escalante gonzalbo - la polémica sobre, pp 147-162

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La polémica sobre la organización de las comunidades de productores* PREAMBULO En los últimos veinte años, los trabajos sobre la historia antigua de México reali- zados desde diversos campos disciplina- rios no sólo son innumerables, sino que realmente han ensanchado nuestras po- sibilidades de conocimiento hasta extre- mos muy satisfactorios. Es cierto que al- gunos de los viejos problemas aún no han recibido atención: se quedaron bajo su U na versión de este texto fue leída en el simposio sobre historiograffa mexicana celebrado en Oaxte- pec, en octubre del año 1988. •• Investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. El conjunto de sus trabajos de investigación (en torno a pictograíias y textos nahuas) se inscribe en un proyecto general sobre costumbre, lenguaje y vida cotidiana en el México Antiguo. Nueva Antropología, Vol. XI, No. 38, México 1990 Pablo Escalante Gonzalbo** forma original, todavía son esbozos, de- sarrollos sostenidos con puntales. Pero sin duda son más las preocupaciones atendidas, los trabajos terminados y mu- chos más son los problemas nuevos que hoy son abordados, planteados, a veces resueltos y a veces -nuevamente- puestos sobre puntales para que las futu- ras generaciones de académicos los solu- cionen. Me siento incapaz de emprender lo que podríamos llamar un balance general de esa enorme y fecunda producción so- bre nuestra historia antigua. Un recuen- to parcial me parece poco interesante para que en este espacio se entable una discusión. Por ello, he preferido referir- me a un pequeño problema.

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Debate sobre el calpulli en el imperio azteca o también llamado mexica. Discute con Carrasco.

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  • La polmica sobre la organizacin de las comunidades de productores*

    PREAMBULO

    En los ltimos veinte aos, los trabajos sobre la historia antigua de Mxico reali-zados desde diversos campos disciplina-rios no slo son innumerables, sino que realmente han ensanchado nuestras po-sibilidades de conocimiento hasta extre-mos muy satisfactorios. Es cierto que al-gunos de los viejos problemas an no han recibido atencin: se quedaron bajo su

    U na versin de este texto fue leda en el simposio sobre historiograffa mexicana celebrado en Oaxte-pec, en octubre del ao 1988. Investigador del Instituto de Investigaciones Estticas de la UNAM. El conjunto de sus trabajos de investigacin (en torno a pictograias y textos nahuas) se inscribe en un proyecto general sobre costumbre, lenguaje y vida cotidiana en el Mxico Antiguo.

    Nueva Antropologa, Vol. XI, No. 38, Mxico 1990

    Pablo Escalante Gonzalbo**

    forma original, todava son esbozos, de-sarrollos sostenidos con puntales. Pero sin duda son ms las preocupaciones atendidas, los trabajos terminados y mu-chos ms son los problemas nuevos que hoy son abordados, planteados, a veces resueltos y a veces -nuevamente-puestos sobre puntales para que las futu-ras generaciones de acadmicos los solu-cionen.

    Me siento incapaz de emprender lo que podramos llamar un balance general de esa enorme y fecunda produccin so-bre nuestra historia antigua. Un recuen-to parcial me parece poco interesante para que en este espacio se entable una discusin. Por ello, he preferido referir-me a un pequeo problema.

    AdministradorText Box04009146 - 16 cop

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    POLEMICA SOBRE LA ORGANIZA-CIN DE LAS COMUNIDADES DE PRODUCTORES EN EL ALTIPLANO CENTRAL DE MEXICO DURANTE EL POSCLASICO

    En estos veinte aos ha surgido una fuer-te polmica sobre la organizacin social de los grupos mesoamericanos y, particu-larmente, la de aquellos que habitaron el Altiplano Central de Mxico durante el periodo Posclsico Tardo. En la polmi-ca estn inmersos problemas como el de la capacidad organizativa del poder p-blico, la existencia de formas feudalizan-tes de seoro y servidumbre y funda-mentalmente las maneras de organiza-cin de las comunidades de productores: en efecto, el calpulli est en la raz de la discusin.

    Por varios motivos, la citada no ha sido una polmica realmente sans. Los presuntos polemistas, claramente colo-cados en lugares opuestos, han sostenido sus puntos de vista sin hacer explcitos los trminos justos de la discrepancia y sin criticar los argumentos de sus adversa-rios acadmicos. As, cuando Pedro Ca-rrasco comienza una argumentacin -casi siempre lo hace con la misma fr-mula-diciendo "mucho se ha discutido si el calpulli era un clan", 1 o bien cuan-do Alfredo Lpez Austin dice del calpu-lli que "no era estrictamente un espacio demarcado (. .. ), era mucho ms que 1 Carrasco, Pedro: "Social Organization of Ancient Merico", en Handbook of Middle American In-dian.s, v. 10, Archaeology of Northern Mesoameri.-ca, Primera parte, Austin. University of Texas Preoa, 1971, p. 349-375, p. 212.

    PABLO ESCALANTE GONZALBO

    "

    2 1 1 bos . eso resu ta e aro que am tienen en mente la versin opuesta a la suya y la conciencia de que con su argumentacin avivan el fuego de la polmica. Se echa de menos un dilogo abierto en el que se obje-ten las tesis contrarias al mismo tiempo que se intenta sostener las propias.

    En los primeros aos de la dcada de los setenta todava domina la idea del calplli como una comunidad gentilicia, idea derivada de los viejos sealamientos de Bandelier y de los ms recientes plan-teamientos de Kirchhoff y Monzn. Sin embargo, pronto las opiniones se dividen. Del lado de quienes sostienen la vieja concepcin, localizo a Vctor Castillo y especialmente, dada la mayor frecuencia con que ha reiterado sus argumentos, a Lpez Austin. Se da una ruptura con la visin tradicional en los trabajos de Ca-rrasco y, de alguna forma, en los de sus discpulos.

