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El Existencialismo es un Humanismo Notas para una Lectura Introducción El Existencialismo es un Humanismo es en origen el resumen de una conferencia que Sartre pronunció el 29 de octubre de 1945 en el club Maintenant [“Ahora”], creado por Marc Beigbeder y Jacques Calmy, con el añadido de algunos momentos de la discusión que la siguió, en que se perfilan diversos temas. La conferencia marcó un hito en su momento, incluso como acontecimiento social. Hubo gente arremolinada a la entrada y en los días siguientes aparecieron reseñas en los principales periódicos de la época; tal impacto resulta casi difícil de comprender si se olvida que las obras de teatro de Sartre habían sido ya grandes éxitos y la estética sartriana era expresión implícita de resistencia en el París ocupado. Conviene recordar, para situar el influjo del pensamiento sartriano, que EL SER Y LA NADA había aparecido 1943, en plena Ocupación, y que el libro recibió críticas muy elogiosas incluso en la prensa nazi y colaboracionista, que rastreaban en Sartre la influencia de Heidegger y, en consecuencia, lo consideraban un posible puente entre las culturas francesa y alemana. En un París roto donde el único medio de transporte de los jóvenes era la bicicleta y donde las heridas de la guerra se hacían visibles por todas partes, Sartre encarnaba algo más que un empeño filosófico; para sus oyentes la conferencia El Existencialismo es un Humanismo tenía un sentido muy concreto: significaba el esfuerzo, incluso político, por encontrar una vía de reflexión autónoma, diferente a la que segregaban desde su propia “vulgata” filosófica las dos grandes fuerzas que emergían de la Resistencia: el comunismo (materialismo histórico) y el cristianismo (personalismo). El mensaje sartriano de la contingencia de la existencia humana se inscribe, pues, en un paisaje cultural y filosófico: el de la revisión de la fenomenología (Husserl, Heidegger) y en un entorno sociopolítico: el de la búsqueda de un nuevo horizonte moral que será fiel a la lección del sinsentido bélico, incorporando la angustia como un dato a no olvidar. Una Obra de Combate En 1945, Sartre dispone de una revista, Les Temps Modernes (con Simone de Beauvoir, Maurice Merleau-Ponty, Raymond Aron, Michel Leiris y Jean Paulhan, es decir, con lo mejor de la nueva generación filosófica –excepto Jankélévitch y Ellul) y puede, por tanto, lanzarse a la polémica cultural, incluso desde una cierta posición de fuerza. De hecho, la conferencia constituye una especie de doble “letra de batalla” contra quienes han reprochado al existencialismo: «invitar a las gentes a permanecer en el quietismo de la desesperación» y lo consideran meramente “subjetivista” (es decir, los comunistas) y –a la vez– contra quienes consideran que «desatendemos cierto número de bellezas risueñas, el lado luminoso de la naturaleza humana» y que «negamos la seriedad de las empresas humanas, puesto que si suprimimos los mandamientos de Dios y los valores inscritos en la eternidad, sólo nos queda la estricta gratuidad» (los cristianos). Ambos grupos, comunistas y cristianos, coinciden en que el existencialismo pone «el acento en el lado malo de la vida». Y con ambos grupos, al fin y al cabo, Sartre polemizará durante toda su vida: al marxismo siempre –incluso en la

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El Existencialismo es un HumanismoNotas para una Lectura

IntroducciónEl Existencialismo es un Humanismo es en origen el resumen de una conferencia que Sartre pronunció el 29 de octubre de 1945 en el club Maintenant [“Ahora”], creado por Marc Beigbeder y Jacques Calmy, con el añadido de algunos momentos de la discusión que la siguió, en que se perfilan diversos temas. La conferencia marcó un hito en su momento, incluso como acontecimiento social. Hubo gente arremolinada a la entrada y en los días siguientes aparecieron reseñas en los principales periódicos de la época; tal impacto resulta casi difícil de comprender si se olvida que las obras de teatro de Sartre habían sido ya grandes éxitos y la estética sartriana era expresión implícita de resistencia en el París ocupado. Conviene recordar, para situar el influjo del pensamiento sartriano, que EL SER Y LA NADA había aparecido 1943, en plena Ocupación, y que el libro recibió críticas muy elogiosas incluso en la prensa nazi y colaboracionista, que rastreaban en Sartre la influencia de Heidegger y, en consecuencia, lo consideraban un posible puente entre las culturas francesa y alemana.En un París roto donde el único medio de transporte de los jóvenes era la bicicleta y donde las heridas de la guerra se hacían visibles por todas partes, Sartre encarnaba algo más que un empeño filosófico; para sus oyentes la conferencia El Existencialismo es un Humanismo tenía un sentido muy concreto: significaba el esfuerzo, incluso político, por encontrar una vía de reflexión autónoma, diferente a la que segregaban desde su propia “vulgata” filosófica las dos grandes fuerzas que emergían de la Resistencia: el comunismo (materialismo histórico) y el cristianismo (personalismo). El mensaje sartriano de la contingencia de la existencia humana se inscribe, pues, en un paisaje cultural y filosófico: el de la revisión de la fenomenología (Husserl, Heidegger) y en un entorno sociopolítico: el de la búsqueda de un nuevo horizonte moral que será fiel a la lección del sinsentido bélico, incorporando la angustia como un dato a no olvidar.Una Obra de CombateEn 1945, Sartre dispone de una revista, Les Temps Modernes (con Simone de Beauvoir, Maurice Merleau-Ponty, Raymond Aron, Michel Leiris y Jean Paulhan, es decir, con lo mejor de la nueva generación filosófica –excepto Jankélévitch y Ellul) y puede, por tanto, lanzarse a la polémica cultural, incluso desde una cierta posición de fuerza.De hecho, la conferencia constituye una especie de doble “letra de batalla” contra quienes han reprochado al existencialismo: «invitar a las gentes a permanecer en el quietismo de la desesperación» y lo consideran meramente “subjetivista” (es decir, los comunistas) y –a la vez– contra quienes consideran que «desatendemos cierto número de bellezas risueñas, el lado luminoso de la naturaleza humana» y que «negamos la seriedad de las empresas humanas, puesto que si suprimimos los mandamientos de Dios y los valores inscritos en la eternidad, sólo nos queda la estricta gratuidad» (los cristianos).Ambos grupos, comunistas y cristianos, coinciden en que el existencialismo pone «el acento en el lado malo de la vida». Y con ambos grupos, al fin y al cabo, Sartre polemizará durante toda su vida: al marxismo siempre –incluso en la época de la Crítica de la Razón Dialéctica – le reprochará que metodológicamente es absurdo partir del mundo antes de poder estar seguro sobre mi propia conciencia. Contra el cristianismo – y el kantismo – Sartre se negó siempre a considerar que puedan existir valores a priori de carácter imperativo (como los mandamientos religiosos o los imperativos categóricos) y verá la invocación a la transcendencia como un ejercicio de escapismo ante la responsabilidad.En definitiva, el problema sartriano (¿cómo elaborar una moral a partir de una ontología que niega la trascendencia?, ¿cómo hacer posible una antropología de un hombre sin esencia?) se sitúa mucho mejor cuando se entiende contra quien combate. Si el existencialismo es “un humanismo” es importante distinguirlo con atención de los otros modelos de humanismo que encontraremos en el mercado de las ideas de su época.Finalmente, hay un riesgo del que Sartre es muy consciente al escribir El Existencialismo es un Humanismo: que su pensamiento se degrade a un puro tópico en el sentido que la cantante Juliette Gréco evocaba todavía en una visita a Barcelona (julio de 2004), al decir: «cuando en 1947 pregunté “¿quiénes son los existencialistas?”, me respondieron: “son unos tipos que viven en París y hacen lo que les da la gana”; y me pareció magnífico». Sartre constata que el movimiento existencialista «se ha vuelto una moda» y que «en el fondo la palabra ha tomado tal amplitud y tal extensión que no significa absolutamente nada». El peligro de banalidad acecha por todas partes y se quiere enfrentar también mediante un texto que, sin dejar de ser popular, se presenta como rotundamente filosófico.Lo que Sartre busca, en definitiva, es marcar un territorio – el del «existencialismo ateo» –, por oposición tanto al marxismo como al existencialismo cristiano de Jaspers y Gabriel Marcel, (pues el personalismo ni siquiera se menciona). Hay en toda la obra un empeño profundo en destacar que el existencialismo se presenta como una filosofía con un mensaje opuesto al de la metafísica tradicional y que lleva implícita una manera diferente de situarse

