donald davidson - las paradojas de la irracionalidad

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1 l ANALISIS F1 LOSOFICO CONSEJO EDITORlAL Marcelo Alegre (Universidad de Buenos Aires), Caracciolo ill verslGaa N :lcio- nal de Cordoba, Universidad de Buenos Aires), Ma. Cristina Gonzalez Tn;';JPr<.:;rlcui de Bue- nos Aires, Universidad Nacional de La Plata), Alberto Moretti CONICET), Diana Perez (Universidad de Buenos £'''''''TT£'''''''' (Universidad de Buenos Aires, CONICET), Eduardo Lopez to Di Tella, CONICET), Juan Rodriguez Larreta de ID-SAD AF), Nora Stigol versidad de Buenos Aires, Universidad Nacional de La Plata). MIEMBROS ASOCIADOS Graciela De Pierris (Stanford University), Ricardo Gomez (California State University), Marcelo Sabates (Kansas State University). CONSEJO ASESOR Ernesto Garzon Valdes (Universitat Mainz), Gregorio Klimovsky (Universidad de Bue· nos Aires), Francisco Mira Quesada (Universidad de Lima), J oao Paulo Monteiro versidad de Sao Paulo), Thomas Nagel O'!ew York University), Mark Platts Nacional Autonoma de Mexico), Miguel Angel Quintanilla (Universidad de ;)a!amanca), Thomas Moro Simpson (CONICET), David Sobrevilla Marcos), Ernest Sosa (Brown Universit Aut6noma de Mexico). Antilisis es elorgano ofidaI de la Sociedad Argentina de Analisis Filosofico. Publi- de filosofia te6rica y practica que contribuyan al desarrollo del anal isis filosofi- a docentes y a todos que participan activamente en el filos6fico. sistema de arbitraje es y con evaluadores externos. Se publi- ca semestralmente en mayo y noviembre de cada ano. Director responsable Alberto More- tti, Presidente de la Sociedad Argentina de Analisis Filosofico (Sadaf), propietario de la publicacion. Domicilio legal Bulnes 642, CP 1176, CiudadAutonoma de Buenos Aires. Copy- right, Sadaf. Queda hecho el dep6sito que marca la ley Nro. 11.723. I.S.5.N.0326-1301. Se termino de imprimir en el mes de enero de 2006. Composicion, peliculas e impresi('m: La Cuadricu!a S.RL., Santa 635, Ciudad Auto- noma de Buenos Aires, Tel. 4302-2014. Suscripciones, colaboraciones e informacion: ANAuSIS Bulnes 642, C1176ABL, Buenos Aires, Ar""nrm,. Precio de la suscripcion anua! Particulares en el $ 32.- ParticuIares en el exterior USS 22.- Instituciones en el $ 40.- Instituciones en e1 exterior U$S 35.- GastCls de envio postal via aerea U$S 8.· ARTICULOS Y NOTAS LAS PARADOJAS DE LA IRRACIONALIDAD DONALD DAVIDSON La idea de una acci6n, creencia, intenci6n, inferencia 0 emoci6n irracio- naI, es paradojica. Porque 10 irracional no es meramente 10 no racional, que cae fuera del ambito de 10 racional; la irracionalidad es una falla que se pro- duce en Ia sede de la razon. Cuando Hobbes dice que solo el hombre tiene "el pri vilegio de ser absurdo", sugiere que solo una criatura racional puede ser irracional. La irracionalidad es un proceso 0 estado mental -un proce- so 0 estado racional-, que ha salido mal. lComo puede ser tal cosa? La paradoja de la irracionalidad no es tan simple como la aparente para- doja que hay en el concepto de una broma no exitosa, 0 en el de una obra de arte mala. La paradoja de la irracionalidad emerge de 10 que esta involucra- do en las maneras basicas de describir, comprender y explicar estados y even- tos (events) psico16gicos. Sofia esta encantada porque puede atar cierto tipo de nudo. Entonces, su placer tiene que deberse a su creencia de que puede atar tal nudo y a una evaluaci6n positiva de ese logro. Pueden haber otras explicaciones, sin duda mas agudas, pero ell as no pueden desplazar a la dada debido a que esta emana de 10 que es estar encantado de que algo sea el caso. o consideremos a Rogelio, que se prop one aprobar un examen memorizan- do el Coran. Esa intenci6n tiene que explicarse mediante su deseo de apro- bar el examen y su creencia de que memorizando el Coran aumantara sus posibilidades de aprobarlo. La existencia de este tipo de explicaciones en base a razones, es un aspecto fnsito en las intenciones, en las acciones intencio- nales yen muchas otras actitudes y emociones. Tales explicaciones racionalizando: nos permiten ver como razonables a los eventos 0 actitudes, desde el punto de vista del agente. De tal modo, un aura de racionalidad, de encuadramiento en un esquema racional, resulta inseparable de esos fen6- menos, al menos en tanto son descriptos en terminos psico16gicos. l Como podemos explicar 0 aun tolerar que sean posibles pensamientos, acciones 0 emociones irracionales? La teoria psicoanalltica, tal como la desarro1l6 Freud, pretende propor- donar un marco conceptual dentro del que se describa y comprenda la irra- © Donald Davidson, 1981. La version en ingles aparecera en una coleccion de trabaios dedi- cados a Freud, compilada por Richard Wollheim y publicada porCarnbridge Un La presente version al castellano es obra de Genaro Carri6 y Eduardo Rabossi. ANA LlSIS FIL0s6F1CO, I (1981) N° 2.

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Texto sobre teoría de la acción y autoengaño

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1 l ANALISIS F1 LOSOFICO CONSEJO EDITORlAL Marcelo Alegre (Universidad de Buenos Aires), Caracciolo illverslGaa N :lcio­nal de Cordoba, Universidad de Buenos Aires), Ma. Cristina Gonzalez Tn;';JPr<.:;rlcui de Bue­nos Aires, Universidad Nacional de La Plata), Alberto Moretti CONICET), Diana Perez (Universidad de Buenos £'''''''TT£'''''''' (Universidad de Buenos Aires, CONICET), Eduardo Lopez to Di Tella, CONICET), Juan Rodriguez Larreta de ID-SAD AF), Nora Stigol versidad de Buenos Aires, Universidad Nacional de La Plata).

MIEMBROS ASOCIADOS Graciela De Pierris (Stanford University), Ricardo Gomez (California State University), Marcelo Sabates (Kansas State University).

CONSEJO ASESOR Ernesto Garzon Valdes (Universitat Mainz), Gregorio Klimovsky (Universidad de Bue· nos Aires), Francisco Mira Quesada (Universidad de Lima), J oao Paulo Monteiro versidad de Sao Paulo), Thomas Nagel O'!ew York University), Mark Platts Nacional Autonoma de Mexico), Miguel Angel Quintanilla (Universidad de ;)a!amanca), Thomas Moro Simpson (CONICET), David Sobrevilla Marcos), Ernest Sosa (Brown Universit Aut6noma de Mexico).

Antilisis es elorgano ofidaI de la Sociedad Argentina de Analisis Filosofico. Publi­de filosofia te6rica y practica que contribuyan al desarrollo del analisis filosofi­

a docentes y a todos que participan activamente en el filos6fico. sistema de arbitraje es y con evaluadores externos. Se publi­ca semestralmente en mayo y noviembre de cada ano. Director responsable Alberto More­tti, Presidente de la Sociedad Argentina de Analisis Filosofico (Sadaf), propietario de la publicacion. Domicilio legal Bulnes 642, CP 1176, CiudadAutonoma de Buenos Aires. Copy­right, Sadaf. Queda hecho el dep6sito que marca la ley Nro. 11.723. I.S.5.N.0326-1301.

Se termino de imprimir en el mes de enero de 2006. Composicion, peliculas e impresi('m: La Cuadricu!a S.RL., Santa 635, Ciudad Auto­noma de Buenos Aires, Tel. 4302-2014.

Suscripciones, colaboraciones e informacion: ANAuSIS Bulnes 642, C1176ABL, Buenos Aires, Ar""nrm,.