    A continuacin, citando varios frag-mentos de diferentes trabajos, expongo las dos posturas divergentes que han pre-valecido hasta hoy. Luego hago algunos comentarios desde mi perspectiva par-cial, para pasar a hacer referencia a in-vestigaciones que han heredado ya la dis-puta y, a su manera, la muestran en alguna parte de su andamiaje.

    LAS DOS POSTURAS

    En un trabajo de 1972, Vctor Castillo aborda el problema del calpulli y en al-

    2 Lpez Austin, Alfredo: 1A educacin de /.os anti-guos nahuas, 2 v., Mxico, SEP, Ediciones El Ca-ballito, 1985, V, 1, p. 25.

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    gn momento enumera sus rasgos funda-mentales. El primer punto de su enume-racin lo ocupan las relaciones de paren-tesco. Cito:

    l. Conjunto de linajes o grupos de familias, generalmente patrilineales (ambilaterales en el caso de los pipil-tin ), y de amigos y aliados; cada linaje con tierras de cultivo aparte de las de carcter comunal. 3

    Contina la enumeracin hablando de "entidad residencial", "unidad econ-mica", "unidad socil", "entidad admi-nistrativa", "subrea de cultura", 11insti-tucin poltica" y "unidad militar".

    Dos aos despus aparece el trabajo de Lpez Austin (uno de los ms impor-tantes textos de estos veinte aos de his-toriografa prehispanista) sobre la orga-nizacin poltica en el Altiplano Central. Al fundamentar su argumentacin en Zurita ----eomo lo hace Castillo-, Lpez Austin propone que los vnculos de pa-rentesco estn presentes en el calpulli. As, afirma:

    La creencia del comn origen m-tico hace suponer la relacin de pa-rentesco. Zurita, al decir que el calpulli se formaba con 'gente cono-cida o linaje antiguo', y que se trataba de impedir el cultivo de tierra de otro

    3 Castillo F., Vctor M.: Estructura ecoMm.ica de la sociedad mexica segn las fuentes documenta-les, Mxico, UNAM, 1972, p. 73.

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    calpulli 'por no dar lugar a que se mezclen unos con otros ni salgan del linaje', hsbla tanto de la convenien-cia de las relaciones endogmicas co-mo de la posibilidad de contrariarlas. Lo mismo indica el Cdice Florentino al hablar de la abusin de la mujer que coma de pie: se casara con un hombre de otro pueblo, y esto era visto con temor y desagrado. La ten-dencia era, pues, endogmica. 4

    En este artculo, el autor construye un modelo de explicacin para la orga-nizacin interna del calpulli, y conclu-ye sobre su dirigencia: "El calpulli es-taba gobernado en su rgimen interno por un consejo de ancianos, presidido por un miembro del grupo llamado tea-chcauh "5 [" pariente mayor", segn Zu-rita]".

    En 1981, Lpez Austin vuelve a refe-rirse a la organizacin interna del calpu-lli,y en particular a las formas de dirigen-cia, que corresponderan --segn esta propuesta- con las de una comunidad gentilicia igualitaria, con un rgimen de-mocrtico, y un linaje de mayor prestigio que tradicionalmente desempea las funciones de gobierno. Dice: "El cargo de jefe del calpulli perteneca a un linaje, dentro del cual se elega a los sucesores del que haba fallecido, y es muy probable que lo mismo sucediese con otros cargos

    4 Lpez Auatin, Alfredo: "Organizacin polftica en el altiplano central de M~ico durante el Posclsi co", en Historia Mexicana, v. 4, XXIII, Mxico, El Colegio de Mxico, 1974, p. 515-550, p. 203. 5 lbidem, p. 202.

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    inferiores". 6 Y citando a Zurita destaca que 'ninguna cosa hace este principal que no sea con el parecer de otros viejos del calpulli o barrio'. 7 Esta exposicin se halla inserta en una parte del texto en la que Lpez Austin esboza la organizacin temprana de Tenochtitlan, antes de la consolidacin de la unidad poltica. La dirigencia de cada calpulli habra con-fluido en un espacio de decisin, de tal suerte que la organizacin pblica resul-tara del acuerdo de los jefes de las par-cialidades y no, todava, de una imposi-cin del poder central.

    Atento y consciente de la polmica, cuando Lpez Austin tiene ocasin de referirse al calpulli en un texto publi-cado en 1982, reitera su punto de vista, si bien entonces, como hasta la fecha, no da cuenta de nuevos indicios en las fuentes para reforzar la postura. En ese ao dijo:

    El calpulli era un grupo de fami-lias cuyos miembros decan estar liga-dos por parentesco o por amistad, y que reconocan la ascendencia mtica de un antepasado comn. Los miem-bros del calpulli habitaban un terri-torio perteneciente al grupo ("barrio" Jo llamaron los espaoles). Las auto-ridades internas del calpulli distri-buan las parceles ... Exista tendencia a la endogamia ... los hombres del cal-pulli posean profesiones comunes. Haba en el grupo un alto grado de

    8 LpezAustin, Alfredo: Tarosros y Mexims, Mxico, SEP, Fondo de CulturaEoonmica, 1981, p. 67. 7 Ibidem.

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    cooperacin. Por ltimo, pese a que los calpulli se aglutinaban frecuente-mente bajo un poder central, no per-dan su individualidad y constituan una unidad poltica, administrativa, jurisdiccional, tributaria y militar. 8

    Finalmente, en 1985 Lpez Austin no se limita a exponer su punto de vista respecto al calpulli, sino que por primera vez en un texto hace explcita una nega-cin de la proposicin opuesta, aludiendo sin duda a Carrasco. En efecto, comienza diciendo: "[el calpulli] no era estricta-mente un espacio demarcado donde viva una parte de la poblacin de la ciudad. Era mucho ms que eso ... " 9 Resulta im-portante citar una vez ms, porque aqu va madurando una idea presente en el texto de 1982, en torno a la unin y soli-daridad interna del calpulli:

    ... designaba [el trmino calpu-lli)] -dice Lpez Austin- al grupo social emparentado, unido por vecin-dad, profesin, templo y dios protec-tor comn, que tena dirigentes para asuntos internos y que pagaba en conjunto sus tributos ...

