Rogelio Sosa y Juanjosé Rivas. Todos ellos figuran de manera

significativa desde hace tiempo en el circuito de experimentación sonora

propiciando incluso dinámicas importantes en su constitución. Entre ellas

podemos citar iniciativas como Dorkbot México, Fecha de corte y Volta; siendo

también lugares de agrupamiento el festival Transitio_mx, Border, Casa vecina,

Laboratorio de Arte Alameda, MUAC, Claustro de Sor Juana, entre otros.

Finalmente, entre estos actores se articula una serie de ideas comunes que

evidencian criterios de agrupación del experimentalismo en México.

ZERUMEN, MÚSICA, RESIDUO, DETRITUS

Zerumen es el nombre de un proyecto de improvisación con medios

electrónicos analógicos y digitales, iniciado por Rogelio Sosa y Juanjosé Rivas

en 2011. Zerumen nos remite a la sustancia crasa que se asienta en el

conducto auditivo externo, sedimento, residuo y exceso de un material que

recubre parte del órgano de escucha. En tanto excedente es común

considerarlo una obstrucción a la escucha clara del entorno, un elemento

potencial para interferir en su inteligibilidad. La cualidad de interferir y exceder

ha sido asociada en los orígenes del rock a la amplificación eléctrica. Es en el

rock –una de las primeras músicas que trabaja consistentemente con el

volumen– y especialmente con la guitarra eléctrica, que la electricidad (a través

de la amplificación) adquiere una connotación particular: agresión,

transgresión. Es significativo en ese sentido, que Sosa opte por desarrollar su

trabajo improvisatorio en Zerumen alrededor de la guitarra eléctrica planteando

como línea estética: “la transformación y transgresión de entidades sonoras

estables”, “la intensificación del espacio acústico” y la “crudeza de los

elementos sonoros”.10 Referencias al black metal, ambient, drone y la música

industrial resuenan en las formas de manipular la guitarra. Recurrir a altos

niveles de amplificación, a la distorsión, a la sobre-mediación del sonido, no

sólo a través de la guitarra eléctrica y su procesamiento, sino mediante el uso

de circuit bending, son estrategias empleadas en las improvisaciones que

contribuyen a desdibujar los límites entre sujeto y objeto de escucha.

                                                                                                                         10      http://www.rogeliososa.info/bio-­‐esp.htm.  Fecha  de  acceso:  30  de  octubre  de  2013.  

Desestabilizan el punto de referencia del receptor, en tanto que no hay una

conducción sobre ‘aquello’ que debe escuchar entre las masas sonoras que lo

atraviesan. Su propia escucha está en juego... ¿Pero respecto a qué? ¿Cuál es

su punto de partida? El lugar de origen de esas sonoridades distorsionadas y

reverberantes es ambiguo: ¿Quién las genera? ¿El performer o el medio que

las procesa? ¿El gesto humano o la electricidad? Como lo menciona Paul

Hegarty en su libro Noise/ Music. A history, “[con] la amplificación […] lo que

escuchas se delata como movimientos del aire conducidos eléctricamente; el

sonido es materializado y se vuelve un otro distinto al cuerpo que expresa. La

música es ahora evidentemente prostética, mediada a través de maquinaria, y

esto sacude la creencia en la centralidad, la intención y la autenticidad de la

creación musical”. (Hegarty, 2007, p. 59. Traducción de Rossana Lara) Esta

sobre-mediación del sonido, la pérdida de referentes claros sobre su origen, la

puesta en entredicho de la ‘autenticidad’, entran en franca tensión con un

principio poético que para Sosa y Rivas, es parte central de la experimentación.

