etnografia y vida cotidiana

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Andamios 31 LA INTERDISCIPLINARIEDAD COMO ESTRATEGIA DE INVESTIGACIóN. ETNOGRAFíA, HISTORIA, MICROHISTORIA Y VIDA COTIDIANA Macarena Flores Villeda * RESUMEN. El trabajo etnográfico permite descubrir una serie de momentos y grados de tensión, de ruptura y cohesión a los que de otra manera resulta difícil acceder. Como herramienta es útil para el estudio de diversos procesos sociales. La presente reflexión está guiada por la pregunta: ¿Cómo se ha innovado en el uso de técnicas y métodos como estrategias de investigación? Sin duda, las estrategias responden necesariamente al problema de investigación. Hay dos caminos para establecer las rutas a seguir: iniciar con el trabajo empírico o con las fuentes escritas. Una u otra determinarán qué sigue. En ambos casos, la etnografía, la historia, la microhistoria y el análisis de la vida cotidiana pueden ayudar a aclarar y completar las imágenes. Las miradas cercanas evidencian los detalles, lo que no se mira desde la lejanía del tiempo o desde la distancia geográfica. Para dar respuesta a esta pregunta ofrezco el caso de la disputa por tierras entre dos comunidades y un ejido del Alto Balsas, Guerrero. Los datos pro- vienen de mi tesis doctoral. PALABRAS CLAVE. Etnografía, historia, microhistoria, vida cotidiana. En la investigación etnográfica la observación directa, las entrevistas, las conversaciones informales y la historia oral son herramientas ele- mentales para recabar información cualitativa. Cuando se trata de ir a lo más sentido, aquello que toca la sensibilidad de los sujetos para descubrir lo que hay detrás de las palabras y las acciones, estas tres, * Doctora en Sociología por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Dirección electrónica: macarenafl[email protected] Volumen 9, número 19, mayo-agosto, 2012, pp. 31-47

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    La interdiscipLinariedad como estrategia de investigacin. etnografa, historia, microhistoria y vida cotidiana

    Macarena Flores Villeda*

    resumen. El trabajo etnogrfico permite descubrir una serie de momentos y grados de tensin, de ruptura y cohesin a los que de otra manera resulta difcil acceder. Como herramienta es til para el estudio de diversos procesos sociales. La presente reflexin est guiada por la pregunta: Cmo se ha innovado en el uso de tcnicas y mtodos como estrategias de investigacin? Sin duda, las estrategias responden necesariamente al problema de investigacin. Hay dos caminos para establecer las rutas a seguir: iniciar con el trabajo emprico o con las fuentes escritas. Una u otra determinarn qu sigue. En ambos casos, la etnografa, la historia, la microhistoria y el anlisis de la vida cotidiana pueden ayudar a aclarar y completar las imgenes. Las miradas cercanas evidencian los detalles, lo que no se mira desde la lejana del tiempo o desde la distancia geogrfica. Para dar respuesta a esta pregunta ofrezco el caso de la disputa por tierras entre dos comunidades y un ejido del Alto Balsas, Guerrero. Los datos provienen de mi tesis doctoral.

    paLabras cLave. Etnografa, historia, microhistoria, vida cotidiana.

    En la investigacin etnogrfica la observacin directa, las entrevistas, las conversaciones informales y la historia oral son herramientas elementales para recabar informacin cualitativa. Cuando se trata de ir a lo ms sentido, aquello que toca la sensibilidad de los sujetos para descubrir lo que hay detrs de las palabras y las acciones, estas tres,

    * Doctora en Sociologa por la Benemrita Universidad Autnoma de Puebla. Direccin electrnica: [email protected]

