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    Revista de Indias, 2005, vol. LXV, nm. 234Pgs. 405-426, ISSN: 0034-8341

    R. I., 2005, n. 233

    ENTRE INDIOS E INMIGRANTES: EL PENSAMIENTONACIONALISTA Y LOS PRECURSORES DEL FOLKLORE

    EN LA ANTROPOLOGA ARGENTINA DEL CAMBIODE SIGLO (XIX-XX)

    POR

    INGRID DE JONGUniversidad de Buenos Aires/CONICET

    El artculo tiene como objetivo el anlisis de la influencia de las ideas del nacionalismo cultu-

    ralista en la configuracin de los estudios de folklore en la antropologa argentina durante las

    dcadas que rodean la transicin del siglo XIX al XX. El seguimiento de la produccin de los prin-

    cipales investigadores en folklore en este perodo permite detectar la concepcin esencialista de la

    nacionalidad subyacente a sus enfoques, as como las operaciones de jerarquizacin de los aportes

    indios y espaoles a la esencia criolla concebida por los sectores de elite como fundamento

    tnico de la nacionalidad.

    PALABRAS CLAVES:Antropologa, Argentina, Folklore, Nacionalismo, Identidad Nacional.

    INTRODUCCIN

    En las dcadas que rodean el cambio del siglo XIX al XX, la Argentina fue elescenario de profundos cambios que ubicaron el tema de la construccin de la

    nacin y la definicin misma del modelo de nacionalidad en el centro de debatesy prcticas polticas. Estos cambios se vincularon fundamentalmente al impactode la afluencia masiva de la inmigracin extranjera, dentro de un contexto inter-nacional en el que se iniciaba una nueva etapa de construccin de naciones ynacionalidades europeas en un clima de expansin colonial imperialista.

    El impacto social, cultural y econmico del fenmeno inmigratorio en un es-tado nacin que tena escasas dcadas de unificacin poltica y que acababa deconsolidarse territorialmente fue complejo. Las problemticas asociadas a unainmigracin aluvial dieron lugar entre la intelectualidad argentina al desarrollo deun pensamiento preocupado por solucionar los problemas sociales que impedan

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    consolidar una nacin homognea, con contenidos particulares y distintivos. Estose expresa en el desarrollo de polticas que hacan nfasis en la educacin y losrituales patriticos mediante los cuales se intentaba argentinizar a los contin-

    gentes de inmigrantes. Pero tambin en la elaboracin de pasados y delimitacinde tradiciones nacionales, que encuentran en los elementos hispanos e indge-nas las verdaderas races de la nacionalidad argentina, convirtindolas en lamatriz a la que deba amoldarse la idiosincrasia de las masas de inmigrantes eu-ropeos. Dentro de la antropologa, un grupo de estudiosos abre un espacio en elque se plantear la preocupacin por rescatar y recopilar elementos de esta tradi-cin hispano-indgena, constituyendo as los precursores del rea de estudiosfolklricos que a lo largo de la primera mitad del siglo XX ir constituyndosecomo una rama especfica de la antropologa.

    Este trabajo pretende explorar justamente en la permeabilidad de la antropo-

    loga a las preocupaciones nacionalistas a lo largo de un perodo en el que laafirmacin de los fundamentos tnicos de la nacionalidad, la definicin de loselementos de la tradicin y el sentido de la historia nacional se convirtieron entemas de controversia intelectual y en argumentos legitimantes de la hegemona

    poltica.Describiremos a continuacin el surgimiento de las preocupaciones naciona-

    listas en la Argentina de fines del siglo XIX y principios del XX para analizarluego aquellos desarrollos que muestran la adopcin de los trminos en que se

    planteaba la cuestin nacional en la misma configuracin del folklore nacio-nal como objeto de estudio antropolgico.

    I. EL SURGIMIENTO DE PREOCUPACIONES NACIONALISTAS EN LA ARGENTINA

    La Argentina de las ltimas dos dcadas del siglo XIX est moldeada por loscambios de la llamada modernizacin. Concretadas las operaciones militaresde ocupacin de la Pampa y la Patagonia, e iniciadas las expediciones que logra-ran en el norte del pas el dominio seguro sobre los territorios indgenas, la Ar-gentina fortalece su lugar en el mercado internacional como proveedora de mate-rias primas, disponiendo sus recursos naturales para el inicio de una cada vez ms

    grande cantidad de actividades productivas: principalmente la ganadera y agrco-la en el centro del pas, a la que secundaran de lejos las economas surgidas endistintos puntos del territorio nacional1.

    La preocupacin de las elites argentinas por la identidad de la nacin y labsqueda de la homogeneidad de creencias entre sus integrantes no puede dejarde ser asociado al crecimiento de la inmigracin, y a la transformacin en un

    1 Luis Alberto ROMERO, Breve Historia Contempornea de la Argentina, Buenos Aires,Fondo de Cultura Econmica, 1994.

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    problema de lo que anteriormente haba sido concebido como una solucin parala conformacin de la nacin. La inmigracin europea, concebida como recursofundamental para el desarrollo social y econmico nacional durante gran parte

    del siglo XIX, es finalmente un hecho que asume dimensiones inusitadas, tantopor la cantidad de personas ingresadas en poco tiempo2, como por el impacto queproducen en el pas al que arriban. En una estructura productiva de claros rasgoslatifundistas, el elemento inmigrante termina asocindose a una acelerada urbani-zacin y al surgimiento de nuevas masas obreras con potencialidades reivindica-tivas que la elite prontamente encuentra necesario controlar y amoldar a los re-querimientos del esquema productivo tal cual iba plantendose3.

    Los extranjeros comienzan a ser vistos como una doble amenaza, hacia laidentidad nacional por una parte dada por la tensin entre el principio de san-gre y el del suelo que se habita como fundamento de su nacionalidad y

    respecto de su misma condicin de elite, implcitas en la posibilidades de ascensosocial de los nuevos inmigrantes. Pese a ello, el mito de la inmigracin comofactor transformador y civilizador sigui siendo muy fuerte, y difcil de escindirde las ideas que rodeaban el proyecto de construir una nueva nacin. Solo queahora iban unidas a una clara preocupacin de las elites por las polticas necesa-rias para fortalecer la unidad de esa nacin en construccin. Es por ello que algu-nos historiadores encuentran en este momento el punto de partida del naciona-lismo argentino4.

    El trmino nacionalismo ha sido utilizado para aludir a los ms diversosfenmenos sociales, polticos e ideolgicos, lo cual conducira, en principio, a la

    necesidad de una definicin. Coincidimos sin embargo con Chiaramonte5 en queen lugar de asentarse en definiciones taxativas, que fijan de una vez y para siem-

    pre las caractersticas atribuidas a un concepto, resulta ms til analizar los dis-tintos y sucesivos sentidos que han asumido a lo largo de ciertos perodos histri-cos. Esta denominacin ha sido aplicada frecuentemente por los historiadores amovimientos polticos antiliberales, y a menudo autoritarios, que hacan nfasisen las especificidades culturales, raciales e histricas de una comunidad poltica

    2 Los 1,8 millones de habitantes del pas en 1869 pasaron a ser 7,8 millones en 1914, y en ese

    mismo perodo la poblacin de la ciudad de Buenos Aires pas de 180.000 habitantes a 1,5 millo-nes. Dos de cada tres habitantes de la ciudad eran extranjeros en 1895, y en 1914, cuando ya habannacido de ellos muchos hijos argentinos, todava la mitad de la poblacin de la ciudad era extranje-ra. ROMERO [1], p. 27.

    3 Juan Carlos ALTAMIRANO y Beatriz SARLO, Ensayos Argentinos. De Sarmiento a la Van-guardia, Buenos Aires, Centro Editor para Amrica Latina, 1983.

    4 Fernando DEVOTO, Nacionalismo, fascismo y tradicionalismo en la Argentina moderna.Una historia, Buenos Aires, Fondo de Cultura Econmica, 2001. Lilia Ana BERTONI, Patriotas,cosmopolitas y nacionalistas. La construccin de la nacionalidad argentina a fines del siglo XIX,Fondo de Cultura Econmica, 2001, p. 311.

