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111/05 pp. 163-179 Reis El reparto desigual del trabajo doméstico y sus efectos sobre la estabilidad de los proyectos conyugales* RESUMEN El cambio familiar ha dado lugar a la emergencia de un «nuevo pacto conyugal» caracterizado por la ne- gociabilidad de los términos de la convivencia, tanto en la forma en la que se inicia como en la que se de- sarrolla y eventualmente puede terminarse. Sobre la base de una encuesta realizada en la Comunidad de Madrid en 2003 entre las que hemos denominado «nuevas familias», se analizan los potenciales efec- tos que el reparto desigual del trabajo doméstico y del cuidado de los niños tiene sobre la satisfacción con la dinámica de pareja y con el riesgo de ruptura del proyecto de vida en común. Aplicando un análisis de regresión logística, la razón de probabilidades de haber pensado así como de haber hablado seria- mente de la ruptura del proyecto de vida en común está condicionada, entre otras variables, tanto por los términos del reparto del trabajo doméstico como por la satisfacción con los términos del mismo y la potencial conflictividad que puede generar. A menor desigualdad en el reparto, mayor satisfacción con el Gerardo Meil Landwerlin Universidad Autónoma de Madrid [email protected] ABSTRACT The characteristics of family change have given rise to the emergence of a «new conjugal pact» characterized by the negotiability of the terms of co-existence, both in the way it starts out, and in the way it develops and can eventually end. Based on a survey carried out in the Madrid Region in 2003 among so-called «new families», the article analyzes the potential effects of the unequal distribution of housework and childcare on marital adjustment and divorce risk. Applying logistic regression analysis, the reason behind the probabilities of thinking as well as speaking about ending the relationship is conditioned, among other variables, both by the terms of the distribution of housework among spouses and by satisfaction with those terms and the conflict´s frequency over them. The lower the inequality of the distribution of housework, the greater the satisfaction and the lower the conflicts over these topics, the greater is the satisfaction with current * Este trabajo ha sido posible gracias a la financiación recibida del Ministerio de Ciencia y Tecnología, proyecto BSO2001- 0161, agradeciendo el autor la confianza en él depositada.

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  • 111/05 pp. 163-179 Reis

    El reparto desigual del trabajodomstico y sus efectos sobrela estabilidad de los proyectos

    conyugales*

    RESUMEN

    El cambio familiar ha dado lugar a la emergencia deun nuevo pacto conyugal caracterizado por la ne-gociabilidad de los trminos de la convivencia, tantoen la forma en la que se inicia como en la que se de-sarrolla y eventualmente puede terminarse. Sobre labase de una encuesta realizada en la Comunidad deMadrid en 2003 entre las que hemos denominadonuevas familias, se analizan los potenciales efec-tos que el reparto desigual del trabajo domstico ydel cuidado de los nios tiene sobre la satisfaccincon la dinmica de pareja y con el riesgo de rupturadel proyecto de vida en comn. Aplicando un anlisisde regresin logstica, la razn de probabilidades dehaber pensado as como de haber hablado seria-mente de la ruptura del proyecto de vida en comnest condicionada, entre otras variables, tanto porlos trminos del reparto del trabajo domstico comopor la satisfaccin con los trminos del mismo y lapotencial conflictividad que puede generar. A menordesigualdad en el reparto, mayor satisfaccin con el

    Gerardo Meil LandwerlinUniversidad Autnoma de Madrid

    [email protected]

    ABSTRACT

    The characteristics of family change have givenrise to the emergence of a new conjugal pactcharacterized by the negotiability of the terms ofco-existence, both in the way it starts out, and inthe way it develops and can eventually end. Basedon a survey carried out in the Madrid Region in2003 among so-called new families, the articleanalyzes the potential effects of the unequaldistribution of housework and childcare on maritaladjustment and divorce risk. Applying logisticregression analysis, the reason behind theprobabilities of thinking as well as speaking aboutending the relationship is conditioned, amongother variables, both by the terms of thedistribution of housework among spouses and bysatisfaction with those terms and the conflictsfrequency over them. The lower the inequality ofthe distribution of housework, the greater thesatisfaction and the lower the conflicts over thesetopics, the greater is the satisfaction with current

    * Este trabajo ha sido posible gracias a la financiacin recibida del Ministerio de Ciencia y Tecnologa, proyecto BSO2001-0161, agradeciendo el autor la confianza en l depositada.

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    mismo, y a menor conflictividad, menor riesgo deruptura, controlados los efectos de la conflictividadgeneral de la pareja.

    Palabras clave: Gnero, Divisin del Trabajo Doms-tico, Cuidado de los Hijos, Convivencia Matrimonial,Divorcio.

    couple life and the lower the risk of ending therelationship.

    Keywords: Gender, Housework Division, Child Care,Marital Conflicts, Marital Satisfaction, Divorce.

