en marcha. ensayos sobre arte, violencia y cuerpo en la manifestación social

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  • 7/24/2019 En marcha. Ensayos sobre arte, violencia y cuerpo en la manifestacin social

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    Sobre las Autoras:

    Consuelo Banda C. (Valparaso, 1988). Egresada de la Licenciaturaen Artes con mencin en Teora e Historia del Arte en laUniversidad de Chile y Diplomada en Cine y CulturaLatinoamericana del ICEI. Forma parte de Ludotopa, colectivo

    creativo de diseo y desarrollo de juegos urbanos.

    Camila Barreau D.(Santiago, 1982). Arquitecta de la Universidadde Chile y estudiante de la Licenciatura en Filosofa de la mismacasa de estudios. Se dedica a la arquitectura social y la educacincvica en arquitectura. A travs de la EGIS Verde Azul se dedica a lagestin en subsidios de vivienda del Estado.

    Constanza Flores L.(Marchige, 1984). Periodista, Licenciada en

    Comunicacin Social y en Esttica de la Pontificia UniversidadCatlica de Chile. Actualmente se desempea como periodista dela Vicerrectora de Comunicaciones y Educacin Continua en la UC.

    Mariairis Flores L.(Marchige, 1990). Egresada de la Licenciaturaen Artes con mencin en Teora e Historia del Arte en laUniversidad de Chile. En la misma casa de estudios se desempeacomo ayudante, investigadora y tesista FONDECYT, en el rea dearte chileno.

    Valeska Navea C. (Santiago, 1990). Licenciada en Artes conmencin en Teora e Historia del Arte de la Universidad de Chile.Se desempea como ayudante del rea de esttica de la mismacasa de estudios de la universidad ARCIS y como investigadoraindependiente.

    Lucy Quezada Y.(Talagante, 1990). Egresada de la Licenciatura enArtes con mencin en Teora e Historia del Arte en la Universidad

    de Chile. Es ayudante e investigadora de arte contemporneo ychileno en la misma casa de estudios, editora en la Revista Puntode Fuga y colabora en la revista arteycritica.org.

    Francesca Silva T. (Santiago,1991). Estudiante de Licenciatura enFilosofa de la Universidad de Chile. Su rea de desarrolloacadmico es la Filosofa Poltica. Participante activa en laCoordinadora de su facultad, se desempea como vocera de sucarrera desde el 2011.

    Este libro ha sido financiado por:

    Consejo Nacional de la Cultura y las Artes

    Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura

    Convocatoria 2013

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    Consuelo Banda - Valeska Navea(Compiladoras)

    EN MARCHAEnsayos sobre arte, violencia y cuerpo

    en la manifestacin social

    AUTORAS:Consuelo BandaCamila Barreau

    Constanza FloresMariairis FloresValeska NaveaLucy Quezada

    Francesca Silva

    EDITORA:

    Carol Illanes

    COLECCIN TEORA

    Edicin digital de libre uso

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    ISBN: 978-956-9340-00-0

    De los textos: sus autoras. De las imgenes: sus autores.

    ADREDE EDITORA, 2013. Coleccin Teora. Edicin digital de libre uso.

    Eduardo Castillo Velasco 895, uoa, Santiago de Chile.

    www.adrededitora.cl - [email protected]

    EN MARCHA

    Ensayos sobre arte, violencia y cuerpo

    en la manifestacin social

    Consuelo Banda - Valeska Navea(Compiladoras)

    AUTORAS:Consuelo BandaCamila BarreauConstanza FloresMariairis FloresValeska NaveaLucy QuezadaFrancesca Silva

    EDITORES:Carol IllanesDaniel Reyes Len

    FOTOGRAFA DE PORTADA:

    Mara Francisca Montes

    Se autoriza la reproduccin parcial o total bajo derechos CreativeCommons 3.0. Se permite la generacin de obras derivadas siempre quese reconozca la fuente y el autor, y no se haga un uso comercial. Todasestas restricciones prescriben en caso de existir una autorizacin expresa

    de la editorial y los autores.

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    COLECCIN TEORA

    NDICE

    Prlogo

    Comunidades en pugna. Desplazamiento de los mtodos de protestahacia una nueva produccin de sentido

    Consuelo Banda Crcamo y Valeska Navea Castro

    La dimensin artstica de la manifestacin: marchandodesde la Facultad de Artes de la Universidad de Chile

    Mariairis Flores Leiva y Lucy Quezada Yez

    Refexiones sobre la protesta urbana estudiantil.

    La reconquista de a pie del espacio pblicoCamila Barreau Daly

    De universitarios a rockstars: la configuracinmeditica de los lderes del movimiento estudiantil

    Constanza Flores Leiva

    Violencia poltica popular e identidad. Breve lectura acerca de lasincidencias en la construccin de identidad en el Chile actual

    Francesca Silva Toro

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    Prlogo 7

    Prlogo

    La siguiente publicacin consiste en un compendio de ensayos terico-crticos que tienen como eje articulador el movimiento estudiantil del 2011.Estos tratan el tema de las manifestaciones sociales a partir de una diversidadde enfoques, razn por la que se invit a participar a estudiantes de distintasreas de las humanidades: la teora y la historia del arte, la comunicacinsocial, la arquitectura y la losofa nos permitieron abordar este fenmenodesde distintas dimensiones. Se obtuvieron as, ensayos que van desde elcuestionamiento del estatuto artstico de la obra inmersa en la manifestacin,pasando por las nociones de cuerpo y performance que se generan en lasmismas, la conguracin de los liderazgos en la opinin pblica y los vnculosentre violencia poltica, manifestacin y medios de comunicacin, hasta elabordaje del espacio pblico como el lugar donde ocurre el acontecimiento.

    El proyecto surge con el objetivo de construir un espacio concreto deconuencia para estos textos y que les permitiera dialogar desde diversospuntos de vista. De este modo, el libro es tambin una plataforma para poneren circulacin ideas que propician la reexin sobre fenmenos socialestratados desde diferentes campos, abriendo paso a nuevas posibilidadespara estas temticas, las cuales se nos presentan desde su contingencia comotericamente inagotables. Asimismo, creemos pertinente dar a conocer latraduccin y la recepcin que este movimiento estudiantil tuvo en el entornouniversitario y extra-universitario. Estos ensayos, que se originan en el mbitoacadmico y tratan temas de la coyuntura social, dan un vistazo a cmo los

    estudiantes han atendido, debatido y comunicado dicha coyuntura en el medioal cual pertenecen, potenciando una revitalizacin de las lecturas y una mayorhorizontalidad en las discusiones.

    La dimensin esttica de las distintas manifestaciones es, sin duda, uno delos asuntos que interroga a las disciplinas respecto al estatuto, la valoracin

    y el rendimiento que puede ser pensado a partir de ellas. Transversalmenteinstalado como problema en los distintos ensayos de este libro, la administracindel recurso esttico, interna y externamente al movimiento, domina as sus

    primeras pginas. Desde el momento en que se piensa la manifestacin socialcomo un escenario en el cual la creatividad, la masividad y efervescencia

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    poltica conuyen y poseen una notoriedad nunca antes vista, se vuelvenecesario cuestionar el potente carcter de exhibicin de estas muestrasde descontento en cuanto a lo pblico e irnico de ellas. Qu cambios seestn produciendo respecto a las consignas histricas y su tratamiento? Porqu se decidi cambiar la protestar clsica y frontal por una manifestacincreativa y bajo un nimo alegre, si sus preceptos se basan en la impotencia

    y descontento social? En Comunidades en pugna. Desplazamiento de los mtodosde protesta hacia una nueva produccin de sentido, de Consuelo Banda y ValeskaNavea, se sealan las contradicciones que genera el uso de nuevos mtodos

    de protesta.Flashmobs, performances y convocatorias masivas de intervencinurbana, son analizados por cuanto se hacen reconocibles como la nuevaimagen de la manifestacin. Ah, donde la creatividad y la lucha por elespacio pblico comienzan a desplazar el sentido inicial de la revuelta haciaotros estatutos, quizs ms enraizados al concepto de comunidad perdido ensu sentido tradicional, quizs ms alterado por la perspectiva de los medios.Una pugna que se sita hoy ms importante que las demandas mismas Cules la comunidad representada por las masas al momento de manifestarse?

    A partir del trazado terico que se realiza en este primer texto quecontempla la denominada crtica de la crtica, el trabajo con/de la imagen ydel espectador en Jacques Rancire y la teora de la comunicacin, se perlaun escenario posiblemente incmodo para muchos de quienes han sido partede las manifestaciones. Sin embargo, al pensar en la utilidad de una presenciaesttica reconocible y concordante en forma y contenido con los movimientossociales, la nocin de representacinde estos cuerpos aguerridos podra encontrarun sentido y uso propios.

    Dicha dimensin esttica anteriormente sealada puede abordarse,entonces, desde las expectativas de una comunidad posible remozada bajonuevos paradigmas del contexto visual y cultural actual. Para el siguientetexto la importancia de esta constitucin resulta insoslayable en su anlisisterico; el proceso mismo de produccin de visualidad como una cuestinadvertidamente cardinal e histricamente decisiva. En La dimensin artsticade la manifestacin: marchando desde la Facultad de Artes de la Universidad de Chile,deMariairis Flores y Lucy Quezada, dicha produccin es vista a travs de las

    condiciones especcas de la institucionalidad local, trmino que describe unmarco fsico, simblico e histrico. Las marchas tradicionales, colmadas

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    de lienzos e individuos a pie, parecen ser algo secundario cuando se hablade protestar; ashmobs, bailes que rayan con lo carnavalesco y una serie deactos que pueden ser ledos desde lo performtico se hacen espacio en la calle,convirtindose en el aspecto ms atractivo de la manifestacin. En medio deeste contexto es que los estudiantes de Artes Visuales de la Universidad de Chiledecidieron responder a la contingencia social con lo que saben hacer. Desdeel espacio del taller hasta el de la organizacin colectiva autnoma, dieronorigen a obras de creacin conjunta y annima, las cuales en su exhibicinen medio de la marcha, llamaron al espectador-manifestante a identicarse

    con una produccin visual y a la vez poltica, situando al sujeto en un lugarque le otorga herramientas de comprensin para la especicidad de ciertomomento poltico-social y la respuesta esttica particular que le dieron a ellosus creadores.

