el llanto del conejo no se olvida nunca patricia arredondo...
TRANSCRIPT
Título: El llanto de un conejo no se olvida nunca Primera edición: 6 de diciembre de 2017, Estado de México © Patricia Arredondo Todos los derechos reservados. Esta edición fue creada por la autora para su lectura libre. Buena parte de este poemario fue posible gracias al apoyo de la Fundación para las Letras Mexicanas y el trabajo en el taller de Antonio Deltoro. Contacto: patriciarredondov.blog
Once hijos, Señora Coneja, y ninguno sabe qué diablos
[hacer
para que su cadáver tenga alegría.
JOSÉ WATANABE
1
EL LLANTO DE UN CONEJO NO SE OLVIDA NUNCA
Elegían a los maduros y los enfermos
cada que las jaulas no eran suficientes.
Metían a cerca de veinte en costales
y uno a uno los mataban de un golpe.
Pocas veces como ésas abundaba así
la carne, no sólo en los corrales,
sino en el refrigerador y la mesa,
pero sólo algunos de nosotros comían.
Pues:
1. Históricamente recibimos la abundancia con tristeza.
2. Ya entonces la relación afectiva con los animales
nos hacía cuestionar la naturaleza violenta del hambre.
2
FELICIDADES, USTED HA VENCIDO EL CÁNCER
Tres o cuatro años escribiendo,
yendo sobre lo mismo.
Y aún no distingo el cáncer de la muerte.
Trato de escribir otro poema,
uno afortunado que diga: he olvidado
los rostros cancerosos de mi familia.
Este poema tratará sobre el olvido,
y escribo de nuevo acerca del cáncer
de pulmón, de estómago, de mama
o de cómo fueron muriéndose uno a uno.
Escribo para olvidar el cáncer
pero los poemas se multiplican.
3
FOTOGRAFÍA
Sólo si fuese divina,
podríamos perforar su carne
con un clavo, en la pared
abrir con la fina lanza
una herida en el costado, clavar
la espina en las alturas.
Sólo si fuese eterna, decía
mi abuela, nos permitiría
usar los muros de la casa
para colgar una fotografía;
porque nadie más soportaría
tal castigo: pender en lo alto
de un clavo, mantener
el rostro a la intemperie,
ser mirado hasta el hartazgo.
4
CARNICERÍA
a Miguel
Lo apuñalaron al salir de una taquería.
Su sangre quedó regada en la banqueta.
Por fortuna, sus miembros permanecieron
en su sitio; no reventaron ningún órgano.
Aun así, en algunas noches de borrachera
la carne ardiendo al soplete de los trompos
es capaz de avivar las marcas del cuchillo
en su espalda
en sus piernas.
5
SACRIFICIO
Mi tía traicionó a su cuerpo
el día que murió mi abuela,
como otras veces se bebió
las sobras de un solo sorbo.
A diferencia de los suicidas,
no buscaba un lenguaje propio
ni reparar una vieja herida.
Acostumbrada a sacrificarse
siempre por los otros, se salvó
porque ése era nuestro deseo.
Negados a la muerte creíamos
que vivir era lo propio de la vida.
6
SALA DE ESPERA
Mantienen la televisión apagada
en la sala de espera del hospital
donde mi madre y yo aguardamos
la hora de visitas a urgencias.
Miramos en silencio a la gente
que llega y abandona el lugar.
Una joven embarazada camina
entre nosotros, espera dar a luz:
el dolor le descompone el rostro.
Inhala y exhala. Respira, dice
una mujer tocándole el vientre.
Inhalo y exhalo, al observarla,
nuestra respiración se sincroniza,
la calma me devuelve el rostro.
En unas horas ella tendrá a su hijo
en brazos y recordará el dolor
que ahora siente como pasado.
7
BAILAR
En la pista
alguien siempre tiende una mano,
y, aunque después regreses
con los pies adoloridos
a tu silla y a casa,
por dos o tres minutos
alguien te sostiene.