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  • CAMBIO FAMILIAR Y LA EMERGENCIA DE UN NUEVO PACTO CONYUGAL

    La vida familiar en Espaa, como en otros pases occidentales desarrollados, est sujeta a unprofundo proceso de cambio. Mientras que, por un lado, se ha reforzado el control social ejer-cido sobre las dinmicas de poder que se desarrollan en el seno de la vida familiar, antepo-niendo los derechos individuales a los de la institucin (singularmente los derechos de losmiembros socialmente ms dbiles), por otro lado, se ha reducido el control social ejercido so-bre mltiples dimensiones de la realidad familiar tradicionalmente sujetas a modelos normati-vos fuertemente arraigados. Esta modificacin del control social ejercido sobre la vida familiarha dado lugar a un espacio social de libertad individual en la conformacin de los proyectosde vida y en las formas de concebir y organizar la vida en pareja y en familia. En otras pala-bras, los proyectos y formas de vida familiar se han privatizado y los modelos heredados deorganizacin de la vida familiar han perdido en fuerza vinculante. Las formas de entrada, per-manencia y salida de la vida familiar se han flexibilizado, quedando las formas que adopta alarbitrio de la negociacin y acuerdo entre los protagonistas individuales, o, ms precisamente,no siendo legtima la reprobacin social de las formas que se apartan de los modelos hereda-dos del pasado. En este sentido, aunque la familia de origen forma parte del proceso de nego-ciacin entre los protagonistas, sus mrgenes de actuacin para condicionar la conformacinde los proyectos y formas de vida de sus hijos se han visto fuertemente limitados al haberseerosionado la legitimidad de su intervencin. No slo lo que piensen los vecinos se ha vueltoirrelevante a la hora de decidir en materia familiar, sino que lo que piensen los propios padrespuede ser puesto igualmente entre parntesis a la hora de afirmar las opciones individuales.

    Este proceso ha sido sintetizado por Ulrich Beck (1986) mediante el concepto de individuali-zacin, con el que pretende poner de relieve ante todo el mayor protagonismo que la culturaactual concede a las opciones y decisiones individuales frente a las normas sociales en mbi-tos tales como la profesin, la poltica y la vida familiar. La individualizacin significa la cre-ciente autonoma de las biografas individuales de las instancias que en el pasado han guiadola aparicin de determinados hitos y trnsitos vitales, tales como el matrimonio, el nacimientodel primer hijo, el inicio de la biografa laboral, etc.; instancias que estaban constituidas funda-mentalmente por el sexo, la edad y el origen social o regional (Strohmeier, cit. por Peuckert,1996: 252). Frente a la biografa normal o socialmente estandarizada surge as la biogra-fa elegida, que, por un lado, significa una mayor posibilidad electiva en las opciones vitalesfundamentales (dimensin liberatoria de la individualizacin), pero que, por otra parte, tam-bin significa mayores incertidumbres y menor seguridad en la validez de las normas e insti-tuciones sociales tradicionales (dimensin de desencantamiento) (Beck, 1986: 206).

    Por lo que se refiere a las transformaciones de las relaciones familiares, con el concepto deindividualizacin no slo quiere poner de relieve la dimensin de la prdida del tradicional

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  • control social sobre los proyectos de vida individuales, que ha dado origen a nuevas formasde convivencia (uniones de hecho, segundas uniones derivadas de un divorcio, entreotras), sino tambin acentuar el hecho de que estos proyectos, y particularmente el de lasmujeres, se han transformado profundamente, de forma que los derechos y aspiracionesindividuales pasan a tener un lugar preeminente en los proyectos de vida no slo de los va-rones, sino tambin de las mujeres. As, las aspiraciones vitales de las mujeres han dejadode definirse en la sociedad actual slo en el mbito de la familia como una vida orientada alservicio de los dems miembros de la familia, para afirmarse su derecho a tener tambinuna carrera profesional propia, una vida propia (Beck-Gernsheim, 1998). En la tensin en-tre las aspiraciones individuales y las aspiraciones colectivas del grupo familiar, entre elyo y el nosotros, ha habido un desplazamiento desde un nfasis en el nosotros dela mujer al servicio de la familia y del nosotros de los padres al servicio de los hijos (elhijo/a como rey/reina de la casa), socialmente definido en el modelo de familia burguesatradicional e institucionalizada en el derecho de familia, hacia un mayor nfasis en los pro-yectos de realizacin personal de los propios padres, y de la madre en particular. En ciertamedida, el yo pasa a pesar ms que el nosotros pareja, aunque el camino ideal haciala felicidad individual contine pasando, entre otros espacios sociales, por el nosotrospareja (De Singly, 1993), por la formacin de una pareja con vocacin de estabilidad en eltiempo. El amor romntico no ha perdido as atractivo; por el contrario, ste no desaparecea las puertas de la iglesia o del juzgado una vez formalizado el compromiso vital, sino quepasa a constituir cada vez ms la fuente de legitimacin y el sentido del proyecto de vidaen comn, de forma que la satisfaccin de las necesidades afectivas pasa a ocupar el lugarcentral del proyecto de vida en comn. El matrimonio ha dejado de ser un contrato de inter-cambio de dependencia por seguridad econmica, social y legalmente sancionado (a tra-vs del derecho de familia y de la Seguridad Social, entre otros), para pasar a ser un espa-cio de convivencia con el objetivo de lograr lo que cada actor entiende por felicidad, o almenos lograr la satisfaccin de sus necesidades afectivas. Y si no se logra a juicio de losactores, resulta legtimo y socialmente aceptable poner fin a dicho proyecto de vida en co-mn, independientemente de otras consideraciones, aunque a la hora de explicar (estoes, legitimar) la ruptura a los miembros de la red social haya que recurrir tambin a otrotipo de argumentos socialmente considerados ms slidos. No obstante, cada vez msla emocionalidad ocupa un lugar central en la relacin conyugal y los conflictos de parejahacen cada vez ms vulnerable el proyecto de vida en comn.

