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Energía nucleoeléctrica Inversiones de los países en desarrollo en el sector de la energía por Y. Rovani* A pesar de que los países en desarrollo consumen actualmente menos de una cuarta parte de la energía total mundial, es probable que los mismos representen el componente de más rápido crecimiento de la demanda global de los próximos veinte años. Se anticipa que su consumo energético entre hoy día y el año 1995 aumente aproximadamente el 5% anual, en tanto que el de los países industrializados será inferior al 2% anual. Para 1995 los países en desarrollo consumirán aproximada- mente un tercio de la energía total mundial, pero a pesar de ello seguirán siendo netos exportadores de energía para el resto del planeta. En realidad, se calcula que su parte del total de producción energética ha de aumentar probablemente del 38% en 1980 al 43% en 1995. Estas cifras globales ocultan las enormes diferencias que existen entre los países en desarrollo y los países industrializados. Resulta patente que el aumento del 600% del precio relativo de los hidrocarburos observado en el último decenio afectó en forma muy diferente a los contados países exportadores de petróleo que a los países importadores. El aumento de los gastos resultantes únicamente del precio del petróleo en 1979-1980 alcanzó la suma de 30 000 millones de dólares de los Estados Unidos anuales, o sea el 15% de los ingresos de exportación de los países importadores de hidrocarburos. No resulta fácil soslayar las restricciones que impone la energía al crecimiento de estos países. En efecto, el consumo creciente de energía es un elemento esencial del proceso de desarrollo. El consumo de energía per capita es aproximadamente de 420 kg de carbón equi- valente en los países en desarrollo de renta baja, y de 960 kg en los países en desarrollo de renta mediana, mientras que en las economías de mercado industriali- zadas, supera los 4000 kg. Si bien indudablemente es posible, en cierta medida, mejorar el rendimiento de la energía, este mejoramiento quedará anulado por un rápido aumento de la demanda de energía con el aumento de la renta nacional. Cabe señalar que el número de familias que disponen de electricidad sigue siendo excesivamente reducido en los países en desarrollo, a menudo menos del 10%. Además, es inevitable que, por lo menos a plazo medio, la parte principal del aumento que experimentará el suministro de energía provenga de fuentes tradicionales y comerciales más que de la madera usada como combustible (tan escasa ya en muchos países) o de otras formas renovables como * El Sr. Rovani es Director del Departamento de Energía del Banco Mundial, 1818 H Street NW, Washington DC 20433, Estados Unidos de América. Las opiniones expresadas en el presente artículo son las personales del autor y no reflejan necesariamente la posición oficial del Banco Mundial. por ejemplo la energía solar, la eólica o incluso el biogás, cuya explotación aún resulta relativamente cara y difícil, salvo en condiciones especiales. El principio básico del Banco Mundial en su enfoque del sector de la energía es que para que los países en desarrollo logren alcanzar una tasa de crecimiento eco- nómico satisfactoria, es absolutamente imprescindible la explotación acelerada de las fuentes clásicas de energía propias. Es éste un proceso arduo. Para algunos países exige una exploración y aprovechamiento acelerados del petróleo y gas y la búsqueda de mercados para el gas grandes y diversificados. Para otros, significa explotar ' recursos hidroeléctricos remotos. Hay otros también para los cuales supone explotar o importar carbón. Obliga también a la mayoría a prestar mayor atención al empleo eficaz de la energía -especialmente en la industria y en la producción de electricidad- a fin de limitar con la mayor urgencia posible el consumo de petróleo importado para usos más esenciales, principal- mente como combustible para el transporte. Elevado costo de las inversiones en el sector energético Los adelantos logrados en el sector energético han tropezado con innumerables obstáculos. El primer y más descollante problema es el de los elevados costos de inversión que requiere la sustitución de las importaciones de petróleo por fuentes nacionales de energía. Por ejemplo, aun en los países que tienen la fortuna de contar con petróleo, los cálculos del Banco Mundial demuestran que los costos de producción oscilan generalmente entre 10 y 20 dólares por barril. Si bien esta suma es muy inferior al precio del petróleo importado, implica sin ( embargo costos de inversión del orden de 15 000 a 20 000 dólares por barril diario. Algo análogo ocurre con el gas, cuyo costo de producción en los países en desarrollo es en general muy inferior al precio del petróleo importado al que podría sustituir, pero también se pre- cisan grandes inversiones para la producción y el transporte. La magnitud de la diferencia entre los costos periódicos de importación y los costos de inversión que requiere el aprovechamiento de las fuentes nacionales de energía es aún más impresionante si se considera lo que cuesta aprovechar otras fuentes tales como la hulla, el lignito o la energía hidroeléctrica. Una instalación para explotar lignito con una central térmica a bocamina requiere una inversión del orden de 2500 dólares por kW, y en los programas de inversión ya se encuentran proyectos hidroeléctricos cuyo costo es de 3000 dólares o más por kW. Cabe destacar que estas cifras proceden de ejemplos de proyectos económicamente viables por los ahorros que representan en el costo del combustible, pese a la magnitud de los costos de inversión. 24 OIEA BOLETÍN, VOL.24, n° 4