8
DIAGNÓSTICO
Protegido por su bata blanquísima, el médico me ausculta: pregunta cómo es mi dolor, hace
cuánto lo siento y si hay en mi familia antecedentes de enfermedades hereditarias dos
generaciones antes que la mía. A lo primero contesto que es un ardor que se presenta de
forma intermitente en la boca del estómago desde hace un par de días; a lo otro, que el cáncer
ha matado a las mujeres de mi familia. Tras la revisión anota con trazos decididos mi nombre,
mi edad y sus conclusiones. Al salir del consultorio e intentar descifrar su letra pienso que es
una ironía que la facilidad para interpretar los signos y la preocupación por el padecimiento
hayan convertido en poetas a varios médicos, quienes de la profesión al oficio supieron que el
diagnóstico debe considerar al dolor como una antropología más allá del cuerpo.
9
CAZA
Una vez que no hubo
hombre que saliera a cazar,
fue la crianza, el corral y el huerto,
sembramos el huevo y la semilla,
fuimos proveedor y madre,
construimos y mantuvimos
la casa, la caza, la crianza.
Fuimos la que hila y viste,
la que bendice y baña,
la que arrulla y vela;
quien recibe el golpe
para heredarlo al hijo
–siempre un animal pasivo–.
En un acto de leal
amor a un nombre perpetuamos
por generaciones
una historia de violencia
–has fallado si el semental
se ha ido: es tu culpa
o es la culpa de otra,
más mujer (menos hombre)–.
Para salvarme reinventé
el mito, eliminé de los libros
de las guerras y las metamorfosis,
los raptos y las violaciones;
e hice que Atlas fuese femenino,
si no me crees, mírala de nuevo,
observa cómo a sus espaldas
se mece en un rebozo un niño.
10
OXÍGENO
Algo había en el fuego que sedaba su ánimo. Era la seguridad de que al iniciarlo se había
vencido un día más al hambre y la costumbre de liberar la rabia haciendo arder los leños hasta
la ceniza. Prometeo lo robó para ti, dije, pero ella no creyó nunca en la generosidad de los
hombres. Cuando el enfisema le prohibió usar aquella estufa, concentró en el tabaco su
piromanía. Algo había en el fuego que si se lo llevaba a la boca y escupía con placer el humo,
los gritos dejaban de ser su lenguaje. Prometeo lo robó para mí, habrá resuelto el día en que al
detectarle el cáncer la condenaron a no volver a encender un cigarro. Entonces buscaba a
diario algún cómplice que robara otra vez el fuego, sin importar que fuese ella misma quien,
después de arrancarse la máscara de oxígeno para calar nuevamente el humo, recibiera el
castigo de ser picoteada por un dolor más bravo que las águilas.
11
CANCERÓFOBA
Como los hombres que he amado
un día te volverás en mi contra,
me desconocerás desde dentro
y me verás como un enemigo.
Lucharás contra mí todos los días,
y tratarás de ganar una batalla
donde al enfrentarse se confunden
los soldados de ambos ejércitos.
Pero no sé si quiera luchar contra ti,
no sé si, después de haber visto
que se ganan apenas unas horas
para agonizar hasta la demencia,
quiera seguir intentando una tregua.
No sé si entonces te amaré tanto
a ti, a una casa o al sufrimiento
para aferrarme a quien al darme vida
me traiciona desde mi nacimiento.
12
SACRIFICIO
No sé cuántos cerdos sacrificó mi abuela para construir su casa. El dolor cimienta la
resistencia de sus muros. Ella nos crio a mi hermana, a mí y a los puercos y tuvo siempre
mano dura –el hambre le enfrío la sangre–. No vacilaba al sacrificar a sus animales, al cercenar
con el cuchillo los pescuezos de las gallinas, cuyas cabezas se le quedaban entre las manos
mientras los cuerpos al último espasmo corrían aterrorizados. Encerrada en otro cuarto mi
hermana lloraba por la crueldad de mi abuela y yo solía observar desde la puerta la sangre
tibia haciendo su camino hacia la coladera, cómo sumergía los restos en agua hirviendo, les
arrancaba a tirones las plumas, ponía a cocer el caldo y repartía los cadáveres en nuestros
platos. El dolor nos ha dado casa y comida, lo sé al ver cómo mi hermana a la mesa ensaya los
cortes de sus cirugías sobre la cabeza sin vida de un marrano.
