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El Señor de Balantry Parte I Por Robert Louis Stevenson

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ElSeñordeBalantryParteI

Por

RobertLouisStevenson

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CAPITULOI

Hace tanto tiempo que se desea conocer lo que haya de cierto en lossingulares acontecimientos ocurridos al señor deBalantry, que la curiosidadpúblicadaráunamagníficaacogidaaesterelato.Yo,queestuveíntimamenteligadoalahistoriadeestadistinguidacasadurantelosúltimosaños,soyquizáquien se halla en más ventajosa situación para relatar con fidelidad dehistoriadorcuantosucedió.Tambiénsoyquien,conmásimparcialidad,puedejuzgarlosdiferentesycomplejosaspectosdecuantospersonajesintervinieronendichossucesos.

TratéalseñordeBalantryyconocímuchosaspectossecretosdesuvida,poseo además algunos fragmentos de sus memorias; fui casi su únicoacompañante en su último viaje, formando parte de aquella angustiosainvernal de la que tanto se habló, y, finalmente, presencié su muerte. EncuantoaldifuntoLordDurrisdeer,aquienservífielmentedurantetreintaaños,amedidaquelefuiconociendoíntimamente,máscreciómiafectoporél.Enresumen:noquieroquedesaparezcantantostestimoniosyconsideroqueesmideber contar la historia acerca demilord. De estemodo, pagadami deuda,confíoquemisúltimosañostranscurriránmástranquilosymicanosacabezapodrá descansar con mayor sosiego sobre la almohada. Los Duries deDurrisdeer y de Balantry pertenecían desde los viejos tiempos del monarcaDavid a una digna familia del sudoeste.De la antigüedad de su estirpe sontestigoslosversosqueaúncirculanporlacomarca:

LosDurrisdeersongentespuntillosas,

conmuchaslanzasacaballomontan.

Igualmente, el nombreque se cita en la segunda estrofa ha sido referidoporalgunosalosacontecimientosdeesterelato.

DosDuriesenDurrisdeer,

unoparaenjaezaryotroparacabalgar.

DosDuriesenDurrisdeer,

maldíaparaelnovio,

ypeordíaparalanovia.

La auténtica historia de su vida está llena de sus hazañas, que, desdenuestro punto de vista, pueden ser consideradas como muy pocorecomendables. La familia sufrió considerablemente a causa de esas altas ybajas, que han sufrido desde hace tiempo las buenas casas escocesas. Pero

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dejemos todo esto para remitirnos al añomemorable de 1745, en el que seinicióestatragedia.

En aquella época una familia de cuatro personas vivía en el castillo deDurrisdeer,cercadeSanBride,aorillasdelríoSoiway,que,desdelareforma,fue la casa solariega de los de su linaje.El viejoLord, octavo de los de sunombre, si bien no era un anciano, aparecía prematuramente envejecido. Susitiofavoritoestabajuntoalalumbre,dondepermanecía,sentadoensusillón,envuelto en un grueso batín, dedicado a la lectura y sin apenas cruzar lapalabraconnadie.Eraelprototipodelantiguojefedefamilia:apoltronadoyapacible.Graciasasuscontinuosestudiossuinteligenciasehabíadesarrolladonotablementeyenlacomarcagozabadejustafamaencuantoasuastucia.Suhijo, el señor de Balantry, cuyo nombre era Jamie, había heredado de él laaficióna las lecturas seriasy tambiénalgode su tacto, aunqueconmarcadatendencia al disimulo. Le complacía aparecer como grosero y huraño a untiempo;pasabamuchashorasbebiendoybastantesmásdedicadasalosjuegosdenaipes.Enlacomarcasedecíaqueeraunexcelentegalanteadorytambiénmuycamorrista.

Acostumbraba a salir muy bien librado de todas cuantas peleas semezclaba,noobstantehabersidoélelprimeroenprovocarlas,porloqueeransus compañeros quienes tenían que pagar las consecuencias. Fuera suerte ocasualidad,elhecholegranjeababastantesenemigos,perocomoalosojosdelamayoríaseconsiderabanéxitos,llegóaaugurárseleunporvenirlisonjero.

Élsejactabacontinuamentedeserimplacableyexigíaquetodoscreyesenensupalabra.Además,entresusvecinos,gozabafamadeserun"hombremuypeligrosocomoenemigo".Enconclusión:estejovenaristócrata,queen1745contabaveinticuatroaños,eramuyconocidoentodalacomarca,apesardesujuventud,sibienhayquetenerencuentaquetodosseocupabanmuypocodelsegundohijo,Henry,midifuntoLordDurrisdeer,quiennoeranimuymalonimuybueno,ysísolamenteunodetantosdeasentadaynoblecondición.

Hedicho,yconrazón,queseocupabanpocodeél,puesapenasdabaquehablar. Era conocido de los pescadores de salmón, pues se entregaba confruición a esta especie de deporte; era un excelente veterinario y, además,desdequeeraun joven,prestó inmejorableayudaa laadministraciónde losbienes. Esto último, dada la situación de la familia, entrañaba no pocasdificultades, ya que en el desempeño de dichas funciones resultaba hartodifícilnoaparecercomotiranoytacaño.

ElcuartopersonajeeramissAlisonGraeme,parientapróxima,huérfanayheredera de una cuantiosa fortuna, adquirida por su padre en sus empresascomerciales. Milord precisaba mucho de aquel dinero a causa de lasnumerosasyconsiderableshipotecasquepesabansobresusdominios.Laboda

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del heredero conmissAlison era precisamente una buena solución para susproblemaseconómicos,yaellanoparecíadesagradartalproyecto.Peroqueaél le pareciese lomismo era otra cuestión.Alison era una joven atractiva ygentil, aunque excesivamente voluntariosa y vehemente, debido a habersecriado con excesiva libertad, ya que el anciano lord, viudo desde hacíabastantetiempo,ysintenerningunahija,nosupoeducarladebidamente.

CAPITULOII

LanoticiadeldesembarcodelpríncipeCarlos—el jovenpretendiente altronodeEscocia,hijodeJacoboEduardoynietodeJacoboII—dividió lospareceres de aquella familia. Milord, como hombre enemigo de cualquiercambio, parecía dispuesto a contemporizar. La señorita Alisonmanifestó laopinión que le parecía más romántica. Y lo curioso del caso es que elheredero,quenuncaeradesuopinión,enaquellaocasiónsemanifestóacordecon sus ideas. Seguramente lo hizo así porque le tentaba la aventura; se leofrecíaunagranocasióndelevantarsucasay,alavez,saldarsuscuantiosasdeudas particulares. En cuanto a Henry no dijo nada; su intervención fueposterior. Pasó un día entero antes de que aquellas personas llegaran a unacuerdo:unode loshijossebatiríaporel reyJacoboyelotropermaneceríaconmilordenlacasayasíseconservaríaelfavordelreyJorge.Segúnparece,estaresoluciónfueadoptadapormilordyellanotienenadadeparticular,puesesbiensabidoquemuchasfamiliasescocesasactuaronde igualmodo.Pero,unavezsehubo llegadoaaquelacuerdo,se inicióunanuevadiscusiónmásimportante y decisiva.Milord y la señorita Alison opinaban que era Henryquiendebíapartir;aloqueseoponíaelheredero,que,porvanidad,noqueríapermanecer en el castillo. Milord argumentó, Alison lloró, Henry fuepersuasivo.Todoresultóinútil.

—Elllamadoapartirconsurey,eselherederodelosDurrisdeer—dijoelprimogénito.

—Sijugásemoslimpioestaríasenlocierto—contestóHenry—,pero¿quéesloquehacemosenrealidad?

—¡SalvarlacasadelosDurrisdeer,Henry!—repusosupadre.

Comosinolehubieraescuchado,elsegundónprosiguiódiciendo:

—Además, ten en cuenta, Jamie, que si soyyoquienpartey el príncipellevalaventaja,teseráfácilreconciliarteconelreyJacobo.Encambio,sierestúquienparteyfracasaelpretendiente,separamoselderechodeltítulo.¿Quéseréyo,entonces?

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—LordDurrisdeer—replicóJamie—-Meapuestocuantotengo.

—Yo no apuesto nada en este juego. Me hallaría en una situación queningúncaballeropodríasoportar.

A continuación, quizá con más agresividad de la que habría deseado,añadió:

—Tudeberespermaneceraquí,juntoanuestropadre.Yasabesqueeressupreferido.

—¿Deveras?—repusoJamie—.¿Noserálaenvidialoquetehacehablarasí?¿Pretendesecharmelazancadilla...Jacob?—Yalpronunciarestenombrelosubrayómaliciosamente.

CAPITULOIII

Henrysemordióloslabiosparanoresponderintempestivamente.Élsabíacallar.Empezóapasearporlasala,peroluegoinsistió:

—Soy el menor y debo partir. Nuestro padre, que es quien manda, hadecididoqueseayoelqueseunaalreyJacobo.¿Tienesalgoqueoponeraesemandato,hermano?

—Sí,Henry—contestórápidamenteelaludido—.Laspersonasobstinadasquesostienenunapugnasólodisponendedosmediosparazanjarla:pegarse,ydudoqueunodenosotrosquierallegaraeseextremo,osometersealasuerte.Heaquíunamoneda.¿Aceptarásloqueelladecida?

—Acepto, Jamie. Si es cruz me quedaré en el castillo; si sale cara memarcharéaunirmealreyJacobo.

Lamonedadiolarespuesta:cruz.

—UnalecciónparaJacob—comentóJamie.

—No creo que tarde mucho en llegar el día en que tengamos quearrepentimosdeestodehoy—repusoHenry.

Einmediatamenteabandonóaquellaestancia.LaseñoritaAlisonrecogiólamonedaquehabíadecididolamarchadesuprometidoy,arrojándolaatravésdelblasónfamiliarquelucíaenlavidrieradecoloresdelaventana,exclamó:

—Simeamarascomoyoteamo,nohabríasinsistidoenirte.

Jamiecontestófríamente:

—Sinoamaraaúnmáselhonor,nopodríaamartetanto,querida.

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—¡No tienes sentimientos! —gritó ella excitada—. ¡Quisiera que tematasen!

Y,deshechaenlágrimas,corrióasuhabitación.

Jamie,volviéndosehaciamilord,comentóconairemalicioso:

—¡Vayaunaesposaendiablada!

—Túsíqueestásendiablado—replicósupadre—;túque,comodicemuybien Henry, has sido mi predilecto, para mi mayor vergüenza. Desde quenaciste, jamás me proporcionaste una hora agradable, ni una sola hora —repitiómelancólicamenteelanciano.

¿Quéeraloquedetalmodohabíaturbadoalviejomilord?¿LaspalabrasdeHenryrelativasasupreferenciaporJamie,oladesobedienciadeéste?Loignoro,aunquemeinclinoacreerenloprimero,yaque,apartirdeentonces,milordsemostrómuchomássolícitoconsusegundohijo.

CAPITULOIV

LaciertoesqueelherederopartióhaciaelNorte.

Elrecuerdodesumarchasehizomáspenosoporlascircunstanciasenquese realizó.Con promesas y amenazas, logró reunir una docena de hombres,casi todoselloshijosdecolonos.Bebieronabundantementeantesdeponerseen marcha y luego el grupo ascendió por la cuesta, dejando atrás la viejaabadía,gritandoycantando,luciendoensussombreroslaescarapelablanca.

AtravesaraisladamentegranpartedeEscociaeraempresaarriesgadaparatan escasa tropa, y mucho más cuando, al par que la exigua cabalgata dejinetescruzabalacolina,seveíaenlabahíaunbarcodelaMarinarealconlaenseña desplegada. Aquella misma tarde, Henry partió a caballo,completamente solo,paraentregarunacartade supadrealgobiernodel reyJorge y ofrecerle su espada.Antes de que los dos hermanos abandonaran elcastillo, Alison cosió la escarapela en el sombrero de Jamie y cuando JuanPablo se la llevó a su dueño, ésta aparecía completamente empapada delágrimas.Henry y el viejo se atuvieron fielmente a lo convenido. Ignoro sipermanecieroncompletamente fielesal rey,aunque,desde luego,observaronlamásestrictalealtadyestuvieronencorrespondenciaconelLordPresidente,permaneciendo tranquilosenDurrisdeersincasientrarencontacto,mientrasdurólacontienda,conJamie.

Este tampoco fue más comunicativo, a pesar de que Alison le escribíaconstantemente.Macconochie,aruegosdeella,lesirvióunavezdecorreo,y

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asuregresocontóquehabíahalladoalosHighlandersanteCarlisleyaJamiecabalgandoalladodelpríncipe,departiendoamablementeconéste.SegúndijoMacconochie, cogió la carta, la abrió, mirándola por encima, y después dehacer un gesto con los labios, como si fuera a silbar, la colocó en el cinto.Entonces el caballohizounmovimientobruscoy la carta cayóal suelo, sinqueélloadvirtiera.Macconochielarecogiódelsuelo,ydesdeentonceslahaconservadosiempreensupoder.Ensusmanoslahevistoalgunavez.

Mientras tanto, enDurrisdeer, gracias a los rumores populares, se teníannoticiasdecuanto sucedía.Así seenteró la familiadel tratode favorqueelpríncipe dispensaba a Jamie, y de las consideraciones que se le tenían. Porextrañascircunstancias,pareceserqueseestabagranjeando lassimpatíasdelos irlandeses, a la vez que sir Tomás Sullivan, el coronel Burke y otrosmuchos iban convirtiéndose en sus amigos. Intervenía siempre en lascomplicadasintrigasysemostrabaacordeconlospropósitosdelpríncipe,auncuandosusopinionesfueranmanifiestamenteerróneas.Enresumen:jugador,como lo fue siempre, lo quemás le interesaba eran los favores que pudieraconseguir, auncuandoello fueraendetrimentodel resultadode lacampaña.Lo que, sin embargo, no puede discutirse es que era un valiente y que secomportababienenelcampodebatalla.

CAPITULOV

Mástardellegaronotrasnoticias,atravésdelhijodeuncolonoquedecíaserelúnicosupervivientedelosqueundíaabandonaroncantandolacomarca.Porunasorprendentecoincidencia,JuanPabloyMacconochiehabíanhalladoaquellamismamañanalamonedaquesirvióparadecidirlamarchadeJamie.Conellaseencaminaronalataberna,dondenosóloperdieronlaguinea,sinotambién la cabeza. Por eso, Juan Pablo, sin reflexionar, se precipitó en elcomedor,dondelafamiliasedisponíaacomer,gritando:

—TamMacmorlandacabadellegarsinquelesiganadie.Dicequetodoslosquesefuerondeaquíhanmuerto.

Aquellas palabras fueron seguidas por un silencio sepulcral. Henry secubrió el rostro con las manos, Alison escondió el suyo entre los brazosextendidossobrelamesay,porsuparte,milordquedócompletamentelívido.

—Aúnmequedaunhijo—dijoelanciano,despuésdetranscurridosunosinstantes—.Yelquemequedaeselmejor.Sí,Henry,quierohacertejusticia.

Deciraquelloensemejanteocasiónerainsólito,pero,porlovisto,milordno había podido olvidar las palabras que Henry dijera a su hermano, y el

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ancianodebíasentirremordimientosporsuspasadasinjusticias.Noobstante,lasituacióneratantirante,quemissAlisonnopudosoportarla.

—Soisdespiadado—gritóamilord,yluego,vueltahaciaHenry,añadió—:Y tú, parecementira que puedas permanecer tan tranquilo, sabiendo que hamuertotuhermano.

Luego,empezóaretorcerselasmanos,reprochándoseasímismaladurezaconquehabíatratadoasuprometidocuandopartió;hacíaprotestasdeamoraJamie, al que llamaba espejo de caballeros, y gritaba de tal modo queacudieron los servidores a ver qué pasaba, quedando estupefactos antetamañasmuestrasdedesesperación.

Henry,lívido,sepusoenpie,apoyandounamanoenlasilla.

—¡Oh!—exclamó—.Yasécuántoleamabas.

—Todoelmundolosabe—replicóella,y,encarándoseconHenryagregó—: Lo que todo el mundo ignora, pero yo sé muy bien, es que tú letraicionabasdesdelomásprofundodetucorazón.

Henryhizoungestodedesaliento.

—Dios es testigo de que ambos hemos gastado nuestro amor para noconseguirnada.

Ungransilenciosiguióaestaspalabras.

CAPITULOVI

El tiempo fue pasando sin que en el castillo se produjeran grandescambios,anoserqueerantrespersonasenvezdecuatroyquecadaunodeellosrecordaba,ensilencio,lapérdidasufrida.

Como la fortuna deAlison continuaba siendo imprescindible para salvarlosdominiosdelosDurrisdeer,milorddecidióque,habiendomuertoelmayorde sus hijos, la joven se casara con Henry. Esa idea la iba infiltrandocontinuamente en la imaginación de la muchacha, aprovechando losmomentosenqueestabansolos,sentadosjuntoalfuego.SiAlisonlloraba,elancianolaconsolabadulcemente;sisemostrabairritada,volvíapacientementeasulibrodelatín,excusándosesiempreconlamásexquisitafinura.Amenudoellaleofrecíasusbienes,peromilordrehusaba,porsercontrarioasuhonor.

—Un hombre como yo—le decía— no puede aceptar eso, y creo queHenryrehusaría,auncuandoyohubieraaceptado.

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Sin duda, esta insistencia paternal influyómucho en la resolución de lajoven,dadoelgranascendientequesobreellaejercíamilordyporquesiempresehabíaportadoconellacomosifuerasupropiopadre.DeboañadirtambiénqueAlisonteníaelespíritudelosDuriesyquehubierahecholoindecibleporla gloria del linaje, aunque, creo yo, no habría llegado hasta el punto decasarseconélanoser—cosabienextrañaporcierto—porlaextraordinariaimpopularidad de que gozaba nuestro joven señor. Todo fue obra de TamMacmorland, que, si bien era un buen hombre, tenía el defecto de serdemasiado parlanchín, y por ser el único hombre que volvió de la aventuranuncalefaltabaauditorio.

He observado que cuantos han sido derrotados en una guerra, tienen lamaníadehaber sido traicionados.Así,pues, segúnTam, los rebeldeshabíansidotraicionadoscontinuamenteporlosoficiales,traicionadosenDerbyyenFalkirk;elavancenocturnohabíasidounatraicióndemilordJorge;eldesastredeCulloden,unatraicióndelosMacdonald.Yestamaníadetraiciónllegóadesarrollarsedetalmodoenlaimaginacióndeaquelnecio,quellegóinclusoaacusar de traición al propio Henry. Este, según él, habría traicionado a losmozosdeDurrisdeer,yaque,enlugardeseguirlesconrefuerzoscomohabíaprometido,sefueenbuscadelreyJorge.

—Al día siguiente de haberse marchado los mozos con nuestro queridoseñor—gemíaTam—,elJudasyahabíaemprendidolamarcha.¡Ah!Yahorapuededecirsequehaconseguidoloqueseproponía.¡Serámilord!...AunqueparaellolosbrezalesdelHighlandesténcubiertosdecadávereshelados.

Después de estas o parecidas disquisiciones, Tam, que corrientementeestaba embriagado, se entregaba a un lloriqueo balbuciente. Esta forma deconsiderarlaconductadeHenryseextendióconrapidezportodalacomarca.Gentes a quienes les constaba lo contrario, lo dabanpor cierto, aunque sólofueraporelsimpleplacerdehablarporhablar.Losignorantes,yporellopeorintencionados,dabanfealoqueescuchabanyluegolorepetíanconelmismoaplomoquesisetrataradeverdadessacadasdelEvangelio.Todoellocondujoa crear el vacío en torno a Henry y de murmurar cuando él pasaba. Lasmujeres,siempremásatrevidas,ledirigíansusinjuriasenplenorostro.Asífuecómo el herederomuerto se convirtió para aquellas gentes en un santo. Serecordaba que él no explotaba a los colonos; cosa cierta, pues, en realidad,únicamentesepreocupabadegastareldinero.

—Tal vez era un poco salvaje —decían algunos—, pero eso se podíaenmendarconlosaños.

—Yde todasmaneras—agregaban losdemás—, siempre espreferible aunsórdidousureroyopresor,comosuhermano,con losojoscontinuamentefijosenloslibrosdecuentas,dispuestoaperseguiralospobrescolonos.

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CAPITULOVII

Había en la comarca una mujer de poca cabeza que siempre fuedespreciadaporelheredero.Puesbien,precisamenteesamujerseconvirtióensu más ardiente defensora. Un día, al pasar Henry, le arrojó una piedramientraslegritaba:

—¿Quéhasidodelvalientequeconfióenti?

Henrydetuvosucaballo,yen tantocorría lasangreporsu labiopartido,dijo:

—¿Tambiéntú,Jes?Sinembargo,deberíasconocermemejor.

Hablaba de ese modo porque la socorría con solicitud desde hacía yamucho tiempo.Pero lamujer, sinquereroír sus razones, se apoderódeotrapiedra,disponiéndoseatirársela.EntoncesHenry,paralibrarsedelgolpe,alzólafusta.

—¿Cómo?—rugióella—.¿Teatreveríasapegaraunamujer?

Yechóacorrercomosiefectivamentelahubiesegolpeado.

La noticia corrió como reguero de pólvora. Henry había herido a JessieBrownyésta,aconsecuenciadelaagresión,estabamuriéndose.Deesemodo,unacalumniatrasotra,ibanengrosandolaboladenievehastaelpuntodequemilordysuhijosevieronobligadosanosalirdelcastillo.

Apesardetodo,Henrynosequejó;seguramenteporqueelfondodeaquelasunto era demasiado absurdo para que desde su altivez condescendiera atratarlo.Seobstinóenuncerradosilencioysimilordseenteródealgodebióserporquealgunodelosservidoresselocontaría.EncuantoaAlison,quecasinuncaseenterabadenada,tampocoparecióinteresarseportalesnoticias.

En lo más intenso de esta tensión ocurrió que empezaron a circularrumores de que en Saint Bride, la ciudad más cercana a Durrisdeer, sepreparaba una reunión para protestar contra ciertos abusos. Por el pueblocorríanvocesdequeantesdeanochecerocurriríangrandessucesosyque,ainstancias del jefe de la policía local, habían llegado tropas desde la lejanaciudaddeDumfries.MilordopinóqueHenrydebíaacudiradichareunión.

—Loexigeelhonordenuestracasa—dijo—.Ysinovas,acabaránpordecirquenotenemosinfluenciasobrenuestrosvecinos.

—¡Menguadainfluenciaeslamía!—repusoHenry.Yalverquesupadreinsistía, añadió:—Deboconfesaros laverdad:nomeatrevoamostrarmeen

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público.

Alisonlemiróconairedespreciativo.

—Ereselprimerodenuestrafamiliaquedicealgoasí.

Milordtambiénsemostródisgustado,peroparanodesautorizarasuhijoycreyendoquesupresencialepondríaasalvodelosataquesdelaplebe,dijo:

—Iremoslostres.

Y, efectivamente, por primera vez desde hacía cuatro años, se calzó lasbotasparasaliralacalle,loque,desdeluego,noresultótareafácilparaJuanPablo, su criado. Miss Alison se vistió de amazona y los tres salieron delcastillo a caballo dirigiéndose a Saint Bride. En cuanto la gentuza quedeambulabaporlascallesvioaHenry,empezóasilbarleygritar:

—¡Judas!¿Quéhasidodelprimogénito?

—¿Quéhasidodelosmozosquepartieronconelseñor?

Hubo algunos que incluso quisieron arrojarle piedras, pero los mássensatos se opusieron, en atención amilord y a la señoritaAlison. AquellaescenapersuadióamilorddequeHenryteníarazónalnoquererpresentarseen público, y volvió grupas, triste y cabizbajo, regresando al castillo sinpronunciarunasolapalabra.Alisontampocodijonada,peronoporesodejódepensarenloocurrido.SuorgullodeDurieseresintióenlomásíntimo,alvercuánindignamenteeratratadosuprimo,ypensandoenello,aquellanochenoseacostó.

Muchas veces he censurado a milady, pero, recordando aquella noche,estoydispuestoaperdonárselotodo.

Apenas amanecía, cuando Alison fue en busca de milord, que estabasentadojuntoalfuego,yledijo:

—SiHenrycontinúaqueriéndome,ahoraestoydispuestaacasarmeconél.

Elancianosemostrósatisfecho.

PerocuandoellahablóconHenry,lohizodeestemodo:

—Noestoyenamoradadeti,Henry;perosí,yDioslosabe,sientoportitodalapiedaddelmundo.

Henrynodijonada.Selimitóaaceptarlamanodelamujerqueamabayconlacualselepermitíacontraermatrimonio.