    En este segundo ensayo se plantea la torsin que portan estas obras respectoa los estatutos que existen al hablar de obra de arte, insertados tambin enel contexto general del arte latinoamericano que, revestido de mitos que loligan ilustrativamente a conictos polticos, parece re-actualizarse con lo que

    ellas proponen. Actualizacin que se detecta en el contexto especco delarte chileno, en cmo los estudiantes de Artes Visuales se sitan en un nuevoespacio de la historia del arte poltico, y como tambin vienen a conrmaralgunas lecturas sobre el vnculo entre arte y universidad.

    As como las artes visuales contemporneas (pero sobre todo la previsibilidadde la relacin arte y poltica que articula su historia local) son empujadas a undebate en torno a sus categoras y preceptos gracias a la coyuntura visual de laprotesta estudiantil, otros repasos tienen lugar en este libro respecto al hecho

    de la ocupacin espacial misma de la manifestacin. Las protestas estudiantilesse desarrollan en un espacio determinado y con ello fundan el acontecimientode la marcha. El tercer texto,Reexiones sobre la protesta urbana estudiantil. Lareconquista de a pie del espacio pblico, Camila Barreau indaga en la relacin delos cuerpos y el espacio, del habitar en cuanto condicin inherente del ser.Reexiona respecto de la dialctica implcita en el habitar de las personascomo un fenmeno de interaccin, en su condicin de sujetos con un espacio,de manera corporal e intelectual. La exploracin sobre el fenmeno del

    habitar se teje en un dilogo con pensadores de distintos momentos histricos,teniendo como eje central el habitary lapoliso ciudad. Las primeras reexiones

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    iniciarn en el mundo antiguo a travs del Timeo de Platn, La Poltica deAristteles y el Mito de Prometeode Protgoras; para nalizar con el lsofoalemn Martin Heidegger mediante la gua de los textos del arquitectocataln Josep Muntaola y su concepto del dassein o estar-en-el-mundo. Esterecorrido congura una base para identicar y rearmar conceptos e ideasque permiten aprehendernos como habitantes de un modelo que subsiste enpugna, en crisis constante. La cuestin estudiantil es una lucha que tambinreclama sobre la ciudad y la arquitectura, ligada a la hegemona de un modelopoltico-econmico capitalista que niega la condicin del hombre como ser

    creativo.

    El espacio concreto analizado por este texto se extrapola a lo desarrolladoen el siguiente, referente al espacio simblico de los medios. La focalizacinen las funciones de presentacin y representatividad de la cobertura mediticaen los momentos ms lgidos de la manifestacin del 2011, es la excusa parapresentar algunos diagnsticos crticos sobre el espectculo comunicacional atravs de datos y referencias palpables. Los medios de comunicacin son unelemento determinante en la percepcin que el sujeto contemporneo tiene

    del mundo, pues se alzan como el espacio donde se construye el poder. Alconformar la industria cultural como sistema, a travs de sus imgenes y susdiscursos, estas plataformas que permiten difundir mensajes en forma masivaproporcionan la materia prima para las conguraciones mentales con las queel individuo sintetiza la complejidad del entorno. Es decir, operan sobre labase de sus decisiones. Adems, mediante ellos, los distintos actores socialesconsiguen legitimacin y apoyo para sus proyectos de continuidad, cambio oreforma. Pero la publicidad, combustible de estas fbricas de contenidos, ha

    contribuido a una espectacularizacinde los mismos, donde lo atractivo, lo quearroba los sentidos y entretiene, favorece la demanda de cualquier producto.

    En este contexto, y como la mayora de los fenmenos sociales se conocende forma mediatizada, este cuarto ensayo analiza las movilizaciones deprotesta por la calidad de la educacin en Chile personalizado a travs de lasintervenciones de sus lderes. De universitarios a rockstars: la conguracin mediticade los lderes del movimiento estudiantil de Constanza Flores,estipula a travs de unanlisis de contenido en diarios, revistas y publicaciones seleccionadas, cunto

    inuy la convocatoria del movimiento la forma en que los medios presentarona sus lderes. Giorgio Jackson y Camila Vallejo, representativos de lo que la

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    sociedad chilena contempornea entiende como bello, bueno y por ende,exitoso, establecieron una relacin, un juego con la prensa para posicionarsus demandas. Ante esto surge inevitable la pregunta: contribuy a la fuerzadel movimiento el hecho de que sus lderes fueran atractivos?

    Finalmente, el ltimo texto de esta compilacin abordar dos conceptosfundamentales que han trascendido la historia de la relacin polticalatinoamericana, a saber, los conceptos de violencia e identidad. Se planteaen l que la violencia en s no existe, por lo tanto, no debe ser analizada de

    manera abstracta; lo que s se experimenta como real es la aplicacin de laviolencia por quienes tienen el control de su uso para con el resto. Al no existiren s, menos puede sta ser ejecutada por s sola, sino que es utilizada comomtodo para un objetivo global de control social. Es necesario comprenderel trmino violenciaa cabalidad, ya que es ste el que nos determina o aquelloque inuye en la conformacin de nuestra identidad y cultura. De esta formapodremos juzgar de una manera real y no cticia cticia en tanto nuestrodiscurso obedece a uno creado y manipulado que esconde intereses de otros. Elcuestionamiento constante de aquello que tendemos a naturalizar, es el que nos

    permitir comprender en trminos literales quines son aquellos que aplican laviolencia, de qu forma y por qu.

    Esto es lo que trabaja el ensayo de Francesca SilvaViolencia poltica e identidad.Breve lectura acerca de la incidencia de la violencia en la construccin de la identidad en el Chile

    actual, detenindose en el argumento de que la violencia en su real expresindebe ser identicada desde lo cotidiano, comprendiendo que se esconde enmltiples lugares y situaciones de control; en el control de la educacin, dela salud, de la vivienda. Por lo que ha de ser identicada como aquello que

    es capaz de privar, marginar, extorsionar y manipular la conformacin de unindividuo. Esto, segn explica, es violenciaen su ms pura expresin, mientrasque las respuestas violentas directas, comnmente llamadas pugnas o violenciacallejera, no son ms que una contestacin al sistema que nos reproducecomo seres violentos en potencia, y no porque en nuestra esencia pueda seridenticable algn rasgo violento, sino porque aquellos seres violentados tardeo temprano comprendern y actuarn.

    Queda mencionar que lo que se busca en este libro al congregar esta diversidad

    de miradas, por medio de la escritura de autoras emergentes, es poner en marchacuestionamientos que enriquezcan las discusiones sobre estos procesos. Lo que

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    inici como una manifestacin de estudiantes, termin por convertirse en unmovimiento expansivo que convoc a los ciudadanos en forma transversal.Con su potencia, este fenmeno social, an en marcha, irrumpi para arrasarcon la indiferencia y alzarse como una manifestacin cultural que interpela einvolucra a las disciplinas, algunas de ellas ac hablantes. La articulacin deeste cuerpo, como libro, solo pretende ser el eco del gesto que como tarea solose enuncia, dejando espacio para una reexin an no acabada.

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    Comunidades en pugna. Desplazamiento de los mtodos deprotesta hacia una nueva produccin de sentido1

    Consuelo Banda Crcamo y Valeska Navea Castro

    Presentacin

    Las constantes revueltas sociales en Chile en los ltimos veinte aos hablan

    de un fracaso en la prometida restauracin de la democracia, haciendo pa-tente el malestar como reaccin ante la desigualdad y la injusticia. El cuerpohecho imagen de la consigna en manifestaciones sociales ha sido utilizado pordiversos sectores que pensaron el recurso artstico como medio de visualiza-cin de sus demandas. Superado el cartel, surgen nuevos signos alegricostoma de espacios con obras monumentales y el cuerpo como soporte y obramismamostrando en el 2011 mltiples posibilidades de desarrollo.

    Desde un cuestionamiento esttico, el funcionamiento de las propuestas

    creativas de manifestacin social excede la mera comunicacin de consig-nas polticas, por cuanto conforma comunidaden la realizacin del cuerpo dela obra, generando una emancipacin respecto a los modos de produccin;el cuerpo vuelve a hablar mediante la expresin del malestar, all donde lamasa no existe y el individuo padece. Busca una identicacin a partir de susubjetivacin, reelaborando la dimensin del cuerpo como recurso, exhibien-do su condicin epocal y operando como generador de cambio. No obs-tante, en aquel giro de la manifestacin corporal, la mediatizacin ha trazadoempero su lectura homogeneizando su prctica desde la produccin visual.

    Brevemente, se expondrn aquellas manifestaciones visuales como corpusy objeto de anlisis terico-artstico de los movimientos sociales, conformese posicionan como nuevas maneras de hacer comunidad, enfrentada a lacomunidad ocial gobernada por dichos medios. Si se crea un nuevo espacio

    1 Este texto ha sido vctima de variadas intervenciones a lo largo de su historia, cuyoprimer momento fue su presentacin en el V Encuentro de Estudiantes de Teora e Historia delArte de la Universidad de Chile el 12 de enero del 2012. Posteriormente, y luego de mltiplescambios, fue presentado en el 1er Encuentro latinoamericano de investigadores sobre cuer-pos y corporalidades en las culturas, organizado por la Red de Antropologa de y desde los

    cuerpos en la Universidad Nacional de Rosario en junio del 2012. Esperamos que la versinque aqu presentamos no sea la ltima y que contine, as como el resto del libro, siempre enmarcha.

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    de protesta hacia una nueva produccin de sentido.

    de produccin de sentido, cul es la comunidad a representar? Realmentebusca representar comunidad? Realmente busca ser crtico? Pero, por sobretodo, cmo comprender la paradoja de ser crtico y productor de fetiche me-diante la exhibicin absorbente de sentido, a la vez?

