escanear0015

6
I 1. Grado quinto: historia de la salvación y de la revelación dium et spes 22; Ad gentes 7; N ostra aetate 1s). Ante nuestro cono- cimiento actual de la extensión espacial y sobre todo temporal de la historia de la humanidad, no puede suponerse con seriedad y sin pos- tulados arbitrarios que todos los hombres, para poder creer y así sal- varse, han estado y tienen que estar unidos con la concreta revelación histórica por la palabra en sentido estricto, o sea, con la tradición explícita de una paradisíaca revelación originaria o con la revelación bíblica del Antiguo y del Nuevo Testamento. Pero unaacción salví- ,[tca sin fe es imposible, y una fe sin encuentro cón el Dios que se revela personalmente es un falso concepto. Así, en concreto no puede pensarse sino una fe que sea simple- mente la aceptación obediente de la autotrascendencia del hombre ele- vada en forma sobrenatural, la aceptación obediente de la referencia trascendental al Dios de la vida eterna, referencia que como modali- dad apriorística de la conciencia reviste de todo punto el carácter de una comunicación divina. Esta experiencia trascendental sobrenatural, que ya en sí realiza a su manera el concepto de una revelación divina y por eso en su historia constituye también una historia de la revelación, ciertamente requiere una mediación histórico-categorial; pero ésta no tiene que hacer temática necesariamente y en todas partes de manera explícita la experiencia trascendental como efecto de una sobrenatural acción reveladora de Dios. 4. RELACIÓN ENTRE LA HISTORIA GENERAL DE LA REVELACIÓN TRASCENDENTAL Y LA HISTORIA CATEGORIAL ESPECIAL DE LA REVELACIÓN Así pues, la historia de la salvación y de la revelación, como comunicación auténticarnente gratuita de Dios mismo, es coexistente y coextensiva con la historia del mundo, del espíritu y también de la religión en general. Porque hay una autotrascendencia -con carácter de revelación- del hombre por la autocomunicación ontológica de Dios, acontece historia de la revelación siempre que esta experiencia trascendental tiene su historia, o sea, en la historia del hombre en ge- neral. La pregunta de dónde y cómo esta historia de la revelación y de la salvación -postulada hasta ahora en forma más bien apriorística+ acontece en la historia del hombre, y la pregunta de cómo la historia 188 Interpretación histórica de la experiencia trascendental general sobrenatural de la salvación deja subsistir junto a ella -o, me- jor, en ella misma- como necesaria aquella historia de la revelación que en general se llama simplemente historia de la revelación, son cuestiones cuya respuesta puede pensarse en una reflexión. La autointerpretación histórica esencialmente necesaria de la experiencia trascendental (sobrenatural) La experiencia sobrenatural-trascendental tiene una historia, y sólo aparece como enmarcada una y otra vez en ella, porque dicha expe- riencia tiene una historia que se identifica con la historia de la humani- dad y no acontece sólo en algunos puntos de ésta. Para ver desde aquí el nexo, la necesidad y la diferencia entre esta historia trascendental de la salvación y de la revelación, por una parte, y la historia categorial, particular y oficial de la salvación, por otra, han de pensarse sobre todo dos cosas: la historia categorial del hombre como un sujeto espiritual es siempre y en todas partes la nece- saria, pero histórica, objetivante, autointerpretación de la experiencia trascendental, que constituye la realización de la esencia del hombre. Esta realización esencial del hombre no acontece junto a los sucesos de la vida histórica, sino en esa vida histórica. La autointerpretación histórico-categorial de lo que es el hombre no acontece sólo ni primor- dialmente mediante una antropología explícita, formulada en frases, sino en la historia entera del hombre, en su hacer y padecer la vida in- dividual; en lo que llamamos simplemente historia de la cultura, de la socialización, del Estado, del arte, de la religión, de la externa domi- nación técnica y económica de la naturaleza. En dicha historia -y no cuando los filósofos comienzan por primera vez a desarrollar una an- tropología- acontece esta autointerpretación histórica del hombre. Aquella reflexión teórica en una antropología metafísica o teológica que llamamos generalmente autointerpretación del hombre, constituye un momento sin duda necesario, pero a la vez relativo y secundario, el cual está ligado a la historia entera de la humanidad. Esa autointerpre- ración debe pensarse como algo que acontece en una historia auténti- ca, no como una evolución biológica, determinista. Ella es historia, o sea, libertad, riesgo, esperanza, proyección hacia el futuro y posibili- dad de fracaso. Y sólo en todo ello y de esta manera tiene el hombre 189