Eldíaprimerodejuniode1748secasaron,yendiciembredeaquelmismoañoentréyoenelcastillo.Lossucesosqueocurrierondesdeentonceslosheido anotando cuidadosamente, a medida que se iban produciendo ante mis

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ojos, con lamisma fidelidad que si debiera dar testimonio de ellos ante untribunal.

CAPITULOVIII

Talcomohedicho,lleguéaDurrisdeerenelmesdediciembre.Elfríoeratan intenso, que casi cortaba la respiración. Sirviéndome de guía meacompañabaPateyMacmorland,elhermanodeTam.Eraunarrapiezodeunosdiez años más o menos, que estaba fuertemente influido por su hermano.Durantelaúltimaetapadenuestroviaje,mecontólashistoriasmássiniestrasque he podido escuchar en toda mi vida. Yo era muy joven y como talexcesivamentecurioso.Hoycreoquenodebíescucharle tanatentamente,nidardemasiadocréditoasushistorias,aunquelociertoesquetodoloquemeexplicó me interesó vivamente. Mientras andábamos por un caminocompletamente cubierto de nieve,me narró los cuentos de losClaverhouse;cuandoatravesamoslosfangales,hastacasihundirnosenellos,meexplicólasleyendasquecorríandebocaenbocaenarasdelafantasíapopular.Cuandosubimosalomásaltodelospeñascales,mecontólashistoriasdelosmonjes,yalpasarporlaabadíameinformódequeloscontrabandistasconvertíanlasminas en depósitos de sus botines, por cuyo motivo desembarcaban casisiemprealadistanciadeuntirodecañóndeDurrisdeer.Mientrasrecorríamoslacarretera, losDuriesyespecialmenteHenry, fueronobjetodepredilecciónporpartedelamaledicenciadeaquelmuchacho.

Después de esto, resulta fácil suponer que yo me hallaba muy malpredispuestocontralafamiliaaquiendebíaservir,deloqueinclusotuvequearrepentirme.Sinembargo,miánimoseelevóalvercomosealzabaelcastillodeDurrisdeersobreunahermosabahía.

Eledificioestabaconstruidoalestilofrancés,otalvezalitaliano,cosaenloquenopuedoafirmarnada,pues,enrealidad,nuncaestuveversadoentalesasuntos.Estabarodeadodeunpreciosojardíndeverdecéspedconprofusióndearbustosycorpulentosárboles.Cuandolovi,miprimerpensamiento,ajenoalabellezaquecontemplaba,fue:

"Contodoeldineroquesegastaenconservaresosepodríaperfectamentelevantar la situaciónde toda la familia, puesnodudoqueaquídebengastarunafortunaenconservareljardín."

El propio Henry me aguardaba junto a la puerta del castillo. Era alto,joven,morenoaligualquetodoslosDuries,derostrofrancoperosinalegríaymuy robusto de cuerpo, aunque no daba la impresión de tener muy buena

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salud.Meestrechólamanocongestosencillo,sinmanifestarorgullooaltivez,yme habló con palabras cordiales y llenas de franca amabilidad. Sin hacercasodemitraje,mellevóalasalaparapresentarmeamilord.

Eraaúndedíacuandoentréenelsalón,yloprimeroenquesefijaronmisojos fue en un pedazo de cristal incoloro, en forma de rombo, situado enmediodelosblasonesdeloscristalescoloreadosdelventanal.

Recuerdo perfectamente que aquello me produjo una impresióndesagradable, como si ello desluciera el conjunto de una sala tan hermosa,llena de retratos de los miembros de la familia, el estucado techo conestalactitas y la labrada chimenea, junto a la cual, sentado en su sillón, sehallabaelancianolordleyendoaTitoLivio.SeparecíamuchoaHenryyteníasu mismo aire de sencilla franqueza, pero aún más agradable, y suconversacióneramuchomásinteresante.

Cuando le fui presentado, me hizo muchas preguntas acerca de laUniversidaddeEdimburgo,dondeacababadelicenciarme,asícomosobrelosprofesores, cuyos nombres, condiciones y caracteres particulares, parecíaconoceralaperfección.Deesemodo,hablandodecosasqueamilordyamínos resultaban familiares, fui perdiendo lanatural timidezque embargaba alentrarenelcastilloqueseríaminuevohogar.Así,pues,graciasa lacordialacogida de milord, perdí mis escrúpulos y se disiparon mis prevencionescontra losDuries.Seguíamoshablandocuandoentró en la sala la esposadeHenry.Suaspectonoeragracioso.Laprimeraimpresiónquemecausófuedequenoeramuyhermosa;además,metratóconmenoscordialidadquelosdosseñores,porloqueinmediatamentelacoloquéenel tercerlugarenlaescalademiestimación.

Alcabodepocotiempodeestarenelcastillodesechécompletamentelashistorias que sobre los Duries me había contado aquel lenguaraz de PateyMacmorland, convirtiéndome en el más fiel servidor de la casa Durrisdeer,paranodejardeserlojamás.

La mayor parte de mi afecto era para Henry. Con él era con quien yotrabajaba todos los días.Era un jefe exigente que reservaba toda su bondadparalosratosdeocio,mientrasqueeneldespachodeladministradornosólome abrumaba de trabajo, sino que, además,me vigilaba celosamente y conseveridad. Sin embargo, un día levantó los ojos del papel en que estabaescribiendoymedijo:

—SeñorMackellar,debo reconocerymanifestarleque trabajaustedmuybien.

Talesfueronsusprimeraspalabrasdeelogiohaciamitrabajoyhaciamí,desapareciendo la posible desconfianza que podía albergar sobre mi

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capacidad. Seguidamente empezó a distinguirme toda la familia con frasescomo "señorMackellar, esto"... "señorMackellar, lo otro"; por lo que casitodoeltiempoquepaséenDurrisdeerrealicémitrabajoconenteralibertadysegúnmicriterio, sinquenadiemepusiera trabaso tratarade fiscalizarmisactoslomásmínimo.Incluso,cuandoHenrymetratabaconalgunaseveridad,en vez de sentirme enojado, mis sentimientos eran, por el contrario, desimpatía y de piedad hacia él, pues, evidentemente, era un hombreprofundamente desgraciado, al que nada parecía capaz de consolar de suinfelicidad.

A veces, cuando más ocupados nos hallábamos en nuestro trabajo, sedejabaganarporunaprofundamelancolíaysequedabaserio,pensativo,conlosojos fijos en algúnpunto indeterminado,más alláde laspáginasode laventana.Cuando le sucedía eso, el aspecto de su cara y los suspiros que seescapabandesupechodespertabanenmílacuriosidad,perotambiénunavivaconmiseración.Recuerdoperfectamentequeundíanosretuvounasuntoeneldespachodeladministrador,piezaquesehallabaenloaltodelcastilloydesdedondesedivisaba labahíayunaltozanocubiertodeárbolesenmediode laanchurosa playa. Allí destacándose vivamente sobre el sol, que estabahundiéndose en el horizonte, se podía ver a un grupo de contrabandistas,jinetes en sus monturas, que avanzaban por la arena. Al principio creí queHenry se había quedado deslumbrado por el sol, pues acababa de mirarfijamentehaciaelPoniente,cuando,depronto, frunciendo lascejas, sepasóunamanoporlosojosy,esbozandounasonrisa,medijo:

—Nopuedeustedfigurarse,amigoMackellar,en loqueestabapensandoenestosinstantes.

—¿Algoagradable,señor?

Comosinomehubieraoído,siguiódiciendo:

—Pensaba que sería más feliz si partiese a caballo con ese pelotón decontrabandistas,paracorreraventuras.

—Aventurasquepuedenserpeligrosas.

—Aunquerepresentaranunpeligromortal.

Movílacabezaengestollenodelástimayrepliqué:

—Yamehedadocuentadequesurostroseanimaba,señor,peroconsideroqueesunailusiónengañosaenvidiaraesasgentesenparticular,olasuertedeotraspersonasengeneral,imaginandoqueelcambioseríabeneficioso.

Comouncolegialpedante,paradarmayorfirmezaamispalabras,citéunasentenciadeHoracio.Henrysesonriótristementeyluego,reaccionando,medijo:

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—Eso estámuy bien, pero creo que va a ser preferible que volvamos anuestrotrabajo.

Algúntiempomástardepudeaclararlacausadesutristeza.Porotraparte,hasta un ciego se habría dado cuenta de que la sombra del primogénito deBalantrypesabasobreelcastillo.Muertoovivo,aquelhombreeraelrivaldesu hermano; su rival ante la gente que nunca tuvo una palabra amable paraHenryyque,encambio,elogiabayechabademenosaldesaparecido,aquienporentoncessedabapormuerto;ysurivalenlacasa,nosóloantesumujerysu padre, sino también ante los criados.Dos de losmás antiguos servidoresparecían ser los jefes de cada bando. Juan Pablo, un hombrecillo calvo,ventrudoymuysanturrón,erael jefedelafacciónfavorablealprimogénito.Nadie se atrevía a llegar tan lejos como Juan Pablo, que se complacía enexteriorizar públicamente su desdén porHenry haciendo comparaciones queresultabanofensivas.SibienesciertoquemilordyAlison le reprendíanporaquello,nunca lohicieroncon la suficienteenergía.Bastabaque JuanPablopusiera cara llorosa y enjaretara unas cuantas lamentaciones, llamando alheredero"surapaz",paraqueenseguidaleperdonaransusgroserías.Henry,por su parte, lo soportaba todo en silencio, comprendiendo que no teníaningunaposibilidaddecombatiralfantasmadesuhermanoJamie.EljefedelotropartidoeraMacconochie,unviejoborrachínbaladrero,quenocesabadegritarydemaldecir.

Siempremehaparecidounacosa rarísimaquecadaunodeaquellosdosservidores se creyera destinado a ser el campeón de uno de sus señores,condenando los propios vicios y desprestigiando las personales virtudes,cuandoéstasoaquéllossehallabanenunodelosdoshermanos.

MacconochieconocióinmediatamentemiinclinaciónsecretahaciaHenryy me hizo partícipe de sus confidencias, pasándose las horas, con evidenteperjuiciodemitrabajo,hablándomemaldelprimogénitodelacasa.

—Esos condenados han perdido el juicio — exclamaba—. Elprimogénito...¡Queelvientoselleveaquienesasílellaman!...¡Ahoranohaymás señor que Henry! Os garantizo, querido Mackellar, que no sevanagloriaban tanto del otro cuando estaba aquí. ¡Maldito sea hasta elrecuerdodesunombre!...

"Jamás salía unapalabra amable de sus labios, ni paramí ni para nadie.Todoeranchocarrerías,gritos,reprimendas,insultosyjuramentos...

"Nadie ha sabido todo lo perverso que era... Y ahora, encima le llamannoble.¿El,unnoble?...HabráustedoídohablaralgunavezdeWullyWhite,eltejedor, ¿verdad?... ¿No? Pues bien,Wully era un hombre piadoso, aunquetambién era un tipo insoportable, que nuncame fue simpático y al que condificultadyopodíasoportar.Sinembargo,desempeñababiensucometidoyen

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variasocasionesseatrevióaplantarlecaradisputandoconélenformahartoviolenta.¿Creeusted,Mackellar,queeradignodelseñordeBalantry,discutirconunpobretejedor?

Yalllegaraestepunto,Macconochiesonreíasocarrón.Enrealidad,nuncapronunciabaporenteroelnombredelseñordeBalantrysin lanzaralmismotiempounaespeciedegruñidorencoroso,comomanifestacióndesudesdénodisgusto.

—Pues bien, así lo hizo.Bonita ocupación para el heredero deBalantry,alborotarantelapuertadeltejedor,gritandoporlachimenea"¡Buuú!",ponerlepólvora en el fuego y arrojarle petardos por la ventana, de tal forma que elpobrecillollegóacreerquetodoaquelloerancosasdelotromundo.

"Bueno,paraabreviar,osdiréqueWullyWhiteacabópor impresionarseterriblemente, y por último le dio por estarse siempre de rodillas, rezandocontinuamentehastaquemurió.

"Segúntodoslosqueseenteraron,aquellofueunaespeciedeasesinato.Ysi no cree que sea verdad lo que le digo, pregúnteselo a Juan Pablo; no seatreveráanegarlo,porqueélmismo,queesbuencristiano,seavergonzabadesemejantebroma.¡QuégalardónparaelherederodeBalantry!

—¿Quépensabadetodoesoelheredero?

—¿Cómoquierequelosepa?—mecontestó—.Jamásnosdecíanadaalosservidores.

Ydenuevovolvióasusacostumbradosreniegosymaldiciones,repitiendoa cada paso "heredero de Balantry" con una sonrisa socarrona y con vozgangosaqueenéladquiríatonoinsultante.

En una de aquellas confidencias que me hizo, Macconochie me dio aconocerlacartadeCarlisle,quetodavíaconservabalahuelladelaherraduradelcaballo.Enrealidad,aquellafuenuestraúltimaconfidencia,puesentoncesse expresó de forma tan inconveniente para la esposa de Henry, la señoraAlison,quemeviobligadoaregañarleconacritudyamantenerleadistanciaenlosucesivo.

Mibuen lordadoptabaunauniformeamabilidadparacon suhijoHenry,exteriorizando su gratitud de donosas maneras, y a veces le daba unosgolpecitosenlaespaldaalparqueledecíaenvozalta,comosiquisieraquetodosleoyesen:

—¡Heaquíunbuenhijo!

Deesemodo,milordquedabaconvencidodequedadoelestrictoespíritude justicia de Henry, éste le quedaba agradecido y a la par él satisfacía suposibleremordimiento,porlainjusticiaconqueletratarahastaentonces.Pero

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meparecequesuafectuosidadsereducíaaesoexclusivamenteopocomenos.Enrealidad,todosuamorysimpatíaeranparaelhijodifunto,aunquenuncahacía alusiones a este respecto, almenos enmi presencia.Una sola vezmehablódelherederoyrecuerdoelmotivo.

—¿Qué tal se lleva conHenry, señorMackellar?—mepreguntómilord,mientrasyoestabaatizandoelfuego.

Naturalmente respondí diciendo la verdad y haciendo los más grandeselogiosde lapersonadeHenry.Elentonces sequedópensativomirando lasllamasyreplicó:

—Sí,Henryesunbuenmuchacho,unjoveninmejorable.

Luego,sinmirarmedefrente,siguiódiciendocontonopensativoycomosihablaraconsigomismo:

—Sindudadebeustedsaber,señorMackellar,queyoteníaotrohijo.MetemoquenoeratanvirtuosocomoHenry,peroelpobrehamuerto.¡Diosletengaensusantagloria!...Mientrasvivió,todosestuvimosmuyorgullososdeél,ycreoquenohabríamospodidoquererlemás,auncuandoenalgunodesusaspectoshubierasidomejordeloqueera.

Aquellas últimas palabras las pronunció con los ojos clavados en lasoscilantesllamasdelachimenea,ydespués,congranvivacidad,exclamó:

—MeagradamuchoqueselleveustedbienconHenry.Creoqueenélhahalladoustedunbuenjefe.

Yenaquelmomentoabriósulibro,volviendoaéllosojos,loqueerasuformahabitualdedespedir.Peroapenasdebióleer,ymenosaúncomprenderlo que se decía en aquellas páginas, pues, creo yo, su imaginación no seocupabadeotracosaquedelabatalladeCullodenydelheredero,yenlamíanohabíasinoenvidiahaciaeldifuntoycompasiónporHenry,sentimientoquedesdehacíayamuchotiemposehabíaapoderadodemí.

**

Hedejadopara loúltimohablarde laesposadeHenry,por loquepodráaparecermásclaromisentirrespectoaella,aunquesobreestoellectorpodrájuzgarfácilmente.Sinembargo,antetodo,deboexponerotroasuntoquevinoahacermásestrechalaamistadconmijefe.Nollevabaaúnseismesesenelcastillo de Durrisdeer cuando Juan Pablo cayó enfermo y tuvo que guardarcama.Apesardeque,enmiopinión,lacausadetodossusmalesestabaenlabebida,seleatendiócontodocuidadoyélmismo,durantelaenfermedad,secomportócomounsanto,hastaelpuntodequeelsacerdotequevinoaverlesequedó conmovido. Al tercer día de su enfermedad, Henry me salió alencuentromuycariacontecido.

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—Mackellar, voy a pediros un pequeño favor —me dijo—. NosotrosestamospagandounapensiónyJuanPabloeraelencargadodellevarla,perocomoestáenfermo,noséaquiéndirigirme,yaquese tratadeunacuestiónmuy delicada. Tengo mis razones para no hacerlo personalmente y no meatrevoaenviaraMacconochieporqueesuncharlatánimpenitentey,además...estoy... en fin, no quiero que esto llegue a oídos de mi mujer —terminódiciendo,alparqueseruborizabacomosifuerauncolegial.

Adecirverdad,cuandosupequesetratabadellevardineroalatalJessieBrown,cuyafamadelenguarazydemujerpocosensatahabía llegadohastamí,supusequeHenrytratabadeocultaraAlisonalgúndevaneodejuventud.Esohizoque,cuandomeenteréde laverdaddelasunto,mi impresiónfueramuchomayor.LatalJessieBrownvivíaalfinaldeunaavenidaconvistasaunacallejadeBride.Poraquelloslugaresabundabanlosmaleantes,sobretodoloscontrabandistas.Alaentradadelacalleseveíaunhombreconelcráneohendido,yunpocomásallá,apesardeserlasnuevedelamañanacuandoyofui,estabalatabernaenlaquesereuníaungrupodepersonasvocingleras,quenocesabandegritarydarvocesodeentonarcanciones.Ensuma,nisiquieraenEdimburgohepodidovervecindadpeorqueaquélla,porloqueestuvemuytentadodevolvermealcastillosinrealizarmicometido.

La vivienda de Jessie no eramuchomejor que las otras y su estado nodesmerecíadelasdemás.Secomponíadeunaestanciaconlasdependenciascorrespondientes. Y allí tuve que permanecer mientras ella iba a buscarbebidasalacercanataberna,puesnoquisoentregarmeelrecibofirmadohastanohabervaciadounvasoconella.ComoHenrymehabíarecomendadoquenomefuerasinelrecibo,pueseramuymetódico,notuvemásremedioquesoportar aquella desagradable presencia y echar un trago en su molestacompañía.Durantemivisitanocesódecomportarsedeunamaneraalocada,imitando losmodalesde lasdamasde labuenasociedadenunaparodiaqueresultaba harto enojosa, mostrándose alegre en exceso, sin motivo que lojustificara y congran disgusto pormi parte.Cuando le di el dinero se pusomuytrágicaygritó:

—¡Esteeselpreciodelasangre!¡Poresomelodan!

Luego, aumentando el diapasón de su voz, de por sí bastante estridente,continuódiciendoagritos:

—¡Estedineroeselpreciodelasangredelquefuetraicionado!¡Vedaloquehequedadoreducida!...¡Ah,siaquelrapazhubierapodidovolver!...Todosería muy distinto para mí, y para los demás... ¡Pero ha muerto! El pobrerapaciñoestáenterradoenlasmontañasdelHighland.

Ylloriqueabatanalaperfección,acuentadeaquelalqueellallamabasurapaciño, que llegué a pensar si no habría aprendido aquellos modales, o

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técnica,deloscómicosambulantes.Meparecióobservarquesupesadumbreera pura farsa. Faltaría a la verdad si no dijera que al principio llegué acompadecerla,peroellofueconunamezcladedisgustoquedesaparecióantesuúltimomododeproceder.Cuandotuvoabiendarporterminadamivisitaysehubodignadofirmarelreciboquellevaba,meloarrojóalacaragritandounaseriedegroseríasydeinsultosqueresultabanhorriblesenlabiosdeunamujer,concluyendopordecir:

—¡Vete de aquí, condenado! ¡Vete y lleva ese papel al Judas que te haenviado!

AquellaeralaprimeravezqueoíacalificardetalmodoaHenryyquedétan desconcertado por ello y por la súbita aspereza de la voz de Jessie y laordinariezdesusmodales,quesalídelcuartocomoperroapaleadoybajounalluviademaldiciones.Niaúnenlacallemesentílibredeellas,puesabrióunaventana e inclinándose en el antepecho, continuó lanzándome sus groseríasmientrasyodescendía a lo largode la avenida.Los contrabandistas salieronentoncesde la tabernaydesdeelumbralunieronsus insultosa losdeJessieBrown.Unodeellos tuvoademás la ideadearrojardetrásdemíaunperroquemepersiguióconsañahastamordermeeneltobillo.

Todoaquelloeraunbuenavisoparamíde loquesucedíaa lagentequeaceptabamalascompañías,ymepropusenovolvernuncamásaponerlospiesensemejantelugarnienotroparecido.Mevolvíalcastilloconlaconsiguientemolestiaporlamordedurayllenoelespíritudelanaturalyjustaindignación.Henryaparentabaestaratareado,peroenrealidadnohacíasinoaguardarmeeneldespachodeladministrador.Mediperfectacuentadequeestabaansiosoporconocerelresultadodemivisita.

—¿Quéhay?—mepreguntóapenasentréeneldespacho.

Lereferípartedelosucedido,finalizandopordecir:

—Simepermitísunconsejo, señor,osdiréqueesaJessieBrownesunamalapécora,quenosemerecenadadecuantohacéisporella.Esindignadevuestrasbondadesy,además,lajuzgoincapazdeseragradecida.

Henryhizoungestocomodecansancioymedijo:

—Noesamigamía.Enrealidad—añadiótrasunabrevepausa—apenassitengo amigos, y Jessie tiene suficientes razones para mostrarse injusta. Nodeboocultarleausted,amigoMackellar,loquesabetodalacomarca,yesqueesadesgraciadafueinjustamentemaltratadapor...,enfin,porunmiembrodelafamilia.

Aquellaeralaprimeravezqueleoíahaceralgunaalusión,aunqueremota,al heredero, y me pareció que luego se arrepentía de hablar tanto. Sin

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embargo,prosiguiódiciendo:

—Ahora puede comprender por qué deseaba que no se supiera nada deesto, ya que ello apenaría mucho a mi mujer... y a mi padre — añadióruborizándosedenuevo.

—Simelopermitís—ledije—,osaconsejoquenoosocupéismásdeesamujer.

—¿Porqué?

—Porquevuestraayudanolesirvedenada.

—Noesposiblequedigáiseso.Eldinerosiempreesútil.

—NoaunamujercomoJessieBrown.Noessobrianiahorrativa,yporloquetocaalagradecimiento,antesdequeellaoslotuvierapodríaissacarlechedeunapiedradeafilar.

Henryquedópensativoyyoproseguídiciendo:

—Si queréis poner fin a vuestras bondades, estad seguro de que todoseguirá como hasta ahora, con la diferencia de que los tobillos de vuestrosemisariosnosufriránningúndeterioro.

Aloírmesesonrió.

—Meapenamucholodevuestrotobillo,Mackellar.

Yo,sinhacercasodelaseriedadquesereflejóensurostroalfinalizarlafrase,yqueborraba todorastrode laprimerasonrisaquemehabíadirigido,proseguí:

—Tenedencuentaqueosdoyeseconsejodespuésdehaberreflexionadoyque debo deciros que esa mujer me conmovió en un principio llegando ajuzgar,comovos,queeradignadeayuda.

—¿Lo estáis viendo?—me interrumpió Henry entonces—. No hay queolvidarquelaheconocidodeotramanerayenotrotiempo.Ademásdeesto,auncuandoapenashablodemifamilia,meinquietaloquehacereferenciaasureputación.

En este punto cortó la conversación, la primera que sostuvimos los dossobre este género.Pero aquellamisma tarde tuve la pruebadeque supadreconocíaperfectamenteeseasunto,quesólodebíaserunsecretoparalaesposadeHenry.

—Metemoquehoyhayáishechounpenosoencargodémihijo—medijomilord—.Ycomoesonocaedentrodevuestrashabitualesobligaciones,osloagradezco.Almismotiempo,yporsiamihijoHenryselehubieraolvidado,mepermitorecordarosqueseríapreferiblequedetodoestonoseosescapara

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ninguna palabra delante de mi nuera. Además, tened presente, señorMackellar,quelasreflexionessobrelosmuertossondoblementepenosas.

AquellaspalabrasmedisgustaronyenrojecídecóleraestandocasiapuntodedecirleamilordloimpropioqueamijuicioresultabatratardeengrandecerlaimagendeldifuntoseñordeBalantryantelosojosdesunuera,peronomeatreví a decirle que hubiera sidomuchomejor que destronara a aquel falsoídolo,aunqueyaenaquellaépocamehabíadadoperfectacuentadecuáleralasituaciónenqueseencontrabaHenryconsumujer.