    Los trminos de las relaciones conyugales se han transformado, por tanto, profundamente.Desde una fijacin bastante estricta por parte del entorno social y sancionada por el dere-cho de los roles domsticos y familiares, de las formas de comportamiento esperadas porel otro cnyuge y por el entorno, se ha pasado a ese espacio de libertad en la conforma-cin de las relaciones conyugales. La desinstitucionalizacin de la vida familiar ha trado

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  • consigo un nuevo pacto conyugal (Roussel, 1989) que se caracteriza ante todo por laprdida de validez de los modelos de comportamiento de los gneros (y de las edades) enel espacio domstico y familiar heredados del pasado y la negociabilidad de los trminosde la relacin. Ha surgido la familia negociadora (Schneider et al., 2002) y uno de losmbitos sujetos a la negociacin, de forma en general ms implcita que explcitamente, esel reparto de las responsabilidades domsticas y familiares dentro del proyecto de vida encomn. El que sea la esposa y la madre quien asuma todas las responsabilidades ha deja-do de ser la norma social a seguir, no slo porque un nmero creciente de mujeres se haincorporado al trabajo remunerado, sino porque el espacio domstico y familiar ha sido re-definido como un espacio de colaboracin en un proyecto de vida en comn en el que to-dos los miembros tienen que participar en el bienestar individual y colectivo (Meil, 2003).Las expectativas de comportamiento de las mujeres se han alterado, por tanto, profunda-mente, y en la medida en la que stas se vean frustradas y las demandas de mayor cola-boracin sean rechazadas por parte del cnyuge, en la medida en la que se cuestione elreparto del trabajo tal como ha ido configurndose en el proyecto de vida en comn, au-mentar la conflictividad conyugal y sta erosionar la satisfaccin con los trminos de larelacin y, en definitiva, con el proyecto de vida en comn. En un contexto en el que la emo-cionalidad y la satisfaccin con el proyecto de vida en comn han pasado a ser el funda-mento de la unin, esta insatisfaccin con los trminos del reparto del trabajo domstico,en interaccin con otras dimensiones de la relacin, puede contribuir a erosionar la viabili-dad del proyecto conyugal.

    Cuestiones a investigar

    Las preguntas a las que se quiere dar respuesta en este trabajo son: son habituales e in-tensos los conflictos conyugales en torno al reparto del trabajo domstico entre las nue-vas familias espaolas? En qu medida afecta el reparto desigual a la satisfaccin conla vida de pareja? Contribuye el reparto desigual de responsabilidades familiares al deseode ruptura de la relacin?

    METODOLOGA

    Datos

    Para dar respuesta a las cuestiones planteadas se analizarn tres encuestas realizadaspor el autor en la Comunidad de Madrid en distintos momentos temporales. Por un lado, seutilizar una encuesta realizada en la primavera de 1995 y replicada en invierno de 2003,

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  • ambas en los municipios de la corona metropolitana de Madrid, a una muestra representa-tiva de 600 mujeres que viven en pareja y con al menos un hijo menor de 13 aos*. Estasencuestas tienen como objetivo analizar las pautas de cambio en la divisin del trabajo do-mstico entre los cnyuges (matrimoniales o de hecho), as como sus efectos sobre la sa-tisfaccin con los proyectos de vida en comn y el riesgo de ruptura, aspecto ste que slopuede analizarse con los datos de 2003 al no haberse incluido las correspondientes pre-guntas en la encuesta de 1995. Dadas las pautas migratorias, las respuestas proporciona-das por estas mujeres pueden considerarse representativas de lo que hemos denominadolas nuevas familias, esto es, de las nuevas generaciones de parejas con hijos portadorasprecisamente de los nuevos proyectos conyugales, donde los roles tradicionales de g-nero han sido puestos en cuestin no slo en lo que respecta al trabajo remunerado fueradel hogar, sino tambin al trabajo no remunerado en el hogar. Estas familias pueden consi-derarse representativas, por otro lado, de las familias urbanas espaolas (Meil, 1999). Jun-to a estas dos encuestas, tambin consideraremos los resultados que se obtienen de otraencuesta realizada en 2000 a una muestra representativa de 1.000 hogares cuyo cabeza ocnyuge tiene menos de 65 aos y que tena por objetivo conocer las pautas de intercam-bio entre los miembros de la red familiar, pero donde tambin se aplic una versin reduci-da de los indicadores de reparto del trabajo domstico y de la satisfaccin conyugal. La ra-zn para considerar tambin esta encuesta es que presenta resultados bsicamenteconsistentes con los obtenidos en las otras dos encuestas y, sobre todo, porque tambin seentrevist a varones, y los resultados que arrojan sus respuestas son sociolgicamentemuy significativos.

