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INTRODUCC IN AL CRISTIAN ISMO I
Prof. Gmez Navarro, ngel.
THEODOR SCHNEIDER
LO QUE NOSOTROS CREEMOS
Exposicin del Smbolo de Apstoles Ed. Verdad e Imagen Salamanca, 1991.Creo en Dios Padre
1. La fe en Dios, hoy
Al inicio de nuestra reflexin sobre la primera frase del smbolo de los apstoles o profesin defe formulada en el bautismo cristiano, es lgico que nuestras expectativas sean elevadas. Se
trata, nada menos, de que se realice en nosotros lo que la Carta a los efesios desea a sus lectores
con tanta vehemencia: Que el Dios de Jesucristo, nuestro Seor, el Padre que posee la gloria,
os infunda el espritu de sabidura y de revelacin para que lleguis a conocerle (Ef 1 , 17).
a) La peculiaridad de la confesin cristiana de Dios.
La continuacin de esta extensa plegaria sobre la iluminacin de Dios perfila, por lo dems, de
un modo originario todo el esquema de la confesin cristiana de Dios: el que reconoce a este
Dios, tiene que hablar de sus grandes gestas en Jesucristo y en el Espritu santo. El ilumin los
ojos de vuestro corazn para que comprendis la esperanza que abre su llamamiento, el tesoro
de la gloriosa herencia destinada a sus con consagrados y su extraordinaria potencia en favor de
los que creemos, mediante la eficacia de su poderosa fuerza. El demostr esa poderosa fuerza
en Cristo, al que resucit de la muerte y elev al cielo para ocupar el puesto a su derecha, por
encima de todos los principados y potestades, poderes y dominaciones, y por encima de
cualquier nombre que se pronuncie no slo en este mundo, sino tambin en el venidero. S, todo
lo someti bajo sus pies y a l lo hizo, por encima de todo, cabeza de la Iglesia, que es su cuerpo,
el complemento del que llena totalmente el universo (Ef 1, 18-23).
La historia y el destino de Jesucristo, el Hijo del hombre, y la proximidad palpable de Dios en
la comunidad de los discpulos ponen de manifiesto a quin se reconoce y se testifica aqu como
fundamento y meta de nuestra conciencia cristiana: Bendito sea Dios, Padre de nuestro Seor
Jesucristo, que nos ha bendecido con toda bendicin de su Espritu (Ef 1, 3). Este Dios no es
otro que el Dios nico, al que tambin los musulmanes adoran con nosotros, al que aspiran los
adictos de las ms diversas religiones cuando buscan en la sombra y en imgenes al Dios
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desconocido. No obstante, la novedad y la heterogeneidad de esta confesin cristiana de Dios,
que tuvo su concrecin escandalosa en la interpretacin teolgica del destino de Jess de
Nazaret y de su movimiento, produjo desde el principio una gran impresin: los
seguidores de este camino (Hech 9,2) fueron juzgados y excluidos en el mbito de la fe mosaicacomo desviados e innovadores (cf.Hech 8, 3) y en el rea de la religin estatal romana y de suscultos fueron perseguidos y maltratados como ateos, como negadores de Dios. Confesar alDios cristiano, hablar como cristiano sobre Dios significa ante todo hablar de Yahv, el Dios de
Israel, como habl Jess, que le llama Padre (Abba) de modo tan ostensible ydesacostumbrado. Este Dios es tambin el nuestro segn la experiencia de los discpulos deJess, porque se da y se entrega como el Dios uno y nico en su palabra y en su amor a todoslos hombres, y aparece tambin como Padre nuestro en su Hijo Jess y en el Espritu santo.
Se podra presentar ahora la frase introductoria creo en Dios Padre como un smbolo, como
un signo de identidad para responder a las expectativas de los que desean un comentario sobre
la realidad especficamente cristiana de Dios, comenzando inmediatamente con la exposicin
pormenorizada de la revelacin histrica de Dios tal como se decant en los escritos sagrados
del antguo y del nuevo testamento.
b) El obstculo del atesmo
Sin embargo la concepcin cristiana de Dios se encuentra desde el principio y a lo largo de los
siglos en un contexto histrico concreto que vara segn las pocas y que es factor determinante
del pensamiento y del lenguaje sobre Dios. Es muy importante para la prctica de la fe actual y,
sobre todo, para el testimonio misionero tener presente que la conciencia contempornea no
cuenta ya, obviamente, con la realidad de los poderes y los seres divinos, como contaba la
Antigedad, sino que hoy nos azota de lleno el vendaval del atesmo.
1. Inviabilidad del lenguaje sobre Dios?- No es ste el lugar adecuado para exponer la
historia moderna en el aspecto de alejamiento de la fe tradicional en Dios. Tampoco podemos
intentar aqu el debate argumentativo con las diversas formas del atesmo y del agnosticismo
actual. Pero podemos recorrer tranquilamente el paisaje bblico, caminar por las sendas
seguras de Tierra Santa para explorar los lugares clsicos de la experiencia y del lenguaje judeo-
cristiano sobre Dios, cuando innumerables personas se atormentan, a sabiendas u oscuramente,
con la pregunta de si Auschwitz no es la demostracin irrefutable de la ausencia total de Dios en
nuestra existencia humana? El lugar central del genocidio organizado burocrticamente se
convierte as en la cifra de esos destinos humanos absurdos e inconcebibles causados por la
maldad y la ceguera humana, que parecen ahogar en sangre cualquier posible respuesta positiva
a la pregunta por el sentido de la vida humana. El atesmo que, segn el ltimo concilio, es uno
de los fenmenos ms graves de este tiempo, no se est convirtiendo cada vez ms en la
cosmovisin universal de una sociedad de las necesidades que puede criticar al Dios de
nuestra esperanza como reflejo intil, como supuesta realizacin ilusoria de necesidades
frustradas, como engao y como falsa conciencia? O van a dar la razn los prximos decenios
a aquellos que suponen que el atesmo es una especie de etapa intermedia de un proceso que
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aboca en el agnosticismo, una actitud espiritual de resignacin que, desconfiando de toda
especulacin filosfica, no admite demostracin a favor ni en contra de la existencia de Dios y
deja pendiente la cuestin del Absoluto con el pretexto de los estrechos lmites del conocimiento
humano? Logra algo el pensamiento humano condenndose definitivamente, en el tema
decisivo, a la incertidumbre? Se puede observar de hecho cmo la pregunta occidental por el
ser del ente, que desde Platn y Aristteles ha ocupado y marcado de los modos ms dive rsos
a la filosofa y a la teologa hasta hoy, ha alcanzado, en una consecuencia trgica, el punto dondetambin el ser de Dios se desvanece y escapa al esfuerzo intelectual serio.
Hasta qu punto podemos decir: Dios es? Sin duda, no como una constatac in-objetiva y
neutral al estilo de la frase El Dios que , no existe! Slo se puede hablar
de Dios en una fe comprometida que no dice , con sujeto impersonal, sino que ve en Dios
un y un . El que habla de Dios sin ser afectado por l, ya ha perdido en el fondo a Dios.
En la medida en que se concibe y describe no slo el ser, sino tambin su fundamentacin
ltima en sentido neutral-objetivo, entitativo y apersonal, en la medida en que la ausencia de un
t en la pregunta tradicional por el ser determin el lenguaje cristiano sobre Dios (ens a se,
summum ens, causa prima) terminolgicamente y en el contenido, la experiencia bblica personalde Dios qued cada vez ms encubierta y reprimida.
As pudo desaparecer en una concepcin cientfico-tcnica del mundo la pregunta por la causa
ltima o por un ser supremo; ese concepto se utiliz inicialmente como un tapa agujeros, pero
ms tarde fue eliminado como una superestructura superflua, aadida a una naturaleza
investigable y manipulable sin necesidad de l.
2. La pregunta permanente sobre Dios.- Pero justamente este callejn sin salida histrico
pone de manifiesto que la cuestin de Dios no queda abolida, que una conciencia
antropocntrica reforzada la reflexin implacable sobre las condiciones y determinaciones de la
vida humana, puede alumbrar una nueva aparicin de Dios en la pregunta radicalizada que el
hombre se hace sobre s mismo. Sorprendentemente, el grito desde lo hondo se puede hacer
or tambin all donde se encuentra con todo menos con manifestaciones elementales de la
cuestin de Dios en figura de un combate desesperado en torno al sentido y al fin de la propia
vida. La prensa divulg hace algn tiempo un testimonio impresionante producido en la China
comunista. Yo no conozco ningn otro relato personal de nuestros das que en menos espacio,
en una pura descripcin del camino personal, pero con una penetracin existencial que recuerda
las Confesiones de Agustn, aborde concretamente, desde la propia bsqueda, todos esos
aspectos que la teologa intenta reivindicar desde los das de Pablo hasta la actualidad como
signos de la referencia estructural de nuestra existencia a Dios. Una teologa fundamental
narrativa no podra ser ms exacta ni ms acertada que este historial de la joven china Pan
Syau, del que reproduzco aqu algunos fragmentos importantes:
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Tengo ahora 23 aos. Se suele decir que a esta edad uno hace su entrada en la vida. Mas para
m la vida no guarda ya ningn secreto y ha perdido todo atractivo. Parece como si hubiera
alcanzado ya el final de mi existencia. Al volver la mirada a la trayectoria que dejo atrs, veo un
arco que pas del rojo brillante al gris plido, de las elevadas expectativas a las profundas
decepciones; una evolucin que empez con una actitud desinteresada y desemboc en un
egocentrismo solitario.
Antes soaba, llena de nostalgia, con una vida humana ideal. Cuando era escolar, o contar la
historia del mineral que se ennoblece hasta que llega a ser acero, y me hablaron del diario de Lei
Feng. Aunque no entenda an muchas cosas, me emocionaban tanto las gestas de los hroes
que durante la noche no poda conciliar el sueoViva como embriagada en una atmsfera de
sacrificio y entrega. Mi diario estaba repleto de frases bellas. Yo intentaba seguir de palabra y de
obra el ejemplo de los hroes.
Pronto, sin embargo, sent en m un dolor secreto. Constataba, en efecto, a menudo una
contradiccin entre lo que mis ojos vean y las ideas que me inculcabanSent progresivamente
que el entorno no era tan atractivo como se pintaba en los libros. Yo me preguntaba: Debo creer
a los libros o a lo que ven mis ojos? Debo confiarme a los profesores o confiar en m misma?
