el intelectual mexicano de luciano concheiro/ ana sofía rodríguez

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Emmanuel Carballo

Entrevistamos a Emmanuel Carballo (1929-2014) tan sólo diez días antes de que muriera . Nos duele decirlo, pero ésta fue su última entrevista . Aunque los problemas cardiacos por los que perdió la vida ya le causaban grandes molestias, aquel día en su casa de Contadero mostró una enorme vitalidad . Nos prestó un libro de cuyo autor habló mal quince minutos, nos enseñó el pequeño cuarto en donde escribía —aún a mano, in-sistió—, y concretamos una próxima cita tras él mismo acompa-ñarnos a la salida de la casa . Para nosotros, el encuentro resultó especialmente valioso porque sus Protagonistas de la literatura mexicana del siglo xx (1965) fungieron como modelo de este volumen . Gracias a él descubrimos el poder de la entrevista como vehículo para narrar una historia .

Si bien se le conoce principalmente como crítico literario, lo cierto es que la trayectoria de Carballo es mucho más rica . Oriundo de Guadalajara, en su juventud fundó dos revistas: Ariel (1949-1953) y Odiseo (1952). Ambas eran literarias, y la segunda apareció bajo el auspicio de Agustín Yáñez, quien en aquel entonces contendía por la gubernatura de Jalisco . Una vez ganadas las elecciones, y como compensación por el apoyo, Yáñez le ofrecería ser su secretario particular . Sin embargo, Carballo le pidió una cosa más sensata: una beca con la cual pudiera escribir . Así consiguió emigrar a la Ciudad de México

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y dedicarse de lleno a las letras . La suya es una carrera literaria que nace de una inteligente alianza con el poder .

Al llegar a la capital, Carballo pronto comienza a involu-crarse de manera intensa en los espacios culturales existentes . Colabora activamente en el suplemento La Cultura en México del periódico Novedades. De 1953 a 1955 fue becario del Cen-tro Mexicano de Escritores y, de manera paralela, fungió como secretario de redacción de la Revista de la Universidad de México. En 1955 fundó, junto con Carlos Fuentes y con apoyo de Octa-vio Paz, la Revista Mexicana de Literatura . Esta publicación sería uno de los baluartes de la transformación cultural que tuvo lugar en México a lo largo de la segunda mitad del siglo xx . Significó el abandono de los rígidos esquemas nacionalistas y el inicio de nuevos experimentos . Con esta revista México se abría al mundo .

Al dejar la dirección de la Revista Mexicana de Literatura, Car-ballo no abandonaría su vocación como editor . Más tarde fue secretario de redacción de La Gaceta del Fondo de Cultura Econó-mica (1958-1963), participó en el consejo editorial de Casa de las Américas (1962-1972), coordinó el suplemento Artes, Letras y Ciencias del diario Ovaciones (1964-1967) y dirigió el suplemento El Gallo Ilustrado del periódico El Día (1981-1984) . Además, fue director literario de Empresas Editoriales (1964-1968), cuyos dueños eran Martín Luis Guzmán y Rafael Giménez Siles . Ahí publicó la histórica serie “Nuevos escritores mexicanos del si-glo xx presentados por sí mismos”, en la cual once jóvenes escribieron su autobiografía precoz (Vicente Leñero, Carlos Monsiváis, Sergio Pitol, Salvador Elizondo y otros) . Después de aquella experiencia, fundó y dirigió su propia editorial: Dió-genes .

Hoy rara vez se recuerda, pero Carballo incursionó en la televisión y la radio en momentos en los que no era común ver a hombres de letras participar en esos espacios . De 1958 a 1963 condujo un programa de radio, patrocinado por el Fondo de Cultura Económica, llamado La Gaceta Cultural del Aire . Al

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mismo tiempo presentó Invitación a la Cultura, programa que aparecía en el canal 5 . Por esta diversidad de facetas que ca-racterizaron la actuación cultural del personaje, estamos cier-tos de que Carballo habría tenido mucho más que aportar a la conversación sobre el quehacer intelectual mexicano, no sólo en términos anecdóticos, sino analíticos . Ésta es una conversa-ción trunca por la fatalidad de la muerte, pero no deja de ser muestra valiosa del espíritu de este personaje .

