dos chelas - el hombre

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EL HOMBRE FRAGMENTOS DE UNA HISTORIA OLVIDADA Traducción de D.C.M. • Barcelona • Biblioteca Orientalista, 1902 Dos Chelas

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EL HOMBREFRAGMENTOS DE UNAHISTORIA OLVIDADATraduccin de D.C.M. Barcelona Biblioteca Orientalista, 1902Dos Chelas2INTRODUCCINLos escritores modernos estn obligados a rechazar toda pretensin de haber hecho algo ms que delinear a grandes rasgos los asuntos tratados en estas pginas. Ellos saben, de todos modos, que el mundo, en estos ltimos das, espera recibir tan escasa verdad acerca del origen delainfanciadelhombre,quesloconrepugnanciaprestaatencinatodocuantosesalga de las ms vagas conjeturas y de los ms nebulosos contornos; y que est siempre dispuesto a condenar lo que l llamara la crdula temeridad de un individuo, que se aventura a reconocer minuciosamente ciertos campos de investigacin, que l declara inexplorables.Elpequeogrupodelosmaestrosesotricos,losherederosdelasabidurasecretadelos siglos,nohanencontradohastahacepocootromedioqueelsilencioparalaconservacin de la misma. Pero llegado el tiempo de que el mundo reciba una porcin de aquella riqueza acumulada.La eleccin, sin embargo, el mtodo presente, tan distinto de todas las ideas pre-concebidas sobre la conveniencia de las cosas, con seguridad despertara sentimientos del carcter ms va-riado. Surgir naturalmente la pregunta de porqu el descubrimiento de libros y manuscritos antiguos inconstantadamente autnticos y francamente histricos, no se ha aprovechado para promoverelrenacimientodelasabiduraolvidada,siesquelaactualgeneracintieneque escribir un completo conocimiento de la historia del origen e infancia de sus antepasados. Sin embargo, el carcter alegrico de los escritos antiguos, que los hace ininteligibles para todo el mundo, excepto para el lector iniciado, impide el adoptar este camino: de ah la necesidad del plan presente.En este libro se ha intentado ensear a la humanidad actual, lo que era el hombre muchos siglos antes de las pocas comnmente fjadas como la era de su primitiva aparicin sobre la tierra; y se ver que las condiciones primordiales de la raza, as como el desarrollo progresivo de la misma, abundan en inters y en instruccin, aun tratndose de la sumaria relacin que sigue.Quizyasepreguntara:Culeslafuentedeinformacin?QuinessonlosMaestros? SonlossabiosdelOriente,losherederosdelacienciadelosMagos,delosCaldeos,delos Egipcios y de los antiguos Rishis de la India; de uno de ellos, un Maestro querido y venerado, conocido de muchos, tanto en Occidente como en Oriente, los que esto escriben han recibido enseanza, parte de la cual es ofrecida al mundo en las siguientes pginas. Los autores estn satisfechosdelaexactitud,yaquenodelaplenituddelosconocimientosqueexponen,y presentan estos mismos con la sincera esperanza de que el mundo, para su propia ilustracin, prestar a ellos una consideracin juiciosa y despreocupada, a pesar de las imperfecciones hijas de la insufciencia de los autores.Los que han escrito este libro eran completamente extraos el uno para el otro hasta que laltimaprimaveraseencontraron,ylascircunstanciasquemotivarondichoencuentro,se hallanreferidasenlosprefaciossiguientes.Elestudiantemsticodepsicologa,quesabelo inadecuada que es una simple exposicin de hechos para la presentacin de incidentes psqui-cos, apenas necesitar excusarse por la forma en que se han hecho estos relatos.3PREFACIO DEL CHELA ORIENTAL(NOTA: Chela, en snscrito Discpulo. El discpulo de un gur o sabio: el que sigue a un Adepto o una escuela de flosofa. Clave de la Teosofa, por H.P. Blavatsky, pg. 276. FINAL NOTA)Elsolhabiasehundidotraslospinos,gigantescoscentinelasqueguardabanlapequea chozatangraciosamentesituadaenelsenodelHimalaya;perolatardeeraesplendorosa,y lapostrerabendicindelluminarensuocaso,dorabatodavalascopasdelosrboles.El pequeo zagal, que tan felmente guarda retiro de la mansin solitaria del odo cruel de los cazadores, cuyos gritos nocturnos azoran a los cervatillos y cuyas armas asesinas una y otra vez los sumen en la orfandad, acababa de traer la noticia de que haba una compaa de ofciales ingleses acampados a no gran distancia, siendo de tenerte que con sus condenados juegos y bromasprofanasenaldasiguienteotravezaquelpacfcorincndemontaa.Cuandola pequea fgura del intrpido muchacho, descendiendo por el peligroso precipicio con el paso seguro de la cabra himalaya, compaera de su infancia, se hubo perdido entre las crecientes sombras de la noche, y la ltima nota de su rudo caramillo se extingui el silencio del paisaje, una laxitud se apoder del pensativo estudiante mstico, habitante solitario de aquella choza abandonada.El no haba nacido para el misticismo, pero haba sido impulsado a l. Sus ojos vieron la luz entre el bullicio y la agitacin de una ciudad populosa; sus pasos juveniles haban recorrido calles en las que se apiaba la multitud, y su inteligencia viese nutrido en ms de un antiguo centro de enseanza. El tiempo haba dejado en l huellas que haban impresionado profun-damente su alma. Pero no indaguemos el origen de los estudiantes de la Santa Sabidura, y no permitamosqueunamanocuriosarevuelvalasfrascenizasdelapirafunerariadelpasado. Basta decir que la lenta extincin del egosmo haba ido alejando poco a poco al estudiante msticodelosbulliciosossenderosdelavidaordinaria,yqueelcrecientecrculodeldeber haba roto los antiguos lazos y hecho estallar el corazn encogido esparcindose sus pedazos a larga distancia y en todos sentidos. Alentado por las tradiciones de su raza y animado por la triste y benvola sonrisa de uno, cuya memoria no debo profanar mencionndolo aqu, el estudiante mstico recorre el empinado, rudo sendero del deber para con su pas y la humani-dad, aunque no sin que le acometiese alguna vez el desaliento y la congoja producidos por la vista del pecado y ciertos espectculos de dolor. La serenidad creciente de su vida, haca que en su alma arraigase ms y ms la compasin hacia otros cuya carrera diverga de la suya. Ah! Que el hombre tenga que ser infeliz, siendo su espritu la misma esencia de la bienaventuran-za! Pero la eterna Necesidad teje su trama interminable de progreso a travs de la discordia y la imperfeccin.Idrodando,negrosciclosdeldescenso!Nuestrasmanos,aunquedotadasdelaenerga del propio sacrifcio, se aferran en vano a los radios de tu rueda! Hasta la ltima vuelta tiene que girar esta rueda. Nosotros tenemos nicamente el privilegio de proseguir nuestro trabajo esperando en silencio el da en que tu carrera irresistible se vuelva hacia atrs, pero an en este caso nos est reservada la gloria de una muerte desinteresada. Oh, muerte, virgen profunda-mente velada, cun pocos son los que han visto los encantos de tu rostro! Cun pocos son los adoradores a quienes han sonredo tus negros ojos!Ah, dulce es la vida, pero ms dulce an es la muerte!Cun pocos comprenden la muerte! Ninguno entre esta partida de alegres y casquivanos inglesesacampados,cuyosfuegosbrillanenlaobscuridaddelvalle,comolosojoscrdenos de un monstruo, conoce la solemne majestad de la muerte que tan jovialmente la recibiran como la impondran a los dems.El misterio de la muerte es el mayor de todos los misterios.4Dos Chelas - El Hombre, Fragmentos de una Historia OlvidadaLosojosdeaquelBrahmanquesevealolejos,escudriandoconlavistaelpasadoy surgiendodelassagradasaguasdelGanges,sevuelvenenmudaapelacinalosdiosesde sus padres al ver aquellos templos arruinados erigidos por las manos piadosas de la antige-dad, y lgrimas involuntarias corren por sus mejillas mientras lamenta la muerte de su patria. Hombre tmido y corto de vista! Est acaso muerta la Juda porque amamanta hijos que no son suyos? Si t pudieses colocarte en la cresta de aquella orgullosa ola de montaas veras a travs de la extensin del tiempo el despuntar de una aurora ms brillante y ms pura que las que jams estos montes hayan presenciado. Hombre! El hombre es tu hermano! Da a tu hermano lo que l no tiene, y suple sus propias defciencias con lo que l te ofrece. La mano derechadebeayudaralaizquierda,elOrientedebeunirseconelOccidente;eljovenyel viejo deben darse la mano; y la belleza y la armona sonreirn en la faz de la tierra.***Oid! que grito tan discordante viene a turbar el apacible reposo del paisaje? Revolotean-do como una masa de tinieblas en el sereno mar del claro de luna, el guila Himalaya hace estremecer las trmulas sombras de la noche y despierta ecos en cada valle y precipicio. Pero mucho ms penetrante es el grito de la desesperacin trado por la brisa del oeste de las des-graciadas vctimas, desnudas y hambrientas, que se consumen entre las ruinas desmoronadas de la Fe y del Pensamiento. Las corrientes de sonido se deslizaban confusas e indistintas; pero los gritos del alma siempre se abren camino hasta otras almas, cuyas puertas no estn cerra-das. Entre todos los gritos sobresala la clara voz de los corazones magnnimos que llaman a las puertas de aquellos que se han constituido en prncipes del pensamiento, intentando en vano levantar un eco, y lanzados contra la negra roca de la desesperacin, aguardan los vora-ces mandbulas del dragn de la muerte espiritual.En medio de la guerra psquica de los elementos y del devorador terremoto de la mente, como un rayo de luz argentina relampague en la mente del estudiante la voz de su maestro:V, s fel a tu deber para con el linaje humano; hacia el Oeste se extiende tu camino. Toma este manuscrito mutilado; un espritu desconocido, aunque amigo, te traer los fragmentos que faltan, y entonces te sern reveladas cosas que hasta ahora has buscado en vano. No pienses en el maana ni te detengas aqu un solo da; el camino de tu deber te conduce al OccidenteLejos, muy lejos el Nuevo Mundo, en la ciudad del sol naciente estaba esperando un alma solitariaqueparecahabercadodealgunaotraesferayhaberseextraviadoenunatierra extraa.Sugritodeauxiliofueodoylaspalabrasqueladudaylaconfusinlehaban arrancado, se difundieron a travs de largas extensiones de mar y tierra.La visin se ahog en la oleada de los sentidos al volver stos en s, pero el odo pudo retener las postreras palabras:El camino de tu deber te conduce al Occidente.Compsobedienteencaminosealoeste,yesfeldiscpuloseriomediodelesplendor tctico de Pars.Ah! Pars, Pars! Es necesario que mueras, para que la Francia viva! Francia, sola entre sus muchos enemigos, y t el peor de todos ellos!Como un espectro el asceta frecuent las casas de la riqueza y del placer, siendo en todas partes considerado ms bien como la mano misteriosa que escribi la sentencia del monarca asirio que como un ser humano dispuesto obrar que sufrir.Una noche entre las seducciones de un saln parisin, con todos los medios imaginables para cultivar los sentidos y envenenar el alma, una voz area pronuncia su nombre:Ven, ven en mi auxilio!5Dos Chelas - El Hombre, Fragmentos de una Historia OlvidadaLa lejana voz ahog la msica y obscureci las formas de las personas entregadas a la dan-za. Las brillantes salidas de ingenio dejaron de orse, y los alegres compaeros se perdieron devista.Losdosextranjerosseencontrarondejandoyadeserextraoselunoalotro;los fragmentos se unieron, el pergamino roto qued hecho un todo.El mstico manuscrito estaba todo l escrito en raros caracteres y en una lengua desconoci-da. Muchos