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1 EL ROSACRUZ Revista Oficial en español de la Orden Rosacruz, AMORC Publicada e impresa trimestralmen- te por la Gran Logia de la Antigua y Mística Orden Rosae Crucis AMORC, Jurisdicción de Habla Hispana para las Américas, A. C., Camino a Los Naranjos No. 102, San Pedro de los Hernández Guanajuato, C.P. 37280, León, Gto., México. Reserva al Título en Derechos de Autor de la Secretaría de Educación Pública No. 003570/95. Certificado de Licitud de Título No. 9547 y Cer- tificado de Licitud de Contenido No. 6661, ambos expedidos por la Co- misión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Todos los derechos están reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de “El Ro- sacruz”, sin previa autorización otor- gada por escrito por el editor. Suscripción anual: US$ 28.00 Número suelto: US$ 7.00 Los pagos pueden ser realizados por cheque bancario o giro postal dirigi- dos a esta Gran Logia. Los artículos firmados son respon- sabilidad de sus autores y no repre- sentan necesariamente el criterio del Consejo Editorial, ni de la Orden Rosacruz AMORC, salvo mención específica. Director: Roland Brisson. Editores: Rubén Colomo Badillo, Alejandro Ruvalcaba. Diseño: AW COLABORACIONES Para esta revista pueden ser envia- das al Consejo Editorial al domici- lio anotado al lado, a cuyo criterio queda su publicación. Los artículos deberán ser correctamente me- canografiados o digitalizados en mayúsculas y minúsculas, a doble espacio, en hojas blancas, tamaño carta. Fotografías se acompañarán de textos explicativos. En ambos casos debe constar el nombre del autor y su declaración expresa, fir- mada, autorizando la publicación del artículo o foto en la revista. Los manuscritos y fotos no publicados no serán devueltos. [email protected] www.rosacruz.org Volumen trimestral Abril-Mayo-Junio 2014

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EL ROSACRUZRevista Oficial en español de la Orden Rosacruz, AMORC

Publicada e impresa trimestralmen-te por la Gran Logia de la Antigua y Mística Orden Rosae Crucis AMORC, Jurisdicción de Habla Hispana para las Américas, A. C., Camino a Los Naranjos No. 102, San Pedro de los Hernández Guanajuato, C.P. 37280, León, Gto., México.

Reserva al Título en Derechos de Autor de la Secretaría de Educación Pública No. 003570/95. Certificado de Licitud de Título No. 9547 y Cer-tificado de Licitud de Contenido No. 6661, ambos expedidos por la Co-misión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Todos los derechos están reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de “El Ro-sacruz”, sin previa autorización otor-gada por escrito por el editor.

Suscripción anual: US$ 28.00Número suelto: US$ 7.00

Los pagos pueden ser realizados por cheque bancario o giro postal dirigi-dos a esta Gran Logia.

Los artículos firmados son respon-sabilidad de sus autores y no repre-sentan necesariamente el criterio del Consejo Editorial, ni de la Orden Rosacruz AMORC, salvo mención específica.

Director:Roland Brisson.

Editores:Rubén Colomo Badillo,Alejandro Ruvalcaba.

Diseño:AW

COLABORACIONES

Para esta revista pueden ser envia-das al Consejo Editorial al domici-lio anotado al lado, a cuyo criterio queda su publicación. Los artículos deberán ser correctamente me-canografiados o digitalizados en mayúsculas y minúsculas, a doble espacio, en hojas blancas, tamaño carta. Fotografías se acompañarán de textos explicativos. En ambos casos debe constar el nombre del autor y su declaración expresa, fir-mada, autorizando la publicación del artículo o foto en la revista. Los manuscritos y fotos no publicados no serán devueltos.

[email protected]

Volumen trimestral Abril-Mayo-Junio 2014

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ESPIRITUALIDAD EN LA VIDA POLITICA

SER UN MÍSTICO PENSANTE, ACTUANTE, Y RESPONSABLE

LOS MURALES MAYAS DE SAN BARTOLO

Por Sylvia Adriana Pinal Calvillo, S.R.C.

Por Erick Reyes Andrade F.R.C.

ÍNDICE

3/

26/

20/

Por Christian Bernard, F.R.C.

LA SOLEDAD, COMPAÑERA DEL MÍSTICO32/ Por Gonzalo Quiroz, F.R.C.

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Si está leyendo esta revista, se debe a que es miembro de la An-tigua y Mística Orden Rosacruz, o porque está interesado en el Rosacrucismo. Usted es de los místicos de la actualidad, con sus propios valores, sus diferencias, sus sueños y sus esperanzas. So-meto a su reflexión este extracto de un mensaje que presenté en una Convención Rosacruz. Claro está que se adaptó para esta pu-blicación.

¿Qué significa ser un místico? ¿Cuál es el lugar del misticismo en este inicio de milenio? ¿Pue-de el místico del siglo XXI exis-tir y resistir ante la presión ma-terialista cada vez más fuerte? ¿Quién es? ¿Qué rol juega en la sociedad? ¿Puede un místico to-davía vivir serenamente la es-piritualidad en esta época tan

SER UN MÍSTICO PENSANTE, ACTUANTE, Y RESPONSABLE

trastornada? Algunos dirán que el progreso constante y rápido de la ciencia vuelve inútil esta búsqueda abstracta, otros di-rán que nuestra sociedad y sus principios están destruyendo nuestros valores profundos, y sofocando nuestra sensibilidad mística.

Frente al constante fracaso de los estados, la perversión total de nuestras costumbres, la de-gradación de nuestro modo de vida y de nuestro medio am-biente, ¿tenemos aún alguna razón para ser místicos y tener un comportamiento adecuado? Sé que al igual que yo, tienen la respuesta, incluso si en algún punto de su existencia se han planteado esta pregunta, o si una duda, o la sombra de algu-na, cruzó por su mente.

Desde luego, quizás mis pala-bras no le enseñen nada más de lo que ya sabe, y esto es es-pecialmente cierto porque to-dos los arquetipos y los compo-nentes humanos se encuentran inscritos dentro de cada uno de nosotros, en nuestra memoria cromosómica. En cualquier mo-mento de nuestra vida, pode-mos localizar toda la informa-ción que hemos registrado en

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nuestra vida actual, al igual que la de nuestras encarnaciones previas, una vez que nos pone-mos en un estado de medita-ción profunda. Si nos concen-tramos, si creamos una ósmosis con todas nuestras células y escuchamos a nuestro Maestro Interno, entonces tendremos la oportunidad de alcanzar aque-llo que llamamos las “verdades primordiales”. Éstas se encuen-tran dentro de nosotros, en nuestro cuerpo, nuestra alma y nuestra mente, y seguirán por siempre grabadas en el “orde-nador” humano.

En todos los tiempos y en todas las culturas, los hombres y las mujeres han vivido al margen de su “mundo”, y han decidido alejar las fronteras de la mayo-ría y cruzar aquellas del miste-rio. Estos seres se han plantea-do preguntas fundamentales, las mismas que siguen ase-chando nuestra mente. ¿De dónde viene la humanidad? ¿Cuál es nuestra razón de ser? ¿Cuál es nuestro objetivo y ha-cia qué dirección nos dirigimos? Aquellos que se han realizado estas preguntas han tenido lo que podemos llamar una “aper-tura mística”. Estas preguntas con frecuencia se han pensado, pero pocas veces se han expre-sado por miedo a ser juzgados, mal interpretados, e incluso maltratados, pero éstas pu-dieron a veces tener completo

sentido para aquellos y aquellas a los que nombraré “almas libres”. Los Rosacruces fueron y son de esos.

Pero ¿qué es un místico? Tome-mos primero una definición oficial. Hombre o mujer místico: Persona presa de las ideas místicas y que tiene una fe religiosa intensa y se interesa por los misterios de la re-ligión. Persona con carácter exal-tado cuyas ideas son absolutas. Ciertamente al leer esta última frase, hay una buena razón para no querer ser reconocidos como místicos. Afortunadamente, al ser miembros de la Fraternidad Rosa-cruz, tenemos otra visión del mis-ticismo. Sabemos que un místico no es un iluminado estrecho de miras o sectario, ni un exaltado. Si se observa que, por ignorancia de nuestras ideas y de la ense-ñanza que trasmite nuestra Or-den, han cruzado nuestros porta-les con esta mentalidad, los años mostraron su principal motivación y ellos después nos dejaron. Por desgracia, he conocido a varios de ellos y no envidio en lo que se han convertido.

Un místico verdadero no es una oveja en un rebaño que bala, al contrario. Antes que todo, es un ser pensante, actuante, responsa-ble, cuya mente está liberada de todo prejuicio. En la AMORC, nos gusta definirnos como un perma-nente signo de interrogación vi-viente. Esto es viable, pero con

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la condición de que tengamos respuestas y, desde mi punto de vista, la mejor manera para obte-nerlas es ser, como les mencio-naba anteriormente, pensantes, actuantes y responsables.

