donald davidson - conocer la propia mente

Upload: ivan-castaneda-sanchez

Post on 03-Apr-2018

222 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • 7/28/2019 Donald Davidson - Conocer La Propia Mente

    1/27

    CIC (Cuadernos de Informacin y Comunicacin)2005, 10 85 ISSN: 1135-7991

    Conocer la propia mente

    Donald DAVIDSON

    (Traduccin de Eva ALADRO)

    (Abstracts y palabras clave al final del artculo)Propuesto: 26 mayo 2005Aceptado: 28 mayo 2005

    El tipo de indicios de los que nos servimos para inferir aquello que losotros piensan no es ningn secreto: observamos sus acciones, leemos suscartas, estudiamos sus expresiones, omos lo que dicen, llegamos a saber sushistorias y observamos sus relaciones con la sociedad. Cmo conseguimos

    juntar esa informacin en un retrato convincente de una mente es ya otrotema; sabemos cmo hacerlo, sin necesariamente saber lo que hacemos. Aveces llego a saber aquello en lo que creo de la misma manera que cualquier

    otra persona lo llega a saber, observando cuanto digo y hago. Hay veces enque sta es la nica manera de tener acceso a mis propios pensamientos.Segn Graham WALLAS,

    Donald DAVIDSON, fallecido en 2003, ha sido uno de los grandes filsofos del lenguaje ycognitivista del siglo XX. Heredero de la tradicin filosfica centrada en el lenguaje, pero dentro dela lnea cartesiana de disquisicin lgica, se ha ocupado de todos los grandes problemas asociados allenguaje y la comunicacin, de los elementos constitutivos bsicos de la cognicin y la accin, ydesde planteamientos siempre originales, como en su teora interaccionista de la metfora, o en susestudios sobre creatividad e inteligencia. Aqu nos presenta la aportacin al cognitivismo realizadapor la filosofa y la reflexin deductiva en torno a temas como la autoridad de la primera persona en

    el uso del lenguaje y la cognicin. Publicamos este texto gracias al permiso de su viuda, la profesoraMarcia CAVELL.

  • 7/28/2019 Donald Davidson - Conocer La Propia Mente

    2/27

    Donald Davidson Conocer la propia mente

    CIC (Cuadernos de Informacin y Comunicacin)86 ISSN: 1135-7991

    la muchachita tena alma de poeta y, cuando le decan que pensara bien lo quequera decir antes de hablar, ella responda: cmo puedo saber lo que pienso antes dedecirlo?1

    Robert MOTHERWELL expres un pensamiento semejante: Yo dira que lamayor parte de los buenos pintores no saben lo que piensan hasta que lo

    pintan.

    Gilbert RYLE comprenda perfectamente al poeta y al pintor; afirmaba quenecesariamente conocemos nuestras mentes del mismo modo comoconocemos las mentes de los dems, observado cuanto decimos, hacemos y

    pintamos. RYLE estaba equivocado. Rara vez necesito de indicios o recurro ala observacin para saber en lo que creo; normalmente, s aquello que piensoantes de hablar o actuar. Incluso cuando tengo indicios, no suelo siquierahacer uso de ellos. Puedo estar engaado acerca de mis propios pensamientos,

    por lo que recurrir a todo aquello que pueda ser pblicamente determinado no

    es del todo irrelevante. Pero la posibilidad de poder engaarnos acerca denuestros propios pensamientos no echa por tierra la suposicin dominante deque una persona sabe en lo que cree; de un modo general, la creencia de quetenemos un pensamiento basta para justificarla. Pero aunque sea verdad yhasta algo obvio para la mayora, el hecho, por lo que yo s, no es fcilmenteexplicable. Aunque las estrategias que usamos para saber aquello que los otros

    piensan sean bastante obvias, por lo menos en trminos generales, es un hechobastante oscuro porque ocurre que, en nuestro propio caso, podemos con todafrecuencia saber aquello que pensamos sin necesitar indicios ni recurrir a laobservacin.

    Dado que generalmente sabemos lo que pensamos (y deseamos,cuestionamos o pretendemos) sin necesitar, o servirnos, de indicios (inclusocuando estn disponibles), nuestras declaraciones ms sinceras respecto anuestras actitudes presentes no estn sujetas a los errores de las conclusiones

    basadas en indicios. As, las pretensiones sinceras formuladas en primerapersona del presente de indicativo relativas a pensamientos, aunque no seaninfalibles ni incontestables, tienen una autoridad que ninguna pretensin ensegunda o tercera persona, o en primera persona en otro tiempo verbal,

    podran llegar a tener. Reconocer un hecho as no es, con todo, lo mismo queexplicarlo.

    Desde WITTGENSTEIN, se ha convertido en un lugar comn minimizarnuestras dudas acerca del conocimiento que tenemos de las otras mentes,

    1 Graham WALLAS, The Art of Thought

  • 7/28/2019 Donald Davidson - Conocer La Propia Mente

    3/27

    Donald Davidson Conocer la propia mente

    CIC (Cuadernos de Informacin y Comunicacin)

    2005, 10 87 I

    diciendo que se trata de un aspecto esencial del uso que hacemos de ciertospredicados mentales, el hecho de aplicarlos a los otros en base a indicioscomportamentales mientras que, por el contrario, los aplicamos a nosotrosmismos sin recurrir a una ayuda tal. Esta observacin es verdadera y, si est

    correctamente formulada, debera responder a alguien que se interrogue sobreel modo como podemos conocer las mentes ajenas. Pero como respuesta a unescptico, la intuicin de WITTGENSTEIN ( si es que es de l) no debe

    proporcionar gran satisfaccin. Puesto que, en primer lugar, es extrao pensarque las pretensiones hechas sin recurrir a los indicios o al comportamientodeben verse favorecidas en detrimento de aquellas que hacen uso de talesrecursos. Es claro que, si no se puede recurrir a indicios para justificar una

    pretensin, entonces no podr ser contestada poniendo en duda la verdad o larelevancia de los indicios. Pero tal cosa no basta para suponer que de un modogeneral las pretensiones que no se apoyan en indicios sean ms fidedignas queaquellas que lo hacen. La segunda y principal dificultad es sta. Es costumbredecir que aquello que cuenta como indicio para la aplicacin de un concepto

    ayuda a definir el concepto o, por lo menos, pone restricciones a suidentificacin. Si dos conceptos dependen normalmente de diferentes criterioso tipos de indicios para su aplicacin, deben ser conceptos diferentes. As, siaquello que aparentemente es una misma expresin, se emplea unas veces deun modo correcto basndose en cierto tipo de indicios y otras veces se empleacon base a otro tipo de indicios (o a ninguno), la conclusin obvia sera la deque la expresin es ambigua. Por qu entonces deberamos pensar que un

    predicado como x cree que Ras Danhan es la montaa ms alta de Etiopa,unas veces enunciado en base a indicios comportamentales y otras veces no,no es ambiguo? Si es ambiguo, entonces no hay ninguna razn para pensarque tiene el mismo significado cuando lo aplicamos a nosotros mismos ocuando lo aplicamos a los otros. Si afirmramos (como debiramos) que elcarcter necesariamente pblico e interpersonal del lenguaje garantiza queaplicamos frecuentemente estos predicados de forma correcta a los otros y que

    por eso sabemos frecuentemente de hecho aquello que los otros piensan,entonces tenemos que plantear la cuestin de las razones en que nosapoyamos para pensar que sabemos aquello que (en el mismo sentido)

    pensamos. El tipo de respuesta wittgensteiniana puede resolver el problema delas otras mentes, pero crea un problema correspondiente al conocimiento denuestra propia mente. Con todo, la correspondencia no es completa. El

    problema original de las otras mentes motiv la cuestin de cmo podemossaber que los otros tienen siquiera una mente. El problema con el que ahoranos enfrentamos tiene que plantearse de la siguiente forma: s lo que buscarcuando atribuyo pensamientos a los otros. Usando criterios bastante diferentes(o ningunos), aplico los mismos predicados a m mismo; entonces surge la

    duda escptica de por qu debera yo pensar que son pensamientos aquello

  • 7/28/2019 Donald Davidson - Conocer La Propia Mente

    4/27

    Donald Davidson Conocer la propia mente

    CIC (Cuadernos de Informacin y Comunicacin)88 ISSN: 1135-7991

    que me atribuyo a m mismo. Pero visto que los indicios de que me sirvo en elcaso de los otros son pblicos, no hay ninguna razn para no atribuir a mmismo pensamientos de la misma manera que hago con los otros, a la manerade Graham WALLAS, Robert MOTHERWELL y Gilbert RYLE. En otras palabras,

    no lo hago, pero podra, tratar mis propios estados mentales del mismo modoen que trato los de los otros. Alguien que busque el mismo tipo de autoridadrelativa a los pensamientos de los otros que la que tiene en relacin con sus

    propios pensamientos se halla sin ninguna estrategia a la que recurrir. As, laasimetra entre los casos contina siendo un problema y es la autoridad de la

    primera persona la que causa el problema.

    He sugerido una respuesta para este problema en otro artculo2. En elmismo, defiendo que si prestramos atencin al modo como atribuimos

    pensamientos y significaciones a los otros, podramos explicar la autoridad dela primera persona sin suscitar dudas escpticas. En los ltimos aos, de todosmodos, algunos de los mismos hechos sobre la atribucin de actitudes en los

    que yo me basaba para defender la autoridad de la primera persona han sidousados para atacar esa misma autoridad: se ha defendido, en base a aquelloque se piensa que son nuevas pruebas, que aunque los mtodos del intrpreteen tercera persona determinen aquello que comnmente pensamos que son loscontenidos de la mente de un agente, los contenidos as determinados puedenser desconocidos para el propio agente. En el presente artculo me detengo enalgunos de estos argumentos y afirmo que no constituyen una verdaderaamenaza a la autoridad de la primera persona. La explicacin que d en miartculo sobre la asimetra entre atribuciones de actitudes a la primera personay a las otras personas parece haberse fortalecido a la luz de las nuevasconsideraciones, o de aquellas que de entre stas parecen ser vlidas.

