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    ernosHistoria 16 250 PTAS

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    a ernosHistoria16Plan de laObra2.La Palestina. deJess 3.El Calfato de Crdoba 4.

    lonesypirmdes' 7.La Castlla del Cid 8.La Revolucin11 la Antigiiedad' 11.LosReyes Catlcos 12.La mujer medieval'llRevolllcillFrancesa,2 15.La Revolucin Francesa, 3 16.Irabe de Espaa o 18.Los Mayas ' 19.Carlos V ' 20.La guerraIndependencia, 2 22.La Hispania romana 23.Vida cotidiana en, '25.La Revolucin Rusa' 26.Los fenicios 27.La Mezquita de 29. Napolen Bonaparte, 1 30.Napolen Bonaparte, 2 31.Los33. Los campesinos del siglo XVI ' 34. La Inglaterra victoriana37.La Inglaterra isabelna ' 38.La 11Guerra Mundial, 1 ' 39.La 11' fa Mundial, 3 41. Tartessos ' 42. Los campesinos medievalesJos Bonaparte 45.Altamira ' 46.La Unin Europea' 47.Los rei1Espaa 49 Vida cotidiana en Roma, 1 ' 50.Vida cotid iana en, 52. Los Incas o 53. Los comuneros 54.La Espaa de Isabel 11 57.Losviajes de Coln 58.El cristianismo en Roma ' 59.Los1 61.Carlomagno, 2 62.La Florencia de los Mdicis 63.La Prisacerdotes egipcios '65. Losalmohades ' 66. La Mesta ' 67. Laiclesy su poca 069. Elcisma deAvin ' 70.El Reino nazari ta 'Egipto ptolemaico'73.Alfonso XII Iy su poca 74.La flota deia dePedro elGrande 77.Mrida ' 78.Los Templarios 79.VelzEspaa de AlfonsoXeLSabio'82. La Rusia de Catalina 11' 83.Loscultura romana '8S.La Generacin del 98 ' 86. Elf in del mundogo ' 88.Descubrimientos y descubridores ' 89.Losasirios ' 90.Lala ' 92.Ciencia musulmana en Espaa 93. Luis XIVy su pocaEuropa de 1848'.96. Laguerra delos Treinta Aos' 97.Los moris99.La expulsin de losjudos 100.La revolucin informtica.

    Julio Valden Baruque Informacin e Histor ia, S .L. H is tor ia 16Rufino Gonz lez, 34 bis28037 Madr id. Te !. 3 0465 75

    El hombre y la naturaleza

    Amerced del medio fsico

    El ritmo de la vida

    La comunicacin con el exteriorLas condiciones materiales deexistencia

    La vida, da a da

    Los hbitos alimentarios

    Un espacio nuevo: la ciudadVida urbana

    La muerte

    Dis tribuc in en quioscos: SGELSuscripciones : His to ria 16. Calle Rufino Gonz lez, 34 bis28037 Madr id . Te! . 3 04 65 75

    ISBN: 84-7679-286-7 (Fascculos)ISBN: 84-7679-287-5 (Obra completa)Depsito legal: M-36430-1995

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    Fotocomposicin y fotomecnica: Amore tt i S .F ., S .L .Impresin : Graficinco, S .A.Encuadernacin: MavicamPrinted in Spa in - Impl' I' sl I (11 1';01';111:1

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    Batalla deAzincourt entreingleses yfranceses en unaminiatura inglesadel siglo XV(portada).Representacinde diversosofieios en unmalll lseril .o 111 ')sir.:1oXIII(i~''1l1ic'nla)

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    La vida cotidianaen la Edad Media

    Julio Valden BaruqueCatedrtico de Historia medieval. Universidad de ValladolidEdad Media! Tan prxima y a laez tan lejana. Los europeos vivimos en naciones que se constituyeron en los tiempos medievales, hablamos idiomas que nacieron enaquella poca y nos regimos por instituciones polticas cuya gnesis remonta asimismo al Medievo. No es tambin la Universidad una creacinmedieval? Una de las caras de la moneda nos est indicando que somos herederos de la Edad Media y que muchas de nuestras seas de identidad segestaron precisamente en dicha poca.Pero la otra cara de la moneda, por elcontrario, insiste en poner de manifiesto la enorme distancia que separa anuestro mundo del medieval. La secularizacin de la vida, la progresiva domesticacin de la naturaleza o el primado de la razn, rasgos todos elloscaractersticos del mundo contemporneo, no parecen situar al ciudadanoeuropeo de nuestros das en las antpodas de su antepasado, el hombre de laEdad Media?y sin embargo, cuntos vestigios deaquellos remotos tiempos perduranan en la actualidad! Ciertamente lacreciente homogeneizacin cultural,impuesta por los medios de comunicacin de masas, est contribuyendo aborrar muchas de esas huellas. Peroan pueden encontrarse, particularmente en ncleos rurales aislados, hbitos de comportamiento, actitudes

    mentales o ritmos reguladores del vivir diario que apenas difieren de losque informaban a las gentes de laEdad Media. No consideramos elogioso llamar a alguien caballero, en tantoque tildarlo de villano resulta deni-Hombres y mujeres del siglo XVen un fresco deMasaccio para la Capilla Brancacci, iglesia delCarmen, Florencia

    grante? He ah un ejemplo tpico de lapersistencia de ideas propias de la poca medieval.Pues bien, de esa Edad Media, cercana y remota a un tiempo, vamos ahablar. Pero no de los acontecimientosde aquel perodo, ni de sus grandespersonajes. Nuestro objetivo es reconstruir la vida cotidiana de las gentesdel Medievo. La tarea, no obstante, resulta ingente, no slo por la diversidadde cuestiones que se encierran en laexpresin vida cotidiana, sino tambinpor la amplitud cronolgica de la EdadMedia -ms de mil aos desde la cada del Imperio Romano hasta el descubrimiento de Amrica!-, e incluso porla heterogeneidad de territorios sobrelos que deberamos proyectar nuestramirada.De ah las limitaciones que, de entrada, hemos fijado para nuestra tarea. Por de pronto slo hablaremos dela Europa cristiana, y, precisando ms,de las zonas occidentales de dicho continente. Desde el punto de vista cronolgico nuestra atencin se centrar enel perodo posterior al ao 1000. Unaltima observacin: en lugar de pasarrevista a un abanico interminable decuestiones relacionadas con la vida cotidiana hemos decidido seleccionarunos cuantos aspectos de la misma,buscando, eso s, una coherencia interna. En definitiva, lo que se ofrece acontinuacin quiz podra denominarse Estampas de la vida medieval en laEuropa cristiana 0000-1500).El hombre y la naturaleza

    Alabado seas, mi Seor, con todastus criaturas,especialmente por nuestro hermanoSol,...Alabado seas, mi Seor, por el hermano viento y por el aire, y la nube ...LA VIDA COTIDIANA EN LA EDAD MEDIA /5

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    Alabado seas, mi Seor, por la her-mana agua ...Alabado seas, mi Seor, por el her-mano fuego ...Alabado seas, mi Seor, por nuestrahermana la madre Tierra,que nos sustenta y nos gobierna,y produce muchos frutos con floresde colores y hierba ...As se expresaba, a comienzos del siglo XIII, Francisco de Ass, el povere-Uo, en su conocido Cntico al Sol. Esposible interpretar esos versos comolas visiones fantsticas de un iluminado? Ciertamente, nadie supo cantartan bellamente como Francisco el hermanamiento del ser humano con losrestantes elementos de la naturaleza.Pero lo que deca el fundador de la orden franciscana responda a una realidad de fondo: la plena integracin delhombre de la Europa medieval con lanaturaleza. El ser humano era un elemento ms de la Creacin, junto con latierra, el agua, las plantas o los animales.Ahora bien, esa relacin era particularmente estrecha con la tierra, de laque procedan todos los bienes y endonde se depositaban los seres queri

    dos, una vez fallecidos. Nuestra her-mana la madre tierra, deca Franciscode Ass, confirindole una cualidad superior a la de los restantes elementosde la naturaleza. Todos somos hijos deuna misma madre, la tierra, cabeza delgnero humano, se lee en un texto definales del siglo XIV debido a la plumadel apstata mallorqun Anselm Turmeda. La tierra era, por lo tanto, elelemento primordial.Desde nio, el ser humano estabaacostumbrado a vivir en contacto conla naturaleza, a escudriar el cielo, adiferenciar los rboles, a distinguir elrumor de las aguas y a reconocer elcanto de los pjaros. Entre el hombre yel medio natural haba no slo una comunicacin sino ms bien una identificacin. La naturaleza, en sus diversasmanifestaciones, formaba parte de lacotidianeidad del hombre medieval.

