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SÍNTESIS DE SU HISTORIA IV Raúl Benítez Lilia Bermúdcz Sofía Gallardo Arturo Grunstein Axcl Ramírez Patricia de los Ríos Instituto Mora

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SÍNTESIS DE SU HISTORIA IV

Raúl Benítez Lilia Bermúdcz Sofía Gallardo

Arturo Grunstein Axcl Ramírez

Patricia de los Ríos

Instituto Mora

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EUA: Síntesix de su historia

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IV Sociedad y cultura en Estados Unidos 1960-1980

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Patricia de los Ríos Los tiempos, los tiempos están cambiando.

Bob Dylan

Durante los años comprendidos entre 1960 y 1980, Estados Unidos transitó por uno de los periodos más convulsionados de su historia social contemporánea. Beneficiario principal del boom económico de la posguerra y ejemplo de la sociedad afluente, enfrentó, sin embargo, la rebelión que generaron las grandes desigualdades económicas y políticas, que encontraron su expresión más aguda en la situación de la población afroamericana.

Líder indiscutido del mundo occidental durante' la guerra fría, debió hacer frente a las exigencias militares y económicas que impuso su condición hegemónica y que producirán un deterioro de su presti­gio en el exterior, una creciente división social en su interior y una pesada carga financiera que, unida a otros factores, generaron una pro­longada crisis económica durante la década de los años setenta. Vanguardia del desarrollo tecnológico, es el país que primero experi­mentó las consecuencias de la revolución en los medios de comuni­cación que hizo surgir una sociedad más informada, más participante y más exigente.

Durante esos veinte años el perfil de Estados Unidos se modifica profundamente con la irrupción en la escena política de nuevos ac­tores que contribuirán de manera decisiva en la conformación de la nueva sociedad estadunidense y de la actual sociedad global: los movimientos reivindicatoríos de las minorías a cuya vanguardia se encuentran la población afroamericana, las organizaciones pacifistas y

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estudiantiles, los grupos ambientalistas, las agrupaciones feministas y los grupos homosexuales.1

La acción de los nuevos actores sociales generó, a su vez,, diver­sas reacciones, que van desde las conspiraciones que cobraron nu­merosas vidas de líderes políticos y luchadores sociales, hasta la for­mulación política neoconservadora que acabó por imponerse al tjin del periodo estudiado.

Antecedentes de los movimientos sociales de los años sesenta y setenta

Las causas por las cuales se dio un auge del activismo social en los años mencionados son muy complejas y variadas.2 Desde los cambios en los patrones de acu...dación de la economía estadunidense y el papel de Estados Unidos en el mundo de la guerra fría, hasta los fenó­menos demográficos y culturales y el descubrimiento de la pildora anticonceptiva, todos fueron factores explicativos de la insurgencia democrática de la época.3

Durante la década posterior a la segunda guerra mundial, la sociedad estadunidense se caracterizó por una prosperidad sin prece­dentes y un importante proceso de igualdad social. La prosperi­dad fue resultado del círculo virtuoso que se generó a partir del con­sumo diferido de los años de la crisis y la guerra y de la generalización

1 Es claro que hay una profunda imbricación entre los movimientos sociales de la época y lo que sucedía a nivel estrictamente político gubernamental, e incluso respecto a la política exterior. Sin embargo, hemos hecho un deliberado esfuerzo de separación, pues en este mismo libro hay dos capítulos dedicados a esos temas.

2 Para un análisis general de movimientos sociales que se opusieron al orden establecido en diversas épocas históricas, ver Norman F. Cantor, La era de la protesta, Alianza Editorial, Madrid, 1973.

' El senador Eugene McCarthy tituló su libro de memorias de la campaña presi­dencial de 1968, precisamente El año del pueblo, para aludir al carácter democrático de los movimientos sociales de la época, ver Eugene McCarthy, The year of the people, Doubleday and Co. Inc., Nueva York , 1969.

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de los cambios tecnológicos producidos por industrias como la auto­motriz, la de medios de comunicación y la de bienes de consumo.4

Como dice Marshall Berman: Las explosiones culturales y políticas de los años sesenta tendrán más sentido para nosotros si recordamos que ocurrieron en la cresta de un boom económico, el climax de una generación de crecimiento espec­tacular. Desde el principio de la segunda guerra mundial, el poder financiero y productivo, la capacidad tecnológica y la creatividad, el control político y la influencia cultural de Estados Unidos se habían estado expandiendo a una tasa fantástica. El dinamismo y la energía de nuestra economía parecían infinitos. Los fondos mutuos y los conglom­erados conducían al mercado a alturas de vértigo. Enormes supercar-reteras se construían en todas direcciones, nuevas industrias y centros de población brotaban de la tierra. En las áreas previamente pobladas, los rascacielos para usos comerciales, de vivienda y entretehimiqnto, surgían en cada lote vacante y aun en los que tenían algo, de manera que se destruía todo lo que fuese una herencia del pasado.5