    Era un grupq estrechamente unido, en el que se vea muy mal que

    8 Lpez Awotin, Alfredo: "La suualidad entre los antiguoll nahuas", en Familia y aexualid.ad en la NWJva EspaJla, Msico, SEP, Fondo de Cultura Econmica, 1982, p. 149. 9 L6pes Austin, 1985, op. cit., v. 1, p. 149.

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    sus miembros contrajesen matrimo-nio con miembros de otro calpulli. 10

    Ahora revisemos la postura de Pe-dro Carrasco, quien, sin duda, ha soste-nido el enfrentamiento ms decidido contra las proposiciones de Lpez Aus-tin y de Castillo y, desde luego, las de sus antecesores. Como se ver, aqul ha mantenido, en lo fundamental la misma perspectiva en todos sus trabajos: la pri-maca de lo poltico, el privilegio de la organizacin de tipo estatal y, consecuen-temente, del concepto de territorialidad sobre el de organizacin gentilicia, mis-ma que no depende de sta. Donde s se pueden apreciar titubeos y cambios de opinin es en su juicio sobre la presencia de lazos de parentesco en el calpulli.

    Y a en 1971 Carrasco deca:

    ... el calpulli, entonces, parece ser b-sicamente un asentamiento detenta-dor de tierra y una unidad administrativa.11

    Pero entonces se pregunta: "lEra b. ?"12 tam 1n un grupo de parentesco. Re-

    conoce a Zurita como "nuestra mejor fuente" y concluye:

    Todos estos hechos apoyan la in-terpretacin de Monzn del calpulli

    10 Ibidem, p. 25. 11 Carrasco, 1971, op. cit., p. 366. 12 Ibidem.

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    como un grupo de descendencia am-bilateral y endogmico, con la pecu-liaridad de que la endogamia no era absoluta y que en matrimonios mez-clados predominaba la residencia pa-trilocal ... 13

    En este artculo ya destaca la impor-tancia de que trminos como calpulli con frecuencia se aplican a unidades sociales de diferente magnitud. Pero, incluso con esta salvedad que en aos posteriores le parecer definitiva, establece:

    Los asentamientos locales ms pequeos, o barrios, estaban organi-zados, probablemente, en tomo al parentesco consanguneo; las divisio-nes territoriales mayores, llamadas tambin calpulli, incluan varias subdivisiones que probablemente comprendan gente de diferente ori-gen, si bien un grupo particular de parentesco o agrupacin tnica debe haber sido dominante.14

    En 197 4, Carrasco va modificando su posicin, aunque todava parece dejar un margen de duda. Comienza afirmando:

    Es la tesis de este trabajo que, en contra de lo pensado anteriormente, es entre la nobleza donde se puede hablar con datos suficientes de la ex-

    13 lbidem, p. 367. 14 lbidem, p. 368.

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    istencia de grupos de ascendencia co-mn, en concreto de linajes.'

    Y, ms adelante, su argumenta-cin:

    Es posible pensar entonces que una aldea o vecindario estuviera in-tegrado sobre la base de un pequeo linaje ... Pero no hay datos que permi-tan pensar que cada calpulli en su totalidad correspondiera a un clan. Dada la escasez de fuentes -conti-na- para este tema siempre es po-sible, aunque falten datos, soetener la existencia de clanes entre los ma-cehuales que correspondieran a los calpules. Pero es ms apegado a la documentacin existente pensar que todo lo que dice Zorita sobre el origen comn de los calpules se refiere a su distinta filiacin tnica ...

    El trmino calpulli -termina-no implica la idea de parentesco, sino la de subdivisin poltica y adminis-trativa.16

    Pronto, la postura de Carrasco se hace ms radical: ya slo acepta la idea del calpulli como unidad administrativa del Estado. En 1975 insiste en que la palabra calpulli se usa para subdivisio-

    10 Carruco, Pedro: "Loo lin&,jeo nobles del Mzico Antiguo", enEtrotificacWn 1JOCial de laM"80tJlni-riroprehispdnica, Mxico,SEP, INAH, 1976, p. 20. (El texto .W por primera ve& la luz en 1974). 16 lbidem, p. 33.

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    nes poltico-territoriales de distintos ni-veles. Expone, tajante:

    ... aunque se atribuya a unidades de este tipo la posesin de la tierra, no se las puede considerar comunidades campesinas sino segmentos territo-riales de la unidad poltica que inclu-yen dentro de s distintos niveles de la estratificacin social. En los nive-les inferiores de la segmentacin so-cial s se encuentran calpulli con poblacin fundamentalmente cam-pesina, pero aun aqu hay cierta dife-renciacin interna entre los jefes del barrio y el comn.17

    Al concluir su reflexin sobre el calpu-lli, Carrasco asevera que "se trata de una unidad local administrada desde arriba, ms que de una comunidad democrtica de tipo tribal" .16

    Pedro Carrasco reitera sus afirma-ciones en 1976, pero da un poco ms de espacio, otra vez, a la discusin sobre el parentesco. He aqu un resumen de sus afirmaciones: comienza por definir a los calpulli como "unidades territoriales y administrativas" .19 Indica que muchos

    17 Carruco, Pedro: "La economla del Mxico pre-biopnico", en Economa polltica e idrologfa .,. el Mmco prehispdnico, Mrico, CISINAH, Editorial Nueva lmaen, 1978, p. 15-76, p. 37 (El texto vio por primera vez la luz en 1975). 18 lbidem, p. 39. 1 C8rrasco, Pedro: "Laoociedad IMZicaManieo dela

    oomquiota", enHWoriaenerol de Mi!xico, v. 1, Mri-co, El Colegio de Mrico, 1976, p. 165-268, p. 207.