Precio de la suscripcion anua! Particulares en el $ 32.- ParticuIares en el exterior USS 22.­Instituciones en el $ 40.- Instituciones en e1 exterior U$S 35.-

GastCls de envio postal via aerea U$S 8.·

ARTICULOS Y NOTAS

LAS PARADOJAS DE LA IRRACIONALIDAD

DONALD DAVIDSON

La idea de una acci6n, creencia, intenci6n, inferencia 0 emoci6n irracio­naI, es paradojica. Porque 10 irracional no es meramente 10 no racional, que cae fuera del ambito de 10 racional; la irracionalidad es una falla que se pro­duce en Ia sede de la razon. Cuando Hobbes dice que solo el hombre tiene "el privilegio de ser absurdo", sugiere que solo una criatura racional puede ser irracional. La irracionalidad es un proceso 0 estado mental -un proce­so 0 estado racional-, que ha salido mal. lComo puede ser tal cosa?

La paradoja de la irracionalidad no es tan simple como la aparente para­doja que hay en el concepto de una broma no exitosa, 0 en el de una obra de arte mala. La paradoja de la irracionalidad emerge de 10 que esta involucra­do en las maneras basicas de describir, comprender y explicar estados y even­tos (events) psico16gicos. Sofia esta encantada porque puede atar cierto tipo de nudo. Entonces, su placer tiene que deberse a su creencia de que puede atar tal nudo y a una evaluaci6n positiva de ese logro. Pueden haber otras explicaciones, sin duda mas agudas, pero ell as no pueden desplazar a la dada debido a que esta emana de 10 que es estar encantado de que algo sea el caso. o consideremos a Rogelio, que se propone aprobar un examen memorizan­do el Coran. Esa intenci6n tiene que explicarse mediante su deseo de apro­bar el examen y su creencia de que memorizando el Coran aumantara sus posibilidades de aprobarlo. La existencia de este tipo de explicaciones en base a razones, es un aspecto fnsito en las intenciones, en las acciones intencio­nales yen muchas otras actitudes y emociones. Tales explicaciones racionalizando: nos permiten ver como razonables a los eventos 0 actitudes, desde el punto de vista del agente. De tal modo, un aura de racionalidad, de encuadramiento en un esquema racional, resulta inseparable de esos fen6­menos, al menos en tanto son descriptos en terminos psico16gicos. l Como podemos explicar 0 aun tolerar que sean posibles pensamientos, acciones 0

emociones irracionales? La teoria psicoanalltica, tal como la desarro1l6 Freud, pretende propor­

donar un marco conceptual dentro del que se describa y comprenda la irra­

© Donald Davidson, 1981. La version en ingles aparecera en una coleccion de trabaios dedi­cados a Freud, compilada por Richard Wollheim y publicada porCarnbridge Un

La presente version al castellano es obra de Genaro Carri6 y Eduardo Rabossi.

ANA LlSIS FIL0s6F1CO, I (1981) N° 2.

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cionalidad. Pero muchos £ilosofos entienden que hay errores 0 confusiones fundamentales en el pensamiento de Freud. Por ello, aqul considero algu­nos elementos de su pensamiento que a menudo han sido atacados; esos ele­mentos consisten en unas pocas doctrinas generales que son centrales en todas las etapas de los escritos maduros de Freud. Despues de analizar el pro­blema que subyace a explicar la racionalidad, concluyo que cualquier enfo­que satisfactorio tiene que abarcar algunas de las tesis mas importantes de Freud, y que cuando esas tesis se enuncian de manera suficientemente amplia, no hay en ellas confusion conceptual. Es preciso enfatizar, quiza, que mi U defensa" de Freud solo se dirige a algunas de sus ideas y que elIas son ideas que se encuentran en el extremo conceptual - por contraste con el extre­mo empirico-, de ese vago espectro.

Una parte importante de 10 que se denomina irracional no genera para­doja. Muchos podrian sostener dados los peligros, las incomodidades y las magras recompensas que pueden esperarse obtener en caso de tener exito, que resulta irracional que una persona intente escalar el Monte Everest sin oxigeno (0, aun, con oxigeno). Pero no hay nada enigmatico en explicar el intento si es efectuado por alguien que ha reunido todos los hechos que pudo, que ha tomado en cuenta todos sus deseos, ambiciones y actitudes y que ha actuado de acuerdo a su conocimiento y a sus valores. Quiza sea en algtin sentido irracional creer en la astrologia, en los platos voladores 0 en las bru­jas, pero dichas creencias pueden tener explicaciones estandar si se basan en 10 que sus sostenedores consideran elementos probatorios. Es sensato cua­drar el circulo si uno no sabe que ello no se puede hacer. La c1ase de irracio­nalidad que produce dificultad conceptual no consiste en el hecho de que a otro Ie resulta imposible creer 0 sentir 0 hacer 10 que nosotros consideramos razonable, sino en cambio, en la imposibilidad dentro de uno mismo de ser coherente 0 constante en la estructura de creencias, actitudes, emociones, intenciones y acciones. Ejemplo de esto son el U desear pensando" (wishful thin­king), el actuar de manera contraria a nuestro mejor juicio, el autoengafio, cre­er en algo que consideramos sin fundamentacion dado el peso de la prueba.

AI intentar ofrecer una explicacion de tales fenomenos junto con muchos otros, por supuesto), los freudianos han formulado las siguientes tesis:

Primera, la mente contiene ciertas estructuras semiindependientes; esas estructuras son caracterizadas mediante atributos mentales tales como pen­samientos, deseos y recuerdos.

Segunda, partes de la mente, en aspectos importantes, son como las per­sonas, no solo porque tienen (0 consisten en) creencias, necesidades y otros rasgos psicol6gicos, sino porque estos factores pueden combinarse, como en la accion intencional, para producir otros eventos en la mente 0 fuera de ella.

Tercera, algunas de las disposiciones, actitudes y eventos que caracteri­

zan a las diversas subestructuras de la mente tienen que ser concebidas de acuerdo al modelo de las disposiciones 0 fuerzas fisicas, cuando influyen en otras subestructuras de la mente 0 son influidas por ellas.

Una doctrina adicional, acerca de la que dire poco, sostiene que algunos fenomenos mentales que normal mente damos por sentado que son conscien­tes, 0 al menos, accesibles a la conciencia, no son efectivamente conscientes y solo puede accederse a eIIos con dificultad (en el mejor de los casos). En sus aspectos funcionales estos estados y eventos mentales inconscientes se aseme­jan a las creencias, recuerdos, aspiraciones, deseos y temores inconscientes.

Descuento que habra acuerdo en que todas estas doctrinas se hallan en Freud y que son centrales para sus teorias. Como he sefialado, ellas son mucho menos fuertes y detalladas que los puntos de vista de Freud. Sin embargo, aunque se las atenue, algunos fil6sofos piensan que son poco defen­dibles. Las crfticas que tratare de enfrentar se relacionan de diversas mane­ras, pero en 10 esencial son de dos tipos. La idea de que es de algtin modo posible parcelar la mente ha sido con frecuencia considerada ininteligible, toda vez que parece sugerir que los pensamientos, los deseos y atin las accio­nes son atribuidas a algo que es menos que la persona toda y, por 10 tanto, diferente de ella. Pero, lPodemos concebir actos y actitudes que no pertene­cen a un agente? Ademas, como sugiere Sartre, si los actos y las intenciones fueran desprendidos de las personas y en lugar de ello fueran atribuidos a partes semiautonomas de la mente, la nocion de responsabilidad perderia su nota esencial. Estas partes ocuparian ellugar de la persona: cada parte se convertirfa en una mujer, un hombre 0 un bebe de pequefias dimensiones. Lo que era una unica mente se transforma en un campo de bataUa en el que luchan fuerzas opuestas que se engafian entre si, se ocultan informaci6n, pla­nean estrategias. Tal como Irving Thalberg y otros han sefialado, en ocasio­nes incluso ocurre que un sector se protege contra sus propias fuerzas (pensamientos). EI agente principal puede presentarse como una especie de presidente de directorio, un arbitro 0 un dictador. No es de sorprender que se hallan suscitado dudas acerca de la posibilidad de reemplazar estas meta­foras por una teoria coherente.