    Historia y sintomatizacin social. Cuerpo desplazado como pro-

    puesta de obra pblica

    El 20 de enero del 2011 se consolida por n la primera de las siete reformasque el gobierno de Sebastin Piera present como plan de gobierno. Consis-te en la presentacin de la Ley de Calidad y Equidad en la Educacin2. Partede ella era fortalecer a directores y sostenedores, y ver cmo stos ejercen susroles, aparte de crear un nuevo sistema de seleccin entregndoles mayo-res atribuciones y autonoma, aumentando sus remuneraciones y las de losequipos directivos y tcnico-pedaggicos.3La aparente inocencia de la leyesconde sin embargo lo que marcar el descontento durante todo ese ao: elfortalecimiento de la municipalizacin opuesta a la peticin social de una edu-cacin estatal, gratuita y de calidad. Las peticiones sociales versus las reformasofrecidas, produjeron una verdadera pugna social que se fue materializandoen las imgenes que caracterizaron al ciudadano descontento: protestas,propagandas, barricadas e intervenciones urbanas, entre otras.

    Si bien nuestro anlisis mantiene como punto de inexin las protestas rea-lizadas el pasado 2011, hay una serie de eventos que ayudan a contextualizar

    y diferenciar nuestro objeto dentro de la historia de las movilizaciones. Tam-bin, si pensamos en un corte histrico que comprende esta manifestacin delmalestar cultural en democracia, el tramo 2006-2011 puede ser signicativo almomento de sealar el comienzo de ese giro de la manifestacin corporal yeste cuerpo como generador de sentido.

    Desde el 2005, el movimiento de estudiantes secundarios, acoplados bajo

    2 Donde se establecen los derechos a los profesionales de la educacin y los cambiosal Estatuto Docente, ampliamente cuestionado por el conglomerado educacional.

    3 Tal como apareci el da jueves 20 de enero 2011 en el diario Publimetro, bajo eltitular: Lista la reforma de educacin.

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    el carcter de coordinadora4

    , estableci los cimientos, a modo de texto/maniesto5, de lo que para ellos era una educacin de calidad, laica y demo-crtica, pensando en los componentes sociales y econmicos que se podancomplementar al sistema capitalista y de absorcin cultural. Al ao siguiente

    y a partir de esto, miles de estudiantes se hicieron parte de la denominadaRevolucin Pingina. Este documento contena una serie de reformas atodos los grupos educativos que conforman el sistema de enseanza chileno,condensado en la Ley Orgnica Constitucional de Enseanza (LOCE), queestableca, entre otras cosas, el lucro en la educacin. Adems, delegaba la

    responsabilidad de la educacin en los padres, eximiendo al Estado. Esto sig-nic un quiebre en la intervencin de ste en los problemas de ndole pblica

    y, adems, foment la progresiva privatizacin.

    Esta lucha, que albergaba no slo a estudiantes, sino a todo el conglomeradosocial, instal al estudiante secundario6como lder de las protestas nacionales,reuniendo aproximadamente seiscientos mil escolares en una de las primeras

    jornadas de movilizacin, las que se extendieron por aproximadamente seismeses y comenzaron a encaminar el giro creativo mediante el pie forzado

    de la movilizacin inminentemente indenida; las tomas u ocupaciones ile-gales de los establecimientos colgaban carteles hechos por sujetos annimos (aveces rmados por el establecimiento donde se colocaban, a veces manifesta-dos como propuesta colectiva comunal, zonal, regional, etc.) como emblemasdel discurso imperante. En modo de lienzo, atravesaban los prticos con untexto y una imagen que refera al lucro, al robo, al endeudamiento e injusticia

    4 Nos referimos a la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (ACES),fundada unos aos antes.

    5 Propuesta de Trabajo de Estudiantes Secundarios de la Regin Metropolitana, en-tregado el 30 de noviembre del 2005 como petitorio nacional.

    6 Parte interesante de los ltimos aos de movilizaciones ha sido la visible brechaque se ha montado frente a las formas de protesta convocar y actuarentre secundarios yuniversitarios y cmo inciden en la sociedad. Pareciera ser que el universitario es un adulto ypor tanto se le puede juzgar artsticamente como artista, el secundario, en cambio, es vistoan como nio y por ende los juicios que se establecen en torno a l son a partir la rebelda, suhiperactividad y su falta de control, por lo que deben ser resguardados. Lo que podra versecomo manifestacin artstica no es generada por ellos, sino aplicada en ellos. Los blogs ynoticias que han referido al tema no hacen ms que corroborar este asunto. Ya nadie habla de

    performance, instalaciones o intervenciones, comandadas por universitarios del 2011, sino dearrebatos y otras acciones asociadas a los adolescentes en la era de la globalizacin: descon-tento, inmadurez poltica y activismo ciberntico.

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    18 Comunidades en pugna. Desplazamiento de los mtodos

    de protesta hacia una nueva produccin de sentido.

    social en la educacin que, progresivamente, se colocaba en las discusionesdiarias de los chilenos, llenando portadas, blogs, programas televisivos y radia-les, e incluso, comentarios internacionales.

    Los paros y las marchas no son los elementos ms signicativos de la pro-testa, sino su convocatoria7. La comunicacin que se genera en sta debe mos-trar su efectividad internamente en la activacin de las necesidades sociales.Se trata de mensajes directos que promueven el alzamiento debido a las in-

    justicias y desigualdades que los manifestantes sienten conforme a su reaccin

    a la realidad vivida: un sistema democrtico que no satisface a las clases me-dias y bajas. Durante las Jornadas de Protesta Nacional en los aos ochenta,primeras manifestaciones masivas y organizadas que se tienen en dictadura,la forma de convocar sostena un carcter general, la primera Protesta Na-cional, convocada principalmente por la Confederacin de Trabajadores delCobre (CTC) y apoyada por grupos de la oposicin poltica, sorprendi algobierno y a sus propios organizadores por su magnitud y diversidad. Paraasegurarse de hacer una convocatoria lo ms amplia posible, el llamado nohaca demandas especcas sino que solamente deca: ha llegado la hora de

    pararse y decir: ya basta8. Las convocatorias masivas que tuvieron curso du-rante los aos siguientes debieron desplazarse a los suburbios, las poblaciones

    y los barrios, puesto que las grandes avenidas y las instituciones se tornaron unpunto peligroso para los protestantes, lo que promueve una mayor pugna (msall del conicto especco) entre las esferas de lo poltico del uso del cuerpo yel estatuto que seala que las manifestaciones ciudadanas se practican fueradel espacio pblico.

    El derecho legtimo de protestar se reduce en la aparicin de estos nuevos m-

    todos de protesta como forma de marcar una diferencia y recuperar el terrenopblico perdido a travs de una violencia no violenta: registro multitudinariode fotografas de manifestaciones en las redes, trabajo periodstico indepen-diente y variadas exposiciones,ashmobs, lienzos gigantes, velatones, parodias,

    7 La cuanticacin y cualicacin de estas actividades siempre se ve agredida por losmedios de comunicacin y las autoridades que tergiversan tanto los nmeros de convocatoriacomo sus resultados a nivel de respuesta: violenta o no violenta, con capucha o creativa.

    8 La primera protesta nacional Mayo 1983 (2008) Consultado el 6 de junio del 2008,Gritos de la Resistencia Blog de discusin sobre memoria y derechos humanos: http://gritosde-laresistencia.blogspot.com/2008/09/la-primera-protesta-nacional-mayo-1983.html

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    intervenciones de danza, etc. Es en guio a protestar por el acceso a la cul-tura mediante un desborde de manifestaciones culturales, donde sus mismasincapacidades demuestran que el desborde siempre deviene violencia de formaextrema y, en relacin al uso del cuerpo, su propia inmolacin. Huelgas dehambre de comuneros mapuches y estudiantes por ms de sesenta das marcanlos puntos lgidos de la jornada, ensombreciendo el despliegue de creatividaddemostrado horas, das antes Por qu?

    Si pensamos en la institucionalizacin de las formas de protesta o sea, una

    historia de la grca de protesta, nos encontramos con meros imaginarios; elcartel latinoamericano (como inuencia de otros pases socialistas y la psi-codelia de los sesenta/setenta) y el muralismo latinoamericano donde gruposcomo la Brigada Ramona Parra proponen e instalan, a partir de la institucin,las estticas protestantes. Acciones que se replican desde el exilio y se mantie-nen como emblemas. Es frente a esto que suponemos el giro al uso del cuerpo

    y las formas creativas de exponerlo (formas mediales, espectacularizadas y con-temporneamente populares) y que el cambio y desplazamiento del cartel yel mural tendran que ver con el desmarcamiento de los partidos polticos y su

    iconografa, en ese sentido de violencia que propone al cuerpo como ltimo ylgico recurso, empero, no encuentra la manera de presentarlo ms que comoun fetiche ideolgico o un programa de tele-realidad.

    Recientemente el movimientoOccupyen Europa, una de las manifestacionesde los llamados Indignados, instal frente el museo Fridericianum, Kassel,donde se realiza tradicionalmente la muestra de arte contemporneoDocumenta,un campamento de 28 tiendas en las que escribieron palabras como codicia,soberbia y envidia, los pecados capitales de este tiempo, como lo plan-

    tean en sus declaraciones9. El movimiento Occupyha venido ocupando sitiossimblicos del capitalismo y, en este caso, los directivos de la muestra llegarona la conclusin de que no tomaran ninguna medida frente a esta protesta,lo cual da para pensar sobre las emergencias curatoriales de los conictos y elaprovechamiento de estas instancias, frente a las pretensiones de los mismosactivistas. Una ejemplicacin literal del cuestionamiento de las prcticas deprotesta inuenciadas por la actividad artstica y llevadas a los campos del arte.

    9 Estas declaraciones fueron hechas por el vocero del movimiento y publicadas junto

    con la noticia, correspondiente a la pgina de la revista virtual Contraindicaciones, publicadopor Pars, G. Consultada el da 9 de julio del 2012: http://www.contraindicaciones.net/2012/07/los-indignados-ocupan-la-documenta.html

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    de protesta hacia una nueva produccin de sentido.

    Arte, no-arte. El problema de institucionalizar el estallido social

    Dnde se marcan los lmites del arte en este tipo de escenarios? Parecieraque, antes que nosotros, han sido los mismos medios los que han tratado alfenmeno como artstico, para darle un campo, catalogarlo yjuzgarlo10desdeall de una forma banal, en la que toda manifestacin con caractersticas tea-trales, musicales y plsticas puede ser potencialmentearte y por sobre todocreativa.

