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La relación entre subjetividad, intereses y desarrollo
Rigoberto Solano Salinas
Ciertamente no existe medio infalible alguno de evitar el error, pero hay métodos de protección, detección y lucha contra el error. Debemos diagnosticar sin cesar lo real para no equivocarnos. De ahí la importancia, para el diagnóstico, del conocimiento complejo: permite evitar los errores groseros procedentes de la incapacidad para
contextualizar y globalizar los datos, los acontecimientos, los problemas
Edgar Morín (1995)
El curso de Desarrollo Social Contemporáneo tiene entre sus propósitos otorgar marcos de
interpretación que se nutren de conocimientos de diferentes ciencias y saberes, con el ánimo de
comprender la complejidad de las interacciones humanas en procesos de desarrollo, que van desde lo
personal hasta lo global. Para lograr este objetivo, se proponen básicamente tres supuestos
epistemológicos desde los que partimos para este análisis y explicamos a continuación:
• El ser humano es un sujeto. Es decir que cada persona es el resultado de la articulación de sus
aspectos emocionales, de sus aprendizajes dentro del lenguaje, de sus condiciones biológicas,
entre otros. De lo anterior se infiere que la subjetividad de cada persona se construye en los
encuentros<-‐>desencuentros con otros y otras.
• La realidad no es objetiva, es construida (Maturana, 1995). Esta afirmación, que en primera
instancia pareciera controvertida para quienes se afirman en el paradigma positivista1 de las
ciencias, reivindica la subjetividad del ser humano y valora la capacidad de negociación de los
sujetos para definir la realidad en la que viven. Esta afirmación también tiene una implicación
política fundamental: somos co-‐responsables del mundo en el que vivimos.
1 El paradigma positivista asume el método científico como el único proceso de comprensión del mundo y para ello considera fundamental dar explicaciones causales a fenómenos naturales o sociales, por medio de la observación y la experimentación, con el propósito de construir leyes generales y universales. Como se podrá inferir, la aplicación de este paradigma en las ciencias sociales ha resultado bastante difícil, pues entre otros aspectos, el positivismo desconoce la subjetividad de quien hace ciencia y desecha aspectos cualitativos por considerarlos “datos blandos”.
Desarrollo Social Contemporáneo
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• Las explicaciones intencionales son claves para el análisis de cualquier entorno humano. Cuando
hacemos la aproximación a un determinado fenómeno social, no podemos desconocer que tiene
un contexto, unas subjetividades que le dan vida (deseos, motivaciones y creencias). Según Elster
(1997), las explicaciones intencionales se orientan al análisis de las múltiples racionalidades
humanas y su juego de interacciones. Así, es imprescindible considerar que a partir de la
percepción que tienen las personas de la diversidad de contextos espacio-‐temporales (la familia, el
trabajo, el barrio, el planeta, por ejemplo) y situacionales a los que se enfrentan (desigualdad,
riqueza, exclusión), se redefinen constantemente las tácticas y estrategias a seguir en las relaciones
sociales, pues el sentido cambia según las circunstancias. Como afirma Irene Vasilachis: “...los
sujetos se asumen como protagonistas, dejan de serlo, cambian de papel o de identidad, se ubican
en el pasado, en el presente o en una situación futura o hipotética, reconocen o desconocen
acontecimientos, situaciones, relaciones o procesos, o, mediante diferentes tipos de actos de
habla, aseveran, exponen, exhortan, ordenan, aconsejan, juzgan, se comprometen, entre otros”
(Vasilachis, 1999).
Analicemos estos tres supuestos desde dos contextos aparentemente distintos:
a. Los “parches”2 en las esquinas de los barrios. Un hecho muy común en los sectores
populares de cualquier ciudad de Colombia: algunos jóvenes se encuentran en las
esquinas de los barrios o en los parques en horas de la noche; en ese estar allí algunos se
ríen, consumen alcohol, cigarrillo o drogas, incomodando a los vecinos. ¿Existe un
problema de convivencia? Desde la lectura de los actores sí y no, pues en general las
personas valoramos la realidad desde nuestra perspectiva, es decir, desde nuestra
subjetividad, creemos que la realidad es objetiva. En el ejemplo descrito, el asunto es que
las personas involucradas comparten el mismo espacio-‐tiempo y sus nociones de realidad
se oponen. Para algunos de los actores involucrados no hay ningún conflicto, pues la calle
es un lugar de encuentro y diversión que además propicia el escape de entornos
2 Con la palabra “parche”, los jóvenes urbanos de diferentes regiones de Colombia, denominan un escenario de encuentro entre pares; puede bien ser un lugar físico o la forma de denominar al grupo al que se pertenece.
