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EL PECIO DE LA PUNTA LOBERÍA UN NAUFRAGIO EN LA ISLA DE ROBINSON CRUSOE MEMORIA SOBRE LA MISION ARQUEOLOGICA DEL AÑO 2010 Société d’Etudes en Archéologie Subaquatique S.E.A.S. - Francia Fundación Archipiélago Juan Fernández, Chile

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EL PECIO DE LA PUNTA LOBERÍA

UN NAUFRAGIO EN LA ISLA DE ROBINSON CRUSOE

MEMORIA SOBRE LA MISION ARQUEOLOGICA

DEL AÑO 2010

Société d’Etudes en

Archéologie Subaquatique

S.E.A.S. - Francia

Fundación Archipiélago Juan Fernández, Chile

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Operación realizada del 22 al 27 de Febrero de 2010 con la

participación del Centro de Estudios Oceánicos, Insulares y Antártico

de la Universidad Andrés Bello

y con el apoyo

del Consejo de Monumentos Nacionales de Chile

y del Ministerio de Cultura de España

Agradecimientos

Nuestra misión arqueológica 2010 en la isla de Robinson Crusoe no hubiese sido

posible sin el apoyo de varias instituciones, empresas y personas:

El Consejo de Monumentos Nacionales de Chile, el Ministerio de Cultura de España,

la Universidad Andrés Bello, la Embajada de Francia en Chile, la Armada de Chile,

BCI France, AGA Chile, Municipalidad Juan-Fernández.

Que encuentren aquí la expresión de nuestra gratitud

Nuestros agradecimientos también van a los miembros de nuestro equipo de

arqueólogos, científicos y buzos profesionales que participaron de forma benévola a

esta misión: Paulina Acuña, Hervé Blanchet, Alfonso Campusano, Pablo Díaz, Joë

Guesnon, Jesús Guevara, Samantha Heitzmann, Jacques Morin, Christian Peshang,

Charles Pinelli, Maite Segura.

En forma particular agradecemos a Bernardo Aliaga, Felipe Martínez, Eduardo

Morán, Ricardo Norambuena, Germán Recabaren, Eduardo Rosas, Patricia

Saavedra, Michel-Angelo Trezza, Philippe Valéri.

A consecuencia de la riqueza de su historia marítima, el potencial arqueológico y

patrimonial subacuático de Chile es muy importante. Consientes de esta realidad, el

Instituto Chileno de Arqueología Marítima –ICAM- y la ONG francesa Société

d’Etudes en Archéologie Subaquatique – SEAS- se unieron para desarrollar un

proyecto susceptible de impulsar la investigación y la valorización de este valioso

patrimonio cultural sumergido que aún queda por descubrir, estudiar y valorizar.

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INDICE

Introducción………………………………………………………………………….. p. 3

1 – Observaciones preliminares del yacimiento…………………….………. p. 6

1.1 – Observación visual del yacimiento …………………………………………. p. 6

1.2 – El estudio acústico …………………………………………………………… p. 7

2 – Estudio de los vestigios observados

2.1 – La cerámica……………………………………………………………………. p.12

2.2 – El mobiliario metálico…………………………………….…………………… p.15

2.2.1 – El escoben de plomo …………………………………………..….. p.15

2.2.2 – Las anclas………………………………………………………….. p.16

3 –Estudio histórico……………………………..………………………………… p.23

3.1 – Inventario de los pecios de la bahía de Cumberland…………………….... p.24

3.2 – Análisis de la información histórica……………………………………..….. p.28

Conclusión…...…………………………………………………………………........ p.29

Referencias bibliográficas…………………………………………………………… p.31

Redacción: Arnaud Cazenave de la Roche/SEAS

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LISTADO DE LAS FIGURAS

Fig.1 – Perfiles realizados con el perfilador de sedimentos, p.9

Fig.2 - Sub-bottom profiler: largos de perfiles (arriba), perfil 003_1937 (medio) y

perfil 009_1842 (abajo), p.10

Fig.3 – Organización general del sitio de la Punta Lobería, p.11

Fig.4 et 5 – Photos botija inv.PL/10/0001 en el momento de su descubrimiento, p.13

Fig.6 – Dibujo de la botija inv. PL/10/0001, p.14

Fig.7 et 8 - Fotos Botija inv.PL/10/0001, p.15

Fig.9 – Dibujo Botija inv.PL/10/0002, p.16

Fig.10 - Botija conservada por un habitante de la isla de Robinson Crusoe, p.18

Fig.11 – Foto del Ancla Sur, extremidad sin arganeo a la izquierda, brazo a la

derecha, p.20

Fig.12 – Foto del ancla Sur, levantamiento de los brazos, p.20

Fig.13 – Dibujo del ancla Sur, p21

Fig.14 (haut) et fig.15 (bas) – Ancla Norte –Después del tsunami del 27 febrero, p.23

Fig.16 – Dibujo del ancla Norte, p.24

Fig.17 – Cuadros de proporciones de las anclas Norte y Sur, p.26

Fig.18 – Cuadro de naufragios en la bahía de Cumberland entre el s. XVII y el

principio del s.XIXème, p.31

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INTRODUCCIÓN

La isla de Robinson Crusoe está situada en el archipiélago de Juan-Fernández

(Pacífico Sur), a 700 Km aproximadamente al oeste de Valparaíso. Desde su

descubrimiento, en el siglo XVI, ésta ha jugado un rol estratégico en la historia de

esta zona de influencia española, llamada “el Mar del Sur”, terminología geográfica

de la época colonial designando el espacio marítimo que bordeaba la costa del

Pacífico entre Chile y Panamá.

Esta historia se confunde con la de la piratería y la de los corsarios europeos. Rica

en agua dulce y recursos naturales, la isla de Robinson Crusoe ha servido de base

logística a la mayoría de las expediciones corsarias que han sembrado el terror y el

caos en las colonias españolas del Pacífico en los siglos XVII y XVIII1.

La riqueza del pasado marítimo de esta pequeña isla y los naufragios que se

produjeron en ella, han conducido en el año 1996 a que un equipo de investigación

franco-chileno realizara una prospección arqueológica de su bahía. Es en esta

ocasión que el pecio de la Punta Lobería ha sido descubierto a 30 metros de

profundidad en la parte Sureste de la bahía.

Los vestigios del pecio, corresponden a los de un navío construido en la época

colonial española. Se caracterizaron por la presencia visible en el fondo de dos

grandes anclas de hierro, vestigios de madera de una carena y de un conjunto de

objetos muy concrecionados –esencialmente metal y cerámica dispersos en el

yacimiento-.