    Interesante resulta la homologacin que si una persona produce algo fuerade la institucin es no-arte, hasta, por supuesto, que ingresa en el circuito

    pensemos, por ejemplo, en manifestaciones de protesta que an no se consi-deran como arte pblico dada su supuesta poca problematizacin o intencinartstica. La cuestin no sera entonces si en algn momento esto va a devenirarte o no, sino de qu manera ha podido ser juzgada la accin con una sinto-matizacin y cmo, nuevamente, se ha puesto en la palestra la gura arte-so-ciedad. Pues ya no es necesario, precisamente, que una accin tenga que serarte para ser experimentada estticamente, como lo fue el llamado a llenar de

    sillas la entrada del Museo de la Solidaridad Salvador Allende (MSSA), alu-diendo a una toma por parte de la comunidad. Si vimos tantas tomas llenasde consignas y simbolismos creativos, por qu sta en particular se planteacomo intervencin artstica con gesto politizante y novedoso?

    La pregunta retrica apunta a que, si los imaginarios se han ido repitiendocclicamente, en qu momento la institucin ingresa como un agente crea-dor de creadores de imaginarios o tipologas La institucin es un templo deproduccin o ms bien de re-produccin utilizando recursos visuales de co-

    nocimiento generacional? El ejemplo que dimos anteriormente respecto alMSSA11, nos permite exponer que el problema de la tensin arte/sociedad esla relacin misma entre ambos vista como elementos autnomos, uno del otro,lo que provoca el hecho de diferenciar a un agente social de las posibilidadespolticas que se entregan desde una institucin. Cuando trabajan juntos es a

    10 A falta de medios informativos que se mantengan objetivos frente a la informacin,existe la visin comprometedora de los intereses polticos de cada espacio comunicativo, ascomo tambin el inters de sensibilizar al espectador con contenido manejable y ms cercano

    que la instalacin de los debates pertinentes.

    11 A propsito de la muestra En Medio, realizada durante el 2012.

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    partir de la jerarquizacin de la institucin, esto es lo que comienza a media-tizarse y lo que nalmente da que hablar, ya que todo lo que queda fueraes banalizado y criticado, como ocurri con los secundarios. Fijar los lmitesentre la accin de arte y la accin a secas12tiene que ver, en este caso, conlo que a nuestro parecer es una oposicin entre la construccin de comunidadversus la industria cultural. Si pensamos que el arte es un instrumento deaprendizaje, que revela interioridades y a travs de la cual conforma indivi-duos y comunidades, la accin controlada y til de la industria cultural es laque regula, moldea y por tanto separa estas individualidades y comunidades

    a travs del desplazamiento de sus sentidos hacia lo posible consumible y loposible emancipatorio.13

    Desde su accionar, los secundarios podran ser el reejo de toda una com-plejidad social, de la crisis de los campos epistemolgicos y de los horizontesde orden y atribuciones ciudadanas. Pero, en trminos generales, el arte noprovoca ni a la sociedad ni a ellos, salvo por los medios digitales y las redessociales. No todos son artistas y estas acciones no son realmente arte, en cam-bio, todos pueden tomar una fotografa digital y llenar portadas y exposiciones

    de nuevos medios y malestar social. El peligro del malestar como conceptoa palabras de Sergio Rojas, es que una vez que se usa una palabra paratodo, esta pierde su valor, volvindose tpico de moda. Sin embargo, el arte(el mundo del arte) tampoco ha hecho nada al respecto, ya que le acomo -da la postura de hacer arte para el pueblo; quienes van a las exposicionesescasamente salen del propio crculo y no es la comunidad, no es el puebloquien inunda el mundo del arte, es el arte que usa como tpico el mundodel pueblo. Paradjicamente, cuando lo popular llega a reclamar su autora

    a esta obra que lo cita, alude y vanagloria, es el mismo arte quien le cierra laspuertas, lo desacredita y lo desvalora, pues se propone como excedente.

    12 Tambin accin despolitizada dentro de una lucha poltica propia de la generacinque las produce, que deenden el uso del espacio pblico ms all de lo poltico desde el arte.

    13 La forma y cuestionamientos de la emancipacin est condicionada por el modelo quese quiere mejorar, sin reexionar si acaso efectivamente es necesario mejorar el modelo. El mo-

    delo educacional, regido por el modelo econmico, es perfecto en s mismo, razn por la cual seha podido instalar y mantener por ms de tres dcadas, generando la necesidad de educacincomo el nico modo de ascenso y proteccin social.

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    de protesta hacia una nueva produccin de sentido.

    Problemas en torno a la Obra. Desplazamiento de las imgenes yde los cuerpos

    A partir de los postulados estticos kantianos, es que comprendemos la sen-sibilidad como la capacidaddel sujeto de ser afectado por la materialidad; y enestas propuestas del cuerpo es cuando se retoma esta comprensin, al buscartransgredir los lmites apuntando ms all de la misma sensibilidad. Convierte sunalidad en una alteracin de los mrgenes de sensibilidad del sujeto, de sus pro-pias categoras cognoscitivas. As, si denimos a estas manifestaciones como parte

    de la esttica de la transgresin, podemos comprenderlas como una inquietudprovocada por la mediacin entre cdigos heredados, entre lo Real y sus signi-cantes. Por ello es que el cuerpo se convierte as en una fuerza crtica al exponerla materialidad y su imposibilidad de representar lo Real.

    Si hay que denir lo que ocurre antes de la transgresin es que se ha pasado delo otro a lo mismo: hay una bsqueda de los parmetros categoriales de repre-sentacin, en palabras de Sergio Rojas, una tendencia a mismiticar. Esto es loque se transgrede al exponer un exceso de subjetividad, una relacin epistemol-

    gica entre el sujeto y el objeto, donde lo que se busca es alterar las condiciones decomprender el signo para hacer emerger su materialidad.

    Es por esto que la elaboracin es indispensable a la hora de pensar en el xitode la recepcin de la idea. Si bien esto puede tener un tono totalitario o populista,pensemos que la era del convencimiento de los sujetos mediante lo meditico y locomunicacional nace al alero de una revolucin. Por esto no nos debe sorprenderque las consignas no solo sean creativas, sino tambin con un potencial directoque llega a los corazones de los manifestantes y de los que retienen dicha consig-

    na: se hacen, tanto las frases como las imgenes, para que permanezcan retenidosen la memoria del pueblo.

    El sometimiento que hace del cuerpo dicha condicin de la imagen, es hechopor la (in)conciencia, que abandona la interioridad y trabaja con el cuerpo comoalgo externo a nosotros en una posibilidad de eleccin que se nos da. El cuerpoes hoy un alter ego, un doble, otro de s mismo, pero disponible para todas las mo-dicaciones, prueba radical y modulable de la existencia personal y exhibidor deuna identidad provisional o permanentemente elegida (Le Breton, 1990, p.30).

    Este sentido de exterioridad hace que nuestro cuerpo sea considerado como unespejo frente al resto, por ello el sujeto le da nfasis a su fabricacin externa con

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    una objetivacin, dando un valor a la carne como presencia frente a un otro, sin-tindonos a la vez identicados con ste. En otras palabras, el cuerpo se convierteen un recurso para poner en obra la catstrofe, al ser portadora de la fragilidadde la existencia humana; esto, para aprehender visualmente lo irrepresentable,logrado en su ingreso al plano esttico en cuanto obscenidad (el fascinarse por laintrascendencia de la materia) desbordante de los signicados y su orden. Estohara insubordinar el cuerpo como signicante, transformndose en mera carneincontenible de su propia condicin de forma.

    Creacin (su imposibilidad) de comunidad

    Existe una pugna entre al menos dos representaciones del contenedor so-cial llamado comunidad, a saber, la formal (de la cual nos ocuparemos) y lainformal. Con comunidad formal nos referimos a los mrgenes de comu-nidad determinados por las normas de la ley; comunidad segn raza, nivelsocioeconmico, edad y usos del espacio de acuerdo a actividades determi-nadas y relacionadas con el cumplimiento de aquellas normas, pero que hasido presentado y popularizado por una poltica mediatizada y que en suejercicio de representacin hace referencia a imgenes y no a individuos.

    Si aplicamos esta problemtica a lo desarrollado por Carlos Ossa14, com-prenderemos que es en la espectacularizacin de la poltica por parte de losmedios de comunicacin los cuales aportan el acceso bajo sus condicionescomo mediadores del Estado, donde se ha articulado el potencial ncleode una comunidad formal. Formas de discutir y poner en cuestin los temaspolticos son abordados a travs del rating y el impacto que se genera entorno al sucedepero nunca en funcin de lo que sucede, porque cuando con-viene a las lgicas de poder, la televisin es un espacio educativo y cuandono, se asume tal idea como retrgrada.

    La creatividad e ingenio son requisitos fundamentales para las nuevaseconomas y, mientras as se presentan, los terrenos que se generan gracias ala comunin fsica del malestar como obra podran ser desarticulados en el

    14 Un breve ensayo sobre el peso de los medios en la conformacin del Chile bicentena-

    rio explica ms a fondo esta premisa. Vase a Carlos Ossa El estado de excepcin mediticoEn: V.V.A.A. Escrituras del malestar. Chile del Bicentenario.Ossa, Carlos(ed).Ediciones Univer-sidad de Chile, Santiago, 2011 pp. 221-222.

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    momento de su visualizacin, sin pensar en la desacralizacin de la obra sinode la intromisin inmediata del lenguaje dominante en la lectura de esta,estableciendo el vnculo arte y poltica como una relacin formal. Pues, elrgimen de visibilidad de la poltica habita en las imgenes-estado que vivenindependientes de su contenido, teniendo en cuenta que ste se genera en unaesfera medial y no en una esfera poltica. El problema del arte y la polticano radicara en una relacin contenidista sino formal, asociada a la falla delos objetos y al deslizamiento de la mirada, donde se suceden sin jerarquala opacidad de la intencin con la transparencia del resultado(Ossa, 2005,

    p. 161). Se rescata la innovacin de los recursos y una estetizacin de losmovimientos sociales que en cuanto a mercado/imagen resultan procesoslgicos pero a la vez llamativos, descentralizando nuevamente el eje de lacomunidad desde el malestar y la pugna hacia una comunidad del acuerdo

    y las mediaciones culturales que quieren (des)producir el desarrollo social,pero desde un solo campo, que es la operatividad de la mera e inevitablenovedad que exige el mercado como industria cultural.

