en torno a la cultura de la legalidad

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En torno a la cultura de la legalidad* Eligio RESTA "El abuso y la desobediencia de la ley no puede ser prevenido por ninguna ley" G. Leopardi, Zibaldone, p. 229 1. EL CONTINENTE Y EL CONTENIDO Cuando hablamos de legalidad, incluso en ellen- guaje cotidiano o en el lenguaje del intercambio po- lítico, nos referimos a dos procesos diferentes. El pri- mero, contempla la legalidad como base de criterios normativos que son autónomos en relación a las for- mas de la conducta social; el segundo, por el con- trario, es el resultado de la conformidad de la con- ducta social con las disposiciones de la ley. En el primer caso, la legalidad puede ser contem- plada en la naturaleza como un posible continente; en el segundo, tiene la características del conteni- do. Si en el primero existe un exceso de polaridad metonímica, en el segundo se manifiesta un exceso de polarización metafórica. Cuando la conformidad de la conducta social prescripta por la leyes racio- nalmente motivada y dirigida hacia el contenido, entonces los dos sentidos coinciden y la simple obe- diencia a la ley puede ser identificada como la «cul- tura de la legalidad». Este argumento ya fue reconocido en la reflexión weberiana que distinguía entre legalidad y legitima- ción racional legal del poder, pero pienso que pue- de ser útil recapitular sobre esto hoy en día, por dos tipos de razones. El primero, concierne a la natura- leza y nombre del estado legal, esto es, al tipo de organización política que está fundada sobre la le- galidad. El segundo, por otra parte, concierne a la interpretación de formas de conducta social que evi- tan, eluden, engañan a la legalidad en tanto que su definición formal no queda afectada. Estos tipos de razones son diferentes pero, al mis- mo tiempo, están conectados y ambos son impor- tantes. Realmente, el Estado legal, fundado sobre la legalidad, en tanto que opuesto al «Estado ético», no impone el consenso de los que se hallan dentro de él, sino que demanda exclusivamente respeto por sus reglas de procedimiento, dejando a los ciudada- nos libres para escoger entre ajustarse a las provi- siones normativas o infringirlas y arriesgarse a sufrir (afrontar) las sanciones impuestas. La obediencia requerida es puramente jurídica, no moral; el con- senso es requerido por las reglas del juego, pero in- ternamente los juegos son todos libres y posibles. Aquí el nexo entre los dos aspectos se hace más enfático. Este trabajo y el siguiente, de R. Bergalli son ponencias pre- sentadas al seminario celebrado el 29 de agosto de ese año en Courmayeur Mont Blanc (Valle de Aosta, Italia), por el Interna- Los comportamientos que en semejantes siste- mas eluden, engañan y evitan la legalidad, plantean cuestiones más difíciles y complejas como asimis- mo problemas de interpretación. Nos enfrentamos no a una desobediencia deliberada, pública y for- mal, sino a algo completamente diferente; la evasión y el engaño van mucho más allá de la conducta manierista. Mientras públicamente la necesidad y validez de las reglas de juego son reafirmadas, privada y su- brepticiamente las propias reglas son alteradas. La palabra «público» (como lo ha observado Bobbio) está, de hecho, en equitativo contraste con «priva- do •• y con «secreto» y el tipo de modelo democráti- co del Estado legal asciende, por consiguiente, al «gobierno en la perspectiva pública de los asuntos públicos ••. 2. LA CONEXION SOCIAL El problema que llama a una profunda considera- ción es el siguiente: la conducta ilegal en un Estado legal, ¿pone en litigio sólo la obediencia a la ley? ¿O se convierte en un síntoma de desintegración de la conexión legal, o de lo que J. Elster ha definido como el cemento de la sociedad? ¿Cuándo ocurre esto y qué frenos y estímulos comporta el proceso? y -sobre todo- ¿qué se ha de hacer acerca de esto? Estas cuestiones determinan muchos resultados, no menos que la habilidad de las ciencias sociales para interpretar y organizar estos fenómenos, derri- bando vallas que colocan fronteras demasiado próxi- mas en los jardines disciplinarios. Estos fenómenos han aparecido en Italia (y no sólo en Italia) por doquier para verlo de manera ma- croscópica, con dimensiones tan extendidas y enraj- zadas como para sugerir la figura de una costumbre cultural. La extensión de los confines de la vida pú- blica a las áreas más privadas y cotidianas fabrica una conducta ilegal, únicamente protegida por la ley, como el más manifiesto ejemplo de una casi total au- sencia de una cultura de la legalidad. El objeto de reflexión se convierte entonces en la «cultura •• de la ilegalidad; cómo ésta se manifiesta, cómo se extiende, y cuál es su grado de compatibi- tional Scientific and Professional Advisory Council of the United Nations Crime Presention and Criminal Justice Programme. 11

