evolución de las características constructivas y

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Chile posee una de las sismicidades más altas del planeta debido a que el país se encuentra ubicado so- bre la placa Sudamericana, cercano al margen con- vergente con la placa de Nazca, ubicada a su oeste. Esta condición hace que el país esté sometido al fe- nómeno denominado subducción, donde ambas pla- cas convergen y al estar «...‘trabadas’, acumulan energía hasta que finalmente, ésta es liberada cau- sando un terremoto...» (Centro Sismológico Nacional de Chile) de gran magnitud y larga duración. El país posee el lamentable récord de registrar los terremotos con mayor magnitud de la Historia, donde los sismos que superan los M~7 1 suceden en prome- dio cada 10 años, registrándose más de 100 terremo- tos superiores a dicha magnitud desde 1570 a la fe- cha (figura 1), según el Registro Histórico del Centro Sismológico Nacional de la Universidad de Chile. Indudablemente esta alta sismicidad ha condiciona- do desde siempre el desarrollo de la construcción en el país, razón por la cual los pueblos originarios se vieron obligados a desarrollar estrategias arquitectónico-cons- tructivas para enfrentar los sismos. Así, por ejemplo, las culturas andinas del norte de Chile —habitantes de las áridas tierras del altiplano de la Cordillera de Los Andes—, crearon desde épocas pre-hispánicas edifica- ciones pequeñas de mamposterías con formas leve- mente trapezoidales y con adición de contrafuertes en aquellas más grandes, solución que siguen adoptando hasta el día de hoy. En cambio, las culturas del centro y sur del país, donde —debido a las numerosas llu- vias— abunda la madera, prefirieron la edificación de construcciones livianas a base de entramados vegeta- les, las cuales no sufren ningún tipo de daños con los terremotos. Refiriéndose a estas últimas, una carta de la Real Audiencia fechada un año después del terremo- to «Magno» de la Colonia (1647) afirma que «... En toda la tierra de guerra de los indios rebeldes afirman no haver oydo mayor ruydo jamas y como sus vivien- das son pajisas y de tablas... no tubo en que imprimir la fuerça del temblor efectos tan horribles como expe- rimentamos nosotros» (Oidores de Santiago 1648 en Gay 1852, 457), haciendo explícito el desafío que sig- nificó para los conquistadores españoles el construir edificios sismorresistentes empleando las técnicas constructivas en base a albañilerías y las tipologías por ellos importadas. A pesar de ello, en los siglos que su- cedieron la llegada de los españoles al territorio chile- no (siglos XVI-XIX), se masificó el uso de albañile- rías para todo tipo de construcciones, utilizando el adobe para la construcción de viviendas y el ladrillo cerámico junto con la piedra para los edificios civiles y religiosos, debiendo tomar variadas precauciones de diseño para que éstos lograran un mejor comporta- miento frente a esfuerzos dinámicos. LOS TERREMOTOS HISTÓRICOS DE SANTIAGO DE CHILE Y SU INFLUENCIA EN LA BÚSQUEDA DE UN DISEÑO SISMORRESISTENTE Desde su fundación en 1541, la ciudad de Santiago ha sido afectada por numerosos terremotos, desta- Evolución de las características constructivas y estructurales de la arquitectura de Santiago de Chile entre los siglos XVI y XIX. En la búsqueda de un comportamiento sismorresistente Natalia Jorquera Silva María de la Luz Lobos Martínez Carla Farfán Becerra LIbro 2 Congreso.indb 875 LIbro 2 Congreso.indb 875 28/09/15 13:20 28/09/15 13:20

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Chile posee una de las sismicidades más altas del planeta debido a que el país se encuentra ubicado so-bre la placa Sudamericana, cercano al margen con-vergente con la placa de Nazca, ubicada a su oeste. Esta condición hace que el país esté sometido al fe-nómeno denominado subducción, donde ambas pla-cas convergen y al estar «...‘trabadas’, acumulan energía hasta que finalmente, ésta es liberada cau-sando un terremoto...» (Centro Sismológico Nacional de Chile) de gran magnitud y larga duración.

El país posee el lamentable récord de registrar los terremotos con mayor magnitud de la Historia, donde los sismos que superan los M~71 suceden en prome-dio cada 10 años, registrándose más de 100 terremo-tos superiores a dicha magnitud desde 1570 a la fe-cha (figura 1), según el Registro Histórico del Centro Sismológico Nacional de la Universidad de Chile.