Los procesos económicos y tecnológicos se combinaron con diver­sos fenómenos sociales, entre los que destacan los siguientes: el llama­do baby boom, proceso demográfico en el cual la tasa de natalidad aumentó mucho después de la guerra, rejuveneciendo a la población estadunidense. El acceso de miles de soldados desmovilizados a la edu­cación superior y a la propiedad privada como resultado de la Ley de Reajuste de Soldados (Servicemen 's Readjustment Acl), también cono­cida como G. I. Bill, tuvo como efecto la igualdad social y democratizó muchas de las instituciones más elitistas de Estados Unidos, como las. universidades privadas.6

4 Para un análisis de las transformaciones de la economía estadunidense y del costo que tuvo el papel hegemónico de Estados Unidos en el mundo, ver David P. Calleo, The imperious economy, Harvard University Press, Cambridge, Mass., 1982.

5 Marshall Berman, "Faust in the 60s" en Gerald Howard, The sixties, Paragon House, Nueva York, 1991 p. 496. La traducción es mía.

' Esa ley, promulgada en 1944, le otorgó a los ex soldados la posibilidad de obte­ner hipotecas con bajas tasas de interés para la adquisición de casas; el pago de becas para estudiar en las universidades, lo cual tuvo un efecto democratizador sobre éstas, y la creación de hospitales de veteranos. Ver Eric Fonner y John Garraty (comps.), The readers companinn to american history, Houghton Mifflin Co., Boston, 1991, p. 449.

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Ese conjunto de fenómenos económico-sociales sentó las bases para la creación de una sociedad de masas mucho más integrada y nacionalizada que antes, cuyos referentes culturales y costumbres sociales estaban maduros para un cambio sustancial.

En palabras de Marshall Berman: En este clima, América estaba lista para una "revolución cultural". Al comenzar los años 60, los estadunidenses se estaban haciendo consis­tentemente permisivos y expresivos en sus vidas sexuales y emo­cionales, más abiertos y experimentales en sus respuestas ante la lite­ratura y el arte, más juguetones y extravagantes en los estilos y ma­neras en que vivían su vida cotidiana. Y, a través de todo ello, la bolsa de valores seguía subiendo y la economía crecía y crecía. Ese hecho económico generó un cambio decisivo en las sensibilidades de la gente. Para todos los que habíamos sido educados en la creencia de que nosotros (y todos los demás) debíamos apretar los dientes y reprimir nuestros sentimientos y deseos si queríamos sobrevivir. En cambio ahora, a medida que la década se desarrollaba, y nosotros comenzamos tentativamente al principio a dejar salir todo y' a poner en práctica y dejar salir nuestros reprimidos sentimientos y a liberar nuestros cuerpos y nuestras mentes, encontramos -por lo menos por un tiempo- que nuestra autoexpresión, en lugar de amenaza a nuestra supervivencia, nos brindaba nuevas fuentes de vida y energía, ayu­dándonos a lidiar no sólo más felizmente, sino incluso más efectiva­mente de lo que habíamos podido en el pasado.7

Esta cita del crítico cultural de la modernidad, Marshall Berman, resume muy bien el fenómeno de los años sesenta como resultado de una nueva sensibilidad que había dejado atrás la ética puritana para abrazar un nuevo hedonismo.

En el contexto de la guerra fría el extraordinario progreso mate­rial dio origen a una imagen idealizada -con fines propagandísticos y de consenso interno- del modo de vida estadunidense, con su idílica familia de clase media con un padre próspero, una madre a la espera de sus hijos con galletas recién horneadas, un automóvil en cada casa, una casa en los suburbios y un perro lanudo.

No obstante esa imagen tan bien retratada por las películas de Rock Hudson y Doris Day y los primeros programas televisivos,

7 M. Berman, op cit., p. 497. La traducción es mía.

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diversas tensiones sociales subsistían. La más grave, y ya intolerable para ese momento, era el racismo y la segregación de la población afroamericana.8

El movimiento por los derechos civiles La segregación racial, particularmente en el sur de Estados Unidos, se volvió intolerable por varias razones. Desde el punto de vista interno, millones de negros habían emigrado del sur a las ciudades del norte durante y después de la guerra. Se calcula que entre 1940 y 1970, 4 000 000 de negros emigraron del sur.9 Miles habían participado en una guerra que se peleaba en nombre de la democracia, en Europa y el Pacífico, para que los prisioneros de guerra alemanes fueran mejor tratados que los soldados estadunidenses negros quienes, al regresar muertos a Estados Unidos, no podían encontrar siquiera un pedazo de tierra en los cementerios.10

Desde el punto de vista internacional, un factor importante fue que, para fines del los años cincuenta, muchas antiguas colonias de Africa ya habían obtenido su independencia, y diversas luchas na­cionalistas y revolucionarias se libraban en distintos países del tercer mundo.