    5 Jos Carlos CHIARAMONTE,Nacin y Estado en Iberoamrica. El lenguaje poltico en tiem-pos de las independencias, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2004, p. 47.

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    respecto de otras. Recientemente, ha comenzado a ser utilizada en un sentido msamplio, en referencia a los proyectos e instrumentos utilizados por las elites pol-ticas con fines de homogeneizacin de la poblacin al interior de las fronteras de

    un estado-nacin. Estos dos sentidos, amplio y restringido, del nacionalismohabran coexistido dentro de las distintas naciones europeas, representando a latradicin liberal surgida con la revolucin francesa y al accionar homogenei-zador que desde el estado realizan las elites, y a los sectores contrarrevolucio-narios opuestos a tal tradicin. Pero en el trnsito de los siglos XIX al XX, laaplicacin del trmino nacionalismo fue deslizndose progresivamente desde loscontenidos de la tradicin liberal decimonnica para referir casi exclusivamente alos enemigos de la misma, es decir, comenz a predominar el sentido restringidodel trmino6.

    Encontramos asimismo en la Argentina de las ltimas dcadas del siglo XIX

    la coexistencia de dos concepciones de nacin y nacionalidad, que habran mar-cado un eje de oposicin entre los modelos de accin al interior de la misma eliteen cuanto a las formas de solucin propuestas al fenmeno inmigratorio. Una deellas, heredera de la concepcin liberal, que se haba expresado en la Constitu-cin Nacional de 1853 y en leyes como las de inmigracin de 1876 y de la ciuda-dana de 1869, sostena una idea de nacin como cuerpo poltico basado en elcontrato, de incorporacin voluntaria, que garantizaba amplias libertades a losextranjeros y ofreca tolerancia para el desenvolvimiento de sus actividades, tantoeconmicas como culturales7. Al calor de la problemtica inmigratoria y de unmarco internacional favorable a este proceso se va gestando una posicin mas

    esencialista y excluyente de nacin, que afirmaba a la identidad nacional, comocontraparte del estado nacional, no como una construccin de base poltica sinocomo sentimiento reflejo de una supuesta homogeneidad tnica8.

    Bajo las denominaciones de cosmopolitas y nacionalistas, ambas postu-ras fueron perfilando distintos modelos de nacionalidad. La concepcin cosmopoli-ta conceba la nacionalidad resultante como producto de la mezcla, del crisol derazas y bsicamente como integradora de los rasgos de los diferentes pueblos yculturas que iran conformando la nacin. A esta identidad nacional en forma-cin, an no definida, se opona la idea de una nacionalidad con rasgos prefija-dos, instalados en la historia, anclada en una idea de tradicin nacional pre-

    existente. El pasado constitua as el referente un corpus cultural especfico que

    6 DEVOTO [4].7 BERTONI [4] .8 CHIARAMONTE [5] p.21. Se advierten aqu las influencias del modelo prusiano de desarrollo

    nacional, admirado por muchos miembros de la elite. Las tesis romnticas del Volkgeistsostenanque a cada nacin le corresponda una raza nativa, a travs de la cual se manifestaba la ndole espe-cfica de su genio, que exclua lo diferente o lo anulaba por absorcin. Las ideas de Bluntchli, unareconocida autoridad en Alemania, sobre la voluntad de la raza y su papel en la formacin delEstado Moderno eran parte de estas concepciones. BERTONI [4] p. 195.

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    deba mantenerse puro para neutralizar la disgregacin latente en la inmigracinmasiva. Aunque estos posicionamientos no llegan a conformar partidos diferencia-dos, pronto la cuestin nacional penetr todos los mbitos institucionales de la

    sociedad y todos los sectores sociales, desplegndose en espacios cientficos yculturales en los que toma fuerza una actividad de construccin de la historia ytradicin nacionales.

    Se trata de un perodo de transiciones y labilidades en los que no siempre serfcil escindir nacionalismos polticos de nacionalismos identitarios, pero donde lamisma concepcin de nacin ir deslizndose desde formas liberales a formas msrestringidas. La formulacin de una nacin basada en la identidad entre el estado yun grupo con un particular carcter lingstico y cultural comenzar a imponersesobre concepciones ms contractuales e integradoras de las diferencias9.

    Tal desplazamiento se advierten en aquellos pensadores de trayectoria liberal,

    integrantes del ensayo positivista, que abordaron la problemtica social ligada alfenmeno inmigratorio como objeto de inters cientfico de carcter estadstico, enlos que se evidencia el frecuente desplazamiento de la argumentacin racional enbeneficio de los recursos del lenguaje y las imgenes sugestivas10. El planteo de lanecesidad de conformar una buena nacionalidad ligada a los valores patrios apa-reci tanto en Francisco Ramos Meja como en Agustn Alvarez, Octavio Bunge oJos Ingenieros, bajo lo que se llam en la poca fuerzas morales. Esto requeradelimitar los contenidos de la nacionalidad a ensearse e inculcarse, la elaboracinde un pasado y una esencia cultural nacional que pudiera oponerse a la disgrega-cin de culturas, idiomas y razas con la que amenazaba la masa inmigrante. Los

    hijos de los inmigrantes, depositarios del futuro sentimiento de nacionalidad, deb-an ser objeto de las prcticas de educacin estatales, que a travs de las ceremonias,liturgia y rituales ligados al patriotismo, lograran su argentinizacin. La estrate-gia educativa fue as, y paradjicamente, una preocupacin temprana y constanteen autores que aunque partan de principios biologicistas y racistas sobre las capa-cidades humanas, revelaban la confianza en la potencia del ambiente argentino

    para domesticar y regenerar la psicologa del inmigrante11.Pero en divergencia con este optimismo, para algunos miembros de la elite la

    decisin de abrir las puertas de la inmigracin haba sido errada. La solucin

    9 DEVOTO [4]. Este diagnstico es compartido por otros historiadores de las ideas polticas enla Argentina bajo la distincin del nacionalismo poltico y cultural o culturalista, en el casode Oscar TERN, Vida intelectual en el Buenos Aires fin-de-siglo (1880-1910). Derivas de la cul-tura cientfica, Buenos Aires, Fondo de Cultura Econmica, 2000, y Alberto RUBIONE,En tornoal criollismo, Buenos Aires, Centro Editor de Amrica Latina, 1983 , o contractualista y cultu-ral esencialista BERTONI [4].

    10 Oscar TERN,Positivismo y Nacin en la Argentina, Buenos Aires, Punto Sur, 1987, p.20.11 En este sentido la idea de crisol de razas, como mezcla potenciadora de las virtudes y de-

    puradora de los defectos de las partes, sirvi de coartada argumentativa para estas propuestas.Ibidem p.24.

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    pasaba por volver al pasado, lo cual requera releer nuestra historia (...) demo-ler el cosmopolitismo y trazar de una vez con rasgos firmes el perfil definitivo dela patria12. La preocupacin por consolidar los rasgos de la propia cultura apun-

    taba entonces no a los rasgos futuros producto de la mezcla, sino a aquellosrasgos esenciales del pasado nacional.

    La intervencin cada vez mayor del estado en el desarrollo de polticas na-cionalistas, como el culto de la tradicin y los hroes, la realizacin de monu-mentos y la celebracin de conmemoraciones patriticas fue acompaada por unaimportante labor historiogrfica de relevamiento del pasado. Ello implicaba unareconciliacin con el legado espaol: la metrpoli tirnica deba ir dejandolugar a la madre patria13: obras comoLas multitudes argentinas (1899) de Ra-mos Meja,La tradicin nacional(1888) de Joaqun V. Gonzlez, oLa poca de

    Rosas (1898) de Ernesto Quesada, rescataban el legado colonial y la herencia

    espaola como parte de un pasado con reflejos potenciales en la construccin deuna democracia. La clave de la historia argentina era encontrada en las poblacio-nes rurales y contrastadas con la multitud urbana y aluvial.