das ansiosos y muchas noches en claro ha costado a los compaeros estudiantes unidos en un pas extranjeros, el descifrar su sentido. El resultado de tantos trabajos se haya expuesto en las siguientes pginas.6PREFACIO DEL CHELA OCCIDENTALLas rfagas de viento de un melanclico da de invierno haban ido arremolinando copos de nieve por el aire hasta el punto de que el mundo apareca envuelto en nubes de lana.El espacio por arriba y por abajo apareca todo blanco, brillante de copos cristalinos que se multiplicaban infnitas formas y anidaban en la tierra como un manto de felpilla. Era invierno, el invierno en un clima inhospitalario y cruel aun en sus mejores aspectos; invierno en norte en donde las ventoleras glaciales eran demasiado numerosas y el calor del verano duraba muy poco. En este da parecan haberse unido las inclemencias de muchos temporales de nieve, y el aspecto plomizo de la primera aurora haba justifcado las predicciones de los meteorlogos de que era de temer una fuerte invasin de las corrientes polares. Est lleg efectivamente, y espesos y rpidos, los brillantes copos de nieve besaban la fra tierra y se hundan fundindose en su absorbente abrazo. Al principio as suceda, pero poco a poco la anciana madre, cansada de la repeticin de tales visitas, dej de devolverlas, y los pequeos mensajeros se agruparon en su seno, amontonndose apretados, hasta que aquello desapareci enteramente a la vista y su morena faz dej de ser visible para el hombre.El mundo pareca amortajado bajo la capa de nieve, y el cielo no daba seales de cansarse de cernerla por el espacio, y de cubrir con su pureza todas las negras manchas y lneas sinuosas de las calles y avenidas de la ciudad.Era un da a propsito para la meditacin y los sueos, un da de descanso para los pacf-cos, un da en el cual los espritus serenos podan hallar reposo en ellos mismos, reposo slo interrumpido por las necesidades de la vida ordinaria del exterior. Para las personas tranquilas era un da de paz y de comunin con mejores pensamientos que los que podan ser invocados cuando se interponan los cuidados y los deberes del mundo.Esto era una oportunidad que se ofreca al alma para afrmarse a s misma, y hablar con voz segura a travs de los espesos muros de los sentidos que muchos das acallaban del todo su voz.En esta gran ciudad que la nieve haba reclamado como suya, haba un alma que miraba a travs de su pequea ventana las escenas de la vida, y se alegraba de la tempestad exterior que ofreca tales perspectivas de calma interior. La habitacin que alojaba a esta alma era muy re-ducida y se estremeca a impulsos del viento segn se echaba de ver por el ruido de las ventanas de las puertas.Mientrascontemplabaatentamentelaescenahastaque,presasdevrtigo,losojossece-rrabanyelcoraznsuspirabadepena,amontonndoseensuagitadocerebrogravespensa-mientos sobre los pobres hambrientos que se apiaban en habitaciones malsanas, de pobres nios cuyas tiernas carnes temblaban ateridas por el fro, y cuyos sufrimientos se haran ms intensos por la presencia del visitante tan hermoso a la vista y tan duro de soportar, a menos de saludarle con cario y alegra junto al hogar, y estos pensamientos hacan crispar sus ma-nosencogidas.Lospesaresque,msqueestriles,sonsiempredeprimentesyangustiosos, nohallaronunalargaacogida,porquehabatrabajoparalasmanosyparalainteligencia,y haba tareas por hacer que reclamaban atencin. Mas fuese los efectos de la tempestad sobre un temperamento excesivamente sensible, o bien fuese el desaliento que sigui a la represen-tacin del sufrimiento humano imposible de evitar, las manos no podan escribir, el cerebro se negaba a funcionar y la mente pasiva cay en una especie de ensueo que pareca prximo a convertirse en sueo verdadero. Poda haber sido el sueo de la siesta, pero no estaba des-tinado a serlo. Mientras que an los pesados prpados estaban en suspenso y los labios entre abiertos no ofrecan impedimento a la profunda respiracin del tronco medio reclinado, un algo misterioso despert los sentidos adormecidos, y rpido como el rayo irguose mi cuerpo, y quedeme anhelante de expectacin.Haba otro personaje en la habitacin, de esto no caba la menor duda; pero quin era? de dnde y como haba venido? La puerta continuaba cerrada, y no se haba odo el ms pe-7Dos Chelas - El Hombre, Fragmentos de una Historia Olvidadaqueo ruido en todas las habitaciones y salas, que fuese el eco los pasos de alguna persona, o repercutirse el sonido de la voz humana. Profundo era el silencio, excepto el suave tic, tic deloscoposdenieveenloscristalesdelaventana,yelpenetrantesilbidodealgunarfaga de viento al introducirse por las incitantes rendijas, o al consumir su fuerza en una corriente repentina por las esquinas de las calles. El silencio, profundo y casi mstico, de la estancia fue sbitamente interrumpido por la entrecortada exclamacin del soador, que de un modo tan extrao fue saludado por una visin tan vvida para los sentidos como obscura para la razn.Qu cuadro se present! En el sitio que un momento antes estaba desocupado, se hallaba la fgura de un sabio oriental gracioso en su porte, de expresin benvola, y grave en la mira-da que dirige el rostro asombrado que tiene delante. En una de sus manos lleva un pergamino en forma de libro, y tiene echado sobre el brazo el blanco manto que cae por el lado opuesto hasta tocar el suelo. Larga cabellera fotante cubre sus hombros y en sus pies se ven sandalias orientales. Quizs es la varita de cierta oscura madera que lleva lo que despide un olor tan de-licado y penetrante, porque toda la atmsfera est llena de perfumes y los sentidos se sienten agradablemente embargados.Sin darse la menor cuenta de haber hecho nada que pudiese extraar a nadie, y hablando cariosamente a su oyente, es la ms deliciosa imagen de la calma que puede imaginarse. La amarilla tnica tibetana que lleva bajo su largo ropaje, brilla a travs de los pliegues de ste, y el forro himalayo que circuye sus bordes lanza vivo refejos al menor movimiento que hace el misterioso personaje en el moderado calor de la conversacin. Sus maneras, a la vez distinguidas y corteses, tranquilizar al oyente, el cual completamente absorto ahora en la contemplacin del extrao visitante, se halla del todo sosegado, y tan sorprendido de las palabras que brotan de sus labios que por no perder una sola, concentra toda la atencin en ellas. Su voz, muy suave y reposada, se dej or por primera vez. Haba en ella una cadencia armoniosa que acompaaba como un eco las palabras a medida que salan de sus labios; pareca como si fuesen articuladas desde lejos y repetidas a travs del espacio.Fantasmaextrao,quizsengendrodelafantasa,fueelpensamientoquevio fotografado en el cerebro de su oyente, y en el mismo instante seal a la pared encima de l, en donde apareca una sentencia en rara escritura, que traducida, dice as:.No hay caridad en el Occidente para la doctrina desconocida.Cul es esta doctrina desconocida? pregunt al momento su interlocutor.El extranjero sonriendo, contesto:Es la esencia de todas las doctrinas, la verdad interna de todas las religiones sin credo, sin nombre, no enseada por sacerdotes, porque es del espritu y no ha de buscarse en templos ni sinagogas. Es la voz tenue y apacible que se oye en el torbellino y se siente en la tempestad. T involuntariamente me has llamado, a m, algo ms fuerte que t, para socorrer al desvalido y amparar al indigente. Tu corazn exhal su plegara; tu alma la imprimi en la atmsfera que te rodea, y el espritu fue refrescado por un aliento puro que se remont desde el reino inferior al superior; del cuerpo al alma y de aqu a la regin de los espritus.A continuacin de esto el visitante ense el misterio del ser humano, su origen, su desa-rrollo y su destino, tal como se ver en estas pginas. El maestro volvi a menudo, e instruy al celoso discpulo en los escritos del antiguo volumen tan cariosamente guardado. Ense las leyes de la vida en un lenguaje tan inspirado que la conviccin de la ms alta verdad penetr en el alma respetuosa, tan singularmente elegida para la instruccin. Las lecciones sucedanse todas las noches con inquebrantable constancia, por parte del singular preceptor, quien con amable persuasin infundi y desarroll la intuicin de tal manera que pudiese comprender los elevados conocimientos que se le ofrecan. Con variado xito se llev acab su obra. Por espacio de muchas semanas, el maestro misterioso volva siempre que se le presentaba alguna oportunidad,yexplicabacosassabiasyprofundas,cuyosentidoaduraspenascomprenda el discpulo. Los asuntos rutinarios de cada da que absorben la mejor parte de casi todas las 8Dos Chelas - El Hombre, Fragmentos de una Historia Olvidadapersonas, muchas veces llegaban a imponerse; ocasionando retardos e interrupciones que de un modo deplorable entorpecan la mgica instruccin.Un da se concluy todo esto. El maestro dejo de venir. La duda y el recelo, la intranquilidad y las ilusiones de la mente mundanal, defraudaron sus mejores esfuerzos, y l vio la futilidad de querer instruir en la sabidura a una naturaleza que luchaba consigo mismo a cada punto.Mas no por esto abandon su cometido; envi un mensajero, un joven de su pas, el cual ense la mstica ciencia con cuidadosa diligencia y amable empeo, pero la aplicacin, como fcilmente poda verse, no era la misma que tena cuando se trataba del maestro.Laconsideracindeestehechopreocupabaamenudolamentedelestudiante,yunda, como si fuera en contestacin a este pensamiento, fj la vista en la pared de enfrente, en donde, como por arte mgico, apareci sobre la blanca superfcie en letras brillantes esta sentencia:La prueba del verdadero aprendizaje es la fdelidad al inters ajeno.Una obediencia desinteresada a los deseos de su maestro era, en otras palabras, el camino parasuprogresoydesarrollo,yaselenigmadelapresenciadeaqulcontrasuspropios deseos personales estaba resuelto. Acept sonriente la exactitud de esta conclusin y cuando hubo obtenido las ltimas confdencias de su misin, el joven resolvi muchos enigmas, cuyo esclarecimientoelevinsensiblementesualmayainstruidaysembraspiracionesqueeran elevadas y buenas.Vino un da en que cesaron las visitas este contratiempo no tuvo otra compensacin que la promesa de que en un pas extranjero y lejano el maestro esperaba la llegada del discpulo, y de que all las lecciones se continuaran y los escritos se completaran.Deba obedecerse un espectro?.Seguir el camino sealado por la mano area era romper lazos que no deban romperse a la ligera, desatender mundanas consideraciones estimadas de la mayor importancia, y sacrifcar la propia voluntad hasta un extremo que nadie poda entender sin descubrir toda la cuestin. Y lo que el mundo dira de semejante confesin, el discpulo lo saba perfectamente. Cierto esquelospoderes,labondad,lasabiduraylasinceridaddelosMagosdeOrienteydesu mensajero, eran sentidos por el discpulo hasta sus ms ntimas fbras; cierto que su corazn era perfectamente generoso, y ferviente su inteligencia; cierto es que, por falta que resultara cualquiera otra cosa, nunca haba gozado unos sentimientos ms bellos y nobles que los pro-porcionados por aquellos preceptores msticos.Cosa extraa que la vacilacin del miedo, y la cobarda moral obscurecieran una vida tan singularmente esclarecida y desarrollada! Cosa extraa que un veneno tan cruel como la duda royese el alma