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en el cerro de los magueyes : metepec, de la época prehispánica al s iglo xxen el cerro de los magueyes : metepec, de la época prehispánica al s iglo xx
colectivas en México, como es el caso de la virgen
de Guadalupe. la ferviente devoción a esta figura
materna, en la que el nativo encontró amparo
y consuelo en los momentos más difíciles de la
conquista espiritual, resultó fundamental en el
movimiento cristero; así como el cura Hidalgo
la tomó como estandarte en la lucha insurgente,
de la misma forma enarboló la guerra enardecida
por una fe que habían osado pisotear y ofender
en plena faz:
Amadeo y Baldomero Vidales, a la cabeza de varios
centenares de hombres, combatieron al grito his-
tórico de “¡Viva México independiente! ¡Viva la
virgen de Guadalupe! ¡Mueran los gachupines!”.
no era una simple humorada, ya que los españoles
ocupaban una situación económica y social nota-
ble. Todavía eran capaces en Tlapa, por ejemplo,
¡de prohibir al pueblo el acceso a la plaza a la hora
del paseo y del café! (Mayer, 1997: 123).
Respecto a lo que se refiere al estado de México, la
Guerra Cristera fue un movimiento que tuvo eco
en varias regiones del territorio mexiquense y que,
apoyado en la ideología zapatista, iniciaron una
guerra de guerrillas que en un primer momento
no tuvo gran importancia para el gobierno, tal
como lo señala María Teresa Jarquín y Carlos
Herrejón Peredo:
Soslayada en un principio por el gobierno, la guerri-
lla cristera dentro del estado fue iniciada en el mes
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metepec durante la guerra cristera, 1927-1928
de enero de 1927 por los antiguos zapatistas Rafael
Ramos, Jesús María Martínez y, sobre todo, Manuel
Reyes. incursionaban de Chalco a Tenancingo atra-
vesando el sur del Distrito Federal, la región del
Ajusco, donde fueron batidos, incluso con avia-
ción. Sumáronse a la lucha Benjamín Mendoza,
Maximiliano Vigueras y Victorino Bárcenas, que
también operaban en puntos limítrofes de otras
entidades por el sur y el occidente. Con los méto-
dos de guerrilla acostumbrados tomaron transi-
toriamente Valle de Bravo, Tejupilco, Temascaltepec
y Tenancingo (Jarquín y Herrejón, 1995).
Conforme los levantamientos fueron en aumento,
el gobierno estatal recurrió a emplear la ofensiva
contra estos grupos que día a día cobraban más
fuerza en el territorio mexiquense. era preciso des-
plegar las fuerzas armadas para lograr abatir a los
grupos rebeldes presentes a lo largo y ancho de la
entidad en poblaciones como Tenancingo, Tona-
tico, Calimaya, Amanalco, Chalma, Temascaltepec,
Sultepec, entre otros:
entraron tres mil 500 federales a patrullar el sur
y el occidente de la entidad […]. Mendoza ani-
quiló la guarnición de Tonatico y al poco tiempo
pasaban cristeros por Calimaya y Amanalco.
Mientras, Maximiliano Vigueras incursionaba en
la comarca de Chalco, y en Chalma se levanta-
ban otros. Mendoza marchó a Michoacán, donde
tomó Zitácuaro, para volver en seguida a ixtapan
del oro y Temascaltepec. Reyes, en cambio, fue
capturado y fusilado en Toluca. Volvieron los
alzados a Temascaltepec, tomaron Sultepec,
ocuilan y Valle de Bravo, en tanto que otro jefe
cristero, Federico Fabila, incursionaba por el oro
(Jarquín y Herrejón, 1995).
Poco a poco los grupos de alzados se fueron mul-
tiplicando, en parte, por la geografía del lugar
que jugaba a favor de los cristeros, y también por
la imposibilidad del ejército federal de frenar el
avance de una guerra de guerrillas que resultaba
imposible vencer al tener la venia del pueblo, pues
éste se sentía ofendido ante las disposiciones del
gobierno federal.
entró Fabila en San Francisco del Progreso, atacó
Atlacomulco y se reunió con Mendoza y ocampo
en Texcaltitlán. Derrotados en ixtlahuaca de
Rayón, se dispersaron para reunirse al punto y
tomar Zacualpan, ocuitlán, Tenango, ixtapan
de la Sal, Aculco y San José Allende. estos éxi-
tos no se debían a la inactividad de los federa-
les, que se cansaban de correr tras un enemigo
al que no podían echarle mano [...]. el general
Castrejón lanzó una gran ofensiva en la Sierra de
nanchititla, matando a los civiles y llevándose
el ganado. Después de su paso por Tlacotepec,
Zacualpan, Tejupilco y Valle de Bravo, el jefe de la
zona cristera podía escribir que sus 480 soldados
tenían a todos los pueblos de su parte, porque “el
gobierno los ha ultrajado, despojado, asesinado”
(Jarquín y Herrejón, 1995).
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Cuál sería la ofensiva del gobierno ante un movi-
miento que poco a poco se había salido de con-
trol y que ahí, en donde no se pensaba que las
noticias de los cristeros llegarían, la población se
había hecho parte de una lucha que era de todos.
Ante esta situación, el gobernador del estado de
México, Carlos Riva Palacio, no tuvo más remedio
que reconocer que algunos municipios del estado
habían caído en manos de los rebeldes:
el 28 de marzo el gobernador Riva Palacio reco-
nocía la inexistencia de un gobierno municipal en
Malinalco y Amanalco debido a que estas pobla-
ciones estaban en manos de rebeldes. Admitía gra-
ves dificultades en el de Tlatlaya […] al mismo
tiempo el mandatario velaba por “el exacto cum-
plimiento de las leyes expedidas en materia de
culto, haciendo las investigaciones procedentes
y [...] las consignaciones correspondientes”. Tal lo
había hecho con un convento de monjas en Toluca,
del cual, según sus propias palabras, las religio-
sas fueron sacadas “con el oportuno auxilio de la
Fuerza del estado” y “entregadas a sus familiares,
previo compromiso escrito de éstos de no volver a
coartar la libertad de dichas interesadas” (Jarquín y
Herrejón, 1995).
