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Et DESIERTO QUE RODEABA A SORJUNA:

[A coNsrRuccróu rnosónrco-MorutEN CUATRO SONETOS NOVOHISPANOS

Rubén Darío MedinaBNBP Acathn, UNAI|

ien pudieron estas líneas dedicatse a los romances de carác-

ter filosófico escritos pot Sor Juana; o a su Crisis de n sattótt

o ala BzEre a, epistolat también, didgida al obispo de ?ue-

bla, Manuel Fernández de Santa Cruz, quien la había regañado potdedicarse a la creación literada en una carta que suscribía como sor

Filotea de la Cruz, inauguando con este hecho la curiosa ttadición

de la esc¡itura de varones travestidos con el te¡so atuendo de una

fuma femenina. En los tres casos y en una gtan proporción de su

ob¡a -sin apwat demasiado las probanzas- la monja procede con

similares tecu¡sos de oposición de tesis y antítesis, de sopesaje (de

ensayo, se ditía, con el sentido dieciochesco de este términq si no

fuera adelantar un siglo el reconocimiento del concepto), a fut de

ponderar los aspectos posidvos y negativos inherentes a toda detet-

minación sometida al juicio y exptesada vetbalmente, Sin embatgo,

dada la obligación de elegir, van estas cortas palabtas acetca de algu-

nos sonetos hlosófico-morales de Juana Inés de Asbaie y Ramírez

de Santillana.

l. Cóno er*der el nrcePn de fkvfam el caso de ua matrja rcaohitparc del igb XWI

Las especificaciones del acápite son peninentes, porque de ninguna

manera debeda vale¡ el criterio de discutso filosófico lo mismo para

http://www.iifilologicas.unam.mx/pnovohispano/

Literatura y emblemática. Estudios sobre personajes y textos novohispanos / Universidad Autónoma de Zacatecas / ISBN: 968-5923-04-3

Er DBsrBRto QUE R0DE BA A SoR JU N

r¡n varóo europeo del Renacimiento, y aun de antes, que pata rüra

mujer, novohispana y monja. El severo control aduanal que supues-

tamente se ejercía desde la Casa de Contatación de Seviüa en rela-

ción con todo lo que cruzaba el charco, tenía el propósito de dificul-tat el pasq también, de las ideas.

El material de lectuta, a decit de konard, era de 1o más cuida-dosamente supewisado, aunque -la vigilancia se hizo para ser butla-da- con mucha más frecuencia de la que habrían deseado los censo-

rcs llegaban a América libros no recomendados por la Iglesia e inclu-sive algnrros inscritos en eI Ixdex nqtttsitoial. En la Nueva Españahicieron su aparición muy inmediatamente después de la conquistalibros de caballetías, textos satlricos y hasta libros francamente veta-dos por las autof,idades (el romancero y la poesía de origen popular,en genetal, se presentaron simultáneamente con los pdmeros espa-

ñoles en el continente americano, y constituyeron una influencia pocoedificante desde la visión del sector más reaccionario del clerq peroeran inevitables en virn¡d de su tauda propagación y de su calidad

oral).Patadójicamente, la igualmente tempraria apadción de una im-

prenta ptopia desempeñó un estratégico papel de distracción, pues

su producción editorial, esa sí escrupulosamente controlada, con-centraba la atención de mandos civiles y reügiosos, con el conse-cuente descüdo de las importaciones personales, para uso propio opor €ncargo, de libtos, gtabados y quincalleda tipográfica de todaIaya.

Ignoro los medios a que habrá tenido que acudit una monja,bajo voto de clausura y pobre en los inicios de su üda teligiosa, parahacer acopio de una biblioteca personal tan amplia, pero en ellahabía logado reunir material de lec¡rta de la más variopinta temátj-ca. La Literatura, la música, la historia, la filosofía clásica, la litutgia, laesctinrra y la escdnrtística, la patística, la física,la química y -demanera patticularmente i¡teresante pa¡a estas üneas- la especula-ción lrlosófica neoplatónica y hermética constituían (a jtngat pot lasreferencias explícitas e implícitas de su prosa y de su poesía) losgrandes mmales de su biblioteca.