Estaba llena de contradicciones. Pero como an era pequea, no era capaz de analizar estos
fenmenos sociales. Adems, la educacin escolar me haba conferido una extraa capacidad.
Yo haba aprendido a cerrar los ojos, a engaarme a m misma, a grabar en la memoria algunas
citas y a refugiarme en mi mundo psquico ideal.
Pero ms tarde este recurso no surti efecto. La vida me dio duros golpes.
Al finalizar la enseanza secundaria muri mi abuelo. Una casa que antes estuvo llena de amor
y afectividad qued de pronto vaca y fra. Me pasaba todo el da discutiendo de dinero. Mi madre,
que trabajaba fuera, se negaba a ocuparse de mi manutencin
Me sent herida Cielos! Si esto ocurre entre los parientes ms prximos, cmo sern las
relaciones interhumanas en la sociedad! Enferm gravemente.
Busqu la amistad. Pero una vez que comet un pequeo error, una buena amiga a la que haba
confiado mi corazn redact por escrito todo lo que le haba dicho en la intimidad y lo refiri
palabra por palabra al jefe. Busqu el amor. Conoca a un compaero de la brigada. Su padre
haba sido perseguido cruelmente por la banda de los cuatro. Yo le rode del ms puro amor y
de la ms profunda compasin. Tom mi corazn herido y le san las heridas. Cuando tuve que
recibir tan duros golpes de fuera, el amor me procur consuelo y dicha.
Pero quin hubiera pensado que mi amigo, una vez destruida la , se ibaa apartar de m y no me iba hacer ya ningn caso. Me sent deprimida!
Pas dos das y noches sin comer ni dormir. Ech pestes y maldiciones. Mi corazn estaba tan
lleno de clera y furor que amenazaba estallar. Ah, Vida, me has enseado realmente tu careta
ms hosca y desagradable. El misterio de la vida consiste en lo que t me has mostrado? Para
dar una respuesta a la pregunta por el sentido de la vida, observ con atencin a la gente. Fui a
pedir consejo a ancianos de cabello blanco, busqu una leccin en nios que vivan en tugurios,
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escuch doctos profesores, aprend cosas de trabajadores sudorosos y sucios. Ms no encontr
una respuesta satisfactoria. Unos decan que el sentido de la vida era la revolucin. Pero esto
me pareca a m pura palabrera y nada ms.
Otros decan que el sentido de la vida consista en alcanzar la fama. Cmo se puede evitar
entonces el distanciamiento de la gente ordinaria? Se dice que el buen nombre perfuma cien
generaciones; pero tambin hay un proverbio que dice:
Otros crean que la vida encontraba un sentido en el servicio a la humanidad. Pero este alto
ideal difcilmente se puede conciliar con la realidad. Cuando uno choca con los jefes por una
unidad de trabajo, cuando uno corre por calles y callejuelas barbotando denuestos por un
pequeo asunto, se puede hablar en serio de servicio a la humanidad? Me aconsejaron que
gozase de la vida, que comiera y bebiera, que jugara y me divirtiera, que el hombre viene desnudo
al mundo y lo abandona con las manos vacas. Pero el sentido de la vida no puede consistir en
venir al mundo y andar por l sin objetivo. Muchas personas me aconsejaron no cavilar ni
romperme la cabeza. La vida es para vivirla; muchas personas no la entienden y, a pesar de todo,
siguen viviendo. Pero yo no soy capaz de eso. , : estas dos palabrasme bullan en el cerebro, eran como un lazo puesto alrededor de mi cuello para forzarme a tomar
inmediatamente una decisin. Estaba acostada y me revolva en la cama de un lado a otro.
Segua pensando, cavilaba y me devanaba los sesos.
Mis observaciones de la vida humana desdoblaron mi personalidad: por un lado me defenda
contra la realidad trivial; por otro, nadaba a favor de la corriente.
Se dice a menudo que cuando uno tiene una profesin se siente realizado, alegre y fuerte. No
es ese mi caso. Yo sufro, yo lucho, me desgarro. A m me gustara mostrarme fuerte, pero s
perfectamente lo dbil que soy. A veces pienso: qu estoy haciendo? por qu tropiezo con
tantas dificultades? Yo tambin soy un ser humano. Tendra que vivir un matrimonio feliz, ser una
esposa solcita y una buena madre. Para qu tanto escribir? Qu puedo ya escribir?
Puedo cambiar la vida con todos mis folios escritos, influir en la sociedad? No lo creo. Algunos
dicen que nuestro tiempo progresa, pero yo no logro asirme a su fuerte brazo. Otros dicen que
este mundo tiene por delante una gran misin. Pero yo no s dnde puedo encontrar usa misin.
El camino del hombre se va estrechando cada vez ms y yo estoy tan casada. He entrado ya en
una iglesia catlica para ver la funcin religiosa. S, he pensado incluso raparme la cabeza y
hacerme bonza budista. Tambin he pensado en suicidarme. Mi corazn est confuso hasta el
extremo, repleto de contradicciones.
Compaeros redactores, os escribo esta carta en medio de mi gran indigencia Si tenis el
valor de publicar mi carta, me gustara que todos los jvenes de nuestro pas la leyeran. Creo
que los corazones de la juventud me comprenden.
3. La solucin aparente: la esencia divina de la humanidad (Ludwig Feuerbach).- Si nos
referimos aqu a la explicacin psicolgica de la religin dada por Ludwig Feuerbach (18041872),
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la figura clave del atesmo moderno, y recordamos brevemente el punto central de la crtica
feuerbachiana a la idea de Dios, es nicamente para poner en claro que tenemos motivos y razn
para estar convencidos de que la crtica moderna a la religin tampoco liquida en modo alguno
la cuestin de Dios. La cuestin queda abierta y es lgico afrontar la fe bblica en Dios. El atesmo
moderno en modo alguno nos deja desarmados argumentativamente. Todas las corrientes del
atesmo actual estn influidas o dependen directamente de la reinterpretacin que hace
Feuerbach del cristianismo y de la religin; tanto Nietzsche como el marxismo, Sigmund Freudcomo Jean-Paul Sartre.
El intento feuerbachiano de demostrar que la religin es una ilusin parte de una clara distincin
entre el gnero hombre y cada uno de los seres humanos. Como ensea la experiencia, los
individuos son imperfectos, limitados y finitos; el gnero hombre, en cambio, la humanidad , es
infinita. Toda limitacin del pensar, querer y obrar de cada ser humano queda absorbida por el
progreso histrico de la humanidad y est superada en l. Pero cada ser tiende, en su estrechez
de miras y en su egosmo, a mirar slo por su propia existencia. Por eso no percibe la infinitud
de la humanidad ni su propia plenitud, sino que toma lo infinito por otro ser completamente distinto
del ser humano. (Feuerbach hipostatiza, pues, el gnero hombre hasta el punto de presentar laesencia humanacomoun sujeto de accin, un sujeto junto a los individuos, adicional a ellos y
con independencia de ellos). El autoengao religioso, la ilusin, consiste, segn Feuerbach, en
tomar nuestra propia realidad como algo ajeno: transfigurar la plenitud infinita del gnero hombre
en un ser infinito distinto del hombre. Y por hacer eso y en la medida en que lo hacemos, este
ser divino no es sino la proyeccin de nuestro propio ser en su supuesto cielo. De ah la
necesidad de convertir de nuevo al sujeto divino en el predicado del ser humano. En lugar de
decir Dios es el amor, hay que decir que el amor (del hombre) es divino. El hombre est alienado
mientras atribuya su ser a otro, a un ser contrapuesto a l.
4. La muerte de Dios y el tema de Jess.- No necesitamos aqu dedicar un anlisis
detenido a la absurda moda, ya desfasada, de la teologa de la muerte de Dios. Pero el hecho
de que esa corriente pudiera articularse como direccin teolgica, como teologa, como
lenguaje sobre Dios que cree poder declarar que ese Dios ha muerto, que no existe o que ya no
existe, muestra a las claras hasta qu punto ha penetrado la idea de Feuerbach en el mbito del
pensamiento teolgico cristiano. La defensa de la idea de Dios puede parecer a una mirada
superficial como un combate en retirada, sumamente onerosa. No sera mejor la situacin del
cristianismo en el mundo moderno si intentramos plantear directamente como tema teolgico
central, sin el empleo del vocablo Dios, la salvacin del hombre y el mandamiento del amor deJess? Es evidente que este tema posee cierta fuerza seductora y que ha ofuscado a ms de
uno.
Pero el que as argumenta se basa realmente en una ilusin. No advierte, en efecto, lo poco
que se puede aclarar y justificar lo especfico de Jess, su ejemplaridad y su pretensin, si se
elimina la idea de Dios. Slo cabe pensar as dejando de lado elementos capitales de los escritos
bblicos. Hay que mencionar ya aqu, al menos, los dos elementos ms importantes: Jess
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mismo se presenta al servicio del reino de Dios, como mensajero del mismo, y esto hasta tal
extremo y tan exclusivamente que no se ve cmo sea posible tomar en serio a Jess y su
mensaje prescindiendo de ese punto central, para ceirse a la autoconciencia y la existencia
humana de Jess. Relegar la cuestin de Dios significara declarar la autoconciencia del Jess
terreno, en tanto que es verificable histricamente, como mera fantasa e ilusin. La fe en Jess
depende de la creencia en su relacin especial con Dios.
Pero tambin eso que suele llamarse el tema de Jess, su mensaje explcito de amor, que
incluye a todos, mxime a los dbiles y tambin a los adversarios y enemigos, apenas deja otro
resultado que una exigencia tica a ultranza si se intenta prescindir de la idea de Dios y de la fe
en Dios. El mensaje de amor de Jess- esto se averigua con los recursos exegticos ms
sencillos- es primariamente un mensaje sobre el amor de Dios a nosotros. Y el nuevo testamento
describe nuestra respuesta como el intento de aceptar y asumir este movimiento y esta actitud
de amor. As, pues, sin la fe en Dios el mensaje de amor cristiano perdera su verdadera raz y
su condicin de posibilidad.