Respecto a Metepec, a pesar de que las fuentes
bibliográficas y de archivo no nos permiten, por el
momento, afirmar que los levantamientos fueron
escasos o que pasaron desapercibidos, sí podemos
documentar la presencia de grupos rebeldes en el
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municipio. Se tenían noticias sobre estos levanta-
mientos, mismas que llegaron a oídos de la Jefatura
de operaciones Militares en el estado debido al
informe que el presidente municipal rindió sobre
los hechos: “merodeaban grupos de gente armada
durante las noches haciendo escándalos a balazos”
(Archivo Histórico de Metepec, consultado en 1927-
1928); ante esta situación se informó a dicha jefatura
sobre los sucesos acontecidos en la población.
el julio 5, del corriente año, en la que comunico a
Usted la novedad ocurrida la madrugada de este
mismo día y a la hora indicada, hasta la fecha
no han cesado de merodear en esta población
grupos de gente que en los alrededores del pue-
blo con roncadas y palabras amenazantes y con
disparos de tiros amenazan al vecindario y au-
toridades de esta localidad (Archivo Histórico de
Metepec, consultado en 1927-1928).
los documentos que atestiguan cuál era la situa-
ción que imperaba en el municipio de Metepec
muestran la forma en la que la Guerra Cristera,
que se desarrollaba con mayor auge en otros esta-
dos del país, tuvo eco también entre la población
metepequense:
esta población carece en lo absoluto de la poli-
cía necesaria para evitar estos escándalos a más
no contar esta Presidencia de mi cargo, con nin-
gún armamento con que hacerles frente, a Usted
rogamos muy atentamente en nombre del H.
Corporación que presido, se digne librar sus res-
petables órdenes a quien corresponda a efecto de
lograr la captura de estos escandalosos que más
bien son los que forman parte del grupo rebelde
(Archivo Histórico de Metepec, consultado en
1927-1928).
Se tenían noticias sobre la incursión de grupos que
causaban estragos en el municipio y entre la pobla-
ción. Se hablaba de bandoleros armados a caballo
que habían logrado entrar a la oficina del Palacio
Municipal rompiendo vidrios del Salón de Cabildos
y destruyendo la comunicación al averiar el aparato
telefónico, cortar los cordones de la bocina y llevár-
sela. el robo era otro delito que se les adjudicaba
a los rebeldes pues se hablaba de la extracción de
los fondos personales del presidente municipal que
ascendían a 600 pesos y 70 pesos más del secretario
del ayuntamiento, así como los de la recaudación
telefónica, además de atentar contra un pabellón
grande de seda de la insignia nacional.
la idea que las autoridades tenían sobre estos
rebeldes era que provocaban desorden y caos tal
como lo demuestra el siguiente testimonio:
… dejando en completo desorden todo el archivo
de las oficinas de este Palacio así mismo se tuvo
conocimiento de que se llevaron algunos caba-
llos y armas particulares llevándose en calidad
de presos a un Regidor de esta Corporación Señor
Rafael Plata y otros particulares que hoy por la
mañana han regresado a sus hogares (Archivo
Histórico de Metepec, consultado en 1927-1928).
Además, en algunas ocasiones no sólo fueron las
pérdidas materiales, sino de ciudadanos tanto civi-
les como del ejército.
Suplico a Usted especialmente libre sus respetables
órdenes a quien corresponda a que se haga desde
luego la reparación del aparato telefónico porque
es de mucha urgencia, a la vez me permito infor-
marle a Usted que de entre los vecinos del pueblo
resultó muerto un paisano vecino del pueblo de San
Miguel Toto y un soldado que se encontró en la
vía pública de esta Cabecera remitiendo éstos a las
autoridades que corresponda (Archivo Histórico de
Metepec, consultado en 1927-1928).
Al parecer, durante los años 1927 y 1928 los grupos
rebeldes tenían presencia en el municipio y en los
pueblos aledaños. Se sospechaba que había gente
apoyándolos y que por las noches se acercaban a
caballo o con las luces de los autos apagadas para
instalarse en lugares oscuros y apartados del cen-
tro con el objetivo de abastecer de armamento a
los sublevados. Se tenía noticia de estas personas,
pero no se conocía con certeza el lugar de proce-
dencia. los documentos encontrados en el Archivo
Histórico Municipal también prueban que ante
la presencia de estos “desconocidos” los vecinos
raramente podían actuar, ya que para la época no
se contaba con guardia que pudiera aprehenderlos
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y, en todo caso, procesarlos por algún delito que
se les imputara.
Merodean por esta villa varios grupos de gente
armada de caballería e infantería que es de sospe-
charse que es la gente rebelde pues esta gente se ha
podido identificar por algunos vecinos de esta ca-
becera a más semanariamente llegan a esta cabecera
a altas horas de la noche con los fanales apagados
automóviles que hacen su parada en lugares aparta-
dos del centro de la población sospechándose que
éstos conducen armamento y parque para el grupo
rebelde no habiéndose conocido hasta la fecha de
dónde proceden éstos pues entran por diferentes
rumbos y no se ha podido identificar a ninguno
de los tripulantes debido a no contar con policía
en esta Cabecera pues se encuentra este Municipio
carente de armas y de parque en lo absoluto para
lograr su detención o hacerles frente en los casos
cuando se presenten (Archivo Histórico de Metepec,
consultado en 1927-1928).
los documentos prueban la existencia de algunas
líneas de investigación que se siguieron respecto a
los hechos narrados anteriormente. el expediente
número 111/927 se instruyó en averiguación a los
delitos de rebelión contra la gente que causaba
destrozos en propiedad ajena, sin tener gran éxito
en las averiguaciones.