    Imgenes mediadas y coberturas violentas

    La superacin de los medios ociales de comunicacin ha sido causa yefecto de una agitacin ms expandida15. Las redes sociales tienen uncomponente espontneo e independiente que ha ayudado a re-valorar lasacciones de los manifestantes, opuestamente la tendencia de los mediosociales. Pese a que, en el ltimo tiempo, esta imagen sensibilizada de laviolencia ejercida sobre los estudiantes (parecido al tratamiento que se dio a

    la Revolucin Pingina del 2006) ha servido tambin para re-posicionarla objetividad de los medios. Paradjicamente, el tratamiento excesivode la imagen e historias como la del muchacho vctima de la pobreza yla violencia, apuntan a recuperar y llegar mayormente al pblico, quierendenunciar como lo hacen las redes sociales pero no logran ms de lo que

    15 Es importante el fenmeno de desacreditacin de la televisin, que ha sido la fuentede informacin por excelencia desde su aparicin. No obstante, las redes sociales no estnexentas de este proceso. Los medios de papel y televisin tambin se han desplazado hacia lasredes por una demanda tcita de los usuarios, por tanto, un escenario polarizado y exclusivo de

    los medios de informacin ya no es posible. La contra-informacin, as como la contra-formacin,necesita inventar sus propios medios, pues pareciera no ser suciente el intentar exionar losmedios existentes.

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    logra el melodrama de turno que le antecede en la franja programtica.De igual forma y en el caso de las redes sociales, desde que todo el mundopuede ser reportero y ser noticia, la gura de la noticia real tambin sepone en duda, puesto que hay mucho signicante que se vuelve viral y sinsignicado, o, su signicado tambin sufre cierta alteracin por ese traspasoen cadena de la informacin16. Independiente de la poca conanza enlos medios, pareciera que la imagen se experimenta mediante un estadode goce distanciado del sentimentalismo que produce, pero dependiendodesde donde se mire la imagen (binomios derecha/izquierda, carabinero/

    estudiante, conciencia/inconsciencia, etc.), ya que de otro modo el crculoexperiencia-ccin-realidad-mediacin no acabara nunca.

    La oposicin que se genera (estticamente) entre una manifestacin ordena-da, creativa y organizada bajo el ltro y mirada de los medios y una manifes-tacin sucia, emergente, del grupo que produce acciones violentas hacia lamanifestacin, no es ms que el producto de una formacin esttica que limitaa lo bello aceptable (exportable, unicador) como limpio y bueno en oposicina lo feo como sucio, malo y condenable. La moral en este caso juzga la mani-

    festacin y al manifestante como un sujeto vandlico, socialmente resentidoy particularmente (estticamente) reconocible. Para ahondar en esto, citamosalgunos enunciados de una entrevista17realizada a un capucha: a) la capu-cha nos hace a todos iguales, esto tiene una connotacin esttica interesan-te, puesto que las prendas que han identicado a un sector del movimiento,actan casi como un disfraz des-individualizante que altera el concepto deidentidad e individuo y lo cambia por el de masa, b) hay que organizar laviolencia Se puede organizar la violencia? Sigue siendo violencia cuando

    el estallido es controlado?, c) es boicot al inltrarse carabineros, en primerainstancia, el boicot es logrado porque se involucran en la esttica de los jve-nes, tratan de imitarlos, comportndose y vistindose de igual forma, pero espor lo mismo que se diferencian. Existe una suerte de abuso moral de loesttico, en la representacin villanesca del capucha protestante.

    16 La nica informacin conable realmente debiese ser la experiencia de la mani-festacin y el debate, pues, cuando se apela a la informacin que circula como recurso deldiscurso, se cae en el juego y dinmica de los medios ociales.

    17 Entrevista realizada por Alejandro Lagos, periodista independiente de Valparaso ypublicada en el blog Maquinas sociales.

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    Hacer algopor la educacin Qu es lo que se hacepor la educa-cin?

    En lo que concierne a los modos de difusin y los mtodos de inmersinen el campo artstico, se comprende que el consumo del arte protestantees inmediato. No hay intermediarios entre los que absorben el fervor de lalucha (estn a favor o en contra) y el acto mismo; lo que s ocurre es que sepuede malinterpretar el mensaje o manipularlo a benecio a travs de losmedios de comunicacin, donde hemos visto dos lecturas recurrentes para la

    manifestacin: 1) los estudiantes se han tomado las calles con un carnaval decreatividad, 2) los estudiantes lo destruyen todo. Ambas armaciones sonnocivas, no obstante, ambas estn en lo cierto, al menos gradualmente. Bajoesto, si queremos entender las intenciones performticas como artsticas o no,debemos problematizar si acaso estamos frente a imgenes, smbolos o mani-festaciones re-presentativas de algo reconocido pero elaborado novedoso apartir del nuevo discurso poltico, o estamos ante una interpretacin de algo

    ya asimilado como artstico (culturalmente) para poder incluirlo en el campocrtico-poltico bajo lecturas propias.

    Desde el momento en que se piensa que manifestarse es una esta, hay quecuestionarse estas revoluciones con carcter de exhibicin potente en cuan-to a lo pblico e irnico Cules fueron los cambios que produjeron en lasconsignas histricas? Es diferente manifestarse masivamente teniendo un dis-curso poltico a que la manifestacin sea meramente masiva. Esto produce laparadoja de marchar y encontrarse al nal con el carnaval, ya que ste no esmalestar sino escapar del sentido y de uno mismo, volviendo al cuerpo fetiche.Si pensamos que el cuerpo es el soporte, podramos decir burdamente que he-

    mos pasado de la iconografa a la coreografa, porque slo cuando el cuerpo esagresivo, afecta. Si no ests enojado, molesto, no reaccionas frente a lo que esinjusto; si el individuo no reacciona no accede a la informacin, que est all,pero que sin embargo debe buscar a su pblico Por qu se decidi protestarde una manera alegre si el sentido no lo es?

    El problema no concierne entonces a la validez moral o poltica del men-saje transmitido por el dispositivo representativo. Concierne a ese dispositivomismo. (...) Consiste antes que nada en disposiciones de los cuerpos, en recor-

    tes de espacios y de tiempos singulares que denen maneras de estar juntoso separados, frente a o en medio de, adentro o afuera, prximos o distantes

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    (Rancire, 2008, p. 57). Entre las acciones de protesta en el espacio pbli-co que han marcado pauta durante el pasado ao, podemos sealar algunosejemplos que pueden gracar mejor estos problemas desde su comparacin.Uno de los primeros, luego del inicial Thriller, fue el Gagazo por la educacin.18Pese a que la convocatoria en primera instancia propuso cambiar la letra poruna que contuviese el discurso de la crisis en la educacin, termin siendo undespliegue de habilidad coreogrca e indumentaria, con el escenario centralutilizado solo para demostrar tales atributos. Un espectculo realmente, pero,para qu? Qu es lo que nalmente recordamos o hacemos ingresar en la

    memoria?

    Bajo la misma tendencia coreogrca delashmob, elParty Rock por la educa-cinconsisti en una intervencin en el frontis de la Casa Central de la Uni-versidad de Chile donde se introduce al problema de la educacin y a la vezrecrea un video y coreografa del grupo LMFAO. A diferencia del Gagazo,la puesta en escena es interrumpida por un lienzo que promueve y vuelve alconicto de la educacin gratuita desde el movimiento agitado del ritmo dela msica. El motivo del baile y las referencias al grupo son meras ancdotas

    irrisorias de una generacin que comparte, adems, el sentido del humor. Perodesde la fachada rayada y empapelada de la Casa Central ya se huele algoms que lo que se presenta, porque quizs es esa la forma ms tradicional deintentar hacer comunidad: desde la irona.19

    Paralelamente a las convocatorias ms espectaculares (que se valieron dela representacin del mundo pop y los conos de moda entre la juventud), serealizaron situaciones an ms decidoras y contextualmente ms cercanas alos objetivos de protesta, pero no por eso ms efectivas. Por ejemplo, el lla-

    mado a leer y estudiar en la calle que se realiz a travs de las redes sociales,

    18 Realizacin de la coreografa de la cancin Judas de la cantante pop Lady Gaga enPlaza de Armas, Santiago.

    19 Otro ejemplo, ahora nostlgico, de cmo la performatividad del lenguaje se hizo til alas consignas del movimiento podra ser la intervencin que Oliver Atom (personaje de una seriede televisin de los ochenta/noventa), hizo desde la plataforma virtual Youtubedefendiendo y ar-gumentando la importancia de la educacin pblica y de calidad. El dolo de multitudes no actaqueriendo ser una falacia de autoridad, sino una broma asimilada gracias a la identicacin quedebe y puede ser compartida, gracias al valor que hace la espectacularizacin de los conos, es

    la irona del superhroe salvador que da un mensaje de esperanza, pero que busca estableceruna crtica a travs de la desesperada y desamparada bsqueda de un mesianismo necesariopara recargar energas y hacer frente a un enemigo comn.

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    hablaba de reunir a estudiantes, con sus libros y cuadernos frente a algnedicio de gobierno o plaza, pero el mensaje se vuelve todava ms contra-dictorio y confusamente subversivo: no los necesitamos, podemos estudiarsolos, entonces, para qu luchar por una educacin pblica? Es cierto que ellevantamiento ciudadano debe ser reconocido en tanto est reformulando elsentido del espacio pblico, pero en ese hacer diferente por la educacin yaestandarizado, los mensajes se pierden en el mpetu participativo y productor,llevando un mensaje errado.

    Emancipacin del cuerpo y del discurso. Paradojas que esto

    conlleva

    La elaboracin de material de protesta parte de una necesidad de plasmarya que no siempre se trata de denunciarmediante el grabado (registro)de un imaginario en un soporte (cuerpo), las injusticias y desigualdades quelos manifestantes sienten conforme a la insatisfactoria realidad vivida. Lanecesidad de protestar frente a lo dicho anteriormente, hace que esa turbadescontenta comience a generar consignas y banderas de lucha, las cualesse pretenden como una iconografa perdurable y reconocible para los movi-mientos sociales. La memoria colectivase presenta as como necesidad que su-ple aquella angustia de estar ante lo imposible, lo absolutamente irrealizableen cuanto a cambio medular de un sistema fuera de la estructura neoliberal.