    Un sector de la elite dirigente asume la defensa activa de esta concepcinesencialista y excluyente de la nacin desde asociaciones, ctedras, revistas, dia-rios y academias, como la Academia Argentina de Ciencias y Letras y el Ate-neo. Estas instituciones nucleaban intelectuales y artistas que aspiraban a la

    promocin de los valores argentinos, como Ernesto Quesada, Estanislao Zeba-llos, Calixto Oyuela, Eduardo Holmberg, Bartolom Mitre, Lucio V. Mansilla,Miguel Can, Joaqun V. Gonzlez y Rafael Obligado, que integraron tambin la

    Academia Argentina de la Lengua, creada en 1910, bajo la direccin de Vicen-te Quesada. A estas debemos agregar la Sociedad Cientfica Argentina, la Juntade Historia y Numismtica y el Instituto Geogrfico Argentino, dedicadas al es-tudio del territorio y el pasado histrico desde una perspectiva cientfica y profe-sional. La participacin simultnea en varias de estas instituciones, as como elfrecuente vnculo de amistad, parentesco o camaradera profesional que una asus miembros, expresan el grado de concentracin y hegemona de la elite diri-gente, as como los cercanos vnculos entre los espacios cientficos, polticos yliterarios a su interior14.

    12 Lucio V. Lpez,Discurso en la colacin de grados en la Facultad de Derecho (24 de mayode 1890), Universidad de Buenos Aires, en BERTONI [4] p. 165.

    13 BERTONI [4] p.73. El rescate de los orgenes hispanos era en cierta medida novedoso y su-ceda a una etapa de rechazo explcito de los contenidos espaoles en la cultura argentina que seprolonga en los escritos de Agustn lvarez (South Amrica, 1894; Manual de patologa poltica,1899). TERN [10].

    14 La Academia Argentina de Artes y Letras, fundada por Eduardo Holmberg en 1873 agrupa intelectuales cuya tendencia a nacionalizar la literatura y el arte se opuso completamente a laorientacin ms cosmopolita del Circulo Cientfico Literario, su antagonista. Marcelo MONTSE-RRAT, Ciencia, historia y sociedad en la Argentina del siglo XIX, Buenos Aires, Centro Editor deAmrica Latina, 1993. RUBIONE [9].

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    En estos espacios se desarrollan debates que tomando como referencia las pol-ticas a implementarse sobre el idioma, el tipo de educacin que deba darse a losdescendientes de extranjeros o el carcter de la literatura nacional, expresaron las

    diferentes corrientes de opinin que se desplegaban entre posiciones ms esencialis-tas, ligadas a un apego a la base criolla como modelo de nacionalidad, y posicionescosmopolitas o derivativistas15, que ponan mayores expectativas en la identidadnacional producto de la mezcla. As, enEl idioma nacional de los argentinos (1900)Luciano Abeille se inclinaba a favor de la formacin paulatina de un idioma particu-lar fruto de la mezcla entre el espaol y los idiomas de los inmigrantes. ErnestoQuesada respondi a Abeille enEl criollismoen la literatura argentina (1902), endonde defenda un retorno al castellano por sobre alternativas vinculadas a una evo-lucin independiente del criollismo. Sin pretender eliminar estos desarrollos de lalengua vulgar, s consideraba necesario mantener una clara jerarqua, impidiendo

    que esta pudiera expresar una literatura de carcter nacional16.Estos debates reflejan asimismo el impacto que sobre las elites haba suscitado

    otro aspecto emergente de la nueva sociedad que se iba formando desde los 80, enbase a las prcticas educativas propugnadas por el mismo estado: el surgimiento deun nuevo campo de lectores y de una literatura popular de corte criollista, en mu-chos casos escritos en lunfardo o en hbridos de castellano con giros napolitanos. Elconsumo de folletines que elevaban a la categora de hroes populares a gauchoscomo Martin Fierro (1872) de Jos Hernndez yJuan Moreira (1879) y otros per-sonajes inspirados en gauchos perseguidos, como Juan Cuello (1880)y Hormiga

    Negra (1880), y Santos Vega (1880) de Eduardo Gutirrez, constitua un fenmeno

    que revelaba el impacto subjetivo de esta literatura gauchesca como referente deidentidad para el sector popular, nativo e inmigrante, del medio rural y urbano17.Ello suscita la reaccin de la clase letrada para conjurar las influencias inmigrato-rias que tenan lugar tanto en el lenguaje con el que esta literatura popular se expre-saba como en los sentidos adosados a sus hroes. La participacin de escritores dela elite en este gnero debe entenderse en la clave de los esfuerzos de las clasescultas por sentar los parmetros del criollismo aceptable: el Santos Vega de Ra-fael Obligado (1882), se haca cargo del gaucho como smbolo de la tradicin na-cional, pero vacindolo de las connotaciones de violencia y anarquismo que po-da traslucirse de hroes de la talla del Santos Vega y elJuan Moreira de Eduar-

    do Gutirrez, obras cuya trascendencia entre las clases populares se evidenciabaen sus altsimos tirajes y en su recreacin en teatros populares18.

    15 TERN [9].16 Quesada argumentaba Acaso, en qu parte del mundo la manera de hablar de los campe-

    sinos es considerada como la lengua del pas? citado por TERN [9], p. 242.17 Aunque el lugar de las obras de Gutirrez en este consumo literario era preponderante, mu-

    chos otros autores, como Faustino Daz, Gabino Ezeiza y Sebastin Bern, formaron parte de estaproduccin de literatura gauchesca. Adolfo PRIETO, El discurso criollista en la formacin de laArgentina Moderna, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1988.

    18 Idem.

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    Es quizs este debate el que opera de puente entre los planteamientos de losintelectuales de fines del XIX con los de la generacin nacionalista del Centena-rio, cuya produccin intelectual toma como referencia la conmemoracin del

    centenario de la revolucin independentista. A lo largo de las dos dcadas si-guientes tendra lugar una compleja operacin ideolgica de disputa por el senti-do de lo popular y nacional de las producciones literarias populares. Se inicia asun movimiento de opiniones que si bien hunde sus races en las problemticasnacionalistas del siglo XIX, tendr efectos hasta la dcada de 193019. En estesentido, fueron los intelectuales del nacionalismo espiritualista, una camadaentre cuyos integrantes suele destacarse a Ricardo Rojas, Manuel Glvez y Leo-

    poldo Lugones, la que avanzar desde una mayor profesionalizacin del lugar delescritor sobre la construccin de un pasado nacional y la afirmacin de los ele-mentos de la esencia cultural20.

    El debate sobre el criollismo se prolonga y toma fuerza en estos aos en espa-cios como el Ateneo, la Academia Argentina de la Lengua o en ciclos de conferen-cias en el Teatro Oden, donde llega a su cumbre lo que Prieto llama movimientode control del criollismo populista21. Las conferencias de Lugones sobre el Martn

    Fierro de Jos Hernndez marcan el punto de condensacin de esta disputa de sen-tidos sobre la literatura criollista. Lugones consideraba al Martn Fierro como un

    poema pico, con origen en los poemas homricos, postura no muy lejana de la deRojas, que en cambio lo emparentaba a los romances medievales. Ambos sin em-bargo le atribuan las mismas funciones de simbolizacin de la nacionalidad, extre-mando la apologa de estas obras como mitos nacionales frente a la realidad alu-

    vional de la inmigracin, percibida como catica y bablica22.La nocin de tradicin se fortalece y se comienza a cuestionar la de progreso

    como algo que atenta con disolverla. EnEl diario de Gabriel Quiroga (1910), Ma-nuel Glvez invierte la frmula civilizacin o barbarie. Aquella ya no se asocia-ba al cosmopolitismo y a Europa, se hallaba refugiada en la tradicin de las provin-cias del interior, resguardo de la esencia americana. Idnticos presupuestos apare-cen en La restauracin nacionalista (1909) donde Rojas plantea la necesidad defortalecer la conciencia histrica nacional en los mbitos educativos, moldeando laconciencia de ciudadanos respetuosos de su herencia cultural. Y dicha esencia de lanacionalidad estaba presente en el interior del pas, donde las fuentes hispnicas e

    indgenas se hallaban menos contaminadas por el cosmopolitismo.En la matriz ideolgica nacionalista de principios del siglo XX se consolida

    as un desplazamiento paralelo de los sentidos adosados al inmigrante y alcriollo. Este ltimo, connotado inicialmente como lo primitivo, elemental y