del nefto.Ah! y cuantas almas confadas han naufragado por el mismo pecado. Cuntas bellas espe-ranzas y dorados sueos se han hundido en la negra noche creada por la duda! Qu desolado pramo de corazones dulcemente asoleados! Qu muerte en vida; cuanto desaliento y deses-peracin es capaz de producir!Alprincipioentrocomounmisterioaccidentalinsinuandoensupresenciasofocante, cuandolamentefebrilhallbaseagobiadaporotrascosas;perodesechabaestasdudasape-nas se acababa de dar cuenta de ellas. Presentronse con mayor insistencia hasta que fueron consideradas como molesto husped, cuyas visitas eran inoportunas e justifcables, pero cuyos legtimosderechosalahospitalidadhabansidoestablecidosenmuchasotrasocasiones.El huspedqueundafuecordialmenteinvitadoesparasiemprems,unaposiblefelicidado una amenaza pendiente; un forastero que tiene la seguridad de ser recibido y que debe serlo por mucho que se haya apagado el calor de la bienvenida.9Dos Chelas - El Hombre, Fragmentos de una Historia OlvidadaLa duda, cruel y fra, haba sentado sus reales en el castillo del nefto, y slo la lealtad hacia el pasado era bastante fuerte para resistir sus avances insidiosos y despreciar sus veladas insi-nuaciones.Sangr el corazn? Grande era el dolor de la herida; pero mayor an era el sentimiento de indignidad que suceda todo recuerdo del maestro o de sus enseanzas; de las gloriosas posibi-lidades ahora desconocidas. Para siempre? Dentro de los lmites del humano juicio, s; pero la luz del brillante sentido de la intuicin no, y mil veces no!Mas la esperanza hua y las tinieblas de la desesperacin cubran sin cesar con manto noc-turno al discpulo, antes tan entusiasta. El mundo y sus preocupaciones perdieron gran parte de su importancia, ante ojos cansados de reprimir lgrimas, y empaados por la intensidad de dominadas emociones. Qu y quin poda consolarle en esta crisis? Slo aquel que le haba arrebatado con su presencia aquella vana paz del alma el mundo d y que l mismo muchas veces no sabe apreciar. La lucha, silenciosa al principio, se fue agriando, y se hizo ms intenso sentimiento de la prdida de aquellos pacfcos visitantes que tan completa e inexplicablemen-te abandonaron a solitario trabajador.El corazn dolorido cedi ante la tormenta interior, te cayeron las fuerzas fsicas. Las fuen-tes de la energa del esfuerzo parecan agotadas esos mismos manantiales; y adems de su pro-pio fruto amargo, nuevas dudas atormentaban el alma, gimiendo por falta de apoyo, sedienta extenuada de hambre.Alma sin memoria! Por qu has olvidado la promesa del sabio? Por qu durante esta ba-talla con el yo has hecho caso omiso de las instrucciones del maestro? En un clima extranjero puedes hallar aquel a quien has perdido y regocijarte de nuevo en la presencia de aquellos que l ha enviado. nimo! murmur el corazn, y con este murmullo despertaron las mori-bundas aspiraciones del espritu. Mas la duda era un husped de esta mansin mental, y con la libertad de un antiguo y familiar visitante entraba a discrecin y permaneca all sin cesar.Paselinviernoylleglaprimaveraalegrandolatierraconperspectivasdeverano.Las forespugnabanporabrirsepasoaltravsdelayertayfrasuperfcieterrestreylastiernas avecillas cantaban alegres notas mientras gozaban de la fresca brisa de la maana. El rumor de los riachuelos resonaba en sus lechos solitarios y las dulces voces de los corderillos se dejaban or desde los abrigados rediles del monte. Era primavera en el campo y primavera en la ciudad; primaveraalldondelosniosdelaescuelabuscabanlasvioletassilvestresporlosrincones asoleados de los caminos, y primavera donde los pocos rboles que podan dar seales de su presencia, estaban cubiertos de verdor.En la ciudad es la temporada ms triste de todo el ao, por que es primavera y, sin embargo, la primavera no se presenta en toda su belleza y variadas asociaciones, en sus atributos vivif-cantes y placenteras anticipaciones.Era primavera en los corazones jvenes y llenos de esperanza; primavera inspiradora, llena de promesas y perspectivas de alegra no gozada, y de placer no gustado. Y su infuencia sutil se extenda a lo lejos, magnetizando cada rama y cada naciente arbusto, cada seto y cada planta acutica. La renovacin de las fuerzas de la Naturaleza aparecan en toda cosa visible y se ha-ca sentir en los intrincados laberintos del corazn humano. Algunos temperamentos sienten regenerar sus fuerzas a cada nueva primavera que se presenta; se vuelve jvenes a la vista de los comienzos de la vida en el reino vegetal; y tristes son aquellos que no conocen tal rejuveneci-miento del corazn, tales reencarnaciones de los sentimientos e inspiraciones juveniles.Una persona haba, en la gran ciudad, que tena la puerta de su corazn cerrada a los dulces murmullos de la primavera, y que en lo ntimo de su ser permaneca envuelta en su sombra in-vernal; en su alma ninguna msica resonaba, ni penetraba la menor felicidad. Era un invierno perenne para el pobre estudiante, el cual, al dar acogida a la duda, se vea arrastrado a cobijar la desesperacin, y con tales huspedes cmo poda hallar paz y belleza en el exterior? Nadie conocasumiseriainterior,nadieletraalapoderosalmparaquereemplazaselaraqutica 10Dos Chelas - El Hombre, Fragmentos de una Historia Olvidadavela que tan obscuramente iluminaba el sendero sombreado de tinieblas y guardado por la desesperacin. Y la vocecita silenciosa seguamos murmurando, por ms que raras veces la oa la abrumada mente, y el alma pareca sumida en profundo sueo.Despertara algn da?.El arpa que una vez pulsaron los dedos del maestro permanecera siempre del todo discor-dante? Sera siempre silenciosa la meloda de esta harpa elica que invisiblemente se meca en el espesor del verde ramaje? Poda el alma, una vez iniciada en los secretos del templo in-terior, el Santa Sanctorum, olvidar su propia dignidad y volver a ser la cosa vil que haba sido en su ignorancia? Era posible el discpulo aspirante que haba un da odo la voz del maestro se perdiese a su infuencia y no pensase ms en sus acentos? Una cabeza se inclina reverente sobre los escritos conservados como tesoros sagrados; el corazn fatigado gime y llora presa de aficcin en el seno del aire vespertino, un alma ansiosa lucha para salir de su prisin y enun-ciarse una vez ms, mientras que el espritu, con el odo atento y conteniendo la respiracin, oyeelcoraznylamente,yelalma,lanzandounnimesungritolocamenteapasionadode socorro. El grito se elev vibrante, fuerte y profundo, resonando en alas del viento nocturno en los montes y extendindose a lo lejos.La fuerza acumulada se haba consumido. A la excitacin de aquel momento sucedi una calma violenta, fcticia y de mal agero para aquella naturaleza abrumada y exhausta.Llegar el socorro?Laformapermaneceinmvil,peroestasporquelaagonaesinsufrible.Nolamuerte, sino las tinieblas absolutas debe suceder, a menos que aquel ser locamente miserable sea arran-cado del destino que le amenaza.Acabar el olvido con todo esto? No hay por ventura ningn poder misericordioso que sosiegue al delirante cerebro y que avive el dbil aliento?Peroquesesto?Comoeldbilgemidodeunniodormidoalserperturbadoporsu inconsciente vivacidad, aquel mismo grito le llega de nuevo refejado como un eco. No vuelve con la fuerza penetrante con que fue emitido, sino como un leve murmullo que hiere los fati-gados sentidos como el sonido de campanas taidas en la cima de un monte y odas a distancia en el valle lejano. A continuacin lleg un acento claro y suave, y maravillosamente semejante a la voz tanto tiempo ha silenciosa: Ven.El llamamiento no poda confundirse.El oyente escucha; salta con la cabeza erguida, los labios ardientes, los ojos chispeantes de luz;yrecogiendofuerzasencadafbradeltemblorosoydoloridocuerpo,contestaconun delirante grito de triunfo:Maestro! Ya voy! Cmplase tu voluntad!11CAPTULO IPRELIMINARESSerconvenienteantesdeentrarenlacuestindelaevolucindelhombre,exponer brevementeloqueeselhombre,segnlaDoctrinaEsotrica.Sehadichoenrecientes publicaciones teosfcas que el hombre es un compuesto de siete principios. Pero esta divisin ha sido muy frecuentemente mal entendida. Se ha formado la creencia de que un ser humano septenario,esunaespeciedecebollamuycomplicadaquepuedemondarsepelculatras pelcula,hastaquenadaquedeenelfondo;quelosdiferentesprincipiosqueconstituyen elhombresehanjuntadopormediodealgnprocesoqumicoodealgunacombinacin mecnica.Peroelhechoesqueestosprincipiosestnendiferentesplanosdeexistencia,y no pueden por consiguiente, reaccionar uno sobre otro, como acontece con las cosas que se hallan en un mismo plano. La percepcin de cada uno de estos principios envuelve y requiere un cambio correspondiente en las condiciones de la conciencia que percibe. El hilo que une estos diversos principios, es lo que puede llamarse la unidad de conciencia, la individualidad de la mnada. Los que adoptan el lenguaje idealstico, expresan lo mismo de un modo diferente.No es nuestro propsito describir en detalle los diversos principios del hombre. Para el lec-tor que conoce la divisin del hombre en cuerpo, alma y espritu; estas pginas no ofrecern ninguna difcultad. El cuerpo o envoltura fsica de la entidad humana, incluye en s mismo el principio de vida que anima al hombre, lo mismo que al animal, al vegetal y otras formas de existencia que no es necesario ni mencionar. El alma es el hombre etreo, que, visto desde fue-ra del cuerpo, es conocido con los nombres de fantasma, doble, doppelgnger o cuerpo astral; contiene dentro de s mismo el duplicado hasta del cuerpo, el principio del deseo y la forma superior de inteleccin. El espritu, que consiste en la forma superior de inteleccin y en el yo espiritual, se halla cobijado por el Espritu nico, que constituye la base permanente de toda existencia. A menudo, sin embargo, por razones de conveniencia, se hace la divisin en cuer-po y espritu, o sea el hombre sensible y el suprasensible.Acercar esta materia, nuestra relacin maestro dice:As como el hombre es un ser sptuple, as tambin lo es el universo; estando el microcosmo septenario,enrelacinmacrocosmosseptenario,comolagotadelluviaalanubededonde ella ha cado, y a la cual con el tiempo ha de volver. En el Uno estn comprendidas o incluidas otras tantas tendencias para la evolucin del aire, el fuego, del agua, etc., (desde sus condiciones puramenteabstractashastalasconcretas),ycuandoestsltimasellamanelementos,espara indicar sus potencialidades productivas de innumerables cambios de forma o evoluciones del ser.Representamos por X la cantidad desconocida; esta cantidad es el principio Uno, eterno, inmutable: Y y a, b, c, d, e, cinco de los seis principios menores o componentes del mismo, esto es, los principios de la tierra, del agua, del aire, del fuego y del ter (kasha), segn el orden de espiritualidad,yempezandoporelinferior.Hayunsextoprincipiocorrespondientealsexto principio humano, el cual llamado en Oriente, Buddhi. (Para evitar confusin, recurdese que, consideradalacuestindesdeelladodescendentedelaescala,elTodoabstracto,oprincipio eterno,seranumricamentedesignadocomoelprimero,yeluniversofenomenalcomoel sptimo, tanto si pertenece al hombre como el universo; mientras que considerado desde el otro lado, el orden estara invertido); mas dicho principio no nos es permitido nombrarlo, excepto entreiniciados.Puedo,sinembargo,insinuarqueestrelacionadoconelprocesodelams