Esto es, la apropiación de la tecnología. Mientras que el sonido generado a

través del procesamiento de la guitarra sobrepasa la relación causal ligada al

movimiento físico, existe un interés compositivo por “personaliza[r] las

herramientas de trabajo”. Para Sosa “la programación de estaciones de

transformación e interfaces informáticas forma parte esencial del proceso

creativo”. 11 Estas dos poéticas contrapuestas –la sobremediación y la

‘personalización’ de interfaces– generan una tensión que afecta la inteligibilidad

de ese entorno sonoro en el cual la escucha se encuentra suspendida; dado

que los orígenes del sonido resultante a cada momento son múltiples y

pertenecen a distintos procesos que acontecen en distintos tiempos. Por un

lado, la electrización del sonido disociado del cuerpo que lo genera. Por otro, el

trabajo de programación y personalización de interfaces que antecede la

generación del sonido en vivo (que podría cuestionar términos como el de

‘procesamiento en tiempo real’). Finalmente, la forma en que Sosa improvisa

con sonidos que surgen del cuerpo pero lo sobrepasan y sobre los cuales no

tiene un control absoluto. En el uso de Rivas del circuit bending –una de sus

herramientas de improvisación, que no excluye el uso adicional de

                                                                                                                         11  http://www.rogeliososa.info/bio-­‐esp.htm.  Fecha  de  acceso:  30  de  octubre  de  2013.  

instrumentos acústicos como platillos y toms para aportar una base rítmica–

también hay un juego de tensión entre la ausencia deliberada de control sobre

el sonido y la manipulación plástica de los circuitos.12 Esa dimensión plástica

del circuit bending, en su visión, posibilita un trabajo expresivo con el cuerpo y

un control mayor a nivel performático que lo que ofrecen las herramientas

digitales. Christian Marclay ha sido una referencia importante para Rivas por el

despliegue de la dimensión performática a partir de una idea de transgresión

del aparato tecnológico. La posibilidad de “transgredir la idea de la tecnología

cerrada” para hacerla funcionar de otro modo, que Rivas asocia a un acto de

apropiación tecnológica, convive con la incertidumbre frente al comportamiento

eléctrico –y la sonoridad resultante– a la que está sujeto el artista al alterar el

circuito. De hecho, las estrategias de apropiación surgen también al “dejar que

la misma herramienta me proponga nuevas posibilidades”. (Ibid) La tensión que

se genera entre construir agencia a partir de la resignificación de la tecnología,

y sujetarse por otro lado a la contingencia o al error, juega en Zerumen un

papel muy importante en su modo de asociarse a la genealogía experimental.

MARIO DE VEGA, ESTRATEGIAS DE IMPOSICIÓN SONORA

El fallo y la fragilidad ocupan un lugar central en el trabajo de Mario de Vega

aunque desde una lectura diferente. Además de explorar el sonido desde la

manipulación de aparatos de reproducción, el circuit bending, el sampleo y la

plunderphonia, ligados más a un formato musical, ha desarrollado otro tipo de

performance audiovisual y sonoro no orientado a la improvisación. El sonido y

lo visual en este caso, tienen la función de hacer perceptible la radiación

electromagnética emitida por dispositivos electrodomésticos y de

telecomunicación. La traducción de esa radiación a frecuencias audibles por el

oído humano tiene como finalidad producir una sensación de vulnerabilidad

sobre quien lo percibe. El sonido es el medio que posibilita ese acto

intimidatorio, esa imposición de fuerzas, que a de Vega le interesa desatar en

contextos que involucran a instituciones del arte, insinuando con ello su

                                                                                                                         12Las  declaraciones  citadas  en  este  apartado  forman  parte  de  una  comunicación  personal  con  el  artista,  sostenida  el  27  de  octubre  de  2013.  

