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Francisco Carmona Godoy Psicólogo Estilos de Apego, Mentalización y Personalidad Apuntes sobre el enfoque de Peter Fonagy

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Resumen y presentación sobre aspectos básicos del enfoque de la Mentalización de Peter Fonagy, autor además de los textos resumidos en esta presentación.

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Francisco Carmona GodoyPsicólogo

Estilos de Apego, Mentalización y Personalidad

Apuntes sobre el enfoque de Peter Fonagy

Apego (attachment) Teoría desarrollada por John Bowlby a finales de la década de 1950 (a base de

observaciones en animales), que postula una necesidad humana para formar vínculos afectivos estrechos.

Su núcleo es la reciprocidad de las relaciones tempranas, como precondición del desarrollo (psicológico, biológico, etc.) normal en todos los mamíferos, humanos incluidos.

Las conductas de apego del infante humano ( p.ej., búsqueda de la proximidad, sonrisa, colgarse) son correspondidas con las conductas de apego del adulto (tocar, sostener, calmar), y estas respuestas refuerzan la conducta de apego del niño hacia ese adulto en particular.

La activación de conductas de apego depende de la evaluación por parte del infante de un conjunto de señales del entorno que dan como resultado la experiencia subjetiva de seguridad o inseguridad.

La experiencia de seguridad es el objetivo del sistema de apego, que es, por tanto, primero y por encima de todo, un regulador de la experiencia emocional- En este sentido, se encuentra en el centro de muchas formas de trastornos mentales y de la totalidad de la tarea terapéutica.

Sistema de apego Activado, en contrabalance del sistema de exploración.

Patrones de Apego Propuestos por Mary Ainsworth (colaboradora de Bowlby), a base de su

experimento de la “situación extraña”, la cual se centraba en los efectos de la presencia-ausencia de la madre sobre la conducta exploratoria de los niños frente a desconocidos. Distinguió 4 patrones de conducta en los niños.

1.- Los infantes clasificados como Seguros exploran rápidamente en  presencia de su cuidador/a primario, están ansiosos ante la presencia del extraño y le evitan, son perturbados por las breves ausencias de su cuidador/a, buscan rápidamente contacto con el cuidador/a cuando éste retorna, y son reasegurados por éste. El infante retorna a la exploración. El cuidador es capaz de reestabilizar las respuestas emocionales desorganizantes del niño. Por lo tanto, ellos permanecen relativamente organizados en situaciones de estrés.

2.- Algunos infantes, que aparecen como menos ansiosos por la separación, pueden no buscar la proximidad del cuidador/a después de la separación, y pueden no preferir al cuidador/a más que al extraño; estos infantes son designados como Ansiosos/evitativos. han tenido experiencias en las cuales su activación emocional no fue reestabilizada por el cuidador/a, o que ellos fueron sobrestimulados por conductas parentales intrusivas; por lo tanto, sobreregulan su afecto y evitan situaciones que pudieran ser perturbadoras.

Patrones de Apego 3.- Los infantes Ansiosos/resistentes (ambivalentes), muestran

limitada exploración y juego, tienden a ser altamente perturbados por la separación, pero tienen dificultad en reponerse después, mostrando agitación, tensión, y continúan llorando o molestan de una manera pasiva. La presencia del cuidador/a o los intentos de calmarlo fracasan en reasegurarlo, y calmar la ansiedad del infante. Subregulan, incrementando su expresión de malestar posiblemente en un intento de despertar la respuesta esperada por parte del cuidador/a. y la rabia parecen impedir que obtengan alivio con la proximidad del cuidador/a.

4.- Un cuarto grupo de niños exhibe conductas aparentemente no dirigidas hacia un fin, dando la impresión de desorganización y desorientación. Los infantes que manifiestan inmovilización, golpeteo con las manos, golpeteo con la cabeza, el deseo de escapar de la situación aún en presencia de los cuidadores son denominados como "Desorganizados/ desorientados". Se sostiene generalmente que para tales infantes el cuidador ha servido como una fuente tanto de temor como de reaseguramiento, consecuencia de lo cual la activación del sistema conductual del apego produce intensas motivaciones conflictivas. No es de extrañar que una historia de negligencia severa o de abuso sexual o maltratos esté asociada a menudo con este patrón