elevada inteleccin. Llammosle N; y adems de stos existe, en el fondo de todas las actividades deluniversofenomenal,unimpulsoexcitadorprocedentedeX,alcualdenominaremosY. Algebricamente expresada, nuestra ecuacin ser: a, + b, + c, + d, + e, + N, + Y = X. Cada una 12Dos Chelas - El Hombre, Fragmentos de una Historia Olvidadade las seis primeras letras representa, por decirlo as, el espritu o la abstraccin de lo que vosotros llamis elementos (vuestro pobre idioma ingls no me ofrece otra palabra). As el espritu rige todalalneadelaevolucinenelcicloenterodelaactividadcsmica,siendoensupropia esfera la causa informadora, vivifcadora, y evolucionadora que yace detrs de las innumerables manifestaciones en dicha esfera de la naturaleza.Aclaremos esta idea con un solo ejemplo. Tomemos el fuego: D, el principio gneo primario residenteenX,eslacausaltimadetodamanifestacinfenomenaldelfuegoentodoslos globos de la cadena. Las causas prximas son los agentes gneos desarrollados secundariamente, y que rigen separadamente los siete modos en que desciende el fuego en cada planeta, teniendo cadaelementosussieteprincipios,ycadaprincipiosussietesubprincipios,yasestosagentes secundarios deben convertirse a su vez en causas primarias.D, es un compuse septenario, cuya fraccin superior es puro espritu. Tal como lo vemos en nuestro globo, se halla su condicin ms grosera y material; tan grosero a su modo como lo es el hombre en su envoltura fsica. En el globo que precedi inmediatamente el nuestro, el fuego era menos grosero que aqu; y el anterior a ste, lo era menos todava. De modo que el cuerpo de la llama era ms y ms puro, y cada vez menos grosero y material, en cada uno de los planetas precedentes.Enelprimerodetodoslosdelacadenacclica,aparecacomounabrillantez objetiva, casi pura El Maha Buddhi, el sexto principio de la eterna luz En cada globo de la cadena ah siete manifestaciones de fuego, de las cuales la primera en orden puede compararse, en cuanto su calidad espiritual, con la ltima manifestada en el planeta prximo anterior; cuyo proceso, como puede inferirse, se invierte en el arco descendente. Las miles de manifestaciones especfcas de estos seis elementos universales no son a su vez ms que los tallos, ramas y ramitas del nico y primordial rbol de vida.LadivisinseptenariaadoptadaporlasdiversasescuelasdelaflosofaEsotrica,hasido acusadarepetidasvecesdepueril.Sinembargo,unconocimientomsntimodelasunto nopuedemenosdeimpresionarporelcarcterestrictamentecientfcoestemtodode clasifcacin.Siguiendoalosidealistasmsticos,podemosdividirelcampoenterodela existencia en diferentes estados de conciencia, con sus funciones u objetos apropiados. Segn estosflsofos,laexistenciaescoextensivaconlaconciencia;unainconscienciaabsoluta, esunanegacinabsoluta.Ahorabien,dentrodeloslmitesdelaexperienciaordinariaes como la conciencia se manifesta en tres diversos estados, a saber: la conciencia de un hombre despierto, la conciencia de un hombre soando, y la conciencia de un hombre en estado de sueosinensueos.Losdosprimerosestadossonconocidosdetodoelmundo;elltimo requiere unas pocas palabras para explicarlo. Es verdad que a veces, estando despiertos, tenemos algunaideadelaconcienciaduranteelsueo,peroningunaabsolutamentetenemosdela conciencia del sueo sin ensueos; su existencia, sin embargo, se prueba por el hecho de que la identidad del yo nunca se pierde, y de que el principio y el fn de tal sueo estn enlazados elunoconelotroenlaconciencia.Sihubiesehabidounainterrupcindetodaconciencia porunsolomomentosiquiera,nohabraraznconcebibleparasureaparicin.Ademsde estos tres estados, todos los msticos sostienen, como indudablemente es el caso, que hay un cuarto estado de conciencia, que puede llamarse conciencia trascendente. Puede vislumbrarse semejante estado en aquella condicin anormal conocida con el nombre de xtasis.En cuanto a los objetos de dichos estados de conciencia, fcilmente puede verse que abar-can el campo entero de la existencia. Todo lo que es susceptible de percepcin por medio de los sentidos, pertenece al primer estado de conciencia, que est determinado por nuestras no-ciones familiares de tiempo y espacio. Los los objetos percibidos en los sueos, aunque tengan todos los elementos de la realidad para el soador, no son idnticos a los objetos de la concien-cia estado de vigilia, hormas que sean semejantes a ellos. Las nociones de tiempo y espacio que tiene soador, son diferentes de las que tiene el hombre despierto. Un cambio en estas nocio-nes implica un cambio correspondiente en la naturaleza de los objetos a los cuales se confere 13Dos Chelas - El Hombre, Fragmentos de una Historia Olvidadala caracterstica de la realidad. Un avaro soando en la adquisicin de riquezas, experimenta un placer tan vivo como si realmente recrearse su vista con sus acumulados tesoros, mientras que, estando despierto, la riqueza adquirida en sueos no le excitar el menor inters. De un modo anlogo, cuando se suea, el hecho de que la adquisicin no ha de mantener su realidad enlavidadevigilia,haceque,sialgunaatencinselepresta,noseamsquemomentnea, para ser luego expulsada dicha idea de la mente, cuando sta se abisme ms profundamente en la contemplacin de los objetos soados. ste fenmeno es observado por todos aquellos que prestan alguna atencin a sus sueos y a las leyes que los rigen. Los objetos de la conciencia despierta,sonordinariamentellamadosmateriales,ysusimgenesperceptiblesporelsoa-dor,hansidollamadasastrales,adoptandolafraseologadeParacelsoysusdiscpulos.No haremosmsquemencionardepasolosobjetosdelosdosrestantesestadosdeconciencia, porque no est en nuestro nimo ocuparnos de ellos en este momento.Casi no hay necesidad de hacer notar que los cuatro estados de conciencia anteriormente mencionados, no estn separados los unos de los otros por carreras infranqueables, sino que estn todos ellos ntimamente relacionados y forman un todo sinttico. Un poco de atencin bastar para demostrar que estos cuatro estados, combinndose de la manera que hemos visto, deben producir seis estados; siendo la unidad sinttica de todos ellos el sptimo. Si se toman loscuatrongulosdeuncuadradopararepresentarloscuatroestados,suscombinaciones producirnloscuatroladosdelcuadrado,lasdosdiagonalesseisenconjuntoylafgura misma. La resultante de la combinacin, considerada aparte de sus elementos, se hallar repre-sentada por un crculo circunscrito. En este smbolo, cuyo origen se pierde en la ms remota antigedad, el crculo es el todo fnito del cual procede la existencia fenomenal, simbolizada por el cuadrado y sus diagonales. De ah que la cuadratura del crculo se tome a menudo para simbolizar el proceso del evolucin.Lamutuadependenciaentreelsujetoyelobjetodelaconciencia,severclaramentete-niendo en cuenta las anteriores consideraciones. Los siete estados de conciencia considerados con relacin al sujeto, o sea el hombre, son los siete prncipes individuales, y con relacin al objeto, o sea la materia, son los siete principios csmicos universales; en ambos casos, sin em-bargo, el sptimo principio incluye asimismo los otros seis, y de hecho, aunque formando el ltimo trmino en ambas clasifcaciones, es uno en realidad. En el infnito el sujeto y el objeto se funden en uno dentro del otro.Cada uno de estos principios se divide en siete; y cada subdivisin se divide a su vez en sie-te; pues en realidad, la divisin centenaria se extiende indefnidamente.Nuestro venerado maestro dice sobre este punto:Siemprequeseospresentealgunacuestindeevolucinodesarrolloenunreino cualquiera, recordad siempre que todas las cosas obedecen a una regla centenaria de series en sus correspondencias y mutuas relaciones en toda la Naturaleza.Siendo ilimitado el nmero de las divisiones centenarias, ninguna nomenclatura es capaz deexpresarlasverdaderasrelacionesdetodoslostrminosentres.Perosinosabstenemos de una divisin contraria, cada septenario se hallar completo en s mismo, y la comprensin de un centenario facilitar el continuar las investigaciones, sea avanzando sea retrocediendo, siguiendo la Ley de Correspondencias.Hay una particularidad en estas divisiones centenarias, que reclama una mencin especial.Al trazar el proceso por el cual el estado actual del hombre y del universo ha evolucionado desde los estados anteriores, es evidente que el punto de partida ha de ser el polo opuesto. El estado presente es objetivo y material, y el punto de partida debe ser por lo tanto, subjetivo y espiritual; no debe, sin embargo, olvidarse que estos trminos son relativos y no absolutos. En la postrera realidad, el espritu la materia son idnticos; no siendo la materia, bajo este punto de vista, mas que lo que Kant denomina realidad objetiva, y el espritu conciencias abstracta. 14Dos Chelas - El Hombre, Fragmentos de una Historia OlvidadaLos flsofos msticos sostienen que la realidad fnal es conciencia absoluta, la cual tiene exis-tencia objetiva y no es insustancial, sino real. Segn el lenguaje de algunos flsofos Brahma-nes, la realidad fnal es la unin mstica que Prakriti (la Materia) y Purusha (el Espritu).Perovolvamosanuestramateriadejandoconsideracionesabstractasquenodebendete-nernos ms tiempo que el necesario para dilucidar el tema que nos concierne ms de cerca. En todo septenario, lo primero y lo ltimo sern respectivamente la Materia y el Espritu, o el Espritu y la Materia, segn se considere desde el lado de la evolucin o el de la involucin. El proceso de la evolucin es ilimitado, y el ltimo principio tiene siempre que retroceder hasta el primero, aunque en un plano superior; si la curva de la evolucin volviese entrar en s mis-ma, el proceso de la evolucin llegara a un trmino. El smbolo adecuado de la evolucin, no es un crculo, sino una espiral desarrollndose eternamente.La evolucin, o sea la manifestacin de un Numeno permanente en la infnita variedad de existencia fenomenal, envuelve en s misma la nocin de ciclos, y slo puede ser comprendida estudindola en un perodo de tiempo particular y determinado. En el universo fenomenal, hayamosquenopuedepensarseningnpuntodetiemposinpensarenpuntosdetiempos anteriores.Claroest,porlotanto,queunobjetoqueexisteenunmomentodado,debe habersiempreexistidoanteriormente,seaenunaoenotraforma.Laformapre-existente, segnsedice,causalaformasubsecuente;yunaconsideracinmsprofundanosmostrar que la causa y el efecto diferen tan solo en la forma, pero son idnticos en la sustancia, y que el efecto contiene siempre en s mismo la causa. Una de las proposiciones fundamentales de los sistemas flosfcos de Oriente, es que el efecto es el desarrollo de la causa en el tiempo. El nico mtodo que permite presentar a la generalidad de los lectores los hechos recnditos de la evolucin espiritual del hombre, es el de las deducciones partiendo de las verdades univer-sales referentes a la naturaleza de su conciencia. Estas verdades metafsicas han de tenerse, por lo tanto, siempre muy presentes para la debida comprensin del asunto.La evolucin, como hemos dicho, slo puede ser estudiada en su progreso durante cierto periodo de terminado el tiempo; este perodo de tiempo esta dividido en ciclos y subciclos, siguiendo el desarrollo de los siete principios y de sus ilimitadas divisiones septenarias. La li-teratura existente de la Doctrina Esotrica nos expone ms que un solo captulo del gran libro