Pensar, sí, pero pensar bien. Cuestionarnos sobre lo bien fun-damentado de nuestros actos, de nuestras palabras y de nuestros sentimientos. El pensamiento es la base de nuestra estructura de vida presente y futura. Hay que saber dominar nuestros pensa-mientos para no recibir los inevi-tables resultados desastrosos que engendran pensamientos y razo-namientos negativos.

Si el místico es por lo tanto un ser pensante, debería también ser un ser que actúa, que conoce per-fectamente el objetivo de su vida y que adopta un comportamiento de servicio, de generosidad, de comprensión, de tolerancia, de compasión y de amor, con el fin de ser un ejemplo en el seno de nuestra humanidad. Para ser este buen ejemplo y en consecuencia un testimonio positivo a favor de los principios referidos como “mís-ticos”, es necesario que busque a lo largo de su vida en el fondo de sí mismo lo que se tiene que fo-mentar y mejorar. Todos estamos muy lejos de la perfección, pero podemos irradiar y mostrar el ca-mino sin, no obstante, intentar reformar bajo cualquier precio la conducta de los otros, incluso si

eso es tentador cuando vemos que nuestro hermano se pierde y toma un camino peligroso. Ser un místico que actúa puede ser simple. Primeramente, basta con ser sincero con uno mismo y con los demás, y ser verdade-ro en todas las circunstancias. Ser veraz no significa hablar ta-jante o groseramente, o tener una falta de cortesía o de tacto. Significa ser el verdadero reflejo de lo que somos, no jugar con los sentimientos de los demás, ni decir una cosa y hacer otra.

Además de ser pensante y ac-tuante, el místico debe ser responsable. Cuando tenemos el conocimiento, cuando sabe-mos, obligatoriamente somos responsables. Esta noción de responsabilidad es primordial. Un místico conoce las conse-cuencias de su comportamien-to. Conoce el significado pro-fundo de sus pensamientos, de sus palabras, de sus actos, y los resultados que producirán. Mientras más avancen en el ca-mino, serán más responsables y estarán más implicados. Sin embargo, no tienen más op-ción que continuar su camino, ya que detenerse no hará más que retrasar el momento de su llegada, pero bajo ninguna cir-cunstancia le exceptuaría del camino a recorrer.

Así que esto es un trabajo y una atención esmerada que debe

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mostrar el místico o el aprendiz del misticismo, ya que no tie-ne otra alternativa. Aquél que no ha tomado conscientemente el sendero de la vida y de sus leyes puede, de ser necesario, pretender algunas indulgencias sobre todo si conserva la lec-ción; pero aquél que sabe y que actúa a sabiendas, se expone a consecuencias kármicas más graves. Si esto no excluye el

perdón ni para uno ni para otro, la responsabilidad

y lo que se deriva de eso se evalúa de

manera diferen-te.

C o n rela-c i ó n

de la responsa-

bilidad y del conocimiento,

podemos tomar el conocido ejemplo

del automóvil que es un medio de transporte prác-

tico, incluso agradable, pero que puede convertirse en un objeto de muerte y de pena. Todo depende de la forma en la que conducimos y éste es el sentido de la responsabilidad.

Para terminar con esta noción muy importante de responsa-bilidad personal, me gustaría comentarles cuánto me contra-ría y me entristece cuando, a

través de conversaciones o de la lectura de correos, me doy cuen-ta de que algunos miembros de la A.M.O.R.C., que a veces com-prometidos en el sendero rosa-cruz desde hace muchos años, continúan culpando a tal o cual persona, a miembros de su fa-milia, a vecinos, a colegas, entre otros, cuando la desgracia los al-canza, como si el simple hecho de pretender que un enemigo imaginario lleva a cabo prácticas de brujería puede quitarnos toda responsabilidad. Hasta acusan a niños pequeños, incluso bebés, de ser maléficos. Algunos hasta pretenden que su pareja les lan-za hechizos. Y tratándose de las suegras, ¿de qué no se las acusa?

Dicho comportamiento siempre me sobresalta; y sin embargo, ustedes saben cuánto me esfuer-zo por dar prueba de humanismo en todas las circunstancias. Estos ejemplos tienen que ver mucho con África y con las Antillas de las que entiendo y respeto tanto sus costumbres como la mentalidad de sus habitantes. No crean que me interesa estigmatizarlos. Lo que es válido para los africanos y para los antillanos también lo es para demasiadas personas al-rededor del mundo, incluyendo el Occidente. Entre ellos se encuen-tra India, América del Sur, algunas partes de Rusia y China, y muchas otras regiones de nuestro planeta están concernidas.Los que tienen muchos hijos no

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pueden quejarse de no poder ali-mentarlos o no poder darles edu-cación. Los niños no son parte de un ganado que se crían para que nos sean útiles más adelante. Cada alma con la que nos rela-cionamos a través del cuerpo de un pequeño bebé debería recibir toda nuestra atención. Como con todas las cosas, no es la cantidad sino la calidad la que debe pre-valecer.Las iglesias siempre han aboga-do por la multiplicación, asegu-rándose así una buena reserva de fieles, y hasta un pasado reciente, una fuerte contingencia de escla-vos, y en nuestros días un maná importante para los comerciantes de armas, de medicinas, labora-torios farmacéuticos, entre otros.Si usted mantiene relaciones extramaritales, no se sorprenda cuando su esposo, o su esposa, esté enojado o lo deje, o incluso contraer alguna enfermedad qui-zás mortal.

¿Por qué sorprenderse al ser víc-timas de un robo o de un abuso material si no somos prudentes y cuidadosos? ¿Sorprende tanto un accidente automovilístico si se tiene una mala manera de con-ducir o si las calles y los vehículos están en mal estado? No, ustedes estarán de acuerdo.

No quiero abrumarlos, pero la realidad es así. No es un bru-jo vudú, ni algún maleficio o un pensamiento maligno lo que pro-

vocan los accidentes automo-vilísticos. ¿Por qué, por ejem-plo, sería más el caso en África que en cualquier otra parte del mundo? Algunas situaciones en la vida son difíciles y con-tinuarán siéndolo por mucho más tiempo si nos negamos a cambiar. Hay muchos que están interesados en que los pueblos vegeten entre la superstición y la ignorancia: ¡Yo no!Los años pasan y yo envejez-co. Pronto llegará el momento en el que dejaré mi cargo de Oficial en la A.M.O.R.C., des-pués, espero que lo más tarde posible, llegará el momento de mi transición. No quiero incre-mentar mi karma y que se me reproche no haber aprovechado lo más posible de la palabra que me fue dada en el marco de mi función para hacer el bien. Como hermano e Imperator, los exhorto a que evolucionen y que tomen las riendas de su destino, no a través de las gue-rras que hacen la felicidad de los traficantes de armas, sino por una revolución de conscien-cia, por el dominio de la mente, por un rechazo a ser derriba-dos, en nombre de costumbres y tradiciones que algunas ve-ces son degradantes. Seamos más modernos, vanguardistas, innovadores. ¿Cómo queremos beneficiarnos del progreso si pensamos, hablamos y vivimos exclusivamente como lo hacían nuestros ancestros? Entonces,

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si tomamos otra elección, acep-temos las consecuencias, pero no estemos llenos de contra-dicciones. Yo les aconsejo que acepten sus responsabilidades y dejen de transferir sus errores sobre el otro. Piensen en for-ma lúcida en ustedes mismos, en sus capacidades y en su am-biente.

Seguramente algunos de us-tedes me encuentran muy in-flexible, y quizás tengan pen-samientos negativos hacia mí, o por lo menos de incompren-sión; sin embargo, como dije anteriormente, he llegado a una edad en la que les puedo hablar como un hermano, pero tam-bién como un padre amoroso. No sería digno de mi función si actuara de manera distinta.

Si fuera malintencionado y deshonesto, fácilmente podría pasar por alto todo esto y ma-nipular las mentes. A lo largo de la historia de la humanidad, mucha gente ha abusado de las personas débiles y desampara-das, que me siento avergonza-do por ellos, al igual que por sus víctimas. En efecto, estas últimas fueron engañadas, pero también mostraron insensatez e irresponsabilidad. El célebre poeta Jean de la Fontaine con-cluyó su fábula “el cuervo y el zorro” diciendo “Todo adula-dor vive a expensas de quien lo escucha”. Esto significa que

se tiene que dominar el ego, ya que cuando se debilita, perdemos toda la noción de la realidad, y así nos pueden engañar fácilmen-te. Lamentablemente, pasa muy seguido y si ciertamente debe-mos conservar en nosotros lo que llamamos “confianza”, no hay que ser crédulos. En lo absoluto, po-demos comprender, incluso per-donar, a todos los que se encuen-tran en un estado de ignorancia y que engañan o se dejan engañar. Ya sea porque usted es miembro de la Antigua y Mística Orden Ro-sacruz o que sólo esté leyendo esta revista, seguramente ya sabe y conoce sobre esto.