13
MISERICORDIA
No estoy jugando, advertía abanderando un zapato roto, descalzado con coraje. Parada en un
solo pie avanzaba dando brincos como uno de esos canarios condenados a la jaula. Yo cerraba
los ojos y comenzaba a contar uno, dos, tres… hasta que podía sentir un fuerte ardor en el culo.
¡Basta!, gritaba entonces y me reía, era necesario no abandonar la imaginación al recibir los
golpes. De un extraño modo la soberbia me ha hecho elegir la risa al llanto, un alivio que sólo
es capaz de sentir el absuelto al pensar, vanidosamente, en el pecado.
14
MUÑECAS
Nunca se quejaban, en la caja decía
que eso les estaba prohibido. Sabían
usar los utensilios de cocina e incluso
podían vivir eternamente embarazadas.
Si les comprabas la casa de sus sueños
serían felices. Con algo de dinero fuimos
adquiriendo los artículos que se vendían
por separado. Cumplían nuestras órdenes
al pie de la letra; solían repetir sus diálogos.
Años después, dejaron de tener gracia.
Las sustituimos por juegos donde fuéramos
nosotras las protagonistas y las dejamos
para que se inventaran una vida propia.
A veces todavía me las encuentro en casa,
traen la ropa y el peinado de siempre, dicen
las instrucciones que las muñecas no crecen.
15
CARNICERÍA
A los pies de los carniceros
la pureza de la sangre
confundida con el agua
y la mugre ya no importaba.
Cuando no teníamos nada
qué sacrificar, sorteando los charcos,
recorríamos los pasillos del mercado
con una bolsa colgada en cada brazo.
Echábamos una mirada rápida
a los miembros fuera de sus cuerpos,
a las cabezas y las hierbas recién cortadas,
hasta que, después de una larga búsqueda,
parábamos en un cuarto
donde reclamábamos entre los gritos
de otras mujeres, a gritos,
alguno de esos cadáveres como nuestro.
16
DOLZICAM®
Con un grumo de gel en el índice
comienzo a acariciar la cara
de mi hermano;
con movimientos concéntricos
humedezco el lado derecho
de su frente, los pliegues
de la suela marcada en su sien.
Bajo a la protuberancia
en su mejilla (crecida como un globo)
y al rodear el contorno de su ojo,
apenas abierto y derramado,
examino la huella
hincada en su nariz.
Busco sus rasgos
en las secuelas de los golpes,
en esa mitad monstruosa
que le desdibuja el rostro.
Sigo por el mentón,
cubro la barba, el labio roto
y a pesar de las heridas,
hay una forma esencial
que permanece, lo reconozco.
17
VUELO DE PRUEBA
a mi padre
¿Sabes que mañana serás del aire?
JOSÉ WATANABE
Elegimos en el centro comercial
el helicóptero que volaba más alto.
Lo encendimos por primera vez
en el patio; sus hélices giraban.
Nos turnamos para mover la palanca,
para ver cómo se alzaba encima
de nuestras cabezas y nuestra casa.
Más alto siempre que nosotros.
Era pronto para saber si el helicóptero
volaba a la altura que querías;
si el aire en que levitaba
era suficiente. Me respondí
cuando te miré apretar con fuerza
los botones para llegar más alto.
Esta vez era mi turno y me cansé
rápido de sus hélices, de sus alas.
Quise volver a tierra la mirada
y solté el botón.
El helicóptero se desplomó
como esas aves que al volar
aprenden también a caer.
Después, prometimos ir a un campo
donde las alas no se estrellaran
contra las cosas, contra las casas,
19
FAMILIA
No pregunto nunca porque adivino el surco que se te abre en la frente, las palabras y los
silencios, con la familiaridad de quien comparte el plato, la sangre y el miedo. Ya no sólo
permaneces dormido hasta la sombra y giras de un lado a otro, cambias de posición para
mantener el aire y no ahogarte con tu propia saliva. Ya no sólo callamos para esconder el
llanto, para no preguntar dónde duele cuando respiras como si sacaras la cabeza de un bote
de agua fría. La tristeza se incorporó a tu piel, tus músculos, tus órganos, tus huesos y en ti
crece ya lo que crece siempre inevitablemente en esta familia.