    Es adecuado precisar que el problema que aqu me preocupa no exige quenuestras creencias sobre nuestros propias actitudes presentes sean infalibles oincontestables. Podemos cometer errores y de hecho as lo hacemos, respectoa lo que pensamos, deseamos, aprobamos y pretendemos; siempre haytambin la posibilidad de engaarnos a nosotros mismos. Pero esos casos,aunque no infrecuentes, no son ni podrn ser paradigmticos. No tratar ahoraesto, pero lo veo como uno de los hechos que deben ser explicados.

    Dejando, pues, de lado el caso en el que nos engaamos a nosotrosmismos y otros fenmenos anmalos o ambiguos, la cuestin es si podemos,sin ser irracionales, incoherentes o confusos, de modo simple y directo, pensarque tenemos cierta creencia que no tenemos o pensar que no tenemos una

    2 Donald DAVIDSON, First person Authority,Dialectica, 38, (1984), pp. 101-111.

  • 7/28/2019 Donald Davidson - Conocer La Propia Mente

    5/27

    Donald Davidson Conocer la propia mente

    CIC (Cuadernos de Informacin y Comunicacin)

    2005, 10 89 I

    creencia que de hecho tenemos. Bastantes filsofos y psiclogos deperspectiva filosfica vienen defendiendo en los ltimos tiempos posicionesque implican o sugieren que tal cosa puede suceder con la mayor de lasfacilidades que debe, de hecho, ocurrir constantemente.

    La amenaza ya se encontraba presente en la idea russelliana de lasproposiciones que podan ser consideradas como verdaderas incluso cuandotenan ingredientes con los cuales la mente del conocedor no estabafamiliarizada; a medida que el estudio de las actitudes de re (relativas a unacosa) se desarroll, aument el peligro.

    Pero fue Hillary PUTNAM quien dio el golpe de gracia. Pensemos en elargumento del que PUTNAM se sirvi en 1975 para mostrar que lossignificados, segn l, pura y simplemente no estn en la cabeza3. PUTNAMdefiende de forma convincente que aquello que las palabras significandepende de algo ms que de aquello que est en la cabeza de quien las piensa.

    Presenta algunas historias cuya moraleja es que las caractersticas de unahistoria y sus detalles de cmo alguien aprendi a usar una palabra influenciannecesariamente su significado. De aqu parece seguirse que dos personas

    pueden estar en estados fsicamente idnticos e incluso as decir cosasdiferentes con las mismas palabras.

    Las consecuencias son importantsimas. Pues si las personas pueden(habitualmente) expresar sus pensamientos correctamente mediante palabras,entonces sus pensamientos sus creencias, deseos, intenciones, esperanzas,expectativas- tambin tienen que ser en parte identificados poracontecimientos y objetos exteriores a la persona. Si los significados no estnen la cabeza, entonces, por lo que parece, tampoco lo estn las creencias, nilos deseos, ni el resto.

    Dado que algunos de ustedes podran estar ya un poco cansados del ssiasde PUTNAM en la Tierra Gemela, dejen que les cuente mi propia historia deficcin cientfica si es que lo es-. Mi historia evita algunas dificultadesirrelevantes de la historia de PUTNAM, aunque introduzca algunos problemasnuevos.4 (Pero ms adelante volver a la Tierra y a la Tierra Gemela).

    3 Hilary PUTNAM, The Meaning of meaning, reeditado en Philosophical Papers, vol II:Mind, Language and Reality, Cambridge University Press, 1975, p. 227.

    4 No tengo ninguna pretensin de ser en esto original: Steven STICH us un ejemplo muyparecido en Autonomous Psychology and the Belief-Desire Thesis, The Monist, 61 (1978), p. 573

    ss. Debo matizar que no estoy sugiriendo que un objeto creado accidental o artificialmente no puedapensar; el Hombre de los Pantanos necesita simplemente tiempo para adquirir una historia causal que

  • 7/28/2019 Donald Davidson - Conocer La Propia Mente

    6/27

    Donald Davidson Conocer la propia mente

    CIC (Cuadernos de Informacin y Comunicacin)90 ISSN: 1135-7991

    Imaginemos que un rayo cae sobre un rbol muerto en un pantano; yo meencuentro junto al rbol. Mi cuerpo se ve reducido a sus elementos bsicos, entanto, completamente por coincidencia (y a partir de molculas diferentes) elrbol se transforma en una rplica ma. Mi rplica, el Hombre de los Pantanos,

    se mueve exactamente como yo haca; siguiendo su naturaleza sale delpantano, encuentra y parece reconocer a mis amigos y parece responder a sussaludos en ingls. Va a mi casa y aparentemente escribe artculos sobreinterpretacin crtica. Nadie nota la diferencia.

    Pero hay una diferencia. Mi rplica no puede reconocer a mis amigos; nopuede reconocer nada, pues nunca conoci nada anteriormente. No puedesaber el nombre de mis amigos (aunque ciertamente aparente saberlo), no

    puede acordarse de mi casa. No puede querer decir lo mismo que yo con lapalabra casa, por ejemplo, pues el sonido casa que produce no fueaprendido en un contexto que le dara el significado correcto o un significadocualquiera-. En verdad, no consigo ver cmo es que se puede decir que mi

    rplica puede querer decir lo que sea con los sonidos que hace, ni cmo es quepuede tener pensamientos.

    PUTNAM puede no estar de acuerdo con esta posicin, pues l dice que sidos personas (u objetos) se encuentran en estados fsicos significativamentesemejantes, es absurdo pensar que sus estados psicolgicos sean algodiferentes5. Sera un error afirmar con certeza que PUTNAM y yo discordamosen relacin con este punto, empero, puesto que todava no se ha esclarecido elmodo como la expresin estado psicolgico se usa.

    PUTNAM piensa que muchos filsofos han asumido equivocadamente queestados psicolgicos como creer y saber el significado de una palabra sonsimultneamente 1) internos en el sentido en que no presuponen laexistencia de otros individuos ms all del sujeto a quien se atribuye el estadoy 2) que son stos los estados propios que identificamos e individualizamoscomo hacemos con creencias y otras actitudes proposicionales. Dado quegeneralmente identificamos e individualizamos estados mentales ysignificados en trminos parcialmente de relaciones con objetos y sucesos msall del sujeto, PUTNAM cree que 1) y 2) caen por tierra: segn l, no hayningn estado que pueda satisfacer las dos condiciones.

    pueda dar sentido a la pretensin de que l habla, se acuerda, se indentifica o piensa sobre las cosas

    del mundo (Volver a este asunto5 PUTNAM, H., op. cit., p. 144

  • 7/28/2019 Donald Davidson - Conocer La Propia Mente

    7/27

    Donald Davidson Conocer la propia mente

    CIC (Cuadernos de Informacin y Comunicacin)

    2005, 10 91 I

    PUTNAM denomina limitados (narrow) a los estados psicolgicos quesatisfacen la condicin 1). Ve esos estados como solipsistas y los asocia a la

    perspectiva cartesiana de la mente. PUTNAM puede considerar estos estadoscomo los nicos estados verdaderos; en la mayor parte de su artculo l

    omite el predicado limitado, a pesar del hecho de que los estadospsicolgicos limitados (as llamados) no corresponden a las actitudesproposicionales tal y como son normalmente identificadas. Ni toda la genteest convencida de que hay que hacer una distincin clara entre estados

    psicolgicos limitados (o internos, cartesianos o individualistas- todos estostrminos son moneda corriente) y los estados psicolgicos identificados (si esque algunos lo son) en trminos de hechos externos (sociales u otros). Por esoJohn SEARLE defendi que nuestras actitudes proposicionales comunessatisfacen la condicin 1), no habiendo, por tanto, necesidad de estados quesatisfagan la condicin 2), en tanto que TylerBURGE neg que existan, ensentido significativo alguno, actitudes proposicionales que satisfagan lacondicin 1)6. Pero parece haber unanimidad relativa al hecho de que ningn

    estado satisface ambas condiciones.

    La tesis de este artculo es que no hay razn para pensar que estadosmentales comunes no puedan satisfacer ambas condiciones 1) y 2): pienso quetales estados son internos, en la medida en que son idnticos a estados delcuerpo, siendo por tanto identificables sin referencia a objetos o sucesosexteriores al cuerpo; al mismo tiempo, son no-individualistas en sentido enque pueden ser, y generalmente lo son, identificados en parte por susrelaciones causales con sucesos e objetos exteriores al sujeto de quien sonestados. Un corolario de esta tesis ser que, contrariamente a lo que se piensacon frecuencia, la autoridad de la primera persona puede aplicarse sincontradiccin a estados que son habitualmente identificados por sus relacionescon sucesos y objetos exteriores a la persona.

    Comienzo por el corolario. Por qu sera natural suponer que los estadosque satisfacen la condicin 2) no pueden ser conocidos por la persona que seencuentra en esos estados?

    Ahora debo hablar de la Tierra Gemela de PUTNAM. ste nos pide queimaginemos dos personas exactamente iguales fsicamente y (por ello) igualesen lo que respecta a todos los estados psicolgicos limitados. Una de las

    personas, un habitante de la Tierra, aprendi a usar la palabra agua cuandole mostraban agua, al leer u or hablar de ella, etc. La otra, un habitante de la

    6

    Vid. John SEARLE

    , Intentionality, Cambridge University Press, 1983, y Tyler BURGE

    ,Individualism and Psychology, The Philosophical Review, 95 (1986), pp. 3-45.