complicidad en la creación de situaciones de posible riesgo y daño para el

público. En este tipo de performance el artista interviene sólo indirectamente en

el resultado sonoro, su papel se concentra en construir los dispositivos

electrónicos adecuados para traducir esa actividad electromagnética que oscila

entre 0.1 y 2.4 GHz, en frecuencias audibles. Se trata pues, de un trabajo más

ligado al arte electrónico que a la experimentación sonora, donde la actividad

performática no tiene que ver con protagonizar una situación sonora o

audiovisual, sino con detonar situaciones y especulaciones en el público

surgidas al percibir la magnitud de esa radiación producida por tecnologías de

uso cotidiano. Este tipo de performance adquiere una dimensión política no por

el marco de lectura provisto por el artista, sino a partir de las situaciones y

especulaciones en torno al evento, que escapan a su control. En este texto

quisiéramos mencionar el proyecto Thermal surgido en 2009, el otro es un

performance realizado en septiembre de 2013 con el sistema de amplificación

de actividad infrasónica instalado en el Laboratorio de Arte Alameda en el

marco de la exposición individual del artista, titulada SIN.

En Thermal se emplea un microondas para alterar la forma de distintos

materiales expuestos a la radiación electromagnética emitida por el horno, al

tiempo que esta actividad es traducida y amplificada a un rango de frecuencias

audible. La radiación se vincula entonces a un proceso escultórico sobre la

materia cuya composición molecular irrita y cuya forma transgrede; siendo

audible también ese proceso de modificación. De acuerdo con el artista son

cuatro aspectos los que están en juego. Uno es el uso de dispositivos creados

para amplificar la actividad electromagnética del horno, que se sitúa en el rango

de 2.4 Ghz, al igual que las señales emitidas por aparatos de telecomunicación.

Otro aspecto tiene qué ver con el momento en que se sobrecalienta un objeto

conductivo puesto en el microondas, lo cual genera destellos de luz, siendo esa

actividad lumínica la que se traduce a sonido. Aquí la preocupación estética

tiene qué ver con la forma de materializar la electricidad, visual y

auditivamente. Un tercer aspecto es el uso de micrófonos de contacto

colocados sobre el horno que amplifican el motor, el plato del horno, etc. El

último aspecto se refiere a encender y apagar el horno, que influye sobre las

cuestiones anteriores.13 Mientras que visualmente la radiación parece sólo

dirigirse al objeto contenido al interior del microondas, lo cual permitiría al

público situarse “a salvo” de lo que está presenciando, el sonido amplificado es

percibido como la radiación misma. La cualidad física del sonido, a diferencia

del elemento visual, es lo que pareciera facilitar la propagación de esa

radiación electromagnética, envolviendo al público, a los cuerpos ahí reunidos,

en el mismo proceso de impacto e irritación molecular, como disolviendo las

paredes de ese microondas, ampliando su dimensión a la del espacio mismo

de performance. Mientras que el tipo de materiales “esculpidos” dentro del

microondas puede dar resultados diferentes, las variables involucradas son las

mismas en todas las presentaciones de Thermal. Es un tipo de performance

que a pesar de involucrar varias dimensiones además del sonido, agota el

juego con la expectativa y la dinámica de riesgo a medida que es presentado, y

en ese sentido, a diferencia de una práctica de improvisación libre, obliga al

artista a finalizar esa búsqueda.

El performance realizado con el sistema de amplificación de actividad

infrasónica que fue diseñado para un espacio específico del Arte Alameda,

funciona en un sentido muy distinto. La instalación de 18 altavoces sobre un

gabinete de concreto reproducía la frecuencia de 17 Hz más sus múltiplos, una

frecuencia que en teoría puede hacer resonar el globo ocular y generar

idealmente una imagen a partir de vibración acústica. La especulación sobre lo

que puede pasar, sobre los posibles efectos de la vibración es nuevamente

central al concepto de la pieza. Esta es una instalación que funciona sin la

presencia del artista. Y es una instalación efímera, que por sus características

no podía ser trasladada a otro lugar al final de la exposición y por lo tanto tenía

que destruirse. El único performance dado por de Vega con este sistema de

amplificación, fue en el contexto de hacer un registro sonoro de la instalación

antes de que fuera destruida. El rango de frecuencias y el volumen al que son

amplificadas enfatiza la capacidad del sonido para impactar de una manera

imponente y desconcertante en el cuerpo y cada uno de sus órganos. De

nuevo, el performance, aun cuando en un formato más ligado al concierto, sitúa

                                                                                                                         13Las  declaraciones  siguientes  forman  parte  de  una  comunicación  personal  con  el  artista  el  28  de  octubre  de  2013.  