Lector y crítico

Mi decisión de abandonar el derecho por la literatura viene de una carencia . En Guadalajara en 1947-1948, no había escuela de Letras ni de Filosofía . Yo, al terminar la preparatoria con los jesuitas, quise estudiar Letras —de perdida filosofía, socio-logía, o alguna ciencia social— y no había más que matemá-ticas, química y medicina . Entonces entré a Leyes; el derecho romano me interesaba mucho porque estaba muy metido con la literatura latina: Cicerón, Quintiliano, Horacio, me fascina-ban . El derecho romano y el derecho del trabajo —para saber cómo había sido la historia económica de este país— eran las materias que me interesaban . Llegué a tercer año; esto es a fi-nales de los cuarenta . En Guadalajara no había humanidades, la vida cultural era bastante pobre, aun cuando en épocas pasa-das fue más rica . Durante muchos años del siglo xx provenían de esta ciudad o del estado de Jalisco las mejores gentes que producía el país .

Los suplementos culturales de la Ciudad de México llega-ban a Guadalajara los sábados por la noche para repartirse los domingos . Yo me iba al puesto donde repartían los periódi-cos para sacar México en la Cultura del Novedades y El Nacional, que eran los dos periódicos importantes que tenían suplemen-tos culturales . El sábado en la noche me desvelaba hasta el domingo en la mañana leyéndolos, antes que la gente de la

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Ciudad de México . Yo conocía lo que pasaba en la Ciudad de México tan bien, o mejor, como lo que pasaba en la ciudad de Guadalajara .

Desde los cinco años leía El Informador, que era un periódico tapatío . Empecé viendo las caricaturas, luego los chistes y lue-go los artículos . Dejé El Informador por El Excélsior, El Novedades y El Universal, que eran los mejores periódicos de México en esa época, y después empecé a leer periódicos internacionales . Siempre he estado informado, no por lo que dicen los periódi-cos, sino por las noticias que publican y que puedes aprovechar para meter dentro de tu manera de pensar, que puedan servir-te para nutrirte, para darte ideas . Después puedes reciclar todo aquello, más lo que tú agregas, para hacer una cosa diferente .

Yo le decía a las gentes, después de leerlos, lo que opinaba de ellos . Así conocí a Alfonso Reyes, José Vasconcelos, Martín Luis Guzmán . Les escribía . No era tonto y les decía cosas inte-resantes . Cuando alguien lee tu obra y la lee bien te emocionas, se vuelve tu amigo . Empecé a tener una correspondencia muy amplia con todos los autores importantes . Ahora, yo siempre fui muy aristocratizante . No le escribía a la gente sin valor ni a los de clase media, sino a la alta clase desde el punto de vista intelectual, ya fuera en filosofía, en sociología, en literatura, en música, en artes plásticas . Si no tenía escuelas en Guadalajara, quería aprender de los mejores maestros que podía darme el país en ese momento .

En Guadalajara era un hombre que decía lo que pensaba, pero había pocas tribunas . En la Ciudad de México había más tribunas, por lo que tuve más oportunidad de decir lo que pen-saba . Desde entonces empecé una carrera diciendo lo que pensaba, que es lo peor que puede haber en este país . La gente te teme y, al mismo tiempo, te evita . Pero, si tú tienes valor y dices las cosas, no les queda más remedio: eres un mal necesa-rio . Para que vean que hay pluralidad te dejan pasar de colado .

Tuve amistades desde un principio: Agustín Yáñez, Julio Jiménez Rueda, José Luis Martínez, Alí Chumacero fueron mis

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amigos hasta que murieron y todavía mentalmente sigo plati-cando con ellos . Yo estoy muy agradecido con quienes me han ayudado y con quienes he admirado intelectualmente . Aunque sean unos pillos los respeto, como es el caso de Vasconcelos, quien cometió enormes errores, pero también enormes acier-tos . Deslindo los defectos de Vasconcelos, se los dejo a los que se dedican a cazar tuertos, y hablo de los grandes aciertos: en la educación pública, en la Universidad, releo sus libros, sus memorias . Sin embargo don José se dejó ganar por la pasión y no por la verdad .