Indudablemente esta alta sismicidad ha condiciona-do desde siempre el desarrollo de la construcción en el país, razón por la cual los pueblos originarios se vieron obligados a desarrollar estrategias arquitectónico-cons-tructivas para enfrentar los sismos. Así, por ejemplo, las culturas andinas del norte de Chile —habitantes de las áridas tierras del altiplano de la Cordillera de Los Andes—, crearon desde épocas pre-hispánicas edifica-ciones pequeñas de mamposterías con formas leve-mente trapezoidales y con adición de contrafuertes en aquellas más grandes, solución que siguen adoptando hasta el día de hoy. En cambio, las culturas del centro y sur del país, donde —debido a las numerosas llu-vias— abunda la madera, prefirieron la edificación de

construcciones livianas a base de entramados vegeta-les, las cuales no sufren ningún tipo de daños con los terremotos. Refiriéndose a estas últimas, una carta de la Real Audiencia fechada un año después del terremo-to «Magno» de la Colonia (1647) afirma que «... En toda la tierra de guerra de los indios rebeldes afirman no haver oydo mayor ruydo jamas y como sus vivien-das son pajisas y de tablas... no tubo en que imprimir la fuerça del temblor efectos tan horribles como expe-rimentamos nosotros» (Oidores de Santiago 1648 en Gay 1852, 457), haciendo explícito el desafío que sig-nificó para los conquistadores españoles el construir edificios sismorresistentes empleando las técnicas constructivas en base a albañilerías y las tipologías por ellos importadas. A pesar de ello, en los siglos que su-cedieron la llegada de los españoles al territorio chile-no (siglos XVI-XIX), se masificó el uso de albañile-rías para todo tipo de construcciones, utilizando el adobe para la construcción de viviendas y el ladrillo cerámico junto con la piedra para los edificios civiles y religiosos, debiendo tomar variadas precauciones de diseño para que éstos lograran un mejor comporta-miento frente a esfuerzos dinámicos.

LOS TERREMOTOS HISTÓRICOS DE SANTIAGO DE CHILE Y SU INFLUENCIA EN LA BÚSQUEDA DE UN DISEÑO SISMORRESISTENTE

Desde su fundación en 1541, la ciudad de Santiago ha sido afectada por numerosos terremotos, desta-

Evolución de las características constructivas y estructurales de la arquitectura de Santiago de Chile entre los siglos XVI y XIX. En la búsqueda de un comportamiento sismorresistente

Natalia Jorquera SilvaMaría de la Luz Lobos Martínez

Carla Farfán Becerra

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cando los de 1647 y 1730 por ser los dos más gran-des del periodo colonial y por su alto grado de des-trucción en la ciudad.

El terremoto del 13 de mayo de 1647, llamado el «terremoto Magno», de M~8.5, «comenzó súbita-mente a las, aproximadamente, 22:30 horas, generan-do daño a lo largo de 400 km... devastó la ciudad de Santiago y mató alrededor de mil personas, es decir, a un quinto de su población» (Montessus de Ballore 1912, 18, citado en Cisternas 2012, 25), «...sin dejar edificio en pie templo en que poder celebrar los ofi-cios divinos, ni cassa en que poder vivir ni pared que no quedasse amenaçando segundo peligro...» (Oido-res de Santiago 1648 en Gay 1852, 456). Este primer gran terremoto, del cual no quedó construcción en pie además de la Iglesia y Convento de San Francis-co, modificó las características de la arquitectura que hasta ese entonces venían creando los colonizadores españoles en la capital. Así, en la reconstrucción de la ciudad se prefirió «...el predominio de los muros llenos sobre los vanos, la disminución en la altura de las habitaciones, especialmente si eran de dos pisos, y la introducción en las estructuras de adobe de un sistema de soleras, llaves, cuñ as y diagonales tan bien dispuestas que algunas de ellas ha resistido des-pués a otros movimientos sísmicos...» (Benavides 1988, 155).

El terremoto del 08 de julio de 1730, de M~8.7, volvió a devastar la ciudad de Santiago, destruyendo por sobre todo los edificios religiosos, mientras que las viviendas quedaron «...maltratadas y arruinada mucha parte de sus edificios…» (Medina 1952 en

Benavides 1995, 45). Con este terremoto, las cons-trucciones que incipientemente estaban adoptando un estilo más elaborado, con segundos pisos, balcones y balaustradas, propio del Barroco que se vivía en Eu-ropa —aunque con la austeridad que implicaba cons-truir en una colonia pobre como lo era Chile en ese entonces—, vuelven a su simpleza y a la predilección del único piso de baja altura.