Deboadvertirquesibienmiplumaposeelasuficienteclaridadparareferirsencillamenteunahistoria, temonopoderconseguirconlamismaclaridadofacilidad, algo que considero sumamente arduo y penoso como es el dar aconocer unamultitud de pequeños detalles, y condensar enmedia página loesencial de cuanto sucedió en casi dieciocho meses. Si debo hablar conclaridad,diréquelaculpadetodofueenteramentedelamujerdeHenry.Ellaseconsiderabamerecedorade todaclasedeelogiosporhaberconsentidoenaquel matrimonio, que soportaba con aire de mártir. En cuanto a milord, asabiendasono,másbienparecíaexcitarlaentalcreencia.Alisonconsiderabatambiéncomounméritosuconstanciahaciaelmuerto,sibien,unaconcienciamás rectahabríaconsideradoque lasolapronunciacióndesunombre,debíarepresentar una deslealtad y hasta una ofensa para el vivo. En este sentido,milord también aprobaba su actitud. Supongo yo que se sentían felices alhablar de lo que habían perdido, y aunque les repugnaba manifiestamentehablardeellodelantedeHenry, formabanellosdosyelmuerto,un terceto,unaespeciedecorrillo,delquedejabanaparte,separado,almenordelosdoshermanos,almaridodeAlison.

A lo que parece, era una antigua costumbre en el castillo deDurrisdeerque, cuando la familia se hallaba sola, milord tomase el vino junto a lachimeneayqueAlison,envezderetirarse,acercaraunescabelysesentaraasuladoparacharlarconmilord.AlcasarseconsuhijoHenry,todosiguiódelmismomodo.Aquellomehubiera resultado sumamenteagradableyhubieravisto congusto el cariñodemilordhacia sunuera, deno ser porqueyo eramuyadictohaciaHenryyquemeapenabaverleexcluidodeesemododelasconversacionesqueambossosteníanyenlasqueélnopodíatomarparte.

Algunas veces vi a Henry claramente decidido a abandonar la mesa yreunirseconsumujeryconsupadre.Estos,porsuparte,nodejabannuncadeconcederleunabenévolaacogida,volviéndosehaciaélysonriéndoleigualquesisetrataradeunintruso,alquedebieranguardarciertasconsideraciones,másbienquecomoaunhijooalmarido.Elmaldisimuladoesfuerzoconqueleadmitían en su conversación, resultaba tan patente que Henry, alcomprenderlo, hacía un gesto de malhumor y acababa por abandonarlosviniendoasentarseamilado.Luego,comolasaladelcastillodeDurrisdeer

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era tan grande, apenas si podíamos oír elmurmullo de sus voces junto a lachimenea.Henrylesmirabayyoleimitaba;entonces,alveramilordmovertristemente la cabeza o colocar lamano sobre la cabeza de su nuera en ungestollenodepesadumbre,oaellaapoyarelrostroenlarodilladelanciano,ocambiarunasmiradaspreñadasdelágrimas,nonosresultabacosamuydifícildeducirque,unavezmás, laconversaciónhabíarecaídocomosiempreenelmismotemayquelasombradelmuertoflotabaenlaestancia.

**

AlgunasvecesmehepermitidocensuraraHenryporhaber sobrellevadotodoaquelloconexcesivapaciencia;peronohayqueolvidarque,casadoporpiedadconAlison, ésta lehabíaadmitidocomoesposoúnicamentebajoesacondiciónineludible.

Unavez,Henrydijoquehabíacontratadoaunhombrepararemplazarelcristaldelavidriera,loqueclaramentecaíadentrodesusatribuciones,puestoque bajo su dirección estaban todos los asuntos del castillo. Pero para losadoradoresdeldifuntoherederoaquelcristalitoeraalgoasícomounareliquia,yencuantosepronunciólaprimerapalabradereferenciaalremplazamiento,lacaradelaesposadeHenryenrojeció.

—¡Mellenáisdeasombro!—exclamó.

Henry lamiródolorido,yconmásamarguraquenunca,sintiendoqueelabismoquelesseparabaeracadavezmayor,murmuró:

—¡Masasombradoestoyyodevuestraobstinaciónenunrecuerdoqueoscomplacéisenalimentar,aunquesóloseaporelplacerdeherirme!

—Soisinjustoconmigo—protestóella.

—¿Deveraslocreéisasí?

—Sí.

Losdossemiraroncomoantagonistas.Enesepunto intervinoelancianotratandodeapaciguarlos.Henryseencogiódehombrosynollevóadelanteladiscusión,demodoqueantesdequelacomidahubierafinalizadotodoparecióolvidado.Noobstante,despuésdecomer,cuandomilordyAlison,siguiendosucostumbre,sesituaronjuntoalfuego,vimoslloraralajovenconlacabezaen las rodillas del anciano.Henry sostuvo conmigo una conversación sobrealgorelacionadoconlastierras,yaqueapenassisabíahablardeotrascosas;peroaqueldíahablómásquedecostumbre,dirigiendosincesarmiradasalachimeneaycambiandolostonosdesuvoz,sinqueyopudieravislumbrarlosmotivosqueguiabansuspalabras,nivieraelmododedeteneraqueldiscursodepalabrassinsentido.

Enconclusión:elcristalnofueremplazado.TodosiguióigualyHenry,me

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pareceamí,quetomóaquellocomosihubieraperdidounabatallaenlaquesejugabamucho.

IgnorosiHenryeraonobastanteanimoso,peropuedoafirmar,ybiensabeDiosquenoexagero,queerademasiadobueno.Suesposaletratabaconunaespecie de condescendencia que, procediendo de una mujer, incluso a mímismomehabríamolestado, picandomi amorpropiohasta hacerlo estallar;pero él, por el contrario, lo aceptaba como si fuera una merced. Ella lemanteníaadistanciaaparentandoolvidarle,paraluegofijarseenélymostrarsealegre,delmismomodoquesehaceconlosniños.Depronto,leagobiabaconunafríaamabilidad,paraluegoreprenderlecambiandodecolorymordiéndoseloslabios,comosisedolieradelasuertequelehabíacorrespondido.Cuandoél estaba distraído le daba órdenes con aire irritado y displicente, y cuandoponía atención, le pedía las cosasmás sencillas con tanta humildad que noparecía sino que se trataba de grandes favores. Él lo soportaba todo coninagotablepacienciaeinclusoconcomplacencia,ycreoquehabríabesadolahuella de sus pasos, llevando en los ojos aquel amor como el resplandor deunalámpara.

HastaelmomentodenacerlapequeñaCatalinanosemoviódelladodesuesposa,permaneciendoallí,sentado,conelrostromásblancoquelapared,lafrentesudorosa,yde talmodoestuvoestrujandounpañueloentresusdedosque lo convirtió en una bolita poco mayor que una bala de fusil. Por elcontrario,suconductaparalapequeñafuemuydistintadelaquedebióhabersido, pues durante varios días no pudo soportar la presencia de la niña einclusodudoqueelafectoporsuhijafueratanintensocomodebióserelquecorrespondía a un buen padre. Esta fue otra de las cosas que más se lecensuraron y que se consideró como un defecto de su corazón frío y pocoamigodeapasionamientos.Tal era la intimidadde aquella familiahastaquellegóeldía7deabrilde1749,fechaestaenlaqueocurrióelprimerodelosacontecimientos, que debían ser los encargados de destruir tantas vidas ydestrozartantoscorazonesqueyoquería.

Aqueldíameencontrabasentadoenmicuarto,pocoantesdelahoradelacena, cuando Juan Pablo abrió bruscamente la puerta, sin haber llamadopreviamenteymedijoentonosocarrón:

—Abajohayalguienquequierehablarconeladministrador.

—¿Dequiénsetrata?

—Noleconozco.

—Bueno —repliqué conciliador—. Al menos podrás decirme qué talaspectotiene,sieshombreacomodadoono,ysupongoquetambiéntehabrádichoalgosobresupersonalidad.

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JuanPablomoviólacabezanegativamente.

—No, nome ha dicho nada. Se ha negado a revelar su identidad a otrapersonaquenofueraeladministradordelcastillo.

EntoncesmeexpliquéelmalhumordeJuanPablo,yaqueeldesconocido,con su conducta, infligía una dolorosa afrenta al suspicaz orgullo delmayordomo.

—Perfectamente —añadí, riéndome para mis adentros—. Ahora mismovoyaverquiénesyquédesea.

YbajélasescalerasdetrásdeJuanPablo.

En la antesalame tropecé con un hombre corpulento, ataviado de formasencillayenvueltoenuncapotedemarino,loquemehizopensarqueaquelindividuo acababa de desembarcar. Cerca de él estabaMacconochie, con lalengua fuera y la mano en la barbilla, igual que si estuviera en acecho. Elextranjero, con la cara medio cubierta por el capote, parecía turbado. Encuantomeviosedirigióamíconademanesexpresivos.

—Querido joven —me dijo—, os ruego me perdonéis por haberosmolestado,peromeencuentroen lamásembarazosade lassituaciones.Hayaquíunzascandilcuyafisonomíaconozcoyademasiadoyquenocomprendopor qué tiene que mirarme con tanta insistencia. Las funciones quedesempeñáisenestacasaimplicanciertaresponsabilidad,caballero,yporesomehepermitidollamaros.Ademásporvuestrorostropodríajurarsequesoishombrehonrado,yque,porlotanto,debéisperteneceralpartidodelosleales.

—Loúnicoquepuedoafirmar—repliqué—,esquecuantospertenecenaesepartido, sehallanperfectamente segurosentre lasparedesdel castillodeDurrisdeer.

—Queridojoven—repuso—,esomismoesloquecreoyo.Yahoravamosalasuntoquenos interesa,puestoqueacabodeserdejadoentierracercadeaquíporunhonradísimohombre,cuyonombrecreohaberolvidado,yque,apesar del peligro cierto que ello supone para él, va a barloventearaguardándome hasta mañana. Y, hablando con franqueza, debo deciros quetengomisrazonesparacreerqueyotambiénpuedohallarmeenpeligro.

Al llegar a este punto hizo una pausa como si estuviera recopilando suspensamientos.

Luego,prosiguiódiciendo:

—He salvado mi vida tantas veces, señor... ¡vaya!, también debo haberolvidado vuestro nombre, que debe ser honorabilísimo, pero volviendo a loque iba, he salvado tantas vecesmi vida, repito, que nomehacemaldita lagraciaperderlaahora.Eseoyentedeahí—añadióseñalandoaMacconochie,

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que no le quitaba el ojo de encima.— es alguien que creo haber visto enCarlisley...

—¡Oh!,caballero—interrumpíyo—.PodéisfiarosdeMacconochiehastamañana.Osloaseguro.

—Bien,me complacemucho oíros hablar de talmodo.Nome convienepublicarmi nombre en este país, pero ante un caballero como vos, queridojoven,noquieroocultarnada,ysimelopermitís,osdiréminombrealoído.

Seacercóunpocomásycuandoestuvoamilado,engestoconfidencialyenvezrelativamentebaja,medijo:

—MellamoFrancisBurke.

—¿ElcoronelBurke?

—Precisamente.YosoyelcoronelBurkeysihevenidoaquí,conevidenteriesgodemivida,hasidoparaveravuestrosseñores;meperdonaréisquelesdéesenombre,mibuenamigo,puessetratadeundetallequenocreohieravuestrasusceptibilidad.

—¿Paraquéqueréisverles?

ElcoronelBurkesesonriócomosimipreguntafueramotivoderegocijoparaél,ybailándolelarisaenlosojos,mecontestócongravedad:

—Osquedarémuyreconocidosi lleváisvuestracortesíahastaelextremodeanunciarmeaellos.

—Pero,¿cuáleselmotivodevuestravisita?

—Podéisdecirlesque les traigounascartascuya lecturanodudoque lesproporcionaráunvivísimoplacer.

Aquí debo aclarar que el coronel Francis Burke era uno de aquellosirlandesesquetantodañohicieronalacausadelPríncipe,yalosquealláenlaépocadelarevolución,losescocesesdetestabancordialmente.

EnseguidarecordéqueelherederodeBalantryhabíaasombradoatodoelmundoalligarseconaquellaclasedegentes,yenelmismoinstantesentíquemiespírituseconmovíaymialmaerainvadidaporelvivopresentimientodelaverdad.

Me dirigí hacia la puerta de un aposento y al abrirla me volví hacia elcoroneldiciéndole:

—Hacedmeelfavordeentraraquí.

Elcoronelhizounaligerainclinacióndecabezaalparquerespondía:

—Gracias,caballero.Meparecemuybien,señor...Señor...¡Vaya!Sigosin

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lograrrecordarvuestronombre.

Meencogídehombrossintratardedecirlecuáleraminombre,que,desdeluego, no podía olvidar, porque no se lo había dicho. Así que le volví laespaldasinhacercasodesusegundainsinuaciónyconpasolentomedirigíalasaladondesehallabanreunidoslosmiembrosdelafamilia:elancianolorden su sitio, su nuera trabajando junto a la ventana y Henry, como decostumbre,paseandoalargaszancadas.Enelcentroestabalamesapuestayaparalacena,sobrelaquedirigíaunamiradadistraídamientrascarraspeabaymedisponíaacomunicareldeseodelcoronel.

Concisamente les transmití las palabras del coronelBurke, fijándome encuáleseranlasreaccionesdecadauno.Milordsequedócomodesvanecidoensu butacón; su nuera, con movimiento maquinal, se puso de pie, ella y sumaridosemiraronalosojos,sindarunpasoporacercarse.Ambosestabanauno y otro extremo de la sala, pero, en realidad, por sus miradas podíaapreciarsequeladistanciaquelesseparabaeramuchomayor.Aquellamiradaque se cruzó entre los esposos fue el más singular desafío a que yo pudeasistir.Ypudeapreciarcómoambospalidecíanvisiblemente.Entonces,Henrysevolvióhaciamí,noparahablarme,sinoparahacerungestoconlamano,loquefuesuficienteparaquesalieradelasalayendoenbuscadelcoronel.

Cuandoregresamos,lesencontrécomoleshabíadejado.Seguramente,enmíausencianodebieroncambiarniunasolapalabra,respectoalasuntoqueatodos nos preocupaba. El coronel se dirigió al anciano e, inclinándose,preguntó:

—¿MilordDurrisdeer?

Elviejolord,portodarespuesta,inclinóligeramentelacabeza.Entonces,elcoronelsedirigióaHenrydiciendo:

—Elseñor,sinduda,debeserelseñordeBalantry.

—Jamáshetenidoesetítulo—contestóconsequedad—.SoyHenryDurie,paraserviros,caballero.

Conexquisitagalantería,elcoronelsaludóalaseñoraDurie,llevándoseelsombreroalcorazóneinclinándose.

—Antetandistinguidadamanoesposibleequivocarse.¿Tengoelgustodedirigirme a la seductora miss Alison; de la que he oído hablar con tantafrecuencia?

Nuevamente,maridoymujercambiaronunamiradadesafiante.Ellafuelaprimeraenbajarlosojos,yvolviéndosehaciaelcoronel,respondió:

—Soy la esposa de Henry Durie, aunque mi nombre de soltera es, enverdad,AlisonGraeme.

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Enaquelinstante,elancianolordhizoungestodeimpaciencia.

—Yasoyviejo,coronelBurke—dijo—,ymisaludesmuydelicada.Meharéisungranfavorsisoisbreve.¿Venísacomunicarmenoticiasde...?

Dudóunmomentocomosinoseatrevieraapronunciarelnombredesuprimogénito, pero luego, rehaciéndose, aunque cambiómucho el tono de suvoz,musitó:—¿Traéisnoticiasdemihijo?

—Miqueridolord—dijoelcoronel—,osseréfrancocomocorrespondeaunsoldado.

Aquíhizounapausaypaseósumiradaporlosexpectantesrostrosdelosqueallíestábamos.Luego,consonrisatriunfante,añadió:

—Sí,milord.Ostraigonoticiasdevuestrohijo.

Milordalzóunamanovacilante,enungestoquenadiepudosabersieraparadetenersuspalabras,oparahacerlehablar.

—¿Buenas?—preguntóconvoztemblorosa.

—¡Lasmejoresdelmundo!—exclamóelcoronel.Seoyóunsuspiroquesalía de los labios del viejo lord,mientras el coronel seguía diciendo:—EnestemomentomiexcelenteamigoyhonorablecamaradasehallaenParís,ysisuscostumbresnohanvariado,debedisponerseacomer.Pero...¡pardiez!,meparecequemiladyvaadesmayarse.

Efectivamente, la señora Durie se había puesto tan pálida como unamuerta, viéndose precisada a recostarse en el alféizar de la ventana. PerocuandoHenry se disponía a ayudarla, ella se irguió como sacudida por unacorrienteeléctricaalparquedecía:

—Meencuentroperfectamente.

Pero sus labios estaban descoloridos y el estado de su esposa no pasódesapercibidoaHenry,porcuyosemblantecruzóunramalazodecólera.

Pasaron unos segundos que parecieron siglos y luego, Henry se volvióhaciaelcoronel,diciéndole:

—Notenéisquereprocharosnada,caballero,porelmalestardemiesposa.Es muy natural. Tened en cuenta que los tres nos hemos criado desdepequeñoscomohermanos.

La señora Durie dirigió a su marido una mirada entre consoladora yreconocida, y, amimodo de ver, aquellas palabras fueron las primeras quesirvieronparaacercaraambosesposos,yqueHenryconsiguieraelcariñodesu mujer, de la que le había distanciado hasta entonces el recuerdo delfantasmadelpresuntomuertoJamiedeBalantry.

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Apesarde loqueacababadedecirleHenry,elcoronelseexcusóante laseñoraDurie.

—Debéis perdonarme, señora, pues en realidad soy un irlandés un pocotosco y merecería que me mataran por no haber sabido comunicar máshábilmentetalnoticiaaunaseñora.

Entoncessacóunascartasdesucasaca.

—Pero he aquí las propias cartas de mi amigo. Una para cada uno deustedes y seguro estoy de que en ellas les contará su historia con mayorencanto que pueda hacerlo yo, pues nunca conocí a nadie que fuera taningeniosocomoél.

Ordenóconparsimonialascartasdeacuerdoconsusdirecciones.Ofreciólaprimeraamilord,quelacogió,ysedirigiódespuésalaseñoraDurieparaentregarlelasegunda,peroellalarechazóconunademán.

—Amimarido—dijo,visiblementeturbada.

Elcoronel,aunqueerahombredemuchomundo,quedódesconcertado.

—Comprendo—murmuró—.¡Quéneciosoy!

PerosiguiósindesprendersedelacartahastaqueHenryalargólamanoynotuvomásremedioqueentregárselajuntoconlaqueleibadestinada.

Henry contempló los dos sobres, frunció las cejas y por un momentoparecióestarreflexionando.Yamehabíasorprendidosuformadeactuarhastaentonces,perotodavíahizoalgoquemeextrañómás.

—Permitidmequeosacompañeavuestrahabitación—dijoasuesposa—.El acontecimiento ha sido completamente inesperado y por otra parte estoysegurodequedesearéisleerlacartaasolas.

Nuevamente,LadyDurielelanzóaquellamiradaenlaquesemezclabanlasorpresayel reconocimiento,ehizoademánde responder,peroél, sindarletiempo,siguiódiciendo:

—Creedme, es preferible así. Además, el coronel Burke es losuficientementediscretoparaexcusaros.

Yconmanifiestaternura,cogiólapuntadesusdedosconduciéndolafueradelaestancia.LadyDurienovolvióaaparecerantenosotrosentodalanoche,ycuando, a lamañana siguiente,Henry lavisitó en sushabitaciones, ella ledevolviólacartasinabrir.

—¡Oh!¡Leedlavosmismayqueestoacabe!—exclamóél.Peroella,congestoduro,leentrególacartadiciendo:

—Porfavor,ahorradmesemejantecosa.

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Yasí,conestasfrases,estropearonambosloque,enmiopinión,empezaraconbuenosauspicios.Paraterminar,diréquelacartafueapararamismanos,y que la quemé sin abrirla. A fin de relatar con exactitud las aventuras delheredero, después de la batalla de Culloden, escribí últimamente al coronelBurke, hoy caballero de la Orden de San Luis, pidiéndole algunas notasescritas, ya queme resultaba empresamuy difícil, después de tanto tiempo,fiarmedemimemoria.

Confieso sinceramente queme sorprendió su respuesta, puesme remitiólas memorias completas de su vida, sin otra cosa que algunas alusiones alherederoyabrazandounperíodomuchomásextensoqueelquemihistoriadebíaabarcar.

Ensucarta,fechadaenEttenheim,merogabaquelebuscarauneditorparala totalidad de su obra, después de que yome hubiera servido de ella amiantojo. Para lograr lo que me propongo y responder a su petición me haparecidomejorirentresacandodeaquíydealláciertospasajes.Mislectoreshallarán un relato detallado, y creo que verídico, de algunos episodiosesenciales, y, si el estilo del coronelBurke seduce a algún editor, ya sabe aquiénpuedepedirelresto,quepongoasudisposición.Insertoaquíelprimerextracto que comprende el relato hecho por el coronel en el comedor delcastillo. Como ya supondrán los lectores, el coronel no ofreció a milord elhechoentodasudesnudez,sinounaversiónmuybienarreglada:

CAPITULOIX

LASPEREGRINACIONESDEJAMIE

(ExtractodelasmemoriasdelCaballerodeBurke)

SalídeRuthven—nohayquenegarlo—conmuchamássatisfaccióndelaque tuve al llegar; pero, sea que me equivocara de camino en aquellassoledades, sea que me abandonaran mis compañeros, lo cierto es que muyprontomevisolo.Misituaciónerasumamentedesagradable,puesjamáslogrécomprenderalossalvajesmoradoresdeaquellahorriblecomarcay,además,elgolpe postrero de la retirada del Príncipe, hizo que los irlandeses fuéramostodavíamásimpopularesentreellos.

Reflexionaba sobremi situación, cuando vi en la colina a otro caballeroque, al principio me pareció un fantasma, pues por todo el ejército habíacorrido lanoticiadesumuerte.MerefieroalseñordeBalantry,hijode lordDurrisdeer, un joven hidalgo de gran valor y dotes excepcionales, destinadoporlaNaturalezaasergalayornatodeunacorteyacosecharlaurelesenlos

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camposdebatalla.

Mealegrévivamentedeaquelencuentro,yaqueaqueljoveneraunodelospocosescocesesquetratabanconsideradamentealosirlandeses,yenaquellosinstantespodíasermedegranutilidadparaevadirme.Sinembargo,fueprecisoquenossucedieraunaaventura,casitannovelescacomounaleyendadelreyArturo,paraqueintimásemosverdaderamente.Ellosucedióalsegundodíadenuestrafuga.Acabábamosdepasarlanochebajolalluvia,enlaladeradeunamontaña,cuandovimosaunhombredeAppin,llamadoAlanBlackStewart,quevenía siguiéndonosyque tuvounapendencia conmi compañero.EntreellossecambiaronpalabrasofensivasyStewartexigióaBalantryquebajaradelcaballoparabatirseconél.

—No,Stewart—repusoBalantry—.Mejor será quedemosuna carreritalosdosjuntos.

Ypicóespuelasasucaballo.

Stewartcorriódetrásdenosotrosduranteunamillaaproximadamenteynopude por menos de reírme cuando le vi en una pendiente jadeante ycompletamenteextenuado.TodavíariendoledijeaBalantry:

—Yonodejarlaquenadiecorrieradetrásdemídeesemodo,sindarleunasatisfacción. Ciertamente que la broma tiene gracia, pero también encierraalgodecobardía.

Balantrymemirófrunciendoelceño.

—MeatrevoacargarconelhombremásimpopulardetodaEscociayaúnponéisendudamiintrepidez.

—¡Diantre! —repliqué—. Yo puedo mostraros en seguida otro másimpopular,ysimicompañíanoosagrada,podéis"cargar"concualquierotro.

Balantryhizoungestodeimpaciencia.

—Coronel Burke, no riñamos por tan poca cosa, aunque fuerza esadvertirosquesoyelhombremenospacientedelmundo.

—¡Menorquelavuestraestodavíamipaciencia!

—A este paso —repuso, deteniendo su cabalgadura—, no creo quepodamosirmuylejos.Propongoquehagamosunadeestasdoscosas:batirnosparaacabardeunavezofirmarelcompromisodesoportarnos.

—¿Comosifuéramoshermanos?