    Variables independientes y dependientes

    Para medir la divisin del trabajo domstico se ha utilizado un listado de 13 tareas doms-ticas rutinarias y 12 tareas de atencin y cuidado de nios diferentes, que permiten por laheterogeneidad de tareas consideradas captar ms adecuadamente el cambio que lista-dos ms cortos. Las pautas de respuesta posibles eran la mujer siempre, la mujer casisiempre, a medias, el hombre siempre o casi siempre y otra persona, opciones que se hancodificado con los nmeros 1, 2, 3, 4 y 5. Los casos en los que la tarea la realizaba otrapersona se ha recodificado, tras mltiples pruebas, como 3, esto es, la realizan a medias,estrategia que no altera fundamentalmente los resultados. A partir de las respuestas dadasse ha construido un indicador aditivo simple (Cronbach alfa 0,93), as como tambin se harealizado un anlisis de cluster que ha permitido clasificar a las familias en tres modelos dedivisin del trabajo domstico que hemos denominado tradicional, colaborador y cuasi-

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    * El trabajo de campo fue realizado por la empresa Invymark.

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  • igualitario. Para ms detalles, vase Meil (2004). En la encuesta de 2000 se utiliz slo unabatera de 6 tareas domsticas y de cuidado de nios diferentes, que resulta, sin embargo,fiable, pues presenta un coeficiente de correlacin de 0,95 con la escala ampliada de 25 ta-reas.

    Para medir la satisfaccin con los trminos del reparto se pregunt a los entrevistados porsu grado de satisfaccin con arreglo a una escala de cuatro puntos, y lo propio se hizo tam-bin para medir el grado de conflictividad sobre el particular. Adems de preguntar sobreeste tipo de conflictividad, tambin se pregunt con arreglo a una escala de cinco puntossobre la frecuencia con la que regaan sobre temas de actualidad, relaciones con la fa-milia, temas de dinero, el cuidado y atencin de los hijos, aspectos relacionados con laeducacin de los hijos, sobre el tiempo que pasan juntos y sobre temas de pareja en gene-ral. Las respuestas se han agregado en un indicador aditivo simple (Cronbach alfa 0,74),que se utilizar como variable explicativa.

    Otras variables de control que se han utilizado son, dada su condicin de factores de es-trs en las relaciones conyugales, el nmero de hijos, la fase del ciclo familiar medida porla edad del hijo mayor y el estatus laboral de la mujer. Tambin se han introducido como va-riables de control la ideologa de rol de gnero de la mujer, as como la clase social de per-tenencia medida a travs del nivel educativo de la mujer.

    Como variable a explicar se ha considerado, por un lado, el grado de satisfaccin con elproyecto de vida en comn medido a travs de la nota en una escala de 0 a 10 dada a lasatisfaccin con sus relaciones actuales con su marido/pareja. Este indicador, de carc-ter muy general y subjetivo, se ha evidenciado como satisfactorio y consistente con los re-sultados que se obtienen de otras escalas ms complejas y que incluyen tanto evaluacio-nes subjetivas como aspectos relacionales (Touliatos et al., 1990; Glenn, 1990; Gelles,1995). Para medir el riesgo de ruptura, considerado slo en la encuesta de 2003, se utiliza-rn las respuestas dadas a las preguntas: En ocasiones, al calor de las discusiones, lossentimientos y expresiones se extreman; con qu frecuencia ha considerado, mentalmen-te pero sin decirlo, terminar su matrimonio/relacin? y Con qu frecuencia han hablado al-guna vez seriamente de terminar su matrimonio/relacin?, distinguindose cinco opcio-nes de respuesta desde nunca a muchas veces. Estos indicadores han sido ampliamenteutilizados en la investigacin americana y han sido validados reiteradamente como indica-dores de riesgo de ruptura conyugal (Touliatos et al., 1990).

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  • Estrategia analtica

    Ms all de presentar algunos resultados descriptivos y como quiera que lo que se deseaestudiar son los efectos del reparto desigual del trabajo domstico sobre la satisfaccincon el proyecto de vida en comn y el riesgo de ruptura que potencialmente puede tener enel contexto del nuevo pacto conyugal, y dadas las caractersticas de las variables inde-pendientes, se han realizado, tras distintas pruebas, dos tipos de anlisis multivariables.Por un lado, se ha optado por realizar un anlisis de regresin lineal ordinaria poniendo enrelacin la satisfaccin conyugal con las variables independientes consideradas. Por otrolado, dada la distribucin de frecuencias de los indicadores de riesgo de ruptura, se ha op-tado por un anlisis de regresin logstica binaria para analizar la probabilidad de haberpensado, por una parte, y haber hablado, por otra, de ruptura al menos alguna vez entre laprobabilidad de no haberlo hecho nunca.

    RESULTADOS

    Al hilo de la emergencia del nuevo pacto conyugal, los trminos del reparto del trabajodomstico, el quin hace qu cosas y con qu frecuencia, han pasado a constituir una di-mensin de la relacin de pareja cada vez ms relevante. En primer lugar, es cada vez msfuente de conflicto entre los cnyuges por este motivo y sus trminos afectan de forma im-portante a la satisfaccin con el proyecto de vida en comn y a su viabilidad en el tiempo.Vemoslo con ms detalle.

    El reparto del trabajo domstico como fuente de conflicto conyugal

    En efecto, entre 1995 y 2003 la proporcin de familias en las que se discuta con mucha obastante frecuencia sobre el reparto del trabajo domstico ha pasado del 17 al 23%, de for-ma que ya en una de cada cuatro familias jvenes se discute con cierta frecuencia sobreel particular. En la encuesta de 2000, en la que tambin se pregunt sobre el particular, sibien con otras opciones de respuesta, los resultados apuntan en la misma direccin, puesen una de cada tres parejas menores de 65 aos se discuta al menos de vez en cuandosobre estos temas.