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En torno a la cultura de la legalidad*Eligio RESTA"Elabuso y la desobediencia de la ley no puedeser prevenido porninguna ley"G. Leopardi, Zibaldone, p. 2291. EL CONTINENTE Y EL CONTENIDOCuando hablamosde legalidad, incluso en ellen-guaje cotidiano o en el lenguaje del intercambiopo-ltico, nos referimos a dos procesos diferentes. El pri-mero, contemplala legalidad como base de criteriosnormativos que son autnomos en relacin a las for-mas de la conductasocial;el segundo, por el con-trario,es el resultadode la conformidad de la con-ducta social con las disposiciones de la ley.En el primer caso, la legalidad puede ser contem-plada en la naturalezacomo un posible continente;en el segundo, tiene la caractersticas del conteni-do. Si en el primero existe un exceso de polaridadmetonmica, en el segundo se manifiestaun excesode polarizacin metafrica. Cuandola conformidadde la conductasocialprescriptapor la leyes racio-nalmente motivada y dirigida haciaelcontenido,entonces los dos sentidos coinciden y la simple obe-diencia a la ley puede ser identificadacomo la cul-tura de la legalidad.Este argumentoya fue reconocidoen la reflexinweberianaque distingua entre legalidad y legitima-cin racionallegal del poder,pero pienso que pue-de ser til recapitularsobre esto hoy en da, por dostipos de razones. El primero,conciernea la natura-leza y nombre del estado legal, esto es, al tipo deorganizacin poltica que est fundadasobre la le-galidad. El segundo, por otra parte, concierne a lainterpretacinde formas de conducta social que evi-tan, eluden, engaan a la legalidad en tanto que sudefinicin formalno queda afectada.Estos tipos de razones son diferentes pero, al mis-mo tiempo, estn conectados y ambos son impor-tantes. Realmente,el Estado legal, fundado sobre lalegalidad, en tanto que opuestoal Estado tico,no impone el consensode los que se hallan dentrode l, sino que demanda exclusivamente respeto porsus reglas de procedimiento, dejando a los ciudada-nos libres para escoger entre ajustarsea las provi-siones normativaso infringirlas y arriesgarsea sufrir(afrontar) las sanciones impuestas. La obedienciarequeridaes puramente jurdica, no moral;el con-senso es requerido por las reglas del juego, pero in-ternamente los juegos son todoslibres y posibles.Aquel nexo entre los dos aspectos se hace msenftico. Este trabajo y el siguiente, de R. Bergallison ponencias pre-sentadas al seminario celebrado el 29 de agostode ese ao enCourmayeur Mont Blanc(Valle de Aosta, Italia), por el Interna-Los comportamientos que en semejantes siste-mas eluden, engaan y evitan la legalidad,planteancuestiones ms difciles y complejas como asimis-mo problemas de interpretacin. Nos enfrentamosno a una desobediencia deliberada, pblicay for-mal, sino a algo completamente diferente;la evasiny el engaovan muchoms all de la conductamanierista.Mientras pblicamente la necesidady validez delas reglas de juego son reafirmadas, privada y su-brepticiamente las propias reglas son alteradas. Lapalabra pblico (como lo ha observado Bobbio)est, de hecho,en equitativocontrastecon priva-doy con secreto y el tipo de modelo democrti-co delEstadolegal asciende, por consiguiente, algobiernoen la perspectiva pblica de los asuntospblicos .2. LA CONEXION SOCIALEl problema que llama a una profunda considera-cin es el siguiente: la conducta ilegal en un Estadolegal,pone en litigio slo la obediencia a la ley?O se convierte en un sntoma de desintegracin dela conexinlegal, o de lo que J. Elster ha definidocomo el cemento de la sociedad? Cundo ocurreesto y qu frenos y estmulos comporta el proceso?y -sobre todo- qu se ha de hacer acerca deesto?Estas cuestiones determinan muchosresultados,no menos que la habilidadde las ciencias socialespara interpretary organizarestos fenmenos, derri-bando vallas que colocan fronteras demasiado prxi-mas en los jardinesdisciplinarios.Estos fenmenos han aparecido en Italia (y noslo en Italia) por doquier para verlo de manera ma-croscpica, con dimensiones tan extendidasy enraj-zadas como para