Ambos terremotos, más el sinnúmero de frecuen-tes sismos de magnitudes entre M~5 y M~7, hicieron que toda la arquitectura colonial permaneciera con las mismas características durante casi tres siglos, esto es, con un solo piso, predominancia de gruesos muros y pesadas techumbres, pocos vanos y ausencia de toda decoración, características que sólo empiezan a cambiar a mediados del siglo XIX, con posteriori-dad a la Independencia de los españoles y del arribo al país de otras tecnologías constructivas.

METODOLOGÍA DE IDENTIFICACIÓN DE TIPOLOGÍAS Y TÉCNICAS CONSTRUCTIVAS

Como se aprecia, diversos autores relatan que con posterioridad a los terremotos se adoptaron medidas para mejorar el comportamiento dinámico-estructu-ral de los edificios, destacando el engrosamiento de muros y la disminución de los vanos de los paramen-tos. Sin embargo, dichos relatos no entregan datos sobre las técnicas y materialidades empleadas, las di-mensiones de los cambios efectuados, ni si dichas medidas fueron practicadas en una tipología arquitec-tónica específica. Así, con el objetivo de dilucidar y cuantificar aquellos cambios, surge la investigación «Rediscovering Vernacular Earthquake-resistant Knowledge: Identification and analysis of built best practice in Chilean masonry architectural heritage» (2013-2016) financiada por el Fondo Nacional de In-vestigación Científica y Tecnológica chileno FON-DECYT,2 en la cual a través del análisis directo de los edificios de Santiago «sobrevivientes» a los gran-des terremotos, se han obtenido datos precisos sobre las técnicas de construcción y las estrategias de sis-morresistencia adoptadas.

Después de identificar alrededor de cien edificios que cumplían con haber sido construidos antes del arribo de las técnicas de construcción industrializa-das, además de llegar hasta nuestros días sin grandes intervenciones estructurales, se procedió a clasificar-

Figura 1Línea de tiempo de terremotos sobre magnitud M~7 que han afectado Santiago. (Elaboración propia en base a Cen-tro Sismológico Nacional de Chile)

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los identificando tipologías arquitectónicas (figura 2) y características en común de sismorresistencia, las cuales tratándose de estructuras de albañilería, se re-miten a reglas de proporciones, simetrías y estrate-

gias para bajar el centro de gravedad de las construc-ciones. Posterior a ello, dichas tipologías se ubicaron en una línea de tiempo marcada por los terremotos, con el objetivo de evaluar la incidencia de ellos en la

Figura 2Tipologías arquitectónicas construidas con albañilerías tradicionales en el centro histórico de Santiago. (Jorquera y Lobos 2015)

Figura 3Línea de tiempo con la evolución de las tipologías arquitectónicas en relación a los terremotos. (Jorquera y Lobos 2015)

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evolución del diseño de los edificios (figura 3). Cru-zando dicha información de campo con aquella ex-traída de las fuentes históricas, se pudo determinar la evolución siglo a siglo de la arquitectura y las técni-cas de construcción en relación a los terremotos que han azotado Santiago, lo cual se mostrará a continua-ción.

CARACTERÍSTICAS CONSTRUCTIVAS Y ESTRUCTURALES DE LAS TIPOLOGÍAS ARQUITECTÓNICAS EN LA BÚSQUEDA DE UN DISEÑO SISMORRESISTENTE

Las primeras construcciones del siglo XVI

De acuerdo a las crónicas, las primeras construccio-nes hechas por los españoles eran en base a entrama-dos vegetales con techos de paja, no se sabe si por su carácter provisorio o por la influencia de la mano de obra indígena, que como se mencionó, acostumbraba a construir de ese modo. Dichos entramados se aban-donaron luego del gran incendio provocado por el ca-cique Michimalonco en septiembre de 1541—con el objetivo de recuperar las tierras donde se estaba eri-giendo Santiago—, después del cual se adoptó el uso del adobe (bloque de tierra y paja secado al sol) a lo largo del territorio de la Conquista. Esta predilección se debió a que la tierra era un material abundante y que su producción era económica (factor fundamen-tal en una colonia pobre como Chile) y porque, según Benavides (1988), la piedra disponible era muy dura y difícil de trabajar, la madera provenía de árboles de hoja perenne por lo que se debían esperar largos pe-riodos antes de su utilización y el ladrillo cerámico requería de cocción que encarecía los costos. Las te-chumbres por su parte, utilizaban el sistema estructu-ral en base a tijerales de madera —propios de la tra-dición andaluza de donde provenían los conquistadores—, las cubiertas de paja y las vigas y dinteles eran de madera. Con estos materiales se construyó una primera arquitectura colonial, austera e introvertida, pensada para protegerse de los comba-tes que frecuentemente se realizaban con el pueblo originario Mapuche por el dominio de las tierras. De-bido a la vulnerabilidad típica de las albañilerías frente a los esfuerzos dinámicos, a la fragilidad del material tierra y a la inexperiencia de los conquista-dores con los terremotos, de estas primeras construc-ciones no queda nada.