delaEvolucin;elperiododenuestromanvantaraplanetario.Alprincipioesteperodo,el universo material, o ms bien objetivo, de la humanidad, emerge lentamente de su estado es-piritual o subjetivo, y despus de alcanzar la plenitud de su desarrollo, se resuelve de nuevo en la existencia espiritual. El estado espiritual pre-natal del universo humano es de tal naturaleza, que es subjetivo para todos los yos que pueden llamasen algn sentido humanos.El proceso evolutivo del cual nosotros somos el resultado, requiere para su completo desa-rrollo siete planetas, correspondientes a los siete principios del universo humano. La evolu-cin del sistema total es demasiado vasta y complicada para poder describirla dentro de lmi-tes modestos. Slo puede trazarse una pequea seccin de la misma, dejando que el estudiante descubre lo que falta, con el auxilio de la Ley de Correspondencias.Se ha dicho que el manvantara planetario, lo mismo que toda la escala de la existencia que en l se despliega, estn divididos en un nmero indefnido de septenarios. Recordando esto y adems el hecho de que el proceso evolutivo obra en sentido espiral y en periodos alternativos de relativa actividad y reposo, el asunto resulta de fcil comprensin. Para nuestro objeto ac-tual podemos considerar el proceso evolutivo como una espiral con siete vueltas. Emergiendo del estado espiritual o subjetivo, que para nuestros yos aprisionados en la materia, es un vaco perfecto,laexistenciaquesedesenvuelvedescribelaprimeracurvaproduciendolaprimera representacin de la vida espiritual en el universo material u objetivo. Este es el primer prin-cipiodenuestrosistemaplanetario.Paraunsercuyaspercepcionespuedenconcebircomo objetivolacondicinespiritualpre-nataldenuestrouniverso,esteprimerprincipiotendr analoga con el primer principio espiritual; porque la ley de los septenarios impera tanto en laexistenciaespiritualcomoenlamaterial.Peroparaotroser,cuyapercepcinobjetivano 15Dos Chelas - El Hombre, Fragmentos de una Historia Olvidadapenetra ms all del primer principio material, los siete principios espirituales estarn todos presentes en este solo. La siguiente oleada de la evolucin, que produce el segundo principio, estrepresentadaporlacurvaqueestabacontenidaenlaprimeraenestadopotencialono manifestado, y que su vez contiene a la primera, de igual modo que el efecto contiene la causa. El mismo proceso se contina hasta el fn. Entrando en detalles, cada una de las siete curvas esrealmenteensmismaunaespiralformadaporsietecurvas,entrelascualessubsistenlas mismas relaciones que entre las curvas mayores; y todas las subdivisiones proceden del mismo modo. El ejemplo adoptado tiene aplicaciones a los principios y sub-principios evolucionados lo mismo que el tiempo empleado en su evolucin. No puede caber dentro de los lmites esta obrita que resear la historia de la evolucin du-rante un manvantara de nuestro sistema planetario, ni trazar el desarrollo de sus siete princi-pios. Slo trataremos directamente del progreso de la evolucin humana en el planeta, nuestra actual morada. No hay que perder de vista, sin embargo, ni nunca nos cansaremos de repetirlo, que por analoga el proceso puede ser ampliado indefnidamente por el estudiante pensador.Desde que las primeras moradas humanas empezaron su actual carrera objetiva, la humani-dad, o mejor dicho, su contraparte espiritual, ha recorrido tres veces toda la cadena planetaria; y por cuarta vez ha alcanzado el cuarto planeta de la serie, la tierra. Durante estas vueltas o re-voluciones planetarias, que se han llamado Rondas, las mnadas, reconocibles como humanas enlatierra,nopuedenpropiamentellamarsetalesmientrasevolucionanenotrosplanetas. UnonicamenteenlaactualRondacuartapuedenhabersedesarrolladohombresenalgn modo semejantes a los que podemos concebir.Antes de alcanzar la perfeccin a que puede llegar en una Ronda, la humanidad tiene que pasar en esta tierra por siete vueltas o revoluciones menores llamadas Anillos. Las anteriores exposiciones de la Doctrina Esotrica, encaminadas a tratar tan slo las lneas ms salientes delaevolucinhumana,guardansilencioenlacuestindelosAnillos.Seacomofuere,la introduccin de este nuevo factor no podr producir confusin si nos atenemos a la Ley de Correspondencias. El Anillo que ahora estamos recorriendo es el cuarto.Simultneamente con el desarrollo de la humanidad a travs de las Rondas y Anillos, la mis-ma tierra experimenta un desarrollo correspondiente. A cada Ronda se aade una dimensin a la concepcin humana del espacio. La cuarta dimensin del espacio ser un hecho comn en la conciencia humana antes que la cuarta Ronda haya terminado. La existencia que cada nueva Ronda empieza desarrollarse desde su estado espiritual al objetivo o material, experimenta un nuevo desarrollo en cada nuevo anillo.EscasadifcultadsehallarenaplicarestasobservacionesalasRondasyAnillos,oalas subdivisiones de los ltimos de las cuales se tratar ms adelante. (NOTA: Actualmente, cada uno de los cincos elementos que componen nuestra naturaleza sensible, contiene en s mismo cierta porcin de los otros cuatro en sus formas tiles, o mejor dicho, en su condicin inter-media entre lo que podra llamarse materia y espritu. El fuego, por ejemplo, contiene en s mismo ocho partes de su correspondiente sutil o astral y dos de cada uno de los otros cuatro. El nmero de los componentes (16) en un elemento, corresponde con las cuatro Rondas y los cuatro Anillos. Lo complejo de la materia nos prohbe dar ms detalles, con los cuales nica-mente podra la exposicin resultar completa. FINAL NOTA). En cuanto la duracin de las diversas subdivisiones de tiempo, arriba mencionadas, hay que notar que en cada septenario el periodo va disminuyendo en una proporcin determinada hasta que se alcanza el movimiento en el cuarto, desde el cual, aumentando la misma forma, alcanza el mximo en el sptimo.Ningn ser humano, a excepcin de los Adeptos de cierta categora, puede sustraerse a la atraccin de la tierra, antes de haber recorrido los siete Anillos, pero hay hombres excepciona-les que por virtud de sus esfuerzos personales se han adelantado sus compaeros en un Anillo completo, y se hallan as desarrollando su quinto principio (el intelecto) en un plano superior. De esto se ha dicho que son los seres normales de la quinta Ronda, porque la diferencia entre Rondas y Anillos no ha sido hasta ahora justamente defnida. Cuando un ser humano escapa 16Dos Chelas - El Hombre, Fragmentos de una Historia Olvidadaa la necesidad de describir estos Anillos, y pasa al prximo planeta ms avanzado, deja de ser estrictamente un ser humano, no cabiendo dentro de nuestro plan el explorar el misterio de tal existencia planetaria.17CAPTULO IIEL HOMBRE SUPRA-MUNDANOTodos los recuerdos existentes del hombre proceden de un comn punto de partida, que es el de sus primeros ensayos de existencia material. Nadie, ni an aquellos que tienen tanto que decir acerca de la naturaleza espiritual del hombre, suelen tener en consideracin el hecho ms importante, el hecho estupendo, de que mucho antes de llegar el crepsculo matutino de su nacimiento material, el hombre haba pasado, en este planeta, por una era de inmensa du-racin como ser espiritual; un ser cuyo destino era un descenso gradual en la materia, pero en cuyas manos se hallaba, en gran parte, su propio porvenir. Antes de ser un hombre espiritual y fnalmente hombre un hijo de esta tierra, fue un espritu planetario. Poco a poco fue hacin-dose dueo, en sentido material, de su nueva morada el rbitro de su propio destino en ella. Aunque sujeto a todo cuanto le rodea y a limitaciones fsicas pas por distintas gradaciones de estados hasta que lleg ser apto para comprender la cosmogona de la cual l formaba parte.SenosofreceaqulugaroportunoparacitaralgunasobservacionesdenuestroMaestro acerca de la evolucin del hombre, a partir de su estado espiritual preexistente, observaciones que son susceptibles de aplicacin a todos los casos especiales.Existen y deben existir faltas en las razas etreas de las muchas clases de los Dhyan Chohans o Devas (NOTA: Entidades avanzadas de un periodo planetario precedente. Para los detalles, vasemsadelante.FINALNOTA),lomismoqueloshombres.Sinembargo,comoque semejantes faltas son proporcionadas a unos seres demasiado espirituales para ser derribados de sucondicindeDhyanChohansylanzadosenelvrticedeunanuevaevolucinprimordial altravsdelosreinosinferiores,sucedelosiguiente:Cuandounnuevosistemasolardebe empezar su evolucin, estos Dhyan Chohans son conducidos por la corriente al frente de los elementales (entidades del plano de existencia subjetivo que en los tiempos futuros han de ser desarrolladas en humanidad)(NOTA: Vase ms adelante. FINAL NOTA) y permanecen como una fuerza espiritual latente inaudita, en el aura de un mundo naciente del nuevo sistema, hasta haber llegado al nivel de evolucin humana Entonces se convierten en una fuerza activa y se unen a los elementales, para desarrollar poco a poco el tipo perfecto de la humanidad.Estedesarrollodelasentidadesespiritualesenlaexistenciamaterial,o,segnsellama comnmente, el descenso del espritu en la materia, no es ms que un factor en el gran problema de la evolucin humana; siendo el otro la formacin de su cuerpo fsico. As como la naturaleza del hombre es doble fsica y espiritual as tambin hay dos elementos en su evolucin. Por la lnea espiritual es el hombre un descendiente de los Dhyan Chohans, y por la material lo es del tipo ms perfecto de la vida animal existente en los comienzos de su asociacin con la materia. El estudiante encontrar quizs alguna difcultad en armonizar los dos aspectos de la evolucin, mas si se atiene debidamente a la Ley de Analoga, no dejar de hallar el hilo que debe guiarle por el intrincado laberinto de esta y materia.Sehaindicadomsarribaqueconanterioridadalaaparicindelasprimerasentidades humanas,otrasformasdeexistenciasehabandesarrolladoenlatierra.Losseisrdenesde existencia que precedieron al hombre fueron los tres reinos elementales, imperceptibles para nosotros, y los reinos mineral, vegetal y animal. No hay que suponer, sin embargo, que estos reinostuviesenningunadesusactualespropiedadesfsicasaltiempodelprimerimpulso deevolucinhumana.Porelcontrario,esunhechoquetodaslaspropiedadesfsicasque conocemoshanprogresadoalapardenuestroprogreso.Esunaleygeneralque,desdeel momentoenqueunreinosuperiorvienealaexistencia,todoslosreinosinferioressufren 18Dos Chelas - El Hombre, Fragmentos de una Historia Olvidadaun retardo su evolucin. Bajo la accin de esta ley de retardo, los reinos inferiores han hecho poco o ningn progreso desde que se inici la corriente de la evolucin humana.No hay quehablar aqu de los reinos elementales, puesto que la generalidad delos hom-bres no tiene el menor conocimiento de su naturaleza. Al considerar los otros terrenos, hay que hacer notar que cuanto ms al fondo se lleva la investigacin, menos seales se encuentra deprogresoduranteelperiodohumano.Elreinomineraleselquemenoshaprogresado; vienetraslenlalneaascendenteelreinovegetal,siendoelreinoanimalelquemsseha desarrollado de los tres. Cuando las entidades humanas empezaron su movimiento de avance desde su estado espiritual hacia la existencia fsica, el tipo superior de la forma animal subi un escaln para recibirlas. No hay qu creer, sin embargo, que las formas fsicas desarrolladas estuvieran