Upload: seminary

Post on 02-Jul-2015

82 views

Category:

Documents


1 download

TRANSCRIPT

Page 1: Escanear0015

I1.

Grado quinto: historia de la salvación y de la revelación

dium et spes 22; Ad gentes 7; N ostra aetate 1s). Ante nuestro cono-cimiento actual de la extensión espacial y sobre todo temporal de lahistoria de la humanidad, no puede suponerse con seriedad y sin pos-tulados arbitrarios que todos los hombres, para poder creer y así sal-varse, han estado y tienen que estar unidos con la concreta revelaciónhistórica por la palabra en sentido estricto, o sea, con la tradiciónexplícita de una paradisíaca revelación originaria o con la revelaciónbíblica del Antiguo y del Nuevo Testamento. Pero unaacción salví-

,[tca sin fe es imposible, y una fe sin encuentro cón el Dios que serevela personalmente es un falso concepto.

Así, en concreto no puede pensarse sino una fe que sea simple-mente la aceptación obediente de la autotrascendencia del hombre ele-vada en forma sobrenatural, la aceptación obediente de la referenciatrascendental al Dios de la vida eterna, referencia que como modali-dad apriorística de la conciencia reviste de todo punto el carácter deuna comunicación divina. Esta experiencia trascendental sobrenatural,que ya en sí realiza a su manera el concepto de una revelación divina ypor eso en su historia constituye también una historia de la revelación,ciertamente requiere una mediación histórico-categorial; pero ésta notiene que hacer temática necesariamente y en todas partes de maneraexplícita la experiencia trascendental como efecto de una sobrenaturalacción reveladora de Dios.

4. RELACIÓN ENTRE LA HISTORIA GENERAL DE LAREVELACIÓN TRASCENDENTAL Y LA HISTORIA CATEGORIAL

ESPECIAL DE LA REVELACIÓN

Así pues, la historia de la salvación y de la revelación, comocomunicación auténticarnente gratuita de Dios mismo, es coexistentey coextensiva con la historia del mundo, del espíritu y también de lareligión en general. Porque hay una autotrascendencia -con carácterde revelación- del hombre por la autocomunicación ontológica deDios, acontece historia de la revelación siempre que esta experienciatrascendental tiene su historia, o sea, en la historia del hombre en ge-neral. La pregunta de dónde y cómo esta historia de la revelación y dela salvación -postulada hasta ahora en forma más bien apriorística+acontece en la historia del hombre, y la pregunta de cómo la historia

188

Interpretación histórica de la experiencia trascendental

general sobrenatural de la salvación deja subsistir junto a ella -o, me-jor, en ella misma- como necesaria aquella historia de la revelaciónque en general se llama simplemente historia de la revelación, soncuestiones cuya respuesta puede pensarse en una reflexión.

La autointerpretación histórica esencialmente necesaria de la experienciatrascendental (sobrenatural)

La experiencia sobrenatural-trascendental tiene una historia, y sóloaparece como enmarcada una y otra vez en ella, porque dicha expe-riencia tiene una historia que se identifica con la historia de la humani-dad y no acontece sólo en algunos puntos de ésta.