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    los han considerado como unidades de parentesco, y a esta versin opone el pro-blema de que el trmino se usa para "las distintas partes en que se subdivida la sociedad segn sus distintos grados de organizacin territorial".20 Reconoce la posesin colectiva de la tierra por el cal-pulli y, algo muy importante, reconoce que el jefe del calpulli "decida los cam-bios de posesin en consulta con los an-cianos". 21 Seala que los miembros de un calpulli tendran un origen tnico co-mn. Ms adelante, Carrasco aborda el problema del liderazgo del calpulli. Su argumentacin-que toma sesgadamen-te un comentario del propio Zurita- alu-de a la sociedad medieval del norte de Espaa. Esta es la proposicin que exa-minar ms adelante:

    Zorita compara a los jefes de los calpules con los parientes mayores del norte de Espaa. La expresin ha sugerido que se trataba del jefe de un grupo de parientes, pero realmente el trmino espaol se aplicaba a los je-fes de linajes nobles, sin suponer que fueran tambin parientes de sus vi-llanos. El mejor paralelo con la situa-cin espaola medieval sera el de considerar parientes mayores a los jefes de los linajes nobles, que habra dentro de las divisiones territoriales o calpules principales.22

    20 lbidem. 21 lbidem, p. 208. 22 lbidem, p. 212.

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    Aqu lase teccalli. Algo relativamente sorprendente su-

    cede en 1982, quiz porque Carrasco en su nuevo trabajo estudia la sociedad in-caica. Su posicin cambia notablemente, como se ver en las conclusiones, si bien pretende sostener la primaca de lo pol-tico, del poder organizativo del Estado, y forcejea con las evidencias.

    Para las citas, he manejado mi tra-duccin del texto, misma que en lo fun-damental coincide con la publicada por la revista Historias.

    Mucho se ha especulado acerca del significado de estos trminos (calpully y ayllu) desde el punto de vista del parentesco. Yo enfatizara de cualquier forma que la descend-encia simplemente regulaba la com-posicin y el proceso de reclutamien-to de los grupos corporados ...

    Lo que ms importa en un an-lisis de la estructura econmica y poltica son las actividades de tales grupos. Eran segmentos corpora-dos dentro de una unidad poltica dada, que funcionaban colectiva-mente como detentadores de un de-recho corporativo sobre la tierra, el establecimiento de grupos corpora-tivos de trabajo, en su responsabili-dad colectiva de prestar servicios personales o tributo, y en la divisin del trabajo segn actividades pro-ductivas, administrativas o cere-moniales.23

    23 Carrasco, Pedro: "The Political Economy ofthe Aztec and Inca States", en TM Inca and Ame

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    De alguna manera estos grupos corporados estaban unidos por con-ceptos de descendencia comn; si es-tos conceptos tenan que ver con el origen tnico o con un tipo particular de parentesco, es de importancia se-cundaria en esta discusin."

    El forc.ejeo contina:

    ... [el trmino] calpulli se usa prima-riamente para una subdivisin social aunque la idea del origen comn de sus miembros tambin puede estar presente. El punto principal, como sea, es que estos trminos (calpulli y ayllu) se aplicaban a subdivisiones territoriales de distinto tipo."'

    Las conclusiones de Carrasco pare-cen contradictorias, con una postura lar-gamente sostenida y con las reticencias antes mostradas en ese mismo texto de 1982:

    Etnicidad y parentesco son, ambos, de considerable importancia en la de-finicin de los estratos y los grupos corporados que constituyen el siste-ma de estratificacin social en nues-tras dos reas.26

    States, 1400-1800.AnthropologyandHislory, New York, Acadenc p,...., !982, p. 23-40, p. 29. 24 lbidem, p. 30. "'lbidem. 26 lbidem.

    PABLO ESCALANTE GONZALBO

    Y, al fin:

    Todo esto muestra que no es posible pensar que la estratificacin social y el estado aparecieron en estas socie-dades a travs del crecimiento de una organizacin de tipo civil basada so-lamente en las relaciones de propie-dad, al margen de la organizacin basada en el parentesco o gentilicia. En las civilizaciones nativas del Nue-vo Mundo, como en algunas socieda-des en Asia y Africa, el mismo principio de parentesco provee el en-tramado para la adscripcin de los individuos a los diferentes status en el sistema de estratificacin, y el pa-rentesco acta como una factor inte-grador en la definicin de los grupos corporados que conforman la estruc-tura de estratificacin.27

    En 1985, sin embargo, Carrasco rei-tera las viejas frmulas. Entonces dice que los macehuales "estaban organiza-dos en las unidades territoriales llamadas calpulli","1.8 e insiste, al decir que las ciudades estaban divididas territorial-mente en parcialidades ... [y] Estas par-cialidades se llamaban calpulli" ."' A la posibilidad de que esas parcialidades tu-vieran algn significado desde el punto de vista del parentesco, opone la antigua

    ?:T Ibidem, p. 31. 28 Carrasco, Pedro: "Amrica indgena", en Histo~ ria de ~rica Latina, v. 1, Madrid, Alianza Edi~ torial, 1985, p. 9-266, p. 63. 29 lbidem, p. 72.