  • 7/28/2019 Donald Davidson - Conocer La Propia Mente

    8/27

    Donald Davidson Conocer la propia mente

    CIC (Cuadernos de Informacin y Comunicacin)92 ISSN: 1135-7991

    Tierra Gemela, aprendi a usar la palabra agua en circunstancias nodiferentes en trminos observacionales, pero la sustancia a la que fue expuestono es agua sino una sustancia parecida, a la que podemos llamar bagua. Enestas circunstancias, defiende PUTNAM, el primer hablante se refiere al agua

    cuando usa la palabra agua; su gemelo se refiere a la bagua cuando lusa lapalabra agua. Parece, as, que estamos ante un caso en el que los estadospsicolgicos limitados son idnticos y, sin embargo, los hablantes quierendecir cosas diferentes al usar la misma palabra.

    Y en cuanto respecta a los pensamientos de estos dos hablantes? Elprimero se dice a s mismo, cuando ve un vaso de agua, esto es un vaso deagua; el segundo murmura exactamente los mismos sonidos para s cuandove un vaso de bagua. Ambos dicen la verdad, dado que sus palabras significancosas diferentes. Y dado que ambos son sinceros, podemos pensar que creenen cosas diferentes: el primero cree que ve un vaso de agua ante s y elsegundo cree que hay un vaso de bagua delante suya . Pero sabrn ellos

    aquello en lo que creen? Si los significados de sus palabras, y por lo tanto, lascreencias expresadas en el uso de esas palabras, estn parcialmentedeterminadas por factores externos acerca de los cuales los agentes nadasaben, sus creencias y significados no estn limitados en el sentido dePUTNAM. Por tanto, no hay nada en base a lo cual cualquiera de los doshablantes pueda decir en qu estado se encuentra, pues no hay pistas internasni externas en relacin a la diferencia existente. Por lo que parece, deberamosconcluir que ninguno de los dos hablantes sabe aquello que dice o piensa. Estaconclusin fue la que sacaron explcitamente bastantes filsofos, entre loscuales se encuentra PUTNAM. PUTNAM afirma rechazar completamente la ideade que si existe una diferencia de significado, debe haber una diferencia ennuestros conceptos (o en nuestro estado psicolgico). Lo que determina elsignificado y la extensin no es, por regla general, completamente conocido

    por el hablante7. Aqu estado psicolgico quiere decir estado psicolgicolimitado y se parte del principio de que solamente estos estados soncompletamente conocidos. Jerry FODOR cree que las actitudes proposicionalescomunes estn (casi literalmente) en la cabeza, pero concuerda con PUTNAM enquesi las actitudes proposicionales fuesen en parte identificadas por factoresexteriores al agente, no estaran en la cabeza, y no seran necesariamenteconocidas por el agente8. Tambin John SEARLE, aunque por diferentesrazones a las de FODOR, defiende que los significados estn en nuestras

    7 Cf. PUTNAM, H., The Meaning of Meaning, pp. 164-5.8 CF. Jerry FODOR, Cognitive Science and the Twin Earth Problem,Notre Dame Journal

    of Formal Logic, 23 (1982), p. 103. Vid. tb. del mismo autor Methodological Solipsism Consideredas a Research Strategy in Cognitive Psychology, The Behavioral and Brain Sciences, 3 (1980).

  • 7/28/2019 Donald Davidson - Conocer La Propia Mente

    9/27

    Donald Davidson Conocer la propia mente

    CIC (Cuadernos de Informacin y Comunicacin)

    2005, 10 93 I

    cabezas (segn l, no hay otro sitio donde puedan estar), pero parece aceptarla inferencia de que en caso de no ser as, se perdera la autoridad de la

    primera persona.9 La que constituye la formulacin ms simple de estaposicin es la que se da en la introduccin de Andrew WOODFIELD a un libro

    de ensayos sobre los objetos del pensamiento. Refirindose a la idea de quelos contenidos de la mente vienen frecuentemente determinados por hechosexternos y tal vez desconocidos para la persona que posee esa mente, dice:

    Visto que la relacin externa no est determinada subjetivamente, el sujeto notiene ninguna autoridad sobre ella. Una tercera persona puede muy bien estar enmejor posicin para saber cul es el objeto en el que el sujeto est pensando y, portanto, estar en una posicin mejor para saber cul era ese pensamiento10

    Aquellos que aceptan la tesis de que los contenidos de las actitudesproposicionales se identifican en parte en trminos de factores externos,parecen tener un problema semejante al problema del escptico que descubreque podemos estar completamente engaados acerca del mundo exterior. En

    el caso presente, se evita el escepticismo tradicional en relacin a los sentidospartiendo del principio de que es el propio mundo el que determina ms omenos correctamente los contenidos de los pensamientos acerca del mundo.(El hablante que piensa estar delante de agua tiene probablemente razn, puesoy la palabra agua utilizada en un contexto acutico; el hablante que

    piensa en bagua tiene probablemente razn pues aprendi la palabra en uncontexto bacutico). Pero el escepticismo no se elimina; simplemente, sedirige hacia el conocimiento de nuestras propias mentes. Nuestras creenciashabituales acerca del mundo exterior son (en esta perspectiva) dirigidas haciael mundo, pero no sabemos aquello en lo que creemos.

    Hay, es claro, una diferencia entre agua y bagua, y esa diferencia puedeser descubierta por medios normales, se quiera o no. As, una persona puededescubrir aquello en lo que cree descubriendo la diferencia entre agua y baguay descubriendo lo bastante acerca de sus propias relaciones con ambas, deforma que determine acerca de cul de ellas habla l y tiene creencias. Laconclusin escptica a la que parece hemos llegado indica respecto a laextensin de la autoridad de la primera persona: es mucho ms limitada de loque pensbamos. Nuestras creencias acerca del mundo son en su mayoraverdaderas, pero podemos engaarnos fcilmente sobre lo que pensamos. Esuna imagen inversa a la del escepticismo cartesiano.

    9

    SEARLE

    , J.,Intentionality, cap. 8.10 Thought and Object, Andrew WOODFIELD, ed., Clarendon Press, 1982, p. viii

  • 7/28/2019 Donald Davidson - Conocer La Propia Mente

    10/27

    Donald Davidson Conocer la propia mente

    CIC (Cuadernos de Informacin y Comunicacin)94 ISSN: 1135-7991

    Aquellos que defienden que los contenidos de nuestros pensamientos y lossignificados de nuestras palabras estn frecuentemente fijados por factores delos cuales nada sabemos, no se han preocupado mucho con la consecuenciaaparente de su perspectiva que aqu he resaltado. Ciertamente ellos

    percibieron que, si tuvieran razn, la idea cartesiana de que la nica cosa de laque podemos tener certeza son los contenidos de nuestras propias mentes y lanocin de Frege de los significados completamente aprehendidos tienen queser errneas. Pero no se esforzaron mucho, por lo que s, en resolver elconflicto aparente entre sus perspectivas y la poderosa intuicin de que laautoridad de la primera persona existe de hecho.

    Una razn para esta falta de preocupacin puede ser el hecho de quealgunos de ellos parecen ver el problema como restringido a un tipo muylimitado de casos, casos en los que conceptos o palabras se asocianntimamente a objetos que son seleccionados o referidos a travs de nombres

    propios, de indexicales y palabras para especies naturales. Otros, sin embargo,

    defienden que los vnculos entre el lenguaje y el pensamiento por un lado ylas cosas exteriores por otro estn tan omnipresentes que ningn aspecto delpensamiento, tal como es habitualmente concebido, permanece intacto. Eneste sentido Daniel DENNETT afirma que debemos estar bien informados sobreel mundo en general e ntimamente ligados a l, a sus ocupantes y a sus

    propiedades, para que se pueda decir con justicia que tenemos creencias11.Defiende que la identificacin de todas las creencias est contaminada porfactores externos y no-subjetivos que se sabe que funcionan en el tipo de casoque estamos tratando. BURGE tambin realiza la extensin de que nuestrascreencias se ven afectadas por factores externos, aunque por razones que dejade explicar, aparentemente no ve eso como una amenaza a la autoridad de la

    primera persona.12

    La cuestin tom un rumbo inquietante. En el pasado, el behaviorismo seinvocaba para mostrar cmo era posible que una persona supiese lo que

    pasaba en la cabeza de otra; el behaviorismo fue entonces rechazado en parteporque no poda explicar uno de los aspectos ms obvios de los estadosmentales: el hecho de que stos son por regla general conocidos por la

    persona que los tiene sin recurrir a indicios comportamentales. La corrientems reciente, aunque no estrictamente behaviorista, identifica de nuevo losestados mentales parcialmente en trminos de factores sociales y de otros

    11 Cf. DENNETT, D., Beyond Belief, en Thought and Object, p. 76.12 BURGE, Tyler, Other Bodies, en Thought and Object; Individualism and the Mental,

    enMidwest Studies in Philosophy, vol 4, PeterFRENCH, TheodorUEHLING, Howard WETTSEIN,

    eds., University of Minnesota Press, 1979; Two Thought Experiments Reviewed, Notre DameJournal of Formal Logic, 23 (1982), pp. 284-93; Individualism and Psychology.

  • 7/28/2019 Donald Davidson - Conocer La Propia Mente

    11/27

    Donald Davidson Conocer la propia mente

    CIC (Cuadernos de Informacin y Comunicacin)

    2005, 10 95 I

    factores externos, permitiendo as, en esa medida, que puedan ser descubiertospblicamente. Pero reintroduce al mismo tiempo el problema de lajustificacin de la autoridad de la primera persona.

