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8/19/2019 El_Mensaje_Humanista-Frei_Montalva-Edición_2014_CDC

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PRÓLOGO

El Mensaje humanista de Eduardo Frei Montalva

No es fácil prologar un libro del presidente FreiMontalva. Uno sabe que en este intento toca el corazónde nuestra historia. Él fue uno de los grandes estadistasde Chile en el siglo XX y su palabra es la de un testigoimprescindible, plena de autoridad, experiencia y lucidez.Su larga vida política como dirigente estudiantil, senador y

presidente de la República, unida a su sólida formaciónintelectual lo puso en un mirador privilegiado para analizarnuestra cultura y nuestros problemas. En esta visión nopuede omitirse su profunda visión cristiana abierta a lasnuevas circunstancias.

El libro que presentamos es de algún modo eltestamento final, pues fue escrito pocos meses antes desu trágica muerte. En un estilo sencillo y claro él reformulael humanismo cristiano que fue la brújula que orientó lasgrandes decisiones de su vida. Esta obra nos recuerda elbreve ensayo de Ernesto Sábato "Antes del Fin" donde elgran literato latinoamericano relee su propia historia y el

cambio de época que debió vivir señalando por una partela grandeza de su tiempo y al mismo tiempo poniéndonos

en guardia ante las graves amenazas que nos acechan1.¿Cómo no evocar otros importantes e influyentesopúsculos como los de G. Simmel2, S. Freud3, M. Vargas

1

Sabato Ernesto, Antes del Fin, Booket, 2009. 2 Simmel Georg, El conflicto de la cultura Moderna, Universidad Nacional de Córdoba, 1923.3 Freud Sigmund, El malestar de la Cultura, Psiko libros, 1930.


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Llosa4 que desde diversos ángulos y con clarividenciaprofética reflejan el malestar de la culturacontemporánea?

Para entender estas líneas debemos recordar elcontexto en el que fueron escritas. Ese contexto hoy hacambiado pero permanecen los desafíos. En el mundo sedesarrollaba la Guerra Fría entre el comunismo y elcapitalismo y muchos de los acontecimientos chilenosfueron parte de ese tablero mayor que pocos añosdespués se quebró con la caída del muro de Berlín. EnInglaterra gobernaba Margaret Thatcher y en los EstadosUnidos comenzaba la era de Ronald Reagan con susopciones marcadamente neoliberales, que por entoncesse aplicaban ortodoxamente en Chile imponiendo un tipode progreso muy libremercadista y monetarista. Pero tal

vez lo que más golpeó a Frei fue el contexto políticochileno, donde se habían suspendido todo los derechosdemocráticos y se atropellaban inmisericordemente losderechos humanos. El autor nunca pensó que este paíspodría llegar a tales extremos y mucho menos que ellosse realizaran bajo la conducción del Ejército chileno que

había tenido una marcada tendencia democrática yconstitucional. En ese contexto Eduardo Frei Montalvadebió liderar la oposición con una clara desventaja demedios.

4 Vargas Llosa Mario, La civilización del espectáculo, Alfaguara, 2012.


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No es extraño que en este pequeño libro se pretenda,en primer lugar, precisar los términos que más se usabanen la lucha política. El precisa que la confusión de la torre

de Babel no se produjo porque hubiese muchas lenguasen juego, pues en esas circunstancias puede habertraductores que permiten a los actores entenderse. Elproblema de Babel es que las mismas palabras sonentendidas de manera radicalmente diferente por losactores. Libertad, democracia, justicia, humanismo,

derechos humanos, progreso, etc. se habían convertidoen términos radicalmente equívocos. La introducción deeste libro nos recuerda que “Hoy asistimos al abuso másdesembozado de términos cuyos verdaderos y clarossentidos son sistemáticamente deformados”. En talescircunstancias la humilde búsqueda de la verdad adquieresu importancia para sustentar los valores.

Para precisar los términos y reformular el humanismoFrei recurre a los mensajes de Juan Pablo segundo(1980-1981) largamente citados porque ellos exponenlucida y profundamente el verdadero sentido de lalibertad, la verdad y la democracia. De este modo el libro

es una especie de resumen y explicación de dichosmensajes que estaban avalados por la autoridad delPontífice que con su ejemplo y enseñanza contribuyófuertemente al fin de la Guerra Fría.

Resulta profética la visión que señala el rol crecientede los avances tecnológicos, de la ingeniería genética,

etc. que ciertamente han marcado hasta en sus raíceslas nuevas expresiones culturales generando un mundo


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“poderoso y débil”. A partir de eso plantea interrogantesexistenciales como la capacidad del individuo paraconservar su libertad; para liberarse del consumismo;

para mantener y fomentar la democracia!

etc. Pero antetales hechos el autor evita caer en el pesimismo y nospresenta una visión orientadora que nos permitevislumbrar una esperanza.

Esto da una extraordinaria actualidad a un texto quefue escrito, como decíamos, en circunstancias diferentesa las que hoy debemos afrontar.

Es un acierto hacer esta nueva edición que puedeiluminar los conflictos actuales de nuestra patria para queno tropecemos con la misma piedra poniendo en peligrolas instituciones fundamentales, la verdadera libertad y

sobre todo la convivencia democrática. Particularmenteimportante resulta hoy el desafío de plantearnos elproblema de la reformulación del verdadero humanismocristiano centrado en la dignidad de la personatrascendente para que nos ayude a una convivenciapacífica y a un desarrollo genuinamente humano.

Fernando Montes SJ

Rector de la Universidad Alberto Hurtado

Santiago, Noviembre 2014


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INTRODUCCIÓN

Siempre he pensado que la confusión de lenguas quese produjo en la Torre de Babel no tuvo su origen tanto enque los hombres que la construían hablaran diferentesidiomas, pues desde tiempo inmemorial existieron losintérpretes, como que pronunciando las mismas palabrascada uno les daba, según su conveniencia, un significadodiferente.

De ahí vino la confusión.

Este fenómeno se ha repetido periódicamente a travésdel tiempo.

Hoy asistimos al abuso más desembozado de términos

cuyos verdaderos y claros sentidos son sistemáticamentedeformados. Así oímos hablar de democracia a quienesno creen en ella y cuyo propósito es destruirla; de libertad,a quienes la suprimen; de justicia, a quienes la atropellan,y de Humanismo, a quienes representan todo lo que le esopuesto.

Dentro de esta misma línea de conducta se hageneralizado en este mundo lo que se ha dado en llamarel doble standard: hay quienes juzgan y condenan lasacciones de sus adversarios del extremo opuesto paraterminar ambos empleando los mismos procedimientoscon la intención de destruirse mutuamente.

Unos y otros, invocando distintas motivaciones,desconocen la libertad, la democracia, la justicia y los


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derechos humanos, aunque se vistan con estasexpresiones. Esto contribuye a aumentar la confusión.

Leyendo los mensajes de Paz de los años 1980 - 1981del Papa Juan Pablo II, dirigidos no sólo a los cristianossino al mundo entero, encontramos que en ellos sedefinen con nitidez estos conceptos de tal manera que esimposible ignorarlos o deformarlos.

Fundado en ellos, he escrito este breve ensayodestinado a precisar algunas ideas fundamentales y

reivindicar su contenido, desfigurado por la más engañosapropaganda.

E.F.M.

Santiago, julio de 1981.


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ALGO TREPIDA EN LO PROFUNDO

Aunque pueda discutirse el presagio o estimarse unamera coincidencia, es un hecho que siempre al término delos milenios parecen conmoverse las bases mismas quesustentan la vida humana y la estructura de lascivilizaciones establecidas; y ahora que vivimos lo que seha dado en llamar la era planetaria, esa conmociónadquiere caracteres aún más inquietantes.

Sin embargo, para no caer en sobresaltos opesimismos excesivos que llevan a desconfiar de lacondición humana, es útil no olvidar que en diversasépocas de la Historia el cuadro ha sido también desoladory no han faltado los profetas que periódicamente han vistoen ellas signos de "acabo de mundo".

El hambre, la violencia, la discordia, el odio y el terrorno son, pues, patrimonio sólo de nuestro tiempo, con ladiferencia que hoy tienen su origen, muchas veces endesviaciones mentales y organizaciones con vínculosinternacionales, que poseen un terrible poder destructivo.

A todo esto se agrega que el efecto de sus acciones loconocemos al instante, a todo color, dentro de nuestrospropios hogares, a través de una publicidad que es partedel peligro y del contagio que provocan.


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Resulta, sí, indudable que por encima de cualquier otraconsideración asistimos hoy a transmutaciones demagnitudes antes no concebibles, que se difunden

prontamente y provocan crisis extensas y agudas, cuyagravedad creciente amenaza la libertad, la paz y laseguridad humanas. Es claramente perceptible que algotrepida en lo profundo de todas las sociedades tanto enel Occidente como en el Oriente, en el Norte como enel Sur.

Nadie puede ignorar que en estos tiempos se vive unproceso de cambios acelerados que alteran la conducta yel ambiente en que el hombre se desenvuelve. Sonmuchos los futurólogos que nos describen con notableerudición el significado de este "desafío mundial” yvaticinan acerca de cuál será la estructura de la sociedadpostindustrial, motivada por la multiplicación, que sinexagerar podemos calificar de asombrosa, de los medios

que la tecnología y la investigación están poniendo enmanos del hombre y que incrementan su capacidadcreadora, modifican los sistemas de producción ytransforman la organización de las comunidadesnacionales e internacionales.

A estas situaciones, que se adecúan a los avances de

la informática, se unen las investigaciones de la ingenieríagenética mediante las cuales se pretende pesquisar ydominar las secretas raíces de la vida.