Estas breves alusiones bastan para conocer desde el principio la estrecha correlacin existente
entre el primero y el segundo artculo de la fe, su interconexin hasta cierto punto y, por tanto
cmo la fe en Dios y la fe en Jess se apoyan y se interpretan mutuamente. Las objeciones
inconscientes, secretas, subliminales, de la poca contempornea contra la fe en Dios, y tanto
ms los diversos argumentos de la crtica a la religin desde la posicin atea apuntan, pues, al
conjunto de la fe cristiana. Hubo un periodo de tiempo en que la teologa dialctica evanglica
quiso hacer de la necesidad virtud e intent perfilar, con ayuda del atesmo moderno, una teologa
radical de la revelacin: slo cuando fracase el pensamiento humano sobre Dios, cuando toda
teologa natural y todas las demostraciones pretenciosas de la existencia de Dios hayan
fracasado, estar preparado el terreno para la palabra pura de Dios, para el mensaje del Dios
totalmente otro. La fe cristiana no es la religin a la que Feuerbach se refera y por eso no leafecta su crtica en el fondo. Es obvio que esta argumentacin contiene un ncleo de verdad,
pero en el punto decisivo se muestra superficial e incurre en sospecha de ideologa de
inmunizacin, que no admite ya ningn argumento. Y cuando esa argumentacin afirma la total
heterogeneidad de la fe cristiana frente al resto de la experiencia religiosa, corre incluso el riesgo
de deformar o enmascarar hechos histricos. En efecto, comenzando por los escritos bblicos,
se puede perseguir a travs de la historia la influencia confirmadora que han ejercido las ideas
sobre Dios y el lenguaje religioso de cada poca en la figura del mensaje cristiano. Y, sobre todo,
ese exclusivismo no imposibilita cualquier comunicacin intelectual? Estad dispuestos siempre
a dar razn de vuestra esperanza a todo el que os pida una explicacin (1 Pe 3, 15). Esteprincipio de teologa fundamental, de la primera carta de Pedro, dice lo esencial sobre la
autocomprensin de la fe cristiana y de su teologa: el mensaje del Dios cristiano no es una
doctrina esotrica para personas que no estn acostumbradas a pensar, sino que es preciso
afrontarlo, en la medida de lo posible, a nivel argumentativo, de suerte que la dificultad para
asentir al evangelio de Dios resida slo en la cosa misma: en la decisin de responder a esa
exigencia y no en la desfiguracin o la tabulacin de la doctrina cristiana sobre Dios.
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5. Qu valor tiene la tesis de la proyeccin? Cmo entender y neutralizar la objecin
decisiva de ilusin y de proyeccin? En este contexto es un factor importante la visin que se
tenga del hombre, de su existencia, de su realizacin vital, la idea de su apertura a la totalidad
tanto en el plano del conocimiento como en el plano de la accin tica, y, sobre todo, la idea de
su tendencia a la conformacin y modificacin del mundo. Cuando se caracteriza al ser humano
como el ser abierto al mundo, se entiende que el hombre est abierto ms all de una
determinada figura de su mundo; que es capaz de modificar esa figura, pero est referido tambina una plenitud que l no encuentra en el mundo presente. El hombre, en su apertura al mundo,
aparece remitido a una realidad infinita que lo sustenta, que supera la limitacin de todo lo
presente, que es diversa de todo, una realidad que es el origen de su libertad, origen de la posible
elevacin del hombre por encima de cualquier lmite de su situacin.
Estas reflexiones permiten enjuiciar fundamentalmente la crtica atea a la idea de Dios que se
ha desarrollado desde Feuerbach. Pero la realidad de Dios no queda demostrada por haber
descubierto que la esencia del hombre, la estructura de su subjetividad, presupone una realidad
divina superior a l y a todo lo finito y que fundamenta y sustenta todo este mundo de la finitud.
Quedara siempre la posibilidad de que el hombre est predispuesto por su naturaleza a unailusin inevitable para l. No obstante, si la formacin de la idea de una realidad divina
supramundana se basa en el ser del hombre, entonces la formacin de esta idea sera inevitable
aunque se tratara de una ilusin. La argumentacin atea, en cambio, afirma poder demostrar que
la idea de Dios es una ilusin superable, derivada de la peculiaridad de una fase transitoria del
desarrollo humano. El nervio de esta argumentacin es la demostracin de la superfluidad de la
temtica religiosa para una concepcin adecuada del ser humano. Si esta demostracin fuese
correcta, cualquier otro lenguaje sobre Dios perdera sentido. Pero no es, al pronto, sino una
mera afirmacin contraria a la tesis de todas las religiones y de muchos grandes filsofos de
todos los tiempos, incluidos Kant, Hegel y, a su modo, tambin Heidegger: la tesis de que elhombre, a la luz de la experiencia y de la reflexin desde los comienzos de la historia de la
humanidad, es un ser fundamentalmente religioso que en sus esperanzas y anhelos y en su
conducta busca un fundamento entitativo global que pueda ser el origen, apoyo y meta de su
existencia. Es evidente que esto no implica an la demostracin de la existencia de Dios; pero
est claro que tal exigencia no puede excluirse. Y si no puede excluirse, es posible en principio
que los hombres lleguen al convencimiento de la existencia de Dios invocando una revelacin
divina. Entonces es tarea de la teologa hacer ver que la creencia en una automanifestacin de
Dios tiene sentido ante el fuero de la razn.
c) La racionalidad de la fe en Dios.
1. Ambivalencia de nuestra experiencia del mundo.- El punto de partida de nuestra reflexin
es la ambivalencia de nuestra experiencia del mundo; la experiencia del absurdo y del error, de
la ausencia de sentido, de la maldad y la crueldad, de las catstrofes naturales, del fracaso y la
impotencia, va siempre acompaada de la experiencia de la belleza y la felicidad, de la alegra,
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el entusiasmo, el amor y la fidelidad, hasta tal punto que muchas veces slo es el talante de cada
momento o la predisposicin personal lo que hace destacar los colores claros o los oscuros. Esta
ambivalencia es una base emprica que impulsa a formular la pregunta sobre la realidad de Dios,
ya que en la medida en que tal experiencia puede remitir a Dios, lo pone en cuestin al mismo
tiempo.
Ante esta ambivalencia de nuestra experiencia del mundo, que induce y moviliza, por un lado,
una precomprensin general de Dios y plantea, por otro, una cuestionabilidad radical, la
argumentacin racional choca con una barrera infranqueable; tanto el atesmo como la fe en Dios
son indemostrables e irrefutables; no se pueden fundamentar con una argumentacin radical,
pero tampoco se pueden dejar de lado. Ambos, en efecto, constituyen una opcin, una toma de
postura que puede aducir razones importantes a su favor, pero que tiene tambin en contra unas
experiencias y unos argumentos de peso. Todo queda en tablas? Los platillos de la balanza
estn en perfecto equilibrio o cabe poner sobre uno de ellos un peso adicional decisivo?
2. La confianza bsica.- Conviene sealar a este respecto el fenmeno que la psicologa
llama confianza primigenia o confianza bsica. Se refiere a la actitud positiva ante la vida que
todo ser humano toma en cierto modo como punto de partida, al menos mientras no se abandone
a una desesperacin total. En la medida en que una persona que argumenta en sentido ateo,
intenta dar una determinada direccin a su vida, a su familia, a la sociedad, de cara a un objetivo
que considera razonable y digno, tal persona vive espontneamente de una confianza
fundamental en el sentido de su quehacer y su vida, y de la vida de su nacin y de la humanidad.
Pero la cuestin es cmo fundamentar esta confianza fundamental. La opcin positiva, el s a
la realidad implicado en la confianza fundamental no resulta infundado e inconsecuente desde
el ngulo del atesmo? Y aquel que justifica esta confianza fundamental por la creencia en Dios
que aparece obviamente cuestionada por la ambivalencia insalvable del mundo emprico-nopuede aducir una razn incuestionable para presuponer y confiar en el sentido de la totalidad?
La confianza fundamental del ateo es irracional en ltima instancia.La creencia en Dios como
confianza radical puede ofrecer la condicin de posibilidad de la realidad incierta. En ese sentido
presenta una racionalidad radical. En el platillo de la balanza de la argumentacin atea falta al
menos la fundamentacin de una confianza fundamental. En el platillo de la balanza de nuestra
creencia en Dios colocamos, con la confianza fundamental, su fundamentacin. Esto no significa
en modo alguno, como sabemos por numerosos ejemplos; que un ateo ponga menos empeo
y menos confianza en el resultado positivo de la totalidad que un cristiano. Pero es obvio que
el ateo no puede justificar esta apuesta, su confianza fundamental, ante su posicin atea.
3. Amenaza permanente por parte de nosotros mismos.- De ese modo hemos puesto en
claro, partiendo de la posicin negativa, que es razonable y tiene sentido examinar la concepcin
de Dios propuesta en la Biblia y atender a su mensaje. En cualquier caso, debemos recordar que
esa planta invasora, aparentemente fornea, que es el atesmo, brot en nuestro propio suelo,
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degradado y asolado por nuestro comportamiento defectuoso: el suelo de una creencia en Dios
alterada por formas cognitivas errneas y por unas graves deficiencias en la praxis. Y esto no es
un mero asunto del pasado.
En efecto, el modo de abordar nuestra fe en la teora y en la prctica induce directamente un
riesgo de contaminacin de la creencia en Dios, en nosotros mismos y en los otros. Es
exactamente la prudente observacin que hicieron los participantes del concilio Vaticano II: los
cristianos comparten la culpa en la aparicin del atesmo por haber oscurecido la verdadera
imagen de Dios con las deficiencias de su vida religiosa, moral y social. Si la especulacin
teolgica y la vaga conciencia del entorno cristiano han deformado el lenguaje bblico, vivo y
concreto, sobre el dominio de Dios en la historia, para convertirlo en el concepto abstracto de un
tesmo desvado, en un lejano cuasi supery, en una figura legitimadora de las condiciones y
los valores establecidos, esa deformacin necesita del purgatorio de Feuerbach (Arnold Ruge):
la crisis saludable de la impugnacin atea.
No debemos olvidar que una concrecin bienintencionada hecha por la religiosidad popular
puede rebajar el misterio de Dios y anularlo por efecto del ridculo. En este aspecto, el trono de
gracia, tan representado en la Edad Media tarda-el anciano rey barbudo sentado en el trono,
sosteniendo al Hijo crucificado, y una paloma suspendida sobre la cabeza- es algo ms que un
testimonio, a veces de gran valor artstico, de una poca pasada. Es una advertencia sobre el
permanente riesgo que corre la fe de concebir la unidad misteriosa del Padre, el Hijo y el Espritu
mediante un tritesmo primitivo, condicionado e influido a su vez por un determinado tipo de
especulacin trinitaria y por la recepcin acrtica de su lenguaje, demasiado obvio, sobre lastres
divinas personas. El misterio de la vida divina trina y una slo se puede expresar en un lenguaje
anlogo y figurado; pero no es vlida cualquier imagen para tales efectos.