    Aquel era un mundo de objetos descarnados, de olores penetrantes y de sabores fuertes, pero tambin intensamente impregnado de suciedad y demiseria. La eliminacin de las basuraso de las aguas residuales era un arduoproblema. La precariedad de la higiene, por su parte, facilitaba la propagacin de las enfermedades.6/ LA VIDA COTIDIANA EN LA EDAD MEDIA

    El hombre de Europa medieval -lorepetimos una vez ms- estaba instalado en la naturaleza. Pero la relacinentre ambos no era precisamente idlica. Ciertamente la accin humana setraduca, en ocasiones, en un deteriorodel medio ecolgico.Las medidas adoptadas en Castilla a partir del siglo XIIIpara proteger los bosques -imponiendo penas seversimas a los que provocaran incendios por una parte, y tratando de poner coto a una tala abusivade aquellos por otra- demuestran laexistencia de una preocupacin pormantener un equilibrio en el medio rural. Mas no saquemos las cosas de quicio, detectando un incipiente esprituecologista en el Medievo. En realidad,el hombre de la Europa medieval nunca tuvo conciencia de que los recursosde la naturaleza eran precarios y deque una actuacin suya desmedida poda tener consecuencias fatales.Por lo dems, el hombre de la Europa medieval se encontraba estrechamente dependiente de la naturaleza y,lo que sin duda era mucho ms grave,se hallaba prcticamente inerme antesus desbordamientos. Pensemos, simplemente, en la incidencia de las condiciones meteorolgicas en la agricultura. Cuntos malos aos hubo en eltranscurso de la Edad Media, en loscuales prcticamente se perdan las cosechas a causa de adversidades climatolgicas de diversa ndole? El ciclo infernal, caracterstico de sociedadesagrarias de dbil desarrollo, como sinduda era el caso de la Europa medieval, es bien conocido: naturaleza enfurecida-malas cosechas-hambre-mortandad. El cronista Ral Glaber nosha transmitido un cuadro pattico dela situacin en que se encontr la Europa cristiana el ao 1033, debido alhambre tan espantosa que se difundipor toda la tierra, que hizo temer porla desaparicin del gnero humano. Elhambre fue, a su vez, la consecuenciainevitable de la prdida casi total delas cosechas, motivada por las adversas condiciones climticas:

    Las condiciones atmosfricas actua-ron hasta tal punto contra el curso nor-mal de las estaciones que el tiempo nofue en modo alguno propicio a las se-menteras y, sobre todo a causa de lasinundaciones, no fue tampoco favora-ble a las cosechas ... Lluvias incesanteshaban empapado el suelo tan comple-tamente que en el espacio de tres aos

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    Escena de transporte en una miniatura delas Cantigas de Alfonso X el Sabio(Monasterio de El Escorial)

    no se abri un surco que se pudierasembrar ...Y qu decir de la crisis desatada elao 1316 en Flandes? Oigamos al cro-nista Gilles le Muisit:Aquel ao ... a causa de las lluviastorrenciales y de que los bienes de latierra fueron recogidos en malas condi-ciones y destruidos en muchos lugares,se produjo una escasez de trigo ... la pe-nuria aumentaba de da en da ... Acausa de las intemperies y del hambreintenso, los cuerpos comenzaron a debi-litarse y las enfermedades a desarro-llarse y result una mortandad tan ele-vada que ningn ser vivo recordabanada semejante. Yo certifico que enToumai moran cada da tantas perso-nas ... que el aire estaba completamentecorrompido ...No faltaron a esa cita macabra losreinos hispnicos. La crnica del reyde Castilla Fernando IV, refirindoseal ao 1301, nos dice que los ames mo-ranse por las plazas e por las calles defambre. Unos aos ms tarde, en 1345,

    los procuradores de las ciudades y vi-llas del reino, reunidos en las Cortesde Burgos, ponan de manifiesto la re-lacin existente entre las adversidadesmeteorolgicas y la caresta de los ali-mentos:En este anno en questamos fue muygrant mortandat en los ganados, eotrosi la simienqa muy tarda por elmuy fuerte temporal que ha fecho demuy grandes nieves e de grandes yelos,

    en manera que las carnes son muy en-carecydas e los ames non las que pue-den aver, e el pan e las carnes encare-cen de cada dia.El texto revela la importancia que,en los ltimos siglos de la Edad Media,haba alcanzado la carne en la alimen-tacin. Mas con todo, el fundamentosegua siendo el pan. De ah la impor-tancia de las cosechas de grano y, endefinitiva, la impotencia del ser huma-no ante las imprevisibles condicionesclimatolgicas.A merced del medio fsicoEl medio fsico ejerca un peso abru-mador en la vida cotidiana de las gen-tes de la Edad Media. Cmo hacerfrente, por ejemplo, al fro o al calor?

    LA VIDA COTIDIANA EN LA EDAD MEDIA / 7

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    Los rigores invernales, slo ausentesde los pases del mbito del Mediterr-neo, eran muy mal combatidos, lo mis-mo por los magnates nobiliario s quepor los humildes labriegos. El armacontra el fro era el fuego. Combusti-bles no le faltaban al hombre del Me-dievo, ya fuera la lea de los bosques oel carbn vegetal. Con ellos puso enmarcha unos sistemas muy toscos decalefaccin. Pero en general las gran-des chimeneas evacuaban hacia el ex-terior de las viviendas la mayor partedel calor producido en la combustin.De esa forma las casas eran un refu-gio muy precario frente a la dureza delos largos inviernos. Claro que habaotros recursos para hacer frente al fro,particularmente el vestido. Ropasgruesas y abundancia de pieles, rasgoscaractersticos del vestido del hombremedieval, podan aliviar los rigores dela meteorologa, sin olvidar, por su-puesto, el calor natural generado en eltrabajo diario. Y qu decir del calor?Tampoco le result fcil al hombre dela Edad Media resistirse a los inconve-nientes de la cancula. Slo las iglesiasy los castillos podan ofrecer cobijofresco para huir de los rigores esti-vales.Otro importante lmite impuesto porla naturaleza a los seres humanos deaquella poca lo constitua la noche.Perodo de pausa y de reposo, la nochede la Edad Media era ante todo untiempo de inmovilidad, excepcin he-cha de los cantos de los monjes a lahora de Maitines o a la de Laudes. Lascorporaciones de oficios prohiban se-veramente a sus miembros trabajardurante la noche. Los motivos de esaactitud eran varios, desde el peligro deprovocar incendios con las candelashasta el temor de que al contar los ar-tesanos con una luz insuficiente reali-zaran obras imperfectas.Pero tambin se buscaba con esamedida evitar la competencia desleal,que podan practicar quienes aprove-charan la nocturnidad para explotarbrutalmente a los obreros. La nochepoda servir, a lo sumo, para celebrarveladas, que podan tener por protago-nistas a grupos de jocosos estudiantes,sin olvidar las que en ocasiones se de-sarrollaban en los castillos, o las pro-pias de algunos das muy sealadosdel ao, tales como el 24 de diciembreo la noche de los difuntos. Pero esto noinvalida la idea de que la noche era en8 I LA VIDA COTIDIANA EN LA EDAD MEDIA

    la Edad Media, hablando en trminosgenerales,un tiempo muerto, a lo quecontribua el hecho de que los sistemasde iluminacin de aquel tiempo eranno slo precarios sino tambin de mu-cho riesgo.La sumisin del hombre a la natura-leza adquira no obstante sus perfilesms dramticos cuando se producangraves catstrofes. Nos referimos a losincendios, las inundaciones, las pestes,etc. Los incendios estaban a la ordendel da, constituyendo, trgicamente,un elemento casi cotidiano en la vidadel hombre medieval. Sin duda laabundancia de la madera como mate-rial de construccin en las viviendasfacilitaba su propagacin. Ocasionadoshabitualmente por descuidos, los in-cendios eran a veces ordenados por laautoridad militar, como castigo entiempo de guerra. Tal aconteci entiempo de la rebelin de las Comunida-des de Castilla, a comienzos del sigloXVI, con la villa de Medina del Campo.Las inundaciones, menos frecuentesque los incendios, eran, no obstante,muy temidas, pues ocasionaban daosirreparables. Veamos algunos testimo-nios. LosAnales Compostelanos nos in-forman de los desastres ocurridos entierras de Galicia a mediados de di-ciembre del ao 1143, debido a las llu-vias torrenciales:... las aguas destruyeron casas,puentes y muchos rboles; sumergieronanimales domsticos, rebaos e inclusohombres, y confundieron las vas segu-ras de antiguo.La Crnica de Juan Il, por su parte,da cuenta de las inundaciones que tu-vieron lugar a finales de 1434 y co-mienzos de 1435, motivadas por ince-santes lluvias. Recordemos lo sucedidoen Valladolid:

    Muri mucha gente en los ros y enlas casas donde estaban, especialmenteen Valladolid, donde cresci tanto Es-gueva, que rompi la cerca de la villa ellev lo ms de la Costanilla de otrosbarrios.Y las pestes? Las condiciones enque viva el hombre de la Europa me-dieval facilitaban la difusin de lasepidemias, particularmente en las ciu-dades. En ellas se aglomeraban gentesde muy diversa condicin, incluidosvagabundos, pordioseros, emigrantesrecin llegados del campo, soldados depaso, etc. Abundaban las ratas, agen-tes por excelencia de la propagacin de

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    Dos escenas de vida cotidiana en la Edad Media en unas miniaturasde las Cantigas (Monasterio de El Escorial)