Atanasius Kircher, ptobadamente (ella lo clta en Ia Ci¡i¡ de ar



Ru8ÉN D¡Rfo MBDn

ternón), y otros varios (Matsilio Ficino, Pico de la Mi¡ándola,

Giordano Bruno), cuya influencia patece adverthse hasta en poe-

mas de circunstancia, rePfes€ntan la faceta filosóflca modema para

Ia monja novohisp anai lz ofra,la plataforma de los procedimientos

Iógicos y de Ia base epistemológica, conservaba la llnea ditecta con la

producción griega clásica.

ll. De lo qw debe mtetderte por moralidad

m lot toretot de Sor Juara In6 de la Cnl

¡O tenpora, o nons! rcza el proverbio latino. Cie¡tamente: costumbre

y tiempo resultan por lo general conceptos complementarios, efl tan-

to que los hábitos y los captichos con que la sociedad asume la

üsión del mundo y las formas de telación entre los miembros que la

componen presenta¡ direca ¡elación con los tiempos, es decir, en

pocas palabtas, con el grado de evolución cientÍfico y técnico del ser

humano, La motal, sin embargo, más allá de la idea de cosnrmbte ¡sobre todo, de capricho (Cotominas) habrá de entendetse como re-

gla ética de la conducta. Tal, pot Io menos, Parece el criterio en la

clasificación de estos textos so4uanianos por parte del padte Alfon-so Méndez Plancate.

A la ptopia Sot Juana, desde luego, no se le habría ocu¡ddo

bautizar como "moral" un texto suyo. Desde su punto de vista, con

entera segutidad, todas sus obras estaban tegidas pot un riguroso

principio de ética religiosa, por un afán explícito de apegarse a la

doctrina católica y por un explicable miedo a "tener ruido" con la

Santa Inquisición. (Además de esto, y dicho sea de paso, las palabras

"moral", "moralidad" parecen de cuño bastante más rcciente. ¿Aca-so del siglo X\rIII? En stt Tesoro, Por lo Ptorito, no las legist¡a

Covarubias)Pero lo vetdaderamente relevante, aparte de que efectivamen-

te representan la visión ética de la monja ierónima y de que se pro-

ponen ptecisamente esa finalidad, es que en los textos que aquí se

comentarán hay destellos, ciertamente pálidos y subrepticios, de un

pensamiento no siempre acorde con la doctrina de Ia Iglesia. El he-

cho pone en evidencia, al menos, dos asp€ctos poco examinados en



EL DrsrrRm QUE R0D!ÁB A Son JUAM

la historia de las colonias españolas de Amética y en la histotia de las

ideas y de la literatura mexicanas. Por una parte, Ia ponderación untanto hiperbóücá y rür tanto mitológica del celo y de Ia ferocidadinquisitorial en los dominios ultramarinos de España ¡ por otta, laambigua conñguración del concepto del universo, tepresentado si-

multáneamente en l¿ naración descriptiva del cosmos y en la orga-nización política y espacial de la propia ciuüd, en una comr¡nidadcada vez más llena de incertidumbres y de cada vez más indepen-diente pensamiento,

Moralidad, por tantq significa en el caso conc¡eto de los sonetosque aquí se come¡rtarán, en la obta completa de Sor Juana y en laptoducción de muchos escdtores españoles e hispanoamericanos delos siglos XVI y XWI, una direcaiz de conducta personal que com-prende, entre otros aspectos, el resp€to sincero a la ideología predo-minante, impuesta como dogma y como columna verteb¡al de r¡na

comunidad, pero, al mismo tiempo, una sinceta discrepancia que

debe set acallada en atención a una categoría superior y subordinante.Patadójico juego de razones, ba¡roco conüaste de exhibiciones yocultamientos (mentiras, en tanto que encubren verdades) que, su-mados, arrojan como ¡esultado la vetdad de cada individuq ajustadacomo anillo al dedo a las necesidades sociales y a la tranquiüdad de laconciencia propia.