No menos destructivos que las formas equivocadas del lenguaje teolgico y de la religiosidad
popular es el culto a los dolos que profesa un materialismo prctico, instalado cmodamente
en nuestras latitudes detrs de la fachada de un bienestar de apariencia cristiana. El comentario
de Martn Lutero al primer mandamiento conserva a este respecto toda su vigencia y rigor:
Pues la fe y Dios secorrelacionan perfectamente. Ahora bien, digo yo que aquello que ocupa
tu corazn y conquista tu persona es en realidad tu DiosLo explicar con ejemplos cotidianos
de conducta contrapuesta para comprenderlo mejor. Hay algunos que creen que Dios y todo lo
dems estn de ms si poseen dinero y bienes; se entregan al dinero y lo cuidan con tanto mimo
que no dan nada a nadie. Mira, sos tienen un dios: se llama Mammon, es decir, dinero y bienes;
en l ponen su corazn. Es el dolo ms extendido en la tierraOtro tanto ocurre con aquel que
cree poseer mucho saber, mucha prudencia, mucho poder, mucha libertad, muchas amistades y
muchos honores. Tambin ese tiene un dios, mas no el Dios nico y verdadero. Esto lo puedes
comprobar en la vanidad, seguridad y orgullo que muestran los poseedores de esos bienes y en
la cobarda que delatan cuando les faltan o los pierden.
Por eso repito que el sentido correcto de este fragmento es: significa tener
algo que ocupa totalmente el corazn.
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4. Vigilancia paradjica.- Nuestro intento de dejar hablar al Dios de la revelacin bblica y de
hacerlo presente sin alterarlo ni denigrarlo con la manipulacin de su testimonio no es, pues,
una empresa fcil. Adems de la disposicin a aceptar la aventura de este encuentro, se precisa
a nivel intelectual una vigilancia en cierto modo paradjica: por una parte, la sobria tenacidad de
un esfuerzo mental que no se conforma con ciertos saberes provisionales ni subestima la
posibilidad de las preguntas humanas; y por otra, la honestidad de reconocer y tomar en serio el
hecho de que el misterio divino no se ajusta a ninguna definicin, ningn concepto oargumentacin lgica, sino que brilla en todo caso a travs de todo eso como misterio inaccesible:
La oscuridad persiste; pero se sita all donde tiene que estar con toda humildad; no en la
renuncia al esfuerzo cognitivo, sino en el reconocimiento de sus lmitesEn lugar de rebelarse y
erigirse a s misma como medida de todas las cosas, la razn reconoce que ella misma depende
del misterio. Reconocer el misterio significa aceptar la arbitrariedad ilgica de los hechos y
apreciarla como soporte de un sentido que va ms all de la lgica de la razn y de la ciencia
con su tendencia a la universalizacin y la absolutizacin de los hechos. La razn se realiza en
el contexto del misterio y no fuera de su mbito. Sabe que est iluminada por la opacidad de la
penumbra divina. Aqu reside el carcter teologal de la teologa, en tanto que sta se entiendecomo racionalidad dentro de la fe. La teologa no pretende en modo alguno poner fin al misterio.
Ella proclama su profundidad insondable. La teologa se convierte entonces en doxologa: Oh
profundidad de la riqueza, de la sabidura y del conocimiento de Dios. Qu insondables son sus
juicios, qu inescrutables sus caminos. Quin ha conocido el sentido de los planes de Dios? O
quin ha sido su consejero? O quin le dio algo para que l tuviera que restiturselo? Todo viene
de l, es por l y va hacia l. A l el honor por siempre, Amn (Rom 11, 33-36). Esto slo puede
entenderlo el que supera el espritu de geometra y se orienta en el espritu de comprensin
intuitiva, el que va ms all de la razn analtico-instrumental, predominante en nuestro mundo
cientfico y tcnico, y da un margen al pensamiento sapiencial y sacramental.
2. La experiencia plural de Dios en el pueblo de Israel
Intentemos profundizar ms en el sentido de la primera frase del smbolo de los apstoles;
Creo en Dios Padre. Hemos sealado ya que el texto de este enunciado fundamental habla de
Dios como Padre de Jesucristo, que por medio de Jess se manifiesta tambin como Padre
nuestro. Si buscamos una comprensin ms exacta de este credo bsico, nos encontramos con
dos grandes conjuntos.
El primer conjunto (captulo primero) aparece cuando contemplamos con los ojos del Jess
terreno la experiencia de Dios que tuvo el pueblo veterotestamentario, el pueblo de cuya tradicin
religiosa vive Jess; cul es el mensaje fundamental del pueblo elegido sobre su Dios vivo? A
esta pregunta hay que aadir otra complementaria: no pone Jess su nota propia e
inconfundible a ese mensaje israelita sobre Dios? dnde y cmo lo hace? Pero tambin esta
pregunta se refiere a la conducta y la predicacin del Jess prepascual.
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El segundo conjunto (captulo segundo) est determinado, en cambio, por la necesidad
pospascual de percibir y descubrir el destino de Jess, sobre todo su muerte ignominiosa y su
elevacin a la vida de Dios, como relevante para la imagen de Dios y para la fe en Dios. En
efecto, la conjuncin de los trminos muerte en cruz y Dios conduce, en forma mucho ms
radical que una teologa de la encarnacin, a un cambio drstico en la idea de Dios.
Cuando el Jess adolescente fue iniciado y se ejercit en la fe de su pueblo, tena casi dos mil
aos de historia detrs de s. Esta historia aparece en los libros del antiguo testamento en un
orden cronolgico que est determinado en parte por el esquema de promesa y cumplimiento.
Lo cierto es que la ciencia veterotestamentaria ha constatado desde tiempo atrs que la serie y
la coordinacin de los diferentes fragmentos y elementos de la tradicin no en ltimo lugar deben
leerse como una historia evolutiva de la creencia en Dios en el antiguo testamento. Hay que
comprender y tomar en serio, sobre todo, la exposicin del hexateuco; es preciso tomar en serio
los libros desde el Gnesis a Josu, es decir, los relatos bblicos desde el comienzo de la
creacin, pasando por la expansin de la humanidad y la gnesis del pueblo de Israel hasta la
conquista de Canan, como un testimonio creyente de la interpretacin del mundo y de la historia.
Como el marco temporal ofrecido en esos libros no se puede tomar sin ms como un esquemahistrico-cronolgico, la exgesis actual tiende a partir, en la descripcin del desarrollo de la fe
israelita, no de una lnea evolutiva fija al nivel de la historia de las ideas, sino de diversos campos
de experiencia religiosa y a analizar el precipitado lingstico de tales experiencias: Yahv
posibilita la vida en el desierto del Sina (Jue 5, 4 s; Dt 33 2; Sal 68, 8-11). Los textos conciben
la liberacin de la esclavitud en Egipto como una nueva libertad otorgada por Dios. En los
enfrentamientos blicos se impone la idea de que Dios crea un derecho para los suyos mediante
la guerra: Nuestro Dios es un hroe guerrero ( Ex 15). La vida de las tribus y familias de los
padres da origen, al margen del ambiente cultural, a la experiencia de proteccin divina, ya que
Dios abre y mantiene el espacio vital necesario y posibilita, sobre todo, la perduracin medianteuna numerosa descendencia.
a) Reunidos en el nombre de JHWH
La importancia del fenmeno, desde la perspectiva de la historia de las religiones y la
perspectiva teolgica, consiste en que las diversas races de Israel concluyeron en un nico
tronco. El nombre de Yahv, como principio impulsor, no significa slo un sujeto susceptible de
recibir un nombre, capaz de unir en s las numerosas experiencias, sino que pas a ser el
fundamento de ese lenguaje religioso, y las otras experiencias impedan, por su parte, la
congelacin del marco de experiencias sugerido con el nombre de Yahv.
1. La zarza ardiendo: Estoy por vosotros.- Este marco de experiencias, su amplitud y
profundidad y la capacidad asimiladora resultante se expresan de modo singular en el clebre
relato de la zarza ardiendo (Ex 3).
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Moiss apacentaba el ganado en la estepa de Madin, donde se haba refugiado huyendo del
Faran. Educado en la alta sociedad egipcia, reneg de su arraigo social con su accin impulsiva
contra la opresin brutal de que eran objeto sus compatriotas, pero dej tambin desasistido a
su pueblo para salvar la propia vida. El relato del libro del Exodo sita en el desierto de Madin
el encuentro con Dios junto a la zarza ardiendo. Moiss, atrado por la extraa llama, escucha
una voz: Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abrahn, Isaac y Jacob Conozco la situacin
desesperada de tu pueblo, oigo su clamor, veo sus sufrimientos. Voy a liberarlos de los egipciosy llevarlos a un pas hermoso y dilatado. Y ahora escucha: Ve a Egipto, que quiero enviarte al
Faran.
Quin es el que afirma que conoce directamente los sucesos de Egipto? El relato lo llama
enfticamente el Dios de su padre, el Dios de los antepasados. Es el Dios conocido desde
antiguo, con el que tuvieron contacto los antepasados, el Dios de la tradicin, del pasado, de los
orgenes. No es an el Dios de Moiss, el Dios del presente inmediato, el Dios de la liberacin.
Pero ahora interpela a Moiss. Quiere liberar a Israel, y quiere hacerlo por medio de Moiss,
Dios es ms fuerte con Moiss que sin l? Con un Moiss ya fracasado? Moiss responde;
Quin soy yo para presentarme ante el Faran o para sacar a los israeli tas de Egipto?. Aqulreplic: Yo estar contigo. Y Moiss repuso: Si yo me presento ante los hijos de Israel y digo:
el Dios de vuestros padres me ha enviado, y ellos me preguntan cmo se llama, qu les voy a
contestar? a Moiss no le basta la referencia a un Dios de antao, a un Dios de los padres, del
pasado. Ese Dios tiene un nombre? Puedo nombrarlo, hablarle? Es un interlocutor?
Significa algo aqu y ahora?. Y Dios responde a Moiss: Yo ser el que ser.
As dirs a los israelitas: me ha enviado a vosotros.