    19 RUBIONE [9].20 DEVOTO [4].21 PRIETO [17] pp. 133-134.22 RUBIONE [9] .

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    vicioso, pasa en el Centenario a condensar valores de libertad e independenciacontrapuestas a las negativas atribuidas al gringo o al inmigrante:

    ...la trama de valores y figuras identificatorias tena como funcin homo-geneizar las diferencias tnicas e ideolgicas de la inmigracin, pero por otra

    parte era el lugar en el que se institua la diferencia. Doble movimiento homo-geneizador y diferenciador. Por un lado se argentinizaba al inmigrante, perosimultneamente las esencias propuestas de la argentinidad le eran inaprensi-bles; anteriores a l, jams se entregaran a quienes slo tenan apetencias ma-teriales. En esa imposibilidad, en ese doble mensaje, se educ al recin llega-do: argentino, pero para siempre extranjero. Bien espiritual, atributo heroico

    propio de criollos, o sea de los descendientes de los espaoles, anteriores a lainmigracin, paradjicamente no sera dado al que haba sido convocado a in-tegrarse a la nacin argentina23.

    Sin embargo, qu tipo de lugar era adjudicado a espaoles e indgenas en es-ta tradicin nacional tan activamente construida y defendida como matriz culturaldestinada a homogeneizar la diversidad poblacional acentuada por la inmigra-cin? Creemos que este movimiento a la vez homogeneizador y diferenciador notuvo por objeto nico al inmigrante, sino tambin a las mismas poblaciones ind-genas, ponderando diferencialmente aquellas tradiciones reconocidas como pro-

    pias, destacando a unas, y excluyendo internamente a otras. La produccin antro-polgica sobre la tradicin y cultura nacionales en este perodo muestra quizscon mayor claridad las jerarquas internas con que se valoraba los distintos com-

    ponentes de la esencia cultural de la nacin.

    II. LA ANTROPOLOGA ARGENTINA EN EL CAMBIO DE SIGLO

    En contraste con una sociologa como saber totalizador, identificada con eldiagnstico y solucin de las fracturas que generaba la modernidad24, la antropo-loga de las dcadas finales del siglo XIX pareca estar poco conectada con lacuestin social creada por la inmigracin. Entre sus intereses predominaban laexploracin de los nuevos territorios conquistados al indgena y el relevamiento

    de los recursos naturales y poblacionales de estas nuevas reas. De esta manera,lo que fue configurndose como la antropologa de las ltimas dos dcadas delsiglo XIX comprenda un amplio espectro temtico, que abarcaba los aspectosarqueolgicos, paleontolgicos, raciales, geogrficos, biolgicos y tambin etno-lgicos. Naturalistas viajeros como Francisco Moreno, Florentino Ameghino,Pedro Salabrini y Juan Bautista Ambrosetti prolongaron as en un espacio cient-

    23 RUBIONE [9] pp. 18-19.24 TERN [9].

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    fico ms especializado las expediciones iniciadas en tiempos de frontera por ex-ploradores cientfico-militares como Manuel Jos Olascoaga, Ramn Lista, LuisJorge Fontana y Carlos Moyano. La expansin de las fronteras con el indio haba

    dado un envin significativo a las expediciones cientficas y al desarrollo de so-ciedades cientficas y museos. A la Sociedad Cientfica Argentina fundada porEstanislao Zeballos, uno de los miembros de esta generacin de cientficos defrontera, le sigui la fundacin del Instituto Geogrfico Argentino, el Museo deHistoria Natural de Buenos Aires, el Museo de Ciencias Naturales de La Plata yel Museo Etnogrfico de la Facultad de Filosofa y Letras de la Universidad deBuenos Aires. A estos espacios se vincula el inicio de espacios disciplinarios enarqueologa, paleontologa, etnologa y lingstica que terminarn consolidndo-se como la antropologa de fines del siglo XIX.

    La participacin en estas instituciones, surgidas en el seno de las clases que

    haban protagonizado la expansin territorial, se hallaba en gran parte mediadapor la pertenencia social y el vnculo con otros crculos donde se debatan temti-cas nacionalistas25. En todo caso, y como lo ha destacado Blache26, la influenciade las preocupaciones nacionalistas se expres en el surgimiento de un inters

    por registrar las tradiciones y costumbres de las provincias del interior del pasderivadas del perodo colonial, configurando un corpus de tradiciones en las quese reunan las races hispanas e indgenas de lo que ira calificndose paulati-namente como folklore nacional o americano.

    Elfolklore aparece por primera vez como tema en las notas sobre ancdotas ycostumbres tradicionales de la provincia de Catamarca que Samuel Lafone Que-

    vedo escribiera para el diario La Nacin en 1884 y que luego fueran publicadascomoLondres y Catamarca (1888). Durante la siguiente dcada otros investiga-dores se dedicaron, inspirados en la lectura de los trabajos en folklorstica euro-

    pea, a explotar con entusiasmo el rico filn del folklore sudamericano an in-explorado27. As salieron a la luz Materiales para el estudio del Folk-Lore Misio-nero (1893),Folklore Argentino (gaucho) (1893) y Costumbres y supersticionesde los valles calchaques (1896) de Ambrossetti28Folklore Calchaqu(1897) de

    25 Segn Perazzi, las dificultades de Florentino Ameghino por hacerse valer en este campopermite entender el xito de su postulacin del origen terciario del hombre americano. La propie-

    dad de tal frmula como argumento simblico sobre el cual sentar un pasado propio para la nacinrepercuti asimismo en el reconocimiento social de este investigador, que en tanto hijo de inmi-grantes y de origen en clases medias, hallaba dificultades en granjearse un espacio dominado por laelite. Pablo PERAZZI, Hermenutica de la barbarie. Una historia de la antropologa en BuenosAires, 1935-1966, Buenos Aires, Sociedad Argentina de Antropologa, 2004.

    26 Marta BLACHE, Folklore y nacionalismo en la Argentina: su vinculacin de origen y sudesvinculacin actual, en Rosana GUBER y Sergio VISACOVSKY,Historias y estilos de trabajo decampo en la Argentina, Buenos Aires, Antropofagia, 2002, pp. 229-262.

    27 Juan Bautista AMBROSETTI, Materiales para el estudio del folklore misionero,Revista delJardn Zoolgico de Buenos Ayres, Tomo I, ent.5, Mayo 15 de 1893, Buenos Aires, pp. 129-139.

    28 Estos tres textos fueron publicados en forma conjunta posteriormente, como: Juan BautistaAMBROSETTI, Supersticiones y Leyendas, Santa F, Librera y Editorial Castellvi S.A., 1967 [1917].

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    Adn Quiroga, y Quiere que le cuente el cuento del gallo pelado? (1998) deRobert Lehmann-Nitsche. Sin embargo, este tipo de investigaciones resultabantodava marginales en una disciplina donde las reas fsicas, biolgicas y arqueo-

    lgicas haban sido hasta el momento las predominantes, y donde las polmicasque involucraban a los investigadores giraban en torno a la prehistoria humana yla clasificacin de las variantes raciales y lingsticas americanas.