    Este aumento de la discusin entre los cnyuges sobre los trminos del reparto de las res-ponsabilidades familiares y domsticas no se ha limitado a las generaciones ms jvenes,portadoras supuestamente de modelos de rol ms igualitarios, sino que, como puedeobservarse en el grfico 1, se ha extendido tambin entre las parejas que se encuentran en

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  • fases ms avanzadas del ciclo familiar. El cuestionamiento del reparto tradicional de los ro-les dentro del espacio domstico no es, por tanto, un fenmeno generacional, sino que,como la incorporacin al mercado de trabajo de las mujeres, tambin incluye una dimen-sin de cambio social al trascender a las nuevas generaciones para incluir tambin a lasgeneraciones algo ms mayores, si bien en las familias con cnyuges de ms edad (porencima de los 45 aos aproximadamente) este tipo de conflictos son infrecuentes.

    Las situaciones en las que con mayor frecuencia se da este tipo de conflicto no son cuandola mujer se ha incorporado al mercado de trabajo, o en aquellas en las que hay una sobre-carga de trabajo bien por el nmero de hijos o la fase del ciclo familiar que se atraviesa,sino cuando los cnyuges varones no contribuyen suficientemente, a juicio de la mujer,en el trabajo domstico y en el cuidado de los nios. As, la proporcin de parejas que dis-cuten con frecuencia sobre el reparto del trabajo domstico se duplica entre las parejascon un modelo de reparto tradicional frente a aquellas con un modelo cuasi-igualitario(14% frente a 26%).Y es que, por una parte, la mayor participacin del varn se da cuandola mujer trabaja (Meil, 1999; Durn, 1998), pero tambin, incluso aunque la mujer no tenga

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    GRFICO 1

    Porcentaje de cnyuges que discuten con frecuencia (mucha o bastante)sobre el reparto del trabajo domstico, 1995 y 2003

    0

    5

    10

    15

    20

    25

    30

    35

    45-4841-4437-4033-3629-3225-2824 o menos

    20031995

    FUENTE:

    G. Meil, Encuesta a nuevas familias en nuevos municipios, Universidad Autnoma de Madrid, 1995 y 2003

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  • un trabajo remunerado, se considera ampliamente (Meil, 2003) que el varn debera contri-buir en las tareas rutinarias y compartir el cuidado y atencin de los hijos.

    Los efectos del desigual reparto del trabajo domstico sobre la satisfaccin conyugal

    El reparto desigual de responsabilidades y los eventuales conflictos que ello puede gene-rar no tienen por qu traducirse automticamente en insatisfaccin con la relacin conyu-gal por parte de la mujer. La satisfaccin o falta de ella con el proyecto de vida en comncon otra persona es una evaluacin muy general en la que intervienen multitud de factoresy dimensiones. Adems, las mediaciones que existen entre satisfaccin conyugal y repartodesigual del trabajo domstico son muchas: ste puede ser aceptado como vlido y, portanto, no generar ni conflicto ni insatisfaccin, bien porque hay una identificacin implcita oexplcita con modelos tradicionales de divisin del trabajo domstico, bien porque se pro-ducen compensaciones en otros mbitos (duracin de la jornada de trabajo del cnyuge,estatus social, ingresos, etc.) que hacen que se juzgue satisfactorio, bien por resignacin,bien porque simplemente no se cuestiona y, en palabras de varias entrevistadas, se acep-tan las cosas como son o porque ya ayuda bastante, aunque el modelo ideal con elque se identifiquen no sea el del reparto desigual. Por otro lado, la existencia de desave-nencias en este mbito puede tener un carcter ms expresivo en situaciones de sobrecar-ga que un cuestionamiento de los trminos de la relacin de la pareja.

    A pesar de todas estas mediaciones, y como puede observarse en la tabla 1, aunque la sa-tisfaccin con la vida conyugal depende de multitud de factores, el grado de participacinde los cnyuges varones en el trabajo domstico, tanto en las tareas domsticas rutinariascomo en el cuidado de los nios, afecta en apreciable medida a dicha satisfaccin, en elsentido de a mayor participacin, mayor satisfaccin referida por las mujeres. Esta inciden-cia negativa se manifiesta adems muy consistente, no slo por los niveles de significacinestadstica que presentan los indicadores considerados, controlados los efectos de otrasvariables relevantes, sino porque se ven confirmados tanto en la encuesta de 1995 comoen la encuesta de 2003, as como en la encuesta del ao 2000 referida ms arriba y cuyosresultados no se presentan. De hecho, este factor, junto con la conflictividad de pareja,aparece como uno de los factores sociales ms relevantes que condicionan el grado de sa-tisfaccin conyugal.