Más allá de los fenómenos sociales, políticos yeconómicos, aquellos son los factores que másprofundamente están trastocando la existencia humana ylas estructuras mismas de la sociedad.


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El futuro ofrece así aspectos luminosos, casi deslum-brantes, cuando se considera la potencialidad de cadauno de esos descubrimientos, empero asimismo presenta

enigmas de los más preocupantes para el destino de lahumanidad.

En medio de corrientes entrecruzadas es que elhombre busca afanosamente una dirección, perdido aveces en el tumulto de tanta innovación y de los riesgos yconflictos que acarrean. Frecuentemente se pregunta si

esos prodigios conducirán en definitiva a un verdaderoprogreso del ser humano en todas sus dimensiones olimitarán aún más su albedrío; o si se verá en cierta formasometido y arrollado por una avalancha deacontecimientos que lo deshumanizarán, o que al menosdurante un prolongado período será incapaz decontrolarlos y dirigirlos.

Uno de los principales cuestionamientos lo suscita elhecho de que quienes llegan a adquirir el dominio delEstado tienen en la actualidad a su disposición novedososrecursos tecnológicos que, puestos al servicio delpoder, pueden fácilmente generar nuevos tipos de

servidumbre, inimaginables en el pasado.

Esto explica por qué las luchas políticas y sociales sehan transformado en una competencia cada vez más durapor el poder, ya que su posesión implica el empleo deposibilidades antes desconocidas que permiten decidir eldestino de la sociedad y del hombre. Y esto es aún más

grave cuando quienes lo sustentan pretenden utilizarlo


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para imponer esquemas ideológicos con desprecio detoda opinión que les sea adversa o diferente.

El peligro expuesto está siendo denunciado confrecuencia como una amenaza creciente. Alain Tourenne,sociólogo reputado de inspiración marxista, analizórecientemente este fenómeno en su libro Más allá delSocialismo, en el que formula una crítica hacia lospartidos socialistas por haberse transformado enmáquinas para alcanzar el poder. Por lo demás,

esta crítica puede hacerse extensiva en distintos grados amuchas otras corrientes y partidos que igualmente lobuscan recurriendo a cualquier medio.


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INTERROGANTES EXISTENCIALES

De ahí que al hombre contemporáneo le surjan

diversas Interrogantes que podríamos calificar deexistenciales.

¿Podrá conservar —reflexiona— su libertad, sudignidad, su personalidad y un mínimo de independenciacuando está ya siendo sometido por los múltiples medioscon que cuentan hoy los gobiernos para dominarlo, por lapropaganda insistente y masiva, y por las burocraciastodopoderosas?

Las democracias pluralistas, ¿podrán realmenteescapar a estas presiones y los parlamentos desempeñarsu oficio controlador de Ejecutivos cada vez más fuertes,a veces más allá de la voluntad de sus propios ocupantes,impelidos por los impulsos de las nuevas realidades

que deben afrontar?

¿Podrá el hombre conservar su individualidad y sucapacidad de juicio, el sentido sagrado de su conciencia,alienado por una civilización de masas y por mediossecretos de detección de información que se introducenen lo privativo de su propia vida familiar?

¿Sabrá apreciar su capacidad de independencia ylibertad, cegado por un materialismo consumista quetiende a convertirlo en parte de un rebaño satisfecho,sumiso a una publicidad que lo incita a concentrar suactividad en financiar la adquisición de más y más bienes,muchos de ellos suntuarios o prescindibles, en una

competencia de imágenes y de codicias sin fin?


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¿Podrán las naciones, no sólo las pequeñas, resistir lagravitación de las empresas transnacionales,más importantes a veces que muchos Estados, y de un

mundo plagado de satélites que les transmiten a suspueblos lo que deben saber y cómo saberlo, según sea lavoluntad de sus detentores?

¿No tienen acaso ya a la vista qué significan lassociedades monolíticas, en las que se utilizandesembozadamente todos los elementos existentes paraimponer modelos dogmáticos sobre muchedumbressometidas, en las que la sola disensión es un crimen delesa majestad; y en tono menor, pero no menosinhumano, en las que se erigen gobernantes, sincontrapesos, que se autoestiman facultados paraencarcelar, exiliar y silenciar a quienes se resisten areconocerlos como los administradores únicos de la Patriay de la verdad?.

En medio de estos flujos, que crecen y nos arrastranen su oleaje contradictorio y turbulento, es fácil perder elequilibrio en el juicio y dejarse atraer por los extremismos,que por una lógica fatal se tornan en exasperados eirracionales.

¿Cómo sortear los peligros tan dramáticos que noscercan, sin desperdiciar las enormes posibilidadesabiertas por el genio del hombre y por el acceso cada vezmayor a los conocimientos y a la información, que alcanzano ya a grupos elitarios sino a inmensos conglomeradosde seres humanos?.


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UN INSTANTE HISTÓRICO DECISIVO

Todos estos potenciales tecnológicos, al ser usados enpro de la humanidad, son válidos y existen motivos parapensar que estamos viviendo, a estos respectos, uninstante histórico privilegiado. Algunos, al evaluar elacelerado dominio que está adquiriendo el hombre sobreel mundo que lo rodea, llegan a pensar, y no sinfundamento, que estamos asistiendo al fin de la

prehistoria.

Pero, como ocurre con todo el acontecer humano, juntoa la cumbre está el abismo, junto al Capitolio, la rocaTarpeya.

Pareciera entonces lo más lógico, para no extraviarse,

no vivir pendiente sólo de la coyuntura de cada día, sinoademás, y muy principalmente, encontrar una visiónorientadora que permita vislumbrar hacia donde secamina, sin caer en optimismos vacíos ni en pesimismosque esterilizan.

Lo expresado es aún más valedero para un humanistay cristiano que debe estar consciente que la esperanza esuna virtud esencial y que nunca debe caer en un catastro-fismo atemorizado.

Pues bien, una sociedad abierta es la menos expuestaa los abusos congénitos al poder, ya que existen en ella

válvulas y contrapesos que tienden a impedir suextensión, que por gravitación propenden a ser ilimitados.


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Con todos los errores y restricciones que se quiera, elParlamento, la libertad de expresión, los sindicatos, lasIglesias, las organizaciones intermedias y de base,

cualesquiera que sean sus deficiencias, significan unaoportunidad de participación y defensa, incomparable concualquier otro sistema.

Pero ésta no es en sí una respuesta que pueda satis-facer en forma absoluta a quienes viven en sociedadesabiertas, porque en ellas se presentan aún más marca-

damente los desequilibrios y tensiones que significan loscambios que se están operando, pues por su mismacontextura afloran prontamente a la superficie sin serconstreñidos o silenciados, como sucede en las socie-dades cerradas.

De ahí que la búsqueda de una respuesta a lainquietud angustiada del hombre contemporáneo sea enellas aún más necesaria, si es posible decirlo, para noperder los valores que se han ido laboriosamenteconquistando y que se ven hoy amagados desde adentroy desde afuera.

Y esa respuesta sólo puede ser dada a través de uncuerpo doctrinal, es decir, de una tesis, que puedaconstituirse en la columna vertebral que organice lasformas de vida social e institucional de las comunidadeslibres.


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UN DILEMA ANGUSTIANTE

No cabe duda que el marxismo, desde su ángulo, tiene

su visión y su respuesta. En el otro extremo, elcapitalismo representa un modelo económico que,especialmente en los países en desarrollo, se alía con unindividualismo materialista, muchas veces dogmático eintransigente. Estos son los términos de la disyuntiva enque se debate la mayor parte de nuestros pueblos.

En la medida en que la democracia se debilita, esedilema se hace cada vez más dramático. Si logra ser másvigorosa por la solidez de sus organizaciones sociales, elgrado de desarrollo cultural y económico, la mejordistribución de los ingresos y el más efectivo respeto delos derechos del hombre, el dilema pierde su relevancia.

La situación es mucho más difícil en la gran mayoría delos países de menor desarrollo económico, social ypolítico, donde la injusticia, las desigualdades irritantes, ladebilidad de las instituciones, la carencia de participacióny frecuentemente las distintas formas de represión creanodios, resentimientos y desesperación, condiciones

favorables para que el conflicto, al ahondarse, alimentelos extremismos, que pretenden presentarse como lasúnicas alternativas.


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En este proceso ambos acaban por parecerse: uno yotro desconocen derechos humanos esenciales; uno yotro determinan que la democracia en sus naciones es

imposible; uno y otro definen cuál es la verdad, y declaranenemigos de la Patria a quienes no aceptan suformulación oficial; uno y otro recurren a la violencia; unoy otro estiman que la suprema ley es la seguridad delEstado tal como ellos la conciben para su propiobeneficio; uno y otro suprimen los partidos políticos, salvonaturalmente el que ellos reconocen como único; uno y

otro debilitan en los hechos las instituciones intermedias yde base, para dejar al ciudadano inerme frente a unEstado todopoderoso; uno y otro dicen respetar al pueblo,pero las organizaciones que establecen las generandesde arriba, sin permitir que surjan realmente comoexpresión auténtica de la voluntad popular librementemanifestada; uno y otro controlan directa o indirectamentelos medios de comunicación y pretenden concientizar alos pueblos a través de una propaganda sistemática; unoy otro piensan que la libertad y el pluralismo implican undesorden incompatible con el modelo político y económicoque proponen, el que —anuncian— traerá la solución detodos los problemas; uno y otro ofrecen sacrificios

presentes para la conquista de un paraíso futuro en quenacerá el hombre nuevo, aunque sin señalar plazos, maspasan los años sin que las metas anunciadas sealcancen.