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familiares no satisfactorios; de otra parte, otros habitantes del barrio ven esta situación
como algo que altera la seguridad y convivencia del barrio, pues puede propiciar delitos y
afectar la imagen de la comunidad. Surge entonces la pregunta: ¿por qué personas que
comparten características socio-‐económicas, territoriales y culturales similares ven el
mundo de maneras diferentes?
b. El conflicto palestino-‐israelí. En este conflicto armado, llamado por algunos expertos el
más largo del mundo intervienen factores culturales, religiosos e históricos desde lo que
significan la legitimidad y la soberanía sobre el territorio para ambos pueblos y sus
líderes, pero también han incidido intereses geopolíticos de las potencias mundiales.
Sujetos pertenecientes a ambos pueblos creen con firmeza que tienen sus razones para
ejercer violencia, de manera “preventiva”, en “legítima defensa” o para mantener o
restablecer el “orden”. ¿Todos los árabes se oponen radicalmente a los israelíes y
viceversa? Aún cuando la mayor parte de los medios masivos parecieran indicarlo, la
respuesta es no. Existen escenarios de encuentro entre ciudadanos de ambos pueblos (y
sus subjetividades), en medio de un conflicto armado, con construcciones intersubjetivas
que evidencian que, aún siendo diferentes, comparten una apuesta por la paz3. En este
otro ejemplo nos preguntamos: ¿cómo es posible que ciudadanos que hacen parte de
pueblos enemigos (esto es, con matrices culturales, religiosas y políticas opuestas) sean
capaces de articular juntos demandas ciudadanas por la construcción de paz?
Es importante que tú, como lector(a) de este texto comiences a buscar las respuestas a estas
preguntas. Desde nuestras reflexiones agregamos otra: ¿qué nexo existe entre estos tres supuestos y
las preguntas que plantea cualquier proceso de desarrollo o de ejercicio de la ciudadanía?
3 En una noticia publicada por el diario español El País el día 19 de enero de 2009 se informaba: “El sábado 3 de enero al mediodía se manifestaron en la ciudad árabe de Sajnin, al norte de Israel, cerca de 130 mil personas y durante la noche hubo un acto al que llamaron el Partido Comunista y diferentes agrupaciones de izquierda y por la paz bajo la consigna: "Judíos y árabes no queremos ser enemigos", donde se vieron pancartas que decían: "En Gaza y en Sderot, los niños quieren vivir". Recuperado en: http://lacomunidad.elpais.com/cortesamador/2009/1/19/pancartas-‐israel-‐judios-‐y-‐arabes-‐queremos-‐ser-‐enemigos
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Subjetividades e intereses: las complejas fronteras e interacciones entre lo privado y lo público.
Antes de comenzar este apartado, es importante indicar que desde la segunda mitad del siglo XX
hasta nuestros días, el desarrollo como problema de conocimiento ha sido discutido desde diferentes
disciplinas, teniendo un marcado acento en campos de estudio como economía, historia, política y
sociología, si bien en los años más recientes se han incorporado en el debate otras disciplinas como la
filosofía, la antropología, la psicología y las ciencias de la comunicación.
En la versión tradicional, las corrientes económicas e institucionalistas asumen al ser humano como
un individuo racional que toma decisiones según sus necesidades egoístas; a ello se contraponen
percepciones de los últimos años que responden a corrientes más de orden culturalista o
antropológico que entienden al ser humano como un sujeto que se construye desde las emociones,
sus prácticas culturales, los consumos, la configuración de identidad, entre otros.
Creemos que es fundamental articular esas dos maneras de entender a las personas y teniendo en
cuenta que el propósito de esta asignatura es ofrecer un marco de interpretación, proponemos que a
la hora de analizar las relaciones entre seres humanos en un proceso de desarrollo tengamos en
cuenta que: a) el ser humano es individual<-‐>social y esta condición es indivisible, b) la relación
dinámica entre sus aspectos emocionales, biológicos, espirituales y mentales configura su condición
de sujeto4, c) la construcción de subjetividad en cada ser humano determina sus intereses (deseos,
motivaciones y creencias) y su capacidad de asociación con otros para agenciarlos, y d) las
organizaciones humanas (comunitarias, sociales, comerciales, los partidos políticos, por ejemplo) son
el resultado del agenciamiento colectivo5 de diferentes subjetividades; es decir que las
organizaciones, grupos y demás se crean con el propósito de pugnar por los intereses de diferentes
sujetos.