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Energía nucleoeléctrica

Inversiones de los países en desarrollo en el sector de la energía por Y. Rovani*

A pesar de que los países en desarrollo consumen actualmente menos de una cuarta parte de la energía total mundial, es probable que los mismos representen el componente de más rápido crecimiento de la demanda global de los próximos veinte años. Se anticipa que su consumo energético entre hoy día y el año 1995 aumente aproximadamente el 5% anual, en tanto que el de los países industrializados será inferior al 2% anual. Para 1995 los países en desarrollo consumirán aproximada­mente un tercio de la energía total mundial, pero a pesar de ello seguirán siendo netos exportadores de energía para el resto del planeta. En realidad, se calcula que su parte del total de producción energética ha de aumentar probablemente del 38% en 1980 al 43% en 1995.

Estas cifras globales ocultan las enormes diferencias que existen entre los países en desarrollo y los países industrializados. Resulta patente que el aumento del 600% del precio relativo de los hidrocarburos observado en el último decenio afectó en forma muy diferente a los contados países exportadores de petróleo que a los países importadores. El aumento de los gastos resultantes únicamente del precio del petróleo en 1979-1980 alcanzó la suma de 30 000 millones de dólares de los Estados Unidos anuales, o sea el 15% de los ingresos de exportación de los países importadores de hidrocarburos.

No resulta fácil soslayar las restricciones que impone la energía al crecimiento de estos países. En efecto, el consumo creciente de energía es un elemento esencial del proceso de desarrollo. El consumo de energía per capita es aproximadamente de 420 kg de carbón equi­valente en los países en desarrollo de renta baja, y de 960 kg en los países en desarrollo de renta mediana, mientras que en las economías de mercado industriali­zadas, supera los 4000 kg. Si bien indudablemente es posible, en cierta medida, mejorar el rendimiento de la energía, este mejoramiento quedará anulado por un rápido aumento de la demanda de energía con el aumento de la renta nacional. Cabe señalar que el número de familias que disponen de electricidad sigue siendo excesivamente reducido en los países en desarrollo, a menudo menos del 10%. Además, es inevitable que, por lo menos a plazo medio, la parte principal del aumento que experimentará el suministro de energía provenga de fuentes tradicionales y comerciales más que de la madera usada como combustible (tan escasa ya en muchos países) o de otras formas renovables como

* El Sr. Rovani es Director del Departamento de Energía del Banco Mundial, 1818 H Street NW, Washington DC 20433, Estados Unidos de América. Las opiniones expresadas en el presente artículo son las personales del autor y no reflejan necesariamente la posición oficial del Banco Mundial.

por ejemplo la energía solar, la eólica o incluso el biogás, cuya explotación aún resulta relativamente cara y difícil, salvo en condiciones especiales.

El principio básico del Banco Mundial en su enfoque del sector de la energía es que para que los países en desarrollo logren alcanzar una tasa de crecimiento eco­nómico satisfactoria, es absolutamente imprescindible la explotación acelerada de las fuentes clásicas de energía propias. Es éste un proceso arduo. Para algunos países exige una exploración y aprovechamiento acelerados del petróleo y gas y la búsqueda de mercados para el gas grandes y diversificados. Para otros, significa explotar ' recursos hidroeléctricos remotos. Hay otros también para los cuales supone explotar o importar carbón. Obliga también a la mayoría a prestar mayor atención al empleo eficaz de la energía -especialmente en la industria y en la producción de electricidad- a fin de limitar con la mayor urgencia posible el consumo de petróleo importado para usos más esenciales, principal­mente como combustible para el transporte.