Revistas y suplementos literarios

Publiqué Ariel, una revista que fue interesante en provincia y que aparecía en forma de cuaderno . Dimos a conocer la poesía española joven: García Lorca, Cernuda, Altolaguirre, Prados y a todos ellos . Al mismo tiempo, nos abrimos a Argentina, Uruguay, Colombia, Centroamérica, México —no la Ciudad de México, sino la provincia mexicana— . Éramos una revista mexicana, que se hacía en Guadalajara, pero que abarcaba el país entero . Empezó en 1949 y termina en 1953 . Inicié la re-vista para darme a conocer, al mismo tiempo que un grupo de gentes que conmigo coincidían y tenían las mismas ansias de ser escritores . Era la provincia, era la República Mexicana, era la lengua española, era América frente a Europa, y era una pin-che revistita de Guadalajara de dieciséis páginas . Hacíamos casi telegramas, pero estábamos presentes, nada se nos escapaba . Éramos gentes que amábamos profundamente la literatura como la sigo amando a los 84 años, de una manera profunda y capital . Éramos un grupo de cuatro o cinco, pero de las cinco personas el que realmente se moría de amor por eso era yo . Ellos me ayudaban para no estar solo, pues de otro modo hu-biera sido una revista unipersonal .

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Odiseo fue una revista que no me gusta moralmente . Yo era amigo de Agustín Yáñez, paisano, nos escribíamos . Al filo del agua me fascinó, sus novelas, sus cuentos, sus ensayos sobre cronistas novohispanos . Cuando el pri lo nominó candida-to a gobernador para Jalisco, los amigos de don Agustín en Guadalajara cometimos el error de hacer una revista, muy bo-nita . Hicimos un solo número . Era literaria, pero con cuatro o cinco páginas de propaganda política a favor de Agustín Yáñez . Con mi revista o sin mi revista hubiera salido goberna-dor Yáñez, pero me da pena haber confundido y haber mez-clado el agua y el aceite . Para mí, Odiseo tipográficamente es una bella publicación, moralmente no me satisface del todo: la veo un poco espuria . Si yo fuera creyente y me pusiera fren-te Alfonso Reyes, supremo sacerdote, le diría: “Confiésome, don Alfonso, que cometí un pecado mortal, hice una revista con intenciones políticas y no literarias .” Me absolvió la his-toria . Después de eso no me incorporé a la política . Agustín Yáñez quería que fuera su secretario particular . Le dije: “Don Agustín, la gran ilusión de mi vida es irme a la Ciudad de México; más que ser su secretario —que aprendería mucho— a mí la política no me interesa ni tengo capacidad . No sé guar-dar secretos y un político que no sabe guardar secretos es un pésimo político . O sea, yo sería un mal secretario y un buen escritor” . “Bueno Emmanuel, se va usted a México” . Me con-siguió una beca de la Fundación Rockefeller, y es ahí cuando empieza mi carrera . Fue fulgurante: empecé en 1949 y en el 1953 tenía ya la Rockefeller .

Me dieron la beca en 1953-1954 y 1954-1955 . Trabajé so-bre José López Portillo y Rojas y sobre cuentistas jaliscienses . Fueron mis dos trabajos en los dos años de beca . Y la gran ilusión . Conocía la Ciudad de México casi como los carteros . Cómo llegar a tal domicilio, a tal otro . Conocer las casas, hablar con la gente, escribir y decir lo que pensaba .

Gracias a Alí Chumacero, entré a México en la Cultura en Novedades, el mejor suplemento que ha habido en México

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en la segunda mitad del siglo xx, y, junto a La Nación de Bue-nos Aires, el mejor suplemento de América Latina . Fernando Benítez, su fundador, se supo rodear de la mejor gente, tanto de los consagrados, los que estaban a medio hacerse, y los que podían llegar a ser alguien . Y entre los que podían llegar a ser alguien, me contrató a mí . Y yo afortunadamente pasé a ser im-portante, y después muy importante, dentro del suplemento . Ahí empecé mis entrevistas de los Protagonistas de la literatura mexicana . La gente leía las entrevistas . Tan es así, que cuando vi un número suficiente, hice la primera edición y ha ido au-mentando conforme voy entrevistando a más gente .

El suplemento es un poco la antesala del libro . Es como la primera copa de tequila; si no tienes esa primera copa no te to-mas la segunda, ni te acabas la botella . Sin México en la Cultura y la Revista de la Universidad, no se hubiera hecho lo que se ha hecho desde 1950 en adelante .

Revista Mexicana de Literatura

Cuando llegué a México quería hacer una revista y fui a ver a Octavio Paz que era subdirector de Organismos Internacionales de la Secretaría de Relaciones Exteriores . Y me dijo: “Fíjese, me ha venido a ver un muchacho que tiene ideas muy parecidas a las suyas, los quiero juntar” . Y Paz nos juntó a Fuentes y a mí . Gracias a él nos hicimos amigos y, al final, ninguno de los dos acabamos siendo adoradores de la vela perpetua de Octavio Paz .