… después de una averiguación e investigación
que se hizo en las autoridades subalternas del
municipio del Pueblo de San Miguel Toto y algu-
nos otros vecinos de este mismo pueblo no se
ha podido llegar a la aclaración precisa de quie-
nes hayan rotado la línea o hilo telegráfico en el
mencionado pueblo el diez y nueve de octubre
del año pasado pues debido al gran número de
revolucionarios que encabezaba esta columna
nadie de los declarantes puede precisar ni quién
fue el actor de estos acontecimientos ni mucho
menos determinar qué persona encabezaba este
grupo de revolucionarios rebeldes debido tam-
bién además que aducen que su permanencia en
este pueblo fue muy violenta y por la cual a la vez
es imposible determinar la filiación de estos indi-
viduos ni mucho menos sus nombres por el des-
orden en el que atravesaron este pueblo (Archivo
Histórico de Metepec, consultado en 1927-1928).
otro de los testimonios que rebela la presencia
de grupos rebeldes es la del presidente municipal
Bernabé Gutiérrez quien comunicó al senador y
secretario general del Partido Socialista del estado
de México los hechos que había presenciado. en la
narración se advierte a los grupos cristeros como
partidarios de la revuelta en contra de lo estable-
cido por el gobierno federal haciendo hincapié en
la figura de Álvaro obregón.
Por medio del presente hago del conocimiento
de Usted los hechos ocurridos en contra de mi
persona la madrugada del día 5 de los corrien-
tes. Se tuvo conocimiento por varios vecinos que
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metepec durante la guerra cristera, 1927-1928
merodeaban por los alrededores de la población
gente armada a caballo que con escándalo de ron-
cadas y balazos recorría esta localidad pero no
contando con la policía necesaria ni armamento
de ninguna especie no fue posible sofocar el escán-
dalo ni mucho menos reducir al orden a este
grupo tal vez de gente rebelde, no obstante des-
pués de varias horas en que ni el vecindario de esta
localidad se presta para dar auxilio se dirigieron
a mi casa habitación algunos de éstos y serían las
dos del día cinco, que menciono a Usted cuando
al grito de “Viva Ribera” y muera obregón co-
menzaron a disparar sus armas en las puertas de
mi casa habitación penetrándose las balas hasta
el interior de las habitaciones y no conformes
con estos hechos; hicieron pedazos a balazos el
foco de la esquina de la misma casa, sin saber con
esto que más atentados podrían cometer con mi
persona y familia. Por lo expuesto, Usted deberá
comprender que la falta de policía y armas con
qué defenderse es de suma urgencia, por lo que de
la manera más atenta me dirijo a Usted para que
por medio de su influencia ante el C. Gobernador
Constitucional del estado al Señor Don Carlos
Riva Palacio se digne proporcionar a este pue-
blo unas cinco carabinas dotadas de su corres-
pondiente parque para que de esa manera pueda
garantizarse al personal del Ayuntamiento y la
Sociedad de este pueblo (Archivo Histórico de
Metepec, consultado en 1927-1928).
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Confiaban en que sus súplicas fueran escuchadas
y las autoridades devolvieran la calma a los habi-
tantes que se encontraban, de cierta forma, ate-
morizados ante la noticia de grupos a favor de los
cristeros entre los propios vecinos.
es de esperar que la oficina de su merecido cargo,
le imparta los auxilios que estime convenientes,
librando sus respetables órdenes a quien corres-
ponda a fin de lograr la captura de estos grupos
alzados que perturban la tranquilidad de la socie-
dad de este pueblo y que las autoridades que la
gobiernan gocen de una garantía completa de su
vida e intereses (Archivo Histórico de Metepec,
consultado en 1927-1928).
¿Qué se sabía sobre los cristeros o gente que se
unía a la asonada contra el gobierno federal? las
autoridades se reunían en torno a las oficinas de la
secretaría del Ayuntamiento de Metepec para hablar
sobre “rumores” que había sobre posibles levanta-
mientos ya fuera en la misma villa o en los alrede-
dores, tal como lo prueba el siguiente testimonio:
el día domingo a las dieciséis horas manifes-
tando el propio señor Contreras que en la casa
del mencionado Señor lópez éste le manifestó
que tenía que manifestarle un asunto secreto en
el cual le decía una noticia que había oído tanto
en el pue blo de ocotitlán como en la ciudad de
Toluca y por lo tanto le rogaba no lo comunicara a
nadie por ser un asunto de entera reserva de los
cuales hechos manifestó el Señor Contreras que el
señor lópez le dijo que tenía conocimiento que
él en número de otros varios individuos preten-
dían hacer un levantamiento de un grupo revo-
lucionario encabezados por Félix Alarcón, Felipe
Chávez y Jesús del propio apellido, adheridos
al propio compareciente Señor Contreras y que
se lo manifestaba diciéndole que entre el grupo
señalado figuraban otras más sin mencionar su
nombre que asedian a la entidad […] agregándole
que si él estaba comprometido hiciera su excusa
porque si venían los revolucionarios lo perjudi-
carían y que si lo sorprendían las fuerzas leales
del gobierno actuar el mismo caso lo acontecería.
el movimiento y la zozobra de los pobladores
duró varios meses hasta terminar con “los arre-
glos de junio de 1929” en los que el embajador
norteamericano Morrow, el presidente Plutarco
elías Calles y el monseñor Ruiz Flores, con la
anuencia del vaticano y el gobierno estadouni-
dense, pactaron la paz en un marco de respeto a la
Constitución de 1917. Sin embargo, a pesar de que
más adelante en la década de los treinta se pre-
sentaría un nuevo conflicto, aún más sangriento,
es bien sabido que las leyes permanecieron, pero
no se aplicaron a cabalidad pues se le restituyó
a la iglesia su personalidad jurídica. Finalmente,
la Guerra Cristera representó una lucha de poder
entre la iglesia y el estado en la que el único que
perdió fue el pueblo.