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    objecin diciendo: "el problema es que calpulli es un trmino con varios signifi-cados" .30

    Tomo dos consideraciones ms de es-te ltimo texto, que pueden ser tiles para la discusin:

    Las funciones sociales de las par-cialidades, o calpulli, y la solidaridad de sus miembros se reforzaban por pertenecer a un mismo origen tni-co.si

    Segn las tradiciones, algunos pueblos migradores llegaron ya divi-didos en calpulli cuando se asenta-ron.32

    En una apreciacin general de lo an-tes expuesto, considero que las argumen-taciones de Castillo y las de Lpez Austin son congruentes con documentacin no amplia, pero s suficiente, de cuya validez no hay, hasta la fecha, motivos para du-dar. Encuentro, en cambio, que las pro-posiciones de Carrasco se alejan de las afirmaciones de los documentos; plan-tean serios problemas de compatibilidad con nuestro conocimiento general de la historia social mesoamericana y no ofre-cen nuevas evidencias documentales en su favor. Por ello, para iniciar la discu-sin, presento algunas objeciones a la se-gunda posicin.

    30 Iblem. 31 lbidem. 32 Ibidem.

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    OBJECIONES

    El hecho de que el trmino calpulli se aplique a unidades sociales de diversa magnitud no niega por s solo la posibili-dad de que algunas de sas fueran agru-paciones gentilicias. Por otro lado, si se aceptan las explicaciones de Zurita -en contra de las cuales nadie ha argumenta-do- y se refuerza, por otras vas, la idea de que un calpulli en efecto era un con-junto de linajes, entonces lo que tendra-mos frente a nosotros sera la tarea de dilucidar por qu se da esa multiplicidad de las unidades llamadas calpulli, siendo stas de diferente magnitud. Acaso la respuesta conducira a aceptar la fuerza de la sociedad gentilicia y sus pautas, permeando incluso la estructura poltica.

    Carrasco sostiene que es la nobleza el sector social en el que se puede hablar de grupos de ascendencia comn y no entre los mac,,huales. Supongo que esta afir-macin de 197 4 debe darse por corregida, ya que, ocho aos despus, reconoce que en los barrios de macehuales hay tambin la apelacin a principios de ascendencia comn. Lo que sucede es que, en efecto, slo en el caso de la nobleza, por motivos historiogrficos obvios, existen detalla-dos registros genealgicos. Por ello, lo nico que se puede afirmar es que entre los nobles la ascendencia comn est do-cumentada por genealogas.

    Cuando Carrasco argumenta en pro de la estratificacin interna del calpulli, diciendo que aun en los calpullis campe-sinos "hay cierta diferenciacin interna entre jefes de barrio y el comn'', contra-dice los documentos que conocemos, se-gn los cuales el jefe era uno ms del

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    barrio, perteneciente por regla a un linaje particular. Nadie dice que ese linaje, ade-ms de su prestigio para el mando, tuvie-ra una ventaja, una condicin de privile-gio social sobre los. otros. Y pienso en aquel caso que cita Luis Reyes para Cuauhtinchan: los calpuleque, hablando del tiempo en que tenan su propia jefa-tura -antes de que les impusieran un tecuhtli- dicen del jefe que "era slo nuestro padre, nos gobernaba, nada le dbamos ... " 33

    Sobre el calpulli, Carrasco apunta que "se trata de una unidad local admi-nistrada desde arriba, ms que de una comunidad democrtica de tipo tribal". Sin embargo, sabemos que la organiza-cin de la produccin le corresponde a las unidades familiares, y que el acceso a los medios de produccin lo regulan los prin-cipios de herencia de los linajes o grupos familiares, y en ltima instancia la deci-sin del jefe del calpulli y el consejo de ancianos. lQu es, entonces, lo que se administra "desde arriba" si no la sola extraccin de los excedentes? Quiz la afirmacin de Carrasco, que ha reconoci-do la autoridad del jefe del calpulli cuan-do menos para la distribucin de la tierra, tenga que ver con el hecho de no aceptar que el jefe del calpulli fuera un miembro del mismo. Veamos esto. Cuando toca el punto del jefe del calpulli, su fuente es Zurita: paradjicamente, se apoya en s-ta para negarla. As, la clara referencia del oidor al pariente mayor es forzada por

    33 Reyes Garcla, Lua: Cuauhtiuchan del iglo XII al. XVI. FormacWn y desarrollo histfJrico de un sefJrlo prehi&pdn.ioo, Weisbaden, Franz Steiner Verlag GMBH, 1977. p. 114.

    PABLO ESCALANTE GONZALBO

    Carrasco, en virtud de la referencia que Zurita hace al norte de Espaa. Carrasco indica que "la expresin [del pariente ma-yor] ha sugerido que se trataba del jefe de un grupo de parientes, pero realmente el trmino espaol se aplicaba a los jefes de linajes nobles, sin suponer que fueran tam-bin parientes de sus villanos". Carrasco lleva agua a su molino, que es el de la casa seorial, pero veamos qu dice la fuente:

    Los comunes de estos barrios o calpullec siempre tienen una cabeza, e nunca quieren estar sin ella, e ha de ser de ellos mesmos e no de otro cal-pulli, ni forastero, porque no lo su-fren, y ha de ser principal y hbil para los amparar y defender; y lo elegan y eligen entre s, y a este tenan y tienen como por seftor, y es como en Vizcaya o en las montaas el parien-te mayor; y no por sucesin, sino muerto uno eligen a otro, el ms hon-rado, sabio y hbil a su modo, y viejo, el que mejor les parece para ello. 34

    Es claro que la referencia a la cabeza del mayorazgo vizcano tiene que ver con el hecho de la no sucesin automtica al cargo por herencia, sino mediante una eleccin de consejo.

    En fin, Carrasco, partiendo de Zuri-ta, se siente incmodo con las afirmacio-nes del documento y busca la manera de matizarlas. Por eso y pese a que el segun-

    34 Zurita (o Zorita), Alonso de: Breve y sumaria relacin de los seores en la Nueva Espa11.a, Mxi oo, Editorial Chvez Hayhve, 1941, p. 89-90.

  • LA POLEMICA SOBRE LA ORGANIZACION ... 157

    do autor alude de manera explcita al parentesco en varias ocasiones, Carrasco sentencia que lo dicho por Zorita debe referirse a la filiacin tnica de los miem-bros deuncalpulli, pero no al parentesco.