El descubrimiento del pecio de la Punta Lobería constituye un evento importante

para la historia marítima y la arqueología pues, según nuestro conocimiento, ningún

estudio arqueológico de vestigios subacuáticos permite conocer la realidad de los

navíos, del comercio, de la guerra y más generalmente de la historia marítima en

esta parte del mundo en época colonial. Bajo este marco, el estudio del pecio de la

Punta Lobería ofrece la perspectiva de un aporte importante al conocimiento de la

historia marítima en América del Sur. Ofrece también la perspectiva de descubrir un

mobiliario de gran valor arqueológico.

Una vez descubierto el pecio, fue la Marina chilena la que intervino en el yacimiento,

procediendo a la extracción de un ancla, sin embargo no se realizó ningún estudio

del pecio. Conscientes de la importancia de este descubrimiento, la Fundación

chilena Archipiélago Juan-Fernández y la ONG francesa, la Société d’Etudes en

Archéologie Subaquatique –SEAS-, decidieron en el año 2007 reunir sus esfuerzos y

medios para realizar una primera excavación de evaluación del pecio de la Punta

Lobería bajo el marco de un proyecto común llevado a cabo por un equipo científico

internacional y multidisciplinar compuesto por veinte personas. Quisiéramos

1 Entre los siglos XVI y XIX, se cuentan más de una veintena de expediciones corsarias, esencialmente ingleses y holandeses, que han hecho escala en la isla de Robinson Crusoe.

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subrayar que este proyecto se inscribe bajo el marco de objetivos puramente

científicos, siguiendo las prescripciones de la Convención de la UNESCO sobre la

protección del patrimonio cultural subacuático (2001).

Este proyecto ha sido apoyado por el Consejo de Monumentos Nacionales de Chile

cuyo representante ha sido uno de sus arqueólogos, Paulina Acuña Leyton. De igual

forma han apoyado el proyecto tanto el Ministerio de Cultura español como la

Universidad Andrés Bello con la que se ha firmado un convenio de participación y

apoyo económico, cuyo representante científico ha sido Alfonso Campusano.

SEAS y la Fundación Archipiélago Juan Fernández reunieron un equipo de 14

arqueólogos y profesionales para la realización de esta misión bajo la dirección

administrativa de Raimundo Bilbao y científica de Arnaud Cazenave de la Roche.

Los objetivos que se habían marcado para esta primera misión 2010 se han

desarrollado en un documento que fue entregado al Consejo de Monumentos

Nacionales de Chile. Los cuales se presentan seguidamente de forma resumida

- Circunscribir la superficie del yacimiento arqueológico

- Determinar el volumen de la capa arqueológica preservada bajo el sedimento

- Comprender la dinámica del yacimiento y la organización de los vestigios

- Confirmar las dimensiones del navío, precisar su cronología y su origen

In fine, el objetivo esencial de este trabajo era medir el potencial arqueológico del

yacimiento de la Punta Lobería y preparar un posible proyecto de excavación

programada.

Tres años han sido necesarios para encontrar la financiación y proceder a la

preparación logística de esta primera misión. Organizada para cuatro semanas de

duración, entre los meses de febrero y marzo de 2010, siendo desafortunadamente

interrumpida por el tsunami del 27 de febrero, tan solo 5 días después de la llegada

del equipo de trabajo in situ.

Bajo estas circunstancias, ha sido imposible, con el poco tiempo dispuesto para el

estudio del yacimiento, cumplir con el conjunto de objetivos que nos habíamos fijado

inicialmente. Las observaciones realizadas durante los primeros buceos han

permitido al menos avanzar en el conocimiento del yacimiento y observar ciertas

características importantes. El objeto del presente informe es tener en cuenta estas

informaciones y revisar las características arqueológicas del yacimiento.

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1 – OBSERVACIONES PRELIMINARES DEL YACIMIENTO DE LA PUNTA LOBERIA

De los 5 días efectivos de trabajo, dos fueron consagrados al desembarque de los

equipos y a la puesta en marcha de los mismos (instalación de fondeaderos, de

chuponas, etc.), siendo el tiempo dedicado al estudio del yacimiento a tan solo 3

días.

1.1 – Observación visual del yacimiento

Un primer equipo ha iniciado el trabajo de observación que ha permitido concluir

rápidamente la orientación del pecio sobre un eje Sur-Norte.

Con el descubrimiento del pecio en 1996 se detectaron a 25 y 27 metros de

profundidad dos anclas de hierro forjado de tipo cepo de madera. En un radio de

unos veinte metros alrededor de las anclas se observaron numerosos objetos muy

concrecionados entre los cuales hay cerámicas, mobiliario metálico así como otros

elementos de mobiliario no identificables. Un escobén de plomo de un diámetro de

15 cm se localizó en el fondo así como fragmentos de cordaje de cáñamo. El

substrato estaba compuesto de una capa superficial de algunos centímetros de

grandes conchas concrecionadas (5 a 8 cm de diámetro) a la que sucede un

sedimento arenoso. A algunos metros al oeste del ancla Norte, a 27 metros de

profundidad, pudieron ser observados en el sedimento los restos de carena de un

navío.

Los cuatro buceos de reconocimiento que nuestro equipo ha podido realizar en el

yacimiento durante la misión 2010 han permitido completar útilmente las siguientes

observaciones:

En primer lugar, hemos podido observar que el material disperso sobre el yacimiento

de la Punta Lobería se extiende sobre una distancia de un centenar de metros, en

un eje globalmente orientado hacia el Norte, entre 350° y 340° (fig.3) sobre un fondo

de inclinación NNW con una pendiente variable entre 12 y 15%. El sedimento en el

cual reposan los restos está compuesto de una arena muy compacta bastante difícil

de perforar debido a una cimentación de los granos. La extremidad Sur está

marcada por el fin de esta zona arenosa recubierta de conchas y el inicio de una

zona rocosa en la zona de los 25 m que remonta hasta la Punta Lobería. Es en el

límite entre la zona rocosa y la zona arenosa que reposa el ancla Sur.

Con el objetivo de preparar el levantamiento topográfico del yacimiento, hemos

colocado una primera línea de referencia que tomaba su origen en la extremidad del

ancla Sur sobre 50 m de longitud en un eje de 350°. El objetivo era posicionar un

cierto número de objetos en relación a este eje. La mayor concentración visible del

mobiliario se encontraba dispersa de un lado a otro de este eje entre 0 y 30 metros

(zona A de dispersión). Pero como ya lo hemos indicado, el área de repartición del

mobiliario aparece rápidamente mucho más extensa de lo esperado. De hecho, a 90

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metros en los 352°, a 35 metros de profundidad, se ha descubierto una

concentración de objetos, esencialmente cerámica. Entre ellos, hemos descubierto

una jarra de olivas entera de 86 cm de altura que hemos extraído para su estudio,

así como también un fragmento de borde para proceder al estudio de la pasta

cerámica (zona B de dispersión del mobiliario).