    Lo que aqu proponemos es que esta configuracin inicial del folklore,adems de excluir los aportes culturales de la inmigracin del espacio definidocomo tradicin nacional, realiza asimismo otro tipo de operaciones, que im-

    plican la distincin y valoracin diferencial de los elementos reconocidos comopropios en dicha tradicin. Distincin que separa el legado espaol del indge-na, jerarquizando su participacin en la historia y el presente bajo una perspec-tiva que termina por crear marcos de exclusin, ya no externos, pero s internos.

    Y esto se produce a travs del recorte o distincin, al interior del folklore, de unespacio considerado folklore criollo o argentino, diferenciado y excluyentede lo indgena donde se halla la mdula de la tradicin aceptada como propia.Analizaremos estos aspectos en los autores que realizaron los principales apor-tes al tema del folklore en las dcadas del cambio de siglo: Ambrosetti y Leh-mann-Nitsche.

    III. EL ESPACIO DE LOS ESTUDIOS EN FOLKLORE: AMBROSSETTI Y LEHMANN-NITSCHE

    Juan Bautista Ambrosetti ha sido considerado como el precursor de los estu-dios folklricos de la Argentina. Proveniente de una familia acomodada de la

    provincia litoral de Entre Ros, inicia sus investigaciones muy joven, sin obtenernunca un ttulo oficial. Su formacin se realiz como discpulo de Pedro Scala-brini, y en el estrecho contacto mantenido con Eduardo Holmberg, FlorentinoAmeghino y Francisco Moreno. Fue incorporado como miembro de la SociedadArgentina de Ciencias, de la Junta de Historia y Numismtica y del InstitutoGeogrfico Argentino, para el que realiz expediciones a las provincias del no-roeste, del litoral y la pampa central. Su recoleccin de leyendas y supersticiones

    populares fue paralela a su inters por la arqueolga y la flora y fauna de estasregiones, sobre las que realiz asimismo varias publicaciones. Estas expedicionescontribuyeron a acrecentar su coleccin de piezas arqueolgicas, botnicas y mi-nerales que formaron la base sobre la que se erigi el Museo Etnogrfico Argen-tino, de la que Ambrosetti fue nombrado director29.

    29 Julin CACERES FREYRE,Juan Bautista Ambrosetti, precursor de los estudios de folklore enla Argentina, Buenos Aires, Coni, 1942.

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    Conceba el folklore como un campo legtimo en el conocimiento cientficodel pasado del hombre30. En su perspectiva los capitales folklricos emergancomo propios de poblaciones racialmente distintas, aunque ante la labor de reco-

    leccin estos aparecieran mezclados y deformados por las influencias y el contac-to entre los pueblos. De esta manera su propsito era reconstruir en sus trminospuros el folklore verdadero de cada pueblo. No haba as en lo esencial mu-cha distancia entre su trabajo como arquelogo y como folklorista: ambas activi-dades se dirigan hacia la bsqueda de vestigios del pasado.

    La nocin de supersticin, considerada como creencia no racional y comoexplicacin rudimentaria de la realidad, producto de cerebros primitivos e incul-tos gua su percepcin del folklore calchaqu. El indio es un pasivo receptor deinfluencias hispanas que transforman slo en parte su matriz cultural, o se desvir-tan en contacto con ella, como queda claro en su aproximacin a las creencias

    religiosas:

    El elemento indio de la poblacin del valle Calchaqu puede decirse queno tiene fe religiosa, en el sentido verdadero de la palabra (...) la religin cris-tiana no ha hecho ms que aumentar el nmero de sus supersticiones, sin dis-minuirles las muchas que ya tena cuando los espaoles entraron en esa regin(...) El cerebro poco educado, infantil casi, de los indios que me ocupan, dema-siado influido por la herencia de sus costumbres primitivas, no poda entrar delleno en una evolucin progresiva hasta poder comprender el ideal religioso sintropezar en ese camino con los mil obstculos que le impona la fuerza regresi-va del atavismo de supersticiones que pesaba sobre ellos31.

    Esta imagen de las poblaciones indgenas contemporneas cambia al referirseal indio histrico, al que en definitiva apuntan sus objetivos, al pretender darcuenta del pasado de aquellos indomables indios que supieron luchar con raraenerga contra el invasor espaol32. El hallazgo de un conjunto de tumbas de losantiguos calchaques poda inspirar a Ambrosetti frases como la siguiente, en lasque los calchaques, como pueblo indio sometido al yugo espaol, encuentran enlas luchas por la independencia la oportunidad de sobreponerse a sus dominadores:

    Lleg el momento. Las dianas de Mayo volaron en alas del viento a travsdel virreinato (...) De la tierra brot el hombre: Gemes; alrededor de l loscalchaques, luchando con bravura, dueos ya de ese caballo y de esas mismasarmas que antes los vencieran, tornronse en vencedores, escribiendo en las

    30 Sostena, citando a M. A. Lang, que el folklore de una nacin comprenda toda la cultura(intelectual) si es que puede emplearse este trmino, que el pueblo ha sacado de sus propios recur-sos. AMBROSETTI [27] p.129.

    31 AMBROSETTI [28], pp. 126-127.32 Ibdem, p. 118.

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    pginas de la historia, con la punta de sus chuzas (...) la gloriosa epopeya delos gauchos de Salta!

    33.

    Es significativo, sin embrago, que en contraste con sus trabajos orientados arelevar el Folklore Calchaquy el Folklore misionero, su estudio sobre lascostumbres y supersticiones en el rea pampeana lleve como ttulo el de Apuntes

    para un Folk-lore argentino (gaucho)34. Encontramos entonces operando unasorprendente distincin entre un folklore de base indgena y un folklore ar-gentino, que por contraste semntico deja fuera de lo argentino a las races ind-genas.

    En efecto, Ambrosetti presenta a las pampas de la provincia de Buenos Aires,como la regin de gaucho, tal como la entienden aquellos que han ledo el Mar-tnFierro de Hernndez, las obras de Hidalgo, Ascasubi, del Campo, Eduardo

    Gutirrez, aquel sin sangre guaran ni quichua, y que la fue desalojando poco apoco para poblar las pampas y territorios nacionales del Sur35. El gaucho es ca-racterizado como una poblacin inculta y supersticiosa, a causa de su forma devida libre y solitaria. En su bagaje de costumbres, sin embargo, slo pueden re-conocerse races hispanas:

    Supongo que estas creencias no son genuinamente indgenas, en razn deexistir en Espaa otras semejantes de las que sin duda provienen, por haberlasrecibido los nuestros de los inmigrantes primitivos y aun de los modernos (...)

    No he podido conseguir todava los magnficos trabajos folklricos realizados

    en Espaa en los ltimos tiempos, pero creo que consultados no dejaran de in-dicarnos el origen seguro de muchas de nuestras prcticas supersticiosas36.

    La contribucin de la cultura araucana a la cultura de esta poblacin surgidadel intenso contacto y mestizaje que caracteriz las relaciones blanco-indgenasen la frontera sur37 no es ni siquiera planteada como posibilidad. Por el contrario,en los rasgos de pueblos ecuestres como el gaucho se adverta la influencia de lacultura rabe que los propios conquistadores espaoles haban trado consigo38.

    33 Juan Bautista AMBROSETTI, Por el Valle Calchaqu,Anales de la Sociedad Cientfica Ar-

    gentina, t. 44, Buenos Aires, pp. 303-305.34 Juan Bautista AMBROSETTI, Apuntes para un folk-lore argentino (gaucho), Viajes y Ar-queologa, v.2, folleto 11, 1894.

    35 AMBROSETTI [28] p. 163.36 AMBROSETTI [28] p. 166, la cursiva es nuestra.37 Para un acercamiento a las dimensiones del mestizaje biolgico y cultural en la frontera sur

    remitimos al trabajo de Mnica QUIJADA Repensando la frontera sur argentina: concepto, conteni-do, continuidades y discontinuidades de una realidad espacial y tnica (siglos XVIII y XIX),Revis-ta de Indias, vol. LXII, nm. 224, 2002, pp. 103-142.