En resumen, para retomar las tres ideas del principio del mensaje, sean pensantes, actuantes y res-ponsables. Un verdadero místico adquiere el conocimiento, pero no se hunde en la superstición, que no debe confundirse con la historia, las leyendas y las tradi-ciones. Un místico tiene los pies en la tierra, mira hacia el frente, con los ojos bien abiertos a la realidad. Un místico es un ser li-bre que, muy frecuentemente, vi-vió enfrentamientos para disfrutar plenamente de su libertad de con-ciencia y de fe, esta libertad que lleva en el fondo de sí mismo. La historia, desgraciadamente, está llena de numerosos ejemplos.

A diferencia de un místico, un religioso forma parte de un gru-po con una creencia determina-

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da. Esta creencia está ceñida en un dogma muchas veces muy restrictivo, constringente y que tiene sus prohibiciones, sus le-yes y sus tabús. Y es aquí don-de podemos cuestionarnos sobre la norma. ¿Qué es y qué no es normal? ¿Dónde se encuentra el ser humano frente a la norma? Aparentemente, el ser supuesta-mente normal es aquel que enca-ja en un esquema establecido por la sociedad en la cual evoluciona. Cuando una persona se sale de ese sistema y deja el camino tra-zado para tomar otra dirección, o cuando se interroga y se interesa por otras cosas que las que se le presentan, es cuando se vuelve anormal, fuera de la norma.

Ahora bien, si observamos la evo-lución de la humanidad, podemos constatar que son justamente esos llamados anormales o mar-ginados quienes hicieron que las cosas avanzaran. Ni los investi-gadores, ni los inventores, ni los científicos, ni los filósofos, ni los artistas entran en el esquema clásico de su época. Podemos de-cir que un místico, no me refiero a un religioso, también está fue-ra de la norma. Su ruta es menos rectilínea, pero completamente más interesante y vivificante.

Ya que el tema principal de este texto es el misticismo, ahora voy a discernir con ustedes de dos ca-tegorías de místicos, aún cuando existen casi tantas como indivi-

duos puesto que cada uno tiene su propia búsqueda. Está aquél que tiene plena consciencia de la búsqueda esotérica que lle-va a cabo. Es una elección re-flexionada. Lo podemos clasifi-car como el místico consciente. Luego existe el místico incons-ciente que ignora incluso que tiene la actitud de un místico. Su comportamiento es innato y natural. Ya sea que se defi-na como ateo o como místico, todos los hombres y las muje-res a lo largo de su existencia, sienten desde lo más profundo de ellos mismos una pasión, una intuición, o un tipo de ener-gía latente que no pide más que expresarse en ciertos momentos, que pueden ser breves o llegar a durar varios días o semanas. No-sotros sentimos en lo más pro-fundo de nosotros mismos una especie de pasión que podría-mos definir como una ilumina-ción, un llamado hacia lo más elevado, una clase de éxtasis o de energía que sólo busca ex-presarse. Estoy seguro que cada uno de ustedes, a lo largo de su vida, ha sentido esta clase de inspiración y de emoción. Este estado mental aporta la pleni-tud, el bienestar físico o moral, el anhelo de cambiar, o el deseo de dar una nueva orientación a su vida y a sus acciones.A lo largo de toda la historia de la humanidad, los hombres y las mujeres han sentido esta pasión interior que les ha permitido lo-

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grar una gran obra. Se han con-vertido en guías para sus con-temporáneos, y una especie de faros para las siguientes gene-raciones. A través de cada obra, cada acción o cada idea que estos hombres o mujeres nos han dejado, hay un significado profundo, porque son la obra de su subconsciente, de lo que podemos llamar el ser interno, o el yo real o profundo. Es una expresión y una parte del mun-do que vive y que se expresa a través de sus aptitudes artísti-cas y diversas.Pero nadie necesita ser artis-ta, poeta, músico o pintor para vivir esta mutación espiritual. Tampoco se necesita ser un filósofo, científico o inventor para experimentar ese fuego interior. Todos los seres huma-nos pueden vivir esta toma de consciencia, esta metamorfosis positiva. Esta mutación o alqui-mia a la que me refiero quizás fue un factor desencadenante para usted, una llave que le dio acceso al ideal rosacruz o, en cualquier caso, que le generó el deseo de algo más.

Cuando ya hemos aprendido e integrado este concepto místico por la experiencia, vivimos por un momento el extraño y sutil sentimiento de que el mundo físico y material es irreal, una simple ilusión. También puede llegar el momento de expe-rimentar una pérdida de con-

tacto, afortunadamente momen-tánea, con las cosas de la vida cotidiana. Es como si de lo más profundo de nuestra alma emer-gieran los principios y los senti-mientos desasociados del mundo material en el que evoluciona-mos.

En este impulso místico, pue-den surgir dudas llevando a un cuestionamiento de ciertas cosas establecidas. El sentimiento de los valores cambia. Se relativiza su interés y su importancia. Se aprende a medir, a dejar ir, a ver la vida bajo otro ángulo, más in-teresante. Tal experiencia puede ser un gran paso hacia la sabiduría y no es tan raro como lo imagi-namos. No hay ninguna duda de que todos experimentan, al me-nos una vez en su vida, este tipo de sentimiento profundo, que es-cuchan este llamado interior, y que se sienten turbados por este sentimiento tan particular.

Además, todavía hay que aceptar y tener la honestidad para reco-nocer que recibimos esta gracia y vivimos esta experiencia excep-cional. Esto es lo que rechazan los llamados ateos, los adeptos absolutos del materialismo. Estos últimos creen que todo lo que no es calculable y medible por las fa-cultades sensoriales sólo es una ilusión, mientras que una persona abierta a la espiritualidad acep-ta todas las experiencias místi-cas y todas las emociones inte-

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riores como una realidad. Frente a la plenitud de una experiencia mística, el ateo va a ocultar esta sensación emocional, a rechazar abrir la puerta que tiene frente a él, por miedo a descubrir ahí una verdad que va en contra de sus principios, los que se le inculca-ron desde el nacimiento o que se han forjado a lo largo de los años. Esta verdad que sería un replan-teamiento para él, una conmo-ción interior insuperable e inso-portable. Es como si la luz oculta detrás de esta puerta lo fuera a dejar ciego para siempre.Aquellos que se atrevieron a em-pujar la puerta y a cruzar el um-bral, experimentaron lo que po-demos llamar “la iluminación”. Esta luz acompañará su mente y su corazón en su vida presen-te y su alma para siempre, más allá del tiempo y del espacio. Esta experiencia mística es a la vez la más maravillosa y la más elemental. La puerta a abrir y el umbral a cruzar, a los que acabo de hacer referencia, no son, por supuesto, sino un estado de per-cepción que conduce a un estado más grande, y es llevado a de-sarrollarse por una expansión de consciencia continua.

Podemos definirla como la idea de que en nuestra calidad de se-res humanos podemos estar en contacto con Dios. Este tipo de experiencia seguido pasa a lo lar-go de nuestra temprana infancia, pero los sentimientos que en-

gendra permanecen dormidos mucho tiempo en lo secreto de nuestro corazón para no des-pertarse ni emerger, sino has-ta más tarde. Cada ser es un místico que se ignora como tal, pero que en todo momento es susceptible de encontrar frente a él una puerta que conduce al campo de consciencia infinita.

Esta búsqueda, a menudo in-consciente e inconfesada, con frecuencia es difícil realizarla solo, aunque por definición el ser es uno y es el único respon-sable de sus decisiones, de sus pensamientos, de sus palabras y de sus acciones. Los miembros de la A.M.O.R.C. saben esto porque tomaron la decisión de unirse a otros que caminan ha-cia el mismo objetivo, al abrigo del mismo egrégor.

En la noble escuela rosacruz, no hay maestros y pupilos. Sólo hay hombres y mujeres que compar-ten un mismo ideal y que toma-ron la decisión de abrir la puerta y avanzar. ¿No decimos que la unión hace la fuerza? En virtud de su recorrido, ustedes pueden definirse como místicos, ya que un místico es alguien que vive en armonía con su consciencia objetiva, su intuición y sus senti-mientos. Ser místico no significa ser perfecto, sino simplemen-te, en primera instancia, tener consciencia de lo que debería hacer para convertirse en uno.

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Ser místico es saber utilizar, además de nuestros sentidos objetivos, tales como la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto, otras fuerzas, explotar otras posibilidades, y escuchar nuestros sentidos internos.¿Cómo puede una persona unir-se a las filas de los místicos? ¿Cómo se interesa por la espi-ritualidad? ¿Cuáles fueron sus cuestionamientos o las razones que lo llevaron a dialogar con Dios? Lo anterior pudo produ-cirse a través de circunstancias particulares que quizá pudieron ser felices y agradables, pero generalmente es después de circunstancias de pruebas difí-ciles, incluso dramáticas, que produjeron en dicha persona un cambio de estado mental y de actitud.