Las observaciones precedentemente descritas marcan una problemática importante

ligada a la organización del yacimiento de la Punta Lobería: ¿Cómo se pueden

encontrar concentraciones del mobiliario arqueológico tan distantes? A priori, la

pendiente de la zona (12 a 15%) no parece suficiente para haber permitido la

creación de una zona de volcamiento tan extendida hacia el Norte. ¿Cómo podemos

explicar esta dispersión tan particular? ¿Esto podría explicarse debido a la presencia

de un pecio fracturado cuya popa y proa estarían hoy día separadas por varias

decenas de metros? ¿O sería aún el testimonio de una desmembración del navío en

el momento del naufragio? Si la embarcación se dañó en la Punta Lobería, no es

imposible que se haya abierto y que su mobiliario se haya dispersado sobre una

superficie considerable antes de hundirse. Esta importante cuestión y estas hipótesis

podrán aclararse tan solo a partir de una excavación.

1.2 – El estudio acústico

Un segundo equipo dirigido por el geofísico de la misión Hervé Blanchet, ha

consagrado estos tres primeros días al estudio acústico del sitio con un perfilador de

sedimento (sub-bottom profiler) marca Stratabox, trabajando con una frecuencia del

orden de 12 Hz. Este aparato estaba ligado a un sistema de posicionamiento

diferencial de alta precisión y a un programa de navegación (Hypack).

Veinte perfiles de una longitud variable entre 79 y 410 metros han sido realizados

cuya orientación era Este-Oeste, es decir se trazaron un total de 4400 metros con

una malla variable de 5 a 15 metros (fig.1 y 2).

No hemos dispuesto de tiempo suficiente para realizar un estudio acústico completo

y detallado del fondo de la zona de naufragio, sabiendo que una veintena de perfiles

suplementarios habrían sido necesarios así como buceos de verificación de las

diversas anomalías puntuales. Sin embargo, el análisis de la densidad del sedimento

ha permitido caracterizar dos zonas (A y B) de repartición del mobiliario arqueológico

representados sobre un plano preliminar de organización del yacimiento (fig.1). Este

esquema de organización preliminar, debe ser confirmado, afinado y detallado.

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Fig

.1

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10

011_1828.EDT 190 Meters

010_1833.EDT 284 Meters

009_1842.EDT 266 Meters

008_1849.EDT 333 Meters

007_1858.EDT 400 Meters

006_1906.EDT 410 Meters

005_1918.EDT 373 Meters

003_1937.EDT 333 Meters

002_2001.EDT 335 Meters

001_2018.EDT 357 Meters

-------------------------------------------------

Total 4436 Meters

Line Distance Report for EDT0301.LOG

Project : Robinson100226.ini

--------------------------------------------------

021_1740.EDT 126 Meters

020_1745.EDT 111 Meters

018_1751.EDT 118 Meters

017_1755.EDT 122 Meters

016_1801.EDT 79 Meters

016_1804.EDT 111 Meters

015_1808.EDT 122 Meters

014_1813.EDT 125 Meters

013_1818.EDT 120 Meters

012_1823.EDT 122 Meters

Fig.2 - Sub-bottom profiler: largos de perfiles (arriba), perfil 003_1937 (medio)

y perfil 009_1842 (abajo)

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Fig

. 3

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2 – ESTUDIO DE LOS VESTIGIOS

2.1 – La cerámica

Numerosos fragmentos de cerámicas están desparramados sobre el conjunto del

yacimiento, desde los huecos de las rocas que se encuentran en la parte Sur del

yacimiento, hasta más de una centena de metros hacia el Norte. Una jarra de olivas

entera asociada a otros fragmentos ha sido localizada en la extremidad Norte del

yacimiento, a 35 metros de profundidad, a 95 metros en 352° de la extremidad del

ancla Sur (fig.1). El estudio de esta jarra y de un borde que se encontraba a menos

de un metro de la misma permite avanzar en el conocimiento del navío que la

transportaba.

La cerámica inventariada bajo el número PL/10/0001 presenta las características

siguientes (fig.6) se trata de una jarra de forma cónica de cerámica de 86 cm de

altura y 40 cm de diámetro máximo. Esta está desprovista de asas y su fondo es

cóncavo. El ejemplar extraído esta completo pero fragilizado por una grieta que la

recorre sobre toda su longitud desde el cuello hasta la base. El borde tiene 80 mm

de diámetro, su altura es de 25 mm y su espesor de 12 mm. La pasta es basta,

porosa y de cocción oxidante. Se aprecia en su composición desengrasante

calcáreo y cuarzo entre otros.

El fragmento de cerámica inventariado bajo el número PL/10/0002 (fig.9) es un trozo

de jarra que comprende borde, cuello y parte del cuerpo. Esta presenta las mismas

características en la pasta que la PL/10/0001. Su borde es similar (diámetro de 74

mm y 25 mm de altura), pero difiere de la cerámica anterior en el espesor del mismo

ya que es irregular, presentando en su parte superior 8 mm de espesor y 12 mm en

su base.

Hay que remarcar por otro lado que nos han informado de la presencia de una jarra

de olivas que podría haber sido extraído del yacimiento por un buzo de la isla y que

se pudo fotografiar antes del tsunami pero no llegamos a tiempo para su estudio

(fig.10).

Las características de este contenedor de cerámica la inscriben en la categoría de

las jarras de olivas. Se trata de un tipo de ánfora originaria del Mediterráneo que fue

producida y utilizada esencialmente por los españoles entre los siglos XVI y XVIII

bajo el nombre de botijas (Marken 1994:130-1) e impropiamente denominadas hoy

día por los términos de jarra o tinaja, y olive jar en inglés.

Los españoles han utilizado particularmente las jarras de olivas en el comercio con

sus colonias. Inicialmente dedicados al transporte de olivas y de aceite, sus

contenidos se fueron sin embargo diversificando y fueron reutilizadas para el

transporte de vino, almendras, frutos confitados, e inclusive alquitrán para el

calafataje de los cascos de los navíos. Hay que añadir que las jarras de olivas se

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Fig.4 et 5 – Botija inv.PL/10/0001 en el momento de su descubrimiento – Photo A. de la Roche

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Fig.7 et 8 – Botija inv.PL/10/0001– Photo A. de la Roche

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reutilizaban corrientemente, y que un esmaltado interno o externo de color verde se

presentaba sobre ciertas producciones para facilitar esta reutilización bajo el marco

de una reexportación hacia Europa.