La versin habitual de este pasaje es: Yo soy el que soy, y la tradicin occidental ha
interpretado siempre el texto refirindolo al Ser absoluto, infinitamente superior al mundo y al
hombre. Pero el texto no dice eso exactamente. Utiliza un verbo que no posee un carcter
esttico, absoluto, sino dinmico y referencial. Significa tanto como llegar a ser, suceder,
acontecer, comportarse. Y lo utiliza en el tiempo hebreo de la accin inacabada; abarca, pues, el
presente y el futuro e implica directamente el ahora y el pronto. Moiss descubre, segn este
relato, que puede dirigir la palabra, ahora, al Dios de los padres, que l est presente ahora, que
lo estar tambin en Egipto, que estar siempre presente para Moiss y los israelitas a su
modo y con plena libertad, pero sin lugar a dudas y de modo eficaz. El Dios de los padres es
tambin el Dios de Moiss; el Dios de antao es el Dios de ahora, el Yo soy; el Dios del pasado
es tambin el Dios del presente y del futuro.
Y Moiss regresa a Egipto. Su intervencin impulsiva y espordica a favor de los hermanos
dbiles se convierte en un compromiso fundamental para la liberacin de su pueblo. Moiss
recupera el valor, no porque se vuelva de pronto ms fuerte que antes, sino porque confa en el
Yo soy. Con la confianza puesta en el Yo soy, tambin el pueblo intenta el desencadenamiento
y conquista la libertad.
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2. Historia del pueblo con Dios.- La salida de Egipto, el suceso y su interpretacin, conformaron
decisivamente la conciencia de los creyentes del antiguo testamento y quedaron grabados
en su memoria. Desde que ellos se confiaron al yo estar por vosotros, hay una esperanza
comn ligada al destino del pueblo. Yo ser, significa: Yo os salvo de la esclavitud, estoy
con vosotros, os hago fuertes. All donde vayis, estar a vuestro lado. Yo soy el que acude
a vosotros, soy vuestro futuro, hacia el que os encaminis, soy el que est llegando, hacia el
que vosotros avanzis.
Esta experiencia: Dios es Yahv, un Dios para su pueblo, confiere tambin la cohesin interna
al ya mencionado y pequeo credo de la historia de la salvacin de Israel (Dt 26, 5 b10). Este
texto confesional, de la poca de la amenaza asiria durante los siglos VIII y VII, comprende todo
el arco de las tradiciones histricas de Israel desde el Gnesis hasta el segundo libro de Samuel,
utilizando una determinada tcnica compositiva: dentro de una antigua plegaria de accin de
gracias por la cosecha, la teologa deuteronmica insert como texto intercalado ciertas frmulas
que de diversos fragmentos narrativos previos porque figuraban en ellos en lugar
destacado y se podan entender como frmulas abreviadas para unos bloques de hechos ms
amplios. La compilacin de tales frmulas enfticas dio como resultado una versin abreviadadel gran arco de acontecimientos que abarca en sentido narrativo-confesional la historia de los
antepasados, la emigracin a Egipto, la historia del sufrimiento en este pas, la liberacin, la
entrega de la tierra prometida y la construccin del templo como una nica accin de Yahv.
Israel guard como un preciado tesoro este conocimiento adquirido y verificado en una
experiencia histrica plural, e intent vivir de l: T, Seor, eres un Dios compasivo y p iadoso,
paciente, misericordioso y fiel. Vulvete a m y s propicio (Sal 86, 15 s; cf. Ex 34, 6; Joel 2, l3 ;
Nm 14, 18). Esta frase formula la quintaesencia de la experiencia yahvista, alrededor de la cual,
como centro, se agrupa el variado lenguaje religioso del antiguo testamento. Dios es para
nosotros, es un Dios para el hombre y para el mundo: esta experiencia fue el fruto del destinocomn y el patrimonio trasmitido a las siguientes generaciones: Cuando tu hijo te pregunte el
da de maana-leemos en el libro del Deuteronomio (Dt 6, 20)-< por qu observis los
preceptos que Yahv, nuestro Dios, os dio?>, responders a tu hijo: .
3. La cercana misteriosa de Dios.- Hay cuatro aspectos de la misteriosa cercana de Dios que
aparecen incluidos en la experiencia yahvista y en su formulacin e interpretacin peculiar
en Ex 3, l4:
1. Seguridad: .
2. Indisponibilidad:
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vuestra trayectoria vital en que no os guste recordar que yo quiero estar con vosotros o en que
preferirais tener otro Dios>.
3. Exclusividad: .
4. Inmensidad: < Yo estoy ah y mi proximidad no conoce fronteras locales, institucionales ni
temporales. El estar con vosotros no excluye que pueda estar tambin con vuestros enemigos.
Mi presencia salvadora transciende la tierra donde vivs y que vosotros converts tantas veces en
centro de vuestra vida. Ni siquiera la muerte es para m una frontera que pueda poner lmites a
mi fuerza vital>.
b) Dios penetra y abarca el espacio y el tiempo
La experiencia intensiva de la comunicacin y proximidad de Dios est, pues rodeada y
acompaada de la idea, cada vez ms clara, de que Dios puede estar siempre presente a supueblo precisamente porque no puede quedar recluido ni limitado por ningn espacio ni tiempo.
Yahv es el que sobrepasa y abarca siempre el lugar y la hora, la patria y el extranjero, el pasado
doloroso y el futuro prometedor. Y por eso est presente ntimamente en la vida del individuo y
en el destino del pueblo.
l. Supraespacial e inabarcable.- Dios no reside en el monte Horeb, sino que descendi a l
(Ex 19, 18.20) para ofrecer su alianza. En la visin vocacional del profeta Isaas, el templo slo
llega a contener la orla de su manto (Is 6, 1). El autor proftico de la plegaria recitada en la
consagracin del templo pone en boca del constructor una frase que sigue siendo memorablepara nosotros:Si el cielo y los cielos de los cielos no pueden abarcarte; cunto menos esta casa
(1 Re 8, 27). Para poder adorar a Yahv en pas extranjero no es necesario pasar de Samaria a
Damasco, ya que Dios no est legado a esta tierra, como parece suponer Naamn, el arameo
pagano( cf. 2 Re 5, 17). En la esclavitud del lejano Egipto, en la soledad de la regin desrtica
del Sina, en la cultura urbana de Canan o en los ros de Babilonia, del gran exilio, Dios oye y
ve a su pueblo. No se le puede circunscribir entre el cielo y el reino de los muertos ni entre la
cima del Carmelo y el fondo del mar (cf. Am 9, 1-4); segn el relato de la creacin en el escrito
sacerdotal (Gn 1, 14-18), l en su soberana csmica cuelga el sol y la luna como lmparas del
firmamento. Los israelitas intentaron reflejar en sus plegarias esta transcendencia de Diossalvadora y desafiante al mismo tiempo:
Sabes cundo me siento y cundo me levanto.
Conoces mi pensamiento desde lejos; est yo
en camino o acostado, t lo adviertes;
familiares te son todas mis sendas Me
rodeas por todas partes y tienes puesta sobre
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m tu mano. Demasiado misteriosa, demasiado
elevada es esta ciencia para m; no puedo
abarcarla
Adnde puedo huir de tu espritu?
adnde escapar de tu rostro? Si subo al
cielo, all ests t; si en el sheol me acuesto,
all te encuentras. Si tomo las alas de la
aurora y me poso en el extremo del mar, all
me sostendr tu mano, tu diestra me
asir (Sal 139)
2. Supratemporal e inmensurable.- Yahv abarca, adems de las profundidades y las
alturas del espacio, las generaciones y los milenios. Domina todos los tiempos y por eso nunca
es un ser pretrito que pueda quedar desfasado. Slo el mundo tiene comienzo. Dios no. La
existencia es una nota sustancial del ser en Yahv, hasta el punto de que el autor de Gn 1,1 no
necesita referirse a la . El Salmo 90,2 dice
expresamente:. La frase del versculo 4 sobre los mil aos que para Dios son da a entender figuradamente que la existencia y la vida de Yahv no
discurren temporalmente, sino que transcienden todo tiempo terreno. En este sentido Isaas II
llama a Dios < el primero y el ltimo> (Is 44, 6; 48, 12).
La extensin de su ser es lo inmensurable, que rebasa todas las medidas. Pero la intensidad
incomparable de su vida se manifiesta en esa majestad, ese esplendor, ese brillo deslumbrante
que hace velarse el rostro a los mismos serafines celestes, comparados a los relmpagos en la
visin de Isaas (Is 6) .
3. Ninguna imagen le cuadra.- El conocimiento de esta misteriosa inabarcabilidad e
inconmensurabilidad de Dios se expresa, por ejemplo, en la prohibicin de cualquier imagen en
el culto veterotestamentario. La imagen de Dios que tiene Israel se caracteriza, como es sabido,
por la exclusin total de una imagen en el sentido propio del trmino. Esta actitud es inusual y
significativa, ya que las religiones que se practicaban en los pases vecinos a Israel incluan como
algo esencial y obvio las imgenes cultuales. Ese culto y sus imgenes correspondientes se
inspiraban en el pensamiento mitolgico, que consideraba que la naturaleza y el cosmos eran el
hogar y el fundamento existencial de los dioses. La severa prohibicin que impone la fe yahvista
de adorar al Dios vivo o a los dolos en una imagen hecha por mano humana viene a concretar
la conciencia de la singularidad de Dios, de su transcendencia y de su eminencia sobre el mundo.
Dios no puede ser captado por la facultad representativa o figurativa del hombre, ni cabe esbozar
una imagen unitaria de su ser. Mirad, las naciones son como gotas de un cubo y valen lo que el
polvillo de balanza. Las islas pesan juntas lo que un grano Con quin compararis a Dios,
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qu imagen vais a contraponerle?... No sabis, no lo habis odo? El Seor es un Dios eterno
que cre la ancha tierra. El no se cansa ni desfallece, insondable es su inteligencia con quin
queris compararme, a quin me voy a parecer?-dice el Santo (Is 40, 15-25).
c) La singularidad y unicidad de Dios
1. Lenguaje de los amantes.- El mensaje sobre Yahv como el Dios singular y nico es la
base de la fe bblica. Hemos aludido ya a esa frmula enftica, lapidaria, Yahv es nuestro Dios.
Yahv es el Unico (Dt 6, 4), y a su relevancia en la conciencia y en la oracin diaria del israelita
fiel. La exclamacin enftica Yahv es nico no deriva en modo alguno de la lgica
argumentadora a nivel de filosofa de la religin; su contexto es el lenguaje de los amantes (cf.
Cant 6, 8 s: Salomn tiene muchachas sin cuento, pero una sola es mi paloma, sin
defecto).