Elevado costo de las inversiones en el sector energético

Los adelantos logrados en el sector energético han tropezado con innumerables obstáculos. El primer y más descollante problema es el de los elevados costos de inversión que requiere la sustitución de las importaciones de petróleo por fuentes nacionales de energía. Por ejemplo, aun en los países que tienen la fortuna de contar con petróleo, los cálculos del Banco Mundial demuestran que los costos de producción oscilan generalmente entre 10 y 20 dólares por barril. Si bien esta suma es muy inferior al precio del petróleo importado, implica sin ( embargo costos de inversión del orden de 15 000 a 20 000 dólares por barril diario. Algo análogo ocurre con el gas, cuyo costo de producción en los países en desarrollo es en general muy inferior al precio del petróleo importado al que podría sustituir, pero también se pre­cisan grandes inversiones para la producción y el transporte.

La magnitud de la diferencia entre los costos periódicos de importación y los costos de inversión que requiere el aprovechamiento de las fuentes nacionales de energía es aún más impresionante si se considera lo que cuesta aprovechar otras fuentes tales como la hulla, el lignito o la energía hidroeléctrica. Una instalación para explotar lignito con una central térmica a bocamina requiere una inversión del orden de 2500 dólares por kW, y en los programas de inversión ya se encuentran proyectos hidroeléctricos cuyo costo es de 3000 dólares o más por kW. Cabe destacar que estas cifras proceden de ejemplos de proyectos económicamente viables por los ahorros que representan en el costo del combustible, pese a la magnitud de los costos de inversión.

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Energía nucleoeléctrica

Cuando estos costos son tan altos, las inversiones en el sector de la energía exigen una elevada proporción de los recursos disponibles de los países en desarrollo. Hace unos años, el Banco calculaba que las inversiones nece­sarias para fomentar el sector de la energía en los países en desarrollo eran del orden de los 40 a 50 000 millones de dólares por año -según los precios de 1980-, esto es, aproximadamente el 3% de su Producto nacional bruto (PNB). La movilización de recursos es una tarea colosal para las instituciones que deben realizar estas inversiones. El Banco lo observa con suma claridad en el caso de las empresas eléctricas que financia cuya proporción de recursos internos destinados a sufragar los costos de inversión ha disminuido notoriamente en los últimos diez años. La magnitud de las inversiones necesarias para explotar una central hidroeléctrica o campos de gas plantea graves problemas a los países pequeños de Africa donde el costo total de un solo proyecto puede representar un cuarto del PNB anual.

Financiamiento externo

El elevado costo de las inversiones en materia de energía, añadido a las grandes ventajas económicas que aporta subraya la importancia de movilizar suficientes recursos externos para ayudar a los países en desarrollo a incrementar sus inversiones en el sector de la energía. Si bien este sector es altamente prioritario en los pro­gramas de inversión de los Gobiernos y los proyectos energéticos son relativamente interesantes para los organismos que conceden créditos a la exportación y los bancos comerciales, las inversiones necesarias en este sector son de tal cuantía que se ven limitadas por una serie de imperativos financieros. Si bien los organismos oficiales multilaterales y bilaterales han aumentado considerablemente sus préstamos para inversiones en el sector de la energía, los escasos recursos disponibles son una traba para la prosecución de este crecimiento. Puede recurrirse a fuentes de financiación privadas de carácter comercial pero, habida cuenta de los préstamos comer­ciales ya tomados y de las condiciones rigurosas en que se conceden, una dependencia excesiva con respecto a esas fuentes puede crear problemas de servicio de deudas. No hay más solución que ampliar considerablemente los créditos oficiales para la financiación de la energía, tanto en condiciones preferenciales como comerciales.