Sin embargo, la hora del racismo no sonó realmente en Estados Unidos sino cuando los negros del sur, que eran la población más vul­nerable psicológicamente y más desvalida económicamente, logró participar en la lucha por sus derechos.

Esa lucha fue encabezada por un líder excepcional: Martin Luther King. El doctor King nació en Aüanta, Georgia, en 1929. Sus estudios de teología y del pensamiento de Gandhi lo condujeron a desarrollar una estrategia de lucha para una minoría cuyas condiciones de opre­sión económica y racial la hacían particularmente vulnerable. Para

8 En su libro clásico sobre la situación de la población negra An american dilem-ma, Cunar Myrdal ya había planteado los graves dilemas que la segregación racial implicaba para ese país.

' Fonner, op. cit., p. 109. 10 Ver Stokely Carmichael y Charles V. Hamilton, Poder negro. Siglo XXI

Editores, México, 1976, p. 34.

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King, la resistencia no violenta era "el único método moral y práctica­mente válido abierto a los oprimidos en su lucha por la libertad"."

Si bien la autoridad moral y el liderazgo político de Martin L. King tuvieron un peso decisivo en el desarrollo del movimiento, la lucha por los derechos civiles fue, en sí misma, un complejo mo­vimiento que tuvo varios líderes importantes y corrientes diversas e incluso contradictorias, en su interior. Esas corrientes pueden dividirse en dos: el movimiento a favor del integracionismo y el nacionalismo negro.

El movimiento por los derechos civiles pasó por diversas etapas. En un primer momento, durante los años cincuenta, se recurrió a la lucha legal vía litigios que llegaron a la Suprema Corte de Justicia, siendo el caso más famoso el de Brown en contra de la Junta de Educación de Topeka, Kansas. En esas luchas se foguearon algunos de los juristas negros más ilustres, entre ellos Thurgood Marshall, quien sería nombrado miembro de la Suprema Corte en 1967 por el presidente Lyndon B. Johnson.

La siguiente etapa comenzó en 1955, cuando Rosa Parks se negó a cederle su asiento en un autobús a un hombre blanco en la ciudad de Montgomery, Alabama.12 A partir del encarcelamiento de Rosa Parks, King encabezó un boicot al transporte que desencadenó la lucha por los derechos civiles en su fase de movimiento social.13

A partir de esa experiencia, el doctor King y otro grupo de predi­cadores organizaron la Conferencia del Liderazgo Cristiano del Sur (Southern Christian Leadership Conference, SCLC), en 1957. Si bien esa organización fuq muy importante dentro del movimiento, muchas acciones surgieron espontáneamente de la gente. En 1960, por ejem-

" Citado en Bradford Chambers (comp.), Chronicles of black protest, Menthor Book, Nueva York, 1968, p. 178. La traducción es mía.

12 Aunque el movimiento por los derechos civiles es fundamental, la lucha de las negros en Estados Unidos se remonta a la época de la esclavitud, en la que hubo diver­sas rebeliones. Más tarde, durante el siglo xrx los negros tuvieron una destacada parti­cipación en la guerra civil. A fines del siglo XTX y en la primera mitad del XX, hubo también diversos movimientos de protesta, así como importantes líderes como Frederick Douglass y Booker T. Washington. Para un análisis de esa historia ver Juan Manuel de la Serna H., Los afronorteamericemos. Instituto Mora/Fideicomiso para la Cultura México-USA, México, 1994.

13 Ver Louis E. Lomax, The negro revolt, Signet Books, Nueva York, 1963.

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pío, un grupo de estudiantes del Colegio Agrícola y Técnico de Ca­rolina del Norte, iniciaron una forma de lucha que simbolizaría a los movimientos de los años sesenta: los sit ins. Esa táctica, esperar senta­dos durante horas en las barras de los restaurantes, se utilizó para desegregar los servicios al público en varios estados del sur. Al gene­ralizarse ese tipo de protesta entre los jóvenes, éstos decidieron crear el Comité Coordinador Estudiantil No Violento (Student Non-Violent Coordinating Committee, SNCC). Si bien en muchas acciones existió coordinación entre la SCLC y la .SNCC, esta última organización re­presentó una tendencia más radical que la del doctor King que, en ese momento, se enfocaba a presionar a la administración Johnson en pro de que fuesen aprobadas las leyes de derechos civiles, mientras que los jóvenes activistas se inclinaban por formas de lucha más radicales e independientes.