Un segundo conjunto de preocupaciones -vinculado con el anterior­se refiere a la metodologia explicativa subyacente. Por un lado, la teoria psi­coanalitica amplfa el alcance de la explicacion teleologica 0 fundada en razo­nes, al descubrir motivos, deseos e intenciones no reconocidas previamente. En este aspecto, como se ha hecho notar a menudo, Freud increment6 de manera considerable el numero y la variedad de fen6menos que pueden ser considerados racionales: resulta que tenemos razones para nueStrOS olvidos, deslices verbales y temores exagerados. Pero por Otro lado, Freud quiere que sus explicaciones brinden 10 que las explicaciones de las ciencias naturales

I.

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con frecuencia prometen: versiones causales que posibiliten el control. Es as! que Freud aplica a los eventos y estados mentales expresiones tomadas de la hidraulica, el electromagnetismo, la neurologia y la mecanica. Toulmin, Flew, Mcintyre y Peters, son fil6sofos que han sugerido alguna vez que las teorias psicoanaliticas se proponen 10 imposible al tratar de subsumir los fen6menos psicol6gicos (que reclaman explicaciones en terminos de razo­nes) bajo leyes causales. Esto explica, pero no justifica, el uso constante de metaforas provenientes de otras ciencias1 en que incurre Freud cuando habla de la mente.

Da la impresion, por 10 tanto, de que hay dos tendencias irreconciliables en el pensamiento de Freud. Por un lade quiso extender el ambito de los fen6­menos sometidos a explicaciones basadas en razones; por el otro lade se pro­puso tratar esos mismos fen6menos tal como se trata a las fuerzas en las

,;

ciencias naturales. Pero en estas las razones y las actitudes proposicionales nada tienen que hacer; alli reina la causalidad ciega.

Para evaluar estos cargos formulados contra la teoria psicoanalitica pri­mere deseo ensayar parte de 10 que considero un analisis correcto de la accion intencional normal. Luego nos ocuparemos de la irracionalidad.

Mientras camina por un parque un hombre tropieza con una rama que esta en el sendero.2 Nuestro hombre piensa que la rama puede ser un ries­go para otros, entonces la y la arroja en un seta que esta al costado del sendero. En camino a su casa, se Ie ocurre que la rama puede haber que­dado sobre el seta en una posici6n tal que siga siendo una amenaza para pa­seantes distraidos. Se baja pues del tranvia, regresa al paraje y vuelve a colocar la rama en su posicion inicial. Todo 10 que hace el agente (salvo su tropez6n con la rama), 10 hace por una raz6n; una razon a la luz de la cual la acci6n fue razonable. Dado que el agente crey6 que la rama era un peli­gro si se la dejaba en el sendero y que tuvo el deseo de eliminar el peligro, fue razonable quitarla de alii. Dado que, pensandolo mejor, crey6 que la rama sobre el seta era un peligro, fue razonable quitarla de 121 y volver a ponerla en el sendero. Dado que el agente queria sacar la rama del seto, fue razona­ble que descendiera del tranvia y volviera al parque. En cada caso las razo­nes para la acci6n nos dicen que es 10 que el agente via en su accion, elIas proporcionan la intenci6n con la que el actuo y par ella dan una explicaci6n

1. Veasc por ejemplo, Antony Flew, "Motives and the Unconscious" en Minnesota Studies in the Philosophy ofScience, vol. 1, compo H. Feigl y M. Scriven (University of Minnesota Press, Menneapolis, 1956); Alasdair Macintyre, The Unconscious (Routledge, Londres, 1958); R. S. Peters, TIle Concept afMotivation (Routledge, Londres, 1958); Charles Taylor, The Explrmation ofBehavior (Routledge, Londres, 1965).

2. El ejemplo, aunque no el empleo que hago de 61, proviene de S. Freud, "Amilisis de un caso de neurosis obsesiba (Caso del hombre de las ratas)", nota N° 23.

de la accion. Tal explicacion, como he dicho, tiene que existir para que algo que una persona hace pueda ser considerado una accion.

La estructura (pattern) de las explicaciones fundadas en razones ha side senalada por muchos filosofos. Hume la expresa con energia: "Preguntad a un hombre por que hace ejercicio: contestara que porque desea mantenerse sano. Si entonces Ie preguntais por que desea la salud, rapidamente contes­tara que la desea porque estar enfermo es penoso". 3 La estructura es tan fami­liar que podemos no advertir su sutileza. Lo que hay que explicar es la accion, digamos, hacer ejercicio. La explicaci6n requiere, al menos, dos factores, un valor, una meta, 0 una actitud 0 un querer (want) del agente, y una creencia de que al actuar de la manera que ha de explicarse, el agente puede promo­ver el valor 0 la meta relevante, 0 bien actuara de acuerdo con su actitud. La accion, por una parte, y el par creencia-deseo que proporciona la raz6n, por el otro, tienen que estar relacionados de dos modos diferentes para que se pro­duzca una explicacion. Primero, tiene que haber una relacion logica. Las cre­encias y los deseos tienen un contenido, y esos contenidos tienen que ser tales que impliquen que hay algo valioso 0 deseable en la accion. As}, el hombre que ve algo valioso en la salud y cree que el ejercicio hara de el un hombre saludable, puede concluir que hay algo deseable en el ejercicio; 10 que pue­de explicar por que hace ejercicio. En segundo lugar, las razones que un agen­te tiene para actuar, si han de servir para explicar la accion, tienen que ser las razones por las que el actuo; las razones tienen que haber desempenado un papel causal en el acaecimiento de la acci6n. Estas dos condiciones de la expli­cacion fundada en razones son ambas necesarias, pero no son suficientes, ya que algunas relaciones causales entre pares creencia-deseo y acciones, no pro­porcionan explicaciones basadas en razones. (Aqui no nos ocuparemos de esta complicacion, aunque sin duda hay acciones irracionales que inciden en ella).

EI analisis de la accion expuesto hasta aqui pone en claro por que todas las acciones intencionales, sean 0 no irracionales en alg(m sentido, contienen un elemento racional en su nucleo; es esto 10 que provoca una de las parado­jas de la irracionalidad. Vemos tambien, empero, que Freud puede ser defen­dido en un punto importante: no existe un conflicto esencial entre las explicaciones fundadas en razones y las explicaciones causales. Puesto que las creencias y los deseos son causas de las acciones para las que son razones, las exp licaciones fundadas en razones incluyen un elemento causal esencial.

La que puede decirse de la accion intencional puede extenderse a muchos otros fenomenos pSicologicos. Si una persona se propane robar algunos repo­

de Bruselas entonces, sea que lleve 0 que no lleve a la practica su inten­

ed. L. A. bv-Bigge, The

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, i

DONALD DAVIDSON

ci6n, tal intenci6n tiene que estar causada por el deseo de poseer algunos repo­Hitos de Bruselas y por la creencia de que al robarlos entrafil en posesl6n de ellos. (Insisto, el aspecto 16gico 0 racional de la intenci6n es obvio). De modo semejante, la mayor parte de nuestros deseos, esperanzas, apetitos (desires, emociones, creencias y temores dependen de una simple inferencia (que sin

usualmente pasa inadvertida) a partir de otras creencias y actitudes, Tememos a la pobreza porque creemos que traera consigo algo que conside­ramos males; esperamos que llueva porque creemos que la lluvia beneficia­ni los cultivos y queremos que los cultivos prosperen; creemos que la lluvia beneficiara los cultivos basandonos en la inducci6n, 0 por haberlo oido, 0 por nuestras lecturas. En cada uno de estos casos se da la conexi6n logica entre el contenido de las diversas actitudes y creencias y 10 que elIas causan.