Creemos que una situación o problemática, bien sea comunitaria o global, tiene diferentes lecturas,
dependiendo de los intereses, motivaciones, deseos y creencias de quienes observan o intervienen6;
4 Como afirman Rolnik y Guattari (2005). “La subjetividad no es susceptible de totalización o de centralización en el individuo (…) la subjetividad está esencialmente fabricada y modelada en el registro de lo social”. 5 En palabras de Rolnik y Guattari: “El agenciamiento colectivo no corresponde ni a una entidad individuada, ni a una entidad social predeterminada”. 6 Este hecho es de capital importancia en las nociones o teorías del desarrollo, pues valdría la pena preguntarse: ¿Cuál es su origen? ¿Qué intenciones subyacen en esas propuestas? ¿Qué se entiende en cada una por el bienestar de las personas?
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este hecho lo entendemos como una dinámica naturalmente conflictiva (intersubjetiva), en la que se
confrontan y dirimen los diferentes intereses construidos desde las subjetividades de las personas y
las colectividades.
¿Qué relevancia tiene este conocimiento en términos de desarrollo? A la hora de hacer análisis de
cualquier proceso, tendemos a considerar a las personas u organizaciones como seres estáticos con
intereses u objetivos claramente definidos e inamovibles, lo que sabemos que sería un error grosero
de percepción. Por ejemplo, en diferentes conversaciones con personas que han desarrollado trabajo
con comunidades ha surgido la reflexión acerca de cómo entendemos a las organizaciones sociales:
¿lo que dicen los líderes es necesariamente lo que piensa toda la organización? No necesariamente,
pero si hacemos una lectura poco rigurosa, lo asumimos de esa manera y emprendemos acciones, por
lo general equívocas, más aún cuando esas personas y organizaciones interactúan permanentemente
en otras escalas y niveles. Lo anterior nos lleva a hacer una reflexión: ¿cómo entender las
subjetividades y los intereses para establecer puntos de encuentro entre las personas con el fin de
negociar la realidad en la que desean vivir?
El papel de lo privado y lo público: las fronteras difusas
Si relacionamos las anteriores reflexiones con el hecho de que la realidad es construida, se puede
concluir que el proceso de negociación pacífica de los intereses (claramente subjetivos) entre
diferentes sujetos y grupos (productores de subjetividad) con el ánimo de vivir armónicamente, de
lograr condiciones de bienestar y desarrollo, implica una dinámica política bastante agitada. ¿Y cuál es
el campo de juego?
Desde los antiguos griegos, ha existido una constante reflexión acerca de lo privado y lo público como
los escenarios en los que se pugna por los intereses de los diferentes ciudadanos y sus respectivos
grupos u organizaciones. Arendt (1993) nos recuerda que el oikos, “la casa”, era el lugar por
excelencia para la vida privada, en donde existían reglas propias; en contraposición, el ágora era en
donde se dirimían los intereses de los ciudadanos en lo concerniente a lo público, lo que interesa a
todos. No obstante, en la actualidad, debido a múltiples cambios históricos y políticos, la relación
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entre lo privado y lo público ha sido tema de amplias discusiones en diferentes disciplinas, pues los
límites son mucho menos claros que en la Edad Antigua.
La razón fundamental de estas fronteras difusas es que varios hechos históricos ocurridos desde la
segunda mitad del siglo XX hasta nuestros días cambiaron dramáticamente la relación entre lo
privado y lo público: la descentralización del poder público en los Estados-‐nación que se tornó difuso
con el viraje que dio la política mundial, fuertemente influenciada por una economía global de
mercado, los medios de comunicación masiva como nuevo escenario de lo político, el debilitamiento
de los partidos políticos, la vuelta a la individualidad y la intimidad del ser como escenarios de
realización que superan la vida pública7 y el surgimiento de movimientos sociales, entre otros. Todos
estos hechos trasformaron de manera significativa la manera de relacionarnos, de hacer política. En
palabras de Lechner: “Junto con la transformación de la política (institucionalizada) cambia lo político;
es decir, la experiencia cotidiana de la gente acerca del orden colectivo. No es menos significativa la
transformación de "lo político" pues conforma la materia prima de la cual se nutre precisamente la
política institucionalizada. Indicativa de tal cambio es la reestructuración de lo público y de lo privado
y, sobre todo, de la relación entre ambas esferas (…) Asistimos a la mutación del ciudadano de un
individuo racional y autónomo en un consumidor estrictamente acotado en su libertad de elección”
(1996, pp. 3-‐16).