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ante el hombre. Afirmar que «la existencia precede a la esencia» significa tanto como desmontar el universo estático común a la metafísica escolástica y al mecanicismo.Conciencia y Libertad: los Antecedentes Fenomenológicos del TextoLa conferencia El Existencialismo es un Humanismo no surge, pues, sobre un vacío conceptual ni sobre una pura estética vital, sino sobre una ya amplia reflexión previa. De hecho, lo que Sartre pretende es dar una versión simplificada de las tesis más difíciles expuestas en EL SER Y LA NADA y de lo que, desde un artículo en Combat en 1944, ya había denominado «existencialismo».Frente al viejo idealismo, representado entonces en Francia por Leon Brunschvicg, que consideraba la conciencia como un simple receptáculo de los hechos del mundo exterior, Sartre había ido elaborando la intuición que emerge en sus obras anteriores: a través del método fenomenológico, que le había descubierto Raymond Aron en 1933, puede justificar que la conciencia no es una “cosa” entre las cosas, ni el puro reino de la subjetividad. El método husserliano muestra claramente que la conciencia es “intencionalidad”. La frase husserliana en las INVESTIGACIONES LÓGICAS (tomo V) según la cual: «Todo fenómeno físico contiene alguna cosa como objeto en sí mismo» -es decir: que toda conciencia es conciencia de algo y, por ello mismo intencional– constituye un descubrimiento que Sartre profundizará en toda su obra existencialista.El influjo fenomenológico debe entenderse en el sentido de que para Sartre la conciencia no es un hecho neutral, sino un torbellino. El “ego”, pues, no es un pacífico habitante de nuestro mundo psicológico, que dirige y armoniza los contenidos mentales, sino que es-en-el mundo, dándole una intencionalidad (en el vocabulario sartriano el “yo” es un “pour-soi”, un para-sí). La conciencia deja de ser una substancia para descubrirse como una “relación” por hablar en términos clásicos. O en otras palabras: el conocimiento objetivo es posible si se renuncia al idealismo, que niega la cosa para verla como un contenido de conciencia, y si renuncia también al materialismo que identifica la conciencia con la cosa. Con Sartre la conciencia se reinstala en el mundo rechazando ambos extremos; se vuelve, pues, problemática y, por lo tanto, se abre a la experiencia de la libertad y la angustia.En L’Imaginaire (1940), Sartre ya había establecido que «Para que una conciencia pueda imaginar, es necesario que escape al mundo por su misma naturaleza (...). En una palabra: que sea libre (...). Para poder imaginar, basta que la conciencia pueda ir más allá [«dépasser»] lo real constituyéndolo como mundo, en la medida que la conversión en nada [«néantisation»] de lo real está siempre implicada por su constitución en mundo». Esa libertad, que no es arbitraria en la medida en que no basta con negar el mundo para imaginarlo, sino que se da siempre en una determinada “situación”, es el dato fundamental de la conciencia.A partir de esta afirmación el concepto de “nada” [«néant» que no debe confundirse con «rien», por cierto], puede ser comprendido casi como el siguiente peldaño en la teoría sartriana. La experiencia de la nada es correlativa a la del ser. La nada no es algo extraño al hombre, sino la consecuencia implícita en su libertad, pues el hombre es el único que puede introducir su capacidad de “néantisation” en el ser. Porque somos humanos somos libres; porque somos humanos podemos decir “no” –si se quiere expresar así. La paradoja de estar «condenados a ser libres», significa que nuestra conciencia no está determinada, que el hombre no tiene una esencia, sino una conciencia relacional de la que no puede liberarse. La libertad no es algo que “tenemos” sino algo que “somos” porque nuestra conciencia es relacional. Concebir la libertad es concebir que nuestra conciencia puede hallar el sinsentido, la nada, como una estructura global del ser.La libertad sartriana no es la del racionalismo clásico (la de elegir lo que el entendimiento me presenta como un bien), sino una concepción global del ser que mi conciencia me ha descubierto al hallarse siempre, e inevitablemente, “en situación”. La situación no es, pues, límite sino condición de la libertad. Por eso mismo no puedo ser libre sólo en parte, ni negar, mediante lo que Sartre denomina “mala fe”, mi propia responsabilidad. Estas precisiones, que sin duda se han presentado de manera muy esquemática, nos ayudarán en la lectura de El Existencialismo es un Humanismo.Dos Características de la Existencia y de la LibertadDefinir el ser de la conciencia como libertad, equivale a definir el ser como “existencia”, concepto central en la filosofía sartriana que, por tal motivo pronto se caracterizó como «existencialismo»; y a hacerlo en el contexto de la teoría heideggeriana que en su conferencia retoma – considerando Ser y Tiempo como el manifiesto fundacional de lo que denomina «existencialismo ateo», para horror y escándalo, por cierto, del propio Heidegger, que responderá en su famosa Carta sobre el Humanismo.Por lo demás, para entender las diferencias entre Sartre y Heidegger no estaría de más recordar que lo que Heidegger denomina Dasein (“ser ahí”: el hombre) Sartre en El Ser y la Nada lo considera la «realidad humana», en una lectura francamente abusiva. Sartre, por su parte, impidió sutilmente que se publicase ninguna traducción francesa (legal) de Ser y Tiempo durante toda su vida, tal vez para evitar comparaciones...El Dasein heidegeriano «tiene por esencia su existencia» (Ser y Tiempo), o como escribe Sartre en El Ser y la Nada «es aquel ser para el cual está en su ser la cuestión del ser» [“il est cet être pour lequel il est dans son être la question de l’être”]. Pero alguien podría decidir no cuestionar su existencia, no plantearse su relación consigo mismo

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y vivir en la falta de autenticidad de las relaciones con el mundo. Esta inautenticidad («mala fe»...) sería equivalente a una negación de la existencia.La idea que presupone, y que unifica metodológicamente, el texto de El Existencialismo es un Humanismo puede fácilmente expresarse diciendo que: “la existencia es libertad” en la medida que “existencia” y “libertad” comparten dos características:1) La existencia, como la libertad, es transcendencia, en el sentido de que no diseña una esencia cerrada y firme o,

mejor dicho, que existir significa un constante desplazamiento de la esencia. Sólo la muerte transforma mi existencia en esencia o, como decía Malraux «transforma mi vida en destino». Obviamente, esa transcendencia no es la divina: el hombre se transciende a sí mismo en su propia libertad. Como se dice El Existencialismo es un Humanismo: «El hombre, tal como lo concibe el existencialista, si no es definible, es porque empieza por no ser nada. Sólo será después, y será tal como se haya hecho (...) El hombre es el único que no sólo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere». Usamos el concepto de “transcendencia” para definir una tal existencia y una tal libertad por fidelidad al propio texto sartriano y –como habrá adivinado algún lector – en oposición a la crítica de Gabriel Marcel, en Homo Viator, para quien el sartrismo es la expresión del «círculo estrecho de la immanencia». Para Sartre y para el existencialismo ateo, la única transcendencia es terrenal. Usando el verso del poeta catalán Joan Brossa podríamos decir que: “el pedestal son los zapatos”.

2) La existencia, como la libertad, es facticidad, porque lo que Sartre denomina el «Pour soi» (el hombre) supera lo que es por lo que “puede ser”, gracias a que se constituye como proyecto. En palabras de Sartre: «El hombre es ante todo un proyecto que se vive subjetivamente, en lugar de ser un musgo, una podredumbre o una coliflor; nada existe previamente a este proyecto; nada hay en el cielo inteligible, y el hombre será ante todo lo que habrá proyectado ser».

Finalmente, en palabras de Sartre: «No hay otro universo que este universo humano, el universo de la subjetividad humana. Esta unión de la trascendencia como constitutiva del hombre –no en el sentido en que Dios es transcendente, sino en el sentido de rebasamiento– y de la subjetividad en el sentido de que el hombre no está encerrado en sí mismo, sino presente siempre en un universo humano, es lo que llamamos humanismo existencialista».¿Qué Significa «Humanismo» en Sartre?En El Existencialismo es un Humanismo pesa de una manera determinante lo que Alain Renault [en Sartre, le Dernier Philosophe, (1993)] denominó la “querelle de l’humanisme”, es decir, la polémica sobre los usos del concepto de “humanismo” que la Guerra mundial, Hiroshima y Auschwitz, habían convertido en cosa siniestra y casi ridícula. Haciendo gala de un gran estilo literario, sin adoptar una formulación de panfleto, ni oponiendo tampoco una batalla formalista o erudita, Sartre consigue mostrar hábilmente que su concepción del humanismo permite superar las tres críticas que este concepto había recibido en la época.1. Por una parte existía una amplia tendencia (que, simplifacando, va desde Heidegger a lo que entonces aún no se

llamaba “Escuela de Frankfurt”) partidaria de renunciar a la idea misma de “hombre”. Es lo que hará Heidegger en la Carta sobre el Humanismo, renunciando a considerarlo como sujeto para convertirlo en «pastor del Ser».

2. Para el marxismo, la solución estaba también en prescindir del humanismo, pero en nombre de un supuesto “hombre concreto” (el proletario). Ese sería el “humanismo real”, por oposición a las abstracciones existencialistas. El “filósofo de guardia” del Partido Comunista Francés, Jean Kanapa (antiguo alumno de Sartre), siguió esta vía en su El Existencialismo es un Humanismo (1948), donde escribió que: «... sólo hay un humanismo. Ese cuya medida ha definido uno de sus mayores representantes [Stalin]: el hombre, el capital más precioso».

3. Finalmente, para el cristianismo el error provenía del movimiento ilustrado, que ha pretendido definir a la criatura sólo por la razón práctica, privándole de su naturaleza divina (infinita). La filosofía cristiana se considera a sí misma, en consecuencia, como una verdadera filosofía humanista en la medida que presenta al hombre como imagen de Dios, o como “sediento” de Dios. Sartre, que ya en La Náusea había afirmado que los católicos elegían «el humanismo de los ángeles» no dará especial importancia a esa tercera opción (que al fin y al cabo tiene en contra la experiencia del absurdo del dolor humano, si ha de ser impuesto por un dios) pero es obvio que estaba muy viva en el contexto de la postguerra mundial.

Se ha notado muchas veces que el tema del humanismo estaba ausente de El Ser y la Nada, donde la existencia humana aparece como vacío o «agujero en el Ser». La Náusea es, por ejemplo, un texto claramente antihumanista. Lo que ha pasado en 1945 para cambiar de perspectiva, además del comprensible interés sartriano por situarse estratégicamente en el debate de la época, es la experiencia de la propia Guerra, con la consiguiente vivencia de la “comunidad humana” aunque Sartre durante la Resistencia prefirió más bien, como lamentaba Jankélévitch, «conjugar el verbo “comprometerse”» a “comprometerse” realmente. La propia experiencia sartriana como prisionero de guerra la lleva a asumir que el hombre no existe “contra” la comunidad (la perspectiva de La Nausea, por ejemplo) sino como ser “con los otros” [«être-avec»].