en un plano secundario al artista. La ‘composición’ del sonido se reduce al

tema de “cómo reaccionan las frecuencias, en términos de resonancia según el

lugar donde están siendo amplificadas”. Mientras que está presente en todo

momento una poética del sonido basada en “dislocar la percepción”, lo que

protagoniza el performance es la situación de imposición del sonido y las

situaciones psicoacústicas que las propiedades de esas frecuencias generan

en el público.

Sin embargo, frente a este tipo de performances surge una pregunta, ¿existe

un margen de lectura conferido al espectador sobre lo implicado en esos

performances, o hay más bien una tendencia del artista a condicionar la

escucha bajo este discurso sobre el riesgo y la vulnerabilidad? ¿Qué tantas

posibilidades de disidencia, y por tanto de juego de lo político, pueden darse?

ISRAEL MARTÍNEZ, CONTAR HISTORIAS CON LOS OJOS CERRADOS

Martínez ha caminado mucho desde sus comienzos en la ciudad de

Guadalajara. Forma parte de una serie de artistas de la escena pop electrónica

que hacia mediados de la década pasada emigra hacia la galería con trabajos

contundentes alrededor de la producción electroacústica y experimental del

sonido musical. Su discurso sonoro es profundamente deudor de la imagen

literaria. En cada pieza Martínez intenta contarnos una historia, los sonidos

mostrados suelen referir a un evento específico, una simple anécdota suele ser

el detonante para mostrar su vertiginoso juego con el sonido. Sin embargo, el

carácter literario de su música no es para nada un signo de simplicidad formal,

deudora de la imaginación visual evocada en los sonidos. En sus piezas

sucede un poco lo que en aquella entrevista, donde se le pregunta a George

Perec por qué sus historias no tienen un principio, un desarrollo y un final como

los relatos normales, a lo que responde Perec: “No es así, mis historias sí

parten del tropo clásico narrativo, sólo que no están dispuestos en ese orden.”

Al escuchar las piezas de Israel Martinez nos sucede esto: el comienzo de un

viaje del cual no hay coordenadas sino sólo puntos itinerantes donde el sonido

pretende enunciar su mismidad. En términos literarios el relato fragmentado de

esta manera disemina la atención del lector pero en el escucha lo que sucede

es la apertura a lo impredecible. En este sentido Martínez deambula por el arte

sonoro mexicano contando sus historias donde la evocación se pierde en un

mar de referencias visuales, pero esto no daña la escucha, el oído no reconoce

nada de la vista. Ante la escucha, el mundo se nos presenta como un

estruendo o un susurro continuado. El resultado es una aproximación pospop a

la estructura sónica del mundo.14 Sus sonidos son recuperados de la vida

cotidiana, espectador del mundo, su escucha es ligera, ágil, dominada por la

singularidad sonora de nuestro presente.

JUAN PABLO VILLEGAS, TRANSGREDIR EL FORMATO DE GRABACIÓN DESDE EL TRATAMIENTO AUDIOVISUAL

La reflexión en torno a las tecnologías de grabación audiovisual y la articulación

entre medios, arte y tecnología son el punto de partida de la obra de Juan

Pablo Villegas. Responden a su formación en el campo de la cinematografía. Al

Interior se trata de una pieza significativa en cuanto articula elementos

característicos de su exploración. En este caso, el trabajo audiovisual con

medios digitales es el centro de una reflexión crítica en torno a los formatos

mismos de grabación y la ideología que acompaña la evolución de estos

formatos. En ese sentido, se trata de evitar tanto una aproximación nostálgica a

la historia, como una visión celebratoria del “progreso” tecnológico que operaría