Estos textos no expresan slo (ni primariamente) la conclusin de un razonamiento humanosobre la exclusividad conceptualmente necesaria de lo divino, sino la vinculacin emocional del
pueblo, prendado del amor de su Dios Yahv. La unicidad y singularidad de la relacin de Yahv
con su pueblo se expresa, pues, sobre todo en esos sorprendentes textos de la Biblia que hablan
del amor inefable de Dios, de sus deseos, su galanteo, sus celos y sus desengaos, su ira y su
arrepentimiento (cf. Jer 2 y 3 ). Israel es la novia y la elegida de Yahv: Pues el Seor te prefiere
a ti, y tu tierra tendr marido. Como un joven se casa con su novia, as se desposa el que te
construy; la alegra que encuentra el marido con su esposa la encontrar Dios contigo (Is 62,
4s). Adems de las imgenes expresivas del amor entre novios y entre esposos (y en el caso de
infidelidad y cada de Israel, las imgenes de adulterio y de prostitucin), la ternura paternal y
maternal sirven de comparacin para explicar la entrega peculiar de Yahv a Israel: Cuando
Israel era nio, lo am, y desde Egipto llam a mi hijocomo los padres que levantan al lactante
hasta sus mejillas. Me inclin hacia l y le di de comer (Os 11, 1 y4). La constante confesin de
la unicidad de Yahv es, pues, por lo pronto y sobre todo una llamada a la fidelidad del pueblo,
una exhortacin al estilo de vida de convivencia y reciprocidad que deriva necesariamente de la
paternidad de Yahv para sus hijos e hijas.
2. El celoso.- Los celos y la ira de Dios, el anuncio de la desgracia y la amenaza del castigo
son elementos constitutivos de esa relacin singular: No siendo Yahv el motor inmvil,
autosuficiente, de una teora filosfica, se ve afectado profundamente por lo que hace Israel. En
virtud de su apuesta total por el bien, no puede permanecer neutral y distante cuando Israel
degrada la libertad que l le otorga De ah su clera, ese impulso de su ser, que no est
dispuesto a admitir la injusticia, la brutalidad, el egosmo y el endiosamiento autocomplaciente
en nombre de los seres humanos oprimidos y alienados. Para que el bien no degenere en mal,
se enciende la ira de Yahvla ira santa del Yahv amante, que no quiere encubrir las enormes
injusticias con el manto de la falsa generosidad o del tibio desinters. El profeta Oseas describe
la profundidad inefable del amor de Dios a su pueblo cuando presenta a Yahv, en monlogo
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consigo mismo, preocupado por la supervivencia de Israel, dominando su clera y su deseo de
exterminio y transformndolos en voluntad gratuita de perdonar a su pueblo culpable, que sin
entrega renovada caminara a la ruina segura (Os 11, 1-11). Anotemos tambin aqu dos
puntos: cmo la fe israelita en Yahv marc indeleblemente la conciencia del pueblo y cmo esta
experiencia y este lenguaje sobre Dios van adquiriendo un perfil singular en el contexto del
politesmo antiguo. Ambos aspectos permiten acceder a la visin bblica de la personalidad de
Dios.
3. La familia de Yahv.- Ms de 350 pasajes del antiguo testamento demuestran que la
expresin pueblo de Dios significa pueblo de Yahv (slo hay dos excepciones: Jue 20, 2 y 2
Sam 14, 13), y ponen de manifiesto cmo la palabra pueblo est fuertemente marcada por el
sentido de parentesco y de linaje, de forma que en la mayora de los pasajes habra que
traducir la expresin pueblo de Yahv por familia de Yahv.
La conciencia de ser la familia de Yahv viene a ser, pues, el trasfondo del lenguaje sobre el
amor celoso de Dios. Llama la atencin que el verdadero contexto de este lenguaje sea la
plegaria y la proclamacin proftica. La conciencia de ser familia de Yahv se expresa en el
lenguaje dirigido a Dios y procedente de Dios; dentro, pues, de la invocacin y de la llamada,
sobre todo en las situaciones extremas: Nos has rechazado, oh Dios, nos has deshecho, estabas
irritado. Vulvete a nosotros Has sometido a tu familia a una dura prueba (Sal 60, 35). Por
qu, Yahv, arde tu clera contra tu familia, que sacaste de Egipto con gran poder y mano
fuerte?...Cesa en tu ardiente clera y arrepintete del mal que quieres hacer a tu familia (Ex 32,
11 ss). He visto la afliccin de mi familia. Su grito de auxilio ha llegado hasta m (1 Sam 9, 16).
La expresin familia de Yahv adquiere su verdadero tono y especial colorido por la situacin
de pobreza y miseria, por el clamor desesperado (vg; Is 3. 12-15), tanto que en esa expresin la
experiencia de la singularidad de Dios se convierte en una especie de evangelio del antiguotestamento: El trmino alude al misterio de la entrega divina precisamente a
las personas indigentes, pobres y oprimidas. En frmula extrema, la , en su
origen y en casi todo el antiguo testamento, no es un concepto eclesiolgico, sino un concepto
soteriolgico. El nuevo testamento asume su contenido especialmente cuando Jess se entrega
a los pobres, enfermos y socialmente marginados y los rene en un nuevo Israel. Como una
traduccin del antiguo trmino a un lenguaje ms comprensible, Jess habla a tales personas de
su Padre del cielo, cuyos hijos deben ser ellos y lo son ya realmente.
4. Entre muchos dioses.- Volvemos an, brevemente, al tema del lenguaje
veterotestamentario sobre los celos de Yahv, que slo tiene sentido en el marco politesta que
los propios israelitas presuponan como algo obvio: Pues qu nacin grande tiene dioses tan
cercanos como est el Seor, nuestro Dios, cuando lo invocamos? (Dt 4, 7). La peculiaridad de
esta experiencia de Yahv y del trato con l prepar sin duda el estricto monotesmo de Israel,
pero se expres y se abri paso ya en el marco del antiguo politesmo. Es demasiado simple
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relegar el politesmo antiguo como mero error de una etapa cultural primitiva y no tomarlo en
serio como reflejo de una profunda experiencia humana:
El conocimiento de Dios desde la realidad terrena se produce siempre en el contexto de una
experiencia intramundana concreta y nica. Esta experiencia consisti para el hombre antiguo,
sobre todo, en el encuentro con el cosmos: el cielo estrellado, la tempestad, el mar, el sol, la luna,
el despertar de la naturaleza en primavera, la tormenta, el parto de los animales, el nacimiento
de un nuevo ser humano. Tambin ejercieron influencia ciertos lugares y objetos especiales;
montes, colinas, rboles corpulentos, fuentes, ciertas piedras. En fin, algunas circunstancias y
acontecimientos de la vida personal. Cuando una persona o un ser humano senta en tal contexto
concreto la experiencia de la transcendencia, u ocurra que esa realidad concreta ocultaba una
profundidad infinita y una benevolencia transcendente, esta experiencia religiosa se resolva, con
la ocasin concreta, en la figura de una deidad. Era una experiencia del ms all. Para poder
nombrar y adorar el ms all, ste se condensaba en la figura divina. Como tales experiencias
eran mltiples, surgan muchas figuras divinas. Muchos dioses, por tanto. A ello hay que aadir
que el hombre es un ser social e histrico. No vive slo en el instante, sino que recuerda lasexperiencias pasadas y conserva las presentes para el futuro. No vive slo de la experiencia
propia, sino an ms de la experiencia de sus semejantes, que le llega a travs del lenguaje y de
los usos e influye en l. Los grupos y sus intercambios implican tambin la comunicacin de las
experiencias religiosas. La tradicin de las experiencias religiosas ms remotas y extraas
acontece en la Antigedad en forma de nombres de dioses y de usos cultuales asimilables para
la adoracin de los distintos dioses.
Se puede afirmar, pues, con cierta razn que una deidad politesta nunca fue un ser existente,
sino el nombre de una posibilidad concreta, entre muchas, de afrontar la transcendencia
inaccesible de Dios, del Uno. Si tal es la esencia de un dios politesta, se comprende que esosdioses puedan cambiar, que puedan desdoblarse y reunificarse y, sobre todo, que un dios nico,
entre los muchos dioses en los que se cree, pueda acumular de pronto todo lo divino en el
momento en que se le adora. Entonces resulta lgico que la experiencia religiosa y el acto
religioso se asocien casi necesariamente, en otra situacin vital o al menos en otro lugar y entre
personas diferentes, a otro dios distinto.
Esta es, obviamente, una descripcin de la experiencia politesta de Dios con los recursos
conceptuales del monotesmo.
Si este anlisis del politesmo concreto es correcto, no podemos eludir la consecuencia de que
la sorprendente tolerancia de las religiones entre s, que llev siempre a amalgamas, al
sincretismo, fue como una propiedad natural de la religiosidad antigua: Cada dios distinto
puede ser un descubrimiento nuevo y enriquecedor del misterio transcendente e insondable, y
en el acto concreto de adoracin de cada dios convergen todas las dimensiones. Ahora bien,
qu significa el hecho de que aparezca en tal contexto un Dios intolerante, un Dios que es
celoso de sus fieles y les prohbe adorar a los otros dioses?. Es evidente que la preocupacin
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monoltrica de la fe israelita no se puede considerar an como el primer signo de un monotesmo
en sentido estricto. La prohibicin absoluta, cada vez ms rigurosa y reivindicada, de la adoracin
de otros dioses significa tambin el rechazo severo de todo intento de tantear de modo fecundo
otros modos del encuentro con la transcendencia, la profundidad misteriosa de la realidad. Este
precepto riguroso slo tiene sentido si la experiencia de Yahv contiene algo que falta en la
experiencia de otros dioses. Yahv tiene que significar algo ms que el conocimiento y el
encuentro con Dios accesible a todos en cualquier tiempo, ms que el conocimiento diverso, perosiempre igual, del lejano Dios nico traspuesto detrs de las cosas. De ese modo, la traduccin
objetiva de los celos de Yahv dentro del lenguaje monotesta viene a ser la teora de una
revelacin especial que se produce slo en Israel.
d) Personalidad de Dios
1. La revelacin como autoapertura personal.- Nos encontramos aqu ante la verdadera raz
del concepto tardo, complicado y sutil de una revelacin especial (sobrenatural), que presenta
clara y conscientemente la experiencia bblica de Dios como algo distinto de la eterna pregunta
humana sobre el fundamento ltimo del ser y del atisbo (natural) de la realidad y el poder de lo
divino que puede alcanzarse por esa va. Si hablamos en trminos de monotesmo, hay que
decir que los celos de Yahv estn relacionados con la idea de una revelacin especial. Quiz
haya que ir an ms lejos. La exclusividad que aqu se postula indica que lo especial tiene mucho
que ver con el encuentro con Dios que se produce en Israel. Esa revelacin no transmite
conocimientos nuevos sobre las profundidades de Dios. Tendran que aparecer nuevos dioses
para llegar a ese resultado. Lo decisivo parece ser justamente el encuentro mismo con Dios
asumido en tal punto del tiempo y del espacio Ese encuentro parece ser constitutivo de la
.