Mentalización (o función reflexiva) Concepto asociado: Teoría de la mente. Es una expresión

usada en filosofía y ciencias cognoscitivas para designar la capacidad de atribuir pensamientos e intenciones a otras personas

Cuando un sujeto inteligente está dotado de teoría de la mente se entiende que tiene la capacidad de comprender y reflexionar respecto al estado mental de sí mismo y del prójimo; también incluye la teoría de la mente la capacidad de percibir y así poder llegar a reflexionar y comprender en relación a las sensaciones propias y del prójimo (en este caso principalmente por signos corporales que el otro da) logrando así el sujeto prever el comportamiento propio y el ajeno.

Un niño de cuatro años tiene (esperablemente según su desarrollo) una "teoría de la mente", lo cual está indicado por su habilidad de atribuir falsas creencias. Razona en términos de las creencias que pueden ser atribuidas a otros. Un niño de tres años, sin embargo, basa su predicción en su propia representación de la realidad y no en el estado mental del otro.

MentalizaciónExperimento:

Say, un niño de tres años, ve a su amigo Maxi esconder un trozo de chocolate en un caja al mismo tiempo que Maxi dice que él saldrá pero volverá para comerlo más tarde (Perner, 1991). Después de que Maxi sale, el niño ve al experimentador cambiar el chocolate a un cesto. Se le pregunta al niño: "¿Dónde buscará Maxi el chocolate cuando él vuelva?". El niño de tres años tiende a predecir que Maxi mirará en el cesto donde el chocolate está en realidad, más que en la caja donde él lo dejó. Los niños de cuatro y cinco años son ya capaces de predecir la conducta de Maxi sobre la base de lo que se esperaría que serían las creencias de Maxi, es decir, que el chocolate estará donde él lo dejó. Se dice que el niño de cuatro años tiene una "teoría de la mente", lo cual está indicado por su habilidad de atribuir falsas creencias (Wimmer y Perner, 1983). Adopta una actitud intencional y razona en términos de las creencias que pueden ser atribuidas a Maxi. El niño de tres años, sin embargo, basa su predicción en su propia representación de la realidad (teleológica) y no en el estado mental del otro.

Mentalización La adquisición de una "teoría de la mente" no culmina en

etapas tempranas del desarrollo. La función reflexiva nunca es alcanzada totalmente. En momentos de alta activación emocional, en el contexto de relaciones íntimas, encontramos difícil el construir representaciones exactas del mundo mental del otro.

Un niño de tres años (o menor) basa sus expectativas en un modelo no mentalista de la conducta, "teleológico“, en el cual, la conducta de otros es interpretada sobre resultados visibles y no desde deseos o intenciones inferidas.

La capacidad de comprender que las acciones de otra persona pueden ser impulsadas por deseos diferentes a las propias, se les llama capacidad mentalizante o función reflexiva.

Conviene distinguir entonces entre una interpretación teleológica (o no mentalizante) y una interpretación mentalística o reflexiva de las relaciones de apego.

Dato importante: investigaciones han encontrado correlaciones insignificantes entre capacidad mentalizante y el cociente Intelectual o nivel educacional.

Mentalización y Apego

Padres con capacidad reflexiva promueven con más probabilidad un  apego seguro en el niño, y además, el apego seguro facilita la capacidad reflexiva.

Un cuidador/a reflexivo incrementa la probabilidad del apego seguro del niño, el cual, a su vez, facilita el desarrollo de la capacidad de mentalizar. Una relación de apego seguro provee un contexto también seguro para que el niño explore la mente del cuidador/a, y de esta manera conozca más acerca de las mentes.

La capacidad reflexiva en el niño es facilitada por el apego seguro. El proceso es intersubjetivo: el niño consigue conocer la mente del cuidador/a de acuerdo a cómo  el cuidador/a intenta comprender y contener el estado mental del niño.

Mentalización y Apego El niño que busca una manera de manejar su malestar,

identifica en la respuesta del cuidador/a, una representación de su estado mental que él puede internalizar y usar como una estrategia de regulación afectiva.

Es decir, los cuidadores “interpretan” por el niño el estado afectivo que éste demuestra, y le es devuelto “digerido” al niño, y así puede internalizar de forma ordenada su experiencia afectiva, en términos de estados mentales.

