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la tierra. Dentro de la cultura occidental es fre- cuente sostener que el hombre es el dueño de la tierra y que éste puede apropiársela mediante di- versos artificios y convencionalismos jurídicos, etc. En realidad, pareciera estar más cerca de la razón y de la verdad objetiva el aserto que se atri- buye al jefe indio Seattle: "La tierra no pertenece al hombre, sino que el hombre pertenece a la tie- rra'". En las últimas décadas ha surgido una nueva rama del saber, la Ecología, ciencia que estudia las relaciones de los seres vivos con la naturaleza o el medio ambiente. En concreto, el término "ecología" deriva del griego y significa literal- mente "la ciencia de la casa" (oikos: casa; logos: ciencia). El primero en haber utilizado éste neolo- gismo parece haber sido Haeckel, en 1966, quien la definía de la siguiente manera: "Entendemos por ecología la ciencia global de las relaciones del organismo con el mundo externo circundante, en donde podemos incluir en sentido amplio todas las condiciones de existencia'<. Un hito muy im- portante y decisivo en la evolución de la ecología y de la conciencia ecológica fue la publicación, en 1967, de la obra Los límites del crecimiento, por parte del famoso "Club de Roma", donde se aler- taba ya a la opinión pública que el crecimiento (en la producción, en el consumo, etc.) no podía se- guir -como hasta entonces- en los términos desa- forados y desproporcionados en que se venía ha- ciendo -especialmente en los países desarrolla- dos- por la simple razón de que los recursos del planet~ tierra, por muy abundantes que fueran, to- dos ellos eran y son limitados. Posteriormente la ecología se ha venido ela- borando y desarrollándose al tener que estudiar y Antonio Marlasca López Ecología y cultivos transgénicos Abstraet. The essay is composed of two parts. The first presents the origins of ecology and examines the possible responsibility of Ju- deo-Christianity in the ecologic crisis, to conclu- de with a life-centred ethics proposa!. The second part analyses the transgeneric-cultive proposal, its arguments in favour or against, and observes the possible abuses derived from the practice of patenting these forms of cultivation. The essay concludes with a number of proposals for practi- cal action. Resumen. El presente ensayo consta de dos partes. En la primera se exponen los orígenes de la ecología y se examina la posible responsabili- dad deljudeo-cristianismo en la crisis ecolágica, para concluir con una propuesta de una ética centrada en la vida. En la segunda parte se ana- liza la polémica sobre los cultivos transgénicos con sus respectivos argumentos a favor y en con- tra, y se abordan los abusos a que puede dar lu- gar la práctica de patentar los cultivos transgé- nicos. El ensayo finaliza con unas propuestas pa- ra la acción práctica. l. Ecología 1. Orígenes de la eeología y problemas eco lógicos La ética ha tenido que ver siempre, comen- zando por el origen etimológico del término, con el ethos, con la morada del hombre, con el hábi- tat humano. Y la morada del hombre es, sin duda, Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XL (101),87-97, Julio-Diciembre 2002

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Page 1: Ecología cultivos transgénicos de Filosofía UCR/Vol. XL/No... · parte del famoso "Club de Roma", donde se aler-taba ya a la opinión pública que el crecimiento (en ... les del

la tierra. Dentro de la cultura occidental es fre-cuente sostener que el hombre es el dueño de latierra y que éste puede apropiársela mediante di-versos artificios y convencionalismos jurídicos,etc. En realidad, pareciera estar más cerca de larazón y de la verdad objetiva el aserto que se atri-buye al jefe indio Seattle: "La tierra no perteneceal hombre, sino que el hombre pertenece a la tie-rra'".

En las últimas décadas ha surgido una nuevarama del saber, la Ecología, ciencia que estudialas relaciones de los seres vivos con la naturalezao el medio ambiente. En concreto, el término"ecología" deriva del griego y significa literal-mente "la ciencia de la casa" (oikos: casa; logos:ciencia). El primero en haber utilizado éste neolo-gismo parece haber sido Haeckel, en 1966, quienla definía de la siguiente manera: "Entendemospor ecología la ciencia global de las relaciones delorganismo con el mundo externo circundante, endonde podemos incluir en sentido amplio todaslas condiciones de existencia'<. Un hito muy im-portante y decisivo en la evolución de la ecologíay de la conciencia ecológica fue la publicación, en1967, de la obra Los límites del crecimiento, porparte del famoso "Club de Roma", donde se aler-taba ya a la opinión pública que el crecimiento (enla producción, en el consumo, etc.) no podía se-guir -como hasta entonces- en los términos desa-forados y desproporcionados en que se venía ha-ciendo -especialmente en los países desarrolla-dos- por la simple razón de que los recursos delplanet~ tierra, por muy abundantes que fueran, to-dos ellos eran y son limitados.

Posteriormente la ecología se ha venido ela-borando y desarrollándose al tener que estudiar y

Antonio Marlasca López

Ecología y cultivos transgénicos

Abstraet. The essay is composed of twoparts. The first presents the origins of ecologyand examines the possible responsibility of Ju-deo-Christianity in the ecologic crisis, to conclu-de with a life-centred ethics proposa!. The secondpart analyses the transgeneric-cultive proposal,its arguments in favour or against, and observesthe possible abuses derived from the practice ofpatenting these forms of cultivation. The essayconcludes with a number of proposals for practi-cal action.