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Las comparaciones podrían multiplicarse; pero, ensíntesis, es válido reconocer que unos extremos son, endiferentes grados, una copia sin vuelo, a veces un remedo

—no por eso menos real— de los otros. No podemosnegar que algunos alcanzan las notas de la tragedia,mientras otros constituyen sólo un drama ciertamentedoloroso y melancólico.


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EJEMPLOS ALECCIONADORES

En nuestra América Latina, para no referimos a otrasregiones del mundo, podríamos citar diversos ejemplos deeste juego de los extremos, pero hay algunosespecialmente aleccionadores en diferentes naciones deCentro América y del Caribe que están sufriendo lasconsecuencias fatales de este proceso, cogidas por unatenaza que las ahoga.

En varios de estos países se instalaron dictaduras, Algunas ya con más de 50 años de existencia. Todas, sinexcepción, se justificaban como defensoras del orden ycomo la única barrera ante el peligro comunista.Prácticamente en cada uno de ellos se impuso unrégimen de fuerza y una fórmula social y económica quesignificó la concentración de la propiedad y la riqueza engrupos muy reducidos y cada vez más poderosos frente auna masa, especialmente agraria, que perdió lapertenencia de sus pequeñas o medianas propiedadespara transformarse en conglomerados proletarios de lasgrandes y tecnificadas explotaciones pertenecientes a

personas o compañías en manos de escasos patrones.Estos, amparados por una represión inmisericorde,controlaron además el sistema económico y la vidaintegral de esos pueblos. Después de largos años detales regímenes cayeron primero la dictadura de Batistafrente a Fidel Castro y luego la de Somoza frente alSandinismo. Ahora vemos lo que acontece en El Salvador

y Guatemala, para no indicar otros países que ya estánaguardando su turno.


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Nadie que no quiera deliberadamente cegarse dejaráde ver que estas dictaduras han sido el mejor caldo decultivo para preparar el camino del otro extremo, para

cosechar, después de tan largos períodos de “seguridad”,millares de muertos, torturas, crímenes y destrucción.

Un testimonio entre tantos que nos parece digno deseñalarse es el de la unanimidad de los obispos de ElSalvador que han dicho respecto a lo que ocurre en supatria: “Esta sociedad nuestra aparece a nuestra vista

cada vez más polarizada por el hecho de la acumulaciónde la riqueza en manos de unos pocos y el empobre-cimiento cada vez más escandaloso de las mayorías...”

"Todo este conjunto de situaciones injustas, estaresistencia al cambio de estructuras y esta oposición atodo lo que significa toma de conciencia de la situaciónnacional, es lo que hemos llamado sistema de injusticiaestructural y pecado social.”

“El Salvador aparecía así como uno de los pueblostípicos del continente, que, con sobrada razón, debíaincluirse en la denuncia que hicimos los obispos en

Puebla: como un escándalo y una contradicción con el sercristiano por la creciente brecha entre ricos y pobres’.”

“La opción por la violencia ha llegado hasta laconstitución de ‘brazos armados’ que pretendenconquistar el poder por la vía de las armas e imponer porel terror la ideología de los grupos de extrema izquierda o

defender los intereses de la extrema derecha...”


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“La misma herencia del pasado y la infiltración delcomunismo han venido incubando y sistematizando lallamada ‘lucha ideológica’ hasta desembocar en

ideologías extremistas que rechazan las formasdemocráticas de convivencia social.”

Por ello es que "denunciamos todo cuanto atentecontra la paz en nuestro país: situaciones y actitudes deinjusticia en sus múltiples manifestaciones, como laextrema pobreza que aflige a gran parte de nuestro

pueblo, el desempleo y subempleo, desnutrición,inestabilidad laboral...” Y citando a Puebla (acápite 42),agregan que “a esto se suman las angustias que hansurgido por los abusos del poder, típico de los regímenesde fuerza”. “La angustia de los familiares que sufren por ladesaparición de sus seres queridos, de quienes nopueden tener noticias; inseguridad por detenciones sinorden judicial y abusos de poder en la represiónsistemática o selectiva acompañada de delación, violaciónde la privacidad, apremios desproporcionados, torturas yexilios. La angustia de ver a la Justicia sometida o atada”;y a continuación expresan: “condenamos, en estemomento de angustia que vive nuestro pueblo, la

violencia sangrienta de la guerrilla y el terrorismo de losgrupos clandestinos”.

Seguramente se dirá por aquellos que se niegan a “unatoma de conciencia" que éste es un problema de Centro

América, pero olvidan que en esas condiciones encualquier país es imposible un verdadero diálogo y la

existencia de “formas democráticas de convivenciasocial”, y que ningún seudo triunfalismo del presente


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puede ocultar los efectos inexorables que acarrean estasexperiencias en cualquier pueblo que deba soportarlas.

Quienes hacen en naciones como ésas undesesperado esfuerzo por buscar fórmulas pacíficas yrechazan la violencia, tienen ante sí una tareaextremadamente difícil, saboteados por ambosextremismos que en diversos grados se van haciendomás tajantes.

Indudablemente que no sólo basta condenar laviolencia, cualesquiera sean su forma y origen, y lamentaresta polarización inevitable al suprimirse los cauces deuna solución pacífica y oportuna. Lo importante es sabersi existe alguna vía que ofrecer, una doctrina quepresentar.

El intento de estas páginas es precisamente reiterarque ella existe y que representa la verdadera aspiraciónde la gran mayoría de los pueblos que, dígase lo que sediga, permanece desquiciada frente a la acción de estosextremos y como inerme ante minorías ideologizadas,organizadas y armadas, que pretenden subyugarla.

Cada una, según ellas afirman, lo hace para librar alpueblo del otro extremo, para terminar casi siempreoprimiéndolo. Esto es aún más grave, como ocurre en elcaso-tipo de El Salvador, porque, como muy bien loseñalan sus obispos, siempre entran a actuar presionesforáneas y “una propaganda internacional

desproporcionada y maliciosamente distorsionada, a lo


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que hay que añadir la injusta internacionalización denuestro problema en aras de intereses geopolíticos".

En el fondo, para una y otra facción, el pueblo es unmenor de edad que debe ser conducido por estos gruposque se autoproclaman como clarividentes, ya quepretenden saber mejor que él lo que le conviene; y poreso es que una y otra suprimen la posibilidad de que elpropio pueblo disponga de su destino en forma auténticay verdaderamente libre, porque saben que, si expresara

su voluntad, ellas aparecerían las más de las veces comoinsignificantes minorías.

Los hombres en su innata disposición para vivir en pazy libertad, se sienten interpretados por las grandescorrientes humanísticas y religiosas que se oponen a todaforma de opresión y tiranía, que hoy se apropian dedistintas nominaciones destinadas a disfrazar susfisonomías.


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UN MENSAJE VÁLIDO

Ante este dramático cuadro, sin duda las palabras delPapa Juan Pablo II tienen una vasta significación. Tal veznadie sintetice mejor las aspiraciones básicas de losseres comunes y guarde tan ponderado equilibrio paraevaluar las ventajas y los riesgos de los tiempos quevivimos.

A través de sus documentos y discursos ha idodivulgando un mensaje que contiene los principios y lasbases para construir una nueva sociedad, más pacífica,más libre y más justa, y de ahí que no sea casual que ensu torno se movilicen tan extensas multitudes que ningúnotro hombre vivo es capaz de convocar.

No se trata de palabras dirigidas sólo a los cristianossino a todos los hombres y mujeres, cualesquiera quesean sus posiciones y creencias, en un lenguaje claro ydirecto que desborda los estilos tradicionales paraconvertirse en expresión admirable en defensa de losfundamentales principios que deben inspirar la vidapersonal y social.

Al analizar, como diría Godofredo Kurth, “estosgrandes vuelcos de la Historia”, en su última Encíclicasobre la Misericordia, dice:


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"La presente generación se siente privilegiada porqueel progreso le ofrece tantas posibilidades, insospechadashace sólo algunos decenios. La actividad creadora del

hombre, su inteligencia y su trabajo, han provocadocambios profundos tanto en el dominio de la ciencia y dela técnica como en la vida social y cultural.”

Los jóvenes de hoy saben “que la ciencia y la técnicano sólo aportarán nuevas luces, sino tambien unaparticipación más amplia a su conocimiento. Las nuevas

técnicas de comunicación "favorecen un intercambiocreciente de ideas, y las adquisiciones de la cienciabiológica, sicológica y social ayudarán al hombre apenetrar mejor en la riqueza de su propio ser”.

Si ilimitadas son hoy las factibilidades, también songrandes los obstáculos. “Existen inquietudes eimposibilidades que atañen a la respuesta profunda que elhombre sabe que debe dar”.

"El hombre contemporáneo —señala el Papa en unpárrafo que titula ‘Fuente de Inquietud’ — tiene, pues,miedo de que con el uso de los medios inventados por

este tipo de civilización, cada individuo, lo mismo que losambientes, las comunidades, las sociedades y lasnaciones, puedan ser víctimas del atropello de otrosindividuos, ambientes, sociedades. La historia de nuestrosiglo ofrece abundantes ejemplos. A pesar de todas lasdeclaraciones sobre los derechos del hombre en sudimensión integral, esto es, en su existencia corporal y

espiritual, no podemos decir que estos ejemplos seansolamente cosa del pasado".


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“El Hombre —señala— tiene precisamente miedo deser víctima de una opresión que lo prive de la libertadintegral, de la posibilidad de manifestar exteriormente la

verdad de la que está convencido, de la fe que profesa..”