Si aqu, y precisamente aqu, accedi al hombre el Dios transcendente, lejano, esta experiencia
no fue ya similar a otras y era necesario preservarla celosamente.
Tanto la conciencia del vnculo personal, fuertemente emocional, de todos los pertenecientes
a la familia de Yahv con aquel que puede remediar todas las necesidades, como tambin la
firme creencia de que la existencia histrica de Yahv para su familia constituye una revelacin
nica, especial, una comunicacin y promesa de Dios que rebasa todo atisbo mtico,
desembocan en la certeza de que ese ser posee una personalidad. El pueblo y el individuo se
ven reclamados, emplazados ante la responsabilidad de la accin histrica. En este encuentro
personal reside el verdadero origen del lenguaje sobre la personalidad de Dios y del concepto
mismo de persona: Un examen atento de la gnesis histrica de la nocin de persona muestra
que el trmino no es en modo alguno una transferencia antropomrfica de rasgos
humanos al ser divino, sino que el proceso es el inverso: la vida divina, su comunicacin al
hombre, la experiencia de la divina y de su amor, el hombre como imagen de Dios y
la idea de la eleccin preceden a la experiencia de persona y la han justificado plenamente. La
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idea de va ligada a una experiencia concreta: la indisponibilidad e impenetrabilidad
de Aquel que est aqu en juego.
2. Los antropomorfismos audaces.- Este trasfondo permite descifrar y comprender los
audaces antropomorfismos del lenguaje veterotestamentario, que tantas veces nos chocan a
irritan a los occidentales, como cifras para expresar el trato vivo y comprometido de Yahv con
los humanos. Al reflejar la vitalidad de Dios, expresan lo que hoy llamamos personalidad. Esta
forma aparentemente humanizada del testimonio de fe queda preservada del malentendido
grosero gracias a la confesin simultnea de la trascendencia de Yahv ms all del espacio y
el tiempo. Por otra parte, el ncleo y fundamento de esa forma antropomrfica es que los hebreos
(que no teorizaron ni forjaron el concepto de espritu o de personalidad) nunca conciben a Yahv
como un ello, como lo infinito, sino siempre como l, como yo, como s mismo; ciertas
propiedades personales primigenias, como el conocimiento y el saber, la voluntad y la libertad,
no se manifiestan slo en el objeto, sino en el fenmeno del lenguaje, que es donde el antiguo
testamento resume toda la y comunica as la palabra creadora,
la palabra histrica y la palabra reveladora de Yahv.
3. Situacin originaria de encuentro.- Todo esto viene a expresar un punto relevante sobre
el origen del lenguaje bblico y sobre su lectura e interpretacin correcta: el origen del lenguaje
bblico sobre dios reside en el suceso de un encuentro producido en medio de la realidad
concreta de la existencia humana. La palabra Yahv acontece, sucede como accin que altera
la vida, que arranca de lo rutinario, que se salta los procesos anteriores, que empuja al hombre
en otra direccin y lo pone en camino para asumir un mensaje y aceptar una tarea. Mantener
viva esta situacin originaria, abrirla una y otra vez, fue y es el verdadero objetivo de toda
tradicin viva. Todos estos textos fueron registrados y completados, ampliados y reinterpretadosjustamente partiendo de la firme conviccin de que el Dios revelado y su palabra constituyen una
interpretacin permanente. El que se aplica a estos textos, el que penetra en ella con docilidad,
podr ver cmo se realiza el acontecimiento que persigue ser para l el lugar donde Dios le habla.
El Dios-objeto como objeto histrico, cuya imagen contempla y describe desde la distancia la
teologa bblica, se convertir para l en el Dios sujeto de la situacin proftica originaria.
Esta vitalidad originaria, siempre renovada, de la experiencia bblica de Dios genera la
incomparable eficacia, la capacidad de imposicin histrica de este Dios de la historia y de la
libertad. En diversos lugares, en los ms diversos acontecimientos, el nombre de Dios, es decir,
su ser-para-nosotros, su poder conductor, dominador de la historia, no constituye una magnitud
fija, sino que aparece como presente y seguro e indefectible en una especie de reconocimiento
vivo. La confesin de Yahv no es en modo alguno una mera garanta de los anhelos y deseos
siempre idnticos del pueblo. Ejerce su funcin agitadora-salvadora e indicadora del futuro, a
veces, justamente al poner en cuestin el modo de pensar y la conducta tradicional, censurando
los extravos, volvindose contra el propio Israel sobre todo, mediante los profetas- y
amenazndole con terribles castigos. De ese modo Dios, el interlocutor que promete y exige,
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acompaa al pueblo en su camino histrico. La imagen del Dios salvador que viene en ayuda
de los suyos, que da forma a la honda experiencia fundamental, se fue diferenciando y
desarrollando en el curso de la historia, sobre todo en su contenido, en dilogo constante con el
entorno. La peculiaridad y singularidad de este Dios consiste en haber salido triunfador en este
proceso de choque constante con elementos . Todas las otras religiones
desaparecieron en su mayor parte como fuerzas vitales concretas, mientras que sta muestra
justamente su superioridad (ms que en aspectos de contenido) en su constante capacidad deimposicin. El poder de este Dios se manifiesta en su capacidad para asumir el dominio sobre
nuevas esferas de la vida humana y de dar respuesta segura a las cuestiones planteadas. Esta
visin del desarrollo y enriquecimiento en la comprensin del nombre de Dios no debe concebirse
nicamente como un proceso histrico que deber decidir tambin sobre el futuro de este nombre
divino de Dios. Liberando a su pueblo de la ruina y el aniquilamiento. Yahv le otorga una historia,
un porvenir, le da confianza y seguridad y vida. Pero ese dominio de la historia ilumina y muestra
tambin la de Dios mismo.
e) La inefabilidad permanente de Dios
1. Revelacin en la paradoja.- Sin embargo, las conclusiones, tan estimulantes y valiosas,
fruto de la mltiple experiencia de una fe viva, sobre la solidez de las promesas de Dios y sobre
su poder y fidelidad, slo podrn eludir el peligroso falseamiento de un optimismo ideolgico
manteniendo viva la conciencia de la condicin misteriosa e inmanipulable de Dios, extremo que
aparece expresado con igual claridad en los testimonios bblicos. La esencia de Dios incluye
su inefabilidad abismal y su libertad sorpresiva, atributos que se contraponen polarmente a las
afirmaciones sobre su proximidad efusiva y sobre su amor inquebrantable, desautorizando
cualquier insistencia petulante en las promesas hechas a los antepasados. Justamente para
que se pueda percibir en toda su fuerza iluminadora el mensaje sobre el
Padre que se preocupa de su familia, la apertura viva y la imprevisibilidad de su trato con nosotrosen el drama de nuestra historia vital y universal csmica debe determinar de igual modo nuestrarelacin con l.
Sobre todo en este aspecto, los valiosos testimonios de fe de Israel son irrenunciables para
nuestro lenguaje cristiano sobre Dios. Evidentemente, tambin la vida terrena de Jess y su final
atroz son una noticia inequvoca sobre Dios; pero el fulgor pascual qued tan ligado a todo el
fenmeno del Hijo en laconciencia cristiana (especialmente en el campo catlico), que apenas
llama la atencin el contrasentido (aparente) de una revelacin de Dios en la paradoja. En estesentido puede ayudarnos el recuerdo de los ocasos similares ocurridos en la historia de Israel
y que pueden librarnos de deformar y pervertir la imagen de Dios conforme a nuestros criterios,
deseos y planes. En cualquier caso, este misterio que es Dios nos demuestra que nuestro creo
en Dios no puede recitarse en definitiva con palabras , sino que debemos realizarlo
existencialmente, es decir, con nuestra vida y nuestra muerte.
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2. El viernes santo de Israel.- El viernes santo de la fe yahvista fue lo ocurrido a Jerusaln
el ao 587: La Biblia refiere en un captulo dramtico este acontec imiento (2Re 25). Tras un
asedio de dos aos, el ejrcito del rey babilonio Nabucodonosor conquist Jerusaln, cuyos
habitantes estaban muriendo de hambre. El rey de Jerusaln, cuyos habitantes estaban
muriendo de hambre. El rey de Jerusaln, Sedecas, intent fugarse de noche con sus hijos y un
pequeo squito, pero fue capturado en la llanura de Jeric, le condujeron a la presencia del rey
de Babilonia y ajusticiaron a los hijos de Sedecas ante su vista. El rey de Babilonia ceg aSedecas, le ech cadenas de bronce y lo llev a Babilonia (2 Re 25, 7). Jerusaln fue saqueada
y destruida; los babilonios (25, 9). Nebusardn, jefe de la
guardia, se llev cautivo al resto del pueblo que haba quedado en la ciudad (25, 11). El relato
dice acerca de los sacerdotes y del estamento dirigente de Jerusaln: < El rey de Babilonia los
hizo ejecutar en Ribla, provincia de Jamat> (25, 21).
Tal fue el final de la realiza davdica. Para los judos creyentes debi de ser un impacto que
nosotros apenas podemos imaginar Yo mantendr tu casa y tu realeza: tu trono permanecer
por siempre, (2 Sam 7, 12.16)-
Pero esa dinasta davdica tiene un final espantoso con Sedecas.
Dios haba dicho a su pueblo:
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El ataque a la fe yahvista se refleja en el destino y en las palabras de los contemporneos de
Jeremas. Este lucha con signos y frases provocativas contra las predicciones tranquilizadoras
de los profetas de salvacin, segn los cuales la venganza de Yahv contra Nabucodonosor se
manifestar muy pronto y l no dejar de la mano a Jerusaln. Pero la amenaza proftica de la
desgracia y la ruina no abre los ojos al rey, sino que le acarrea a Jeremas el destierro y la crcel,
la soledad, el abatimiento y la lamentacin amarga.