Las jarras de olivas han sido el objeto de un primer estudio por J. Goggin en 1960,

autor de una primera clasificación tipológica2. Esta ha sido precisada y completada

por S. James en 19883 y M. Marken en 19944, el cual ha trabajado las colecciones

del siglo XVII descubiertas de los pecios del San Antonio (1621), de Nuestra Señora

de Atocha (1622) y de Nuestra Señora de la Concepción (1641).

Sin embargo, nos ha sido imposible inscribir la jarra PL2010-1 en una de las

tipologías A, B, C o D propuesta por los autores anteriormente mencionados, lo que

nos habría permitido afirmar sin ambigüedad un período de fabricación: los bordes

finos de estas cerámicas no tienen las características clásicas de los bordes

espesos que se encuentra tradicionalmente en las producciones ibéricas del siglo

XVII, ellas se distinguen igualmente por su gran talla y la ausencia aparente de

marca que se encuentra generalmente sobre el cuello o borde de las producciones

de este siglo.

Por otro lado las investigaciones que hemos efectuado nos han permitido finalmente

concluir que las botijas del pecio de Punta Lobería son de fabricación peruana. Este

origen ha sido refutado por el arqueólogo cubano Darwin Arduengo, autor de un

estudio sobre este tipo de cerámicas5 y de Clive Carruthers, que se ha encargado

del estudio de las botijas procedentes de los yacimientos arqueológicos

guatemaltecos. Sin embargo, estas producciones han sido poco estudiadas. En

ausencia de una tipología aún bien definida sobre las botijas peruanas, nos es

imposible situar los ejemplares de la Punta Lobería en una cronología bien

determinada. Sin embargo, su forma, su talla y la naturaleza de su pasta nos

permiten ligarlas a las producciones peruanas.

2 Goggin, J. 1960, The Spanish Olive Jar. An Introductory Study, in Papers in Caribbean Anthropology, vol. 62, Yale University

3 James, S. 1988, A Reassessment of the Chronological and Typological Framework of the Spanish Olive Jar, in Historical Archaeology, 22(1), pp: 43-46

4 Marken, M. 1994, Pottery From Spanish Shipwrecks, 1500 - 1800, University Press, Miami

5 Este estudio se puede ver en la web en la dirección siguiente : http://www.plusformacion.com/Recursos/r/botijas-Olive-Jars-Su-reutilizacion-tres-construcciones-coloniales-habaneras

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2.2 – El mobiliario metálico

El mobiliario de naturaleza metálica presente en el yacimiento de Punta Lobería está

sobre todo representado por dos grandes anclas en hierro forjado que, de hecho,

son los vestigios que ha inicialmente permitido el descubrimiento del yacimiento. Hay

que remarcar por otro lado que numerosas concreciones metálicas de objetos que

son imposibles de identificar están igualmente dispersas en el fondo. Radiografiar

algunas de ellas podría ser interesante, sabiendo que a menudo, pueden

encontrarse en el interior de la concreción objetos muy bien conservados. En fin, en

el momento del descubrimiento del yacimiento, se ha podido observar uno de los

escobenes del navío. Este último nos aporta informaciones sobre las dimensiones

del navío.

2.2.1 – El escobén de plomo

El escobén observado está constituido de una hoja de plomo formando un cilindro de

30 cm de diámetro que está clavado según una generatriz. Las extremidades del

cilindro están prologadas por dos collarines que estuvieron inicialmente clavadas en

el exterior sobre el casco, y en el interior sobre el foro. La apariencia de orificios

sobre ésta indica la presencia de clavos de sección rectangular.

El diámetro de este escobén ha constituido una primera información importante para

una primera evaluación de la talla del navío. En efecto, el diámetro de los escobenes

está siempre en relación con el diámetro de los cables que están a su vez en

Fig.10 – Jarra de olivas conservada por un habitante de la isla de Robinson Crusoe. Foto tomada por R. Bilbao antes del tsunami del 27 de febrero de 2010.

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relación con la talla de las anclas. Inicialmente empíricas, estas relaciones de

proporciones han sido poco a poco normalizadas en las diferentes marinas europeas

a lo largo de los siglos XVII y XVIII. En Francia, por ejemplo, en el siglo XVII, el

diámetro de un escobén expresado en pulgadas representaba las 9/24 de la anchura

de un navío de su sección maestra. Según esta regla de proporción, podemos

estimar que es –aproximadamente- generalizable en el espacio y el tiempo, así pues

estaríamos ante un navío de alrededor 30 pies de anchura en su sección maestra, lo

que corresponde, si nos referimos a las reglas de proporción de construcción naval

en uso en el siglo XVII, a un navío del orden de 35 metros de longitud. Esta primera

aproximación quedará confirmada por el estudio de las anclas.

2.2.2. – Las anclas

Hemos podido observar dos anclas sobre el yacimiento de la Punta Lobería que

hemos denominado ancla Sur y ancla Norte. Su tipología pertenece a la de las

anclas de hierro forjado de cepo de madera. En el momento que se descubrió, se

observaron también cerca del ancla Sur fragmentos de cordaje de cáñamo,

desaparecidos hoy día. Hay que añadir que según Germán Recabarren, buzo de la

isla y habituado a bucear en este sector, se encontraba una tercera ancla más

pequeña entre las rocas al Sur del yacimiento, a los pies de la Punta Lobería a unos

12 metros de profundidad. No tuvimos la ocasión de poder verificar esta información.

El ancla Sur

El ancla Sur, está localizada en un medio rocoso a 25 metros de profundidad, en el

límite con la extensión arenosa que recubre el yacimiento arqueológico. Esta se

encuentra orientada en un sentido Norte/Sur, mide 3,10 metros de longitud. Se

encuentra en un estado de conservación mediocre y está muy concrecionado. La

extremidad de su brazo Este está desaparecida. La extremidad de la caña parece

también rota pues se aprecia la ausencia del arganeo. Parece probable que la talla

inicial de esta ancla era superior a 3,10 metros. La longitud del brazo Oeste (1,5 m) y

la importante sección de la caña (25 cm) refuerzan esta hipótesis. El ancla Sur

(como el ancla Norte) presenta la particularidad que el ángulo formado entre los

brazos y la caña es muy abierta (alrededor de 85°)

El ancla Norte (Fig.14, 15 y 16)

En un principio se encontraba en mejor estado que el ancla Sur, el ancla Norte del

yacimiento de la Punta Lobería fue extraída por la Marina chilena y colocada en el

jardín de la casa de la Cultura del pueblo de San Juan Bautista en 1996.