De este siglo la única edificación remanente es la Iglesia de San Francisco, la cual en su primera ver-sión también fue construida en adobe y seguramente sin ninguna noción de sismorresistencia, razón por la cual desapareció después de un sismo en 1583. En su actual versión, que empezó a construirse con planta de cruz latina en 1586, los frailes franciscanos prefi-rieron utilizar la piedra, la cual fue ejecutada por mano de obra indígena con mampuestos semi-can-teados y abundante argamasa, dando lugar a una mampostería rústica propia de la tradición indígena, siendo la «...obra es hispánica en su concepción y mestiza en su ejecución...» (Consejo de Monumentos Nacionales). A esta fase inicial de la iglesia, fueron

Figura 4Fachada principal de la Iglesia de San Francisco, la más an-tigua de Santiago. Se aprecian sus tres fases constructivas (Jorquera 2014)

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añadidas dos naves laterales de albañilería de ladrillo en el siglo XVIII y una torre de madera en el siglo XIX, siendo posible apreciar todas las fases cons-tructivas hasta la actualidad (figura 4).

Analizando los muros de mampostería de piedra (figura 5), los únicos del siglo XVI en todo Santiago, se puede reconocer en ellos características que sin duda han aportado a la resistencia frente a los esfuer-zos laterales provocados por los sismos, destacando los espesores considerables entre los 1,7 m y los 1,9 m así como una esbeltez baja de 1:6. Junto con esto, es relevante la presencia de bloques de piedra de diversos tamaños que colaboran en el «engranaje» de los ele-mentos en el muro, aumentando las zonas de material resistente y disminuyendo las áreas de mortero. Tam-bién, en el inmueble completo se puede reconocer una proporción muy baja de vanos respecto al lleno de los paramentos, los cuales a su vez se distribuyen homo-géneamente dentro la superficie soportante.

Si bien dichos muros de piedra «sobrevivientes» no pueden considerarse representativos de una época, ya que por lo que se sabe sólo fueron empleados en esta iglesia y no en otro tipo de arquitectura residen-cial y/o civil, no deja de resultar interesante el análi-sis en profundidad de lo que son los vestigios cons-truidos más antiguos de la capital, así como también el hecho de que los Franciscanos optaran por utilizar la piedra como una tecnología alternativa al adobe suponiendo que poseía un mejor comportamiento sis-morresistente.

Características constructivas y estructurales de las tipologías arquitectónicas del siglo XVII

Los terremotos de 1575 y 1647 determinaron un cambio en la arquitectura; surgió una nueva modalidad de cons-trucción que se conoce como estilo chileno tradicional. Las viviendas se caracterizaron por las formas macizas, paredes muy anchas y techos bajos... (Villalobos et al. 1990, 39)

Como se ha mencionado, este siglo estuvo marca-do por el terremoto Magno de 1647, el cual establece un antes y un después en la historia de la construc-ción de Santiago y a raíz del cual, aparecen las for-mas macizas y el predominio de las construcciones de un piso. Aunque no queden rastros de ello en la capital, es en este siglo que se gesta la llamada «casa colonial chilena», edificación de un piso, con volú-menes de una única crujía y pocos vanos —de mane-ra de no debilitar los muros— dispuestos perimetral-mente entorno a uno o varios patios interiores. La albañilería de adobe sigue siendo el sistema cons-tructivo predominante en los muros, en cambio las techumbres de paja son reemplazadas por pesadas cubiertas de tejas de arcilla, para protegerse de los incendios y aportar peso a una estructura que trabaja a compresión. Por otra parte, como menciona Valen-zuela (1991), se añade la distribución simétrica de los recintos para lograr un mejor comportamiento sismorresistente, ya que de ese modo en las construc-ciones «...su centro de gravedad caiga perfectamente sobre su eje de simetría» (Valenzuela 1991).