La conclusi6n que hasta aqui podemos extraer es que el mere hecho de decir de un estado 0 evento psicologico que es 0 que implica 10 que vaga­mente se llama una actitud proposicional, es garantizar la relevancia de una explicaci6n fund ada en razones y, por ello, un clerto grado de raclonalidad. Pero, por supuesto, si tales est ados y eventos pueden ser irracionales, el ele­mento de racionalidad no puede impedir que en algtin otro sentido sean irra­cionales. Consideremos el caso de una acci6n en la que el agente se conduce de una manera contraria a 10 que tomando en cuenta to do 10 relevante (every­

considered) el consider a que es mejor. (Aristoteles consideraba a tal con­ducta como un caso de akrasia; otras designaciones son "incontinencia" 0 "debilidad de la voluntad"). Es facH imaginar que el hombre que regreso al parque para volver a colocar la rama en el sendero advierte que su acci6n no es sensata. £1 tiene un motive para mover la rama, a saber, que puede poner en peligro a un peat6n. Pero tambien tiene un motive para no regre­sar, esto es, el tiempo perdido y las dificultades que causa el regresar. De acuerdo con su propio juicio, estas ultimas consideraciones pesan mas las primeras; a pesar de ello, hace 10 primero, En suma, nuestro hombre acrua en contra de su mejor juicio.

El problema de explicar tal conducta ha desconcertado a los fil6sofos y a los moralistas, al menos desde Plat6n. Segtin este, S6crates argumentaba que puesto que nadie acrua a sabiendas en contra de 10 que sabe que es 10 meior, s610 la ignorancia puede explicar los aetos tontos 0 malvados. Con £re­cuencia se dice que esto es una paradoja, pero la opini6n de S6crates es para­d6jica s610 porque niega 10 que todos creemos: que hay actos akraticos. Si S6crates esta en 10 cierto -si tales acciones estan excluidas por la 16gica de los conceptos-, entonces nada hay de desconcertante en los hechos por expli­car. Sin embargo, S6crates (0 Plat6n) han planteado el problema con decisi6n: existe un conflicto entre la manera estandar de explicar la acci6n intencio­nal y la idea de que tal acci6n pueda ser irracional. Puesto que la tesis de que

ANAuS1S FIL0s6FICO

ninguna acci6n intencional puede ser irracional se halla en un extremo del continuo de tesis posibles, demos Ie un nombre: principia piatonica (Plato Prin­ciple). Es el principio de la pura racionalidad,

En el extremo opuesto se hall a el principia medeica (Medea Principle). Segtin esta doctrina una persona acrua en contra de su mejor juicio s610 si una fuer­za extrana doblega su voluntad. Esto es 10 que ocurre cuando Medea ruega a su propia mana que no asesine a sus hijos. Su mane 0 la pasi6n de venganza

la alienta se impone a su voluntad. Tal modo de concebir la debilidad de la voluntad esta muy difundido.4 Ydada la tesis, la expresi6n es adecuada por­que la voluntad del agente es mas debil que la pasion adventicia. Los mora­listas, en particular, se han sentido atraidos por este modo de ver las cosas, pues sugiere que todo cuanto hace falta para vencer a la tentaci6n es la decisi6n fir­me de comportarse correctamente, Con todo, es una doctrina curiosa dado que implica que los actos akraticos no son intencionales y, por 10 tanto, que en si mismos no son acdones de las que el agente sea responsable. Si hemos de cul­par al agente no es a causa de 10 que hizo, sino por no resistir con suficiente vigor. Lo que el propio agente se encontr6 haciendo tuvo una raz6n -Ia pasi6n o el impulso que prevaleci6 sobre su mejor juicio-, s610 que ella no fue su raz6n. Desde el punto de vista del agente, 10 que hizo fue el efecto de una cau­sa externa, como si otra persona Ia hubiera impeJido a actuar.

Arist6teles ha sugerido que la debilidad de la voluntad se debe a cierto de olvido. EI debil de voluntad tiene dos deseos: en nuestro ejemplo,

qui ere ahorrar tiempo y esfuerzos, y tambiEm quiere cambiar de Iugar la rama. No puede actuar satisfaciendo ambos deseos, y Arist6teles no Ie permite adoptar un punto de vista desde el cual pueda ver cual es su probl_a; segtin Arist6teles, el agente pierde contacto activo con 10 que sabe, esto es, que si no regresa al parque puede ahorrase tiempo y esfuerzos. No se trata de un caso de conflicto entre un deseo consciente y otro inconsciente; mas bien 10 que hayes un fragmento de conocimiento consciente y otro inconsdente, y la acci6n depende de cua! de los dos es consciente.

Hay situaciones en las que el amilisis de Arist6teles es apropiado y otras que se rigen por el principio medeico. Pero esas situadones no son las uni­cas y no constituyen los casos definitorios de akrasia, en los que el agente actua de modo intencional dandose cuenta de que si considera todo 10 que es relevante, se Ie ofrecera un curso de acci6n mejor. Porque cuando fundo­na el principio medeico, la intenci6n esta ausente; y en el analisis de Arist6­teles el agente no tiene conciencia de que hay una alternativa,

4. Para una mayor discusion y referencias de estos problemas, vease mi trabajo "How is Weakness of the Will Possible?'" en Donald Davidson, Essays on Actions and Events, Oxford Uni­versity Press, 1980.

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Pensandolo bien, resulta obvio que ni el principio medeico ni el analisis de Aristoteles admiten casos netos de conflicto, casos en los que el agente tie­ne buenas razones, a la vez, para hacer y para omitir una conducta determi­nada 0 10 que es equivalente, tiene buenas razones para hacer dos cosas que se excluyen entre sf. Tales situaciones son demasiado conocidas para que hagan necesaria una explicacion: normalmente no nos paralizamos cuando se nos formulan pretensiones encontradas, ni por 10 comlin eliminamos en tales casos parte de la informacion relevante, ni sepultamos algunos de nues­tros deseos. Por 10 comlin podemos enfrentar situaciones en las que hay que adoptar una decision, y nos decidimos por 10 mejor cuando conseguimos tener presentes todas las consideraciones, los pro y los contra.

Lo que requiere explicacion es la accion de un agente que habiendo sope­sado las razones en favor yen contra, y habiendo juzgado que la preponde­rancia de las razones se halla de un lado, actua luego contrariamente a su

No debemos decir que no tuvo razones para su accion, toda vez que tenia razones tanto a favor como en contra. Es porque el agente tiene una razon para hacer 10 que hace que podemos indicar la intencion con que actuo. Y tal como ocurre con todas las acciones intencionales, su accion puede expli­carse haciendo referencia a las creencias y deseos que la causaron y que Ie dieron un sentido.

Pero aunque el agente tuvo una razon para hacer 10 que hizo, tiene mejo­res razones, seglin su propia estimacion, para actuar de otro modo. Lo que hay que explicar no es por que el agente acrua as!, sino por que no actuo de otro modo, teniendo en cuenta su fuido de que una vez considerado todo 10 relevante hubiera sido mejor actuar de tal otro modo.

No debe pensarse que la persona que es consciente del hecho de que tie­ne buenas razones tanto en favor como en contra de una accion, vive una con­tradicci6n. De esto se sigue que los principios morales 0 los juicios que corresponden a deseos, no pueden ser expresados mediante oraciones tales como "Mentir es malo" 0 "Causar placer es bueno". Y no pueden serlo si estas oraciones son entendidas de la manera corriente como que expresan enun­ciados universales como "Todas las mentiras Son malas" 0 "Todos los actos que producen placer son buenos". Porque el mismo acto puede ser una men­tira y causar placer y ser, por ello, malo y bueno a la vez. Para muchas teo­rlas morales esto es una contradiccion. 0, para tomar un caso todavia mas sencillo, si es bueno cumplir 10 prometido y es malo no hacerlo, entonces aquel que sin culpa de su parte ha hecho promesas incompatibles hani algo malo si hace algo bueno.