Desgraciadamente no hubo ningún tratamiento de conservación lo que ocasionó

una degradación continua, el proceso de degradación provocado por los cloruros

aprisionados en el metal la ha irremediablemente condenado a que se despedace. A

nuestra llegada a la isla de Robinson en 2010, pudimos remarcar un estado de

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Fig.11 – Ancla Sur, extremidad sin arganeo a la izquierda, brazo a la derecha – Foto A. de la Roche

Fig.12 – Ancla Sur, levantamiento de los brazos – Foto A. de la Roche

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l’objet d’aucun traitement, et le processus de dégradation déclenché par la présence

des chlorures emprisonnés dans le métal l’a irrémédiablement condamné à tomber

en morceaux. A notre arrivée à l’île de Robinson en 2010, nous avons pu remarquer

un stade de dégradation avancé du métal, l’organeau de l’ancre avait disparu et une

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degradación avanzado del metal, el arganeo del ancla había desaparecido y una

parte de un brazo y las dos patas también. El tsunami del 27 de febrero ha acelerado

este proceso de degradación, provocando también una inflexión de la caña. La

longitud del ancla es de 3,70 metros, sus brazos tiene una longitud inicial de 1,30

metros y la sección de la caña alrededor de 15 cm.

El análisis arqueológico de las anclas asociadas al pecio de la Punta Lobería es

interesante desde diferentes puntos de vista, sobre todo del que nos puede aportar

información sobre las dimensiones del navío. Durante nuestra estancia en la isla de

Robinson Crusoe pudimos realizar un levantamiento preciso de estas anclas y, a

partir de sus proporciones, pudimos desarrollar un cierto número de hipótesis sobre

las dimensiones del navío. Esta reflexión está basada en algunas reglas extraídas

de las normas establecidas en el siglo XVII, y sobre todo en el siglo XVIII, sobre la

relación existente entre las anclas y las dimensiones de los navíos que empezaron a

estar normalizadas a partir de este siglo. La experiencia ha demostrado sin embargo

que la relación proporciones de un ancla/dimensión de un navío no existía o apenas

eran diferentes entre el siglo XVI y el XVIII dando igual el origen de la embarcación,

las anclas en hierro forjado y los cepos de madera habían evolucionado muy poco

durante este periodo, y su aptitud a retener el navío respondía a los propios criterios

marcados por la física.

Si marcamos la hipótesis que el ancla Norte era el ancla maestra del navío podemos

entonces avanzar el razonamiento siguiente: con sus 3,70 m se trataba de un ancla

de 6,44 codos o 4,43 varas castellanas. Esto corresponde en el sistema francés a

una ancla de 11 pies y 4 pulgadas (es decir, exactamente 3,678 m). Según la “tabla

de las proporciones de las anclas de la enciclopedia Forge de las anclas”, un ancla

de 11 pies y 4 pulgadas de longitud le corresponde un peso de 2000 libras, es decir

979 Kg. En el siglo XVII, en Francia, después el gráfico de Renau6, un ancla de 2000

libras correspondía al ancla maestra del navío cuya sección de anchura era de 27

pies, es decir 8,77 m y su cable de ancla debía pesar 4300 libras, es decir 2105 Kg.

El gráfico precisa que este cable de ancla debía tener una circunferencia de 13,5

pulgadas (36,45 cm), es decir un diámetro de 11,6 cm. A finales del siglo XVIII en

Francia, el diámetro dado al cable maestro era igual a 1/24 de la sección maestra, es

decir 6 líneas por pie. Si aplicamos esta regla a la anchura teórica del pecio de la

Punta Lobería tenemos 27 x 6 = 162 líneas, es decir 13,2 pulgadas (35,64 cm).

Como vemos, con un siglo de intervalo, las diferentes aportaciones teóricas dadas

por los modos de cálculos empleados para encontrar la circunferencia de un cable

de ancla daban resultados prácticamente idénticos. La obtención de la circunferencia

del cable del ancla es aún un valor importante ya que ésta puede estar puesta en

6 M. Renau era Ingeniero General de la Marina en Brest durante el último tercio del siglo XVII. Su gráfico sobre la relación entre el peso de las anclas, el peso de los cables y la anchura de los navíos al nivel de sus cuadernas maestras está presentada en una memoria fechada en 1691 conservada en los Archivos Nacionales de Francia bajo la signatura AN.M.B3-64.5/II. Este gráfico esta presentado en anexo…

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Fig.14 (haut) et fig.15 (bas) – Ancla Norte –Después del tsunami del 27 febrero - Foto A. de la Roche

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Fig.16

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relación con el peso del ancla que ella soporta. Por ejemplo en su « Traité pratique

du gréement des vaisseaux », Lescalier (Lescalier, 1791) hace corresponder a un

cable de 13 pulgadas un ancla de 22 quintales, es decir de 2200 libras.

Como nosotros lo indicamos, encontramos valores que permiten evaluar el peso del

ancla de la Punta Lobería de 2000 a 2200 libras, correspondientes a un navío de 8 a

9 metros de anchura en su sección maestra, es decir de 15 a 16 codos.

El arqueo de los navíos de construcción española está regulado en el siglo XVII por

las ordenanzas de 1607, 1613 y 16187. Estas ordenanzas disponen que un navío de

guerra de 15 a 16 codos es una embarcación de 50 a 56 codos de longitud (de 29 a

32 metros) y de 370 a 470 tonelada de arqueo.

El análisis que precede tiene por objetivo dar una aproximación de las proporciones

del navío que podemos tener en el yacimiento de la Punta Lobería. Esto debe ser

tomado con prudencia pues esto reposa sobre un cierto número de hipótesis. Sin

embargo, si el ancla Sur del yacimiento, cuya extremidad de la caña está rota, fuera

inicialmente el ancla maestra del navío con una longitud superior a 3,70 m, éste

último podría ser de dimensiones más importantes que las calculadas anteriormente.

Esta hipótesis es según nosotros la más probable por dos razones:

1 – Los brazos del ancla Sur son mucho más grandes que los del ancla Norte (1,5

metros contra 1,3 metros) y la sección de su caña mucho más grande. Según la

“Enciclopedia de Forges” estas proporciones del ancla Sur (brazo de 1,5 m, sección

de la berga de 15 a 22 cm y sección del brazo de 25 cm) corresponden a un ancla

de 3000 libras (alrededor de 1500 Kg) y de 4,22 m de longitud.

