EL VIAJE DELCARACOL

EL VIAJE DELCARACOL

EL VIAJE DEL CARACOL

Por José Avila

El caracol estaba solo en la arena blanca con su alma ysu casa a cuestas . Pensaba en su deseo de ser rey . Imaginabasu coronación llena de emoción y alegría . No quería ser reyde sus otros compañeros . El quería una nueva ciudad paragobernar. Se fue por la ancha avenida de la playa en buscade súbditos.

La marea estaba seca, y entre las rocas cercanas unareunión de cangrejos alborotaba ruidos violentos con susanchas y afiladas pinzas. Combatían entre sí y el sonidosordo de mandíbulas rotas y fracturadas entristeció al cara-col . Y se dijo desde su hendidura:

— Estos cangrejos con esa violencia que los destruye nopodrán ser buenos súbditos, ni buenos ciudadanos.

En un gran charco limpio danzaba una pececilla de oroy plata. El caracol le preguntó si era feliz en el agua fría.

— iHuy! , estoy requete rico . Los únicos que me fastidianson esos niños malos que vienen a la playa y me tirangrandes piedras. Ayer, un niño con cara de melón, casi,casi, casi me rompe el corazón.

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— No te gustaría que yo fuera. . . ¿tu rey? (manifestó elcaracol desde su casa de espiral).

— iNo, no, no! Los reyes. . . ¿para qué? Yo vivo feliz y

contenta sin ningún rey . Cuando la marea sube, me reuno

con mis otros compañeros y cada uno se ayuda como

puede, así la vamos pasando.

La mañana se extendía larga sobre la playa . El caracolvió una golondrina que voló cerca de él y le gritó:

— iOye, golondrina. . .! ¿No te gustaría que yo fuera tu

rey? Vivirías conmigo, aquí cerca del mar.

—No, el mar no tiene flores, ni frutas.

— iPero es bello!

— Sí, lo sé. Pero lo mío es el cielo azul, las flores, lasfrutas.

Y se fue cantando por los altos corredores del viento

del sur.

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El caracol quedó boquiabierto cuando vió a lo lejosentre estrellas de coral a la señorita Iguana que se arreglabasus lentes oscuros y agitaba alegremente su larga cola.

— ¿Oye, quién eres. . .? No eres de estos contornos . . . ¿ver-dad?

—No . Mi nombre es la señorita Iguana . ¿Tú eres . . .?

— Caracol . Ando buscando súbditos . ¿Quieres que sea turey?

—No, niño, no . Esa cosa encima de . tu espalda no combinacon mi espíritu saltarín. iMe encanta brincar como lasardillas de rama en rama! Me enloquecen las ramitastiernas que se culúmpian en lo alto de los árboles . Ade-más, el mar no es lugar que me enloquezca . Me encuen-tras hoy aquí, por una loquera de esas que me entran devez en vez. Perdona, pero quisiera seguir asoleándome;así, que si no es molestia, podrías seguir tu camino . . .?

—Sí, como no.

Se fue cabizbajo, pensando en lo verde que era laiguana. Caminó un largo, largo trecho . El sol brillaba unpoco menos y sus rayos caían sobre el mar como una ava-lancha de naranjas maduras.

Sobre un tronco viejo una lagarta estaba llora que tellora . Acercóse con cierto temor y le dijo:

— ¿Por qué lloras?

— Bububú . . . porque soy muy fea y no puedo pintarme conlos lindos colores del arcoiris . iAy! , ¡Ay!„¡Qué dolor nopoder hacerlo .

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—Pero sino eres fea.

— ;Verdad! (Pestañó con cierta inocencia).

— Eres bella, bella . . . (Sintió que mentía, pero él no soporta-ba verla llorar)

— ¿Quisieras que fuera tu rey?

— No, lindo caracol, soy mucho más grande que tú y creoque no nos llevaríamos muy bien . Gracias, porque tuspreciosas palabras borraron el llanto de mi corazón.

La tarde se vistió de gris y un olor a sal temblaba a lolargo de la playa.

De pronto, algo casi atropella al caracol, era una conejaque venía agitada y sudorosa.

— ¿Qué te pasa?

— iAy! , vengo huyendo, unos cazadores venían tras de mí.Como soy brillante, me vine al mar. Sé que aquí no meencontrarán por el momento.

—Tienes unas lindas orejas y unas patas rápidas.

— ;Qué galante eres! (Chilló de alegría).

— ¿Quieres que sea tu rey?

(La coneja olfateó el aire como buscando una respuesta . Serascó una oreja y murmuró :)

— No podría vivir junto a ti. Yo soy veloz y tú eres lento.Me gusta el campo, las frutillas tiernas . ;Qué lástima queno pueda ser tu súbdita!

Y izas! la arena saltó bajo sus veloces patas cuando sealejó.

La mariposa Belladama, la de hermosos colores, veníavolando tiernamente y se posó encima del caracol.

—Mariposa, mariposa, yo quisiera, yo quisiera ser tu rey.

-- No podrías, no podrías bien lo sé. Mi vida acaba pronto ydebo volar, volar! jugando con el polen de las flores!

Una brisa fuerte se llevó a Belladama y una estela depolen fresco flotó junto al mar.

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El caracol sintió en su rostro el viento marino y vió quese avecinaba la noche. Cerca del manglar se posó una palo-ma mensajera. Era blanca como una rosa de luz . Tenía enel pico una ramita de olivo.

— ¿Por qué llevas eso en el pico?

(La paloma colgó la ramita en una horqueta del árbol ysuspiró hondo).

— La llevo al hombre . El loco, con tantas cosas,ha olvidadola paz y la gloria de la verdadera sabiduría . Vive encontinuas guerras, el odio le come las entrañas y ya notiene hermanos, ni familia . iSólo la guerra, el hambre yel odio!

— Eres tan encantadora que quisiera ser tu rey . iPero no! ,debes llegar rápido donde el hombre .y entregarle cuantoantes el olivo de la paz.

Estoy tan cansada . . . ivengo de tan lejos! (Miró el fir-mamento que estaba manchándose de luceros, abrió susblancas alas de esperanza y voló rápida como la luz al en-cuentro del hombre .

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El caracol, cansado, se acostó a dormir . Soñó cosasbuenas. Vió cómo la paloma mensajera le había entregadoal hombre el olivo de la paz . Y el amor había renacidonuevamente en él . El brillo del alba golpeóle con ternura yunos buenos días lo terminaron por despertar . Miró a sulado y su alma saltó de alegría . Una bella y rosada caracola,lo miraba con dulzura.

Tartamudeó y al fin se atrevió a formar palabras:

— ¿Quieres que sea tu rey?

iSí! (No lo podía creer, allí frente a él estaba la reinade su corazón. Comprendió que no quería ser rey paragobernar, sino para amar . La ancha avenida de la playabrillaba como un espejo de luz . A lo lejos, el eco delhombre retumbó : iViva la paz, viva el amor!

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