Resumen. El presente ensayo consta de dospartes. En la primera se exponen los orígenes dela ecología y se examina la posible responsabili-dad deljudeo-cristianismo en la crisis ecolágica,para concluir con una propuesta de una éticacentrada en la vida. En la segunda parte se ana-liza la polémica sobre los cultivos transgénicoscon sus respectivos argumentos a favor y en con-tra, y se abordan los abusos a que puede dar lu-gar la práctica de patentar los cultivos transgé-nicos. El ensayo finaliza con unas propuestas pa-ra la acción práctica.

l. Ecología

1. Orígenes de la eeologíay problemas eco lógicos

La ética ha tenido que ver siempre, comen-zando por el origen etimológico del término, conel ethos, con la morada del hombre, con el hábi-tat humano. Y la morada del hombre es, sin duda,

Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XL (101),87-97, Julio-Diciembre 2002

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cido apotegma de F. Bacon, "saber es poder", unmayor conocimiento de la naturaleza nos propor-cionará un mayor poderío para transformar, mo-delar y manipular nuestro medio natural. Lapuesta en práctica de estos supuestos éticos ennuestras relaciones con el medio ambiente ha da-do como resultado la manipulación sin freno y el(des)control de la naturaleza. En concreto, estemodo o modelo de interrelacionarnos con elmundo ha desembocado en la crisis actual consus catástrofes ambientales -en parte ya señala-das anteriormente- y bien conocidas: Chernobil,aires irrespirables y tóxicos en los medios urba-nos, ríos convertidos en cloacas abiertas, etc.

En relativa contraposición con el modelo an-terior --el hombre como señor y amo de la natu-raleza- también ha tenido vigencia en la tradi-ción occidental otra manera de concebir nuestrasrelaciones con el mundo natural. Según este se-gundo paradigma, el hombre vive en la naturale-za o, más exactamente, es parte de la naturaleza.Los seres humanos somos unas criaturas, entreotras muchas, que pueblan la tierra. En principiono tenemos privilegios especiales respecto aotros seres vivos ni hay diferencia esencial entrenosotros y el resto del mundo animal, sino sola-mente una diferencia de grado. Este modelo pa-rece remitirnos inequívocamente a los pensado-res clásicos del mundo griego (los filósofos estoi-cos, por ejemplo): "la naturaleza es orden y crite-rio de bondad", lo natural es bueno y su altera-ción es mala. Hay que volver -en una actitud untanto romántica e ingenua- al mundo natural, alseno de nuestra madre naturaleza:'.

Dejando aparte la dosis de romanticismo in-genuo que pueda tener esta segunda "actitud na-turalista" -la humanidad actual, para sobrevivir,no puede volver al idílico y prístino medio natu-ral, como, en cierto modo, preconizaba el Rous-seau del "Discurso sobre el origen de la desigual-dad"-, está fuera de discusión que la ecología ac-tual se siente mucho más próxima de esta segun-da concepción que de la primera. En la actuali-dad es ya un dato científico incontestable que elhombre forma parte del mundo biológico natural:la biología nos ha demostrado ya -a través delProyecto Genoma Humano, por ejemplo- que elcódigo genético humano no difiere gran cosa del

ANTONIO MARLASCA

hacer frente a los grandes problemas o desafíosecológicos de nuestro tiempo. Entre otros, los si-guientes: la explosión demográfica (en 1950 lapoblación mundial era de 2.500 millones; a fina-les del 2000 ya se había sobrepasado la cifra de6.000 millones); la progresiva deforestación y de-sertificación del planeta azul (el avance del de-sierto es de 60.000 Km2 por año); la pérdida de labiodiversidad (se afirma que desaparecen de 40 a300 especies diariamente); el riesgo de cambioc1imático (producido especialmente por el dióxi-do de carbono) y el llamado efecto-invernadero(relacionado con el agujero de la capa de ozonoen el hemisferio sur); la lluvia ácida (frecuente enzonas muy industrializadas y con efectos letalespara la vegetación); la contaminación de las aguasy la escasez de agua potable para suplir las nece-sidades siempre crecientes de las actuales y pró-ximas generaciones (se piensa que en un futurono muy lejano el reparto o distribución de lasaguas constituirán verdaderos "casus belli"), etc.

2. Modelos históricos de relacionarseel hombre con la naturaleza

La ecología, hemos dicho, estudia la rela-ción de los seres vivos --especialmente el hom-bre- con la naturaleza. ¿Cómo deben ser esas re-laciones? La respuesta a esta pregunta depende,al menos parcialmente, de cómo han sido, en elpasado, tales relaciones, pues, no cabe duda deque nuestra percepción de lo que "debe ser" de-pende en gran parte de lo que "ha sido".

Concretamente -y limitándonos a lo quesuele llamarse la cultura occidental- al hombrese le ha considerado como separado de la natura-leza -al margen o por encima de ella- y a la na-turaleza como el enemigo a abatir, o, en cualquiercaso, como algo que debía ser conquistado. Laespecie humana tiene derecho a utilizar y mani-pular la naturaleza para sus propios fines y pro-pósitos. En efecto, dado que la naturaleza está re-gida por fuerzas físicas anónimas e impersonales,donde no se advierten valores intrínsecos, elmundo natural puede ser moldeado y modeladode acuerdo a nuestros proyectos humanos previa-mente establecidos. Y puesto que, según el cono-

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de los restantes primates superiores: chimpancés,gorilas, orangutanes, etc.

3. Posible responsabilidad deljudeo-cristianismo en la crisis ecológica

Tal vez sea oportuno recordar aquí que,cuando, en las décadas pasadas, se comenzó acriticar -como promotor y fautor de las catástro-fes ambientalistas- el primer paradigma -el hom-bre como rey de la creación-, se acusó en primerlugar a la tradición judeo-cristiana como princi-pal responsable de tan nefastas ideas y conse-cuencias prácticas. Y la acusación parece tenerfundamento. En efecto, según los textos revela-dos judeo-cristianos, el hombre fue hecho, comoculmen y rey de la creación, para dominar la_na-turaleza. Recordemos algunos hitos o momentossignificativos:

Todo se origina en la idea de la creación divina, inclu-yendo en ésta el mismo tiempo. En efecto, "una carac-terística especial del pensamiento occidental es unanoción lineal o no repetitiva del tiempo, más que unanoción cíclica del mismo. La creación fue una serie deacontecimientos que culminaron en la formación delos seres humanos ... siendo ésta la razón de que todaslas cosas previas que se encontraban en el mundo físi-co se pusieran entonces al servicio del hombre':". Va-le la pena transcribir el conocido macrorrelato de lacreación del hombre: "Dijose entonces Dios: Haga-mos al hombre a nuestra imagen y a nuestra semejan-za, para que domine sobre los peces del mar, sobre lasaves del cielo, sobre los ganados y sobre todas las bes-tias de la iierra y sobre cuantos animales se muevensobre ella. Y creó Dios al hombre a imagen suya, aimagen de Dios lo creó, y los creó macho y hembra; ylos bendijo Dios, diciéndoles: "Procread y multipli-caos, y henchid la tierra; sometedla y dominad sobrelos peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre losganados y sobre todo cuanto vive y se mueve sobre latierra". Dijo también Dios: "Ahí os doy cuantas hier-bas de semilla hay sobre la haz de la tierra toda, ycuantos árboles producen fruto de simiente, para quetodos os sirvan de alimento">.

Según el texto citado el hombre fue creado aimagen y semejanza de Dios. Y, aunque nadie se-pa exactamente en qué consiste esa semejanza di-

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vina en el ser humano, está claro que el hombreno era una parte más de la naturaleza, como lasdemás criaturas. Había algo especial en el ser hu-mano: según otro relato, éste recibió un soplo oaliento de vida que, posteriormente, paso a sersencillamente, un alma inmortal. Así quedababien marcada la diferencia esencial entre las de-más criaturas y el hombre. Recuérdese ademásque, en el magno relato de la creación, cuando seenumeran y explican los diversos grupos de seresque Dios va creando, al final siempre aparece elestribillo: "y vio Dios que era bueno". Esta fór-mula estereotipada, al finalizar la creación del serhumano, se convierte en "y vio Dios que era muybueno". Es evidente, pues, que el ser humano,por expresa voluntad divina, está muy por enci-ma de las demás criaturas. Así, con el transcurrirdel tiempo y con el apoyo de los exegetas cristia-nos que subrayaban cada vez más la superioridady trascendencia del hombre, basándose en esostextos, "el cristianismo llegó a ser la religión másantropocéntrica que el mundo había conocido;los seres humanos fueron separados de la natura-leza y fue voluntad de Dios el que la naturalezase utilizara para los propósitos del hombre'". Losdualismos, excesos y abusos posteriores, a que hadado lugar históricamente semejante interpreta-ción y actitud, quedaban, si no totalmente justifi-cados, sí permitidos o, en todo caso, inscritosdentro de la evolución normal de esa lógica de ladominación y superioridad humanas.

Esta acusación, tal como la acabamos de ex-poner, posiblemente sea un tanto unilateral y exa-gerada. Unilateral, porque carga toda la culpa delos desmanes medio-ambientales a la religióncristiana, cuando parece innegable que diversos ycomplejos fenómenos de la modernidad (explo-sión demográfica, revolución industrial con suexigencia siempre creciente de nuevas materiasprimas y de energías no renovables, cultura con-sumista que demanda cada día más y mejoresbienes de consumo, etc) han contribuido en unamedida difícil de precisar a la eclosión de la cri-sis ambiental. Exagerada, porque también en lamisma Biblia y en la tradición cristiana, aparecenotros textos y otras actitudes, donde "la naturale-za aparece como reflejo de su creador y es, a tra-vés de ella, cómo el creyente experimenta el

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amor y la cercanía de su creador" 7. Esta formade mirar a la naturaleza debe suscitar en el hom-bre una actitud de amor, de respeto, de admira-ción y de sentimientos de fraternidad para con to-dos los seres que pueblan el universo. Y de hecholos ha suscitado. Recuérdese en el siglo XIII LasFlorecillas de San Francisco de Asís, un ecolo-gista "avant la lettre", donde éste nos habla, vívi-damente, del Hermano Sol, la Hermana Luna, elHermano Fuego, el Hermano Lobo, la HermanaHormiga, etc., y donde parece postular una espe-cie de fraternidad cósmica, donde la naturalezano es ya nuestro enemigo a abatir, sino nuestramadre nutricia, nuestra "alma mater".

Recuérdese también cómo otro místicocristiano del siglo XVI, San Juan de la Cruz, alcontemplar la naturaleza, ve a Dios mismo re-flejado en ella:

Mil gracias derramandopasó por estos valles con presuray yéndolos mirandocon sola su figuravestidos los dejó de su hermosura

(Cántico espiritual)

A pesar de todo, y aunque el mensaje y latradición cristianas admitan diversas lecturas, noparece que pueda negarse que en conjunto en Oc-cidente ha prevalecido una visión dualista: elhombre está separado por un abismo de la natu-raleza. El ser humano es el centro, el rey de lacreación, y habita en él un impulso incoercible-que es al mismo tiempo un mandato divino- pa-ra controlar y dominar la naturaleza, concebidaprevalentemente como un obstáculo que se opo-ne al incontenible avance del hombre.

4. Hacia una ética biocéntrica

En contraposición con las posturas expues-tas anteriormente, la ecología actual postula unanueva relación del hombre con la naturaleza ocon el mundo circundante. El mundo, para usar laterminología de X. Zubiri, "tiene la categoría debonum". Se le puede manipular y alterar, perohay que justificar esa acción. Quien intente alte-

rar el mundo tiene el onus probandi -la carga dela prueba- de que esa alteración o manipulaciónes legítima y no va a producir daños irreparablesni en el medio ambiente ni en la salud. También,frente al antropocentrismo radical y exasperadode la centurias pasadas, hoy se postula más bienuna postura o una ética biocéntrica (donde elcentro es el bios, la vida). Es lo que afirmaba ya,en 1923, Albert Schweitzer, el famoso médico ymúsico que abandonó las comodidades propiasdel medio burgués europeo para ir a vivir -mejor,convivir- con los habitantes de África Central:

Yo soy vida que quiere vivir en medio de vida quequiere vivir.