“en realidad no en función de una necesidad sino simplemente de una cuestión

económica”.15 Al analizar la evolución que han seguido estos formatos de

grabación encuentra cuatro tendencias: la miniaturización (buscando

almacenar mayor cantidad de información en un menor espacio), la

optimización (la velocidad cada vez mayor de transferencia de información a un

medio), la eliminación creciente del sonido propio del formato de reproducción,

y finalmente el exceso (la sobre- oferta musical y la sobre-oferta de dispositivos

de almacenamiento venida “al absurdo”). Cada tema es explorado en un video,

siendo contenidos los cuatro videos al interior de una tarjeta SD: dispositivo en

el que culminan actualmente estas cuatro tendencias de la evolución de los

                                                                                                                         14  ¿Qué  es  el  Pospop?    La  creciente  complejidad  formal  de  la  producción  cultural  pop.  Ni  popular  por  su  devenir  histórico,  ni  alta  cultura  por  su  desapego.  Es  una  combinación  de  ambas,  un  producto  refinado,  complejo  y  sofisticado  de  las  herramientas  hermenéuticas  de  la  cultura  hoy  en  día.  15  Las  declaraciones  siguientes  forman  parte  de  una  comunicación  personal  con  el  artista  el  4  de  noviembre  de  2013.  

formatos. El contenido visual y sonoro de cada video, así como el modo en que

es usado el formato de grabación, busca contradecir cada uno de los principios

sobre los cuales opera el formato. A través de la creación de una serie de

paradojas conceptuales busca transgredir el soporte tecnológico y la carga

ideológica que lo acompaña. Así por ejemplo, Bolt, el video que aborda el tema

de la optimización, muestra la prueba de los 100 metros planos en la que Usain

Bolt rompe el récord, anticipando con ello el momento futuro en que el límite de

la velocidad a la que puede correr un ser humano en menor tiempo no pueda

ser sobrepasado, tal como se anticipa ya el límite de velocidad de transferencia

en la información. Este problema es tratado en la pieza acelerando el video de

la carrera de Bolt hasta un momento en el que su mínima duración llega al

absurdo, es decir, a la suspensión de movimiento, a la inmovilidad de la

imagen. Una paradoja que guarda semejanza con aquella bien conocida del

antiguo filósofo Zenón sobre el lanzamiento de la flecha. Roomtone, el último

video de la obra contenido en la tarjeta SD, tiene por objetivo contradecir la

ideología celebratoria de la cantidad de información que es capaz de albergar

en su interior un dispositivo de este tipo. En ese sentido se busca llenar el resto

de la capacidad de la tarjeta –correspondiente a dos horas– con una toma fija

del espacio vacío de exposición donde fue presentada la obra, toma en la cual

no ocurre ningún tipo de acción sonora o visual. Ausencia y saturación

coexisten paradójicamente en ese tratamiento de lo digital. La ausencia, por su

parte, es habitada únicamente por ruido, el ruido eléctrico generado por los

soportes mismos de grabación: el micrófono encendido y el movimiento del

pixel propio del video al correr.