De acuerdo a Benavides (1988), con posterioridad al terremoto de 1647 se introducen las «llaves» de madera para amarrar horizontalmente las estructuras de adobe y mejorar su desempeño dinámico (figura 6); de ellas habla también Valenzuela (1991) quien es-tablece que cada 3 o 4 hiladas se colocaban maderos o simplemente ramas de espino para producir un ama-rre horizontal al que se concedía especial importancia en las esquinas y en los encuentros de los muros atra-vesados. Al parecer, otro aporte de la segunda mitad de siglo es la estandarización de las dimensiones del bloque de adobe, el cual pasa a ser de 30 × 60 × 10 cm según Greve (1938, vol.3), dimensiones que es posi-ble verificar en las construcciones de adobe a lo largo de todo Chile.

De este siglo son sólo dos las obras que permane-cen en pie en el centro histórico de Santiago: el con-

Figura 5Mampostería de piedra irregular Iglesia de San Francisco apreciable en sus muros interiores (Jorquera, Lobos y Cor-tez 2015)

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vento de San Francisco (1628 fecha de término) y la Iglesia de San Agustín (construida entre 1665 y 1707). El convento de San Francisco, construcción de dos pisos enteramente fabricada en adobe, posee una organización similar a las viviendas coloniales, o sea, perimetral entorno a un patio, sólo que con di-mensiones mucho mayores propias de un convento. Del análisis de sus características constructivo-es-tructurales en busca de algunos principios que expli-quen su sismorresistencia, se puede mencionar la si-metría del conjunto, el empleo de macizos muros de 1,1 m y 1,2 m de espesor con una esbeltez baja cer-cana al 1:4, una proporción de vanos de 8% conside-rada baja respecto a la masa del muro y un aparejo homogéneo, con bloques dispuestos alternadamente en soga y en tizón para lograr una mejor trabazón (fi-gura 7). Corresponde mencionar además, que los muros de adobe se encuentran correctamente protegi-dos del agua por medio de amplios corredores techa-dos, lo que sin lugar a dudas ha contribuido a la co-rrecta preservación del material y a que su resistencia no haya disminuido.

La Iglesia de San Agustín es un inmueble de plan-ta basilical con tres naves separadas por gruesas co-lumnas que sostienen arcos de medio punto. Levanta-da en albañilería de ladrillo cerámico a partir de 1665 por el albañil Juan Lepe, esta versión utilizó la misma planta de la iglesia original de piedra destrui-da por el terremoto de 1647 y «...aunque disminuida en tamaño y en altura esta vez se levantaría más sóli-da y se le agregaría un claustro...» (Consejo de Mo-

numentos Nacionales). El aporte de esta iglesia en materia constructiva lo constituye el empleo del la-drillo cerámico (lamentablemente no visible), hasta ese entonces no registrado —al menos en los docu-mentos oficiales de construcción—, resultando cu-rioso que se haya optado por éste en reemplazo de la piedra original; a modo de hipótesis podría pensarse que la antigua fábrica de piedra quizás era del tipo rústica, como la empleada en San Francisco, mien-tras que los ladrillos al ser de medidas estándar —se-gún Greve (1938, vol.3) de 40 × 20 × 7 cm—, podían permitir un aparejo más homogéneo y por lo tanto un mejor comportamiento estructural dinámico. La igle-sia posee una planta simétrica respecto a su eje longi-tudinal, está constituida por muros con espesores va-riables entre 0,9 m a 1,2 m, alturas de 11,5 m y esbelteces variables entorno al 1:7, con un porcentaje de vanos de sólo un 5,5%, lo que implica un impor-tante predominio de la masa por sobre el vacío.

Figura 6Vivienda colonial de adobe en la ciudad de Petorca donde se aprecian las llaves horizontales de madera (Jorquera 2007)

Figura 7Convento de San Francisco: única zona donde es visible el aparejo de adobe debido a la pérdida de revoque. (Jorquera 2015)

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Características constructivas y estructurales de las tipologías arquitectónicas del siglo XVIII

Este siglo está marcado tanto por los terremotos de 1730 de Santiago y 1751 de Concepción3 así como por el arribo del arquitecto italiano Joaquín Toesca a Chile en 1780, hechos que se traducen en una serie de cambios arquitectónicos y constructivos que revo-lucionan la arquitectura de la segunda mitad de siglo.

Los procesos de reconstrucción del terremoto de 1730 y de los daños provocados por el de 1751, im-pulsaron una experimentación constructiva mayor que en los siglos precedentes, seguramente gracias a la mayor estabilidad económica que vivía el país en esos momentos o porque «Hasta la misma persisten-cia de los terremotos... aportaría a estas alturas no tanto el automático cortejo de destrucciones, sino una búsqueda de soluciones constructivas muy expe-rimentadas y originales, imprimiendo con un sello de robustez una arquitectura decantada a lo largo de dos siglos de sacudidas de la más variada índole» (Guar-da 1982, 2).