En realidad, esta ética que llamamos ecoló-gica y biocéntrica no sería muy diferente de laque otros autores llaman ética comunicativa (A.Cortina) o dialágica (1. Habermas). En efecto,esta ética comunicativa se caracterizaría, entreotros, por los siguientes rasgos:

En primer lugar, supera la ética utilitarista,tan extendida en la actualidad, que busca an-te todo el éxito y el beneficio inmediatos, pe-ro que puede, a largo plazo, comprometer eldestino de la humanidad o, peor aún, el futu-ro del planeta tierra.

En segundo lugar, en esta ética encuentrancabida los derechos o las necesidades de lasgeneraciones futuras, ya que sostiene la res-ponsabilidad humana de cara al futuro: latierra no nos pertenece ...

En tercer lugar, es una ética abierta a la soli-daridad universal, donde nada ni nadie pue-de quedar excluido. Está abierta a todos lospueblos, a todas las generaciones, las pre-sentes y las futuras y, proporcionalmente, atodos los seres vivos, tanto los animales co-mo las plantas".

En forma semejante, otro de los autores másconnotados de la ética dialágica, J. Habermas,nos propone el siguiente modelo para interactuaro "comunicamos" con la naturaleza:

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En lugar de tratar a la naturaleza como objeto de unadisposición posible, se la podría considerar como elinterlocutor de una posible interaccián. En vez de na-turaleza explotada cabe buscar a la naturaleza frater-nal. A nivel de una intersubjetividad todavía imperfec-ta podemos suponer subjetividad a los. animales, a lasplantas e incluso a las piedras, y comunicar con la na-turaleza en lugar de limitamos a trabajarla cortandola comunícaciáni.

Dentro de esta orientación ética los derechoshumanos son inseparables de los deberes y éstoscomprometen al hombre a luchar por la preserva-ción del medio ambiente y por mejorar, en lo po-sible, la calidad de vida.

Más en concreto, las obligaciones vienen aser el reverso de los derechos, y los llamados de-rechos de las generaciones futuras'? son los de-beres de las generaciones actuales. Y dentro deestos deberes la protección del medio ambientees fundamental, y tal vez sea la única prioridadcomún a todos los países del globo. En efecto, lasupervivencia del planeta azul, del planeta tierra,será el único legado y patrimonio común que po-dremos heredar a las generaciones venideras.

Pues bien, en las últimas décadas, como con-secuencia de la implementación de nuevas bio-tecnologías, parece haber surgido una nuevaamenaza a la conservación e integridad del me-dio ambiente: nos referimos concretamente a loscultivos transgénicos.

11. Cultivos transgénicos:una perspectiva ética

1. Aclaraciones terminológicas

Para comenzar vamos a explicar algunosconceptos básicos como cultivos transgénicos,biotecnología, gen, transgen, etc. Un cultivotransgénico, o genéticamente modificado, es unaplanta que contiene un gen (o genes) que ha sidoinsertado artificialmente en lugar de que la plan-ta lo haya adquirido naturalmente por poliniza-cióñ. El gen o transgen en cuestión se introducepor técnicas de ingeniería genética, normalmentecon el fin de mejorar las propiedades de ciertos

cultivos. Este gen insertado -conocido tambiéncomo transgen- puede provenir de otra planta di-ferente pero de la misma especie o parecida, obien de una especie completamente distinta. Laplanta resultante se dice que es "genéticamentemodificada", aunque en cierto sentido todos loscultivos manipulados por el hombre de algunamanera han sido genéticamente alterados desdesu estado salvaje original por domesticación, se-lección, cruzamiento, mejoramiento controlado,etc. durante largos períodos de tiempo. La dife-rencia reside en que ahora, como queda dicho, seintroducen losgenes por técnicas de ingenieríagenética, antes desconocidas, y los cambios serealizan rápidamente.

Por biotecnología se entiende cualquier téc-nica que utiliza organismos para elaborar o mo-dificar productos, para mejorar plantas o anima-

-les, o para desarrollar microorganismos con pro-pósitos específicos.

Finalmente un gen es una unidad biológicaque determina las características de la herenciade los organismos, y un transgen es el gen que hasido insertado artificialmente en un organismo!'.

2. La polémica sobre cultivostransgénicos

Como era previsible, la creciente práctica decultivos transgénicos que se viene realizando des-de hace unos años, ha originado un acalorado de-bate que involucra a los factores más diversos yaparentemente heterogéneos: desde la ciencia y labiotecnología a la economía, la política e inclusola religión. Y este debate, que no parece amainarcon el transcurso del tiempo, se lleva a cabo enlos laboratorios de investigación, en los directo-rios de las empresas, en los parlamentos, en laseditoriales de revistas y periódicos, en las escue-las y hasta en los supermercados. La polémica haadquirido tanta importancia y extensión porque,directa o indirectamente, la mayoría de los culti-vos transgénicos van destinados al consumo hu-mano y cualquier persona sabe -aunque no fueramás que por una intuición elemental- que su vi-da y salud dependen en gran medida de lo queconsume. Miguel de Cervantes ya dejó dicho,

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mentas dañinos en los alimentos transgénicos.Otro riesgo viene dado por la posibilidad de quelos transgenes escapen o emigren de las plantascultivadas hacia sus parientes silvestres. En estepeligro insisten muchos ecologistas radicales yaque, sostienen, nadie puede negar la eventualidadde que el polen de una planta genéticamente mo-dificada escape y contamine a sus parientes ocongéneres silvestres, reduciendo así la biodiver-sidad. Este peligro podría aumentar en el sentidode que si la planta transgénica conlleva un pesti-cida biológico o resistencia a un herbicida, tal ca-racterística podría pasar perfectamente a sus pa-rientes o "primas silvestres", originándose así, enlugar de la maleza común y corriente, una "su-permaleza" sumamente resistente y difícil deerradicar. Un riesgo más consistiría en la posibi-lidad de que cultivos transgénicos que portan ge-nes de antibióticos puedan generar resistencia aestos antibióticos en el ganado o en las personasque consuman tales alimentos.