Para ver desde aquí el nexo, la necesidad y la diferencia entreesta historia trascendental de la salvación y de la revelación, por unaparte, y la historia categorial, particular y oficial de la salvación, porotra, han de pensarse sobre todo dos cosas: la historia categorial delhombre como un sujeto espiritual es siempre y en todas partes la nece-saria, pero histórica, objetivante, autointerpretación de la experienciatrascendental, que constituye la realización de la esencia del hombre.Esta realización esencial del hombre no acontece junto a los sucesosde la vida histórica, sino en esa vida histórica. La autointerpretaciónhistórico-categorial de lo que es el hombre no acontece sólo ni primor-dialmente mediante una antropología explícita, formulada en frases,sino en la historia entera del hombre, en su hacer y padecer la vida in-dividual; en lo que llamamos simplemente historia de la cultura, de lasocialización, del Estado, del arte, de la religión, de la externa domi-nación técnica y económica de la naturaleza. En dicha historia -y nocuando los filósofos comienzan por primera vez a desarrollar una an-tropología- acontece esta autointerpretación histórica del hombre.Aquella reflexión teórica en una antropología metafísica o teológicaque llamamos generalmente autointerpretación del hombre, constituyeun momento sin duda necesario, pero a la vez relativo y secundario, elcual está ligado a la historia entera de la humanidad. Esa autointerpre-ración debe pensarse como algo que acontece en una historia auténti-ca, no como una evolución biológica, determinista. Ella es historia, osea, libertad, riesgo, esperanza, proyección hacia el futuro y posibili-dad de fracaso. Y sólo en todo ello y de esta manera tiene el hombre

189

Page 2: Escanear0015

-r

Grado quinto: historia de la salvación y de la revelación Interpretación histórica de la experiencia trascendental

su experiencia trascendental como evento y a una con ello su esencia,que subjetivamente no puede poseerse junto a esa realización de la his-toria. Por esto, la propia interpretación de la experiencia trascendental

. en la historia reviste un carácter de necesidad esencial, pertenece a laconstitución de la experiencia trascendental, aunque ambas cosas noson simplemente lo mismo en una identidad dada de antemano.

Si, por tanto, hay una historia como necesaria autointerpreta-ción objetivante de la experiencia trascendental, en consecuencia seda una historia reveladora de la experiencia trascendental como nece-saria autointerpretación histórica de aquella originaria experienciatrascendental que está constituida por la comunicación de Dios mis-mo. Esta auto comunicación histórica de Dios puede y debe entender-se como historia de la revelación. En efecto, esta historia es la conse-cuencia y objetivación de la originaria comunicación de Dios mismo,por la que él se revela, es la interpretación de la misma y con ello suhistoria. En consecuencia, sólo puede llamarse historia de la revela-ción a la historia de la propia interpretación explícita de la experienciatrascendental sobrenatural en la vida del hombre y de la humanidad yen la antropología teológica, formulada en frases, que sigue a ello.

la naturaleza de la cosa, allí se da historia de la revelación en el senti-do que normalmente se da a esta expresión. De todos modos, este tipode historia de la revelación es sólo una especie, un sector de la historiageneral, categorial de la revelación; es el caso más logrado de la nece-saria autointerpretación de la revelación trascendental o, mejor dicho,la plena realización esencial de ambas revelaciones -la trascendental yla categorial- y de su historia una en una unidad y pureza de esencia.

Con ello tenemos un concepto de historia categorial de la revela-ción que no coincide todavía simple e inequívocamente con el de his-toria de la revelación en el Antiguo y el Nuevo Testamento. Todavíano hemos llegado tan lejos. Pues lo que hemos. mencionado como unaespecie de definición de una historia categorial de la revelación en sen-tido estricto -y por ello es aplicable univocamente al Antiguo y alNuevo Testamento- no tiene que estar dado con necesidad sólo en elAntiguo y el Nuevo Testamento. Si decimos que un profeta veterotes-tarncnrario cumple realmente en la palabra de Dios que él anuncia estesentido estricto de lo que llamamos historia categorial de la salvación(al decir que ésta se sabe como la historia de la salvación explícitamen-te querida y dirigida por Dios), con ello no se ha respondido todavíaa la pregunta de si algo así no se ha dado también fuera de la historiade la revelación del Antiguo y del Nuevo Testamento.

Si la experiencia trascendental de Dios de tipo sobrenatural sedespliega necesariamente a lo largo de la historia y forma así una his-toria categorial de la revelación y está así dada en todas partes, enton-ces está dicho también que esa historia es siempre una historia no lo-grada plenamente, inicial, que todavía se busca a sí misma y, sobretodo, por la culpa del hombre, está siempre cruzada por una situacióncondicionada por la culpa, es una historia obscurecida y ambigua de larevelación.