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FUenTeS ConSUlTADAS
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Vázquez, Josefina Zoraida (2000). Juárez, el republicano, el
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introducción1
a historia de la cultura material es el cúmulo de expresiones
humanas que configuran los comportamientos sociales y el
pensamiento humano de toda civilización (Braudel, 1979:
8). Su estudio da elementos suficientes para re-crear la vida
cotidiana de las sociedades que llegan hasta el presente a través de los
vestigios tangibles que han dejado. Según lo anterior, en las siguientes
páginas se analizará la artesanía del árbol de la vida de Metepec, estado
de México. Además de ser una artesanía típica, su alcance turístico, cul-
tural y económico va más allá de las fronteras municipales, estatales y
nacionales; motivo suficiente para dedicarle una investigación académica.
Para ello, se parte de la premisa que sostiene que el árbol de la vida es una
manifestación visible de la identidad significativa; es producto de las trans-
formaciones histórico-sociales del patrimonio cultural mexicano y, a su
vez, expresión cotidiana de un proceso de aculturación (Aguirre, 1992: 11).
Bajo esta premisa, el objetivo general de esta investigación es explicar por
qué el árbol de la vida de Metepec es una manifestación de esa identidad
significativa. Como todo trabajo de corte histórico, pero a su vez etnohis-
tórico, está delimitado temática, espacial y temporalmente. en relación
1 este trabajo es una síntesis de la investigación que se presentó como tesis de la licenciatura en historia, en noviembre de 2012, en la Facultad de Humanidades de la uaem, intitulada La identidad significativa de la cultura material: estudio del árbol de la vida, municipio de Metepec, Estado de México.
Marco Antonio Peralta Peralta
eL árboL de La vida de metepec, su derrotero en La historia y en La cuLtura
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con la primera, nos limitamos a adentrarnos al
mundo cultural y cotidiano de los alfareros y, con
ellos, a la alfarería; es decir, parte del patrimonio
cultural mexicano. en este tenor, Carlos Monsiváis
asegura que la cultura mexicana es un patrimonio
nacional pues es lo que le ha dado identidad al
pueblo mexicano (Monsiváis, 2010: 95). De manera
particular, la obra de Ana luisa Calvillo, Ecos de
Metepec, semblanza de artesanos, aportó información
relevante para el estudio ya que se trata de un tra-
bajo compilatorio de una serie de entrevistas que
hizo a un grupo de artesanos de Metepec (Calvillo,
2009). Por su parte, este escrito se inscribe en la
larga duración histórica, aunque tomamos una
fecha precisa como punto de partida para enten-
der los cambios y continuidades culturales que
giran en torno a esta pieza artesanal: se trata del
año 1892, momento en el que iniciaron, a nivel
nacional, una serie de políticas culturales que bus-
caban recabar objetos etnográficos de la nación
mexicana para ser llevados a las exposiciones de
arte internacionales europeas que conmemora-
ban el cuarto centenario del descubrimiento de
América.
Cabe destacar que hoy en día existen un sinfín
de árboles de la vida que van desde el tradicio-
nal árbol del génesis, hasta algunos elaborados ex
profeso para familias o eventos sociales, los cua-
les están adornados según requerimientos de “el
cliente”.
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el árbol de la vida de metepec. . .
en este sentido, varios de los artesanos argumen-
taron que los árboles más representativos, y por
ello los que guardan un simbolismo especial, son
los que se encuentran en el Museo nacional de
Antropología e Historia y en el Museo de Culturas
Populares del Centro Cultural Mexiquense. otro
que, a juicio personal se decidió analizar, fue el
denominado árbol del Bicentenario y Centenario
de la independencia, ubicado en una de las prin-
cipales avenidas del municipio.
esta pieza típica del municipio es producto de
un proceso complejo que se instaura en la larga
duración histórica, lo que a su vez permite el resul-
tado de una transformación y adaptabilidad de
la idiosincrasia popular (heredera de la tradición
indígena, mestiza y española). También es una
adopción de técnicas y saberes prehispánicos,
novohispanos y actuales. Desde un enfoque antro-
pológico, el árbol es una manifestación artística y
cultural consciente e inconsciente.
noTAS SoBRe lA iDenTiDAD SiGniFiCATiVA Y SU MAniFeSTACión
es relevante estudiar la cultura material e inma-
terial de toda sociedad pues el análisis de ésta per-
mite entender el quehacer humano, siempre que
se entienda al hombre como actor fundamental
de los procesos socio-históricos. Concretamente,
la cultura material se entiende a partir de la con-
figuración del lenguaje humano que se aplica
para identificar a los objetos tangibles de la vida
cotidiana.2
Un elemento inherente a la cultura material, y que
de hecho permite su existencia, es la aculturación;
es decir, el intercambio cultural entre un grupo
humano y otro. Por ello, el problema no está en
encontrar las manifestaciones de sincretismo y
aculturación, sino en la explicación del por qué
su existencia, alcance y significados. De este modo,
conviene hablar de identidad significativa, pero,
¿qué es y cómo saber cuándo se manifiesta?
en primer lugar, se debe tener en claro que la for-
mulación de esta categoría emana de la tesis básica
que se inscribe en el supuesto de que la transfor-
mación de la cultura humana, a partir de la última
década del siglo xx, ha rebasado el carácter de las
identidades colectivas; es decir, frente a los nue-
vos paradigmas mundiales del neoliberalismo
y de la posmodernidad, lo colectivo enflaquece
frente a la popularidad de la sociedad de la
información y la individualización del hombre
(lipovetski, 2010: 25, 105).