—Nohedichotaltontería—contestósecamente—.Yatengounhermanoymaldito sime importaalgo.Sihemosdemolestarnoscontinuamenteenelcursodenuestrafuga,serámejorquecadaunosecomportecomounsalvaje,

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peroquelosdosjuremosnodespreciar,nireñirconelotro.Enelfondosoyunindividuoperversoylaafectacióndelavirtudmemolestaengranmanera.

—Puesyosoytanperversoomásquevos—dije—.PuedogarantizarosqueFrancisBurkeno llevamielen lasvenas.En fin,¿nosdecidimosporelcombateoporlaamistad?

—¡Bah!—replicó—.Lomejorseráecharloasuertes.

Ycomolaproposiciónmepareciótentadora,echamosunamonedaalaireparasabersidebíamosdegollarnosoconvertirnosenamigosbajojuramento.Lamoneda decidió la paz y sellamos el acuerdo con un apretón demanos.EntoncesmeexplicóelmotivoporelcualhabíaabandonadoaStewartyenverdadquesusrazoneserandignasdesusagacidad.

—Elrumordemimuerte—medijo—,esmimejorsalvaguardia,ycomoStewart al reconocerme, se convertía en un peligro, he adoptado el mejormedio para asegurarme su silencio, pues es demasiado vanidoso como parareferirsemejanteaventura.

CAPITULOX

Comprendíqueteníarazónycontinuamoslamarcha.Porlatardellegamosaorillasdelaensenadaqueeranuestrameta.Unbarco,elSantaMaríadelosÁngeles, acababa de anclar en el puerto, procedía de Havre-de-Grace, yBalantry,despuésdellamarporseñasaunaembarcación,mepreguntó:

—¿Conocéisalcapitán?

—Sí, es un compatriota, pero tan honrado que me temo sea demasiadoescrupuloso.

—Esopocoimporta—dijo—.Debesaberlaverdad.

Lemirésorprendido.

—¿Pretendeshablarledelabatalla?

—Desdeluego.

—Pero, en cuanto se entere delmal estado en que están nuestras cosas,levaráanclasinmediatamentellevándosesucarga.

—¿Yaunqueasísea,qué?...LasarmasyanoresultandeningunautilidadparaelPríncipe.

—Queridoamigo.Noesquepienseenlasarmas.Esdenuestrosamigosde

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quienes tenemos que acordarnos. Deben venir pisándonos los talones, einclusoesposiblequeelPríncipeenpersonavengadetrásdenosotros.

—¿Yqué?

—Sielbarcolevaanclasquedaránenpeligromuchasvidaspreciosas.

—Elcapitánylatripulacióntambiéntienensusvidas—dijoBalantry.

En realidad, mis objeciones eran un simple pretexto. Yo no quería quehablaradeaquelloconelcapitán,peroBalantryinvocóelpactoquenosunía.

—Recordad lo convenido, Francis. Yo no me meto en que vos habléis,pero os invito a que procedáis en consecuencia. Conforme a lo acordadodebéisdejarmeenlibertaddehablar.

Antetalesrazonesnotuveotrasolución,queecharmeareírydejarlehacerloquelevinieraengana,aunquebienesverdadquetodavíainsistísobrelasconsecuenciasquesuprocederpodíaacarrearnos.

—Suceda lo que suceda, me tiene por completo sin cuidado —dijo elempedernido joven—. Y puedo aseguraros que siempre he seguido misimpulsosalpiedelaletra.

Miaugurio se realizó,yaqueel capitán, apenasenteradode los sucesos,soltólasamarrasysehizoalamar.

CAPITULOXI

AntesdelalbanosencontrábamosyaenelGranMinch.

Aquelbarcoeramuyviejoyelcapitán, irlandésypersonamuyhonrada,era,sinembargo,pococompetente.Elvientosoplabacondemasiadafuerzaylamar se había enfurecido. Durante todo el día nos fue imposible comer obeber,demodoqueaunsiendomuy temprano tuvimosque irnosa lacama.Por lanoche, elvientovarióde improvisoalnordeste, convirtiéndoseenunfuertehuracán.Elruidodelaborrascayelqueproducíanlosmarineros,nosdespertódenuestrosueño.Poruninstantecreí llegadanuestraúltimahoraymi temor aumentó considerablemente al ver que Balantry se burlaba demidevoción.Durante tres días permanecimos en el camarote sin otro alimentoque unas galletas secas. Al cuarto día cesó el viento, pero el barco habíaquedado desarbolado y a merced del oleaje. El capitán ignorabacompletamentedóndepodríamosserarrojados,loquedetodasmanerasdudoque hubiera sido un gran consuelo para nosotros. Aquel hombre no teníaapenas noción de su oficio y nuestra esperanza consistía en la aparición de

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otro barco que nos recogiera; aunque si ese barco resultaba ser inglés, nadabuenoresultaríaparanosotrosdetalsalvamento.

Los días quinto y sexto fuimos juguete de las olas sin poder hacer nadaparaevitarlo.Porfin,elséptimodíasepudieronizarlasvelas,aunque,debidoa la pesadez del buque, apenas si conseguimos evitar el seguir yendo a laderiva. Durante la borrasca y después de ésta, no habíamos dejado de serarrastradosconfuerzahaciael sudoeste.Alnovenodíaaparecieronel fríoyotrossíntomasdemaltiempo,yentandesesperadasituaciónexperimentamosel júbilodedescubrirenelhorizonte la figuradeunbarcoquesedirigíaenlínearectahaciaelSantaMaría.

Peronuestraalegríafuemuycorta,puesasíqueestuvolosuficientementecercaparaarriarunalancha,vimosqueenellaveníaungrupodegentesquegritaban desaforadamente y que después irrumpían desordenadamente, sableen mano, en la cubierta de nuestro buque. El jefe de aquella gente era unbravucónderostroennegrecidoyensortijadaspatillas.SellamabaTeachyeraunfamosopirata.Ensuaspectohabíaunnoséquédecriaturarelajadaydeindividuo alocado queme sorprendió. Le dije aBalantry al oído que yo nosería el último en alistarme en su tripulación, a lo que él asintió con unmovimientodecabeza.

Balantryyyo,conotrosdosmarineros,fuimosadmitidosenlatripulaciónpirata, pero el capitán y los demás fueron arrojados al agua. Mi corazóndesfalleció y uno de los piratas hizo notar a los demás mi extraordinariapalidez.Sinembargo,aúntuvefuerzasparabailarunospasosdegigaylanzaralgunas groserías, que, por el momento, consiguieron salvarme.Afortunadamente,enelbarcopiratahabíaunviolínyencuantolovimelancésobre él, de modo que, gracias a mi calidad de músico, tuve la suerte deganarme sus favores. A eso se debe que aquellos hombres me pusieran elapodode "Pat, el violinista", pero amíme importabamuypoco el nombre,contaldeverasalvomiestimadopellejo.

Nocreoquesepaexplicaracertadamentelaalgarabíaquereinabaabordo.Parecía un manicomio flotante mandado por un loco. Aquellas gentes notenían un momento de reposo. Continuamente estaban cantando, bebiendo,disputando,rugiendoobailando.Enciertosmomentos,desobrevenirunsoplodeaireensentidocontrario,escasiseguroquenoshubiéramosidoapique,ysi un buque del rey llega a tropezarse con nosotros nos habría halladoindefensos. Algunas veces descubríamos un barco de vela del que nosapoderábamos— ¡Dios nos lo perdone!—, en el caso de que no fuéramosdemasiadobebidos,puesenesecasoconseguíaescapar,porloqueyo,envozbaja, daba gracias al Cielo. En medio de todo aquel desorden, Teach seimponíaúnicamentegraciasalterrorqueinspirabayeso,porlovisto,nohacíasinocomplacersuorgullo.

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Transcurrió bastante tiempo antes de que pudiera hablar a solas conBalantry,perounanochepudimosdeslizamoshastaelbauprésy,mientraslosdemás se entregaban a la bebida, nosotros nos lamentábamos de nuestrasuerte.

—ÚnicamenteelCielopuedesalvarnos—dije,desolado.

—No pienso del mismo modo —replicó Balantry—. Me salvaré a mímismo. Ese Teach es una nulidad que nos expone continuamente a sercapturadosypuedoasegurarosquenosientoelmenordeseodeconvertirmeenunpirataempedernido,nimuchomenosendejarmeprender.

—¿Quépensáishacer?

—Impedirqueestocontinúe.

Y entonces me expuso el plan que habla concebido para mejorar ladisciplina del barco, con lo que obtendríamos seguridad en el presente y laesperanza de una próxima liberación en cuanto consiguiera deshacerse deaquellaasociación.Ingenuamenteleconfesé:

—En este ambiente horrible, mis nervios están destrozados y en estaexcitaciónapenassirespondodemímismo.

—Puesyonomedejoasustartanfácilmente—repuso.

CAPITULOXII

Algunosdíasmástardesobrevinounincidentequenospudocostarlavidayquedemuestracuáleralalocuradelhombrequemandabaaquelbarco.

Comodecostumbre,latripulaciónestabacompletamenteembriagada.Depronto,unode lespiratasdivisóunavela.Teach, sinmásnimás,ordenó lonecesario para darle caza y al punto empezaron los preparativos para elabordaje. Observé que Balantry permanecía tranquilo en la serviola,observandoalotrobuque,conlamanosobrelosojosamododepantalla.Encuanto a mí, fiel al plan que nos habíamos fijado, trabajaba con ardormezclado entre los más activos, a los que procuraba divertir con chanzasirlandesas.

—¡Izadelpabellón!—gritóentoncesTeach—.¡Queesoscorderitosveannuestrabanderanegra!

Aquellaeraunafanfarronadaqueentalesmomentospodíahacernosperderunapresaimportante,peropenséquenoerayoelllamadoadiscutirlaorden,así que icé el pabellón pirata. Entonces, Balantry se encaminó a popa

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sonriendotranquilamente.

—¿Osagradaríasaber,perroborracho—dijoaTeach—,queesunbuquedeguerraalquepretendéisapresar?

—¡Mentira!—rugióTeach,furioso.

Perotantoélcomolosdemáspiratasseprecipitaronalpuente.

Jamás he visto a tantos borrachos desprenderse tan rápidamente de suborrachera, pues el crucero, al observar nuestramaniobra, viró en redondo,hinchando sus velas y lanzándose a nuestro encuentro con la enseña bienvisible.Mientrasmirábamosseprodujounahumareda.Seoyóunadetonaciónyluegounabalasehundióenlasolasagrandistanciadenosotros.Algunoscorrieron a las jarcias y nuestro barco se alejó a velocidad increíble. Unmarineroseapoderódelbarrilderon,queestabaencimadelpuenteyloarrojópor la borda. Entretanto, yo me ocupé de la bandera que arrié, arrojándoladespuésalmar.Teachsepusomáspálidoqueunmuertoyalpuntodescendióasucamarote.Únicamentedosvecesentodalatardevolvióasubiracubiertaysequedóapoyadounosinstanteseneltablerodepopaconlosojosfijosenelbuque real, que nos perseguía encarnizadamente. Luego, sin decir palabra,regresóasucamarote.Prácticamentenoshabíaabandonadoanuestrasuerteydenoserporunmarineromuycompetenteyporlaoportunabrisaquesoplabaaquel día, estoy segurode quenos habrían colgado a todos del palomayor.Teach debía sentirse profundamente humillado y tal vez preocupado por lapérdida de su prestigio a los ojos de la tripulación. Para ganar lo perdidoutilizóunprocedimientomuyenconsonanciaconsucarácter.

CAPITULOXIII

Aldíasiguiente,muydemañana,empezóasalirdesucamaroteunolordeazufre quemado y se le oyó gritar: "¡Infierno! ¡Infierno!", exclamación que,aunqueconocidaporlostripulantes, lesatemorizóatodos.Despuésaparecióenelpuentecomounperfectofarsante,tiznadoelrostro,rizadosloscabellosylas patillas y el cinto atiborrado de pistolas.Masticaba pedazos de vidrio yteníaelmentóncubiertode sangre, alparqueesgrimía suespada. Ignoro sihabíaaprendidoesaprácticadelosindiosdeAmérica,dedondeeraoriundo,pero lo cierto es que aquella pantomima era siempre el preludio de actosespantosos.Depronto,vio en su caminoal sujetoquearrojara el ronpor laborda.

—¡Rebelde!—gritó—.¡Eresuntraidor!

Y antes de que el otro pudiera hacer nada para evitarlo, le atravesó el

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corazón con su espada. Luego, saltando sobre el cadáver, entre rugidos yblasfemiasnosdesafióaquenosacercáramos.

Aquelespectáculoeragrotesco,perosobretodoespantoso,puesnocabíadudadequeaquelmiserablesedisponíaacometerunnuevoasesinato.Todoslemirábamosatemorizadosyensilencio.

DeprontoavanzóBalantry.

—¡Bastayadefarsas!—gritó—.¿Creéisasustarnosconesasestupideces?Ayer cuando hacíais falta estuvisteis escondido; pero nos hemos pasadoperfectamentesinvuestrapreciosaayuda.

Entrelamarineríaseoyóunmurmullo,mezcladesatisfacciónydemiedo.El propio Teach lanzó un rugido y blandió el puñal para arrojarlo contraBalantry que se atrevía a desafiarlo ante todos, pero este joven audaz nisiquierapestañeó,yencambio,volviéndosealosmarinerosordenó:

—¡Quitadleeso!

Su energía y decisión impresionaron a todos, inclusive a Teach, que sequedóboquiabiertoynisiquiera recordó laspistolasque llevabaenelcinto.Balantryseleencaróentonces,diciendo:

—Bajadavuestrocamaroteypresentaosúnicamenteenelpuentecuandohayáisrecobradolasangrefría.¿Osimagináisqueíbamosadejarnosahorcarporvuestraculpa,imbécil,borracho,bufón,carniceroloco?...¡¡Bajad!!

Y Balantry dio una patada con ímpetu tan amenazador al pronunciar laúltimapalabraqueTeachseescurrióporlaescotillasinrechistar.

CAPITULOXIV

Entonces,Balantrysedirigióalatripulaciónpirata.

—Ahora, camaradas, escuchad unas palabras. No sé si estáis aquísimplementeporgusto.Pormí,puedodecirosquenoesasí.Yoquierodineroparavolveratierraygastarlocomounhombre.Yestoyresueltoanodejarmeahorcarmientraspuedaevitarlo.

"Pues bien, como soy principiante en estosmenesteres voy a pediros unconsejo.¿Haymediodeintroduciralgodedisciplinaysentidocomúnenunaembarcación de esta clase?... Si es así decidlo y nos beneficiaremos todos,obteniendobuenaspresasysalvandonuestrospellejos,loqueesecondenadoTeachhaestadoapuntodehacernosperder.

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Unodelostripulantesseadelantóydijo:

—Conarregloalacostumbre,podríamostenerunsegundodeabordoquepodríassertúmismo,siquierescontinuarteniendoaTeachcomocapitán.

Aquellaproposiciónfueaceptadaporlamayoríayelronempezóacorrerlibrementemientrassedictabanalgunas leyes,conarregloa lasdeunpiratallamadoRoberts.Después,empezaronahablardedestituiraTeach,peroaellose opuso Balantry, temiendo que un capitán más competente discutiese suautoridad,diciendoalosmarineros:

—Teacheselmásindicadoparaabordarlosnavíosyasustaralosnecios.Surostrotiznadoysusbestialidadessonlasmásapropósitoparaservirnosenestoscasos.Además,prácticamentepodemosconsiderarlocomodestituidoydisminuirsuparteenelbotín.

Esto último fue lo que más convenció a la tripulación. Sin embargo,Balantry debía enfrentarse con el capitán pirata y obligarle a que aceptaraaquella decisión. No se amilanó ante ello y descendió por la escotilla parahablarasolasconelsalvajeborrachoquedormitabaensucamarote.

—¡Esteesnuestrohombre!—vociferóentoncesunodelospiratas.

—¡Lancemostreshurrasanuestrosegundodeabordo!—gritóotro.

Inmediatamente,yporunanimidad,fueronlanzadoslostreshurras.Puedoasegurarquemivoznofuelamenosfuerte,ycreoqueaquellasaclamacionesnodejarondeproducirsuefectoenTeach.

Lo que sucedió entre Balantry y Teach nunca se supo, pero nuestrocontentoyasombrocorrieronparejasalverlesaparecerenelpuentecogidosdelbrazoyoíraTeachquenosdecía:

—Aceptovuestradecisión.Balantryserámisegundo.

Latripulaciónleaclamóestruendosamenteyconellosedioporterminadoelincidente.

CAPITULOXV

Paso por alto aquellos quince meses durante los cuales seguimosnavegandopor elMardelNorte, viviendo a costa de los buques capturadosque nos proporcionaban agua y víveres, y además nos producían pingüesnegocios. Las cosas salían a medida de nuestros deseos y en lo sucesivo,Balantryseciñócompletamentea la líneadeconductaquesehabía trazado.Me agradaba pensar que un noble caballero debe ocupar siempre el primer

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puesto,inclusoabordodeunbarcopirata.Yaunqueyosoydetanbuenacunacomocualquierlordescocés,confieso,sinsentirvergüenza,quemientrasduróaquellocontinuésiendo"Pat,elviolinista",loqueparaaquellosbergantesnoteníamásimportanciaqueladehacerlesreír.

Misaludseresentíaporvariosmotivos,puesyohesidohombrequemehesentidomuchomásagustoa lomosdeuncaballo,queenpieabordodeunbuque. Francamente, aparte del temor a mis compañeros, el miedo al marafligía constantementemi espíritu.Nocreonecesariohacerpresente cuálhasidosiempremivalor,pueslohedemostradoinfinidaddevecesenloscamposdebatallaymisascensoslosheconquistadofrentealenemigo.Sinembargo,cuando debíamos proceder al abordaje, la verdad es que me temblaban laspiernas. El cascarón de nuez en que debíamos embarcarnos, para atacaraquellasmolesdemadera,elbalanceohorribledelasolas,laideadetropezarcon una guarnición decidida a defenderse hastamorir, el cielo tempestuosoquemostrabadecontinuosusombríaamenazayhastaelrugirdelviento,erancosastodasellasquehacíandesfallecieramivalor.

Las dificultades para Balantry aumentaron al tratar de imponer ladisciplina a bordo, pues aquellos hombres eran descontentadizos pornaturaleza y cualquier cosa que les pareciera un freno les resultaba hurtoenojosa.Esto,apartedequealnoestarmucho tiempoembriagados,algunosdeellosempezaronapensar,einclusohubovariosquellegaronaarrepentirsede sus abominables crímenes. Pero el resto de la tripulación se dedicóentoncesaunnuevoplacer:eldeloscálculos.Ypasabanlamayorpartedeltiempo considerando lo que les había tocado en suerte, valorándolo ymostrándosesiempredescontentosporelresultadoobtenido.Creohaberdichoque nuestros asuntos iban bien, pero esto merece una aclaración, puesrealmentenoconozcotodavíaningunaempresaquehayadadolosfrutosquede ella se esperaban. Sin duda alguna, tropezamos conmuchos buques queibancargadosdemercancías,peroéstasanosotrosnonosservíandenada.Encambio,fueronmuypocoslosquellevabandinero.

CAPITULOXVI

Mientras tanto, nuestro buque empezó a hacer agua, por lo que seconsideró llegado el tiempo de dirigirnos a nuestro dique, situado en ladesembocaduradeunríorodeadodeterrenospantanosos.

Se había convenido que en tal caso nos separaríamos, llevándonos cadaunonuestrapartedebotín,porloquehastaentoncesloshombresprocuraronirretrasandodichomomento.Heaquíahoraelincidentequenosobligóatomar

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talresolución.

Acabábamosdedescubrirmuycercadenosotros,entrelabruma,unbarcocon las velas desplegadas. Preparamos nuestro cañón para largarle unaandanada. Como la mar estaba muy agitada y el balanceo era bastanteconsiderable,noesdeextrañarquelaprimeradescarganodieraenelblanco.Tampocotuvieranmejorpunteríalosartilleroslasdosvecessiguientes.Luego,mientras nos disponíamos a disparar por cuarta vez, en el otro habíanpreparado un cañón de popa que, debido a la densa bruma, no pudimosdistinguir.Comodisponíandemejoresartillerosquenosotros,suprimerabalaalcanzónuestraproahaciendodesaparecera losdosencargadosdelcañónyhundiendo el castillete donde nos encontrábamos. Balantry quería que nospusiéramosalpairo,peroconintuitivarapidezcaptólosanhelosdelospiratas,desmoralizadosporaquelrevés.Comoelotrobuquesealejabadenosotrosynuestrasaveríaserandemasiadasparaseguirnavegando,viramostomandoelrumbodelrío.

Congran sorpresavi que la alegría se apoderabade la tripulaciónyquetodos sus componentes bailaban y cantaban como locos, esperando elresultadodel reparto, satisfechosalpensarquesuspartesseacrecentaríanalañadirselocorrespondientealosdosartillerosmuertos.

Tardamosnuevedíasenllegaranuestrodique,yaldoblarelcabo,apesardelabrumavimoscercadenosotrosauncrucero.Lacosa,hallándonoscercadenuestrabase,erasumamentedesagradable.Sediscutiómuchosobresilosdel crucero habrían reconocido al Sara, pues ese era el nombre oficial denuestro barco, cuya catadura no era fácil de olvidar. Y sobre todo en losúltimos tiempos, al estar averiado y haber perseguido sin éxito algunosbuques, había sido tarea fácil fijarse en sus características, que con todaseguridaddebíanhaber sidopublicadas.Estodebió incitarnos a alejarnosdeallíatodotrapo,peroenestaocasión,Balantrymereservóunasorpresa.

Teach y él — y esta considero que fue su maniobra más ingeniosa—marcharonalunísonodesdeelprimerdíadesuelecciónyenaquellaocasióntambiénestuvierondeacuerdo.Siguiendosusinstrucciones,apenasechadaelancla,latripulaciónseentregóalosexcesosdeunaindescriptibleorgía.Porlatarde parecíamos ya una caterva de locos, cantando, disputando yabrazándonos poco después. En unmomento determinado,Balantry tropezóconmigo fingiendo que se caía, y riendo como un borrachome dijo en vozbaja:

—Vetealcamaroteyhazcomoqueduermesenunalitera.Notardaréennecesitarte.Ynoteolvidesdefingirteborrachocomounacuba.

Antes de que pudiera preguntarle qué se proponía, se alejó de mi ladodandotraspiés.Lemirésorprendido,pero luego,comprendiendoquealgose

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estabapreparandomeapresuréaobedecerleymeencaminéalcamarotequeestaba completamente a oscuras. Me dejé caer sobre la primera litera queencontré,peroallíhabíaalguien,ypor laenergíaconquemerechazó,pudedarmecuentadequeno estabamuyborracho.Sin embargo, cuando tropecéconotrolugarymeacosté,parecióquedardormido.Unosinstantesmástardeapareció Balantry, encendió la lámpara, miró en torno suyo y sonriósatisfecho.Luego, sindecirpalabra, regresóalpuente.Conmuchacautelaymirandodesoslayoobservéqueéramos tres losquedormíamosofingíamosdormir en las literas: yo, un tal Dutton, y Grady, dos hombres resueltos.Mientras tanto, los demás se encontraban en un estado de embriaguezverdaderamente inhumano a juzgar por los sonidos que llegaban hastanosotros.

CAPITULOXVII

Con frecuencia he percibido gritos de borrachos, pero nunca parecidos aaquellos,porloquededujequesehabíaechadoalgoalabebida.Pasómuchotiempoantesdequeaquellosgritosyrugidosseconvirtieranengemidos,paradegenerar en un silencio opresor. El tiempome iba pareciendo largo en esaespera, cuando reapareció Balantry con Teach a la zaga. Al vernos en lasliteras,Teachcomenzóajurar.

—Yapodéisdispararunpistoletazoensusoídos.Desobrassabéisloquehantrasegado—dijoBalantry,señalándonos.

En la planchadel camarotehabíauna escotilla en la que se encerraba lapartemás preciosa del botín hasta que llegara el día del reparto. Tenía trescandados,cuyasllaves,paramayorseguridad,estabanunaenmanosdeTeach,otra en las deBalantry y la tercera en las del teniente, un talHamond. Sinembargo,quedé sorprendidoalverque las tresestabanenuna solamano,ymás sorprendido aún cuando Teach y Balantry sacaron cuatro bultos,cuidadosamenteatados.

—Yapodemosirnos—dijoTeach.

—Un momento—replicó Balantry—. He descubierto a un hombre queconoce otro paso oculto a través del pantano, y es más corto que el queconocéisvosmismo.

—Entoncesestamosperdidos—dijoTeach.

—Nolocreoasí.