    Volumen 9, nmero 19, mayoagosto, 2012, pp. 3147

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    herramientas resultan complementarias. La conversacin informal tie ne la ventaja de aportar una gran riqueza de datos. Generalmente se trata de conversaciones en las que no media la intimidacin de la formalidad, del saber que sta quedar grabada, la incertidumbre de cmo se utilizar la informacin vertida. Los datos recabados con estos instrumentos para la investigacin sociolgica y antropolgica son, la mayora de las ocasiones, factibles de ser nutridos con la perspectiva histrica, microhistrica y con el anlisis de la vida cotidiana. No slo subsanan la ausencia de informacin, dan claridad y precisin a la misma, permiten reconstruir el pasado para tratar de comprender el momento actual. Se trata de recuperar los detalles finos, lo velado. La interdisciplinariedad ha alcanzado una creciente importancia en los ltimos aos. La produccin cientfica avala su utilidad al poder dilucidar procesos que de otra manera seran explicados y analizados a medias. La sociologa y la antropologa son dos de las ciencias con mayor apertura para valerse de herramientas tan valiosas como las mencionadas. En este sentido Aceves (1996: 11), al analizar la utilidad de la historia oral, destaca la importancia de la confluencia interdisciplinaria que vincula a la antropologa, la sociologa y la psicologa con la historia oral. La historia nos permite reconstruir imgenes del pasado y se encuentra en perfecta consonancia con la oralidad y la etnohistoria. sta permite el estudio de las sociedades coloniales a partir de la informa cin plasmadas en relatos y crnicas escritos por los espaoles, proporciona datos acerca del antes y el despus. El anlisis de esos cambios da acceso al modo de vida de los sujetos en cuestin. Vincular el trabajo etnogrfico con la historia regional y la microhistoria permiten rastrear los elementos culturales transmitidos de generacin en generacin: el idioma, la costumbre, la religin, la con cepcin de mundo, lo que importa a los sujetos. Las maneras de organizarse econmica, social y polticamente en momentos y espa cios especficos son tambin susceptibles de ser observados, documentados y analizados como procesos con su devenir histrico (Batalla, 1985). Como sealan Levinson, Sandoval y Bertely al referirse a la etnografa educativa, el trabajo etnogrfico contina fortalecindose como opcin metodolgica porque permite tanto en ste caso, como en muchos otros,

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    reconstruir analticamente los procesos y las relaciones del obje to de estudio (Levinson, Sandoval y Bertely, 2007: 827). Tambin es cierto que el trabajo etnogrfico y un manejo cauteloso de los documentos revelan una lgica de pensamiento y accin que no se encuentra en el simple estudio de los segundos. Por ejemplo, en muchas ocasiones los conflictos entre comunidades y pueblos estn fincados no en el control de la tierra y el agua sino en el control de lo que consideran sitios sagrados (Romero, 1994: 11, 12). Por su parte, la microhistoria es un enfocar la vista hacia todas las direcciones (Gonzlez, 1979: 5) para descubrir aquello que queda fuera de las miradas alejadas, de lo dado por sentado y por lo mismo, aquello a lo que se le presta poca o ninguna atencin. Es en este punto en el que la microhistoria empata bien con el anlisis de la vida cotidiana. La vida cotidiana se centra en descubrir lo que est detrs de lo que, frente a nuestros ojos y frente a la de los sujetos de estudio, puede aparecer como lo aburrido, lo que siempre pasa, lo que de por s es as, lo que siempre est. Lo cotidiano aporta datos precisos de lo que la cotidianidad enmascara: el sentir de los sujetos frente a los diversos procesos que viven y las respuestas que dan (o no dan) a stos (Heller, 1984; Lefebvre, 1994). Como veremos no es posible hacer una tajante divisin entre el trabajo etnogrfico, la historia, la microhisto ria y la vida cotidiana, stas se entrecruzan en la dinmica misma de los procesos.

    poner Las herramientas en marcha

    A fin de documentar esta reflexin expongo la manera en que la etnografa, la historia, la microhistoria y la vida cotidiana pueden vincularse para entretejer explicaciones a procesos econmicos, sociales y polticos. El caso de la disputa por tierras entre las comunidades de San Juan Totolcintla y San Agustn Ostotipan con el ejido de Tula del Rostn Ostotipan ayudar. Los tres pertenecen a la regin conocida como Alto Balsas, Guerrero. Los datos se desprenden de mi trabajo de tesis doctoral cuyo objetivo fue comparar las respuestas polticas que los sujetos del Alto Balsas dieron en los noventa a un proyecto de