2 los trabajos de Paul Riccoeur y Pierre Bourdieu sobre las representaciones simbólicas y los lenguajes simbólicos de la cultura humana dan luz sobre la idea en la que se finca la inter-pretación de esta investigación.
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el sentimiento de pertenencia a un grupo es una
condición humana que se presta como mecanismo
dentro de la identidad colectiva; sin embargo, en un
plano sensible, la idea evoca, aunque suene paradó-
jico, a la condición de singularidad ya que somos
el producto de una cultura específica que moldea
nuestro pensamiento y que tiene una connotación
localista, que intenta colocarnos en un ámbito
nacional. Carlos Monsiváis argumenta que, durante
las primeras siete décadas del siglo xx, en el afán
de buscar la homogeneidad cultural, el estado se
asumió como el producto de una unidad nacional
que representaba:
Una fe: el catolicismo. Una raza: el mestizaje, lla-
mada pomposamente por José Vasconcelos ‘la
raza cósmica’. Un género dominante: el mascu-
lino […]. Un partido político: el Revolucionario
institucional. Una pigmentación reconocida
como propia de las multitudes: la morena, la raza
de bronce […]. Un régimen en el hogar: el patriar-
cado. Un feudo que maneja la censura y la vida
social: la moral y las buenas costumbres, signifi-
quen lo que signifiquen, mientras se defienda con
ayuda del clero católico. Un método para clasi-
ficar lo masculino de lo femenino: el machismo.
los expulsados de la nación: los indígenas. Un
sector sin derechos ni humanidad reconocida: las
minorías sexuales (Monsiváis, 2008: 24-25).
la elocuencia de la cita permite abrir una primera
distinción entre la identidad nacional, colectiva y
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el árbol de la vida de metepec. . .
significativa. la primera se entiende por sí sola con
base en la cita de Monsiváis. en este sentido, el
“mexicano” se configura a partir de un arquetipo
sociocultural igualitario emanado de una política
nacional y una identidad externa a la persona. Por
su parte, la identidad colectiva es más sensible y
por su puesto menos homogénea. Por ejemplo, si
bien hablamos de “lo indígena” como rasgo de
“lo mexicano”, no es lo mismo saberse y asumirse
otomí o mazahua.
la identidad significativa, en cambio, no sólo se
limita a la justificación del discurso, sino en la
intención de comunicar “al otro” las caracterís-
ticas que diferen cian al grupo que se une en una
colecti vidad regional. Para el caso de Metepec, los
habitantes del municipio se asumen como habi-
tantes del “pueblo de alfareros”, a pesar de que sus
residencias se ubiquen en las zonas urbanas del
municipio y a pesar de que su actividad cotidiana
poco tenga que ver con la tradición alfarera.
Por lo tanto, la identidad significativa, para efectos
de nuestro objeto de estudio, deberá entenderse
como el sentimiento consciente que parte de la
identidad colectiva para reconfigurar un discurso
simbólico de “lo mexicano” y del patrimonio mate-
rial de una actividad como puede ser la alfarería.
nACiMienTo Y DeSARRollo Del ÁRBol De lA ViDA
Acercarse a lo cotidiano, de acuerdo con Pilar
Gonzalbo, requiere tener presente el principio
básico de la comparación entre aquello que es
común para unos y peculiar para otros (Gonzalbo,
2006: 26). en este tenor, lo cotidiano tiene cabida
en el estudio porque para su análisis se debe echar
mano de la larga duración con la finalidad de
indagar los momentos en los cuales ciertos fenó-
menos históricos muestran cambios coyunturales
y, por ende, válidos de ser estudiados; no obstante,
al ser la rutina y lo espontáneo.
De acuerdo con Marco Aurelio Chávez Maya y
Saúl Camacho Rodríguez, la primera manifesta-
ción de un árbol tallado en barro en la comunidad
de Metepec se remite al último tercio del siglo
xviii cuando por órdenes de la iglesia secular
novohispana, se mandó adornar la portada de la
recién creada parroquia de San Juan Bautista que
sustituyó a la que se fundó en el siglo xvi (Chávez
y Camacho, 1997: 52).
Sin embargo, la ausencia de información anterior
al siglo xviii se deba, quizá, porque de acuerdo
con Teresa Jarquín:
en 1722, los frailes franciscanos decidieron remo-
delarla [la iglesia] para transformarla en una igle-
sia más sólida y hermosa, cumpliendo con los
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requisitos que la metrópoli pedía y con la aproba-
ción del Patronato Real de indias, al considerarla
una iglesia maltratada y pequeña que no satisfa-
cía las necesidades de la población, asegurando el
alcalde mayor de Metepec, don Juan Bautista de
ibarzabal, que se autorizaba la demolición de la
antigua iglesia y se acordaba la reconstrucción de
un nuevo templo de San Juan Bautista Metepec
(Jarquín, 2007: 23).
Un dato que destacan Chávez y Camacho es que
este árbol denominado árbol de la ciencia, del bien y
del mal retomó el pasaje bíblico de la creación de
Adán y eva, lo que ponía de manifiesto el poder
político-ideológico de la iglesia novohispana. Un
aspecto que vale la pena recuperar es la informa-
ción que brindan los autores con relación a cómo
era este primer árbol y, de hecho, la transforma-
ción sincrética del mismo:
Apenas unas cuantas ramas que partían de un
tronco simple donde la serpiente parecía indecisa
entre hablar con Adán o eva, quienes se encon-
traban de pie a derecha [Adán] e izquierda [eva]
del tronco sobre una base irregular. la pieza era
burda e ingenua […] pero se avenía perfectamente
con los propósitos narrativos del fraile (Chávez y
Camacho, 1997: 53).
