domingo rubí

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PRÓLOGO

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EL PERFIL DE UN HOMBRE

DOMINGO RUBÍ, UN HOMBRE EXCELSO

Por Juan Lizárraga T. “…y aquí en vuestra presencia y a la faz

del mundo entero, de claro que si acepto

gustoso el título con que se me distingue no

es con motivo de vanidad, ajeno de mi

carácter, sino porque él sirva para sellar mi

carrera pública y la promesa que de nuevo

hago de sacrificar mi vida y derramar mi

sangre en la autonomía de México, de sus

instituciones democráticas y de la paz,

libertad y progreso de Sinaloa”.

Domingo Rubí agradeció con estas

palabras el que se hubiera nombrado

Benemérito del Estado, por el Congreso

Constitucional del 25 de septiembre de 1871.

Y fue el primero que recibió tal distinción en

vida.

Suerte que nos hizo sencilla su descripción. Estas palabras claras nos dejan ver la

talla de este hombre, su altura moral a la que su sencillez.

Nació Domingo Rubí en Las Flores, municipio de Culiacán, en agosto de 1826, en un

verano caluroso, cuando las lluvias inflaman violentamente a los ríos. Fue, por cierto, una

creciente la que obligó a los padres del chinaco a emprender la huida y éste habría de

nacer sobre un grueso árbol. Así lo registra la historia.

Nada hay sobre su juventud. A los 28 años se le ubica en una mina de Pánuco,

municipio de Concordia. Fue un pobre minero, siempre se lo reprocharían y ser minero

pobre significa no conocer la escuela, ser inculto, sin embargo, se destacaba por su

fortaleza física con la cual se ganaba el respeto de sus compañeros y, lo más valioso, por

su fortaleza espiritual, siempre incansable, siempre honesto, justiciero siempre.

Años después, llegaban a Sinaloa los vientos liberales. En 1859, Plácido Vega en El

Fuerte y Fortino León en Concordia, se pronuncian en contra de Ignacio Comonfort, quien

había dado un golpe de estado repudiando a la Constitución de 1857. En estas luchas

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entre liberales y conservadores, apareció por primera vez el chinaco, ancha la espalda, los

ojos grises; gruesos los labios, poblado el bigote; baja la estatura, serio el carácter.

Rubí empieza a destacar. Así lo hizo en el sitio a Mazatlán, realizado por las fuerzas

del general Ignacio Pesqueira. Al frente de 80 chinacos, recibe con la sorpresa al ejército

conservador que traía Domingo Cajén por la sierra de Durango. Su sorpresivo ataque

prácticamente dejó derrotados a los conservadores y las fuerzas liberales de Plácido Vega,

Antonio Rosales y Manuel Márquez vinieron a culminar esta derrota epopéyica.

De comandante, Rubí asciende a teniente coronel. Muchas batallas triunfantes

hicieron destacar al minero de Pánuco. Fue, sin embargo, durante la intervención

francesa, que en Sinaloa prácticamente duró de 1864 a 1866, cuando Rubí alcanzó su

grandeza, militar y moral.

Intrigas las tuvo en su contra, la más sobresaliente provino de Antonio Rosales. El

héroe de la batalla de San Pedro fue desconocido como gobernador por el coronel

Ascención Correa, comandante del Batallón Hidalgo. Rosales pidió que se le procesara por

su insubordinación, más las fuerzas militares, encabezadas por Ramón Corona, no

consideraron pertinente el proceso y no querían satisfacer lo que consideraban un

capricho, producto del apasionamiento y la altivez de Rosales, quien renuncia al gobierno

del Estado.

Ramón Corona acepta la renuncia de Rosales y propone a Domingo Rubí como

gobernador, lo cual disgustó más a Rosales, quien comentó que jamás entregaría el

gobierno a un barretero sin antecedentes, como Rubí. Sublevado Rosales, invita a Rubí a

combatir a los invasores en Álamos, donde murió en combate.

Al conocer de la muerte de Rosales, Domingo Rubí le rindió sus honores y le otorgó

el título de Benemérito del Estado.

Veranos, Villa Unión, Concordia, Palos Prietos y Barrón, fueron escenarios donde el

ahora general de brigada luchó contra los franceses y los traidores. Su cojera lo hacía

reconocible.

Habría de morir el 11 de junio de 1896 en El Verde, Concordia, a donde se refugió,

postergado y olvidado como todos los juaristas, una vez terminada la intervención

francesa. Porfirio Díaz triunfó con su Plan de Tuxtepec y aunque Francisco Cañedo, el

gobernador porfirista en Sinaloa era su compadre, murió pobre, labrando la tierra.

Sí, en 1871, a los 45 años de edad, entró al Congreso, entonces ubicado en

Mazatlán, que lo declaró Benemérito del Estado y él, en agradecimiento, les habló de la

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agradable emoción y de la gratitud por este reconocimiento a su fe en el progreso y la

libertad humana.

Antonio Nakayama tiene la palabra precisa y contundente para resumir al chinaco

minero:

Domingo Rubí, el hombre excelso.

Esta edición se terminó de imprimir el día 20 de abril de 1984 en los Talleres

de Ediciones e Impresiones “EL PUERTO”, Av. Alemán y Ancla.

Mazatlán, Sinaloa. 1000 Ejemplares.