20
CRÁNEO
Llegó limpio
de músculos, nombres
e ideas; de tierra,
arterias y esqueleto.
Mi padre se lo regaló
[a mi primera hermana,
quien se lo regaló
[a mi tercer hermano,
quien se lo regaló
[a mi cuarto hermano,
quien se lo regaló
[a mi quinta hermana.
Era un cráneo familiar,
pedagógico,
desdentado,
generacional.
Abierto por la superficie,
como una olla, era fácil
de reconocer, por la mandíbula
su forma y su tamaño;
por las cuencas, los dientes,
sus fracturas y sus faltas:
antes que nuestro, fue de una mujer.
21
FAMILIA
A diario recojo del piso
un puñado de cabellos.
Han crecido conmigo,
los he llevado en la cabeza,
como mi familia
algunos se han desprendido
sin dolor ni gloria ni ruido.
22
CIRUGÍA
I. Desliza la hoja del bisturí
La sensación es la misma que cuando encajas el dedo en la cáscara de una
mandarina;
II. con la mano izquierda
es duro al principio, pero el tejido va cediendo, se desprende.
III. corta el tejido del paladar
y, finalmente, puedes extirpar el pedazo podrido
IV. tal como lo practicó en la cabeza degollada del cerdo.
lo demás es como quitar el sarro de la estufa o del baño, así del cuerpo.
23
COCINA
Si al cocinar aprendimos
a amar el fuego,
era una contradicción
creer en Dios sólo
por el temor a arder.
¿Acaso no hacíamos eso
todo el tiempo?
Soplar la lumbre,
medir su temperatura
en los vapores,
manipular la flama.
¿Acaso no podíamos
ver que la muerte
hacía posible la vida
más allá de ella misma
gracias a quienes
al morir ardían
al calor del sartén?
24
CRÁNEO
a mi nana
Exhumaron tus restos
frente a nosotros: una gran bolsa negra
en la que vi tu cráneo,
colgaban de él todavía unos cabellos.
Al verlo recordé los últimos días.
Me pedías que te cepillara el pelo
y lo peinara como siempre: una coleta
en la corona de la cabeza.
Desde entonces la enfermedad
ya hacía transparente su forma,
tanto que al mirarlo de nuevo
no dudé: ése era tu esqueleto.
25
RUIDO DE FONDO
Frente a una máquina mi hermano
pasa el día falsificando dentaduras,
y así rendido al ruido cumplirá
su deseo: algún día quedará sordo.
El zumbido de los motores
ha sido su música de fondo;
los hombres suelen protegerse
en el estruendo y la sordera.
Hay que recordar los templos
donde las mujeres se arrodillan
para hablar en voz baja por horas,
y llenan de dinero los canastos
con tal de que un hombre las oiga.
26
DIAGNÓSTICO
Sus médicos fueron los niños hambrientos
que tan pronto como se levantan, brincan
para que la madre les prepare el desayuno.
Nunca le preguntamos qué sintió al despertar
después de haberse tragado esos somníferos.
Me hubiese gustado estar ahí entonces y decirle:
Nos dijeron que te lavaron tan bien el estómago
que no se notará nunca que lo tenías percudido.
Por el contrario, nadie dijo nada. Al restablecerse
sus signos, la trajeron de vuelta durante el velorio
y enterramos en silencio el recuerdo del incidente.