    Pero, adems del tipo de reparto del trabajo domstico, la conflictividad que ello puede ge-nerar tambin influye de forma negativa sobre la satisfaccin conyugal, si bien una vezcontrolado el grado de satisfaccin de la mujer con el reparto del trabajo domstico dicharelacin negativa desaparece, como puede observarse si se comparan los datos de 1995 y

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  • 2003 (en 1995 no se pregunt por el grado de satisfaccin con los trminos del reparto). Esdecir, si se acepta el reparto desigual, aunque en ocasiones se cuestione, las desavenen-cias puntuales en este terreno no se traducen en una menor satisfaccin conyugal. Sin em-bargo, si no se acepta el reparto existente como vlido, su incidencia es negativa y tieneadems una influencia importante, haya conflicto ms o menos frecuente o no lo haya. Lainsatisfaccin con el reparto del trabajo domstico se traduce en una menor satisfaccinconyugal, cualquiera que sean los trminos del reparto. Respecto a hace una dcada, no

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    TABLA 1

    Factores condicionantes del grado de satisfaccin con la vida conyugal.Coeficientes beta que miden el peso de cada una de las variables

    1995 2003

    Nivel de estudios de la mujer 0,058 0,043

    Nmero de hijos 0,051 0,062

    Fase del ciclo familiarHijo/a mayor tiene menos de 13 aos Referencia ReferenciaHijo mayor de 13 a 18 aos 0,058 0,017Hijo mayor de ms de 18 aos 0,225*** 0,023

    Ideologa de rol, 1995: acuerdo con la mujer debe abandonar el trabajo si ello interfiere ensus obligaciones domsticas; 2003: identificacin con una familia en la que tanto el hom-bre como la mujer trabajan fuera de casa y se reparten las tareas del hogar y del cuidadode nios 0,069+ 0,082*

    Mujer tiene trabajo remunerado 0,018 0,084*

    ndice de participacin del hombre en tareas rutinarias y en el cuidado de nios (alfa 0,93) 0,128*** 0,142***

    ndice de conflictividad conyugal (en temas de poltica, religin, etc.; relaciones con la fa-milia, cuidado de los hijos, modelo educativo, dinero, uso del tiempo y temas de pareja;alfa 0,74) 0,168*** 0,277***

    Frecuencia con la que discuten sobre el reparto del trabajo domstico 0,141*** 0,064

    Grado de satisfaccin con el reparto del trabajo domstico 0,202***

    N (nmero de casos) 588 574

    Bondad del ajuste: R2 0,132 0,22

    FUENTE:

    G. Meil, Encuesta a nuevas familias en nuevos municipios, Universidad Autnoma de Madrid, 1995 y 2003 (persona entrevis-tada: mujer en pareja con al menos un hijo menor de 13 aos residente en la corona metropolitana de Madrid).

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  • resulta evidente, sin embargo, que el peso de la conflictividad conyugal sobre el reparto deltrabajo domstico en la satisfaccin conyugal haya aumentado como consecuencia de laextensin del nuevo pacto conyugal.

    Respecto a las dems variables relevantes del cambio familiar, la ideologa de rol gnerotambin tiene cierto peso, pues las mujeres portadoras de una ideologa ms tradicionaltienden a valorar algo ms positivamente la relacin conyugal, mientras que las mujeresque se identifican con un modelo igualitario tienden a ser algo ms crticas, pues tienden aesperar, tengan un trabajo remunerado o no, una mayor participacin en el trabajo doms-tico de sus cnyuges. La situacin de sobrecarga de trabajo por s misma, medida por elnmero de hijos, la fase del ciclo familiar y el estatus laboral de la mujer, slo tiene un efec-to muy limitado sobre la satisfaccin conyugal y no de forma sistemtica, como ocurre conla participacin de los cnyuges varones. En las familias madrileas analizadas no hay sig-no alguno de una evolucin de la satisfaccin conyugal en forma de u con el ciclo fami-liar, esto es, de disminucin de la satisfaccin a medida que se avanza en el ciclo familiarhasta que los hijos se hacen adultos y comienzan a abandonar el hogar, tan tpica de losEstados Unidos y algunos otros pases industrializados (Gelles, 1995; Meil, 1999; Bradburyet al., 2000). La fase del ciclo familiar no influye en la satisfaccin conyugal de forma siste-mtica, ya se analice sin controlar la incidencia de otros factores o controlando por otrasvariables, como es el caso en el modelo analtico de la tabla 1. Slo aparece una relacinsignificativa con los datos de 1995 y 2000 y en la fase en la que los hijos se hacen adultos,esto es, con la crisis de los cincuenta, relacin que no se manifiesta en las dems fuentesde datos de las que disponemos. El nmero de hijos, tenindolos, tampoco aparece siste-mticamente relacionado con la satisfaccin conyugal, ni en sentido positivo ni en sentidonegativo. El trabajo extradomstico de la mujer, que ha sido asociado en ocasiones conuna menor satisfaccin conyugal y un mayor riesgo de ruptura (White, 1991), tampoco apa-rece sistemticamente asociado con una menor satisfaccin, si bien en la encuesta de2003 est asociado con una postura ms crtica por parte de la mujer.