—¿Porqué?

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Balantrynohizocasodeaquellapreguntaysiguiódiciendo:

—Además, hay otras cosas que debo comunicaros. En primer lugarnuestraspistolasnotienenbalas,puessilorecordáishesidoyoelencargadodecargarlas.Ensegundotérmino,comohayotroqueconoceuncaminoparahuir no voy a cargar con un chiflado como vos. Finalmente, estos trescaballerosquefingenestardurmiendosonadictosamipersonayvanaatarosalmástilyaamordazaros,ycuandovuestroshombressedespierten,siesquealgunavez loconsiguendespuésde lasdrogasquepusimosenel ron,estoysegurodequeosdesatarán,aunquesupongoqueseráparapreguntarosdóndehaidoapararelbotín.

Mientras nosotros nos poníamos en pie abandonando todo fingimiento,Balantryañadiómordaz:

—Confíoenquepodréisexplicarlesasatisfacciónelasuntodelasllaves,¿verdad,queridocapitánTeach?

Elcapitánpiratasedejóamordazaryagarrotarsinpronunciarniunasolapalabra,mirándonos igual que pudiera hacerlo un pobremuchacho asustadoporlapresenciadeunosbandidos.

—Ahora comprenderéis, grandísimo idiota—añadió Balantry, burlón—,porquéhicimoscuatrobultos.

CAPITULOXVIII

Nada teníamos que hacer a bordo del Sara. Los cuatro descendimos ensilencioaunacanoa,llevandoconsigonuestroscorrespondientesbultosynosalejamosdelbuque,quequedóatrás,mudocomounatumba,aexcepcióndealgúnqueotroquejidodeborracho.LabrumaestabamuybajayDutton,queeraelencargadodemostrarnoselcamino,seveíaobligadoaestarenpieparadirigir la embarcación, lo que nos obligaba a remar suavemente. Eso fue loquenossalvó.Todavíaestábamoscercadelbarcocuandodespuntólaaurora.Depronto,Duttonsearrodillódiciéndonosenvozbaja:

—Guardadsilencioyescuchadatentamente.

Asílohicimosypudimosoírdemanerainconfundible,cercadenosotros,el ligerísimobatirderemos.Era indudablequeeldíaantesnoshabíanvistodesdeelcrucero,puesaquellaseransuslanchasquesedisponíanaasaltarelbarcopirata.Entretanto,nosotrosnosveíamosentreambasembarcacionessinningunaposibilidaddedefensa.Mientraspermanecíamosinclinadossobrelosremos, pidiendo a Dios que continuara aquella bruma, el sudor perlaba mi

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frente. Entonces oímos el deslizarse de una lancha muy cerca de nosotros."Con suavidad, muchacho", oí cómo decía un oficial en voz baja.AfortunadamenteparanosotrossealejaroncondirecciónalSara.

—Nonospreocupemosdelcamino—dijoBalantry—.Ante todo,hemosdeprocurarnosunlugarseguro;boguemoshacialaorilla.

Le obedecimos con precaución, bogando casi tendidos, pasando entre labrumaqueeranuestraúnicaprotección.Al llegara laorilladesembarcamoscerca de unosmatorrales, poniendo a salvonuestro tesoros.Como la brumaempezabaadisiparseynopodíamosocultarlacanoaenningúnsitiocercano,la echamosapique.Apenasnosvimosacubierto, surgióel sol,yalmismotiempo, de enmedio de la dársena se elevó un clamoroso ruido, por el quecomprendimos que el Sara acababa de ser asaltado.Di gracias al Cielo pornuestra evasión, pero pronto pude percatarme de que habíamos caído ennuevos y posiblemente mayores peligros. En nuestra forzosa marcha poraquellos lugares llegamos a un cenagal extenso y peligroso, por lo que laempresadedescubrirelcaminoestaballenadedificultades.Unodenosotrosseencaminóalaorillay,escondidoentrelosmatorrales,vioquelabrumasehabíadisipadocompletamenteyqueelpabellóningléshabíasidoizadoenelSara.

Nuestra situación era inquietante. En nuestra ansia de reunir riquezas nonos habíamos preocupado de los víveres, y, por otra parte, era precisoabandonaraquelparajeantesdeque lanoticiade lacapturadelbarcopiratafueraconocida.Frenteaestasconsideracionesselevantabanlospeligrosdelatravesía. No es extraño que nos decidiéramos por la acción. Cuandoemprendimos el camino, el calor era excesivo.Dutton tomó la brújula a sucargo,yunodenosotros tresseencargóde llevarsupartedel tesoro.Puedoaseguraros que no nos perdía de vista, pues nos había confiado algo queapreciaba tanto como su alma. El terreno era peligroso; con frecuencia noshundíamos de forma temible viéndonos obligados a dar un rodeo; por otraparte el calor era insoportable, la atmósfera excesivamente pesada y losinsectoserantanabundantesqueparecíacomosicamináramosbajounanubedeellos.

CAPITULOXIX

He podido observar que las personas de noble cuna soportan laspenalidades mucho mejor que los de clase humilde; en aquella ocasión secumplió esto una vez más, pues nosotros éramos dos hidalgos y Grady unmarinerovulgar,aunquecasidecontexturagigantesca.Duttonquedaapartede

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esto,puesseportótanbiencomonosotros.

Gradynotardóenlamentarse;sequedabaatrásycuandoletocabaelturnode cargar con el tesoro de su compañero se negaba a ello. Continuamentepedía ron, del que ya nos quedaba poquísimoy llegó a amenazarnos con lapistola si no le concedíamos algún reposo. Balantry se hubiera opuesto debuenagana,peroyoledisuadíehicimosaltoparatomaruntrago,queapenassi renovó los ánimos de Grady, pues en cuanto volvimos a reemprender lamarcha siguió retrasándose, gruñendo y murmurando contra su suerte.Finalmente, y comono siguiera con exactitudnuestrospasos, tropezó enunlugardelcenagaldondeellodoeramuyprofundo,lanzandounaseriedegritosespantosos,peroantesdequepudiéramosintentarsacarledeallí,desapareciótragadoconsucarga.

Sufinnosapenó,peroellocontribuyóasalvarnos,yaquedespuésdeello,a Dutton se le ocurrió subirse a un árbol, desde donde vislumbró unbosquecillo que indicabaun senderopracticable en aquel terrenopantanoso.En seguida se encaminó a él, aunque lo hizo con poca habilidad, pues depronto le vimos hundirse levemente y sacar los pies para hundirsenuevamente,yasíhastadosveces.Entoncessevolvióhacianosotrosconelrostrodemudado.

—Alargadme una mano —gritó, impaciente—. ¡Me he metido en unatolladero!

Balantryseleacercó.Luego,volviendolacarahaciamímedijo:

—Noosacerquéishastaqueosllame.

Duttonpermanecíaquieto,sinapenasmoverse,aterrorizado.Elpánicoquesereflejabaensurostromeapenóprofundamente.

—¡PorDios!¡Apresuraos!—gimió.

Balantrysehallabayacasijuntoaél.

—Noosmováis—ledijo.Luegoañadió—.Alargadmevuestrasmanos.

Dutton se desprendió de su pistola, que fue absorbida por el lodo,desapareciendo inmediatamente.Lanzandounablasfemia, tratóde recogerla,perosehundiótodavíamás,susmanosseagitaronporencimadelacabezayun segundo después cayó de cara sobre el lodo desapareciendo en él pocodespués.

A Balantry le llegaba ya el lodo por encima del tobillo, pero pudodesprenderse y volvió junto amí, sonriendo, al ver cómome temblaban lasrodillas.

—¡Queelhuracánoslleve,Francis!—dijo,fijándosetambiénenmirostro

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demudado—.Empiezoapensarquesoisunpusilánime.

—Hasidounaescenaterrible.

—¡Bah! —replicó despectivo—. En el fondo, es la justicia contra unpirata. Ahora ya estamos completamente libres del Sara. ¿Quién puedeacusarnosdehabersidocómplicesensuspiraterías?¡Nadie!

Quise decirle que me insultaba, pero estaba tan conmovido por lo queacababadeverlehacer,quenotuvevalorparacontestarle.

—Vamos—dijo—, procurad sermás animoso.Desde que nos enseñó elcamino,nolenecesitábamosparanadaynomenegaréisquehubierasidounaestupidezdesaprovecharsemejanteoportunidad.

Tuve que reconocer que estaba en lo cierto, pero hasta que no tomé untrago de ron no pude recobrar las fuerzas y continuar el camino. Lo repito:estoymuylejosdesentirvergüenzapormiemoción,pueslacompasiónhonraalguerrero.

CAPITULOXX

Sinembargo,nopuedocensuraraBalantry,cuyaserenidadfuerealmenteafortunada.Sinmás tropiezodescubrimoselcamino,yaquellamisma tarde,antesdequesepusieraelsol,dejamosatráselcenagal.

Estábamosdemasiadocansadosparacontinuarlamarchaaquelmismodía,porloquedecidimostendernossobrelaarena,bajounpino,dondeenseguidanos quedamos dormidos. Despertamos muy de mañana y empezamos unaconversación,queestuvoapuntodeacabarenriñaviolenta.

Nos hallábamos en la costa de las provincias del Sur, a mil millas decualquier poblado francés; nos aguardaban innumerables peligros y nuestraamistad, de ser necesaria alguna vez, lo era en aquel trance. Por lo queimagino, Balantry había perdido hasta la noción de la cortesía, cosa lógicadespués de convivir con aquellos piratas. Me trató con tanta aspereza, quecualquierhombredehonor,dehaberestadoenmicaso,sehubieraofendido.Lereprochésusmodalesysiguiócaminando,mientrasmedecía:

—Francis, ya sabéis lo que hemos convenido; sin embargo, ningúnjuramentotendríapodersuficienteparaquesoportaravuestrosreproches,sinoostuvieraverdaderasimpatía.

—Nolopongoenduda.

—Nidebéishacerlo,puesoshedadounapruebapalpabledeello.Dutton

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teníaqueacompañarmeporqueconocíaelcamino,yGrady,porqueDuttonnoqueríamarcharsinél.Encuantoavos,¿paraquéosnecesitaba?Convuestramaldita lengua irlandesa, sois un constante peligro para mí. A estas horasdebíais estar en el crucero, encadenado. ¡Yme lo agradecéis echándome encaramiconducta!

Estas palabras fueron pronunciadas en tono desabrido, pero no meintimidé, y le repliqué sin circunloquios.La cosa hubiera podido llegarmáslejos a no ser por un aviso inquietante.Habíamos avanzado un poco por elarenal.Elparajedondenosquedamosdormidos,conlosbultosdeshechosyeldinerodesparramadoalrededor,sehallabaentrenosotrosyelpinar;sinduda,fuedeéstedelquesaltóeldesconocido.Fueracomofuera,antenosotroshabíaun muchacho del país, recio y grandote, que, con una enorme hacha alhombro, contemplababoquiabiertoya el tesoro, justamente a suspies, ya elinminente combate, pues acabábamos de desnudar las espadas. Apenasfijamos en él nuestras miradas, cuando salió corriendo velozmente ydesapareció en el pinar. Aquella aparición era poco tranquilizadora. Doshombres armados, vestidosdemarino, aquienes encuentrapeleando junto aun tesoro,no lejosdel lugardondeseacabadeapresarunbarcopirata,erancosas más que suficientes para dar la alarma en la comarca. Dimos porterminadanuestrariña,rehicimosnuestrosbultosypusimospiesenpolvorosa.Pero,comonoconocíamoselcamino,acadamomento teníamosquevolversobrenuestrospasos.BalantryhabíaconseguidodeDuttontodoslosinformesposibles,peroviajarporreferenciaseshartodifícilpornodecirimposible.Alllegar a lo alto de una duna vimos interceptado nuestro camino por otraramificacióndelabahía.Sinembargo,estaensenadaeramuydistintaalasquehasta entonces nos habían detenido.Allí estaba anclado uno de esos barcosqueseconstruyenenlasBermudas,ysutripulaciónestabaentierracomiendoentornodeunafogata.

Despuésderecobrarelalientoydeprocurarquenuestroaspectofueramáspresentable, afectando un desembarazo que estábamos lejos de sentir, nosencaminamoshacialasgentessentadasentornodelalumbre.

CAPITULOXXI

SetratabadeuntraficantedelpuertodeAlbany,enlaprovinciadeNuevaYork,quevolvíadelasIndiasconuncargamentoyquesehabíarefugiadoallípormiedoalSara.Estoúltimonossorprendió,puesnopodíamosimaginarquenuestrashazañasfuesentanconocidas.EncuantoelmercadersupoqueelSarahabíasidoapresadolavíspera,selevantódeunbrinco,nosdiounvasoderon

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por la buena noticia y ordenó a su gente que desplegara las velas. Nosaprovechamos de aquel convite para charlar un poco y ofrecernos comopasajeros.El traficante examinónuestros vestidosmanchados de alquitrán ynuestraspistolasydijo:

—Lolamentomucho,peroapenassihaysitioparamíenelbarco.

Ni con súplicas, ni ofreciéndole dinero, parecía posible quebrantar suresolución.Balantrydijoentonces:

—Veo que no tenéis confianza en nosotros, pero voy a demostraros lanuestra diciéndoos la verdad. Somos jacobitas fugitivos y tenemos nuestrascabezasaprecio.

Estoúltimoimpresionóunpocoaltratante,quenoshizoalgunaspreguntassobrelaguerradeEscocia,alasquecontestócortésyprolijamentemiamigoBalantry.Después,eltraficantelanzóungruñidodiciendoentonovulgar:

—MeparecequevosotrosyvuestropríncipeCarlostenéismásdeloquequeríais.

—¡Diantre!—repliquéyo—.Esoquedecísestámuypuestoenrazón,peronosgustaríaquevosnosdieraisloquenosfalta.

El acento irlandés acostumbra a ser consideradomuygrato y no deja deproducir su efecto entre las personas honradas, tan cierto es eso que, al vercómosereíaelmercader,nopudepormenosdesentirmetranquilo.Todavíaimpuso algunas condiciones como la de que dejáramos las armas antes desubirabordo,peropuededecirsequeaquellafueyalaseñaldemarcha,puesinstantesdespuésenfilábamoslabahíaempujadosporunbuenairecillo,dandograciasalTodopoderosopornuestraliberación.Casialaentradadelestuario,pasamosdelantedelcruceroydelSaraconsutripulaciónapresada,cosaestaúltima que hubiera sido capaz de hacernos temblar de no sabernos enseguridad.

Durante el viaje hacia Nueva York, nos pusimos de acuerdo con elcomerciante para que nos condujera en su barco hasta Albany y allí nospusiera en camino hacia las colonias francesas. Por todo eso tuvimos quepagarbastante;peronopuededictarcondicioneselquevivefueradelaleyyno tiene laconciencia tranquila.Remontamos lasmárgenesdelHudson,quemeparecióunríomuyhermoso,ydescendimoshastaAlbany.

CAPITULOXXII

Laciudadaparecíarebosantedemiliciasprovincianas,quesóloabrigaban

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ideas de destrucción contra los franceses. Los indios de ambos partidos sehallaban en guerra y vimos como desfilaban por allí tropas que conducíanprisioneros.Aquelnoera,pues,unespectáculosumamentealentador, loquenoshizopensarquenohabíamospodidollegarenépocamenospropiciaparala realización de nuestros deseos. Después de algunos días de angustiosaespera,searreglaronnuestrascosas.Enelcursodenuestrasjuergas,enlasquetratábamos de ahogar todos los sinsabores que hablamos sufrido, trabamosamistadconunjovenderarainteligencia,llamadoChew.Eraunodelosmásaudaces traficantes indios y estaba muy familiarizado con las rutas deldesierto. Le convencimos para que nos ayudara y preparó cuanto nos eranecesarioparaescapardeAlbany.Huimosdeallísinsiquieradespedirnosdenuestro amigo, el comerciante albano, embarcando un pocomás lejos de subarcoenunacanoa.

Avanzamos por aquellos bárbaros paisajes, fatigándonos durante el día,remandounasvecesy llevandopor tierra la canoa a cuestasotras veces.Alllegar la noche dormíamos junto al fuego, entre los aullidos de los lobos yotrosferocesanimales.NuestroplanconsistíaenascenderporelHudsonhastalascercaníasdeCrownPoint,dondelosfrancesesposeenunfuerteenellagoChamplain. Pero el camino en línea recta era muy peligroso, por lo queatravesamos un verdadero laberinto de ríos y lagos. En tiempo normal esoscaminosestándesiertos,peroentonceselpaísestabaenguerraylosbosquesse hallaban repletos de exploradores y de tribus indias. En varias ocasionesnosdimosdecaraconellos,perocomoCheweramuyconocidoyapreciadoportodaslastribus,pudimosseguiradelante.

Cuandollegamosalpuntomáscríticodenuestraruta,esdecir,cuandolomismopodíamoscaerenmanosdelosinglesescomodelosfranceses,nuestroguía,Chew,cayóenfermo,muriendopocodespués.Aquelhombrenoshabíaproporcionadodatossuficientesparacontinuarsinsuayuda,perounacosaeradecirloyotramuydistintahacerlo.Sufrimosunaseriedepercances,aunqueafortunadamentenotropezamosconningúnindio,loquesindudanoshubieraresultado fatal. Sin embargo, la canoa se nos desfondó y tuvimos queabandonarla, así como la mayor parte de nuestro equipaje e incluso lasespadas.

Los trabajos de Hércules resultan una bagatela comparados con los quetuvimosquesoportar.Teníamosqueabrirnoscaminosporlaselva, igualquelosgusanoslohacenenelqueso;además,elterrenoeracenagosoenextremoy losárbolesestabanpodridos.Enciertaocasiónsaltésobreun troncoymehundíenélcomosifueraunmontóndeestopa.

Tropezando, cayendo, hundiéndonos en los fangales hasta las rodillas,abriéndonoscaminoconelhacha,mediocegadospor las ramas, caminamosfatigosamente, y lo peor era que no teníamos indicio alguno de dónde

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estábamos,delcaminoqueseguíamos,nidelquedebíamosseguir.

CAPITULOXXIII

Unatardecer,Balantryarrojósucargaalsuelo,diciendo:

—¡Noquieroseguiradelante!

—Por favor—le pedí—.Olvidaos que habéis sido un pirata y volved acomportaroscomouncaballero.

—¿Estáis loco?—me gritó—.Nome llevéis la contraria o tendréis quearrepentirosdehaberlohecho.

Luego,amenazandoconelpuñocerradoalasmontañas,añadió:

—Cuandopiensoquevoyadejarmishuesosenestedesiertomiserable...¡Ah!¡Hubierapreferidomorircomounbuenhidalgoenlahorca!

Estaúltima frase la declamó igual queun cómico, despuésde lo cual sesentóenelsuelo,mordiéndoselospuños,clavadoslosojosentierra,igualquepudierahacerlounafieraounsalvaje.

No me atreví a decirle que un noble y soldado debía hacer frente a ladesgracia con mayor valor, y, como la noche se acercaba, me dispuse aencenderelfuego.Enunlugardescubiertocomoloeraaquelyenunatierrainfestada de salvajes, hacer tal cosa era una verdadera locura, pero, noobstante, peor sería morirse de frío. Balantry ni siquiera me miraba.Únicamente,cuandolasllamaschisporroteabanenlahoguera,levantólosojosdelsueloymepreguntó:

—¿Tenéisalgúnhermano?

—Cinco,graciasalCielo.

—Yonotengomásqueuno,peroestadseguroquemepagarácuantoahoraestoysufriendo—susurróconvozapagadaperollenadecólera.

—¿Quéculpatienevuestrohermanodenuestrasdesdichas?

—¡Mucha!—rugió—.HaocupadomipuestoenelcastillodeDurrisdeer,cortejaamiprometidayostentamitítulo.

Después,conhondorencor,añadió:

—Yahorayoestoyaquídesposeídodetodoyacompañadodeunmalditoirlandés, en lo más hondo de este asqueroso desierto. ¡Oh! ¡Soy un vulgarfantocheynadamás!

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Aquellos ex abruptos eran tan opuestos al carácter de mi amigo que laestupefacción acalló el justo resentimiento, pero debo poner de relieve algoextraño. Anteriormente, sólo una vez hizo alusión a su prometida. NoshallábamosanteNuevaYorky,convozsoñadora,medijo:

—Encasodedisfrutardemisderechos, en este instante estaría antemispropiedades, pues la señorita Graeme posee en estos contornos bienesmuyconsiderables.

Loquedijoenaquellaocasiónpodíano ser interesante,peroalnombrarporsegundavezasuprometidasedabaunacoincidenciadignadesernotada.Enaquelmismomesydía,segúncreo,enquenosperdíamosentreaquellasterribles montañas, su hermano Henry contraía matrimonio con la señoritaGraeme,enelcastillodeDurrisdeer.

Transcurrierondosdíasdelmismomodo.AcadainstanteBalantrydecidíanuestra ruta a cara o cruz, y como una vez le echara en cara semejanteproceder,mediounarespuestaquenuncahepodidoolvidar:

—Es el medio mejor que conozco para demostrar el desprecio que memerecelarazónhumana.

CAPITULOXXIV

Segúncreo,fuealtercerdíacuandodescubrimoselcadáverdeunhombreblancoconel cráneopeladoy tendidoenuncharcode sangre.Lasavesdeldesierto seencarnizabanenaquellosdespojosynoaciertoaexpresar cuálesfueron mis sentimientos ante aquel espeluznante espectáculo. Sólo puedoconfesarqueenaquelinstanteperdílasúltimasesperanzasquemequedaban.

Unpocomástardeatravesábamospenosamenteunapartedelaselvaquehabíaardido,cuandodeprontoviaBalantry,queabríalamarcha,escondersedetrásdeun troncocaído.Corrí a su ladoyambosmiramosal fondodeunbarranco próximo, donde descubrimos a una numerosa banda de salvajesarmados y que parecían venir hacia nosotros. Llevaban el torso desnudopintarrajeadoconalbayaldeybermellón.Avanzabanunostrasotrosenfilaycon un rápido trotecillo, de forma que tardaban muy poco en aparecer ydesaparecer entre los árboles. Las angustias que pasamos durante aquellosinstantes en que estuvimos viendo a los salvajes, no son para descritas.¿Estarían al lado de los ingleses o de los franceses?... ¿Querían cueroscabelludos o prisioneros?... ¿Debíamos salir de nuestro escondite opermanecerallíocultos?Balantrysevolvióhaciamí.Unahorriblemueca ledesfiguraba la boca y descubría los dientes comoun animal hidrófobo o un

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leónhambriento.Nodijonada,perotodasupersonaparecíapresadeterribleduda.De pronto sacó la eternamoneda, y arrojándola al aire, esperó a quevolvieraacaerensusmanos.Luegolamirócondetenimientoydespués,sindecirpalabra,setendióconlacarahundidaentierra.

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NOTADEMACKELLAR

Es falso lo que dice el caballero Burke respecto al matrimonio de laseñoritaAlison conHenry, yaque endicha épocani siquiera sepensaba encelebrartalboda.

Encuantoal relatodel coronel, lo abandonoahoraporquenarrabacómoaquelmismodíasedisputaronlosdosysesepararon.Comolaformaenquecuenta laquerellameparecebastante incompatiblecon suscaracteres,no laconsiderocierta,porloquetampocolajuzgodignadesertranscrita.

En lo sucesivo caminaron separados y sufrieron inenarrables angustias,pero finalmente, primero el uno y después el otro, fueron recogidos por laspatrullasdelFuertedeSanFederico.Sólodoscosasmequedanpordecir.Laprimeraeslaqueprecisamenteinteresamásenesterelato,puesBalantry,enmediodesustribulaciones,enterrósusriquezasenunlugarquenohapodidoser descubierto, pero cuya topografía conservódibujada con su sangre en elforrodesusombrero.Ylasegunda,que,alllegarsinuncéntimoalfuerte,fueacogidocomounhermanoporelcaballeroBurke,quienmástardelepagósuviaje de regreso aFrancia.Cito este rasgodel coronel con tantomásplacercuanto que temo más arriba haberle molestado con mis apreciaciones. Sinembargo,quierohacerconstarquenodeseohacerelmenorcomentariosobrealgunas de sus opiniones, tan extraordinarias y, según mi criterio, bastanteinjustas.Sinembargo,suversióndelaquerellanopuedoaceptarla,puestoquele he conocido personalmente y jamás he visto hombre menos pusilánime.Deploroestanegligenciadelcoronel,tantomáscuantoquelaformadelrelato,aparte algún que otro adorno, me ha conmovido y satisfecho por su graningenuidad.