Durante los primeros años de la década de los sesenta, la tele­visión desempeñó un papel decisivo al llevar a los hogares estadu­nidenses una realidad de la cual sabían pero que habían ignorado deliberadamente. Las escenas del odio racial, los epítetos de adultos blancos contra niños que marchaban a la escuela resguardados por la Guardia Nacional, la policía reprimiendo con perros, agua y bombas lacrimógenas o golpeando a los manifestantes pacíficos, fueron esce­nas que conmovieron a la opinión pública y llevaron a ciertos grupos liberales blancos, en el norte y el oeste (entre los que se contaban reli­giosos, estudiantes, activistas, hombres y mujeres, judíos, protestantes y católicos), a unirse al movimiento en su momento de mayor apoyo por parte de la opinión pública blanca.14

En esta fase del movimiento, decenas de jóvenes blancos y negros fueron al sur, durante el verano, a registrar votantes. En 1963 la protesta llegó a las calles de la capital. En la marcha sobre Washing­ton se reunieron más de 200 000 personas, y el doctor King pronunció su famoso discurso respecto al sueño de una "nación en la cual mis cuatro pequeños hijos sean juzgados no por el color de su piel, sino por el contenido de su carácter".15

14 La influencia de los medios puede verse en el extraordinario documento sobre el movimiento por los derechos civiles que es la serie de televisión Eyes on the prize, pro­ducida por la televisión pública estadunidense.

15 El texto del famoso discurso del doctor King puede consultarse en Chambers, op. cit., p. 186. La traducción es mía.

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En 1964, como resultado tanto del movimiento negro como del reciente asesinato del presidente Kennedy y el liderazgo de Lyndon Johnson, el Congreso finalmente aprobó la Ley de los Derechos Ci­viles, que prohibió la segregación en los lugares públicos y la discri­minación en el empleo y la educación.

La aprobación de la ley no acabó con el racismo y la discrimi­nación, sólo creó un importante instrumento para combatirlos. Como el movimiento social ya estaba en marcha, continuó radicalizándose cada vez más. Uno de los esfuerzos más importantes de los jóvenes activistas fue el registro de votantes en el sur y la búsqueda de una participación realmente representativa de los negros en las organiza­ciones estatales del Partido Demócrata en el sur. Esa pretensión se concretó en 1964, durante la Convención Demócrata celebrada en Atlantic City. Al fracasar en su intento por formar parte de la dele­gación del estado de Mississippi, los jóvenes activistas negros se incli­naron, cada vez más, por la vía del nacionalismo negro. Así, en 1966 Hucy Newton y Bobby Seale crearon el partido de las Panteras Negras."' j

El nacionalismo negro El nacionalismo negro tiene varios antecedentes históricos en las luchas de líderes como Frederick Douglass en el siglo XIX y Marcus Garvey a principios del XX. Sin embargo, fue durante los años sesenta que esta tendencia adquirió gran auge.

Vertiente importante del nacionalismo negro fue el movimiento musulmán. En 1930 se había fundado un movimiento conocido como la Nación del Islam (Islam Nation) que practicaba la religión islámica entre los negros. Sin embargo, no fue sino en los años sesenta bajo la dirección de Elijah Muhammad y sobre todo gracias al carisma de Malcolm X, que el movimiento alcanzó gran difusión e influencia.17

" Para un análisis de esta facción del movimiento negro ver Malcorn X, The auto-biography of Malcorn X, Penguin Books, y Carmichael y Hamilton, op. cit.

17 Un documento interesante sobre la vida de Malcolm X es la película de Spikey Lee, Malcolm X.

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La práctica religiosa significó una esperanza de redención para muchos negros que se encontraban en situaciones desesperadas, en las cárceles o víctimas de adicciones a las drogas o al alcohol. El movi­miento musulmán promovía el separatismo negro, un estricto código de conducta personal y principios de autoayuda y disciplina que mucho contribuyeron a su difusión como lo demuestra la vida del pro­pio Malcolm X, quien se convirtió a la fe islámica mientras purgaba en la cárcel una sentencia por violación.

Después de algunos años como el líder más popular y conocido del movimiento musulmán, Malcolm X rompió con Muhammad y se dedicó a viajar por países islámicos y africanos. De regreso de ese viaje abogó por una lucha social más inclusiva. Sin embargo, fue ase­sinado en 1965 en circunstancias no del todo claras, cuando se encon­traba en pleno proceso de maduración política y personal.

El movimiento musulmán continúa siendo importante, aunque minoritario, bajo el liderazgo de Louis Farrakanh. Sin embargo, tam­bién es un movimiento que tiende hacia el antisemitismo y las teorías de la conspiración.