2 – Si se confirman que estas proporciones eran efectivamente las iniciales del ancla

Sur, y que esta fuera por lo tanto el ancla maestra del navío, ésta corresponderían

según el diagrama de Renau, a un navío de 32 pies de anchura en cuanto a su

sección maestra (18 codos españoles, es decir 10,40 m). Las ordenanzas españolas

del siglo XVII asignan a un navío de esta sección una longitud de 60 codos

(alrededor de 35 metros) y entre 625 a 650 toneladas de arqueo.

7 Estas últimas establecen un cierto número de proporciones que oficializan aquellas de la « nueva fábrica », según les términos de Tomé Cano en su Arte para Fabricar y Aparejar Naos de Guerra y Merchante. Sevilla, 1611. Esta nueva concepción de navío está desarrollado por una nueva generación de constructores como Juan de Veas o Diego Ramírez en España a partir de 1590.

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FIG. 18 - PROPORCIONES DE LAS ANCLAS NORTE Y SUR Comparadas con los datos teóricos de la Enciclopedia des Forges

Peso

Caña Brazo

Longitud Anchura Anchura al cuadrado

Longitud Anchura Anchura al cuadrado

Ancla Norte - Proporciones de un ancla de 3,70 m de longitud

Dimensiones del ancla Norte 3,7 m 18 cm 15 cm 1,3 m 20 cm 15 cm

Dimensiones teóricas

2000 libras 11 pds 4 pces 7pces 3 lignes 5 pces 4 pds 7 pces 3 lignes 5 pces

979 kg 3,68 m 19 cm 13,5 cm 1,3 m 19 cm 13,5 cm

Ancla Sur - Proporciones de ancla cuyos brazos miden 1,5 m

Dimensiones del ancla Sur 25 cm 1,5 m 25 cm

Dimensiones teóricas

3000 libras 13 pds 8 pces 5 lignes 5 pces 6 lignes 4 pds 6 pces 8 pces 5 lignes

1468 kg 4,22 m 22 cm 15 cm 1,5 m 22 cm

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3 – EL ESTUDIO HISTÓRICO

Bajo este marco de reflexión sobre la identidad posible del pecio de la Punta

Lobería, hemos llevado a cabo investigaciones en los archivos y bibliotecas

sudamericanas y españolas con el objetivo de inventariar los naufragios que se han

producido en la bahía de Cumberland a lo largo de los siglos pasados.

Hemos llevado a cabo nuestra investigación sobre los naufragios que se han

producido desde el descubrimiento de la isla hasta principios del siglo XIX, sabiendo

que el mobiliario que se ha podido observar en el yacimiento, así como las anclas y

el escobén, atestiguan que la fabricación del navío de la Punta Lobería es anterior al

siglo XIX.

Una vez realizado este trabajo, un análisis de los datos históricos extraídos de esta

investigación ha sido tomado con el objetivo de empezar una reflexión alrededor de

la cuestión de la posible identidad del pecio de la Punta Lobería. Nosotros la

presentamos en el capítulo 3.4 “Análisis de los datos históricos”. Sin embargo, esto

debe ser tomado con mucha prudencia. Conviene subrayar que, procediendo por

eliminación, este análisis tiene más bien el objetivo de determinar a qué naufragios

identificados en la bahía de Cumberland el pecio de la Punta Lobería no puede

corresponder, más que determinar a cuál de ellos corresponde. En efecto, hay que

acordarse de que la excavación no ha podido desarrollarse, y el mobiliario

arqueológico no ha podido pues ser objeto de estudio, es aún prematuro marcar una

fecha y un nombre al navío naufragado.

3.1 – El inventario de los naufragios en la bahía de Cumberland

La investigación documental ha permitido identificar siete naufragios que se ha

producido en la bahía de Cumberland sobre un período de dos siglos:

En el siglo XVII

1 – El San Martín. El único naufragio confirmado en el siglo XVII es el del San

Martín que se produjo en el 1634. El navío, una embarcación de la Armada del Mar

del Sur había sido enviado a la isla de Robinson Crusoe por el virrey de Perú, el

conde de Chinchón, con el objetivo de esperar y sorprender una escuadra corsaria

holandesa del cual había sido informado de la llegada en las agua del Pacífico.

Los documentos que hemos localizados sobre este naufragio provienen del Archivo

General de Indias (AGI), del Archivo del Museo Naval de Madrid (MN) y de una nota

de don Victorio Bertullo, Director de la Casa de Cultura del pueblo de San Juan

Bautista (Isla de Robinson Crusoe) probablemente inspirada del libro de Justo Abel

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Rosales, Historia del capitán Pedro de Recalde, por lo que, por el momento,

ignoramos la fuente.

Estos documentos establecen que un temporal de viento Norte provocó el naufragio

del San Martín cuya pérdida fue total. Las personas que se encontraban a bordo

pudieron llegar a la isla gracias al bote de salvamento y quedaron prisioneras sin

otros recursos que algunos víveres rescatados del navío. Es por medio de una balsa

de salvamentos que el comandante de la expedición, el Alférez don Martín de

Orellana fue, acompañado de 4 voluntarios, a encontrar el continente a nivel de la

costa de Copiapo. Así pues pudo informar del naufragio que había sufrido y de la

presencia del resto del equipaje en la isla de Robinson.

Hay que señalar de todas formas que algunos autores mencionan el naufragio de un

navío nombrado Vigia en la isla de Robinson Crusoe en 1632. Es el caso de Potter,

John en su Tresaure diver’s guide, 1960, p. 1965 escribe:

« VIGIA : there was probably treasure aboard when this 200 ton nao broke up on a

reef on the Juan fernández Islands in 1632. Everybody aboard reached shore safely

and most of the treasure was salvaged, except possibly a small quantity.”

El documento manuscrito del Museo Naval que se refiere al naufragio en 1634 del

navío enviado por el conde de Chinchón a Juan-Fernández lo designa igualmente

sobre el término de Vigia. Por esta razón, suponemos que Vigia es un alias del San

Martín y que J. Potter se refiere al mismo navío con un error en su fecha de

naufragio. La presencia evocada de un supuesto “tesoro” a bordo no es sin embargo

mencionada por ningún documento de fuente primaria y nos parece muy poco

probable.

Por último, el historiador Benjamin Vickuna Mackenna menciona brevemente en su

Historia Verdadera de la isla de Robinson Crusoe, -un naufragio en el siglo XVII8 :

« Conforme a las románticas versiones que más tarde hiceron de su paso i abrigo en

esos nidos del mar los bucaneros o forbantes del siglo XVII,ocurrió también por esos

años en Juan Fernández un naufragio en que perecieron todos los tripulantes,

excepto un negro que vivió largos años solitario entre las breñas, i fue éste el primer

tipo, después de los seis desertores holandeses, de L’Hermite que antes de

Alejandro Selkirk, hubiera podido servir de modelo a Daniel Defoe para concebir i

ejecutar su admirable ficción.”