    38 Los esfuerzos por separar al gaucho un probable origen indgena no haba estado ausenteentre la intelectualidad de la poca: Federico Tobal y Ernesto Quesada utilizaron su pluma parafundamentar el origen andaluz y en ltima instancia rabe de los primeros gauchos. El andaluz,

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    La trayectoria de Robert Lehmann Nitsche en los estudios de folklore argen-tino se vincul estrechamente a esta lnea propuesta por Ambrosetti. Este ltimoya haba publicado varios trabajos de recopilacin de prcticas y leyendas folkl-

    ricas de distintas zonas del territorio argentino para 1897, cuando Lehmann Nits-che arriba desde Alemania invitado por Francisco Moreno para hacerse cargo dela seccin antropolgica del Museo de la Plata. El folklore no fue el nico intersde este cientfico alemn doctorado en Ciencias Naturales, Medicina y Filosofaen la Universidad de Munich, con una especializacin en Antropologa. Prontocomienza a incursionar en muchos y variados mbitos disciplinarios: desde laantropologa fsica y la paleontologa, desde la que tiene una activa participacinen la polmica sobre la existencia del hombre fsil del terciario en el territorio

    pampeano apoyando las tesis de Ameghino, hasta la lingstica y la mitologaindgena39. Dentro de esta diversidad temtica, un conjunto de trabajos se irn

    montando sobre la idea de la existencia de una esencia cultural propia de cadanacin, que tiene que ver con su pasado y con los grupos que la integran:

    en el Museo de La Plata hall la oportunidad de dedicarme entre otras co-sas, inmediatamente al estudio delfolklore nacional, el que deba empezar conla recoleccin de la correspondiente materia prima (...) pues la antropologa seocupa de las peculiaridades fsicas y morales del gnero humano y (..) buscaescudriar lapsicologa tnica40.

    En este sentido, sus trabajos fundamentales en el mbito del folklore, su Bi-

    blioteca Criolla y las publicaciones que integran la serie de Folklore Argenti-no tienen la particularidad de centrarse en el estudio de los motivos criollis-tas.Adivinanzas Rioplatenses, publicado en 1911 bajo la aureola de los festejos

    por el Centenario, es el primer ttulo de su serie Folklore Argentino. Tienecomo objeto el estudio la narrativa oral popular, ofreciendo el resultado de larecoleccin y clasificacin de 1.200 adivinanzas y sus variaciones. Lehmann

    Nitsche identifica a las adivinanzas tradicionales o populares sudamericanascomo aquellas derivadas de motivos hispanos, diferencindolas de aquellas pro-venientes de otros pases europeos:

    transplantado a las pampas, se habra convertido en gaucho, en el que resida la roca dura de lanacionalidad argentina. TERN [14].

    39 Su multiplicacin temtica tambin es institucional: prontamente comienza a dar cursos so-bre variabilidad biolgica y razas humanas en la Facultad de Filosofa y Letras de Buenos Aires, yen 1905 es nombrado catedrtico de esa Facultad. En 1906 es incorporado como miembro de laJunta de Historia y Numismtica y se desempea como profesor de Antropologa en la Facultad deCiencias Naturales y en el Museo de La Plata.

    40 Robert LEHMANNNITSCHE, s/fuente, s/fecha, citado por Patricia ARENAS, La Antropologadel siglo XIX y principios del XX en la Argentina,Runa vol. 19, 1989-1990, pp. 147-175.

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    Los folkloristas se extraarn de que no haya mayor nmero de adivinan-zas populares en las comarcas sudamericanas, pero no deben olvidar que stasfueron, durante tres siglos, colonias abandonadas por la madre patria, donde el

    idioma mismo se empobreci notablemente, y donde en apenas un siglo de li-bertad poltica no era posible devolver a la lengua la belleza de su construc-cin, y su riqueza en palabras. Hay, adems, otro factor de importancia, y stees la inmigracin internacional; ms de la mitad de los habitantes argentinosson extranjeros, cuyos hijos, aunque aprenden en los colegios el idiomacastellano, no reciben los tesoros folklricos como los chicos de los pasesantiguos y de poblacin homognea41.

    Esta reconstruccin se asentaba claramente en la concepcin de las nacionescomo entidades cuya esencia cultural deriva de su pasado y se despliega en elfuturo a travs de la aparicin, bajo nuevas formas, de los elementos originarios.Lo cual conduca a enfatizar el trabajo de recoleccin y al anlisis de tipo compa-rativo entre varias expresiones culturales emparentadas, de los que deduca elcamino recorrido o difusin de un motivo desde su origen. Con este enfoque rea-liza el anlisis del origen de motivos de la vestimenta y la narrativa gauchescaque sern publicados como captulos de la serie deFolklore Argentino, comoElretajo (1915),El Chambergo y La Bota de Potro (1916), Santos Vega (1917) y

    La Ramada (1919).El carcter fundacional de la conquista espaola para el folklore popular de

    los pases americanos es la constante en estos trabajos. La nocin de superviven-cia juega en este sentido un papel clave en una tradicin nacional concebida comoun conjunto de elementos de origen espaol, trados con la colonizacin y supervi-vientes en suelo americano. En estos trabajos, el proceso de anlisis y comparacinde datos de fuentes diversas est orientado a comprobar el origen europeo de estosmotivos supervivientes. En el caso deEl Retajo oLa Ramada, rene y compara las

    prcticas similares que aparecen en Amrica Latina, indagando infructuosamenteen la bsqueda de un origen espaol. El no encontrar este antecedente no disminu-ye su conviccin en el origen hispano de esta prctica:

    En los pases hispanoamericanos (...) existe la costumbre de mutilar elaparato generatorio de un caballo, as que ste puede copular con la yegua sin

    fecundarla (...) El origen de la costumbre debe ser Espaa, aunque all, hoyda, no queda rastro alguno (...) Se trata, pues, de una reliquia medieval, des-aparecida en el suelo nativo y conservada en suelo colonial42.

    41 Robert LEHMANNNITSCHE,Adivinanzas Rioplatenses, Buenos Aires, Coni, 1911, p.7.42 Robert LEHMANNNITSCHE, Folklore Argentino. El Retajo, Boletn de la Academia Na-

    cional de Ciencias en Crdoba, t. 20, 1915, pp. 229-230.

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    El Chambergo (1916) evidencia un compromiso explcito con la exaltacinde los hroes nacionales: descubre el origen de este estilo de sombrero de exten-dido uso popular en el uniforme militar espaol usado por militares de alta jerar-

    qua, adoptado por el general Bartolom Mitre en Argentina. La admiracin haciaeste lder habra influido en su difusin entre la poblacin criolla: El pueblo vio

    pronto en el caracterstico sombrero del general popular y venerado el smbolo dela suprema democracia e igualdad43.

    En este sentido, los elementos del folklore criollo son cuidadosamente desga-jados de un posible origen indgena. Esta diseccin de orgenes es ostensible enLa Bota de Potro (1916), un artculo de extendido uso entre la poblacin gauchae indgena en los ltimos siglos. Discute con aquellos que sostienen que los gau-chos habran incorporado su uso de los indios tehuelche, sosteniendo que si eluso de la bota de potro se haba generalizado entre los indios, debieron ser los

    criollos cautivos [...] los que lo introdujeron en las costumbres del indio44. Bastaencontrar calzados parecidos en las ilustraciones de trajes de la Edad Media y dela antigedad clsica para sostener que este artculo propio de la indumentariagaucha e indgena es una supervivencia del viejo mundo en los pases del Plata.El indio es sistemticamente (excepto en el nico caso destacado del chirip,segn el autor una prenda de origen indgena utilizada por los gauchos sobre loscalzoncillos cribados de origen espaol) un mero receptor de estas costumbreseuropeas. El procedimiento queda ms claro cuando vemos que la opcin inver-sa, esto es, la indagacin por orgenes indgenas de motivos gauchescos no tienelugar en estos trabajos45.