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    los bacilos. La promiscuidad en los alojamientos era asimismo un factor favorable al contagio. Incluso las gotitas desaliva que se proyectaban al hablar podan contribuir a la contaminacin dela variedad pulmonar de la peste.En determinadas coyunturas histricas los europeos, vctimas de epidemias mortferas, tuvieron la sensacinde que se aproximaba el fin de lostiempos. Tal aconteci a mediados delsiglo XIV, con la trgicamente famosaPeste negra. En aquellos aos los sereshumanos parecan simples juguetes,zarandeados por rabiosas fuerzas de lanaturaleza a las que en modo algunopodan aplacar.De nada valieron las humanas pre-visiones y los esfuerzos en la limpiezade la ciudad por los encargados de ello,ni tampoco que se prohibiera la entra-da a los enfermos que llegaban de fue-ra ni los buenos consejos para el cuida-do de la salud, como ineficaces fueronlas humildes rogativas, las procesionesy otras prcticas devotas.Es el testimonio de Boccaccio a propsito de la situacin de Florenciacuando hizo su aparicin la peste negra. Difcilmente poda concebirse unamayor dependencia del hombre conrespecto a la naturaleza.Los cronistas medievales nos hantransmitido igualmente noticias de diversos sucesos, de origen natural, quecausaban un gran impacto all dondese producan: eclipses, plagas de langosta, volcanes en erupcin, cada demeteoritos, etc.El hombre de la Europa medieval,en definitiva, se hallaba mucho msprximo a la naturaleza que el denuestros das, pero tambin muchoms a su merced. Algunos historiadores del Medievo piensan que ah se encuentra la clave explicativa de determinadas caractersticas del hombre deaquella poca. Pensemos, por ejemplo,en su tantas veces proclamada mayorrobustez fsica as como en su alta capacidad para la paciencia.El ritmo de la vidaLa vida humana, lo mismo en los remotos tiempos paleolticos que ennuestros das, depende de dos coordenadas inapelables: se desarrolla en eltiempo y se localiza en el espacio. Ahora bien, en el transcurso de la historia

    lO/LA VIDA COTIDIANA EN LA EDAD MEDIA

    ha variado tanto la concepcin deltiempo y del espacio como la adaptacin del ser humano a dichos lmites fsicos. Cmo respondieron los habitantes de la Europa cristiana medievalante la imposicin de ambas retculas,la temporal y la espacial? Y en consonancia con esta respuesta, qu caractersticas tena el ritmo de la vida enla poca medieval?Sealaremos, de entrada, que parael hombre de la Europa medieval eltiempo tena dos referentes fundamentales: uno de carcter fsico, el sol; otrode tipo cultural, las campanas de lasiglesias. As pues, la dependencia delhombre hacia la naturaleza se ponade manifiesto una vez ms. Pero enesta ocasin estaba acompaada de unintermediario, esa tupida malla queafectaba a todas las esferas de la vidahumana y que denominamos religincristiana.La salida del sol era para los rsticos la seal del comienzo de la jornaday la puesta del astro rey, su final. Nocaba mayor adecuacin de la vida cotidiana a las condiciones ofrecidas porla naturaleza. Sin duda la hornadavariaba de unas estaciones a otras,siendo ms larga en verano y ms corta en invierno. Pero al margen de esasmatizaciones la regulacin de la vidaera, para las gentes del campo, muysencilla: el tiempo de actividad comprenda desde el alba hasta el anochecer.Pero la cristianizacin de la sociedad europea se tradujo en la superposicin de otros sistemas de contabilizacin del tiempo, con los cuales sebuscaba una distribucin adecuada delas oraciones de los eclesisticos. Lajornada, es decir las veinticuatro horasdel da y la noche, se divida, desde esaptica, de acuerdo con las horas cannicas. Cada tres horas las campanasde las iglesias monstcas anunciabanel rezo correspondiente: a medianoche,Maitines; a las tres, Laudes; a las seis,Prima; a las nueve de la maana, Tercia; a medioda, Sexta; a las 15 horas,Nona; a las 18, Vsperas; y a las 21,Completas. Es una divisin de la jornada diaria que ha pervivido an enpleno siglo XX para diversas rdenesreligiosas. Por lo dems, esta divisinno era rgida, adaptndose a las estaciones particularmente al verano y alinvierno. En cualquier caso, de lo expuesto caba deducir que para los mon-

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    Personajes medievales jugando(miniatura italiana)

    jes la jornada comenzaba a medianoche.La regulacin natural del ritmo dela vida diaria no entraba en contradiccin con el sistema de las horas cannicas. El mejor ejemplo de esa confluencia lo constituyen las ciudades.En ellas las campaas de las iglesiasejercan un papel determinante, comoelemento gua de la actividad humana.Pero al mismo tiempo el orto y el ocasodel sol eran tambin puntos de refe-rencia fijos. ~No obstante, el hombre de la EdadMedia termin por aceptar una medicin del tiempo en funcin de criteriosaportados por el estamento eclesistico. Si el da se divida en horas cannicas, qu era el calendario anual, sinola relacin de las fiestas de la Iglesia?As, por ejemplo, el 11 de noviembreera, ante todo, el da de San Martn.Los domingos, por su parte, se designaban por las primeras palabras delintroito de la misa. Por lo que se refiere al comienzo del ao haba diferencias notables, pues mientras para unos

    se situaba en el da de Navidad paraotros se hallaba en las Pascuas. Peroen definitiva el punto de partida era,en uno y otro caso, una festividad religiosa. Ms tiempo tard en generalizarse la costumbre de contar los aos apartir del nacimiento de Cristo, que sesupona ocurri el 25 de diciembre delao 753 de Roma.En tierras ibricas, por acudir a unejemplo bien conocido, perdur hastafinales del siglo XIV la denominadaera hispnica, que estableca el iniciode la datacin treinta y ocho aos antes del nacimiento de Cristo. Pero estas excepciones no invalidan el fuertepeso de los elementos religiosos en laregulacin del tiempo. No tiene porello nada de extrao que J. le Goff

    haya hablado del tiempo de Dios, parareferirse a la plena supeditacin delhombre medieval, en lo que a su medida se refiere, a fines puramente trascendentes.Pero la Edad Media no fue una poca esttica. En los ltimos siglos de dicho perodo histrico el panorama quehemos presentado haba sufrido importantes transformaciones, la msimportante de las cuales -por lo queafecta al tema que nos ocupa- fue sinduda la aparicin de una concepcin

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    del tiempo de carcter laico. Esta novedad tiene mucho que ver con la propagacin de los relojes. Ciertamente elhombre medieval siempre haba estado preocupado por disponer de instrumentos con los que medir el tiempo. Elproblema se haba resuelto en partegracias a los relojes de sol o a los astrolabios, pero en ambos casos habaclaras limitaciones, dada la dependencia del sol, en un caso, o de las estrellas, en el otro. No era posible poseerrelojes ms precisos, del tipo del quehaba regalado el califa musulmn harn al-Rachid a Carlomagno, cuyafama perduraba a travs de los siglos?La importancia de los relojes eraparticularmente sentida en los ncleosurbanos. Las actividades econmicasque en ellos se desarrollaban requeranun sistema de regulacin del curso horario fijo. El gran paso adelante eneste sentido lo constituy la difusinde los relojes de pesas y campanas, introducidos en Europa en el transcursodel siglo XIV y rpidamente instaladosen las torres de los ayuntamientos delas ms importantes ciudades.De esa manera los burgueses podran conocer el transcurso del tiempoal margen tanto de la sucesin del day la noche como de las horas cannicas. Los relojes municipales anunciaban las horas en funcin de criteriosmatemticos, o si se quiere laicos. Pocotiempo despus haran su aparicin enescena los relojes de pared. Del tiempode Dios se haba pasado, segn la expresin de Le Goff, al tiempo de loshombres.La comunicacin con el exterior

    El horizonte territorial de las gentesde la Europa medieval era asimismomuy limitado. Cuando los cronistas deaquel tiempo hablaban de la tierra solan hacer referencia no slo a la partedel planeta conocida, sino incluso a unmbito espacial mucho ms restringido, el de la Europa cristiana situadaen la rbita de los pontfices romanos.Ms all de ese territorio se hallaba elImperio bizantino, baluarte de una civilizacin al fin y al cabo cristiana,aunque disidente, y el mundo de losinfieles, personificados por el Islam yde perfiles un tanto imprecisos. A partir de ah los contornos aparecan cadavez ms borrosos, ya se tratara de tie-

    rras en las que habitaban pueblos paganos ms o menos annimos o de losImperios del Asia oriental, con los quelos europeos mantenan contactos comerciales indirectos a travs de laRuta de la Seda.Ciertamente el impulso experimentado por la Europa cristiana a partirdel siglo XII se tradujo en una comunicacin ms intensa con el mundo exterior, incluido el Extremo Oriente. Losviajes llevados a cabo por el mercaderveneciano Marco Polo en el transcursodel siglo XIII constituyen un buenejemplo de esa ampliacin de horizontes que vivieron los europeos de laBaja Edad Media. Pero tampoco saquemos conclusiones apresuradas deunos viajes ocasionales. La proyeccinespacial del hombre medieval, hablando en trminos generales, fue siempremuy reducida. La mayora de la poblacin apenas sala del estrecho radio deacin de las aldeas en que viva. No olvidemos que en la Edad Media la proximidad se defina por la distancia quese poda recorrer a pie, en camino deida y vuelta, entre la salida y la puesta del sol. En esas condiciones no puede sorprender el abrumador predominio alcanzado en dicha poca por ellocalismo, criterio regulador por excelencia de la vida humana.Ahora bien, sera errneo suponerque en la Europa medieval no hubomovilidad. Con posterioridad al ao1000 la mayor seguridad de las rutas yel incremento de los intercambios, tanto econmicos como culturales, propiciaron un espectacular aumento de losdesplazamientos. Mercaderes, clrigos,peregrinos, juglares o vagabundos animaron los caminos de la Europa bajomedieval. Por la ciudad francesa deAix pasaban, en el siglo XIV, de doce atrece viajeros de media por da, lo que,para aquella poca, constituye un ndice muy respetable.Los viajes, no obstante, tropezabancon un sinfn de obstculos, debidotanto a la precariedad de los caminoscomo al arcasmo de los medios detransporte. La infraestructura bsicaen las comunicaciones terrestres de laEuropa medieval vena dada por lasantiguas vas romanas, progresiva-Recoleccin de melones (arriba) y de coles