TANIEL MORALES Y LOS USOS DE LA RADIO - BOCINA

Si hay alguien que ha deambulado con mayor fiereza por los distintos campos

disciplinarios de las artes es sin duda Taniel Morales. Su obra circunda por el

teatro, video, producción radiofónica, construcción de objetos animados, arte

sonoro, etcétera. En esta ocasión, nos concentraremos en su labor en la

producción radiofónica. Entre los años noventa y la primera mitad de la década

del 2000, era común encontrar a Morales haciendo radio-bocina en distintos

eventos artísticos mostrando sus producciones. También colaboró de manera

constante en diversos proyectos de radios libres afincadas en la ciudad de

México. Sus audios configuran un comentario poético en torno al estatuto de

realidad representado por la cultura kitsch de la radio comercial. Asimismo

explora las posibilidades de la manipulación narratológica de distintas muestras

musicales, con el fin de dar mayor consistencia al relato radiofónico construido

en sus programas. Con frecuencia incorpora en sus producciones temáticas y

problemáticas de la cultura de los medios libres: el vaciado de sentido de la

radio comercial (Virus sonoro), la violación provocadora a los derechos de autor

(…el autor de estas cápsulas no ha entendido nada coherente…), el regocijo

ante la acción subversiva (Clandestino), la des-educación del mundo, la

autogestión y reapropiación de los medios.

En sus producciones radiofónicas se revisan de manera humorística y

sardónica los lugares comunes de la radio comercial: las declaraciones sin

sentido de la cultura política oficial, los discursos que no van a ningún lado, el

absurdo político de la información noticiosa cotidiana. La realidad disminuida

que se presenta en la radio es motivo de reflexión crítica por parte de Morales,

los sonidos presuponen la ausencia del objeto que funda al discurso

radiofónico, el fantasma enunciado de la historia mexicana evoca presencias

reales en la política nacional.

LA COMUNIDAD PROCREADA, LOS PROYECTOS DE RADIO LIBRES

La radio es el medio de comunicación cuya novedad pronto fue puesta a

prueba tras la llegada del sonido al cine. Posteriormente padeció el golpe

mortal que le propinó la TV y que le ha dejado en estado de perpetua agonía.

Sin embargo, las audiencias siguen escuchando con obstinada incredulidad a

aquellos que hablan de su carácter anacrónico. La radio sobrevive por su

trabajo alrededor de la palabra hablada, nuestra más antigua técnica de

socialización humana. El habla, el discurso comunicativo y su necesario juego

de silencios, comparten un tiempo cada vez más restringido con la avalancha

interminable de noticias y asuntos carentes por entero de importancia, que

publicistas y comunicólogos insisten en poner como tema del día, todos los

días en el dial. La radio comercial no importa porque en ella persiste la misma

música y las mismas personalidades desde hace décadas, aburre por su

carácter de radio-fórmula perfectamente predecible. Todo es siempre lo mismo,

siempre diferente, siempre el mismo juego de lo mismo y lo diferente. En la

radio nada es extraño, su función es ser una extensión doméstica del espacio

público banalizado.

Las tecnologías de transmisión de la señal radiofónica se han abaratado hasta

hacerlas completamente disponibles para cualquiera que lo desee. Aun así son

muy pocos los artistas interesados en desarrollar proyectos radiofónicos, la

más grande limitante es sin duda el aspecto legal, ya que se requiere de un

permiso otorgado por el gobierno federal y éstos son muy difíciles de obtener,

en parte por la presión de los monopolios comunicativos privados y por la

reactivación social que implica obtener un espacio de comunicación propio,

comunitario. Tal vez es por ello que sólo unos cuantos saben del poder

subversivo de la palabra hablada cuando se hace uso de ella en el espacio

público. Sólo unos cuantos han experimentado de manera continuada con el

medio: Taniel Morales, Suauuu Manifesto, Sublevarte y pocos más.

Es falso que la radio tenga un efecto democratizador, la comunicación

radiofónica se realiza en una sola dirección con una participación social

limitada. Pero eso es precisamente lo que la hace tan interesante como objeto

de reflexión estético-política: la radio es un centro de antagonismos, funda el

disenso cuando el lugar de enunciación cambia, cuando se rompe con la

unidireccionalidad del modelo comunicacional emisor-receptor-emisor. Nada

resulta tan voluptuoso como la caótica vocinglera de la democracia

participativa.