El asesinato de Malcolm X y la creciente violencia en los barrios negros propiciaron el surgimiento del llamado Poder Negro, mo­vimiento que puede definirse de la siguiente manera:

La filosofía política del nacionalismo negro sólo significa que el hom­bre negro debiera controlar la política y a los políticos dentro de su propia comunidad. El tiempo en que los blancos pueden venir a nuestra comunidad y hacer que votemos por ellos para que puedan ser nuestros líderes políticos y decirnos qué hacer y qué no hacer, se ter­minó hace mucho. En ese mismo sentido, el tiempo en que el mismo hombre blanco puede enviar a otro negro a la comunidad para hacer que tú y yo lo apoyemos para que él (el hombre blanco) nos desvíe, esos días se han acabado. La filosofía política del nacionalismo negro sólo significa que tú y yo vamos a vivir en una comunidad negra.18

El nacionalismo negro estaba muy influido por los movimientos revolucionarios de otros países. Como decían Carmichel y Hamilton: "Sólo hay un lugar para los negros estadunidense en esas luchas, y es

"Chambers, op. cit., pp. 206-207. La traducción y las cursivas son mías.

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al lado del tercer mundo."19 Al mismo tiempo, las ideas del Poder Negro reflejaban fielmente el coraje y el resentimiento de los jóvenes del ghetto, que no creían en la buena voluntad de la sociedad blanca, ni siquiera de los liberales.

El grupo más radical del movimiento separatista fue el partido de las Panteras Negras, que fue organizado en 1966 por Bobby Seale, Huey P. Newton y Eldridge Cleaver.20 Ese partido adoptó una organi­zación de tipo militar que, a pesar de sus pocos miembros, causó gran preocupación al gobierno por la simpatía que habían despertado entre los jóvenes. Por ejemplo, después de la gran ola de disturbios de 1967, la comisión encargada de analizar sus causas señalaba que: "Un nuevo clima ha surgido entre los negros, particularmente entre los jóvenes, en el cual la autoestima y el orgullo racial están suplantando la apatía y la sumisión al 'sistema'."21

Si bien los Panteras Negras predicaban el separatismo negro y la revolución como programa político, estaban abiertos a las alianzas con los blancos y, de hecho, se convirtieron en el modelo de los jóvenes blancos más radicales políticamente.

En 1969, la policía de la ciudad de Chicago allanó un departa­mento de miembros de ese partido y asesinó a Fred Hampton y a Mark Clark, lo cual sólo avivó el resentimiento de los jóvenes negros.

De hecho, aunque el conjunto del movimiento por los derechos civiles fue severamente reprimido, sus líderes encarcelados, sus mar­chas atacadas y sus activistas asesinados, los partidarios del naciona­lismo negro fueron particularmente perseguidos, pues favorecían y practicaban la violencia política. Como resultado de la represión gubernamental y de sus propias divisiones internas algunos se exilia­ron en países de África durante la década de los años setenta.

A pesar de la fractura interna que crearon los sectores más radi­cales del movimiento negro, su radicalismo contribuyó a que el go­bierno y la sociedad se dieran cuenta de la urgencia de adoptar medi-

" Carmichal y Hamilton, op. cit., p. 7. La traducción es mía. 20 Eldrige Cleaver escribió uno de los libros más famosos de la época, Soul on ice,

en el que se denuncia la situación de la población negra, aunque una paradoja de la his­toria es que en la actualidad Cleaver se ha convertido en un político conservador.

21 Citado en Howard Zinn, The twentieth century, A people's history, Harper. Colophon Books, Nueva York, 1984, p. 163. La traducción es mía.

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das para restañar algo del daño que se había infligido a la población negra desde la época colonial.

El legado del movimiento por los derechos civiles No obstante los logros legales e institucionales del movimiento por los derechos civiles, desde 1967 la violencia se extendió por los ghettos de las grandes ciudades, que fueron literalmente abrasados por las lla­mas, particularmente después del asesinato de Martin Luther King, ocurrido en 1968.

A pesar de la violencia con la que terminó el movimiento por los derechos civiles, no hay duda de que se trató del movimiento social más importante de la segunda mitad del siglo XX que tocó algunas de las fibras más sensibles de lo que Estados Unidos significa como nación.

Desde el punto de vista legal e institucional, su herencia más sig­nificativa fueron las leyes de los derechos civiles y los programas de acción afirmativa, que acabaron con la base legal de la segregación racial y la exclusión política. Eso significó un indudable progreso: la creación de una clase media negra, una participación sin precedentes en puestos de elección popular y la apertura de grandes oportunidades, educativas y de empleo, para millones de personas.

Desde el punto de vista social también ha crecido la tolerancia y la armonía racial entre muchos grupos, incluso en el sur de Estados Unidos.