Como puede verse, los peligros señalados,aunque sean meramente potenciales, no dejan deser graves y merecedores de un examen acucioso.

ANTONIO MARLASCA

hace siglos, que la salud del hombre "se fraguaen la oficina del estómago".

Asimismo, como es lógico, en este debate,de una parte se han alineado los biotecnofilicos:los que nada más saben ver -o quieren ver- losbeneficios de la biotecnología aplicada a la pro-ducción de alimentos. En frente, se agrupan losbiotecnáfobos, generalmente ecologistas radica-les que solo ven peligros y riesgos en la biotec-nología y que defienden el carácter sagrado -in-tangible- de la vida tal como se da en el seno delmundo natural.

3. Beneficios vrs peligros de los alimentostransgénicos

A estas alturas del debate, hay que admitirya, sin reticencias ni mezquindades, los benefi-cios obtenidos de los cultivos transgénicos queya se han conseguido: se han desarrollado nuevasplantas para el tratamiento de aguas contamina-das; se han creado tomates transgénicos que tar-dan más en madurar y se conservan más tiempo;se han producido nuevas variedades de arroz, depapas, de maíz, de soya, etc., más ricas en vita-minas, más saludables, y con capacidad de creceren condiciones extremas. En general, y sin entraren detaJles, se han creado plantas transgénicasmás resistentes a enfermedades o plagas y aeventuales daños provocados por el entorno enque se desarroJlan (por ejemplo, con mayor resis-tencia al frío, a las heladas, a las sequías, etc,).

Está claro, por lo demás, que -en teoría, almenos- el propósito fundamental de la creacióny desarroJlo de los cultivos transgénicos es au-mentar y mejorar la producción de cosechas quese utilizan en la alimentación. Y todo esto, sin lu-gar a dudas, es algo bueno y, al parecer, inobjeta-ble. Pero entonces ¿a qué viene tanta polémica ypor qué, en ciertos medios, los cultivos transgéni-cos encuentran tanta oposición?

La razón de esta oposición se debe a que, se-gún los críticos de los cultivos transgénicos, nose han tomado en serio los riesgos o peligros po-tenciales originados por la implementación deesas nuevas biotecnologías, como por ejemplo, laposible introducción de factores alérgicos y ele-

4. Ambigüedad del debatey de los argumentos utilizados

En cualquier caso, en todo este ya largo de-bate, a favor y en contra de los cultivos transgé-nicos, se advierte una ambigüedad muy marcadaen los argumentos que se utilizan, tanto por losque defienden el uso de esas biotecnología comopor los que se oponen a su utilización'". Esta am-bigüedad, buscada o no, conduce a una ambiva-lencia de los argumentos que se aducen y "de losdatos y hechos en que se sustentan.

Así, los que apoyan la modificación genéticade las plantas indican, por una parte, los benefi-cios ya obtenidos, y por otra, que nadie ha demos-trado su nocividad. Los que adversan tal prácticareplican que, hasta ahora, no hay resultados ine-quívocos de la inocuidad de los cultivos transgé-nicos; y aclaran que los organismos modificadosgenéticamente no han sido sometidos a pruebadurante el tiempo suficiente y que, por lo mis-mo, no hay absoluta certeza de que sean inocuos

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y seguros. Es decir, se necesitaría más tiempo pa-ra poder dar por demostrada su no-nocividad.

En definitiva, en la realidad concreta y socialde este mundo globalizado tenemos, de un lado,grandes empresas -las consabidas tras nacionaleso multinacionales- que han invertido sumas in-gentes para el desarrollo de los cultivos transgé-nicos y que, lógicamente, defienden sus intereseseconómicos por todos los medios posibles y -ca-si podría añadirse- por encima de cualquier otraconsideración.

Por otro lado, tenemos a diversas organiza-ciones ecologistas (Green Peace, especialmen-te) que defienden a ultranza la intangibilida~ delas especies vegetales, la pureza del medio am-biente, y para quienes, eventualmente, intentarmodificar la estructura genética de los seres vi-vos es querer jugar a ser Dios. Esta animadver-sión se completa con un cierto resentimientohacia las grandes empresas (normalmente esta-dounidenses y, en concreto, hacia el gigantenorteamericano Monsanto), teñido además, es-te resentimiento, de antiamericanismo o anti-yanquismo+'.

¿No se podría encontrar un punto de equili-brio, un justo medio entre ambas posiciones ex-tremas? Al parecer, no es una tarea fácil. Al me-nos, hasta hora no se ha conseguido.

En cualquier caso no se puede minimizar laimportancia de los asuntos que están en juego. Amodo de ejemplo, recuérdese la grave crisis delas llamadas vacas locas en Europa en la pasadadécada, debida al consumo, por parte de estosmamíferos, de alimentos contaminados, si bienen este caso tales alimentos eran, al parecer, deorigen animal.

En esta polémica -como intentamos ponerde relieve- están en juego bienes comunes (en-tre ellos, la salud y la preservación del medioambiente) que hay que salvaguardar a toda cos-ta y que eventualmente, como queda dicho,pueden correr peligro y estar amenazados porla manipulación de genes en plantas y cultivosdiversos.

A este respecto es un tanto sorprendente ladiferente reacción que ha despertado la introduc-ción de los cultivos transgénicos en América -enprincipio mayoritariamente favorable hacia

ellos- y en Europa -mucho más suspicaz y críti-ca frente a tales cultivos-o

Posiblemente, esta distinta reacción se debaa diferentes experiencias históricas y a distintasnecesidades alimenticias. (Estados Unidos no haconocido la crisis de las "vacas locas"; en Euro-pa la agricultura tradicional es más que suficien-te para autoabastecerse, etc.)