“Los medios técnicos a disposición de la civilizaciónactual ocultan, en efecto, no sólo la posibilidad de unatentado por vía de un conflicto militar, sino también laposibilidad de una ‘subyugación pacífica’ de losindividuos, de los ambientes de vida, de sociedades

enteras y de naciones que por cualquier motivo puedanresultar incómodas a quienes disponen de mediossuficientes y están dispuestos a servirse de ellos sinescrúpulos... Piénsese —agrega— en la tortura todavíaexistente en el mundo ejercida sistemáticamente por laautoridad como instrumento de dominio y atropellopolítico, y practicada impunemente por los subalternos.”

Es muy cierto lo que agrega el Pontífice cuando afirmaque “junto a la conciencia de la amenaza biológica crecela conciencia de otra amenaza que destruye aún más loque es esencialmente humano, la que está en conexióníntima con la dignidad de la persona, con sus derechos a

la verdad y a la libertad”.

La otra fuente de su inquietud la constituye “él estadode desigualdad” que hay entre hombres y entre pueblos,que no sólo perdura sino que va en aumento. “Y todo esto—expresa— se desarrolla sobre el fondo de ungigantesco remordimiento constituido por el hecho de

que, al lado de los hombres y de las sociedades muyacomodadas o saciadas, que viven en la abundancia,


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sujetas al consumismo y al disfrute, hay en la mismafamilia humana individuos y grupos sociales que sufrenhambre. No faltan niños que mueren de hambre a la vista

de sus madres. No faltan en diversas partes del mundo,en diversos sistemas socioeconómicos, áreas enteras demiseria, de deficiencia y de subdesarrollo. Este hecho esuniversalmente conocido.”

Por eso es que en medio de “esta imagen de hoy,donde existe tanto mal físico y moral como para hacer de

él un mundo enredado en contradicciones y tensiones y,al mismo tiempo, lleno de amenazas dirigidas contra lalibertad humana, la conciencia y la religión, explican laInquietud a las que está sujeto el hombre contemporáneo.


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UN MUNDO PODEROSO Y DÉBIL

Sus palabras no reflejan temor ante el progresohumano, pero al mismo tiempo demuestran que estátambién consciente de sus peligros latentes.

Parece difícil resumir mejor este cuadro tan complejocuando escribe que "de esta forma, el mundo aparece ala vez poderoso y débil, capaz de lo mejor y de lo peor,

pues tiene abierto el camino para optar por la libertad o laesclavitud, entre el progreso y el retroceso, entre lafraternidad y el odio. El hombre sabe muy bien que estáen su mano el dirigir correctamente las fuerzas que él hadesencadenado y que pueden aplastarlo o salvarlo”.

Este es ciertamente un mundo —cómo dudarlo—poderoso y débil, capaz de lo mejor y de lo peor, dondetodos los caminos están abiertos y es de cada hombre laresponsabilidad de elegirlos. Tiene la posibilidad deutilizar las fuerzas que ha desatado y que puedenconducirlo a una mayor libertad o a una peor esclavitud. Yestas palabras adquieren una mayor relevancia por

circunstancias que objetivamente contribuyen a un mejordiscernimiento por la conciencia que están adquiriendolos pueblos de las consecuencias de escoger laalternativa.

Dentro de estas disquisiciones, nadie podría negar queel mundo comunista atraviesa por una crisis profunda. El

conflicto chino-ruso; los problemas que crea en muchasconciencias a través de todo el orbe la invasión de


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Afganistán, de Camboya, y tantos otros hechos, queconmueven a muchos que antes veían por allí un camino.

Desde otro ángulo, el significado de lo que ocurre enPolonia no puede disimularse. En este Estado socialista,son los trabajadores los que se levantan; no son losburgueses ni los reaccionarios. Y todos saben que similaractitud está latente en Hungría, Rumania, Checoslovaquiay Yugoslavia, y alcanza también a algunos partidoscomunistas europeos, principalmente el español y el

italiano.

Adicionalmente, hay otro factor de mayor profundidaden sus consecuencias, y es la protesta de un extensonúmero de personas que representan los sectoresintelectuales y cuyo desacuerdo los designa como los“disidentes”.

En tiempos de los zares, la rebelión vino de lainteligencia”; Dostoiewski y Tolstoi, entre otros, lasimbolizaron.

Hoy ocurre lo propio, pero en una proporción y

magnitud antes no conocidas, aun bajo el zarismo. Eltrato ultrajante a Sakharov no tiene parangón con el quele fuera dado a Tolstoi, que vivió ejerciendo un verdaderoimperio moral. El número de filósofos, escritores, artistas ycientíficos perseguidos, encarcelados, o exiliados, no selimita sólo a algunos hombres famosos, sino también auna pléyade de creadores e investigadores menos

renombrados. La lista sería interminable, y los numerosos


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libros que muchos de ellos han publicado en su exilioagitan el pensamiento en el mundo, y cada día sonmayores los testimonios del impacto que provocan.

Mas tampoco puede decirse que el materialismocapitalista esté en su apogeo. Parece difícil discutir quecomo fórmula de productividad de bienes es más eficienteque la economía colectivista. Cosa muy distinta es quesea una respuesta al hombre, la base de una civilización.La crisis por que atraviesa el sistema, los quiebres

morales, el consumismo desatado, la creciente brechaentre grandes riquezas y oprobiosas pobrezas, losdesequilibrios en el orden mundial, tampoco puedennegarse. Si bien convive junto a la democracia pluralista,lo que es sin duda un hecho real y positivo, es indudableque en el seno mismo de estos regímenes el hombreanda en busca de una respuesta más de acuerdo con supropio ser.

Como escribe el Papa en la Encíclica sobre laMisericordia:

“Evidentemente un defecto fundamental o más bien

un conjunto de defectos, más aún, un mecanismodefectuoso, está en la base de la economíacontemporánea y de la civilización materialista, que nopermite a la familia humana alejarse, yo diría, desituaciones tan radicalmente injustas’’.

Para insistir después en que la amenaza nuclear no

concierne únicamente a lo que los hombres puedan hacer


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a los hombres valiéndose de los medios de la técnicamilitar; involucra también muchos otros peligros que sonel producto de una civilización materialista, la cual, no

obstante declaraciones ‘humanísticas , acepta la primacíade las cosas sobre las personas”.

Más allá de la economía y de la política hay untrasfondo existencial que implica una visión del hombre,de su destino, de un sistema de ideas que se reflejan ensu actitud ante la vida, la concepción de la sociedad en

que vive, sus tradiciones, los principios que reconoce yque se expresan en todas sus manifestaciones,materiales y espirituales.


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UNA ESCALA DE VALORES

De ahí la importancia de que logre sustentarse en una

escala de valores que defina y esclarezca las bases sobrelas cuales el hombre y los pueblos puedan vivir en comúncon otros. Si esta escala de valores no existiera o nofuera admitida, el mundo se destrozaría. No basta uncierto tipo de pragmatismo avalórico que conduceinevitablemente al oportunismo y a la esterilidad moral.

Juan Pablo II en sus Mensajes de Paz dirigidos almundo entero en los años 1980 y 1981 ha señaladocuáles son esos valores que permitirán fundar la vida enlas sociedades humanas, a partir de las complejidadesactuales. Tienen especial trascendencia pues precisanuna doctrina y una posición.

Diríamos que centra al hombre al colocarlo como elcimiento esencial de todo orden verdadero, y lo ubicafrente a los extremos deshumanizados, que lo trastornan,desnivelan, y pretenden “tironearlo”, es decir,"descentrarlo”. Al hacerlo ha definido la sustancia de unverdadero Humanismo, que debe responder a la

naturaleza de los tiempos.

Su tesis y objetivo motivacional es la defensa de ladignidad del hombre, de sus libertades fundamentalescontenidas en la Declaración Universal de los DerechosHumanos, a la cual se refiere insistentemente.


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El hombre, sujeto de derechos inalienables, con undestino trascendente, debe defenderse y ser defendidocontra toda especie de opresión, la que surge de sí

mismo por sus debilidades y errores y por el mundoegoísta que lo rodea, que deliberada o inconsciente-mente trata de absorberlo o reducirlo.

En los Mensajes de Paz de los años 1980 y 1981 fijalos parámetros que lo enmarcan.1

El primero se refiere al reconocimiento de la verdad.

Pareciera esto muy obvio; pero si se medita un poco secomprenderá que allí está el principio de todo orden, la única posibilidad de entenderse. El reino de la mentira esel que todo lo corrompe y distorsiona.

“Si es cierto que la verdad sirve a la causa de la paz,es también indiscutible que la "no verdad" camina a la parcon la causa de la violencia y de la guerra...”

"Por ‘no verdad’ hay que entender ! la mentirapropiamente dicha, la información parcial o deformada, la

propaganda sectaria, la manipulación en los medios decomunicación, etc....”

Estas formas de “no verdad” están en la base de laviolencia y preparan el terreno propicio para que éstaprospere.

1 Todas las frases entre comillas que van a continuación, salvo cuando sehace expresa referencia a otros documentos, están contenidas en el textooficial de los Mensajes de Paz de los años 1980 y 1981.


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“La violencia se impregna de mentira y tiene necesidadde la mentira, procurando asegurarse una respetabilidaden la opinión mundial, ¿Qué decir de la prácticaconsistente en imponer a quienes no comparten lasmismas posiciones —para mejor combatirlos o reducirlosal silencio— la etiqueta de enemigos atribuyéndolesintenciones hostiles y estigmatizándolos como agresoresa través de una propaganda hábil y continua?”

Para ejercer tales propósitos, todos los recursos seconsideran legítimos: “Indignaciones selectivas,

insinuaciones pérfidas, manipulación de las informaciones—(observemos cuántas veces repite el concepto)—descrédito sistemático lanzado sobre el adversario supersona, sus intenciones, sus actos—. Chantaje e intimidación: he aquí el menosprecio de la verdad, puestoen obra, para desarrollar un clima de incertidumbre,dentro del cual se quiere coaccionar a las personas, a los

grupos, a los gobiernos, a las mismas instanciasinternacionales, a unos silencios resignados o cómplices,a compromisos parciales y a reacciones irracionales;actitudes todas igualmente susceptibles de favorecer el

juego homicida de la violencia y atacar la causa de lapaz”.