Carlos Fuentes quería hacer su revista y yo quería hacer la mía . Platicamos, vimos que coincidíamos e hicimos juntos la misma revista . Paz nos patrocinó y nos orientó . Era nuestro papa, nuestro director: el director de los directores . Eso yo no lo había dicho antes .

La Revista Mexicana de Literatura es labor de Carlos Fuentes y mía, nos reuníamos en el Fouquet, que estaba en el Centro,

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Octavio iba de vez en cuando, pero el director de los directo-res era él . Nos agarró tiernitos y nos forjó . Después tuve mu-chos desencuentros con él desde el punto de vista ideológico, pero literariamente es el mejor poeta que yo haya conocido del siglo xx .

La idea central de la Revista Mexicana fue que la literatura es un reino aparte que no depende de la religión, de la mo-ral, de la política, de la ética, sino de la estética . Ahora, tiene que estar la vida y todo lo que está cerca de la vida: la ciencia, la tecnología, la filosofía . Todo, pero no como lo fundamen-tal . Puedes hablar de religión sin caer en el panfleto religioso, puedes hablar de política y no cometer los errores de Pepe Revueltas . Puedes hacer otra cosa y no caer en la propaganda; saber cuáles son los límites del arte . Llegar hasta el límite o si eres muy chingón, que yo no he conocido todavía a nadie que cambie estas reglas y las haga más amplias, usar esas nuevas re-glas . Pero las que hay son bastante amplias, tienes posibilidad de todo, menos catequizar .

Con la Revista Mexicana de Literatura trajimos la inmoralidad, la homosexualidad y el lesbianismo . Todos los que se consi-deraban vicios, entre comillas, a mediados del siglo xx . Ya no existen hoy, y ése es uno de los méritos de la revista y de otras muchas gentes .

El gran defecto de la Revista Mexicana de Literatura fue que estábamos hartos de la literatura confesional de Lázaro Cár-denas, del indio, del reparto de la tierra, de que el petróleo es nuestro . Odiábamos el huarache, no políticamente, sino lite-rariamente . La Revolución es totalmente defendible: devolver a la gente despojada parte del despojo, es una cosa con la que la revista estaba de acuerdo . Estábamos en contra del latifun-dista, pero no éramos seguidores de la gente que se quedaba con los ejidos . Pensábamos que había que haber ejido, pero hecho de otra manera, sin los diputados . Estábamos contra la corrupción, la Revolución se había vuelto una corrupción, la Revolución en sí ya no existía, sino que existía la interpretación

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de la Revolución hecha por los falsos revolucionarios que esta-ban dentro del pri . Escribíamos en su contra en los editoriales o en el “Talón de Aquiles” . Ellos se burlaban de nosotros en el “Colofón” de la revista Metáfora de Jesús Arellano .

La pugna era por razones políticas y literarias . Donde hay poder siempre hay intrigas y siempre hay lucha . Nosotros por traer el progreso y ellos por no dejar que el progreso ocupara las huestes que ellos tenían desde el siglo xix . Oponerse al cambio, seguir siendo ellos los que ponían las leyes y diciendo cómo debe de hacerse la literatura . Y si ves, su literatura ya no se leyó cuando surgió la nueva literatura .

Sobre la entrevista

La entrevista es tan vieja como Adán y Eva, ellos dos ya se en-trevistaban . En México es viejísima, pero no bien hecha, como la hice yo . Tardaba dos o tres meses haciendo las preguntas, releyendo la obra de la gente que entrevistaba no por el afán de la lectura, sino por el afán de conocer a fondo: ver los ye-rros y los aciertos . Sobre todo los aciertos, aunque sin olvidar los yerros .

Yo pienso siempre en el futuro . Empecé a hacer entrevistas: “¿A quién entrevisto? ¿A un pobre muchacho que se va a casar con su novia y se va a olvidar de la literatura?” No me interesa . Vi a Alfonso Reyes, a José Vasconcelos, a Julio Torri, a Julio Jiménez Rueda, a Agustín Yáñez, a toda la gente importante de México . Al mismo tiempo que estaba haciendo periodismo estaba poniendo en circulación a la gente que yo pensaba que debía ser importante y que estaba olvidada, estaba haciendo mi primer libro y estaba dando una lección sobre cómo se debía hacer la entrevista en México . Mataba muchos pájaros con la misma bala .