Entre los opositores a los cultivos transgé-nicos -especialmente en Europa- se detectauna creciente desconfianza frente a las declara-ciones de los expertos sobre la inocuidad y se-guridad de los alimentos transgénicos. Se sos-pecha de una oculta connivencia de tales ex-pertos con las grandes empresas dedicadas pre-cisamente a realizar modificaciones genéticasen los cultivos. Se aduce, aunque no se puedaprobar, que esos supuestos expertos defiendenmás los intereses de sus amos o de las compa-ñías que los pagan, que la eventual salud de losconsumidores o los posibles daños al medioambiente.

En concreto, se pueden señalar algunos inte-reses contrapuestos, en esta guerra no declaradaoficialmente, entre partidarios y adversarios delos cultivos transgénicos:

Hay una guerra económica en el ámbitoagrícola entre la Unión Europea y los Esta-dos Unidos.

Hay un conflicto entre los intereses del mun-do desarrollado frente a las necesidades e in-tereses propios de los países en vías de desa-rrollo.

Existe también una lucha comercial y econó-mica entre, por un lado, las grandes empre-sas químico-biológicas que operan en el sec-tor agro-alimentario, y, por otro lado, los le-gítimos intereses comerciales y económicostanto de los agricultores tradicionales comode la llamada agricultura orgánica.

Así, dentro de esta maraña de intereses crea-dos, no es fácil sostener un debate académico im-parcial sobre estos asuntos cuando hay entrecru-zados tantos intereses económicos de por medio.

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6.

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5. La principal dificultad

En nuestro caso, como en parte ya queda in-dicado, la principal dificultad, radica en quecuando se realizan operaciones para modificargenéticamente determinadas plantas (es decir,para crear cultivos transgénicos), normalmentelos biotecnólogos se enfrentan a situaciones deriesgo e incertidumbre.

Se habla de riesgo cuando se está ante si-tuaciones en las que se puede aplicar el cálcu-lo de probabilidades. Se habla de incertidum-bre cuando la situación es tan novedosa que nose puede prever el resultado de una acción nise puede aplicar el cálculo de probabilida-des!", y las consecuencias de determinadas ac-ciones, si recaen sobre el medio ambiente, po-drían ser irreversibles. A este respecto cabe re-saltar que mientras la ingeniería genética apli-cada a la medicina puede garantizar, en princi-pio, un adecuado nivel de contención de losproductos transgénicos obtenidos, la ingenie-ría genética aplicada a la agricultura requierea veces la liberación al medio ambiente de or-ganismos transgénicos con posibilidad de alte-rar el equilibrio génico de las poblaciones na-,turales presentes en ese medio ambiente+". Esdecir, los organismos modificados genética-mente pueden transferir su información gené-tica, especialmente la modificada, a las pobla-ciones naturales. Y las consecuencias de todoello podrían ser imprevistas e irreversibles.(Análogamente a como, en el reino animal,cuando en las tierras australianas fueron intro-ducidos por los colonos animales europeos,éstos acabaron en poco tiempo con los anima-les nativos de las islas de Oceanía).

Ante estas situaciones -de riesgo e incer-tidumbre- se impone una ética de la responsa-bilidad y el llamado principio de precauciónO principio precautorio. El problema radica enque, en la práctica concreta, nadie sabe a quécompromisos específicos y abstenciones de-bería llevar el principio citado, ya que hastahora no se ha definido inequívocamente quéimplicaría la salvaguarda de tal principio pre-cauterio!".

El problema de las patentesde especies vegetales

Otro problema, con connotaciones éticas yeconómicas muy graves, es el relativo a la patenti-zación de especies y plantas vegetales. ¿Se puedeprivatizar la vida? ¿Se pueden patentar especies ve-getales que crecen libremente en un medio natural?¿Los campesinos tendrán que pagar indefinida-mente derechos de patente por utilizar semillastransgénicas? Los interrogantes se multiplican.

No es fácil dar respuestas unívocas. Paracentrar este debate habría que tener en cuentalos diferentes factores que intervienen en esteproceso. En primer lugar, las patentes surgen dela necesidad que tienen las empresas de prote-ger sus propias inversiones en investigación pa-ra evitar el plagio de sus competidores. Dichode otra manera, las patentes son el mejor modode fomentar las inversiones: si las empresas nopudiesen patentar sus inventos y productos,prácticamente desaparecería la investigación fi-nanciada por capital privado. En segundo lugar,el mero encuentro, hallazgo o descubrimientode algo producido por la misma naturaleza noparece que pueda ser objeto de patente. Ennuestro caso, para obtener una patente sobreuna semilla o un cultivo, el demandante tendríaque demostrar que ese producto es algo creadopor el, es decir, que es un invento suyo, y no elmero descubrimiento de algo que la naturalezaproduce por sí misma. En tercer lugar, una pa-tente confiere a su dueño no un derecho de pro-piedad absoluto e ilimitado, sino relativo. Esdecir, no le atribuye sin más el derecho a co-mercializar su producto al precio que se le an-toje, sino más bien el derecho a excluir a otraspersonas a hacerlo sin su permiso durante untiempo limitado, usualmente de 10 a 20 años!"

En nuestro caso, no se podrían patentar plan-tas o especies vegetales que se encuentran ya enla misma naturaleza. Las empresas privadas po-drían patentar, durante períodos de tiempo biendefinidos, solamente aquellos procesos inventa-dos por ellas para obtener un determinado pro-ducto -un cultivo transgénico- y ese mismo pro-.ducto, resultado del proceso en cuestión'".