    De cualquier forma, el conjunto de las objeciones que levanta Carrasco a la concepcin tradicional del calpulli tras-ciende con mucho el mero problema del parentesco, aunque ah encuentre su punto de partida. Esto resulta claro cuan-do escuchamos la idea de los segmentos territoriales de la unidad poltica. Las comunidades se explicaran entonces co-mo parte de la estructura estatal; los calpulli seran resultado de una estrate-gia administrativa del poder poltico, fru-to no de una tradicin histrica propia, sino de un acto de gobierno.

    Resulta imposible compaginar esta perspectiva con los hechos. Bastara con aludir a los procesos migratorios para que el modelo hiciera crisis. Si los proce-sos migratorios de las diferentes etnias ---eonocidos sobre todo para el Posclsi-eo- se realizaron en segmentos llama-dos calpulli (como el propio Carrasco re-conoce), inevitablemente hay que acep-tar que esos calpullis podan ser inde-pendientes de un poder poltico, del cual con frecuencia escapaban, e inde-pendientes, tambin, de un principio de territorialidad. An ms, las evidencias indican que, al establecerse, los grupos migrantes conservan su forma de organi-zacin, y el poder poltico local, en todo caso, impone su dominacin sobre esa realidad fragmentada o agrupada de an-temano. No crea calpulli, sino que domin sobre las unidades existentes. A veces, como se ver en la regin poblano---tlax-

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    calteca, parece fragmentar, pero m si-quiera hay indicios de que disuelva o es-tablezca unidades. Por otro lado, partir un calpulli o partir una tribu es como partir una gota de mercurio. La sociedad gentilicia es enormemente flexible: se descompone en sus partes ms pequeas o se aglutina en macrounidades, segn lo requieran las circunstancias externas. Los principios de articulacin no se pier-den en este juego geomtrico. Se perde-ran si sus fundamentos fueran socava-dos. Este es, en todo caso, el principal problema cuando nos enfrentamos a los Estados mesoamericanos del Posclsico. Esta articulacin histrica de una estruc-tura poltica con las comunidades genti-licias implica vnculos tensos y conflicti-vos. Cabe preguntar: en qu medida des-gast tal articulacin las formas de orga-nizacin interna de las comunidades? En efecto, como proponen aun quienes defienden la hiptesis de la organizacin gentilicia, las comunidades vivan un proceso de disolucin en el momento de la conquista o encuentro ... armado? Creo que no: es algo por estudiarse.

    Pero no es slo ante el problema de las migraciones que se debilita la pers-pectiva de la organizacin estatal. Wmo explicar esa unidad cultural que todos los autores (incluido Carrasco) reconocen en el calpulli: dios tutelar propio, culto y templo propios, unidad de costumbres, unidad de oficio, vnculos de solidaridad, etc.? La propuesta del calpulli como uni-dad territorial de administracin del Es-tado es a todas luces incapaz de ofrecer una explicacin a esto. por qu un Esta-do altamente centralizado habra de fo-mentar o instituir prcticas peculiares,

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    idiosincrticas? No hay evidencia de una accin poltica en ese sentido. S la hay, en cambio, de una tarea del Estado que busca hacer homogneos a los barrios en la perspectiva pblica. La accin judicial, a su manera, y ms claramente la accin escolar estn orientadas a disolver las diferencias y someter a las comunidades a los intereses del orden central, discre-pantes, por cierto, de las necesidades, costumbres y principios de la vida comu-nitaria.

    LA CASA CHATA

    Existe la tendencia a pensar que las in-vestigaciones de los discpulos y seguido-res de Pedro Carrasco (particularmente los del CISINAH-CIESAS) vienen a reforzar los argumentos del maestro. Creo que esto es slo parcialmente cierto. En trabajos de Luis Reyes, Mercedes Oli-vera, Hildeberto Martnez y en algn tex-to reciente de Teresa Rojas se aprecia algo que es muy natural: todos estos in-vestigadores hicieron suyas, de alguna manera, las preocupaciones expresadas por Carrasco: cierta duda frente a la con-cepcin del calpulli como una comunidad de tipo tribal; la suposicin de que la estructura social no tena su fundamento en esas comunidades autosuficientes y autoorganizadas, sino en las disposicio-nes y la distribucin de la tierra realiza-da$ por los tlatoque; finalmente, la idea de que stos tenan la capacidad de orga-nizar a la poblacin, repartirla y asignar-la a formas de trabajo de tipo servil. Pese a todo ello, los hallazgos y las argumen-taciones que encontramos en los diferen-

    PABLO ESCALANTE GONZALBO

    tes textos no necesariamente conducen a un refuerzo de la postura de Carrasco. Al respecto, hago algunos comentarios.

    Al pensar en las investigaciones de Reyes y Olivera, entiendo que los asuntos de mayor inters para nuestra discusin son, por un lado, la importancia -en la regin que ellos estudian- de la institu-cin del teccalli, y, por el otro, la interpre-tacin de los autores en el sentido de que los trminos calpuleque y macehualtin, mencionados en los documentos para in-dicar un cambio de ciertas condiciones, son excluyentes.

    La proliferacin de tetecuhtin y/o tla-toque (en los documentos, estos trminos se usan a veces de manera indistinta) es un fenmeno de orden poltico que impli-ca, llanamente, fragmentacin del poder. En ltima instancia sigue existiendo un tlatoani que habla ms que los otros, un centlatoani; pero se ha repartido poder y beneficios tributarios. El cambio de la condicin de calpule a la de macehualli s sugiere una transformacin en las re-laciones sociales. Hay que revisarlo.