Cuando artistas como Taniel Morales o Gustavo Artigas producen sus piezas

radiofónicas hacia el final de la primera mitad de los noventa lo hacen desde

emisiones piratas. El ambiente enrarecido políticamente que rodea esas

producciones (es el tiempo del levantamiento zapatista, no lo olvidemos)

produce una serie de demandas sociales por la apertura de los medios de

información como correlato a la apertura democrática. Antes (como ahora)

había una concentración de los medios de información que imposibilita la

creación de ciudadanías informadas, políticamente participativas por lo que

algunos sectores de la izquierda comienzan a producir espacios efímeros de

transmisión radiofónica. Los primeros proyectos apenas duran unas cuantas

horas, pero no dejan de surgir por aquí y por allá proyectos de comunicación

“alternativa”. No es sino como parte de los movimientos sociales posteriores a

1994 que las radios libres se van estableciendo junto con proyectos de radios

comunitarias principalmente en zonas rurales. El caso de Morales es relevante

ya que algunos de sus proyectos los lanza desde Radio H ruido, radio libre que

surgió de una escisión con Ke Huelga Radio y que formarán posteriormente La

Voladora (ambos proyectos más o menos aún con vida). H Ruido tenía su

cabina en el centro cultural La Pirámide y fue un espacio de experimentación

sonora y desmadre comunicativo.

Lo primero que sorprende al escuchar las emisiones de las radios libres no son

tanto los contenidos (que en muchos de los casos comparten temáticas y

estilos con emisiones más o menos oficiales como Radio Educación), sino la

idea del ritmo comunicacional profundamente diferente al de los medios

comerciales. Si bien el ritmo de los medios comerciales suele ser vertiginoso

debido a que están “compitiendo por la atención de las audiencias”, dando

como resultado un efecto de información indiferenciado concatenando

comerciales, música y voces cuya identidad es difícil de discernir.16 En las

radios libres y comunitarias en cambio nos encontramos con la parsimonia de

la vida cotidiana, con su ritmo lento y pausado, más atento a la comunicación

prometida, con sus horas de monólogos titubeantes, diálogos interminables e

islas musicales. La voz en las emisiones comunitarias es la del portavoz de la

comunidad, repite lo que la gente quiere escuchar, impreca ante las injusticias

y cumple con las complacencias musicales, advierte y promueve las bondades

sociales del conocimiento de la historia, de las luchas por la defensa del

territorio. Comparado con la radio comercial las radios comunitarias son un

páramo de la comunicación divertida.

Las radios libres y comunitarias suelen ocupar el centro de atención de las

revistas y publicaciones encargadas de dar cobertura a la defensa de los

derechos humanos, siendo en cambio, completamente ignoradas en el ámbito

del arte contemporáneo.

                                                                                                                         16  Las  voces  de  los  locutores  se  confunden  con  los  comerciales  simple  y  sencillamente  porque  son  los  mismos  tonos,  velocidades  y  sentidos  en  juego.  La  radio  comercial  es  constituida  por  un  único  y  mismo  lenguaje  publicitario  sin  fin.  

Las radios comunitarias se diferencian de las libres por su deferencia al

territorio; su función es dotar de contenidos informativos a las comunidades,

proponer genealogías de resistencia cultural y políticas afirmativas propias.

Forman un canon estético a la defensiva, nacido de la precariedad y sin

embargo fundante de nuevas experiencias de sociabilidad.

La radio libre en cambio, es un espacio salvaje de comunicación, sin reglas

claras ni conocimientos mínimos sobre las poéticas radiofónicas, el resultado

es caótico y exultante al tiempo (“si crees que puedes hacerlo mejor, es porque

estás escuchando...”). Su intención es integrar la participación de la audiencia

común y corriente en la producción de contenidos, lejos de interesarse en la

creación de públicos -como es la demanda de las políticas culturales del estado

mexicano-. Las radios libres fomentan la apropiación de los medios como parte

íntegra de un nuevo ejercicio democrático no deliberativo, más propenso a la

autogestión de las potencias creativas que a la creación de audiencias pasivas.