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Su humanismo no es, por lo demás, ni de la especie de un Picco en el Discurso sobre la Dignidad Del Hombre, ni el kantiano de la Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres (que definió el concepto de «persona humana»). No se trata de un humanismo de la persona en tanto que “cosa”, sino de la persona en tanto que relación. La intersubjetividad (la relación entre sujetos) prima siempre por encima de la subjetividad individual. El humanismo sartriano no es la consecuencia de una imposible imagen “global” del hombre sino que lo concibe siempre “haciéndose”, en construcción, en el “revasamiento” [«dépassement»] y no como objeto de una supuesta religión humanista que substituya a la cristiana. Precisamente por eso, Sartre defenderá que sólo el existencialismo dignifica al hombre: porque no le convierte ni en cosa ni en concepto. Sólo porque el hombre está siempre «en situación» se puede ser humanista.Vayamos, pues, al texto: «El existencialista no tomará jamás al hombre como fin, porque siempre está realizándose». Un humanismo existencialista no dirá, como el personaje de Cocteau: “l’homme est épatant” [“el hombre es asombroso”], porque no corresponde a “un” hombre hacer un juicio sobre “el” hombre... «Pero hay otro sentido del humanismo que significa en el fondo esto: el hombre está continuamente fuera de sí mismo; es proyectándose y perdiéndose fuera de sí mismo como hace existir al hombre». Sólo porque el hombre es proyecto merece la pena considerar “humanismo” al existencialismo: «Humanismo porque recordamos al hombre que no hay otro legislador que él mismo, y que es en el desamparo donde decidirá de sí mismo; y porque mostramos que no es volviendo hacia sí mismo, sino siempre buscando fuera de sí un fin que es tal o cual liberación, tal o cual realización particular, como el hombre se realizará precisamente en cuanto a humano».En la “Discusión” de la obra, Sartre lo perfilará mejor, «[Marxistas y existencialistas] Estamos de acuerdo en este punto: que no hay naturaleza humana (...) y los hombres dependen de la época y no de una naturaleza humana». Hoy, con el desarrollo de las ciencias cognitivas, afirmaciones de este tipo provocan una sonrisa displicente, pero en todo caso la idea central del humanismo sartriano, la de «situación», sigue siendo válida especialmente porque Sartre ve la situación como algo concreto y es capaz de separarse del reduccionismo marxista de la causalidad social de la que ironiza considerándola una «causalidad secreta».La Moral Existencialista como Moral ConcretaEn el desarrollo de la conferencia El Existencialismo es un Humanismo es anterior el planteamiento ético al antropológico pero por razones puramente pedagógicas nos ha parecido más útil terminar esta presentación con el análisis de su ética. Conviene recordar que el embrión de lo que debía ser su ética existencialista Cahiers pour une Morale (1947-1948), permaneció inédito hasta 1983. El Ser y la Nada, por su parte, terminaba con el anuncio de un libro sobre moral que nunca publicó.Pero una vez se comprende su idea del hombre como situación, resulta más fácil entender los conceptos de «responsabilidad» y compromiso [“engagement”]. Comprometerse en una situación concreta – «embarcarse», había dicho Pascal– es la consecuencia de asumir que no se puede vivir en la pura abstracción conceptual; todo el mundo está siempre en una «situación» determinada y nos toca ser responsables (responder) de ella. La neutralidad, sencillamente, no es posible. En un editorial de Les Temps Modernes, de 1945, Sartre llegó a escribir: «Considero a Flaubert y a los Goncourt responsables de la represión que siguió a la Comuna porque nunca escribieron ni una línea para impedirla».Sartre resulta muy claro en ese aspecto: «No hay ninguna moral general, no hay signos en el mundo»; por lo tanto el intelectual no debe dar consejos y quien se los pide (en el famoso ejemplo de su alumno que dudaba entre el amor a su madre y el deber de la Resistencia) «ya sabía lo que iba a hacer, y eso es lo que hizo». Los individuos están desamparados en la pura contingenciaLa idea de que el intelectual debe “tomar partido” y “comprometerse” es muy vieja en la cultura francesa (Voltaire, Zola, Malraux) y ha resultado francamente esteril, por la pedantería y el narcisismo inevitable en quien cree que el intelectual es una especie de nuevo clérigo. De hecho es contradictoria incluso, en el particular caso de Sartre, con su propia teoría; pues, si el hombre está siempre en construcción, si los valores absolutos no existen – y las Ideas platónicas tampoco – entonces no parece claro sobre qué base tomar partido.Su postura en Huis-Clos, la obra de teatro donde se encuentra la famosa frase «el Infierno son los otros» parece difícil de compaginar con la idea del famoso “compromiso” sartriano. Su respuesta, obviamente, se encuentra del lado de la pura contingencia humana. Porque el hombre vive en la «angoisse» [«angustia»], en el «délaissement» [«abandono» /«desamparo»] o en el «désespoir» [«desesperación»], el compromiso es con la pura debilidad humana. No puede encontrarse una respuesta menos kantiana en todo el pensamiento del siglo XX.Una ética sartriana se puede basar sólo en dos principios: «compromiso» y «desamparo»; ambos se implican y se necesitan mútuamente. En la medida en que “Dios no existe” y no hay nada garantizado (ni transcendencia. ni valores eternos, ni respeto humano)... «en consecuencia el hombre está abandonado [délaissé], porque no encuentra ni en sí ni fuera de sí una posibilidad de aferrarse. No encuentra ni siquiera excusas».Esa idea que tiene unos ilustres antecedentes (Kierkegaard, Dostoievski) se concreta en una de las “citas citables” más famosas de Sartre: «Estamos solos, sin excusas. Es lo que expresaré diciendo que el hombre está condenado a

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ser libre». La expresión es, como se ve, una paradoja: la idea de libertad parece incluir el concepto de “elección” y, en cambio, aquí, aparece como una “condena”. Sartre considera que si bien el hombre no es libre de su elección, tampoco es libre de alienar su libertad: de ahí la tragedia existencial que asume la contingencia radical de la experiencia humana. La idea heideggeriana del «estar-arrojado-al-mundo» encuentra su trasunto ético en la necesidad de compromiso ante la debilidad. En palabras de Sartre: «El desamparo implica que elijamos nosotros mismos nuestro ser. El desamparo va junto con la angustia. En cuanto a la desesperación, esta expresión tiene un sentido extremadamente simple. Quiere decir que nos limitaremos a contar con lo que depende de nuestra voluntad». La ética sartriana está contenida aquí: en la aceptación radical de la contingencia y de la responsabilidad a la vez.Por eso no resulta válida una moral kantiana, porque sólo me invita a una acción por respeto a la ley, pero no sirve cuando la «situación» no se puede resolver por apelación a principios abstractos, sino que solicita lo que Sartre, en el famoso ejemplo de su alumno que duda entre el amor a su madre y su obligación patriótica, denomina la «caridad concreta». Es esa caridad concreta lo que el existencialismo opone a la moral sacrificial de los sistemas éticos deontológicos.La diferencia entre esta posición y el estoicismo también es clara: mientras los estoicos defienden una moral de la abstención a priori, Sartre se sitúa en el contexto de la acción: no hay nada a priori, posible ni imposible, que limite mi voluntad sino lo que dibuja el campo de mi acción. Precisamente porque no hay valores universales, tampoco hay una posibilidad de usar la ética como consuelo en los malos momentos, a la manera estoica. Hacer lo posible, implicarme en la acción, es la única ética de la contingencia. La autenticidad total no puede provenir de una ética formalista (Kant), sino de asumir profundamente la contingencia humana “en situación”, asumiendo la facticidad. En resumen, y en palabras de Sartre: «La única cosa que tiene importancia es saber si la invención que se hace, se hace en nombre de la libertad»Apéndice: Esquema de la Obra1) Exposición de las principales críticas hechas al existencialismo desde el comunismo y el cristianismo (p.9 – 14).2) Caracterización de las dos escuelas existencialistas y de su concepción del hombre (p.14 – 21).

a) La existencia precede a la esenciab) El proyectoc) La responsabilidad totald) La elección

3) Definición de los principales conceptos del existencialismo ateo (p.21 – 37).a) Angustia [«angoisse»]b) Abandono/desamparo [«délaissement»]c) Desesperación [«désespoir»]

4) Consecuencias morales del existencialismo: la necesidad del compromiso y el rechazo del quietismo (p.38 – 41).5) Respuesta a la crítica de subjetivismo y a las objeciones inspiradas en ella (p.42 – 61)

a) 1ª objeción: lo arbitrario de la acción libre (p. 51)b) 2ª objeción: la libre elección de la mala fe (p. 56)c) 3ª objeción: la imposibilidad de dar un valor a la acción libre (p.61)

6) Definición del existencialismo como humanismo (p.61 – 65)7) Discusión (p.65 – 93).

Sartre: un Vocabulari ExistencialistaÉs habitual distingir quatre etapes en l’obra de Jean-Paul Sartre (1905-1980). La primera és de formació en la fenomenologia (1934-38) i inclou obres com «Assaig sobre la transcendència de l’ego», «L’imaginari», «La imaginació» i «Esbós d’una teoria de les emocions». La segona etapa és pròpiament existencialista: comença amb la novel·la «La nàusea» (1938) i va des dels anys de guerra fins a principis/mitjans dels anys cinquanta. Filosòficament, s’enceta amb «Quaderns per una moral» (pòstum) i les obres més significatives són «L’Ésser i el no res» (1943) i «L’existencialisme és un humanisme», una conferència pronunciada el 29 d’octubre de 1945. En aquest moment escriu també textos literaris d’un gran valor filosòfic com «Les mosques» (1943), «A porta tancada» (1945), «La puta respectuosa» (1946) i «Les mans brutes» (1948), que li atorguen un ressò mundial. En la tercera etapa, Sartre pretén fer una síntesi entre marxisme (és a dir, materialisme) i existencialisme (idealisme), que culmina en la «Crítica de la raó dialèctica» (1960). Finalment, als anys 1960-1970 esdevé un emblema del radicalisme, però l’obra més significativa no és de caire polític sinó de crítica literària: «L’idiota de la família. Gustave Flaubert de 1821 a 1857» (tres vols., 1971-1972). El vocabulari que presentem recull els termes centrals del vocabulari sartrià exclusivament pel que fa al període existencialista [R.A.]