    En sus docum~ntos, Luis Reyes de-tecta un problema interesante. Cuando un calpulli es sometido a la tutela de un tecuhtli, ya no se alude a la gente del calpulli con el ttulo de calpuleque, sino con el de macehualtin. Hasta aqu, un problema terminolgico; es decir, la co-munidad ha pasado a cumplir ciertas obligaciones tributarias con un tecuhtli y, por ello, porque se halla sometida a dicha forma de tributacin, sus miembros reci-ben el apelativo de macehualtin. Pero, en sus caractersticas fundamentales, iha cambiado el calpulli? Reyes se pregunta cul es la diferencia entre un estado y

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    otro, y para responder utiliza un docu-mento colonial, la protesta de Jos anti-guos calpuleque de Tepetzinco.

    ce:

    Los tepetzinca le trabajaban [al te-cuhtli]. Todo le daban: mantas, enaguas, huipiles, totoles, cacao, tamales; todo lo que se acostumbraba dar. Le labraban sus sementeras, le construan su casa.

    Y refirindose al tiempo anterior di-

    Y el difunto Tequanmani era slo nuestro padre, nos gobernaba, nada le dbamos; y ahora viven los descendientes de Tequanmani, que esos pilli se hagan cargo de all de Tepetzinco. 35

    Sobre el jefe original del calpulli, Luis Reyes dice, y dice bien, lo siguiente:

    . . . no lo reconcen como el seor dueo de la tierra, sino que la estratifica-cin est en base al parentesco, por esta causa, de su gobernante dicen que 'era slo nuestro padre', es decir, es el pariente que desempea funcio-

    35 Reyes Garca, 1977, op. cit., p. 114.

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    nes administrativas, y adems agre-gan 'nada le dbamos'. Esto estarla de acuerdo con lo que informa Zorita de los calpulli como unidades de pa-rentesco estratificadas que posean en comn una cierta extensin de tierra. Seguramente, como dice Zori-ta, los calpolleque prestaban servicio para el jefe de su calpulli, pero no porque fuera el dueo de la tierra, sino porque era el 'pariente mayor' con funciones administrativas. 36

    El jefe gentlcio es despojado de su cargo; en su lugar se impone .a un noble con rango de tecuhtli. Esto no quiere decir que un calpulli sin adscripcin -digmosle as- a un teccali no tributa-ra en absoluto; lo haca a un seor uni-versal, a una funcin pblica. La imposi-cin de un tecuhtli era mucho ms inc-moda, en tanto que violentaba las formas tradicionales de dirigencia, a la vez que demandaba el otorgamiento de los exce-dentes a este representante de la usurpa-cin, y que probablemente implicaba un aumento relativo de las cargas, adems de los servicios personales.

    Ahora bien, disuelve este cambio la organizacin de la comunidad gentilicia? Sabemos que hay un trueque de la cabeza original y la imposicin de una carga para sostener a la nobleza parasitaria . Sin embargo, no hay indicios de una transformacin profunda de Ja comuni-dad original ni se habla de que el teccalli, por ejemplo, administrara Ja asignacin de parcelas o el tiempo de trabajo de los 36 lbidem, p. 115.

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    comuneros. De hecho, en el documento citado por Luis Reyes encontramos a la comunidad que -ya a mediados del siglo XVI- demanda la supresin del tecalli y la restitucin de la jefatura original. Se alude incluso a la descendencia del pa-riente mayor despojado.

    Mercedes Olivera encuentra en Tecali la misma situacin, en cuanto al uso del trmino macehualtin para aludir a los cal-pu/,eque dependientes de una casa seorial. Sobre el cambio de situacin de las comu-nidades por causa de conquista, afirma:

    Es posible que los campesinos que los chichimeca dominaron a su llegada hayan estado originalmente organizados en unidades sobre la ba-se del parentesco [llinajes?] en forma parecida a los calpullis de que habla Zorita; partiendo de esta idea no es difcil pensar que con la conquista chichimeca esos grupos hubiesen quedado desintegrados en unidades familiares ms pequeas, ya que cuando los chichimecas conquista-ban un lugar los seores que interve-nan en la conquista se repartan a los macehuales; a partir de este mo-mento, los dominados deban entre-gar tributo a sus nuevos amos. 31

    Lo nico que no queda claro en la documentacin de Olivera es si en efecto

    37 Olivera, Mercedea: Pillis y macehuales. Las for-maciones sociales y los medios de produccin de Tecali del siglo XII al XVI, Mxico, Ediciones de la Casa Chata, 1978, p. 84.

    PABLO ESCALANTE GONZALBO

    el que llama "reparto" de trabajadores comprenda la fragmentacin de los cal-pullis en los linajes que los constituan.

    Cabe discutir si estas comunidades sometidas a un nuevo orden tributario en virtud de la Conquista -lo que parece dominar el panorama poblancr-tlaxcal-teca- corresponden con los teccaleque o con los mayeque de Zurita. De cualquier forma, no se puede pensar en individuos o familias sueltas, como no lo eran los siervos europeos con quienes podramos compararlos, sino entidades comunita-rias (partidas o enteras), en las que se reconoce y declara, segn la documenta-cin colonial, la presencia de linajes.

    No puedo dejar de hacer referencia a las cuadrillas, porque la manera como se han manejado deriva sin duda de la pol-mica en torno al calpulli. Se vislumbra como una puerta falsa. Se ha querido negar la importancia del calpulli como comunidad autosuficiente de producto-res y tambin se ha querido negar (me refiero fundamentalmente a Carrasco) que los lazos de parentesco y sus reglas estructuraran tales comunidades. Al mismo tiempo se ha afirmado que los calpulli no eran sino segmentos terri-toriales administrados por el Estado. En el sistema vigesimal de las cuadri-llas se ha querido ver, justamente, el procedimiento mediante el cual se reali-zaba esa supuesta administracin "des-de arriba".