El temor, la pena, el dolor, la enfermedad y la angustia son, como el amor, estímulos que moldean al ser humano y ocul-tan temporalmente su cons-ciencia objetiva. Es entonces que el milagro puede produ-cirse y que un fuego, el fuego sagrado, puede surgir de lo más profundo de nuestro ser libe-rando nuestro denuedo, nuestro poder creativo, nuestro deseo de mejorar y otros más. Es un poco similar a un nacimiento, ya que después de la gestación, hay vida y la realización.

Es en ese momento que deci-mos que “el verbo se hizo carne”. Nuestra mente se convirtió en creador y nuestros pensamien-tos se concretizaron en una obra que refleja nuestras aspiraciones más profundas, nuestro verdadero yo se fusiona con la consciencia universal. La aplicación de esas leyes naturales y universales es el resultado de los actos y de los procesos simples sumados unos a otros, como en la construcción de un edificio que se edifica piedra por piedra. Todo lo que se necesi-ta es conocer las leyes y sus apli-caciones.

Esta destreza y este conocimiento hacen la diferencia entre un ser místico consciente y aquél que no lo es, o que lo es sólo de mane-ra intermitente, ocasionalmente y sin convicción absoluta. El místico consciente vive cada pensamiento y cada acto plenamente, mientras que el otro sufre y no entiende qué le sucede. Pero las leyes cós-micas son las mismas para todos, creyentes o no. No obstante, las posibilidades que ofrece el sub-consciente son extraordinarias, sin limitaciones e infinitas hasta tal punto que a nuestra conscien-cia objetiva le es difícil, incluso imposible, evaluarlas.

Ustedes que leen este artículo, si son rosacruces, saben que cuan-do tienen un problema, basta con poner todos los datos relaciona-dos con éste en lo que llamé, al

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inicio de este artículo, su “orde-nador” personal, es decir, en su consciencia, y pedirle a su Maes-tro Interno que les revele la mejor solución. “Pidan, y se les dará”. Pero todavía hay que pensar en pedir con convicción, y estar pre-parados y atentos para recibir la respuesta. También saben, que para recibir la respuesta, hay que dejarla ir, ya que si la retienen en su pensamiento, no podrá elevar-se y ser “recibida”.

Si usted observa completamente este proceso, recibirá muy rápi-damente una respuesta en for-mas diversas e inesperadas. Para unos, puede ser un reencuentro que se creerá fortuito. Para otros, puede ser una lectura, una can-ción que escuchen, una visión, un sueño… Ese “clic” o conexión lleva a menudo a la mente a la reflexión siguiente: ¿por qué no lo pensé antes?

¡Por supuesto! Todo parece más fácil si sabemos que una realiza-ción, aunque sea compleja, puede ser fragmentada como un rompe-cabezas para después reconstruir-se, ya que si la vida puede ser considerada como una globali-dad, antes que todo es una suce-sión de actos simples. Es nuestra mente, con frecuencia tortuosa y en búsqueda excesivamente de lo absoluto, lo que complica la vi-vencia de cada instante de nues-tra existencia.

Desafortunadamente, con de-masiada frecuencia estamos fuera de la realidad del momen-to presente. Ya sea porque nos quedamos enfocados en el pa-sado, sumidos en los recuerdos y los arrepentimientos, o porque nos proyectamos hacia un futu-ro imaginario, totalmente inac-cesible. Es por eso que siempre se recomienda disfrutar del ins-tante presente al que acabo de referirme, aun si no olvidamos el pasado y ya visualizamos el futuro.

No dejemos de lado lo esencial de nuestra vida. Esto es estar vivos. Esto es ser verdaderos. Esto también es ser místicos.

Pero, ¿por qué y cómo nos ale-jamos de este principio esen-cial? Hemos dejado que todo simplemente nos invada, inter-na y externamente, por lo que llaman globalmente la sociedad consumista. Somos esclavos de ésta, y para satisfacerla, amor-dazamos nuestra consciencia, intimidando al silencio el lado más positivo de nuestra natu-raleza, de nuestro yo profundo.

Por supuesto, está fuera de duda negar la importancia del aspecto material de la existencia. Es una necesidad y una realidad con la que nos confrontamos a cada segundo. Pero paralelamente a esta preocupación constante e

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inevitable, debemos aún dejar-nos arrullar no por el canto de las sirenas, sino por la música de las virtudes y las emociones que procuran el amor a su pró-jimo, la bondad, la valentía, la lealtad, la fidelidad, y el sentido de compartir.

Sepamos todavía dejarnos inva-dir por el silencio, la paz pro-funda, y la alegría interior. Se-pamos comulgar con Dios, con los otros, con uno mismo. Uti-licemos más nuestra intuición antes de creer ciegamente en las insulsas palabras de un dis-curso publicitario, sobrevalora-do y engañoso, y esto en todos las áreas, ya se trate de comer-cio, política, o espiritualidad.

Un místico aplica el conoci-miento que adquiere, y sabe que la intuición es una expre-sión interna de sí mismo. No se deja dormir y se pone en guardia para no perderse en un mundo ilusorio que lo arrastra en una carrera desenfrenada y vana, que no le llevará a nin-guna parte. ¿Para ir a dónde? ¿Para buscar y encontrar qué? La utopía como la piensa un místico, no es una ilusión. Es un objetivo a alcanzar, una bús-queda absoluta, una esperanza, y un deseo formulado.El texto “Utopía Rosacruz” es un ejemplo perfecto. Pero po-demos hacer más que sólo es-perar. Sin esperar mejores días,

y esta otra cosa que tal vez no llegará en nuestra encarnación presente, podemos poner en mo-vimiento las fuerzas que están en nosotros, viviendo, como decía anteriormente, el tiempo presen-te. Seamos pensantes, actuantes y responsables, no las marionetas de las fuerzas decadentes ni los juguetes de una sociedad dema-siado materialista.

Ser un místico, también es culti-var la inteligencia y el dinamismo aún torpe e imperfectamente. Según una expresión que me gusta y que utilizo fre-cuentemente, sepan “ir hacia adelante”.

No olviden que cada vez que damos un paso hacia adelante, la humanidad entera lo da con ustedes, camine-mos en la verdadera vida, la que no se limita a la nues-tra, ni al tiempo que nos per-tenece en esta encarnación, pero caminemos en el espacio infini-to donde todo se vuelve posible. En la “verdadera vida”, tenemos acceso ilimitado al gran poder universal, un paquete perpetuo y más eficiente que el que nos ven-den los operadores telefónicos. Al tomar consciencia de lo que es esta “verdadera vida”, estaremos en posesión de la llave que da acceso a todas las soluciones, y ¿por qué no a la felicidad?

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Pero una vez más, esta noción es relativa a cada uno y por lo tan-to muy personal. Si globalmente podemos afirmar que la felicidad es un estado de perfecta satisfac-ción interior, la alegría es un sen-timiento de plenitud, una emo-ción fuerte y agradable como un destello que surge desde lo más profundo de nuestro ser.La felicidad y la alegría no están fuera de uno mismo; son el refle-jo de una faceta de la divinidad que llevamos dentro de nosotros, y hay muchas maneras de expe-rimentarla, de vivirla, y de mani-festarla. Algunas personas pue-den estar muy contentas de tener una buena salud después de una larga y dolorosa enfermedad. Otros tendrán una alegría inmen-sa al recibir una suma de dinero inesperada que les permite salir de una situación difícil. Los ejem-plos son numerosos y variados. Entonces, es necesario compren-der, aceptar y asimilar la alegría y la felicidad que nos ofrecen y que son la esencia de la vida que flu-ye en nosotros y que percibimos viviendo el instante.

Imagínense en un desierto, com-pletamente sedientos, ¿el mayor tesoro del mundo no sería para ustedes un vaso de agua fresca? ¿No darían todos sus bienes ma-teriales de los que disponen para evitar una muerte segura? En esos momentos, nada más ocu-paría su pensamiento más que ese vaso de agua, pero en nuestra

vida diaria ¿pensamos en eso cuando apagamos nuestra sed? Y sin embargo, este acto procu-ra un bienestar que conduce a una forma de felicidad.

Lo mismo ocurre con el aire que respiramos desde nuestro pri-mer aliento. ¿Somos conscien-tes de que éste es una ema-nación sutil de la consciencia cósmica? El aire es un lazo que nos conecta a todos, hombres, mujeres, animales, vegetales y minerales. El aire y su energía vital se nutren de la tierra, los océanos, los ríos, los riachuelos y de los lagos. Todo lo que crea su sustancia regresa a nosotros, y es por eso que debemos res-petar nuestro ambiente. ¡Tam-bién eso es ser místico!