Paradójicamente, la apertura de posibilidades de participación en el conjunto de la sociedad, de alguna manera debilitó las estructuras de liderazgo y autodefensa que la comunidad negra había construido penosamente a lo largo de decenas de años de segregación, lo cual se ha reflejado en la trágica situación en que viven actualmente los afroamericanos de los ghettos, con estructuras familiares destrozadas -más del 50% de los niños nacen en familias encabezadas por una mujer-, amplio consumo de drogas como el crack, una violencia intra-grupal terrible y una falta de oportunidades para el futuro por los altos niveles de deserción escolar y el alto índice de desempleo de los varones negros.

Las causas de esa fractura social son extraordinariamente comple­jas, y no obedecen sólo a los procesos de debilitamiento del liderazgo

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interno de la comunidad afroamericana, sino a fuerzas económicas, como el cambio en la estructura productiva y del empleo, que ha seg­mentado a los hombres del mercado laboral industrial; ideológicas, como el racismo latente, y culturales, como el rechazo de los jóvenes a la cultura del esfuerzo en favor de la cultura de la violencia.

Esa gran fractura social entre lo que en Estados Unidos se llama subclase (unüerclass) -integrada por los grupos más pobres entre los negros y los latinos- y el resto de la sociedad, se ha visto agravada por las políticas conservadoras que caracterizaron los años ochenta.

No obstante los indudables progresos que se alcanzaron en mate­ria racial, las leyes no lograron acabar ni con el racismo ni con la dis­criminación. De hecho, apenas a treinta años de aprobadas las leyes de los derechos civiles, hay un verdadero asalto en contra de la acción afirmativa, bajo el argumento de que actualmente hay un proceso de discriminación en contra de los nombres blancos por parte de las minorías y las mujeres.

Cultura y derechos civiles El movimiento nacionalista tuvo una profunda influencia cultural que se expresó tanto en la moda de la época en el peinado y el vestido (el afro y la recuperación de la vestimenta africana), como en la idea de que lo "negro es bello" (black is beautiful).

La personalidad racial y cultural de la comunidad negra debe conser­varse, y esa comunidad debe ganar su libertad conservando su inte­gridad cultural. Esa integridad comprende el orgullo -en el sentido de autoaceptación, no de chauvinismo- de ser negro, de los logros y las aportaciones de la gente negra. Nadie puede estar sano, completo y maduro si tiene que negar una parte de sí mismo; esto es lo que la "integración" ha exigido hasta ahora. Esta es la diferencia entre la in­tegración como se practica actualmente y el concepto de Poder Ne-gro.-2

Si bien, como ya se ha señalado, el movimiento nacionalista tuvo una importancia cultural significativa, el impacto cultural del mo-

22 Carmichael y Hamilton, op. cit., p. 61. Cursivas mías.

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vimiento por los derechos civiles fue mucho más amplio. La cultura afroamericana, que había tenido una influencia muy importante dentro de Estados Unidos a través de la música de jazz y otras manifesta­ciones, se fortaleció aún más. No sólo continuó teniendo un gran peso en la música popular -de las Supremas a Michael Jackson y el rap, el peso de los afroamericanos en la música es central-, sino en otras áreas como la danza, en la que destacó el extraordinario ballet de Alvyn Ailey y el cine de Spike Lee, la presencia cultural afroameri­cana ha sido elemento central de la cultura estadunidense de la segun­da mitad del siglo xx.

Dentro de ese desarrollo cultural, las mujeres escritoras y poetas han tenido un papel fundamental. Alice Walker ha escrito tanto poesía (In love and trouble: storíes of black women 1967, Revolutionary petunias and other poems 1971), como novela (llie color purple 1982 (y Possessing the secret of joy 1994), obteniendo los premios más prestigiados de la literatura estadunidense, como el Pulitzer.23

Maya Angelou también ha escrito textos autobiográficos y poesía; entre los primeros destaca / know why the caged birds sings 1970, y entre los segundos la compilación de su poesía The complete collected poems of Maya Angelou, publicada en 1994.

La importancia de la escritura de las mujeres afroamericanas se consagró con el otorgamiento del premio Nobel de literatura a Toni Morrison, en 1993, por sus novelas The bluest eyes 1970, Sula (1974), The song ofSolomon (1978), Tar baby (1981), Beloved (1987) y Jazz (1992).24

En Toni Morrison se ha premiado a una voz fundamental de la li­teratura afronorteamericana que no sólo ha dado cuenta de la variada experiencia de esa minoría, sino de la contradictoria relación que tiene con Estados Unidos.