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ECOLOGÍA y CULTIVOS TRANSGÉNICOS

Pero aquí, como también era previsible, yase han dado abusos por parte de empresas prácti-camente monopólicas que atentan contra la justi-cia social y los derechos tradicionales de loscampesinos. En concreto, algunas tras nacionales,operando casi en condiciones monopólicas, pormedio de patentes se han adueñado de los genesy procesos fisiológicos de las plantas y, aSÍ, deci-den quienes y en qué condiciones pueden usar latecnología y las semillas transgénicas, y prohíbenexpresamente que los campesinos puedan guar-dar semillas para la próxima cosecha o para el fu-turo. Incluso, al parecer, han creado semillas es-tériles para obligar a los campesinos a hace!"compras cada año. Por si fuera poco, en los con-tratos de compra-venta, al adquirir las semillas,los agricultores tienen que comprometerse a lautilización de ciertos agroquímicos -producidospor supuesto por la misma transnacional- comoúnicos abonos de las plantas transgénicas encuestión. Por descontado, si el pobre campesinono cumple religiosamente con todas esas condi-ciones leoninas que la transnacional le ha im-puesto, puede ser objeto de una demanda civilcon las consecuencias fáciles de adivinar 19.

Estas prácticas parecen atentar frontal mentecontra la equidad y contra la libertad de actuar delos campesinos y contra sus derechos históricos ytradicionales. En el límite, tales prácticas abusi-vas tienden a la desaparición del campesinadotradicional.

7. Conclusiones

Terminamos este pequeño ensayo propo-niendo algunas conclusiones relativas a los culti-vos transgénicos.

Hay que señalar la manifiesta complejidadque entraña el análisis y la valoración de la in-fluencia de los cultivos transgénicos sobre la pro-ducción agrícola y los bienes comunes relaciona-dos: medio ambiente y salud principalmente.

A pesar de esa complejidad y de la incerti-dumbre que aún pesa sobre los cultivos transgé-nicos, también resulta ya claro que esta biotecno-10gÍa, con su enorme potencial para crear varie-dades de cultivos importantes, es demasiado va-

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liosa para ser ignorada. Las dudas que quedandeben ser resueltas a través de debates académi-cos imparciales, basados en información creible,derivada esta última de conocimientos y datosverdaderamente científicos. Y como este debateconcierne a toda la sociedad, debería también es-tar abierto a los más amplios sectores sociales.

Si bien la mayor parte de la investigación sobrecultivos transgénicos se ha llevado a cabo en lospaíses desarrollados, en la actualidad muchos paí-ses en vías de desarrollo están realizando tambiéneste tipo de investigaciones y han conseguido resul-tados notables en sus experiencias. (Es el caso, porejemplo, de Costa Rica y México)2o. A este respec-to habría que tomar medidas para que no se siga en-sanchando la brecha económica entre los países de-sarrollados (mayoritariamente usufructuarios de es-tas tecnologías) y los países en vías de desarrollo(escasamente usuarios de tales prácticas). Una detales medidas sería hacer factible el acceso de loscampesinos pobres a las nuevas tecnologías.

El beneficio económico que se espera de ta-les manipulaciones genéticas debe estar subordi-nado al beneficio social, y no a la inversa. En es-te sentido hay que promover una adecuada legis-lación que, por una parte, preserve el derecho delos consumidores a la información, y, por otra,evite los abusos de la concentración de poder, se-ñalados anteriormente, de algunas multinaciona-les que controlan todo el proceso de producción-distribución de semillas, agroquímicos, etc.2!

Sin discusión se impone un adecuado etique-tado de los productos alimenticios, y especial-mente de los transgénicos. Tal práctica -ojaláobligatoria- hará posible que el consumidor es-coja libremente lo que crea más conveniente, sinnecesidad de dudar sobre la procedencia o el tipode manipulación realizada sobre los productosque consume. Más claro: el negarse a etiquetarlos alimentos genéricamente modificados es ne-gar el derecho de los consumidores a saber lo queestán comiendo.

El famoso imperativo categórico kantiano,en la era de las manipulaciones genéticas, reza-ría así en la nueva formulación de Hans Jonas.Positivamente: "Obra de tal modo que los efec-tos de tu acción sean compatibles con la perma-nencia de la vida humana auténtica en la tierra".

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96 ANTONIO MARLASCA

Negativamente: "No pongas en peligro las condi-ciones de la continuidad indefinida de la humani-dad en la tierra" 22.

Finalmente no estará mal recordar el conoci-do lema de los ecologistas: "Piensa globalmentey actúa localrnente'<'.

Notas

1. La afirmación citada se encuentra en el célebretexto, Después de todo, quizás seamos hermanos,que supuestamente fue escrito por el jefe indioSeattle en 1854, y que es, sin duda, un hermosísi-mo canto a la naturaleza. Al parecer, Seattle nun-ca escribió dicho texto. Su verdadero autor habríasido Ted Perry quien lo preparó para la películaHome en 1971, si bien Perry tomó como modelode inspiración un discurso pronunciado por el je-fe Seattle entre 1853 y 1855. Ver la revista Envi-ronmental Ethics, Vol. 11 (3), 1989, pp. 195-196.

2. Ver J. Gafo, 10 Palabras claves en bioética, pp.339-340.

3. Ver obra citada, pp. 358-359.4. G. H. Kieffer, Bioética, p. 413.5. Génesis, 1,26-30. Versión de Nácar-Colunga.6. Kieffer, Bioética, p. 413. Como una confirmación,

entre otras muchas posibles, de lo dicho puede citar-se el siguiente texto de los Ejercicios espirituales deSan Ignacio de Loyola, obra que ha ejercido unamarcada influencia en la espiritualidad cristiana du-rante los últimos 500 años: ''Todas las cosas sobre lahaz de la tierra han sido creadas para el hombre y pa-ra que le ayuden para el fin para el que fue creado".

7. J. Gafo, obra citada, p. 350.8. Ver A. Cortina, Ecologismo y derechos de los pue-

blos, pp.29-33. Ver también J.A. Lobo, "Ética yEcología", en Alternativas, año 3, no. 6, EditorialLascasiana, Guatemala, 1995, pp. 74-95.