    (abajo) en unas miniaturas del CodexGranatensis, siglo XV

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    mente deterioradas. Hubo que esperaral siglo XII para que, particularmentedesde los incipientes burgos, se prestara mayor atencin a la reparacin delos caminos o a la construccin de nuevos puentes. Por lo dems los peligrosque acechaban al caminante eran muchos y de muy diversa ndole.Poda ser asaltado por bandidos.Veamos lo que le sucedi, en el ao1446, al escudero Juan de Mazuelacuando se diriga, por la noche, desdeMurcia hacia Orihuela:... Rodriga Moscoso e Gonr;alo Mos-coso e Hortuno robaron al dicho Johande Mar;uela seys mil maraveds e lasropas que levava e le ataron de pies eman?s e lo lanr;aron en el ro para quemunese.Afortunadamente el mencionadoJuan de Mazuela pudo salvarse.... as como fue echado en el agua deespaldas cay enr;ima de unas ramas ede all con los dientes cort las ligadu-ras que tena e venose pasado el ro aeste r;ibdat (de Murcia), e los malfecho-res fueronse contra las partes de Ara-gon.Otros muchos viajeros no tuvieronla misma suerte cuando fueron atacados por bandoleros. Y qu decir de losinnumerables peajes que se pretendacobrar a los que atravesaban tierrasseoriales?Pero no eran menores los inconvenientes derivados de los propios medios de transporte. El viajero deba caminar a pie o, en el mejor de los casos,beneficiarse de la fuerza animal -caballos, mulos, asnos, etc.-. Pues bien,la velocidad de desplazamiento del caballo apenas sobrepasaba los diez kilmetros por hora. Por otra parte era difcil recorrer en un da, en cualquiermedio de transporte terrestre, ms desesenta kilmetros. Baste recordar quepara atravesar Francia de norte a surse necesitaban unos veinte das. Noimponan estas condiciones un ritmode la vida necesariamente lento?Veamos un ejemplo concreto. Conocemos con detalle el itinerario seguidopor el monarca francs Felipe Augustoen el otoo del ao 1191 desde Roma aPars, a regreso de la tercera cruzada.Desde la localidad de Sutri, a pocos kilmetros al norte de Roma, hasta SanGenesio, en el valle del EIsa, cerca de

    rior a los diecinueve kilmetros al da!Unos aos despus, en 1254, el obispode Rouen, Eudes Rigaud, que regresaba de una peregrinacin a Roma, sigui prcticamente el mismo itinerario. El obispo Rigaud hizo ese trayectoen diez das, alcanzando una media de28 kilmetros por jornada. Es posibleque encontrara las rutas en mejor estado, pues su viaje lo realiz en verano. En cualquier caso, y aun admitiendo un progreso en las comunicacionesdel siglo XII al XIII, los viajes del hombre medieval eran muy lentos.Es indudable que las vas acuticas,tanto las fluviales como las martimas,ofrecan ventajas considerables sobrelas terrestres, sobre todo para el transporte de mercancas. Pero dichas vasapenas eran utilizadas para el desplazamiento de las personas. Por lo dems, no todos los ros eran navegables.As pues, nos encontramos de nuevocon una barrera de carcter natural, elespacio en este caso, que limitaba fuertemente los horizontes vitales delhombre de la Europa medieval.Las condiciones materiales deexistenciaLa fuerte dependencia del hombrede la Europa medieval con respecto ala naturaleza se tradujo, inevitablemente, en unas condiciones materialesde existencia que, desde nuestras perspectivas contemporneas, podemosjuzgar harto precarias. Sin duda esascondiciones variaban mucho de unosgrupos sociales a otros. La distanciaque separaba a los grandes magnatesde la nobleza, o a los ricos mercaderesde los sufridos labriegos o de los humildes artesanos, tanto en lo que se refiere al techo bajo el que se cobijabancomo a la ropa con la que se cubran oincluso a los alimentos con que se sustentaban, era enorme. Pese a todo, lascarencias eran notorias, lo mismo entre las capas populares que entre lospoderosos. Ello no obsta para sealarque la vida material de las gentes dela Edad Media se hallaba en estrecha

    consonancia con sus propias condiciones fsicas y mentales.Comenzaremos por hablar de la vi

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    Escena de esquileo y de siega enuna miniatura medieval

    ciones. Al margen de su papel de refu-gio ante las inclemencias naturales, lavivienda era ante todo el mbito de re-sidencia de los miembros de la familia,el soporte fsico que garantizaba la co-hesin de los emparentados. Pero la vi-vienda de la mayora de las gentes delMedievo, es decir de los que pertenecanal estamento de los laboratores, ya fue-ran labriegos, artesanos o pequeos co-merciantes, era tambin un centro deactividades productivas.La vivienda de los campesinos era, ala vez que residencia de su familia,granero y establo. En los ncleos urba-nos las casas de los artesanos y de lospequeos comerciantes, sin duda lasms representantivas, eran insepara-bles del taller y del lugar de venta delos objetos fabricados. Un elemento vi-sible de las viviendas era la chimenea.No olvidemos que un fuego era equiva-lente no slo a un hogar sino tambin

    a una unidad de percepcin fiscal. Peroms all de estos rasgos generales co-menzaban las diferencias. Variabanlas viviendas en funcin de los mate-riales empleados para su construccin,de las caractersticas especficas decada regin y, por supuesto, de las dis-ponibilidades econmicas de sus pro-pietarios.El punto de partida de la viviendamedieval era muy sencillo. Haba unnico espacio de habitabilidad, unagran sala en la que se trabajaba, se co-cinaba, se coma y se dorma. Pero enel transcurso de la Edad Media la vi-vienda experiment notables transfor-maciones, la ms importante de lascuales fue quiz la divisin del espaciode alojamiento en funcin de los dife-rentes actos de la vida humana. Espreciso sealar, no obstante, que lasprincipales novedades se produjeronen las viviendas urbanas. La ciudadfue, ciertamente, un campo de expe-riencias urbansticas. La casa campe-sina, por el contrario, aunque tambinconoci mejoras se mantuvo fiel a laspautas tradicionales.

    LA V1DA COTIDIANA EN LA EDAD MEDIA / 15

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    Cmo era la vivienda de un artesano de una ciudad de la Europa medieval? Es posible presentar un modelo?No se nos oculta que tal empresa entraa un alto riesgo de generalizacin.Pese a ello vamos a ofrecer un modelode lo que podramos considerar la vivienda-tipo de una ciudad de dimensiones medias en los siglos XVI-XV,esdecir la poca final del Medievo.Esa hipottica vivienda, en cuyaconstruccin entra bsicamente la madera, en combinacin con la piedra, elladrillo o el adobe, tendra dos pisos,uno situado a la altura de la calle yotro encima del mismo. En el piso inferior encontramos dos espacios diferenciados, uno de ellos destinado a tiendao taller; el otro para uso privado, generalmente para cocinar y comer.Laplanta baja tiene una puerta de entrada, que da a la calle. Al fondo suele haber un patio en el que,en ocasiones,hay un pozo. Una escalera comunicacon el primer piso, en el cual lo habitual es que haya dos o tres piezas destinadas a dormitorios. Aparte de lo indicado, la vivienda posee una bodega,situada en el subsuelo, y un granero,por encima del primer piso.En la poca en que situamos nuestromodelo, los progresos del confort semanifiestan en la existencia de letrinas, baldosas en los suelos y los diversos elementos utilizados para protegerse del fro o de la lluva, entre loscuales empezaban a ser frecuentes lospaneles de cristal. Qu dimensionestena esa vivienda? Una respuesta razonable nos dice que cada planta tenaunas dimensiones aproximadas deunos seis metros de longitud por ochode anchura. Ello significa que la familia dispona en total de cerca de cienmetros cuadrados. Nada de amontonamiento, por lo tanto. En cuanto a la altura de los pisos lo habitual es que oscilara en torno a los tres metros.Pero dejemos la especulacin y acudamos a las realidades conocidas. Unejemplo ptimo nos lo ofrecen las investigaciones efectuadas por A. Collantes sobre la ciudad de Sevilla en el siglo XV, que aportan datos muyinteresantes acerca de la vivienda urbana en dicha poca. Por de pronto variaban los materiales de construccin.En la ciudad hispalense los ms utili

    zados eran el ladrillo y el tapial. Predominaban las casas de dos plantas, lasuperior denominada sobrado. Una

    vez cruzada la puerta de entrada, nico vano de la planta baja, se llegaba ala casa-puerta, primera pieza de la vivienda, generalmente destinada a taller o a tienda.Elemento esencial de la casa sevillana era el patio, en torno al cual se disponan otras piezas, entre ellas lacocina. En el patio se encontraba habitualmente el pozo. Los aposentos opalacios variaban mucho de una vivienda a otra. Por lo que se refiere alas letrinas o necesarios solan ser deutilizacin conjunta por los vecinos dediversas viviendas. Sealaremos, finalmente, que las dimensiones de esasviviendas sevillanas eran, en general,ms reducidas que las antes apuntadas.Muy tpicos de las ciudades de laCorona de Castilla eran los corrales.Se trataba de viviendas de condicinmodesta y de reducido tamao que seorganizaban alrededor de un patio ocorral. Un nico pozo serva para atender las necesidades de todos los vecinos del corral. Veamos la descripcinque aparece en un documento del ao1461, el Apeo de las casas del cabildode la catedral de Palencia, a propsitode un corral de aquella urbe, llamadode falconeros.Yten, yendo adelante, el corral defalconeros, lynde casas de los capellanes e lynde la