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    presa y la que dieron una dcada despus al Programa de Certificacin de Derechos Ejidales y Titulacin de Solares (procede). En los noventa el propsito fue lograr la cancelacin del Proyecto Hidroelctrico San Juan Tetelcingo (phsjt), la defensa de la tierra y el territorio nahua. Su estrategia: el uso poltico de su identidad como nahuas del Alto Balsas; la cohesin regional de comunidades y ejidos que resultaran afectados y el Convenio 169 de la Organizacin Internacional del Trabajo (oit). Esa cohesin deriv en la creacin del Consejo de Pueblos Nahuas del Alto Balsas que los represent ante autoridades nacionales e internacionales. El caso del procede cambi las prioridades, aqu la lucha fue, y sigue siendo, entre comunidades y ejidos que se identifican ya como na huas, ya como nahuas pero tambin como campesinos, como campesi nos sim plemente, como ciudadanos o una mescolanza de stas. Los avatares de estas dos comunidades y del ejido de Tula para ser reconocidas como tales descansan en los sucesivos cambios ocurridos en materia agraria. El anlisis combinado de la historia oral, los expedientes agrarios consultados y diversos documentos escritos permitieron establecer que el conflicto en esta regin podemos localizarlo en el ao de 1856. Un repaso a los posteriores cambios y modificaciones que se dieron en la legislacin agraria fue necesario para ubicar el contexto de la lucha por la tierra y el territorio. Tena una imperante necesi dad de saber qu impulsaba a Totolcintla y a Ostotipan a pelear contra Tula la propiedad de una tierra montaosa, con pocas extensiones planas, pobreza de suelo y alta dependencia respecto al temporal, pedregosa y rida en su mayor parte. Una tierra carente de infraestructura de riego, de apoyos crediticios (Durn, 1967: 14, 15). Con ese afn revis en la historia nacional y regional los cambios generados por la Ley Lerdo (1856); el auge que sta alcanz con Porfirio Daz (18761910); la invalidez de la misma al asumir Francisco I. Madero la presidencia (19111913); la Ley de 1915; la Ley de Ejidos de 1920 (Fabila, 1941; Warman, 1988). Este repaso histrico me permiti ver los cambios que a partir de 1920 se sucedieron y derivaron en un abierto conflicto por la propiedad de la tierra. Los asaltos armados, las acusaciones de invasin de tierras, el robo de cosechas y los asesinatos no tardaron en presentarse.

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    Los expedientes agrarios de Tula, Ostotipan y Totolcintla registran tres asaltos armados entre 1955 y 1964. A su vez registra uno de Tula a Ostotipan en 1967. En ambos casos el resultado fue de varios muertos y heridos. Las constantes visitas a la regin como parte del trabajo etnogrfico y la historia oral me permitieron descubrir el gran esfuerzo que, despus de 1967, las autoridades comunales y ejidales han he cho para evitar que los asaltos se repitieran y cmo la Ley Agraria de 1992, cuyo principal objetivo fue certificar las tierras ejidales y comunales va el procede (Procuradura Agraria, 1993: 526), reaviv el controversial derecho a la tierra. Tambin sirvi para comprender que detrs de la disputa por la tierra estaba una particular concepcin de la tierra y el territorio y el porqu asumen el conflicto como una invasin por lmite de tierras. Para Ostotipan y Totolcintla lo que hay detrs es una propiedad ancestral de un espacio que contiene elementos vitales para su reproduccin cultural, social y poltica. Aunque desde el punto de vista de las dos comunidades y el ejido implicados se trata de una invasin de tierras por parte de unos y otros, los expedientes agrarios especifican que en realidad se trata de una superposicin de planos. Es decir, las autoridades agrarias asignaron las mismas porciones de tierras a las tres. Todas tienen documentos le gales de posesin de los mismos terrenos as que lo asumen como una invasin de tierras por parte de sus vecinos. El discurso de unos y otros se matiza segn el tema que se aborde. Cuando se trata de defender la propiedad de las tierras comunales y ejidales (el procede) frente a su vecino el discurso y la prctica estn muy alejados de lo logrado en los noventa con el phsjt (aunque debo aclarar que, segn los habitantes de las comunidades aledaas, Tula tuvo poca participacin en todo el proceso vivido contra el proyecto de presa). Su discurso deja ver claramente su postura poltica. Durante la lucha para cancelar el proyecto de presa no haba dudas, todos eran indgenas nahuas del Alto Balsas. Por el contrario, su postura cambia radicalmente cuando se aborda el tema del procede, en este caso la identidad puede ir de ser indgena a ser campesino, de ser ms o menos indgena o campesino, tambin se es indgena/campesino/ciudadano de su comunidad o ejido. Los argumentos a favor de una identidad u otra eran (y siguen siendo) ambiguos. Esta cambiante identidad gener preguntas como: Cul era