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ANGOIXA: Sartre diu a L’EXISTENCIALISME ÉS UN HUMANISME que l’angoixa consisteix a adonar-se que «l’home que es compromet (...) no pot escapar al sentiment de la seva total i profunda responsabilitat». L’angoixa és la manera a través de la qual el “pour-soi” pren consciència del fet de ser lliure. A L’ÉSSER I EL NO-RES es diu que cal diferenciar-la curosament de la “por”. Mentre que la por fa referència als objectes del món (em poden fer por, per exemple, les rates o el cinema gore), l’angoixa fa referència a la situació del jo que pren una decisió i que és conscient alhora de la seva insuficiència i de la seva responsabilitat. L’angoixa nos és, doncs, posar «l’accent al costat dolent de la vida humana», sinó prendre consciència de la responsabilitat vital i de la dificultat per fonamentar les pròpies decisions. Viure en consciència és viure en l’angoixa, en la radical insuficiència (o “contingència”) de tota decisió; és haver d’escollir sense certesa. Una manera d’emmascarar l’angoixa és la “mala fe”.ATEISME: Condició prèvia de tota posició existencialista filosòficament seriosa (de fet un text com L’EXISTENCIALISME ÉS UN HUMANISME en bona part s’adreça contra l’existencialisme catòlic i contra les crítiques dels comunistes, al capdavall també “creients”). Que Déu no existeixi és la condició que fa possible que “l’existència precedeixi l’essència”; en altres paraules: perquè no hi ha cap Déu abans de l’home, l’home pot moralment ser lliure. L’ateisme sartrià no és especulatiu, no pretén demostrar que Déu no existeix, sinó pràctic, en el sentit que obliga l’home a actuar “com si” Déu no existís. La religió és expressió de la “mala fe” de tota creença transcendent. La cantant Juliette Gréco va fer famosa una cançó que deia: “En religió/ res no és veritat/ excepte la crueltat”. A un nivell més folclòric, l’ateisme, la barba, la roba negra i la pipa van constituir uma mena d’hàbit de “tòpic existencialista” dels anys centrals del segle XX.COGITO (prereflexiu): Sartre, considera la famosa proposició cartesiana «Penso, ergo existeixo» (a la segona “Meditació metafísica”), com: «la veritat absoluta de la consciència pel que fa referència a ella mateixa» [L’EXISTENCIALISME ÉS UN HUMANISME]; però el “cogito” que interessa l’existencialisme no és el de caire reflexiu, sinó un “cogito prereflexiu”, sense el qual jo no podria tenir consciència de mi mateix. L’important, però, d’aquest cogito prereflexiu és que implica també la consciència de l’altre, sense el qual jo no podria ser constituït. Aquesta idea de l’Alteritat, de la mirada de l’altre que em constitueix, apareix ja en la poesia de Rilke i expressa un dels temes fonamentals de l’existencialisme.CONSCIÈNCIA: Vegi’s “Intencionalitat” i “Pour-soi”.CONTINGÈNCIA: Mot tècnic que en filosofia designa la possibilitat de no-ser, i s’oposa, doncs, al caràcter de necessitat. En la filosofia escolàstica només Déu és necessari, mentre que les criatures tenen, totes, un caire contingent. La contingència és el caràcter propi de la nostra existència en tant que individus i, per a Sartre, constitueix també un argument contra l’existència de Déu. Descobrir la total contingència de la nostra existència mena a l’angoixa.DESESPERANÇA [Désespoir]: Una de les expressions de l’angoixa: no pertany a l’àmbit dels sentiments psicològics, sinó que és una de les formes vinculades al “Pour-soi”. En la mesura que no podem comptar amb un món de veritats a priori, o amb un déu, hem de prendre consciència de la nostra radical finitud, del nostre abandonament al món. La desesperança, però, no ens porta a la inacció, sinó a un “engagement” que és lúcid, precisament perquè no es fa il·lusions.EN SOI: El fet de ser “en soi” [“en si”] és la característica fonamental de l’ésser complet, del ple, del que és. L’ésser en si és indiferenciat; una entitat compacta, sense fissures però, alhora, mancada d’esperança. L’en si no pot fonamentar res. Així, per exemple, quan diem que: “les coses són com són” volem dir que són massisses, sense esperança. Que “l’ésser és”, significa que no reenvia a altra cosa sinó a ell mateix; això implica que no pertany a l’ordre de la possibilitat (que serà “Pour-soi”), sinó al de la plenitud. Per a l’home viure “en si” és viure com les coses i això provoca “nàusea” (vegi’s).ESSÈNCIA: L’essència és el conjunt de característiques que permeten definir un objecte, el conjunt de propietats que fan d’una cosa allò que és i del qual tinc un coneixement intel·lectiu. L’essència pertany, doncs, a l’àmbit de l’ “En soi”; en el “Pour-soi”, que sempre està canviant, que és potencialitat, l’existència precedeix l’essència.ENGATJAMENT [Engagement]: “Engatjar-se” és un neologisme creat per Maria Aurèlia Capmany, als anys 1960, per traduir el mot que en francès significa “prendre partit”, “vincular-se”, “implicar-se”. Estar “engatjat”, per estrany que pugui semblar a inicis del segle 21, va arribar a ser una expressió d’ús corrent en els antifranquistes del 68. Segons la filosofia sartriana, el triar o prendre partit entre les possibilitats defineix la nostra “situació” (vegi’s). És una conseqüència (¿o una expressió?) del nostre ésser-en-el-món. Una tria, qualsevol que sigui, no m’implica tan sols a mi mateix sinó a la humanitat sencera, en la mesura que la totalitat del món serà diferent segons la mena de tries que cadascú faci, perquè cada cop que prenc una decisió estic posant en joc la meva llibertat i la meva responsabilitat.EXISTÈNCIA: L’existència és el mode de ser del “Pour-soi”, que –com diu Heidegger–ek/sisteix, és a dir, és sempre més enllà d’ell mateix i de tot el que pugui dir-se’n per definir-lo. L’existència és totalment injustificada, gratuïta, fàctica i, finalment, insignificant. D’aquí que Sartre afirmi que: «l’home és una passió inútil».

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EXISTENCIALISME: Doctrina filosòfica segons la qual l’existència humana –i la comprensió intencional de la contingència de l’existent– constitueixen el tema més decisiu en tota reflexió. Per a Sartre, l’axioma de tot existencialisme és que: «l’existència precedeix l’essència». L’existencialisme pot ser considerat un dels moviments de fons de tota la tradició filosòfica. Hom podria cercar-lo ja en els estoics i els epicuris, en Pascal i, bàsicament, en Kierkegaard. Idees com que l’home és un «ésser per a la mort» (Heidegger) o que «l’existència precedeix l’essència» (Sartre) constitueixen tòpics de l’existencialisme. Sartre diu a L’EXISTENCIALISME ÉS UN HUMANISME que hi ha dues menes d’existencialisme, tot i que això «complica les coses»: el creient (Jaspers, Gabriel Marcel, etc.) i l’ateu (Heidegger, Sartre). En el primer la manca de sentit de la vida es resol en l’acte de creença en Déu –que pot ser més o menys desesperat. Per a l’existencialisme ateu, en canvi, la consciència de l’absoluta manca de sentit, de la pura contingència de l’existent, obre el camí també a la llibertat. En rebutjar tota divinitat, esdevé clar el significat d’una existència que es fa a si mateixa i converteix el “pour-soi” en responsable dels seus actes. Afirmar que «l’home és una passió inútil», defineix clarament la diferència entre ateisme ateu i ateisme creient.FACTICITAT: Situació del “pour soi” en tant que existeix i en tant que està present en el món. L’home en la mesura que està lliurat o abocat al món és contingent, està situat en una facticitat, històrica, social, àdhuc geogràfica... que el constitueix (com a home, com a professor, com a petit-burgès...). La facticitat no és un límit a la llibertat del “pour-soi” perquè sempre es pot fer alguna cosa del que han fet de nosaltres (vegi’s “transcendència”).FER-SE NO-RES [Néantisation]: A L’EXISTENCIALISME ÉS UN HUMANISME, Sartre afirma que: «l’home tal com el concep l’existencialista, si no és definible, és perquè comença per no ser res». El fer-se no-res és un acte de la consciència que deriva de la seva estructura intencional: si tota consciència és consciència de quelcom, si està sempre en relació amb el món, llavors, també pot relacionar-se amb el món d’una manera negativa. Això és possible de veure-ho en l’anàlisi de la imaginació, que actua fent no-res el món i fent no-res també les imatges. A través del procés de “neantisation” la consciència se separa de l’ “en soi”. És important comprendre que el no-res no es dóna ni abans ni després de l’ésser ans, com diu Sartre: «en el mateix si de l’ésser, en el seu cor, com un cuc».HUMANISME: La tradició humanista occidental és una afirmació del valor absolut i essencial de l’home per sobre de qualsevol altra criatura i implica, alhora, que “res humà no m’és aliè”. L’humanisme existencialista evita, però, qualsevol definició massa tancada o conclusiva de l’home, que es defineix per l’existència i la recerca, sempre i inexorablement fallida, de sentit o transcendència. A L’EXISTENCIALISME ÉS UN HUMANISME dirà que «L’home, tal com el concep l’existencialista, si no és definible és perquè comença per no ser res. Només serà després tal com s’hagi fet». La famosa frase «l’home és una passió inútil» expressa el fracàs del “Pour-soi”. Quan diu que «l’home és l’ésser que projecta ser déu», s’ha d’entendre que aquest és un projecte fallit (un ens-en-si-per-a-si seria una contradicció), l’home sempre serà un déu frustrat però alhora –i això és l’important– tot i la seva condició miserable, l’home és qui haurà de realitzar allò que els déus prometien però no han complert. En el seu període d’apropament al marxisme, Sartre tendirà a veure en l’humanisme una degradació burgesa i ideològica de la cultura però sempre se sent vinculat al millor de la tradició humanista en tant que reivindicació de l’home-concret.INTENCIONALITAT: Segons Husserl, «intencionalitat» és la característica fonamental de la consciència, és a dir, el fet que és sempre consciència “de” alguna cosa. Aquesta estructura intencional de la consciència impedeix pensar-la com una cosa tancada. D’aquí Sartre en treu una de les argumentacions a favor de la llibertat, en la mesura que la consciència intencional sempre llisca enfora de si mateixa.LLIBERTAT: La llibertat és un dels temes majors en l’obra sartriana, en la mesura que constitueix l’ésser mateix del “Pour soi”. No es tracta de quelcom que hom pugui, per així dir-ne, afegir a la naturalesa humana, com un ingredient més, sinó de la naturalesa humana en ella mateixa. Si l’home “és”, llavors “és lliure”. Si en l’home l’existència precedeix l’essència i si, com a tal, l’home no està determinat per res, llavors es troba «condemnat a ésser lliure», perquè està abocat al món. Com es diu a L’EXISTENCIALISME ÉS UN HUMANISME: «Estem sols, sense excuses. És el que expressaré dient que l’home està condemnat a ser lliure. Condemnat perquè no s’ha creat a si mateix i, tanmateix, per una altra banda, lliure, perquè un cop abocat al món, és responsable de tot el que hi fa». Fer-se’n conscient és el que revela l’angoixa, en la mesura que cadascú es el fonament in/fundat de tots els seus actes.MALA FE (Mauvaise foi): Mitjà que l’home empra per tal d’evitar l’angoixa i per tal de emmascarar la seva llibertat i la seva responsabilitat. És una forma de mentida però amb la particularitat que es menteix a si mateix i que, a més, hom arriba a convèncer-se un mateix del fet que aquest deseixir-se de la llibertat és innocent. La mala fe es pot trobar també en la consciència interessada, emotiva o calculadora –tant li fa, i en el determinisme usat com a excusa per tal de no plantejar-se l’angoixa –i la seriositat–de la llibertat És també una característica de la petita burgesia com a grup social.MITSEIN: Terme heiddegerià que designa el “ser-amb”, és a dir, l’experiència de la comunitat. El cogito, en la seva versió sartriana, ha revelat que el “jo penso” només es fa possible entre els altres i amb els altres; però el mitsein no és una estructura ontològica. A l’origen l’home està sol; descobrir els altres, accedir a la dimensió del col·lectiu, en la ontingència de tot el que és humà, demana l’acció del “pour-soi”.