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    LA VIDA COTIDIANA EN LA EDAD MEDIA /17

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    La vida, da a daEl mobiliario de las viviendas medievales era, por lo general, muy limitado. Eso explica que las casas de laEdad Media dieran una sensacin devaco. Apenas haba otra cosa sino losmuebles imprescindibles para poder

    desarrollar las funciones vitales bsicas, como comer y dormir.De hecho elmobiliario giraba en torno a cuatro elementos esenciales, la cama, la mesa,los bancos o asientos y las arcas.La cama era el mueble por excelencia. De ah que decir de alguien que notiene ms que la cama en la que seecha, expresin frecuente en los textoscastellanos de fines de la Edad Media,equivale a considerarlo persona de extrema pobreza. La cama sola ser degran tamao, debido a que en ella dorman ordinariamente varias personas,a veces hasta seis. Ahora bien, en ocasiones la cama era simplemente unmueble desmontable, una serie de bancos o tablas que, al colocar sobre ellosalmadraque s y colchas, se convertanpor la noche en lecho para la familia.Pero tambin poda ser la cama unaestructura de madera que, en ocasiones, se adornaba con un dosel. Los colchones podan estar rellenos de paja,en las camas de las gentes ms pobres,o de plumas, lo que constitua un sntoma de confort. Tambin variaba laropa de cama, desde la sarga en unoscasos hasta el lino en otros.Era igualmente de suma importancia en la vivienda de los europeos de laEdad Media la mesa. Haba, por supuesto, numerosas modalidades demesa, desde la que descansaba sobrecaballetes, que se desmontaba al terminar de comer -de donde viene laexpresin quitar la mesa- hasta laadosada sobre la pared. La altura ptima de las mesas era, segn la opininexpresada en el siglo XIV por el mdico afincado en Sevilla Juan de Avin,de tres palmos. Era frecuente, no obstante, que no se alcanzara dicha altura, lo que significaba incomodidad evidente para los que se sentaran entorno a ella.Los bancos constituan el tercer elemento clave de la casa popular en elMedievo. El citado Juan de Avin haba indicado las dimensiones idealesde los bancos: dos palmos de anchura yuno y medio a dos de altura. Ni que18 LA VIDA COTIDIANA EN LA EDAD MEDIA

    decir tiene que la tipologa de estemueble era variadsima. Poda haberen las viviendas un asiento especial reservado para el padre de familia. Encualquier caso era frecuente la utilizacin de cojines, que servan para amortiguar la dureza de la madera, material empleado para la construccin delos bancos.Las arcas, finalmente, servan paraguardar los enseres de la vivienda,desde los vestidos hasta los utensilios.Incluso los alimentos se guardaban enellas, o los libros, cuando los haba. Solan tener complicados herrajes. Por lodems, las arcas, que en realidad cumplan bsicamente funciones propiasde armarios, mueble poco habitual enla Edad Media, podan utilizarse igualmente como asientos. No obstante, losobjetos de mayor valor se guardabanhabitualmente en cofres de tamaomenor que las arcas, y por lo tantoms manejables.El mobiliario de la casa medievalciertamente no se agotaba con los elementos citados. Cmo olvidar los braseros, los candiles, los candelabros o losespejos? O las esteras, las alfombras olos paos colgados de las paredes? Olos utensilios propios de la cocina: calderas, ollas, trbedes, jarras, tinajas,escudillas, artesas, etc.? O la cubapara la colada y para los baos? Objetos variadsimos, como ruecas, jaulas,atriles, etc., podran aparecer asimismoen una vivienda de la Europa medieval.Pero eso no obsta para poner de manifiesto que las gentes de aquella pocahabitaban en unas casas escasamenteamuebladas, por ms que en el transcurso de la Edad Media se fuera incrementando el nmero de objetos utilizados en las viviendas, particularmenteen los ncleos urbanos.Cmo era el vestido de las gentesde la Europa medieval? Dar una respuesta concisa a este interrogante esde todo punto imposible. Hay, ciertamente, algunas caractersticas generales. El vestido femenino, por ejemplo,suele ser largo, en tanto que el de los

    hombres es corto, salvo el propio de ceremonias o actos litrgicos. Otra notadistintiva es el predominio del colornegro para la ropa que utilizaban elcampesinado y en general los sectoresms modestos de la poblacin. Peroapenas se puede ir ms all de lo indicado. El vestido del hombre medievalexperiment importantes cambios, de-

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    Los efectos de la peste en un grabado italiano

    bidos ante todo al dinamismo de lasciudades y de los burgueses que vivanen ellas, pero tambin al contacto conotras civilizaciones, en particular conla musulmana, a raz de las Cruzadas.El vestido era un elemento distintivo del grupo social al que se perteneca. No se trataba slo de que los labo-ratores no tuvieran posibilidadeseconmicas para adquirir la ropa delujo que vestan los nobles, sino de quelas propias normas acerca del vestidosolan estar escrupulosamente reglamentadas. Un ejemplo muy significativo lo constituyen a este respecto lasdisposiciones adoptadas en las Cortescelebradas en Valladolid el ao 1258,en tiempos del monarca Alfonso X elSabio. Entre otras cosas se establecauna neta diferencia entre los oficialesmayores de la casa del rey y los menores. Sobre estos ltimos se establecatajantemente que en adelante:Non trayan pennas blancas nin

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    sanos por otra, la distancia que habaen el atuendo era enorme. Los poderosos hacan ostentacin de su riqueza,vistindose con paos de calidad y dellamativos colores. Labriegos y artesanos, por el contrario, utilizaban tejidosbastos y de tonos oscuros.Las principales innovaciones, por loque al vestido de las gentes de la Europamedieval se refiere, se produjeron conposterioridad al sigloXII. Las modas segestaban en las ciudades, siendo losburgueses sus protagonistas. Quiz elrasgo distintivo ms significativo fue laprogresiva adaptacin del vestido alcuerpo humano, lo que contribua adelinear mejor su silueta. Paralelamente se transit desde una pocacaracterizada por la escasa diferenciacin entre el atuendo masculino y elfemenino a otra dominada por la ntidaseparacin de los sexos en el vestido.Cmo olvidar aspectos de la modafemenina de fines del Medievo, talescomoel encorsetamiento de la cintura olos pechos altos? El cabello largo de lasdamas contrastaba asimismo con latendencia al rasurado de los caballeros.Por lo dems, a las piezas bsicas delvestido tradicional haba que aadir eluso de guantes, sombreros, pieles preciosas y en su caso velos. Ni que decirtiene que los progresos de la moda fueron al unsono con el desarrollo de laproduccin textil y en particular con ladifusin de las telas de calidad.Las novedades en el vestir fueronante todo cosa del popolo raso de lasciudades. Pero sus ecos no tardaban enllegar al resto de la sociedad, ya se tratara del medio rural o del popolo mi-nuto de los ncleos urbanos. A tenorde sus posibilidades, tanto los labriegos como los artesanos procurabanimitar los modelos de los burgueses,por mucho que las leyes siguieran fijando con precisin las normas en elvestir de cada grupo social.En la segunda mitad del siglo XIV, araz de la difusin por Europa de lapeste negra, pareci desatarse un deseoirrefrenable de disfrutar de los bienesterrenales. En ese contexto las viejascostumbres se haban esfumado. No lepareca al cronista florentino MateoVillani un escndalo que se admitieraque las mujeres de baja condicin secasen con ricos vestidos que haban per-tenecido a damas nobles ya difuntas?Tampoco ahorraban sus crticas lospredicadores en los plpitos, al denos-20 / LA VIDA COTIDIANA EN LA EDAD MEDIA

    tar el desenfreno en el vestido que seobservaba a fines de la Edad Mediaentre las clases populares.Los hbitos alimentarios