Una cuestión que nos parece relevante enunciar y que podría explicar mejor el

lugar que ocupa esta historia extraña, que intenta mezclar de manera desigual

y precaria la práctica artística y lo político en esta otra historia del arte sonoro

en México, es la siguiente: la producción que se emite forma parte de una red

cooperante de trabajos radiofónicos, son programas que dan cuenta diaria de

la creación en los márgenes de la cultura mainstream. Quienes dotan de

contenidos a estos proyectos radiofónicos muchas veces son colectividades

dispersas, móviles; variables que conforman una práctica estética precaria

difícil de abordar por la ausencia de documentación. El resultado es parecido al

del mundo de la creación estética: es la construcción de modos de vida social

posibles, sólo que en este caso la resonancia política del gesto fundante se

confunde dramáticamente con el gesto del artista creador de poéticas

operativas del mundo por venir. Se experimenta en común modos de vida,

afectos sociales y estéticos, finalmente, el efecto radiofónico del discurso se

ensaya mucho antes, en el espacio asambleario.

Final

Me escucho al final de la palabra con que nombro al mundo

Roberto Juarroz

¿Qué es lo que logro escuchar del mundo desde mis audífonos, computadoras,

circuitos y dispositivos comunicativos? ¿Me escucho en esta vorágine de

mediaciones? Nuestro tiempo nos orilla a convertir la afirmación de Roberto

Juarroz en una interrogante. ¿Qué seguirá a nuestra complicada relación de

amor y decepción, entre la utopía y la distopía hacia la tecnología? ¿Qué

depara la ambigüedad de transgredir el artefacto y jugar a someternos a sus

fallos, subvertir y adoptar a la vez lo que el dispositivo propone al juego

creativo?

La escritura ya es un procedimiento de la técnica, al igual que la cuchara, el

libro y la laptop son meros procedimientos de apropiación del mundo, pero la

pregunta nunca se había presentado de manera tan urgente como ahora:

¿cómo responde la experimentación sonora a la aplastante ubicuidad de la

tecnología?

Es necesario reconocer que, tras unos cuantos años de haberse instituido la

práctica del arte sonoro, aún no se tiene un contorno definido de sus fronteras

así como tampoco un inventario consolidado de temáticas y problemas al uso.

De alguna manera el arte sonoro hereda los problemas e inquietudes de las

tradiciones de las artes provenientes del modernismo, eso le dota de un cierto

carácter provisional a toda reflexión crítica. Este texto no pretende establecer

en ese sentido ninguna suerte de canon. Nuestro interés es introducir ciertos

elementos estético-críticos sobre las prácticas y los discursos del arte sonoro

en México, con la intención de que nuevas iniciativas críticas sean llevadas a

cabo. Siendo además una máquina-arte en construcción social constante, sólo

podemos pensar de manera transitoria los posibles rumbos de su poética.

Intentamos mostrar los dilemas que le atraviesan, las certezas que le dan

fuerza y movimiento.

Sabemos que fijar en la escritura la complejidad de esta dinámica nunca está

exenta de reproducir o agregar nuevas omisiones. Mientras que hemos eludido

–conscientemente– la asociación común, casi normativa, del arte sonoro

entendido en función de las prácticas vanguardistas de la plástica

contemporánea, decidimos recordar la inclusión quizá incómoda del radio arte y

su derivación hacia las radios libres, entre las prácticas actuales del arte

sonoro. Es desde una visión ampliada como podemos hablar de un estado

expansivo del arte sonoro, abierto a toda disciplina que busque dotar a esta

práctica de nuevos sentidos.

El rumor del mundo se ha abierto ante nosotros, sabemos que dice algo…

apenas un murmullo, algo comienza… Seguimos escuchando…

Rossana Lara Velázquez, Inti Meza Villarino.

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