Por tanto, la historia de la revelación en el sentido usual y -so-bre todo- pleno de la palabra se da allí donde esta autointerpretaciónde la propia comunicación trascendental de Dios mismo en la historiase logra de tal manera y de tal manera llega con seguridad a sí mismay a una pureza genuina, que se sabe con razón como dirigida por Diosy se encuentra a sí misma (con conciencia de estar protegida por Dioscontra toda transitoriedad que tiende a petrificarse y contra la depra-vación).

Concepto de una historia categorial y especial de la revelación

La historia categorial de la revelación puede ciertamente, de una ma-nera no temática, a través de todo lo que acontece en la historia huma-na, la mediación histórica de la experiencia trascendental sobrenaturalde Dios como revelación sobrenatural. Pero la historia de la revela-ción trascendental de Dios volverá con necesidad a mostrarse una y

, otra vez como la historia que acontece con dirección irreversible haciauna suprema y envolvente autointerpretación del hombre, y así serácada vez más intensamente una explícita autointerpretación religiosade la experiencia trascendental sobrenatural de Dios, la cual tiene ca-rácter de revelación.

Ahora bien, partiendo de este punto podemos decir: Donde esahistoria de la revelación, explícitamente religiosa, categorial, comohistoria de la revelación trascendental por la comunicación de Diosmismo, se sabe como querida y dirigida positivamente por Dios y secerciora de la legitimidad de este saber en la manera preceptuada por

190 191

Page 3: Escanear0015

Grado quinto: historia de la salvación y de la revelación

Posibilidad de una historia auténtica de la revelaciónfuera del Antiguo ydel Nuevo Testamento

No pretendemos decir que tal pureza de la esencia de la revelación sehalla sólo en el ámbito del Antiguo y del Nuevo Testamento. Por lomenos en la historia individual de la salvación no hay ninguna razónen contra, pero sí muchas a favor, de que se dan momentos históricosen esta historia individual de la salvación y la revelación en los que laacción de Dios y la pura rectitud de la autointerpretación de la expe-riencia trascendental de Dios se convierten en dato y en certeza pro-pia para el individuo mismo. .

- Pero también en la historia colectiva de la humanidad, en su his-toria de la religión fuera de la economía salvífica del Antiguo y delNuevo Testamento, puede haber historias parciales y breves de tal his-toria categorial de la revelación, en las que está dado un trozo de la re-velación general y de su historia en forma refleja. Pero la mayoría delas veces estas historias parciales carecerán para nosotros de una conti-nuidad perceptible en sus elementos. En una historia de la culpa y dela desfiguración de la religión aquellas historias estarán siempre cruza-das por una historia de la interpretación errónea, culpable o meramen-te humana de esta originaria experiencia trascendental, que se hacepresente por doquier en la historia temática y atemáticamente.

Comoquiera que de hecho se presente esta posibilidad, no debeser impugnada en principio. Lo que se presupone es solamente queesta historia categorial de la revelación se entiende (o puede entender-se) como una autointerpretación de la experiencia trascendental deDios -con carácter de revelación-; y tal interpretación, cuando esrecta, ha de pensarse en virtud de la real voluntad salvífica de Dios,como querida y dirigida positivamente por él. A este respecto la "di-rección" no se concibe como adicional y venida de fuera, sino comofuerza inmanente de la propia comunicación de Dios, la cual, comolibre por parte de Dios y dada al hombre histórico, es una auténticahistoria, cuyo curso concreto no puede deducirse a priori desde unprincipio abstracto cualquiera, sino que, como la restante autointerpre-tación histórica del hombre, debe ser experimentada, sufrida y recibi-da en la historia.