    En la alimentacin de las gentes dela Europa medieval hay dos elementosde base, uno slido, el pan, y otro lquido, el vino. Conviene, no obstante,precisar ms esta idea. Durante losprimeros siglos de la Edad Media loscampesinos no coman pan propiamente dicho sino un amasijo de cereales,generalmente mijo y avena, cocidos enuna olla con agua o leche, a los que seaada sal. Esa masa, aplastada y cocida, se converta en una hogaza. El panautntico surgi cuando pudo utilizarse algn ingrediente alternativo de lalevadura.Por lo que se refiere a la bebida sedibujan en la Europa medieval dosreas bien diferenciadas: la del vino yla de la cerveza. La primera se centraba en el mbito mediterrneo, aunquetambin comprenda otras reas, comoel valle del Rin. La cerveza era la bebida predominante en las tierras situadas al norte de los Alpes.Pero adems del pan y la bebida lacomida del hombre medieval contabacon otros muchos alimentos. Se les denominaba genricamente el compa-nagium, es decir todo aquello queacompaaba al pan. Era la carne, elpescado, las hortalizas, las verduras,las legumbres y las frutas. Por lo general la mayor o menor proporcin deesos alimentos dependa de numerososfactores, entre los cuales se hallabanen primer lugar las posibilidades deaprovisionamiento de cada comarca.Sin duda la base de la alimentacineran los productos locales, al menos enel medio rural. En las ciudades, por elcontrario, la alimentacin sola serms variada, debido al desarrollo delos mercados urbanos. El ejemplo mscaracterstico de autoabastecimiento loproporcionan los pastores, para loscuales la alimentacin consista bsicamente en leche y productos lcteos(queso y mantequilla).Examinemos ms detenidamente elcompanagium. Por lo que se refiere ala carne, el papel principal lo ocupabael cerdo, animal apreciadsimo en laEdad Media debido a su aprovechamiento prcticamente integral. Tam-

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    Detalle de la Danza de campesinos deP. Brueghel (KunsthistorischesMuseum, Viena)

    bin el ganado bovino y el ovino proporcionaban carne para el alimentohumano. Veamos un ejemplo. En lastasas del precio de la carne establecidas por el concejo de la ciudad de Murcia en la dcada de los setenta del siglo

    precio ms alto-, macho cabro, vaca,oveja, cordero, puerco, puerca y ternera. No podemos olvidar, por otra parte,la importancia alcanzada por la caza,as comopor las aves de corral. No obstante la presencia de la carne en ladieta alimenticia de las clases populares, tanto del campo como de la ciudad, no slo era menguada sino que encierto modo estaba desfigurada, puessola consistir en tocino, tripas, lengua, hgado, patas, etc.

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    de abstinencia. Poda ser pescado demar o de agua dulce. Sus variedadesapenas diferan de las actuales, si biense consuman tambin algunos escualos, cuya carne hoy se considera duraen exceso. El pescado se presentaba endiversas formas: fresco, en salazn,ahumado, etc. Las tasas del concejomurciano, antes mencionadas, contemplaban estos tipos de pescado: de ro yanguilas frescas; de salsa -el mscaro-, de frer, menudo.En cuanto a los alimentos de origenvegetal, los ms frecuentes eran las judas, las lentejas, los guisantes, las habas, los nabos, las coles, las lechugas,los rbanos, las calabazas y los ajos.Entre las frutas cabe destacar lasmanzanas, peras, cerezas, ciruelas yfresas. Aadamos los huevos, las grasas animales y el aceite vegetal y porlo que a las bebidas se refiere, apartedel vino y la cerveza, el mosto de manzana, la leche, el hidromiel y, naturalmente, el agua.Captulo aparte lo constituyen lasespecias -pimienta, canela, azafrn,jengibre, etc.- importadas de Oriente.Sin duda sazonaban convenientementelos manjares, pero su alto precio actuaba de criterio selectivo a favor delas mesas de los poderosos.Al igual que la vivienda o el vestido,la alimentacin variaba no slo en funcin de las condiciones de cada territorio, sino tambin, y de manera muyacusada, de acuerdo con la estratificacin social entonces existente. As, porejemplo, la aristocracia se caracterizaba no slo por el hecho de que su mesaestaba habitualmente bien surtida,sino ante todo por el abundante consumo de carne, por lo dems bien condimentada. En el polo opuesto se hallabala dieta monstica, caracterizada porla sobriedad y la abstinencia de carne,considerada fuente de concupiscencia.Los monjes tenan en los vegetales,smbolos de pureza, su principal fuente nutricia.Frente a la importancia de las especias en las mesas seoriales, en losmonasterios se prescinda de ellas, entre otras razones porque se pensabaque tenan virtudes afrodisacas. Unamesa inspida la monacal, en contrastecon la fuertemente sazonada de los nobles? Sin duda, pero esa diferencia sola tener sus consecuencias: la longevidad era frecuente en el claustro; por el

    enfermedades relacionadas con losabusos en la comida: obesidad, hipertensin arterial, inflamaciones articulares, etctera.Para las clases populares el pan, confrecuencia elaborado con cereales secundarios, era la base de la alimentacin. Todava en los ltimos siglos dela Edad Media el pan significaba entreel 50 y el 70 por 100 de la racin alimenticia de los jornaleros de la reginde Provenza; en tanto que en esas mismas fechas y en ese mismo territorioslo supona el 25 por 100 para lasgentes de condicin mediana. Los productos vegetales tambin tenan unpapel importante en la alimentacinde la gente menuda, particularmenteentre los campesinos. La carne, encambio, escaseaba, aunque su mayor omenor peso en la dieta alimenticia dependa de circunstancias con frecuencia puramente locales.Pero vayamos a las fuentes. Unosemisarios navarros, enviados a la cortedel rey de Castilla, a la sazn en Sevilla, en el ao 1352, llegaron el 29 demayo a comer a Palenzuela, procedentes de Burgos. Compraron pan, vino,carne, berzas, pimienta y ajos. Esemismo da fueron a cenar a Dueas,adquiriendo dos pares de pollos, tocino, lechugas, vinagre, pan, vino, pimienta, azafrn y cominos. EllO de junio llegaron a Sevilla, comprando parala comida pan, vino, carne, berzas, ciruelas, pimienta y ajos. La nica novedad importante con respecto a la jornada de Palenzuela-Dueas es laincorporacin de la fruta. Pero si vemos lo que consumieron por ejemplo elda 1 de julio, residentes todava enSevilla, observaremos una importantenovedad: junto al pan, el vino, la frutao los ajos, aparecen el pescado para lacomida y el queso para la cena. La razn de ese cambio obedece a que eseda era viernes.La gente coma utilizando escudillas, cucharas y cuchillos, pero no platos, ni tenedores, ni servilletas, nimanteles, salvo en casos excepcionales. Pero estaba muy extendida la costumbre de lavarse las manos antes desentarse a la mesa.

    Un espacio nuevo: la ciudadSe dice con frecuencia que el campo

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    Concierto medieval en una miniaturade la poca

    Europa medieval. Puede darse porbuena dicha afirmacin siempre queque con ello no se excluya la considera-cin de la ciudad como elemento igual-mente inseparable del Medievo, al me-nos con posterioridad al siglo XII. Enverdad campo y ciudad estaban inter-penetrados, constituyendo dos caras deuna misma moneda.Ahora bien, la ciudad posea carac-tersticas propias, rasgos singularesque la diferenciaban del medio rural,tanto en su aspecto externo como enlas funciones que desempeaba y, as-pecto que nos interesa particularmen-te, en el ritmo de la vida diaria. J.

    ciudad era el lugar de la Historia, dela contabilidad, de la acumulacin.Por de pronto la ciudad se desarro-llaba en espacios cerrados, separadosde la naturaleza por medio de una mu-ralla. Las Partidas definan a la ciu-dad como todo aquel lugar que es cer-cado de los muros. Se dir que muchosncleos de poblacin, a los que enmodo alguno puede llamarse ciudades,tambin estaban rodeados de una cer-ca. Pero de lo que no cabe duda es deque todas las ciudades tenan muralla.La funcin primordial de las mura-llas era proteger a la ciudad. En reali-dad, el sistema defensivo de los n-cleos urbanos inclua un complejo deelementos: el muro propiamente dicho,las torres, las puertas, los fosos, lasbarbacanas, etc. Por lo dems, fue fre-cuente la construccin de un recinto

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    realizar a su sombra actividades de diversa naturaleza, entre ellas las de carcter mercantil.No haban buscado cobijo en numerosas ocasiones los pies polvorientos enlos muros de las antiguas civitates? Elazogue, lugar en donde se efectuaba elmercado diario, se situ en Valladolidal pie de la primitiva cerca. En el recinto murado de Palencia, la puertaprincipal se llamaba del Mercado, debido a que en la zona llana que se extenda delante de ella tena lugar el intercambio de mercancas. El azoguenuevo de Salamanca se localizaba entre los siglos XI y XIII junto a una delas puertas de la vieja muralla, la delSol. Por su parte, una de las puertasde la cerca de Zamora se denominabadel Mercadillo.La muralla era tambin una barrerajurdica. Los que vivan detrs de ellagozaban de un determinado estatus,del que carecan los que habitaban enel exterior. Cruzar las puertas de laciudad supona entrar en un mbitojurisdiccional distinto de lo que se derivaba, como mnimo, la necesidad depagar unos tributos. Las puertas eran,por lo tanto, centros de percepcin fiscal. De ah el inters de los gobiernosmunicipales en vigiladas, cuidando sucierre nocturno, y procurando evitarque hubiera brechas en la cerca, puespor ellas poda entrar gente que escapase a las imposiciones establecidas.La muralla era, al margen de susfunciones militares, econmicas y jurdicas, la fachada externa de una ciudad, su carta de presentacin. Frente alos enemigos la muralla se cerraba acal y canto, y desde ella se disparabansaetas. Pero en ocasiones solemnes losmuros se engalanaban y de ellos salanmsicas festivas.La calle era un elemento esencialdel paisaje urbano de la Europa medieval. Las calles de las ciudades medievales solan ser estrechas, con unaanchura que oscilaba entre los dos ylos cinco metros, salvo para las grandes arterias, que podan llegar a losdiez-doce metros. Eran asimismo conmucha frecuencia tortuosas, con pocassecciones rectilneas y abundancia detramos en pendiente. Ni que decir que,ante esas condiciones, la circulacin enlas calles de las urbes medievales eraen extremo difcil.Identificadas habitualmente connombres religiosos, las calles medieva-