Mientras el movimiento por los derechos civiles, tanto en su dimensión política como en su dimensión cultural, ponía en cuestión

2:1 Para un análisis de su novelística ver Elizabeth Fifer, "Alice Walker. The dialect & letters of The color purple" en Catherine Rainwater y William J. Scheik (comps.), Contemporary american women writers, The University Press of Kentucky, Lexinton, Kentucky, 1985. Su novela The color purple fue llevada al cinc con gran acierto.

24 Ver Linda W. Wagner, "Toni Morrison. Mastery of narrative" en Catherine Scheick, op. cit.

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el grave problema del racismo, había otros sectores que comenzaban a mostrar inquietud respecto a las bondades del "modo de vida es­tadunidense"; tal es el caso de los estudiantes.

El movimiento estudiantil y la Nueva Izquierda Tanto la Nueva Izquierda como el movimiento estudiantil fueron fe­nómenos internacionales durante la década de los sesenta. Robin Blackburn ha c;iracterizado esa tendencia ideológica como: "el reavi-vamiento confuso y parcial de las políticas revolucionarias en aquellas sociedades donde la misma idea de revolución había sido eliminada o, por lo menos, completamente suavizada".25

No obstante el carácter internacional del movimiento, sus pecu­liaridades respondían a la situación particular de cada uno de los paí­ses. En el caso de Estados Unidos:

La Nueva Izquierda protestaba contra la ausencia de calidad, contra el vacío de la vida moderna, contra el medio urbano fragmentado y ca­rente de un sentimiento de comunidad, contra la impotencia de la sociedad americana, incapaz de llevar a la práctica sus promesas de igualdad y libertad y de ponerse a la altura de sus valores e ideales tradicionales.26

En 1960 se fundó una organización estudiantil muy importante que también sería la representante principal de la Nueva Izquierda es decir, los Estudiantes por una Sociedad Democrática (Students for a Democratic Society, SDS).27 Dos años más tarde, en la ciudad de Port Hurón, Michigan, emitieron un manifiesto en el que desarrollaban algunas de sus ideas políticas. En la introducción a ese documento sus autores señalaban lo siguiente:

25 Robin Blackburn, "Los estudiantes: ¿El fin de la nueva izquierda?" en Víctor Flores Olea el al La rebelión estudiantil y la sociedad contemporánea, FCPys-UNAM, México, 1973, p. 52.

26 Cantor, op. cit., p. 346. 17 Para un análisis del conjunto de la izquierda estadunidense ver John Patrick

Diggins, The rise andfali ofthe american left, Norton and Norton, Nueva York, 1992.

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La búsqueda de las alternativas auténticamente democráticas al pre­sente, y con ellas el compromiso en la experimentación social, cons­tituyen una empresa humana digna y realizadora, una empresa que hoy nos mueve a nosotros y, lo esperamos, a otros más. A partir de esas bases ofrecemos este documento de nuestras convicciones y nuestros análisis. Se trata de un esfuerzo por entender y cambiar las condi­ciones de la humanidad en la segunda mitad del siglo XX, un esfuerzo que echa sus raíces en la antigua idea, incumplida hasta ahora, del hombre que logra el influjo determinante sobre las circunstancias de su vida.2* Las tendencias ideológicas de la Nueva Izquierda estadunidense

tenían importantes diferencias con las de la izquierda marxista de los años treinta. En primer lugar, no se glorificaba al obrero, sino se bus­caba una relación con otros sectores discriminados como los afro­americanos. En segundo término, su crítica al capitalismo se orientaba más hacia lo social y cultural que hacia una alternativa que aboliera la propiedad privada. Y, en muchos sentidos, también el movimiento estaba influido por una vuelta a los valores originales del credo es­tadunidense.

En un principio, los miembros del SDS orientaron su labor hacia el activismo social en busca de mejorar la situación económica de los sectores más desprotegidos. Pero, hacia fines de la década de los míos sesenta, tuvieron un fuerte impacto sobre el movimiento contra la guerra de Vietnam, la política dentro del Partido Demócrata y la lucha dentro de las universidades.

1968 fue un parteaguas para el movimiento estudiantil, no sólo por el mayo francés, sino por el activismo de miles de jóvenes esta­dunidenses que se manifestó en la Convención Demócrata celebrada en la ciudad de Chicago. En esa convención, los jóvenes intentaron llevar su mensaje contra la guerra de Vietnam y su coraje por el ase­sinato de Robert Kennedy, que tantas esperanzas a favor de un cambio político había despertado entre ellos.

No obstante, sus ansias de participación fueron reprimidas por la policía y, además, se sintieron traicionados por la elección de Hubert Humprey, político identificado con la línea dura de Johnson en Viet-

28 Declaración de Port Hurón citado en José Luis Orozco, El testimonio político norteamericano, SEP/UNAM, México, 1982, p. 191.