Si no se leyera en forma tan superficial y nosdetuviéramos un instante a pensar el verdadero alcancede estas palabras, apreciaríamos cómo ellas retratan conexactitud las situaciones reales que desgraciadamentevivimos.

En el plano internacional se deforman las noticias de

acuerdo con los intereses o posiciones ideológicas, seocultan o se agigantan algunas y se empequeñecen las

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que se desea no se conozcan. Igual ocurre en el interiorde las naciones. Estos mismos Mensajes quecomentamos no tienen cabida o muy escasa en los

medios de difusión, o se resumen tendenciosamente.Cuántos silencios y abusos, en nombre muchas veces

de la libertad de información, pues no se titubea en elegirlas palabras para producir mayor perturbación y engañoentre quienes no tienen la posibilidad de informarseadecuada y objetivamente.

A menudo los titulares no corresponden a los textos, ose escogen mañosamente frases que fuera del contextototal adquieren un significado diferente, lo que induce aengaño al hombre común desprevenido. Poderosos yextensos consorcios económicos o ideológicos,nacionales e internacionales, construyen imperiospropagandísticos para servir sus posiciones, manipulando

con frecuencia la información. Pocos son los que seexceptúan.

Otra forma de mentir es el permanente abuso de lo queSe ha llamado el “doble standard": lo que es un crimenen un lado no lo es en la vereda contraria. En nombre deengañosos intereses ideológicos, los que cometen actos

condenables son aplaudidos o vituperados según unaextraña solidaridad que aprueba o reprueba, no ennombre de normas sino de subjetivismos e intereses.

Si el régimen del frente cierra un periódico o impone lacensura, se le condena: si éste lo hace, se le aplaude. Siaquél tortura, es un criminal; si éste lo hace, se silencia o

se justifica el hecho.


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Aunque no lo parezca, esta es la raíz profunda deconflictos insalvables, de la rebelión que se acumula en elcorazón de quienes toman conciencia de lo que encubre

el reino de la mentira.Solzhenitsyn, en el discurso que enviara a Estocolmo

para la recepción de Premio Nobel, dijo algoproféticamente semejante, que conviene recordar una vezmás y repetir:

"La violencia, cada vez menos atada por restriccionesque siglos de legalidad impusieron, abrasa al mundoentero sin importarle que la Historia ha demostradorepetidas veces su esterilidad’’. “Más aún, la fuerza brutano sólo triunfa sino que además recibe una entusiasta

justificación’’.

“El mundo se deja llevar por la cínica convicción de que

lo puede todo y la justicia nada”.

“No olvidemos, sin embargo, que la violencia no vienesola, que es incapaz de vivir sola, porque estáíntimamente asociada por el más estrecho de los lazosnaturales con la mentira. La violencia encuentra no sólorefugio en la mentira y la mentira no sólo sostén en la

violencia. El hombre que escogió la violencia como medio,debe, inexorablemente, elegir la mentira como regla”.


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RESTAURAR LA VERDAD

SÍ nos detenemos un instante para juzgar nuestraspropias experiencias y las que circulan por el mundovemos cuán terriblemente cierto es que quienes hanescogido la violencia como medio, inexorablemente eligenla mentira como regla.

Y conocemos bien las Infinitas maneras de mentir.

Por eso es que para Juan Pablo II, “en la base detodas estas formas de ‘no verdad’, alimentándolas yalimentándose de ellas, hay una concepción errónea delhombre y de sus dinamismos constitutivos. La primeramentira, la falsedad fundamental, es la de no creer en elhombre, en el hombre con toda su potencia de grandeza,

y además en su necesidad de redención del mal y delpecado que está en él”.

Agrega enseguida: “Derivada de ideologías diversas,con frecuencia opuestas entre sí, se difunde la idea deque el hombre y la humanidad entera realizan su progresosobre todo como producto de la lucha violenta. Se hacreído poder verificarlo en la historia. Progresivamente seha llegado a la costumbre de analizar todo, tanto en lavida social como en la internacional, en términosexclusivos de relaciones de fuerza y consiguientementede organizarla para imponer sus intereses”.

De ahí que: "mientras se sostengan selectivamenteciertas violencias favorables a intereses e ideologías;mientras se mantenga la afirmación de que el progreso de


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la justicia es en último análisis un resultado de la luchaviolenta, los matices, los frenos y las selecciones cederánperiódicamente a la lógica simple y brutal de la violencia,

que puede llegar hasta la exaltación suicida de laviolencia por la violencia”.

Naturalmente no faltan algunos que siempre estándispuestos a pensar que el sayo deben ponérselo losotros. Sin embargo, las violencias de unos son igualmenteinaceptables que las de los otros, y peor aún si ellas se

cubren con el manto de intereses, o de ideologías, o de“razones de Estado”.

Este Papa habla directamente, sin eufemismos, sinfrases envueltas con gasa y ungüentos, y al proseguir suanálisis no deja resquicios para que se escapen los quequisieran disfrazar, ocultar o aprovechar sus palabras.

“En medio de tal confusión de espíritus, construir lapaz con las obras de la paz es difícil y exige larestauración de la verdad”.

“Restaurar la verdad es ante todo llamar por sunombre los actos de violencia bajo todas sus formas. Hayque llamar al homicidio por su nombre: el homicidio es unhomicidio y las motivaciones políticas e ideológicas lejosde cambiar su naturaleza, pierden por el contrario sudignidad propia. Hay que llamar por su nombre lasmatanzas de hombres y mujeres, cualquiera que sea supertenencia étnica, su edad y condición. Hay que llamarpor su nombre a la tortura y con los términos apropiados atodas las formas de opresión y explotación del hombre

por el hombre, del hombre por el Estado, y de un pueblopor otro pueblo”.


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Sin embargo, esto no es todo. Nada hay que escape aeste esfuerzo valeroso y sin limitaciones para denunciarla “no verdad” y la mentira cuando expresa: "Uno de los

engaños de la violencia consiste en tratar —para la justificación propia— de desacreditar sistemática yradicalmente al adversario, sus actuaciones y lasestructuras socio ideológicas en las que se mueve ypiensa”.

La dignidad del hombre requiere la defensa de laverdad no de un modo teórico sino en términos concretos’y por eso desaprueba toda forma de manipulación o deverdades parciales, que son, siempre, la peor manera dedeformarlas.

Para que no haya duda alguna, define así supredicamento: Al homicidio debe llamársele por sunombre. No se atenúa, sino que se agrava cuando se

comete en función de motivaciones políticas oideológicas. Las matanzas jamás podrán acreditarse, osea no hay en sus palabras refugio para excusarcrímenes.

A propósito de tan claros conceptos, no sin estuporHemos leído recientemente en nuestro país en relación

con una sentencia judicial, la siguiente frase: “En conse-cuencia” —concluye el Fiscal— “la conducta de que setrata (falsificación de pasaportes) es en efectosocialmente adecuada y no materialmente antijurídica,aunque puede, en hipótesis cumplir objetivamente lasdescripciones de un tipo penal, el cual queda absorbidopor la finalidad ético social de la conducta realizada, razón

por la cual debe considerársele como lícita!

" Y, sobreestas bases, la sentencia fue absolutoria.


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Esta es la antípoda del contenido del Mensaje quecomentamos.

Dentro de este verdadero galimatías para envolver elconcepto, hay una sola conclusión: el delito deja de serlocuando el propósito queda “absorbido por la finalidadética social de la conducta realizada” con lo cual seconcluye que la transgresión cometida es lícita. Según ladoctrina que genera esta jurisprudencia, se puede matar,raptar, estafar, falsificar e incurrir en toda clase de

violaciones de la ley al estimarse que el hecho tiene unafinalidad útil para quienes tienen el poder, y también no loolvidemos, como consecuencia, para quienes quierancombatirlos con sus mismas armas. Se abre así la puerta

jurídica para llamar lícitos todos los delitos y las violenciasposibles.

Esto es lo que se llama claramente subversión de losvalores más esenciales para una sociedad. El Papapresenta un espectro preciso y completo de lo que sonlas transgresiones a las normas y principios queconstituyen la esencia de su enseñanza. No obstante,ellas son vulneradas muchas veces por algunos que dicen

aceptar su dirección, con el agravante que invocanfrecuentemente al humanismo cristiano como su fuentede inspiración; lo que constituye la más monstruosa de lasdistorsiones y un abuso sin medida de los términos.


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LA CAUSA DE LA LIBERTAD ES INDIVISIBLE

Si la verdad es el tema central del Mensaje de 1980, la

libertad lo es en el Mensaje de 1981.

Comienza Juan Pablo II por recordar que Juan XXIIIproponía la libertad como uno de los cuatro pilares quesostienen el edificio de la paz.

“Esta paz debe realizarse en la verdad, debe

constituirse sobre la justicia; debe estar animada por elamor; debe realizarse en la libertad”. Y agrega elsiguiente párrafo, que debiera acuñarse: “Sin un respetoprofundo y generalizado de la libertad; la paz escapa alHombre. No tenemos más que mirar alrededor nuestropara convencernos. En efecto, mientras muchos hombresy mujeres, simples ciudadanos o dirigentes responsables,

se preocupan vivamente por la paz —a veces hasta llegara la angustia— sus aspiraciones no se concretizan en unapaz verdadera a causa de la falta de libertad o deviolación de la misma, o también por la manera ambigua oerrónea en la que es ofrecida”.