    El registro se transforma en esperanza, en salvacin de sentido frente alacontecimiento: sentido del hacer por algo, una respuesta que se necesita comomedio enrgico para combatir aquel contexto que devino la rebelda alsinsentido. Se pasa del por qu al para qu, en donde el desarrollo es apartir de la tcnica,que a la vez es su n. Este para qu se da en la bsquedadel algo ms a partir de la crtica al sistema: lo que se busca es poner encrisis a la modernizacin y la utpica bsqueda y prdida de la identidad,quedando nalmente slo sujetos abstrados en su condicin de falsos ruptu-ristas con discursos deshechos por los medios.

    Sin embargo, conforme analizamos los planteamientos tericos de dichosprocesos de subjetivaciones, Rancire expone que la misma crtica es la queha ido contra la lucha social; si bien se coloca como bandera de lucha las

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    exposiciones marxistas e ilustradas, lo que ocurrir ser una reapropiacindel discurso, una inversin que por lgicas globalizantes y capitalistas sehan ido en contra de lo manifestado, cargando de sin sentido y egostala defensa de la comunidad por parte del individuo. Una paradoja, sin duda.Es que aquel egosta, que para nosotros se expone como el revoluciona-rio, ha sido visto histricamente como un luchador anti-Estado el cual sedeslinda de su historia y no permite el progreso, siendo subsumido ahora enel discurso y cargado de una peticin que ya no apunta a una revolucin,sino que a una reforma. Este reformismo lo que hace es situar al individuo

    como el culpable de las fallas del sistema, trabando los procesos democr-ticos y rompiendo con el correcto funcionamiento de la homogeneizacinde los mismos y la estabilizacin social. Esta inversin de la lgica de la cr-tica hacia la reforma lo que hace es convertir el cuerpo individualizante enmasas narcisistas que no buscaran ms que la espectacularizacin y el usoestetizante de las herramientas crticas.

    La capacidad del individuo democrtico de emancipacin respecto a lasociedad de consumo se vio direccionada ante la incapacidad de mane-

    jar la multiplicidad y la guerra de las imgenes, como denomina SergeGruzinsky. Es aqu cuando las lites se adecuaron y aduearon del discursointelectual crtico y poltico, llevndolo a una lgica de dominacin de losmedios. Bajo esto, dir Rancire, la emancipacin generara un vaco yuna desintegracin, una desarticulacin del cuerpo poltico que es apro-vechado por el capitalismo, reforzndolo y convirtindonos en cmplicestcitos.

    Las (im)posibilidades de generacin de sentido. Conclusiones

    generales respecto a lo poltico del cuerpo (des)politizado

    A modo de conclusin, se puede reexionar sobre la amenaza que repre-senta la produccin nalizada bajo un sentido contraproducente. El entre-tenimiento cae en las lgicas de mercado e industria cultural, entendiendo lonuevo y creativo del asunto a partir de un ideario comn ( loreconocible). Seproduce entonces una visibilidad, pero su sentido queda difuso, pues la visuali-

    dad no establece sus lmites ni seala lo que espera del cuerpo como mediadoro soporte, sino que se envicia con su pronunciamiento en los medios y tambin

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    como productor de identidades, consecuencia del peso de ser representantes desus generaciones.

    A primeras luces, no podemos sino conrmar que la necesidad de produc-cin meditica existe solo porque se exhibe y no se contextualiza, ya que lascondiciones del artista y recepcin de la obra cambiaron en cuanto a la operati-vidad del entendimiento generalizado de una obra. Se exige a un artista no ha-cer lo mismo, pero no rompiendo con sus metodologas de representacin, sinoen mera inmediatez y efectividad. Si se considera este tipo de manifestaciones

    como artsticas, ms nos vale romper este prejuicio y apelar a una verdaderaproduccin de sentido en su quehacer crtico, eso que hace al arte trascenderde lo nuevo y del fetiche y conrma su carcter necesario y no autodestructivo,algo tan propio del arte por el arte. Aqu es cuando nace la pregunta paradjica desi alguna vez algo que busca una emancipacin de los discursos rectores, podraalguna vez no-ser autodestructiva y efectiva al mismo tiempo, comprendiendoque una rotura emancipadora no es sino una promesa ms de la ccin dentrodel espectculo.

    A nes de junio del ao pasado, la Universidad de la Frontera en Temuco,Chile, fue sede de una de las performances que anuncian el n de esta efecti -vidad meditica del cuerpo hablante. El Hardbass por la educacinpropuso unvideo de este baile de msica electrnica con saltos y dejos del cuerpo, donde sepresentaba a sus participantes usando mscaras de polticos inmiscuidos en elconicto y sometindose a este baile contagioso; la edicin del video est acom-paada de la muestra fugaz de carteles que reeren brevemente al problemade la educacin.

    Si se quiere pensar que podemos concebir algo como verdaderamente cr-tico o, ms especcamente, si pretendemos hacer del arte un pensamientocrtico, se puede pensar como una suspensin (como ha sealado Sergio Rojasen alguna de sus ctedras) y un resorte de esta crtica en el juicio elaborado porel destinatario, exhibiendo las condiciones del espectculo y dejando al des-cubierto las condiciones operativas de ste, como presencia impresentabledesde su radicalidad a travs de sus condiciones inditas de presentacin, masno en su contenido. Frente a las posibilidades del arte de ser crtico, caemos enuna encrucijada ms: la prdida de densidad de las representaciones conlleva

    a la posibilidad de trascendencia de las creaciones. La obra termina conver-tida, dialcticamente, en texto, inscripcin memorial o devenir espectculo de

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    Consuelo Banda Crcamo y Valeska Navea Castro 31

    arte. Espectacular es entendido como hacer natural; si rompemos con la crti-ca del arte, entramos en el espectculo. La separacinhace entender la praxis dediferenciar como natural; lo que estamos viendo no es ms que exposicin in-mediata, por lo que hay que romper la contemplacin para concebirlo comola crtica a una (falsa)comunidad.

    En un ao que se pretenda fueran a resurgir nuevamente las manifestacio-nes estudiantiles, bajo el mismo tenor creativo, las conclusiones que en prime-ra instancia se teman, hoy se hacen maniestas. Ninguno de los actos masivos

    realizados durante el 2011 se volvi a convocar, salvo la marcha. Marchasque, convencionales y poco creativas, han sido progresivamente apabulladaspor los medios y mantienen un bajo y regular perl meditico. Regular, en elsentido en que sigue primando el dao a la va pblica por sobre los motivosde las movilizaciones. No obstante, si antes el desborde correspondi a los me-dios de produccin creativos, pardicos, ilgicos, llamativos, hoy nos superael desborde de discurso. ste se pierde en el vaco que deja la falta de sentidocrtico a nuestras propias crticas.

    Enero 2012

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    32 Comunidades en pugna. Desplazamiento de los mtodos

    de protesta hacia una nueva produccin de sentido.

    Bibliografa

    LE BRETON, David.Adis al cuerpo. Una teora del cuerpo en el extremo contempo-rneo. La Cifra Editorial, Mxico, 2007.

    OSSA, Carlos. El estado de excepcin meditico En: V.V.A.A.Escriturasdel malestar. Chile del Bicentenario.Ossa, Carlos(ed.).Ediciones Universidad deChile, Santiago, 2011.

    RANCIRE, Jacques.El espectador emancipado. Manantial. Buenos Aires,

    2008. El viraje tico de la esttica y la poltica. Revista Fractal.

    Santiago, 2005.

    VV.AA.Arte y poltica. Oyarzn, Pablo. Richard, Nelly. Zaldvar, Claudia(eds.).Ediciones del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, Santiago,2005.

    Fuentes electrnicas:

    - RANCIRE, J. Sobre la importancia de la Teora Crtica para los movimientossociales actuales En:Retrica de la resistencia. Metrpolis publicaciones, pgina dela revistaEstudios Visuales. Sitio webhttp://www.rtve.es/television/20100308/estudios-visuales/322763.shtml

    - La primera protesta nacional Mayo 1983 (2008). Consultado el 6 de junio del2008, Gritos de la Resistencia. Blog de discusin sobre memoria y derechoshumanos:http://gritosdelaresistencia.blogspot.com/2008/09/la-primera-protesta-na-cional-mayo-1983.html

    - Propuesta de Trabajo de Estudiantes Secundarios de la Regin Metropoli-tana: http://www.opech.cl/bibliograco/doc_movest/nalccaa.pdf

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    Martillos. Fotografa de Lorena Sandoval, Asamblea Ciudadana de uoa.

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    35Mariairis Flores Leiva y Lucy Quezada Yez

    La dimensin artstica de la manifestacin: marchandodesde la Facultad de Artes de la Universidad de Chile

    Mariairis Flores Leiva y Lucy Quezada Yez1

    En el contexto de las movilizaciones por la gratuidad y calidad de la educacinen Chile ocurridas durante el 20112, surgieron nuevas maneras de plantear lasdemandas a la opinin pblica. Sin embargo, siguen siendo las marchas la

    forma ms comn en la que se expresa el malestar. Manifestaciones que envarias oportunidades convocaron a ms de cien mil personas a lo largo del paspara exigir lo que es un derecho, pero que para el Presidente Sebastin Pieraes en palabras textuales un bien de consumo.3

    En general, la prensa escrita y televisiva destac con mucho ahnco lallamada creatividad de la protesta;el modo de hacer visible las demandasera mediante acciones en la calle que iban ms all de la tpica aglomeracinde personas con pancartas. Actividades del tipo fashmob, con una fuerte

    carga visual y performtica, impactaron a la opinin pblica siemprepermeada por la lectura que de ello hacan los medios de comunicacin,

    evaluando estos nuevos modos de protestar positivamente, en relacin

    directa a su coeciente inventivo, vistoso y ldico.