No hemos encontrado un documento de fuente primaria que, en los centros de

archivos donde hemos trabajado, haga referencia al episodio evocado por Vickuña

Mackena.

8 Vickuna Mackenna, B, Historia Verdadera de la isla de Robinson Crusoe Santiago, 1974 (édition

facsimilée de l’édition de R. Jover, Santiago, 1883), tome 1, p.105.

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En el siglo XVIII

Tenemos cuatro naufragios numerados en la bahía de Cumberland durante el siglo

XVIII:

2– El San Carlos, 1712; Se trata de un navío español de construcción francesa que

navegaba con un cargamento de bacalao en 1712. Naufragó después de haber

tocado un escollo cercano a la costa. El equipaje consigue llegar a tierra. Una parte

pudo llegar al continente a bordo de una balsa de salvamento y alertar para que los

hombres que quedaron en la isla fueran socorridos. El navío Santo Domingo, fue

enviado de Callao con esta misión.

3- El Speedwell, 1720. Se trata de un navío de 200 toneladas, 100 hombres y 24

cañones del corsario inglés George Shelvocke. Este último encontró refugio en la

isla de Robinson Crusoe después de haber saqueado varios navíos de comercio

español e incendiado la ciudad de Paite. Perseguido por un navío de la Armada del

Mar del Sur, encontró refugio en la bahía de Cumberland de la isla de Robinson

Crusoe, donde, el 25 de mayo, un violento temporal empujó el navío hacia la costa

donde naufragó. Shelvocke y sus hombres establecieron un campamento en tierra.

Con los restos de la embarcación naufragada construyeron una barca que

bautizaron “Recovery”. Shevocke y 47 de sus hombres se embarcaron a bordo del

mes de octubre y se dirigieron al puerto de Iquique. Después del cual capturaron un

navío español a bordo del cual llegaron a Inglaterra.

4- Anna, 1741. Se trata de un pinque de la escuadra del corsario inglés Lord Anson,

un pequeño navío armado de 8 cañones construido en 1739. Mientras que la flota

recalaba en la bahía de Cumberland en 1741, se tomó la decisión de abandonar y

hundir el Anna que se encontraba en un estado desastroso, una buena parte de la

medra de la carena estaba podrida.

5- Un navío, 1751. En 1751, un fuerte temblor de tierra que afectó el conjunto de

Chile provocó un maremoto que fue particularmente violento en la isla de Robinson

Crusoe. Un navío que fondeaba en la bahía de Cumberland fue proyectado al

interior de la isla. El gobernador de la isla, el lugarteniente-coronel Juan Navarro

Santaella y su mujer, que se encontraban a bordo murieron junto a otras 35

personas a lo largo de este evento.

6- La Santa Bárbara, 1794. Para acabar, hemos constatado el naufragio de la Santa

Bárbara. Se trata de una fragata de 34 cañones construida en Guarnizo en 1768 por

el arquitecto francés Gautier. En 1794, fue enviado en misión a Juan-Fernández bajo

el mando del lugarteniente de navío Francisco barba y acompañado del bergantin

Misericordia para traer víveres y material. Mientras la fragata se encontraba

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fondeando en la bahía de Cumberland, a raíz de un violento temporal garo sobre sus

anclas y varó en la costa.

Una parte del equipaje volvió a Valparaíso a bordo del Misericordia, mientras que 50

hombres fueron dejados en la isla bajo el mando del lugarteniente de la fragata

Francisco Clemente tenía por misión recuperar todo lo que era posible del navío

varado.

7- Una fragata, 1833. En su Historia verdadera de la isla de Robinson Crusoe,

Benjamín Vickuna Mackenna produce una carta del gobernador de la isla de

Robinson Crusoe, don Francisco de Paula Lattapiat fechada del 3 de marzo de 1834

y dirigida al ministerio del interior9. En esta carta podemos leer:

« El día 22 por la mañana, al toque de diana, se me dió parte que avistaba una

goleta distante del puerto ; todos creimos que era la Colocolo, i con este motivo me

adelanté a poner listas las comunicaciones. Mando reconocer el buque i se me dijo

que era una goleta nacional llamada Estrella que venía a sacar de estas islas las

pipas que dejó aquí la fragata que se perdió en Punta de Bacalao…”

9 Obra citada, Tome II, p.525

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Fig.18 – NAUFRAGIOS EN LA BAHÍA DE CUMBERLAND ENTRE EL S.XVII Y EL PRINCIPIO DEL S. XIX

NAVIO FECHA PABELLON MAESTRE FUENTES

SAN MARTIN 1634 espagnol Alferez Martin de Orellana AGI/LIMA 173, N°34 – MNM/Nav XXVI, f° 369, dto 57 – Abel Rosales, J., Hist. del Capitán Pedro de Recalde – CHC, TXIII, p.319 à 321. VG, T1, p.56

SAN CARLOS 1712 espagnol

Frezier,A.F., Relation du voyage dans la Mer du Sud…, Paris, 1716

SPEEDWELL 1721 anglais George Shelvocke

Shelvocke, G., A voyage around the world, London 1731 – Betagh, W., A voyage around the world, London 1728 – Burney, Chronological History, London 1819, vol.IV – Pinkerton, Coleccion de viajes, London 1813, vol.26 – VG, T.1,p.81

ANNA 1741 anglais Navire de l’escadre de Lord Anson

Histoire générale des voyages, Paris 1757, Livre IV, p.300 – VG, T.1,p.90

UN NAVIRE 1751 espagnol ANC, Ms de Medina, T.187, n°4267 – Historia de la Compania de Jesus en Chile, Barcelona, 1891, T.II, p.209 – VG, T.1,p.93

SANTA BARBARA 1794 espagnol Francisco Barba AGNP, F°n°186 et 270 – ANC, MS.BTM, T.338, doc.806, f°156 – AAB, Cuerpo Gl, Leg.620/274 et 620/113 – VG, T.1,p.121 – Fernandez Duro, Naufragios de la Armada Española, Madrid 1867, p.105

UNA FREGATA 1834 espagnol

Benjamin Vickuna Mackenna Historia verdadera de la isla de Robinson Crusoe, , Santiago, 1883, T.II, p.525

Siglas utilisadas :

Archivo General de Indias: AGI

Museo Naval de Madrid: MNM

Archivo y biblioteca Nacional de Chile: ANC

Archivo General de la Nacion (Peru): AGNP

Archivo Alvaro de Bazan (marina española): AAB

Coleccion de historiadores de Chile, Santiago 1862 : CHC CHC

Vidal Gormaz, Francisco, Algunos naufragios ocurridos en las costas chilenas, Chili 1901: VG

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3.3 – Análisis de los datos históricos

De la lista de los seis naufragios referenciados en la bahía de Cumberland,

descartamos primero los navíos ingleses de George Shelvocke y de lord Anson, las

dimensiones del pecio de la Punta Lobería no corresponden ni a las de un pinque, ni

a las de un navío de 200 toneladas. Por otro lado, la presencia de “botijas” a bordo

de origen peruano, nos orienta naturalmente hacia un navío de origen español.