    Aquellos que defienden la dimensin externa de los contenidos de lospensamientos tal como son habitualmente identificados e individualizados,reaccionaron de diversos modos. Una de las reacciones fue hacer unadistincin entre los contenidos de la mente en cuanto determinados subjetiva einternamente, por un lado, y las creencias, los deseos y las intencioneshabituales, tal como normalmente los atribuimos en base a relaciones socialesu otras relaciones externas, por otro lado. ste es claramente el sentido delargumento de PUTNAM (aunque la palabra agua tenga diferentes significadosy sea utilizada para expresar creencias diferentes cuando es usada para indicaragua y cuando lo es para indicar bagua, las personas que usan la palabra paraestas finalidades diferentes pueden estar en el mismo estado psicolgico).Jerry FODOR acepta la distincin para ciertos casos, pero defiende que la

    psicologa debera asumir una posicin de solipsismo metodolgico (laexpresin es de PUTNAM) o sea, debera tratar exclusivamente de estadosinternos, los estados psicolgicos verdaderamente subjetivos que nada deben asus relaciones con el mundo exterior.13

    Steven STICH hace esencialmente la misma distincin, pero llega a unaconclusin ms severa: mientras FODORpiensa que nosotros slo necesitamosentrar un poco en las actitudes proposicionales tal como stas sonhabitualmente concebidas de modo que aislemos el elemento puramentesubjetivo, STICH argumenta que los estados psicolgicos tal como los vemosactualmente forman parte de una psicologa del sentido comn primitiva yconfusa que debemos sustituir por una ciencia cognitiva todava porinventar. El subttulo de su ltimo libro es El argumento contra la creencia(The Case Against Belief)14.

    Sin duda aquellos que llegan a una conclusin tal se aseguraron de que elproblema de la autoridad de la primera persona, por lo menos en la formacomo yo lo he planteado, no puede resolverse. Pues el problema que yo

    plante fue cmo explicar la asimetra entre el modo como una personaconoce sus estados mentales presentes y el modo como los otros los conocen.Los estados mentales en cuestin son creencias, deseos, intenciones, etc, talcomo son habitualmente concebidos. Los que aceptan algo parecido a la

    13 Jerry FODOR, Methodological Solipsism Considered as a Research in Cognitive

    Psychology14 STICH, S.,From Folk Psychology to Cognitive Science, MIT Press, 1983.

  • 7/28/2019 Donald Davidson - Conocer La Propia Mente

    12/27

    Donald Davidson Conocer la propia mente

    CIC (Cuadernos de Informacin y Comunicacin)96 ISSN: 1135-7991

    distincin de PUTNAM ni siquiera intentan explicar la autoridad de la primerapersona en relacin a estos estados: si hay una autoridad de la primerapersona, debe estar asociada a otros estados bastante diferentes (en el caso deSTICH, es difcil decir si podr estar asociada a lo que sea).

    Pienso que PUTNAM, BURGE, DENNETT, FODOR, STICH y otros tienen raznen llamar la atencin sobre el hecho de que los estados mentales comunes, porlo menos las actitudes proposicionales, se identifican en parte por lasrelaciones con la sociedad y con el resto del ambiente, relaciones que puedenser ignoradas por la persona que se encuentra en esos estados. Tambin tienenrazn, en mi opinin, en defender que por este motivo (que puede incluso serel nico) los conceptos de la psicologa del sentido comn no pueden verseintegrados en un sistema de leyes coherente y omniabarcante del tipo creado

    por la fsica. Estos conceptos forman parte de una teora del sentido comnque describe, interpreta y explica el comportamiento humano de forma untanto catica pero que es indispensable (en mi opinin). Puedo imaginar una

    ciencia que tenga por objeto a las personas y que haya sido expurgada depsicologa del sentido comn, pero no consigo ver qu inters tendra esaciencia. ste no es, con todo, el tema de este artculo.

    Lo que aqu me interesa es el descubrimiento intrigante de queaparentemente no sabemos lo que pensamos por lo menos del modo como

    pensamos saberlo-. Esto es un verdadero enigma para aquellos que, como yo,creen que es verdad que los factores externos determinan en parte loscontenidos de los pensamientos y que creen tambin que por regla generalsabemos de hecho, y de una manera que los otros no saben, aquello en lo que

    pensamos. El problema surge porque la aceptacin de los papelesidentificadores e individualizadores de los factores externos llevaaparentemente a la conclusin de que nuestros pensamientos no pueden serconocidos por nosotros.

    Pero es vlida esa conclusin? La respuesta depende, segn creo, delmodo como cada uno piense que la identificacin de contenidos mentalesdepende de factores externos. Esta conclusin es vlida, por ejemplo, paracualquier teora que defienda que las actitudes proposicionales se identificanmediante objetos (tales como proposiciones, especmenes de proposiciones orepresentaciones) que no se encuentran en la mente o antes que ella y quecontienen o incorporan (como ingredientes) objetos o sucesos exteriores alagente; es claro que nadie conoce las caractersticas infinitas de todos y cadauno de los objetos exteriores. Que la conclusin es vlida segn estas

  • 7/28/2019 Donald Davidson - Conocer La Propia Mente

    13/27

    Donald Davidson Conocer la propia mente

    CIC (Cuadernos de Informacin y Comunicacin)

    2005, 10 97 I

    suposiciones es algo generalmente aceptado.15 Con todo, por razones quecomentar ms adelante, rechazo las suposiciones en las que la conclusin seapoya en este caso.

    Tyler BURGE sugera que hay otro modo por el cual factores externosentran en la determinacin de los contenidos del habla y del pensamiento. Unade sus experiencias de pensamiento me hace a m callar. Hasta hace pocotiempo yo pensaba que la artritis era una inflamacin de las articulacionescausada por depsitos de calcio; no saba que cualquier inflamacin de lasarticulaciones, por ejemplo la gota, era tambin artritis. Por eso cuando elmdico me dijo (equivocadamente, como despus se verific) que yo tenagota, pens que tena gota pero no pens que tena artritis. En este puntoBURGE nos pide que imaginemos un mundo en el que yo fuera el mismofsicamente, pero en el que la palabra artritis solo se utilizase de hecho parainflamaciones de las articulaciones causadas por depsitos de calcio. De estemodo, la frase La gota no es una forma de artritis hubiera sido verdadera, no

    falsa, y la creencia que yo habra expresado con esta frase no hubiera sido unacreencia falsa de que la gota no es una forma de artritis, sino una creenciaverdadera acerca de otra dolencia que no es artritis. Con todo, en el mundoimaginado todos mis estados fsicos, mis experiencias cualitativas internas,mi comportamiento y mis disposiciones comportamentales son las mismasque en este mundo. Una creencia ma habra cambiado, pero yo no tendraninguna razn para suponer que tal cosa hubiese sucedido, y por tanto, no se

    podra decir que yo supiese aquello en lo que crea.

    BURGE realza el hecho de que su argumento depende de la

    posibilidad de que alguien tenga una actitud proposicional a pesar de no dominarcompletamente una u otra nocin en su contenido(...) si se quiere que la experienciadel pensamiento funcione, tenemos que encontrar en un momento dado que el sujetocree en un contenido (o que tiene una actitud caracterizada por ste), a pesar de unacomprensin incompleta o de un error de aplicacin.16

    De aqu parece seguirse que, si BURGE tiene razn, siempre que alguienest equivocado, confuso o parcialmente mal informado acerca del significadode una palabra, estar equivocado, confuso o parcialmente mal informadoacerca de absolutamente todas sus creencias expresadas (o que pudieran serlo)con el uso de esa palabra. Dado que una tal comprensin parcial es comn

    15 Vid. p. ej. EVANS, Gareth, The Varieties of Reference. Oxford University Press, 1982, pp.

    45, 199, 201.16 TylerBURGE, Individualism and the Mental, p. 83.

  • 7/28/2019 Donald Davidson - Conocer La Propia Mente

    14/27

    Donald Davidson Conocer la propia mente

    CIC (Cuadernos de Informacin y Comunicacin)98 ISSN: 1135-7991

    o hasta incluso normal en un nmero bastante grande de expresiones ennuestro vocabulario, segn BURGE, debe ser de igual modo comn o normalque estemos equivocados sobre lo que creemos (y por supuesto, acerca deaquello que recelamos, esperamos, deseamos que fuese, dudamos, etc).

    BURGE aparentemente acepta esta conclusin; por lo menos es as como yointerpreto su objecin de que la comprensin total de un contenido es de unmodo general una condicin necesaria para creer en el contenido. l rechazaexplcitamente el viejo modelo de acuerdo con el cual una persona tiene queconocer directamente o tiene que aprehender inmediatamente los contenidosde sus pensamientos (...). El contenido del pensamiento de una persona noest fijado por lo que sucede en su interior o por aquello a lo que tiene accesosimplemente por la va de una reflexin cuidadosa17

    No s muy bien cmo debo entender estas afirmaciones en la medida enque no s si debo tomar en serio esta expresin de conocer directamente y

    de aprehender inmediatamente un contenido. Pero de cualquier modo estoyseguro de que si aquello que queremos decir y pensamos est determinado porlos hbitos lingsticos de nuestros prjimos del modo como postula Burge,entonces la autoridad de la primera persona queda seriamente en peligro.Dado que el grado y el carcter de este peligro me parecen incompatibles conaquello que sabemos acerca del tipo de conocimiento que tenemos de nuestras

    propias mentes, tengo que rechazar alguna de las premisas de BURGE.Concuerdo en que aquello que quiero decir y pienso no est fijado(exclusivamente) por aquello que sucede en m, por tanto, lo que tengo querechazar es la teora de BURGE de cmo los factores sociales y otros externoscontrolan los contenidos de la mente de una persona.