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    el sustento de una u otra identidad? Cmo determinaban el grado en que se poda ser ms o menos indgena, ms o menos campesino? Qu les confera el derecho a unos ms que a los otros? Cules los lmites del movimiento surgido a raz del proyecto de presa en los noventa? Cules son los lmites de su solidaridad? Qu implicaciones polticas tiene? Haba una imperante necesidad para valorar los riesgos o la pertinencia del uso de una identidad indgena, campesina y ciudadana como banderas de lucha o una alternativa: la identidad de clase; sobre todo cuando se habla de movilizaciones sociales. Para responder las primeras preguntas fue insoslayable el escrupuloso estudio de los trminos en que las autoridades polticas de Ostotipan, Totolcintla y Tula se dirigan a las autoridades agrarias, cmo es que se nominaban a s mismos frente a stas al hacer sus peticiones de res titucin, dotacin, demanda de intervencin de la autoridad para solventar sus problemas de tierra. Los documentos revisados nos guiaron para saber cmo se fue dando el proceso de asuncin de una identidad a otra y a qu cambios en el contexto local, regional y nacional estaban respondiendo.

    Los datos empricos

    Los datos etnogrficos recopilados a travs de la observacin directa, las entrevistas y conversaciones informales que realic durante mis estancias de campo en el periodo 20022004 haban aportado los primeros datos: Tula del Ro era un pueblo nuevo a quien el gobierno le dio tierra. En cambio, San Juan Totolcintla y San Agustn Ostotipan se respaldaban como comunidades inmemoriales cuya mayor prueba era la existencia de Ttulos primordiales y los vestigios de antiguos paredones de lo que fueran en aquellos aos como edificios religiosos. Con los datos de campo descubr que esto marcaba una gran diferencia en trminos identitarios y de arraigo. Adems en ello se finca la explicacin de por qu las dos ltimas demandaron ante el Estado postrevolucionario la restitucin de sus tierras y no una dotacin de ejido, queran de vuelta lo que de por s era nuestro.

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    Aunque en el periodo 20022004 haba realizado varias visitas de campo a Totolcintla y Ostotipan, a Tula lo conoca de paso y no haba establecido contacto con sus habitantes. El panorama no se ofreca muy alentador, los trabajos de medicin del procede en ste haban concluido recientemente. Los nimos estaban exacerbados por la negativa de sus vecinos Totolcintla y Ostotipan para ingresar al Programa y tener claro qu tierras pertenecan a cada uno. Esto significaba que, dada la situacin poltica y partidista que prevaleca, tena que elegir la mejor alternativa para iniciar formalmente mi trabajo de campo. Decid que lo ptimo era realizar las primeras entrevistas en Tula, slo tena esa oportunidad. Una vez que supieran que yo tena contacto con gente de Ostotipan y Totolcintla mis posibilidades de lograr informacin directa quedaran canceladas. El siguiente paso fue visitar a las autoridades ejidales de Tula, sta no fue bien vista, los resultados de la nica entrevista lograda fueron magros. Las autoridades locales presentes me hablaron del procede pero se negaron a reconocer cualquier desacuerdo por tierra con sus vecinos. De momento la insistencia no resultaba pertinente as que ced paso a las entrevistas en las otras dos comunidades. Dos aos ms tarde volv a visitar Tula, sta vez estableciendo contacto con algunos de los pocos simpatizantes perredistas que habitan ese ejido que es predominantemente prista. Para poder reconstruir su historia, su postura poltica frente a los procesos regionales y frente a las comunidades aledaas fue necesario dar un rodeo. Complement la informacin con testimonios de sus vecinos del pueblo de Apango (ah se localiza la cabecera municipal) y con algunas autoridades municipales. Otra vertiente de informacin fueron los Archivos regionales y nacionales al igual que la prensa del estado de Guerrero y otros documentos escritos. Despus de la visita a Tula pude desplazarme nuevamente entre Ostotipan y Totolcintla sin problema alguno. Sus respectivas autoridades locales me brindaron su apoyo y colaboracin.