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NÀUSEA: Per a Sartre, a més del títol d’una de les seves novel·les més significatives, la “nàusea” és la perspectiva d’existir com un simple objecte, com una pedra, com una planta o com una cosa en el món. “Nàusea” seria viure com a “en soi”, perdent la perspectiva humanitzadora d’ésser-amb-l’altre. La desesperança (vegi’s) vindria a ser una versió atenuada de la nàusea que, per la seva banda, és una condició existencial de caire més global.PASSIÓ: Sartre és taxatiu a L’EXISTENCIALISME ÉS UN HUMANISME: «L’existencialista no creu en el poder de la passió»; no és un romàntic.POUR-SOI: L’ésser per a si (la consciència) és, amb l’ésser “en soi”, la segona regió ontològica que Sartre distingeix en L’ÉSSER I EL NO-RES. Mentre que l’ésser “en soi” és el que és, en canvi: «l’ésser del “pour-soi” [per a si] es defineix com a «essent allò que no és, i com no essent el que és». L’home és l’únic ésser “pour-soi”; en la mesura que és conscient d’ell mateix només pot ser alguna cosa perquè no coincideix amb el que és. Només des del “pour-soi” pren sentit l’idea de llibertat i per això mateix el “pour soi” té preminència sobre l’ “en soi” (en el fons és una manera de dir que la llibertat preval sobre el determinisme). El “pour-soi” representa l’afirmació de l’indeterminat, de la possibilitat, de la llibertat, de tot el que no és “en si”. Si recordem que l’existència no pertany a l’àmbit del “pour-soi”, sinó al de l’ “en soi”, serà possible capir també que el “pour-soi” té una pregona relació amb el desig. Vegi’s: “angoixa”, “consciència”, “facticitat”, “situació” i “transcendència”.SITUACIÓ: El “pour-soi” que és ésser-en-el-món és, per tant i en aquesta mateixa mesura, fàcticament, un “ésser en situació”; cadascú està en una determinada situació (una classe, una nacionalitat, una família) i només en tant que situació es pot captar la consciència. La situació porta a l’ “engagement”.TRANSCENDÈNCIA: En paraules de Sartre, el mot “transcendència” no s’ha d’emprar «en el sentit [que hom diu que] Déu és transcendent, sinó en el sentit de la superació [dépassement]». L’home és el que pot anar més enllà, depassar, superar, ser projecte. Transcendència i “facticitat” (vegi’s) constitueixen el nucli del “Pour-soi”. Sóc lliure en la mesura que puc transcendir la meva situació actual.

http://www.alcoberro.info/index.htm

Análisis de la ObraLo primero que plantea Sartre es el concepto de existencialismo definido como una doctrina que hace posible la vida humana y que declara que toda verdad y acción implica un medio y una subjetividad humana.La mayoría de la gente, según dice este autor, utiliza la palabra existencialismo sin saber realmente lo que significa; tiene tantos significados y se usa para describir tantas cosas que realmente acaba por no significar nada. Parece ser que el existencialismo se está convirtiendo en una moda.Posteriormente platea la existencia de dos escuelas existencialistas: la «católica» y la «atea» a la que él pertenece. Estas dos escuelas tienen en común la idea de que la existencia precede a la esencia. Esto significa que el hombre empieza por existir y que si no es definible es porque empieza por no ser nada, es decir, conforme va creciendo y adquiriendo conocimientos se va convirtiendo en ese algo que esta formando el mismo. Por eso el autor dice que el hombre es el único que no solo es tal como el se concibe, sino como el se quiere.A saber: el existencialismo ateo saca las teorías necesarias para afirmar la inexistencia de Dios. Considera que afirmar la existencia de Dios es afirmar que Él es un ser en el cual la existencia precede a la esencia, y que en la consecuencia, si se afirmaba que Dios no existía, debe haber otro ser en el cual la existencia precede a la esencia, y este otro ser es el hombre, la realidad humana. De allí que afirma este autor… el hombre surge en el mundo y sólo después se define por sus actos. Así, el hombre no es otra cosa que lo que él hace por medio de sus actos, y éste es el primer principio del existencialismo, del cual se deducen todas sus demás posiciones.El hombre es proyecto: lo primero que establece es que el hombre es un proyecto que vive subjetivamente, y que el hombre será, en consecuencia, lo que él mismo haya proyectado ser. En este sentido, el primer paso del existencialismo es poner a todo hombre en posesión de lo que es, y asentar sobre él la responsabilidad total de su existencia. Lo cual no indica que sea responsable de su estricta individualidad, sino del ser de todos lo hombres, esto porque la palabra «subjetivismo» tiene dos sentidos: (1) Por un lado quiere decir elección del sujeto individual por sí mismo y (2) Por otro, indica la imposibilidad del hombre de sobrepasar la subjetividad de la humanidad.De acuerdo al segundo significado, para los existencialistas, cada hombre se elige, pero al elegirse, elige también a todos los hombres, ya que al crear con nuestros actos al hombre que somos, subjetivamente creamos también una imagen del hombre tal como consideramos que debe ser.Así, al elegir ser esto o aquello estamos afirmando el valor de lo que elegimos, pues siempre que elegimos, elegimos el bien, y nada puede ser bueno para nosotros sin serlo también para todos o para los otros. Por eso la responsabilidad va mucho más allá de nuestra pura individualidad, porque compromete a la humanidad entera.El hombre es angustia: Debido a que el hombre no puede escapar al sentimiento de esta total y profunda responsabilidad, el único modo de hacerlo es por lo que Sartre llama «mala fe» que consiste en la actitud de enmascarar la angustia separándose de la responsabilidad de su acción, su elección, en relación con el resto de la

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humanidad, ya sea atribuyéndole esa responsabilidad a un ente superior (actitud cristiana) o declarando que de su modo de actuar no tiene por qué seguirse el modo de actuar del resto de la humanidad. Básicamente dice que el hombre, cada vez que actúa y que elige, se está decidiendo que ese acto es bueno y que, por lo tanto, toda la humanidad debe adecuarse a él.Evidentemente, esta responsabilidad que el hombre siente le produce angustia, pero no es una angustia que lleve a no realizar ninguna acción o a estar inmóvil, sino, por el contrario, es la condición misma de toda acción.El hombre en el desamparo: dice Sartre que la responsabilidad y la angustia llevan al hombre al desamparo y al abandono. Esto es, si Dios no existe, con Él desaparece toda posibilidad de encontrar valores prioritarios. No hay un bien que sea para siempre y perfecto al cual nos sujetemos en nuestra acción porque no hay una inteligencia infinita y perfecta que lo piense. En consecuencia, el hombre está abandonado, porque no encuentra ni en sí ni fuera de sí una posibilidad de aferrarse. Esto muestra que no hay excusas que valgan para salirse de la responsabilidad y de la angustia. Y si bien, el existencialismo no cree en el poder de la pasión, si afirma que el hombre es entero y totalmente libre.El hombre es libertad: En esta instancia muestra el autor que no encontramos frente a nosotros valores u órdenes que hagan legítima nuestra conducta. El hombre está condenado a ser libre porque una vez arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace. Y como este «hacer» implica un «hacerse» (porque no está predefinido por una naturaleza) está condenado a cada instante a inventar al hombre. Con lo mencionado, destaco dos cuestiones: primero el hombre no puede buscar en sí mismo lo fundamentos de su acción, en sus instintos, en sus sentimientos, porque éstos se manifiestan en los actos mismos, por lo tanto su conocimiento es posterior a la acción, de modo que difícilmente puede construirse en su fundamento; y segundo no habría ninguna moral general que pueda establecer qué es lo que hay que hacer.Otro elemento que se une a la angustia y al desamparo es la desesperación, pero no en el sentido que le dan los cristianos, sino en el sentido de que nos debemos limitar a contar con lo que depende de nuestra voluntad, los posibles en la medida en que están insertos en nuestra acción, pero no podemos obrar con esperanza cuando se entiende ésta como la confianza en posibles que escapan a nosotros, por ejemplo, no podemos confiar en la bondad humana, porque ello supone una naturaleza humana que no existe. Es decir, nos limitaremos a contar con lo que depende de nuestra voluntad o con el conjunto de probabilidades que hacen posible nuestra acción y nada más.En definitiva, el único elemento que hace legítima nuestra manera de actuar es el compromiso con la misma acción, asumiendo la angustia, la responsabilidad y el desamparo, lo cual no es necesaria para la esperanza. Pero el no tener esperanza no lleva a estar estático, sino todo lo contrario, porque sólo hay realidad en la acción, el hombre no es nada más que su proyecto o el conjunto de sus actos, todo lo que está fuera de su acción no es real.Esto transforma al existencialismo en la doctrina más optimista del hombre, puesto que pone su destino en el hombre mismo, no en la adecuación a una moral extrínseca a él, existe solo una moral de acción y de compromiso. Esto significa que dicha ciencia le brinda al hombre la posibilidad de escoger lo que quiera, no como el cristianismo que pone el destino de los hombres en manos de un ser superior dejando al hombre sin libertades, cosa que jamás se le podrá quitar.La subjetividad: Sin duda el punto de partida del existencialismo es la subjetividad humana. El «pienso luego existo» de Descartes es la verdad absoluta de la conciencia captándose a sí misma, fuera de esto, todos los objetos de conocimiento son sólo probables, y para definir lo probable, para hacerlo verdad, hay que partir de una verdad absoluta, que se alcanza en el captarse a sí mismo sin intermediarios, con ello el hombre no puede ser considerado como objeto, y en esto se encuentra la raíz de la dignidad humana.¿Por qué humana y no de cada individuo? Porque la subjetividad del cogito no es una subjetividad individual, ya que en el cogito no solo se descubre uno a sí mismo, sino a sí mismo frente a otro, de modo que el otro es tan cierto para nosotros como nosotros mismos. El descubrimiento de mi libertad me hace descubrir inmediatamente la existencia de una libertad colocada frente a mí, que es tan necesaria como la mía propia. Así, lo que se ha mencionado como subjetividad es más bien una intersubjetividad, en el cual cada uno decide lo que es y lo que son los otros.La condición humana: Si es imposible encontrar una esencia universal que constituya la naturaleza humana, existe, sin embargo, universalidad humana de condición. Por condición debe entenderse el conjunto de límites prioritarios que bosquejan su situación fundamental en el universo, ya que para nadie varía la necesidad de estar en el mundo, de estar en el trabajo, de estar en medio de los otros y de ser mortal. Estos límites tienen una faz objetiva porque se encuentran en todo y son en todo reconocibles y una faz subjetiva porque son vividos y no son nada si el hombre no los vive, es decir, si no se determina libremente en su existencia por relación a ello.En consecuencia, todo proyecto, por más individual que sea, tiene un valor universal, en el sentido de que todo proyecto es comprensible para todo hombre. Esta universalidad del hombre no es una universalidad dada, ajena a él, sino que es una universalidad constantemente construida por su acción libre, por lo tanto, esta universalidad no niega la relatividad subjetiva de cada individuo y de la situación que le corresponde vivir.