Esta falta de libertad tiene dos ámbitos.

Uno es en el orden internacional al cual se refierecuando se pregunta: “¿Cuál puede ser la libertad de unanación cuya existencia, aspiraciones y creaciones estáncondicionadas por el miedo en vez de la confianzamutua? La libertad es herida cuando las relaciones entrelos pueblos se fundan no sobre el respeto de la dignidadde cada uno, sino sobre el derecho del más fuerte, sobrela actitud de los bloques dominantes y sobreimperialismos militares o políticos Y agrega: “La libertad


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es herida... a causa de las dominaciones económicas ofinancieras ejercidas por las naciones privilegiadas ofuertes”.

El otro ámbito es el interno de cada nación, y, dentrode él a nivel político, demanda: “¿Tiene la paz una suertereal cuando no está garantizada la libre participación enlas decisiones colectivas o el disfrute de las libertadesindividuales?”. Y su respuesta es realmente diáfana: “Nohay verdadera libertad -—fundamento de la paz— cuandotodos los poderes están concentrados en manos de unasola clase social, de una sola raza, de un solo grupo: ocuando el bien común es confundido con el interés de unsolo partido que se identifica con el Estado”.

Es decir, no hay verdadera libertad cuando losindividuos son dominados por una sola agrupación“negando al mismo tiempo toda trascendencia al hombre

y a su historia personal y colectiva”.

Para Juan Pablo II el problema va aún más allá. Lacausa de la libertad es para él indivisible cuando señala laaberración de los “nuevos ataques a la libertad en elámbito de la vida personal, de la familia, de la cultura, deldesarrollo económico y de la vida política”.

Y en este punto avanza una idea de la mayor trascen-dencia: el problema de la libertad no es sólo una tarea enlo interno de cada nación; es una lucha universal ysolidaria, al revés de los que quieren ahogarla dentro delos límites del espacio físico que controlan.


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“Pienso —dice el Papa— en los hombres y en lasmujeres del mundo entero, enamorados de unasolidaridad sin fronteras, para quienes es imposible en

una civilización mundial, aislar sus propias libertades delas que sus hermanos y hermanas en otros continentes seesfuerzan por conquistar o defender. Pienso de modoespecial en los jóvenes que creen que no se llega a serverdaderamente libre sino esforzándose por procurar alos demás la misma libertad”.

Que tristemente pequeñas, “provincianas”, resultan lasposiciones de quienes levantan aduanas para atajar lospensamientos y a las personas y que gritan ¡Intervención!cuando, a través de un espacio abierto por una“civilización mundial” , la juventud, los intelectuales y lospueblos luchan unidos por la defensa de la libertadnegada, porque piensan que ésta es una luchaindivisible.


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UN CALLEJÓN SIN SALIDA

No se puede matar una parte de la libertad sin quetodo su cuerpo sea herido, en cualquier espacio o latitud.

Aquí no caben tampoco los dobles estandaresde quienes callan cuando la libertad se suprime en un paísque les es afecto, para condenar lo que acontece en elque les es contrario. Esta posición ambivalente, que

aplaude y justifica en unos lo que condena en otros, notiene cabida en este Mensaje.

Un preso en Cuba es tan preso como uno en Chile o Argentina, en Nigeria o Checoslovaquia. La causa de lalibertad es indivisible.

Juan Pablo II en sus dichos y escritos centra losProblemas y sus soluciones frente a los extremismosmonolíticos, antihumanos, que finalmente se conviertensiempre en enemigos prácticos de toda libertad. Estaafirmación se amplía, pues no sólo los abusos de losautoritarismos destruyen la libertad, sino que también laaniquilan quienes hacen imposible, con sus propiosexcesos, todo orden social.

"La verdadera libertad está igualmente ausente cuandoformas diversas de anarquía erigidas en teoría llevan arechazar o impugnar sistemáticamente toda autoridad,confinando en el extremo con terrorismos políticos oviolencias obcecadas, espontaneas u organizadas”.

Agrega a continuación, y es inútil buscar atenuantes asus palabras: “Tampoco existe ya verdadera libertadcuando la seguridad interna es erigida en normas única y


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suprema de las relaciones entre la autoridad y losciudadanos, como si ella fuera el único y principal mediode mantener la paz. No puede ignorarse dentro de este

contexto el problema de la represión sistemática oselectiva, acompañada de asesinatos y torturas, dedesapariciones y exilios, de la cual son víctimas tantaspersonas, incluidos obispos, sacerdotes, religiosas ylaicos cristianos comprometidos en el servicio delprójimo”.

A veces se tiene la impresión de que estas frasestuvieran destinaciones con nombres y apellidos. Dan lasensación de que el que las escribe está apuntando conel dedo a quienes adoptan estas conductas y estasprácticas. Por manifestar conceptos semejantes sonmuchos los que han sido calificados en los términos másdenigrantes. Por tocar, por ejemplo el tema del exilio, sereciben epítetos condenatorios. Cabe preguntarse qué

calificativos merece el Papa cuando enjuicia con tanquemantes términos lo que ocurre en algunos de nuestrospaíses.

La experiencia nuestra y de otros pueblos en AméricaLatina está aquí específicamente retratada, y ningún autoro cómplice puede esconderse, porque no hay conos de

sombra que permitan ocu.tar la verdad.

Las consecuencias de vulnerar los principios señaladosestán a la vista. Después de años de opresión se llega aun callejón sin salida, callejón de violencia, de sangre, dedestrucción.

Como contrarrespuesta al sistema, aparecen formas deanarquía, terrorismos políticos, de Derecha e Izquierda:


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ambos desencadenan “violencias obcecadas,espontáneas u organizadas”.

Este es el fruto inevitable de suprimir la libertad, del usode la fuerza como el “único y principal medio”, del empleosistemático de la “no verdad”.

Nadie puede querer para su Patria este encasillamientofatal; nadie desea un dilema tan sin sentido ni esperanza.

No obstante, hay quienes reconocen que todo esto escierto; pero no dan un solo paso para modificarlo. Leenestas denuncias, pero siempre dan razones paracontinuar hundiendo sus pies y manos en la represiónunos, en la violencia los otros, y prefieren descartar quesea posible actuar de manera diferente. Es ya el reino delpuro instinto, de la pasión y de la violencia recíproca.

Las palabras de Juan Pablo II no son meras palabras;señalan la tragedia que significa balancearse entre losdos extremos que buscan ampararse en la fuerza. Comobien lo dice, la muerte de la libertad no prepara loscaminos de la paz.

Y sus expresiones no son sólo una teoría.

Cada una de sus afirmaciones responde a una realidadque todos podemos palpar con nuestras manos y ver connuestros ojos.


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LA JUSTICIA SOCIAL Y LA LIBERTAD

En el orden internacional y en el orden político interno,como con un bisturí descubre los tumores queenvenenan. Algo semejante intenta en el capítulo en querelaciona la libertad y la paz con el problema de la justiciasocial. Leámoslo:

"A nivel social difícilmente puede calificarse de

verdaderamente libres a hombres y mujeres que no tienenla garantía de un empleo honesto y remunerado o que, entantos pueblos rurales, siguen sometidos a servidumbresdeplorables...” Y más adelante: “...la libertad queda enprimer lugar reducida, más de lo que parece, en unasociedad que se deja guiar por el dogma del crecimientomaterial indefinido, por la carrera a la posesión o la

carrera a los armamentos. La crisis económica actual quealcanza a todas las sociedades corre el riesgo deprovocar, si no ha sido confrontada con postulados deotro orden, medidas que restringirán todavía más elespacio de libertad que la paz tiene necesidad para brotary florecer”.

Y continúa: “A nivel espiritual la libertad puede seguirsufriendo manipulaciones de muchos tipos. Por ejemplo,cuando los medios de comunicación social abusan de supoder sin preocuparse de la objetividad rigurosa”.


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La libertad para Juan Pablo II “no sólo es un derechoque se reclama para uno mismo, es un deber que seasume frente a los otros”.

Es evidente que “ciertas formas de libertad no merecenverdaderamente este nombre y es necesario vigilar paradefender la libertad contra las falsificaciones de diversostipos”. Por ejemplo, según el Papa, la sociedad deconsumo —un exceso de bienes no necesarios alhombre— puede constituir en cierto sentido “un abuso de

la libertad, cuando la búsqueda cada vez más insaciablede bienes no está sometida a la ley de la justicia y delamor social”. “Tal práctica del consumo entraña de hechoun límite de la libertad de los demás, e incluso, en laperspectiva de la solidaridad internacional, ella afecta asociedades enteras que no pueden disponer del mínimode bienes para sus necesidades esenciales”.

Más imperativo es aún, si ello es posible, cuandoaborda el tema de los desequilibrios entre la extremariqueza y la pobreza que sufren en el mundo centenaresde millones de seres humanos: “La existencia de zonasde pobreza absoluta en el mundo, la existencia del

hambre, de la desnutrición, no dejan de poner una graveinterrogación a los países que se han desarrolladolibremente sin tomar en cuenta a los que tenían el mínimoy hasta es posible que a expensas de ellos”.

No puede caber duda que frecuentemente la riquezade algunos se ha hecho a costa de los pueblos del Tercer

Mundo, cuyos recursos naturales han sido en ocasionesverdaderamente saqueados, sin respeto alguno ni


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siquiera por su ecología, lo que afecta no sólo a losexpoliados, sino también a las reservas vitales de toda laHumanidad. En otras ocasiones, los precios que se pagan

por esos productos básicos, y sus constantesfluctuaciones, impiden programar el desarrollo o causanpresiones inflacionarias y desequilibrios de todo orden.