    Hasta el presente slo se ha tenido en cuenta la evaluacin de la relacin conyugal por par-te de las mujeres, que no tiene por qu coincidir con la de los hombres. stos tienden a eva-luar la relacin en trminos ms positivos que las mujeres (Meil, 1999) y, como puede verseen la tabla 2, slo el ndice de conflictividad conyugal afecta de forma estadsticamente sig-nificativa y en sentido negativo la relacin conyugal. Todas las dems variables que recogenel cambio en los roles de gnero no afectan a la evaluacin de los varones, esto es, ni elcambio en la ideologa de rol de gnero de las mujeres, ni su incorporacin al mercado detrabajo, ni la mayor participacin en el trabajo domstico de los propios varones amenazanestructuralmente su satisfaccin con el proyecto de vida en comn. El nuevo pacto conyu-gal, a pesar de los profundos cambios estructurales que conlleva, no parece haber amena-

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  • zado ni el atractivo ni la satisfaccin con los proyectos de vida en comn tal como estn ma-terializados. En el caso de las mujeres, por el contrario, cuando se abandona el modelo derol tradicional, slo cuando y en la medida en la que se produce una redefinicin de los tr-minos del reparto de responsabilidades domsticas y familiares que se juzga satisfactoriano se ve comprometida, ceteris paribus, la satisfaccin con el proyecto de vida en comn.

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    TABLA 2

    Anlisis de regresin lineal de factores condicionantes del grado de satisfaccin conyugal.Coeficientes beta que miden el peso de cada una de las variables*

    Mujeres Varones

    Nivel de estudios de la mujer 0,098* 0,023

    Tiene hijos frente a no tiene 0,009 0,157+Nmero de hijos 0,057 0,033

    Fase del ciclo familiarHijo/a mayor tiene menos de 13 aos Referencia ReferenciaHijo mayor de 13 a 18 aos 0,013 0,088Hijo mayor de ms de 18 aos 0,118* 0,123Hijo mayor emancipado 0,036 0,025

    Ideologa de rol, identificacin con una familia en la que tanto el hombre como la mujertrabajan fuera de casa y se reparten las tareas del hogar y del cuidado de nios 0,082* 0,093

    Entrevistado/a tiene trabajo remunerado 0,106* 0,043

    ndice de conflictividad conyugal 0,380*** 0,277***

    Frecuencia con la que discuten sobre el reparto del trabajo domstico 0,108* 0,087

    Grado de satisfaccin con el reparto del trabajo domstico No medido No medido

    Participacin del hombre en tareas rutinarias y en el cuidado de niosTradicional Referencia ReferenciaColaborador 0,156** 0,091Cuasi-igualitario 0,185** 0,048

    Cnyuge tiene trabajo remunerado 0,086+ 0,009

    N (nmero de casos) 477 251

    Bondad del ajuste: R2 0,23 0,18

    FUENTE:

    G. Meil, Encuesta sobre solidaridad familiar en la Comunidad de Madrid, 2000 (submuestra poblacin en pareja menor de65 aos).

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  • Reparto desigual y riesgo de ruptura

    La mayor o menor satisfaccin con el proyecto de vida en comn no tiene por qu traducir-se necesariamente en un menor o mayor riesgo de ruptura de la relacin. Como sealanBradbury et al. (2000: 973), una relacin satisfactoria para los propios actores no tiene porqu caracterizarse por la ausencia de aspectos insatisfactorios. Sin embargo, la ausenciade satisfaccin y los factores que hemos analizado que la condicionan afectan tambin alriesgo de ruptura. En la tabla 3 se han recogido los resultados del anlisis de regresin lo-gstica de los efectos de la emergencia del nuevo pacto conyugal en sus distintas dimen-siones sobre dicho riesgo.

    Como puede observarse, la evaluacin subjetiva sobre la calidad de la relacin, medidacon el ndice de satisfaccin global que hemos manejado y el ndice de conflicto de pareja,son factores claramente asociados y con un peso importante en el riesgo de ruptura. A ma-yor conflictividad y a menor satisfaccin conyugal, mayor es el riesgo de ruptura, medidotanto por pensar con alguna frecuencia sobre el particular como (con menor intensidad) porhaber hablado seriamente alguna vez al menos de terminar la relacin. Pero, ms all deestos indicadores que recogen multitud de dimensiones de las relaciones de pareja, los tr-minos del reparto del trabajo domstico y su aceptacin o no aparecen tambin como fac-tores de riesgo de ruptura. En efecto, las parejas que tienen un modelo de reparto cuasi-igualitario presentan un riesgo de ruptura que es la mitad del que tienen las parejas con unreparto de tipo tradicional, medido tanto en trminos de pensamientos como de conversa-ciones sobre la posibilidad de romper la relacin. En las parejas con un modelo de tipo co-laborador no puede afirmarse lo mismo, pues la variabilidad de las circunstancias hace queno se pueda afirmar con suficiente nivel de confianza el que tengan menor riesgo de ruptu-ra. El que haya un reparto desigual, sin embargo, no implica mayor riesgo de ruptura si elorden domstico es aceptado por la mujer como vlido. Pero si el orden domstico estpuesto en cuestin, a mayor conflictividad sobre el particular, mayor riesgo de tener pensa-mientos de ruptura de la relacin, y entre quienes han hablado sobre ello se encuentran so-bre-representados los que tienen tambin conflictos por el reparto del trabajo domstico.