Además de estos datos, se tiene registro de otras
dos denominaciones para la figura. la primera,
el árbol de la muerte, representaba, según el génesis
bíblico, el pasaje en el que un día Adán y eva se
tienden bajo su sombra llorando por la expulsión
del paraíso y, por lo tanto, el árbol sería designado
con tal nombre. la segunda acepción, el árbol de la
vida, resulta de la misma narración cuando una voz
del cielo les dice a Adán y a eva que existe una
esperanza de retornar al paraíso por lo cual la vida
triunfa sobre la muerte.
Para el siglo xix, durante la primera República
Federal de 1824, el liberalismo como ideología
comenzó a cismar las relaciones entre la élite del
orden y del progreso de tal manera que la iglesia
y el estado iniciaron un conflicto que acompa-
ñaría la formación histórica del México decimo-
nónico. Por otro lado, un dato que arroja luz con
relación al objeto de estudio se circunscribe al año
de 1847, fecha en la cual la iglesia y el estado tu-
vieron un primer conflicto, la primera se vio obli-
gada a defender, frente al liberalismo político de la
república federal, el poder que ostentó durante la
época virreinal (Riva, 2001: 574).
Vicente Riva Palacio, intelectual contemporáneo
al siglo xix, anotaba que en ese año de 1847, por
decreto presidencial, el 11 de enero y 4 de febrero
se otorgaron facultades extraordinarias al Ramo de
Hacienda para revisar los bienes de la institución
eclesiástica (Riva, 2004: 575). Un dato relevante
en la obra de Riva Palacio, que puede sustentar
la idea planteada con relación a Metepec, es que
contra la ley de ocupación de bienes eclesiásticos
261
el árbol de la vida de metepec. . .
hubo una reacción social protagonizada por un
grupo de fieles denominados polkos (soldados de
la fe). este grupo estuvo integrado, en su mayoría,
por jóvenes que se asumían como mártires de la fe
que protegían la vulnerabilidad de la iglesia frente
a las “impías” leyes liberales (Riva, 2004: 577). la
forma en cómo se “enfrentaron” a esta política
liberal se halla en que arroparon sus creencias en
discursos ideológicos propios de un pensamiento
conservador.
en esta primera mitad del siglo, no se han encon-
trado datos específicos que hagan mención al
árbol de la vida, o bien, de su connotación novo-
hispana; sin embargo, durante la segunda mitad
del siglo las fuentes documentales y bibliográficas
ofrecen datos suficientes que permiten seguirle la
pista a la artesanía; por ejemplo, para el periodo
juarista, el árbol del bien y del mal vuelve a ser
citado y, al parecer, de manera física no tiene
una modificación que sugiera la existencia de una
nueva figura artesanal. en segundo lugar, la pro-
pia carga valorativa de la pieza se volvió un ele-
mento nacionalista a finales del siglo xix lo que
supone la relevancia que tuvo para poder ser reto-
mado en el siglo siguiente por el estado posrevo-
lucionario mexicano.
Haciendo una reconstrucción del tiempo his-
tórico, después del triunfo de la Revolución de
Ayutla (1857), la nueva oleada de liberales, entre
los cuales destacan Benito Juárez, Sebastián lerdo
262
en el cerro de los magueyes : metepec, de la época prehispánica al s iglo xxen el cerro de los magueyes : metepec, de la época prehispánica al s iglo xx
de Tejada y Gabino Barreda, comenzaron e eri-
gir el nuevo estado mexicano tomando como
base el liberalismo europeo. Según las fuentes
historiográficas,3 todo apunta a que este libera-
lismo, que tuvo como base político-ideológico el
positivismo de Gabino Barreda, fue un detonante
para que surgiera la artesanía del árbol de la vida.
Con base en lo anterior, el positivismo y la reac-
ción religiosa se entienden como detonantes
pues, al parecer, una consecuencia de la ley de
Desamortización de Bienes eclesiásticos4 en
Metepec fue el desmantelamiento de la portada
parroquial que entre otros objetos (santos) tenía al
citado árbol del bien y del mal. esto provocó una
reacción social que se manifestó como contrapeso
a la política liberal.
lo relevante del dato anterior es, sin duda, la acción
llevada a cabo por la población una vez que vio
afectada su tradición y su simbología religiosa.
esta reacción se encaminó a conservar dentro del
recinto religioso las imágenes de los santos, mien-
tras que el árbol fue retomado como símbolo de
identidad comunitaria que ponía de manifiesto
3 Véase: Chavéz Maya, Marco Aurelio y Saúl Camacho Rodríguez, Op. Cit; Chávez Maya, Marco Aurelio (1997), Monografía de Metepec; Huitrón, Antonio (1999), Miseria y gran-deza del barro. Metepec; Ralph Roeder (1999), Juárez y su México; Sierra, Justo (2004) Juárez su obra y su tiempo; Zea, leopoldo (2000), El positivismo en México. Auge y decadencia.