sugerir la figura de una costumbrecultural.La extensin de los confines de la vida p-blica a las reas ms privadas y cotidianas fabricauna conducta ilegal, nicamenteprotegida por la ley,como el ms manifiesto ejemplo de una casi total au-sencia de una cultura de la legalidad.El objeto de reflexin se convierte entoncesen lacultura de la ilegalidad; cmo sta se manifiesta,cmo se extiende,y cul es su grado de compatibi-tional Scientific and Professional Advisory Council of the UnitedNations CrimePresention and Criminal Justice Programme.11Iidad con un modelo de sociedadbien ordenada .Cultura presupone entonces en su complejidad,un segundoaspecto, una observacin ms meti-culosa y menosconfortable por parte de los intr-pretes;cultura es algo que conciernea la ausenciade la tica pblica,pero que necesita una compren-sin sociolgica certera.Este pareceser el verdadero cambiocualitativode la sociedaditaliana,que ha de ser analizada decerca, en caso de una voluntad de sacrificar el pro-greso cualitativoque, desde este punto de vista, tie-ne poco significado. Se ha dado una definicin de lailegalidad comoun mar que se alargahorizontal-mente a travsde todos los sistemas de la socie-dad, lo que podemos definir como una ausencia deidentificacin con el texto normativo.Una reflexin sobre la cultura de la ilegalidad po-dria tomar entoncescomo su punto de partida, estencleo que nosotrosdefinimos en breve como cri-sis de normatividad; y sabemosque cada modelonormativo de la sociedad est basado sobre una an-tropologia precisade las relaciones sociales y loscambios.3. REGLASCIERTASPERO INVISIBLESHemos identificadoen la tipologia de la cultura dela ilegalidad una actitud en la que el reconocimientoformalest armonizado con la normativa universalpblica,pero entonces esto es lo que se esquiva deun modo sinuoso.Esto presuponeun doble nivel decambio social; abierto y pblico por una parte, ocul-to y privado por otra. Se piensa generalmente sobreel fenmenode la corrupcin politica, con un senti-do tcnico, sobre los mecanismos de los votos ca-muflados, sobrelos procedimientos de cooptacinque simulan genuinamente elecciones evaluativas,tal como sucede en la concesin de contratoso no-minaciones por los ministerios, o incluso en favori-tismos y recomendaciones que vician las decisionesimparciales por razones burocrticas (sine ira ae stu-dio) en evasiones fiscales, o, en otro sentido,en laprivatizacinde los derechossociales como resulta-do de la mala funcin pblica. Por supuesto que aquila fantasiade lo social va siempre muy por delantede la teoria.La conexin entre los niveles de legalidad e ilega-lidad no es accidental, sino indivisible. Uno existeporque el otro existe. Esto significaque semejantecultura de la ilegalidadpuede sobrevivirslo si unaproporcinde la sociedadlegal permanececons-tante e inalterada. El picaro puede sobrevivir slo entanto en cuanto el opuesto, el honesto,permanecesindolo. Como en la descripcinde Hobbes,si to-dos vivieran y actuaran como pcaros,la falta dediferenciacin se haria insoportabley sera necesa-rio experimentar otras vias para escapar del estadonatural(otro soberano, otra ley, otra espada).Ahora, es precisamente la indivisibilidad del vin-culo y la necesaria contempornea co-existencia deestas dos culturas lo que debe atraer nuestra aten-cin.124. lA RACIONALIDAD DEL ASTUTOLos modelos interpretativos sugeridos por lasciencias sociales se incardinan todos en esta dialc-tica. No se trata del caso en que tras una decaden-cia merecidade las tesis del familismo amoral,lasciencias sociales vuelven hacia interpretaciones dela conducta ilegal como la llave para el egotismo ra-cional.La eleccin de la conducta ilegal reproduci-ria la lgica del free riding, en la que la racionalidadegotistica presionahacia la mxima ventaja, redu-ciendo de nuevo los costes a cero. Pero, la conduc-ta de la desercin del free riding es posible cuandoy si otros cooperan; por ejemplo,la evasin fiscal ola apropiacinde dinero destinado a obras pblicasson formas de conducta que presuponenque otrospagan sus tasas o que las obras pblicas se llevana cabo de alguna manera usando otros recursos.Elproblema radica en que los costes generados siem-pre se cargan sobre espaldas ajenas.Esta es unacondicinnecesaria, aunque no suficiente, para laidentificacinde qu constituyeuna conducta ilegaly qu una conducta legal.5. casI FAN TUTTIEl recurso al modelo del egotismo racionaldejairresueltos muchos problemasque conciernena losfactores que favorecen o entorpecen