IIL EI breue corpas 1 el noün de ¡y el¿cciix

De acuerdo con la otganización y la clasificación tradicionales,avaladas pot Alfonso Méndez Plancarte en su venión definitiva delas Obrat conpletat de SorJuxa, son ocho sus sonetos filosófico-mora-les: "Este que ves, engaño colorido", "En perseguirme, Mundo, ¿quéinteresas?", "Rosa divina que en gentil cultu¡a", "Miró Celia unatosa que en el prado", "Si los desgos del mar considerara", '!Tangtande, ¡ay Hadol, mi deJito ha sido?", "Diuturna enfe¡medad de laespetanza" y "Verde embeleso de la üda humana". De ellos, heescogido para esta breve teflexión sólo cuato. Los siguientes¡

t2



RUBúN D¡rlo MBDII

QUEJASE DE r-{ SUERTE: INSINIJA su A\€RSIÓN A Los uclos,YJUSTIFICA SU DI\ERTIME¡{TO A IáS MUSAS

En petseguitme, Mundo, ¿qué intetesas?

¿En que te ofendo, cuando sólo intento

poner bellezas en mi entendimiento

y oo mi eotendimiento en las bellezas?

Yo oo estimo tesoros ni tiquezas;

y asi siempre me causa má5 contento

pooet riquezas eo mi pensamieoto

que no mi pensamiento en las riquezas.

Y no estimo hermosua que, vencida,

es despojo civil de las edades,

oi dqueza me agrada femeotida,

tenieodo pot mejor, en mis vetdades,

consumii vanidades de la vida

que coosumir la vida en vanidades,

ENCARECE DE ANTMOSIDAD LA ELECCIóN

DE ESTADO DURABI.E HASTA I-A MUERTE

Si los riesgos del mar considerata,

ninguno se embatcan; si antes viera

bien su peligrq nadie se atteviera

ni al bravo toro osado ptovocara.

Si del fogoso bruto pondetara

la furia desbocada en la catre¡a

el jinete prudente, nunca hubiera

quien con discreta maoo lo e¡f¡enata.

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EL DBSBRm QüB RoDI¡B^ ^

SoR JurN^

Pe¡o si hubie¡a alguno tan osado

que, no obstante el peligo, al mismo Apoloquisiese gobemat con atrevida

mano d rápido catto en luz bañado,

todo lo hiciera, y no tomas sólo

estado que ha de ser toda l¿ vida.

MUESTRA SENTIR QUE LA BALDoNEN

POR LOS AFLAUSOS DE SU HABIIIDAD

¿Tan graode, ¡ay Hadol, mi ddito ha süoque, por castigo de é1, o por tormentqno basa el que adelanta el pensamientq

sino el que le previenes al oldo?

Tan severo en mi co¡tta has procedidq

que me persuado, de tu duro intento,

a que sólo me diste entendimiento

potque fuese mi daño más c¡ecido.

Dísteme aplausos, pata más baldones;

subit me hiciste, pata penas tales;

y aun pienso que me dien¡n rus t¡aiciones

¡renas a mi desdicha desiguales,

porque, viéndome dca de tus dones,

nadie tuviese lástima a mis m¿les,

SoSPEGIA CRUFLDAD DISIMUIáDA,

EL ALMO QUE I-A ESPERANT-A DA

Diutuma enfe¡med¿d de la esperanz4

que así entretienes mis cansa¡los años

y en el fiel de los bienes y los daños

úcnes en equiübrio la balanza;

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RUBÉN D^Rlo MIDN

que siemp¡e suspendid4 e¡.l^ tzt¿^nza

de inclinarse, no dejan tus engaños

que üeguen a ercederse en los r¿maños

la desesperación o confianza:

¿quién te ha quitado el nombte de homicid¿?

pues lo etes más sever¿, si se advierte

que suspendes el alma eotretenida;

y entre la irifausta o la infeüce suetrc,

no lo haces tu por conservar l¿ vid¿

sino pot dat más dilaada mue¡te.