Con relación a nuestro país, podemos comprobarlo enel precio del cobre que contemporáneamente baja enforma constante si consideramos la devaluación del dólar,

los aumentos reales en los costos de los bienes decapital requeridos, etc. Y respecto a otras áreas, podemosver cómo durante decenios se pagaron por el petróleosumas insignificantes —un dólar y fracción por el barril—para construir todo un inmenso aparato económicoalimentado por una energía, no sólo barata sino casiregalada, proveniente de pequeños países con una vidamiserable, mientras grandes naciones industrializadas ypoderosas compañías monopólicas hacían el másgigantesco de los negocios.

Por eso es que no parece extraña la denuncia de “lapobreza absoluta” en el mundo, la existencia del hambre y

de la desnutrición, y el peligro que significa el crecimientomaterial indefinido por la ambición de la posesión de lariqueza y la carrera de los armamentos, en la cual, paramayor escándalo, no sólo participan los grandes paísessino también algunos relativamente pequeños.

Centenares de informes y documentos levantan un

verdadero clamor frente a este último hecho, pues con el10 por ciento o bastante menos de lo que anualmente se


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gasta en elementos bélicos se podría erradicar laextrema miseria en el mundo, que afecta en la actualidada más de mil millones de personas. Y esta monstruosidad

en vez de disminuir, aumenta.

Mas estos desequilibrios no sólo existen en el planointernacional entre las distintas naciones, sino también enlo interno de cada país se presentan las mismasdesigualdades.

Un caso patente es el de América Latina en la que seobservan estos contrastes abismales entre la opulencia yla miseria; el consumismo desenfrenado de algunos y lacarencia de medios para satisfacer las necesidades másesenciales de otros, muchas veces a escasa distancia, enuna misma ciudad, en un mismo barrio, lo que impide elreal ejercicio de la libertad, que no sólo no prepara lascondiciones para la paz, sino que crea resentimientos,que, a su vez, incuban la violencia. Ninguna “seguridad'’podrá subsistir en ese clima.


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EL PROGRESO ECONÓMICO Y LA EXISTENCIA HUMANA

De ahí que el Papa manifieste que “quisiera intercederpara que la comunidad de naciones se esfuerce enayudar a las naciones jóvenes o aún en vías de desarrolloa alcanzar el verdadero dominio de sus propias riquezas yla autosuficiencia en materia alimentaria así como en lasnecesidades vitales esenciales”.

“Pido a los países ricos que orienten su ayuda hacia lapreocupación primera de eliminar activamente la pobrezaabsoluta”.

No es un demagogo nacionalista el que recomienda alos países más jóvenes y a los ya muy antiguos, pero aún

poco desarrollados, que alcancen el verdadero dominiode los recursos que les son propios y la suficiencia enmateria alimentaria, así como de otros elementos que lesson imprescindibles. Y si pide a los países ricos queayuden a eliminar la pobreza absoluta en las regionessubdesarrolladas, con igual o mayor razón demanda lopropio en el seno de cada una de estas naciones.

La causa profunda de su actitud está en que “unasociedad construida sobre una base puramentematerialista niega al hombre su libertad, cuando sometelas libertades individuales a las exigencias económicas,cuando reprime la creatividad espiritual en nombre de unafalsa armonía ideológica, cuando retira a los hombres el

ejercicio de su derecho a asociación, cuando reduce


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Prácticamente a la nada la facultad de participar en lavida pública o se comporta de tal manera en este ámbitoque el individualismo o el ausentismo cívico o social

terminan por ser una actitud general”.

Qué distancia existe entre estas afirmaciones yaquellas que sostienen que primero es necesarioestablecer la ‘‘libertad económica” como condición parauna posterior libertad política, libertad económica basadaen una competencia entre desiguales que inevitablemente

conduce a una concentración del poder económico y ahacer cada día menos viable aquel tipo de “libertades” quese ofrecen.

Así como el colectivismo termina con la libertad políticay económica concentrando todo el poder y la propiedaden el Estado, que se convierte en el único Empleador,igual sucede con los regímenes que “someten laslibertades individuales a las exigencias económicas”. Sinlugar a dudas, este tipo de “libertad económica” sinlibertad política, conduce precisamente a someter alhombre a las exigencias de los detentores del podereconómico sin control y a permitir la coalición de sus

intereses con las fuerzas del Estado. Lo que conducefácilmente a la corrupción y al desprecio de las normaséticas.

El Estado, en esta forma, termina por renunciar a supapel de gestor del bien común, para convertirse en elprotector de un grupo reducido de privilegiados de la

riqueza y en el guardián de un orden basado en restringir


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o suprimir las libertades individuales, lo que permite aunos pocos crear más fácilmente sus imperios.

Qué decir de quienes rehusan el derecho deasociación, aunque digan lo contrario, y reducen a unmero formalismo la participación de la comunidad alimpedir la verdadera expresión de su base social, lo queconduce al individualismo y, subrayemos el concepto, aun “ausentismo cívico o social, porque se enerva elespíritu que requiere un ámbito de auténtica libertad. Así,

la creatividad de un pueblo es reemplazada por el empujede un limitado grupo en busca de su poder, en medio deuna pasiva indiferencia que cae como sombra triste sobrela vida de la inmensa mayoría ciudadana.

En Redemptor Hominis se escribió: “La nuevacategoría del ‘progreso’ económico, que se convierte enuna categoría superior que subordina el conjunto de laexistencia humana a sus exigencias parciales, sofoca alhombre, disgrega la sociedad y acaba por ahogarse ensus propias tensiones y en sus mismos excesos”.

Es necesario, en consecuencia, establecer un principio

superior: el de la solidaridad en un sentido amplio “quedebe inspirar la búsqueda eficaz de instituciones ymecanismos adecuados, tanto en el orden de losintercambios, donde hay que dejarse guiar por las leyesde una sana competencia, como en el orden de una másamplia y más inmediata repartición de las riquezas y delos controles sobre las mismas para que los pueblos

puedan avanzar gradual y eficazmente”.


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El Papa afirma que no se avanzará en el “camino difícilde las indispensables transformaciones de la vidaeconómica si no existe una verdadera conversión de las

mentalidades y el compromiso de pueblos libres ysolidarios. No se puede confundir la libertad con el instintodel interés —individual o colectivo— o incluso con elinstinto de lucro y de dominio, cualesquiera que sean loscolores ideológicos que revisten”.

Juan Pablo II no desconoce, por supuesto, que los

instintos existen, pero agrega —y es necesario detenerseen la expresión que usa— que “no habrá economíahumana si los instintos no son asumidos, orientados ydominados por las fuerzas más profundas que seencuentran en el hombre y deciden la verdadera culturade los pueblos”.

Efectivamente, nadie puede desconocer la necesidadde “una sana competencia” o la validez de las leyes delmercado, ni que el interés sea un motor y la luchacompetitiva un estímulo. Mas las sociedades no debenregirse en forma absoluta por ellas: se las reconoce en surealidad, pero sometidas a principios superiores, como elde la solidaridad, porque una economía humana debe

estar regida por leyes primordiales que terminan porinstituir algo muchísimo más importante: la verdaderacultura de los pueblos que se debe “orientar y dominar” enfunción “de las fuerzas más profundas que se encuentranen el hombre”.

De esas fuentes, según el documento en mención,“debe nacer el esfuerzo con el que se expresará laverdadera libertad humana y que será capaz deasegurarla también en el campo de la economía”.


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PROMOVER HOMBRES LIBRES EN UN MUNDO LIBRE

No es, pues, la libertad económica la que engendra lalibertad humana y el verdadero desarrollo de lacomunidad toda, sino que es la consecuencia de unavisión del hombre, de su libertad intrínseca, la que generael adecuado funcionamiento de todo el cuerpo social y dela economía, en correspondencia con los valores queocupan un lugar esencial y prioritario.

La libertad no es un don superpuesto ni un atributoinsubstancial. El Pontífice lo expresa, por lo demás,textualmente: “La libertad en su esencia es interior alhombre, connatural a la persona humana, signo distintivode su naturaleza”. “Ser libre —dice al término de estecapítulo— es poder y querer elegir, es vivir según su

propia conciencia”.

La síntesis de su pensamiento reside en dos títulos quetienen la agudeza de una consigna: “Promover hombreslibres en una sociedad en libertad”, y “Promover hombreslibres en un mundo libre”.

Por supuesto que la libertad, como lo dijera, “tampocoes promovida en la sociedad permisiva que confunde lalibertad con la licencia y que proclama en nombre de lalibertad una especie de amoralidad general”. Esa no es lasupresión de la libertad, sino su corrupción por losexcesos, que terminan inevitablemente por destruirla.

Si recorremos estos mensajes, sus discursos y lasencíclicas, constatamos una coherencia perfecta en la


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doctrina y, lógicamente como derivación, en lasconclusiones. Podríamos detenernos en cada una de susaseveraciones, y en todas ellas surge la misma visión del

hombre y la sociedad y, lo que es igualmentefundamental, de los métodos consecuentes a estosobjetivos.

Y no puede ser de otra manera, porque los mediosdeben ser concordantes con los fines, ya que unos yotros, en definitiva, se condicionan.

Esta es la razón por la cual en sus Mensajes señala nosólo las metas sino también las bases morales paralograrlas.

“Uno de los engaños de la violencia consiste en tratar,para justificación propia, de desacreditar sistemática yradicalmente al adversario y sus actuaciones”.

El hombre de paz, por tanto, no debe recurrir a estosmétodos y sí reconocer “la parte de verdad que hay enotros”.

El hombre de paz “no cierra los ojos ante las tensiones,las injusticias y las luchas que forman parte de nuestromundo. El las mira de frente. Las llama por su nombre”.

Más todavía, este hombre es aún más sensible a todolo que contradice la paz y "esto lo mueve a investigarvalientemente las causas reales del mal y de la injusticia

para buscarles remedios apropiados”.