    La exaltacin de lo gauchesco como smbolo de la esencia nacional amena-zada por la inmigracin nacional es clara en algunos prrafos:

    Todas estas informaciones de procedencia insospechable comprueban,pues acabadamente que la bota de potro fue una prenda original de la vesti-menta del gaucho rioplatense. Con ella surge a la vida como entidad tnica de

    perfil inconfundible, all en las soledades campestres de la poca colonial; conella lucha por la independencia del suelo nativo en los primeros movimientosinsurreccionales contra el yugo espaol; con ella impera prepotente y soberbioen la montonera y bajo la tirana; con ella vadea los ms grandes ros de la re-

    pblica para derrocar al tirano y afirmar el imperio de la constitucin federal;con ella se bate y muere altivo y heroico en los esteros paraguayos y fiel al cul-

    43 Robert LEHMANNNITSCHE,Folklore Argentino. El Chambergo, Buenos Aires, Coni, 1916,pp. 98-99.

    44 Robert LEHMANNNITSCHE, Folklore Argentino. La Bota de Potro, Boletn de la Acade-mia Nacional de Ciencias en Crdoba, Buenos Aires, p. 257.

    45 Esta configuracin tendera a cambiar hacia el final de la siguiente dcada, cuando publicaMitos Ornitolgicos (1928), su sptimo y ltimo trabajo de la serie de Folklore Argentino, en elque establece claramente el origen indgena de varias leyendas reconocidas como parte de la tradi-cin nacional.

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    to de su tradicin con ella se va, barrido por la ola cosmopolita que est bo-rrando los caracteres ms genuinos del pasado argentino46.

    La delimitacin del folklore argentino como un conjunto de prcticas, cos-tumbres y motivos criollos de origen hispano queda ms clara en el siguientettulo del Folklore Argentino: el Santos Vega (1917). Encuentra en la leyendade Santos Vega, aquel legendario payador a quien slo pudo vencer el diablo,uno de los motivos paradigmticos de la tradicin popular argentina, proponin-dose comprobar el origen castellano medieval de la leyenda, segn los pocosfragmentos del romance antiguo que se han conservado en su territorio colonialy seguir las ramificaciones que el tema, tratado y modificado por poetas y escri-tores argentinos, ha hecho brotar en la literatura y el folklore del pas47.

    Reconstruye as el recorrido histrico de las distintas apariciones de esta le-

    yenda, desdeRimas, publicado por Mitre en 1854, hasta sus posteriores aparicio-nes en las obras de Miguel Can (1856), Aristbulo del Valle (1870), RicardoGutirrez (1878), Hilario Ascasubi (1872), Rafael Obligado (1882) y EduardoGutirrez (1880). Mientras que considera a la obra de Rafael Obligado comocentral, encontrando en ella los rasgos que muestran su parentesco con un ro-mance del espaol antiguo, califica al Santos Vega de Gutirrez como una obramenor o marginal dentro del curso de apariciones de la temtica central de estaleyenda. Y esto no es un detalle menor, si se piensa en la exclusin que el crculosocial e intelectual de Obligado haca de los autores de folletn como Gutirrez48.Lehmann Nistche interviene as en el movimiento cultural que rodeaba la litera-

    tura criollista, cuando el criollismo populista de folletn ya haba sido encapsu-lado por los lectores urbanos y por escritores que disputaban con xito al crio-llismo populista los trminos del gnero49.

    46 LEHMANNNITSCHE [44] p. 257.47 Robert LEHMANNNITSCHE,Folklore Argentino. Santos Vega, Helga S. Lehmann Nitsche de

    Mengel (editora), Buenos Aires [1917], 1962, p. 19.48 Debemos sin embargo hacer notar que este no fue el criterio de seleccin de las obras que

    conformaron su Biblioteca Criolla, la fuente ms completa de publicaciones literarias popularesargentinas entre 1890 y 1930. Esta rene folletines de literatura popular, en su mayora folletos o

    libritos en 8, impresos por diversos editores del pas y del extranjero, cuyos tirajes eran impre-sionantes, y de los ms variados autores. El idioma de tales hojas y folletos era generalmente elcastellano corriente, con giros gauchescos o en lunfardo algunos casos, as como composiciones enlengua guaran, en dialecto napolitano y en italiano. Adems de distintas ediciones del Martn Fie-rro,Juan Moreira, Santos Vega,Juan Cuello, Lehmann Nitsche incorpor cancioneros anarquistas,denuncias de situacin social, relacin de sucesos polticos, historias anticlericales, versos picares-cos y otras obras literarias que no guardaban ninguna relacin con las formas expresivas gauches-cas. Estableca as un paralelismo entre lo popular y lo criollo que muchos de sus contempor-neos nacionalistas hubieran discutido. PRIETO [17] pp. 114-121.

    49 Fue un oyente infaltable a las conferencias de Lugones, que terminan publicndose en ElPayador, en el cual el autor se propone demostrar el parentesco del Martn Fierro con la poesapica europea y determinar simultneamente, por la naturaleza de sus elementos, la formacin de

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    IV. A MODO DE CONCLUSIN: LA INFLUENCIA DE LAS TEMTICAS NACIONALIS-TAS EN LOS INICIOS DEL FOLKLORE

    La permeabilidad de las temticas nacionalistas en la antropologa argentinadel cambio de siglo no slo se registra en los vnculos que ligaban a investigado-res como Ambrosetti y Lehmann Nitsche con los mbitos institucionales y socia-les en los que tuvo lugar la defensa ms enrgica de la idea de tradicin comoreferente de la nacionalidad, ni tampoco por la buena acogida de sus trabajossobre folklore criollo entre aquellos que fueron sus principales intelectuales.

    En el espacio de su produccin cientfica, es un mbito de afinidades temti-cas, ms que afirmaciones sustanciales, el que revela este horizonte ideolgicocomn. La propia constitucin del folklore nacional como objeto de estudio an-tropolgico reflej, en este sentido, la preeminencia de una idea de nacin consti-

    tuida por una esencia cultural y una tradicin histrica anclada en los orgenes his-panos e indgenas, concepcin que por fuera de la antropologa se fue consolidandocomo reaccin ante la amenaza que el fenmeno inmigratorio implicaba para lamisma condicin y lugar de la elite. Fue este modelo de nacin y nacionalidad elque gui la seleccin de los elementos de tal folklore concebido como raz y fun-damento tnico de la nacin. En 1909, Rojas reclamaba fortalecer la concienciahistrica de la nacin y conceba al folklore como instrumento para ello:

    /El folclor/ define la persistencia del alma nacional, mostrando cmo, apesar del progreso y de los cambios externos, hay en la vida de las naciones

    una substancia intrahistrica que persiste. Esta substancia intrahistrica es laque hay que salvar, para que un pueblo se reconozca siempre a s mismo50.

    En el mbito antropolgico, Ambrosetti y Lehmann Nitsche recortaron un es-pacio de motivos culturales como folklore nacional, aplicndose a la recolec-cin y anlisis de las narrativas, prcticas y costumbres de origen espaol e ind-gena de las distintas regiones del territorio argentino. Esta operacin de selec-cin, que exclua los aportes de la inmigracin, reforzaba una idea de tradicinnacional ya definida y anclada en el pasado. La prctica del cientfico devena asen la tarea patritica de rescatar esta tradicin de la amenaza de disgregacin

    que supona el progreso y el factor inmigrante, fortaleciendo el bagaje culturalque deba ser transmitido a las nuevas generaciones. Se imprime as la influenciade un nacionalismo cultural sobre los inicios del folklore, marca de nacimientoque condicionar los siguientes pasos de la folklorstica en el pas, que en las

    la raza, y con ello formular, por ltimo, el secreto de su destino. Leopoldo LUGONES,El Payador,Buenos Aires, Editorial Huemul, 1979 [1916], p. 15.

    50 Ricardo ROJAS, La restauracin nacionalista. Crtica de la educacin argentina y basespara la reforma en el estudio de las humanidades modernas, Buenos Aires, La Facultad, [1909],1922, p. 83.