    Por varias razones, me siento conducido a minimizar la importancia de lascaractersticas de nuestras atribuciones de actitudes a las que BURGE quieretraer nuestra atencin. Supongamos que yo, que pienso que la palabraartritis se refiere a una inflamacin de las articulaciones solamente si staviene causada por un depsito de calcio, y mi amigo Arturo, que sabe ms queyo sobre el tema, decimos a Silvio con toda sinceridad que Carlos tieneartritis. Segn BURGE, si nuestras circunstancias son ms o menos lasmismas, (ambos hablamos espaol con fluidez, ambos aplicamosfrecuentemente la palabra artritis a casos verdaderos de artritis, etc.)entonces nuestras palabras en esta ocasin significan lo mismo, Arturo y yoqueremos decir la misma cosa con nuestras palabras y expresamos la mismacreencia. Mi error en lo que respecta al significado establecido de la palabra

    17 Ib., pp. 90, 102, 104.

  • 7/28/2019 Donald Davidson - Conocer La Propia Mente

    15/27

    Donald Davidson Conocer la propia mente

    CIC (Cuadernos de Informacin y Comunicacin)

    2005, 10 99 I

    (o respecto a lo que es artritis) no crea diferencia alguna respecto de lo quequise decir o pens en esa ocasin. Las pruebas que BURGE presenta paradefender esta idea parecen basarse en su conviccin de que esto es lo quealguien (no corrompido por la filosofa) dira acerca de m y de Arturo. Dudo

    que BURGE tenga razn en este aspecto pero, incluso si tiene razn, no creoque eso concuerde con su idea. Las atribuciones de significados y actitudeshabituales se basan en suposiciones abundantes y vagas sobre aquello que es yno es compartido (en trminos lingsticos as como en otros trminos), poraqul que hace la atribucin, la persona a quien se hace dicha atribucin y laaudiencia vista por quien hace la atribucin. Cuando se verifica que algunasde estas suposiciones son falsas, podemos alterar las palabras que usamos parahacer la descripcin, muchas veces de forma sustancial. Si la cuestin no esmuy importante, tenemos tendencia a escoger el camino ms fcil: tomamoslas palabras de otro literalmente, aunque ello no refleje a la perfeccin algnaspecto del pensamiento de quien habla o de aquello que quiere decir. Peroesto no es porque nos veamos obligados (por lo menos fuera de un tribunal) a

    ser legalistas en relacin a ello. Frecuentemente no lo somos. Si Silvio (nocorrompido por la filosofa) dice a otra persona (tal vez a un mdico que seencuentra lejos de all y que intenta hacer un diagnstico basndose en unadescripcin por telfono) que Arturo y yo decimos y creemos que Carlos tieneartritis, l puede muy bien inducir a error al mdico que lo oye. Si un peligrotal fuese probable, Silvio, ms atento a los hechos, no dira simplemente:Arturo y DAVIDSON creen los dos que Carlos tiene artritis; sino que aadiraalgo como, por ejemplo: Pero DAVIDSON piensa que la artritis tiene que sercausada por depsitos de calcio. La necesidad de una elucidacin as muestra

    bien, en mi opinin, que la mera atribucin no era completamente correcta;haba una diferencia significativa en los pensamientos que Arturo y yoexpresbamos al decir Carlos tiene artritis. Es claro que BURGE no estobligado a aceptar este argumento, dado que puede insistir en que ladescripcin es literalmente correcta pero puede, como puede ocurrir concualquier descripcin, inducir a error. Por otro lado, pienso que esta respuestano tendra en cuenta el grado en el que los contenidos de una creenciadependen necesariamente de los contenidos de las otras creencias. Los

    pensamientos no son tomos aislados; por tanto, no puede haber reglassimples y rgidas para la atribucin correcta de un pensamiento18.

    18 BURGE sugiere que la razn por la cual normalmente pensamos que una persona quieredecir con sus palabras aquello que los dems en su comunidad lingstica quieren decir, sepa elhablante o no aquello que los otros quieren decir, es que las personas son frecuentemente juzgadas,y se juzgan a s mismas, de acuerdo con los patrones o modelos de la comunidad cuando se trata deuna mala aplicacin o de una mala comprensin. Afirma tambin que tales casos dependen de una

    cierta responsabilidad en la prctica comunitaria (CF. Individualism and the Mental, p. 90). Nopongo en duda el fenmeno, sino simplemente su importancia respecto a aquello que quiere mostrar.

  • 7/28/2019 Donald Davidson - Conocer La Propia Mente

    16/27

    Donald Davidson Conocer la propia mente

    CIC (Cuadernos de Informacin y Comunicacin)100 ISSN: 1135-7991

    Aunque yo rechace la insistencia de BURGE en que estamos obligados adar a las palabras de una persona el significado que tienen en su comunidadlingstica, y a interpretar sus actitudes proposicionales basndonos en ese

    principio, pienso que hay otro sentido algo diferente pero muy importante en

    el cual los factores sociales controlan lo que un hablante puede querer decircon sus palabras. Si un hablante quiere ser comprendido, tiene que querer quesus palabras sean interpretadas de una cierta manera y tiene, por tanto, quequerer proporcionar a su audiencia las pistas que necesite para llegar a lainterpretacin deseada. Esto es vlido tanto en el caso de que el oyentedomine el uso de una lengua que el hablante sabe, como en el caso de que eloyente sea un aprendiz de una lengua materna. Y el requisito de laaprendibilidad, de la interpretabilidad, que proporciona el factor socialirreductible, es el que muestra por qu una persona no puede querer decir loque sea con palabras que no puedan ser correctamente descifradas por otra

    persona. (BURGE parece llegar a esta misma conclusin en un artculoposterior19 ).

    Me gustara volver ahora al ejemplo de la Tierra Gemela de PUTNAM, queno depende de la idea de que el uso lingstico social dicta (en condicionesms o menos modelizadas) aquello que los hablantes quieren decir con sus

    palabras, ni, obviamente, cules son los estados psicolgicos (limitados) quetiene. Estoy convencido, como dije, de que PUTNAM tiene razn; aquello quenuestras palabras significan est en parte fijado por las circunstancias en lasque aprendemos y usamos las palabras. El nico ejemplo que PUTNAM nos da(el del agua) tal vez no sea suficiente para resolver definitivamente esteaspecto, pues es posible argumentar que agua no se aplica solamente a unasubstancia con la misma estructura molecular del agua, sino tambin asubstancias suficientemente parecidas a ella en trminos estructurales como

    (a) Es generalmente correcto considerar a las personas responsables de saber aquello que sus palabrasquieren decir; en esos casos podemos considerar que defendan posiciones que desconocan o que nopensaban defender. Esto no tiene nada que ver (directamente) con aquello que queran decir con suspalabras ni con aquello que pensaban. (b) Como buenos ciudadanos y buenos padres procuramosanimar las prcticas que fomentan las oportunidades de comunicacin; usar las palabras comopensamos que los otros las usan puede fomentar la comunicacin. Esta idea (justificada o no) puedeayudar a explicar por qu algunas personas tienen tendencia a atribuir significados y creencias de unmodo normativo; pretenden animar al conformismo. (c) Un hablante que quiere ser comprendidotiene que querer que sus palabras sean interpretadas ( luego interpretables) de acuerdo con ciertasreglas; este deseo puede satisfacerse usando las palabras del mismo modo que los otros las usan(aunque frecuentemente no ocurra tal cosa). De modo semejante, un oyente que quiera comprender aun hablante tiene que querer interpretar sus palabras como el hablante quera que fuesen interpretadas(ya sea esa interpretacin la del modelo o no). Estas intenciones recprocas adquieren importanciamoral en un nmero infinito de situaciones que no tienen ninguna relacin necesaria con la

    determinacin de lo que alguien tiene en la cabeza.19 Ver, por ej., Two Thought Experiments Reviewed

  • 7/28/2019 Donald Davidson - Conocer La Propia Mente

    17/27

    Donald Davidson Conocer la propia mente

    CIC (Cuadernos de Informacin y Comunicacin)

    2005, 10 101

    para ser inodoras y potables, para servir para nadar y navegar, etc. (S bienque estas consideraciones, como muchas otras a lo largo de este artculo,

    pueden sugerir que no s reconocer una designacin rgida. No s desdeluego). La cuestin no depende de casos as de especiales ni de cmo los

    resolvemos o deberamos resolverlos. La cuestin depende simplemente decmo la unin bsica de palabras y cosas, o entre pensamientos y cosas, seestablece. Defiendo, junto a BURGE y PUTNAM, si los he comprendido bien, queesa unin se establece por interacciones causales entre las personas y partes yaspectos del mundo. Las disposiciones para reaccionar de modo diferencial aobjetos y sucesos as establecidas son vitales para interpretar correctamentelos pensamientos y el discurso de una persona. Si no fuese as, no tendramosmedio alguno de descubrir aquello que los otros piensan o lo que quierendecir con sus palabras. El principio es tan simple y obvio como esto: una fraseque alguien se vea motivado (o inducido) a aceptar como verdadera por la

    presencia y slo por la presencia de la luna deber querer decir algo comoMira all la luna; el pensamiento expresado deber ser el de que puede verse

    la luna; el pensamiento motivado por la presencia y slo por la presencia de laluna deber ser el de que la luna es visible. Deber ser ste, teniendo encuenta los comprensibles errores, los relatos de segunda mano, etc. No se tratadel hecho de que todas las palabras y frases estn as tan directamentecondicionadas por aquello a que se refieren; podemos perfectamente aprendera usar la palabra luna sin haberla visto nunca. Lo que se defiende es quetodo pensamiento y todo lenguaje deben tener un fundamento en estas unioneshistricas directas y que dichas uniones condicionan la interpretacin de

    pensamientos y discursos. Tal vez sea bueno matizar que los argumentos afavor de esta idea no se basan en intuiciones relativas a aquello que diramosen caso de que ciertos enunciados hipotticos fuesen verdaderos. Nonecesitamos ficcin cientfica ni experiencias de pensamiento20.