El historiador cristiano de las religiones no tiene que concebir lahistoria de la-sreligiones no bíblicas o cristianas como mera historia de

192

Jesucristo como criterio de distinción

la acción religiosa del hombre, o como mera depravación de las posi-bilidades humanas de constituir una religión. También en la historiade las religiones no cristianas puede observar sin reparos, describir yanalizar los fenómenos, interpretarlos de cara a sus últimas intencio-nes, y si ve allí en acción al Dios de la revelación del Antiguo y delNuevo Testamento, a pesar del prirnitivismo y de las depravacionesque se dan en la historia de las religiones, de ningún modo atenta con-tra el carácter absoluto del cristianismo. Pero, como existe tambiénuna historia de la condenación, el historiador cristiano está obligado ano perder de vista la historia de la caída (de la antirrevelación) en lahistoria de la humanidad y de los fenómenos religiosos. Pero si él des-cubre una real y auténtica historia sobrenatural de la revelación -lacual, naturalmente, no puede estar consumada, pues sólo se consumaen Jesucristo, el crucificado y resucitado+, no hay que contradecirle apriori en nombre de la dogmática desde el carácter absoluto del cris-tianismo, sino que hay que incitarle a trabajar con objetividad en suhistoria de las religiones y a ver al hombre tal como éste es: como elser que se halla siempre y por doquier bajo la exigencia de la gracia yrevelación de Dios mismo y que es siempre y en todas partes el peca-dor, que en su historia recibe esta gracia de Dios y por su culpa vuelvea corromperla una y otra vez. Aquí se plantea, naturalmente, la pre-gunta de los criterios concretos de distinción.

Jesucristo como criterio de distinción

Por primera vez en el suceso pleno e insuperable de la propia objetiva-ción histórica de la comunicación de Dios mismo al mundo en J esu-cristo, se da un acontecimiento que como escatológico está sustraídoen principio y absolutamente a una depravación histórica, a una inter-pretación corruptora en la historia ulterior de la revelación categorialy de la desfiguración de la religión. En el sexto paso aduciremos lasbases teológicas de esta afirmación. Por eso, a partir de Jesucristo, elcrucificado y resucitado, se da un criterio para distinguir en la historiaconcreta de la religión entre lo que es una tergiversación humana de laexperiencia trascendental de Dios y lo que constituye su interpretaciónlegítima. Sólo a partir de Jesucristo es posible tal discreción de espíri-tus en sentido último.

193

Page 4: Escanear0015

Grado quinto: historia de la salvación y de la revelación Función de los portadores de la revelación

De hecho los cristianos sólo desde Cristo podemos distinguir ra-dicalmente en el contenido de la revelación veterotestamentaria entrela historia categorial de la revelación en pleno sentido y pureza, poruna parte, y los sustitutivos y desfiguraciones humanos, por otra. Sinosotros, como simples historiadores y científicos de la religión, inde-pendientemente de nuestra fe en Jesucristo, intentamos acercamos enun plano puramente histórico al Antiguo Testamento y a los fenóme-nos allí atestiguados como datos históricos, no tendremos ningún cri-terio último para distinguir entre lo que bajo el prisma de la esencia dela autocomunicación trascendental de Dios es pura y legítima manifes-tación y objetivación histórica de esta autocomunicación, de un lado,y lo que es rnutilante depravación humana, de otro. Y a este respectodebería distinguirse más exactamente (cosa a .su vez imposible sin lamirada puesta en Jesucristo) entre lo que allí es legítimo como una fasede objetivación de la experiencia trascendental de Dios propia de unaépoca aunque sólo sea como una interpretación transitoria que ostentauna dinámica interna hacia la plena revelación en Jesús, y lo que repre-senta ya una auténtica depravación, medido incluso en la situacióncoetánea del Antiguo Testamento.