Sobre la base de que la poesía baroca es, en una de sus estategias

disctusivas fundamentales, un artilugio para desarollar las capacida-

des atgumentativas en la presentación de jücios (tal como lo postu-

laba el gongorismo) o la habiLidad para formulat conceptos proñ:n-

dos e intrincados (según lo ptescribían Quevedo y sus seguidores),

los motivos de Ia elección parecen evidentes: 1) En estos cuatro

poemas es posible advertit la mirada introspecdva de Sot Juana en

los momentos de titubeo, de rebeldía y hasta de desesperanza. 2)

Ttanspatece, igu¿lmente, la postuta de la monia mexicana con tes-

pecto al espacio que le cortesponde en la compleia tama social del

virreinato, y ello constituye lo que en sentido lato llamadamos su

frlosofia y pone de telieve, en buena medida, la estrucnua ideológica

de Ia Colonia.

Entendidos desde la panorámica de una Sor Juana consciente

de sus conocimientos ¡ particulatmente, de su inteligencia, los poe-

mas esbozan clatamente cuaúo distintos momentos de una misma

actitud ante la vida.

IV, l-a perpectiua raciorcl de lo¡ ¡oxeto¡ 0 ttira 14 indepesrlencit

o En perseguirme, mundq qué interesas

Ftente al mundo perseguidor (muy ptobablemente sinécdoque /01¿

pm parte que simboliza a un puñado de Petsonas y tal vez concreta-



Er, DBsrERr0 QUB RoD¡rB A SoR JurN

mente a su confesor, el jesuita Antonio Núñez de Miranda) y acaso

enfervodzada por el podetoso apoyo de sus amigos los virreyes, loscondes de Paredes y malqueses de la Laguna, la poetisa se ¡eafrmaen su razón y protesta airadamente. La pregunta retórica rten peJse-

guirme, mundo, qué interesas?" o, según la propuesta susodicha ¿enperseguirme, Antonio Núñez de Mitanda, qué interesas?, es cierta-mente una actitud soberbia de quien se sabe acosado petq al mismotiempo, capaz de tornar objetiva su circunstancia mediante laracionalización de los acontecimientos ¡ sobte todo, a través del usode Ia palabra, no siempre dócil pata los filósofos.

Es, a no dudane, la posición animosa de quien conoce la tes-

Puesh y ptotesta porque se siente vigilada y violenada por tura so-ciedad que exigía el sometimiento de todos sus integrant€s y que r¡oadmitía las individualidades (menos aún, las femeninas). Su confe-sot, el obispo de Puebla y €l arzobispo de México son sólo btazosejecutores --especie de extensión final de Ia patafemalía social- deuna comunidad optesora, caldo de cultivo inmejorable de los insut-gentes y de los i¡confotmes. Sor Juana, desde estos momentosr es

decit, casi ciento cincuenta años antes de Ia independencia de Méú-co, representa al español que empieza a dejar de sedo, al criollosometido peto tebelde, oprimido pero inconforme, que habrá deacaudillar los movimientos sepatatlstas iberoamedcanos.

Tal talante consdnrye la postura filosófica tÍpicamente so{uaniana:la de la minda introspectiva que se propone dat cuenta del universodesde un punto de yista inverso al que suele emplear el discutso delas ciencias dutas y experimentales, Con el apoyo de una exégesis

cuyo ptopósito es observat el signo más allá de su función denotativae inclusive más allá de su función connotativa, esto es, que se fija elobjetivo de conside¡ado como ptoductot de mensajes sociales y deestudiado no sólo "en el seno de la vida social', según la clásicadefinición saussuriana de semiótica, sino en cuanto a la calidad delos enlaces que establece con otros signos de cajácter cultural y,

particulatmente, Jiterado, resulta posible inferir las lecturas frecuen-tadas pot Sor Juana e identificar la postura introyectiva y la asocia-ción del cosmos extetno referido al microcosmos corporal y espiri-tual del individuo humano con las bases filosóficas del neoplatonismo

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RUBÍN D^nfo MEDINA

y del hetmetismo renacentista, tepresentados por filósofos como Ios

ya mencionados, León Hebreo y Giordano Bmno, y gallardamente

expresados en su breve eficacia por los versos de otro de los auto¡es

favoritos de la reügiosa mexicana. Calderón dice en r¡n pasaje de I-.a

úd¿ e¡ srcño:

Nada me ha suspendidq

que todo lo tenía ptevenido;

mas si admi¡arme hubie¡a

algo en el mundo, la hetmosum fue¡a

de la mujer. hlauna vez yq en los üb¡os que teofa,

que lo que a Dios mayot esnrdio debe

era el hombre, por ser r¡n mundo bteve...