Al ser conscientes de la impor-tancia del agua y del aire, rendi-mos homenaje a nuestra madre Tierra, a la naturaleza entera, a la vida, y a Dios. La ósmo-sis es total entre los elementos naturales y el ser humano. No disociarse del gran Todo es ser sabio, y es tener una actitud mística responsable. Ser místi-co, es vivir en armonía con cada uno de sus tres cuerpos: el físi-co, el mental y el espiritual. Y es por consiguiente permanecer en comunión armoniosa con el mundo animal y los reinos ve-getal y mineral, teniendo cons-ciencia de que somos uno e in-divisible.

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¿Qué comportamiento debe te-ner un ser místico en su vida diaria? Es muy simple y muy complejo a la vez. Ser místico es conocer y asumir sus respon-sabilidades, ya sea en su vida familiar, profesional y espiritual. Un místico pensante, actuante y responsable no se nutre de elementos negativos y viles; elige sus relaciones, sus progra-mas televisivos, sus conexiones de internet, sus lecturas, etc. Pero también no emite juicios apresurados ni condena sin ha-ber intentado entender el por-qué y el cómo de las cosas y de los acontecimientos. La actitud del místico es abierta, respeta el derecho a la diferencia y a la libertad de expresión de cada persona. Sabe prestar ayuda, consolar, y dispensar a quien lo necesite palabras fraternales. También aceptará con filosofía, pero sin estar desilusionado, los acontecimientos que marcan su vida, ya que un místico no está exento de lecciones. Tiene justo un poco más de facilidad para aprender de ellas.

El místico sabe que es el ar-quitecto de su propia felicidad, de su devenir, pero también de muchos de sus problemas. En su parte “actuante”, el místi-co es servicial. Él cultiva dicha cualidad a lo largo de toda su vida, de acuerdo a su edad y a sus fuerzas, ya que por supues-

to nadie puede hacer lo imposi-ble. El místico no vive fuera del mundo, sino dentro, por él y para él. Pocas cosas en la vida diaria distinguen al místico de los de-más, si no es una actitud humil-de, reflexionada y simpática. Un místico ora, medita y agradece al Dios de su corazón tanto por las bendiciones como por las leccio-nes recibidas. Un místico no tie-ne temor, hecho que no le impide ser prudente y precavido. Sabe que un día de pena puede termi-nar con un brillante crepúsculo, y sabe que lo único durable es el cambio y que éste puede traer algo mejor, y si no es el caso, por lo menos a otra cosa, a una nueva aventura.

Pero el cambio más grande, in-evitable y al que frecuentemente se le teme, es a menudo al de la transición. Es con toda la sereni-dad que el místico se prepara para esta última iniciación que sigue siendo un misterio y un dolor para aquél que ignora hacia dónde lo conduce ese cambio que parece un fin, pero que no lo es. Es por la ignorancia y sólo por la ignorancia que el ser humano debe liberarse a sí mismo para alejar las tinie-blas, los límites de lo desconocido y el miedo. Ser místico es, por lo tanto, no temer su propia muerte y prepararse para ese futuro esta-do de consciencia.

Ya que acabo de hacer referencia al temor y al miedo que nos ago-

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bian muy a menudo, me gustaría mencionar un término que todos hemos escuchado en los últimos años: ¡La crisis!

Desde que el mundo es mundo, esta noción ha existido y existirá siempre, porque todo es cambio, nada permanece, todo es efíme-ro. Esta famosa “crisis” no exis-te como tal. Nosotros mismos la hemos instalado en nuestra mente, ayudados en gran medi-da por nuestros políticos y por los medios de comunicación. Hablar de la crisis, es crearla, es insta-larnos dentro. ¿Por qué se dice que la catástrofe es inevitable e irreversible y nos lleva al desas-tre, mientras que se trata de la transmutación natural y continua de nuestra humanidad? ¿Real-mente eran más fáciles las cosas para nuestros ancestros? ¿Serán más difíciles para nuestros des-cendientes? ¡Nada es seguro, nada está escrito! El destino de la humanidad y de la Tierra que la acoge va a continuar con su evo-lución cíclica. Por el momento es difícil predecir si las cosas serán

mejores o peores, pero lo que podemos afirmar es que van a ser diferentes. Un ser místico está consciente de eso, y por lo tanto no se apiada de su suerte. Observa, analiza y se adapta. Acepta cuestionarse, emprende, crea y avanza. El místico utili-za su conocimiento y su energía para evolucionar en la sociedad, sin aceptar el sufrimiento.

Estas palabras nos regresan al concepto de responsabilidad que desarrollé anteriormente. Esta responsabilidad nos incum-be, ya que estamos solos frente a nuestras decisiones y es un error contar con la ayuda de la sociedad y de los demás para salir de nuestras dificultades. Es indispensable tomar la respon-sabilidad, incluso si las nociones de fraternidad, de solidaridad y de compartir son una realidad y una labor que no se puede des-cuidar.El místico también utiliza mu-cho su intuición y se esfuerza por ser clarividente y por ver más allá de las apariencias. Él

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lee en el corazón y en el alma del otro. Un místico pone todo en obra para elevarse más allá de lo grisáceo del mundo; él va más allá de las nubes y así vislumbra el Sol. Solo y uni-do con el gran Todo al mismo tiempo, no olvida nunca que para realizar grandes cosas, hay que saber hacer perfectamente las pequeñas. El místico sabe que la tarea bien realizada es un acto de amor y de servicio. El acto de amor se materiali-za por y en el servicio. Ahora bien, para que el servicio ten-ga todo su valor, debe hacerse desinteresadamente. Esto debe ser un presente de uno mismo a los demás, otorgado desde la alegría y no vivido como un te-rrible sacrificio. El amor y una dádiva no deben equipararse con el sufrimiento y la renun-cia, sino al contrario. Si éste fuera el caso, entonces no sería más una cuestión de amor, sino de masoquismo. El verdadero servicio no engendra más que buenos sentimientos y no espe-ra nada de regreso.

El místico hace todo lo posible para cultivar y mantener las cuatro virtudes fundamenta-les, y así merecer el apelativo de místico: el conocimiento, el servicio, la compasión y el amor. Estas virtudes emanan una de la otra y llegan a fusio-narse en una unidad perfecta, para formar sólo una entidad,

y así acercarnos al estado Rosa-cruz. Pero el sendero es largo, la ascensión ardua y marcada de pruebas como tantas piedras en el camino. La voluntad, la perse-verancia y la confianza son tres virtudes más a manifestar, si de-seamos realizar nuestra elevación espiritual. Podemos hacerlo todos juntos bajo la égida del símbolo sagrado de la Rosacruz, y gracias a todas las experiencias dulces o amargas que ya hemos vivido y que aún viviremos. Esta elección nos pertenece, ya que tenemos nuestro libre albedrío. Para resu-mir y concluir, a continuación un esbozo de respuestas a las tres preguntas relacionadas con mis palabras.

¿Puede uno ser místico y vivir en el siglo XXi? Sí, no sólo podemos, sino que lo tenemos que hacer. Es la única alternativa posible que se ofrece a la humanidad.

¿Qué busca el místico? Fundir su alma con lo absoluto, vivir en comunión permanente con Dios, no estar huyendo del mundo y sus contingencias, sino obtener la maestría de su vida en las co-sas de cada día, incluso las más anodinas. El místico deja a la gran luz de su consciencia iluminar su existencia y sus actos. La mente de un místico no se confunde. Al contrario, es límpida y clara. Tie-ne confianza en él mismo y da prueba de valentía frente a los problemas.

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¿cómo se reconoce a un ser místico? Si encuentra a un hombre o a una mujer, activo, que se aplica en su trabajo, compasivo, generoso, es-timado por sus amigos, tolerante en el campo religioso y en mu-chos otros, capaz de una manera simple, por su actitud y en pocas palabras, de hacerle entrever la magnificencia y el poder cósmico en todas las cosas, entonces su mirada se habrá cruzado con la de un místico.

¡Ser místico es todo eso y aún más! ¡Seamos pensantes, ac-tuantes, y responsables! También seamos iluminados y fraternales, y vivamos en armonía y en cola-boración con los demás, la natu-raleza, el cosmos y Dios. Con los pies en la tierra y la mente en las estrellas

¡Seamos Místicos!

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ESPIRITUALIDAD EN LA VIDA POLÍTICAPor Sylvia Adriana Pinal Calvillo, S.R.C. (México)

Sabemos que el ser humano es un ente espiritual encarnado en un cuerpo físico que por esta naturaleza dual vive, se desa-rrolla y se manifiesta simultá-neamente en ambas dimensio-nes. Vivir plenamente consiste en el difícil arte de encontrar los equilibrios correctos que nos proporcionan armonía en esta existencia dual. Sin embargo, dado que lo único constante de la vida es que ésta es transfor-mación, tenemos que vivir en una realidad cambiante en que los equilibrios que encontra-mos son temporales. Siempre lo son. Apropiados para un mo-mento en particular pero segu-ramente no para el que sigue.