com? hombres en los q~e acontece en acción y palabra-la autointerpre-racion de la expenenCla trascendental sobrenatural y de su historia.Por tanto, en ellos se hace palabra algo que en principio está dado entodos, también en nosotros, los que no nos llamamos profetas. Unaautointerprctación y objetivación histórica de la trascendentalidad so-brenatural del hombre y de su historia no necesita ni puede ser inter-pretada como un proceso meramente humano y natural de reflexión yobjetivación. Se trata de la propia interpretación de aquella realidadque está constituida por la propia comunicación personal de Dios, osea, por Dios mismo. Si ésta se interpreta históricamente, entonces esDios el que se interpreta a sí mismo en la historia, y los portadoreshistóricos concretos de tal autointerpretación están en sentido auténti-co autorizados por Dios. Esa autointerpretación no es un suceso acce-sorio, sino un elemento histórico esencial en esta trascendentalidad so-brenatural, la cual está constituida por la propia comunicación deDios. Esta autocornunicación no es, ni desde Dios ni desde el hombre,una realidad estática, sino que tiene su historia en la historia de la hu-manidad misma. Por tanto, la objetivación histórica y la propia inter-pretación de la autocomunicación trascendental de Dios, se halla bajola misma voluntad salvífica absoluta y sobrenatural de Dios y de suprovidencia salvadora que aquella autocomunicación divina por la queel hombre es constituido en su esencia y desde la que es enviado a suhistoria más auténtica, a la historia de esta auto comunicación trascen-dental, a la historia de la salvación y de la revelación.

T eológicamente hablando, la "luz. de la fe", que se ofrece a cadahombre, y la luz bajo la cual los "profetas" aprehenden y anuncian elmensaje divino desde el centro de su existencia, es la misma luz, sobretodo porque el mensaje-sólo puede oírse en forma adecuada bajo la luz.de la fe, que a su vez no es sino la subjetividad divina del hombre, lacual se constituye por la auto comunicación de Dios. Sin duda, la luz.profética implica una configuración histórica concreta de la luz de lafe en su concepto, donde la experiencia trascendental de Dios semedia rectamente a través de la historia concreta y de su interpretación.El profeta, visto debidamente en el plano teológico, no es en esenciaotra cosa que el creyente que puede enunciar con acierto su experien-cia trascendental de Dios. Dicha experiencia se enuncia en el profeta,quizá a diferencia de otros creyentes, de tal manera que se hace tam-bién para otros una objerivación recta y pura de la propia experiencia

195

La función de los portadores de la revelación

Aunque no se pone en duda la posibilidad y facticidad de una historiade la salvación y de la revelación dada fuera del cristianismo reflejo, sinembargo, permanece en pie la posibilidad de que, junto a una historiacategorial general de la salvación y revelación como interpretación dela experiencia trascendental sobrenatural de Dios, se conceda tambiénvigencia a una especial historia "oficial" de la revelación, la cual seidentifica realmente con la del Antiguo y Nuevo Testamento. Estahistoria categorial de la revelación en ambos testamentos puede ydebe concebirse como interpretación válida de la comunicación tras-cendental de Dios mismo al hombre y como tematización de la his-toria categorial general de esta comunicación, la cual no tiene quehacerse temática con necesidad siempre y en todas partes en manerasacralizada. Aquellos hombres que en la terminología tradicional de-signamos como profetas, en cuanto portadores originarios -comisiona-dos por Dios- de tal comunicación reveladora, han de concebirse

194

, I

Page 5: Escanear0015

Grado quinto: historia d. la salvación y d. la revelación

trascendental de Dios y puede conocerse en esta rectitud y pureza.Tal revelación especial, categorial, así esbozada, y un acontecer

de la revelación que se produce en los profetas y está destinado a otrospresuponen, naturalmente, en su concepto, que no es cualquiera ellugar profético de esa auto interpretación categorial e histórica de larevelación trascendental de Dios por su propia comunicación, sino quemuchos reciben y deben recibir de otros tal autointerpretación, noporque ellos no tengan esta experiencia trascendental de Dios, sinoporque pertenece a la esencia del hombre el que su propia experienciade sí mismo, humana y a su vez debida a la gracia, se realice en la his-toria de la comunicación de los hombres entre sÍ.