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La moral: La subjetividad de la que se menciona no implica una absoluta gratitud en la acción, el poder hacer lo que uno quiera, ya que el actuar absolutamente libre no es asimilable a actuar por capricho, ya que actúa de acuerdo a una situación en la que está comprometido por su acción, y en la que compromete con su elección a la humanidad entera, construyendo su moral como se construye una obra de arte, en la cual haya una absoluta libertad pero no capricho. Pues si bien no hay valores prioritarios anteriores a la acción, se descubren valores posteriores en el resultado de la acción y su coherencia con la voluntad de creación.Por lo tanto, si bien no se puede juzgar el proyecto de otro de acuerdo a una moral objetiva, se le puede juzgar en cuanto a que el elegirse puede fundar su elección en la verdad o el error, y de este modo se puede decir que un hombre es de mala fe cuando funda su elección en el error (la excusa en sus determinaciones). Pero este es un juego lógico, no moral. La mala fe es una mentira, porque esconde la total libertad del compromiso.El único juicio moral posible es el que se deduce de la afirmación de que la libertad no puede tener otro fin que quererse a si misma, es una condición lógica al desamparo al que nos referimos, puesto que nada hay más allá del hombre, y el hombre se hace en la libertad, su fin debe ser la búsqueda de la libertad.Al querer la libertad nos damos cuenta de que depende enteramente de la libertad de otros, y que la libertad de otros depende de la nuestra, por lo tanto, al tomar como fin nuestra propia libertad, necesariamente debemos tomar como fin también la libertad de los otros.El reconocimiento de esto, de que en el hombre no está precedida la existencia por la esencia, y de que no puede menos que querer la voluntad propia y de otros, se denomina autenticidad total, y con ella por la voluntad de la libertad ya mencionada, se puede formular juicios sobre los que tratan de ocultar toda su libertad.De este modo, se podría llamar cobardes a los que intentan ocultar toda su libertad e inmundos a los que tratan de mostrar que su existencia es necesaria. Así, esta moral de la autenticidad, si bien en su contenido es variable, tiene cierta forma universal.El contenido es siempre concreto, y por lo tanto imprevisible, pues en él siempre hay invención. Lo único que tiene importancia es saber si esa invención se hace en nombre de la libertad, pero en el plano de lo concreto, se puede elegir cualquier cosa si es en el plano del libre compromiso.En cuanto a los valores existencialistas, dice Sastre… si se ha suprimido a Dios es necesario que alguien invente los valores, lo que significa que la vida no tiene un sentido prioritario, le corresponde a cada uno darle un sentido, y el valor no es otra cosa que el sentido que se elija y que se inventa.Finalmente expone su visión de lo que es el humanismo que lo interpreta como una teoría que toma como fin un valor superior. El existencialismo, sin embargo, no tomará jamás al hombre como fin porque está siempre por realizarse.El sentido en que el existencialismo es humanista está en que entiende que el hombre está continuamente fuera de sí mismo… proyectándose, actuando existe el hombre, por lo cual está en un constante rebosamiento de sí mismo, trascendiendo, pero esta trascendencia es en el mismo universo humano, porque no hay otro. El estar presente constantemente en el universo humano es lo que, en definitiva, es el humanismo existencialista

Análisis CríticoPara empezar, se puede decir que el libro está dividido en dos partes bien diferenciadas: una en la que se exponen los temas a tratar y que constituyen la base sobre la que se asienta la conferencia; y otra que lleva por título "Discusión", en la que el autor explica muchas de las dudas que la gente tiene sobre el existencialismo, con preguntas que posiblemente le fueron formuladas en la conferencia. Las respuestas aparecen en forma de grandes monólogos. Se pueden extraer algunos temas importantes que se tratan: Críticas al existencialismo: sin duda, éste es uno de los problemas que más preocupaba a Sartre y en realidad

basa su libro en él. Por un lado tenía las críticas marxistas y por otro las cristianas, ambas criticando que la doctrina existencialista destacaba el lado malo de la vida.

Libertad, elección y angustia: según el existencialismo, el hombre es libre de elegir cualquier cosa y él mismo es angustia.

Quietismo e inacción: se defiende que el existencialismo se opone al quietismo y que no es una moral inactiva, sino todo lo contrario, ya que el hombre se hace a sí mismo a través de actos.

Optimismo: el existencialismo es optimista y para ello, el autor se basa en la verdad de que "no hay doctrina más optimista, ya que el destino del hombre está en él mismo".

Ateísmo: Sartre afirma que su doctrina es atea, aunque no hasta el punto de intentar demostrar por todos los medios que Dios no existe. Lo que defiende en realidad es que su doctrina no cambiaría, existiera Dios o no, considerando que el único que puede salvar a un hombre es él mismo y no un ser superior.

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“El hombre es el único que no sólo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere, y como se concibe después de la existencia, como se quiere después de este impulso hacia la existencia; el hombre no es otra cosa que lo que él se hace. Éste es el primer principio del existencialismo.” Jean-Paul Sartre.Sartre representa al mesías impropio de un siglo convulsionado; viene a ser una fatídica figura a la desazón del destierro de la esperanza, el antihéroe contemporáneo, la ilusión abortada, el magnifíco estropicio, la voz callada, la conciencia pura de un tiempo completo.Figura como una distinción única y poco disimulada, como el patán que la sociedad odia, como el mendigo que todos abrigamos para expiar las culpas propias en las ajenas. Desde las entrañas más indeseables del hombre se asoma la verdad cruda y bien digerida que el filósofo francés entraña en el juicio crítico del mundo. Atrevido y sin empacho desnuda al hombre para evidenciar la simpleza dentro de su complejidad: acentúa el mayor bien y el máximo mal que representa para el humano la libertad, la condena sugerida para su arduo y dificultoso camino en su devenir.El existencialismo como acepción filosófica viene a refrescar la escena mortuoria del mundo, dando inicua esperanza en la desesperanza, mitigando dentro de cierta mediocridad la ablución del hombre en la fatalidad. Tanta aceptación estriba en el asesinato de las actitudes histriónicas dentro de la conducta, refleja el carácter verdadero y simple que se tiene y como referencia fundamental acepta al hombre por el hombre, como tal y únicamente como tal ante la incertidumbre que pudiera suponerse en cualquier etapa de la vida.El razonamiento reflejado en la obra y acción de Sartre lo convierte en uno de los principales promotores de la humanidad del siglo pasado, un mártir indecente de todo lo inmoral, de la ética convulsiva. Inminentemente convencido de la claridad en el pensamiento libertario como base de las cadenas en el hombre, no simula ni trata de hacerlo en sus inclementes ataques hacia todo lo que no puede comprobarse ni dirimirse ante la conciencia y el actuar del principal actor del mundo: la persona.Sin despacho niega a Dios, resaltando la respetable posición en su tesis acerca de la libertad en su inexistencia, visión que hasta el momento representa una de las teorías más interesantes, mejor fundadas y expresamente aceptadas en los postulados del ateísmo; situación que, negando la existencia divina, no reniega de ella como o podría hacer cualquier postura vulgar y deficiente. Tales ideas lograron posicionar a Sartre en la inmaculada censura de la Iglesia dentro del Índice de libros prohibidos- como un escritor inmortal innecesario para le fe del dogma y las buenas costumbres.La resonancia del activismo del francés en la conciencia del mundo cautivó por su forma y su bondad hacia la “causa” integral: jamás comulgó con dictadura alguna ni posicionamientos que aniquilaran la libertad, o con ideales que amputaran el espíritu del hombre; decididamente marxista no confundió nunca la conciencia con el compromiso ideológico de la izquierda en su tiempo, ni titubeó para criticar y opinar a amigos, enemigos, rivales y colegas en su vida entera al defender la máxima del existencialismo.Puede parecer una corriente filosófica agresiva, fatalista, insípida y muy resuelta al desánimo; sin embargo, el existencialismo llegó para sanar la crisis del pensamiento siendo crisis misma para ayudar. Sin ser un placebo se manifestó de raíz en la querella dentro de la falsedad. Sin ser una puerta falsa, el postulado Sartriano mejora la condición del hombre rebajándolo a la nada, haciendo así la construcción de su mejoramiento en forma de rascacielos a los más recónditos y oscuros pensamientos de la conciencia.