El niño con apego seguro percibe en la actitud reflexiva de su cuidador/a una imagen de sí mismo como capaz de tener creencias. Ve que el cuidador/a lo representa a él como un ser intencional, y esta representación es internalizada para formar el self (representación y organización interna de sí mismo).

Niños con apego evitativo se escapan en alguna medida del estado mental del otro.

Niños con apego resistente (ambivalente) se centran en su propio estado mental de malestar con exclusión de intercambios intersubjetivos estrechos.

Mentalización y Apego Los niños con apego desorganizado se muestran

hipervigilantes de la conducta del cuidador; usan todos los indicadores disponibles para predecir, y pueden ser agudamente sensibles a los estados intencionales; pueden, por tanto, estar más preparados para construir una explicación en términos mentales de la conducta del cuidador/a.

En tales niños la capacidad de mentalizar puede ser evidente (es decir, interpretan los estados mentales de otros), pero no tiene el rol central y efectivo en la organización del self que caracteriza a los niños con apego seguro.

El apego seguro incrementa el desarrollo de la seguridad interna, de la autovalía y de la autonomía. Los niños con apego desorganizado, aún en el caso que  adquieran la capacidad de mentalizar, fallan en integrar esta capacidad con su organización del self.

Mentalización y Apego a)  el cuidador del niño con apego desorganizado falla al

interpretar o procesar el estado mental del infante, mostrando sistemáticas distorsiones en la percepción y reflexión acerca de este estado.

b) el estado mental del cuidador/a evoca intensa ansiedad ya sea a través de conductas atemorizantes que sugieren malevolencia hacia el niño, o de conductas que sugieren temor, que puede incluir el temor que el cuidador/a tiene del niño.

c) el niño necesita usar recursos desproporcionados para entender la conducta parental a expensas de lo que sería reflexionar sobre sus estados del self.

Estos factores se combinan, quizás,  para hacer que los niños con apego desorganizados se conviertan en agudos lectores de la mente del cuidador/a en determinadas circunstancias, pero pobres lectores de sus propios estados mentales.

Apegos Patológicos, Mentalización y Trastornos de Personalidad Investigaciones sugieren que el maltrato infantil puede

hacer que los infantes se retiren del mundo mental. El aislamiento psicológico del maltrato aumenta el malestar,

activando al sistema de apego. La necesidad de proximidad persiste así e incluso se incrementa como consecuencia del malestar causado por el abuso.

La proximidad mental se hace insoportablemente dolorosa, y la necesidad de cercanía se expresa en el nivel físico. De este modo, el infante puede paradójicamente sentirse impulsado a acercarse físicamente al abusador.

En la contradicción entre la búsqueda de proximidad en el nivel mental y el nivel físico radica el apego desorganizado observado de forma tan sistemática en infantes maltratados.

Apegos Patológicos, Mentalización y Trastornos de Personalidad

Premisa: Existiría una asociación específica entre el maltrato infantil y ciertos trastornos de personalidad.

Individuos con trastornos de personalidad como víctimas de maltrato infantil que lo afrontaron rechazando captar los pensamientos de sus figuras de apego, evitando así tener que pensar sobre los deseos de sus cuidadores de hacerles daño.

Personas con trastornos de personalidad son inmensamente vulnerables a las relaciones íntimas. Hay aquí dos proposiciones:

1) los individuos que sufren un trauma precoz pueden inhibir defensivamente su capacidad para mentalizar.

2) algunas características de los trastornos de personalidad pueden estar basadas en dicha inhibición.

Apegos Patológicos, Mentalización y Trastornos de Personalidad ¿Por qué un ambiente familiar de maltrato socavaría la capacidad

reflexiva? Porque el reconocimiento del estado mental del otro (maltratante) puede ser peligroso para el self en desarrollo. El infante que reconoce el odio o la violencia que implican los actos de violencia de sus progenitores o cuidadores se ve forzado a verse a sí mismo como carente de valor o como no digno de ser querido.

Los cuidadores de infantes desorganizados frecuentemente reaccionan al malestar del infante con un comportamiento asustadizo o atemorizante.

El infante llega a percibir su propia excitación como una señal de peligro de abandono.