Una autointerpretación realmente lograda, que halla una formaviva, acontece en el hombre de manera que ,para ello determinadoshombres, con sus experiencias y su propia interpretación, significanpara otros un prototipo productivo, una fuerza que despierta y tam-bién una norma. Con ello el profeta no queda relativado. En efecto,esta autointerpretación, que se produce en una pura objetivación, esuna historia de la autocomunicación trascendental de Dios mismo y,por ello, no sólo es una historia gnoseológica de una teoría pura, sinouna realidad de la historia misma. El hombre, en cuanto situado juntoa otros hombres, sólo tiene su propia autointerpretación concreta-por más que ésta proceda de dentro y vaya hacia dentro- en la au-tointerpretación del mundo en que se halla inserto, en la participacióny en la recepción de la tradición de la propia interpretación históricade los hombres, que forman su mundo ambiental desde el pasado, através del presente y hacia el futuro. En todo momento, el hombresólo forma su propia inteligencia de sí mismo, también la profana, enla comunidad de los hombres, en la experiencia de su historia, quenunca hace solo, en el diálogo, en la experiencia reproductiva de talautointerpreración productiva de otros hombres. Por eso el hombre,también en su experiencia religiosa, es hasta en la última singularidadde su subjetividad un hombre junto a otros. La autointerpretación his-tórica, también de la propia existencia religiosa, no es un negocio so-lipsista, sino que se produce necesariamente también a través de la ex-periencia histórica de la autointerpreración religiosa del propio entor-no, de la "comunidad religiosa". Sus figuras singulares creadoras, losprofetas, logran en forma especial objetivar históricamente la autoco-municación trascendental de Dios en el material de su historia y por la

196

Orientación hacia la universalidad

fuerza de esa comunicación divina, y así posibilitan a-los otros miem-bros de tal co-mundo histórico el propio hallazgo histórico de la expe-riencia religiosa trascendental.

No significa ninguna dificultad real el que con ello se dé unatransición fluida entre los profetas creyentes y los "simples" creyentes.En tanto se trata de establecer una norma crítica y una legitimaciónpara el carácter logrado de la aurointerpretación histórica de la expe-riencia trascendental de Dios en la acción y el hablar históricos de unprofeta, puede darse todavía una diferencia "absoluta" entre un profe-ta y un "simple creyente". Tal criterio y legitimación no correspondena cualquier autointerpretación de cada creyente por sí solo; en todocaso no pueden demostrarse para los demás, pues el "milagro", decuyo sentido y función corno legitimación y criterio tenemos que ha-blar todavía, no corresponde a cualquier autointerpretación. Dondeacontece tal autointerpretación legitimada y destinada a muchos otrosde la experiencia trascendental sobrenatural de Dios, tenemos un suce-so de la historia de la revelación en el sentido pleno y usual de la pala-bra. Allí, estos sucesos guardan entre sí suficiente continuidad, sufi-ciente nexo de referencia causal; allí las auto interpretaciones particula-res -en cuanto tales limitadas en el tema y la profundidad- recibenuna unidad con otras y así una forma intersubjetivada, que agrupa lasinterpretaciones particulares.

La orientación hacia la universalidad en la historia particular lograda dela revelación

Con lo dicho sin duda resultan cornprensibles la peculiaridad, el nexoy la diferencia que median entre la historia general, trascendental y ea-tegorial, de la revelación, por una parte, y la historia particular, regio-nal de la revelación, por otra. Ambas historias no se excluyen entre sí,sino que se condicionan mutuamente. En la historia particular, regio-nal, categorial de la revelación halla su esencia plena y su objetivaciónhistórica completa la primera, la historia general de la revelación, detipo trascendental y categorial, sin que por ello deba decirse que hayade pasarse por alto la primera historia porque existe la segunda. Si lahistoria particular, categorial de la revelación, en la que la revelacióntrascendental se interpreta para un círculo de hombres espacial o tern-

197

Page 6: Escanear0015

Grado quinto: historia de la salvación y de la revelación

poralrnente limitado, sólo puede pensarse, en primer lugar, por la sim-ple razón de que también hay otras autointerpretaciones del hombre,culturalmente limitadas según factores de espacio y tiempo, en cultu-ras particulares y épocas limitadas, se deduce en consecuencia quetoda autointerpretación recta de la trascendentalidad sobrenatural delhombre como el elemento fundamental de la constitución de todaexistencia humana también significa algo en principio para todos loshombres. Así toda autointerpretación histórica recta, regional o tem-poralmente limitada, de la relación sobrenatural del hombre con Dios,lleva en sí una dinámica interna -aunque quizá oculta para ella mismahacia el universalismo, hacia la mediación de una autointeligencia reli-giosa cada vez más adecuada de todos los hombres.