    Han hablado de las cuadrillas, refi-rindose a la prestacin de servicios, Luis Reyes, Mercedes Olivera y Pedro Carras-co. Claramente pretenden vincularlas con la organizacin de los productores, ms all de la prctica tributaria, J erome

  • LA POLEMICM. SOBRE LA ORGANIZACION ... 161

    Offner,"" Hildeberto Martnez y Teresa Rojas. Los argumentos del primero sobre este y otros aspectos de la organizacin social indgena son tan apasionados y carecen a tal punto de una fundamenta-cin seria que prefiero no aludirlos en est espacio. De manera manifiesta, Martnez establece una relacin entre la presunta ausencia de calpulli y Ja exist-encia del sistema vigesimal. Lo cito:

    Al igual que entre los pipiltin, los terrazgueros son tambin grupos or-ganizados, salvo que en stos no exis-ten evidencias de linajes o calpulli, segn la interpretacin tradicional de Zorita ...

    La unidad bsica organizada no es el barrio como unidad territorial sino un grupo de casas, ordinaria-mente veinte ... 39

    Aqu despunta el problema en toda su gravedad. Sabemos que hay un procedi-miento para canalizar la fuerza de traba-jo tributaria, que toma a las unidades familiares de viente en veinte. Decir, co-mo dice Martnez, que no hay calpulli sino veintena es demasiado. Esta no es una agrupacin social -es obvio-, sino justamente una unidad de medida para movilizar la fuerza de trabajo de los cal-pulli.

    38 Offner, Jerome A.: Law and Politics in Aztec Texcoco, Cambridge, Cambridge University Press, 1983. 39 Martnez, Iiildeberto: Tepeaca en el siglo XVI. Tenencia de la tierra y organizacin de un seorlo.

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    La ltima alusin a las cuadrillas que he visto publicada es Ja de Teresa Rojas. El texto ordena y revisa cuanto se ha dicho sobre el tema. Coincido con Ja au-tora en considerar que hay evidencias suficientes para afirmar que la organiza-cin vigesimal en cuadrillas es de origen prehispnico. Pero Jos documentos que as Jo indican son claros al apuntar que el sistema era utilizado para movilizar Ja fuerza de trabajo tributaria. No podemos ir ms lejos que esto, a menos que le demos la espalda a Jos documentos, tal y como Jo ha hecho Carrasco con el calpu-lli. Hago manifiesta esta prevencin, porque me desconciertan dos afirmacio-nes del trabajo de Rojas. Cuando hace referencia a las finalidades del sistema de cuadrillas, dice que "servan para el con-trol y manejo de Ja poblacin trabajadora macegual con fines tanto tributarios y laborales como productivos".40 Aunque no entiendo muy bien la aseveracin, in-tuyo que va ms lejos de lo que permiten Jos documentos que hablan del sistema en su funcionamiento prehispnico; esto es, insisto, su utilizacin para movilizar Ja fuerza de trabajo tributaria. Me preo-cupa nuevamente el cierre del texto, aun-que resulta claro su nivel hipottico:

    ... puede manejarse que en el plano poltico administrativo, era [el de las cuadrillas] el sistema bsico de orga-nizacin de la clase o estrato mace-

    40 Rojas Rabiela, Teresa: "El sistema de organiza-cin en cuadrillas", en Origen y fonnaci6n del estado en Mesoam~rica, Mxico, UNAM, 1986, p. 149-150.

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    gua!, quiz como los tecalis lo eran para los pipiltin. 41

    PERSPECTIVAS

    Debemos salir del estancamiento en que se encuentra la disputa por el calpulli en este momento. Para ello no estara de ms ser explcitos y claros, y debatir p blicamente y por escrito sometiendo los argumentos a una intensa discusin. Ha-br que regresar a los documentos origi-nales y someterlos a la ms fina crtica. Si encontramos buenos motivos para des-calificarlos; si son internamente contra-dictorios, o podemos probar su falsedad; si se demuestra que las afirmaciones es-tn torcidas por el inters de su elabora-dor, entonces habr que darles la espalda. Pero si no ocurriera as, recordemos que un historiador jams puede suplir los do-cumentos con sus prejuicios: el riesgo es el de subvertir la realidad.

    Mas no todo acaba en los documentos clsicos. Deben buscarse nuevas estrate-gias. Si no se consigue tomar el asunto por asalto, habremos de llegar a l por asedio. Una ruta posible es la de la dia-

    41 /bidem. 42 Millon, Ren: "Teotihuacan: City, State and Civilizationn, en Supplem.ent to the Han.dbook of Middle American Indians. Archaeology, Austin, University ofTexaa Press, 1981, p. 198-243.

    PABLO ESCALANTE GONZALBO

    crona. Hacia atrs: Millon 42 argumenta, con bastante consistencia, sobre la posi-ble relacin entre conjunto habitacional y parentesco en el caso de Teotihuacn. Hacia adelante: los antroplogos se en frentan todava hoy (coloniaje, liberalis-mo y Pemex de por medio) a las lealtades primordiales -trminos ms que exac-tos,. ms que justos para referirse a la organizacin de las comunidades tradi-cionales a partir de los vnculos de paren tesco y sus extensiones de solidaridad amistosa y clientelar.

    Pensando en los nahuas del Altiplano Central, otra ruta es la comparativa sin-crnica. Recuerdo, por ejemplo, el trabajo de Pastor sobre la Mixteca, en el que se revela el siqui como organizacin genti licia . ..,

    Tambin est la va de aquellos docu mentos no directamente referidos a la orga!lizacin social de los pueblos del Al tiplano durante el Posclsico, sino a sus costumbres cotidianas, a su ideologa, a los valores que regan su conducta. En aqullos encontramos no una, sino ml-tiples referencias a los vnculos de paren-tesco, de amistad, de vecindad y, en su-ma, de solidaridad.

    43 Pastor Rodolfo: Campesinos y reformas: LaMix-teca, 1700-1856, Mxico, El Colegio de Mxico, 1987.