la ilegalidad.Ante todo, todas las capacidaes de evasin de losfree riders (franeotiradores) deben superar:a) el riesgo de sanciones, amparadoen la inefi-ciencia de las mismas,en sus retrasos o ensus connivencias. Pero esto pertenece a labien conocida historia de los mecanismos decontrolformal, y tan es verdad esto que enreferencia a losinfames episodios de co-rrupcin polticauno puede hablar de unagenuina cuestin penal ms que de una su-gerente cuestin moral;b) control social de miembros-grupos (familia,partido,comunidad) en la suposicinde queno estn en total connivencia con l. Pero, de-beria analizarseel tejido de connivencia consus elementos constitutivos (privacidad/se-creto, asuntos secretos directos/indirectos,fuerte controlde militancia, seguridadde lasposicionesde poder e influencia);e) neutralizacin del conflicto y rivalidad (visibledonde se han de distribuir recursos pblicos,como en la Regin del Sur de Italla, evitandola competencia de mercado). Semejante es-trategia necesita trabajar conmecanismosprecisos de inclusin y exclusinen base auna confianzaque sustituye a otros meca-nismos de seleccin: no es la persona capazo merecedora la que asegura la inclusin,sino la de confianza;d) neutralizacindel coste moral, aunque seabajo, de cualesquiera recursos que se des-vian de partidas pblicas a manos privadas.El cosi fan tutti es un acelerador social po-tente que se acepta o se rechaza de acuerdocon sus fuentes, su estabilidad temporal o susmedidas de resistenciapara permanecer im-punes. Por ejemplo,cuando los que detentanla autoridad no demuestran que ellos estnpracticando(como algo opuesto a la mera re-clamacin) una virtu capaz de dirigir los re-cursos pblicos hacia el bien pblico, los cos-tes morales de la ilegalidad alcanzan un pun-to tan bajo como para no suponer simplemen-te ningn coste.6. CIRCULOS VICIOSOSEstos elementos conducen a otros grandes pro-blemas quepodemos identificar en la estructuranormativa:a) falta de universalismo en el contenido de la le-galidad (parcialidadlegislativa, neo-corporati-vismo, inflacin de derechos, insuficienciadela cesta de la compra del ama de casa, vuel-ta al mercadolibre y un contratante genuinoen los sectores en los que un proyecto de leycorrectivo o neodistributivo fue introdu-cido;b) lazos cada vez ms abarcadores entre la de-claraciny la prctica de derechos de modoque se desplace discrecional mente el poderdonde la legislacinha intervenido para con-tenerlo (intervenciones bancarias, burocra-cias de Salud y Bienestar;e) falta de interiorizacin del contenidonormati-vo por parte del sistemasocial. Esto puedeser visto tanto en la prctica legislativa (oscu-ridad y confusinen las provisiones, e.g. enel rea fiscal, pero no slo allQ, como en elsector pblico donde, por supuesto, dife-rentes modelos normativos continan man-tenindose.7. LA RACIONALIDAD DEL POLLOAhora bien, todava debe ser analizado otro ele-mentoimportante: si el egotismo racional, inclusocon sus manifiestos lmites, consigue explicar la de-feccin desde la legalidad, ciertamenteno puede ex-plicar su reafirmacin. Si esto explica las razonesdel free rider, no explicalas del hombre honesto olas del no-pcaro. En otras palabras, no toma encuenta que la conducta(co-existente-racional-sim-trica a la primera) que puede caracterizar a cualquie-ra que haya interiorizado la cultura de la legalidad.Podemos denominara esto como la Racionalidaddel Pollo, igual que en el conocido juego,la cual in-duce a la gente a tomar parte con su conducta enuna utilidad pblica y en la existenciade una esferainfra-subjetiva (zwischen) que trasciende el egotis-mo individual.Esta esfera ha sido confiada en el mundo moder-no a la legalidad,con la tarea de sustituir la vieja ti-ca de la virtu y trasladando la idea del bien comna la de bien pblico. Invertir en legalidades deeste modo sinnimo a invertir en la parte del bien co-mn que es todava posible.La sugerencia de un debate y un seminario de es-tudio sobrela culturade la legalidad (tratando noslo de su crisis sino tambinde su reafirmacin)puede ayudar a que miremos un poco ms all delos lmites impuestos por una cerrada culturacri-minol6gica.La discusin, basada en el concepto de cultura,exige entonces participantes de una diversidad dedisciplinas (filsofos, socilogos, juristas, expertospolticos). Este seminario preliminar exploratorio,ayudando a definir los temas, puede conducir enton-ces a ulteriores estudiosno restringidos a una basede trminos irrazonablemente empobrecidos.13