esperando la llegada de las entidades humanas para ir a habitarlas; pues lo cierto es que las entidades espirituales al manifestarse objetivamente, desarrollaron las formas animales pre-existentes de los tipos superiores. La condicin de las formas inferiores de existencia en el momento del nacimiento del hombre en la tierra, podr verse con alguna claridad a la luz de las condiciones de las primeras razas de los hombres, que ms adelante se describirn. El estado de los reinos inferiores durante las pocas de su respectivo predominio est fuera del alcance de nuestra comprensin, de igual modo que las capas de materia travs de las cuales progresaron, estn fuera de los lmites de nuestra percepcin. No podemos dejar este punto de la cuestin sin advertir que los cambios de las formas inferiores de vida que acabamos de considerar, no son los mismos que estudian el Gelogo y el Paleontlogo, cuyas observacio-nes estn limitadas a uno de los muchos planos de existencia material, es decir, al nico que podemos conocer. Tampoco debemos omitir el hecho importante, de que las entidades que actualmente evolucionan en los reinos inferiores de este planeta, no alcanzarn la condicin humana en este periodo planetario.Estasobservacionesprepararanelcaminoparaelestudiodelacondicindelhombreal aparecerporprimeravezenlatierraduranteelpresenteAnillo.Losprimerosrepresentan-tes de la humanidad, tal como la conocemos en esta tierra, fueron, rigurosamente hablando, hombres supra-mundanos o espirituales, y no seres terrestres. Sus principios ms groseros no descendan ms all de un cuerpo etreo o, ms correctamente, astral; eran hombres nica-mente en el sentido bajo el cual la semilla es el rbol, y, yendo ms lejos, la energa potencial es la semilla misma. Las siete razas puramente espirituales que en este Anillo precedieron a la aparicin del hombre fsico, estaban compuestas de seres de los cuales el hombre de ciencia no tiene el menor conocimiento histrico, y cuya existencia no querr admitir, como es de supo-ner. Lo primero que alegar en su defensa es la afrmacin de que el mundo no era habitable en poca anterior a la edad de piedra; y decirle que el planeta era morada de criaturas humanas vivientes antes del perodo glacial, es provocar su buen sentido geolgico. Hasta llega a po-nerse en duda el hecho evidente de que la existencia del hombre europeo, se remonta hasta la edad Terciaria Superior.Hayquetenerpresenteque,cuandolapalabrahabitableseaplicaaesteplaneta,su signifcado se halla limitado por el sentido en que defnimos el primer hombre y sus necesida-des. Y adems debe tenerse presente, como el hecho antropolgico fundamental sobre el cual basamos las afrmaciones que se seguirn, que con la evolucin de las siete razas espirituales que precedieron al hombre, la tierra se hizo apta para servirle de habitacin. Los siete dioses egipcios de los elementos, son los smbolos de estas siete razas primitivas, y los siete Elohim de los hebreos, son idnticos a los siete Rishis de la India.Las primeras razas carecan de lenguaje, lo mismo que sus prototipos espirituales, no sien-do aquellas ms que copias materializadas de stas. Si las razas posteriores de hombres se ha-llaron dotadas de lenguaje, fue porque haban sido modeladas a imagen de los siete dioses de la palabra o lengua viviente del Taos. No hay pueblo que no posea esta tradicin, ni raza quenolahayaconservado.HastalossalvajesHuronestienensussieteespritusdelalien-to, o palabra o pensamiento articulado; cuyos espritus invocan, y no son otra cosa que los 19Dos Chelas - El Hombre, Fragmentos de una Historia Olvidadaprototipos de las primeras razas dotadas de lenguaje. Hasta el tiempo de la primera raza que cay en la generacin, las razas humanas estuvieron todas y cada una sus paradigmas. Estas razasespirituales,fueronasuvezdesarrolladaseinstruidasporespritusplanetariosdeun orden de existencia muy superior al que ninguna raza de hombres haya todava alcanzado. La palabra espiritual no debiera ser mal entendida. En este caso se refere, no a seres humanos desencadenados, sino a rdenes de existencia todava no desarrollados en el seno de la materia para formar parte del mundo material en el cual fueron colocados por la ley csmica. En otras palabras, no representaban aquel principio que en el hombre sobrevive como una entidad des-pus que se ha desprendido de la materia grosera, sino seres cuyo destino era alcanzar el plano de la materia desde otro, y llegar a l por medios tan naturales como aquel por el cual la larva se desarrolla transformndose en mariposa.La naturaleza, que actualmente slo es perceptible para nosotros en sus cinco aspectos mate-riales rudimentarios, tiene en reserva para aquellos que se esfuerzan en descubrir sus misterios por medio de los principios sexto y sptimo desarrollados, un tesoro de sabidura que recrea a quien lo contempla; y las verdades elementales que estas pginas contienen, no son ms que una pequea parte del caudal de conocimientos que el estudiante solcito puede descubrir por s mismo, con solo aplicar a esta investigacin la mitad del ardor con que niega la existencia de estados y hechos de los cuales no tiene la menor idea. El metdico experimentador siente desprecio hacia el errtico hijo del genio que no conoce regla ni rutina, sino que balbuceando nmeros a medida que los nmeros se presentan, da expresin a los pensamientos que brotan de las profundidades interiores. El mundo est, empero, con el hombre inspirado, porque l pulsa cuerdas de simpata que vibran y encuentran eco en el corazn humano, despertando cadavibracinalgnrecuerdodormidodesuexistenciaespiritual,oalgnpresentimiento de su vida futura, muy confusamente defnidos en la conciencia de la progenie de la materia.Las verdades internas o espirituales que los hombres de esta raza solo vagamente conciben, sern percibidas por la prxima raza, la sexta, en sus formas objetivas, y su belleza interior ser percibida con tanta facilidad como la existencia de un mundo espiritual, lo es por los hombres ms adelantados de esta quinta raza.Las primeras entidades humanas que hubo en la tierra eran grmenes vivos en movimiento, los globos alados de Egipto, o Escarabajos, como hoy se llaman. De estos grmenes en el transcurso de los siglos evolucionaron las siete razas de seres etreos, los antecesores del hom-bre en la tierra seres pre-humanos, se as podemos defnirlos. Estas manifestaciones embrio-narias de la vida no posean en su estado primitivo ms que un instinto, el del movimiento, y se movan (segn todas las apariencias) al azar, no obedeciendo a otro fn que el de producir muchas de las formas inferiores de vida que nos rodean.Sinosotrosfuramosdueosdelossecretosdelanaturaleza,fcilmentepenetraramos estosmisterios.Existenhombresquehanalcanzadoungradotaldedesarrolloespiritualy fsico, que les permite percibir la accin interior de las leyes csmicas, y este desarrollo se logra por medio de la educacin de los siete sentidos del hombre en su doble naturaleza, espiritual y fsica. Estas felices excepciones son tampoco conocidas de los dems hombres, que es casi im-posible convencer de su existencia a las gentes de cualquier poca. Los habitantes de la tierra, al tiempo de la aparicin del hombre primitivo, eran adems de animales (por supuesto dife-rentes de los hoy da conocidos), espritus de la naturaleza. Eran los espritus, que repre-sentaba los prototipos astrales de los rboles y dems rdenes de vegetacin, como tambin los respectivos prototipos de los minerales y metales. No posean ningn sentido evoluciona-do, y no estaban provistos ms que de un sentimiento el del ciego instinto. Tambin haba elementalesdeunacategoradistinta,loscualessucesivamenteevolucionaronhastallegara ser hombres, segn veremos ms adelante.Nuestros primeros antepasados, los primeros descendientes fsicos del hombre supra-mun-dano,eranseresnacidosenunacondicinquenosotrosnopodemoscomprender,perode lascualespodemosadquirirciertosindiciosdepartedeaquellosquehanconservadopara 20Dos Chelas - El Hombre, Fragmentos de una Historia Olvidadanosotros la ciencia, cuyos fragmentos ahora nos ofrecen. La cuna de la primera raza objetiva delhombreenelAnilloactual,fueelPoloNorte,queenlapocadequehablamosestaba casi en la eclptica. Desde aquel perodo los polos y el ecuador han cambiado de lugar. Podr estosorprenderaquellosastrnomosquecreenhaberresueltocompletamenteelproblema de la precisin de los equinoccios por medio de una cadena de razonamientos matemticos, y podrn quiz rechazar con desprecio esta afrmacin, pero lo cierto es que la inclinacin del eje de la tierra sobre plano de la eclptica sufre un cambio secular, y los descubrimientos futu-ros corroboraran nuestro aserto (NOTA: sabemos perfectamente que esta afrmacin est en contradiccin con la fsica matemtica, cuya ciencia acaba de ser enriquecida con los valiosos y profundos escritos de Mr. G.H. Darwin. Mas qu fsico se atrever afrmar que sean cono-cidos todos los datos necesarios para la solucin del problema? No ser ciertamente ningn astrnomo que haya intentado resolver el problema todava en pie de la aceleracin secular del movimiento de la luna. FINAL NOTA). El gelogo, cuya masa de conocimientos cientfcos ha recibido importantes refuerzos del descubrimiento de yacimientos carbonferos en latitu-des muy altas, an ahora encontrar quizs sugestiva esta asercin.Antes de pasar adelante hemos de repetir que las diferentes pocas de la historia de la evo-lucin humana a qu nos referimos, fueron perodos durante los cuales vivieron y desaparecie-ron de la tierra en sus tiempos sealados innumerables miles de seres; de lo contrario, podran surgir errneas apreciaciones con relacin a esta materia, que slo pretendemos exponer en sus lneas ms salientes, y no en sus detalles.Nos proponemos trazar la historia de la evolucin humana en este Anillo, desde su estado espiritual hasta el fsico. Pero no es posible trazar el curso del desarrollo a travs de todas las siete razas del Anillo, o septenarios menores. El diseo general que sigue pondr los lectores en condicin de obtener tener por s mismos los detalles. La Ley de Correspondencias preva-lece hasta el fn. Lo que es cierto para una sub-raza especial de una raza, es cierto, en un plano superior, para la correspondiente sub-raza de la raza siguiente.21CAPTULO IIIEVOLUCIN FSICA DEL HOMBRE, O DESCENSO EN LA MATERIAAl trazar el desarrollo del hombre objetivo desde sus predecesores, subjetivos, menciona-dos en el anterior captulo, debe tenerse siempre presente, que al principio de cada Anillo, el procesodescritoserepiteconstantemente;perocadaperodosucesivo,laduracindeeste proceso se va acortando. La naturaleza halla ms expedito el repetir lo mismo en un plano su-perior que l evoluciona de nuevo. Esta facilidad adquirida por la naturaleza en repetir alguna cosaquehayaverifcadoanteriormente,sehallaperfectamentedemostradaeneldesarrollo del feto humano: en el corto espacio de siete meses, el germen embrionario recorre el diapa-sn completo de la evolucin orgnica, porque la humanidad, considerada como un todo, al ascenderhartosuactualsituacin,hapasadoyaportodoslosescalonesintermediarios.El desarrollo de los sentidos fsicos de la entidad humana y de su envoltura fsica, constituye su descenso en la materia, o evolucin fsica. Nos proponemos en este captulo trazar un breve diseo de evolucin fsica de