    les eran lugares de gran animaclOn,aunque tambin de muchos peligros.Uno de ellos era sin duda la polucin,por ms que sta tuviera un origen orgnico o mineral. Haba promiscuidadentre seres humanos y animales, haba exceso de inmundicias, haba suciedad por doquier. En la Europa medieval los habitantes de las ciudades-ha dicho muy grficamente J. P. Leguay- vivan en medio de lo excremencial. Desde el siglo XIII, no obstante, se observa un inters crecientede los poderes pblicos por tomar medidas que garanticen un mnimo de higiene pblica.Las calles de las ciudades medievales eran escaparates de la actividadeconmica que se desarrollaba en suseno. De cara a ellas trabajaban los artesanos, en agotadoras jornadas laborales, que fcilmente alcanzaban lascatorce horas diarias. Por las callestransitaba asimismo multitud de vendedores ambulantes gritando su mercanca, pero tambin deshollinadores,reparadores de arcas o de ollas, cesteros, etc. En las calles se aglomeraban,a la busca de un trabajo, los jornalerossin cualificacin o los emigrantes recin llegados del campo. Las calles, porotra parte, fueron el mbito adecuadopara la gnesis y la propagacin de lasrevueltas urbanas.Desde otro punto de vista hay queconsiderar a la calle como lugar de espectculos variopintos. En ellas podaverse actuar a juglares y a titiriterios.No fue asimismo la calle lugar de celebracin de fiestas, tanto profanascomo religiosas? Por las calles se realizaban desfiles, solemnes unas veces,caricaturescos otras. El espectculo organizado se desarrollaba durante elda. Por la noche poda continuar lafiesta, si bien con un carcter espontneo y generalmente protagonizado porlos jvenes.En ocasiones excepcionales, comouna visita regia, las calles se engalanaban. Recordemos lo que le sucedi elao 1467 a Enrique IV de Castillacuando, despus de vencer a sus enemigos en la batalla de Olmedo, se dirigi a la villa de Medina del Campo.Aunque el monarca hizo su entrada denoche, los habitantes de Medina abrie-

    Msicosmedievales (arriba) y banquete(abajo) en unas miniaturas de la poca

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    ron todas sus puertas e ficieron grandes hogueras por las calles e pusieronlanternas a las ventanas, en tal manera que paresca ser de da segun la mucha claridad que se mostraba, nos diceun relato cronstico de la poca.Pero la calle era tambin un refugiopara la marginalidad. Por ella deambulaban mendigos, delincuentes, ociosos, locos, deformes, gentes de profesiones dudosas, borrachos, etctera.Haba abundantes nios callejeros yasimismo nios abandonados. Territorio idneo para la circulacin del rumor y la siembra de la sospecha, la calle era tambin lugar de desarrollo dela violencia y de la criminalidad.Vida urbana

    Ciudad medieval y comuna son conceptos inseparables. La comuna, palabra nueva y execrable, segn la opininmanifestada a comienzos del siglo XIIpor Guibert de Nogent, era la asociacin de los habitantes de los nuevosburgos, deseosos de arrancar libertades a los seores feudales de quienesdependan. Ni que decir tiene que lascomunas urbanas de los siglos XI y XIIsugieren la existencia de estrechos lazos de solidaridad entre todos los componentes de la colectividad vecinal.Pero con el tiempo se fue produciendo una ntida divisin social entre lospoderosos y la gente menuda, o lo quees lo mismo entre los ricos y los pobres. Por una parte se encontraban loshombres de negocios, grandes mercaderes y maestros de las corporaciones,por otra los trabajadores. Es la contraposicin, por decirlo con terminologapropia de las ciudades italianas, entreel popolo grasso y el popolo minuto.Las ciudades medievales, por lo tanto, fueron el escenario del nacimientodel sistema de produccin capitalista,y con l del proletariado industrial. Enlos ms importantes ncleos urbanos,al calor de la actividad artesanal, particularmente notable en la produccintextil, se estaban generando unas relaciones laborales entre maestros y obreros de nuevo cuo. Los primeros compraban la fuerza de trabajo de lossegundos por un salario generalmentebajo. La explotacin era ms acentuada cuando la mano de obra era femenina. De una fecha muy temprana -finales del siglo XII-, Chretien de26/ LA VIDA COTIDIANA EN LA EDAD MEDIA

    Troyes nos ha dejado un testimonio esplndido sobre la triste situacin enque se hallaban las tejedoras de sedade Champaa y el Artois:Siempre tejeremos paos de seda,pero nunca podremos vestirlos,siempre estaremos pobres y desnu-dasy pasaremos hambre y sed ...Las tejedoras eran conscientes, noobstante, de que otros se enriquecan acosta de su trabajo:Nosotras estamos unidas en una....gran mlsena, pero se ennquece gracwsa nuestra actividad aquel para el quetrabajamos ...Las tejedoras citadas al menos tenanun trabajo y un salario. Pero en los ltimos siglos de la Edad Media abunda

    ban en las ciudades los parados, sinninguna proteccin corporativa, dispuestos a aceptar cualquier tipo detrabajo. Todo indica, por lo tanto, queen las ciudades europeas de fines delMedievo haba un caldo de cultivo propicio a la protesta y a la revuelta.No se produjeron a fines del sigloXIII las primeras huelgas obreras dela historia de Europa? Y las grandesconmociones sociales del siglo XIV, delas cuales acaso la ms llamativa fuela que tuvo lugar en Florencia el ao1378? Privilegio o servidumbre, segnse mire, las ciudades de la Europa medieval tambin se diferenciaban delcampo por la singularidad de su tejidosocial y de los conflictos inherentes almismo.El trabajo y sus miserias tenan,como contrapeso, el ocio y las diversiones. En la ciudad el componente ldicotena un papel relevante. El tiempo dedescanso invitaba a los laboratores aacudir a la taberna, lugar en el que seconversaba, se beba y se jugaba. Recordemos a este propsito lo que decauna poesa goliardesca:Cuando estamos en la tabernalibres de cuidados terrestres,vamos derechamente a los juegos,

    nuestra incurable pasin.La taberna y los juegos, con todo, noeran privativos de la ciudad. S loeran, en cambio, las casas de baos.En principio, el bao tena una dobleconnotacin: por una parte se consideraba necesario para la higiene, peropor otra era sospechoso de aproximacin al erotismo. De ah que durantebuena parte de la Edad Media los baos pblicos estuvieran sujetos a nor-

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    Escena de una clase (miniaturade un manuscrito ingls)

    mas de moralidad muy estricta, exigindose, de entrada, la radical separacin de sexos. As ocurra, porejemplo, en las veintisis casas de baos que haba en Pars a fines del sigloXIII.En los ltimos siglos del Medievo, noobstante, las cosas cambiaron. Para es-tar limpio y alegre entro a menudo enlos baos, dice a fines del siglo XIVFrancesc Eiximenis, por boca de uno desus personajes. La rigidez de antaofue perdiendo terreno, al tiempo que la

    idea misma del bao -limpieza delcuerpo- se equiparaba con la purificacin interna -limpieza del alma-o Eneste contexto hay que situar tanto losrelatos escritos del siglo XV acerca delos baos de diversas ciudades europeas como las miniaturas de la mismacenturia que representan escenas debaos. El italiano Poggio, que acompa al pontfice Juan XXIII el ao 1416a Constanza, nos ha dejado un sensacional testimonio de los baos de laciudad suiza de Baden, prxima a Zurich. En los baos pblicos, situadosen el Rin, pudo observar la presenciaconjunta de hombres y de mujeres, dejvenes y de ancianos. Lejos de escandalizarse, el Poggio vio aquel espec-

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    tculo como algo natural e inocente.Es sorprendente ver viejos decrpi-tos, al mismo tiempo que muchachasjvenes, entrar en el agua todos desnu-dos ... no pude por menos de admirar lainocencia de estas gentes ...El Poggio, no lo olvidemos, era unhumanista, por lo que su visin de lascosas estaba ms prxima a un mundosecularizado. En cualquier caso, nohaba sido la ciudad un elemento decisivo en la creciente secularizacin dela vida cotidiana?La muerte

    Somos un espectculo para el mun-do. Que grandes y pequeos, por nues-tro ejemplo, vean a qu estado serninexorablemente reducidos, cualquieraque sea su condicin, su sexo o su edad.Por qu, pues, miserable, ests llenode orgullo? Polvo eres y en polvo te con-vertirs, cadver ftido, alimento y pi-tanza de los gusanos.Tal es el texto de la inscripcin queaparece en la tumba del cardenal La28/ LA VIDA COTIDIANA EN LA EDAD MEDIA