    Concuerdo, pues, con PUTNAM y con BURGE, que

    (...) el contenido intencional de las actitudes proposicionales comunes (...) nopuede ser explicado en trminos de estados o procesos fsicos, fenomnicos, causales-funcionales, computacionales o sintcticos, o por procesos que se especifican de

    20 BURGE ya dio ejemplos de experiencias de pensamiento que ni siquiera involucran allenguaje; una de estas experiencias le lleva a afirmar que alguien que hubiese crecido en un ambientesin aluminio no podra tener pensamientos de aluminio (Individualism and Psychology, p. 5).BURGE no nos dice por qu piensa de este modo, pero no es de ningn modo evidente que necesitesuposiciones hipotticas para defender su idea. Sea como fuese, las nuevas experiencias depensamiento parecen basarse en intuiciones bastante diferentes de aquellas invocadas enIndividualism and the Mental; el papel de las normas sociales en las nuevas experiencias no est

    claro y los hbitos lingsticos de la comunidad parecen ser irrelevantes. Es posible que aqu laposicin de BURGE est cercana a la ma.

  • 7/28/2019 Donald Davidson - Conocer La Propia Mente

    18/27

    Donald Davidson Conocer la propia mente

    CIC (Cuadernos de Informacin y Comunicacin)102 ISSN: 1135-7991

    forma no intencional y que son definidos exclusivamente por el individuo, separadode su medio fsico y social21 .

    Falta responder a la cuestin de si este hecho representa una amenaza para

    la autoridad de la primera persona, como BURGE parece defender y PUTNAM yotros ciertamente defienden. Rechac uno de los argumentos de BURGE que, sifuera verdadero, constituira esa amenaza. Pero existe la posicin descrita eneste ltimo prrafo y que yo defiendo, ya lo hagan otros tambin o no, pues

    pienso que esta dosis de externalismo es necesaria para explicar cmo ellenguaje puede ser aprendido y cmo las palabras y actitudes pueden seridentificadas por un intrprete.

    Por qu PUTNAM piensa que si la referencia de una palabra (a veces) esfijada por la historia de cmo fue adquirida esa palabra, un usuario de la

    palabra puede perder la autoridad de la primera persona? PUTNAM afirma(correctamente, desde mi punto de vista) que dos personas pueden ser en

    todos los aspectos fsicos relevantes (qumicos, fisiolgicos, etc) la misma, ycon todo querer decir cosas diferentes con sus palabras y tener actitudesproposicionales diferentes (tal como stas son normalmente identificadas).Las diferencias se deben a diferencias ambientales acerca de las cuales los dosagentes pueden, en determinados aspectos, no saber nada. Por qu en estascondiciones, deberamos suponer que estos agentes pueden no saber aquelloque quieren decir y piensan? Hablar con ellos no nos revelar fcilmente larazn. Como matizamos, cada uno de ellos, en presencia de un vaso de agua ode bagua, dicen con toda sinceridad Esto es un vaso de agua. Si seencuentran en su medio ambiente respectivo, cada uno de ellos tienen razn;si cambiaran de tierra, cada uno de ellos estara equivocado. Si preguntramosa cada uno de ellos lo que quieren decir con la palabra agua, daran ambosuna respuesta correcta usando, obviamente, las mismas palabras. Si les

    preguntramos en qu creen, nos daran la respuesta correcta. Estas respuestasson correctas pues, aunque idnticas verbalmente, deben ser interpretadas demodo diferente. Qu es lo que ellos no saben (el sentido habitual de laautoridad de la primera persona) acerca de sus propios estados? Como yavimos, PUTNAM distingue los estados de los que hemos hablado de los estados

    psicolgicos limitados, que no presuponen la existencia de cualquier otroindividuo ms all del sujeto que se encuentra en ese estado. Podemoscomenzar ahora a pensar por qu est PUTNAM interesado en los estados

    psicolgicos limitados. Una parte de la respuesta es que, obviamente, estosestados son los que piensa que tienen la propiedad cartesiana de serconocidos de un modo especial por la persona que se encuentra en ellos. (la

    21 Two Thought Experiments Reviewed, p. 288.

  • 7/28/2019 Donald Davidson - Conocer La Propia Mente

    19/27

    Donald Davidson Conocer la propia mente

    CIC (Cuadernos de Informacin y Comunicacin)

    2005, 10 103

    otra parte de la respuesta tiene que ver con la construccin de una psicologacientfica; se es tema que no tratamos aqu).

    El raciocinio depende, segn creo, de dos suposiciones en gran medida

    incuestionadas. Son:

    1) Si un pensamiento es identificado por una relacin con algoexterior a la cabeza, no se encuentra completamente dentro de sta(no est en la cabeza).

    2) Si un pensamiento no est completamente en la cabeza, nopuede ser aprehendido por la mente del modo exigido por laautoridad de la primera persona.

    Que ste es el razonamiento de PUTNAM, lo sugiere su tesis de que, si doscabezas son la misma, los estados psicolgicos limitados deben ser losmismos. De este modo, si pensramos que dos personas son iguales molcula

    a molcula (en el sentido en que dos corbatas pueden ser idnticas;podemos creer, si as lo deseramos, que cada una de las personas piensa losmismos pensamientos verbalizados, tiene los mismos datos sensoriales, lasmismas disposiciones, etc.), entonces es absurdo pensar que un estado

    psicolgico es diferente de otro. Se trata, obviamente, de estados psicolgicoslimitados, no de los que normalmente atribuimos, que no estn en la cabeza.22

    No es fcil decir exactamente de qu modo los pensamientosverbalizados, los datos sensoriales y las disposiciones pueden ser idnticas sindarle la vuelta a las corbatas; dmosle la vuelta, pues, a las corbatas. Pues laidea es sta: los estados psicolgicos limitados de dos personas son idnticoscuando sus estados fsicos no pueden distinguirse uno de otro. No valdra la

    pena que pongamos esto en duda, visto que Putnam ha podido definir losestados psicolgicos limitados; lo que yo quiero poner en cuestin es lasuposicin (1), que llev a la conclusin de que las actitudes proposicionaleshabituales no estn en la cabeza y que por ello la autoridad de la primera

    persona no se aplica en su caso.

    Tiene que quedar bien claro que simplemente el hecho de que lossignificados se identifiquen en parte por relaciones con objetos exteriores a lacabeza no implica que los significados no estn en la cabeza. Pensar locontrario sera tan errneo como argumentar que dado que yo estoy quemado,y por ello se presupone la existencia del sol, se sigue que la quemadura solarma no es una condicin de mi piel. Mi piel quemada por el sol puede ser

    22 Cf. The Meaning of meaning, p. 227.

  • 7/28/2019 Donald Davidson - Conocer La Propia Mente

    20/27

    Donald Davidson Conocer la propia mente

    CIC (Cuadernos de Informacin y Comunicacin)104 ISSN: 1135-7991

    indistinta respecto a la piel de otra persona que se quem por otros medios(nuestras pieles pueden ser idnticas en el sentido de las corbatas); sinembargo, uno de nosotros est realmente quemado por el sol, no ocurriendoesto al otro. Con este argumento es suficiente para mostrar que una

    consideracin de los factores externos que entran en nuestros modoshabituales de identificar estados mentales, no pone en duda una teora de laidentidad entre lo mental y lo fsico. Andrew WOODFIELD parece pensar locontrario. Escribe:

    Ningn estado de hecho acerca de un objeto exterior al cerebro de la personapuede ser idntico a un estado de ese cerebro, pues ningn estado cerebral presuponela existencia de un objeto externo23

    Los estados y los acontecimientos individuales no presuponenconceptualmente lo que sea en s mismos; algunas de sus descripciones, sinembargo, pueden hacerlo. Mi abuelo paterno no me presupone, pero si alguien

    puede ser descrito como mi abuelo paterno, varias personas adems de miabuelo, incluido yo mismo, tienen que existir.

    BURGE puede muy bien estar cometiendo un error semejante en elsiguiente pasaje:

    (...) Ningn suceso de un pensamiento (...) podra tener un contenido diferente yser un especmen del mismo suceso (...) Pues (...) el suceso de pensamiento de unapersona no es idntico a ningn suceso de ella descrito por la fisiologa, la biologa, laqumica o la fsica. Pues, sea b cualquier suceso dado descrito en los trminos de unade las ciencias fsicas que tiene lugar en el sujeto en tanto ste piensa un pensamientorelevante. Sea b de tal modo que denote el mismo suceso fsico que tenga lugar enel sujeto en nuestra situacin hipottica (...) b no necesita ser afectado por sucesoshipotticos (que no alteran los contenidos de suceso de pensamiento). As (...) b (elsuceso fsico) no es idntico al suceso de pensamiento del sujeto.24

    BURGE no reclama como suyo el establecimiento de la premisa de esteargumento ni, por ello, de su conclusin. Pero defiende que el rechazo de la

    premisa es intuitivamente muy implausible. Prosigue afirmando que lasteoras materialistas de la identidad habituaron a la imaginacin a ver elcontenido de un acontecimiento mental como cambiante, en tanto elacontecimiento permanece inalterable. Pero si tales suposiciones son hechos

    posibles o mera fantasa filosfica, se trata ya de otra cuestin. Es porque l

    23

    WOODFIELD

    , A., en Thought and Object, p. viii.24 Individualism and the Mental, p. 111.