Todo lo anterior se traduce en una mayor variedad arquitectónica y constructiva. En el ámbito de la vi-vienda por ejemplo, si bien se sigue utilizando el adobe como sistema constructivo, aparecen algunas moradas de 2 pisos, propiedad de importantes perso-najes de la vida pública de la capital, en cambio, en las iglesias se masifica el uso del ladrillo cerámico y el uso de la mampostería de piedra perfectamente la-brada formando sillerías. En materia de edificios pú-blicos, empieza a emplearse de manera sistemática la albañilería de ladrillo cerámico, bajo la influencia del arquitecto Joaquín Toesca.

Toesca es contratado por la corona española para terminar las obras de la catedral de Santiago hasta ese entonces incompleta. Él es quien introduce la ar-quitectura Neoclásica, la cual al ser de formas simé-tricas y proporcionadas, fue aceptada muy fácilmente puesto que Chile poseía ya una tradición de arquitec-tura simple y de formas regulares, demostrando por lo mismo, un muy buen comportamiento sismorresis-tente.

De este siglo sobreviven un número mucho más importante de inmuebles en el centro histórico de Santiago, lo que permite hacer un análisis comparati-vo por tipología para obtener datos sobre las caracte-rísticas tipológicas y las técnicas empleadas en la época.

Así, de entre las iglesias, en las cuales destacan la Catedral de Santiago, la Iglesia de la Merced, la Igle-sia de Santo Domingo, se puede apreciar que si bien están edificadas con distintos sistemas constructivos —mampostería de piedra y ladrillo, ladrillo y sillería de piedra respectivamente— presentan varias carac-terísticas en común. En los tres casos, los volúmenes son robustos, con proporciones cercanas al 1:2 consi-derando la altura respecto al ancho y del ancho res-pecto al largo (a excepción de la Catedral que de ser de 1:2 originalmente, después de la intervención de Toesca queda en 1:3); las tres poseen muros perime-trales gruesos (1,3 m a 1,6 m de espesor) en los cua-les predomina el lleno por sobre el vacío, con por-centajes de vanos que fluctúan entre 6,2% y 8,1%. Destaca el uso de contrafuertes que disminuyen las longitudes libres y generan además zonas de esbelte-ces muy pequeñas en relación al resto del muro; en el caso de Santo Domingo además existe una especie de talud en la parte inferior de los muros que ayuda a ba-jar el centro de gravedad de la construcción (figura 8).

Figura 8Detalle de contrafuerte y talud en sillería de piedra en la Iglesia de Santo Domingo (Jorquera 2015)

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Todo lo anterior evidencia que en este período ya existían nociones concretas respecto a la sismorresis-tencia.

De las viviendas coloniales de dos pisos existen actualmente sólo tres: la de «Manso de Velasco», la del «Corregidor Zañartu» y la «Casa Colorada», las dos primeras construidas enteramente con albañilería de adobe, mientras que la tercera en adobe y piedra en su fachada. Respecto a la distribución de los volú-menes, la casa del Corregidor Zañartu posee una planta rectangular de pequeñas proporciones, mien-tras que la Casa Colorada y la de Manso Velasco se constituyen por cuatro volúmenes de una crujía orga-nizados perimetralmente en torno a un patio central. En los tres casos aparece la constante de que la altura del segundo nivel es menor que la del primero, lo que contribuye a disminuir el peso de la estructura y ba-jar su centro de gravedad. Junto con esto, se recono-ce un predominio de la masa por sobre el vacío en los paramentos, con porcentajes de vanos que van desde 11,4 a 20,9%. En relación al espesor de los muros, estos van desde 0,65 m a 1,0 m mientras que las alturas varían de 6,0 m a 7,7 m, donde a menor altura, menor espesor de muro. Es interesante men-cionar que en todos los casos los basamentos son de piedra —para proteger el muro de adobe de la hume-dad—, los diafragmas de entrepiso y los tijerales de techumbre de madera y las cubiertas son de teja, ayu-dando con su peso al amarre de los paramentos. Existen además muros transversales a la estructura principal que colaboran en disminuir las longitudes libres de los paramentos.