En el curso del último ejercicio fiscal, el Banco Mundial (incluida la AIF), prestó 3400 millones de dólares para proyectos energéticos, es decir, aproximadamente un 25% del total de los préstamos hechos por el Banco y la AIF. Hace dos años, la proporción dedicada a la energía alcanzaba el 19,1% y cinco años atrás, el 15%. Se podría seguir ampliando y diversificando el programa energético. Existen tanto la necesidad como las oportunidades de formular proyectos interesantes y de movilizar otras fuentes externas -públicas y privadas- que ayuden a financiarlos. Pero el Banco se ve limitado por los recursos financieros de que dispone para ese fin y no se puede sobrepasar la proporción actual de los préstamos para la energía con respecto al total de préstamos del Banco y la AIF, puesto que para ello se tendrían que reducir a niveles inaceptables los créditos destinados a otros sectores altamente prioritarios. Juntamente con los Gobiernos de los países miembros, el Banco sigue

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Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento

El Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), también conocido como el Banco Mundial, fue fundado en 1945 y cuenta con 144 países miembros. Su finalidad es la de ayudar a elevar el nivel de vida de sus países miembros en desarrollo mediante el financiamiento de proyectos de alta prioridad, prestando asistencia técnica y entablando un diálogo de pol ítica económica con los Gobiernos prestatarios. El Banco obtiene los fondos para sus préstamos principalmente mediante la venta de bonos en los mercados de capitales de todo el mundo. Su institución afiliada, la Asociación Internacional de Desarrollo (AIF) , está financiada con contribuciones de los Gobiernos, su objetivo es conceder préstamos para proyectos de desarrollo en los países más pobres en condiciones muy favorables. Otra institución afiliada, la Corporación Financiera Internacional (CFI) foméntala empresa privada en países en desarrollo mediante participación en el capital social y préstamos.

buscando medios para aumentar el volumen de las inversiones dedicadas a la energía en los países en desarrollo. Pero los propios préstamos del Banco Mundial para la energía solo pueden aumentar al mismo ritmo que los préstamos globales.

Dadas estas limitaciones financieras, el Banco Mundial trata de estirar sus recursos al máximo. Más de la mitad de sus proyectos comprenden disposiciones explícitas de confinanciación externa. A medida que han aumen­tado los préstamos en el sector de la energía, el Banco ha incrementado sus esfuerzos para obtener más fondos para proyectos de organismos de crédito de exportación, bancos comerciales y otros donantes oficiales. En este sector, los préstamos del Banco se han incrementado muy poco en valor real con respecto al decenio pasado, en tanto que las necesidades de inversión en los países en desarrollo han crecido notablemente. El Banco calcula que los préstamos actualmente planificados para el quinquenio venidero podrán satisfacer aproximadamente el 3,5% de las inversiones necesarias en el sector energético.

Necesidad de la asistencia técnica

El financiamiento es esencial pero no basta. La gestión del sector energético es actualmente mucho más compleja que diez años atrás. Cuando se importaba petróleo barato, había pocos incentivos para inventariar cuidadosamente los recursos de un país y determinar en qué medida eran aprovechables. Por esta razón, actual­mente deben formularse estrategias de inversión sin conocer bien los recursos, por ejemplo, la cantidad de gas natural o la calidad del lignito existente en el país. Desde el punto de vista técnico, es arriesgado iniciar grandes operaciones mineras sin precedentes, introducir nuevas tecnologías de generación de electricidad o pro­curar construir apresuradamente centrales hidroeléctricas sin suficientes datos hidrológicos.

Esta visión incompleta del futuro ha sido también la causa de incertidumbres económicas que pueden originar una amplia gama de estimaciones plausibles sobre el crecimiento de la demanda de energía y especialmente

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de energía eléctrica. La elección entre distintas inver­siones posibles se hace más difícil debido a la incerti-dumbre que caracteriza a las previsiones a largo plazo sobre el precio del petróleo y el carbón. Además, estos problemas se ven agravados por los largos períodos de maduración, hasta 10 años para los proyectos relativos al carbón, las grandes centrales hidroeléctricas o nucleares. Los errores pueden ser graves y, por tanto, muy costosos. Por todas estas razones, es menester planificar cuidadosa­mente las inversiones, tanto desde el punto de vista técnico como económico, y hacer que encajen en un marco de prioridades sectoriales bien concebido.