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nam, como candidato demócrata a la presidencia. Eso condujo a una serie de disturbios tanto dentro como fuera de la convención. El triun­fo del candidato republicano Richard Nixon en las elecciones de 1968 no hizo sino alimentar las protestas estudiantiles.

En ese sentido, cabe recordar que el año clave de la insurgencia democrática también es el año en aquello que el presidente Nixon lla­maba la "mayoría silenciosa", lo lleva a la Casa Blanca, síntoma claro de la reorganización de la derecha estadunidense. Tema del que hablaremos más adelante.

Dentro de la organización Estudiantes para una Sociedad Demo­crática también ocurrieron diversas fracturas ideológicas, cuya expre­sión más extrema fue una facción llamada los weathermen, en memo­ria de una frase de una canción de Bob Dylan. Ese grupo fue creado en 1968 por un grupo de activistas que pretendía pasar a la acción directa, pues preveía el inminente colapso de Estados Unidos.

En un principio intentaron apoderarse de la dirección de la SDS, pero más tarde se fueron a la clandestinidad y organizaron diversas acciones armadas. La más famosa tuvo por víctimas a los mismos miembros del grupo, quienes murieron, en 1970, a causa de una explosión en una casa de Greenwich Village, en la ciudad de' Nueva York, mientras fabricaban una bomba.

Durante la década de los setenta muchos miembros del grupo vivieron en la clandestinidad, varios fueron aprehendidos y encarcela­dos. Otro grupo de inclinación guerrillera fue el Ejército Simbiótico de Liberación que organizó el publicitado secuestro de Patty Hearst, heredera del imperio periodístico Hearst, en 1974.

En 1969, ante el escalamiento de la guerra en Vietnam, hubo grandes manifestaciones y protestas en decenas de universidades. Los estudiantes tomaron edificios administrativos en Columbia y Harvard, en 1968 y 1969. En 1970, en la Universidad de Kent, en el estado de Ohio, los estudiantes atacaron el edificio de reclutamiento que el ejército mantenía. Posteriormente cuatro estudiantes fueron asesina­dos, lo cual despertó una nueva ola de protesta estudiantil.

Dentro del movimiento estudiantil se desarrollaron grupos que defendían causas específicas, como es el caso de los estudiantes de origen mexicano, conocido como movimiento chicano. Aunque el movimiento no se circunscribió a las universidades, los estudiantes e intelectuales de origen mexicano tuvieron un papel muy destacado en

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un movimiento que reivindicaba una herencia cultural y pedía, entre otras cosas, el establecimiento de programas de estudio sobre su propia tradición histórica y cultural.

Si bien a fines de la década de los setenta el movimiento estu­diantil prácticamente dejo de existir, había tenido un importante impacto en las universidades en términos de programas de estudio, áreas de investigación, el clima general y el tipo de relación entre los estudiantes y los profesores, y entre éstos y las autoridades, que se volvió mucho más informal.

La política internacional de Estados Unidos y su intervención en Vietnam sentaron las bases para un cuestionamiento masivo respecto a la moralidad de ese conflicto en términos de los valores del credo estadunidense.29

Movimiento contra la guerra de Vietnam Si bien la intervención estadunidense en Vietnam fue obra de gobier­nos tanto demócratas como republicanos, se trató de un conflicto que generó, en un principio, un amplio consenso liberal. Quienes involu­craron al país en el conflicto fueron la flor y nata de la élite liberal, lo que Halberstam llamó con justicia "los mejores y los más brillantes" {the best and the brightest ) . 3 0

Sin embargo, quienes libraron' la guerra fueron miles de jóvenes que pagaron con sus vidas, en sentido literal y figurado, las conse­cuencias de una política terriblemente errónea.31 Cabe recordar que a principios de los años sesenta había en Vietnam unos cuantos ase-

M Para un análisis de cómo muchos de los movimientos sociales de la década de los años sesenta se plantearon en términos de una interpretación radical del llamado credo estadunidense, ver Samuel Huntington, American politics. The promise of dishar-mony, Harvard University Press, Cambridge, Mass., 1981.

30 En el libro de David Halberstam, The best and the brightest, Penguin Books Nueva York, 1972, se describe cómo los intelectuales y estrategas del Pentágono y las grandes universidades involucraron a EUA en la aventura vietnamita.

31 Las terribles condiciones físicas en que se libró la guerra, y la falta de consenso en cuanto a sus fines y su base moral, hizo que muchos veteranos tuvieran múltiples secuelas físicas y mentales, aun cuando sobrevivieran al conflicto. Recientemente Robert MacNamara ha publicado sus memorias en donde reconoce los graves errores que se cometieron durante la guerra de Vietnam.

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