    En este escenario de movilizaciones es que surgen las producciones de

    los estudiantes de Artes Visuales de la Universidad de Chile que sern

    1 Una versin anterior de este ensayo fue presentada en las II Jornadas del Centro deEstudios Terico-Crticos sobre Arte y Cultura en Latinoamrica, Desterritorializacin y anclajeen los proyectos artsticos contemporneos, realizadas en la ciudad de Rosario, Argentina, enseptiembre de 2012.

    2 Este ensayo se concret a mediados del ao 2012. Desde la fecha hasta el momentode su ltima edicin hemos sido testigos y partcipes de cmo el movimiento por la educacin seniega a desaparecer, mantenindose activo de una u otra forma en la esfera pblica. La ltimaaparicin televisiva fue durante el Festival del Huaso de Olme realizado en enero de 2013,donde un grupo de jvenes se subi al escenario en medio de la presentacin de Illapu, exhibien-do pancartas comprometidas con la causa estudiantil.

    3 Referencia en Radio Cooperativa al discurso pronunciado por el Presidente Sebas-

    tin Piera en la inauguracin de la sede en San Joaqun del DUOC-UC (institucin privada deeducacin superior), el 19 de julio de 2011. http://www.cooperativa.cl/presidente-pinera-la-edu-cacion-es-un-bien-de-consumo/prontus_nots/2011-07-19/134829.html

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    desde la Facultad de Artes de la Universidad de Chile

    analizadas en este ensayo, con el n de explicar las maneras en que estasmodican el concepto de arte producido en Chile, deviniendo en un

    nuevo momento del arte poltico. La silla gigante, la bandera de billetes, el

    guanaco4, la pintura colectiva y los martillos sern las creaciones que nos

    permitirn repensar su estatuto, cmo se insertan en el campo artstico y

    su relacin con la historia y la institucionalidad. De este modo, se abrir

    un espacio para el anlisis del proceso colectivo y annimo en el que

    se generaron, siendo la marcha el sitio preciso para su exhibicin y la

    Universidad ellugar de su creacin. En este sentido, el puesto que ocupa

    la Universidad de Chile dentro de las manifestaciones carga con una

    importancia otorgada por sus 170 aos de tradicin, marcados desde su

    fundacin, por el compromiso con Chile de quienes la componen. Los

    integrantes de esta casa de estudios, en concordancia con lo anterior,

    han sido participantes activos de las demandas por los cambios sociales y

    polticos suscitados en nuestro pas. Basta con nombrar algunos episodios:

    en 1930 el cuerpo estudiantil se demuestra contrario al gobierno de

    Carlos Ibez del Campo, contribuyendo a su derrocamiento en julio de

    1931; en 1948 se oponen pblicamente a la promulgacin de la llamadaLey Maldita5; ms tarde, en 1967, tendrn un importante rol en el

    movimiento por la Reforma Universitaria junto a la Universidad Catlicay nalmente, bajo la dictadura de Augusto Pinochet, se dirigirn crticamentea las polticas econmicas y estudiantiles llevadas a cabo por el rgimen.6

    Los estudiantes de artes en esta circunstancia particular actan desdeun acuerdo tcito ante el conocimiento de esa historia, el cual asumendireccionndolo hacia el restablecimiento de la relacin entre el arte y la

    sociedad, en cuanto que sus producciones masican el arte tornndolo legibledesde el espacio de la manifestacin.

    4 La denominacin guanaco hace alusin al carro lanza aguas usado por Cara-bineros de Chile para disuadir manifestaciones. El nombre es tomado de un mamfero quehabita el norte de Chile y se caracteriza por escupir.

    5 Con el nombre original de Ley de Defensa Permanente de la Democracia, con-sisti en la proscripcin de la participacin poltica del Partido Comunista de Chile. Fuederogada el 6 de agosto de 1958.

    6 Para ms datos, vase Moraga Valle, Fabio

    Muchachos casi silvestres. La Federa-cin de Estudiantes y el movimiento estudiantil chileno, 1906-1936, Santiago, Ediciones de laUniversidad de Chile, 2007.

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    La relacin planteada toca a los estudiantes, a la sociedad y al arte, haciendoemerger a la Universidad como un actor que apadrina y hace espacio a laproduccin estudiantil. Comprender cmo se vincula la enseanza universitariaen Chile con el campo del arte es fundamental y a la vez problemtico. Las artesvisuales chilenas dependen estrechamente en su conformacin como campode las camadas de artistas que se forman ao a ao en la institucionalidaduniversitaria. Quien se aproxime a los modos de conguracin del panoramaartstico chileno ya sea desde el galerismo, los museos o como curador,historiador o esteta notar lo anteriormente descrito. La enseanza del

    arte producido en y desde Chile se inicia en 1849 con la conformacin de laAcademia de Pintura. Tal como lo identic el colectivo Estudios de Arte, ensu primera publicacinDel taller a las aulas: La institucin moderna del arte en Chile,desde la creacin de la Academia hasta la proliferacin de facultades de arteprivadas en la poca de los noventa todos son hechos que tienden a identicaren un solo relato al desarrollo del arte chileno con el de su institucionalidadacadmica (Berrios,2009, p. 12).

    Arte y poltica en Chile: algunos antecedentes

    Ligar las obras de los estudiantes de artes para las manifestaciones conel contexto del arte latinoamericano implica hacerse cargo de un asuntomayor: Latinoamrica como territorio y concepto impreciso. Esto permitemapear ciertas cuestiones sintomticas respecto al vnculo que surge entrearte y poltica. De hecho, la misma problematizacin del concepto de lolatinoamericano permite ligarlo a la poltica a travs del debate que relaciona

    esta palabra con la disputa por un territorio, una identidad y/o una cultura.Por otro lado, emerge tambin como sntoma cierta misticacin respecto a unrelato unvocamente poltico que tendra el arte en Latinoamrica, tornndoloeminentemente panetario y/o ilustrativo en relacin con los procesos polticos

    y sociales que lo caracterizaran: indigenismo, colonialismo, dictaduras, entreotros. En este sentido, el diagnstico lanzado por el curador cubano GerardoMosquera resulta ser un foco propicio para plantear este asunto. En unaentrevista publicada en junio de 2011, al respecto dice: La cuestin es que elarte latinoamericano se ha especializado en arte poltico. Lo peligroso es que

    esto podra ayudar a construir un estereotipo ms para tratar de sintetizar ese

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    desde la Facultad de Artes de la Universidad de Chile

    universo tan diverso que es Amrica Latina, su arte y su cultura7

    .Este planteamiento se especica an ms si nos situamos en el contexto

    del arte chileno. Por un lado, a nes de los aos sesentas y con motivo de lascampaas presidenciales, se da un fenmeno esttico y poltico singular. Lasbrigadas muralistas, con mensajes directos y de una fuerte carga simblica,se lanzaron a llenar las paredes de la ciudad con una pintura colectiva,annima y militante, comprometida con la campaa de la Unidad Popular.La rapidez de la brocha y el trabajo organizado no da espacio para ningn

    rodeo, ilustrndose as un mensaje poltico claro e inmediato. Esto tuvo comoresultado el desarrollo de una esttica distintiva y totalmente masiva, capazde ser reconocida incluso actualmente por las generaciones ms jvenes,erigindose como arte sin la necesidad de academias o la presencia de artistasconsagrados.

    Con el golpe militar, otra va es la transitada por los discursos que unenarte y poltica. La dictadura se vuelve la coyuntura que motiva un relato quese torna dominante respecto a otros modos de hacer arte poltico (como la

    pintura comprometida de Jos Balmes, Guillermo Nez o Gracia Barrios);nos referimos a la conformacin de la llamada escena de avanzada8, dondeprim la metfora, la alegora y la reversin del sentido dando origen a un arteconceptual que respondi a un deseo de evasin de los mecanismos de censurapropios de un gobierno de facto.

    Obras para la marcha: otros vnculos entre arte, espectador y

    manifestacin

    Las obras que motivan este ensayo se gestaron en los talleres de los estudiantesde Artes Visuales de la Universidad de Chile. El trabajo de taller es la unidadbsica en la carrera, ya que es donde los estudiantes llevan a la prctica susconocimientos desde el primer ao. As tambin, esta dinmica fue una de las

    7 MOSQUERA, Gerardo. Entrevista por Carolina Castro. [29 de junio, 2011]

    8 Concepto acuado por Nelly Richard. VaseRICHARD, Nelly. Mrgenes e institucio-nes: arte en Chile desde 1973, Ediciones Metales Pesados, Santiago, 2007.

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    que organiz la produccin de las obras tratadas aqu. La pintura colectivasurgi al alero del taller de pintura. Para construirla se hizo un llamado abiertoa los estudiantes a colaborar pintando uno o varios de los doscientos sesenta ycuatro retazos de un metro cuadrado, los cuales unidos reproduciran a granescala una fotografa tomada al frontis de La Moneda. El lienzo llevaba en laparte superior con letras rojas la frase: La educacin no cabe en tu moneda.La silla gigante, que se organiz desde el taller de escultura, imitaba a granescala un pupitre de aproximadamente cinco metros de altura, el cual lleg aemplazarse incluso en la Alameda, fuera de la casa central de la Universidad

    de Chile. Por otro lado, una serie de billetes de diez y cinco mil pesos hechosen serigrafa fueron situados en una muralla de las afueras de la estacinde metro Parque OHiggins, formando una bandera chilena de extensasdimensiones, y que reemplazaba los caractersticos colores azul y rojo (queportan las imgenes de Arturo Prat y Gabriela Mistral respectivamente) porun falso papel moneda. El guanaco se construy emulando a un carrolanza-aguas hecho de cartn y otros materiales precarios; su tamao permitaque varios estudiantes, ocultos en su interior, lo trasladaran. Finalmente, los

    martillos consistan en cuatro estructuras de erro, de aproximadamente dosmetros y medio envueltas en papel mach y pintadas con esmalterojo, negroy gris, imitando a los del lm The Wall dePink Floyd. Estos formaban partede la marcha al ir montados sobre un dispositivo con ruedas que en su partesuperior portaba parlantes, desde los cuales sonaba la cancin Another Brickin the Wall.

    Con la historia como teln de fondo, las obras anteriormente descritastensionan el panorama que congura al mito del arte latinoamericano como

    ilustrativo y comprometido a modo de paneto con la poltica y, en modoparticular, tensionan tambin el relato unvoco de un arte conceptual ycrptico que se relaciona con la poltica en los lmites de la censura dictatorial.