  • 7/28/2019 Donald Davidson - Conocer La Propia Mente

    21/27

    Donald Davidson Conocer la propia mente

    CIC (Cuadernos de Informacin y Comunicacin)

    2005, 10 105

    piensa que rechazar la premisa es extremadamente improbable, por lo quedefiende que las teoras materialistas de la identidad se vuelven ellasmismas implausibles por las experiencias de pensamiento noindividualista.25

    Yo acepto la premisa de BURGE; pienso que su rechazo no es tanimplausible como absurdo. Si dos acontecimientos mentales tienen contenidosdiferentes son ciertamente acontecimientos diferentes. Segn creo, lo que loscasos imaginados porBURGE y porPUTNAM muestran (y lo que el ejemplo delHombre de los Pantanos muestra de forma ms directa) es que las personasque sean idnticas en todos los aspectos fsicos relevantes (o idnticas en elsentido de las corbatas) pueden diferir en relacin a lo que quieren decir o

    pensar, del mismo modo que pueden diferir en su condicin de abuelos o deestar quemados por el sol. Pero est claro que hay algo diferente en torno aellas, hasta en el mismo mundo fsico; sus historias causales son diferentes.

    Concluyo que el mero hecho de que los estados mentales y losacontecimientos comunes se individualizan en trminos de relaciones con elmundo exterior no tiende a poner en duda las teoras de la identidad mental-fsica como tales. En conjuncin con algunas otras suposiciones (plausibles),el externalismo de ciertos estados y acontecimientos mentales puede serusado, segn creo, para poner en duda teoras de la identidad que caen dentrodel materialismo de los tipos (type-type identity theories); pero si suscribealguna cosa, son las teoras de la identidad que caen dentro del materialismode los especmenes (token-token identity theories). (No veo ninguna buenarazn para llamar materialistas a todas las teoras de la identidad; sialgunos acontecimientos mentales son acontecimientos fsicos, tal cosa no losvuelve ms fsicos que mentales. La identidad es una relacin de simetra.)

    Siendo esto as, PUTNAM y WOODFIELD no tienen razn al afirmar que esabsurdo pensar que dos personas podran ser fsicamente idnticas ( en elsentido de las corbatas) y sin embargo diferir respecto a sus estados

    psicolgicos habituales. BURGE, a menos que est dispuesto a hacer un usomucho ms efectivo del que hace de las suposiciones esencialistas, estequivocado al pensar que ha demostrado que todas las teoras de identidad sonimplausibles. Por tanto, estamos perfectamente dispuestos para pensar que dos

    personas pueden ser idnticas en todos los aspectos fsicos relevantes aunque

    25

    Cf. Individualism and Psychology, p. 15, nota 7. Cf. tb. Individualism and the Mental,p. 111.

  • 7/28/2019 Donald Davidson - Conocer La Propia Mente

    22/27

    Donald Davidson Conocer la propia mente

    CIC (Cuadernos de Informacin y Comunicacin)106 ISSN: 1135-7991

    difieran psicolgicamente: sta es verdaderamente la posicin del monismoanmalo que defend en otro texto26.

    Un obstculo al conocimiento no basado en indicios de nuestras propias

    actitudes proposicionales lo hemos eliminado ya. Pues si las creenciascomunes y las otras actitudes pueden estar en la cabeza incluso cuando seidentifican como actitudes que son en parte en los trminos de aquello que noest en nuestra cabeza, entonces la amenaza a la autoridad de la primera

    persona no puede venir simplemente del hecho de que los factores externosson relevantes para la identificacin de las actitudes.

    Pero queda todava una dificultad aparente. Es verdad que mi quemadurasolar, aunque descriptible como tal solamente con relacin al sol, es idntica auna condicin de mi piel que puede (pienso yo) ser descrita sin referencia atales factores externos. An as, si, como cientfico especialista en todas lasciencias fsicas, yo slo tengo acceso a mi piel y no a la historia de su

    condicin, entonces por hiptesis no hay manera alguna de poder yo decir queestoy quemado por el sol. Tal vez, entonces, alguien tenga autoridad deprimera persona en cuanto a los contenidos de su mente slo en tanto esoscontenidos pueden describirse o descubrirse sin referencia a factores externos.En la medida en que los contenidos son identificados en trminos de factoresexternos, la autoridad de la primera persona necesariamente cae. Puedo deciral observar mi piel cul es su condicin privada o limitada (narrow), peronada de lo que yo pueda llegar a saber en este dominio restringido me podrdecir que yo estoy quemado por el sol. La diferencia entre referirse a y pensaren el agua y referirse a y pensar en bagua es como la diferencia entre estarquemado por el sol y tener la piel exactamente en la misma condicin debidoa otra cosa cualquiera. La diferencia semntica reside en el mundo exterior,ms all del alcance del conocimiento subjetivo o sublunar. Este puede muy

    bien ser el argumento.

    Esta analoga, entre la visin limitada del dermatlogo y la visin de tneldel ojo de la mente, es esencialmente imperfecta. Depende para funcionar deuna perspectiva defectuosa de la mente, una perspectiva que aquellos que hanatacado el carcter subjetivo de los estados psicolgicos comunes compartancon aquellos a quienes atacan. Si conseguimos abandonar esta perspectiva, laautoridad de la primera persona dejar de verse como un problema;ciertamente, la autoridad de la primera persona pasar a depender de los

    26

    Mental Events, en DAVIDSON

    , Donald,Essays on Actions and Events, OxfordUniversity Press, 1982.

  • 7/28/2019 Donald Davidson - Conocer La Propia Mente

    23/27

    Donald Davidson Conocer la propia mente

    CIC (Cuadernos de Informacin y Comunicacin)

    2005, 10 107

    factores sociales y pblicos que se pensaba destruyen esa autoridad y pasar aexplicarse por esos mismos factores.

    Hay una perspectiva de la mente que qued de tal modo arraigada en

    nuestra tradicin filosfica que es casi imposible escapar a su influencia,incluso cuando se reconocen y repudian sus peores defectos. En una versinrudimentaria muy habitual la cosa se presenta as: la mente es un teatro en elcual el yo consciente asiste a una representacin (de sombras en la pared).Esta representacin se compone de apariencias, de datos sensoriales, dequalia, de aquello que viene dado en la experiencia. Lo que aparece en elescenario no son los objetos habituales del mundo que el ojo exterior registray que el corazn aprecia, sino sus supuestos representantes. Lo que sea quesabemos sobre el mundo exterior depende de aquello que conseguimos captar

    por medio de pistas internas.

    La dificultad aparente desde el inicio relativa a la descripcin de lo

    mental, es descubrir cmo es posible reconstruir un trayecto del interior haciael exterior. Otra dificultad evidente, aunque tal vez menos reconocida, essaber decir dnde se encuentra el yo en la imagen. Pues el yo parece por unlado incluir al teatro, al escenario, a los actores y al pblico; por otro lado,aquello que se conoce y se registra pertenece exclusivamente al pblico. Estesegundo problema poda ser muy bien reformulado como el problema de lalocalizacin de los objetos de la mente: estn en la mente o simplemente sonvistosporella?

    No me interesan aqu esos tales objetos de la mente (hoy en gran medidarechazados) en tanto dados a los sentidos, sino sus primos enjuiciadores, losobjetos presumibles de las actitudes proposicionales, ya se piense en elloscomo proposiciones, especmenes de las proposiciones, representaciones ofragmentos de mentales. La idea principal que yo quiero atacar es que stasson entidades que la mente puede mantener, captar, tener presente, ocon las cuales puede estar familiarizada. (Estas metforas tienen

    probablemente un valor pedaggico: los voyeurs slo quieren tenerrepresentaciones presentes en el ojo de su mente, mientras que los msagresivos las intentan captar; los ingleses pueden estar solamentefamiliarizados con los contenidos de la mente, en tanto otros tipos msamigables los cultivarn).

    Es fcil ver cmo el descubrimiento de que los factores externosintervienen en la individualizacin de los estados mentales perturba la imagende la mente que acabo de describir. Pues si estar en un estado mental es para

    la mente estar en una determinada relacin como aprehender un objeto,

  • 7/28/2019 Donald Davidson - Conocer La Propia Mente

    24/27

    Donald Davidson Conocer la propia mente

    CIC (Cuadernos de Informacin y Comunicacin)108 ISSN: 1135-7991

    entonces sea lo que fuere que nos ayude a determinar el objeto de que se trata,debe ser igualmente aprehendido si la mente quiere saber en qu estado seencuentra. Esto se vuelve especialmente claro si un objeto exterior fuera uningrediente del objeto presente a la mente. Pero en cualquier caso la persona

    que se encuentra en un estado mental puede no saber en qu estado mental seencuentra.

    Es en este punto donde el concepto de lo subjetivo relacionado con unestado mental- parece desmoronarse. De un lado estn los estados internosreales en relacin con los cuales la mente sostiene su autoridad; por el otrolado estn los estados habituales de creencia, deseo, intencin y significacin,que estn contaminados por sus necesarias relaciones con el mundo social y

    pblico.