La soluci6n para este enigma acerca de la 16gica del razonamiento pnk­tieo consiste en reconocer que los principios valorativos no resultan correc­tamente formulados en la forma "Mentir es malo". Porque no todas las

ANALISIS FlL0s6FICO

mentiras son malas; hay casos en los que uno debe mentir en aras de algu­na consideraci6n mas importante. El hecho de que una acci6n sea una men­tira 0 el quebrantamiento de una promesa 0 una perdida de tiempo, es que gravita en contra de la acci6n y que debe ser sopesado junto con otras razones a favor de ella. De toda acci6n que realizamos, 0 que pensamos rea­lizar, se puede dedr algo a favor 0 algo en contra; pero s610 hablamos de con­£licto cuando los pro y los contra poseen gravitaci6n y se aproximan a la situaci6n de equilibrio. Una simple deducd6n puede decirme que si deseo cumplir la promesa A tengo que estar en Adis Abeba en una derta fecha, y que si deseo cumplir la promesa B debo hallarme en Bora Bora en la misma fecha; pero la 16gica no puede indicarme que hacer.

Dado que la 16gica no puede decirme que hacer, no resulta claro en que aspecto seria irradonal una u otra acci6n. Tampoco es evidente la irraciona­lidad si agregamos que yo juzgo que habiendo considerado todo 10 reI eVan­te, debo cumplir la promesa A y, sin embargo, cumplo la promesa B. Porque el primer juicio es meramente condicional; a la luz de toda la prueba a mi alcan­ce debo hacer A y esto no puede contradecir el juicio incondicional de que debo hacer B. La pura inconsistencia intema s610 aparece si tambien sostengo ­como en realidad ocurre -, que debo actuar segtin mi mejor juicio, 10 que juz­go mejor u obligatorio una vez que he considerado todo 10 relevante.

Una descripci6n puramente formal de 10 que hay de irracional en un acto aknitico es, pues, que el agente transgrede su principio de segundo orden que prescribe actuar de conformidad con 10 que el sostenga que es 10 mejor, una vez considerado todo 10 relevante. 5610 cuando podemos describir su acci6n de esta manera precisa aparece un enigma en la explicaci60de aque­lla.Si el agente no sustenta el principio de que debe actuar de conformidad con 10 que sostenga que es 10 mejor una vez considerado todo 10 relevante, entonces aunque su acci6n pueda ser irracional desde nuestro punto de vis­ta, no 10 es necesariamente desde el suyo, por 10 menos no de una manera que plantee un problema que hay que explicar. Para explicar su conducta bas­ta con decir que su deseo de hacer 10 que el juzgaba 10 mejor, una vez con­siderado todo 10 relevante, no era tan fuerte como su deseo de hacer otra cosa.

Alguien actlia a sabiendas e intencionalmente en contra de su propio prin­cipio, 2,como podemos explicar eso? Es evidente que la explicacion tiene que contener alglin rasgo que trascienda el principio platonico; de otro modo la acci6n es perfectamente racionaL Por otra parte, la explicacion debe conser­var el meollo del principio plat6nico; de 10 contrario la accion no es inten-

Una explicad6n como la siguiente parece satisfacer ambas exigencias. Hemos acordado que hay una explicacion normal fundada en razones para una acci6n akn'itica. As!, el hombre que al parque para volver a colo­car a la rama en ellugar que estaba, tiene una raz6n: eliminar un peligro. Pero

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al proceder as! el pasa por alto su principio que establece que hay que actuar de conformidad con 10 que juzga que es 10 mejor, una vez considerado todo 10 relevante. Y es innegable que el tiene un motivo para prescindir de su prin­cipio: el quiere, quiza con vehemencia, volver a colocar la rama en el sitio don­de estaba. Digamos que este motivo explica el hecho de que el agente no acrua conforme a su principio. Es en este punto en que la irracionalidad irrumpe. Porque el deseo de volver a colocar la rama en ellugar en que estaba ha apa­recido dos veces en su decisi6n de hacerlo. Primero fue una consideracion en favor de ello, una consideraci6n que en opini6n del agente tenia menos importancia que las razones en contra de regresar al parque. EI agente juz­go luego que tomando en cuenta todo 10 relevante, el no debla regresar al parque. Dado su principio de que se debe actuar conforme a tal conclusion, 10 racional para el era, por supuesto, no regresar al parque. La irracionali­dad aparecio cuando su deseo de regresar Ie hizo ignorar 0 pasar por enci­rna de su principio. Porque aunque su motivo para ignorar el principio fue una razon para ello, no fue una razon contra el principio mismo, de modo que cuando ese motivo apareci6 de este segundo modo, era irrelevante como razon, tanto para el principio como para la accion. La irracionalidad depen­de de la distinci6n entre la razon para tener un principio 0 para actuar con arreglo a el, por un lado, y la razon en favor del principio, por el otro.

Otro ejemplo sencillo aclaran'i el punto. 5upongamos que un joven desea ardientemente tener una pan torrilla bien modeIada y que eso 10 Ileva a creer que la tiene. EI joven posee una razon normal para querer tener esa creencia; ella Ie proporciona placer. Pero si toda la explicacion de por que tiene la creen­cia es que quiere creerla, entonces su tener tal creencia es irracional. Porque el deseo de tener una creencia no prueba la verdad de ella, ni Ie da susten­to racional de ningun otro modo. Lo que su deseo de tener esa creencia con­vierte en racional es que deba ser verdadera la siguiente proposicion: el joven cree que tiene una pantorriIla bien modeIada. Esto no racionaliza su creer: ten­go una pantorrilla bien modelada. Este es un casu de "sonar pensando", un modelo de la forma mas simple de irracionalidad. A pesar de su simplicidad el modelo posee una complejidad que queda obscurecida por la ambigue­dad de la frase "raz6n para creer".

En algunos cas os de irracionalidad es improbable y quiza imposible que el agente tenga conciencia plena de todo 10 que esta ocurriendo en su men­te. 5i alguien "olvida" que hoy es jueves porque no quiere cumplir con un desagradable compromiso social, quiza queda excluido que tenga conscien­cia de eso. Pero en muchos casos no hay dificultad logica en suponer que el agente sabe que es 10 que ocurre. EI joven puede saber que el cree que tiene una pantorrilla bien mode/ada solo porque quiere creerlo, tal como el hombre que regresa al parque para volver a colocar a la rama en el sitio en que esta-

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ba puede ser consciente de 10 absurdo de su accion y tambi{m de la explica­cion de ella.

En las explicaciones estandar fundadas en razones, como hemos visto, no solo los contenidos proposicionales de las diversas creencias y deseos tienen relaciones logic as adecuadas entre sf y con el contenido de la creencia, acti­tud 0 intencion que elias ayudan a explicar; los estados de creencia y deseos efectivos causan el estado 0 evento explicado. En el casu de la irracionalidad la relacion causal existe, mientras que la relacion logica falta 0 esta dis tor­sionada. En los casos de irracionalidad que hemos examinado hay una cau­sa mental que no es una raz6n para 10 que causa. As! cuando "deseamos pensando", en el "wishful thinking", un deseo causa una creencia. Pero el juicio de que un estado de cosas es 0 seria deseable no es una razon para creer que el tal estado de cosas existe.

Resulta claro que la causa debe ser mental en el sentido siguiente: es un estado 0 un evento con un contenido proposicional. 5i el vuelo de un paja­ro causa la creencia de que esta yolanda un pajaro (0 de que esta yolanda un aeroplano), la cuesti6n de la irradonalidad no surge; se trata de causas que no son razones para 10 que causan, pero la causa no posee propiedades logicas y por ella no puede por sl misma explicar 0 engendrar irradonali­dad (del tipo descripto).lPuede haber otra forma de irracionalidad? La cues­tion no es clara y no alegare nada respecto de ella. Hasta aqui mi tesis en que muchos ejemplos comunes de irracionalidad pueden caracterizarse por el hecho de que hay una causa mental que no es una razon. Esta caracteriza­cion indica el camino hacia un tipo de explicacion de la irradonalidad.