La psique del ser humano se aferra a la estabilidad, a la pre-dictibilidad, a la certeza de que lo que es, es y siempre será. Y en ese afán de codificar la rea-lidad en un plano fijo, que nos asegure permanencia, perde-mos la capacidad de fluir con la vida en movimiento. Los rosa-cruces sabemos que todo lo que

existe en el cosmos es la energía original que creó y sigue creando el universo, vibrando a diferentes frecuencias todo el tiempo. Sabe-mos, sin embargo, que sí hay algo constante y que nunca cambia es: la Ley Cósmica. Ésta se aplica a todo y se aplica siempre. De ahí, que solo el conocimiento de ésta permitirá navegar exitosamente en el flujo de una realidad cam-biante por naturaleza.

Dentro de las recomendaciones más importantes que los rosa-cruces seguimos está la de evitar el conflicto. Entendemos que los cambios verdaderamente impor-tantes y trascendentes se dan por “evolución y no por revolución”. El caos solo genera caos y no es con turbulencia que se construye un flujo estable y confiable para montar una vida. Sin embargo, en el existir de todos los días vivimos en un entorno sumamente caó-tico, conflictivo, inseguro y, por mucho que nos moleste y trate-mos de evitar sus consecuencias, lo cierto es que este fenómeno afecta nuestra vida, nuestra se-

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guridad, nuestra serenidad y la de nuestras familias todos los días. Es natural que nos preguntemos: si es verdad que “como es arri-ba es abajo” ¿qué estará pasan-do arriba para que se manifieste esto abajo?

Las cosas que más nos hacen su-frir como humanos son causadas en su mayor parte por vacíos, por ausencias. Buena parte de estos males no existen por sí mismos, lo que existe es la ausencia de su contrario. El desamor no exis-te, lo que existe es la ausencia de amor. El frío no existe, lo que existe es la carencia de calor. La oscuridad no existe, lo que existe es la falta de luz. Con la presen-cia del amor se acaba el desa-mor. Con la generación de calor se acaba el frío. Y con la mani-festación de la luz se acaba la oscuridad.

Si la realidad material está ma-nifestando características tan pobres y nocivas para la vida en sociedad, muy probablemente se trata del reflejo de un vacío, de una ausencia en el plano espi-ritual. Si nuestros gobernantes, políticos y funcionarios parecen haber olvidado cuál es la priori-dad de su trabajo y sus decisio-nes parecen responder a otras “prioridades”, es claro que son las otras partes del ser y no el ser de Luz de la persona las que están predominando en la toma de decisiones. Y también es cla-

ro que nuestra renuencia como rosacruces a participar en polí-tica está dejando ese vacío, va-cío. La Ley Cósmica siempre se cumple y si dejamos un vacío, vacío, éste se va a llenar de au-sencia.

Sabemos que la psique de todos los seres humanos está com-puesta por varias partes que compiten todos los días por to-mar el control de nuestras deci-siones. Todos tenemos un ego, por ejemplo, del que no pode-mos prescindir ya que se trata de una función cerebral indis-pensable para existir en socie-dad. Puede ser un gran amigo, si logramos incluirlo en nuestra actividad de toma de decisiones armónicamente con las demás partes de nuestro ser. Sin em-bargo, un ego sobrecrecido se convierte en el mayor de nues-tros enemigos. Sabotea nuestra vida y nuestras relaciones des-de lo más profundo de nosotros mismos. De allí que todos los seres humanos tengamos la diaria tarea de administrarlo, pulirlo, acotarlo, afinarlo y en ocasiones removerlo de cier-tas actividades. Todos, hasta el más iluminado de los seres hu-manos, tenemos esta tarea de asepsia de vida a realizar todos los días.

También sabemos que todos los seres humanos tenemos dentro de nosotros un ser de Luz, la

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manifestación misma de la di-vinidad dentro de cada uno de nosotros. Todos, por el simple hecho de estar vivos, lo tene-mos y solo lo perdemos al per-der la vida. Sabemos también que el ser de Luz de cada uno de nosotros está conectado con la Conciencia Cósmica y por tanto con todos los seres de Luz de todos los demás seres humanos. Todos somos uno y estamos conectados, con capa-cidad de comunicación, de ar-monización entre nosotros.

Los rosacruces nos comunica-mos entre nosotros con mu-cha frecuencia a ese nivel, del ser de Luz propio al ser de Luz de otros, nos mandamos in-flujos de Fuerza, de Salud, de Luz, de Amor. Y sabemos que esos influjos llegan y forta-lecen esa parte de la persona que es sabia, noble, que actúa en armonía con la Ley Cósmica y sabemos que cuando es así sus decisiones serán las correc-tas tanto para sí misma como para los demás. Así fortalece-mos cotidianamente a nuestro Imperator, a nuestros Grandes Maestros, a todos los oficiales de nuestra querida Orden. Sa-bemos que como humanos que son, ellos también están suje-tos todos los días a esa com-petencia interna entre las di-ferentes partes de su psique y que los influjos que enviamos desde nuestro ser de Luz al de

ellos fortalecen esa parte de ellos y la fuerza que enviamos aumen-ta sustancialmente las probabili-dades de que sea el ser de Luz el que predomine en la contienda interna natural dentro de la per-sona en la toma de decisiones y así que la conducción de la vida de la Orden sea lo más armónica posible con la Ley Cósmica.

Aunque a veces nos cueste traba-jo creerlo, también nuestros go-bernantes, nuestros funcionarios públicos, nuestros políticos tienen un ser de Luz dentro de sí. Son tan humanos como cualquiera de nosotros y su ser de Luz es tan real y accesible como el de cual-quiera de nosotros. Tenemos, por tanto, la capacidad de comuni-carnos con el de ellos y de man-darles influjos de Fuerza, de Luz, de Amor y alimentar con ello esa parte del ser que necesita alimen-to para competir exitosamente y no quedar enterrada entre los escombros producto de la lucha diaria frente a “otras prioridades”. Mantener sano y fuerte el lide-razgo de nuestra amada Orden es una rutina que como rosacruces sabemos hacer muy bien. Sabe-mos la importancia que esto tiene y no es fortuito que, pese a la hu-manidad de nuestros dirigentes y todos los retos y vaivenes a que la historia nos ha sometido, estamos próximos a cumplir 3367 años de existir.

Lo que hacemos tan bien como

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miembros de la comunidad espi-ritual a la que pertenecemos, no lo hacemos como miembros de la sociedad en que vivimos. Con frecuencia, tendemos a estigma-tizar a los personajes en puestos de poder y también tendemos a verlos como seres inalcanzables, impenetrables, incomprensibles olvidando que se trata de seres humanos, tan humanos como cualquier otro y con las mismas características y accesibilidad en el plano espiritual que cualquier otro. Se nos olvida que toda es-tigmatización es producto de esa necesidad primaria que tenemos los humanos de codificar la reali-dad en un plano fijo, de congelar la realidad en un punto inmuta-ble para obtener la falsa ilusión de haberla comprendido en una forma permanente. No hay tal cosa, lo único permanente en la realidad es el cambio y los seres humanos cambiamos todos los días. Es imposible e inútil pre-tender congelar a alguien en un punto.

Como consecuencia de este error de concepción terminamos de-sertando espiritualmente a nues-tros gobernantes y políticos por considerarlos seres indignos, por verlos como representantes de valores éticos que rechazamos como podrían ser la corrupción o la deshonestidad. Asumimos que esas características son inmu-tables, olvidando que absoluta-mente nada lo es. De esa manera

nos robamos la oportunidad de influir, en la forma en que no-sotros los rosacruces sabemos hacer, para crear una realidad diferente. Por paradójico que esto parezca, entre más corrup-to, entre más perdido veamos a un personaje, más necesitaría de nuestro influjo espiritual. Y más necesitaríamos nosotros y nues-tras familias que lo recibiera. En-tre más alejado esté del camino del bien más apoyo de nosotros requiere el ser de Luz de esa persona para conquistar el terri-torio perdido dentro de la com-petencia interna con las demás partes del ser que seguramente lo agobian.

Sea quien sea, si alguien está en una posición de poder o lideraz-go sobre nosotros, desertarlo es un error, la deserción solo gene-ra ausencia. Y la Ley Cósmica es clara sobre la manifestación de las ausencias. ¿Queremos mani-festaciones diferentes abajo? Te-nemos que influir arriba, influir en el sentido más rosacruz que existe, enviando nuestro influjo de Luz, de Fuerza, de Amor al ser de Luz de quien lo necesita y necesitamos que lo reciba. In-fluir, alimentar, nunca desertar.