Quedan pues cuatro naufragios a examinar sabiendo que nos parece poco probable

que podamos tener un naufragio desconocido que no haya sido referenciado. En

efecto, si retenemos la hipótesis de que el pecio es de origen español, parece poco

posible que un navío de esta talla no haya podido ser mencionado en los archivos

que hemos consultado.

Descartamos el navío naufragado en 1751 que se destrozó en tierra. E igualmente,

podemos eliminar la Santa Bárbara, los documentos localizados en los archivos de

la Marina española (Archivo Alvaro de Bazán, Cuerpo GI, Leg. 620/274 y 620/113) y

en los Archivos de Perú (AGN F. n°186 y 270) evidencian claramente que la fragata

varó y que la totalidad de su mobiliario y sus cuatro anclas fueron recuperadas.

Para acabar, sabiendo que la fragata naufragada en 1712 se hundió al tocar un

escollo a lo largo de su navegación, estando desprovistos de ello los alrededores de

la Punta Lobería (y la bahía de Cumberland en general). Queda pues por verificar si

el mobiliario del pecio de la Punta Lobería podría cronológicamente corresponder a

uno de los dos navíos restantes de la lista cuyos naufragios se distancias de 2

siglos: el del Sant Martín, naufragado en 1634 y el de la fragata naufragada en 1834.

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CONCLUSIÓN

La interrupción de nuestra misión cinco días después de nuestra llegada a la isla,

nos ha privado desafortunadamente de esclarecer los elementos del pecio y del

mobiliario que nos habrían permitido avanzar en el conocimiento del pecio de la

Punta Lobería y, quizás, precisar su cronología por un lado y la profundidad de la

capa arqueológica por otro.

Concerniente la datación de los vestigios, según nuestros conocimientos, no existe

aún un estudio tipológico de las producciones de botijas peruanas que pueda

permitirnos reducir nuestro amplio período de incertidumbre cronológica y que por el

momento se extiende sobre unos dos siglos. Lo que podemos hacer es colocar un

terminus antequem hacia finales del siglo XVIII, principios del siglo XIX vistas las

características del dispositivo de anclaje observado.

A pesar de lo que precede, nuestra estancia ha permitido, sin embargo, avanzar

significativamente en el conocimiento de un navío naufragado. En primer lugar, el

descubrimiento de la jarra de olivas o botija anteriormente mencionada es

importante: si esta no nos aclara aun en términos cronológicos, si que nos revela sin

embargo su probable origen español del navío naufragado. Por otro lado,

levantamiento de las anclas que hemos realizado in situ ha permitido realizar el

estudio y aportar una información importante referente a la aproximación de las

proporciones del navío: una embarcación de 30 a 35 metros de longitud, de 9 a 10

metros de anchura al nivel de la cuaderna maestra y de 400 a 600 toneladas de

arqueo.

Por otro lado hay que remarcar que nuestras primeras observaciones realizadas a lo

largo de esta misión han permitido aclarar considerablemente la organización física

del yacimiento de la Punta Lobería. Este resulta mucho más extendido de lo que

nosotros pensábamos inicialmente, su mobiliario está disperso, como vimos, en más

de una centena de metros. La gran extensión de la superficie de repartición de los

vestigios arqueológicos hace surgir una problemática importante ligada a la

organización de este yacimiento que deberá esclarecerse prioritariamente en el

curso de una próxima misión. En fin, estas observaciones preliminares han permitido

marcar la orientación Norte/Sur del pecio. Con la localización de las anclas se ha

podido saber que la proa se encuentra en la zona Sur.

A pesar de una misión prematuramente interrumpida, nuestro equipo logrado

cosechar informaciones importantes que contribuyen a un mejor conocimiento del

yacimiento de la Punta Lobería, de las problemáticas que están asociadas por un

lado, y de lo que revela su complejidad por otro. Este resultado parcial, pero

esperanzador, nos motiva para la organización de una próxima misión cuyos

objetivos prioritarios serán precisar la cronología del pecio, circunscribir los

contornos de la carena bajo el sedimento, y determinar el espesor de la capa

arqueológica.

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REFERENCIAS

Abel Rosales, J., “Hist. del Capitán Pedro de Recalde” 1599-1637 In Revista Chilena

de Historia y geografía, N°65, 1929, pp. 253-309

Betagh, W., A voyage around the world, London 1728

Burney, Chronological History, London, 1819

Coleccion de historiadores de Chile, Santiago, 1862

Fernandez Duro, C., Naufragios de la Armada Española, Madrid, 1867

Frezier,A.F., Relation du voyage dans la Mer du Sud, Paris, 1716

Goggin, J. The Spanish Olive Jar. An Introductory Study, in Papers in Caribbean Anthropology, vol. 62, Yale University ,1960,

Histoire générale des voyages, Paris,1757

Historia de la Compania de Jesus en Chile, Barcelona,1891

James, S., A Reassessment of the Chronological and Typological Framework of the Spanish Olive Jar, in Historical Archaeology, 1988, 22(1), pp: 43-46

Lescalier, Traité pratique du gréement des vaisseaux, Paris, 1791

Marken, M., Pottery From Spanish Shipwrecks, 1500 - 1800, University Press, 1994, Miami.

Pinkerton, Coleccion de viajes, London,1813

Renau, M., mémoire daté de 1691, Archives Nationales de France, côte AN.M.B3-

64.5/II.

Shelvocke, G., A voyage around the world, London 1731

Cano,Tomé dans son Arte para Fabricar y Aparejar Naos de Guerra y Merchante.

Sevilla, 1611

Vickuna Mackenna, B, Historia Verdadera de la isla de Robinson Crusoe Santiago,

R. Jover, Santiago, 1883

Vidal Gormaz, Francisco, Algunos naufragios ocurridos en las costas chilenas, Chili

1901

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Le village de San Juan Bautista après le passage du tsunami

Notre bateau dans un arbre, des voitures les pneus en l’air…

Situé en marge du village, l’hôtel du Pangal ou logeait notre équipe fut épargné par le tsunami. En

haut, à gauche, le site de l’épave de la Punta Loberia.

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L’équipe de fouille de la campagne 2010