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    aportes desde eL pasado: historia, microhistoria y vida cotidiana

    Con la informacin recabada en campo inici la bsqueda en el Archivo General de la Nacin (agn) con el objetivo de constatar si existan o no Ttulos primordiales de Totolcintla y Ostotipan. En el caso de Tula su origen y fundacin pudo establecerse por la ausencia de Ttulos primordiales, los expedientes agrarios existentes en el Registro Agrario Nacional (ran) y en el Registro Agrario en Chilpancingo (rac). Los datos obtenidos en campo y la informacin de los archivos se complementaron para aclarar el panorama. Los datos de campo fueron paulatinamente nutriendo el trabajo etnogrfico, de las indagatorias preliminares se desprendi el hecho de que Totolcintla y Ostotipan tenan un estrecho pasado. Tenan vivencias en comn que no eran compartidas con Tula: su antigua existencia, su cercana vecindad; el desplazamiento de su gente tierras arriba debido a una epidemia de clera o a una maldicin que contamin el agua y mat a integrantes de ambas comunidades; la habitacin, por un tiempo, de las mismas tierras para permanecer alejados del ro Balsas, tener acceso a otras fuentes de agua y evitar que su poblacin continuara diezmando. Finalmente, los lazos consanguneos y de compadrazgo, el compartir el mismo camposanto, al menos hasta la refundacin de San Agustn Ostotipan y la apertura de un espacio propio para celebrar sus rituales fnebres. La historia compartida, en buena medida reconstruida a travs de la historia oral, los documentos escritos sobre la historia antigua local y regional y los archivos permitieron advertir la existencia de espacios que quedaban al margen del conflicto. Si bien el conflicto por superposicin de planos inmiscua a Totolcintla y Ostotipan, el antiguo camposanto localizado en tierras del primero es un espacio que puede seguir siendo visitado sin importar el problema de tierras por superposicin de planos. La explicacin fue que es el derecho de [los habi tantes] de Ostotipan visitar a los difuntos que sepultaron ah mientras compartieron tierras con Totolcintla. Este aspecto juega un importante rol en trminos polticos y de cohesin entre estas dos comunidades, el cual queda expresado en la presentacin de Autoridades locales ante sus difuntos a fin de que conozcan a los nuevos responsables de velar

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    por el bienestar de la comunidad. Las diversas aristas del conflicto empezaban a dibujarse con toda su complejidad. Los expedientes agrarios y lo hallado en el agn arrojaron datos que hicieron posible rescatar las luchas polticas existentes. Tambin qued al descubierto el intenso e interesante juego de identidades traslapadas que desde la etapa colonial se haban gestado: naturales e indios frente a la corona espaola; indios o campesinos en la postrevolucin e indgenas nahuas/campesinos/ciudadanos de su comunidad en su lucha actual. Poseer una identidad, seala Dubet, es poseer una capacidad estratgica que puede transformarse en un recurso para la accin y la movilizacin (Dubet, 1989: 526527). Esto era evidente entre los sujetos de la regin y muestra el trnsito de una identi dad cultural a una identidad poltica. La asuncin de una u otra identidad o su articulacin es producto de contextos ideolgicos y materiales puntuales. La constante remembranza que hacen los de Ostotipan y Totolcintla por su ascendencia indgena es algo que no ocurre con los de Tula, no obstante que ellos tambin son nahuas provenientes de Apango y Oapan. Los primeros tiene un gran orgullo por ser descendientes de guerreros mexicas un grupo que domin otras etnias y a quienes otros grupos le tributaban. Llegados a este punto, el anlisis requera hacer esfuerzos para comprender por qu despus de la Revolucin unas se constituyeron como comunidades y otro como ejido. Qu era lo que marcaba la necesidad y el uso poltico de la esencialidad indgena nahua o campesina o una mezcla de stas con la de ciudadano (a)? Recuperar su historia antigua, su historia pre y posthispnica se proponan como un camino viable para llenar los vacos. Los datos etnogrficos aportaron algunas explicaciones acerca de los derechos de precedencia que haba detrs de la identidad indgena, sacaron a la luz las continuidades y discontinuidades a las que est amarrado el juego de identidades en el que participan. Las conversaciones informales y las entrevistas dejaron traslucir un presente anclado en el pasado que inclua las drsticas transformaciones de procesos como la Revolucin; su etapa posterior y un momento actual inmerso en un estado neoliberal. Cada una de stas con cambios en la legislacin agraria diversos y conflictivos, a los que sin duda