Protagonistas de la literatura mexicana ya va en la octava edi-ción, le seguí aumentando conforme fui pensando mejor,

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tenía más cultura y más información . Las ideas fundamenta-les son las mismas, pero le he ido metiendo cosas que eran importantes y yo no conocía . He ido formando gente, lecto-res. Al mismo tiempo que recorría la literatura mexicana, veía Hispanoamérica, los protagonistas de la literatura hispanoame-ricana, como Julio Cortázar, José Lezama Lima, Gabriel García Márquez . Había que saber escoger y no perder el tiempo con personas tan tontas como uno; siempre hay que buscar a perso-nas más inteligentes de las cuales aprender y difundir su obra para que la gente no cometa tus errores .

Su generación

Mi generación sería Carlos Fuentes y yo, en la base . Junto a nosotros, estuvieron Salvador Elizondo, Juan García Ponce, Tomás Segovia, José de la Colina, Emilio García Riera . Nos unía el amor a las letras y a la alta cultura . No conformarte con hacer una notita méndiga ahí sin firma, hacer literatura cuando hagas teatro, cuando hagas cine, cuando hables de li-bros, cuando hables de lo que hables, hacer como si fuera el artículo con el que vas a ganar el premio Nobel . Cada gente escribía semanalmente lo mejor de sí mismo y de esa manera hicimos lo que hicimos .

Tuvimos fama de ser pedantes, muy bien ganada y aceptada por mí . En el terreno de la riqueza, ser rico es ser chocante, desagradable y punible porque es un robo . En la inteligencia no robas la inteligencia de los demás, se la estás dando a la gente que puede tener apenas información . Éramos como mi-sioneros del siglo xvi enseñando una nueva manera de pen-sar, de ser, de hablar, de escribir . Mi generación es sumamente importante, de ruptura, y no solamente por romper sino por ofrecer una nueva manera de pensar, de escribir, de compor-tarse . Politizar hacia la izquierda, pensar hacia la izquierda y escribir hacia la belleza .

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Aunque la generación vivió un giro hacia la izquierda hubo de todo . Rulfo era un poco reaccionario, sus personajes eran conservadores y se retrató al retratarlos . Arreola era un hombre culto, no le interesaba la política pero sí la moral . En la novela, Yáñez escribió Al filo del agua, una novela preciosa, una novela desde el punto de vista católico, apostólico y romano .

De México en la Cultura, de hecho, nos corren por izquier-dosos; había surgido la Revolución cubana . Salimos todos y nos fuimos a Siempre! Le cambiamos el nombre trucando el orden de las palabras: La Cultura en México. En Siempre! la cosa no era igual . Estuvimos un año, poco más o menos, pero había otros intereses y entraron más colaboradores . Después ya cada quien se fue por distintos lados . Yo me quedé en la Revista de la Uni-versidad como secretario de redacción con Jaime García Terrés . Fue la mejor revista que ha tenido la Universidad hasta ahora, que es muy buena, la hace Nacho Solares . En ese tiempo, con Jaime García Terrés, la revista fue notable, magnífica . El pri-mer secretario de redacción fue Carlos Fuentes y cuando se fue para escribir de tiempo completo La región más transparente, yo me quedé de secretario de redacción .

La literatura

En México es olvidado hasta Fernández de Lizardi, que es el creador de la literatura mexicana . En México, salvo Blanco Moheno y Luis Spota, no se leía más que la subliteratura . México es un país que consume subliteratura . A la verdadera literatura el lector mexicano le tiene horror: oye la palabra y huye hasta Guatemala . “Ay, literatura, válgame Dios, ya llegó esta porquería a este país . Hay que irnos a un país más subde-sarrollado a donde no haya llegado” .

A mí me tocó estar en el momento en que comenzó un auge de la literatura mexicana y me ha tocado también ver un

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momento triste que es el actual, pero no solamente porque no haya escritores . El gran problema de México en este momento es que no hay lectores, y no los hay porque a los escritores se les olvidaron muchas cosas que habían aprendido de nosotros .

Si hiciéramos hoy literatura como la Revista Mexicana de Literatura sería una cosa totalmente retardataria, ridícula . Hace cincuenta años era importante . Lo hermoso de la literatura es que pasa y, después, cíclicamente, puede volver dentro de dos-cientos años . Homero cada cincuenta años vuelve, lo mismo Shakespeare y Goethe . Son ciclos: llega el momento que en lu-gar de ser vanguardia somos retaguardia, y llega el momento que ya ni retaguardia somos, somos pura nada . Después sigue dando vueltas el mundo: volvemos a empezar, y vamos a vol-ver a ser famosos dentro de quince o veinte años y dentro de ochenta se nos va a olvidar otra vez .

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