En los otros tres poemas aquí comentados, igualmente, la actitudintrospectiva, el viaje teflexivo (reflejo) hacia el meollo del propioespírin¡, parece el método filosófico preferido personalmente por lamonja jerónima. En los poemas aquí comentados ¡ más aún, enotros textos suyos de más grande aliento como el Pimem steñ0. Asemejanza de su tocayo San Juan de la Cruz, a quien con seguridad

también ftecuenaba en sus lecturas, la poetisa novohispana, quienno hizo en su vida más viaje que el de su pueblo natal a la ciudad de

México, de donde nunca más hubo de salir, emprende continuosviajes al interior de su propio pensamiento A diferencia del abulense,

la nepandense no transita por los espacios de la fe en éxtasis místi-cos; sus ámbitos favoritos son, en cambio, los de la especulación

racional, los del juego con el per¡samiento (aun, por ejemplq en el

anáüsis de los procesos fisiológicos y oníricos dutante el propio sue-

ño) y los de la duda racional apenas encubierta por el velo de la fe ydel celo inquisitotial.

En los cuaüo sonetos, en fin, queda claJo que la llnea isotópicasobresaliente es la de la ¡ebeldí¿. L¿ humilde monja jerónima protes-ta, y no tanto en contra del Hado infausto cuyos designios ignora yasume con fe sinceta y con espetanza más o menos fume. Ptotesta,sobre todq con una ira apenas disimulada en cont¡a de lo inexorable



8L D¡sr8mo QUB RoD!¡oA A SoR Ju¡ ^

de las atadwas de una posición desventa,osa y en cooua de la triste-za de urz vida terrenal cuyo derrotero no le es dable conüolar dsiquiera en la medida de dedicar sus días y sus noches a las tareas

que su vocación le demanda urgentemente, En ella, y en oüos comoella de su tiempo y de su espacio, se encuentra en germen la pequeña

semilla de la insu¡rección.

V. Uxa d*da qw deja ittaíkne la fe

La oposición entre misticismo e Ilustración no resultan i¡reconcilia-bles en Sor Juana, pero sl ponen constantemente en ftágil equilibriola ortodoxia de su credo @asta una mimda úpida a las notas dabo-radas pot ura autoridad en materia doctrinaria católica, como era

Alfonso Méndez Plancarte, para acordar con él que la poetisa diorrrás de un motivo pata "tenet ¡uido" con Ia Santa Inquisición, pese

a sus declaraciories en contario). Así puede advettirse, especialmen-

te, en el ultimo soneto de los aquí citados, en que de la manera más

fetóricamente subrepticia pone en tela de juicio nada menos que lavimrd teologal de la esperarua (Diutuma). Y lo mismo exactamenrepodtía decirse del citado antes que éste ("Tan grarde, ¡ay Hadol, midelito ha sido'), en el que parecería notarse una actih¡d francamente

retadora, acaso dictada pot la desesperación, de quien afea al desti-no (o a su autor: el uso de la maÉscula en la palabra "Hado", san-

cionada por el padte Méndez Plancarte h¿ce más elocuente la ex-ptesión) los dgores de la fortuna personal y levanta la voz cont¡a las

instituciones sociales que la fue¡zat a permanecer i¡lzriable en unestado,

En "Si los tiesgos del mat considerara.,," resalta la postura es-

céptica aquí mencionada, Desde una perspectiva de autoanálisis queconsiste en Ia mi¡ada reflexiva a manera de quien se obserr,z íntima-mente con Ia a''uda de un espejo, Sot Juana se plantea las dudas más

acerbas acetca de la existe¡cia humana, pues en la medida en quepropone e¡r un primer plano sus dudas vocacionales, en un nivelmás ptofundo -a la maoera en que se coloca una semiüa bajo tie¡ra-no hace sino dudat de la übe¡tad del ser humano. Con el Segismundode Pedto Caldetón de la Batca parece decirse -y pregturtarsF acu-ciada pot Ia ince¡tidumbre:

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RUBúI DAnlo lt[DIN

Nace el pez que no tesPira,

aboto de ovas y lamas,

y apenas bajel de escamas

sobre las ondas se mira,

cuando a todas partes gita

midieodo la inmeosidad

d€ tanta capacidad

como le d¿ el cent¡o fdo:

¿y yo con más albedrío

tengo menos tibertad?