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    los sujetos respondieron o se sujetaron en su momento. El recorrido etnogrfico e histrico abarc su ubicacin geogrfica, su clima, flora y fauna, sus rasgos econmicos, polticos, sociales y culturales. Estos datos facilitaron el anlisis de la lucha por la sobrevivencia como comunidades y ejidos; la lucha divergente por la preservacin de lo que Tula concibe simplemente como tierras mientras que Ostotipan y Totolcintla lo consideran territorio nahua; la lucha por el poder poltico local y los mecanismos de lucha frente a dos procesos distintos: el proyecto de presa (el phsjt) y el procede. Quedaron claras las razones que tienen Ostotipan y Totolcintla para conservar a toda costa una amplia porcin de tierras, aunque la mayora sea intil para la siembra y recrudezcan la pobreza imperante que de golpe se evidencia. Sumergirse en la microhistoria de Totolcintla, Tula y Ostotipan desvel el grado en que las necesidades de reproduccin del capital nacional e internacional han determinado sus destinos, los cuales alcanzan su mxima expresin en las reformas agrarias, por un lado. Por otro lado, estableci el origen de una identidad gestada histricamente y vinculada al devenir histrico nacional e internacional. En este caso, los datos etnogrficos y la historia oral fueron fundamentales porque sirvieron de gua para la bsqueda de datos concretos en fuentes escritas, en ar chivos y en la prensa local. A partir de esto se pudieron establecer fechas relevantes y momentos histricos referidos en los testimonios. Tambin contribuyeron a contrastar la informacin y aclarar hasta qu punto se han creado leyendas alrededor de procesos relevantes para los sujetos, por ejemplo: los hroes zapatistas de la etapa revolucionaria. El anlisis cercano y minucioso condujo a esta investigacin a ubicar, descubrir y analizar cmo se viven las luchas por el poder en diversos niveles: entre los hombres y las mujeres, entre comunidades, entre ejidos y comunidades, entre todos ellos y las agencias estatales. Aunque la lucha contra el phsjt haba dejado un gran bagaje poltico y un discurso con tintes democrticos, de derechos iguales para todos, ste no se practicaba al interior de las comunidades y ejidos. Dentro de stas el discurso que prevalece es que, el lugar de las mujeres est en su casa, al cuidado de los hijos, de los enfermos, de la preparacin de alimentos. No obstante en comunidades como Totolcintla a golpes y