Por último, de entre los edificios civiles remanen-tes destacan: el edificio de «La Moneda» (obra más importante de Toesca, transformada en el siglo XX en la actual sede del gobierno), el Edificio del Cabil-do de Santiago, el edificio de la Real Audiencia, el Palacio de los Gobernadores y el ex Palacio de la Real Aduana. Éstos tienen en común el tratarse ente-ramente de estructuras de albañilería de ladrillo cerá-mico, de dos pisos, con volúmenes de una y dos cru-jías distribuidos perimetralmente entorno a patios interiores. La proporción de los volúmenes en planta fluctúa entre los 1:1 y 1:2, mientras que en alzado, la totalidad de los edificios tiende marcadamente a la horizontal, con proporciones que van del 1:2 al 1:4 del alto respecto al ancho de los volúmenes (figura 9). Estas características iniciales se han ido tergiver-sando con el pasar del tiempo pues numerosas inter-

venciones en las fachadas de estos edificios han es-condido sus características estructurales.

Características constructivas y estructurales de las tipologías arquitectónicas del siglo XIX

Este siglo está marcado por la obtención de la Indepen-dencia del país de la corona española y por la constitu-ción del Estado chileno, hecho que revolucionó todas las esferas del quehacer y por supuesto las característi-cas de la arquitectura y de la construcción. El nuevo Es-tado se encargó de olvidar y abolir todas las expresiones del arte hispánico, lo que se tradujo en el abandono de los patrones arquitectónicos coloniales, adoptando un nuevo modelo, el francés, por considerar al país cuna de la Revolución Francesa como un ejemplo a imitar. Esto se consolida con la contratación del arquitecto francés Francois Brunet de Baines como arquitecto «de Estado» en 1848, a quien se encarga realizar los nuevos edificios de gobierno así como instaurar la primera cátedra de Arquitectura en la naciente Universidad de Chile.

El «afrancesamiento» de la arquitectura pública se conjuga con el arribo de numerosos extranjeros pro-venientes de diversas partes de Europa, quienes in-tentan replicar en sus moradas chilenas los estilos más representativos de sus países de origen, dando lugar así a una arquitectura historicista, de carácter ecléctico y de mayor altura, pues así lo requerían los estilos y las innovaciones constructivas lo permitían. Palacetes estilo gótico, renacentista, con elementos barrocos, neoclásicos, etc., mezclados con absoluta libertad se encuentran aún en Santiago representando la mixtura cultural de esta época.

Figura 9Los edificios del Cabildo de Santiago, la Real Audiencia y el Palacio de los Gobernadores en su aspecto original a me-diados del siglo XIX. (Eugène Maunoury 1860)

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Esta gran libertad formal hace imposible, en tér-minos arquitectónicos, establecer una clasificación tipológica, mientras que en términos constructivos sí existen constantes —verificadas en los edificios ana-lizados sobrevivientes de este siglo— que permiten sintetizar las características de las técnicas construc-tivas del siglo XIX:

– El adobe queda relegado sólo a la vivienda y exclusivamente a los muros perimetrales de los primeros pisos, pues los segundos y terceros empiezan a construirse en entramados de ma-dera que se rellenan tanto con bloques de ado-be como con ladrillos cerámicos, todo recu-bierto con revoques pero fácilmente apreciable en los edificios deteriorados (figura 10). El uso de la madera posibilitó más altura, dismi-nución del espesor de muros, apertura de va-nos mayores y confirió elasticidad a los edifi-cios permitiendo un mejor comportamiento sismorresistente.

– La albañilería de ladrillo cerámico estandariza-da se transforma en la técnica predilecta para las grandes obras, tanto públicas como priva-das. Así, importantes edificios públicos como el nuevo Congreso Parlamentario de la ciudad obra de Brunet de Baines y el Teatro Munici-pal, así como las únicas dos iglesias construi-das en este siglo, la de Santa Ana y la de las Agustinas, están construidas con esta técnica, sin utilizar refuerzos de otros materiales, sino que simplemente respetando las reglas de pro-porción morfológicas y de distribución de pe-sos que aseguran un buen comportamiento sis-morresistente.

– El empleo de la piedra desaparece, seguramen-te por la lentitud y esfuerzo que requiere el tra-bajo del material, lo que empieza a ser un pro-blema en un siglo donde la velocidad de la construcción es ya una preocupación.

– A partir de 1860 empieza a llegar el hierro a la capital, proveniente desde Francia. Este mate-rial es en un inicio empleado sólo para obras civiles, principalmente puentes, pero paulati-namente empieza también a ser utilizado en edificios que albergaban nuevos programas como las estaciones de trenes y los mercados cubiertos. En Santiago la «Estación Central», la «Estación Mapocho» y el «Mercado Cen-

tral» son tres edificios representativos del uso del hierro como estructura resistente, a pesar de que ella sigue escondiéndose detrás de gruesos muros de albañilería de ladrillo.