    Grange. Se trata de un eclesistico dela poca del Cisma de Occidente. Susepultura, que se encuentra en la ciudad francesa de Avin, nos ofrece laescultura de un cadver en descomposicin. Cabe imaginar un cuadro msttrico que el formado por la talla y lainscripcin susodichas?Nos equivocaramos, no obstante, sicreyramos que sa haba sido la imagen habitual de la muerte en el transcurso de la Edad Media. Nada ms lejos de la realidad. El trnsito a la otravida, durante buena parte del Medievo, aunque siempre doloroso, nuncahaba ido acompaado de caracteresmacabros. Fue en los ltimos siglos dela Edad Media cuando la muerte adquiri esas connotaciones. Sin dudatuvo mucho que ver en ello la difusinde la peste negra y, en general, la cotidianeidad de la epidemia en la vida delos euroepos de fines del Medievo.Tambin jugaron su papel las hambrunas y las devastadoras guerras delos siglos XIV y XV. Cmo olvidar, porotra parte, la creciente desarticulacinde los abolengos familiares, a conse-

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    Pago de gabelas en una miniatura delsiglo XIV(izquierda),Pintura francesa del siglo XVque muestra lasnfimas condiciones de vida de una familiacampesina (arriba)

    cuencia de la continua emigracin delcampo a la ciudad, y con ello de los vie-jos ritos de la muerte? En el contextode la crisis de fines de la Edad Mediase dieron, inequvocamente unidos, elamor a la vida y la presencia de lamuerte, el deseo de disfrutar al mxi-mo los bienes terrenales y el grito des-garrador que producira el final de laexistencia.En la concepcin cristiana la muerteera simplemente el instante en que seseparaba el alma del cuerpo. El cre-yente, por lo tanto, deba estar prepa-rado para ese momento crucial en elque iba a abandonar este mundo paradirigirse al ms all. El acto a travsdel cual los mortales dejaban constan-cia de sus voluntades era el testamen-tO.Pues bien, desde mediados del sigloXIII se observa un notable incremento

    de la prctica testamentaria. Se ha ha-blado, incluso, de una democratizacinde los testamentos en la Baja EdadMedia. El noble y el villano, el ricomercader y el modesto artesano, todosqueran expresar en un documento es-crito sus deseos.En el testamento no slo se estipula-ba la voluntad del testador acerca delfuturo de sus bienes, sino que se mani-festaba el deseo de corregir yerros pa-sados y de sintonizar con el estamentoeclesistico. Ciertamente los testamen-tos podan redactarse en cualquier mo-mento de la vida, pero lo ms frecuen-te es que se hicieran cuando suprotagonista se encontraba gravemen-

    te enfermo. Es posible que la poca delao en que mayor nmero de testa-mentos se realizara fuera la compren-dida entre los meses de abril y de octu-bre. Al fin y al cabo eran los meses delcalor, lo que significa tambin queeran los ms propicios para las fiebresy las pestilencias.En definitiva, el testamento erauna pieza fundamental en la estrate-gia de todo mortal para afrontar suLA VIDA COTIDIANA EN LA EDAD MEDIA / 29

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    paso al otro mundo con las mayoresgarantas posibles. El testamento era,en cierto modo, el complemento de laconfesin. De ah que morir intestadoo sin confesin fueran en la Edad Media expresiones muchas veces sinnimas.La muerte, en la Europa de los siglos XIV y XV, se convirti en un espectculo, entre macabro y melanclico, que se ofreca, para su contemplacin, al resto de la sociedad.Debe matizarse, no obstante, que laidea de la muerte-espectculo fue antetodo un acontecimiento propio de lasciudades, pues el mundo rural siguims apegado a las viejas tradiciones.El tiempo de la muerte comenzabaen realidad despus de haberse producido el fallecimiento. El cuerpo del finado era envuelto habitualmente enun sudario de tela blanca. Tras un perodo de vela del cdaver se proceda asu enterramiento. Este sola hacersecon gran rapidez, lo que obedeca noslo a motivos de ndole sanitaria -posible descomposicin del cadver ...-, sino tambin a razones de carcter mental, como alejar el peligrode contagio de la muerte. Pero el recorrido desde la vivienda del muertohasta su lugar de enterramiento, esdecir la procesin fnebre, se efectuaba a fines de la Edad Media con gransolemnidad. Ah radicaba bsicamenteel espectculo de que antes hablbamos.Familiares, compaeros de oficio delfallecido, clrigos en nmero variabley, en su caso, un cortejo de plaideras-particularmente cuando se tratabade gente de elevada posicin econmica- acompaaban en su ltimo viajeal finado, que iba depositado sobre unlecho funerario. Paralelamente se desarrollaba lo que algunos investigadores han presentado como un autnticoteatro de la muerte, del que formabanparte las campanas, las plegarias, lasantorchas e incluso los colores delduelo.Las campanas doblaban para ahuyentar a los demonios durante la procesin. Gritos y lamentos de deudos yamigos, cantos y plegarias de los eclesisticos eran asimismo parte integrante del recorrido funerario. Las antorchas que portaban las plaideras-cuando estaban presentes- realzaban la teatralidad de la escena. Por loque se refiere a los colores utilizados30 I LA VIDA COTIDIANA EN LA EDAD MEDIA

    para el duelo, el habitual era el blanco,reservndose el negro para las familias aristocrticas.Los lugares de sepultura eran los cementerios -lo ms frecuente- o lasiglesias. No obstante, a fines de laEdad Media proliferaron las capillasfunerarias, erigidas por familias de lanobleza o de la alta burguesa. Mas notodo haba concluido con el enterramiento. Los familiares del finado debanofrecer comidas funerarias, a las queen ocasiones asista mucha gente. Enprincipio esas comidas tenan como finalidad reconstruir la cohesin de lacomunidad, aunque a veces eran simples distribuciones de alimentos a lospobres. Por lo dems, la muerte, queno era un fin sino un trnsito, el pasodel mundo terrenal al del ms all, desencadenaba la puesta en marcha deuna larga serie de ritos conmemorativos, de los cuales el ms importanteera sin duda la misa del primer aniversario. Con ella se poda dar por definitivamente concluido el tiempo de lamuerte. Era en ese momento, por otraparte, cuando se pona punto final alluto que se haba guardado por el fallecido.El ms allPero la muerte tena un alto precio.No nos referimos slo a los gastos concretos que ocasionaba el entierro y losfunerales. Pensamos, ante todo, en lanecesidad de acudir a los clrigos,como intermediarios privilegiados

    para conseguir la salvacin de los difuntos. Los testamentos de los siglosXIV y XV nos muestran bien a las claras la preocupacin de los testadorespor hacerse propicios al Seor mediante la organizacin de misas, aniversarios, capellanas, etc., o a travs demandas piadosas.La misa era, sin duda, el viticoesencial, el soporte ms consistentepara conectar al mundo de los vivoscon el de los muertos. De ah la obsesin por acudir a ella. Pero, como haba sucedido en la vida, tambin en lamuerte eran los poderosos los que estaban mejor colocados, pues eran ellosquienes podan ofrecer listas ms largas de misas y los que podan ejercercon mayor magnanimidad la caridadcon los pobres, al fin y al cabo intercesores simblicos.

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    Se ha dicho que la nueva imagen dela muerte de fines del Medievo va ligada inseparablemente a la emergenciaprogresiva del individuo. Habindoseroto en muchos casos los lazos que ligaban al individuo con sus antepasados, la gran novedad de la Europa delos siglos XIV y XV fue la aparicin dela muerte personal. El individuo, porlo tanto, se encontraba bsicamenteaislado. Cmono buscar asirse a cualquier tabla de salvacin que se le ofreciera? En ese contexto tiene explicacin el desarrollo espectacular de ladevocin a la Virgen de la Consolacin,a la que acudan los fieles en busca deuna proteccin. Idnticas caractersticas ofrecen devociones como la de lacomunin de los santos o la de las nimas del purgatorio, difundidas asimismo a finales de la Edad Media.Qu le esperaba al cristiano despus de muerto? La vida terrenal haba sido un simple trnsito hacia laeternidad. Todos somos romeros, habadicho el poeta Gonzalo de Berceo, perolo importante era terminar felizmentela peregrinacin.Quanto aqui vivimos en ageno moramos'

    ld ficanqa durable suso la esperamos,la nuestra romeria entonz la acabamosquando a Paraso las almas enviamos ...El destino ansiado por todos era elcielo. Toda la vida en este mundo haba sido una preparacin para la salva-

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    clOn.Pero nada estaba asegurado, pormuchas misas que se hubieran establecido en el testamento. Acaso noexista el peligro para todo mortal deser condenado eternamente a las penas del infierno?All, bajo un cielo sin estrellas, resonaban suspiros, quejas y profundos gemidos, de suerte que, apenas hube

    dado un paso, me puse a llorar. Diversas lenguas, horribles blasfemias, palabras de color, acentos de ira, vocesaltas y roncas, acompaadas de palmadas, producan un tumulto que varodando siempre por aquel espacioeternamente oscuro, como la arena impelida por un torbellino ...Es la visin del infierno que nos hatransmitido Dante Alighieri cuando segn la ficcin- descendi a l acompaado por el poeta clsico Virgilio.Haba, no obstante, un lugar intermedio. Nos referimos, claro es, al purgatorio. Aunque su nacimiento se siteen los siglos centrales de la Edad Media, su difusin entre el pueblo cristiano tuvo lugar slo a partir del sigloXIV. Por ms que la idea misma delpurgatorio fuera muy poco precisa, nocabe duda de que el culto a sus nimasprosper en el ambiente mental generado por las catstrofes de la decimocuarta centuria. El purgatorio significa abrir una nueva va para el accesoal cielo, precisamente en unos tiemposen que las tragedias se acumulaban enla tierra. As pues, los terrores de estemundo quedaban amortiguados por lasesperanzas del ms all.

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