En qué medida la destinación mencionada, en principio univer-sal, de una historia categorial de la revelación, regional o temporal-mente limitada, tiene de hecho repercusiones bajo la providencia salví-fica de Dios, bajo qué forma explícitamente. palpable o bajo qué ano-nimato histórico sucede eso, son cuestiones que evidentemente sólopueden experimentarse a posreriori por la historia misma y no puedendeducirse a priori. Si los "profetas" que aparecen en tal historia parti-cular de la salvación y las instituciones religiosas así originadas tienenuna "autoridad" para el hombre particular en su propia interpretaciónreligiosa, entonces podemos y debemos hablar también de una historia"oficial", particular, categorial de la revelación.

La "revelaciónprimitiva"

5. ESTRUC~URA DE LA HISTORIA FÁCTICA DE LA REVELACIÓN

La constitución del hombre se produce a través de la creación y de lac~municación de Dios mismo, por un distanciamiento y diferencia ra-d.lcales,de Dios en cuanto misterio absoluto en el acto de la creación y,simultáneamente, por una cercanía absoluta respecto de este misterioen la gracia. En tanto esta constitución trascendental del hombre suprincipio, también es siempre una posición en una historicidad concre-ta como principio y horizonte previamente dados del hombre en su li-bertad, y en tanto esta constitución lógica y objetivamente -si bienno de manera palpable en un plano temporal= precede a su autointer-pretación libre y, además, culpable, podemos hablar del principio pa-radisíaco de la revelación trascendental y categorial de Dios, de la ori-ginaria revelación trascendental y categorial. En este concepto, ha depermanecer abierto, por el momento, el problema de en qué medida ymanera la "revelación primitiva" ha sido transmitida por sus primerosportadores mundanos. "Adan y Eva", a las futuras generaciones. Re-velación primitiva no significa sino que, allí donde está dado realmen-te el hombre como hombre, es decir, como sujeto, como libertad y res-P?~s~bilidad, é~t~s, por la comunicación de Dios mismo, estaban yadlr1g.ld~s ontológicarnente al Dios de la cercanía absoluta y que sumovrmiento, en el plano de la historia individual y de la colectiva, seinició con esta finalidad. En qué medida esa trascendentalidad sobre-natural estaba dada ya reflejamente y era ya temática en forma religio-sa,. consti:uye una pregunta diferente por completo, que puede dejarsea.bterta, Sl~ tener que poner en duda por ello el auténtico núcleo y sen-tido de dicho concepto de revelación primitiva.

Ahora bien, en tanto la voluntad salvífica de Dios como autoco-municación ofrecida permanece a pesar de la claudicación inicial delhombre en su culpa, y cada hombre recibe su naturaleza humana -lla-mada por Dios a través de su propia comunicación- de la humanidaduna en la unidad de su historia, puede hablarse sin reparos de la trans-misión de la revelación trascendental originaria. Primeramente hemosde hablar así en el sentido de que el hombre existe siempre como pro-cedente de otros y de una historia conjunta, y en el sentido de que re-cibe la trascendentalidad agraciada en esta y desde esta historia. Deacuerdo con ello, puede hablarse de una transmisión de la revelacióntrascendental primitiva como tal, aunque ésta se transmita a través de

Para esclarecer un poco más lo dicho hasta ahora y transportarlo de suabstracción conceptual a una cierta comprensión histórica, pregunte-mos ahora si y cómo los conceptos formales logrados son aptos paraproporcionar por lo menos a grandes rasgos una representación de laestructura de la historia fáctica de la revelación. Miraremos ahora a lahistoria oficial de la salvación y revelación, a saber, a la historia delAntiguo y Nuevo Testamento como última preparación para el sucesoabsoluto de la revelación en Jesucristo.

198 199