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    siguientes dcadas continuar la bsqueda de races autctonas an no contami-nadas por el cosmopolitismo51.

    De esta manera, ms que concebir al folkore nacional como un resultado cam-

    biante de las interacciones y mestizajes histricos, la bsqueda de los orgenes l-timos y la diseccin de los segmentos puros del mismo se orientaba por la per-cepcin de la poblacin argentina como compuesta por pueblos racial y cultural-mente diferentes, cuya contribucin a la historia y al devenir nacional tampocoeran iguales. En este sentido, aunque valorado por su coraje y valenta en un pasa-do de lucha contra el yugo espaol, en el indio contemporneo slo se adverta la

    persistencia de sus costumbres atvicas y primitivas. La inevitable desapari-cin del indio (al menos en su sentido cultural) era una nocin comn a los antro-

    plogos de este perodo y estaba presente tambin en los autores analizados. Sibien en el marco del 17 Congreso Internacional de Americanistas de 1910 Ambro-

    setti y Lehmann Nitsche debatieron pblicamente sobre las polticas a implemen-tarse con las poblaciones indgenas del territorio nacional, ambos coincidan en laincompatibilidad de estas culturas con un modo de vida civilizado52.

    El estudio de la tradicin criolla, en este sentido, se conecta con este posicio-namiento diferencial respecto al doble origen, hispano e indgena, revelando una

    jerarquzacin interna a la tradicin establecida como propia53. El indgena, en

    51 Estas ideas se prolongarn tambin en las polticas culturales del estado: fueron la inspira-cin para la encuesta folklrica llevada a cabo en 1921 por el Consejo Nacional de Educacin,

    pensada para que los maestros del pas recogieran las expresiones folklricas presentes en la me-moria oral del pueblo en vas de desaparicin ante el avance inevitable del cosmopolitismo. Eneste rescate, sin embargo, deba cuidarse de no mezclar la tradicin verdadera con ningn ele-mento que resulte extico a nuestro suelo como seran, por ejemplo, poesas y canciones contempo-rneas nacidas en pueblos extranjeros y trasplantadas recientemente a la Repblica por influjo de lainmigracin. Juan Pablo RAMOS y Pablo CORDOBA,Folklore Argentino. Instrucciones a los maes-tros, Buenos Aires, Consejo Nacional de Educacin, 1921, p.5, citado por BLACHE [26], p.136.Essignificativo que esta encuesta fuera nuevamente llevada a cabo por el Consejo Nacional de Educa-cin, bajo un esquema y planteo similar, en 1939, y en 1951, esta vez por el Ministerio de Educa-cin de la Provincia de Buenos Aires.

    52 Oponindose pblicamente a Lehmann Nitsche, que propiciaba la creacin de reservas al esti-lo norteamericano, fundada en la utilidad de la mano de obra indgena para las industrias regionales y

    su incapacidad racial para incorporarse a la civilizacin, Ambrosetti afirmaba la inexorable desapari-cin del indio ante el avance del progreso: El seor Ambrosetti observa que por ms humanitariosque sean los sentimientos que inspiran la proposicin de Lehmann Nitsche, los indios estn condena-dos a desaparecer, sea por la codicia del blanco, sea por el alcohol, la sfilis, la viruela, el sarampin yen general, las enfermedades de los blancos, que hacen estragos en los indgenas. Para que los indiosno desaparezcan, sera necesario que el progreso no alcanzara a las regiones donde ellos viven JulinCACERES FREYRE,Juan Bautista Ambrosseti, Editorial del Plata, 1967, p. 23.

    53 Este tema no se hallaba ausente del pensamiento nacionalista del Centenario, si nos guia-mos por la postura de Lugones, quien en El Payadorpondera diferencialmente a la sangre fidal-ga por sobre la sangre indgena que forma parte de esta poblacin mestiza de la que emerge elgaucho, considerando a este ltimo como el elemento de civilizacin en el mbito indgena.LUGONES [49] pp. 41-42.

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    INGRID DE JONG

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    tanto receptor pasivo de las novedades tradas por la colonizacin espaola, nohaba influenciado a la cultura criolla de formas permanentes o esenciales.

    La sustancia nacional a preservarse, en definitiva, se encuentra en lo criollo,

    concebido como un legado distinto y separado de lo indgena. Aunque Ambroset-ti fue el primero en hacerse cargo de esta delimitacin de folklore argentinocentrado en la tradicin gaucha, Lehmann Nitsche termina por consolidar alinterior de los estudios de folklore los vnculos que el pensamiento nacionalistase esforzaba por establecer entre la literatura gauchesca, los smbolos criollos ylos orgenes hispnicos. Si el campo intelectual de la elite operaba en la bsquedade sentar una tradicin literaria culta, de la que emergieran los mitos fundacionalesdel ser nacional, como el del Martn Fierro erigido por Lugones en El Payador,Lehmann Nitsche acompaaba esta construccin de mitos nacionales con el an-lisis cientfico del Santos Vega (1917), que revalorizaba fundamentalmente la obra

    de Rafael Obligado y los orgenes europeos de la leyenda.La antropologa incorpor y fortaleci as esta imagen de nacionalidad ancla-

    da en races criollistas de base hispana. La asuncin de los presupuestos naciona-listas acerca de la esencia cultural argentina no implic una ruptura con la me-todologa positivista, ni con ciertas posturas liberales, ambigedad que forma

    parte de estos aos54. El inters por abordar fenmenos estrechamente ligados alsentimiento de nacionalidad, como la literatura criollista, y a la vez la distancia

    puesta en el estudio cientfico y objetivo de tales elementos, fue comn a estosinvestigadores. Su nfasis en la recoleccin sistemtica de datos y sus eruditosanlisis comparativos conviven con afirmaciones de tono emocional sobre la

    nacin argentina, sobre su esencia y su tradicin.En las dcadas que rodean el cambio de siglo, la cuestin nacional perme

    todos los espacios de la intelectualidad argentina. En la antropologa, en principioescindida de la problemtica inmigratoria y volcada al pasado paleontolgico,arqueolgico y a los pobladores del interior vistos como portadores de los rasgossobrevivientes de las antiguas culturas americanas, aparece sin embargo la nece-sidad de identificar fronteras raciales y lmites culturales entre estos sectores po-blacionales y sus tradiciones. Estos representarn distintos capitales culturalesdiferencialmente ponderados y slo uno de ellos calzar en el molde nacional: elcriollo de base hispana. En este sentido, los estudios de folklore en la antropolo-

    ga argentina se involucran en una construccin purista y controlada de lo criolloque fue acentundose como el signo del pensamiento nacionalista en este pero-do. La particular interseccin entre los elementos definidos como componentesdel folklore argentino y las definiciones producidas en los mbitos intelectualesacerca de lo que poda considerarse un criollismo aceptable refuerza al interiordel folklore una jerarquizacin imprescindible para la imagen que la elite quera

    54 Guillermo MADRAZO, Determinantes y orientaciones en la antropologa argentina, Bole-tn del Instituto Interdisciplinario de Tilcara 1, Buenos Aires, 1985. DEVOTO [4].

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    ENTRE INDIOS E INMIGRANTES: EL PENSAMIENTO NACIONALISTA Y LOS PRECURSORES DEL...

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    tener de su propia esencia nacional, para imponer al inmigrante una tradicincriolla que no terminara fundindose con una esencia indgena considerada infe-rior. En otra palabras, para mezclar, pero sin mezclarse55.

    The objective of this article is to analyze the influence of ideas of culturalist nationalism in the

    configuration of studies of folklore in Argentine anthropology at the turn of the 20th Century. Fo-

    llowing the production of leading researchers of folklore during this period allows us to detect the

    focus of the essentialist conception of the underlying nationality, as well as the the importance

    given to the indigenous and Spanish contributions to the creole essence as conceived by societys

    elite sectors as the ethnic foundations of nationality.

    KEY WORDS:Anthropology, Argentine, Folklore, Nationalism, National Identity.

    55 TERN [9], p. 229.