    Como analoga, tenemos el problema del especialista en quemadurassolares que no consigue descubrir, al examinar la piel, si se trata de un caso de

    quemadura solar normal o meramente de una condicin idntica con otracausa cualquiera. Podemos resolver este problema distinguiendo entrequemadura de sol y quemadura de algo parecido al sol; quemado por algocomo el sol es simplemente idntico a quemado por el sol, excepto en elhecho de que el sol no est necesariamente involucrado. El especialista puededetectar un caso de quemadura por algo como el sol simplemente mirandosta, pero no ocurre lo mismo con un caso de quemadura solar. Esta solucinresulta porque las dolencias de la piel, al contrario que los objetos de la mente,no tienen que ser de tal modo que haya una persona especial que pueda deciral mirarlas que se trata de una determinada dolencia u otra.

    La solucin en el caso de los estados mentales es diferente y ms simple;es librarnos de la metfora de los objetos presentes a la mente. La mayora denosotros ya ha abandonado hace mucho tiempo la idea de las percepciones,los datos sensoriales y el flujo de la experiencia como cosas dadas a lamente; debemos tratar los objetos proposicionales de la misma forma. Esobvio que las personas tienen creencias, deseos, dudas, etc,; pero admitir estono es sugerir que las creencias, deseos y dudas sean entidades presentes ointeriores a la mente, o que estar en esos estados exija la existencia de objetosmentales correspondientes.

    Esto ya fue afirmado antes, de formas ms o menos agresivas, pero porrazones diferentes. Los escrpulos ontolgicos, por ejemplo, no me preocupanabsolutamente nada. Siempre tendremos la necesidad de una reserva infinitade objetos para ayudarnos a describir y a identificar actitudes como la

    creencia; no estoy sugiriendo en modo alguno que las frases que expresan

  • 7/28/2019 Donald Davidson - Conocer La Propia Mente

    25/27

    Donald Davidson Conocer la propia mente

    CIC (Cuadernos de Informacin y Comunicacin)

    2005, 10 109

    creencias y las frases que atribuyen las otras actitudes no sean de naturalezarelacional. Lo que sugiero es que los objetos con los cuales relacionamos las

    personas de modo que describen sus actitudes no necesitan de ningn modoser objetos psicolgicos, objetos que deban ser aprehendidos, conocidos o

    mantenidos, por la persona cuyas actitudes son descritas.

    Este modo de pensar tambin nos es familiar; QUINE lo sigue cuandosugiere que podemos usar nuestras propias frases para mantenernos a la par delos pensamientos de personas que no conocen nuestra lengua. El inters deQuIne es semntico y nada dice en este contexto acerca de los aspectosepistemolgicos y psicolgicos de las actitudes. Necesitamos reunir todosestos diversos abordajes. Las frases acerca de las actitudes son relacionales;

    por razones semnticas tiene consecuentemente que haber objetos con loscuales relacionar a quienes tienen actitudes. Pero tener una actitud no es teneruna entidad delante de la cual se halle la mente; por razones psicolgicas yepistemolgicas convincentes deberamos negar que existan objetos de la

    mente.

    La raz del problema es el dogma de que tener un pensamiento es tener unobjeto ante la mente. PUTNAM y FODOR (as como muchos otros) distinguierondos tipos de objetos, los que son verdaderamente interiores y por tanto sehallan ante la mente o aprehendidos por ella, y los que identifican al

    pensamiento de forma habitual. Estoy de acuerdo en que ningn objeto puedecumplir estas dos funciones. PUTNAM (y algunos otros filsofos que hemencionado) piensa que la dificultad llega del hecho de que no se puedeesperar que un objeto parcialmente identificado en trminos de relacionesexternas coincida con un objeto ante la mente, pues la mente puededesconocer la relacin externa. Tal vez las cosas sean realmente as. Pero deah no se sigue que podamos encontrar otros objetos que aseguren lacoincidencia deseada. Pues si el objeto no est en relacin con el mundo,nunca podremos aprehender nada sobre el mundo teniendo ese objeto ante lamente; y, por las mismas razones, sera imposible detectar un pensamiento talen otra persona. As, parece que aquello que est ante la mente no puedeincluir sus relaciones exteriores su semntica. Por otro lado, si el objeto estrelacionado con el mundo, entonces no puede estar completamente ante lamente en el sentido relavarte. Con todo, a menos que un objeto semntico

    pueda estar ante la mente en su aspecto semntico, el pensamiento, concebidoen los trminos de unos objetos tales, no puede escapar al destino de los datossensoriales.

    La dificultad bsica es simple: si tener un pensamiento es tener un objeto

    ante la mente, y la identidad del objeto determina aquello que el

  • 7/28/2019 Donald Davidson - Conocer La Propia Mente

    26/27

    Donald Davidson Conocer la propia mente

    CIC (Cuadernos de Informacin y Comunicacin)110 ISSN: 1135-7991

    pensamiento es, entonces es siempre posible que estemos engaados acerca deaquello que pensamos. Pues a menos que sepamos todo sobre el objeto, habrsiempre sentidos en los cuales no sabemos de qu objeto se trata. Muchas hansido las tentativas de encontrar una relacin entre una persona y un objeto que

    se mantenga en todos los contextos, caso nico en el que pudiramos decirintuitivamente de la persona que sabe de qu objeto se trata. Pero ninguno deestos intentos dio resultado y pienso que la razn para ello es obvia. El nicoobjeto que satisfara los requisitos relacionados con el estar ante la mente yde ser de tal modo que determine el contenido de un pensamiento debera,como las impresiones de HUME, ser aquello que parece y parecer aquello quees. No existen tales objetos, pblicos o privados, abstractos o concretos.

    Los argumentos de BURGE, PUTNAM, DENNETT, FODOR, STICH, KAPLAN,EVANS y de muchos otros para mostrar que las proposiciones no pueden

    simultneamente determinar los contenidos de nuestros pensamientos y sersubjetivamente aseguradas son, en mi opinin, otras tantas variaciones del

    argumento simple y general que acabo de dibujar. No son slo lasproposiciones las que no pueden desempear esa funcin; ningn objeto podrhacerlo.

    Cuando nos hayamos liberado de la suposicin de que los pensamientosdeben tener objetos misteriosos, podremos ver cmo es que el hecho de quelos estados mentales tal como comnmente los concebimos se identifican en

    parte por su historia, no slo no ataca el carcter interno de esos estados oamenaza la autoridad de la primera persona, sino que al mismo tiempo abre la

    puerta a una explicacin de la autoridad de la primera persona. La explicacinllega de la consciencia de que aquello que las palabras de una persona quierendecir depende en los casos ms bsicos de dos tipos de objetos y de sucesosque hacen, slo con que la persona piense, que se puedan aplicar las palabras;de modo semejante para aquello acerca de lo cual son los pensamientos de la

    persona. Un intrprete de las palabras y pensamientos de otra persona tieneque depender de informacin dispersa, de una buena preparacin y deconjeturas imaginativas para conseguir comprenderla. El propio agente, contodo, no est en posicin de pensar si est en general usando sus propias

    palabras para referirse a los objetos y acontecimientos apropiados, dado quepara lo que l regularmente las aplica da a sus palabras el significado quetienen y a sus pensamientos los contenidos que tienen. Es obvio que, endeterminados casos particulares, la persona se puede equivocar en relacin aaquello en lo que cree acerca del mundo: lo que es imposible es que se puedaengaar durante la mayor parte del tiempo. La razn es obvia: a menos quehaya una presuposicin de que el hablante sabe aquello que dice, o sea, que

    usa correctamente su propia lengua, no habr nada que un intrprete deba

  • 7/28/2019 Donald Davidson - Conocer La Propia Mente

    27/27

    Donald Davidson Conocer la propia mente

    CIC (Cuadernos de Informacin y Comunicacin)

    2005, 10 111

    interpretar. Para decirlo de otro modo, no podemos concebir algo como unapersona que aplica mal sus propias palabras de modo regular. La autoridad dela primera persona, el carcter social del lenguaje y los determinantes externosdel pensamiento y del significado volvern a estar todos juntos, como

    debieron estar, en cuanto abandonemos el mito de lo subjetivo, la idea de quelos pensamientos exigen objetos mentales.

    RESUMEN:

    Se recapitula la teora de la autoridad de los enunciados en primera persona que el cartesianismoestableci ligando las bases del estudio de la cognicin con la filosofa y el razonamiento. Mostrandolos lmites que distintos autores han encontrado en esta tesis, el autor aboga de todos modos por laautoridad que el uso de la primera persona imprime a su lenguaje, tambinmarcado por los factoressociales del lenguaje y otros elementos externos centrados en la cooperacin y rasgos culturales delos hablantes.

    Palabras clave:teora de la autoridad de los enunciados en primera persona, tradicin filosficacartesiana, ciencia cognitiva, filosofa, argumentos externalistas, Putnam, tierras gemelas,interaccionismo, contexto cultural, factores sociales en el uso del lenguaje.

    ABSTRACT:

    Revision of the theory of authority of first person enunciates which Cartesians imposed linkingcognition study and philosophy and reasoning. Showing the limitation that diverse authors exposed,Davidson restates authority in first person enunciates use by language, also give the social factors inthis use as well as other external elements such as cooperation and cultural features of speakers.

    Key words: authority theory of first person enunciates, Cartesian tradition, cognitive science,externalism, Putnam, Twin Earths, interactionism, cultural context, social factors in language use.

    RSUM:

    Rvision de la thorie de l autorit de la premire personne que le cartsianisme tablit liant l tudede la cognition et la philosophie et raison pour toujours. En montrant les limitations que dfrentsauteurs ont indiqu, Davidson considre l autorit de la premire personne comme acceptable maisen ajoutant les facteurs sociaux ainsi que d autres lments extrieurs comme la coopration entreles parlants et le contexte culturel.

    Mots cl: thorie de l autorit de la premire personne, tradition cartsienne, science cognitive,externalisme, Putnam, terres gmelles, interactionisme, contexte culturel, facteurs sociaux dans l usedu langage.