27
OXÍGENO
En la estufa mi tía pone a hervir el jitomate. Las burbujas brotan dentro del tanque al que
están conectados los pulmones de mi abuela. De la cocina a la sala miro su cuerpo encogido
por el cáncer, recostado sobre el sillón. Cubierta por una sábana su piel es como la del pollo
que limpiamos para el caldo. El olor de la comida comienza a impregnar la casa. Las venas de
su cuello tiemblan como si una multitud ardiendo las habitara. Con una mirada, mi abuela me
pide que le diga a mi tía que no se le pase la mano con la salsa. En la mesa, las cebollas
cortadas en rodajas, apiladas unas sobre otras; las moscas revolotean sobre la grasa de la
carne y la fruta que se está pudriendo. Ella seca el hervor de su cuerpo con la sábana. Su vapor
mantiene tibia la casa. Dios te salve mi tía va de la olla al marco de la puerta y por nosotros te
encargo la lumbre los pecadores el jitomate hierve ahora y las burbujas se revientan y en la
hora escucho de nuestra muerte sus quejidos el burbujeo hágase señor tu voluntad son más
fuertes en la tierra como en el cielo me siento a su derecha y perdona nuestras ofensas digo a
su lado al recordar las frutas podridas en la mesa.
28
EL LLANTO DE UN CONEJO NO SE OLVIDA NUNCA
El hombre vino a sacrificar,
como lo hacía cada temporada,
a los que ya no podíamos mantener.
Mientras lo desollaban
uno despertó de la muerte
lanzando un chillido que penetró
eternamente en nosotros.
Contaremos esta historia
por generaciones: hijo,
deja de llamar ‘cangrejo’ al cáncer,
esa enfermedad tiene el poder
de un conejo, es incontrolable
cuando se reproduce.
Acepta tu sangre y sus maldiciones,
y si te llega la hora,
agacha la cabeza, descúbrete la nuca
e igual que lo hicieron para alimentarte
estos míticos animales
–ruega porque sea el único–,
recibe con dignidad el golpe.
29
SALA DE ESPERA
La ciudad pasa por el mismo proceso:
la ruina transforma su valor, el hospital
y la iglesia son convertidos en museos.
Donde hubo gente orando y muriendo,
montan cada tanto una nueva galería.
En el sillón la marca de nuestros culos
sustituye la de los días en que apagamos
la tele para entretenernos sólo con lo tuyo.
31
ÍNDICE
EL LLANTO DE UN CONEJO NO SE OLVIDA NUNCA …………………………………………………………....….. 1
FELICIDADES, USTED HA VENCIDO EL CÁNCER …………………………………………………………..……. 2
FOTOGRAFÍA ……………………………………………………………………………………………………………... 3
CARNICERÍA ……………………………………………………………………………………………………………… 4
SACRIFICIO ………………………………………………………………………………………………………...……… 5
SALA DE ESPERA …………………………………………………………………………………………………………. 6
BAILAR ………………………………………………………………………………………………………………........... 7
DIAGNÓSTICO ………………………………………………………………………………………………..……………. 8
CAZA ………………………………………………………………………………………………..……………………….. 9
OXÍGENO ………………………………………………………………………………………………..………………….. 10
CANCERÓFOBA ………………………………………………………………………………………………..…..………. 11
SACRIFICIO ………………………………………………………………………………………………..…..……………. 12
MISERICORDIA ………………………………………………………………………………………………..…..……….. 13
MUÑECAS ………………………………………………………………………………………………..…..………........... 14
CARNICERÍA ………………………………………………………………………………………………..…..…………... 15
DOLZICAM®………………………………………………………………………………………………..…..……………. 16
VUELO DE PRUEBA ………………………………………………………………………………………………………... 17
FAMILIA ……………………………………………………………………………………………………………....……... 19
CRÁNEO …………………………………………………………………………………………………………………….. 20
FAMILIA ……………………………………………………………………………………………………………………... 21
CIRUGÍA …………………………………………………………………………………………………………………….. 22
COCINA ………………………………………………………………………………………………………………………. 23
CRÁNEO ……………………………………………………………………………………………………………………... 24
RUIDO DE FONDO ……………………………………………………………………………..…………………………… 25
DIAGNÓSTICO ……………………………………………………………………………..……………………….. ..…… 26
OXÍGENO ……………………………………………………………………...……..…………………………………....... 27
EL LLANTO DE UN CONEJO NO SE OLVIDA NUNCA ………………………………………………………………… 28
SALA DE ESPERA …………………………………………………………………………………………………………... 29