Lo íntimo de la fe de Sor Juana, sin embatgo, se mantiene siempre

invicto. A jtzgat por lo que escribió hasta dos años antes de su

muerte, su creencia no titubea; más todavía: parcce incrementarse'

Su muede en pago a la asistencia voluntaria y espontánea de las her-

manas contagiadas de peste, para oo ir rnás lejos, es un claro ejemplo

de la fi¡meza de su fe Creía SorJuana sincetamente, con esPíritu gozo-

so ¡ al rwés de sus hermanas, no con la céleble fe del catbonero.

Su convencimiento, emPero, parece comulgar con los aspectos

centrales del credo católico y no con algunos accesodos. Tal €s el

casq por ejemplo, de su punto de vista en lo tocante al concepto

científico del universo. La teotía tolemaica, aceptada pot la Iglesia y

€n completa concotdancia con la teotía teológico-filosófica tomista,

r¡o parece convencer a SorJuana plenamente. Escúchese, como mues-

tra, el siguiente romance escrito con el propósito de festejat el cum-

pleaños del virre¡ marqués de la Laguna:

Llegóse aquel día,

gtan señot, que el cielo

dcstinó dichoso

pá¡a natal vucstio

Suma el sol la cuent¿

que escribe en aqucllos

de est¡cll¿s guarismos,

rasgos de lucctos,

r39



Br, Dssnato Qüt xoDt EA r Son Juar{

El dorado tomoque dwana en bellos

h.ilos de sus rayos

claLros ctecimientos,

De los doce signos

con huellas de fuego

pisó ya otta vez

los vados aspectos.

Ya otta vez ha üstolos opuestos ceños

del ¿lemán fdoy el adusto negro

Ya ostentó otra vez

con vados efectos,

pdmaveta, esdo,

otoño e invie¡no

Ya ausente, y ya cerca,

ha dado al notuego

ya perpetuas sombtas

y ya lucimientos.

Ya otra vez la rueda

voluble del tiempo

clausuó del giro

un cftculo ente¡o..

Desde luego, con elementos semeiantes a éste @otque los ha¡ y nopocos) resulta sumamente affiesgado asegr¡rr¡r que el uliverso enque Sor Juana c¡eía es el espacio abierto e i¡finito de Bruno -ymenos aún, el galileano-; pero del mismo modo no pareceriz

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RUBúN D^Rlo MBDIN,{

demasiadamente osado afumat que tarnPoco acepta la imagen de

r¡n mundo cetrado, a ma¡e¡a de feudo amutallado, aun a pesar de

que su madte la Iglesia la obligaba a concebitlo de ese modo

W. Coda Jugacísina.

O do e kdos liercar k mirno wdic piasa dtnadado

Además de estos asp€ctos, que apuntan hacia una especulación en

cuanto a la postua del pensamiento petsonal de Sot Juana -al mat-

gen de filiaciones en escuelas filosóficas- y que acendtan la enigmá-

tica personalidad de la sabia novohispan4 lo que esas palabras se

han propuesto es atisbar --como quien realiza t¡n semblanteo inicial-

su visión del mundq su concepto del universq su horizonte científi-

cq su actitud ante el dogma catóüco que ptofesaba con sinceridad,

pero que en ocasiones tesulaba desbotdado por el ímpetu de su

razonamiento y de su genio attístico, tan reacios a cualquier imposición de cone fund¿menalista. Habrá que aprestarse a emprender

esta ratea más a fondq a pesar de lo tesbaloso del camino y de lo

tdllado del tereno. Su prodigiosa inteligencia y su exttaordinatia ca-

lidad artística justificarán Ia empresa.

r4t



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et rodeaba a sorjuna: [a rnosónrco-morut€¦ · ensayo, se ditía, con el sentido dieciochesco de...

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