Parte integrante de la función del Banco Mundial en el sector de la energía es asesorar y ayudar a los países en desarrollo a hacer frente a estos problemas de gestión y a formular políticas en consecuencia. Estas actividades se llevan a cabo por conducto del Banco, en el marco de la preparación, evaluación y ejecución de proyectos. Además, el Banco emprendió un gran programa de evaluaciones energéticas para los países en desarrollo, financiado conjuntamente con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). El fin de las evaluaciones es diagnosticar rápidamente los principales problemas energéticos con que tropiezan estos países y facilitar una apreciación pragmática de las opciones existentes. Hace un análisis en el contexto macroeconómico, de las posibilidades de cambios en las políticas de fijación de precios, en las políticas institu­cionales y de otra índole para estimular el aumento de la producción recurriendo a fuentes de energía nacionales y un mayor rendimiento en el consumo de energía; se evalúan las prioridades de las inversiones en el sector de la energía y se establece un marco para la asistencia técnica multilateral y bilateral en este sector. Durante los últimos 18 meses se finalizaron diez evaluaciones financiadas con cargo al Programa conjunto PNUD/Banco Mundial; otras diez están en diversas fases de preparación y se ha programado el comienzo de otras 12 en el curso del año entrante.

Cuestiones relativas al sector eléctrico

Una gestión eficaz es especialmente importante en el sector eléctrico. En muchos países absorbe más de la mitad del total de las inversiones y constituye el principal medio para sustituir las importaciones de petróleo por fuentes nacionales de energía. El Banco examinó recientemente las perspectivas para efectuar inversiones en el sector de la energía en 100 países en desarrollo y llegó a la conclusión de que todos ellos, con 12 excep­ciones, efectuarían probablemente inversiones para aumentar la capacidad hidroeléctrica en los próximos 15 años. Con respecto a unos 30 países en desarrollo, el Banco prevé que el aprovechamiento del gas como base energética será más importante. El Banco cree que se explotarán recursos geotérmicos en unos 15 países. Estos cálculos indican que para 1995 el porcentaje de la producción eléctrica a partir del petróleo en los países en desarrollo se situará alrededor del 6%, en comparación con el 24% en 1980.

En los países en desarrollo más importantes se espera que aumente la aportación de la energía nuclear a los efectos de sustituir el petróleo por alternativas más ventajosas desde el punto de vista económico. Los

aspectos económicos de la energía nucleoeléctrica seguirán limitando su interés a unos pocos países en desarrollo, que tal vez pasen de menos de 10 hoy día a unos 15 a fines de siglo. Con respecto a la mayoría de los pequeños países, las economías de escala inherentes a la energía nucleoeléctrica, los costos relativos de los proyectos hidroeléctricos y de carbón (ya sea nacional o importado) y el importante volumen de personal de explotación capacitado que exige, se combinará para aplazar hasta el siglo entrante la etapa de transición a la energía nucleoeléctrica. No obstante, las proyecciones efectuadas por el Banco con respecto a 100 países en desarrollo indican que para 1995 la proporción de electricidad de origen nuclear será cercana al 6%, o sea aproximadamente la misma que la de las centrales eléctricas alimentadas con petróleo.

Además de los ingentes costos de inversión en el sector de la energía justificados por los ahorros de petróleo, existe todavía una necesidad generalizada de que se amplíe su utilización. Cuenta habida de la ten­dencia actual, aun para 1990 solo una cuarta parte de los habitantes de los países en desarrollo tendrán acceso a la electricidad. Su consumo per capita será todavía una vigésima parte del de los países industrializados. Por todas estas razones, el Banco considera como nivel conveniente de las inversiones en el sector de la energía

Programa conjunto PNUD/Banco Mundial sobre el programa de evaluación de la energía

Informe de evaluación de la energía

Examina la situación actual y potencial del abastecimiento energético, así como la capacidad institucional, de polít ica sectorial y de planificación en materia de energía, distin­guiendo las principales cuestiones energéticas y poniendo de relieve las deficiencias importantes que se descubren en las políticas, programas e instituciones relacionadas con la energía;

Individualiza los sectores secundarios más apropiados que conviene desarrollar en la esfera de energía;

Evalúa las actividades de asistencia actuales y proyectadas que, en materia de energía, a cargo de órganos multilaterales y bilaterales;

Analiza las necesidades de personal y capacitación en el sector energético;

Indica las necesidades adicionales de financiamiento y de asistencia técnica en el sector energético.