La irracionalidad de este tipo puede presentarse donde qui era-que ope­re la racionalidad. Tal como las acciones incontinentes son irradonales, pue­den haber intenciones de actuar irracionales, se las lleve 0 no a la practica. Las creencias pueden ser irracionales, como pueden serlo ciertos cursos de razonamiento. Se muestra la irrazonabilidad de muchos deseos y emocio­nes si se los explica por causas mentales que no son razones para ellos. EI concepto general tambien se aplica a invariancias. Una persona es irracio­nal si no oye razones; si al aceptar una creencia 0 actitud en base a la cual deberia introducir cambios para acomodar sus otras creencias, deseos 0 inten­dones, no introduce esos cambios. Tiene una razon que no produce los efec­tos para los que aqueIla es una raz6n suficiente.

Vemos ahora como es posible reconciliar una explicacion que muestra que una accion, creencia 0 emocion es irraciona\' con eI elemento de racionali­dad inherente en la descripcion y explicaci6n de todos esos fenomenos. Asi, nos hemos ocupado, al menos de modo introductorio, de una paradoja de la irracionalidad. Pero ahora surge una segunda fuente de paradoja que no puede ser disipada tan facilmente.

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5i los eventos se relacionan como causa y efecto, ell os siguen as! relacio­nados cualquiera sea el vocabulario que elegimos para describirlos. Los even­tos mentales 0 psicologicos son tales solo con arreglo a un tipo de descripcion, porque dertamente esos eventos son al mismo tiempo eventos neurofisiol6­gicos y, en ultima instancia, eventos ffsicos, aunque s610 sean reconodbles e identificados dentro de esos dominios unicamente cuando son objeto de des­cripciones neurofisiol6gicas 0 fisicas. Como hemos visto, no hay en general dificultad en explicar los eventos mentales recurriendo a causas neurofisio­logicas 0 fisicas: esto es muy importante para el analisis de la percepcion 0 de la memoria, por ejemplo. Pero cuando se describe la causa usando expre­siones no mentales, necesariamente perdemos contacto con 10 que es nece­sario para poder explicar el elemento de irracionalidad. Porque la irracionalidad s610 se present a cuando la racionalidad es manifiestamente apropiada: cuando tanto la causa como el efecto tienen contenidos que po­seen la clase de relaciones logicas que permiten hablar de raz6n 0 de su ausen­cia. Aquellos eventos solo conocidos por sus propiedades fisicas 0 fisiol6gicas no pueden ser concebidos como razones, 0 como eventos en conflicto, 0 que se ocupan de cierto tema. Por ella la idea de una causa mental que no es una raz6n, es an6mala. 5i concebimos la causa de un modo neutral, dejando a un lado su status mental en tanto creencia u otra actividad -esto es, si nos limi­ ~~

.,~tamos a concebirla como una fuerza que opera sobre la mente sin que se la identifique como parte de ella -, entonces no conseguimos explicar, ni siquie­ 'pI

l

ra describir, la irracionalidad. Las fuerzas ciegas pertenecen a la categoria de 10 no radona!, no a la de 10 irracional. Por el otro lado, si nos atenemos a la descripdon mental de la causa, 10 que hace de ella un candidato para ser una raz6n, nos apartamos entonces del unico modelo claro de explicaci6n apli­cable a 10 mental; porque ese modelo exige que la causa sea algo mas que un candidato para ser una raz6n: tambien tiene que ser apropiada.

Hay una manera de que un evento mental pueda causar otro evento men­tal sin que sea una razon para este, y en la que no hay enigma ni tampoco, necesariamente, irracionalidad. Esto puede ocurrir cuando la causa y el efec­to tienen lugar en mentes distintas. Por ejemplo, A desea que B entre en su Jardin y para ello cultiva una hermosa flor. B anhela observar la flor y entra en el Jardin. EI deseo de A caus6 el anhelo y la acd6n de B, pero el deseo de A no fue una raz6n para el anhelo de B, ni una raz6n que B tuvo para actuar. Quiza B ni siquiera conoda el deseo de A Por 10 tanto, los fen6menos men­tales pueden causar otros fenomenos mentales sin ser razones para elIos, con­servando con todo su cankter mental, siempre que la causa y el efecto sean adecuadamente separados. Los casos claros y obvios son los de la interac­cion socia!. Pero sugiero que la idea puede ser aplicada a una unica mente y a una unica persona. En verdad, si vamos a explicar la irracionalidad pare-

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ce que tenemos que admitir que la mente puede ser parcelada en dos estruc­turas cuasiindependientes que interactuan de maneras tales que el principio plat6nico no puede aceptar 0 explicar.

Para constituir una estructura del tipo requerido, una parte de la mente tiene que exhibir un grado de coherencia 0 racionalidad mayor que el que se atribuye al todo.s 5i las cos as no son as!, se destruye el sentido de la ana­Jogia con la interaccion social. La idea es que si partes de la mente son en algun grado independientes, podemos entender como ellas pueden alber­gar inconsistencias e interactuar en un nivel causal. Recordemos el analisis de la akrasia. AlIi no mendone ning11n parcelamiento de la mente porque el analisis era, a esa altura, mas descriptiv~ que explicatorio. Pero podrfamos allanar el camino para la explicaci6n si supusieramos que en la mente hay dos secciones semiautonomas, una que encuentra que cierto curso de accion es el mejor (una vez considerado todo 10 relevante) y otra que incita seguir otro curso de acci6n. En cad a area, en la del juicio sobrio y en la de la inten­ci6n y la acci6n incontinentes, hay como sustento una estructura de razones, de creencias, expectativas, presuposiciones, actitudes y deseos entremezcla­dos. 5i componemos la escena de esta manera todavia queda mucho por explicar ya que queremos saber por que se ha desarrollado esa doble estruc­tura, de que modo ella explica la acdon realizada y tambien, sin duda, cua­les son sus consecuencias y curacion psiquicas. La que enfatizo aqui es que la mente parcelada deja el campo abierto para tales especulaciones adicio­nales y ayuda a resolver la tensi6n conceptual entre el principio platonico y el problema de dar cuenta de la irracionalidad.

EI parcelamiento que propongo no corresponde, ni por su nal;maleza ni por su funci6n, a la antigua metMora de una lucha entre la Virtud y la Ten­tad6n 0 entre la Raz6n y la Pasi6n. En mi versi6n, los deseos 0 valores encon­trados que la akrasia exige, no sugieren por Sl mismos irracionalidad. En reaIidad, para lIegar al juicio de que una vez considerado todo 10 relevan­te, uno debe actuar de cierta manera, se presupone que los factores que com­piten se hallan en el mismo sector de la mente. Tampoco se trata de la temeraria intervencion de una emocion moribunda y extrafia, como en el caso del principio medeico. La que se requiere son elementos orgaruzados, en cuyo interior hay un aceptable grado de coherencia, y donde un elemento puede operar sobre otro segun la modalidad de la causalidad no raciona!.

5. En este punto, como en otros, mi explicaci6n alta mente abstracta de la participaci6n de la mente, es diferente de la que da Freud. En particular, nada tengo que decir acerca del nume­TO 0 de la naturaleza de las divisiones de la mente 0 acerca de su permanencia 0 etiologia. S610 me Iimito a defender la idea de una compartimentalizad6n de la mente, argumentando que resulta necesaria si hemos de explicar una forma corriente de irracionalidad.