4 Sobre esta ley se han realizado múltiples estudios para el ámbito nacional y local pues el impacto social y político marcó una coyuntura en la formación del estado mexicano en la segunda mitad del siglo.
el apego a la tradición religiosa por parte de la
comunidad.
lo anterior invita, desde luego, a conjeturar una
explicación más amplia, sobre el particular enca-
minada a observar y entender al árbol como un
elemento sincrético, pero a su vez significativo, parte
inexorable a la cultura material del poblado de
Metepec; es decir, los argumentos giran en torno
a las siguientes consideraciones.
la primera de ellas versa sobre la interrogante de
por qué el árbol de la vida, también denominado
árbol del bien y del mal, fue el elemento que deci-
dió tomarse como “arma” ideológica por parte del
pueblo, y de la iglesia misma, para combatir al
positivismo liberal. Quizá una respuesta tenta-
tiva se encuentre en el simbolismo de la figura.
Su mensaje explícito religioso de la creación del
mundo y a su vez la “tradición alfarera con la que
fue elaborado” sean los argumentos más sólidos
que responden a la pregunta.
en segundo lugar, entenderlo como principal ele-
mento de contrapeso a las reformas juaristas es
quizá la necesidad socio-histórica a la que obedece
la creación de esta figura. Finalmente, el resultado
material de la artesanía fue consecuencia de un
proceso aculturativo, sincrético y significativo
manifestado en un contexto coyuntural para la
historia de Metepec.
263
el árbol de la vida de metepec. . .
lo anterior significó que el simbolismo con el que
se impregnó a la figura, es decir, con los elemen-
tos mágico religiosos, históricos y políticos per-
mitieron hacer de la pieza un elemento cultural
generador de una identidad colectiva, ésta desde
luego entendida como parte de los elementos que
acompañaron la formación política y cultural del
Metepec decimonónico.
la propia actividad alfarera también tiene una
relevancia que junto con lo religioso hacen supo-
ner que el árbol del bien y del mal fue “la excusa”
para conservar a la actividad misma. en este sen-
tido, la alfarería y lo sincrético encuentran cabida
porque la primera puede entenderse como una
práctica que tiende a manifestar de manera tan-
gible o material ciertas creencias o pensamientos
que se hayan ocultos en el imaginario colectivo,
y que con el tiempo se transforman en elemen-
tos visibles; es decir, “en las artesanías uno puede
recrear pensamientos de su mente.”5
Continuando con la historia del árbol, su pre-
sencia durante el porfiriato fue constante y de
hecho protagonista en el discurso nacionalista del
gobierno. Grosso modo, el periodo porfirista se carac-
terizó por la “modernización del estado mexi-
cano”. esto quiere decir que la industrialización
del país y el crecimiento económico importaba
5 entrevista realizada al artesano Saúl ortega González en su taller el día 18 de abril de 2009, aproximadamente a las 15: 00 horas.
264
en el cerro de los magueyes : metepec, de la época prehispánica al s iglo xxen el cerro de los magueyes : metepec, de la época prehispánica al s iglo xx
más que lidiar con las problemáticas culturales.
Una consideración que se debe tomar en cuenta
para el presente análisis versa en la concepción de
la cultura mexicana de este periodo; es decir, a lo
largo del régimen porfirista se puede caracterizar
a la cultura como elemento de exportación nacio-
nal que magnificaba el papel del gobierno federal
frente al liberalismo decimonónico.
Manuel Tenorio argumenta que la imagen del
mundo moderno, como experiencia decimonó-
nica, estuvo compuesta de diferentes versiones,
con frecuencia contradictorias, emanadas de la
inteligibilidad pública de las élites económicas,
políticas e intelectuales (Tenorio, 1998: 15). en
este sentido, Tenorio afirma que a México se le
debe conceptualizar, en materia cultural, como un
estado ambicioso de ser partícipe de las ventajas
económicas y de los efectos de la civilización del
comercio decimonónico (Tenorio, 1998: 18).
Un aspecto que es eje axial para la interpretación
de la relación entre economía y cultura versa sobre
la conceptualización de las clases sociales. este dato
se debe tomar en cuenta para la investigación pues
para el caso mexicano, y en particular para Metepec,
fue fundamental la creación de esta configuración
social pues, de manera general, esta categoría eng-
lobaba a aquellos sectores sociales que no perte-
necían directamente al campo, pero que por su
situación económica no podían incorporarse a la
burguesía de la época. los artesanos, los obreros,
los pequeños comerciantes buscaron entonces
otro medio de sustento de vida.
las fuentes primarias, al menos para Metepec,
señalan que un primer vestigio de la transforma-
ción del árbol del bien y del mal a sólo el árbol de
la vida se remite a 1892, fecha en que el gobierno
federal emitió un decreto en donde se invitaba
a los habitantes a realizar proyectos nacionalis-
tas y pintorescos para ser enviados a la ciudad de
Chicago para que a su vez ésta representase a la
mexicanidad de aquellos tiempos (ahmm, obras
Públicas, C.75, l.1).6
Sin embargo, conviene aclarar también que la
figura sufre una transformación evidente que
hace que el árbol del bien y del mal dé paso a una
nueva pieza que sería utilizada para la exposición
de Chicago y para otras que se sucederían en años
siguientes; esta nueva figura se ha decidido deno-
minar: jarro de Metepec. esta nueva artesanía, según
Chávez y Camacho, comenzó a elaborarse a finales
del siglo xix y se describe como un jarro ancho
de cuello ancho y adornado con flores y “grecas.”
Una opinión personal sugiere que dicho jarro
sustituyó durante este periodo histórico al árbol
6 Con respecto al archivo que se cita, cabe advertir que hasta el año 2009, el fondo histórico del Municipio se hallaba en la Casa de Cultura del Ayuntamiento; sin embargo, debido a los festejos del Bicentenario de la independencia y Centenario de la Revolución mexicana, el archivo histórico se trasladó a otro archivo. Para efectos de este trabajo, se ha decidido respetar la fuente original de donde se consultó la información.