Lo sorprendente en estos acontecimientos y en su resultado es que la catstrofe no da al traste
con la fe en Yahv, sino que, por el contrario, es un elemento del dilogo y de la queja ante l, y
de ese modo la catstrofe queda integrada en la fe yahvista, que no se extingue, sino que se
refuerza. El profeta Jeremas compra un campo en Anatot como signo esperanzador en medio
de su desolacin personal. Y sus paisanos del exilio ven aparecer un nuevo profeta, uno de los
mximos profetas, de nombre desconocido. Los exegetas llaman Isaas II a este pregonero que
desde el fondo del fracaso total (y en los cantos impresionantes del siervo de Yahv) expresa la
ms profunda conviccin de que Dios empieza de nuevo, no desde el poder, sino desde la
impotencia.
3. Soportando la noche oscura.- El lamento de los profetas veterotestamentarios tiene un
paralelo existencial en la experiencia dolorosa de muchos testimonios personales de nuestro
tiempo. Pero su misma vehemencia no impide a stos superar la amarga lejana de Dios?
Hasta hace algunas semanas yo conoca el relato de Bchner, Lenz, nicamente de
odasLos que conocen toda la obra literaria de Bchner saben que la violencia con que ste
expresa el vaco existencial deriva claramente de su atesmo. Este es el tema de Lenz, como he
visto ahoraLa novela narra la lucha del hombre turbado, contra su turbacin. Ese hombre
parece tener necesidad de Dios despus de haber probado todo lo dems. Y cuanto ms
desatiende a Dios, ms se le impone. Se lanza con violencia a coger de las manos al nio muerto
y exclama con voz firme:. No se puede ir ms lejos. Slo cabe la sonrisa
sarcstica. La naturaleza hace muecas entre bastidores, el titn tambaleante reacciona con
nervios y echa mano del ms fro vocabulario del mundo para hacer el ms fro diagnstico:
atesmoBchner no afirma que Dios ha muerto: nos comunica de que muerte muere Dios, todo
Dios. Muere por su incapacidad para ayudarnosCuando Oberlin habla a Lenz sobre Dios, Lenz
le mira Su Dios muere por no poder ayudar al
hombre. Bchner no puede ver sufrir al hombre: eso es todo. Un Dios que no ayuda no es Dios.
Pero si no hay Dios, slo queda el terror del vaco en el mundo del espacio y el tiempo. Y en un
mundo donde ha desaparecido la dimensin de Dios, este yo que pareca estar en la cumbre
queda convertido en un punto yerto, solitario, doloroso.
Se puede afirmar que la experiencia vital recogida y guardada en el antiguo testamento sigue
interrogando tenazmente y sigue dando que pensar, con la queja y el sufrimiento, en casos
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como el de Lenz de Georg Bchner, que se abandona a la desesperacin? De cualquier modo,
el sufrimiento desmedido e insoportable no es objecin contra Dios, no es demostracin de su
muerte, en casos como el de Job, que lanza al Responsable universal duros reproches, exacerba
el enfrentamiento con l y dialoga con l en lamentacin conmovedora:
Ah, si pudiera pesarse mi afliccin y juntarse en la balanza mis desgracias! Porque son ms
pesadas que la arena del mar; por eso desvaran mis palabras. Llevo clavadas las flechas del
Todopoderoso y siento cmo absorbo su veneno, los terrores de Dios se han desplegado contra
m(6, 2-4).
Estoy hastiado de la vida, doy rienda suelta a las quejas, voy a desahogar la amargura de mi
alma. Dir a Dios: ..? (10, 1-3).
Pues sabed que es Dios quien me ha trastornado, envolvindome en sus redes. Grito
y nadie me responde; pido socorro y no me defienden: l me ha cerrado el camino y
no puedo avanzar, ha llenado de tinieblas mi sendero. Me ha despojado del honor, me ha quitado
la corona de la cabeza. Ha demolido mis muros y tengo que marcharme; me ha arrancado la
esperanza como rbol. Su ira ardi contra m, y me considera su enemigo (19, 611).
Quiero hablarle al Todopoderoso, deseo discutir con DiosAleja de m tu mano; no me
espantes con tu terror; despus acsame, y yo te responder; o hablar yo, y t me
replicarsPor qu ocultas tu rostro y me miras cono enemigo? (13, 3.21-24).
Y Job dijo: (23, 1-5).
Estas frases son parte irrenunciable del lenguaje de fe que los cristianos compartimos con los
judos, entre otras razones, porque ese lenguaje sigue vivo hasta nuestro presente brutal, hasta
las cmaras de gas del genocidio organizado, y ha demostrado su solidez : Yo soy un derrotado,
ms no un desesperado; un creyente, ms no uno que dice amn a ciegas Dios de Israel: has
hecho todo lo posible para que yo no crea en ti. Si pensabas que ibas a conseguir apartarme de
mi camino, te aseguro, mi Dios y Dios de mis padres, que no lo conseguirs. Puedes golpearme,
quitarme lo mejor y lo ms querido que tengo en el mundo. Puedes torturarme hasta la muerte,
que yo creer siempre en ti. Te querr siemprea tu pesar. Y estas son mis ltimas palabras, mi
Dios airado: no te saldrs con la tuya. Has hecho lo posible para que no crea en ti, para que
desespere de ti. Pero yo morir tal como he vivido, creyendo firmemente en ti (palabras desde
el gueto de Varsovia).
Los acontecimiento histricos y personales rompen la interpretacin obvia de la experiencia
de Dios y la vuelven ambigua. Pero el israelita fiel no se convertir por eso en filsofo escptico.
Su respuesta es: (Is 45, 15). La experiencia de Dios
que tena Israel incluye tambin esta : que Dios se da a conocer de un modo que no
se comprende. Aqu conecta la experiencia de los cristianos.
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f) La experiencia veterotestamentaria de Dios como base de los creencia cristiana en
Dios.
1. Dios de la historia.- La fe en Dios que nutre a Jess y que los antepasados y los
contemporneos le transmitieron e infundieron est determinada por la combinacin de estos
tres aspectos: los acontecimientos histricos decisivos para Israel, la misteriosa vida de Dios
reflejada en ellos y su ser personal manifestado de ese modo. El Dios presente en el antiguo
testamento es un Dios revelador en la experiencia. Una experiencia hecha en y desde la
historia de Israel y una experiencia que afect al individuo. Es una experiencia que no se
puede inferir a modo de conclusin, sino que presupone un acontecimiento. Tales
acontecimientos y su reflexin vienen a cuestionar las imgenes corrientes de Dios y tambin
las teologas habituales. La teologa del Dios veterotestamentario no se produce nicamente
por un proceso mental. El mismo moviliza el pensamiento humano, l mismo enmienda y
revisa el pensamiento y el lenguaje humano sobre Dios. Es un Dios que slo es accesible en
una serie de experiencias y hechos. Es siempre un misterio. El drama de estas experiencias
histricas decisivas, que causa profunda emocin y una gozosa seguridad ante el amor divino,por una parte, y un terror agobiante ante su dureza y ante la dolorosa lucha con su justicia
inefable, por otra, deja sedimentada en la memora del pueblo esta certeza de fe: el
totalmente Otro se acerca al hombre por amor. Es misteriosamente inefable y, sin embargo,
se manifiesta en su entrega viva como el Dios para su familia, en primer lugar para Israel;
pero, adems, como el Dios para los hombres y para el mundo. Su comunicacin forma parte
de su ser hasta el punto de constituir su nombre, es decir, su esencia: Yo soy el que estoy
por vosotros (cf. Ex 3, 14). La revelacin bsica de Dios se puede condensar, pues, en un
enunciado dialctico, lleno de tensiones: el Dios nico, transcendente, independiente del
mundo e inefable, el poderoso y eterno en su autoposesin absoluta, se convirti librementeen un Dios para el mundo y el hombre, y muestra esta libre autocomunicacin como su
verdadera esencia.
2. Dios de los hombres.- Esta imagen de Dios determina de modo inconfundible la imagen del
hombre: la vida del pueblo de Dios pasa a ser un camino histrico con Dios, hacia Dios y
detrs de Dios. Es un camino ajustado a la orientacin que ofrece fundamentalmente el
declogo, que incluye bajo el nombre divino de Yahv, en la mayora de sus preceptos, las
formas fundamentales de una justicia y comunidad humana acorde con Dios. Dentro de esta
revelacin, el ethos humano queda incluido en el ncleo de la idea de Dios. Por ser Dios un
Dios para los hombres y para el mundo, la afirmacin de Dios implica siempre su afirmacin
de los hombres. Ya no se puede decir s a Dios sin decir s a los hombres. El amor del
hombre a Dios afecta, pues, siempre al amor de Dios al hombre. Ya no se puede contraponer
la adoracin de Yahv a las obligaciones ante los hombres. El destino de los hombres y de la
comunidad humana no se puede dejar de lado en esta religin. Ante este Dios, el servicio al
hombre es tambin servicio a Dios y el servicio al mundo es servicio a Dios.
Aqu puede radicar la razn ms profunda del hecho, ya mencionado, de que la imagen cultual
de Dios en sentido propio estuviera severamente prohibida en Israel. No es posible plasmar la
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esencia viva de Yahv en obras de arte producidas por el hombre. Su nica verdadera imagen
es el hombre; y Dios mismo ide, proyect y form este icono viviente de s mismo. En este
sentido, la misteriosa frase de Jess en el evangelio de Juan el que me ha visto a m, ha visto a
mi Padre (Jn 14, 9) contiene en su transparencia toda una antropologa teolgica, por ser la
consecuencia de lo implicado en el nombre de Yahv. En Jess, el hombre definitivo (cf. 1 Cor
15, 45) y originario (cf. Col 1, 18) laimagen de Dios invisible, primognito de toda la creacin
(Col 1, 15), el evangelio de la antigua alianza adquiere su figura definitiva e insuperable. Y estosignifica para nosotros, los cristianos de hoy (para subrayarlo una vez ms), que la revelacin de
Dios y la concepcin de Dios en la antigua alianza, como hemos sealado brevemente no
constituyen nicamente la base desde la que vive y acta Jess, sino que forman parte del
contenido de la fe cristiana. La experiencia de Dios en el antiguo testamento es parte integral del
evangelio neotestamentario.
3. El Dios de Jesucristo
a) La idea de Dios en Jess
1. La problemtica histrica.- No obstante, precisamente con vistas a la idea de
Dios tiene sentido hablar de alianza antigua y alianza nueva. Qu es lo nuevo, lo
adicional, lo cumplido, que nos da pie y nos autoriza a hablar del evangelio de la nueva
alianza? La verdadera fundacin de la nueva alianza se produce sin duda en su
sangre, es d