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Admitir cierto grado de autonomia en areas de la mente disipa en parte los problemas que hemos examinado, pero crea otros. Porque en la medida en que el principio platonico deja sin explicar las operaciones de la mente, es reemplazado por meras relaciones causales; y elIas explican mejor 0 con­tribuyen mas a que se avance hacia la ciencia, toda vez que pueden ser matizadas en Pero cabe preguntarse hasta donde las operaciones de la mente pueden ser reducidas a leyes estrictas, deterministas, si seguimos identificando los fenomenos en terminos mentales. Porque, por un lado, el reino de 10 mental no puede formar un sistema cerra do; buena parte de 10 que alIi ocurre esta necesariamente causado por eventos que no tienen una descripcion en terminos mentales. Por el otro lado, una vez que nos detene­mos a observar las relaciones causales entre los eventos mentales haciendo parcialmente caso omiso de las relaciones logicas que hay entre las descrip­ciones de ellos, entramos en un campo que carece de un conjunto unificado y coherente de principios constitutivos; debemos tratar a los conceptos em­pleados como conceptos hlbridos que en parte obedecen a sus conexiones con el mundo las fuerzas no mentales y en parte a su condicion mental dirigidos a un contenido proposicional. Estas cuestiones influyen de mane­ra directa en la importante cuestion acerca de que clase de leyes 0 de gene­ralizaciones encontraremos en esta area y, por consiguiente, influyen tambien en la cuestion acerca de cuan cientifica puede ser una ciencia de 10 mental. Pese a ello, este es un tema que he dejado a un lado.

Hay otro problema que surge del reconocimiento de semiindependientes en el interior de una misma mente. Atribuimos creencias, propositos, motivos y deseos a los seres humanos, en la tare a de explicar y predecir su conducta, verbal y no verbal. Describimos sus intenciones, sus acciones y sus sentimientos a la luz del esquema mas unificado e inteligible que podemos pergenar. El habla (speech) no proporciona un acceso mas direc­to a este esquema que cualquier otra conducta, puesto que el habla misma tie­ne que ser interpretada; en realidad, el habla exige por 10 menos dos niveles de interpretacion, ya que tenemos el problema de que es 10 que significan las palabras del hablante y ademas el problema de que quiso decir con elIas. No se trata de que el agente conozca directamente que es 10 que el cree, quiere y se propone, de modo que reduzca a los observadores al papel de meros detectives. Porque aun cuando el agente puede con frecuencia decir que hay en su mente, sus palabras tienen significado en el dominio publico; 10 que ellas ";~;'ican Ie concierne tanto al interprete como a el. Como habra que enten­

es el mismo tipo de problema para el que para los demas. Lo que dificulta la interpretacion es la multiplicidad de factores menta­

les productores de la conducta y del habla. Para tomar un ejemplo, si sabe­mos que al pronunciar ciertas palabras alguien quiso afirmar que el precio

I.'¢

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del plutonio esta en suba, entonces por 10 comun tenemos que saber mucho mas acerca de sus intenciones y creencias, y del significado de sus palabras. Si nos imaginamos comenzando desde cero para construir una teoria capaz de unificar y explicar 10 que observamos -una teoria acerca de los pensa­mientos, emociones y lenguaje del hablante -, la dificultad nos anonadarfa. Hay demasiadas inc6gnitas para tan pocas ecuaciones. Por necesidad enfren­tamos este problema con la ayuda de una estrategia tacil de enunciar pero tremendamente dificil de aplicar: consiste en dar por sentado que la perso­na que hay que comprender se parece mucho a nosotros. Esta es, quierase o no, la estrategia inicial; nos apartamos de ella a medida que se acumulan las pruebas. Comenzamos presuponiendo que los otros tienen creencias y j valores semejantes a los nuestros respecto de las cuestiones basicas y mas generales. Estamos constreflidos a suponer que aquel a quien queremos entender habita en nuestro mundo de objetos fisicos macroscopicos mas 0

menos perdurables que poseen disposiciones causales familiares: que su mundo, al igual que el nuestro, induye personas que tienen mentes y actU­an por motivos, que desea evitar el sufrimiento y la angustia. A medida que nos acercamos a cuestiones de detalle 0 a cuestiones que de uno u otro modo son menos importantes para nuestro pensamiento, podemos en mayor 0

menor medida admitir diferencias entre nosotros y los demas. Pero a menos que podamos interpretar a los demas como participes de una enorme can­tidad de cosas que constituyen nuestro sentido comun, no podremos iden­tificar ninguno de sus deseos, creencias e intenciones, ninguna de sus actitudes proposicionales.

La razon de esto se encuentra en el caracter holfstico de 10 mentcU. El sig­nificado de una oraci6n, el contenido de una creencia 0 deseo no es un item que puede serle atribuido con independencia de sus vecinos. No podemos atribuir el pensamiento de que una superficie helada se esta quebrando a quien no tiene muchas creencias verdaderas acerca de la naturaleza del hie­10, sus propiedades fisicas vinculadas con el agua, el frio, el etc. Tal atribuci6n descansa en muchas mas suposiciones, en un numero sin fin de elIas. Y entre las creencias que suponemos que otro sustenta, muchas tienen que ser verdaderas (segun nuestro modo de ver) para que podamos entender alguna. La claridad y plausibilididad de nuestro atribuir actitudes, motivos y creencias son proporcionales, por tanto, a la extension en que encontramos a los demas coherentes y correctos. A menudo y justificadamen­te vemos que los otros son irracionales y que estan equivocados; pero tales apreciaciones Henen una base mas firme cuando la concordancia es mayor. Comprendemos mejor a alguien cuando 10 consideramos racional y juicio­so, y esta comprensi6n es 10 que hace que nuestras discrepancias con el sean mas lucidas.

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No cabe duda de que el precepto que exige una inevitable buena volun­tad al interpretar a los demas se contrapone al parcelamiento de la mente. Porque este sirve para dar cabida a creencias, deseos y sentimientos en con­flicto en la misma mente, mientras que la metodologla fundamental de toda interpretaci6n nos dice que la inconsistencia produce ininteligibilidad.

Es una cuesti6n de grado. No tenemos problemas en comprender pertur­baciones menores cuando hay un trasfondo que en gran medida comparti­mos, pero las desviaciones rnayores respecto de la realidad 0 de la consistencia comienzan a socavar nuestra aptitud para describir y explicar, en terminos mentales, 10 que esta ocurriendo. Lo que pone un limite a la dosis de irracio­nalidad a la que podemos psicol6gicamente dar sentido es una cuestion pura­mente conceptual 0 teorica: el hecho de que los estados y eventos mentales constituyen los estados y eventos que son por virtud de su ubicacion en un espacio logico. Por otra parte, 10 que limita la cantidad y el tipo de consisten­cia y de correspondenda con la realidad, que vemos en nuestros semejantes, es la fragilidad de la naturaleza humana: la falta de imaginaci6n 0 de simpa­tfa en el interprete y la terca imperfecci6n del interpretado. La paradoja que subyace a la irracionalidad, que ninguna teOrla puede eludir del todo, es esta: si la explicamos demasiado bien, la convertimos en una forma encubierta de racionalidad; mientras que si atribuimos incoherencia con ligereza, debilita­mos nuestra aptitud para diagnosticar la irracionalidad al suprimir el tras­fondo de racionalidad necesario para justificar todo diagn6stico.

Lo que he tratado de mostrar, por 10 tanto, es que los rasgos muy gene­rales de la teoria psicoanalHica, que he enumerado como factores de per ple­jidad para los filosofos y otras personas, son rasgos que si estoy en 10 cierto apareceran en cualquier teoria que se proponga explicar la racionalidad.

EI primer es que debemos considerar que la mente posee dos 0 mas estructuras semiautonomas. Vimos que esta caracteristica es necesaria para dar cuenta de causas mentales que no son razones para los estados menta­les que provocan. 5610 parcelando la mente parece posible explicar como un pensamiento 0 un impulso pueden causar otro con el que no tienen ningu­na relacion radonal.

El segundo rasgo atribuye un tipo particular de estructura a una 0 mas subdivisiones de la mente: una estructura semejante a la que se necesita para explicar las acciones ordinarias. Esto requiere una consteladon de creencias, propositos y sentimientos de la clase de aquellos que por aplicaci6n del prin­cipio plat6nico nos perrniten caracterizar dertos eventos como dotados de una meta 0 intend6n. No debe lIevarse la analogia tan lejos que requiera que hablemos de partes de la mente como agentes independientes. Lo que es esencial es que dertos pensamientos y sentimientos de una persona sean con­cebidos como que su interaccion produce consecuencias en los principios de

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acdones intencionales, consecuencias que sirvencomo causas de otros even­tos mentales pero no como razones para ellos. EI colapso de las relaciones fundadas en razones define los limites de una de tales partes. Aunque como Freud, hablo de partes y de operaciones activas (agencies), no parece que haya nada que exija emplear una metafora. Las partes estan definidas en terminos de funcion; en ultima instancia, en terminos de los conceptos de razon y causa. La idea de una parte semiautonoma no requiere la existen­cia de un pequeno agente en ella; los conceptos operativos son aqui tambien los de razon y causa.