    Otros indicadores del nuevo pacto conyugal, como son la ideologa de rol y el trabajo extra-domstico de la mujer, que hemos visto estn asociados con una evaluacin ms crtica de larelacin, no se encuentran, sin embargo, asociados por s mismos con un mayor riesgo de rup-tura. Son los trminos del reparto del trabajo domstico, su aceptacin o no, su cuestionamien-to o no y su alcance, los factores que ms claramente estn asociados con el riesgo de ruptu-ra. Adems de estos factores, hay que sealar que aparecen tambin como factores de riesgoel nmero de hijos y el desempleo, que son tpicos factores de estrs en las relaciones conyu-gales y se encuentran tras muchos de los problemas que afectan a las parejas y a las familias.

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  • EL REPARTO DESIGUAL DEL TRABAJO DOMSTICO

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    TABLA 3

    Anlisis de regresin logstica de los factores condicionantes del riesgo de ruptura de la unin.Razn de probabilidades estimadas

    Haber pensado Haber habladoen la ruptura de la ruptura

    conyugal conyugal

    Nmero de hijos 1,348* 1,323*

    Fase del ciclo familiar (edad del hijo menor) 1,036 1,033

    Nivel estudios mujer 0,986 1,022

    Modelo ideal de rol de la mujerTradicional 1 1Semitradicional 0,739 0,502Simtrico 1,006 1,195

    Reparto de las tareas domsticas y del cuidado de los niosTradicional 1 1Colaborador 0,680 0,736Cuasi-igualitario 0,496* 0,508*

    Estatus laboral de la mujerEmpleada 1 1Desempleada 1,936* 1,905**Sus labores 0,738 0,729

    ndice de conflictividad conyugal 1,126*** 1,088***

    Grado de satisfaccin con la relacin de pareja 0,718*** 0,825*

    Frecuencia de discusin sobre el reparto de las tareas domsticas 1,320* 1,704***

    Grado de satisfaccin con el reparto de tareas domsticas y cuidado de los nios 0,694** 1,067

    Bondad del ajustePrediccin y = 0 69 85Prediccin y = 1 75 49Total 73 71

    FUENTE:

    G. Meil, Encuesta a nuevas familias en nuevos municipios, Universidad Autnoma de Madrid, 2003 (persona entrevistada: mu-jer en pareja con al menos un hijo menor de 13 aos residente en la corona metropolitana de Madrid).

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  • CONCLUSIONES

    La vida familiar est conociendo un profundo proceso de transformacin en direccin hacialo que se conoce como familia negociadora, en el que todas las dimensiones de la con-vivencia estn dejando de estar socialmente definidas de una forma estrecha y pasan aformar parte de un proceso de negociacin continua entre los miembros de la pareja, en uncontexto en el que los recursos diferenciales de poder tienden a igualarse y a superarse latradicional dependencia econmica, social y cultural de la mujer. La negociacin del repar-to de responsabilidades econmicas y domsticas ha dado lugar a situaciones muy des-iguales, caracterizadas por una incorporacin muy extendida de las mujeres en pareja altrabajo remunerado y una incorporacin muy limitada de los varones en pareja al trabajono remunerado, en un contexto en el que el modelo social dominante tiende a ser el deuna familia en la que tanto el hombre como la mujer trabajan fuera de casa y se repartenlas tareas del hogar y el cuidado de los hijos. Consecuencia de ello ha sido que durante laltima dcada ha aumentado la conflictividad conyugal en torno al reparto del trabajo do-mstico. Este aumento de la conflictividad en las parejas en las que el hombre no colaborasuficientemente a juicio de la mujer no es, adems, slo un fenmeno generacional, sinoque tambin se ha dado entre las generaciones de edades intermedias, si bien entre lasms mayores ya no se discute de estas cosas.

    El reparto desigual del trabajo domstico, as como la conflictividad que puede generar,contribuyen negativamente a la satisfaccin con el proyecto conyugal. Los resultados evi-dencian que a mayor participacin del hombre en el reparto del trabajo domstico y a ma-yor satisfaccin de la mujer con los trminos del mismo, mayor satisfaccin conyugal semanifiesta por parte de las mujeres. Los cambios en los modelos de rol de gnero de lasmujeres, su incorporacin al trabajo remunerado y la mayor participacin de los varones enel trabajo domstico, por s mismos, no han generado, por el contrario, una menor satisfac-cin conyugal por parte de los hombres. Slo la conflictividad conyugal, entre la que se en-cuentra la conflictividad por el reparto del trabajo domstico, afecta negativamente a la sa-tisfaccin del hombre con el proyecto de vida en comn.

    Tanto el reparto desigual del trabajo domstico como la conflictividad que ello genera, biendirectamente, bien por interactuar con otras dimensiones de conflicto en el seno de la pare-ja, contribuyen en apreciable medida a aumentar el riesgo de ruptura conyugal. ste, medi-do tanto por la probabilidad de pensar en la ruptura como por la probabilidad de haber ha-blado seriamente sobre el particular, es mayor cuando la mujer no est satisfecha con lostrminos del reparto y se reduce a la mitad cuando el modelo de reparto es cuasi-igualitario.No se trata tanto de que la insatisfaccin con los trminos del reparto del trabajo domsticosea la causa de la ruptura conyugal como del hecho de que forma parte de un cuadro mu-

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  • cho ms amplio de circunstancias que propician la ruptura, y en este cuadro no juega un pa-pel menor. Qu factores y en qu medida interactan para precipitar la ruptura es una di-mensin de la realidad familiar que requiere de una investigacin ms en profundidad.

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