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    reclamos ganaron su derecho a participar en los asuntos pblicos, a participar en la eleccin y votacin de autoridades locales: Comisario Municipal, Comisariado de Bienes Comunales y Comisariado de Bienes Ejidales. Lograrlo no fue sencillo pues su demanda requiri del aval de la comunidad. Aqu fue de gran ayuda recuperar los aspectos de la cotidianidad, en este sentido las experiencias de las mujeres antes y despus de la lucha contra el phsjt daban la nota discordante respecto a un discurso masculino bien trabajado que fuera de las comunidades aparece como respetuoso y tolerante. Reconstruir la historia de Ostotipan, Tula y Totolcintla demand abordarlas por separado sin evadir los puntos en los que confluan. En ellas se condensa el aporte que hizo cada una de las herramientas empleadas. El trabajo etnogrfico marc la pauta de aquello a lo que era necesario prestarle atencin: ciertos personajes locales, fechas y procesos que no se ajustaban del todo a las versiones dadas, referencias transmitidas de padres a hijos, de experiencias vividas por los abue los an siendo nios. Una vuelta a los qu, por qu y cmo fue obligada pues las respuestas se haban diluido o cambiado con el paso del tiempo. Aunque la tctica fue pasar de lo emprico a los Archivos, a fuentes escritas, a la prensa local y nacional, la revisin terica se efectu a la par. En algunos momentos hicimos exactamente lo contrario, segn las necesidades de la investigacin. Cuando los datos recabados eran muy generales, stos pudieron ser contrastados y analizados a la luz del Diario Oficial de la Federacin, del Peridico Oficial del Estado de Guerrero, de Archivos locales como el Archivo Paucic, los Archivos nacionales y la prensa de la poca. En este trabajo tambin fue necesaria la consulta del Archivo Histrico de la Secretara de la Defensa Nacional. Los testimonios y los expedientes agrarios hacan alusin a personajes que pertenecieron a las fuerzas zapatistas revolucionarias. Para Ostotipan y Totolcintla, ste es un referente muy fuerte pues dos exrevolucionarios zapatistas efectuaron sus trmites de demanda de restitucin y dotacin de tierras postrevolucionas. Las versiones de cmo ayudaron a los pueblos a defender las tierras antes y despus de la Revolucin fueron transmitidas de padres a hijos a travs de relatos orales. Para el caso de Tula, la referencia era un hombre rico que haba sido cercano al gobierno del

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    Estado de Guerrero. En los tres casos, los hombres menciona dos fueron quienes, despus de la Revolucin, realizaron todas las gestio nes para las demandas de restitucin de tierras y ejido.

    datos, anLisis e interpretacin

    Los datos etnogrficos, los recopilados a travs de la historia oral, de los archivos y de las experiencias cotidianas, a ratos insuficientes, demandaron la recuperacin de los escritos de investigaciones previas en la regin. El bosquejo de su pasado consinti el anlisis de sitio geogrficamente estratgico que ha guardado el ro Balsas como va de transporte; en trminos polticos y comerciales, como generador de energa hidrulica (Miranda, 1992: 1920; T. de la Pea, 1946: 509), misma que recuper en los noventa (Gobierno Federal, 2001); la extendida importancia lingstica del nhuatl an para otras etnias. Tambin se requiri la construccin de un andamiaje conceptual que guiara la discusin, la reflexin, el anlisis y la interpretacin de datos cualitativos. Conceptos como hegemona (Gramsci, 2000; Roseberry, 2002) y subjetividades (Dehouve, 2000; Dubet, 1989; De la Pea, 1995; Macip, 2005; iek, 2004) fueron los que atravesaron la investigacin. El primero ayud a examinar los desacuerdos por gnero y por postura poltica. El segundo a observar y analizar cmo el esta do y los sujetos se reconfiguran mutuamente. La posibilidad para que los sujetos protesten o incorporen las identidades definidas por el estado est siempre abierta, cmo es trascendida o modificada y cmo puede convertirse en elemento para la discriminacin. El examen de los efectos de las reformas y la contrarreforma agraria de 1992 fue central para valorar la conexin entre tierra, territorio e identidad y sus explosivos efectos. Para Ostotipan y Totolcintla su derecho a la tierra descansa en sus Ttulos primordiales. Mientras que Tula quiere hacer valer las leyes postrevolucionarias y la contrarreforma neoliberal de 1992. En todo caso debe quedar claro que el marco jurdico actual invalida los anteriores marcos jurdicos. Dilucidar el conflicto no resulta sencillo, la autoridad agraria dot de ejido a Totolcintla en 1923, aunque sus autoridades demandaron

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    La interdiscipLinariedad como estrategia de investigacin