la primera raza objetiva del presente Anillo.Cuando hablamos de pueblos primitivos, no nos referimos al primer pueblo que habit sobre la tierra, sino a la primera raza objetiva de este Anillo, que es conocida por las razas pos-teriores, como la raza de los hombres Admicos. Se ha dicho en el captulo precedente, que el nmero de las razas etreas del presente Anillo, fue siete. Cada una de estas razas desarrollo un sentido astral, hasta que la sptima raza tuvo todos los siete sentidos desarrollados, hasta el punto que permitan las condiciones existentes. Es difcil para hombres que no tienen ms quecincosentidosimaginarloquesonlosotrosdos,peronodebeolvidarse,quenuestro actualestadonoesenningnmodoperfecto.LoshombresdelasptimarazadeesteAni-llo, experimentarn quizs la misma difcultad en concebir cmo podramos nosotros haber existido con slo cinco sentidos. Cuando la corriente de la evolucin tom el primer impulso hacia la vida objetiva, la humanidad tena que desarrollar en el plano material, uno tras otro, los siete sentidos astrales de que estaban dotados sus ascendientes pre-humanos. La primera raza de este Anillo es bien sabido que tuvo, como todas las otras razas, siete sub-razas. Cada una de estas sub-razas desenvolvi, hasta el lmite que permiti su desarrollo material, uno de los siete sentidos. La sptima sub-raza tena todos los siete sentidos desarrollados fsicamente hastaciertogrado.Laprimerasub-raza,delasegundaraza,tomelsentidoprimeramente desarrollado, en el punto en que fue dejado al fnal de la primera raza, y lo llev a un grado su-perior. La segunda sub-raza, trat el siguiente sentido, desarrollando de un modo semejante; que suerte, que cada uno de los sentidos, alcanz una mayor perfeccin en cada sub-raza de la raza siguiente, hasta que por fn, a la mitad de la tercera raza, el hombre lleg al estado en que hoy le conocemos, aunque menos desarrollado.Las razas siguientes han llevado esta evolucin en sentido progresivo, siguiendo el mismo orden. El tipo comn de una raza, es siempre conservado por sus varias sub-razas, las cuales, a cada paso que dan, adquieren mayor desarrollo en el plano fsico, con una prdida correspon-diente de algn sentido astral especial, posedo por sus ascendientes supra-mundanos.El hombre empez as a avanzar en el plano fsico, desarrollando uno de los siete sentidos. La primera sub-raza, de la primera raza objetiva, adquiri paulatinamente el sentido de la vis-ta fsica, el cual, y esto hay que anotarlo bien, inclua en s mismo los seis restantes en estado latente o potencial. Simultneamente, con el desarrollo de este nuevo sentido, se verifcaba un desarrollo correspondiente en la naturaleza exterior. Los sentidos astrales del hombre supra- mundano, no perciban ms que la contraparte astral de todos los objetos de la naturaleza, tal como los conocemos. Es muy difcil para la generalidad de los hombres de hoy da, darse cuen-taquecmolaactualnaturalezasensible,pudoexistirmeramentecomosupropiasombra, 22Dos Chelas - El Hombre, Fragmentos de una Historia Olvidadateniendo al mismo tiempo un carcter real y objetivo. Pero debe recordarse que, cuando un soador percibe objetos astrales, no halla en ellos ninguna falta de realidad. Con la naciente facultad de la vista, el mundo empez ha adquirir poco a poco un carcter distinto; la natu-raleza exterior adquiri gradualmente visibilidad, tal como nosotros la entendemos, aunque desprovista de las dems propiedades que nosotros invariablemente asociamos a los objetos visibles.Las propiedades de los objetos correspondientes a los otros sentidos, no haban an evolu-cionado; estos mismos sentidos eran todava desconocidos. Para estos hombres primitivos, las hojas no susurraban, las fores no olan ni desplegaban a la vista variedad de colores. Siendo la vista su nico sentido desarrollado, no tenan ellos nocin alguna de la distancia ni de la soli-dez. Mas, este sentido, al principio, era de un alcance ilimitado. El hombre pre-humano poda sondear los misterios del Sol y del cielo, y poda observar las estrellas que burlan al ms potente telescopio. La primera sub-raza, con su vista recin desarrollada, no poda formarse idea de la obscuridad, porque ningn objeto era enteramente opaco. La luz variaba de intensidad, pero para los primeros representantes de la raza, todava no haba empezado a hacerse sensible el contraste que nosotros percibimos entre el da y la noche. La vista en dicha poca no se haba desarrollado an lo sufciente para permitir la percepcin del color. Los primeros hombres no pudieron observar la diversidad de tonos del arco iris; y la hierba, los rboles y los animales, no eran para ellos, como son para nosotros, de diferentes colores. La evolucin de la percepcin del color, est ntimamente ligada con la evolucin de las razas y sub-razas de la humanidad. Cuando empez a desarrollarse el sentido de la vista, el hombre no perciba ninguno de los colores del prisma. Para l, todo apareca perfectamente incoloro, esto es, blanco; ms, antes que la primera sub-raza de la primera raza objetiva hubiese alcanzado su punto culminante, y cedido su lugar a sus sucesores, el color rojo se hizo perfectible. Cada sub- raza desarroll la percepcin de un nuevo color del prisma en el orden en que estn colocados, empezando por el rojo; y cada raza sucesiva tuvo que adquirir de nuevo para su uso la perfeccin de los colo-res del arco iris, aunque en periodos de tiempo constantemente decrecientes, y descubriendo cada vez una mayor variedad de matices. Los primitivos antecesores de nuestra raza no per-cibieron ms de tres colores principales: rojo, amarillo y verde; dos de ellos perfectamente, y el tercero hasta cierto lmite. El que nuestros ojos, hoy da, puedan gozar de tanta profusin de colores, es debido al hecho de que nosotros estamos ahora recobrando, y al mismo tiempo enriqueciendo el conocimiento que fue un da patrimonio de la razas precedentes. Hacia el fnal del periodo de esta sub-raza, la vista humana, hasta entonces ilimitada, empiez a sentir las limitaciones de la distancia y de la opacidad. Esto fue debido a la infuencia de un sentido nacientequeseallaaparicindelasub-razasiguiente.Lapresenciadelnuevosentido,el tacto, modifc considerablemente la percepcin de las cosas, y mediante la combinacin de estos dos sentidos, empezaron a desarrollarse nuevos conceptos, como los de la solidez, dis-tancia y temperatura.Hay que aadir, que hacia el fnal de este periodo empez a manifestarse, aunque muy li-mitadamente el sentido del odo, el cual, segn se ver, no adquiri gran desarrollo, hasta una poca posterior. La segunda sub-raza hered el sentido de la vista, y desarrollo, por s misma el del tacto. Este ltimo sentido, tena en sus comienzos un alcance mucho mayor que en los perodos sucesivos. Esto podr parecer a primera vista, de difcil comprensin, ms, aquellos que han observado como los ciegos desarrollan su odo y su tacto hasta un graso de fnura y de-licadeza extraordinarias, entendern como la multiplicidad de los sentidos embota la agudeza de cualquiera facultad especial. Para las gentes primitivas, el tacto era algo as como la facultad psicomtrica, que posee cierta especie de clarividentes, aunque mucho ms intensa.Lo cierto es que esta facultad adquiri tal desarrollo interior, que revelaba la naturaleza ntima as como la exterior de los objetos a que se aplicaba. Por medio del tacto se abri una nueva fuente de placer, se estableci un nuevo lazo entre el hombre y el mundo exterior. A medida que apare-ca sentido te sentido, se forjaba Anillo tres Anillo en esta Cadena, y velo tras velo, encubra 23Dos Chelas - El Hombre, Fragmentos de una Historia Olvidadala extensa perspectiva de sus recuerdos espirituales. Gracias a continuas relaciones con cosas de barro, el hombre fue adaptndose a su nueva habitacin, hasta que al fn sus pensamientos cesaron de divagar.El sentido del tacto, que germin en la primera sub-raza, alcanz el lmite de su desarrollo en la segunda. Con la evolucin de la siguiente sub-raza, el hombre dej de ser un ser etreo, convirtindose en una criatura relativamente materializada, dotada de varios sentidos elemen-tales, de los cuales, slo uno, el odo, se acentu, y vino a ser peculiarmente caracterstico de la tercera sub-raza.Esta sub-raza disfrut de las tres facultades, de la vista, del tacto y del odo; las dos primeras como sentidos fsicos desarrollados, por haberlos materializado las dos sub-razas precedentes, y la ltima como sentido a la vez fsico y espiritual. Siendo esta facultad una nueva herencia, fue al principio enteramente espiritual, exactamente de la misma manera que la facultad de transmisindelpensamientoeslafacultadespiritualparalaquintaraza,queeslanuestra, debiendoemperoconvertirseenfacultadfsicaparaloshombresdelasextaraza.Entanto que una facultad es puramente espiritual, no puede ser propiedad comn de toda la raza; ser poseda por hombres constituidos de un modo diferente de la generalidad de sus prjimos, o bien por aquellos que se han sometido a cierta disciplina con objeto de adquirirla. Ms, cuan-do la raza en masa se eleva al nivel de estos pocos, la facultad en cuestin deja de ser espiritual, y es disfrutada por toda la raza como una herencia fsiolgica.La extensin de la facultad del odo que posey la tercera sub-raza de la tercera raza huma-na, era tan grande con relacin a la nuestra, que raya en lo increble. El odo espiritual haba recibido su mximum de desarrollo, y el mismo odo fsico alcanz un elevadsimo grado de agudeza. Hasta el sonido de la hoja al nacer, recreaba con su msica natural los odos de estos primitivos habitantes de nuestro planeta. Cuando los colores, uno tras otro, aparecieron en la for primitiva, su danza rtmica no era percibida por el sentido todava nuevo, el odo. El placer exquisito que experimentaran ellos al or esta msica, debe tener cierta semejanza con elquenosotros,quetenemosampliamentedesarrolladalapercepcinmusical,sentimosal escuchar los divinos acentos de una sinfona o de un oratorio. Un nuevo encanto se aadi a la vida, y el hombre contempl con creciente satisfaccin y complacencia, el simptico mundo que le rodeaba.Elrtmicomovimientodeloscuerposcelestesquenoscircundan,loqueloshombres llaman la msica de las esferas, y que creen no es perceptible para los odos mortales a causa de su rudeza, era para estos hijos primognitos de la naturaleza un himno permanente de alegra.Mira el cieloCun incrustado est de lentejuelasDe oro brillantsimo: ni unoDe esos globos que ves, al par que giraCul ngel, deja de cantar de acuerdoCon la voz de inocentes querubinesOye el alma inmortal esa armona.Pero, mientras la encierran toscamenteEsa envoltura de corrupto cieno,No podemos nosotros entenderla.