En el siguiente texto de Leopoldo Múnera se evidencia tal situación:
En el mundo contemporáneo, lo público parece perderse en la pluralidad de sus significados. Lo encontramos como sinónimo del Estado y sus instituciones, como el escenario de lo colectivo, como el lugar de la democracia política, como la expresión de una etérea voluntad general o como el coliseo donde los individuos se encuentran para competir entre ellos sin llegar a destruirse. En las antípodas, lo privado surge como su complemento y su negación. Las dos dimensiones sólo existen en mutua referencia, la definición de lo público se construye sobre la definición de lo privado. Ambas representan ámbitos abstractos y heterogéneos, que en términos concretos permitirían hablar de los públicos y los privados; de las diversas
7 Afirma Norbert Lechner (1996): “Sea porque el ámbito público los expulsa o por sublimación de las decepciones sufridas en sus compromisos públicos, sea por una genuina revaloración de la intimidad y del pequeño entorno inmediato, en años recientes los individuos tienden a retrotraerse a la vida privada, generando una verdadera cultura del yo (Bjar, 1993). El cultivo del ego, de las emociones auténticas, del goce estético y otros placeres no significa un rechazo de la política, ni mucho menos de la democracia. Más bien, se trata de hacer una economía de la atención disponible, de cara a la complejidad de la vida social. Parece entonces preferible asegurar la "libertad negativa", desentendiéndose de acciones colectivas de gratificación dudosa”.
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manifestaciones de la colectividad y la individualidad, y de los procesos sociales que en su movimiento los constituyen. Sin embargo, previamente es necesario analizar las relaciones de poder y las tensiones teóricas que volvieron vagas las fronteras entre las dos dimensiones; indagar sobre el significado de la tragedia de lo público en su relación contradictoria y complementaria con lo privado; y superar las representaciones sociales que colonizan lo público y lo atan a los actores, las funciones y las instituciones sociales (Múnera, 2009).
Es por esta razón que –como consecuencia de nuestras anteriores reflexiones– la relación entre lo
privado y lo público es comprendida dependiendo de quién(es) lo mire(n) y cómo se le mire. De hecho,
es importante, en cualquier proceso de desarrollo, aproximarse a las nociones que tienen las personas
y organizaciones de lo que es público y privado, pues en muchas ocasiones las dificultades y/o
conflictos se dan por esta razón.
Ahora bien, desde nuestro papel como estudiantes, profesionales, tecnólogos(as) o docentes, en
resumen como ciudadanos(as) que desean ser agentes de cambio en un determinado territorio en el
que nos encontramos trabajando, ¿cómo reconocer las subjetividades e intereses y los juegos de
poder de y entre los sujetos, en las esferas privada y pública? ¿Cómo generar acciones que propicien
otras realidades mejores? “¿Por medio de cuales imaginarios colectivos las personas reconocen sus
vínculos sociales y orientan su convivencia?” (Lechner, 2002, pp. 91-‐109).
Procurando ser consecuentes con nuestras propuestas de que las subjetividades e intereses son
dinámicos, que la realidad se construye y que resulta fundamental buscar razones en las
intencionalidades de los sujetos, es preciso afirmar que nuestra propuesta no se trata de que los
ciudadanos(as) abracen credos marxistas, neoliberales o conservadores o cumplan mecánicamente
con sus deberes políticos. Si se desea generar cambio, es fundamental entender las subjetividades e
intereses de las personas, de las organizaciones e instituciones, cómo perciben la realidad, es decir a
sí mismas y a las demás, para luego comenzar la compleja labor de tejer relaciones entre esas
diferentes maneras de ser y estar en el mundo para generar cambio.
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Bibliografía
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Vasilachis, I. (1999). “Las acciones de privación de identidad en la representación social de los pobres. Un análisis sociológico y lingüístico”, en Revista Iberoamericana de Discurso y Sociedad. Barcelona: Editorial Gedisa.