ResumenCito a continuación los temas que se tratan en el libro brevemente: Comienza haciendo referencia a las diferentes criticas de diversas ideas; que son: críticas hechas al existencialismo, las críticas de los marxistas, las críticas de los católicos, el pesimismo y el existencialismo, naturalismo y existencialismo; continua después con una idea de la sabiduría de las naciones, la moda existencialista, las dos escuelas existencialistas y su relación con la esencia. Continua después con su visión técnica del mundo, habla del hombre, dios y la naturaleza humana es los filósofos del s. XVIII. Cita el existencialismo ateo, la concepción existencialista del hombre, con todas sus ideas y sus características así como su elección y responsabilidad, y hace bastante hincapié en la angustia de este. Ideas como la moral o el radicalismo son términos que se comentan a continuación, el desamparo, y el sentimiento, la elección y el compromiso. Continúa hablando por segunda vez del hombre y de alguna de sus características comentadas desde diferentes puntos de vista. Habla después del existencialismo relacionado con la subjetividad. Continúa poniendo diferentes ejemplos, comentando después los valores existencialistas, el humanismo y el humanismo clásico, así como el humanismo existencialista. Termina hablando de la trascendencia, la relación entre existencialismo y ateísmo, y ciertas conclusiones. El libro concluye con una Discusión general sobre los temas tratados, en los que se tratan algunas objeciones de las ideas citadas anteriormente.

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Iré comentando a continuación las ideas del autor. La primera definición que nos encontramos es la del existencialismo, definida como una doctrina que hace posible la vida humana y que declara que toda verdad y acción implica un medio y una subjetividad humana. La mayoría de la gente, según dice sastre, y estoy de acuerdo con él, es que la gente utiliza la palabra existencialismo sin saber realmente lo que significa; tiene tantos significados y se usa para describir tantas cosas que realmente acaba por no significar nada. Parece ser que el existencialismo se está convirtiendo en una moda. Des pues el autor continúa explicando que hay dos escuelas existencialistas, la católica y la atea, a la que pertenece sastre. Estas dos escuelas tienen en común la idea de que la existencia precede a la esencia. Esto viene a significar que el hombre empieza por existir y que si no es definible es porque empieza por no ser nada, es decir, conforme va creciendo y adquiriendo conocimientos se va convirtiendo en ese algo que está formando el mismo. Por eso el autor dice que el hombre es el único que no solo es tal como él se concibe, sino como él se quiere. Por tanto el hombre es lo que él se hace: este es conocido como el primer principio del existencialismo. Se dice también que el hombre es un proyecto que se vive subjetivamente, en que nada existe previamente. Por esto, el primer paso del existencialismo es poner al hombre en posesión de lo que es, y hacer recaer sobre el la responsabilidad de su existencia, esto para mí significa que el hombre es responsable de todo lo que hace, hasta de su propia existencia. Continua hablando el autor de la palabra subjetivismo, y que para el significa por una parte la elección de sujeto individual por sí mismo; y por la otra, la imposibilidad del hombre de sobrepasar la subjetividad humana. Este último punto de vista es el sentido profundo del existencialismo. Continua hablando de la elección de una cosa u otra, que lo que elegimos, no puede ser bueno para nosotros sin serlo para los demás. Para mí esto significa, que elijamos lo que elijamos, siempre tendrá una repercusión en los demás. Aunque no estoy de acuerdo porque a lo mejor algo que yo elijo es bueno solo para mí pero perjudica a los demás.Así se hace al hombre responsable de sí mismo y de los demás. Dice Sastre que esto nos permite saber lo que se oculta tras las palabras como “angustia”, “desamparo” o “desesperación”. Dice el existencialista que el hombre es angustia, esto significa que el hombre que se compromete, que al mismo tiempo que se elige a si mismo elige también a los demás. Nos pone a continuación un ejemplo de angustia, la de Abraham, cuando un supuesto ángel le dice que matea su hijo; pero ¿quién le dice a el que realmente es un ángel quien se lo dice? O si de verdad es el Abraham? Nadie puede probárselo sino el mismo. Por esto establecemos que no encontraremos nunca ninguna prueba de ello, por lo que siempre seré yo quien decida.Dice Sastre que la angustia conduce al a inacción, quizás porque no sabemos qué hacer y acabamos por no hacer nada evitando a las situaciones y enmascarando al angustia y el miedo. El expone esta idea proponiendo la pregunta: ¿soy yo quien tiene el derecho a obrar de tal manera que se rija la humanidad según mis actos? Y sin o se ice esto es porque se enmascara la angustia. Esta es una angustia simple que conocemos los que hemos tenido responsabilidades, la angustia de si hago esto quizás ocurra lo potro y a lo mejor si actúo de esta otra manera las cosas cambien peor a peor... esa indecisión es la que nos angustia, por lo menos desde mi punto de vista. Pasamos ahora al desamparo; cuando hablamos de desamparo, generalmente nos referimos que dios no existe, que no tenemos algo en que apoyarnos. Sastre nos explica que el existencialista se opone a la ideas de los laicos de suprimir cualquier idea de que dios existe con el menos esfuerzo posible. Los laicos dijeron que dios es una hipótesis inútil, que ellos la suprimen peor que es necesario para que haya una sociedad, una moral y un mundo vigilado por algo o alguien que no se sabe si realmente existe. En cambio el radicalismo indica que dios es una hipótesis superada que morirá con el tiempo por si misma; idea con la que los existencialistas no están de acuerdo ya que ellos piensan que la idea de la inexistencia de dios aria que desapareciera la posibilidad de encontrar valores.El punto de partida del existencialismo lo marca la frase de Dostoievski: “si dios no existiera todo estaría permitido”. Quizás dice esto porque al pensar que existe dios mantenemos unos valores que respetamos, pero si no existiera, haríamos lo que quisiéramos, que no encontramos esos valores que rigen nuestra conducta. En consecuencia el hombre está abandonado, desamparado, porque no encuentra excusas. El existencialismo no cree en el poder de la pasión, pero si afirma que el hombre es libertad, por tanto es libre. Pero opino que si está regido por valores y normas, no creo que sea tan libre como dicen. El existencialismo también sostiene que el hombre sin apoyo está destinado a inventar al hombre.Nos continúa hablando a continuación de las dos morales; una de simpatía y de devoción personal; y otra más amplia pero de eficacia discutible. Otro tema que trata Sastre es el sentimiento, nos dice que el sentimiento se construye con actos que se realizan. Gaide dice que un sentimiento que se vive y uno que se representa son dos cosas indiscernibles, es decir, decidir una cosa y actuar en consecuencia y hacer como que la decido es casi lo mismo. No puedo buscar en mi interior un valor que me indique como actuar en estos casos por lo que al ir a pedir un consejo ya es estar comprometiéndose. Por lo que la elección y el compromiso están relacionados. En consecuencia a todo esto, no hay moral que nos indique lo que hay que hacer, no hay signos en el mundo.

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Olvidaba comentar la palabra desesperación; para nuestro autor, significa que nos limitaremos a contar con lo que depende de nuestra voluntad, o con el conjunto de probabilidades que hacen posible nuestra acción. Pienso que en una situación de desesperación siempre encontramos una acción adecuada, aunque no siempre sea correcta o que no estemos seguros de que funcionara, así como se suele decir: situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas. Cuando estamos al límite, en el último momento somos capaces de sacar acciones e ideas de donde no las hay, ya que estamos desesperados y no sabemos qué hacer. Pero en realidad las cosas serán como el hombre ha elegido que sean. Por lo que el hombre se compromete. Pero hay gente que no se compromete y que prefiere que otros hagan lo que ellos no pueden o no son capaces de hacer; son los quietistas. El quietismo es la actitud a la que se opone el existencialismo. Sacamos de aquí que el hombre es el conjunto de sus actos. Una frase que merece ser destacada, es: el hombre no es más que su vida”, esto quiere decir que el hombre es una serie de empresas; que es la suma, la organización y el conjunto de las relaciones que constituyen esas empresas. Aquí no se reprocha el pesimismo, sino una dureza optimista, que para mí eso significa exactamente lo mismo. Después nos relaciona el pesimismo con lo que la gente opina de personas malas propiamente dichas, débiles e incluso cobardes, peor después nos explica que el existencialista, no hace al cobarde responsable de su cobardía, ya que se a constituido como hombre cobarde por sus actos. Sacamos de aquí que el existencialismo es una doctrina optimista. A los existencialistas además se les reprocha que aíslen al hombre de su subjetividad individual. La única y verdadera verdad es la verdad absoluta de la conciencia captando se a si misma: pienso luego existo. Esta teoría es un cogito cartesiano. Debemos añadir que esta teoría es la única que da a l hombre una dignidad y no lo convierte en objeto. Cosa que me parece realmente bien y estoy más de acuerdo con esta idea, ya que si un teoría convierte al hombre en un simple objeto, no tiene sentido todos los derechos que a este se le otorgan ya que es un objeto.Continua con el tema de los límites del hombre, que para él no son ni subjetivos no objetivos, sino que tienen una faz objetiva (porque se encuentran en todos sitios y son reconocibles) y otra subjetiva(porque son vividos y no tienen sentido si el hombre no vive).Principalmente, lo que el existencialismo quiere demostrar es el carácter absoluto del compromiso que realiza el hombre de realizar un tipo de humanidad. Después nos habla de la subjetividad y la elección, que creo que están muy relacionadas, ya que cuando elegimos, seguramente pensemos subjetivamente y no objetivamente, a no ser que sea un tema que no nos incumba; pero aun así, siempre solemos ser objetivos con nuestras cosas más que con las de los demás. Aunque sin ánimos de echarme flores, mis amigos me piden consejo constantemente, y siempre recurren a mi como primer recurso, y no porque les diga lo que quieren escuchar, sino porque les digo las cosas como son. Y pienso primero objetivamente, y después cuando me aclaro las ideas, pienso lo mismo pero de manera más subjetiva, favoreciendo claro está al aconsejado y no al que aconseja. Esto ocurre en cierta medida con la relación entre la elección y la subjetividad; en función de o que queramos elegimos una cosa o la otra. Siempre tengo que elegir, y aunque no elija, solamente por el hecho de no elegir, ya estoy tomando una decisión, es decir, estoy eligiendo.Al igual que el hombre elige una acción, también elige su propia moral. Sabemos que la elección no es gratuita ya que definimos al hombre en relación con un compromiso. Se dice que no podemos juzgar a otros, aunque creo que eso no tiene mucho sentido ya que estamos constantemente juzgando a los demás. Esto en cierta medida es verdad ya que no creemos en el progreso. Pero sí que se puede juzgar, porque como dice el autor, se elige frente a otros y uno se elige a si frente a otros. Se puede juzgar a un hombre diciendo que es de mala fe; ya que todo hombre que se refugia detrás de la excusa de sus pasiones es considerado un hombre de mala fe. La mala fe, afirma el autor es una mentira. También hay mala fe, si elijo que existen otro valores antes que yo, aunque no estoy de acuerdo con esta idea, ya que no es de malas personas decidir si antes que ellos hay algo que consideran más importantes, considerando se entonces ellos por debajo que ese otro algo. En cambio, según dice el autor, la actitud de estricta coherencia es una actitud de buena fe; yo creo que no tiene nada que ver una cosa con la otra. Se dice que los hombre con buena fe tiene como ultima significación la búsqueda de la libertad como tal; aunque no creo que todos los que tengan buena fe busquen solamente la libertad. Al querer la libertad, nos damos cuenta de que nuestra libertad, según el autor, depende de la libertad de otros y viceversa. La libertad del hombre no depende de los demás, pero al haber un compromiso, automáticamente estoy obligado a querer la libertad de los otros. Así mismo, el autor afirma que a los que se oculten su libertad por excusas deterministas los llamara cobardes; a los que traten de demostrar que su existencia es necesaria, los llamara deshonestos. No me parecen bien las diferencias que hace, ya que para mí una persona deshonesta no es la que cree que su existencia es necesaria, sino que no es honesto ni con la gente y por consiguiente con sigo mismo; es deshonesta un apersona que copia en un examen o que copia un trabajo, que hace algo aprovechando se de los demás en beneficio propio. Para mí una persona cobarde es la que no se atreve a hacer algo, porque le da miedo u otras causas.