9. J. Habermas. Ciencia y técnica como "ideolo-gía". Madrid: Tecnos, 1986, pp. 62-63.

10. Algunos autores han cuestionado -y negado- quealgo todavía inexistente -las generaciones futu-ras- puedan ser ya propiamente sujetos de dere-chos. Para responder a esta aparente paradoja,otros autores proponen a la humanidad -una enti-dad permanente, abstracta y universal y que tras-ciende períodos temporales concretos- como su-jeto (ya actual) de los derechos (futuros).

11. Las descripciones de estos términos las hemos to-mado, en lo esencial, del siguiente folleto: Pre-guntas y respuestas sobre cultivos genéticamente

modificados. Edic. Pocket K., Núm. l Octubre2000. Secretaria de Agricultura y Ganadería,Buenos Aires, Argentina.

12. "Este debate (sobre los cultivos transgénicos) hasido alimentado por un cierto apoyo científico, alpublicarse a lo largo del año 1999 algunos estudioscríticos sobre los efectos de la modificación gené-tica en bienes comunes, como son el medio am-biente y la salud, que gozan de un creciente apoyoen las sociedades avanzadas. Uno de estos estudiosmostraba que las larvas de las mariposas monarcas-un símbolo para la apreciación medioambientalde los norteamericanos- morían en experimentosllevados a cabo en el laboratorio en los que se lasalimentaba con polen transgénico que había incor-porado el gen que codifica para una proteína bac-teriana, un insecticida biológico. Este insecticidabiológico está precisamente recomendado para suuso en la agricultura biológica u orgánica -uno delos más activos frentes contra la aplicación de labiotecnología en la agricultura-. Por ello, este ca-so sirve para poner en evidencia uno de los proble-mas fundamentales en la controversia sobre el usode la biotecnología moderna en la agricultura: laexistencia de una ambigüedad muy marcada en losargumentos que se utilizan, tanto por quienes pro-ponen estas aplicaciones como por sus críticos".(E. Muñoz, "Los cultivos transgénicos y su rela-

- ción con los bienes comunes", pp. 373-374)13. Ver E. Muñoz, arto cit., p. 375.14. Ver E. Muñoz, arto cit., p. 376.15. Ver R. Amils, "Impacto de la biotecnología en el

medio ambiente", p. 387.16. Ver, en un sentido ligeramente diferente, E. Mu-

ñoz, arto cit., pp. 376 y 379-380.17. Ver A. Marlasca,/ntroducción a la Bioética, p.187.18. "Está claro que una adecuada protección de los

productos de investigación favorece el desarrollode su aplicación (de las patentes), pero la mismano debe exceder los límites razonables que im-ponga la ética de la comunidad a la que va dirigi-da". (R. Amils, Impacto de la biotecnología en elmedio ambiente, p. 401)

19. Ver Roy H. May. "La producción de semillastransgénicas", en La voz del manatí, Núm. 22,Nov. 2001, pp. 19-20.

20. Ver por ejemplo la revista mexicana Biotecnolo-gía agrícola, Segunda Quincena, octubre 2001(sobre Costa Rica), y Primera Quincena, abril2002 (sobre México).

21. Ver R. Amils, Impacto de la biotecnologia en elmedio ambiente, p. 397.

22. H. Jonas, El principio de responsabilidad, p. 40.

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ECOLOGÍA y CULTIVOSTRANSGÉNICOS

23. Al momento de revisar las galeras del presenteensayo tuvimos la oportunidad de leer un llamati-vo artículo titulado "El temor a los alimentos: unotras otro. los países se están oponiendo a la siem-bra de productos con genes modificados. EstadosUnidos cada vez se queda más aislado", publica-do en la conocida revista Newsweek en español,vol. 9. núm. 5, pp. 40-45, correspondiente al 29-01-03. La portada del citado número la ocupan,en gruesos caracteres, los siguientes titulares:"Comidas probeta. El mundo contra los alimentosgenéticamente modificados". Por considerarlo deinterés para nuestro tema -y para los eventualeslectores- transcribimos algunos datos y párrafosdel artículo mencionado:"Actualmente, lo .último que desean hasta lospaíses más necesitados son alimentos esta-dounidenses genéticamente modificados (GM),como el maíz dorado de Ohio. Durante años,Europa ha desdeñado los productos esta-dounidenses que los científicos modificaron.Ahora, en otra etapa de un antiamericanismoglobal, el resto del mundo parece estar siguiendoel ejemplo. China, uno de los mayores produc-tores agrícolas ... el año pasado rechazó importa-ciones y nuevas inversiones en semillas modifi-cadas. Parece que ni los pobres del mundodesean el grano estadounidense. En noviembreIndia congeló las donaciones de maíz y soya deEstados Unidos. Y en octubre Zambia rechazó18.000 toneladas de maíz estadounidense .... Elpúblico indio al igual que el de otros países temenque los genes extranjeros contaminen sus propioscultivos y campos, y temen que los agricultoreslleguen a depender de las compañías esta-dounidenses para adquirir semillas GM ... Unavez que los productos GM se han plantado engrandes áreas, es difícil, si no imposible, retirar-los del sistema agrícola ... Hasta el momento, latecnología genética no ha hecho bajar los preciosen forma muy drástica, pero a medida que lasexistencias aumentan algunos expertos piensanque es posible que los precios bajen en un 30% ...Lo que sucederá con países como India, China y

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Brasil dependerá mucho de lo que pase enEuropa. En este momento, los alimentos GM noson populares entre los consumidores europeos.Cuando se establezcan mejores regulaciones talvez las actitudes se suavicen. Este año la UniónEuropea está poniendo en práctica las normas deetiquetas informativas".

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Antonio Marlasca LópezDirector, Instituto de

Investigaciones FilosóficasUniversidad de Costa Rica