Países evaluados desde noviembre de 1980

Evaluaciones publicadas

Burundi Haití Indonesia Kenya Malawi Mauricio Papua Nueva Guinea Rwanda Sri Lanka Zimbabwe

Evaluaciones en curso

Bangladesh Bolivia Fiji Marruecos Nepal N íger Nigeria Perú Salomón Senegal Sudán Tu rqu ía Uganda Zambia

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en sus países miembros en desarrollo un promedio de 60 000 millones de dólares por año (en dólares de 1982) durante el próximo decenio. Esta cifra se compara con los 2100 millones de dólares prestados por el Banco Mundial en el ejercicio financiero pasado. La labor de movilizar recursos, ya sean internos o externos del país, es inmensa.

La tarea de optimizar la utilización de dichos recursos es igualmente formidable. Los elevados costos de inver­sión necesarios para producir electricidad a partir de otras fuentes han estimulado la aplicación de tarifas basadas en costes marginales a largo plazo. Con el encarecimiento de la generación de electricidad, cobra urgencia introducir instalaciones de regulación de la carga y efectuar un nuevo estudio del diseño técnico de los sistemas de distribución eléctrica con objeto de reducir las pérdidas. Ciertas investigaciones recientes del Banco demuestran, por ejemplo, que los niveles óptimos de pérdidas desde el punto de vista económico en los sistemas de suministro de electricidad (es decir, transmisión y distribución) en los países en desarrollo pueden ser muy bajos, llegando hasta el 5%, en compara­ción con el 10% admitido comúnmente. Aun teniendo en cuenta el consumo no registrado de electricidad, los niveles de pérdida correspondientes en las redes de numerosos países en desarrollo se aproximan actual­mente al 20%, lo que indica la posibilidad de lograr importantes economías en este aspecto.

Función del Banco Mundial

Como secuela del considerable aumento del precio relativo del petróleo registrado en el último decenio, se presentan hoy día muchas oportunidades para efectuar inversiones de alto rendimiento en los países en desa­rrollo, con miras a aumentar la producción nacional de energía e introducir tecnologías más eficaces en los

sectores consumidores de energía. Estas oportunidades de inversión, si llegaran a materializarse, darían gran relieve a las perspectivas de crecimiento a largo plazo en numerosos países que actualmente gastan del 40 al 50% de sus ingresos de exportación para importar petróleo. Se puede recurrir igualmente al mercado privado de financiación internacional en forma de créditos de exportación y préstamos comerciales para los países en desarrollo de renta mediana con objeto de ayudarles a financiar las grandes inversiones necesarias.

En lo que respecta a los países en desarrollo más pobres, es evidente que ni disponen del crédito comercial, ni está a su alcance conseguirlo. Es preciso encontrar otras fuentes de financiación en condiciones favorables. Una de las funciones más importantes del Banco Mundial es la de encauzar esos recursos financieros —de carácter comercial o concedidos en condiciones muy favorables-hacia las oportunidades de inversión. Para lograr esta finalidad es necesario efectuar importantes análisis de política y trabajos previos a la inversión, con objeto de preparar proyectos financiables por el Banco e institu­ciones solventes. Es preciso igualmente observar cuida­dosamente la ejecución del proyecto y prestar asistencia durante la transferencia de tecnología. En numerosos casos, los fondos a plazo más largo del Banco Mundial sirven de catalizador necesario para la participación financiera privada.

No obstante, la escala actual de los recursos del Banco no guarda proporción con las necesidades ampliadas de inversión en el sector de la energía. Hasta cierto punto, se puede salvar el déficit intensificando los esfuerzos tendentes a movilizar el financiamiento por otras fuentes oficiales y comerciales. Si no se satisfacen esas necesidades de financiamiento será tal vez más difícil para los países en desarrollo materializar su potencial de crecimiento.

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