    restitucin, sta no se efectu porque no presentaron sus Ttulos primordiales, esta dotacin fue resuelta en 1930. Tula del Ro fue dotada con tierra ejidal en 1945 y Ostotipan en 1956, sin embargo, las superficies dotadas y restituidas fueron prcticamente las mismas as que las tres comparten ciertas superficies. Como vemos, las acciones agrarias se efectuaron en diferente fecha, aunque existan expedientes de la situacin que guardaba la regin eso no fue suficiente para evitar que las mismas porciones de tierra les fueran entregadas a los tres. Uno de los argumentos ms fuertes para que Totolcintla y Ostotipan rechazaran ingresar al procede fue que las autoridades agrarias resolvieran primero la superposicin de planos y despus, cuando todos tuvieran claro qu tierras les pertenecen, discutir la conveniencia o no de aceptar su ingreso al Programa. Lo anterior explica la reticencia de Ostotipan y Totolcintla para aceptar los planes y proyectos gubernamentales en la zona. El procede qued rpidamente desacreditado, la manera de proceder de la Procuradura Agraria mediante engaos tampoco ayud. El temor a la parcelacin de las tierras no es infundado, esto, sealan, las hace susceptibles de ser vendidas a fuereos, en ese caso la construccin de una presa en el Balsas se facilitara y eso es justo lo que quieren evitar. Para Totolcintla y Ostotipan la tierra es vista como una propiedad ancestral que no debe parcelarse ni convertirse en mercanca. Reivindicarse como indgenas nahuas refleja un arduo trabajo poltico pero tambin muestra las debilidades de sta, el desconocer como indgenas nahuas a sus vecinos de Tula.

    concLusiones

    En este trabajo las fuentes principales para obtener datos etnogrficos fueron el trabajo de campo proveniente de mis diversas estancias en Totolcintla, Tula y Ostotipan, por un lado. La observacin directa para reconocer el lugar geogrfico, su clima y a sus habitantes, su organizacin cultural, econmica, social y poltica fueron fundamentales. Por otro lado, las conversaciones informales, las entrevistas grabadas (y no grabadas), as como la investigacin documental ayudaron a completar

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    y complementar la investigacin. En conjunto, stas constituyeron la metodologa que emplee a lo largo del trabajo. Los datos obtenidos a travs de las primeras fueron interpretados a la luz de otras investigaciones que se han realizado sobre la regin. Debo tambin destacar que el anlisis terico se desarroll a la par del trabajo efectuado en la regin a fin de salvaguardar la interpretacin de los datos recopilados en campo. Cada vez que tena frente a m datos dudosos o imprecisos regresaba para hablar con el entrevistado de ese tema concreto. Esto ocurri sobre todo en aquellos casos en los que la persona expresaba su negativa a que la conversacin fuera grabada. Sin embargo, haba una ventaja: las personas hablaban de manera muy directa acerca de temas que podran comprometer su situacin frente a la comunidad pues los con sideraban temas delicados. Sin la intimidacin que les generaba la grabadora la conversacin poda lograr gran fluidez. El vnculo de los datos etnogrficos con la historia, la microhistoria y la vida cotidiana de la regin permitieron rastrear procesos que van de la historia antigua a la Revolucin y al estado neoliberal. Esto implic la localizacin, revisin y lectura de trabajos efectuados en y sobre la regin permitiendo el anlisis e interpretacin de amplios procesos y de sus conexiones. Prestar atencin a lo micro en relacin con procesos ms amplios hizo posible vislumbrar el germen de las probables transformaciones, las desigualdades, las inconformidades y los acuerdos que es posible establecer. Para los sujetos este puede ser el sitio para elegir entre lo dado y la posibilidad de cambio. Al investigador le facilita distinguir los detalles de la vida econmica, social, cultural y poltica. Esto evita hacer generalidades y se puede reconocer lo que caracteriza cada proceso, cada momento histrico. Las sutilezas contenidas en las relaciones de dominacin y subordinacin, las expresiones de discriminacin no reconocidas salen a la luz, como parte integral de aquello que motiva la construccinreconstruccin de una identidad. Interrogar el pasado y si su conduccin ha sido la correcta es un trabajo que slo puede evaluarse una vez que ha sido concluido y sometido al escrutinio ajeno. Aqu me propuse describir las prcticas ms que la teora aunque sta ltima es sin duda su soporte. El esfuerzo estuvo encaminado a mirar debajo de la superficie para descubrir

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    La interdiscipLinariedad como estrategia de investigacin

    las motivaciones ms sensibles, mismas que escapan a los anlisis superficiales.

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    La interdiscipLinariedad como estrategia de investigacin

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    Guerrero

    Fecha de recepcin: 20 de octubre de 2011 Fecha de aprobacin: 4 de mayo de 2012

    Volumen 9, nmero 19, mayoagosto, 2012, pp. 3147