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El Propósito de la Orden Rosacruz, AMORC

Jerarquía Esotérica

La Orden Rosacruz, AMORC, presente en todo el mundo, es una fraternidad no sectaria de hombres y mujeres dedicados a la investigación, estudio y aplicación práctica de las leyes naturales y espirituales. El propósito de la Organización es ayudar a todos para vivir en armonía con las fuerzas cósmicas creativas y constructivas, para el logro de salud, felicidad y paz. La Orden es conocida internacionalmente como la Antigua y Mística Orden Rosae Crucis y tanto en América como en otros continentes, constituye la única forma de actividades Rosacruces integradas en una sola institución. La A.M.O.R.C. (por sus iniciales) no vende sus enseñanzas. Las da libremente a sus miembros afiliados junto con otros beneficios. Para información completa acerca de las ventajas de la afiliación Rosacruz, escriba una carta al domicilio citado abajo y pida el folleto gratuito titulado «El Dominio de la Vida».

A todos los miembros de la Jerarquía Esotérica se les pide participar en los «Períodos Especiales de Meditación» que se efectuarán en las siguientes fechas:

Jueves 15 de Mayo, Jueves 21 de Agosto y Jueves 20 de Noviembre de 2014 a las 20:00 horas de su localidad. Sus informes deberán enviarlos a la atención del Gran Maestro a esta Gran Logia AMORC, Jurisdicción de Habla Hispana para las Américas, en León, Gto, México.

Diríjase a:Escribano R.E.R.

Orden Rosacruz, AMORC,Apdo. Postal No. 827, Oficina Centro,

C.P. 37000, León, Gto. - MÉXICO

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Comité de Ayuda Espiritual

El Comité de Ayuda Espiritual de la Gran Logia AMORC Jurisdicción de Habla Hispana para las Américas, imparte ayuda metafísica desde el Gran Templo, de lunes a viernes a las 12:00 hrs. tiempo central de México (11:00 hrs. A.M. tiempo astronómi-co), a través de un grupo de miem-bros locales que trabajan en esta humanitaria labor, siguiendo las ins-trucciones indicadas por el Imperator para todas las Grandes Logias de la Orden.

Los miembros estudiantes de AMORC visitantes en la sede de esta Gran Logia, pueden unirse y participar en dicho Comité, siempre que acrediten su afiliación activa. Quienes deseen hacerlo así desde otras localidades, pueden unirse al Comité de Ayuda Espiritual, a cualquier hora del día, desde sus lugares de residencia, in-tegrándose así a este noble trabajo a través del Consejo del Silencio.

Edificio Administrativo de la Gran Logia AMORC (GLH) León, Gto., México

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El sitio arqueológico de San Bar-tolo, al noreste del Petén en Guatemala, muestra un conjunto modesto de edificaciones cuya extensión no sobrepasa los 4 km2, lo que propone su importancia geopolítica y geográfica de infe-rior categoría a sitios como Tikal, Uaxactún, El Mirador o Xultún; esto realza más el asombro sobre el hallazgo fortuito que llevó a cabo William Saturno, arqueólogo de la universidad de Harvard, en el año 2001, donde interiorizando en una cueva sobre un promonto-rio rocoso dejado por saqueado-res descubrió unos murales que exponen el mito de la creación del mundo maya, una especie de Capilla Sixtina, que además tiene alrededor de 2100 años de anti-güedad, debido a que su fechado data del año 100 a.C., en estos murales que están dentro de un recinto sin bóveda, sino más bien con techo plano como los usados

LOS MURALES MAYAS DE SAN BARTOLO EN GUATEMALA, UNA VISIÓN MÍSTICA DE LA CREACIÓNPor Erick Reyes Andrade F.R.C. (Guatemala)

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actualmente, solo que usando dinteles, se localiza a un costado de la estructura que lleva el nom-bre de “Pirámide de las pinturas”. De forma adosada, muestra una cosmogonía sobre el dios del maíz, representado en varias es-cenas, pero lastimosamente solo tenemos los murales del norte y del oeste, falta probablemente la reconstrucción del lado sur y el lado este, cuya destrucción data desde la desocupación del lugar

aproximadamente por el año 200 d.C.

El cereal cuya importancia es común a toda el área mesoa-mericana es el maíz, este grano es base fundamental, hasta el día de hoy en esta región para la sobrevivencia, por lo que su antropomorfización, fue algo natural, mostrándolo como un dios/maestro cuya vida es ejemplo desde la observación

Pintura realizada por Heather Hurst. Copia del Mural Norte de San Bartolo, Petén, Guatemala.

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astronómica y agrícola a través de los tiempos.La pintura del mural norte muestra el nacimiento del dios del maíz, esto sucede dentro de una jícara, realizándose como una explosión de sangre, como si se tratara efectivamente de un parto humano, de este parto nacen 5 infantes, cuatro están en las esquinas de la escena pero unidos por el cordón um-bilical a la parte de la jícara rota donde brota la sangre, y donde nace el quinto infante, es posi-ble que los cuatro niños exte-riores representen el nacimien-to del espacio geográfico, y este último es la creación del ser hu-mano; esta escena está siendo observada por un ser mitológi-co en forma casi humana, pero cuya cabeza es una serpiente, y el atavío es de plumas tenien-do una representación de la serpiente emplumada, como el guía abstracto del nacimiento de la creación; a la derecha de tal suceso tenemos la siguiente escena, que corresponde a una cueva de la montaña florida, este lugar que se vuelve la en-

trada del inframundo resguardada por seres como serpientes, jagua-res, lagartos y aves, e incluso las estalactitas se presentan como fauces de algún ser vivo, lo cual demuestra dentro de la cosmovi-sión maya, lo significativo que era cada una de las partes, por ser consideradas como entes vivos; de esta cueva sale una serpiente cuyos rasgos muestran que está emplumada, pero que además sirve de escenario para el acto ri-tual que se lleva en su lomo, la serpiente emplumada, es un sím-bolo del aliento, que sale de la montaña por medio de la cueva, pero que también representa el hálito de vida que viene del Este, así como también representa los vientos del este, los que traen la lluvia y hacen germinar al maíz, es por ello que en su lomo se da la escena del ataviar al dios del maíz para prepararlo a la entra-da del inframundo, esto se hace ofreciéndole comida y es aquí donde aparece una mujer hinca-da deteniendo una cesta con los primeros tamales que existieron y representados hasta hoy en día en el mural,

Aquí se presentan la iniciación por el agua, tierra, aire y fuego, pinturas de Heather Hurst, del original muro poniente, San Bartolo, Petén, Guatemala.

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otros personajes que acompañan la escena llevan ofrendas.

Este ciclo de morir y renacer, es parte del pensamiento cíclico que existe en la vida de los mayas, los colores oscuros representan la faceta luctuosa y el color rojo representa la vida, es por ello que para el acto ritual trascendente los mayas tienen que usar la san-gre. Este elemento representa la vida y parte de la esencia espiri-tual que reside en el ser humano.

En el muro poniente, aparecen dos escenas que representan el nacimiento de la creación, en el primero tenemos 4 sacrificios de sangre, para elevar el nivel de consciencia de la humanidad, este sacrificio tiene que ser hecho por

la parte creadora del hombre, en este caso es la sangre del falo, que sirve de ofrenda, conjunta-mente con un ser que represen-te el nivel del espacio geográfi-co a sacralizar. El que aparece más a la izquierda, es un per-sonaje mítico, que está sobre agua, por lo que la ofrenda se hace con un pez, éste aparece en la escena sacrificado frente a un árbol que representa una es-quina geográfica. Luego el mis-mo personaje aparece a la de-recha del anterior, haciendo su sacrificio en el falo pero sobre tierra firme, y aquí el animal símbolo, es el venado, siempre frente al árbol del espacio sa-grado, cada árbol representa un límite de la extensión espacial, en la siguiente parte de la esce-

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na aparece el mismo personaje en sacrificio pero alcanzando un nuevo nivel, éste es el del aire, por lo que el personaje flota, y el animal símbolo es un pavo sacrificado, siempre frente al árbol de la esquina sagrada. La última parte de esta esce-na tiene al mismo personaje que se identifica con uno de los héroes gemelos del Popol Vuh, Hunahpú, siempre flotando y con su sacrificio, pero ahora aparece en lugar de un animal sacrificado, el incienso, que re-presenta el fuego; mostrando la importancia de la iniciación ritual a través de los cuatro ele-mentos. Posteriormente el ele-mento central de este muro lo representa un árbol central que representa el axis mundi, cuya parte superior del árbol vemos al maíz naciendo.La siguiente escena a la dere-cha del árbol de maíz, es una

visión de la transición del dios del maíz, que atraviesa la faceta de infante, luego dentro de una ca-parazón de tortuga, la cual sim-boliza el inframundo y también la corteza de las montañas, y aquí aparece el dios del maíz joven, y posteriormente a la derecha la muerte del mismo. Esto impli-ca una visión normal del acto de renacimiento, establecido por las deidades mayas en época tem-prana de su cultura.