EI tercer rasgo que sefiale es que dertos eventos mentales asumen el carac­ter de meras causas en relacion con otros eventos mentales en la rnisma men­te. Vimos que tambien este rasgo es necesario para cualquier explicacion de la irracionalidad. 5e trata de un rasgo que puede tener cabida, segun sostu­ve; pero para dade cabida tenemos que admitir que las partes de la mente tienen cierto grado de autonomia.

Los tres elementos de la teoria psicoanalitica en que me he concentrado son el parcelamiento de la mente, la existencia de una estructura importan­te en cada una de las partes cuasiautonomas y las relaciones causales no logi­cas entre elias. Estos elementos se combinan de modo de suministrar el fundamento para una manera coherente de describir y de explicar clases importantes de irradonalidad. Ellos explican y justifican la mezcla que encon­tramos en Freud de tipicas explicaciones fundadas en razones y de interac­dones causales que se asemejan mas a las de las ciendas naturales, interacciones en las que la razon no desempena su acostumbrado papel nor­mativo y racionalizador.

Finalmente, debe mencionar la tesis de que muchos fenomenos menta­les que normalmente son accesibles para la conciencia, en ocasiones no son consdentes ni facilmente accesibles para ella. La razOn por la que nada he dicho acerca de esta tesis es que pienso que las objeciones relevantes a los estados mentales y eventos inconscientes se contestan mejor mostrando que 1a teoria es aceptable prescindiendo de ellos. Es llamativo, por ejemplo, que en la descripdon de la akrasia no haya nada que exija que algun pensamien­to 0 motive sea inconsciente. En realidad, he criticado a Aristoteles por intro­dudr algo as} como una porcion inconsciente de conocimiento, sin que ello fuese necesario. E1 caso tipico de akrasia es aquel en el que el agente sabe que esta haciendo y por que 10 esta haciendo y sabe que no es 10 mejor y sabe por que. EI agente reconoce su propia irracionalidad. 5i todo esto es posible enton­ces la descripcion no puede tornarse insostenible suponiendo que a veces algunos de los pensamientos 0 deseos involucrados son inconscientes.

5i a una teoria que por 10 demas no merece objeciones Ie anadimos la pre­suposicion de elementos inconscientes, la teoria solo puede hacerse mas acep­

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table, esto es apta para explicar mas. Porque supongamos que un genio como Freud nos lleva a advertir que si postulamos ciertos estados y eventos men· tales podemos explicar buena parte de las conductas humanas que, de 10 con· trario, queda sin explicar; pero tambien descubrimos que la conducta verbal que va asociada no se adecua a los patrones normales. El agente niega tener las actitudes y sentimientos que Ie adscribimos. Podemos compatibilizar la experienda y la teoria estipulando la existenda de eventos y estados incons­dentes que salvo en 10 atinente a la conciencia son como las creencias, deseos y emociones conscientes. Aqul, por cierto, acechan otros enigmas. Pero pare· cen ser el resultado de otros problemas. Los eventos mentales inconscientes no se agregan a los otros problemas, sino que son companeros naturales de estos ultimos. '~:

He sostenido que cierto esquema de analisis es valido para casos impor­tantes de irracionalidad. Posiblemente alguna version de este esquema apa­recen'i en todos los casos de inconsistencia 0 de irracionalidad "intema". Cabe preguntar si el esquema suministra una condicion suficiente de la irraciona­lidad. Parecerfa que no. Porque los casos simples de asociacion no son irra­cionales. Si consigo recordar un nombre tarareando cierto tema musical, hay una causa mental de algo para 10 cualla causa no es una razon; algo seme­jante ocurre en gran cantidad de otros casos. Mucho mas interesante es una forma de autocritica y reforma que estamos dispuestos a tener en alta esti­ma; incluso se la ha consider ado como si fuera la esencia misma de la racio­nalidad y la fuente dellibre albedrio. Sin embargo, claramente se trata de un

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caso de causalidad mental que trasciende a la razon (en el sentido, en cier­to modo tecnico, en que he estado usando el concepto).

Lo que tengo presente es un tipo especial de deseo 0 valor de segundo grado y las acciones sobre las que puede incidir. Esto ocurre cuando una per­sona se forma un juicio positivo 0 negativo acerca de algunos de sus propios deseos y acttia para cambiarlos. Desde el punto de vista del deseo cambia­do no hay razon para cambiarlo; la razon para ello se origina en una fuen­te independiente y se funda en otras consideraciones parcialmente contrarias. El agente tiene razones para cambiar sus propios habitos y cank­ter, pero esas razones provienen de un reino de valores necesariamente exter­no al contenido de los puntos de vista 0 valores que sufren el cambio. Las causas de este, si el cambio ocurre, no pueden por 10 tanto ser una razon de 10 que causa. Una teoria incapaz de explicar la irracionalidad seria tambien incapaz de explicar nuestros saludables esfuerzos y ocasionales exitos en materia de autocrftica y de automejoramiento.

UNIVERSIDAD DE CALIFORNIA, BERKELEY

PENSAMIENTO, REALIDAD Y LENGUAJE: LA RELEVANCIA FILOSOFICA DE LOS FACTORES LINGUISTICOS

EDUARDO RABOSSI

LQue peso teorico debe atribuirse a los factores lingllisticos, en el plan­teo y desarrollo de las concepciones filosoficas acerca del pensamiento y la realidad?

Muchos filosofos responden a esta pregunta de manera negativa. Para elios, existen razones convincentes que mueven al rechazo de cualquier tesis que sostenga la relevanda filosofica de los factores lingilisticos. Por cierto que esa negativa absoluta no resulta incompatible con admitir que las con­sideraciones de tipo lingtiistico estan al servicio de fines meramente ada­ratorios y propedeuticos. Denominare a este tipo de respuesta "respuesta tradicional" CRT', en 10 que sigue). RT goza de bastante aceptaci6n en der­tos medios filos6ficos.

lCuales son las razones que se alegan (que se pueden alegar) en favor de RT?

Las mas recurrentes son ciertas alegaciones del tipo "Toda referenda a cuestiones linguisticas es filosoficamente superficial" 0 "Los filosofos que se detienen a analizar cuestiones lingtiisticas vadan a la filosofia de sus verda­deros problemas" 0 "Lo que debe importar como mosofos es la realidad, 0

el conodmiento, 0 los val ores, y no 10 que se dice acerca de eHos", etc. Pero es muy claro que estas alegaciones no brindan buenas razones en favor de RT. Por un lado, presuponen obviamente el problema en dicusion. Por otro lado, son irremediablemente ad hominem.

Otra razon que a veces se da en favor de RT es que los grandes fil6sofos del pasado (a veces, algun gran fil6sofo del pasado) han sostenido alguna variante de RT. Pero, nuevamente, esta es tambien una mala razon en favor de RT. Por una parte, la tradicion no es (no puede ser) criterio de verdad (por respetable que ella sea) y, por 10 demas, puede decirse que los grandes filo­sofos del pasado (salvo algunas excepciones notorias) han sido mucho mas sensibles a los temas linguisticos y a su eventual relevancia filosofica que 10 que deja trasludr su lectura estandar.

Hay, sin embargo, un argumento (no siempre alegado en favor de RT) que a diferencia de los anteriores constituye un argumento serio, de peso, en su favor. Se funda en cierta concepci6n de la funci6n basica, esendal, del len­guaje y en la indole de las conexi ones entre pensamiento y realidad. En ter­minos generales, el argumento es este:

ANALISIS FILOsOFICO. I (1981) N" 2.