CAPITULOXXV

No resulta difícil imaginar en qué parte de las aventuras se extendió elcoronel con mayor profusión de detalles mientras las relataba a milord. Elepisodio del barco pirata sufriómuchasmutilaciones y ni siquiera pude oírhasta el final lo que el coronel quiso manifestar, porque Henry, que desdehacía unos instantes parecía hundido en sombrías reflexiones, se levantó de

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dondeestaba.

—Perdone,coronelBurke—dijo—,misasuntosmeobliganasalir.

—Está usted perdonado, caballero —replicó Burke inclinándoseligeramente.

EntoncesHenrymehizoseñadequelesiguierayfuimosaldespacho.Unavezasolasconmigo,notratódeocultarsuinquietudyempezóapaseardeunladoaotro,conelrostrocontraídoylafrentesudorosa.

—Tenemosquehacer—dijoalfin.

Peroantesdeseguirhablandodeellomandópedirunabotellademagnumdelmejor,cosaquedesentonabaconsuscostumbres.

—¡Ah!Tengolagargantaseca—exclamócuandotuvolabotellaanteélyempezóavaciarunvasotrasotroconabsoluta indiferencia.Sinembargo, labebidanotardóenexcitarle.

—Sin duda no os asombraréis, Mackellar, al saber que mi hermano,afortunadamentesanoysalvo,seencuentranecesitadodedinero.

—Ya me lo figuraba—respondí—, pero no veo cómo podréis enviarlealgunacantidad,puesfrancamenteestamosmaldefondos.

—Nosetratadelosmíos.Existeeldineroparalahipoteca.

—Esasumaperteneceavuestraesposa—lerecordé.

—Puesbien,responderédeellaantemiesposa.

—Y aunque así sea—agregué yo sin hacer caso de su tono violento—,existelahipotecamisma.

—Deesoprecisamentequeríahablaros,Mackellar.

—Perdonadme, señor, pero no considero que este sea el momento másoportunoparadistraer fondosymuchomenos losde lahipoteca.Si talcosallegamos a hacer, perderemos el beneficio de las economías realizadas yempujaremoseldominioaunatolladero.

Hasta me tomé la libertad de hacerle algunas advertencias, pero comopersistía en su propósito, oponiéndome siempre el mismo movimiento decabeza y una sonrisa de amarga resolución, llevado de mi celo, acabé porextralimitarmedemisfuncionesyexclamé:

—¡Esoesunalocura,yporloqueamírespecta,noquierotenerparteenella!

ElgestodeHenrysehizomásamargocuandomecontestó:

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—A juzgar por las apariencias, debéis creer que esto lo hago pordivertirme. Tengo una hija, no lo olvidéis,Mackellar, y, además de amar elorden,empezabaaenorgullecermedeldominio.Pero...,¿quéqueréis?...Todoesto nomepertenece...Después de lo que acabo de saber, nomepertenecenada e inclusomi existencia ha perdido todo su valor. No soymás que unhombre y una sombra. ¡Eso es lo que soy: una sombra! Y mis derechoscarecenderealidad.

—Yasabránlostribunalesdescubrirla.

Clavóenmíunamiradaquetuvoelpoderdehacerquemearrepintieradeesaspalabras,puescomprendíquealhablardeldominiosereferíatambiénasu matrimonio. Entonces, con brusquedad, sacó la arrugadísima carta delbolsilloyempezóaleerlaconvoztemblorosa.

—"MiqueridoJacob:Ciertaveztediesenombre.¿Lorecuerdas?"

Carraspeóyclavóenmísusojos,diciendo:

—Eseeselprincipio,Mackellar,¿quéosparece?

Luego,envistademisilencio,continuóleyendo.

—"Yoséqueeresunbichoavariento".

Alpronunciarestaspalabras,surostrosecongestionó.

—¿Quépensáisdeesto,Mackellar,cuandoesmiúnicohermanoquienmelodice?¡JuroanteDiosqueleapreciabayquesiemprelefuiadicto!...,peroélnomecree...¡Nadiemecree!

»Mi hermano me llama bicho avariento, pero yo no aceptaré que sigallamándomelo.Nopodrédarlelasenormessumasquereclama,puesyasabemuy bien él que nuestros bienes no bastarían para ello, pero le daré cuantotengoyesoesmásde loqueéldebesuponer.Aunque tengaquearruinareldominio y andar descalzo, hincharé a esa sanguijuela... Que lo pida todo...todo¡Yselodaré!¡Oh!¡Ypensarquetodolohabíaprevisto,yaúnalgopeor,cuandoseopusoamipartida!

Yome hallaba consternado ante su desazón, sobre todo porque ello eramuycontrarioasucaráctersiempreserenoyunánime.Poresonomeatrevíacontradecirlecuandomeordenóquecontaraeldinero.Mesentéasu ladoydespués de cumplir aquella orden envolví el dinero para que Burke se lollevaramáscómodamente.Terminadolocual,Henryregresóalasaladondeélymilordpasaronlanocheconversandoconsuhuésped.

CAPITULOXXVI

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Un poco antes de que amaneciera me llamaron para que acompañara aBurke y ambos descendimos hasta la playa. Mientras caminábamos dije alcoronel.

—Caballero,esunagransumalaquevuestroamigoreclama.Supongoquesusnecesidadesdebensermuchas.

—Asíparece.

Apesardelasequedadconquemehabíacontestado,insistí.

—Yono soymásqueunempleadodel castillodeDurrisdeery conmigopodéishablarsinrodeos.Creoquedevuestroamigonohayqueesperarnadabueno,¿verdad,coronel?

—Querido amigo. Balantry es un caballero de grandes dotes y al queadmiroyreverenciohastalamismísimasueladesusbotas.

Aunque sus palabras manifestaban entusiasmo, creí adivinar algúnescrúpuloenellas,porloquedejéescaparestecomentario:

—Detodasmaneras,nocreoquedebamosesperargrandescosasdeél.

—Hedeconfesaros—dijoentonceselcoronel—quetenéisrazón.

Habíamosllegadomientrastantoaorillasdelapequeñaensenadadondeleaguardabalacanoa.

—Bien, osquedomuy reconocidoporvuestras atenciones, señor... comoos llaméis. Y como final de nuestra conversación, ya que os mostráis taninteresado,osconfiaréciertopequeñodetallequetalvezinteresealafamilia.A loque supongo,mi amigodebehaberolvidadodecir en sus cartasqueelSocorroEscocésletieneseñaladaunapensiónmásimportantequeaningunode los refugiados en París. Y lo más vergonzoso, caballero —añadióacalorándose—,esquenomeayudaniconunmalescudo.

Alacabarsemequedómirandocomosiyo fuera responsabledeaquellainjusticia.Luegorecobrósuhabitualexcesodecortesía,meestrechólamanoyfuealacanoasilbandoelariapatéticadeShuleAroon.Eralaprimeravezquelaoíaperorecuerdoqueaquellasencillacadenciaseguíaresonandoenmicabezaaúndespuésdeque loscontrabandistas lehicieroncallar.Rechinaronlos remosyallípermanecí,viendocómosealejaba la canoaendirecciónalbarcoquelaaguardabaapuntodelevaranclas.

CAPITULOXXVII

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Lamermasufridaennuestropresupuestonosdesequilibróbastantey fuepreciso que me dirigiera a Edimburgo para obtener un préstamo encondiciones muy onerosas. Pero eso no fue todo. Los contrabandistasvolvieronvariasveces conmensajesdel herederoynunca se fueron con lasmanosvacías.YanomeatrevíaadiscutirconHenry,queentregabacuantoselepedíaconnoblerabia,hallandoquizáunplaceralalimentarsin tregualasconstantespeticionesdesuhermano.Perotodoellorepercutíaeneldominio,nuestros gastos normales se restringían cada vez más, las cuadras ibandespoblándosehastaelpuntodequesóloquedaronenellascuatrocaballosdelabor;loscriadosfuerondespedidos,conloqueseprodujeronmurmuracionesenlacomarcaysereavivólaañejaenemistadcontraHenry.Yfinalmentefuepreciso renunciar al viaje que cada año se hacía a Edimburgo. Esto últimoocurrióyaen1756.Durantesieteaños,elherederohabíaestadochupandolasangre de Durrisdeer como una sanguijuela incansable, sin que Henry sequejara ni hablase una palabra de ello. Jamie, astuto y especulador, y queúnicamente dirigía sus peticiones a su hermano, sin molestar con ellas amilord.Así,noesdeextrañarquelafamiliasequejaradenuestraseconomíasconsiderando que Henry se había vuelto muy mezquino, pero al tener querenunciaralviajeaEdimburgo,serompióelmutismoorgullosodelafamiliayestallólatormenta.

—¡Eso es ya demasiado!—exclamó la señora Durie—. Bien sabe Diosque mi vida se desliza en un constante aburrimiento. No estoy dispuesta atolerarquesemeprivedelconsueloque iraEdimburgorepresentaparamí.Hay que dejar de una vez esas vergonzosas restricciones, que nos estánconvirtiendoenlairrisióndelacomarca.

—Lolamento,Alison,peronopuedohacernada.

—¿Nopuedeshacernada?—replicósumujerviolentamente—.¿Yno teavergüenzasdehablarmeasí?...¡Ah!Porfortunatengomipropiodineroparapoderhacercuantosemeantoje.

—Olvidasque tudineroesmío tambiénenvirtuddenuestromatrimonio—replicóHenryconvehemencia.Yantesdequesuesposapudierasalirdesuestuporsepusoenpieabandonandolaestancia.

Elancianolordelevólosbrazosalcieloyseguidodesunueraseretiraronasulugarfavorito,juntoalachimenea,loqueequivalíaadespedirme.MefuienbuscadeHenryyleencontréeneldespacho.

—Señor—le dije—, hace demasiado tiempoque os estáis amargando laexistenciayesprecisoqueestotermine.

—¡Oh! Nadie se da cuenta de nada. Ellos se creen que soy un bichoavariento,exactamente igualquedicemihermano,peroyo leharéveraese

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individuoquiénesmásgenerosodelosdos.

—Esonoesmásqueorgullo—repliquéyo.

—¿Creéisquenecesitovuestrosconsejos?

Nolerespondíporquecomprendíqueloquedeverasnecesitabaeraayuda,yaunquenoquisiera,estabadispuestoaprestársela.Esperéaquelaseñorasehubieraretiradoasushabitacionesyentoncesmepresentéantesupuertaylepedíaudiencia.

CAPITULOXXVIII

—¿Quédeseáis,Mackellar?—mepreguntóasombrada.

—Bien sabe Dios, señora, que jamás la he molestado con libertades—respondí—, pero este asunto pesa demasiado sobre mi conciencia y debolibrarmedeél.

—¿Dequéasuntohabláis?

—¿Es posible estar tan ciego como lo estáis vos ymilord?—repuse sinhacer caso de su pregunta—. ¿Es posible vivir tantos años al lado de unapersonadetannoblecorazóncomovuestroespososincomprendersubondad?

—Nooscomprendo...

—Así,pues,¿ignoráisadóndevaapararsudinero?...¿Elsuyo,elvuestro,yhastaeldinerodelvinoqueyanosebebeenlascomidas?¡Yooslodiré!TodoeldinerovaaParís,amanosdeesehombrequese llamahermanodevuestromaridoyqueensieteañosharecibidodenosotrosochomillibras.

—¡Imposible!¡Lasrentasnodanparatanto!

Aloírlalancéunarisitasarcástica.

—Sólo Dios sabe cómo hemos podido reunir ese dinero, pero si seguíscreyendoquevuestroesposoesmezquinoyavaro,noesnecesarioqueosdiganadamás.

—Por favor, Mackellar, no sigáis zahiriéndome. Merezco vuestrascensuras,peroquieroponer las cosasen supunto inmediatamente. Jamiehasido siemprede condición irreflexiva, peroposee un corazóndeoro y es labondad y generosidad personificadas. Le escribiré yo misma y todo searreglará.Nopodéisfiguraroscuántapenamehancausadovuestraspalabras.

Lamiréconmanifiestorencor.Seguíapensandoenelherederoyellome

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pusomásfuriosotodavía,peroelmismodíatuvelasatisfaccióndeversaliraHenrydelashabitacionesdesuesposaenunestadodiferentedelhabitual.Enseguidacomprendíquelaseñoralehabíapedidoperdón.

"¡Ah!—medijeparamisadentros—.¡EstavezMackellarhadadounbuengolpe!"

Aldíasiguiente,cuandomehallabasentadoantemislibros,Henrysemeacercó por la espalda y, afectuosamente, me dio unas palmadas en loshombros,diciéndomecontonoemocionado:

—Lo sé todo.Me he dado cuenta de que no puede confiarse en vuestrapalabra.

Aestoseredujotodo,perolodijoconacentotanelocuentequemeresultómás grato que cualquier otra manifestación de gratitud. Lo que máscomplacidomedejófueque,cuandovolvióotroenviadodelheredero,nosellevómás que una carta, y pude observar quemientras la escribía el propioHenry,surostroreflejabaunagransatisfacción.

Desdeentonces lascosas fueronmuchomejoren la familia,peronuevosacontecimientosvinieronaturbarlapaz,yprecisamentefuiyoquienrecibióla carta que debía variar el rumbo de las cosas. Con gran asombro por miparte, al abrirla vi que me la dirigía el coronel Burke desde Troyes-en-Champagneyqueestabafechadael13dejuliode1756.Decíaasí:

"Mi querido señor: Sin duda os sorprenderá recibir carta de persona aquientanpococonocéis,perodesdequeosconocíenDurrisdeerosconsideréhombredegranseriedad,condiciónqueadmirotantocomolaintrepidezenelsoldado.Además,meinteresoporlafamiliaaquientenéislahonradeservir,yporotrapartenopuedoolvidarciertaconversaciónquesostuvimoslamañanademipartida.

"HaceunosdíasestuveenParísyconocívuestronombredelabiosdemiamigoelseñordeBalantry,porloqueahorapuedoaprovecharestaocasiónyenviarosalgunasnoticias.

"Balantry, según os informé en aquella ocasión, percibía una importantepensión del Socorro Escocés. Poco después le dieron el mando de unacompañíaymástardeeldeunregimiento,mientrasqueamísemeenviabaavegetaraestepueblo;peroesoesnaturalquepase,puesyonosoytanbuencortesano como Balantry, quien, según se cuenta, debe gozar de unaprotecciónexcepcional.Sinembargo,lascosassehanvueltohacepocoensucontra,puescuando levi salíade laBastilla,adondehabíasidoenviadopormandatodelrey.Ahoraestáenlibertad,perosehaquedadosinpensiónysinregimiento.Enestepunto,lafranquezairlandesasubstituiráalahipocresíayestoysegurodequemeloagradeceréis.

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"Creo que Balantry es hombre de grandes dotes y soy admirador de sutalento. Así, pues, he pensado que no estaría de más indicaros el cambiosufridoporsusasuntos.LaúltimavezquelevihablabadeirsealaIndia,peroparaesotendríanecesidaddedinero.Acasoconozcáiselproverbioquedice:"Aenemigoquehuye,puentedeplata".Estoypersuadidodequemehabéiscomprendido.

"Y ahora me complazco en ofreceros, con mis respetos para lordDurrisdeer,suseñorhijoylaencantadoraesposadeéste,el testimoniodelamásdistinguidaconsideraciónpersonaldevuestrohumildeservidor.

"FrancisBurke."

EncuantoterminédeleerestacartaselallevéaHenry.Ambostuvimoslamisma idea: que desgraciadamente llegaba con una semana de retraso. Leescribí al coronel a toda prisa rogándole que asegurara al heredero que susiguiente enviado sería satisfecho, pero llegué demasiado tarde y no pudedesviarelgolpequenosamenazaba.

CAPITULOXXX

Enlatardedel7denoviembredeaqueldesgraciadoaño,mientrasestabadandomiacostumbradopaseo,vielllameardeunafogataenelMuckleross.Aunqueyaseacercaba lahoraenquedebía regresar,estaba tan inquietomiespíritu,quenopudecontenermeymedirigíalapuntadetierrallamadaCraigHead.Desdeallíviqueenlabahíahabíaancladounbarcoyqueunacanoasedirigíaatierra.

—No puede ser otra cosa —me dije— que un mensajero que viene aDurrisdeer.

Apresuradamente descendí la abrupta pendiente y logré esconderme enunosmatorrales de la orilla, lo bastante cerca para ver abordar la canoa. ElmismocapitánCrail,contrasucostumbre,llevabaeltimónyasuladoseveíaa un pasajero al que acompañaban una docena demaletas de todos pesos ytamaño. Poco después el equipaje quedó amontonado en la playa, la canoaregresóalbuqueyelcaballeroquedósoloenlasrocas.Eraunhombrealto,degallardaapostura,vestidodenegro,conespadaalcintoybastónenlamano.ComodespedidaalcapitánCrail,agitóelbastónenelaire,conungestoentrecortésyburlón,quesemehaquedadograbadoenlamemoria.

Cuandohubodesaparecidolacanoarecobrémitranquilidadyavancéhaciaeldesconocido,que,aloírme,sevolvióhaciamíymehizoseñasdequemeacercara.Leobedecíyentoncesmedijoconacentoinglés:

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—AquítenéisalgunosobjetosparaDurrisdeer.

Estaba lobastantecercacomoparaobservar sus finos rastrosy su rostromoreno, largo y enjuto, su mirada viva y sombría, reveladora del hombreacostumbrado a la lucha y almando. Sus vestidos eran de una elegancia algusto francés; el encaje de las bocamangas era finísimo y me quedéasombradoalverle tanbien trajeado, cuandoacababadedesembarcardeunsucio buque de contrabandistas.Mientras yo le examinaba de estemodo, élhacíalomismoconmigo,ycuandohuboterminadodijosonriendo:

—Apuesto a que conozco vuestro nombre. Por vuestra letra, señorMackellar,habíadescubiertovuestromododevestir.

Aloírestomeechéatemblar.

—¡Bah! —siguió diciendo sin dejar de sonreír—. No tenéis que tenerningúnmiedo demí, a pesar de vuestras enojosas epístolas. Esmás, tengoincluso intencióndevalermedevuestrosservicios,Me llamaréisseñorBaly,queesunaabreviacióndemipropionombre.Yahoracogedestoyaquello—al hablar señalaba dos maletas—; no creo que podáis llevar más peso. Encuanto al resto del equipaje, puede esperar aquí a que envíe a recogerlo.Vamos,noperdamosmástiempo.

Apenas pude darme cuenta de lo que hacía, cuando ya le estabaobedeciendo y caminaba detrás de él a través de los matorrales, sinpreocuparmeporlacargaquellevaba.Deprontodejélasmaletasenelsueloymedetuve.

—¿Quésucede?—mepreguntó.

—¿SoiselseñordeBalantry?

—Así es —repuso burlón—. No he pretendido ocultar mi identidad alastutoMackellar.

—¡EnnombredelCielo!—exclamé—.¿Porquéhabéisvenido?...Volveosahora,cuandotodavíaestáisatiempo.

—No, gracias. Ha sido vuestro señor y no yo quien ha escogido estemedio.Ypuestoqueasílohaquerido,debesufrirlasconsecuencias.Yahoracogeddenuevomiequipaje.Lohabéisdejadoensitiomuyhúmedo.

Peroyonoestabadispuestoaseguirobedeciéndole.

—Sinohaynadaquepuedahaceros volver—ledije—, sabed almenosque, en mi opinión, un simple caballero cristiano, sentiría escrúpulos decontinuar.

—Considerovuestraspalabrasmuyhalagadoras—replicóél,burlándose.

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—Yaquenoqueréisregresar—insistí—,permitidqueosrecuerdequehayciertos formulismos merecedores de todo respeto. Esperad aquí con elequipajemientrasavisoavuestra familia.LordDurieesancianoy...merecequesetenganconélciertasprecauciones.

—Enverdad—dijo—,esteMackellarsevaloraunavezconocido.

Luego,entonomásduro,añadió:

—Escuchad,amigo,ysabedlodeunavezparasiempre.Conmigoperdéislastimosamente el tiempo, puesto queme he acostumbrado a ir siempre enlínearectayconineludibleimpulsopormicamino.

—¿Deveras?—repliqué—.Puesbien,¡vamosaverlo!

Ydandomediavuelta, salí corriendoendirecciónaDurrisdeer sinhacercasodesusgritosni imprecaciones.Unosminutosdespués lleguéalcastillosinaliento,subídecuatroencuatro losescalonese irrumpíenlasaladondeme detuve, sin poder hablar, ante toda la familia. Todos me miraronsorprendidos y en mis ojos debía leerse algo de lo que sucedía, porque sequedaroncomopetrificados.

—Havenido—pudedeciralfin.

—¿El?—preguntóHenry.

—Sí.

Milordtuvoqueapoyarseenlabutaca.

—¿Mi hijo?—exclamó—. ¡Imprudente! ¡Imprudente!... ¿Por qué no sehabráquedadoensurefugio?

EncuantoalaseñoraDurie,nodespególoslabios.

—Bueno —dijo Henry, que fue el primero en recobrar la serenidad—.¿Dóndeestá,Mackellar?

—Sehaquedadoenelcamino.

—Vengaconmigo.Quieroirasuencuentro.

CAPITULOXXXI

Ysalimoslosdossindecirnadamás,peronotuvimosqueandarmucho,pues enseguida vimos al heredero que venía hacia nosotros silbandoalegremente,yagitandoelbastónenelaire.

—¡Hola,Jacob!—dijo—.YaestáderegresotuhermanoEsaú.

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—Por el amor deDios, Jamie—le dijo su hermano—.Llámameporminombre.Nomentiré diciéndote queme causaungranplacer volver a verte,perosíquehedeacogertelomejorquepuedaenlacasadenuestrospadres.

—¿Ibas adecir enmi casao en lanuestra?—preguntó el heredero conironía—.Peroestoesalgodeloqueprefieronohablar.YaquenohasqueridoseguirayudándomemientrasestabaenParís,esperoquenomerehusarásunlugarenelhogardeDurrisdeer.

—Noséporquéhablasasí.Parececomositedierascuentadelafuerzadetusituación.

—Yasíesenefecto—agregóJamieconunasonrisitaburlona.

Tal fue la acogida burlona que se dispensaron ambos hermanos, sinabrazarse ni siquiera estrecharse las manos. Después el primogénito meordenóquecogieraelequipaje,peroyomevolvíhaciaHenryesperandoqueconfirmaraaquellaorden;éstelohizoasí,perosuspalabrasmepareciócomosiencerraranunanotadedesafíohaciaelreciénllegado.

—Mientras el señor permanezca aquí, Mackellar, os agradeceré quecumpláissusdeseoscomosifueranmíos.¿Queréisenviarunodeloscriadosaquerecojasuequipaje?

—Dilequelocoja—interrumpiósuhermanogroseramente—ydejaosdetantaszarandajas.

Mequedésinhabla.Inclusollamarauncriadomeresultabaimposible,porloquepreferíobedeceraaquelhombreyseguíaamboshermanosrebosantede rabia y desesperación. El peso de las maletas me pareció mayor que alprincipioyellofuemotivodequemeretrasara.Cuandolleguéalasaladebíahacer ya rato que terminaron las efusiones del recibimiento y acababan desentarse a la mesa, pero se habían olvidado de mi sitio, lo que me hirióbastante.Elherederosediocuentadequemehabíaquedadoenpie,azorado.Entoncesselevantóconvivacidaddiciendo:

—¡Vaya!PorlovistomehesentadoenelsitiodeMackellar.

Luego,dirigiéndosealcriado,agregó:

—John, ponga un cubierto para el señor Baly, que no quieremolestar anadie.Además,lamesaeslosuficientementegrandecomoparaquequepamostodos.

Apenassipudedarcréditoaloqueoía,cuandoheaquíquemecogióporlos hombros, riendo, yme sentó enmi sitio de costumbre. Luego,mientrasJohnponíaunnuevocubiertoenlamesa,Jamiesecolocóalladodesupadreyacodándoseenelsillóndeéstelecontemplóconternura.Tancariñosamentesemirabanpadreehijoqueapuntoestuve,enmiestupefacción,dellevarme

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lasmanosalacabeza.

Elrestofueporunestilosemejante.Dejósurígidoacentoinglésyhablólaquerida lengua escocesa sin que de sus labios se escapara ninguna palabradura, ni hiciera el menor gesto burlón. Durante toda la comida se mostrócortés y complaciente, mostrándose muy cariñoso con su padre y narrandoalegrementealgunos incidentesdesuspasadasaventuras, todoellocontantaseducciónquemepareciólógicoquemilordylaseñoraDurie leescucharancontantoagrado.

Apenashuboterminadolacena,laseñoraselevantópararetirarse.