La representación mural que se expone en San Bartolo, es una muestra del conocimiento que los mayas utilizaban en algunos casos de manera simbólica y en otras, por medio de sacrificios reales, algo que es muy claro son los 4 elementos esenciales de la naturaleza (agua, tierra, aire y fuego), cuyo orden es muy signi-ficativo, así como el evolucionar por medio de las iniciaciones, lo-

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grando vencer a cada una de las pruebas que existía, para dar paso al ciclo de la vida, por medio de reencarnaciones, como está plas-mado con el dios del Maíz, no cabe duda que el manejo de la transmutación de la vida por me-dio del ritual, era no solo cono-cido por los sacerdotes, sino por sociedades completas.

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LA SOLEDAD,LA COMPAÑERA DELMÍSTICOPor Gonzalo Quiroz. F.R.C. (Chile)

Me gustaría referirme a la soledad como elemento vital a la hora de abordar la problemática del hom-bre. ¿Por qué la soledad?, pues bien, por que intuyo una “sustan-cia” en la que los elementos de la constitución racional del hombre se disuelven como si de un pu-ñado de tierra arrojado al mar se tratase. Tengo la sensación de un instante suspendido en el tiempo y que por su naturaleza “contiene” todo el espacio en sí. Unidad y

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armonía podrían ser palabras que me ayuden a describir lo que por mandato me está negado revelar, y con esto no juego al misterio, sino que hago un mea culpa en relación a mi incapacidad de dar cuenta de una experiencia vital y trascendente. Quizás en esto esté la dulzura de la soledad como experiencia vi-tal límite, en esa triste y orgullo-sa melancolía de sentirse unido a todo, estando en lo profundo de uno mismo; en esa vergüen-za de sentirse fuerte mientras se sea fiel al pacto de silencio reali-zado en el interior. Y si bien esa soledad puede ser una llave para abrir el cosmos desde mi frente, es también, sin duda alguna, una amante que exige la sangre de las venas y la carne de los huesos o, lo que es peor, un momento a so-las con la nada.

La nada, en el sentido del sin sentido; no quiero pecar de trágico, pero no puedo imagi-narme la contemplación de los antiguos, la mente de Pitágo-ras en el segundo antes de la revelación de la triada o el se-gundo de decisión cuando mue-re el poeta y nace el discípulo en Platón, sin la “compañía” de la soledad. Pero no esa sole-dad externa y, muchas veces, manoseada, sino esa soledad interna y temida, esa soledad que, para revelar sus secretos, exige de nosotros el enfrentar-nos a la horrible posibilidad de la nada, del sin sentido.

¿Y qué hacer cuando llega?, ¿se puede huir de ella?, creo que no, creo que una de sus carac-terísticas es llevar consigo la aceptación del desafío, desa-fío que puede durar años o vi-

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das en nuestras espaldas y que pareciera ensañarse con aquél que más sinceramente bus-ca las respuestas escondidas. ¿Es acaso insensato decir que ella fue quizás la única y ver-dadera compañera de Sócrates, San Agustín, Spinoza o Buda?, ¿se entiende de otro modo el genio de Goethe o los pertur-badoramente lúcidos delirios de Artaud? Y aun si fuera po-sible ignorarla, ¿sería humano el olvidar por mucho tiempo su beso ya alguna vez padecido? Todo mi ser responde ¡NO! Es en ella, entonces, en quien me quiero enfocar a la hora de ha-blar del hombre como ser pro-yectable hacia sí mismo, que, según creo, es lo mismo que decir, proyectable hacia el infi-nito.

Ahora bien ¿es pensable el in-finito? No. ¿Es entonces viven-ciable? Creo que sí. ¿Viven-ciable? ¿Cómo es vivenciable aquello sobre lo que no se pue-de pensar? Es de mi entender que, se puede lograr, partiendo de la base de que lo que exis-te no necesariamente se pue-de abarcar con el pensamiento, menos aun, sólo con el pen-samiento racional. Pero si se habla de algo vivenciable, se habla de algo experimentable y por consiguiente pensable en el instante en el que se está vivenciando. En cierta medida esto sería cierto con la salvedad

de que el que estaría “pensando” aquella vivencia no seria yo, o sea mi estructura de personalidad for-mada por los patrones culturales y la forma en que yo interiorice dichos patrones, tampoco seria mi mente, vista como una facul-tad o un órgano individual en re-lación con el ambiente sólo gra-cias a mis órganos de percepción, sean éstos físicos o más sutiles. La que se estaría pensando a sí misma sería la mente, consciencia creadora o lo que físicos moder-nos como David Bohom catalogan como “la inteligencia presente en todas las cosas”1.

¿Cómo se podría lograr esta co-munión sin perder en ello mi pro-pio pensar? Ésta es quizás la pre-gunta que más frecuentemente se hacen quienes piensan que efec-tivamente se perdería mi cons-ciencia en esta gran consciencia, cuando en realidad es al revés, si logro unirme a dicha supracons-ciencia mi propia parcela de cons-ciencia se expande logrando ser capaz de percibir en su justa me-dida la conexión existente entre ella y la totalidad, logrando con ello acercarse a una experiencia de unidad y armonía más parecida al despertar que al “dormirse” en algo que me supera.¿Es acaso más “consciente de sí” un dedo de mi mano si lo dejo abandonado a las labores cotidia-nas sin prestarle mayor atención, que cuando voluntariamente lo hago partícipe de un proceso de

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creación y unión superior con el orden “invisible” de la armonía musical mediante la aplicación y entrenamiento de dicho dedo en las técnicas que para ese fin están a la disposición del hombre?, o si se le quiere ver desde un punto de vista más sencillo ¿es posible perder aquello que no se posee?

Pues bien, un primer intento de acercarnos a la respuesta del cómo lograr esta unión sería, pre-cisamente, el alejarse del cómo y acercarnos al dónde, o más precisamente, al desde dónde; ese desde dónde es, según mi comprensión, la soledad; y digo la soledad y no mi soledad para diferenciar la primera de la se-gunda, principalmente en la for-ma en cómo se encaran ambas. Creo que a la primera, en gran medida se le teme, pero sin em-bargo se le busca, en cambio a la segunda, aunque temida, se le espera. ¿Cuál sería la diferencia entre ambas? Podríamos catalo-garla como una “voluntad de so-ledad”, un accionar en búsqueda de un estado de suspensión, más que de una espera inconsistente y exhibicionista de un instante de soledad.

En dicho estado de suspensión estaría la posibilidad de la diso-lución de mi Ser. Sólo al encon-trarse en esa gran situación lími-te, mi mente estaría obligada a la única acción que impediría dicha disolución: La aceptación del mo-

vimiento como estado de cons-ciencia natural en todo aquello que percibo; una vez que se acepta este hecho, mi men-te comienza a comprender que no se ha puesto en movimien-to, sino que es movimiento, y como tal no es distinta a nada de lo que percibe. La Mente, a través del yo comienza a tomar consciencia de sí misma, mien-tras mi mente, gracias a la so-ledad, comienza a darse cuenta que ella es La Mente, jugando a las escondidas consigo misma.

El yo sería para La Mente, lo que la soledad sería para mi mente, esto es, un terreno o estado propicio para el recono-cimiento intuitivo de la unión constante, permanente y cons-titutiva de todos los elementos cognoscibles e incognoscibles en un cuerpo o sistema inteli-gente, borrando, o mejor dicho, sumando todos los conceptos pensados como opuestos tales como, cuerpo-espíritu, racio-nal-irracional, ideal-material, inmanente-trascendente, etc., en un resultado común. Es en-tonces cuando la unidad se hace presente como “la” realidad; El mundo me vive y yo respiro al mundo, el cosmos es parte de mi mirada y yo soy el ojo del absoluto, la tierra es mi madre y a la vez mi amante más intensa, la vida y la muerte son cáscaras de un fruto que no deja de ser dulce en tanto es, desde siem-

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pre, un árbol que florece dejan-do un aroma aun desconocido para el hombre. Las manos del tiempo se abren desde nuestro pecho para buscar en el infinito la forma prístina de aquello que no puede ser comprendido…y su forma no es forma, su voz no tiene sonido, y su tiempo no transcurre. ¿Somos acaso esferas de luz jugando el eter-no juego de la encarnación? ¿O somos el Uno escondiéndose y revelándose a sí mismo en la forma de rayos de energía que asoman sus ojos a la fiesta de disfraces más sagrada y diver-tida?

AQUELLO CONFORME AL CÓSMICO SE EXPRESA EN EL DULCE MISTERIO DEL SILENCIO PRIMORDIAL

1 Wilber, Bohm, Pribram y otros. El paradigma Holográfico, Editorial Kairos, 1987, Barcelona.