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“La verdad —sigue más adelante— no permitedesesperar del adversario, no reduce al adversario alerror en el que lo ve sumido; al contrario, reduce el error

a sus verdaderas proporciones y recurre a la razón, alcorazón y a la conciencia del hombre , porque “uno de losmás grandes engaños que corrompen las relacionesentre individuos y grupos, consiste, para mejorestigmatizar el error del adversario, en desprestigiar todoslos aspectos, incluso justos y buenos, de su actuación”.

“Y sobre todo, la verdad permite aún más nodesesperar de las víctimas de la injusticia; no permiteconducirlas a la desesperación de la resignación o de laviolencia”.

No puede, dentro de esta línea de pensamiento, haberpaz “sin una disponibilidad al dialogo sincero y continuo".

“La verdad no tiene miedo de los acuerdos honestos! sin sacrificar convicciones y valores esenciales”.


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EL CAMINO DE LA PAZ

Por desgracia, a veces las imágenes son más

determinantes que los argumentos de la razón. Parecemás gallardo y viril el que es capaz de violentar y matar.Esta es una imagen ciertamente engañosa. El camino dela violencia para combatir la violencia puede conducir aveces, no siempre, al triunfo, pero lo importante es saberqué clase de éxito se busca, pues fácilmente por esecamino la alternativa consiste en reemplazar un régimen

de opresión por otro. Y eso es fatal.

El camino de la paz, al revés de lo que algunos creen,es muy arduo. Muchas veces es necesario soportar elataque cruzado de ambos extremos o la incomprensiónde los que, desesperados ante las injusticias, los abusos,los atropellos, no pueden comprender una actitud que

estiman conciliadora con los que oprimen. Nada máslejos de la realidad. El hombre de paz no es unconformista, es un luchador con otras herramientas.

Buscar la racionalidad y la paz no es esconder niprocurar falsos acuerdos con los que abusan. El Papa esmuy claro: hay que llamar por su nombre al homicidio, alas matanzas de hombres y mujeres, a la tortura y a

todas las formas de opresión. Hay que investigar lascausas del mal y de la injusticia. Esta es una posiciónactiva que impide caer en la tentación de la violencia, dela desesperación o del conformismo.

Es necesario pensar un instante qué ocurriría si,perdida la esperanza de la justicia, no viéramos otro

camino que el de la venganza ciega: matar en vindictapública o privada a los que matan, a los que mienten, alos que prevarican.


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Y para confirmar esto, el Papa agrega: No se puedesinceramente denunciar el recurso de la violencia, si a lavez no se trabaja en favor de iniciativas políticas valientes

para eliminar las amenazas a la paz oponiéndose a lasraíces de las injusticias. La verdad profunda de la políticaes contradicha también, tanto cuando la política se instalaen la pasividad, como cuando se endurece y degenera enviolencia”.

Esto significa “descubrir a tiempo las discrepanciaslatentes y prever el futuro".

El camino de la paz no es, pues, el de la comodidad. Alrevés: es el camino de la investigación y de la denuncia,de las iniciativas audaces, el de la oposición a lainjusticia. No es ni la pasividad ni la violencia, porque lalibertad, a su vez, es algo que no se regala: debe serconquistada sin cesar. Ella va en pareja con el sentido de

la responsabilidad que incumbe a cada uno”.Quedan así definidos los medios conducentes a lograr

una sociedad libre, justa y pacífica. Nadie que siga estavía puede desencadenar la violencia, nadie debepermanecer mudo sin investigar y denunciar por sunombre los crímenes, sin buscar las raíces de la injusticiay sin proponer las soluciones correspondientes, y siempre

estar dispuesto al diálogo franco y abierto, que nosignifica renunciar a sus convicciones.

Si esa actitud y diálogo desaparecen, si se deformasistemáticamente el pensamiento ajeno, no hay verdad, nilibertad, ni paz.

El hombre de paz sabe que la libertad no es un regalo.Las naciones de América Latina han sufrido lasconsecuencias de no entenderlo así. Periódicamente en


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el transcurso de su historia han perdido la democracia yla libertad por creer que ésta era el reino de la anarquía,donde todo podía exigirse sin considerar la realidad ni

sus posibilidades.La libertad no es la facilidad, es un riesgo constante,

una conquista de cada día.

Sólo quienes son responsables son dignos de lalibertad. Con cuánta frecuencia las mismas fuerzaspolíticas que soportaron a veces silenciosas y sumisas a

las dictaduras, se ponen en extremo exigentes cuandollega la libertad. Lo piden todo y nada dan.

Son maximalistas. Todo lo quieren en un día, como sila libertad fuera una vara mágica para resolver todos losproblemas acumulados.

El tremendismo ha sido uno de los peores enemigos de

la democracia en nuestra América.

Otros, aprovechándola ignominiosamente, multiplicanlos actos de terror, los atentados y las violencias, como siestuvieran interesados en provocar y justificar elderrumbe de la libertad y de la democracia

Todo ello es irresponsabilidad pura.

Hacia el término de su Mensaje dice el Papa que “lalibertad es la medida de la madurez del hombre y lanación. Así pues no puedo terminar sin renovar la llamadaurgente que hice al principio: al igual que la paz, lalibertad es un esfuerzo que hay que emprender sin cesarpara dar al hombre su plena Humanidad. No esperemos

pues la paz en el equilibrio del terror. No aceptemos laviolencia como camino de la paz".


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LAS BASES DE UN VERDADERO HUMANISMO

El Papa —está de más decirlo— no es un político ni

está al servicio de partido alguno. Su palabra y su actitudson esencialmente religiosas, busca la salvación delhombre, de todos, sin excepción, pues no se dirigesolamente a los cristianos.

De cada uno de sus documentos, separados y enconjunto, se desprenden los principios de un verdadero

Humanismo y señala las bases que le son propias, parapermitir orientar la acción individual y colectiva de loshombres. Quien los lea no tiene cómo equivocarse.Puede ignorarlos o combatirlos, mas no falsearlos.

Se propone allí una escala de valores capaz de regir laconducta individual y social, al mismo tiempo que

denuncia, sin atenuantes, a quienes la vulneran ycontradicen.

Seguramente a muchos estas afirmaciones lesparecerán obvias. Sin embargo, su constante ygeneralizada transgresión terminará siempre en unatropello a la dignidad del hombre y a sus derechos.

Por simples que sean estas verdades básicas, son lasúnicas capaces de engendrar una sociedad justa.

No se trata de una hipótesis. Su olvido o negaciónacarrea invariablemente consecuencias fatales.

Más allá de su expresión, este Mensaje humanista,preciso y definido, está llamado a tener una aplicaciónconcreta.


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Es tarea propia de hombres que deben actuar bajo suentera responsabilidad, y sin tutelas de ningún orden, elproponer las fórmulas para implementar estos principios

en cada sociedad determinada, sin pretender, porsupuesto, ser la expresión única u oficial de este cuerpode enseñanzas.

Desde la publicación de Rerum Novarum se havenido delineando un pensamiento social de inspiraciónCristiana que ha tenido aplicación en múltiples naciones,y bajo diversas denominaciones han surgido partidospolíticos, organizaciones sociales y movimientos culturalesque han recogido esta doctrina en Europa, en AméricaLatina, en variados grupos de pensamiento y acción en

África, y en círculos más limitados al estudio —pero nopor eso menos valiosos— en países del Este europeo.

Estos partidos y corrientes ideológicas, ni excluyentes

ni exclusivas, sostienen esta visión del Humanismo deinspiración cristiana que tiene un significado que esincompatible con quienes abusan de esta palabra, puesdesconocen, niegan y destruyen permanentemente todolo que constituye su forma y su sustancia.

Una de sus mayores contribuciones en este siglo fue

su aporte decisivo a la notable reconstrucción de lasdemocracias europeas después de la Segunda GuerraMundial.

En verdad, posteriormente, lo que pudiéramos llamargenéricamente socialcristianismo o democraciascristianas sufrieron un empobrecimiento en su

formulación teórica y a veces parecieron sobrepasadaspor nuevas olas ideológicas que desbordaban susposiciones.


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Sin embargo, no por eso dejaron de continuar sucamino, manteniendo centralmente los principios básicosque les dieron origen.

Hoy aparece una renovación vigorosa y profunda enlos más variados movimientos intelectuales y espiritualesde gran intensidad y en las fuentes mismas que losalimentan y enriquecen que se refieren específicamenteal problema social; y no cabe duda que últimamente, através de los Mensajes y los escritos de Juan Pablo II,esta doctrina adquiere inusitada fuerza y claridad.

Se señalan allí los fundamentos de una sociedad libre, justa, solidaria, pacífica, sustentada en el respeto a laverdad, al hombre y a sus derechos.

Cuando el Papa habló en Filipinas ante el gobierno y elpueblo que lo recibía, dijo algo que un gran diario

norteamericano calificó como las palabras precisas en ellugar preciso y ante el auditorio preciso: “Cualquieraparente conflicto —manifestó— entre las exigencias dela seguridad y los derechos básicos de los ciudadanosdebe resolverse de acuerdo con el principio fundamental,definido siempre por la iglesia, de que la organizaciónsocial sólo existe al servicio del hombre y para la

protección de su dignidad y que no puede pretender quesirva al bienestar común cuando no se protege a losderechos humanos".


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LA DEFENSA DE LOS DERECHOS HUMANOS

Estos Mensajes están dirigidos a todos los sectores sinexcepción y ello queda aún más claro porque al final delMensaje de 1981 reserva una específica recomendaciónal mundo cristiano.

“Para terminar —expresa—, permitid que me dirija másconcret

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