Entonces, la activación emocional en estos infantes pueda convertirse en un desencadenante del funcionamiento teleológico no mentalizante; despierta una imagen del progenitor que abandona al infante en un estado de ansiedad o rabia al que el infante reacciona con una respuesta disociativa complementaria.

Mentalización y T. de Personalidad En casos de malos tratos , la experiencia interna del niño no

encuentra la comprensión externa; permanece sin nombrar, confusa, y el afecto no contenido genera más desregulación, lo cual excluye una imagen del self tan coherente en el niño.

El apego desorganizado se enraiza en un self desorganizado. El individuo, cuando está solo se siente inseguro y vulnerable por la proximidad de una representación torturadora y destructiva (su self desorganizado).

Y por otra parte, en sus relaciones interpersonales, requerirá que le sea permitido la externalización (conductas impulsivas, erráticas, emocionalidad explosiva, etc), porque si es coartado, se siente casi literalmente en riesgo de la fusión psicológica con el otro, de desaparecer, y ante el “peligro” de la disolución de todos los límites entre sí y el otro (lo que podría conocerse como “síndrome de difusión de identidad”).

En los pacientes borderline, los esquemas interpersonales son notablemente rígidos porque no pueden imaginar que el otro pudiera tener una construcción de la realidad diferente de la que ellos experimentan como convincentes (actitud teleológica: el individuo ve el resultado de la acción, y esto es visto como su explicación).

Una comprensión más profunda requeriría reconocer motivaciones y creencias subyacentes alternativas que dieran cuenta de la conducta observada (y que en sus experiencias tempranas, esto resultaba doloroso o amenazante).

Pueden atribuir estados mentales e intenciones a otros (certera o equivocadamente), pero fallan en la lectura de las propias.

Para experimentar el estar con otra persona tiene que haber una mente; para sentir la continuidad entre el pasado y el presente, la conexión es proporcionada por los estados mentales; el vacío y, en extremo, la disociación es la mejor descripción que individuos limítrofes pueden dar de la ausencia de sentido que crea el fallo de la mentalización.

Mentalización y T. de Personalidad

Psicoterapia y mentalización La psicoterapia, cualquiera que sea su forma, trata de la

reactivación de la mentalización. Tanto la terapia dialéctica conductual de Marcia Linehan,

como la psicoterapia psicoanalítica de Clarkin y Kernberg u otras:

(1) intentan establecer una relación de apego con el paciente;

(2) intentan utilizarla para crear un contexto interpersonal donde la comprensión de los estados mentales se convierta en un foco;

(3) intentan (principalmente de forma implícita) recrear una situación donde se reconoce al self como intencional y real para el terapeuta y que este reconocimiento sea claramente percibido por el paciente.

Entonces, el núcleo de la terapia psicológica con pacientes con trastorno de personalidad severo es la facilitación de los procesos reflexivos. El terapeuta debe ayudar al paciente a comprender y poner nombre a los estados emocionales con la mirada puesta en el fortalecimiento de la capacidad mentalizante.

Psicoterapia y mentalización

El cambio se genera en estos pacientes con interpretaciones breves, específicas. Raramente puede manejarse adecuadamente la destructividad de estos pacientes por medio de la confrontación o de la interpretación de su intención agresiva.

La actitud mentalística y elaborativa del terapeuta posibilita al paciente encontrarse a sí mismo en la mente del terapeuta como un ser que piensa y siente, e integrar esta imagen como parte de su sentido de sí mismo.

Existe una transformación gradual entre un modo no reflexivo de experimentar el mundo interno (que resulta caótico, y donde lo interno y lo externo parecen ser lo mismo), a otro donde el mundo interno es tratado con mayor circunspección y respeto, separado y cualitativamente diferente de la realidad física.

Bibliografía

Fonagy, P. “Persistencias transgeneracionales del apego: una nueva teoría”. Publicado en la revista “Aperturas Psicoanalíticas; Revista Internacional de Psicanálisis” N°, 003 (1999).

Fonagy, P. “Apegos patológicos y acción terapéutica”. Publicado en la revista “Aperturas Psicoanalíticas; Revista Internacional de Psicanálisis”, N° 004 (2000).

Apuntes varios sobre apego y teoría de la mente.

Gracias por su atención