265
el árbol de la vida de metepec. . .
del bien y del mal como elemento de identidad
pues las fuentes citan más a éste último que al
primero en las exposiciones, además, de acuerdo
con la descripción física del jarro, tiene elemen-
tos propios del árbol. Con ello se enfatiza que el
sincretismo estuvo presente nuevamente en este
periodo porfirista.
Una primera exposición de carácter internacio-
nal en donde se puede hablar de la participación
del estado mexicano como nación rica en materia
cultural se registra en el Archivo Histórico del
Bicentenario de Metepec y es nada más y nada
menos que la exposición internacional de París
en el año de 1889. esta exposición repercutió en
el municipio de tal suerte que se resguarda en el
archivo un boletín referente al evento (ahb, Caja
1892/3, exp. 2).7 esta exposición es corroborada
por la información que proporciona Tenorio
Trillo (1998: 31).
Para el año de 1892, el gobierno mexicano decretó
que se elaboraran piezas “mexicanas” pintores-
cas y bien hechas para la exposición en estados
Unidos. De acuerdo a Tenorio:
la élite porfiriana creó comisiones de comercio
para promover las habituales materias primas de
7 este archivo corresponde al fondo histórico que se trasladó de la Casa de Cultura de Metepec al Archivo Histórico del Bicentenario, en octubre de 2010, la signtaura de la informa-ción es la que se anota en estas páginas, a la fecha no sabemos si se ha modificado el registro.
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en el cerro de los magueyes : metepec, de la época prehispánica al s iglo xxen el cerro de los magueyes : metepec, de la época prehispánica al s iglo xx
México, muchas de las cuales, se creía, tenían que
ser descubiertas por los mercados internacionales
[…]. De ahí que las ferias mundiales proporciona-
ban imágenes modernistas de México (Tenorio,
1998: 18-20).
otro evento parecido al estadounidense fue la
Feria internacional de Madrid para la conme-
moración del cuarto centenario del descu-
brimiento de América. Durante el periodo en que
se organizó esta conmemoración, Francisco del
Paso y Troncoso y Vicente Riva Palacio fueron los
actores de gobierno encargados de organizar y rea-
lizar un acopio de piezas arqueológicas y artesa-
nales para ser enviadas a la exposición madrileña
celebrada en 1892 (Ramírez, 2009: 273-274).
en cuanto a la exposición norteamericana, hay
datos específicos que recogen la experiencia
de la participación de México en tal evento y
el impacto que tuvo en el ámbito internacio-
nal. Desde luego que se infiere que tal acto tuvo
repercusiones en el Metepec decimonónico por
la propia naturaleza de los documentos. en este
tenor, Ricardo Ampudia señala: “los trabajos
emprendidos en la república para la concurren-
cia de México en la exposición internacional en
Chicago arrojaron resultados muy satisfactorios,
ya que se presentaron productos de varios esta-
dos y territorios del país” (Ampudia, 1997: 74).
269
el árbol de la vida de metepec. . .
este dato arroja luz acerca del nacionalismo que
se comenzaba a gestar para vanagloriar la patria
mexicana porfiriana (éste se conceptualizó en todo
momento como el logro del gobierno mexicano
por introducir a México a un estado de paz y
progreso que permitía el desarrollo de la cultura
creativa de sus ciudadanos), es más, el hecho de
que la exposición de Chicago fuera relevante para
México se debía a que el gobierno norteamericano
reconocía y calificaba de manera positiva el pro-
greso de México a través del reconocimiento que
hacía a la originalidad de las piezas y el valor cul-
tural de las mismas.
Pasada dicha exposición, el gobierno mexicano se
preparó para la madrileña. ésta resultó relevante
pues en ella participaban los países latinoameri-
canos de ascendencia colonial hispana.8 Para el
suceso, se organizó la comisión americana para el
acopio de las piezas a exponer, ésta se denominó
como “junta colombina”; por su parte, el gobierno
mexicano a nivel nacional creó la “comisión espe-
cial” dedicada a preparar los materiales de la expo-
sición española Histórico-Americana de Madrid,
la cual fue presidida por el mexicano Francisco
del Paso Troncoso. Juan Comas afirma que en los
manuscritos dejados por el propio Del Paso y
Troncoso se puso de manifiesto la suntuosidad y
8 A propósito de este dato, Dení Ramírez asegura que la expo-sición europea tomó como ejemplo la propia exposición nor-teamericana a fin de obtener el mismo éxito de ésta; asimismo, la autora señala que estados Unidos fue el único país que par-ticipó como ajeno a las excolonias españolas.
el interés del gobierno mexicano por mostrar un
desarrollo cultural propio de la grandeza mexi-
cana digna de ser elogiada a nivel internacional
(Comas, 1969: 427-428).
Tomando en cuenta las palabras de Del Paso y
Troncoso, sabemos que entre los materiales se
envió una “colección de figuritas de barro que
reproducen mexicanos modernos” (Del Paso,
1892: 51). el dato anterior es relevante pues en él
se ve una muestra del nacionalismo con el que se
impregnó la actividad alfarera del país y, desde
luego, de Metepec; es decir, se muestra a ésta como
actividad nacional popular.
Metepec, por su parte, se vio involucrado en la expo-
sición ya que el jarro porducido por sus artesanos
estuvo entre las piezas que se enviaron. Del Paso
y Troncoso escribe que dentro de la colección de
artesanías se enlistaron piezas de la región matlat-
zinca del Valle de Toluca (Del Paso, 1892: 101-121).
De esta manera, citando al autor, éste informó:
[se envían] un cantarito con asa grande y super-
ficie pintada de negro y rojo […], cinco ollas chi-
cas de vientre cortísimo y cuello muy largo que
parecen juguetes de barro […], una faja de barro
polícroma y cubierta de relieves […] una vasija en
forma de jarro adornada con flores de barro (Del
Paso, 1892: 141).