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A todo esto debo decir, que los principios demasiado abstractos fracasan a la hora de ponerlos en práctica, porque son tan sumamente abstractos que acaban por no tener sentido. El autor explica que los valores existencialistas no son serios porque los elegimos. L vida no tiene sentido sin nosotros. Nosotros le damos un sentido. Y el valor es ese sentido que elegimos y que le damos a la vida. Una de las últimas cosas que nombra en esta primera parte el autor es la definición del humanismo y alguna de sus características. Define el humanismo como una teoría que toma al hombre como fin y como valor. Estoy de acuerdo en que el hombre debe ser tomado como un fin, tal como se dice en la frase: trata al a gente como un fin y no como un medio”. En relación a la trascendencia, se dice que no hay no hay otro universo que este humano (idea con la que no estoy de acuerdo) el universo de la subjetividad humana. Este unión de la trascendencia como constitutiva del hombre es lo que llamamos el humanismo existencialista. A diferencia del existencialismo clásico, que implica que le dar un valor al hombre de acuerdo con los actos más altos de ciertos hombres, es decir nos atribuimos triunfos y logros de ciertos hombres.Finalmente, concluimos con que el existencialismo es un intento por sacar todas las consecuencias de una posición atea coherente. No busca hundir al hombre en la desesperación. Tampoco pretende demostrar que dios no existe, más bien declara que aunque dios existiera, el problema no es el de su existencia, sino que el hombre se convenza de que nada puede salvarlo de sí mismo, ni siquiera una prueba verdadera de que dios existe. En este sentido es por el que dijimos anteriormente que el existencialismo es un optimismo. DiscusiónEn esta última parte del libro, se citan las objeciones que se ofrecen a las teorías existencialistas de Sartre, basándose en puntos concretos. Es una especie de conversación en la que se reprocha a Sastre y se ponen en duda sus puntos de vista sobre el existencialismo y temas relacionados. Una primera opinión, reprocha a Sartre que para él la desesperación o la angustia es más importante que la propia decisión de hombre que se siente solo y que debe decidir. A lo que Sastre contesta que para él, la angustia es la ausencia total de justificación al mismo tiempo que la responsabilidad con respecto a todos. Otra objeción es la que representa en cuanto a la debilitada exposición que realiza Sartre sobre la acción. Esto Sastre lo reconoce. En otra ocasión se le reprocha a Sastre utilizar en un mal contexto la palabra humanismo. Pero sastre contesta que el problema se ha planteado así. Se comenta también que la verdad científica es la única verdad. Se comenta después mediante argumentos discutibles ideas sobre la estadística, pero también la casualidad.Más adelante, Naville comenta que sería una buena idea hacer una autocrítica sobre el tema de los subhumanismos sin ningún tipo de fondo. Termina diciendo que el humanismo debería ser menos conformista con el mundo.Más adelante entra en conversación la idea del manifiesto comunista de Marx.Seguidamente, Naville, quiere juntar y unir en uno solo todos los puntos de vista del existencialismo y sacar una conclusión final que sería una resurrección del liberalismo. Naville reprocha al autor al libro la idea de no aceptar al hombre como ser universal por la diferencia de razas. Continua comentando temas acerca de la condición y la naturaleza humana. Finalmente sastre se da cuenta de que la mayoría de la gente, filósofos o no, atentan contra la filosofía y la critican.

El Existencialismo es un HumanismoEn el fondo, lo que asusta en la doctrina que voy a tratar de exponer ¿no es el hecho de que deja una posibilidad de elección al hombre? …en un plano estrictamente filosófico. ¿A qué se llama existencialismo?... hay dos especies de existencialistas: los primeros, que son cristianos…, por otra parte, los existencialistas ateos… Lo que tienen en común es simplemente que consideran que la existencia precede a la esencia. El existencialismo ateo que yo represento es más coherente. Declara que si Dios no existe, hay por lo menos un ser en el que la existencia precede a la esencia, un ser que existe antes de poder ser definido por ningún concepto, y que este ser es el hombre. ¿Qué significa aquí que la existencia precede a la esencia? Significa que el hombre empieza por existir, se encuentra, surge en el mundo, y que después se define… Así, pues, no hay naturaleza humana, porque no hay Dios para concebirla. El hombre no es otra cosa que lo que él se hace. Éste es el primer principio del existencialismo. …y el hombre será, ante todo, lo que habrá proyectado ser.

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Pero si verdaderamente la existencia precede a la esencia, el hombre es responsable de lo que es… Y cuando decimos que el hombre es responsable de sí mismo, no queremos decir que el hombre es responsable de su estricta individualidad, sino que es responsable de todos los hombres. Cuando decimos que el hombre se elige, entendemos que cada uno de nosotros se elige, pero también queremos decir con esto que, al elegirse, elige a todos los hombres. En efecto, no hay ninguno de nuestros actos que, al crear al hombre que queremos ser, no cree al mismo tiempo una imagen del hombre tal como consideramos que debe ser. …Así, nuestra responsabilidad es mucho mayor de lo que podríamos suponer, porque compromete a la humanidad entera. Así soy responsable para mí mismo y para todos, y creo cierta imagen del hombre que yo elijo; eligiéndome, elijo al hombre. Ante todo, ¿qué se entiende por angustia? El existencialista suele declarar que el hombre es angustia. Esto significa que el hombre que se compromete y que se da cuenta de que es no sólo el que elige ser, sino también un legislador, que elige al mismo tiempo que a sí mismo a la humanidad entera, no puede escapar al sentimiento de su total y profunda responsabilidad. No se trata aquí de una angustia que conduzca al quietismo, a la inacción. Se trata de una simple angustia, que conocen todos los que han tenido responsabilidades… supone que enfrentan una pluralidad de posibilidades, y cuando eligen una, se dan cuenta que sólo tiene valor porque ha sido la elegida. …se explica además por una responsabilidad directa frente a los otros hombres que compromete. Y cuando se habla de desamparo… queremos decir solamente que Dios no existe, y que de esto hay que sacar las últimas consecuencias… no está escrito en ninguna parte que el bien exista, que haya que ser honrado, que no haya que mentir; puesto que precisamente estamos en un plano donde solamente hay hombres. … el hombre está abandonado, porque no encuentra ni en sí ni fuera de sí una posibilidad de aferrarse. No encuentra ante todo excusas. …dicho de otro modo, no hay determinismo, el hombre es libre, el hombre es libertad… Es lo que expresaré diciendo que el hombre está condenado a ser libre. …el hombre, sin ningún apoyo ni socorro, está condenado a cada instante a inventar al hombre. ¿Quiere decir esto que deba abandonarme al quietismo? No. En primer lugar, debo comprometerme; luego, actuar según la vieja fórmula: “no es necesario tener esperanzas para obrar”…no tendré ilusión y haré lo que pueda… No sé nada; sólo sé que haré todo lo que esté en mi poder… fuera de esto no puedo contar con nada. El quietismo es la actitud de la gente que dice: “Los demás pueden hacer lo que yo no puedo.” La doctrina que yo les presento es justamente lo opuesto al quietismo, porque declara: “Sólo hay realidad en la acción.” Y va más lejos todavía, porque agrega: “El hombre no es nada más que su proyecto, no existe más que en la medida en que se realiza, no es, por lo tanto, más que el conjunto de sus actos, nada más que su vida." El hombre se hace, no está todo hecho desde el principio, se hace al elegir su moral, y la presión de las circunstancias es tal, que no puede dejar de elegir una. No definimos al hombre sino en relación con un compromiso.

Los actos de los hombres de buena fe tienen como última significación la búsqueda de la libertad como tal. Queremos la libertad por la libertad y a través de cada circunstancia particular. Y al querer la libertad descubrimos que depende enteramente de la libertad de los otros, y que la libertad de los otros depende de la nuestra… pero en cuanto hay compromiso, estoy obligado a querer, al mismo tiempo que mi libertad, la libertad de los otros; no puedo tomar mi libertad como fin si no tomo igualmente la de los otros como fin… Así, aunque el contenido de la moral sea variable, cierta forma de esta moral es universal. Pero hay otro sentido del humanismo que significa en el fondo esto: el hombre está continuamente fuera de sí mismo; es proyectándose y perdiéndose fuera de sí mismo como hace existir al hombre y, por otra parte, es persiguiendo fines trascendentales como puede existir. Humanismo porque recordamos al hombre que no hay otro legislador que él mismo, y que es en el desamparo donde decidirá de sí mismo; y porque mostramos que no es volviendo hacia sí mismo, sino siempre buscando fuera de sí un fin que es tal o cual liberación, tal o cual realización particular, como el hombre se realizará precisamente como humano. Y, además, decir que nosotros inventamos los valores no significa más que esto: la vida, a priori, no tiene sentido. Antes de que ustedes vivan, la vida no es nada; les corresponde a ustedes darle un sentido, y el valor no es otra cosa que este sentido que ustedes eligen. Aclaración: a priori significa: independientemente de la experiencia; a posteriori significa: que depende de la experiencia