    Al mismo tiempo, es posible detectar cierta intencionalidad que anima a lacreacin de estas obras. De una conversacin con Paula Urizar, estudiante quetrabaj y coordin la pintura colectiva, destacamos la siguiente declaracin:Lo que buscbamos era reaccionar y responder en el momento a losfenmenos que estaban sucediendo. La cuestin por la contingencia de las

    obras tiene particular importancia en cuanto stas se distancian de los modosinstitucionalizados que tiene el arte local para congurar sus relaciones de

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    desde la Facultad de Artes de la Universidad de Chile

    Guanaco. Fotografa de Manuel Fernndez, FECH.

    Pintura Gigante. Fotografa de Manuel Fernndez, FECH.

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    recepcin social. Al vincularse con lo social en tanto actualidad, el mensajees transparentado a travs de la demanda poltica y, con ello, se posiciona alespectador en un espacio exhibitivo (la marcha) que da lugar a una apropiacindel sentido. Ser parte de la marcha y encontrarse con estas obras suponauna experiencia esttica que se volva ntida; el contenido del mensaje eravisualmente reconocible por los espectadores, identicndose as con unobjeto que, como obra, resuma en un contenido visual una intencin poltica.Todas las obras recurrieron a la monumentalidad como recurso visual. Tengao no este aspecto la impronta decidida del impacto sobre el espectador, lo

    cierto es que facilitaba la conuencia entre la obra y los asistentes a la marcha.As, estas creaciones desbordaron lo panetario o ilustrativo, en un espacio deencuentro entre arte y espectador, ubicndose ambos en un mismo nivel designicacin puesto que los objetivos eran comunes.

    La relacin particular entre arte, poltica y recepcin del espectador quesuscitan estas obras nos permite identicar un leit motiv que les es comn.Con esto hacemos referencia al vnculo histrico innegable de la Universidadcon las manifestaciones sociales, el cual asumiran los estudiantes de artes

    plsticas de la Facultad al momento de optar por la creacin de elementosconcretos y visuales para las marchas. Esto queda ilustrado en las palabrasde Rosario de la Maza, estudiante que particip activamente en la creacinde la silla gigante, para cada marcha sabamos que tenamos que tener algo,pero eso no era algo que se conversara9.Lo anterior nos permite identicaruna suerte de conciencia colectiva. Ello se conrma adems en el hecho deque en cada marcha salan a la calle nuevas obras, generadas cada una engrupos que si bien eran formados por estudiantes de la misma facultad, no

    generaban canales de comunicacin para establecer acuerdos al respecto. As,la responsabilidad frente a la produccin visual de la marcha era tcitamenteasumida por los estudiantes. Por otro lado, ese algo al que se reere Rosarionos permite ingresar en la discusin sobre el estatuto de las obras producidas.El carcter contingente era posible slo a travs del llamado a participar enlas obras colectiva y annimamente.Llama la atencin, sin embargo, cmola cuestin de la urgencia haca pasar por alto un espacio de debate donde sediscutiera qu era lo que se estaba haciendo Eran las obras un ejercicio detaller, un proyecto, una obra de arte? La indeterminacin respecto al estatuto

    9 Entrevista realizada a Rosario de la Maza el 25 de julio de 2012.

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    desde la Facultad de Artes de la Universidad de Chile

    artstico cruza las obras y parece ayudarlas a ser transparentes en una relacincarente de distancia con el espectador.

    Si bien cuando las obras avanzan con la marcha, lo nico que elespectador-manifestante sabe es que son producidas por alumnos de artes dela Universidad de Chile es decir, que se maniestan como un corpus, enun acercamiento a los grupos que dan origen a las obras nos encontramoscon diversas opiniones, algunas ms militantes que otras. Por ejemplo, lapintura gigante tena escrita en la parte superior una corta pero concisa frase

    que apelaba a las autoridades. Segn lo relatado por Paula Urizar, quienesestaban en el proyecto sentan que en esta primera obra deban decir algoque todos fuesen capaces de incorporar, por ende, la frase deba ser breve eincisiva. Rpidamente comenz una lluvia de ideas, que tuvo a la siguientecomo resultado: La educacin no cabe en tu moneda. El juego de palabrasera claro y abierto a mltiples sentidos; la educacin no puede ser abarcadani comprendida por el lucro, por La Moneda como casa de gobierno nitampoco por la clase poltica, caracterizada por realizar acuerdos al margende la opinin popular. Al ser la pintura gigante una de las primeras obras,

    y adems la nica con un mensaje escrito, hace parecer que las siguientesproducciones prescindieron de una frase directa; el lenguaje se desplaza y dapaso a la pura visualidad. En este sentido, la postura de quienes realizaronel guanaco acta tambin desde una impronta, que deja atrs el mensajeescrito directo, para pasar a explotar el coeciente de exhibicin pblica atravs del gesto de quemar el guanaco en medio de la marcha. En palabrasde sus creadores: La improbable posibilidad de incendiar un objeto contantas horas de trabajo invertidas, con la calidad de factura que posea, en

    el seno de una sociedad altamente individualista y mercantil, caus que suejecucin generara un shock. Incomprensin nacida de una violencia queahora nosotros ejercamos, pero no mediante el orden material sino a travsdel plano de los smbolos10. De este modo, las distintas intencionalidadespolticas y sociales que cruzan a cada obra permiten dibujar sus diferencias.Sin embargo, stas se disuelven para dar paso a un deseo que les es comn.

    Adentrndonos en las particularidades que las obras presentan, queremosreferir al gesto de la bandera hecha con billetes serigraados, y cmo sta

    10 http://www.artes.uchile.cl/noticias/73651/artes-visuales-presente-en-mar-chas-por-la-educacion

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    se constituye en una obra artstica, puesto que corresponde a una tcnicainstituida dentro del lenguaje del arte. La bandera quiere hacernos reexionarsobre una cuestin precisa y concisa: Chile es un pas al que slo le importael capital y por eso es capaz de venderlo todo, de transformar en dinerohasta la bandera, que es el smbolo que nos identica como nacin. Estopodra ser dicho por cualquiera de forma mucho ms simple; por ejemplo,comprando una bandera chilena y dibujndole un signo peso en la estrella.El mensaje es el mismo, sin embargo, el gesto es distinto. Es comn ver unabandera rayada as, no obstante, el hecho del trabajo y la visualidad obtenida

    apelan al espectador de modos poco usuales, pero en trminos perfectamentecomprensibles.

    En la misma va de construccin de un lenguaje artstico de protesta es quesurgen los martillos. Estos pertenecen a un imaginario fcilmente reconocible

    el del lm The Wall, pero que podra debilitar su reconocimiento altratarse de una cuestin generacional, incluso de acceso cultural. A pesar deello, la recepcin de esta obra podra ir ms all de dicho reconocimiento (elde los martillos dePink Floyd), para hacer una valoracin respecto al trabajo

    que representan como herramientas en s, adems del trabajo que exhibenen su elaboracin misma como una obra.

    Lo artstico a la luz de la manifestacin social

    Las movilizaciones por la educacin del 2011 no son un hecho indito.El ao 2006 el pas se enfrenta a un fuerte despertar social motivadopor estudiantes secundarios, llamado por los medios como RevolucinPingina. Estas manifestaciones, que se dieron entre abril y junio del 2006,operan como una suerte de prefacio a lo que est aconteciendo en nuestropas desde el 2011. En ese entonces, en medio del panorama de la llamadapost-dictadura o transicin a la democracia, se identica a la sociedadchilena con un estado de sopor, de conformidad; cualquier cosa era buenadespus de 17 aos de dictadura, y es ese aletargamiento el que impide quelos chilenos se percaten de que en los noventa la clase poltica no hace msque asentar el modelo neoliberal descarnado implantado por Pinochet. Las

    nuevas generaciones, que nacen o crecen en los 90, no heredan los miedos yse enfrentan de manera crtica a la sociedad de la cual son parte.

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    desde la Facultad de Artes de la Universidad de Chile

    En este contexto, el lsofo chileno y catedrtico de la Universidad deChile, Sergio Rojas, en el marco del seminario internacional Ciudadana,Participacin y Cultura realizado en 2006, present un anlisis con tintessociolgicos, en el cual plante una serie de conceptos e interrogantes en tornoa las manifestaciones que movilizaban a estudiantes de todo el pas. ParaRojas, los manifestantes aparecen en la marcha como sujetos,y sta, en tantose congura como produccin esttica, es tambinproduccin de subjetividad. Enconsecuencia, dicho sujeto que en la manifestacin se encuentra empoderado

    otrora individuo no existira como tal antes de la misma. En lo que toca

    a las obras tratadas aqu, proponemos que esta relacin se revertira. Losestudiantes de artes visuales no emergen como sujetos ni como autores queintentan visibilizarse, sino a travs de la institucin acadmica de la queson parte (se marcha con el lienzo de la Facultad), vuelven transparente elmensaje disolvindose como individuos a partir del anonimato de la obra. Laimportancia del sujeto es ahora la de la multitud, como aquella colectividadque desea una sociedad ms justa.

    En este mismo marco es que Sergio Rojas se pregunta por el destinatario

    de las manifestaciones y expresiones que se propone analizar11, destinatarioque ya no es slo la clase poltica que sabemos en ambos casos est siendodirectamente interpelada. Entonces Quin ms sera el receptor del arte en lamarcha? En particular, las obras analizadas en este ensayo nacen con la marcade una intencionalidad social; son creadas para que todos los ciudadanos,sean o no partcipes de la marcha, se re-conecten como espectadores con unademanda que es poltica y vehiculizada estticamente desde el arte. Y estarelacin solo es lograda a partir del estatuto incierto de las obras, el carcter

    annimo y colectivo, y la marcha como espacio de exhibicin.De cierto modo, la produccin artstica que se moviliza polticamente

    responde a muchas de las preguntas acerca de la dimensin esttica de lamanifestacin, a razn de que es producida desde ella. Si bien el objeto deestudio de Rojas parece ser la amplitud de expresiones sociales a partir dedeseos comunes, identica que stas no siempre