—Veoquehabéiscambiadovuestracostumbre,Alison—ledijoJamie.

—Asíes—replicóella,apesardequeaquelloeracosanotoriamentefalsa—. Buenas noches, Jamie, y sé bienvenido por tu retorno... de entre losmuertos—agregóconvozdesfallecidaytrasunbreveinstantededuda.

Henry,quedurantelacomidahabíahechountristepapel,parecióalegrarseconlamarchadesumujer.Yomedicuentadequeestorbabaymedispusearetirarme,peroelherederomeloimpidió.

—Noosdejomarchar,Mackellar.Porlovisto,consideráisalhijopródigocomosi fueraunextrañoydebo recordarosquenoes así, puestoqueestoybajoeltechodemispadres.Vamos,sentaosdenuevoybebedamisalud.

—Desde luego —aprobó milord—. Ni mi hijo ni vos, podéis serconsideradoscomoextraños. Justamente,haceun instante ledecía lomuchoqueapreciábamosenestacasavuestrosvaliososservicios.

Nuevamentevolví a sentarme, si bienpermanecí silencioso, y es posiblequeme hubiera dejado engañar por susmaneras, de no haber ocurrido algoquepusodemanifiestosuperfidia.

Elhechofuecomosigue:Henrysehallabasentado,algosombríoapesardesusesfuerzosporguardarlasaparienciasdelantedesupadre.EntoncesselevantóJamieylediounosgolpecitosenelhombro.

—Vamos,muchacho—le dijo en el tono cariñoso que debieron emplearcuando eran niños—. No tienes motivos para sentirte deprimido por millegada.Todoestuyoynopiensodisputartegrancosa;sinembargo,nocreoquetúdebasdisputarmemisitioenelhogar.

—Eso esmuy justo, Henry—aprobómilord frunciendo las cejas, gestoinhabitualenél—.Hastaahoratehasestadoportandocomoelhermanomayordelaparábola.

—Yosiemprequedoenmallugar—dijoHenrydolido.

—¿Yquiénteponeenmallugar?—exclamómilordconrudezaimpropia

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dehombretanapacibleyponderado—.Hasmerecidomireconocimientoyeldenuestrafamiliamásdemilveces.Creoqueyaessuficiente.

—Puedes estar seguro de ello—agregó el heredero, en cuyamiradameparecióverunextrañobrilloamenazador.

CAPITULOXXXII

Durantelaépocaenquesedesarrollaronlossucesosquevoyarelatar,mehicecuatropreguntasque todavíahoynohepodidocontestarme.¿ObedecíaJamie a un resentimiento particular contra Henry? ¿O a lo que él creía suconveniencia?¿Eradebidoasimplecrueldad?¿Oaloqueélhubierallamadoamor?...Meatengoalastresprimeras,aunqueesposiblequeobedecieraalascuatro. En efecto, la animosidad contra Henry explicaría su rencorosocomportamiento cuando se hallaban a solas y su actitud deferente cuandoestaba presente milord; su conveniencia, con un toque de galantería, semanifestaba en el tono cordial que empleaba con la señora; su crueldad serevelabaenlostrajinesquesetraíamezclandoyoponiendoaquellasdiferenteslíneasdeconducta.

SeguramentedebidoamiabiertaamistadporHenry,mevienvueltoensujuego,cubriéndomedesarcasmoscuandoestábamossolos,omostrándoseenextremo cariñoso y amable cuando había alguien delante. Esos contrastesresultaban sumamente molestos para mí, pues nunca sabía a qué atenerme.Perotodoestonotienemásqueunarelativaimportancia,sisecomparaconloquetuvoquesoportarHenry.Sumartiriofueelmáshorrible,porque,¿cómoresponderenpúblicoaquienleinsultaba?Elpobreseveíaobligadoaparecerrudoycondenadoalsilencio.Milordylaseñora,testigossolamentedeunodelos aspectos del primogénito, hubieran jurado que éste era un modelo degrandezadealma,mientrasquesuhermanoresultabalapersonificacióndeloscelosyde la ingratitud.Y todoestoseagravabanotablementesi sepensabaquelavidadelmayorestabaenpeligroyque,además,sehabíaquedadosinprometida,sintítuloysinfortuna.Elsimplerecuerdodetodoaquellomehacehervir la sangre,yapesarde lamaquiavélicaastuciadelprimogénito,estoyconvencidodeque la señorapudohabersedadocuentade ella.Y lomismodigodeMilord.

El heredero era muy astuto y se aprovechaba del supuesto peligro quecorría—y pronto explicaré por qué digo supuesto— para hablar de él condesenfadada jovialidad, lo que le daba un aspecto todavía más interesante,empleándolo,además,comoarmacontraHenry.Aúnmepareceverleundíacolocando un dedo sobre el incoloro cristal de la pintada vidriera, en una

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ocasiónqueestábamoslostressolos.

—Por aquí pasó tu afortunada guinea, Jacob —dijo. Y como Henry lemirara sombríamente, añadió—: ¡Bah!Nomemires conese aire impotente,mosquita.Teveráslibredetuarañaencuantolodesees.¿Cuándoconsiderarásnecesariodenunciarme,queridohermano?

Henrylemiródeformasombríaypalideció.

Pero el otro, lanzando una carcajada, le dio una palmada en el hombro,diciendo:

—¡Aparta,palurdo!

Henrydiounpasoatrásymiróenformaamenazadoraasuhermano,éstepareciódesconcertarse,yaunquetratódeecharlacosaabroma,nuncamásseatrevióaponerlamanoencimadesuhermano.

CAPITULOXXXIII

Aunquecontinuamentehacía referencia alpeligroquecorría,meparecióquesuconductaeramuyimprudente.

"Elgobiernodebetenerunsueñomuypesado—medecíaamímismo—paranocogeraunrebeldequesepaseacontantaimpunidad."Noniegoqueenalgunaocasiónestuvetentadodedenunciarle,peromecontuvolaideadeque morir en el patíbulo sería demasiado honroso para él y que con elloaumentaría el pedestal que le habían alzado su padre y su cuñada. Por otraparte,estabasegurodequesimemezclabaenaquelasunto,Henrynodejaríadereprochármelo.Sinembargo,apesardesuairedesenvuelto,nodejabadetenersuspreocupaciones,unade lascualeseraaquellamujer llamadaJessieBrown,que,desdequeconociólallegadadelheredero,noseapartabadelosaledaños del castillo, llamándole a gritos, cantándole canciones, e inclusocolgándosede sucuello llorando sobre supecho.Todoaquellomolestabaalprimogénito,detalmodo,quetratódeponerlefindeunmomentoaotro.Vinoamidespachoyconmuchacortesíamedijo:

—Mackellar,hayunamalabichaquerondalosalrededoressinquepuedadesembarazarmecortésmentedeella.Poresorecurroavos.

—Noveoquépuedohacer.

—Esmuysencillo—replicó—.Procurad,osloruego,quenuestrasgentesrecibanlaordendeecharsincontemplacionesaesamujer.

—Señor—respondíalgotembloroso—.Valemásquesolucionéisporvos

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mismovuestrossuciosproblemas.

Sindecirmediapalabra,diomediavueltayabandonóeldespacho.

AlospocosminutossepresentóHenry.

—¡Vaya, señorMackellar!Comosiyono tuvierabastantesocupaciones,aúnqueréisaumentarlas.¿PorquéhabéisofendidoalseñorBaly?

—Convuestropermiso,señor—repliquédignamente—.Hasidoélquienmehaofendido;sinembargo,esposibleque,alcontestarle,nohayatenidoencuenta vuestra situación. Os explicaré sus pretensiones, y si decidís que lehagacaso,bastaráconquevosmeloordenéisparaqueobedezca.

Yleexpliquéloqueacababadeocurrir.

—Habéis hecho muy bien —dijo cuando hube terminado de hablar, yabriendolaventanallamóalseñorBaly.Estenotardóenpresentarseconairedeestarmuysegurodesímismo.

—Jamie—ledijosuhermano—.HasacudidoamíparaquejartedelseñorMackellar. He tomado mis informes y voy a contestarte como te mereces.Utilizarélamismalibertaddeexpresiónquetúempleascuandoestamossolos.Este caballero—añadió señalándome—es alguien a quien estimomuchoy,por lo tanto, mientras permanezcas bajo este techo, debes procurar noofenderle.

"En cuanto a la comisión que le proponías, encárgate tú mismo desolventarla, pues a ti solo te incumbe la responsabilidad de tus actos, y noquieroqueningunodemisservidoressemezcleentusturbiosasuntos.

—Querrásdecirlosservidoresdemipadre—contestóélconmalicia.

—Digoloquemeplace.Ysinotegusta,veahablarconnuestropadre.

Elherederopalidecióentonces;señalándomeconeldedo,dijo:

—Quieroquedespidasaestehombre.

—Yyonopiensohacerlo.

—Tecostarácaro—amenazóél.

—Portuculpahepagadoyatantascosas—replicóHenryconvehemencia—,queyanomequedanada.Nisiquieraeltemor

—Esoloveremos—repusoelprimogénito.

Yseretirófurioso.

Henrymemirópreocupado.

—¿Quésepropondráahora,Mackellar?

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—Nolosé, señor;peroserámejorquememarche.Simequedosóloosproporcionarémáspreocupaciones.

—Deningúnmodo.¿Oesquepretendéisdejarmecompletamentesolo?

—¡Esono!

—Entoncesquedaosynosehablemásdeesteasunto.

Elataquenosehizoesperary tomócomoblancoa la señoraDurie,a laque prodigó infinidad de atenciones, como siguiendo un plan preconcebido,perocontalhabilidadqueellanosupodarsecuentadesusmañas.Además,nocejóhastacaptarseelcariñodelapequeñaCatalina,quenosabíaestarsinél.Paseaban siempre juntos y correteaban como dos chiquillos. Esto hizo queHenryse irritara,enfadándoseconlapequeña, loqueprovocóunadiscusiónentrelosesposos,conelconsiguienteregocijoporpartedeJamie.

**

Aunque el heredero lo disimulaba perfectamente, su permanencia en elcastillonosedebíaaotracosaquealdeseodeconseguirdineroymarcharalaIndiacomoteníaproyectado.ParaelloutilizótodassusarteshastaconseguirquesupadredieralaordenaHenrydequevendieraenbreveplazolastierrasdeOcMerhall.Apesardesusprotestas,nolequedóaHenryotroremedioquevenderabajoprecio,yendoapararelfrutodeaquelladesventajosaoperaciónalosbolsillosdelprimogénitoqueloremitió,valiéndosedemediosocultos,aFrancia.

Conelloyahabía logradosupropósitoyesperábamosdeunmomentoaotro el fruto de nuestro sacrificio, pero éste no llegaba, pues el visitantecontinuabaenDurrisdeer.Undíaestabacharlandoconuncolonoydijoalgoquemepusosobreavisoacercadelherederoydelsupuestopeligroquedecíacorrer.

—Hay algo que me sorprende—decía el colono— y es el hecho de lallegadadelseñordeBalantryaCockermouth.

—¿ACockermouth?—pregunté yo ami vez, pensando pormimente laimagendelcaballerotanacicaladoquevidescenderdelachalupadelcapitánCrailyquemedejóentoncestansorprendido.

—Sí.FueallídondelerecogióelcapitánCrail.¿EsquevostambiéncreíasqueveníadeFrancia?

—Desdeluego.Yahoradispensadme.Tengomuchoquehacer.

Inmediatamente y sin esperar las palabras de aquel hombre, corrí alencuentrodeHenry,alquecomuniquécuantoacababadesaber.

—¿Quéimportacómohayallegadosihacetantotiempoqueestáaquíyno

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parecetenerganasdemarcharse?

—No,no—repuse—.Pensadenloqueesopuedesignificar.

—Noosentiendo,Mackellar.¿Quéqueréisdecir?

—Sencillamente,piensoqueesposiblequeel señordeBalantry tengaalgobiernodesuparte,yporesopuedeviviraquícontantaimpunidad.

Henry quedó estupefacto. Sus cejas se fruncieron y permaneció unosinstantessilencioso,meditando.Luegovicomoensuslabiosaparecíapocoapocounasonrisaferoz,queteníaciertoparecidoconladesuhermano.

—Dadmepapel,Mackellar—pidió.

Y sin decir más, se puso a escribir a un caballero conocido suyo, queocupaba un puesto de importancia en el gobierno. Envié aquella carta conMacconochie, que en aquella ocasión se mostró no sólo reservado, sinotambién muy veloz, pues regresó antes de lo que esperaba y eso que miimpaciencia eramuy grande. CuandoHenry leyó la respuesta de su amigo,sonrióferozmente.

—Mackellar—medijo—,esteeselmejorservicioquemehabéisprestadohastaahora.Conestedocumentovoyaproporcionaramihermanounafuerteimpresión.Observadnosdurantelacomida.

AsílohiceypudedarmecuentadequeHenryproponíaasuhermanounpaseoacaballoporunlugardemasiadovisible.Talcomoélesperaba,milordseopusoporconsiderarlopeligroso.

—¡Bah! —dijo Henry con desenvoltura—. ¿Para qué os molestáis enguardarelsecreto?¡Novalelapena!Estoytanenteradocomovos.

—¿Quédices?—protestómilord—.¿Dequésecretohablas?

Elherederohabíacambiadodecoloraloírasuhermano,porloquededujequeelgolpehabíadadoenunpuntovulnerable.Henry,enaquellosinstantes,sevolvíahaciaéldiciéndoleconaparenteasombro:

—¿Cómo?...Séquesirvesanuestrosseñoresconfidelidadysuponíaque,almenosporpiedad,habríastranquilizadoanuestropadre.

—Nosédequéestáshablando,niquieroquesediscutanenpúblicomisasuntos —gritó furioso Jamie—. ¡Exijo que cese inmediatamente estaconversación!

—Palabraquenoesperabadetitantadiscreción—replicóHenryfríamente—.Ahorabien,heaquíloquemeescriben.

Ydesdoblandolacarta,leyó:

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"—Efectivamente, interesa al Gobierno y al caballero a quien quizáconvenga seguir llamando señor Baly, que este acuerdo permanezca ensecreto; pero nunca se tuvo la intención de dejar a su familia, hasta la horapresente,sumidaenlasangustiasquecontáistanporlovivo.Porloquemeesmuygratoserelprimeroenapaciguartalestemores:elseñorBalysehallaenGranBretañatansegurocomovosmismo."

—¿Esciertoeso?—preguntómilordasuhijo,mirándoleconsospecha.

—Querido padre —dijo el heredero, recobrada ya su sangre fría —meencantapoderhablarporfin.LasinstruccionesquemedierondesdeLondreseranotrasydebíaguardarabsolutosecreto.Sindudahandebidocambiardeopinión,peroyonadahesabido,pueselhechodebeserreciente.

"Es más —agregó cada vez con mayor aplomo—, supuse que aquellainesperada gracia, concedida a un rebelde se debía a vuestra intervención yquelaordendeguardarelsecreto,inclusoenlafamilia,sedebíaaldeseodeocultar vuestra bondad. Ahora sólo nos queda averiguar a quién debo estagracia,puesnocreoqueseanecesariorefutarlaacusaciónquesetransparentaenlacartadelamigodeHenry.

Yconarroganciaexclamó:

—¡AúnnosehaoídodecirqueunDuriefuesejamástraidoroespía!

Yaparecía que iba a salir con bien de aquello, pero no contaba conunaimprudenciaquehabíacometido,niconlapenetracióndesuhermano.

—¿Dicesqueelasuntoesreciente?—preguntóHenry.

—Desdeluego—repuso,tratandodedarfirmezaasuacentoaunqueenelfondoseadivinabaciertorecelo.

—¿Tan reciente como esto? —preguntó Henry con aire hermético,volviendoadesdoblarlacarta,enlaquenohabíaningunafecha;peroesoelprimogénitonopodíasaberlo.

—De cualquier forma —dijo Jamie echándose a reír—, la merced hallegadoamídemasiadotarde.

Surisasonabatanfalsaydetimbretanduro,quemilordlemirófijamenteyfueélquieninterrumpióasuhijoparaevitarlemayorbochorno.

—Creo inútil que prosiga esto. Todos nos alegramos de que Jamie seencuentreasalvoy,comopersonasagradecidas,lomejorquepodemoshaceresbrindarporelreyysuclemencia.

**

Graciasalaintervencióndesupadre,elprimogénitohabíasalidodetodo

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compromiso, pero a los ojos demilord había perdido el prestigio que habíafomentadotancuidadosamente,quedandoreducidoaserconsideradocomounespía.Ynosóloperdiósulugarenelcorazóndesupadre,sinoquelaseñorale tratódesdeentoncesconvisibledespego.Peroaquellono sirvióparaquemejoraran las relaciones entre ambos hermanos, sino que sucedió todo locontrario,cadadíaquepasabaeramayorladistanciaquelesseparaba.

—Si yo fuera vos—dije un día a Henry, saliendo de mi acostumbradareserva—,hablaríaamilordconenterafranqueza.

—Nopuedo,Mackellar—replicó,moviendolacabezaensentidonegativo—.No os dais cuenta de cuál esmi situación. Si descubriera ami padre elfondo de mi pensamiento me consideraría ruin y me atraería su desprecio.Resulto antipático a todos; a los mismos que me dicen que me estánagradecidos, pero que ni siquiera imaginan los desvelos queme ocasionan.¡Estoesloquemepierde!...Perohayqueencontrarunmedio,Mackellar—agregóde improviso,mirándomeconfijeza—.Hayqueencontrarunmedio.Tengo mucha paciencia; quizá demasiada y, además, he llegado adespreciarme.

"Y, sin embargo—concluyó diciendo con gesto agotado—, estoy segurodequenadiesehavistonuncaenvueltoenunatramatanodiosaycomplicadacomolaquehatejidomihermano.

Alacabarvolvióasumirseenlameditación.

—¡Ánimo! —le dije—. Ya veréis cómo acaba por deshacerse por símisma.

Entonces alzó la mirada y clavó la vista en un lugar indeterminado,diciendo:

—Haceyamuchotiempoquenisiquierameencolerizo.

Y aquellas palabras estaban tan poco relacionadas con mi últimaobservaciónquepreferíguardarsilencioacontinuarhablando.Penséquenohabíadeserescuchadoporél.

CAPITULOXXXIV

Aquellamismanocheelherederoabandonóelcastilloynoregresóhastaeldía siguiente, aquel fatal 27 de febrero. Nadie se tomó la molestia depreguntarle a dónde fue y lo que hizo, cosa que de haberse sabido habríapodidocambiarlotodo.

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Duranteaqueldíaelfríofuemuyintensoylosleñosseamontonabanenelespaciosohogardelasala.Hacialasdoce,unrayodesolseabriópasoentrelas nubes e iluminó un invernal y nevado paisaje de colinas y bosquescompletamenteblancos.Detrásdelpromontorio,elbarcodeCrailaguardabaque se levantara el viento y de cada casa se elevaban columnitas de humo.Todo aquello volvió a hundirse en la bruma en cuanto anocheció.La nochellegósinestrellas,oscura,comodignomarcoparaloqueibaasuceder.

Recientemente habíamos adquirido la costumbre de jugar a las cartasdespuésdecenar,signoevidentedequeelprimogénitoseaburríamortalmenteenDurrisdeer.Yaquellanochenosdispusimosainiciarnuestrapartidacuandomiladyseretiró.Alamediahoradeestarjugando,milordabandonósupuestojuntoalachimeneaymarchóaacostarse.Quedábamossólonosotrostresyyano eran precisas ni finezas ni hipocresías, pero como acababan de darse lascartas cuando se marchó el anciano, continuamos la partida. Debo hacerpresentequeJamie,quecorrientementenobebía,aquellanocheparecíahaberdejado tan buena costumbre, y aunque disimulaba lo mejor que podía, mepareció que estaba cerca de la embriaguez. Cuando estuvimos solos, seprodujoenaquelhombreunadesushabitualestransformaciones,pasandodelahabitualcharlacortésaunaformainsultante.

—Te toca jugar, queridoHenry—habla dichomientras salía su padre, yluego, al cerrarse la puerta, prosiguió—:Resulta curioso verte desplegar talgroseríaenalgotansencillocomounjuegodenaipes.Juegas,Jacob,comounlorddetresalcuartoocomounmarineroenunataberna.Idénticasparsimoniaymezquinacodicia.Noparecesmihermano.

"Hasta en "Pies cuadrados" —siguió diciendo, señalándome—, puededescubrirseciertavivacidadcuandotemeporsuapuesta.Enfin:noencuentropalabrasconquéexpresarelfastidioqueexperimentojugandocontigo.Henrycontinuójugandoensilencio,peromedicuentadequeestabapendientedelaspróximaspalabrasdesuhermano.Esteprosiguió:

—¡Cielos!...¿Acabaráestoalgunavez?...¡Quélourdaud!...Pero¿paraquévoyaapabullaraunpalurdoconpalabrasfrancesas?...Unlourdaud,queridohermano,esalgoasícomounestúpido,unnecio,alguienquecarecedeportey de agilidad, sin condiciones para agradar. Exactamente lo que verías si tetomaraslamolestiademirarteenunespejo.

Jamie miró con malignidad a su hermano y viendo que éste ni siquierapestañeaba,rezongódespechado:

—Parececomositehubierasdormidoantelascartas.¿Nocomprendesloque quiero decirte con ese epíteto que acabo de explicarte, mi queridoHenry?... Te lo voy a decir.A pesar de todas las buenas cualidades quemecomplazcoenreconocertealgunaqueotravez,nosédemujeralgunaqueno

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meprefiera,nicreo—prosiguióconelmásdeliberadopropósito—,nicreoquedejedecontinuarprefiriéndome.Henryse levantó lentamenteydejó losnaipessobrelamesa.

—¡Cobarde!—dijo con suavidad. Y luego, sin prisa ninguna y casi sinviolencia,sellóconunabofetadalabocadesuhermano.

El primogénito dio un brinco y pareció transfigurarse. Nunca le vi tanfuriosocomoenaquelinstante.

—¡Unabofetada!—exclamó—,¡Niamipadreselaconsentiría!

—Bajalavoz—repusoconsuavidadsuhermano—.¿Oesquepretendesqueunavezmásintervenganuestropadreentufavor?

Tratédeinterponermeentreellos,peroelherederomeapartóaunladoyseencaróconsuhermano,preguntándole:

—¿Sabesloqueestosignifica?

Enmividahehechonadadeloqueestuvieratanseguro,nituviesetantasganasdehacer.

—¡Necesitosangreylatendré!—rugióJamie.

—La tuya correrá si tal es la voluntad de Dios —replicó Henry. Yacercándosea laparedescogióde lapanopliados sablesdesenvainadosqueofrecióasuhermano.Luego,dirigiéndoseamímedijo:

—Mackellar,cuidaddequelalucharesulteleal.Locreoindispensable.

—No tienes necesidad de dirigirme más insultos —dijo el herederoapoderándosedeunodelossables—.Yateodiolosuficiente.

—Mi padre acaba de acostarse—dijoHenry—, por lo que te ruegomeacompañesfueradelacasa.

—Hayunsitiomuyapropósitoenlaavenida—repusoelheredero.

—¡Señores!—dije—. ¡Quéoprobiopara losdos! ¿Vaisadestruir loqueunamismamadreoshadado?

—Sí,Mackellar—dijo Henry con lamisma expresión serena que no lehabíaabandonadoentodoaquelrato.

—Puesyoprocuraréevitarlo—dije.

Miconductadeentoncestieneunamancha:aloírmispalabras,elherederopuso lapuntadesusableenmipecho.La luzbrillóa lo largode lahojay,cayendoderodillasanteél,alcélosojosalcielo.

—¡No!¡Nomematéis!—exclamésollozandocomounniño.

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—Esteyanonosmolestará—repusoelheredero,retirandodemipecholahojadesnuda—.Avecesesunaventajatenerauncobardeasuservicio.

—Necesitamosluz—dijoHenry,comosinadahubierasucedido.

—Estevalientellevaráunpardevelas—replicóelherederomirándomecontantodesprecioqueenrojecíhastalaraízdemiscabellos—.Vamos,cogedlasvelasymarchaddelante.Yoossigoconesto.

Susúltimaspalabrasfueronseguidasporunmovimientodelsablequemehizo apresurarme a coger las velas y salir delante de ellos. Marchábamossilenciososynoseoíamásruidoqueelcrujirdelaheladasendabajonuestrospies.Elfríodelanochemeproducíaelmismoefectoqueunaducha,peroyosólo temblaba de terror,mientras que los dos hermanos ni siquiera parecíannotarelcambiodetemperatura.