Tanto el hierro como el hormigón, que llega al país a fines de siglo, permiten la construcción de re-fuerzos en las albañilerías y terminan por reempla-zarlas completamente en las primeras décadas del si-glo XX. Esto significó que el desafío de construir diseños sismorresistentes —en edificios cuyo com-portamiento estructural era vulnerable frente a los es-fuerzos dinámicos— se acaba, terminando con ello trescientos años de experimentación constructiva.

CONCLUSIONES

Como se vio, la arquitectura y las técnicas de cons-trucción de entre los siglos XVI y XIX nacen de un

Figura 10 Entramado de madera relleno con bloques de adobe dis-puestos en tizón y en pandereta. (Jorquera 2008)

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modelo tipológico español, el cual al deber adaptarse a la fuerte condición sísmica del país, ha dado origen a una arquitectura «robusta», característica que co-rresponde al resultado de diversas estrategias de sis-morresistencia. De acuerdo al análisis efectuado, se ha podido demostrar que es posible identificar y cuantificar dicha «robustez» en los edificios históri-cos aún existentes en Santiago, en los cuales se pre-sentan ciertas constantes como el predominio de los paramentos masivos, con reducidos porcentajes de vanos y esbelteces bajas. Además de ello, existen otras características específicas de sismorresistencia presentes en algunas tipologías, como la disminución de masa en la medida que se asciende en altura en las viviendas coloniales de dos pisos y la presencia de contrafuertes en las iglesias del siglo XVIII.

Respecto a las técnicas empleadas, como se vio además, existe una correlación entre las diversas ti-pologías y el material utilizado. Así, en las viviendas, al ser estructuras más pequeñas y simples, se emplea la tierra para formar adobes, mientras que en las igle-sias, al ser las edificaciones de mayor envergadura y complejidad estructural, se utiliza la piedra y/o ladri-llo cerámico, materiales de mayor resistencia. Resul-ta también interesante que en la evolución histórica, se pasó de un total predominio de la albañilería de adobe por más de cien aeos, al emeplo maominio de la albañilerrresistentecaso de las iglesias. laos, las es-belteces bajasños, al empleo de la piedra, el ladrillo cerámico a partir del siglo XVIII y finalmente la adopción de entramados de madera que sirvieron para confinar las albañilerías a mediados del siglo XIX, dando cuenta de la gran experimentación con diversos sistemas constructivos y materiales en un proceso constante de prueba y error. Lamentable-mente, toda esta evolución y riqueza constructiva no es apreciable a simple vista, pues la mayoría de las técnicas se encuentran ocultas por capas de revoques y pinturas —visibles sólo cuando existe deterioro— lo que ha llevado muchas veces a la errónea com-prensión de las características del patrimonio edifica-do de Santiago.

Por último, es importante mencionar el valor patri-monial de los edificios históricos «sobrevivientes» a la sismicidad de Santiago, tanto en su dimensión his-tórica como en su contribución al desarrollo de la técnica en el país. Por lo mismo, es fundamental que dichas características constructivo-estructurales y las estrategias de sismorresistencia se conozcan y pre-

serven, como parte fundamental de la autenticidad de los edificios y como base de su conservación en el futuro.

NOTAS

1. Se entiende por «magnitud» a la cantidad de energía li-berada por un terremoto en su hipocentro. Cabe preci-sar que existen diversas escalas para medir la magnitud, dependiendo la zona geográfica y las características lo-cales de los terremotos, siendo un error mencionar siempre a la «Escala de Richter» —a pesar de ser ella la primera y más famosa— creada específicamente para medir los terremotos de la falla de California; en Chile por ejemplo, la escala utilizada actualmente es la de «Magnitud de Momento». En ámbito científico por lo tanto, se ha llegado al acuerdo de que simplemente el concepto de magnitud es suficiente para comprender que se está cuantificando la energía liberada por un te-rremoto, sin ser necesario especificar la escala logarít-mica utilizada para calcularla; si se prefiere se puede utilizar el símbolo «M~».

2. FONDECYT Iniciación proyecto número 11130628. Investigadora responsable: Dra. Natalia Jorquera; equi-po: arqta. María de la Luz Lobos (ayudante de investi-gación), David Cortez (ayudante de investigación), Carla Farfán (tesista), todos del Departamento de Ar-quitectura de la Universidad de Chile. Colaboradores internacionales: prof. Ugo Tonietti y Luisa Rovero, Universidad de Florencia, Italia.

3. El terremoto de Concepción de 1751, a pesar de haber tenido su epicentro a más de 400Km de distancia de Santiago, debido a su gran magnitud de M ~ 8.5 y área de rotura, provocó igualmente daños en los edificios de la capital.

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