(NOTA: El Mercader de Venecia.Acto V. Escena 1.Traduccin de Guillermo Macpherson. FINAL NOTA).La rudeza fsica nos hace inaccesibles a muchos otros goces de la naturaleza adems de su msica,comosabenmuybienaquelloscuyossentidoshansidorefnadosporciertognero 24Dos Chelas - El Hombre, Fragmentos de una Historia Olvidadade educacin o por la naturaleza. En aquellos tiempos el odo espiritual se haba desarrollado plenamente,ylaarmonaentrelasnaturalezasespiritualyfsicadelhombre,permitique dichosentidofuesemsagudodeloquejamshasidoparalageneralidadenningunade lasrazassiguientes.Perohayhombresquevivenactualmente,quenoslohanconservado lamaravillosafacultaddeodoqueposeyeronnuestrosascendientesdelaterceraraza,sino que por medio de una educacin constante han desarrollado esta facultad hasta un grado an ms notable de perfeccin. Los seres humanos excepcionales a que aludimos, han conservado maravillosamente esta potencia del odo, y, segn es bien sabido, en la India y en otras partes, hablan a travs del espacio, y pueden ser odos por aquellos cuyo sentido espiritual del odo puede gobernar a su correspondiente fsico y subordinarlo cuando lo desean. La distancia no constituye obstculo para el odo espiritual, y las almas que se hayan en simpata espiritual se llaman y responden mutuamente desde los confnes del mundo.La cuarta sub-raza, segn se ver, principio con tres sentidos bien desarrollados, la vista, el tacto y el odo. El sentido del olfato, que pertenece especialmente esta sub-raza, fue en su ori-gen una facultad tanto espiritual como fsica. El sentido espiritual del olfato tena muchas de las propiedades que nosotros hacemos a la vista, al tacto y al odo. Aun hoy da, los naturalistas saben que este sentido en algunos insectos suple a casi todos los dems sentidos; la importan-ciadelsentidodelolfatoparaciertosanimales,especialmentelosperros,apenassinecesita mencionarse.Laevolucindeestesentidoaadiotracapaalanaturaleza,justifcandoas el hecho de que los antiguos adoptasen la cebolla como smbolo de la evolucin. Diferentes objetos, que anteriormente podan slo ser vistos, tocados y odos, adquirieron entonces por primera vez la propiedad del olor.El sentido del gusto fue desarrollado por la quinta sub-raza. Al principio el cuerpo humano no necesitaba alimento para mantener la vida, y an en poca tan avanzada como el tiempo entre la cuarta raza desarrollaba el sentido del olfato, el hombre no coma nada, sino que por mediodesmosis,absorbaloselementosnutritivosdelaire.nicamentecuandosucuerpo subo condensado, y se hubo vuelto en cierto sentido, grosero, tuvo que restaurar su organismo por medio de alimento introducido en su estmago. La primera y la segunda razas no sintie-ron la necesidad de reparar con alimentos el desgaste de los tejidos. Propiamente hablando, el hombre en nuestro planeta no lleg a ser un animal comedor, en nuestro cuarto Anillo, hasta el fnal de la segunda raza.Lossentidosdesarrolladosporlasextaysptimasub-razassoninconcebiblesparanoso-tros, que slo poseemos cinco sentidos desarrollados aunque en un grado mucho mayor que el alcanzado por la humanidad en ninguno de los periodos precedentes y teniendo los otros dos sentidos en un estado muy rudimentario.En aquellos das nada desagradable perciban los sentidos. En realidad, ningn sentido en sus comienzos puede transmitir al hombre sensaciones desagradables. Siento el desagrado el resultado de la desarmona o de la violencia del orden natural de las cosas, slo pudo haberse presentado despus que lo sentido se hubieron asociado lo sufciente con los objetos exterio-res.El dolor fsico, fue, por decirlo as, acarreado por el mal us de nuestros sentidos, no por su uso. El mito bblico te que Dios maldijo la tierra a la cada de Adn, tiene un sentido profun-damente signifcativo. El hombre en su estado natural no conoca el abuso de ningn sentido u rgano, y por ende, se hallaba libre de todo sufrimiento relacionado con su ejercicio. Du-rante la niez, aunque la agudeza de los sentidos es mucho mayor que ms tarde, los nios no experimentan en tan alto grado como los adultos los sentimientos penosos que sus sentidos son capaces de producir. Pueden, por ejemplo, resistir malos olores sin mucha incomodidad. La vista de los nios es ms clara y de mayor alcance que la de los adultos; pero sus ojos no pueden distinguir delicados matices de color. El odo de los nios posee un alcance mucho mayor que ms tarde; pueden recibir notas mucho ms altas y sonidos mucho ms bajos que la generalidad de los hombres formados, pero no perciben los semitonos ni otras divisiones 25Dos Chelas - El Hombre, Fragmentos de una Historia Olvidadams delicadas. En la aurora de la vida la fuerza de los diversos rganos es extraordinaria, y el placerrecibidoporsuejercicioesintenso.Sonidosdiscordantesparaelodocomnhallan a menudo atractivos en los odos jvenes. La analoga puede seguirse hasta el fn, pudiendo notarse las diferencias entre las cualidades de los sentidos de los nios y las de los adultos. El gustodelosniosporlosoloresfuertesysuincapacidaddesimpatizarcondelicadassen-saciones,sonbienconocidos,ylaobservacindelavidainfantilponeenevidenciaquela naturaleza prefere antes que nada trazar los contornos y despus completar los detalles. Ha sido siempre la tendencia de la evolucin superior de las razas el producir variaciones cada vez mayores en cada sentido fundamental. A cada paso hacia arriba los sentidos perdan en fuerza yganabanenvariedadyenriqueza.Paranuestrosascendienteseranperfectamenteiguales muchosobjetosquepresentananuestropaladardiferenciasperfectamenteapreciables.Lo mismo sucede con el color, con el sonido y con las dems secciones de la esfera sensitiva. Los refnamientos de la mesa moderna nos pueden dar alguna idea de la completa delicadeza de nuestro paladar comparada con los simples requisitos que se hallaban en uso, sin ir ms lejos, en la Edad Media.Llevando el asunto ms lejos, llaman la atencin los que puede ser llamado sentidos com-puestos, que se forman cuando ms de un sentido es impresionado a un mismo tiempo por un mismo objeto. Los epicreos darn testimonio del refnamiento que alcanza su gusto cuando un plato de comida les halaga, tanto por el aroma como por el sabor, mientas que los efectos delamsicaacompaadadelavariedaddecambiantesdeluzsonmuyconocidos,cuando menos en Oriente.Hemos hablado de dos series de sentidos los posedos por el hombre supra-mundano y los posedos por sus descendientes terrestres. Los todava superiores sentidos espirituales, llama-dos Tanmatras por los flsofos indios, no los hemos mencionado siquiera: son, por decirlo as los sentidos abstractos, en los cuales se confunden el sentido y su objeto apropiado. El hombre actual tiene en el plano inferior de su existencia, los cinco sentidos groseros; en su cuerpo as-tral obtiene dominio de sus sentidos astrales; y en tal estado se halla enteramente en la misma situacinquesusprogenitoressupra-mundanos.Hayquemencionarenestepunto,queel Brahmn, en las antiguas escrituras snscritas, es llamado menudo el hijo de fuego, lo que realmente signifca el hombre astral, o sea ser humano supra-mundano; porque lo Brahmanes pretendenserlosnicosquehanpermanecidofelesalastradicionesdesusgloriososante-cesores cuando resto del mundo se haba entregado al culto de dioses extraos. Ms elevados que estos sentidos astrales son los sentidos verdaderamente espirituales, sus correspondientes abstractos. stos siete sentidos en su triple naturaleza espiritual, astral y fsica, son lo que los Mahatmas superiores aquellos maestros de la naturaleza poseen en un estado sumamente desarrollado. Ellos han conservado por medio de una inteligente educacin, las excelencias de todas las razas anteriores, y han combinado con ellas su propio progreso espiritual, mientras que la humanidad ha ido movindose en el ciclo descendente.26CAPTULO IVEL HOMBRE PRIMITIVOEl bosquejo precedente, aunque mezquino, indica con bastante precisin para el objeto de estos fragmentos, el curso de la evolucin que dio origen al hombre en el plano material, y que, en realidad, engendr este mismo plano. Hemos visto cmo el hombre surgi de su condicin espiritual,ylentamentedesarrolllavidaobjetivamaterializandoloscorrespondientes espirituales de los siete sentidos, de los cuales la humanidad presente posee cinco de un modo real, y los dos restantes de un modo latente y potencial. Durante el perodo de la primera raza, hemos dicho, el desarrollo objetivo del hombre y de su planeta, progres hasta un punto que, sibiennoeracompletamenteespiritual,noeratampocomaterial,enelsentidoquedamos a este trmino. Durante las siete sub-razas de la segunda raza, la corriente de la evolucin se fue enturbiando con el desarrollo de la materia. Pero el hombre, ni an entonces, se hallaba cristalizadoycondensadoengradosufcienteparapoderserreconocidoporsusactuales descendientes como pertenecientes a su raza; era todava semi-etreo, con pocos atributos de los que hoy da consideramos como peculiares al hombre; en efecto, en el sentido fsico, el no era realmente un hombre. Porque an en la segunda raza, su cuerpo semi-etreo estaba exento deenfermedad,ylacompletaarmonadelorganismocorporalledabaelaromadelasalud perfecta. Los animales, en la era primitiva de su existencia, eran odorferos como los rboles, las fores y las plantas; y el hombre era una fragante for cuando viva la vida natural. Aun hoy, despusdeinnumerablessiglosdevidamalsana,ydeabusodelasfuncionesnaturalesyde promiscuidad,estodavaunjovenanimalbienoliente,necesitandotansloablucionesde aguapuraparaconservarsuorganismolimpioysualientotanfrescocomoeldelavaca,el nico animal, con excepcin, hasta cierto punto, de la oveja, que no ha degenerado del todo. Estopuedearrojaralgunaluzenlacuestindeporqutantasnacioneshanconsideradola vaca como un animal sagrado, o en todo caso la han tratado con especial consideracin. En laIndiayelantiguoEgiptoesbiensabidalaveneracinquesetetributabaalavaca,yan entre otras naciones que se han convertido en devoradoras de vacas, este animal representa un importante papel en sus mitos.Es casi absolutamente imposible dar una idea exacta de los seres humanos, que un da pi-saronestatierrasusprimitivosposeedores.Sloelvidentepuederepresentrselos,yslo aquellos cuyos poderes imaginativos son de un orden muy superior, pueden concebirlos. La sola descripcin de un hombre perfectamente trasparente, el mecanismo de cuyo cuerpo era claramente perceptible, y cuyos pensamientos eran tan defnidos como sus manos, es de aque-llas que el hombre moderno sensualmente desarrollado, es incapaz de comprender.Hemos sealado brevemente el hecho de que antes de recurrir a la comida, el hombre to-maba su principal alimento del aire. Durante mucho tiempo careci del desarrollo facial que hoy le hace posible tener boca, que ocupa tanta parte del espacio relativamente pequeo, que corresponde su cara. Es este un rostro extraordinariamente desproporcionado, revelando de ordinario falta de simetra, y casi siempre manifestando de un modo claro, todos los signos fsiolgicos del animal carnvoro.Latercerarazassealaelprincipiodeunnuevoestadodecosas.Laevolucin,quehasta aqu haba procedido a travs de capas de materia, fue gradualmente empendose en una ma-nifestacin ms completamente objetiva; el proceso constante de diferenciacin que forma la obra de la evolucin, alcanz en este momento a cada individuo humano. Con anterioridad a este tiempo, la ley a qu obedece la evolucin no haba alcanzado bastante complejidad para poderserdiferenteparacadaindividuoenparticular,yenlaterceraraza,fuecuandolaley csmica en los individuos afect, en proporcin bastante considerables, la forma de voluntad 27Dos Chelas - El Hombre, Fragmentos de una Historia Olvidadapersonal. No debe suponerse empero, que al principio del periodo de la tercera raza brotase de repente por arte milagroso la voluntad personal a modo de Minerva completamente armada. La naturaleza aborrece los saltos, tanto lo ms grande como en lo ms peque