—Esteeselsitio—dijoelherederoalcabodeunosinstantes—.Soltadlasvelas.

Le obedecí apresuradamente y las llamas se alzaron rectas como en unahabitación, entre los escarchados ramajes. Los dos hermanos ocuparon suspuestosparaelcombate.

—Memolestalaluzenlosojos—dijoJamie.

—Te daré todas las ventajas—replicóHenry cambiando de lugar—.Nomeimportahacerlo,porqueestoysegurodequevasamorir.

—HenryDurie—dijoelheredero—.Dospalabrasantesdeempezar.

—No las creo necesarias —replicó Henry con voz triste—, pero si teempeñas,habla.

—Eresunmagníficoespadachínysabesmanejarelflorete,peroignoraselmanejodel sable.Creoqueserás túquiencaiga.Si sobrevivo,comoespero,huirédelacomarcaenbuscadedinero.Perosicaigo,¿quétesucederá?Mevengaránmipadre,tumujerytupropiahija,quesabesmeprefiereati.¿Haspensadoenesto,queridoHenry?

Viendoquesuhermanonocontestaba,semordióloslabiosyalzóelsablesaludando.Sindecirpalabra,Henrysaludótambiénycruzaronsusaceros.

CAPITULOXXXV

Desdeelprincipio,Henrysupoaventajaryconservaresaventajasobresuadversario,acometiéndoleconardorosaycontenidafuria.EstrechabaaJamie

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pormomentos.Elherederodiounbrincohaciaatrás,ahogandounamaldiciónal par que esquivaba un sablazo de su hermano. En seguida reanudaron lalucha,conmásardorporpartedeHenry,mientrassuhermanosimulabaunaconfianza que estaba muy lejos de sentir, pues de no ser así, no hubieraintentadolatraicioneramañadequequisovalerse,yaqueagarróelsabledeHenry, cosa no correcta ni admitida. Afortunadamente, su hermano dio unbrincohaciéndoseaunladoyellolesalvó.Elheredero,llevadodesumismoimpulso perdió el equilibrio y cayó de rodillas; y antes de que pudieramoverse,elsabledelcontrarioselehabíahundidoenelcuerpo.Lanzandoungrito ahogado acudí rápidamente, pero Jamie yacía en tierra y, como ungusano aplastado, se debatió unos instantes hasta quedar completamenteinmóvil.

—Miradsumanoizquierda—pidióHenry.

Asílohiceyviqueestabamanchadadesangre.SelodijeaHenry.

—¿Yenlapalmadelamano?—volvióainquirir.

—Tieneenellaunaherida—respondí.

—Melofiguraba—dijo,volviéndosedeespaldas.

Entoncesmeinclinésobreelcaídoyledesabrochéeltraje.Sucorazónyanolatía.

—¡Diosnosperdone!—exclamé—.¡Estámuerto!

—¿Muerto?—replicóHenry,estupefacto—.¿Muerto?...¿Muerto?...

Mientras repetía aquella misma palabra, arrojó al suelo su sableensangrentadoyocultóelrostroentrelasmanos.

—¿Quévamosahacer?—pregunté,peroviendoquenorecibíarespuesta,añadí—:¡Ánimo,señor!Yaesdemasiadotardeparalamentaciones.Esprecisoqueosrecobréis.

Lanzandoexclamacionesentrecortadas,sellevólamanoalafrentey,sinhacercasodemispalabras,Henryechóacorrerhaciaelcastillo.Duranteunosinstantes permanecí junto al cadáver pensando. Luego comprendí que midebermellamabajuntoalosvivosycorrídetrásdeHenrydejandoenelsuelolas velas cuya luz iluminaba el cuerpo tendido encima de la tierra helada.Aunque corrí lomás aprisa que pude, Henryme llevaba bastante ventaja yestabayaenlasalacuandollegué.

—Señor—ledijeentonorespetuoso—,estonosvaaperderatodos.

—¿Quéesloquehehecho?—exclamó.Yluego,mirándomedeunmodoque jamás podré olvidar, añadió—: ¿Quién va a decírselo a mi anciano yqueridopadre?

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Suspalabrasmellegaronalalma,peroaquelnoeramomentopropicioparalamentacionesnidebilidades.Llenéunacopadelicoryselaofrecí.

—Bebed—dije.

Ycomosifueraunniñoleobliguéaquemeobedeciera.Luego,comoelfríodelanochemehabíadejadoaterido,metométambiénunacopa.

—Permanecedaquí—ledije—,yomeencargarédetodo.

Cogíuncandelabroysalídelasala.

Elcastilloestabaensilencio, loquemehizosuponerquenadie sehabíaenteradodelosucedido.

CAPITULOXXXVI

"Tengoquebuscarelmediodecumplirmimisión—medijepensativo—.Y lo peor es que no debo paliar ninguno de los actos que se han cometidoaunqueelloduelaa los interesados."Comonoeraelmomentoparaandarsecon ceremonias, abrí la puerta de la habitación de milady sin tomarme lamolestiadellamarymedirigídirectamentehaciaella.

—¿Quésucede?—preguntódesdesulecho,incorporándose.

—Señora, vestíos inmediatamente—dije—,mientras tanto iré al pasillo.Haymuchoquehaceryhadeserpronto.

Nimeimportunóconpreguntas,nimehizoesperar.Apenassihabíatenidotiempodepensarenlaspalabrasqueleharíacuandoaparecióenelumbralymehizoseñasdequevolvieraaentrarensuhabitación.

—Señora, esprecisoqueos revistáisdemuchovalor, sinoosatrevéis aellomedirigiréaotrapuerta,puessiestanochenomeayudanadie,noséquévaaserdenosotros.

—Mesobraelvalor,Mackellar.Yahoradecidme,¿quéhapasado?

—Sehanbatidoenduelo.

—¿Unduelo?...—repitió—.¿QueréisdecirquesehanbatidoHenryy...?

—Y el heredero —terminé—. Vuestro marido ha soportado demasiadotiempocosasquenollegaríaisacreeraunqueoslascontase,peroestanochesu hermano se ha excedido y cuando os ha insultado, no ha tenido másremedioquelavarlaafrentaconsangre.

—¿Hamuerto?—preguntóaterrada.

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—No,quienhamuertohasidoelotro.

Vacilócomoaimpulsosdeunaráfagayclavólavistaenelsuelo.

—Hasidoesteunterribleacontecimiento—ledije,algoinquietoporsusilencio—,ynosesnecesariatodanuestrapresenciadeespírituparasalvarlacasa. Además, hay que pensar en la niña. Si no conseguimos ahogar esteasunto,suúnicaherenciaseráladeshonra.

Ignorosifuelaideadesuhijaolapalabradeshonraloquereanimóalaseñora;lociertoesqueapenaslaoyó,seescapóunsuspirodesugargantayrecobrandounpocolavozmepreguntó:

—¿Cómofue?

—Fueuncombate lealporpartedemiquerido señor.Encuantoalotro,fuemuertoprecisamentecuandosevalíademalasartes.

—¡Imposible!—exclamó.

—Señora—contesté—, el odio a esehombre fulgura enmipecho comouna llama, aun a pesar de su muerte. Bien sabe Dios que si me hubieraatrevidohubieseimpedidolalucha,peroparamivergüenzaconfiesoquenolohice.Alverlecaer,silapiedadquemeinspirabamiseñorllegaapermitirmeapensarenotracosa,seguramentemehabíaregocijadoporestaliberación.

Ignorosimiladyprestóatenciónamispalabras,alfinaldeellasdijo:

—¿Ymilord?

—Yolehablaré.

—Noloharéiscomoamí,¿verdad?

—Señora,¿notenéisnadiemásenquiénpensar?

—¿Nadiemás?

—Vuestromarido,señora.¿Vaisaabandonarle?

Siguiómirándomeycolocóunamanosobresucorazón.

—No.

—¡Dios os ilumine! Id en su busca, está en la sala, habladle con cariño,decid:"Losétodo...",y,siDiososconcedesugracia,agregad:"Perdóname".

—Voyenbuscademiesposo.

—Permitidme que os alumbre el camino —le dije, apoderándome delcandelabroydisponiéndomeaabrirlamarcha.

—No es necesario. Acertaré a guiarme entre las sombras— repusoestremeciéndose.

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Nosseparamosybajandolaescalerasedirigióhacialasalamientrasyolohacía a la habitación de milord. No sé explicar el porqué, pero me fueimposible entrar en aquella estancia como lohice en la de la señora.Llamésuavemente.Elancianoteníaelsueñoligerooquizánodebíaestardurmiendo,porquealprimergolpemeinvitóaqueentrara,mientrasseincorporabaenellecho.

Milordteníalapalidezexangüedelavejez.Faltándolelaaposturaqueleprestaba el traje diurno, aparecía endeble y apergaminado. Su aspecto meintimidócasitantocomosuasustadorostro,enelqueseleíaelpresentimientodeunadesgracia.

—¿Quédeseáis,señorMackellar?—mepreguntóconvozpausada.

—LordDurrisdeer,talvezestáispersuadidodequepertenezco,envuestrafamilia,aunodelosdosbandos.

—Nosabíaqueenmicasahubieranbandos.Séqueapreciáissinceramenteamihijoymecongratulodeello.

—¡Oh,milord! No es hora esta de andarse con rodeos—repliqué—. Siqueremossalvar lasituaciónesprecisoaceptaryver lascosas talcomoson.Todosaquípertenecemosaunouaotrobando.Yyo,ennombredelmío,mepresento ante vos en plena noche para defenderlo. Es preciso que meescuchéis.

—Loharé conmuchogusto,Mackellar, a cualquier hora del día o de lanoche,puesmeconstaquesólodiréiscosassensatas.Hablad.

—Vengoadefenderlacausademiseñor.Notengoporquéexponerosconminuciosidadsuformadeobrar,pueslaconocéisdesobra.Tambiénconocéisla generosidad con que ha acogido siempre los deseos de vuestro... —elnombre de hijo me detuvo— vuestros deseos, milord. Y tampoco podéisignorarloquehasufridodesdesumatrimonio.

—¡Señor Mackellar, estáis pasándoos de la raya! —exclamó milord,irguiéndoseenellechocomounleónherido.

—Habéisdichoquemeescucharíais—lerecordé.

—Estábien,seguidhablando,peromedidvuestrolenguaje.

Carraspeéligeramentemientrasreuníamisideasyproseguí.

—DeloqueestoyseguroesdequenoconocéislapersecuciónquevuestrohijoHenryhadebidosoportar,aescondidas,yparahablarosdeellahevenidoaestashoras.Apenasvolvéislaespaldacuandoelquenisiquierameatrevoanombrar lezahiereconsangrantespullas, arrojándoleal rostro,perdonadme,milord, arrojándole al rostro vuestra parcialidad. Le apoda Jacob, le llama

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imbécil...Peroencuantoaparecéisvosomilady,cambia ladecoraciónymiseñorseveobligadoamostrarseamableconelhombrequeacabadecubrirledeinjurias.

Milordhizounmovimientocomosifueraalevantarse.

—Siesofueracierto...

—¿Creéisquemiento?—leinterrumpí.

—¿Porquénomehabéisprevenidoantes?

—Ciertamentequedebíhacerlo—convine—,yporellomerezcovuestrosreproches.

—Ahoramismoloarreglarétodo—dijocondecisiónytratódelevantarse,peroyoloimpedíconungesto.

—Esperad,milord.Aúnnoheterminado.¡Ojaláfuerasolamenteeso!

—¿Aúnhaymás?

—Sí,milord.Todolohasufridovuestrohijosinunaqueja,recibiendodevos únicamente palabras de agradecimiento. Todos en el país le detestabaninjustamente. Se había casado sin que su esposa le amara. En ningún lugarencontrabaafectoniapoyo.¡Estenobleygenerosocorazónseveíaasolasconsutristedestino!

—Vuestras lamentacionesmehonranymeavergüenzan,señorMackellar—dijo con senil turbación—, pero sois algo injusto.Henryme ha inspiradocariño,aunqueJamie,noloniego,mehainspiradomuchomás.VosnohabéisconocidoamiJamieensuverdaderoaspecto.Susdesgraciaslehanagriadoelcarácter.Apesar de todo, estoy convencido que todavía hoy es el que tienemejor carácter.Todo lo queme decís deHenry es exacto y nome asombraporqueconozcosumagnanimidad.Podéisdecirquemeaprovechodeella.Loreconozco y quiero sincerarme con él. He sido débil y ciego. Hablaré conHenry.

—No, milord, no habéis sido débil. Habéis sido engañado por unredomado hipócrita. Recordad cómo os mintió en relación con el supuestopeligroquecorría.Oshaengañadosiempre,desdeelprincipiohastaelfinal.Quiero,omejordicho,necesitoextirparledevuestrocorazónyquevuestrosojossevuelvanhaciamiseñor.¡Enélsíquetenéisunverdaderohijo!

Elancianomemirófijamente,yreplicó:

—No,no.Doshijos...,tengodoshijos.

Me fue imposible evitar un gesto de desaliento que no le pasódesapercibido.

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—¿Tenéisquedecirmealgomás?—preguntóconacentodesfallecido.

—Sí,milord.Estamismanochelehadichoamiseñor:"Nohaymujerqueentre uno y otro, no me prefiera a mí, ni creo que deje de continuarprefiriéndome".

—¿Handisputado?

Hiceunsignoafirmativo.

—Voycorriendoallá—dijo,intentandonuevamenteabandonarellecho.

—¡No!¡No!—exclaméjuntandomismanos.

—Esasfrasessonimperdonables.¿Nolocomprendéis?

—¿Yavosnohabránadaqueoshagacomprenderlaverdad?

Susojos seclavaron interrogantesen losmíos.Entonces, arrodillándomeantelacamaexclamé;

—¡Oh,milord!Pensadenelhijoqueosqueda,¡pensadenesepobrehijoque os concedió elCielo y al que ninguno de nosotros ha fortalecido comonecesitaba!Pensadenélynoenvos.Pensadenélquetambiénsufre...yqueenseguidahapensadoenvoz,diciéndome:"¿Quiénselodiráamiqueridoyancianopadre?".Esashansidosuspalabras.Yporesoestoyaquídispuestoadefenderle.

—Voyalevantarme—dijo,apartándome.

Sepusoenpieyaunquesurostroestabalívido,losojospermanecíansecosyserenasumirada,sinembargo,suvoztemblabacuandopreguntó:

—¿Dóndehasucedidoeso?

—Enlaavenida.

—¿YHenry?

CuandoleexpliquéelresultadodeldueloydóndeestabaHenry,surostrosecubriódenuevasarrugas.Luego,conaparentecalma,inquirió:

—¿DóndeestáJamie?

—Ledejéentierra,juntoalasvelas.

—Pero,entonces...sepodráverdesdeelcamino.

—Nolocreo.Aestashorasnopasanadie.

—Peroalguienpodríapasar.

Enaquelmomento,por la abiertaventana, llegóhastanosotrosun suaverumorderemos.

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—¿Quéeseso?—mepreguntó.

—Debenserloscontrabandistas.

—Entonces no perdáis tiempo, Mackellar. Id y apagad esas luces.Entretantovoyavestirme.Cuandovolváisveremosquésepuedehacer.

CAPITULOXXXVII

Bajéatientaslaescaleraylleguéalapuerta.Desdelejossepercibíanlaslucesenlaavenida,queennochetanoscuradebíanverseamuchasmillasdedistancia. Me reproché amargamente mi imprudencia y apresuré el paso.Cuando llegué encontré una de las velas apagada, la otra se consumíalentamente.EnmedioseveíauncharcodesangreyunpocomáslejoselsabledeHenry.Delcadávernohabíalamenorhuella.Aquelinesperadoespectáculomellenódemiedo,miscabellosseerizaronyseapresuraronloslatidosdemicorazón.Miré a mi alrededor. La tierra estaba tan dura que no conservabarastrodepisadas.Agucélosoídos,peronooíabsolutamentenada.Apaguélavelayquedésumidoenlamáscompletaoscuridad.Alregresaralcastillomesalióalencuentromilady.

—¿Lehabéishablado?.

—Sí,milady,porsuordensalí,perohadesaparecido.

—¿Quiénhadesaparecido?.

—Elcadáver.

—Nohabréismiradobien.Volvedotravez.

—Nomeatrevo.Yanohayluz.

—Yopuedoverenlaoscuridad.Seguidme.

Elladescubrióel acero, lo recogióy, alver la sangreen suhoja, lodejócaer,horrorizada.Despuéssobreponiéndosevolvióainclinarse,lorecogióylohundióhastalaempuñaduraenlaheladatierra.Luegomurmuró:

—Esposiblequenohayamuerto.

—Su corazón no latía —repliqué—, ¿por qué no estáis con vuestromarido?

—Nopudeverle.Nisiquieramecontesta.

Aloíraquellaspalabrasmeinspirópiedadporprimeravez.

—BiensabeDios, señora—dije—quenosoy tanbruscocomoparezco;

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pero ¿es posible medir las palabras en una noche como esta? No obstante,podéiscreermeamigodequienesnosonenemigosdeHenryDurie.

—Entalcasodebeserosmuypenosodudardesuesposa.

Como si se descorriera un velo, descubrí con qué nobleza soportabaaquellacruelpesadumbreyquégenerosidadoponíaamisreproches.

—Volvamos.Esprecisocontarleestoamilord.

—¿Aél?¡Nomeatreveréjamás!—exclamó.

—Perfectamente —dije—. Volved junto a vuestro marido. Yo veré amilord.

Elancianoestabacasivestidocuandoentréensucuarto.Alenterarsedelanovedadfrunciólascejas.

—Habránsidoloscontrabandistas—dijo—,pero¿estabavivoomuerto?

—Yolocreí...

—Ya sé—interrumpió—. Pero bien podéis haberos equivocado. De noestarvivo¿paraquéllevárselo?Heaquíunapuertaqueseabrealaesperanza.Debemoshacercreerquesehamarchadodeimproviso, talcomollegó.Hayqueevitarelescándalo,cuesteloquecueste.

Porencimadetodo,igualquenosotros,pensabaenelhonordelafamilia.Entoncesdescendimosalasala.Henry,inmóvil,estabasentadoantelamesa;sumujersemanteníaunpocoaparteyconlamanoenlaboca;evidentementeno había conseguido atraer su atención.Milord avanzó lentamente hacia suhijo,suaspectoeragraveyunpocofrío.Cuandoestuvocercadeélletendiólasmanosdiciéndole:

—¡Hijomío!

Henry lanzó un grito y, sollozando, se abrazó al cuello de su padre.Aquellaeraunaescenadesgarradora,comonohevistootra.

—¡Oh, padre!—exclamó al fin—. ¡Bien sabéis que le amaba desde elprincipioyqueporélhubieradadomivida!¡Decidquemeperdonáis!...¿Quéhehecho?...¿Quéhehecho?

Sollozaba,acariciabaasupadre,comportándosecomounniñoquetuvieramiedo.Luego,vioasuesposaque llorabaasu lado,ycayóderodillasanteella.

—¡Oh,esposamía!—exclamó—.Tútambiéntienesqueperdonarme.Nohe sido tu marido, sino la desgracia de tu vida. ¡Oh! ¿Acaso podréisperdonarmetodosalgunavez?

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Duranteestaescena,milordapareciómuydueñodesí.Entoncesmellamóaparteymedijoaloído:

—Vámonos.Dejémoslesoloconsumujer.

Acompañado de milord volví al lugar del duelo. El anciano miróestoicamentelasangre,perononosdetuvimosallísinoqueproseguimoshaciaeldesembarcadero.Allídescubrimosalgunashuellasdelaverdad.Enprimerlugar, en el paraje marcado por un charco de sangre, el hielo había sidoaplastadoporunpesoquedebíaexcederenmuchoalacargadeunhombre.Unospasosmásallá,seveíaunarbolitotronchado,yunpocomáslejos,otramancha de sangre mostraba con clara evidencia el lugar donde loscontrabandistas habían dejado el cadáver unos instantes para tomar aliento.Sacamos agua del mar con el sombrero de milord y así borramos aquellashuellassangrientas.Deprontoempezóasoplarelvientoymilord,alzandolacabezaymirandoalcielo,dijo:

—Vaavolveranevar.Es lomejorquepuedeocurrir.Volvamosahoraalcastillo,puesconestaoscuridadyanopodemoshacernadamás.

**

Poco después empezó a caer una lluvia torrencial, lo que nos hizoapresurarelpasoyentrarenlacasa.

La lucidez de espíritu de milord así como su actividad física memaravillaron, pero mi admiración creció al oírle decir cuando estuvimos asalvodeoídosindiscretos:

—Seguramenteloscontrabandistassehanapoderadodelcuerpo,muertoovivo.Estonopodemossaberlo,perosealoquesea,lalluviaborrarátodaclasedehuellas.Mihijollegópocoantesdeanochecerypodremoshacercreerquesemarchó antes de que amaneciera. Para que la cosa resultemás plausible,vos,señorMackellar,osencargaréisdesubirasucuarto,recogersuequipajeysubirlo al desván ocultándolo. Prácticamente nos hallamos a merced de loscontrabandistas,peroparaestonosemeocurreningunasolución.

Comoamítampocosemeocurríanada,melimitéaobedecerle.Henryysuesposaseretiraronadescansar igualquemilord.Laservidumbrenodabatodavíaseñalesdevida,asíquelleguéalcuartodelprimogénitosinservisto.

Con gran sorpresa lo hallé todo en un desorden revelador de próximapartida. Inmediatamente me figuré la verdad. Aquel hombre se disponía apartiryaguardabaalcapitánCrail,asícomoéstesóloesperabaquesoplaraelviento.

Al anochecer, losmarineros debieron observar un cambio atmosférico yenviaron lacanoapara recogera supasajero,encontrándoseentoncesconel

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cadáver.Peroaúnsepodíaintuiralgomás.Estapremeditadapartidaarrojabanueva luzsobreel inconcebible insulto,que lanzarasobresuhermanoyquedebíaserelgolpededespedidadesuodio.

Antes de cerrar una de lasmaletas examiné su contenido. Entre la ropateníavarioslibrosescogidísimos,peroencuantoapapelespersonalesnohalléninguno en ella.Una tras otra fui transportando todas lasmaletas al desvánquequedócerradoconvenientemente.Luego,bajéamicuarto, recogívariasllavesy regreséa labuhardillaparaprobarlas.Sentígran satisfacciónalverquedosdeellasseadaptabanperfectamentealoscerradosequipajes.

Enunadelasmaletasencontréunacarteradepielyexaminésucontenido.Cuandohubeterminadomesentísatisfechodemiidea.Enlosucesivo,graciasalospapelesquehabíaencontrado,elherederoquedabacompletamenteenmipoder. Allí estaban los borradores de su correspondencia secreta con elsecretariodeEstadoinglés,y losoriginalesdelasrespuestas,colecciónmuycomprometedora,ycuyapublicaciónhubierapuestoenpeligroalherederoydeshonradosunombre.

Mesorprendióeldíaentanagradabletarea.

EntoncesmedirigíalaventanaycomprobéqueelbarcodelcapitánCrailhabía levado anclas y de que el heredero, muerto o vivo, se balanceaba aaquellashorasenelmardeIrlanda.

**

Ahora mencionaré lo poco que pude descubrir de lo sucedido aquellanoche. Como no me atrevía a preguntar abiertamente y como loscontrabandistasmemirabanconrecelo,sinoeracondesprecio,mispesquisasfueron muy lentas. Transcurrieron seis meses antes de que llegara a saberalgunosdetalles,queparamítienenaspectodeverdad.Segúnmedijounodelos hombres de Crail, convertido luego en honrado tabernero, loscontrabandistas,encontraron,alherederoincorporadoamedias,mirandoasualrededorconaireestúpido.Alverlessereanimóy lesordenóque,sindecirpalabra, le llevaran a bordo. Cuando el capitán le preguntó quién le habíaherido, soltó una serie de maldiciones, y a continuación perdió elconocimiento.Comoelherederoeramuyapreciadoporaquellosgranujas,lollevaronabordoysedieronalavelaconrumboaFrancia.Durantelatravesíase curó y fue en estado de convalecencia que descendió en el puerto de ElHavre.Nuncaseleescapóniunapalabrasobrequiénhabíasidoelcausantedela herida y todavía hoy no hay contrabandista que pueda decir nada a esterespecto.

Encualquierotrohombre ese silenciopodía atribuirse adiscreción,peroyo no veo en ello más que orgullo, ya que estoy convencido de que le

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resultabadifícilconfesar,inclusoasímismo,quehabíasidovencidoporaquelaquienestuvoultrajandodurante tanto tiempo,concrueldadydespreciativatenacidad.

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